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Giuseppe Garibaldi (1807, Niza-1882, Italia)

1833: comienzo de su acción política-militar.

Ana Ribeiro da Silva, su amada.

Giuseppe Garibaldi en la Argentina.

Garibaldi avanzando sobre el Paraná.

Señales en Esquina.

“El cañoncito” en Esquina.

Garibaldi y el saqueo en Gualeguaychú.

Retorno a Italia.

Homenajes en la República Argentina.

Siglo XXI.

Giuseppe Garibaldi (1807, Niza-1882, Italia)

Giuseppe Garibaldi -entre los hispanoamericanos nombrado José-, nació el 4 de julio de 1807 en Niza, en el Reino del Piamonte, en la costa del mar Mediterráneo (en 1860 territorio cedido a Francia tras la guerra con Austria).

Hijo de un joven pescador, a los diecisiete años viajó a Roma junto a su padre y desde entonces impulsó la idea de suprimir el poder temporal del Papa con el propósito de lograr la unificación de Italia.  Estuvo embarcado como marinero mercante y recorrió puertos del Mediterráneo.

1833: comienzo de su acción política-militar…

En 1833, integró el movimiento de la Joven Italia conducido por su tocayo, el revolucionario Giuseppe Mazzini y al año siguiente obtuvo el grado de Capitán en la Marina del Piamonte.  Tras el fracaso de su rebelión en Génova, fue condenado a muerte y huyó hacia América del Sur.  Instalado en Brasil en 1834, luchó contra Pedro I y dos años después, vencido en la rebelión del Río Grande do Sul debió emigrar hacia el sur.  Desde 1839 estaban enfrentados los ejércitos del Brigadier General Juan Manuel Ortiz y Rozas -más conocido como Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires con plenos poderes en la Confederación-  y las fuerzas del general Justo José de Urquiza -gobernador de Entre Ríos-, que eran apoyadas por los gobiernos de Brasil y de Uruguay, donde el general Fructuoso Rivera había desplazado de la presidencia al general Manuel Oribe.  El 2 de febrero de 1841, el irlandés Guillermo Brown -el viejo Bruno como lo nombraba Rosas, con sesenta y cuatro años de edad,  retirado del servicio activo desde la revolución de diciembre de 1828 y con una breve participación diez años después al comando de la escuadrilla oriental de Oribe-, viviendo en su casa de Barracas fue convocado por el Brigadier Juan Manuel de Rosas que conducía la guerra desde su campamento en Santos Lugares. A fines de febrero de 1841, Brown terminó de organizar la escuadrilla y desafió en Montevideo a las fuerzas de Fructuoso Rivera apoyadas por franceses y comandadas por John H. Coe.  Derrotada por tercera vez la escuadrilla oriental, el gobierno nombró a Giuseppe Garibaldi en reemplazo de Coe y al mando de una nueva flota. Brown quedó en Montevideo preparado para otro combate mientras Rosas enviaba embarcaciones al mando del capitán Juan F. Seguí para impedir que las fuerzas opositoras cruzaran el río Paraná hacia Santa Fe.

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Ana Ribeiro da Silva, su amada…

Giuseppe Garibaldi nombra en sus Memorias, a la joven Ana María de Jesús Ribeiro da Silva, nacida el 30 de agosto de 1821, hija de un arriero del pueblo de Laguna, en la isla de Santa Catarina, en Brasil. La conoció en 1839, cuando ella tenía dieciocho años y estaba casada con el zapatero Manuel Duarte de Aguiar desde que tenía catorce años porque fueron autorizados por la madre, celebraron el matrimonio el 30 de agosto de 1835.

Manuel era un hombre mayor, retraído y monárquico, mientras ella tenía otras ideas y comenzaron los desacuerdos, él se evadía bebiendo y no era por casualidad que ella se acercara a la playa para descansar mientras observaba el movimiento en los barcos anclados en el puerto.

 

No fue por casualidad que Giuseppe Garibaldi, de treinta años, uno de los tantos italianos que habían luchado junto a los farroupilhas -los farraposos-, los revolucionarios harapientos que combatieron contra Pedro II, haya sentido el impulso de observarla y de acercarse.   Vestido con pilchas gauchas, se acercó hasta su vivienda y allí se generó el primer diálogo, él hablando en italiano aunque “algo sabía” del idioma portugués.

Garibaldi, evocó aquel potente encuentro:

“Nos quedamos estáticos y silenciosos los dos, mirándonos como dos personas que no se ven por primera vez. Finalmente la saludé y le dije: ‘Usted debe ser mía’.”

 

Sin importar la posible reacción del zapatero, entendiéndose más por las miradas que por las palabras pronunciadas, Ana y Giuseppe se fugaron.  El italiano estaba acostumbrado a los combates y los hechos revelaron que la joven mujer también sabía soportar diversos avatares. Las murmuraciones eran un continuo acoso para la pareja y  decidieron instalarse en la Itaparica, que era la nave insignia de los revolucionarios.  

Cuando Garibaldi vio acercarse a la Andorinha, con mejor equipamiento para defender al Imperador, ordenó que Ana desembarcara porque él tenía que organizar el combate, sin imaginarse que sería ella quien saliendo de su escondite colaboraría cargando armas para entregarlas a los combatientes o para usarlas, mientras insultaba a los enemigos. Era evidente la superioridad de los leales.  Mataron a su caballo y ella, embarazada, no pudo escapar.  Prisionera y rehén de las ambiciones de sus enemigos, robó una cabalgadura a la noche y escapó.  En vano la persiguieron, porque prendida a la cola del caballo se animó a cruzar el caudaloso río y luego fue auxiliada por otros campesinos.  Estuvo varios días escondida en la selva, hasta que logró ubicar el campamento de Giuseppe y fue entonces cuando le habló del futuro hijo.

