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Angélica Gorodischer desde Rosario…

Angélica Gorodischer desde Rosario.

Obras editadas.

Más allá del hormiguero, la intolerancia y la tolerancia.

“Narciso y las hormigas”.

Angélica Gorodischer desde Rosario…

 

Angélica Arcal Junquet -más conocida como Angélica Gorodischer-, nació el 28 de julio de 1928 en Buenos Aires y desde la niñez reside en Rosario (provincia de Santa Fe). Hija de María Angélica Junquet y de Fernando Félix Arcal.  Casada con Sujer Gorodischer, madre de Sergio, Horacio Federico y Cecilia Deborah. [1]

Maestra egresada de la Escuela Normal Nº 2 “Juan María Gutiérrez” de Rosario. Comenzó los estudios de Filosofía y Letras y cuatro años después, de acuerdo a lo expresado, al develarse su vocación por la Literatura prefirió dedicarse a leer y a escribir.

Obras editadas

Publicó su primer libro en 1965: Cuentos con soldados (Premio Edición del Club del Orden de Santa Fe). Ocho años después, publicó cuentos con el título Bajo las jubeas en Flor, síntesis de realismo y fantasía. Desde entonces, se destaca como narradora y es posible elaborar esta cronología:

      • 1967: Opus Dos.
      • 1968: Las pelucas.
      • 1977: Casta luna Electrónica (antología personal).
      • 1979: Trafalgar (con textos humorísticos e irónicos).
      • 1983: Kalpa Imperial (cuentos) Premio “Más Allá” a la mejor novela publicada.
      • Mala noche, parir hembra. (Premio Sigfrido Radaeli otorgado en 1985 por el “Club de los XIII”)
      • 1984: Jarrones de alabastro, alfombras de bokara (Obtuvo el Premio EMECÉ y el Premio “Poblet” al mejor libro de narrativa de ese año.)
      • 1992: Las repúblicas. (Imaginario en torno a la Argentina dividida en repúblicas independientes.)

Sus narraciones integran antologías de distintos países y publica en diarios y revistas de distintas latitudes.  Ha integrado jurados. Invitada a Jornadas y Congresos en México, Estados Unidos…

Memoria insoslayable…

La relación inicial con el poeta Gastón Gori tras la lectura de Se rinden los nardos en mayo de 1947, por su generosa decisión sin conocernos personalmente durante la primavera de 1980, generó vínculos perdurables cerca de Charito, su mujer ternura y de Mónica, la niña de sus ojos

Fue Gastón Gori quien presentó Poemas para Tioco el 24 de octubre de ese año, en la Sala “Leopoldo Marechal” del Teatro Municipal “1º de Mayo” de la capital santafesina, a las 18:30, único libro presentado mientras detentaba las funciones de Intendente el Coronel Miguel Ángel Coquet, tiempo del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional iniciado el 24 de marzo de 1976 y fue el comienzo de una amistad a perpetuidad, como escribía él en sus dedicatorias.   [2]

Casi dos años después, Gastón recibió el Premio “Aníbal Ponce” mientras se estaba desarrollando el conflicto bélico con el Reino Unido de Gran Bretaña y en ese tiempo, sentí el impulso de elaborar una síntesis que titulé “Gastón Gori de lo regional a lo universal”.

En ese tiempo, ya había optado por participar con ponencias en Jornadas y Congresos de Literatura y no enviar trabajos para selecciones o concursos.

