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9 de julio de 1816: Congreso de Tucumán.

La historia es una sucesión de nombres, de hechos, de hombres y homenajes…

Seis años después del movimiento de mayo de 1810, seguían acentuándose los conflictos entre el centralista poder de Buenos Aires y los gobiernos provinciales.

El 9 de julio de 1816, el sanjuanino Francisco Narciso Laprida presidió el Congreso realizado en la ciudad de Tucumán.  Como lo ha destacado el historiador entrerriano doctor Leoncio Gianello -santafesino por adopción-, “está demostrado que el Congreso de Tucumán declaró la Independencia para una agrupación de pueblos mucho más extensa que las Provincias Unidas del Río de la Plata; la declaró para las Provincias Unidas de Sud América y cuando fray Justo Santa María de Oro  pida el patronazgo de la virgen americana Santa Rosa de Lima lo será como ‘Patrona de la Independencia de América’.  El vuelo continental de la Revolución, el anhelo de constituir las Provincias Unidas de Sud-América del que el Congreso se creyó esperanzado ejecutor, estaban en el espíritu y en la raíz misma del movimiento emancipador. ‘A las Provincias todas del Virreinato y aún más allá de ellas’, se dirigía la Junta Provisional Gubernativa de Buenos Aires, recién instaurada, su Proclama del 26 de mayo.  Moreno escribiendo sobre la necesidad de la instalación del congreso se refería a que ‘todos los pueblos de América concurrieran a executar de común acuerdo la grande obra’.”  [1]

El historiador Luis V. Varela en su Historia constitucional de la República Argentina, afirmó que “el nombre elegido fue para establecer una paridad originaria con los Estados Unidos de Norte América.” Fue entonces cuando “San Martín activa la organización del ejército con el que ha de ejecutar su Plan Continental” y en esas circunstancias, expresó: “Se acerca el momento en que voy a seguir el destino que me llama”.  Estaba convencido de “no mezclarse en los partidos que alternativamente dominaron en aquella época en Buenos Aires” y de “mirar a todos los Estados Americanos como Estados hermanos interesados en un santo y mismo fin.”

Con tales propósitos inició su campaña y como lo reiteró el historiador Bartolomé Mitre, San Martín también intentaba “hacer valer su influjo y persuasión para que Chile envíe su diputado al Congreso General de las Provincias Unidas a fin de que se constituya una forma de gobierno general, que de toda América unida en identidad de causas, intereses y objetos, constituya una sola nación”. [2]

El historiador Gianello destacó que “el ideal de continentalidad fue uno de los más nobles y firmes aspectos del movimiento emancipador de Hispanoamérica.”

Treinta y siete años después de aquella declaración de independencia, “tras larga y sangrienta etapa de luchas civiles… llegaba por fin el anhelado momento de la paz: estaba sancionada en la vieja ‘Santa Fe de las Convenciones’, la Constitución de la República. Debía ser ‘jurada por los pueblos’ el 9 de julio de 1853 y el gobernador de la provincia de Catamarca don Pedro Segura, logró que fuera el Padre Esquiú el orador en tan señalada ocasión”.   Sabido es que la provincia de Buenos Aires no adhirió a tales decisiones y así fue como en “tierra catamarqueña”, territorio que “para algunos” era “el límite sur del Imperio de los Incas: el legendario Tucumano”, el joven fraile franciscano Mamerto Esquiú desde la Iglesia Matriz de aquella capital provincial, en el sermón señaló: “Nos encontramos en la solemne situación de un pueblo que se pone de pie para entrar dignamente en el gran cuadro de las Naciones.”   Insistió en que la Constitución “sería vana si no tuviese estabilidad y si no fuese obedecida”.  [3]

Gianello destaca que “ese discurso era tan bello y oportuno como persuasivo y patriótico, pronunciado cuando se cernía el peligro de que la Constitución no fuese acatada; cuando era menester la reflexión, el aquietamiento, la madurez para que la Organización anhelada no se desmoronase ante el turbión de las pasiones.”

 

En este tercer año del tercer milenio, la historia de los argentinos -nuestra historia americana-, la historia de la humanidad sigue…

Somos los protagonistas.

(Texto elaborado para un acto escolar – 2003)

[1] Gianello, Leoncio. Doce ensayos. Santa Fe, Colmegna, 1992, p. 32-33. Cita: Museo Mitre. El redactor del Congreso de Tucumán.  Ed.  facsimilar, Buenos Aires, 1916, Sesión del 14 de setiembre de 1816.

[2] Ibídem, p. 34, 30. Cita a: “Mitre, Bartolomé. Historia de San Martín…”

[3] Gianello, Leoncio. Ob. cit., p. 90-91; 96-97.

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