Nació Menotti el 16 de septiembre de 1840 con una leve deformación en el cráneo como consecuencia de aquella caída.  Giuseppe quiso nombrarlo como al destacado patriota italiano y casi sin ropas, su madre lo alimentaba en el medio del monte. Fue el único hijo nacido en territorio brasileño.  Después de la pérdida de los puertos por los revolucionarios, Garibaldi había cesado en “sus actividades de corsario riograndense” y como lo destacó el historiador José María Rosa, “escapó a Montevideo, gestionó y obtuvo el perdón del Imperio (18 de setiembre de 1841) y quedó libre para servir allí a la libertad”, bajo las órdenes de Fructuoso Rivera.  [1]

En ese tiempo, Ana advirtió las cualidades donjuanescas de su compañero y protestaba por sus escapadas. Han reiterado que armada con dos pistolas, un día amenazó con matarlo y también “a la dama” que lo acompañaba.  Entre tanta incertidumbre, decidieron casarse en Montevideo, el 26 de marzo de 1842, algunos historiadores dicen que tras fraguar un acta de defunción, otros destacan que ella no hablaba de su estado civil anterior. En noviembre de 1843 nació Rosita.

Anita lo amaba y cuando pudieron vivir con más sosiego, Giuseppe se dedicó a la enseñanza de Matemáticas. Cuando volvieron las luchas, Anita usó las túnicas rojas que distinguían a los garibaldinos, quienes marchaban tras una bandera negra, colores que aún identifican a “rebeldes” o “revolucionarios” de distintos continentes.

 

Sabido es que en 1852, estando en Perú junto a Manuela Sáenz, la compañera de Simón Bolívar, el valiente italiano evocó a Anita ya fallecida, y lloró…  [2]

Giuseppe Garibaldi en la Argentina…

Sabido es que durante el gobierno de Juan Manuel Ortiz y Rozas -más conocido como el Brigadier General Juan Manuel de Rosas-, hubo continuos enfrentamientos entre los unitarios y federales, tiempo de una guerra civil promovida por algunos gobernadores de la Confederación con la adhesión de militares de la República Oriental  del Uruguay y apoyo del gobierno del Brasil, también de franceses e ingleses que defendían sus intereses económicos en la región rioplatense.

Las provincias del litoral se unieron al caudillo uruguayo Fructuoso Rivera  que había desplazado al general Manuel Oribe de la presidencia y entre los aliados secesionistas del sur del Brasil que apoyaron a Rivera, se destacó Giuseppe Garibaldi con experiencia militar en campos de batalla de Italia y de Río Grande do Sul donde había triunfado y también había soportado derrotas que lo obligaron a emigrar.

La defensa del Río de la Plata como acceso a los ríos Paraná y Uruguay, estaba conducida por el almirante Guillermo Brown, irlandés al servicio de la Confederación.

El padre de Guillermo Brown decidió alejarse con su familia del territorio de Irlanda para evitar el agobio generado por los abusos de los invasores y llegaron a Estados Unidos donde el pequeño huérfano comenzó a entrenarse navegando en el mar Caribe hasta que como grumete recorrió el océano Atlántico.  Regresó a Europa y en Inglaterra conoció a Elizabeth Chitty, luego su esposa y madre de sus hijos. Decidió viajar hacia Sudamérica y en Montevideo se dedicó al comercio. Interesado por la defensa del Río de la Plata ante las frecuentes invasiones británicas, tiempo después uno de los tantos inmigrantes que celebraron la decisión del 25 de mayo de 1810, al constituirse en el Cabildo de la ciudad de Buenos Aires, la primera Junta de gobierno. Cooperó en el traslado de armas y víveres sede esa ciudad hacia la Banda Oriental del Uruguay. Tras demostrar sus aptitudes para la conducción y sus condiciones de estratega, recibió el grado de Teniente Coronel y fue nombrado Jefe de la escuadra patriota. Sabido era que en España estaban organizando el envío de una flota para evitar que se expandiera el movimiento independentista y al mando de la fragata Hércules, en acción conjunta con fuerzas terrestres, logró someter sitiar la ciudad de Montevideo cuyo gobierno se oponía al de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Después, navegó por el Océano Pacífico y luchó contra las fuerzas realistas de Chile, Perú, Ecuador y Colombia.  Triunfó en la batalla de Juncal, durante la guerra contra el Imperio del Brasil.

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Garibaldi avanzando sobre el Paraná…

El 26 de junio de 1842, Giuseppe Garibaldi con cinco naves -una barca, dos bergantines y dos goletas- y la tripulación concentrada en el Uruguay, enarbolando la bandera de la Confederación logró pasar frente a la isla Martín García donde confundió a los astilleros, quienes creyeron que eran naves recién reparadas  en Buenos Aires.

Antes de que advirtieran el engaño, Garibaldi ordenó el ataque y los cañonazos alcanzaron a un buque mientras el resto de la escuadrilla continuaba la navegación.

No ha sido por casualidad que los diarios de aquella ciudad aludieran a “el pirata Garibaldi”

El historiador José María Rosa, destacó Garibaldi “remontando el Paraná, se encontró frente a la Bajada con la goleta La Argentina y dos lanchones de Juan F. Seguí, que trataron de cerrarle el paso el 19 de julio.   La superioridad de su escuadrilla permitió a Garibaldi dominar a los buques federales y seguir a Corrientes.  Apresó a las embarcaciones mercantes que encontraba y asaltaba las poblaciones ribereñas desguarnecidas.”

