Siglo XXI: vigencia de Lina Terzi.
Otros comentarios sobre “Yvoty”.
Noviembre 1938: “La maestra y el médico”.
Simoniello y la literatura hispanoamericana.
La poetisa lírica – I. A través de su poesía.
1975: “Incursión por la noche obscura del alma”.
Aproximación biográfica…
Nació en Esperanza, el 8 de marzo de 1903; su madre Rosa Di Lorenzo y su padre Arcángel Simoniello. Casada con el pintor José García Bañón, celebraron el nacimiento de un hijo: Abelardo quien la ha recordado al conmemorarse el centenario de su nacimiento con una interesante crónica publicada en el diario “El Litoral de Santa Fe”. [1]
Paulina Simoniello estudió en Esperanza, egresó de la Escuela Normal Nacional mientras avanzaba en estudios musicales y sucesivas aproximaciones a la Literatura. Aprendió varios idiomas: francés, griego, hebreo, inglés, latín, portugués y varias lenguas “indoamericanas”. Siendo profesora superior de piano, avanzó en estudios de órgano. Durante varios años fue organista en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en la capital santafesina. Luego, en Buenos Aires dio “recitales en las Iglesias de San Nicolás de Bari, El Salvador, Nuestra Señora del Carmelo y Patrocinio de San José”.
Gloria de Bertero, también esperancina en su interesante recopilación de aproximaciones biográficas referidas a mujeres santafesinas, ha destacado:
“Al dejar Santa Fe, dona su biblioteca a la filial local de la Sociedad Argentina de Escritores. En los últimos años, son múltiples los actos que se llevan a cabo con su presencia.”
Paulina Simoniello, falleció en Buenos Aires, el 24 de mayo de 1979.
Algunas de sus publicaciones…
- 1924: Quimera (Poesías).
- 1928: Éxtasis ( Poesías).
- 1931: Cura-Ocllo (Poema histórico, drama de la raza quichua.)
- 1933: Yvoty (Poema histórico).
- 1938: La maestra y el médico.
- 1947: Flores de Pasión (Edic. Universidad Obrera de Santa Fe, p. 89 a 121)
- 1948: Hechizo (verso y prosa).
- 1952: La ciudad encantada (romance, el mito de la Ciudad de los Césares basado en tradición oral araucana.) Mientras tanto, tradujo distintos libros escritos en idioma italiano. Entre ellos: Sirtes entre los escollos “traducción del italiano del poema de Vincenzo Granato” que incluye Joyitas (sonetos y romances).
- 1974: Incursión por la noche obscura del alma. (Dieciséis cantos en la primera parte; en la segunda con el título Luz en las tinieblas (Prosa y versos, Romance que da título a esa parte; cierra con un relato: Broche… “Añoranzas de un amor imaginado, en viajes por los países sugestivos del recuerdo, que no se realizó en el mundo, y quizá, por eso mismo, por esa continua abnegación y persistente renunciamiento, más puro, más desprendido de egoísmos humanos vive en la celda íntima del alma. / Amor encendido de pasión, mas reducido a una ilusión estilizada, en la fragua del sufrimiento, alentado por el ideal de no empañar el espejo luminoso de un sueño.” p. 92
Ensayos:
- “La poesía de América” subtitulado “Por las tierras del oro y las leyendas de los héroes y santos, de sabios y de poetas” y “Por las tierras de los lagos fantásticos del sur.
Narrativa:
- En las catacumbas.
- Mil cartas.
- La maestrita herida.
Acerca de “Yvoty”…
Tras la lectura de ese poema histórico escrito por Paulina Simoniello, desde Brasil, la escritora Lina Terzi expresó:
“El libro lleva el nombre gracioso de flor, surgido de un advenimiento histórico que en la lejanía del tiempo deviene leyenda: la historia de la indiecita enamorada de Corazi, el indómito indio que la adora como se adora el sol, como se anhela el cielo. Pero el dulcísimo idilio es truncado impíamente por la muerte que se apodera de Corazi, el audaz, el valiente, el fiero y fuerte defensor contra la invasión de los españoles. Yvoty, substraída a la muerte del cuerpo, sobrevive con al muerte en el corazón, una muerte lenta, angustiosa, hecha de esperanza y decepción, amor que deviene locura y que la aleja de otro hombre que sufre por ella, el capitán Rodrigo que en vano le murmura todas las ternuras de amor y las pasionales invocaciones. Hasta que Yvoty obtiene de Tupá el don de la muerte del cuerpo que permitirá a su espíritu unirse a Corazi, el ídolo de su corazón y de su pensamiento.
Yvoty muere mientras los españoles sigan las flores de los campos y de las selvas para instituir en aquellos lugares de pureza y de amor, la civilización. Cada flor tronchada, cada árbol abatido, cada junco arrancado señalan una herida a la tierra y un paso del progreso, pero el dolor toma forma de muerte y en una noche oscura como el misterio, Yvoty se tiende sobre un lecho de aguas que a la mañana aparecen cubiertas de flores. Ésta es la leyenda, suave y leve como la flor misma.
Versos armoniosos, lirismo y sentimiento fusionados en forma expresiva, con mucha claridad y delicada propiedad poética, que señalan a la poetisa Paulina Simoniello con distinción ponderable.
