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Francisco Antonio Cabello y Mesa (1764-1824)

De su formación en España.

Viaje a América.

Diario en Perú.

Periodismo en Buenos Aires.

“Telégrafo mercantil, rural, político… del Río de la Plata”.

Entre la competencia periodística y los vaivenes políticos.

Textos publicados en “Telégrafo Mercantil”.

Endecasílabos.

“Endecasílabos que Fileno escribe a Anfriso.

“Oda al Buen Gusto.

“Sátira.

Francisco Cabello durante las invasiones inglesas.

Retorno de Cabello a su tierra natal.

Conflictos políticos y personales.

 

Una aproximación a diccionarios enciclopédicos permite encontrar algunas señales acerca de este caballero de una y otra orilla del océano Atlántico:  [1]

“CABELLO y MESA (FRANCISCO) – Militar y periodista español.  Fundó en 1801 El telégrafo Mercantil, primer periódico que vio la luz en Buenos Aires, suspendido al siguiente año.  Murió Fusilado en Sevilla a consecuencia de su actuación política.”

De su formación en España…

En otras enciclopedias editadas en idioma castellano no hay dato preciso acerca de su nacimiento y se indica el año 1764, en España.  También es sabido que fueron sus padres doña María Úrsula y Vicente Cabellos y que Félix María era su hermano. Estudió Filosofía y Leyes en las universidades de Toledo y de Salamanca.  Esa formación lo impulsó a realizar diversas traducciones.  Se inició en el oficio periodístico en Madrid, integrándose al Diario curioso, erudito, económico y comercial que luego fue reconocido como “Diario de Madrid”.

Se ha reiterado que Francisco Antonio Cabello y Mesa fue uno de los pioneros en el periodismo hispanoamericano y editó por su cuenta el primer diario. Varios autores expresan que el 1º de octubre de 1790 se distribuyó aquel ejemplar y que en la década siguiente, a partir del 1º de abril de 1801 logró editar regularmente en el entonces Virreinato del Río de la Plata, donde algunos lo conocían como militar, otros siendo abogado y profesor, también como minero y funcionario.

En aquel tiempo, aquella decisión demostraba su capacidad intelectual y su comprensión acerca de la importancia de la prensa para difundir noticias e indirectamente, ejercer cierta influencia sobre las personas

Este inquieto e inquietante español, era consciente de que el teatro constituía otro medio eficaz para difundir textos literarios y promover las expresiones artísticas y así fue como dedicó parte de su tiempo a la traducción y adaptación en verso, del texto elaborado por el escrito francés Fenelón por encargo del rey Luis XIV porque quería para la educación de su nieto. [2]

Francisco Antonio Cabello terminó ese trabajo -que para algunos carecía de valor artístico- y lo tituló “Drama histórico-trágica y político-moral: Cuánto a los jóvenes vale tener canas a su lado” y decidió dedicarlo a “doña Antonia Sanmegrain” -hija del embajador plenipotenciario de Francia ante la Corte del Rey Carlos III de España, quien en 1767 había ordenado la expulsión de los Padres Jesuitas de todas las colonias iberoamericanas-, una persona que evidentemente Cabello admiraba ya que siendo “Princesa de Llistenay” siguió elogiándola.

Viaje a América.

En el ocaso del siglo dieciocho decidió viajar hacia América y en el invierno europeo, el 12 de diciembre de 1789 se embarcó con el propósito de instalarse en la región del Alto Perú que en realidad era el lugar donde estaba prácticamente concentrado el movimiento político y económico de sur del continente.

En ese territorio, se vinculó con las personas de mayor representatividad y se casó con María Dolores Rodríguez Blanco, hija del relator de la Real Audiencia.

