VI – Caminos del hombre y de la Humanidad.
2001: Primavera cerca del Mediterráneo.
21-11-2001: Premio “Fundación de Santa Fe”.
7 de diciembre de 2001: “El señor de los picaflores”.
Primer viernes de diciembre de 2001…
Prólogo escrito por Antonio Requeni…
29-12-2001: rumores entre bandadas…
Gastón y sus recuerdos del fotógrafo Paillet…
2002 – Gastón Gori, su cumpleaños…
La Argentina… país de profundas contradicciones”.
04-01-2003: Dalmacio Gálvez, hombre…..
Gastón Gori con periodistas, bajo la bignonia…
Entre pájaros y memorias de la escritura…
Entre sueños, deseos y lo inevitable…
En torno a escritores y a lecturas…
Escribiría sobre la revolución del ‘76.
De escritores amigos y de libros perdidos…
Más de mil páginas manuscritas, inéditas…
Libros imaginados y sin escritura…
Otoño de 2003: turbulencia salobre…
Primavera de 2003: “El Parador” de los Saccavino…
GASTÓN y el fotógrafo Fernando PAILLET…
Semblanza de Fernando Paillet… por Gastón Gori.
Laguna “El Cristal” y “los desaparecidos” en 1837…
Otra mirada hacia Gastón Gori…
12-01-2004: evocación de Néstor Norberto Zapata…
2003: Propuesta de la Sociedad Argentina de Escritores…
Decreto Nº 3562/92 – Gobernador Carlos Reutemann.
21-05-2004: VI Premio “Juan de Garay” a Gastón Gori.
La Escuela de Longoni: más señales…
Reiteración del testimonio de Gastón, en 1989…
21-04-2004: Gastón y el “Premio ‘Juan de Garay’ 2003”
18-11-2005 : más palabras en vuelo desde Rosario…
18-11-2004: más allá del III Congreso de la Lengua…
Desde la Municipalidad de Esperanza
19-11-2004 – Gastón Gori – Esperancino.
Esperanza despidió a Gastón Gori
Gastón Gori: defensa de los montes y bosques…
Noviembre 17 – “Día de la defensa de los montes y bosques santafesinos”.
17-12-2004: intento de expresar un sentimiento…
06-02-2005: Gastón Gori, un escritor santafesino, un amigo.
02-04-2005: “Gastón Gori: El señor de los picaflores”.
GASTÓN GORI 2001-2004
VI – Caminos del hombre y de la Humanidad
2001: Primavera cerca del Mediterráneo
La Costa Brava catalana es una región donde el agitado mar es oleaje continuo y belleza de espuma que cubre las rocas cercanas a las arenosas playas.
En Blanes, conmueve observarlo desde el Jardín Mari-Murtra, donde el canto de los pájaros sigue siendo el misterioso lenguaje que nos conmueve, el vuelo de las mariposas otro indicio de la metamorfosis y de la finitud; las delicadas corolas un asombro inexplicable por la belleza de sus formas, por los colores y tonalidades, por los aromas… Caminábamos con Martita y preferíamos casi no hablar, ir lentamente por los sinuosos caminos, subir peldaño a peldaño las anchas escalinatas de rústica piedra y mirar, mirar mientras cada una dejaba que sobre la urdimbre de los recuerdos se siguiera generando la trama de las renovadas vivencias.
En aquella circunstancia, sentí una vez más la paradojal “presencia de los ausentes”, de quienes no están físicamente junto a nosotros por diferentes motivos pero siguen siendo compañeros de ruta por sus insoslayables ejemplos, hasta que llegue el momento de iniciar el último vuelo…
Así, se generaron estos versos:
Presencia de Gastón…
El aire del Mediterráneo
besó los pétalos y los estambres,
en el misterioso Jardín
donde reina el Señor de los Picaflores.
Desde cercana fronda
es el silbo del zorzal
armonía en el concierto matinal
añoranza en tierra de Esperanza.
Raudo vuelo de gaviotas
mece al aire que no tiene dueño
y suspendido en él
explora el colibrí su territorio.
Allá en el sur
sigue su camino el hombre
que no quiso coronas
ciñendo su frente.
A su lado, mujer poesía,
mujer roca, mujer suspiro
con manos aladas
completa las señales vespertinas.
Allá en el sur
sigue su camino
el carpintero soñador,
el cóndor sin fronteras.
II
Acá en el norte, allá en el sur,
latido acelerado ha sido
el adiós del último hachero
y tierra sin árboles, es tierra sin nidos.
