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23 de abril – El idioma castellano y el lenguaje de los argentinos.

El idioma castellano.

Ortografía en el siglo XVII

Gramática en el siglo XVIII

Proceso de integración hispanoamericano.

Siglo XVIII – “Gramática de la lengua castellana”.

“El idioma común de los argentinos”.

Tras el aluvión inmigratorio.

Lectura e información.

“La historia de cada lengua”.

Vigencia del “uso”.

Casi colofón.

 

El idioma castellano…

Diversas investigaciones aluden al proceso generador de una lengua con características propias.  Es fundamental que la escritura vaya acumulando las señales imprescindibles para su reconocimiento.

En torno a la lengua castellana sabido es que deriva del latín, utilizado aún después de que Fernando III dispuso tal sustitución en la cancillería.  Se ha reiterado que los primeros romances escritos en castellano, pertenecen al siglo XIV y es a partir de entonces que se produce la confluencia entre lengua hablada y lengua escrita.

El año 1492 indica un punto de inflexión en la historia hispánica porque los Reyes Católicos apoyaron al navegante dispuesto a avanzar hacia el oeste por el océano Atlántico, y se concretó el encuentro de las dos culturas que confirmaba lo imaginado por Nebrija acerca de futuras conquistas de “muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas”.  Desde su punto de vista había llegado el momento de promover  el  aprendizaje del castellano, aún prescindiendo de conocimientos gramaticales y avanzando en la expresión de sucesivas observaciones y diálogos.

Ortografía en el siglo XVII

Explica el filósofo Julián Marías que “la ortografía española había sido durante el siglo XVII vacilante, imprecisa y casi enteramente irrelevante; se usaban indistintamente la b, la v y la u; la g y la j; o la j  y la x; la c y la z, etc. (para no hablar de español medieval, en que la fluctuación ortográfica reflejaba la fluctuación fonética)” y destaca que “en el siglo XVIII comienza a fijarse la ortografía y sobre todo cuando en el siglo XIX se estabiliza, sobreviene una hiperestesia ortográfica tal, que la vigencia más fuerte de la lengua es precisamente ésta, y cualquier infracción de los usos del idioma se persona más fácilmente, descalifica menos que la ortografía incorrecta.  El vigor de la vigencia no tiene forzosamente que ver con la ‘gravedad’ real de su contenido.”  [1]

Gramática en el siglo XVIII

En el siglo XVIII se difunde la Gramática de la lengua castellana de Martínez Gayoso (1743) y dos décadas después, Benito de San Pedro destaca que ha de servir “no sólo a los que frecuentan las escuelas de latinidad sino a todo buen español”, a los fines de que… [1]

 “…sepa su lengua por principio y razón, en tiempos en que cada nación de la Europa dicta la suya propia por ellos, y se sabe lo mucho que importa al Estado formar a sus ciudadanos en patriotismo, y que éste es uno de los medios más poderosos.  El fundamento para la renovación de todas las artes, letras y ciencias es el cultivo de la lengua propia, y sin estudio serio del Arte del Romance no se desterrarán los abusos que se han introducido en el habla y en la escritura.”

Proceso de integración hispanoamericano

Tras analizar los procesos de integración cultural a partir de comienzos del siglo XVI, el estudioso Amado Alonso destacó que:

“En el siglo primero de la Colonia, España se continuaba en América.  En los siglos siguientes, España fue perdiendo su fuerza propulsora de vida humana y de cultura, y al mismo paso, la vida real de los españoles de este lado del mar fue perdiendo sus vínculos con los del otro lado, y también los de una colonia con los de las otras. Y por eso, así como en el siglo XVI la lengua muestra un estado de nivelación y una coherencia de su desarrollo con el de  la lengua general de España, así en los dos siglos siguientes se va acentuando la diferenciación y se va hacia la formación de dialectos.  Es que la vida real de aquellos hombres tenía en el siglo XVI un alcance americano e hispánico, y las acomodaciones recíprocas, base del funcionamiento y evolución de un idioma, se tenían que cumplir con miras también universales a todo el mundo hispánico; en los siguientes, la vida se fue angostando a los intereses regionales y locales y las acomodaciones no necesitaban pasar de ese radio.