Lina Terzi / Brasil.” p. 122 [2]
Siglo XXI: vigencia de Lina Terzi…
Se ha difundido por distintos medios que en la Facultad de Ciencias y Letras de Asís (Universidad Nacional de San Pablo; Brasil), la Prof. Marcia Rorato -o Marcia, docente en el nivel de post-grado-, desarrolló un curso acerca de las obras literarias -ensayísticas-, producidas por inmigrantes italianos radicados en esa ciudad y presentó un cuadro actualizado de la presencia de los inmigrantes italianos en San Pablo y de sus obras.
Abordó en particular una de las citadas: Poker di donne de la escritora Lina Terzi.
(Referencia en la red de redes, leída el 24-03-2004.
Lectura y traducción del portugués: Nidia Orbea de Fontanini.)
Otros comentarios sobre “Yvoty”…
Desde Paraguay y más allá del Océano Atlántico desde Portugal y Cádiz (España), distintos escritores se refirieron a esa obra de Paulina Simoniello y algunos incluyeron estrofas que aquí se reiteran:
Quejas de Rodrigo…
Te amo, Yvoty, y acariciarte ansío
como el viento que juega en el follaje.
Eres flor, peregrina en mi existencia,
y a perderte no puedo resignarme.
Respuesta de Yvoty…
Tú eres hombre y es otro tu destino;
me puedes olvidar.
Me aguarda a mí un amante en otra vida,
y a su cita de amor no he de tardar…
Expresó el paraguayo Francisco Ortiz Méndez:
“Después de esta escena, culminación de situaciones delicadamente expuestas por la joven poetisa, el telón va descorriéndose sobre la tragedia inmensa, en versos suavísimos:
También un día huyó Rodrigo. En torno
de este idilio imposible, los recuerdos
tornáronse fragancia de leyenda,
poesía de misterio.
Yvoty, la amada doliente, se ha convertido en flor silvestre, el hacha tala los bosques; ruido de civilización rueda en el sordo tumulto del bosque virgen; los años y los siglos pasaron; la poetisa previene:
Las hachas van segando las raíces.
Cuidado, leñador,
que en cada flor silvestre está Yvoty,
la hija del misterio y del dolor.
Este volumen está elegantemente impreso. Grabados en linoleum, de honda fuerza sugestiva, lo adornan, debido al arte de José García Bañón.” La maestra… p. 124-125
Noviembre 1938: “La maestra y el médico”
La Editorial Tor de Buenos Aires, el 12 de septiembre de 1938 terminó la impresión de La maestra y el médico incluyendo ilustraciones del esposo de la autora, el talentoso dibujante y pintor José García Bañón. [3]
(El ejemplar que tengo a la vista, tiene una dedicatoria:
“Al grande idealista Dr. Josué Gollán, forjador de espíritus.
Paulina Simoniello / Santa Fe – 1939) [4]
Prólogo…
“Para el alma del triste,
que enseña un libro de filosofía…
Como Fausto, de Goethe, atormentada
por los graves problemas de la vida,
la humanidad, viviendo la tragedia
de su destino, incrédula se abisma
en la ciencia caótica y abstrusa,
si no pudo calmar su sed, la Biblia.
Y al no encontrar la solución posible,
cuando a tientas y exhausta ya vacila,
forja otro credo, eleva nuevos ídolos,
víctima del misterio se extravía.
El instinto la empuja,
la razón la ilumina,
y de uno u otra, esclava,
ni cede ni se humilla.
Nacer, amar, morir… He aquí la valla
donde se estrella la visión más límpida.
Kempis, Eclesiastés, Platón o Kant:
¿Qué es la felicidad? Una mentira.
¿La ilusión? Un fantasma de la mente.
¿El cuerpo? Nada. ¿El alma? Una teoría.
Eso deduzco pero no sin cierta
resignación altiva,
pensando en la doliente humanidad
que conserva las uñas como estigma,
porque hay seres que cumplen en silencio
su elevada misión de redimirla.
Los abnegados héroes del anónimo
que el mundo necesita,
para curar las llagas de su cuerpo,
para encender de su emoción la chispa.
Son: el maestro, apóstol de la idea,
y el médico, el mártir de la física.
Pasteur, Jenner, Curie, de Freud a Hipócrates,
¡cuánto os debe la noble medicina!
Pestalozzi, Senté, Mercante, Rojas,
Sarmiento, Ingenieros, las semillas
no sembrasteis en vano
en tierras de ilusión y de poesía.
Que el optimismo a nuestro se retorna
al comprobar que se salvó una vida
de un hospital en el recinto austero,
o en la escuelita pobre de una villa.
Para el alma del triste,
qué puede un libro de filosofía.
Estas sencillas pláticas
por eso, por amor fueron escritas.
No son producto frío de la mente,
sino emoción vivida
por jóvenes de esta época moderna,
ilustrada, atea y pesimista,
que prodigan el bien en su camino
sin ver si al que se da, merece crítica.
Almas cuyo idealismo los acerca
libres de miramientos e hipocresía:
un médico abnegado,
y una ilusa maestra de provincia.”
Poema I
Tú curas el cuerpo.
Yo curo las almas.
Tú el firme escalpelo
hundes en la llaga.
Yo elevo la tea
que la mente aclara.
Yo por entre sombras,
tú por entre zarzas,
por distintas sendas
buscamos un abra,
los dos alentados
de igual esperanza.
Un mismo destino
de amor, nos reclama.
Te veo, librado
de ropas mundanas,
sereno y sonriente
recorrer las salas,
donde los enfermos,
como a un Dios, te aguardan.
Y también me cubro
con las vestes albas,
para entrar más pura
al templo del aula,
y llevo a los niños,
por hostias, palabras.
Amo el guardapolvo,
que tiene algo de ala.