El Océano, oleaje sin límites,
ruge con su misterio insondable.
Unos dicen que separa
otros creen que une.
El aire, ruta invisible,
Es cómplice de aceleradas migraciones.
Más allá de lo visible
Están las promesas y los sueños.
III
Acá en el Sur
caen los pétalos, es otoño.
Elocuente silencio
delata inevitables ausencias.
Reposa el gato, duermen los gorriones.
Tibio refugio oculta a las palomas.
Bajo los escombros del legendario horno
Atesoran víveres inquietas hormigas.
Suave brisa roza la hojarasca.
Leve llovizna salpica los cristales.
Reposan los libros en los anaqueles.
El poeta es alma que mira.
Más allá de violines y flautas
el poeta es Verdad que ilumina.
Es el Rey del Jardín de la Vida:
es el hombre… ¡el Hombre!
¡el Señor de los Picaflores!
Noviembre de 2001
Gastón Gori desde el comienzo de su labor literaria, desarrolló una continua acción de difusión cultural mediante la sucesión de fecundas conferencias en distintos ámbitos.
Su hija Mónica –”la niña de sus ojos”…- ha informado que fue convocado por autoridades de escuelas, bibliotecas e instituciones privadas de aproximadamente “cincuenta ciudades de todo el país”.
Si en cualquiera circunstancia, ese aporte es digno de reconocimiento, el mérito se proyecta con mayor potencia si se tiene en cuenta que Gastón, ha comenzado a transitar el sendero de los ochenta y siete años y que sigue estando dispuesto a brindarse generosamente en disertaciones que no necesitan de escritura previa, porque son palabras que emergen de su espíritu emotivo y de su inteligencia admirable.
Diálogo con escolares…
Gastón el 17 de noviembre cumplió ochenta y seis años. Sus familiares y sus amigos, sabemos que con entereza está enfrentando los altibajos de su enfermedad.
Durante ese mes, invitado por las autoridades de la Escuela Nº 35 “Gobernador Mariano Cabal”, participó en un encuentro realizado en la biblioteca de ese establecimiento; dialogó con los asistentes respondiendo a sus preguntas a la vez que “matizó con anécdotas que sirvieron para ilustrar sobre aspectos puntuales de su vastísima labor en el campo de las letras y de la historia.
En una parte de su exposición, previo a responder al interrogante que le formulara un asistente sobre cuál era, dentro de los libros de su autoría, el preferido, recordó que en Polonia, durante la Segunda Guerra Mundial ‘se le dio a una mujer la posibilidad de salvar su vida si ella elegía cuál de sus tres hijos debía morir. En ese momento la mujer descubrió que lo realmente doloroso no era la muerte, sino tener que elegir’.
Hecha esa aclaración, dijo al respecto que ‘mis libros son mis hijos: algunos pueden ser los preferidos del público o de los críticos, en tanto que otros describen mis alegrías y mis penas. Por lo tanto, si me dijeran que sólo puedo quedarme con uno de ellos, o que elija a uno para ser quemado, no podría hacerlo, tal como la madre no puede elegir entre sus hijos. Elijan ustedes. Yo no puedo’.”
Gastón Gori es un reconocido escritor… ¡notable maestro!
Desde El Litoral santafesino comentaron tal encuentro del escritor con sus lectores y es grato observar una fotografía donde aparece sentado, el perfil de su cabeza con reflejos plateados y sobre la pared lateral, distintas ilustraciones proponen reflexionar acerca de los símbolos y del debido recuerdo hacia quienes han sabido honrar a la Patria, tal como él lo sigue haciendo mediante actitudes coherentes y basado en la autenticidad. [1]
21-11-2001: Premio “Fundación de Santa Fe”
Sabido es que el Club Santafesino de Servicios es una institución fundada el 23 de agosto de 1985. Ha establecido el premio anual Fundación de Santa Fe representado simbólicamente en la estatuilla Juan de Garay -en bronce-, obra del escultor Roberto Favareto Forner, entregada a “personas que se han distinguido en las distintas disciplinas de la ciencia, del arte, las letras y los servicios a la comunidad.”
La presidenta Amalia Santucho de Visentín y la secretaria Imelda Heisser de Bernard invitaron al acto que se realizó el miércoles 21 de noviembre de 2001 a las 20, en el salón del Colegio de Escribanos sito en calle San Martín 1920 de la capital de la provincia. En la tarjeta de invitación está escrito: “Los galardonados al premio son: Gastón Gori / Escritor – Luis Ángel Di Nucci / Músico e Investigador. // ‘…En la suma de instantes / donde florecen las palabras / cantan las voces y en suave / melodía se esparcen’. I.H.B.”, evidentemente iniciales de la mencionada secretaria. Subrayado aquí.