Solo después de la independencia, América detuvo esa progresiva diferenciación lingüística, y ha ido obteniendo una nueva nivelación; no por ahora en el habla rural o popular sino en el hablar cada día más extenso de las gentes cultas.  Es una nivelación de tipo diferente a la primitiva, consecuencia de la creciente cultura de los nuevos países, obra la escuela y de la instrucción literaria, y que consiste en el creciente número de personas, en todas las naciones americanas, que acomodan su hablar y su escribir al modelo común de lenguaje que llamamos español general”.  [2]

Siglo XVIII – “Gramática de la lengua castellana”

Sabido es que a fines de esa década, el rey Carlos III, mediante un decreto ordenó que en todo el territorio español “debía enseñarse a los niños su lengua nativa por la gramática que ha compuesto y publicado la Real Academia de la Lengua”, difundida a partir de 1771.

      “El idioma común de los argentinos”…

Desde Santa Fe de la Vera Cruz -República Argentina-, “capital legal de la República” al decir del talentoso Gastón Gori, porque en la sede del Cabildo santafesino se sancionó la Constitución Nacional el 1º de mayo de 1853-, se han difundido sucesivos trabajos de investigación de la profesora Raquel Diez Rodríguez de Albornoz.

En el capítulo segundo de su libro titulado El perfil de la lengua periodística, refiriéndose a “los argentinos y su lengua”, expresó:  [3]

“La lengua castellana o española es el idioma común de los argentinos y de los pueblos hispanoamericanos  Ella constituye el bien más preciado de nuestra herencia cultural, configurar la patria y pone su sello a cada uno de sus hijos.”

Tras el aluvión inmigratorio…

Destaca Raquel de Albornoz que:

“En la lengua española se ensamblaron los pobladores nativos y los inmigrantes de distintas latitudes que, con dificultades y tropiezos al principio, pero con mayor seguridad a medida que pasaron los años, aprendieron a hablarla, para incorporarse de lleno a la nueva patria.  A través de la lengua se integraron plenamente a ella, se consustanciaron con su geografía y con su historia  Con la lengua habían adquirido en la mente y en el corazón, los atributos de la nacionalidad. En adelante, ella fue la lengua de sus hijos, que no hablaron más la de los padres”.

Desde su punto de vista, “ni la población vernácula ni los recién llegados se sintieron extraños a la tradición hispánica.  Es que la lengua que nos legaron los conquistadores nos pertenece tanto a los argentinos y demás pueblos americanos como a los mismos españoles.”

Lectura e información…

El filósofo español Julián Marías estuvo una vez más en la Argentina durante la primavera de 1985 y aludiendo al hombre moderno, expresó:  [4]

“…el hombre actual tiene una capacidad inmensa de noticias, pero hay veces en que no sabe qué hacer con ellas.. y las noticias se fermentan, porque se vive lo que pasa en el día… y se pierde, se aleja lentamente de la cultura tradicional.”

Entre las coordenadas trazadas por Julián Marías, son insoslayables sus señales cerca de la realidad histórica y social del uso lingüístico, título pertinente a su discurso de ingreso en la Real Academia Española, el 20 de junio de 1965.  [5]

El destacado filósofo español ha destacado que:

       “La vida es convivencia, y encuentro en mi circunstancia, como ingredientes suyos, ciertas realidades que reconozco como sujetos de otras vidas, y justamente esto es lo que hace que descubra esa realidad que soy con mi vida, que me descubra como un yo frente a un .  Ésta es la forma concreta en que acontece esa disyunción interpretativa en que la vida consiste.

El decir, que es radicalmente un decirse, es un ingrediente constitutivo y necesario de la vida humana, y por eso, por ser necesario, es universal: es un requisito que analíticamente descubrimos al analizar esa realidad que cada uno de nosotros somos, una condición sine qua non de eso que llamamos, en sentido biográfico y no meramente biológico, vivir. El decir es, pues, una determinación cuyo lugar se encuentra en la teoría universal o analítica de la ‘vida’ en el sentido que tiene esta palabra cuando la aplicamos a la vida humana.