Lo amo por humilde;
por su tela basta,
que cubre las carnes
tiernas de la infancia.
Porque así te sueño,
voy a ti confiada,
niño grande y bueno
que encontré, por gracia
de no sé qué espíritu
que a mi instinto guiara.
Alíviame, hermano,
mi ruda jornada,
que yo pondré lirios
de ensueño a tus plantas.
Ser tu lazarillo…
Ser tu hombro la almohada
en donde reposo
sin miedo de nada.
Emprender, unidos,
tan noble cruzada,
en una armonía
casi sobrehumana.
Conservar, indemne,
la ilusión más casta.
Forjar otro mundo
de bondad sin trabas,
en donde el espíritu
halle su morada…
¡Sueño peregrino
de mis noches largas! p.15-17
Poema XI
Danzan las pequeñas
al amanecer.
Las flores y el viento
ya danzan también.
Yo me uno a la ronda,
el corro me ve,
y canta las coplas
del tiempo que fue.
“Era una niñita
de pálida tez;
los ojos de cielo
y el alma también.
Cantaban bajito
debajo sus pies,
las flores silvestres,
algo que no sé.
Se extravió en el bosque.
¿Qué va a suceder?
Se la comió el lobo
sonriendo, después.
No era hija de reyes,
que si no, esa vez,
¡oh, cómo lloraran
la reina y el rey!”
No era hija de reyes…
¡Cómo hubo de ser!
Las hijas de reyes
no andan a pie.
No cruzan el bosque,
quizás sin comer.
El lobo no acecha
su rosada piel.
La Caperucita
no se murió ayer.
Va por los suburbios.
No se deja ver
Mas de vez en cuando
logramos saber,
que cayó de un puente
o la arrolló el tren.
Cantan más pequeñas
la canción sin hiel.
Puras y confiadas
las miro crecer.
¿Por dónde anda el lobo?
¿Vendrá para quién?
No hay hijas de reyes;
bien puedo temer…
Aldo, te recuerdo.
Sufro sin querer.
Tú que eres tan bueno…
¡Oh, no puede ser! [5]
Poema XXV
Llueve. Estás solo y sé que sufres, Aldo.
La lluvia tiene ese poder magnético
de adormecer el alma en sueños lánguidos
y abrir el cofre gris de los recuerdos…
Cuando nos conocimos me dijiste:
-Ansias de amar en estos días siento,
cuando la soledad invade a mi alma,
y hay niebla en el jardín, como en mi pecho.
El corazón se siente atribulado,
y el llanto melancólico del cielo d
despierta un ansia incierta de ternuras…
que restringir no puedo.
Llueve otra vez. El cielo es un sudario.
Densa es la obscuridad como el silencio.
Voy hacia ti para aplacar tu espíritu.
Ábreme el corazón, soy un destello.
Quizás piensas en mí, y un libro mío
distraído has abierto…
Duérmete, niño mío, se han dormido
las estrellas y el viento… p. 76-77
Poema XXXIV
A un inspector de Escuelas, “honorable”,
y a un “hábil” presidente del Consejo
una maestra es necesario que hable.
Una maestra, que al decir de un viejo
refrán, y esto lo anuncia en tono afable,
jamás ha de mirarse en ese espejo:
-Admirable piedad de un pecho hermano
que su bondad reserva al que se muere.
¡Jamás se ha de lograr lo que se quiere,
o todo llega cuando ya es en vano?
¿Es que seduce lo que está lejano?
¿Es que se hace la luz, cuando nos hiere?
¡En vano el alma atribulada inquiere
qué es la justicia para el ser humano!
Recibe homenajes en la Escuela ahora que ya nada la desvela, ni le causa ilusión, ni le hace daño.
(Pobrecita, a tu lecho en que reposas
he visto que llevabas tantas rosas…
Mas ya no las precisas, no me engaño.) p. 97-98
Epílogo
Tras el poema XXXVI, termina el libro con estos versos:
Bondadoso lector que aquí has llegado:
no quieras saber más…
Los sueños más hermosos se disipan
cuando el alba comienza a despuntar,
pero no tienen, cuanto más sutiles,
principio ni final.
El pedazo mejor de esa novela
que en este libro está, y
te emociona el corazón, pensando
que así pudiste amar,
fue un suave sueño azul de Primavera
de tenue idealidad,
pero que sigue un alma aun solándolo
en secreta e ilusa intimidad.
¿A qué aguardar a que la flor se agoste?
Que la dicha, fugaz,
detenga al tiempo en su veloz carrera.
¡Oh, qué dulce piedad!;
pone una tregua en medio del camino
un designio fatal:
la encantadora Circe en una isla;
Loreley en el mar.
Romántico poema de Aldo y Hada,
tu embrujo ha de durar.
Mi humilde pluma que a la luz te trajo,
puede hacerte inmortal.
Simoniello y la literatura hispanoamericana…
Miguel Vilhena da Cunha desde Portugal, tituló Literatura de América Latina – Paulina Simonielo a su extenso comentario sobre Yvoty y es interesante tener en cuenta lo expresado en los primeros párrafos:
“…El hispanismo no traduce una idea circunscripta apenas al suelo ibérico, mas, por el contrario, extensiva a todos los pueblos que bebieron sus pensamientos y crearon su mentalidad específica, bajo la acción del admirable esfuerzo, único en la historia del mundo, iniciado en el siglo XV, por españoles y portugueses. El hispanismo, en suma, va de Europa a América, rodeando casi el Atlántico y tornándolo familiarmente un lago doméstico, un sonriente y condescendiente ‘mare nostrum’. / Fue ésta una doctrina, de carácter nacionalista, que interesó mucho a los escritores portugueses. Trátase pues de un movimiento puramente espiritual, que sólo podrá tener realización plena, manteniéndose bien nítida la pluralidad de soberanías en que se dividieran los pueblos de la Península y de América Latina. Y como es del conocimiento general, esas soberanías son indestructibles, por eso es que están lejos de asentar en bases artificiales.
