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22-11-1786 – Nacimiento de Estanislao López

Sinopsis: Aproximación histórica: Vínculos entre el General San Martín y el Brigadier Estanislao López. Correspondencia y anécdotas. Poema dedicado a “Estanislao López”.

 

Sea la palabra, una vez más, el vínculo entre el ayer y el hoy.

Escribió la historiadora Josefa Catalina Pistone acerca de “El encuentro histórico de San Martín y Estanislao López”.

Aquí, una aproximación a lo expresado en aquella nota:  [1]

Desde febrero de 1823, San Martín estuvo en “su chacra de Los Barriales”, ubicada a ocho leguas de la ciudad de Mendoza.  En Guayaquil se había encontrado con Simón Bolívar y no se ha encontrado documento que aluda concretamente a ese diálogo que como  reiteró Caty, “según el Dr. Enrique de Gandía, ‘el motivo –de tal entrevista- fue sólo darse un abrazo entre dos libertadores’…”  [2]

En octubre de 1823, “el capitán Manuel Guevara, que llegaba de Buenos Aires”, traía una carta del Brigadier Estanislao López, “bajo las más serias responsabilidades, a un oficial santafesino en la posta de la Candelaria”.  [3]

El coronel Olazábal visitó al gobernador santafesino al día siguiente de la entrega de esa carta y López necesitó entregarle “un papel” para que lo leyera:

“Sé de una manera positiva, por mis agentes en Buenos Aires, que a la llegada de V. E. a aquella capital, será mandado juzgar por el gobierno en un consejo de guerra por oficiales generales, por haber desobedecido sus órdenes en 1819 haciendo la gloriosa campaña a Chile, no invadir a Santa Fe, y la expedición libertadora del Perú.

Para evitar este escándalo inaudito, y en manifestación de mi gratitud y del pueblo que presido, por haberse negado V.E tan patrióticamente a concurrir a derramar sangre de hermanos con los cuerpos del ejército de los Andes que se hallaban en la provincia de Cuyo, siendo el honor de asegurar a V. E. que a su solo aviso lo esperaré con la provincia en masa en el Desmochado para llevarlo en triunfo hasta la plaza de la Victoria.

Si V. E. no aceptarse esto, fácil me será hacerlo conducir con seguridad por Entre Ríos hasta Montevideo”.  [4]

Se ha reiterado que cuando el coronel Manuel de Olazábal le entregó esa nota, San Martín dijo:

“No puedo creer tal proceder en el gran pueblo de Buenos Aires. Iré, pero iré solo, como he cruzado el Pacífico, y estoy entre mis mendocinos.  Pero, si la fatalidad así lo quiere, yo daré por respuesta mi sable, la libertad de un mundo, el Estandarte de Pizarro, y las banderas que flotan en la Catedral, conquistadas con aquellas armas que no quise teñir con sangre argentina. ¡No! ¡Buenos Aires es la cuna de la libertad!” [5]

Luego, estando el gobernador en Rosario desde el día de su cumpleaños –26 de noviembre- hasta el 15 de diciembre de 1823, “le reiteró el ofrecimiento al Gran Capitán”, según lo expresado por Catalina Pistone.

Unos años después, San Martín envió una carta a Tomás Guido y relataba:

“López en el Rosario me conjuró a que o entrase en la capital argentina.  Más aquí de Don Quijote.  Yo creí que era de mi honor el no retroceder y al fin esta arriesgona me salió bien, porque no se metieron con este pobre sacristán.”

Más allá de las palabras, esas notas reflejan las ejemplares actitudes de dos hombres que sabían cuáles eran las armas que utilizaban sus enemigos y eran prudentes en el uso de las suyas, cuando invocaban los valores de la libertad y de la justicia en cualquiera circunstancia.  [6]

“A Estanislao López”

………………………………………………….

Pero a solas y en calma

el estadista piensa en pedestales

de gloria para el pueblo.

Y los cimientos abre.

Y busca los obreros

de una Constitución que los resguarde.

Algo de cielo le ilumina el alma

al luchador pensante…

Y aunque el destino le negó que viera

la Carta Magna que soñó anhelante,

palpita en ella con calor de vida.

 

Su estrella rondará relampagueante

donde existe el laurel y la epopeya,

será el Patriarca que  partió una tarde

con la bandera tricolor al pecho

hacia la pampa azul de lo insondable.

 

(Fragmento del poema «A Estanislao López»

por Soledad Angeloni de Lissa).

 

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea de Fontanini.

[1] Diario El Litoral. Santa Fe de la Ver Cruz, jueves 17 de agosto de 1995, p. 6.  Caty solía firmar sus escritos así: “J. Catalina Pistone”.  Sabido es que nació en Santa Fe el 1º de enero de 1930; hija de María Coniglo y Francisco Pistone.  Tuvo dos hijas: María de los Ángeles Dagatti de Fernández y María Cristina Dagatti de D’Anna.  Esposa del escritor Jorge Alberto Hernández. Fue la primera mujer de Santa Fe que ingresó en la Junta Provincial de Estudios Históricos (1975) y luego designada Presidenta. Miembro Correspondiente en la Academia Nacional de Historia (1991).

[2] Cita la autora de la nota: Enrique de Gandía. “La independencia de América y las sociedades secretas”. Santa Fe, Ediciones Sudamérica, p. 256, 1994.

[3] Leyó Caty antes de escribir ese párrafo, lo expresado por el historiador José Luis Busaniche, citado también por el doctor José Carmelo Busaniche en  Hombres y Hechos de Santa Fe; Santa Fe, Edic. Colmegna, p. 26-28.

[4] Citó la autora J. C. Pistone de Hernández: Andrés A. Soberano. “San Martín y Estanislao López”. Santa Fe, Separata de la Revista de la Universidad Nº 90, Apéndice Documental Doc. Nº 17, p. 89. Cfr. Busaniche, J. C. ob. Cit. p. 27.  Necesito destacar la labor de investigación histórica realizada por Andrés Atilio Roverano –Coco-, director del Archivo General de la Provincia hasta su fallecimiento en el otoño de 1978. Desarrolló una tesonera labor de fichaje de documentos y reunió los Papeles de Estanislao López¸ en tres volúmenes que fueron editados en distintas circunstancias. Desde la Dirección del Archivo, con tal dedicación, sirvió a quienes estaban interesados por conocer “algo más” sobre la historia hispanoamericana.   En ese tiempo, Caty había viajado a España para avanzar en algunos estudios y al regresar, cesó el reemplazante provisorio y ella asumió la Dirección de ese servicio, hasta su jubilación.

[5] Reitera la autora J. C. P. de H., que el texto pertenece a la obra citada precedentemente.

[6] No ha sido por casualidad que el general San Martín legara su sable al Brigadier General don Juan Manuel de Rosas –según algunos historiadores “el tirano”, “el déspota”-, para otros “el federal”, “el defensor de la soberanía nacional”.  Tampoco fue por casualidad que después del fallecimiento del Brigadier López el 15 de junio de 1838, su amigo don Juan Manuel Ortiz de Rosas haya sido quien dispuso cómo sería la lápida de mármol blanco, con qué inscripciones, para cubrir el lugar donde reposara el tenaz defensor de la Provincia Invencible desde 1818 hasta 1838, electo y reelecto para ejercer el gobierno en esa etapa inicial de la organización política del vasto territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, cuando los gobiernos de Buenos Aires acosaban a los santafesinos con frecuentes invasiones, con saqueos e incendios…

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