Otra cosa es el fenómeno del habla, que no coincide exactamente con lo que llamamos el lenguaje  menos aún con la realidad concreta de una lengua.  Que al hablar sea  una realidad fonética y auditiva no pertenece al mismo plano necesario y universal del decir.  En principio, el decir podría realizarse en distintas formas”…

“Pero hay algo más: al modo normal de decir llamaos hablar -con palabra metafórica, distinta en cada idioma, y que revela cuántas interpretaciones del hablar son posibles- y en forma concreta ‘lengua’ y ‘lenguaje’; ahora bien, esas palabras se refieren nada menos que a una porción de nuestro cuerpo, se justifican por algo tan concreto, empírico y fáctico como que nuestra corporeidad incluya una pieza anatómica que llamamos lengua, y que es el principal órgano o instrumento del aparato fonético preciso de que el hombre dispone, y que a su vez condiciona el repertorio de posibilidades de manifestación, relevancia y comunicación del lenguaje.  La articulación de los sonidos, la multiplicidad de los que son posibles, su índole sucesiva, la capacidad de ser imitados, todo esto se liga a esa realidad corpórea, anatómico-fisiológica, que es la roja y trémula porción de nuestra carne que llamamos ‘lengua’, con el conjunto de los dispositivos que hacen posible su función locuente: labios, dientes, cavidad bucal cuerdas vocales, viento, aliento o espíritu que viene de los pulmones.”

  Explica luego Julián Marías: “Esto quiere decir que si bien el decir pertenece a la estructura analítica, necesaria y universal de toda vida en el sentido de la humana, al hablar de ‘lenguaje’ hemos pasado a otro plano, a otro bien distinto estrato de realidad: lo que llamo la estructura empírica de la vida humana, pero que tienen un carácter contingente y empírico; aquellas cuyo conjunto constituye lo que llamamos ‘el hombre’, a diferencia de esa realidad más radical y vasta que denominados ‘vida humana’.

“Todavía hay que dar un paso más.  El lenguaje está siempre concretado en una ‘lengua’; y estas es la de una sociedad determinada –secundariamente la de varias sociedades-; es la ‘propia’ manera de hablar de una sociedad o pueblo; por eso es siempre ‘idioma’.  Podemos decir que la lengua es vivida por sus habitantes como un idioma cuando la sienten como una lengua entre otras, como ‘la suya propia’, precisamente en la media en que tienen conciencia de vivir en una sociedad determinada que se distingue de otras ajenas, extrañas o extranjeras.  Esto significa que hemos pasado a un tercer estrato o zona de realidad: si el ‘decir’ nos remitió a los requisitos necesarios y por ello universales de toda ‘vida’ biográfica, y el ‘lenguaje a la estructura empírica de la vida humana, ahora la ‘lengua’ o ‘idioma’ nos consigna al ámbito de una sociedad determinada, única en que este fenómeno tiene plena concreción.”

“El mundo -que siempre es mi mundo, el de cada cual, y ‘nuestro’ mundo en virtud de la comunicabilidad de las circunstancias- no es primariamente físico sino social; consiste en un repertorio de cosas que son interpretaciones, las facilidades y dificultades originarias que se encuentran al vivir, recubiertas por una pátina interpretativa, que es inyectada en nosotros desde la infancia por nuestro contorno humano: casa cosa es mostrada y tratada ‘así’, como tal cosa.  La lengua, que por lo pronto nombra esas cosas, y al nombrarlas las aísla, distingue y enumera, las ‘acuña’ como realidades .en cada lengua, de manera peculiar-, esboza un sistema de relaciones entre ellas, que son vividas como efectivas, como la realidad misma, en virtud del género el número, los sistemas flexivos, la composición o derivación, la sintaxis.  El mundo humano es un mundo lingüístico.

La lengua es, en este sentido la primera interpretación de la realidad; o si se prefiere, una de las formas radicales de instalación del hombre en su vida -otras formas son el sexo, la edad, la raza, la clase social como repertorio de usos y costumbres-.  Cada lengua revela, y en cierto modo realiza, un temple vital.   [6]

“La historia de cada lengua”…

En torno a “la realidad de la lengua”, el filósofo español Julián Marías ha expresado:

“La historia de cada lengua es el depósito de las experiencias históricas de un pueblo, precisamente en canto son vividas e interpretadas desde ese temple originario, que es el núcleo germinal o principio de organización de la lengua.  Y cuando una lengua es ‘trasplantada’ de una sociedad a otras, cuando es hablada por pueblos distintos, ese temple sufre modificaciones o inflexiones que pueden ser profundas y que se orientan en diversas direcciones; tal es el caso del español de España y de los varios españoles de América”…