Ora seamos partidarios de tales doctrinas, ora las hallemos exageradas o utópicas, lo cierto es que ningún será capaz de rebatir las ventajas de un mayor intercambio espiritual entre los estados peninsulares (creadores de un pensamiento muy ‘sui generis’, que, en siglos pasados, los colocó en posición bien diferente de los restantes pueblos europeos) y los estados sudamericanos.
Ahora una de las figuras que actualmente mejor sabe traducir la sensibilidad y el pensamiento de allende el Atlántico, es la poetisa argentina Paulina Simoniello.” /…/ La maestra… p. 117-118
Otras miradas…
El portugués Miguel… refiriéndose a “un artículo” que Paulina Simoniello logró publicar “en la revista ‘Portucale’, sobre la personalidad de un escritor argentino”, destacó que esta autora santafesina “tuvo oportunidad de mostrar a nuestro país, sus preciosas dotes literarias y la claridad con que analiza los elevados fenómenos psicológicos.” Sigue el escritor expresando:
“Urge intensificar el intercambio luso-americano, para que la unidad del genio latino, creado en la península, y desenvuelto, tanto en ella como en la América del Sud, se revele y desenvuelva más firme y exuberantemente. En las obras de Paulina Simoniello, encontraremos una perfecta manifestación de ese genio.”
El paraguayo Juan F. Bazán, alude a esa “joya literaria, debida a la pluma de Paulina Simoniello”. Destaca que “el estilo sobrio, exhibe sus perlas en un espontáneo fluir de cascada, que crea la sinfonía que satura el poema magistralmente inspirado en la trágica extinción de una raza, muerta aún en el amanecer de su vida…” En el párrafo final, expresó:
“No importa que las librerías y los kioscos porteños se abarroten de hojarasca con pueriles pretensiones de acervos culturales, siempre que de vez en cuando, podamos encontrar entre los guijarros, esplendente en su diafanidad diamantina, una joya como ‘Yvoty’, de Paulina Simoniello, el armonioso zorzal argentino.” p. 123
1947: “Flores de pasión”
Sobre áspero papel, en amarillentas páginas perdura el mensaje de Paulina Simoniello publicado en el noveno volumen de Docencia Libre, edición de la Universidad Obrera de Santa Fe que imprimieron en los Talleres Gráficos de la legendaria Librería y Editorial Castellví S.A., en calle San Martín 2355, tiempo en que trabajaba con entusiasmo Raúl Castellví y varios colaboradores…
Mujeres de América…
En su trabajo, Paulina Simoniello necesitó expresar:
“Mujeres de América y mujeres de todo el mundo, reales o idealizadas, aquellas que a conciencia cumplís vuestro destino luminoso o humilde. Mujeres que encontré en mi sendero de rosas y de cardos, o aquellas que, por las sendas azules del arte, con sus pasos intangibles aligeraron la carga de la vida: me glorío y angustio de pertenecer a vuestro sexo.
Sois principio y fin de la existencia. El amor gobierna vuestro corazón y vuestra mente. Sois altar inmaculado, o pira; y, a veces, carne luminosa de estrellas.
Siendo reales, fuisteis inspiradoras de excelsos poemas. La pasión os rindió culto, y os transfiguró en Diosas.
Siendo irreales, encarnasteis en las mentes de todas las ilusas y los miríficos poemas se trocaron en pasiones vivientes, Y Fuisteis creadoras.
Vuestras manos delicadas mecen el mundo.
Por el amor vivisteis en un deslumbramiento, y el hombre, elevado a la categoría de héroe a través de vuestro pensamiento, se convirtió en Werther o Leandro, Lohengrín o Segismundo.
A vos acudo, en íntima confidencia, reveladora del secreto que os impulsa a través de los siglos…” [6]
En la primera parte del poemario, con la voz de Paulina Simoniello…”Hablan las enamoradas de todos los tiempos”: Las vírgenes, Las inocentes, Las apasionadas, Las sacrificadas, Las ilustres, Las ilusas, Las desencantadas, Las expertas, Las castas, Las románticas, Las neuróticas (“Mura: de la novela ‘Circe’, de Annie Vivant”), Las orgullosas, Las fieles, Las cándidas –(Meditación ante un retrato de piedra azul de la reina Tiy, esposa de Amenhofis III), Las pecadoras, Las resignadas, La mujer sin fe, La novia convalesciente (sic), Las burladas (“Doña Elvira, de ‘El estudiante de Salamanca’, de Espronceda”), La mujer cerebral, Las prudentes, Las rebeldes (“Eloísa”), Las soñadoras, Las prometidas, Las logradas, Las poetisas… y luego sus sonetos aluden a La poetisa lírica… I. A través de su poesía, II. En vísperas de conocerla, III. En su presencia; a La poetisa bucólica… a la mística y a la clásica.
