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“¿Anverso y reverso?”

¿Hacia la unidad nacional?.

Detenciones, torturas.

Videla y la servidumbre.

Decisiones de un estadista.

 

De la unidad nacional se habla desde antes de 1853 y en la historia de nuestra Historia, hay una continuidad de procesos que conducen al fin contrario.

¿Hacia la unidad nacional?…

La memoria está saturada de incoherencias e incongruencias.

El 24 de marzo de 1976 fue detenida e incomunicada la presidenta María Estela Martínez de Perón, comenzó el autodenominado proceso de reorganización nacional y en la séptima página del folleto de tapas azuladas que distribuyeron, consta:

“El país transita por una de las etapas más difíciles de su historia. / Colocado al borde de su disgregación”… /…/  “Este proceso de reorganización nacional demandará tiempo y esfuerzos; requerirá una amplia disposición para la convivencia; exigirá de cada uno, su personal cuota de sacrificio y necesitará contar con la sincera y efectiva confianza de los argentinos. / El logro de esta confianza es, entre todas, la más difícil de las empresas que nos hemos impuesto.” /…/

Detenciones, torturas…

Uno de los primeros detenidos fue el reelecto y en ejercicio, gobernador riojano Doctor Carlos Saúl Menem, destinado a un  buque cárcel hasta que el ministro del interior consideró más violento aún, disponer su traslado hasta Las Lomitas -Formosa-, una latitud donde el verano es sofocante y poblada en mayoría por descendientes de aborígenes.

Tuvo el doctor Menem suficiente tiempo como para meditar sobre la vida de los argentinos, sobre algunos compromisos insoslayables.

Fue electo presidente de la Nación y se desempeñó en el período 1989-1995 y al ser reelecto, conforme a la Constitución reformada en 1994, culminará su segundo mandato en 1999.  Quienes tienen tendencia a observar sólo la periferia, insisten en comparar sus fotografías durante aquella primera campaña y aluden a una apariencia semejante a la de Facundo Quiroga, con abultadas patillas aunque desde otro punto de vista si se tuviera capacidad para ver otras proyecciones se podrían establecer comparaciones más significativas.

Videla y la servidumbre…

En la bibliografía de adherentes y de opositores, hay abundantes información: algunas aproximaciones a la realidad, algunas ficciones.  No es fácil discernir con precisión qué es Historia y que es Literatura.  Tal dificultad desaparece si se habla de lo histórico porque allí converge todo el pasado…

En esta página, propongo una aproximación a Universos de mi tiempo, que lógicamente siendo un “testimonio personal” es una parte del Cosmos que abarca a la vulnerable humanidad…

En la primavera de 1999 fue posible leer lo escrito por el doctor Menem:

“…en toda mi vida tuve sólo dos contactos reales con el general Jorge Rafael Videla que, que inició una de las más terribles dictaduras miliares argentinas y fue destituido del rango militar por la vida democrática: en el primero de esos contactos… me prohibió casi inhumanamente y después de haberme encarcelado sin juicio ni cusa, que visitara los restos de mi madre recientemente muerta.  En el segundo, siendo yo presidente y él un convicto por la Justicia e indultado por mí -en un encuentro casual en una boda- me felicitó por mi gobierno.

¿Anverso y reverso?

No creo que la Historia tenga dos caras.

Tiene una, pero sus gestos pueden ser contradictorios.

A veces nos castiga.

También nos acaricia. /…/  [1]

En aquel recorrido por tales universos, se reiteran algunas señales que están en la Biblia:

“Es cierto que al necio / la ira lo mata. Job 5,2”; es una de tales advertencias.

Decisiones de un estadista.

Después… Carlos Saúl Menem, ¡el hombre!… el estadista, necesitó expresar:

“Las humillaciones fueron muchas; tal vez la crueldad más calculada fue impedirme, durante mi presidio político, que despidiera los restos de mi madre.

La orden de obstruir toda posibilidad de rezar junto al cuerpo inerte de mi madre la impartió directamente el entonces general Jorge Rafael Videla, que usurpaba el cargo de presidente argentino.

Sin duda sus compañeros de andanzas en la Junta Militar estuvieron de acuerdo

Nadie intercedió ante un requerimiento absolutamente humanitario.

La democracia recuperada los juzgó y los encarceló después.

Yo los indulté.

A mis persecutores, a mis proscriptores, a mis cancerberos: yo los indulté.

¿No dice el Evangelio que hay que amar a los enemigos, porque es muy fácil amar sólo a los amigos?

Naturalmente, no fue un gesto de evangélico amor.  En todo caso puse a prueba la grandeza de mi propio espíritu.

De frente a una política de confrontación permanente con los militares encarcelados, convertí en opacos ciudadanos perdonados por un indulto a militares que –en la cárcel- se sentirían mártires por siempre.

El perdón los desmitificó, los devolvió a un destino que no eligieron: ser argentinos comunes, perdidos entre la multitud, con un pasado juzgado por sus pares, y muy lejos de la honra que parecía conferirles la cárcel al convertirlos en aparentes perseguidos.”  /…/   p. 99

“Yo lo indulté,  Y en virtud de la pacificación, me place haber perdonado a mis torturadores.

Cumplía con el deber preambular de “consolidar la paz interior.

No dudé ni un minuto en hacerlo.

No consulté la decisión.

No cavilé, no hice largas ni breves deliberaciones con colaboradores o amigos.

Pedí el decreto y lo firmé.

Es la forma en que sé gobernar”.  /…/ p. 100

(Sabido es que las leyes referidas al Punto Final y a la Obediencia debida fueron promulgadas durante la presidencia del doctor Raúl Ricardo Alfonsín (UCR; en funciones desde el 10 de diciembre de 1983 al 8 de julio de 1989, momento de su retiro del gobierno debido a crecientes procesos de hiperinflación, sucesivas protestas sociales y saqueos). Asumió el presidente Menem (Partido Justicialista, 1989-1995, 1995-1999); le sucedió el Dr. Fernando de la Rúa (10 de diciembre de 1999 al 20 de diciembre de 2001) quien se retiró debido a sucesivas manifestaciones sociales en la capital federal -cortes de calles y de rutas, “cacerolazos”- y también en algunas provincias hasta culminar con varios muertos y heridos).

Luego se generó una sucesión de presidentes interinos -todos del pejota– hasta que el 25 de mayo de 2003 asumió el santacruceño Dr. Néstor Carlos Kirchner del mismo sector político y en el Congreso Nacional, tras algunos debates difundidos hasta por televisión, fue sancionada una ley que derogó aquellas dos promulgadas por Alfonsín, aunque varios legisladores pretendían la anulación, que hubiera sido otro nefasto antecedente en torno a la inseguridad jurídica en la Nación Argentina, a partir de los últimos años.

¿Anverso y reverso?…)

                                             Nidia Orbea de Fontanini.

[1] Menem, Carlos Saúl Doctor Universos de mi tiempo – Un testimonio personal.  Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1999, p. 111.

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