Distintos medios difundieron ese acontecimiento y en la sección “Persona y Sociedad” del Diario “El Litoral” de Santa Fe se destacó trayectoria de los distinguidos artistas santafesinos. [2]
7 de diciembre de 2001: “El señor de los picaflores”
Hace unos años, Gastón comentó que estaba observando los movimientos de los picaflores y elaborando algunos apuntes. Una vez más comprendí que era hermoso lo que estaba haciendo, porque el misterio de sus vidas -como el nuestro, como el de todos los seres vivos- es razón suficiente para una paciente observación, sucesivas reflexiones y algunas aproximaciones a complejas conclusiones.
Después, con alegría comentó que Teresita Guzzonato -nuestra amiga-, había elegido el nombre para ese libro que por su naturaleza, lógicamente se estaba generando con abundante luz, con sosegado ritmo, con admirable belleza.
En ese tiempo durante alguna pausa, lo encontraba a Gastón caminando por la peatonal con la mano derecha apoyada sobre la simbólica y metálica cabeza de pato que lucía su bastón.
Cuando le respondía que estaba detenida -sin atreverme a expresar que como dijera nuestro amigo Hugo Mandón, me sentía contenida casi en una larga pausa preparatoria para morir…-, Gastón con una sonrisa insistía en que la vida es bella y hay que superar todas las dificultades.
Desde las páginas del diario “El Litoral” difundieron algunos de sus relatos sobre los picaflores y sus nidos. Con Eduardo disfrutamos durante esas lecturas porque recordábamos el nidito que habíamos hallado entre las ramas de la ligustrina y donde nacieron los pichones, que apenas pudimos ver porque temíamos que si nos acercábamos demasiado, esos colibríes terminaran abandonándolos.
Tal conclusión también fue expresada por Gastón:
“No trato de subir una pequeña escalera para mirar dentro del nido cuando no haya picaflores cerca, porque tengo conocimiento de que existen aves que no toleran eso; son celosas como el chajá, por ejemplo: si alguien la descubre el nido que construye en un estero de poca profundidad del agua cubierta por camalotes, y tienen el par de huevos que ponen, y si alguien los alza o los toma con las manos para observarlos antes de volverlos al nido estando los chajáes a la vista, retornan al nido y rompen los huevos aplastándolos con las patas. Lo sé por experiencia personal, pues íbamos cruzando un camalotal con mis compañeros de caza y vimos un nido de chajá con dos huevos, de tamaño grande, blancos, con ‘pecas’ marrones. No los tuvimos en las manos pero quedamos allí observando el nido. Los cajas gritaban cerca. De regreso volvimos por el mismo camalotal porque mi amigo quería llevar los huevos para ponérselos a una gallina clueca… Los encontramos aplastados. Nadie más había pasado por allí, sólo los chajáes a quienes y no oímos.
Con los picaflores, que forman una única pareja igual que el chajá -por eso son celosos de su nido- me abstuve y dominé mi curiosidad a fin de continuar observándolos sin alterar sus costumbres.” [3]
Primer viernes de diciembre de 2001…
Siento un impulso interior al generarse estas reminiscencias.
El primer viernes de diciembre de 2001, a las cinco de la tarde, cuando iba al supermercado vi que la ciudad soportaba la furia del viento que deshojó árboles y arremolinó el fino polvillo en las esquinas y en los rincones. Después, la noche se tornó serena y no hubo impedimento para intentar volver a andar por los senderos del Arte de vivir y de convivir…
Desde fines de 1998 asistí a pocos actos culturales aunque semana tras semana, retiraba del buzón las invitaciones de la asociación amigos del museo, de asociaciones de escritores, de instituciones benéficas…
En diciembre de 2001, eran Gastón y Charito quienes convocaban, dos amigos del alma, a perpetuidad…
Autoexigente en la puntualidad, llegué con bastante anticipación al espacio donde distintos medios audiovisuales, reflejaban la renovación que se impulsa desde la Universidad Nacional del Litoral. Casi sin proponérmelo, avancé entre paneles ubicados en alineación oblicua, rememoré los movimientos observados en la década anterior, cuando se concretó la Convención Nacional Constituyente. Era el mismo espacio, distintos el escenario y los protagonistas, sentí que se aceleraban los latidos. [4]
En ese momento rememoré que el último acto público compartido fue el de diciembre de 1998, cuando Gastón presentó su libro “José Carmelo Busaniche” en la Biblioteca de la Municipalidad santafesina.