En la segunda parte, se aproxima a La tragedia del hijo, comienza con el soneto Exordio, sigue con La reflexiva, La ingenua, La mujer prolífica, La fatalista, La mujer exquisita, La enferma, La criminal, La mujer heroica, La mujer novelera, La desencantada, La mujer experta, La mujer instintiva, La maestra soltera, La enfermera, La mujer idealista, La mujer en grado de gracia; A la madre del artista, La madre perfecta. [7]
“Las apasionadas”
(Hay señales en la página 94: “Eduardo – 02-03-49 Hora 20:30”. Manuscrito de Nidia Aurora Guadalupe Orbea… en un anochecer de evocaciones: tres meses desde el primer beso… y Eduardo en Diamante, cumpliendo con el servicio militar obligatorio.)
De Julieta en la edad de los rubores,
todas tuvimos un Romeo amante
que nos juró morirse en el instante
que faltase el amor de sus amores.
Mas la ausencia templó aquellos ardores,
y ni Julieta vio el puñal flamante,
ni Romeo el veneno alucinante
que inspirara, en tragedias las mejores.
¡Morir de amor!; afirmación secreta
que se hace cada pálida Julieta
y Romeo en sus tiernos brazos quiere.
Mas tiende el tiempo sus traidores lazos,
y al faltarle a las almas los abrazos
como en la escena, es el amor quien muere. p. 94
Durante esta renovada lectura, con más de siete décadas de un continuo vivir, vibrando… en homenaje al centenario del nacimiento de Paulina Simoniello, reitero otros sonetos:
Las expertas
Aflige la moral de catecismo
trastornando los fueros del amor.
La niña debe ser toda pudor,
y el galán, un dechado de estoicismo.
Y sin embargo, desde el día mismo
que les señalan, pueden, sin rubor,
formar su hogar, aunque cavó el rigor
de la costumbre, entre ambos, un abismo.
Lo que se niega a amor, lo da un contrato.
Es decoroso hurtarle a la doncella
torpemente la flor de su recato.
Pero mengua su honor y sufre mella,
si en un dulce momento de arrebato
sueña que se ha casado en una estrella…
Las castas
Melancolía del amor oculto.
Tímido ensueño que a la menta besa.
Sensitiva que por delicadeza
se ampara de la luz y del tumulto.
Pudor del alma, milagroso culto
que en el umbral de materia, cesa.
Poesía del recuerdo y la tristeza
en que con gusto está el ideal sepulto.
Dolorosa fruición de lo prohibido.
¡Esconder, con afán incomprendido,
la más pura, romántica ilusión!
Dulce castigo que en el alma pesa:
¡ah, quién conoce dicha como esa
de entregar, en secreto, el corazón! p. 97
La mujer sin fe
Encontré un alma extraña en el camino
que en el tormento del vivir se abrasa.
Y a pesar de que el desencanto pasa
hendiéndola, es glorioso su destino.
El corazón humano es tan mezquino,
tanta es la ingratitud, la dicha escasa,
que le ofrecí la lumbre de mi casa,
el pan de mi alma y de mi mesa el vino.
Mas de fama o pesares agobiada,
indiferente a la ternura mía,
en su altiva esquivez se hundió callada.
Y ante la estrella que al abismo huía
firme en la ruta en la que se perdía,
pensé en su soledad, horrorizada. p. 101
La mujer cerebral
Cada día, amorosa, me aprenderé un soneto,
y si no es con un libro, te esperaré con flores.
Que si mujeres castas guardaron sus amores,
a través de los muros imponiendo respeto,
cual ninguna, celosa de este bien, te prometo
conservar a reparo del mundo, mis favores.
Si otras urdieron redes, hará lazos mejores,
que aprisionen con gracia, mi espíritu discreto.
La mujer de este siglo abandonó la rueca.
Y en cambio de perder el color tras del telar,
a su cerebro nutre en su vasta biblioteca.
Y cuando llega la hora soberana de amar,
como tiene sereno el corazón, no se obceca:
si un Dios halló en el hombre, lo sabe conservar…
Las soñadoras
Su boca está vaciada en una piedra preciosa
que a manera de rosa se abre, o de corazón.
Su elocuencia exquisita, cálida de emoción,
es blando terciopelo que acaricia y remoza.
Cuando en sus finos pliegues a tu espíritu acosa,
se siente libertada su humilde condición,
que irresistible, incauta y dulce es la tentación
y puede, su deseo, transfigurarte en Diosa.
Todo cuanto posee te lo ofrece en rehenes,
que así de encadenado a tus hechizos lo tienes.
Y como ilimitado en su poderío, exento
tu pecho de malicia, lo vigila confiado.
A tu menor capricho cede tu enamorado.
Y tú te lo imaginas un príncipe de cuento. p. 104
Las poetisas
Cuánto ensueño de amor gastado en verso.
Cuántas semillas áureas, de ilusión,
en el surco candente de un renglón
clamando, por vivir, al universo.
Hoy que contemplo ese caudal disperso
de tiernos pensamientos y emoción,
inquiero a mi extenuado corazón
y me responde en un sentido inverso.
En alas de altivez sin fundamento,
me fabriqué una torre… de Babel.
Y advertí al fin de mi descendimiento,
que la torre una pila es de papel;
una columna azul sin basamento
de humo voluble, caprichoso y cruel. p. 105
La poetisa lírica – I. A través de su poesía
Animador: así como en tu boca
la poesía ardiente es, o arrulladora,
y cruel o blandamente se desflora
si el desencanto acecha y te provoca,
si una pasión el corazón te toca,
tu pecho que un artífice atesora,
a tu pasión moldea y la colora;
y haría brotar flores de una roca…
Eres, por excelencia, comprensiva.