El historiador Bartolomé Mitre ha relatado parte de los itinerarios de Garibaldi, incluyendo los enfrentamientos armados y destacó que ante la convocatoria del gobernador correntino Pedro Ferré, Garibaldi zarpó del puerto de Montevideo y remontó “el Paraná, con pertrechos, aguardiente y efectivo a Ferré, además de instrucciones precisas de los aliados.”  [3]

“Forzó el Paso de Martín García en julio de 1842 y posteriormente el paso de Paraná (La Bajada), siguen su derrotero al norte, perseguido por Brown, con fuerzas de artillería, barcos y tripulación significativamente superiores.”

 

En el atracadero Cabayú Cuatiá, antigua posta y lugar reconocido como Villa por el general Pascual Echagüe, el 13 de julio de 1835 -hoy ciudad de La Paz-, durante el invierno de 1842 Garibaldi logró reunir a más correntinos con escasa preparación, mientras de cerca lo seguía el Almirante Guillermo Brown con su escuadrilla.

Garibaldi navegando hacia el norte había llegado al paraje Costa Brava (jurisdicción de la provincia de Santa Fe), entre los límites de Corrientes y Entre Ríos.  La bajante del río Paraná les impidió seguir avanzando obligándolos a desembarcar e instalar algunas piezas de artillería y organizó una batería con pocos marineros armados con fusiles. Hasta ese lugar había llegado el almirante Guillermo Brown al mando de las naves 9 de Julio, Chacabuco y Echagüe y en vano los garibaldinos intentaron desplegar sus grupos mientras otros quedaban embarcados. Durante los combates del 15 y 16 de agosto de 1842, fueron derrotados por la Escuadra de la Confederación y Garibaldi, abrumado por el desenlace, al día siguiente decidió ordenar la voladura de la “Santa Bárbara” de la Corbeta “Constitución”.  Encomendó a un correntino -seguramente uno de los tantos leales a Ferré-, la brutal tarea de rociarla con aguardiente y prenderle fuego. También ordenó incendiar los otros buques.  [4]

 

“Conviene aquí narrar un hecho bien desconsolador -dice Garibaldi- originado por el exceso de las bebidas espirituosas. Los equipajes que yo mandaba estaban compuestos por hombres de todas las naciones. Los extranjeros eran en su mayor parte marinos y casi todos desertores de barcos de guerra; debo confesar que éstos eran los menos díscolos.

Entre los americanos, la generalidad había sido expulsada de los ejércitos de tierra por delitos, muchos por homicidios. De todos modos eran verdaderos canallas y se necesitaba todo el rigor posible para mantener el orden. Solo en los días de lucha estaba disciplinada esta mezcla de gente y se batían como leones. Ahora, para hacer el incendio más eficaz, se habían reunido muchos objetos combustibles y sobre ellos se esparcía una buena cantidad de aguardiente que formaba parte de nuestras provisiones. Por desgracia, aquellos hombres acostumbrados a vivir con una pequeña cantidad de espíritu, al encontrarlo en tal abundancia, se embriagaron hasta el punto de quedar imposibilitados para moverse.”

“Fue un caso bien doloroso: encontrarse en la imperiosa necesidad de abandonar a aquellos valientes y desgraciados hombres para que fuesen presa de las llamas.”  [5]

“Hice cuanto pude, obligando a los compañeros más serenos a no abandonarlos; yo mismo recogí cuantos me fue posible hasta el último instante, cargándolos sobre mi espalda para ponerlos a salvo.”

 

Tras los combates de mediados de agosto de 1842, a orillas del río Paraná habían quedado todos los cadáveres, cuyos restos fueron descubiertos un siglo después tras otra bajante en la década del ’40, según testimonio del lanchero Teófilo Méndez durante una entrevista ya en el ocaso del siglo veinte.  [6]

Llegado el momento de la retirada, Giuseppe Garibaldi junto a aproximadamente sesenta hombres -la mayoría garibaldinos-, pudieron navegar en una barca a remo, “sirgando entre islas y aguas pantanosas y con algunas piezas de artillería”…

Entre ellos viajaban los hermanos Leiva, y mientras les apuntaba la artillería enemiga escucharon la voz del almirante Guillermo Brown ordenando:

“¡…No, déjenlo ir, Garibaldi es un valiente!”

 

Garibaldi escapó por tierra, hacia el norte.  Aquella victoria fue festejada en Buenos Aires con aplausos por el triunfo de la escuadrilla conducida por el viejo Bruno…  Fructuoso Rivera intentaba seguir avanzando y como lo destacó el historiador José María Rosa, “no encontró apoyo en la campaña oriental porque sus paisanos, viéndole derrotado, volvieron a ponerse las divisas blancas… se limitó a las guerrillas en el norte y oeste apoyándose en Río Grande. /…/ En Montevideo deben tomarse medias extremas para evitar la deserción”.

Tras recorrer ciento sesenta y cinco kilómetros, Giuseppe Garibaldi con algunos de sus hombres llegó hasta Santa Lucía. En ese tiempo, Joaquín Suárez, presidente del Senado a cargo del gobierno había ordenado “la leva general: los esclavos son liberados para ‘servir las armas’ (forma galana de expropiarlos), los vascos franceses, numerosos en la ciudad, forman una legión… Garibaldi llegado por tierra de Costa Brava prepara una ‘legión italiana’.”  [7]

Han reiterado que pudieron navegar aguas arriba por el Espinillo; aguas abajo hasta la confluencia del Corrientes y el Guayquiraró; nuevamente aguas arriba hasta llegar a la Estancia de los Carreras donde pudieron descansar.  [8]

Algunos cronistas destacan que en Santa Lucía, Garibaldi dejó grabado su nombre y el de su esposa, Anita Riveiro.