Me acerqué al lugar donde estaban instaladas algunas obras de artistas locales: en un primer plano contemplé un cuadro de Rosa Renk. Este 7 de diciembre de 2001, presiento que estoy comprendiendo que -como se lee en el Eclesiastés-, es otro tiempo, es tiempo de… reanimarse. Compré dos ejemplares de El señor de los picaflores porque es grato regalar uno y luego poder dialogar en torno a algunos relatos.
Cerca habían colocado varios libros y folletos. El cuarto volumen de La ventana, proponía otra aproximación al entrerriano Juanele y una mirada más cercana, provocó la evocación de la magia de El galpón y al miso tiempo, me ayudaba a tolerar la amenaza de desborde de los diques…
Advertí que se acercaban rostros conocidos, abracé a nuestra querida amiga del alma, Teresita Guzzonatto, a quien hacía demasiados meses que no veía, como a tantas…
La llegada de Gastón y de Charito, caminando lentamente, fueron un estímulo para sonreír y acercarme a ellos. Después, cuando Gastón empezó a escribir algunas dedicatorias, me atreví a acercarle su libro. Me conmovió ver su mano temblorosa, regalándome su escritura sensible, minutos antes de que comenzara en el patio de las palmeras -algunos dicen del rectorado-, el acto previsto para las 21.15 que por la inseguridad climática, estaba demorado apenas un cuarto de hora.
Pude leer a medida que Gastón dibujaba cada letra:
“Para mi querida amiga desde siempre y para siempre… aún en la eternidad… Gastón”.
Nada dije; era demasiado… ese gesto de quien sigo reconociendo como el gigante de las letras… ¡el Patriarca de los Pájaros!…
Como en otras oportunidades, cuando me alejaba Gastón insistía en que quería que estuviera cerca de Charito.
Sabía él, sabemos que nos amamos, así lo expresan nuestras miradas.
Prólogo escrito por Antonio Requeni…
Me sorprendió la madrugada leyendo El señor de los picaflores.
Desde el Prólogo, el escritor Antonio Requeni, Miembro de la Academia Argentina de Letras, expresó: [5]
“A la importante y vasta producción literaria de Gastón -46 libros publicados, algunos con varias reediciones- viene a sumarse esta obra que posee un cariz verdaderamente original y conmovedor. Impresiona ver cómo este escritor reconocido por su militancia a favor de la justicia, por su compromiso permanente con el hombre y con la historia de su región del litoral, se acerca hoy a los pájaros para observarlos con sutil curiosidad y cariño. Ello nos habla acerca de la calidad de un espíritu que, sobreponiéndose a los achaques de una edad avanzada -nacido en 1915- todavía mantiene su capacidad de asombro ante el renovado milagro de la vida, su amor por las cosas, representadas en este caso por esas aladas y frágiles criaturas que pasean cotidianamente entre las plantas de su jardín.
‘La alegría de los pájaros es una evidencia que se mira; no necesita explicación’, dice Gori en un pasaje del libro; y en otro, identificándose con el objeto de su contemplación, se pregunta: ‘¿algo de mi propia juventud libre, entusiasta, confiada, plena?, para concluir que ‘nada muere por completo de lo que ha sido bello alguna vez”. El escritor viene a confirmar lo que sostenía Arturo Marasso: ‘El poeta es el guardián de la naturaleza’ y, al mismo tiempo, nos ayuda a sentir que formamos parte del concierto universal.