Ante la convocatoria de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones, remití aquel texto como ponencia entregándole a Gastón una copia, con una carta escrita el 26 de junio de 1983. [3]

El 5 de agosto de ese año, Roxana Gardes de Fernández integrante de la Comisión Organizadora, informó que “debido a la gran cantidad de trabajos recibidos para las ‘Jornadas sobre la Literatura Argentina del Litoral’ el suyo: ‘Gastón Gori de lo regional a lo universal’ no ha podido ser incluido en el temario de las sesiones: no obstante, por tratarse de un material valioso, será considerado para la publicación de las Actas de las Jornadas. /…/ Le informamos que ha sido incluida en la lista de escritores que figuran en el programa.”  [4]

En Gastón Gori 1982-1990 IV Caminos entre llanura y cielo

Señales que perduran…

En el Portal www.sepaargentina.com.ar “L – Literatura” / Autores Argentinos / Autores Santafesinos / GASTÓN GORI 1982-1990 IV Caminos entre llanura y cielo, está expresado este testimonio:

 

“En aquel tiempo, era bastante dificultoso disponer de tiempo libre para compartir el disfrute de lo literario dialogando.

Gastón solía sorprender con breves esquelas, con su letra angulosa, segura, inclinada hacia la derecha en ángulo de 45º… Entre nosotros, ya habíamos reemplazado el usted por el tuteo, sin que hubiera variables en el respeto y la mutua comprensión.

Acerca de quienes recibieron Gastón Gori, escritor, es oportuno reiterar algunas esquelas: Angélica Gorodischer, destacada escritora rosarina, en una página que sobre el margen izquierdo tiene impreso un árbol con estilizado follaje y manuscrito, su nombre “angélica gorodischer”, escribió: Subrayado aquí

“Estimada Nidia. Muchas gracias por su envío.  Apenas le he dado una ojeada, pero me pareció muy interesante y muy lleno de ternura.  Le prometo leerlo con más atención, como usted y el libro se merecen, sólo que no quería dejar pasar tiempo sin escribirle y hacerle saber que sus palabras están aquí, en mi escritorio. Gracias de nuevo y hasta pronto, cordialmente Angélica.26/09/84”.

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Cerca del hormiguero, la intolerancia y la tolerancia…

De su libro Las Pelucas -editado en 1968 en Sudamericana-, esta narración de Angélica Gorodischer:

“Narciso y las hormigas”

 