Al perseverante Garibaldi lo acompañaban “600 genoveses” y con ellos participó en el sitio de Montevideo, el 16 de febrero de 1843 junto a integrantes de la legión francesa, a “libertos, voluntarios y arreados de la ‘guardia nacional’ con apoyo de los comandantes navales inglés y francés, quienes “desembarcaron marinos y cañones con el pretexto de defender ‘a sus nacionales’; en realidad para conservar Montevideo como base para las intervenciones que suponían”.

Bartolomé Mitre -que estaba en las filas defensoras y vivía cerca de la casa de Garibaldi, en su historia destacó que “al tiempo de ser sitiado Montevideo, su población se componía de 31.000 habitantes; sólo 11.000 eran nacionales de todos sexos y edades, incluyendo en el número una mitad de negros emancipados, criollos los unos, africanos los más.  Los 20.000 restantes, casi en su totalidad hombres y de armar llevar, eran emigrados argentinos, franceses, españoles, italianos, etc…”

 

La Legión Italiana que conducía Garibaldi apoyaba con firmeza al gobierno montevideano. Los unitarios Juan Bautista Alberdi y Juan María Gutiérrez habían escapado “una noche disfrazados de marineros franceses ‘para no exponerse inútilmente a los cañones del Cerrito’, dirá el primero”, aunque sabido es que en Montevideo, el joven ministro de guerra Melchor Pacheco y Obes había impuesto “el terror como arma de guerra.  Declaró traidores, y como tales pasibles de ser fusilados por la espalda, a quienes militasen en las filas de Oribe, y a los militares o civiles que intentasen abandonar la plaza, cualquiera fuese su nacionalidad.”

Sabido es que Garibaldi les había recomendado que se embarcaran en El Edén y que regresaron a Sudamérica al año siguiente: Alberdi en Valparaíso “abrió un bufete de agogado y Gutiérrez obtuvo la dirección de una Escuela Naval.”

 

En abril de 1843, mientras continuaban las huidas, los legionarios de Garibaldi cooperaron en las acciones que permitieron al comodoro inglés John Brett Purvis oponerse con firmeza al bloqueo “por el curioso motivo de ‘no reconocer el gobierno de S. M. B. a los nuevos pueblos de Sudamérica como potencias marítimas autorizadas para el ejercicio de tan alto e importante derecho como el bloqueo. El marino, valiéndose de la fuerza, negaba la soberanía argentina.  La prensa de Montevideo lo glorificará como a un héroe de la civilización, y Purvis mareado por los elogios de Florencio Varela y Rivera Indarte, no se limitó a impedir el bloqueo de Brown: obstaculizó sus medidas de guerra obligándole a evacuar la isla de Ratas, había conseguido tomar, y devolver la pólvora que se había incautado. Brown, cumpliendo órdenes expresas de Rosas de no abrir fuego contra ningún extranjero, debió resignarse a devolver la pólvora y entregar la isla.”  [9]

 

La “isla de las Ratas” luego fue nombrada Isla Libertad.

En aquellas circunstancias, la flota anglofrancesa exigió que se autorizara la libre navegación por los ríos interiores argentinos y sin declaración de guerra, con artillería de grueso calibre atacaron a débil escuadra conducida por Guillermo Brown.  La tripulación fue tomada prisionera, arriaron la bandera celeste y blanca y enarbolaron las francesa e inglesa.

Giuseppe Garibaldi quedó al mando de la escuadra “apoderada”.

El almirante Brown, luego escribió una carta dirigida al Brigadier Juan Manuel de Rosas:

“Tal agravio demandaba imperiosamente el sacrificio de la vida con honor, y sólo la subordinación a las supremas órdenes de V.E. para evitar aglomeración de incidentes que complicasen las circunstancias, pudo resolver al que firma a arriar un pabellón que durante treinta y tres años de continuos triunfos ha sostenido con toda dignidad en las aguas del Plata”.

 

El Estrecho de Magallanes y declaraciones de Sarmiento…

En el extremo sur del continente americano, el estrecho de Magallanes correspondía a jurisdicción del gobierno de Buenos Aires, “pero estaba abandonado desde el descubrimiento del Cabo de Hornos, de navegación mucho más fácil”.

Fue el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, exiliado en Chile quien desde El Progreso -adquirido o subvencionado por el ministro Montt-, “demostró la necesidad de adelantarse a la Argentina en la ocupación del territorio…. La campaña encontró gran eco. Era un argentino que en un diario presuntamente particular atribuía a Chile el estrecho”.

Resultó fácil a los chilenos ocupar ese territorio y no fue por casualidad que en enero de 1843, el publicista Domingo Faustino Sarmiento, expresara desde El Heraldo Argentino de Chile: “Los argentinos residentes en Chile pierden desde hoy su nacionalidad.  Los que no se resignen a volver a la Argentina, deben considerarse chilenos desde ahora.  Chile puede ser en adelante nuestra patria querida.  Todo será desde hoy para Chile”.  [10]

 

El 15 de noviembre de 1843, Domingo Faustino Sarmiento desde El Progreso pedía que “como premio a su campaña ‘ser nombrado diputado por la provincia de Magallanes, que hemos favorecido tanto’.”

El gobierno de Buenos Aires en aquel tiempo, estaba demasiado ocupado en la defensa de las recaudaciones de las aduanas y con los medios disponibles defendía la soberanía en los ríos Uruguay y Paraná, enterándose tres años después de la ocupación del Estrecho y de la instalación de un pequeña base violando los derechos argentinos en esa región. “Rosas encomendó a Pedro de Ángelis y a Dalmacio Vélez Sarsfield la recopilación de los derechos argentinos. Por su parte Chile entregó a Sarmiento la defensa de sus derechos, que hizo en La Crónica en marzo de 1849”.  Rosas trasladó la legación argentina de Chile a Mendoza y quedó a cargo de Bernardo de Irigoyen, quien fundó el periódico La Ilustración Argentina para defender la soberanía en el territorio patagónico. En esas crónicas, Sarmiento era calificado como traidor mientras algunos historiadores han justificado su posición porque era “antirrosista”.