Gastón Gori es un poeta. Lo demostró en libros de versos como ‘Mientras llega la aurora’, pero también obras narrativas (Robert L. Stevenson escribió que ‘la prosa es la forma más difícil de la poesía’) como Además era pecoso y El moro Aracaiquín. Su labor como ensayista ya ha sido también significativa. Libros de investigación y denuncia como La Forestal o de carácter más específicamente histórico, sociológico o literario como Vagos y mal entretenidos y Eduardo Wilde, reflejan el fervor humanista y la curiosidad intelectual de un hombre que tampoco es ajeno a la curiosidad por la Naturaleza. [6]
Gran premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, Premio ‘Aníbal Ponce’, Ciudadano ilustre de Santa Fe y miembro correspondiente, en representación de su provincia, de la Academia Argentina de Letras, Gastón Gori alcanzará con este libro, seguramente, el más importante de los reconocimientos: el de sus lectores. Quizás, también, el de los pájaros.” [7]
“Pájaros en la isla”
Imaginé a Gastón, sonriendo en la isla mientras el 29 de julio, dejaba algunas claves en la escritura de lo relatado por “Andrés… muchacho que se rebeló como muy inteligente contando cuentos; uno de ellos es este: Frente a una iglesia estaba un hombre tratando de hacer arrancar el motor de su motocicleta, infructuosamente. Insistía ‘pateándole’ el pedal, ya enfadado con su máquina. Porfió y porfió sin resultado, en eso sale un cura, lo ve en las desdichas de las fallas insuperables y le dice ‘Hijo mío, entra a la iglesia conmigo y pedile a Dios que haga arrancar tu motocicleta’. Bueno, dijo el hombre. Entraron al templo. Al terminar los rezos y la rogativa, salen ambos. El hombre apenas pedalea su moto, la máquina arranca de maravilla y veloz, se aleja por el camino. Exclamó el cura: ¡Si no lo veo no lo creo!
Todos festejamos la sutil intención del cuento.”
A la tarde, Gastón siguió escribiendo sin descuidar su otro trabajo, porque era el responsable encargado del campamento, tenía que encender el fuego y como excelente relator, ya había dejado su testimonio: “¡Ahora sí esto es un campamento! Pronto pondré el asado.” [8]
Entretanto, observaba a las cardenillas que se acercaban para picotear la carne que había colgado de una rama. Luego miró hacia lo alto: “El cielo encapotado amenaza con lluvias… por las dudas clavaré el hacha en la tierra para obrar contra el tiempo de modo que no llueva, en una de esas resulta ¡como los rezos del motociclista.” Después vio que volvía la bandada de garzas y segundos después, anotó: “Ya no veo la bandada. ¿Habrá descendido mientras yo tenía la vista puesta en el cuaderno y escribía sobre ellas? ¡Ignorarán siempre que fueron protagonistas de estos apuntes… así como otros seres, no precisamente garzas, ignorarán siempre que fueron protagonistas en mis libros y otros, muchos más, muchísimos más, ignorarán a perpetuidad que existen en mis libros! (…) Son las 11 hs y no llueve… ¡Oh, hacha clavada en la tierra! ¿Obras como los rezos del motociclista? Si no lo veo no lo creo…
Hice un guiso de carne, chorizo, papas, cebolla, tomates, ajo, pimiento, perejil, laurel, sal y unos chorritos de mejunje. ¡Riquísimo!… según los hambrientos pescadores…”[9]
En ese instante rememoré algunos diálogos con Eduardo, cuando evocaba los viajes a Helvecia y las experiencias en la isla, entre familiares de Bernardo Tacho Ramírez y más cercano, el recuerdo de su insistencia para que terminará la corrección del Universo Vittoriano, seguramente porque percibía la incertidumbre que me había alejado de lo artístico, de lo literario. Nos mirábamos y apenas le contestaba: ¿para qué? si tal vez seguiría siendo tan solo un proyecto –que no es otra cosa, un libro sin editar-, ¿para qué?… si quedaría como tantos otros -¿quizá veinticinco?… siendo solo libros virtuales que aparecen y desaparecen en la pantalla de mi computadora, misteriosamente estimulando una sutil obsesión, la del interminable ejercicio de la autocorrección continua… Una vez más comprobaba que ante lo absurdo, también se suele sonreír.
Volví a las páginas escritas por Gastón:
“¡Son las 14:30 y no llovió! ¿Tengo que atribuirme el resultado favorable al hecho de haber clavado el hacha en tierra? Es mi equivalente a la motocicleta como fetiche. No rezo pero clavo el filo del hacha para que no llueva, aquel cura y yo somos hermanos de supersticiones beneficiosas, ¿o no?”[10]
Al día siguiente -30 de julio-, Gastón escribió: “Enciendo el fuego temprano. Gustavo y Andrés fueron a buscar leña y la fogata que encendimos es magnífica. Gustavo puso en la parrilla a tostar pan y yo coloqué la carne –un sobreasado- para asar porque comeremos temprano para iniciar el viaje de regreso a las 12. Llegaremos aproximadamente a las 14 porque navegaremos aguas arriba, contra la corriente.
El asado estuvo listo a las 10,30. ¡Suculento!