La mujer tosca, o la de fino aliento,
o la casta, o la frívola, o la esquiva,
se ennoblecen en tu albo pensamiento.
En el clamor de tus estrofas siento
la poesía que alberga tu alma altiva. p. 106
La mujer heroica
Esa madre abnegada excede a lo terrenal.
Para llevar la casa, pues carece de holgura,
lava plancha, cocina, y el tiempo lo procura.
De noche cose, ahorrando el mísero jornal.
Inagotable, puro, callado manantial
de energías, ignora, al trabajar con bravura,
que día a día cava su tosca sepultura,
y noche a noche labra su recio pedestal.
Es la bestia de carga de friegas y amasijos.
Son esas madres pobres y cargadas de hijos
que han perdido su encanto junto a la cuna, estoicas,
y que fueron, cual todas, flor en su mocedad.
Si parece mentira que aun no haya la piedad
elevado una estatua a estas madres heroicas. p.115.
La mujer experta
Es un hogar sin niños como un árbol sin fruta.
No hay nada comparable a la sana alegría
que traduce en bullicio, risas y picardía
la angelical caterva, candorosa y astuta.
El corazón del padre en la mano diminuta
se caldea y se libra de asperillo.
Y varía el genio de la madre, hecho a melancolía,
ante una travesura, un beso o una disputa.
Y cuando ya platean las sienes adoradas,
y se arrugan las manos de lirios enguantados,
y el brillo de los ojos va apagando el Otoño,
feliz quien ver alcanza vigores renovados
y rasgos virginales con perfección copiados
en la gracia y frescura de un lozano retoño. p. 117
La enfermera
Oh tú, que ejerces santo ministerio,
sacerdotisa del deber sublime.
En ti la pecadora se redime,
y la coqueta adquiere hondo misterio.
Viviendo en voluntario cautiverio,
tu corazón de esclavitud se exime;
mas su ternura maternal exprime,
y su herida de amor es un cauterio.
Joven, hermosa, en plenitud de vida,
bajo el blanco sayal, tu ser, que olvida,
mueve a piedad la paz como la guerra.
Que te han visto la noche y la alborada
sin cansancio velar, madre abnegada
de todos los enfermos de la tierra. p. 118
La mujer en estado de gracia
Un hijo, un hijo tuyo, un hijo bello,
con mi fervor y con tu clara mente,
de alma sensible y corazón ardiente,
hijo de mi ternura y tu destello.
Un hijo que ostentara erguido el sello
de una estirpe de Dioses, en la frente;
y lírico cual tú, tan sólo aliente
para ceñir guirnaldas a mi cuello.
Yo presentí su inmaterial presencia
y por él me nutría de arte y ciencia,
que lo forjé en extático embeleso.
Por eso, hoy al besarte temblorosa,
miré mi débil tallo, ruborosa,
y comprendí el misterio de ese beso. p. 119
1975: “Incursión por la noche obscura del alma”
Paulina Simoniello inicia ese libro con una pregunta y algunas hipótesis: [8]
“Cuál es el límite entre la realidad y la fantasía?
La fuerza de la ilusión puede ser tan poderosa, que se asemeje o sustituya a la realidad misma. Así ocurre con los mitos y leyendas.
De la misma manera la realidad puede adquirir caracteres fantásticos, alucinantes, cuando la intensidad de los sentimientos humanos desborda del nivel común: un amor inmortal, una fidelidad eterna. P.S.”
A manera de Prólogo…
Incluye un extenso comentario de Miguel Vilhena da Cunha (publicado en O Expositor, Nº 64, 31-12-1974) escrito en portugués que intento traducir:
“PAULINA SIMONIELLO es una brillante poetisa argentina, muy conocida en el extranjero y figura saliente en la literatura de América Latina.” /…/ Ahora Paulina Simoniello ha concluido otro poema, en dieciséis cantos compuestos de estrofas de diez versos (décimas) cada uno, en los cuales, en síntesis admirable y armoniosa, expande profundos conceptos sobre la gran aventura del Hombre a lo largo de las edades –la aventura que ha sido su evolución sobre la tierra”.
Reproduce luego un fragmento del canto VIII – Aventura de la evolución del alma humana, referido a “esa notable estación arqueológica” reconocida como las ruinas de Conimbriga, “uno de los más antiguos y expresivos monumentos que existen entre nosotros”: [9]
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“Las ruinas de Conimbriga.
Las glorias de su pasado,
Que por sus piedras ha hablado
Y en sus leyendas prodiga,
Que el pensamiento lo diga
Sin dificultad alguna:
Quién tuviera la fortuna
Cuando el sueño se mitiga
De visitar Conimbriga
En una noche de luna…”
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Se impone leer las dos primeras estrofas de ese octavo canto:
Desde que brotó la idea
En su ser atormentado,
El hombre cuánto hubo andado
De la caverna a la aldea.
La visión que centellea
Tras su humillada cerviz
Irá de uno a otro país,
De una a otra generación,
Para hallar la perfección
De un San Francisco de Asís.
Siempre escuchando la voz
Que le arrastra o le retiene,
Que no sabe si es que viene
De adentro, o le sigue en pos.
Que el llamado de Dios
Que transfigura su ser;
Y puede alcanzar a ver
La Cumbre de su destino
Cuando aplacó en el camino
Su orgullo de Lucifer.
Etapas de evolución,
Culturas, sueños dispersos
De arte, anhelos diversos
De multiforme expresión.