 

Bartolomé Mitre, vecino de Giussepe Garibaldi en Montevideo, algo sabía sobre la historia de las provincias unidas del Río de la Plata y la semana anterior a la asunción del presidente Domingo Faustino Sarmiento, publicó una nota destacando: [11]

“No creo que haya ningún hombre, cualquiera sea su nacionalidad, que intente justificar al señor Sarmiento, pues, hasta hoy, todos los pueblos del mundo han condenado del modo más terrible al que atenta contra la integridad del territorio de su país en beneficio de un gobierno extranjero.”

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El 25 de noviembre de 1842, “400 ciudadanos propietarios” reunidos en un Congreso en Asunción, habían declarado la independencia del Paraguay y enterado Juan Manuel de Rosas envió una nota destacando que “le es sensible no poder prestar su aquiescencia a los deseos de ese Excmo. Gobierno” y esa decisión incidió en las relaciones comerciales con la provincia de Corrientes.

El 8 de enero de 1845, Rosas cerró los puertos argentinos a la entrada y salida de buques que vinieran o zarparan a Paraguay o Corrientes y Oribe firmó una disposición análoga.  [12]

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Señales de Garibaldi en “Esquina”…

Giuseppe Garibaldi con sus legionarios, pudo llegar con algunas piezas de artillería para fortificar Esquina, quizás su propósito inicial porque ese territorio después de Pago Largo había sido saqueado e incendiado por las fuerzas entrerrianas de la Confederación el 16 de noviembre de 1839 y el 5 de agosto de 1840, con fuerzas al mando del sargento Jacinto Andrada, integradas por abipones, tobas y guaycurúes que como la mayoría de los indígenas, eran movilizados por grupos políticos con el pretexto de “servir a la Patria” siendo en realidad que defendían sus intereses familiares y de amigos para preservar su poder político y sus propiedades, que si ganaban en los combates inmediatamente las incrementaban…

 

Hay datos acerca de quiénes decidieron quedarse en Esquina y han reiterado que de la legendaria expedición de Garibaldi, en aquella localidad se asentaron los Leiva y teniendo en su poder suficientes “libras esterlinas”, también se quedaron Juan Salmoiraghi y su hermano, cambiado el apellido por “Solmoirago”.  Constituyeron así el primer asentamiento italiano en esa localidad y años después, llegaron otros correligionarios de Garibaldi, dedicados también al oficio de carpintería de rivera, herreros, armeros, carpinteros… entre ellos “ los Bruno, Marini, Pellegrini, Gianechini y tantos otros”. [13]

El 5 de marzo de 1845, a los setenta y tres años de edad, casi ciego, murió el Brigadier General Martín Rodríguez, quien con el apoyo de Juan Manuel de Rosas, el 28 de septiembre de 1820 fue nombrado gobernador interino y tiempo después, fue un tenaz opositor.  El general Juan Lavalle, el 30 de marzo de 1829 lo designó Comandante General de Armas y después ministro de Guerra.  Desde mayo de ese año fue gobernador delegado, firmó el decreto de creación de la Gobernación de las Islas Malvinas y el 26 de junio, entregó el mando a Lavalle.  Exiliado en Montevideo durante el gobierno de Rosas, adhirió a la campaña de Fructuoso Rivera combatiendo cerca de Giuseppe Garibaldi, uno a los amigos que trasladaron a pulso el féretro hasta la Iglesia Matriz de Montevideo.  [14]

 

Garibaldi con apoyo de las escuadras de Inglaterra y Francia, en abril de 1845 ocupó la ciudad de Colonia del Sacramento; en septiembre la isla Martín García y la comercial ciudad de Gualeguaychú donde durante dos días realizaron saqueos, violaron y mataron.

 

En aquel tiempo, Pedro Ferré era un carpintero de ribera al servicio del general Justo José de Urquiza y hábil en ese oficio, preparó las balsas para que el supremo entrerriano pudiera cruzar el Paraná hacia Santa Fe para combatir contra los federales que lo apoyaban, con el propósito fundamental de terminar venciendo a Juan Manuel de Rosas.  

Luego siendo gobernador de la provincia de Corrientes, Pedro Ferré pidió ayuda a sus aliados para lograr la libre navegación por el Paraná. En enero de aquel año,  Pedro Pablo Seguí fue nombrado gobernador de Entre Ríos.

 

Sabido es que el 8 de febrero de 1846, la Legión Italiana enfrentó a las fuerzas del general Oribe cerca del arroyo San Antonio en territorio de Salto y las venció en el combate de San Antonio obligando al inmediato retiro. Al año siguiente, por su capacidad de conducción y la valentía en los combates, el gobierno uruguayo le otorgó a Garibaldi el grado de General y en junio lo nombró Jefe de todas las fuerzas militares de ese gobierno, jerarquía que Garibaldi no aceptó.

En 1849 realizó privadamente un viaje a Inglaterra e Irlanda para reencontrarse con los suyos y fracasado ese intento, retornó a la Argentina.

 

“El cañoncito” en Esquina…

A orillas del Paraná en la zona de Esquina, quedó el cañoncito cuya boca de carga medía ocho centímetros y medio de diámetro.  Hasta ese lugar lo había trasladado Giuseppe Garibaldi en 1842 desde el Uruguay mientras luchaba en apoyo de Pedro Ferré, el gobernador de Corrientes, opositor al brigadier Juan Manuel de Rosas.