Y ahora ‘ellos están preparando sus bolsos con cobijas, enceres, etc., etc. Están levantando el campamento después que Gusti y Andrés limpiaron la lancha; yo preparé el asado y ¡asé! ¡Un momento! ¡Yo también trabajo! No sólo escribo en este cuaderno.
Estamos muy contentos con el viaje y todo lo que hemos vivido desde el viernes aquí entre árboles, el arroyo, el cielo, los pájaros, las… vacas que de noche se nos acercaban reclamándonos silenciosamente lo que es tierra de ellas para pernoctar. ¡No llovió a pesar de las amenazas que persistieron hasta ayer…, cuando clavé el hacha en el suelo! Eso fue motivo de muchos comentarios y de burlas, pero… somos crédulos los seres humanos y supersticiosos y creemos en magias, brujas y conjuros.”
Sólo faltaba una hoja para terminar la primera lectura de ese bello libro y en ese momento, la posibilidad de releerlo alivió la pesadumbre que experimenté, cuando me di cuenta de que en una noche había satisfecho mi ansiedad, había transitado los mágicos senderos que Gastón ilumina…
Rememoré algunas lecturas y busqué aquel libro de tapas verdes que se gestó bajo la bignonia. Releí por enésima vez que Gastón “recuerda una revista pequeña para niños (‘Colibrí’) en la que había leído un cuento que lo impresionó vivamente, nunca lo olvidó y cuando empezó a leer a Horacio Quiroga se le erizó la piel: el cuento se llamaba ‘A la deriva’ y sabía que su cuento inolvidable era ése.”
Los duendes insistían en que hace aproximadamente setenta años -¿o más?- Pedro Raúl Marangoni también conocido como Dalmacio Gálvez o Gastón Gori, ya era ¡el señor de los picaflores!
Casi monólogo emocionado…
Como suele suceder, terminada aquella lectura recordé algunos diálogos con mi amado-amante, en torno a las vivencias y los relatos de Gastón.
Desde el último invierno del siglo veinte, determinados monólogos lograban mayor trascendencia.
Necesité releer el párrafo referido al evidente celo de las aves, porque acerca de tales manifestaciones habíamos hablado en distintas oportunidades. También lo rememoramos el segundo sábado de febrero, de aquel último verano que caminamos juntos, mientras desde el litoral destacaban el encanto de los picaflores.
Coincidía entonces nuestra conclusión, con lo expresado por Gastón en este perdurable legado:
“No trato de subir una pequeña escalera para mirar dentro del nido cuando no haya picaflores cerca, porque tengo conocimiento de que existen aves que no toleran eso; son celosas como el chajá, por ejemplo: si alguien la descubre el nido que construye en un estero de poca profundidad del agua cubierta por camalotes, y tienen el par de huevos que ponen, y si alguien los alza o los toma con las manos para observarlos antes de volverlos al nido estando los chajaes a la vista, retornan al nido y rompen los huevos aplastándolos con las patas. Lo sé por experiencia personal, pues íbamos cruzando un camalotal con mis compañeros de caza y vimos un nido de chajá con dos huevos, de tamaño grande, blancos, con ‘pecas’ marrones. No los tuvimos en las manos pero quedamos allí observando el nido. Los cajas gritaban cerca. De regreso volvimos por el mismo camalotal porque mi amigo quería llevar los huevos para ponérselos a una gallina clueca… Los encontramos aplastados. Nadie más había pasado por allí, sólo los chajaes a quienes y no oímos.
Con los picaflores, que forman una única pareja igual que el chajá -por eso son celosos de su nido- me abstuve y dominé mi curiosidad a fin de continuar observándolos sin alterar sus costumbres.” [11]
Invisibles puentes…
Se habían acelerado los latidos. Después, rememoré otras lecturas y busqué el libro que con su título convoca hacia un lugar diferente al dibujado en la tapa verde, pero que en la contratapa nos aproxima a la mesa redonda ubicada bajo la bignonia y donde es atractivo dialogar con Gastón y Charito…
Sabía qué buscaba. Después de mirar las fotografías impresas en la vigésima página, donde Gastón está con sus hermanas Nilda y Emilia (1919) y la segunda, ovalada, donde los tres posaron cinco años después, detrás de doña Emilia Saccavino, la madre que era una encantadora contadora de cuentos… En la hoja siguiente, encontré el párrafo rememorado y lo releí por enésima vez. Relata Silvia que Gastón…
“…Recuerda una revista pequeña para niños (‘Colibrí’) en la que había leído un cuento que lo impresionó vivamente, nunca lo olvidó y cuando empezó a leer a Horacio Quiroga se le erizó la piel: el cuento se llamaba ‘A la deriva’ y sabía que su cuento inolvidable era ése.” [12]
Es evidente que hace aproximadamente setenta años -¿o más?- ya Pedro Raúl Marangoni estaba relacionado con el colibrí… con los picaflores…
29-12-2001: rumores entre bandadas…
En la madrugada del sábado 29 de diciembre de 2001, revoloteaban inquietas las palomas de la Plaza de Mayo en la Capital Federal, movilizadas por el estruendo que seguía creciendo cuando diversos actos de terrorismo siguieron al espontáneo cacerolazo, motivando el alejamiento de los originales grupos.