Que de una en otra región,
Cual mensaje de sí mismo,
Desde la cima al abismo,
Del hombre de Neandertal
Hubo, hasta en el hombre actual,
Un principio de idealismo.
Desde la piedra pulida
Al hierro, al bronce o al oro,
Que con esmero y decoro
Ornamentó su guarida
En palacio convertida,
Tuvo ansias espirituales.
De los castillos reales
En la bruma del tiempo ido,
Hasta el encaje esculpido
En mármol de Catedrales.
Balbuceos imprecisos,
Dudosos, inciertos pasos.
Rumor de sedas y rasos.
Ruidos de aceros concisos.
Sus rastros y sus hechizos,
De la historia a la leyenda,
Encendieron la contienda
Que a la mente incita, embriaga. (Fragmento, p. 39-40.)
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Canto V – Canto de Esperanza
Me voy con el pensamiento,
Me voy con el corazón.
Me voy con esta ilusión
Que ya casi es un tormento.
Entre las alas del viento
Correrá este barco mío
Desde la costa del Río
Que anchuroso se abre al mar,
Hasta el amable lugar
Que decida mi albedrío.
Patria mía, indiferente,
Cual otras son en la historia,
Para cubrir con la gloria
Del laurel, la noble frente
Del poeta, que, ferviente,
Dejó en tus sendas sus huellas.
Por quien luces y destellas
Ante extranjeras naciones,
Pues, con sonoras canciones,
Te puso un manto de estrellas.
Y como lo digo aquí,
De esta tierra enamorada.
Y por la sangre regada
De la raza guaraní
Nació el romance: “Yvoty”.
Y otros poemas nacieron
De las razas que vivieron
Una al sur y la otra al Norte,
La araucana y quichua, y corte
De reyes indios que fueron.
Epopeya del Perú,
Que en “cura-Ocllo” evoqué.
Inca y pueblos que canté.
Gracilazo. Verás tú,
Lector. También Belcebú
Quiso en mi obra intervenir
Con su libertad de ir
Preparando las contiendas,
En esas luchas tremendas
De forjar el porvenir.
De todas la más amada,
Y la obra preferida
Por esa ansiedad vertida
Y la aurora vislumbrada,
Fue “La Ciudad Encantada”,
Que retuvo prisionero
Al iluso prisionero
Por los fantásticos lagos,
Por los bosques y entre halagos
Del íncola traicionero.
Al estrellato mayor
Cinco pequeños siguieron,
Que su fulgor ascendieron
El primer y último amor.
Mas contenido el vigor
Por salir de algún desván
Donde apretados están
Soñando en días benditos,
Quince vivos manuscritos,
¿un editor hallarán?
Patria que de tus ilusas
Hijas sus obras ignoras,
Y con coronas no doras
Los cabellos de sus Musas.
Que de sus nombres abusas
Sí, generoso, el destino
Por otro mar o camino
En arrollado papel
Trae un gajo de laurel
Envuelto en un pergamino.
Patria que quiero olvidar,
He de cruzar el Atlántico
En las alas de mi cántico
Para otra Patria encontrar.
Y allí al volver a soñar
Con tu grandeza y decoro,
En el armonioso coro
Diluida, del universo,
Clavar tu nombre en mi verso
Con finos clavos de oro,
El mar de las tempestades
Del alma y de la pasión,
Ya crucé sin precaución,
Con grandes contrariedades.
Mas si las celebridades
Obedeciendo a n golpear
Interior, para triunfar,
Homero, Camoens, Cervantes,
Soñaron ser navegantes,
Yo también cruzaré el mar.
En mis grandes soledades,
De la inspiración imperio,
En medio de este misterio
De ensueños y realidades,
Yo sentiré las saudades…
Pero sé que no es quimera.
Es fe de mi alma viajera,
Y no lo dudo un segundo:
En cualquier parte del mundo
Un alma hermana me espera. Ob. cit. p. 27-30
Canto VI – Rumbo
(Fragmento)
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Todo ese mar recorrí,
Toda esa tierra pisé,
Y en todas partes dejé
Con mi alma, un poco de mí.
Todo el amor que vertí
En mi vida intelectual,
Y en este viaje ideal
Que es amoroso mensaje,
Después de acabado el viaje
Se hará en mi verso, inmortal.
Tierras de América toda
Desde Ushuaia al Canadá;
Del Andes al Paraná,
Dignas de exultante oda.
Porque a mi verso acomoda
Y hace elocuente la rima,
Desde el valle hasta la cima,
Desde los lagos al mar,
Diré, pasó mi cantar
Como una brisa marina…
Dejé un libro en cada escuela,
Y dejé, al pasar, un rastro,
Cual vemos la luz de un astro
En la noche que desvela.
De Ecuador a Venezuela,
Colombia, a Chile y Brasil,
Con el imperio sutil
De un verso, apenas quimera,
Grabando, la vida entera
Mi mente fue cual buril. Ob. cit. p.33
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“De las memorias…”
Paulina Simoniello en las últimas páginas de su libro Incursión por la noche obscura del alma, con el título De as memorias de una novelista expresó:
“Después de cuatro meses de intensa labor, durante muchas horas del día y de la noche, en que yo, su autora, no he sido más que una de las marionetas movidas por los hilos del destino, he concluido mi última novela.
He vivido en un estado obsesivo, enfebrecida el alma por un motivo que me fue conduciendo, con los personajes, a desarrollarlo plenamente, hasta su realización.