En la oval placa de bronce, están grabadas estos datos: “GRIEVE & GILLESPIE” / “MANUFACTURERES” /  “NORTH SHIELDS”.

 

En aquel tiempo, al conmemorarse el 20 de septiembre 1870, Día de la Unificación de Italia, desempolvaban al cañoncito y evocaban también a Giuseppe Garibaldi, “con salvas de fogueo” al comenzar los actos de esa jornada.

Después, comenzó el periplo del cañoncito durante los enfrentamientos de correligionarios de la “Unión Cívica Radical” en la década del ’30 y lo trasladaron a la comisaría como arma de defensa.  El gobierno había impuesto el toque de queda y el bromista

Rogelio Fernández cargó en su bolsillo “un cuarto de pólvora”, fingió estar ebrio para ser detenido y en la Comisaría provocó la explosión que alarmó a todo el vecindario.

Devuelto a la Unione y Benevolenza, era utilizado para anunciar funciones de cine o teatro, media hora antes del comienzo de las funciones y después lo guardaban en el sótano. En diversas circunstancias lo cargaban con papelitos que adjudicaban premios para alegría de los niños: dos entradas para las funciones del sábado a la tarde.  En la década del ’50 fue exhibido en el vestíbulo del edificio de esa Sociedad de Socorros Mutuos y siendo presidente Dante Opezzo -inmigrante tras la primera guerra mundial- fue utilizado como mortero para bombas de estruendo hasta que considerándolo obsoleto, lo dejaron en el sótano. Los jóvenes Juan, Miguel Ángel Bruno y Carlos Gianechini en 1969 intentaron instalarlo en la armería que empezaba a funcionar en el taller de los Bruno, cargándolo en el carro de Mártir Bermúdez…  No concretaron el proyecto pero “realizaron varias travesuras y trapisondas con el mismo, asustando en las siestas a los vecinos.”

Finalmente estuvo en el zaguán de la familia Opezzo-Gatti y desde allí, en 1974 siendo Carlos Morel intendente de Esquina, fue colocado sobre una base de cemento y rodeado de cadenas.  En una placa de bronce, este testimonio:

“PIEZA DE ARTILLERÍA QUE PERTENECIERA A LA ESCUADRA DE JOSÉ GARIBALDI, CEDIDO EN CUSTODIA A LA INTENDENCIA MUNICPAL POR LA SOCIEDAD ITALIANA DE SOCORROS MUTUOS UNIONE E BENEVOLENZA DE ESQUINA”.

(Descendientes de aquellos legionarios que pudieron salvarse tras los combates del 15 al 17 de agosto de 1842, casi cuatro décadas después, constituyeron la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos mediante acta del 2 de noviembre de 1881 y eligieron presidente a don Bernardo Pellegrini. Tiempo después, en el subsuelo del “edificio monumental” que construyeron e inauguraron el 20 de septiembre de 1884, depositaron el cañoncito de Garibaldi.)

 

Garibaldi y el saqueo en Gualeguaychú…

Durante el sitio de Montevideo (1843-1851), siguieron llegando varios masones e italianos -saboyanos, piamonteses y ligures- que habían sido derrotados en la guerra por la independencia y se sumaban a la legión garibaldina, apoyada por el vehemente militar argentino Bartolomé Mitre, luego presidente de la Confederación argentina.

 

(Sabido es que Mitre y Garibaldi vivieron en el mismo barrio de Montevideo, cerca de la Plaza del Mercado y que esa relación continuó tras el alejamiento de Giuseppe para luchar en su tierra natal, entre 1864 y1869, cuando el italiano ya había soportado varias derrotas y vivía con escasos recursos.)

 

A fines de julio de 1845, sin declaración de guerra, la flota invasora había bloqueado los puertos para impedir el suministro de refuerzos al general Manuel Oribe y dos días después, las fuerzas anglo-francesas de apoderaron de la escuadra al mando del Almirante Guillermo Brown.  Garibaldi con su Legión Italiana había ocupado la isla Martín García y el 12 de septiembre, junto a los aliados ingleses y franceses, se impusieron en la Colonia del Sacramento.

El 18 de septiembre, apoyado por sus aliados, Garibaldi logró llegar hasta Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos.

Sabido es que el 20 de septiembre de 1845, Giuseppe Garibaldi con sus tropas asaltó el pueblo de Gualeguaychú.  Mediante rápidos saqueos acosaron a la población, mataron a varios vecinos y hubo violaciones.

Ese año había nacido Teresita, su tercera hija…

 

El general Antonio Díaz, el 20 de septiembre de 1845 logró impedir que las fuerzas garibaldinas atacaran al pueblo de Paysandú y por el Uruguay, descendieron algunas naves hacia Carmelo mientras Garibaldi llegó hasta la estancia “El Hervidero” a 20 kilómetros de Concordia y allí se instalaron.

El 13 de octubre de 1845, el Capitán Luis Cabaza logró detener a la goleta “Pirámide” que llevaba correspondencia del gobierno de Fructuoso Rivera para ser entregada a Garibaldi y ese día, careciendo la Confederación de una flota defensiva, los italianos y sus aliados tomaron la ciudad de Salto.

El 24 de diciembre de 1845, murió Rosita, segunda hija de Garibaldi y dos años después, nació el segundo hijo varón, nombrado Ricciotti…

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Retorno a Italia…

Al estallar la guerra en Italia, en 1848 los piamonteses convocaron al valiente Giuseppe Garibaldi. Ese año, Anita y los niños se embarcaron en Montevideo con el propósito de llegar a Niza para conocer a la abuela paterna y él viajó dos meses después.

