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Dr. Ángel Ossorio y Gallardo (Madrid, 1873- Buenos Aires, 1946)

Tras la guerra civil española.

De su prédica insoslayable.

Su presencia en Santa Fe de la Vera Cruz.

Evocación desde Esquel.

Decálogo del Abogado.

 

“No hay carpintero sin banco, ni zapatero sin lezna, ni militar sin uniforme, ni sacerdote sin sotana”.

Ángel Ossorio y Gallardo.

 

 

El doctor Ángel Ossorio y Gallardo, nació en Madrid el 20 de junio de 1873.  Destacado jurisconsulto, fue ministro del rey Alfonso XIII. En el lapso 1930-1933, fue Decano  del “Ilustre Colegio de Abogados” de Madrid.

Distinguido diplomático, en 1938 llegó a la capital federal argentina para desempeñar las funciones de Embajador de la República Española.

Tras la guerra civil española…

Tras el avance de las fuerzas falangistas en la región de Cataluña se generó un éxodo de familias de republicanos hacia los Pirineos y soportando bajas temperaturas aproximadamente cuatrocientos mil personas lograron cruzar la frontera para buscar refugio en Francia, y han calculado que un diez por ciento de ellos ya estaban decididos a emigrar hacia la promisoria América.

Esa emigración por razones políticas se apoyó en algunos casos en la posibilidad de compartir con familiares ya residentes en países americanos y en otros, con la esperanza de seguir desarrollando actividades artísticas o profesionales que no podrían continuar en aquella España fragmentada.  Sabido es que en la ciudad de Buenos Aires, los abogados, escritores, músicos, poetas… fácilmente se integraron con distintos grupos en los lugares donde era costumbre realizar actos y  recitales.  [1]

La situación del doctor Ángel Ossorio y Gallardo era diferente porque era un español que había llegado al país como representante diplomático y el 26 de febrero de 1939 dejó la Embajada cuando ya flameaba la bandera monárquica en la sede de la Capital Federal.  Viajó a Chile y por sus conocimientos, cordialidad y talento logró generar sucesivos vínculos.

Retornó luego a la Argentina y era frecuentemente invitado por instituciones oficiales y privadas para pronunciar conferencias en distintas localidades.  Fue profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de la Plata, capital de la provincia de Buenos Aires.

Vivió en la ciudad de Buenos Aires hasta su fallecimiento en 1946.

De su prédica insoslayable…

No ha sido por casualidad que el ilustre maestro, expresara:

“El hombre sólo no vale nada o vale bien poca cosa”.  [2]

 

Acerca de la libertad de pensamiento y de conciencia, dijo:

“De nada sirven la economía más fértil, ni las ciencias más avanzadas, ni las artes más depuradas, ni la más aquilatada cultura, ni las más dilatadas conquistas territoriales, si el hombre no goza de la libertad de su conciencia y de su pensamiento, si no es enteramente dueño de su hogar, si no posee pacíficamente su hacienda, si no encuentra garantías de sus desavenencias y discordias con leyes justas y jueces probos e independientes. El patrimonio principal del hombre es su dignidad, y no hay dignidad segura sin justicia que la ampare”.  [3]

 

En uno de sus discursos destacó que:

“…si en la Argentina ha habido valientes soldados del derecho, no han sido abogados, sino hombres tan bien definidos como Rivadavia, Sarmiento y de la Torre…”

Su presencia en Santa Fe de la Vera Cruz.

El doctor José Rafael López Rosas -abogado, periodista, escritor, poeta-, escribió acerca de “españoles ilustres que visitaron a Santa Fe” y destacó que “en plena guerra mundial, nos visitó don Ángel Ossorio y Gallardo, embajador de España en nuestro país, (sic) quien pronunció varias conferencias en nuestra Universidad y en la Facultad de Derecho versando una de ellas sobre los valores éticos de la abogacía, glosada de su tan conocido libro ‘El alma de la toga’.  El distinguido autor de ‘Cartas a una señora sobre temas de derecho político’, poseedor de un idioma y un estilo sin iguales, desbordó ex cátedra, en las tertulias santafesinas en esos días, todo el bagaje de su fina espiritualidad”.  [4]

Evocación desde Esquel.

El distinguido pampeano Julián Isidoro Ripa, nacido en Santa Rosa y recién egresado nombrado para ejercer como maestro -director, portero, ecónomo…- en la Escuela Nº 15 de Colonia Pastoril Cushamen de Chubut, llegó a ese inhóspito lugar en marzo de 1936, decidió que al mismo tiempo podía seguir estudiando y como alumno libre se trasladaba a la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz para rendir en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral.  En 1943 después de sucesivos viajes y de aprobar todos los exámenes, egresó como Abogado en 1943. Al final de su libro Recuerdos de un maestro patagónico, con el título Dejo Cushamen, escribió:  [5]

“El título de abogado que tengo en mi poder me alegra y me entristece.  Me alegra porque abre ante mí nuevos horizontes; porque en adelante me permitirá realizar mis más caros sueños: ejercer el duro y áspero ejercicio de pedir justicia, como me lo ha enseñado un texto maravilloso que en estos días constituye mi continua lectura: El alma de la toga de Angel Osorio y Gallardo”…  

 

Decálogo del Abogado

Han difundido distintos Decálogos y en esta aproximación a la trayectoria del doctor Ángel Ossorio y Gallardo, es oportuno reproducir el que elaboró consciente de que no “todos” quienes ejercen “el Derecho” están bregando por “la Justicia”…

Leer, releer es sólo informarse si no hay una firme voluntad de obrar en concordancia con la ética.