Diario en Perú…

En la primavera de 1790, ya había conseguido la autorización del Francisco Gil de Taboada y Lemos para poner en marcha la impresión y venta de un diario.  El primer día de octubre, usando el seudónimo Jayme Abúsate y Mesa, publicó el original “Diario de Lima, curioso, erudito, económico y comercial” pero tres meses después, con los auspicios de la Sociedad de Amantes del País comenzó a circular el diario “El Mercurio”  incluyendo aportes de destacadas personalidades y fue entonces cuando necesitó pedir apoyo a diversas autoridades, incluso a algunos europeos. Como suele suceder en distintos continentes y aún en el siglo veintiuno, el Virrey prefirió apoyar a El Mercurio descalificando al español Cabello…   Hay que tener en cuenta que crónicas posteriores han destacado que en las publicaciones de este abogado y militar español, se incluían algunos plagios porque eran temas o textos poéticos ya difundidos en diarios españoles y él no consignaba esas fuentes.

Periodismo en Buenos Aires…

Hacia el año 1800, el periodista Cabello decidió vivir en Buenos Aires y lógicamente, siguió relacionándose con personas cercanas al poder -el Virrey Marqués de Avilés y lógicamente Manuel Belgrano, secretario del Consulado- y también se acercó a la “Sociedad Patriótica”, teniendo en cuenta su reciente experiencia en Perú mientras trabajaba solo. .

El 26 de octubre de 1800, el Coronel Francisco Antonio Cabello y Mesa pidió al virrey Avilés una licencia exclusiva para editar un semanario y el 6 de noviembre de ese año, fue autorizado con la expresa indicación de que debía presentar los originales para ser aprobados por el Regente de la Audiencia antes de ser impresos.

La destacada periodista argentina Cora Cané –desde la Academia Argentina de Periodismo-, ha expresado que en “el permiso firmado por el Virrey” están agregados “sus datos personales ‘abogado, 37 años natural de la provincia de Extremadura, Coronel del Regimiento Provincial Fronterizo de Infantería de Aragón en los Reinos del Perú, Protector General de los Naturales de la Frontera de Xauxa, Letrado de la Real Audiencia de Lima, incorporado por S.M. con los de su Real y Supremo Consejo de Castilla’, según se ufanaba- el de ‘primer escritor periódico de estas provincias y Reyno del Perú.’ Temperamental, arbitrario, polémico, era Cabello y Mesa un personaje singular dentro de la adormecida y polvorienta sociedad de la colonia. Muchos lo admiraban; otros le temían y no faltaban los que, entre las contradanzas y el rapé en una reunión comentaban burlonamente sus veleidades.”

“Telégrafo mercantil, rural, político… del Río de la Plata”

“…tea que alumbra en el siglo nuevo que nace”.

El 1º de abril de 1801 logró que en la imprenta de los Niños Expósito terminaran la edición del primer ejemplar de “Telégrafo mercantil, rural, político-económico e historiográfico del Río de la Plata” que se distribuía quincenalmente.  Fue otro fracaso y como reaccionó rechazando a la sociedad porteña, terminó siendo censurado hasta perder la licencia para tal empresa.

Son interesantes otros apuntes de Cora Cané referidos al momento de aquella primera edición: “Lo acompañaban los dos tipógrafos de la Imprenta Real de Niños Expósitos y el apoyo de 146 suscriptores de Buenos Aires y 100 de otros pagos, de los cuales 25 eran de Montevideo, El número constaba de 16 páginas, de las cuales 8 iban ‘de yapa’, según a lo prometido en Análisis, con la lista de nombres, títulos y cargos de los que habían creído en la utilidad del periódico, cuyo tiraje era de 300 ejemplares. La obstinación de don Francisco le había ganado muchas simpatías. No faltó un cura que en misa dominguera desde el púlpito lo pusiera como ejemplo de valor y de patriotismo, e invitó a orar por el éxito del periódico, diciendo:  ‘Y el milagro se hizo…’

Entre la competencia periodística y los vaivenes políticos…

En septiembre de 1802 se empezó a publicar el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio de Hipólito Vieytes y ya con otro competidor, Cabello optó por el trabajo judicial con miras a desempeñar algún cargo en la pertinente administración dependiente del Cabildo.