“…Nada sería más sugestivo que determinar con algún rigor los sucesivos ‘temples’ desde los cuales se ha hablado y oído y entendido el español, y que probablemente corresponderían a las grandes, decisivas inflexiones de nuestra historia íntima, acaso no coincidentes con los sucesos más visibles y aparatosos de nuestra historia externa.  Esto es lo que se expresa mediante ciertos giros cuyo sentido solemos pasar por alto”…  Luego, Julián Marías destaca que “se trata, en suma, de comprender la lengua como algo real y por ello radicado en la realidad total de la vida humana.  Esto nos llevaría a la evidencia de que no hay propiamente ‘historia de la lengua’ –como no hay historia de las ideas-, porque ni las formas lingüísticas ni las ideas vienen de sus semejantes, sino de la realidad humana íntegra, uno de cuyos ingredientes son las ideas o los fenómenos lingüísticos.  La historia efectiva y no abstracta de la lengua, como de cualquier otra dimensión de lo humano, remite a la historia íntegra y general, y lo que se aísla de esta es solo una abreviatura o simplificación abstracta, lícita y útil mientras se tiene conciencia clara de que así se aislan ciertos hechos que solo resultan plenamente inteligibles y explicables cuando se los hace derivar del sistema general de la vida humana concreta.”

“Voces, pronunciación, inflexiones, sintaxis, giros, pertenecen o no a la lengua no porque se ajusten a ciertas normas, sino porque se usan o no.”

Señala Julián Marías que “si la lengua es un uso, uno de los más hondos y poderosos usos sociales, ¿cómo no ha de ser el uso lo decisivo en ella?  La lengua es lo que se habla y -secundariamente- se escribe en una sociedad determinada.”

Vigencia del “uso”…

Al avanzar en su análisis, el talentoso filosofo español expresó:

El uso es una realidad social, y le pertenece el carácter fundamental que en lo social descubrió Ortega: la vigencia.  Los usos son vigencias que ejercen presión sobre nosotros y nos obligan a ajustar nuestra conducta a ellas o bien a resistir, a discrepar. “

“El uso, pues, es quien decide por ser una realidad social, una vigencia, incluye una dimensión normativa –de carácter –y esta es la novedad que empieza a imponerse- intrínsecamente lingüístico y social.”  /…/  “El uso se ha matizado en diccionarios, léxicos, gramáticas.  El Diccionario de la Academia añade a sus voces, de vez en cuando con cierto carácter excepcional, advertencias que se refieren a la extensión o cualidad de su uso”…    [7]  

Sabido es que en distintas latitudes el idioma castellano es hablado con diferentes entonaciones, con diferentes pronunciaciones y también Julián Marías ha elaborado sus conclusiones en torno a esos acentos particulares o parciales, regionales de los hispanohablantes y señala que es diferente la interpretación que se concreta cuando es un extranjero –o forastero…-, quien acostumbrado a expresarse en alemán, francés, inglés… se comunica hablando el castellano de modo casi extraño.

“Con otras palabras diremos que el acento argentino, extremeño o catalán son acentos del español, mientras que los otros le son ajenos y por decirlo así, ‘sobrevenidos’, y no forman parte de su realidad.”  [8]

“Dentro de la lengua hablada, la vigencia está con frecuencia restringida a un estrato de la sociedad; a veces a una ‘clase’; otras a un grupo de edad; hay palabras, giros, modismos, entonaciones, modos de pronunciación aristocráticos, intelectuales, populares, campesinos, juveniles, etc.”   Tales fenómenos de diferenciación, suelen declinar casi hasta desaparecer en el lenguaje coloquial y generalmente perdura en los textos escritos.

En la actualidad, inciden con innegable preponderancia tanto como los diferentes grupos de pertenencia, el aporte continuo de los medios de comunicación social: lenguaje oral limitado e incorrecto en diversos programas de difusión radial o televisiva.

Casi colofón…

Entre los españoles es frecuente usar la palabra “estraperlo” –“derivada de dos nombres propios, Strauss y Perle, hacia 1934 viene a designar un negocio de probidad dudosa, y se convierte en sinónimo del francés affaire; pero muy pronto ya durante la guerra civil y en los años que la siguen, época de escasez general, la palabra ‘estraperlo’ sufre un cambio semántico y se hace equivalente de ‘mercado ilegal’ o ‘mercado negro’.  La forma en que esta voz se usa es muy peculiar: ‘de estraperlo’: comprar o vender ‘de estraperlo’, productos de ‘estraperlo’.  Se forman pronto dos derivados: el nombre de estraperlista’ y el verbo ‘estraperlear’.  Y todas estas voces se usan intensa y frecuentemente durante unos quince años. Hay todas las razones para que incorporen a la lengua” -decía hacia 1965 el filósofo Julián Marías-  “Sin embargo, pienso que no va a ocurrir.”   [9]