Por ejemplo, un hormiguero como éste.  Nunca se sabe si las hormigas son flacas o son gordas: por la mitad del cuerpo son flacas y en la cabeza y en la barriga son gordas.  Y con los grandes pasa lo mismo: que por más que uno los mire no sabe qué van a hacer, si se van a reír o si va a haber que salir corriendo para el fondo. Me gustan las hormigas más que las personas, a mí; y yo quisiera ser hormiga también.  Mamá se enoja con las hormigas y les pone veneno en la cocina, en el jardín parece que no le importa, y yo de noche me levanto y voy y lo soplo para que nos e lo coman.  Chiquititas y coloradas son, casi transparentes, en cambio el veneno es amarillo, una vez robé tizas amarillas en la escuela porque a veces me mandan a buscar los cartones para trabajo manual y la caja de tizas está sobre el estante, y las raspé hasta hacerlas polvo; después tiré el veneno a la rejilla y puse el polvo de tiza, así no tenía que estar haciendo fuerza para no dormirme hasta haber soplado el veneno, pero se terminó demasiado pronto.  Yo les doy miguitas cuando puedo, y se las llevan.  A mi tía Ernestina no le importan las hormigas.  A las del jardín no les doy nada porque tienen todas las hojas de las plantas y los bichos secos y también cuando hay cáscaras de mandarina que tiro yo, o algún pajarito muerto.  A mi tía Ernestina lo que le importa es enojarse si voy a comer con las manos sucias, y también rezar el rosario.  A veces se enoja con mamá, pero mi mamá nunca se enoja con ella. Lo malo con vos Ernestina es que no has aprendido tolerancia, le dijo una vez mi mamá y yo no sé lo que quiere decir tolerancia pero no es una palabra de mi mamá solamente porque mi tía Ernestina dijo  un día cuando yo le pedí a mi mamá que me llevara a dormir con ella siempre que el tío Jaime se fuera de viaje: No sé cómo le tolerás esas cosas al chico, pero esa vez que mi mamá dijo la palabra, ella, mi tía Ernestina, le contestó.  Pero he aprendido a no ser manga ancha, y yo me asomé y le miré los brazos pero tenía el batón azul que usa los días de calor, sin mangas y me miraron y se callaron.  Por eso las hormigas me gustan más, las hormigas son todas iguales, en la fila ésta que va al hormiguero, todas todas tienen la misma cara chiquitita, arrugada y puntuda.  En cambio las personas tienen cada una su cara, la cara de mi tía Ernestina no me gusta.  Mamá, mi mamá, tiene una cara linda, yo se la toco con un dedo, aquí, y se hunde, y ella se ríe. Cuando el tío Jaime viene de viaje ella pone otra cara, o a lo mejor es la misma pero se la pone a él.  Entonces yo de noche la llamo y le digo que tengo frío, que me duele la barriga y que en un rincón de mi cuarto hay un león que entró por la ventana.  Mi río Jaime la llama, pero yo le digo que tengo ganas de vomitar, y él tiene que venir a buscarla, y yo lloro. Me dicen portate bien y el tío Jaime promete llevarme el domingo a la matinée del cine Córdoba, pero yo le pedí un monopatín y me lo compró y mi tía Ernestina se enojó y no sé por qué, o a lo mejor estaba enojada con mamá, porque yo andaba en monopatín por la veredita y me paré debajo de la ventana de al cocina y oí que mi tía Ernestina decía:  Estás malgastando tu vida y condenándote, ah si Luis viviera, y tenía la voz de muy muy enojada.  Pero mi mamá se reía y yo ya iba a empezar a andar de nuevo cuando mi tía Ernestina dijo Pero vos te creés que Jaime se va a casar alguna vez con vos decime vos te creés; me acuerdo porque yo no sabía quién era Luis y pensé que si el tío Jaime se casaba con mamá, él iba a mandar en la casa y me iba a hacer echar aunque me hubiera regalado el monopatín.  Entonces mamá dijo Andate si querés, despacito, pero la tía Ernestina gritó Soy tu hermana, que yo ya sabía porque me lo habían explicado, pero que el tío Jaime no, porque hay tíos que son distintos, lo mismo que las hormigas que hay coloradas, negras, voladoras y gigantes.   Ese día mi tía Ernestina me vistió y me llevó a pasear, nunca me llevaba y yo quería ir con el monopatín y a veces mi tío Jaime me agarra de la mano, cruzamos la calle Moreno y vamos al rosedal y él se sienta a leer el diario y yo corro y juego que no soy yo en la fuente de colores con leones, nada más.  Al lago fuimos una vez sola y ni siquiera subimos al puente.  Mi tío Jaime me dijo que antes había pavos reales en el parque pero yo no le creo, casi nunca le creo lo que me dice, y a la matinée todavía no me llevó.  