En el Telégrafo Mercantil -como se lo nombraba entonces-, publicaban sus escritos Domingo de Azcuénaga, Juan José Castelli, Luis José Chorroarín, Juan M. Lavardén, Julián de Leiva entre otros cronistas de la colonial comarca.

Francisco Antonio Cabello en su diario incluía algunas estrofas que él elaborada y firmaba con el seudónimo Narciso Fellobio Cantón, hasta que los aires primaverales lo impulsaron a escribir versos con un tono casi intolerable y tras inmediatas críticas el virrey firmó la orden de suspensión de la licencia a partir del 17 de octubre de 1802.  [3]

Textos publicados en “Telégrafo Mercantil”…

La profesoras Amelia Sánchez Garrido seleccionó para un trabajo de investigación diversos textos que fueron publicados en aquel periódico y es interesante reiterar aquí algunos:  [4]

Endecasílabos…

“Endecasílabos que Fileno escribe a Anfriso

quejándose de la temprana muerte de su amada Aminta.

 

Que doncellas casadas

se pongan a desnudar

a presencia de mil hombres

cuando se van a bañar:

lindo ejemplar.

Que Porcia impida a su hija

el que se pueda sentar

junto a Blas, y que en el río

se entre abrazada con Blas:

lindo ejemplar.

 

Que Fátima chille y brinque

si algún pescadito va

a picarla y que enmudezca

cuando la pellizca Juan:

lindo ejemplar.

 

Finalmente que en el río

(cual si fuese un lupanar)

hombres, mujeres y niños

se echen juntos a nadar:

lindo ejemplar.

 

De orden del excelentísimo señor virrey, el Cuerpo de Voluntarios de la Infantería, a las seis de la tarde de todos los días de Baños en el Río mandará al Piquete con un oficial, un sargento, un cabo y seis soldados.”

 

Eugenio del Portillo colaboraba enviando sus versos y firmaba con el anagrama “Enio Tulio Grope” y en una edición publicaron:

“Oda al Buen Gusto

De lo hermoso y bello

creador activo.

Gran reformador

de tanto delirio

a quien el primor

es todo debido.

La ardua epopeya

y el Estro Lírico

la Escena y el Drama

al gusto pulido

con áticas sales

le adeudan su brillo.”

Juan M. Lavardén, publicó su…

“Sátira

Porque ello es cierto, que: el poeta nace

y el que no lo sacó del menudillo

en vano la mollera se deshace.”

(Algo que también en el siglo XX hay que tener en cuenta…)

 

Francisco Cabello durante las invasiones inglesas…

A fines de julio de 1806 ya estaba preparada la primera invasión inglesas comandada por el inglés Guillermo Carr Beresford y  tras la invasión del 6 de agosto trascendió que Cabello había estado cerca de ellos no como espía -según su argumento-, sino como defensor de los ingleses que habían sido detenidos.   Sin amigos que pudieran apoyarlo, al producirse en 1807 la segunda invasión, decidió presentarse como voluntario para integrar las fuerzas que defendieron a Montevideo: fue herido en combate y después de la toma de esa ciudad, como prisionero fue enviado a Inglaterra.

Retorno de Cabello a su tierra natal…

Sabido es que fueron adversarios los ingleses y los españoles, pero se unieron en contra de Napoleón y así fue como tras la firma del tratado del 2 de mayo, Cabello regresó a su tierra natal.  Allí siguió combatiendo con las armas que conocía: el periodismo y desde las filas del ejército.  Publicó una carta titulada “Instrucciones político-militares para el soldado y el pueblo” –tendiente a promover la obediencia de la Junta de Sevilla invocando a Dios, al Rey y a la Patria.  Participó en la “batalla de Bailén” donde también luchó el joven soldado José de San Martín… Tras ese triunfo, la derrota final cuando llegó José I -hermano de Napoleón Bonaparte- y declarado rey de España  a pesar de algunas guerras de guerrillas logró imponerse en todo el territorio.