¿Comprenderán los lectores este poder extraño, esta fuerza magnética que nos impulsa a crear, a realizar el ideal, retrayéndonos en la cumbre o la torre de marfil, que no es más que lugar de apartamiento fecundo, donde el escritor elabora, en aislamiento, su obra?
Pero el poeta, el creador, el que vive fuera del mundo, para hacerle llegar las vibraciones de una portentosa sinfonía, captada desde los astros, necesita resistencia física y un alma equilibrada, cuya fuerza, sometida a exageradas y continuas presiones, a veces nos abandona. Así me pasó, y el desequilibrio trajo angustias, ansias incorrectas, pensamientos sombríos, pozos obscuros, que se irán atenuando a medida que transcurra el tiempo…
Cuando me di cuenta, reía, lloraba, disfrutaba o sufría con mis héroes y heroínas, casi sin reposo, identificándome con ellos. Y, mientras iba naciendo y creciendo mi novela, ella absorbía, se impregnaba de la sangre de mis venas. Ahora comprendo la locura de Quijote luego de leer los libros de caballería al sentirse arrastrado por los sueños que creyó vivir. /…/ Yo sufrí esta transfiguración, esta simbiosis psíquica.
Mas, he reaccionado a tiempo. El estado febril ha pasado. El médico que me ha dado de alta, me ha recomendado viajar. Y también anotar mis impresiones, porque sabe que lo hago con facilidad, como si fuese una conversación. Y me hará bien, porque soy introvertida, y porque, dadas las circunstancias de mi vida, gozo poco del placer de la amistad, que expande el alma, la reconforta y humaniza.
Y pienso: ¿dónde iré que no lleve este lastre de recuerdos?” p. 77-78
Luz en las tinieblas
No hay tiempo de mirar las cosas
a través de facetas primorosas
o un velo azul de suave idealidad.
Mas nosotros sabemos la verdad
de las almas ilusas:
El poder de las musas,
y la fuente
de eterna juventud.
La magia de un laúd.
Y el hechizo grandioso y permanente
de ascender a una estrella,
y, en ella,
forjar un mundo nuevo, transparente. p. 91-92
(Lecturas y síntesis: Nidia Orbea de Fontanini.)
[1] Bertero, Gloria de. Quién es quién en Santa Fe. Buenos Aires, edición de la autora, 1995, p. 530-531.
[2] Al final de La maestra y el Médico se incluyen varios comentarios sobre “Yboty”. El pertinente a Lina Terzi en la página 122. Amorím de Carvalho desde Portugal (p.116); Miguel Vilhena da Cunha y Revistas “Portucale” y Civilizaçao también desde Portugal; Revista “España y América” de Cádiz, España; Juan F. Bazán y Francisco Ortiz Méndez de Paraguay.
[3] José García Bañón nació en Santa Fe en 1897 –según datos de Antonio Colón-, estudió en la academia particular del prestigioso maestro José María Reinares (n. 1876, La Rioja, España y fallecido en Santa Fe en 1925, lugar donde residió desde los cuatro años cuando sus padres decidieron vivir porque allí ya estaban viviendo algunos familiares). García Bañón participó en el Segundo Salón organizado por el Museo de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” de la capital santafesina (24-05-1924). En noviembre de 1929 le otorgaron una mención en el tercer salón organizado por la Asociación de Artistas Plásticos santafesinos. A mediados del siglo XX, fue uno de los fundadores del Ateneo de Artes y Ciencia con sede en San Martín 1858 (alto), que funcionó breve tiempo con intensa actividad. Fue Director de la Escuela de Dibujo dependiente de la Municipalidad de Santa Fe y obras suyas integran la pinacoteca del mencionado Rosa Galisteo… inaugurado el 24 de mayo de 1922 y la del Museo Municipal de Bellas Artes (creado en 1936 por el intendente Dr. Manuel J. Menchaca, e inaugurado en 1939 tras la aprobación del proyecto del concejal Néstor Blanco Boeri –socialista-; se constituyó el Concejo Municipal de Cultura, incluyendo las secciones: Museo Municipal y Escuela de Pintura, designándose director al doctor Salvador Dana Montaño, secretario Antonio Colón –autor de una interesante reseña sobre el desarrollo de las artes plásticas en Santa Fe, fuente consultada para esta breve síntesis.)
[4] Préstamo de la Biblioteca Popular “Mariano Moreno” de Santa Fe de la Vera Cruz, República Argentina.; fundada el 05 de octubre de 1912 (Inv. 11.801). Desde 1954, La Maestra y el Médico integró nuestra biblioteca familiar hasta que a principios de la década siguiente fue donado a la Biblioteca “Alfonsina Storni” de la ENET Nº 5 de Santa Fe -con sede en 25 de Mayo 1855 en la capital santafesina-, organizada por la profesora Elba Gómez junto a varias compañeras y alumnas, siendo directora la Sra. María Victorina Audissio de Tacca (1955-1972…)
[5] Poema en las páginas 41-43. Aldo: personaje ora niño, ora hombre, médico… a quien habla la poetisa.
[6] Universidad Obrera de Santa Fe. Volumen 9, Docencia Libre, Santa Fe de la Vera Cruz, República Argentina, 1947, p. 89.
[7] Ibidem, primera parte desde la página 91 a 108; la segunda desde 111 a 119.
[8] Simoniello, Paulina. Incursión por la noche obscura del alma. Poema. Buenos Aires, ed. de la autora; segunda quincena de julio de 1975, impreso en Talleres Ronaldo J. Pellegrini Impresiones, Bs. As, República Argentina.
[9] Ibidem, p. 4.