En el Diccionario de la Lengua Española, está escrito:

estraperlear. Intr.. Negociar con productos de estraperlo.”

estraperlista. Persona que practica el estraperlo o comercio ilegal.”

estraperlo. (De straperlo, nombre dado a cierto juego fraudulento de azar, que se intentó implantar en España en 1935. m fm. Comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa. ║ 2. fam. Artículos que son objeto de dicho comercio. ║ 3. Chanchullo, intriga. ║ de estraperlo. Loc. Adj. Comprado o vendido en el comercio ilegal así llamado. ║ loc. Adv. Referido al comercio, ilegalmente, de manera clandestina.”

En esa vigésima primera edición, publicada en el año del Cuatro Centenario del encuentro de las dos culturas (1992), después de:

truchimán, na. (Del ár. turýumā, intérprete. m. y f. fam. Trujimán. 2. fig. y fam. Persona sagaz y astuta, poco escrupulosa en su proceder. Ú t. c. adj.”   (Página 647)

La palabra siguiente es “truchuela”… “f. .d. de trucha. ║ 2. Bacalao curado más delgado que el común.”  Sabido es que trucha es el nombre de un pez, de sabrosa carne… y que figurativamente, ayunar o comer trucha significa “tomar la solución de quedarse sin nada o lograr lo mejor”.  En algunas latitudes se reconoce como truchano al “borriquillo que aún mama” y generalmente se alude al truchero tanto refiriéndose a “los ríos u otras corrientes de agua en que abundan las truchas” o en género femenino y masculino, para nombrar a la “persona que pesca truchas, o las vende”

La lengua de los argentinos, en las últimas décadas del siglo veinte acuñó ¡trucho!… y en algunas provincias se habla del Trucha, distinguiendo con ese apodo a algún vecino…

En esa edición de 1992, está expresado el significado de ratón -mamífero roedor…- y concluye con “…de biblioteca. Fig. Erudito que con asiduidad escudriña muchos libros.  Tómase por lo común en un sentido peyorativo.”  Luego, ratona -hembra el ratón- y después:

ratona– f. Arg. Ave pequeña, cuyo plumaje tiene coloración pardusca, parecida a la de los ratones de campo.  Tiene menos de 10 centímetros de longitud . Es muy vivaz e inquieta. Se alimenta de insectos y anida en huecos de paredes y cornisas”.

Digo porque lo he observado en nuestro refugio –Los Amores-, que nos sorprendió una ratona con su nido en el hueco del esqueleto de una cabeza de equino que habíamos colocado cerca del asador –poco usado en ese tiempo de verano- y evidentemente, esa inquieta e inquietante tacuarita sabía dónde estarían mejor protegidos sus pichones.

Varias generaciones usaron el mismo nido…

En aquella edición del Diccionario de la Academia, está incluida la palabra “tacuara. Arg. Bol. Chile y Urug. Planta gramínea, especie de bambú de cañas largas muy resistentes”; sigue “tacuaral m. Arg. Y Chile. Terreno poblado de tacuaras.” Luego tacurú. (de or. guaraní) Especie de hormiga pequeña. ║ 2. Arg. y Par. Cada uno de los montículos cónicos o semiesféricos de tierra arcillosa, de cerca de un metro de altura, que se encuentran en gran abundancia en los terrenos anegadizos del Chaco, y que en su origen fueron hormigueros.

¿Y la tacuarita?… ¿Hasta allí, todavía no llegó?… ¿O sí…?

En diccionarios enciclopédicos de la Argentina, está incorporada desde mediados del siglo veinte:  [10]

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

 

 

 

[1] Sánchez Garrido. Indagación de lo argentino. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, diciembre de 1962, p. 71.

[1]  Marías, Julián. Obras VII – Madrid, Ediciones Revista de Occidente, 2ª ed. 1970, p. p. 637-638.

[2] Personalmente estimo conveniente distinguir como idioma castellano al que se refieren estas aproximaciones; porque entre los españoles hablan otros idiomas: el catalán, gallego, vascuense… que como destacan en las respectivas regiones, no son dialectos, son sus diferentes idiomas.  El párrafo que fue reiterado por Sánchez Garrido, pertenece a: Alonso, Amado. El descubrimiento de América y el idioma. (“Humanidades”, tomo XXX, editado en La Plata, capital de Buenos Aires, 1944-1945.)