Conflictos políticos y personales…

En esas circunstancias, Francisco Cabello ya estaba relacionado con grupos que apoyaban a la nueva autoridad y así fue como mientras se preparaba una misión hacia América para informar sobre tales cambios, es interceptada una carta donde estaba el nombre del abogado-periodista entre quienes integrarían tal delegación. Por tales servicios, mediante un decreto real le fue concedida la Orden Real de España  y estuvo en Almadén dedicándose a escribir -terminó el drama titulado La Inquisición en 1811- y también a la minería hasta el año siguiente.  Otro giro en las posiciones políticas en España y debió partir hacia Francia en 1813, donde siguió difundiendo sus trabajos y provocando mayores conflictos porque entre críticas y elogios terminaba Cabello sumando más adversarios.

El giro de 1814 cuando retornó Fernando VII al trono español y posteriores cambios determinaron que Cabello se quedara en Francia hasta que anunciada la amnistía, escribió a las autoridades contándoles su historia y fue en esa época, cuando publicó las tablas bilingües -castellano y  francés- que significaron  la posibilidad de ser nombrado catedrático de “Lengua, Historia y Legislación Española” en un Colegio Real.  [5]

Imprimió una polémica novela del escritor francés Jean Francis Marmontel (1723-1799), con el título en castellano “Los Incas o la destrucción del Imperio del Perú” editada en 1822 -luego reeditada en Barcelona en 1837- y una vez más fue criticado porque en esas páginas se destacaban las aberrantes actitudes de la Inquisición.

(Acerca de Les Incas ou la destruction de l’empire du Pérou publicada en París, Chez Lacombe, 1777 y con cincuenta reediciones, ese año fue traducida al inglés, al año siguiente al italiano, al alemán en 1783 y luego en forma de ópera en inglés… el cual mereció en su momento cerca de 50 ediciones y una difusión universal gracias a su traducción al castellano (1822), al inglés (1777), al italiano (1778), al alemán (1783), a más de la adaptación al inglés, en forma de ópera.

Podrían ser válidas para el caso de Marmontel en el Perú la que señaló M. Defourneaux sobre la suerte del mismo autor en España (1), quien afirma que sus tres obras más significativas y que le dieron fama: su novela Belisario, los Cuentos Morales y Los Incas fueron rigurosamente condenadas por la Inquisición, pero no obstante suscitaron los juicios más favorables y entusiastas en una minoría ilustrada de autores españoles.

 

Sabido es Francisco Antonio Cabello y Mesa, falleció en 1824…

 

(Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.)

[1] Diccionario Enciclopédico FIDESTomo I – Argentina, Buenos Aires, Edit. FIDES, 2ª ed. 1963.

[2] Francisco de Salignac de la Mothe Fenelón  (1651-1715) era un escritor francés.  Es oportuno reiterar algunas de sus afirmaciones: “La guerra es un mal que deshonra al género humano”. #  “Posiblemente toda la vida no es más que un sueño continuo; es posible que el momento de la muerte sea un despertar repentino”.

[3] Sabido es que en 1914 apareció una primera reproducción facsimilar de la colección completa del Telégrafo. Y casi noventa años más tarde, recién hace un mes, la revista Historia, de Buenos Aires, editó otra reproducción facsimilar, si bien solamente del número inicial.

[4] Sánchez Garrido, Amelia. Indagación de lo argentino. Buenos Aires, Ministerio de Educación y Justicia, Ediciones Culturales Argentinas, diciembre de 1962, p. 18-21.

[5] Algunos datos mencionados en esta aproximación biográfica fueron incluidos en una página de internet difundida por Pablo Rodríguez Leirado, quien alude al material desarrollado por la Dra. Mónica P. Martín y “a la voluntad del Dr. Mariano Rodríguez Otero.

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