Pero mi tía Ernestina quiso que fuéramos caminando, que me cansé mucho, y en la avenida tomamos el tranvía, yo creí que íbamos a que me compraran zapatos porque iba con zapatillas y mi mamá le había dicho al tío Jaime Zapatos, eso es lo que necesita y él me había acariciado la cabeza pero yo le había sacado la mano de un tirón y suerte que mi mamá no me vio porque estaba secando las copas, pero no fuimos comprar zapatos.  Fuimos al puerto y mi tía Ernestina me llevó a ver los barcos y me leía los nombres y me decía de dónde había venido cada uno.  Yo le pregunté si los barcos de Rosario se habían ido a esas ciudades de donde eran los barcos que estaban acá, y mi tía Ernestina se rió, y yo le dije que cuando fuera grande iba a ser capitán de barco o mejor general que manda más, pero no sé; y mi tía Ernestina se rió de nuevo.  Cuando llegamos a casa era de noche y yo me había dormido en el tranvía, y mi tío se había ido de viaje otra vez, se había llevado la valija grande y en el baño no estaba su cepillo de dientes ni el frasco de las gotas. Cuando yo sea grande voy a tener alguna enfermedad también, así me compro un frasco marrón con piquito que echa las gotas de a una y mamá me va a tener que hacer acordar antes de comer que tome las gotas como le hace a mi tío Jaime.  Tomá las gotas, querido, me va a decir en vez de Lavate las manos. Pero a veces me las lavo, y un día fui a comer enseñándolas, alzando los brazos para que vieran cómo estaban de limpias, y cuando entré la cara de mi tío Jaime estaba más blanca que mis manos y me miraba y abría la boca, y mi mamá tiró un plato y gritó y salió corriendo y yo lloré y no sé por qué, y ella subió al baño y volvió con el frasco de las gotas pero no las echó en ningún vaso sino que se las volcó al tío Jaime en la boca abierta, y yo ya no lloré más: me quedé mirando cómo le masajeaba las manos, entonces me acordé de las mías y dije Miren tengo las manos limpias, pero nadie me hizo caso y mi mamá había agarrado la cabeza de mi tío Jaime como si se la fuera a arrancas y la sostenía contra ella.  Mi tío Jaime no comió con nosotros y se acostó, y entonces mi tía Ernestina dijo Podía haberse muerto, y mi mamá esa vez sí se enojó, más que cuando encuentra hormiguitas en el pan.  Yo con as hormigas no me enojo, y si alguna se cayó en la fuente, la saco.  Mi tía Ernestina dice que es peligroso porque está carcomida, que quiere decir que está rota, y que no me tengo que asomar, pero y o me asomo y el agua es negra y parece un espejo, y me miro porque mi cara también es distinta de las caras de las otras personas por eso me gustaría mucho más ser hormiga y las saco si veo alguna pataleando en el agua y la pongo sobre una hojita, y al reato miro y no está más, entonces yo me asomo de nuevo y me sigo mirando y no me canso.  Me gusta mirar mi cara como me gusta mirar la cara de mi mamá: anoche me levanté para mirarla, pero primero fui abajo a la cocina y soplé el veneno amarillo, y después subí y me fui a mi cuarto, no fui a mirarla porque me acordé que mi tío Jaime estaba al lado de ella y pensé qué hago si se despierta.  Pero me asomé al baño porque había luz y lo vi a él apoyado en el lavatorio, con la cara blanca como mis manos cuando están limpias, y la boca abierta. Llamá a tu madre me dijo, y yo me paré en la puerta y lo miré: tenía una mano en el lavatorio y la otra en la repisa blanca pero el frasco marrón con el piquito no estaba. Cuando más lo miraba más me acordaba de mi mamá agarrándole la cabeza y apretándosela contra ella.  En a mesa de luz me decía mi tío Jaime, y me dio risa porque no cerraba la boca para hablar, y entonces casi no le entendía, y como me dio risa, me reí.  Las gotas dijo, y se agachó.  Me hice para atrás, así no me pegaba al caer.  Por el zócalo, cerca de la mano de mi tío Jaime, iba una fila de hormigas, pero no sé qué buscarían por allí.  Apagué la luz, cerré la puerta del baño, y me fui a la cama despacito para no despertar a nadie.  A mí me gustaría mucho ser hormiga y por suerte como hoy me mandaron afuera y no me dejan entrar a la casa puedo mirarlas y ver si alguna se cayó en la fuente para ir a sacarla, porque si fuera hormiga podría meterme por todas partes, y podría tener una cara chiquita y puntuda de hormiga, y ver lo que pasa debajo de la tierra y adentro de las casas.