[3] Diez Rodríguez de Albornoz, Raquel. El perfil de la lengua periodística – Aproximación a la norma culta argentina. Santa Fe, Fundación Banco Bica, Colección “La Región”, 1989, p. 17.  La autora nació en Santa Fe el 20 de enero de 1922. Egresó como profesora superior de la Alianza Francesa de Santa Fe, como profesora de francés de la Universidad Nacional de Córdoba y como profesora de Castellano, literatura y latín del Instituto Nacional del Profesorado de Paraná (Entre Ríos), recibiendo la Medalla de Oro.   Se ha destacado por sucesivos trabajos de investigación y por acciones solidarias.  Ha recibido varias distinciones, entre ellas el Premio “Alfonsina Storni” (1985), “Santa Clara de Asís” (1986), es una “Ciudadana Ilustre”…  Sus notas han sido publicadas en diarios de Buenos Aires y de distintas localidades.  En el suplemento escolar del diario “El Litoral” de Santa Fe publicó La historia de tu lengua y también en la revista Gaceta Literaria  publicada periódicamente por la ASDE (Asociación Santafesina de Escritores). Ejerció la docencia en el Colegio Nacional Simón de Iriondo, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral. Siendo  profesora de Castellano -Lengua y Literatura- en la Escuela Nacional de Comercio “Juana del Pino de Rivadavia” de la capital santafesina, donde también desempeñó cargos directivos, he tenido el privilegio de compartir actividades educativas en una aproximación al arte de vivir y convivir.  Después de su jubilación, fue asesora técnica en el área de Lengua del Ministerio de Educación y Cultura de la provincia de Santa Fe, hasta 1980

[4] Diario El Litoral. Santa Fe de la Vera Cruz, jueves 3 de octubre de 1986, p. 3. Título: “Opiniones de Julián Marías (n.1914), un pensador siempre de actualidad” (tres columnas, con foto). Comentario acerca de la conferencia pronunciada en el salón principal de la Bolsa de Comercio de Rosario, refiriéndose a “Un secreto hispánico: la ilusión”.  En diálogo con periodistas, “acerca del tema de la ‘desigualdad social’, Marías opinó que aquélla ‘debe existir para evitar el estancamiento, la paralización y para motivar la creación’, pero opinó que sí hay dos tipos de desigualdad que son injustas: ‘la de la oportunidad y la de la ley’.”   Desde su punto de vista, “Los argentinos deberían tener confianza en sí mismos, siempre que lo deseen, como la fórmula general para que esta Nación pueda volver a tener gravitación en el mundo, en todos sus aspectos”. /…/ “Si la Argentina agrega esa confianza al entusiasmo que tiene su gente, su juventud, tendrá el camino abierto para volver a ser una potencia internacional”.

[5] Marías, Julián. Obras VII  Ob., cit., p. 619.

[6] Ibídem, p. 622-627.

[7] Ídem, p. 629-631.  Es oportuno reiterar otras conclusiones de Julián Marías: “La palabra ‘vigencia’ es un término técnico de la sociología de Ortega, que encuentro difícilmente sustituible. Su origen etimológico es claro: vigencia, en el uso normal de la lengua, es el estado o condición de lo vigente; lo vigente ‘tiene vigencia’ o ‘está en vigencia’; y lo vigente, vigens, es quod viget, lo que está bien vivo, lo que tiene, por tanto, vigor, y en un sentido secundario lo que está despierto, en estado de vigilia o vigilancia.  En español, la palabra vigencia se usa sobre todo en lenguaje jurídico una ley vigente es una ley que está en vigor que tiene ‘fuerza de ley’ que actualmente obliga; esa misma ley pierde su vigencia cuando ya no tiene esa fuerza o vigor”… (p.634)

[8] íd. p. 639-640.

[9] íd. p. 643-644.

[10] Diccionario Enciclopédico “FIDES”. Buenos Aires, Editorial FIDES, 1961. Después de “tacuarí” –“voz guaraní, Arg. Caña chiquita, hueca, muy delgada y de dos metros de altura”; de Tacuarí – “Río del Paraguay, afluente del Paraná… curso de 80 km. En sus orillas vencieron en 1811 los realistas a las tropas argentinas mandadas por Belgrano…”  está incluida: “Tacuarita. F. ratonera, ave.”

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