Luis Braille nació el 4 de enero de 1809, en Coupvay, Francia. Fue bautizado en la Iglesia Saint Pierre de esa localidad. Desde los tres años, no tuvo visión como consecuencia de una accidental herida con la punta de una lezna, herramienta usada generalmente por los zapateros.
En 1819 ingresó en la Institución de Jóvenes Ciegos de París para aprender a leer y escribir con un sistema de letras comunes en relieve aplicado desde 1775 por Valentín Haüy. Braille tenía trece años cuando señaló algunas deficiencias en ese sistema y comenzó a imaginar otro método. Seis años después, el militar Charles Barbier, en 1827 inventó la sonografía para que los soldados pudieran leer las claves secretas impresas con líneas y rayas en relieve y lo presentó en el Colegio de la Institución Real para Niños Ciegos de París.
Braille primero fue ayudante y luego docente. En 1830 comenzó a experimentar su original sistema de identificación de las letras y números elaborado cinco años antes mediante 6 puntos perforados ubicados en distintas posiciones que generaban 64 combinaciones a los fines de reconocer letras y otros símbolos.
En 1895 se idearon las primeras máquinas de escribir en Braille.
El talentoso Luis falleció el 4 de enero de 1852 en el Instituto Nacional de Jóvenes Ciegos de París.
Es oportuno tener en cuenta que en 1941, en la Argentina comenzó a funcionar la Editora Nacional Braille y su primer director fue el escritor Alejandro Ruiz Guiñazú.
Señales insoslayables…
Luis Braille, cuando promovía la enseñanza de la lectura mediante su sistema, reiteraba esta advertencia:
“El acceso a la comunicación en su sentido más amplio es el acceso al conocimiento y eso es de importancia vital para nosotros si no queremos seguir siendo despreciados o protegidos por personas videntes compasivas.
No necesitamos piedad ni que nos recuerden que somos vulnerables. Tenemos que ser tratados como iguales, y la comunicación es el medio por que podemos conseguirlo.”
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.