 

* * * * * *

 

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

[1] Bertero, Gloria de Quién es ella en Santa Fe.  Buenos Aires, edición de la autora, 1995, p. 276-278.

[2] Desde SEPA fueron impresas las plaquetas que incluían reproducción de la tapa del libro, breves referencias acerca de la autora, “Coordinadores: Letras: Nelly Borroni Mac Donald / Música: Susana Schivazzappa (seleccionó los temas de música clásica española y folklore argentino y a la guitarra Geneviève Barletta); Declamación: Noemí Genessio  (quien seleccionó a Olga Dalino para la interpretación de los poemas). Autoridades en la Municipalidad de Santa Fe: “Intendente:  Cnl. Miguel A. Cocquet / Secretaría de Cultura y Bienestar Social: Secretario Tte. Cnel. Hugo E. Polacino / Subsecretaría de Cultura y Bienestar Social: Subsecretario CPN Bruno C. Budín / Dirección de Cultura: Director Sr. Oscar D. Gheco. // Recuerdo que mientras estaba organizando esa presentación y me desempeñaba como profesora de distintas asignaturas prácticas en la Escuela Nacional de Comercio “Juana del Pino de Rivadavia”, dialogué una vez más con una cordial vecina y al comentarle ese proyecto literario que se realizaría en la Sala Marechal, con alegría expresó: “Ah… qué bien… entonces estuvo con mi hijo… con Oscar…” Conocía a esa familia pero desconocía los apellidos, tampoco imaginé tal vínculo familiar.  Transcurrió desde entonces más de un cuarto de siglo y sobre aquella urdimbre se generó una vigorosa trama.  La señora Carmen Pérez de Gheco desde el 20 de septiembre de 2006 entró en la inmortalidad  y junto a Mirtha y a Oscar, a Ladys y a sus nietos Diego, Omar, Lucas y Lara, a su nieta política Graciela Zimmermann y a sus bisnietos Ludmila y Lautaro, seguimos recordándola quienes pudimos valorar su tenacidad y su solidaridad.

[3] En el segundo párrafo de esa carta que Gastón reiteró como “Carta Prólogo” en el folleto que prefirió titular “Gastón Gori escritor” (Edición Litar S.A., Santa Fe, 1984 en co-edición SEPA para ser donado), expresé en el segundo párrafo: “Mi osadía -como le expresé en mi reciente visita-, me impulsó a recrear algunos de sus personajes, en una unidad temática que sólo sirve para demostrar la unidad de su obra, la coherencia de sus actos, la ecuanimidad de sus juicios”. En el cuarto párrafo: “Siento la misma emoción que tuve cuando usted me distinguió al hablar en la presentación de “Poemas para Tioco”, que nació fundamentalmente, porque quise rescatar en el tiempo, la imagen querida y admirada de mi abuela” -Teodora Ramos de Álvarez-. Últimos párrafos: “Y hoy, al entregarle estas hojitas, vuelvo a decirle con mi mayor respeto: es usted para mí un gigante de las letras… por eso insisto tanto en la estatura moral de Dalmacio Gálvez, ese niño que felizmente aún vive en la pureza de su amor que se trasunta en cada página que pasa por la imprenta, en cada gesto suyo de la calle, en cada mano tendida en su hogar.  Por eso insisto tanto en la estatura moral de Gastón Gori… una estatura que no figura en ningún documento de identidad, pero que es justamente la identidad. /  A usted y a Charito que me regalan el nombre amiga, para los dos, porque vibran al unísono, estas páginas junto con mi abrazo. Nidia A. G. Orbea de Fontanini / Santa Fe, 26 de junio de 1983.”  //    Veintincinco años después de la presentación de aquel poemario, desde SEPA estamos organizando el Primer Encuentro del Arte de vivir y convivir – “17 de noviembre – Día de los Pájaros – Homenaje a Gastón Gori” y he previsto una edición actualizada de “Gastón Gori por Gastón Gori”… elaborado en el Taller “El video en la Escuela” en la última década del siglo XX del Departamento de Cine -actual Escuela Superior de Cine y Artes Audiovisuales- dirigida por el cineasta Rolando López, ex alumno del notable Instituto de Cinematografía organizado por nuestro amigo a perpetuidad, el talentoso Fernando Quique Birri… En ese audiovisual incluiré las tapas de los libros de Gastón que están en nuestra biblioteca familiar, lamentando que algunos olvidos de quienes solicitaron préstamos hayan provocado desapariciones con imposibilidad de recuperación porque son ediciones agotadas.

[4] Correspondencia…  en el archivo de SEPA (Servicio de Educación por el Arte).

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