El gobierno uruguayo le había otorgado el grado de General pero él prefirió regresar a su tierra natal para lograr la independencia de los reinos y territorios ocupados por fuerzas enemigas.  Fue electo diputado en la Asamblea de febrero de 1849 y en ese tiempo, ya había organizado el Cuerpo de Cazadores de los Alpes con tres mil combatientes voluntarios.  Dos meses después, se enfrentó al ejército francés que intentaba restablecer la autoridad papal y en mayo, luchó contra un ejército napolitano y desde entonces es mencionado en sucesivos pasajes del Risorgimiento.

Garibaldi con los Cazadores de los Alpes, unidos a las fuerzas del republicano Mazzini, combatieron en la defensa de la ciudad de Roma.

El 1º de julio de 1849 los franceses ocuparon la ciudad de Roma y Garibaldi con sus tropas se refugiaron en San Marino, territorio neutral.

Anita, embarazada de cinco meses, había luchado a su lado.

Vestía “uniforme garibaldino y sombrero gaucho” y estaba armada con una pistola y un sable. Huyeron y los persiguieron hasta que en la república de San Marino fueron recibidos con honores. Tenían que seguir hasta la ciudad de Ravena y ella ya había decidido acompañarlo.  Soportaron persecución de fuerzas enemigas; Anita comenzó a sentir los efectos de la fiebre y cuando un médico la revisó ya estaba agonizando: murió el sábado 4 de agosto de 1849, poco antes de cumplir treinta y dos años.

En Ravena fue rápidamente sepultada en una fosa poco profunda; algunos  perros la desenterraron y fueron sus enemigos quienes repitieron la ceremonia con respeto, porque ella había demostrado su valor en distintas circunstancias.

 

Han reiterado que tras la ocupación de Roma en julio de 1849, Giuseppe Garibaldi fue condenado al exilio, vivió en Tánger y luego en Staten Island, población del estado de Nueva York, territorio estadounidense.

En 1851, Giuseppe Garibaldi viajó por segunda vez hacia América del Sur y llegó al Perú, acompañado por Giuseppe Eboli, Steban Siccoli, Antonio Raimondi, Arrigoni, entre otros. Allí trabajó como capitán de un buque mercante

Los sucesos en su tierra natal aceleraron su decisión de regresar a la península itálica para luchar por la liberación del reino de las Dos Sicilias  -monarquía absoluta por parte de Francisco II de Nápoles-; intervino en diversos enfrentamientos y condujo la expedición de Los Mil Camisas Rojas.  Con apoyo de otros rebeldes llegó a Nápoles, huyó Francisco II hacia los Estados Pontificios -defendidos por tropas francesas- y en Nápoles se transformó en una república integrándose su gobierno provisional.

Giuseppe Garibaldi insistía en la necesidad de una Italia unida y con asiento del gobierno en Roma.  Con ese propósito avanzó hacia los Estados Pontificios y obliga a Víctor Manuel II -rey de Cerdeña- y a su primer ministro el conde Camillo Benso di Cavour a generar estrategias para evitar mayores. Así fue como el 26 de octubre de 1860, Garibaldi expresa su reconocimiento a Víctor Manuel como Rey de Italia.

Siguió enfrentado al Papado y al clero.  Dos años después, intentó avanzar sobre Roma y fue herido en la batalla de Aspromonte.  Siguió luchando en 1867, fue detenido y se retiró a la Isla de Caprera -al noreste de Cerdeña-, donde vivió con escasos recursos económicos y apoyado por familiares. Aunque le concedieron una pensión prefirió rechazarla como gesto de repulsa hacia el gobierno y en ese tiempo, siguió escribiendo relatos de aventuras y sus memorias. Electo diputado, asumió en 1874 con el reconocimiento del Rey y de sus pares.

Giuseppe Garibaldi -como tantos militares y políticos- había trascendido los límites de lo heroico y prácticamente ya era un personaje legendario.

Comenzó su declinación física y agobiado, falleció el 2 de junio de 1882 en Caprera, días antes de la celebración de los setenta y cinco años de edad.

 

Homenajes en la República Argentina…

Italianos refugiados e inmigrantes de la zona de La Plata -capital de la provincia de Buenos Aires fundada el 19 de noviembre de 1882-, seis años después inauguraron en Villa Garibaldi una estatua de cemento de siete metros de altura, obra el artista italiano Abraham Giaynola y como reconocimiento a la trayectoria del marino que había luchado desde la Banda Oriental del Uruguay, a favor de los unitarios y contra Juan Manuel de Rosas.

En la ciudad de Buenos Aires, en tierras que pertenecieron al brigadier Juan Manuel de Rosas, se destacaba la Plaza de los Portones nombrada así por los enormes portones de la entrada del parque “Tres de Febrero” creado en 1875.  En ese lugar se congregaron algunas familias que asistieron a la primera exposición de la Sociedad Rural Argentina (1878), también quienes concurrieron a la inauguración del Jardín Zoológico en 1890 y dos años después, a la apertura del Jardín Botánico que fue diseñado por Carlos Thays, quien también seleccionó las especies autóctonas e importadas que debían ser transplantadas.

Entre los festejos previstos para el centenario de la revolución de Mayo, las comunidades de inmigrantes de distintas nacionalidades fueron convocadas para proponer sus iniciativas y los italianos impulsaron la instalación de un monumento donado por la Comisión de Homenaje al destacado marino italiano Giuseppe Garibaldi, inaugurado el 19 de junio de 1904. Construido en mampostería y bronce, es una magnífica obra del italiano Eugenio Maccagnani (1852-1930) y reproducción de la existente en Brescia, Italia.  Entre los asistentes a aquel acto se destacaban los integrantes de esa colectividad y hablaron el político socialista doctor Alfredo Palacios y el poeta Belisario Roldán.