Encendida la chispa de la violencia desenfrenada, algunos jóvenes lograron avanzar hacia el interior del edificio del Congreso Nacional, rompieron vidrios e incendiaron muebles y cortinas; arrojaron escaleras abajo sillones y los bustos del ex presidente Dr. Humberto Illia y del ex-vicepresidente Dr. Carlos Perette.
Necesito transmitir, que mientras miraba las imágenes en la pantalla del televisor, los inquietantes duendecillos Gris, Amarillo y Verde dibujaban en mi imaginación oscuras aves de rapiña e inmediatamente recordé tanta prédica vana, sintetizada en el clamor que se expandió durante la campaña electoral de principios de la última década del siglo veinte. Decía ayer, que “creo en Santa Fe” y aquello que decía, lo reitero hoy: “Hermano compañero: / seguimos sobre escombros buscando rostros nuevos / que entreguen su mirada con pureza anhelada. / Seguimos entre ruinas pensando en el ayer / y es hora compañero de empezar a tañer / la campana invisible que nos congregue ¡al fin! // Hermano compañero… / Un fango despreciable nos impide el andar… / con el paso seguro hacia el mañana ¡ya! / Han pasado tantos años de trabajo y holganza… / Junto al hombre pensante, el improvisador. / Junto al noble y veraz, el amigo servil. / Junto al buen sembrador, el que vino a talar. // Hermano compañero… / Tenemos que avanzar con solidaridad. / Que reposen las máscaras de los títeres ¡ya! / No quiero oír las voces de antiguos promesantes. / No quiero ver las manos con índice acusante. / No tolero la infamia de discursos banales… / sin que tengan los niños ¡hogar, salud, escuela! // Hermano compañero… Creo en Santa Fe: es tiempo de reflexionar. / Desde el exuberante Edén, conviven Caín y Abel. / Y Judas ambula aún entre hombres con virtud. / Pesa en la conciencia, hermano… / la indiferencia al legado y creo en Santa Fe / que lo haremos realidad, sólo con trabajo honrado. // Creo en Santa Fe: es tiempo de amanecer. / Sea la Luz Verdadera la que señale el camino / al hombre santafesino que ama tanto a su suelo. / Sea un vendaval de voluntades el que transforme el lodo. / Hay que marcar de nuevo los surcos que han sido borrados. / El bosque reclama ser… / y aún es semilla en la alborada. // Creo en Santa Fe, es tiempo de renacer. / ¡Hermano compañero!” [13]
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Se humedecieron mis mejillas por la potencia irrefrenable de las incoherencias ante el desborde de apetencias y corruptelas. Parecía estallar la intolerancia…
Durante aquel atardecer, desde el diario El Litoral en otra aproximación a Artes & Letras propusieron otras miradas. Conmovían otras impresiones: “Mano con pájaro” -obra de Joan Miró, precisamente en 1926…- y advertí que más allá del concierto de los grillos y del viento, se expandía la repercusión de… El señor de los picaflores.
Desde el 7 de diciembre estaba deseando disponer del texto completo de lo escrito por Beatriz Actis para la presentación de este último libro de Gastón, con el propósito de incluirlo como otro mojón en estos seis caminos. Como si el Duende Azul hubiera estado moviendo los hilos para conseguirlo, no fue necesario que mi timidez soportara otra batalla porque el comentario fue publicado donde todos se atreven… [14]
“En la tradición vitalista de ciertas literaturas y quizás en parte emparentado con Emerson o con Thoreau, este tratado sobre picaflores escrito por Gastón Gori nos muestra el minucioso trabajo literario que sostiene la arquitectura de lo simple.