Aquí, el Decálogo que refleja “el decir”, “el deber” y “el hacer” del distinguido diplomático, del admirado ¡maestro!… porque así como tuvo incontables alumnos, logró establecer lazos perdurables con sus discípulos.

 

  1. No pases por encima de un estado de tu conciencia.
  2. No aceptes una convicción que no tengas.
  • No te rindas ante la popularidad ni adules la tiranía.
  1. Piensa siempre que tú eres para el cliente y no el cliente para ti.
  2. No procures nunca en los tribunales ser más que los magistrados pero no consientas ser menos.
  3. Ten fe en la razón que es lo que en general prevalece.
  • Pon la moral por encima de las leyes.
  • Aprecia como el mejor de los textos el sentido común.
  1. Procura la paz como el mayor de los triunfos.
  2. Busca siempre la justicia por el camino de la sinceridad y sin otras armas que las de tu saber.

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He leído las cartas que me envió el maestro  Julián Isidoro Ripa desde Esquel (Chubut) en la Patagonia argentina y también su libro reiterando recuerdos de aquellos años de continuos desvelos para educar a niños de la colonia de aborígenes en Cushamen que carecían de recursos; mientras estudiaba Derecho como alumno libre en la Universidad Nacional del Litoral y viajaba hasta Santa Fe de la Vera Cruz para rendir en los pertinentes turnos, regresando al sur donde era imprescindible seguir trabajando de sol a sol.

Después, leí sus Recuerdos de un abogado patagónico y me conmovió esa alusión al “salto al abismoen Esquel el 17 de agosto de 1943” con insoslayable incertidumbre porque necesitó escribir:

“Y aquí estoy, ayudando a bajar de un viejo camión, los modestos muebles, los claveteados cajones que contienen todo mi patrimonio.  Tengo que empezar de nuevo. Como hace siete años en el rancho que era la escuela 15, afronto, ahora, una vida nueva”…

He observado pasar a un privilegiado personaje que con mínimos esfuerzos a los veinte años ya había logrado ser titular en una de las máximas jerarquías presupuestarias y que tres años después, debiendo cumplir cuarenta horas semanales fue logrando avanzar en sus estudios de Derecho en una universidad privada hasta lograr más títulos y la difusión de esos logros incluyendo valoraciones y fotografías…

          He visto hasta lo que no quería ver.

                   He leído lo que absurdamente fue escrito.

                            Hace tiempo “se esfumaron las señales

                                     …el viento amigo, borró todos los signos”.[6]

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Por algo, en la “Cofradía de los Duendes” insisten en que

                            la Argentina es el País de los Contrastes

                                     y Santa Fe de la Vera Cruz

                                              es la Ciudad de los Contrastes.

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Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

 

10 de mayo de 2006. Incluido en el CD “Del vivir y vibrar”.

SEPA (Servicio de Educación por el Arte)

Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini.

Donación a Bibliotecas de escuelas de enseñanza media de la ciudad.

Acto en “Centro Comercial de Santa Fe” Hora: 19:30.

San Martín 2819.

Santa Fe de la Vera Cruz (República Argentina)

[1] Entre los abogados que debieron soportar el exilio tras el final de la guerra civil debido a decisiones adoptadas por el General Francisco Franco, en Buenos Aires suelen recordar al Dr. Niceto Alcalá Zamora -ex presidente de la República Española, profesor de Derecho Procesal-,  Dr. Luis Jiménez de Asúa, especializado en Derecho Penal como el doctor Francisco Blasco y Fernández… # El Dr. José Rafael López Rosas, recordando a los españoles exiliados que estuvieron en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, capital de la provincia de Santa Fe, acerca de”don Niceto Alcalá Zamora” escribió: “Hombre de derecho, alternador con la literatura, pronunció en el paraninfo de la Universidad una estupenda conferencia; pieza inolvidable, no sólo por los conceptos de derecho político y constitucional que vertió, sino también por la galanura de su decir.  Prosa de pura cepa cervantina, sin rebuscamientos barrocos ni altisonancias, atrapó a todo un auditorio que, al alejarse, llevaba aúnen sus oídos el cautivante murmullo de sus palabras”.  (En De la discordia y la melancolía, ob. cit., p. 315.)

[2] Ossorio y Gallardo, Ángel. Derecho privado, Buenos Aires, 5ª ed., 1955, p. 85.

[3] Ossorio y Gallardo, Ángel. La justicia. Buenos Aires, EJEA, “Colección Breviarios de Derecho”, 1961, t. II, p. 13  Citado en publicación del Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires.

[4] López Rosas, José Rafael. De la discordia y la melancolía.  Santa Fe de la Vera Cruz, Fondo Editorial de la Provincia de Santa Fe, Tomo 13, mayo de 1986, p. 313-314.  Libro seleccionado por la Comisión Ejecutiva del Fondo Editorial en 1981 con participación del Jurado integrado por representantes del Fondo Editorial de la Provincia Dr. Francisco G. Cervera; de la Asociación Santafesina de Escritores Dr. Julio A. Caminos y de la Sociedad Argentina de Escritores (filial Rosario) Sr. Andrés Ivern.

[5] Ripa, Julián Isidoro. Recuerdos de un maestro patagónico.  Buenos Aires, Ediciones Marymar, enero de 1980, p. 1 y 106.

[6] Del poema escrito en diciembre de 2000. Título: “Inventario de mis días” – “Repaso el inventario de mis días. / Un tercio ha sido duda y desafío. / Otro se corresponde con alegrías.  /  Del tercero se esfumaron las señales / ..el viento amigo borró todos los signos / mientras las nubes prometían la llovizna.”

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