Desde entonces, la legendaria Plaza de los Portones que a fines del siglo diecinueve sólo tenía en el centro una fuente que habían retirado de la actual Plaza de Mayo, fue la primera reconocida con el nombre de otro país. Varios años después, plantaron los árboles, empezaron a crecer el césped y las plantas florales.

 

En la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe), en 1906, en Bulevar Oroño y Cochabamba fue inaugurado el monumento de mármol blanco realizado por el escultor Alejandro Biggi como reconocimiento a “José Garibaldi”, el héroe de dos mundos.

Siglo XXI…

Mediante la Resolución Nº 7 / 07-01-2005, la Secretaría de Producción, Turismo y Desarrollo Sustentable de la Secretaría de Hacienda y Finanzas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, aceptó la donación del señor Ítalo Garibaldi con motivo del centenario de la inauguración del monumento en la Plaza “Italia” de esa ciudad. En esa plaqueta de bronce que fue colocada sobre un monolito, se destaca esta leyenda:

 

A José Garibaldi
(1807- 1882)
En el primer centenario de su monumento
Al héroe que honró a su árbol genealógico de origen longobardo
”Clan de los Garibaldi en la Argentina”
1904 – 19 de junio – 2004

 

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Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

[1] Rosa, José María. Historia Argentina. Tomo 5. “La suerte de los farroupilhas era desfavorable después de perderse en 1840 la República Juliana, formada en la antigua provincia brasileña de Santa Catalina, que había estado federada con Río Grande en 1839.  Como los separatistas ya no tenían costas, Garibaldi no pudo ejercer el corso y debió irse a Montevideo a las órdenes de Rivera. No obstante pedir desde Montevideo, el 18 de agosto de 1841, el perdón del gobierno de Brasil, debió ser la logia que controlaba el gobierno de los farrapos quien lo mandó allí.  Rivera y Benito Gonçalves habían reanudado los antiguos vínculos de los tiempos de Cangüe, firmando el 5 de julio una convención secreta de ‘mutua ayuda’; aunque no se conoce su texto, el resultado fue que Rivera mandó caballos y los farrapos lo retribuyeron con Garibaldi y sus  buques, ya inútiles.  El italiano, convertido por las circunstancias en almirante montevideano, consiguió el novicert de Brasil para actuar en el río de la Plata.” (Pág. 53)

[2] Testimonio de Alicia Dujovne Ortiz durante una entrevista con Ángel Berlanga, refiriéndose a su novela “Anita cubierta de arena” (En Página/12, “Cultura del Sábado”, 29 de noviembre de 2003.)

[3] Han mencionado reiteradamente el libro El Héroe de Ambos Mundos con datos acerca de este inquieto e inquietante italiano, militar itinerante…

[4] En el citado Artículo… destacan que en 1966, la Prefectura Naval Argentina remolcó esa nave desde Costa Brava y “el palo mayor” fue depositado en el Museo Histórico de La Paz (provincia de Entre Ríos).  Han reiterado que “el palo del timón”  -semejante a “un remo gigante… fue hallado cuando se reparó el techo de una casa costera, donde servía de tirante”-, fue destinado al Destacamento Reforzado de Esquina (Corrientes), perteneciente a la Prefectura. .

[5] Ibídem. “La historia que antecede, y la que continúa, contaba a quien esto escribe, don Juan Ángel Bruno, (descendiente de italianos garibaldinos, llegados a éstas playas cuando la epidemia de fiebre amarilla), luego reflejada por don Marcos Aguinis, casi textual, en su obra ‘El Combate Perpetuo’ –Capítulo 28-, más el producto de investigaciones, testimonios y bibliografía consultada.”

[6] Comentario en Artículo Publicado en el Periódico Bilingüe Italiani D’Argentina – Edición Marzo-Abril de 2005” / Información en www.e-portalsur.com.ar  (“El Portal de Esquina en Internet”) – Esquina, Corrientes, República Argentina. Autor: Aníbal Espedito Méndez – Corresponsal: Edgardo Luis Rebechi / Consultas: edgardo@rebechi.com.ar

[7] Rosa, José María. Historia Argentina. Tomo 5. Buenos Aires, Editorial Oriente, 1992, p. 61-62.

[8] Actualmente, es el Establecimiento “La Alborada”, en la desembocadura del Arroyo Soró, Rincón del Guayquiraró, territorio del Departamento de Esquina.

[9] Rosa, José María. Historia Argentina. Tomo 5, p. 68-70.

[10] Íbídem, p. 128-129.

[11] Ídem, p. 130. El historiador José María Rosa, indica que esa declaración del general Bartolomé Mitre fue publicada en La Nación Argentina, edición del 4 de octubre de 1868 (ocho días antes de ocupar Sarmiento la Presidencia de la República.”¸

[12] Íd., p. 112-113.

[13] Sabido es que Juan Bruno, italiano nacido en 1832, hijo de Antonio Bruno y de Magdalena D. Giromini, tras emigrar al Río de la Plata con abundante dinero, vivió breve tiempo en la ciudad de Buenos Aires donde tuvo “valiosas propiedades en el centro”. La epidemia de fiebre amarilla a comienzos del otoño de 1871 lo obligó a buscar un lugar no tan contaminado y con su familia se trasladó a Esquina, donde quedaron numerosos descendientes. Viudo y con ochenta y un años, murió el 27 de agosto de 1913, como consecuencia de una bronconeumonía.

[14] Los restos del Brigadier General Martín Rodríguez fueron trasladados el 15 de julio de 1891 al cementerio de la Recoleta de Buenos Aires.

 

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