A fines de enero de 1813 comenzó a sesionar la Asamblea Constituyente y desde entonces no se nombraba al rey de España en los documentos del Río de la Plata, se empezó a usar el escudo acuñado por esa asamblea, un sol flamígero, el gorro frigio y los laureles y el celeste y blanco distinguió a la nueva bandera. Aunque en el interior del territorio los acontecimientos de mayo de 1810 tuvieron amplia repercusión, las mayores dificultades se presentaron debido al acoso de naves extranjeras en el río de la Plata.
Así fue como el valiente coronel José de San Martín avanzó hasta las costas del río Paraná y a pesar de la alta temperatura en la región litoral, necesitó mantener a su tropa alerta ya que al amanecer del 30 de enero de 1813, habían fondeado las embarcaciones de los realistas frente al monasterio de San Carlos, conocido actualmente como el Convento de San Lorenzo. Había sido apoyado por el comandante militar de Rosario Celedonio Escalada, quien le proveyó una caballada vigorosa y en esa posta se encontró con William (Guillermo) Parish Robertson, un inglés que junto a su hermano John (Juan) llegaron hasta el Paraguay.
Han insistido en que Guillermo Parish -a quien otros nombran Guillermo Robertson- fue un viajero, pero por documentos en archivos oficiales se sabe que ha sido un servidor de los intereses británicos, ya que intervino directamente en diversos trámites con motivo del primer empréstito nacional gestionado por el recordado Bernardino Rivadavia.
San Martín, recién llegado a ese lugar, ordenó que sus granaderos formaran en el patio; aproximadamente a las cinco y media de la tarde dos pequeñas formaciones del enemigo -aproximadamente doscientos cincuenta personas- ascendieron por el camino principal y a partir de ese momento, ordenó al capitán José Bermúdez que mandara en el primer escuadrón y él quedó al mando del segundo. En aquella circunstancia, la caballería se desplazaba con seguridad y sable en mano enfrentó al enemigo pero al caer muerto el caballo de San Martín, le apretó una de las piernas y alrededor suyo se generó una brutal lucha cuerpo a cuerpo, con armas blancas. En consecuencia, el coronel fue herido en el rostro; el granadero Baigorria al ver que un español intentaba matarlo con su bayoneta, lo atacó con su lanza mientras el soldado Juan Bautista Cabral bajó de su caballo y ayudó a su jefe a levantarse. Enseguida él también fue herido y han reiterado que al morir exclamó: “¡Muero contento… hemos batido al enemigo!”…
El alférez Bouchard mató al abanderado de las fuerzas realistas y le arrebató la bandera. Después, según han reiterado distintos historiadores, Parish participó en la distribución de víveres y el canje de prisioneros; en el patio donde habían caído quince muertos y veintisiete heridos, debajo del verde pino se dispuso el coronel San Martín a redactar el parte del combate.
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.