En El señor de los picaflores el vínculo cotidiano con los pájaros, no exento de ‘una grata melancolía’, según en el mismo libro se señala, es eje de la aventura de este protagonista mientas se suceden las estaciones (es ése el devenir) en los límites precisos del patio de su cada (es ésa la patria). Cursiva aquí
La literatura trabaja con materiales diversos: experiencia es uno de ellos, pero también sedimentan en lo literario las formas de la percepción, las modalidades prácticas y expresivas, las mediaciones ideológicas.
Ante esta traducción imaginaria de la experiencia (y quizás eso sea justamente toda buena obra narrativa) nos preguntaremos seguramente como lectores sobre la relación entre la vida cotidiana y la imaginación, sobre el modo de romper con el lugar que mantienen a nuestro alrededor los rituales, las repeticiones, y podamos indagar desde una mirada poética la compleja relación entre naturaleza y cultura.
La aventura es, fundamentalmente, la voz que cuenta la aventura, presentada en este libro como tramo autobiográfico (y como tal, inscripto aunque parcialmente en la tradición memorialista de buena parte de la literatura argentina). En este caso, la voz que resume la dimensión del mundo y el tiempo es un único, íntimo murmullo, a través de la familiar complicidad de las palabras.
En El señor de los picaflores la aventura es precisa, tenue. Hay en este relato una sutileza de lo mínimo, de paso lento que construye la trama tras la develación de algún misterio cotidiano. Sus avatares se construyen a partir de la observación minuciosa que permite narrar los pequeños cambios de la naturaleza, las modificaciones en los hábitos de los pájaros, el vínculo progresivo entre el hombre y el ave, e indagar por supuesto en la cuestión existencial, como en el bellísimo réquiem final: ‘Había pájaros en el mundo…’
Este libro es, además, un texto sobre los deseos posibles, sobre eso que nos planteamos todos alguna vez: cual será nuestra vida verdadera y plena, qué queríamos ser y qué somos. Como toda buena novela, nos responde, pero entre signos de interrogación, que la lectura es importante sólo porque no dice al oído el mismo secreto: que la literatura ofrece esa invalorable capacidad para dialogar con la realidad. No sólo la temática sino el tono entroncan, más allá de su efectividad como relato, con la obra poética de Gori, en una especie de cruce de intergéneros, ya que su obra lírica es exponente de esta estética anclada en el recuento minucioso de lo diario y en la relación inmediata con la naturaleza, tópicos de los que emergen los sentimientos existenciales que atraviesan toda la obra de Gori, autor que nos tiene acostumbrados, como lectores, a una escritura que indaga en las causas de las realidad. Beatriz Actis.” [15]
Mientras dialogamos…
Gastón sigue siendo el hombre de la Esperanza, por su origen y su esencia.
Al llegar a su hogar, la presencia de Charito es como lumbre perenne en el escenario de la vida. Sonríen y hablan con lenguaje sencillo, observan y sienten la vigencia de las cosas simples: un trino, un vuelo, gotas de agua: llovizna o rocío…
En ese universo se descubren otros ritmos, vitales ciclos, esperanzada existencia. Es la armonía señalada por el arte de vivir y convivir: confluencia de los caminos del Amor, la Belleza y la Caridad; reflejo de un Evangelio que trasciende las páginas de la Biblia porque son actitudes cotidianas de personas, de hombres -Hombres- que no esperan homenajes porque es nada hay comparable a una mirada comprensiva, a un fraternal abrazo.
Es grato saber que Gastón, tras las resonancias de don Ata se entusiasma hablando del eco de Gardel. No es hombre de inútiles comparaciones, sino de precisas evaluaciones. Se emociona cuando habla de Atahualpa Yupanqui, de su música, de su guitarra. Es entonces cuando no me atrevo a interrumpirlo, para comentar lo que él también sabe: que en esta amada Argentina, la de trigales maduros y la de incoherencias y absurdos, entre mediados de la década del ‘40 y de la siguiente, el hombre que escuchaba el canto del viento, fue perseguido y encarcelado. Es evidente que en aquellas circunstancias, ser “…ista” también implicaba tener que asumir todos los riesgos. Fue entonces cuando Atahualpa Yupanqui necesitó acercarse más a las montañas, avanzó hacia las sierras y se quedó en Cerro Colorado en la provincia de Córdoba. Allí logró construir su refugio y lo nombró “Agua escondida”.
Allí vivió y vibró, hasta que sucedió lo inesperado: lo invitaron a recorrer la Europa del este y llegó a Francia, donde la extraordinaria Edith Piaf volvió a revelar su generosidad. Allí lo aplaudieron y le entregaron un Premio, que sirvió para que se lo nombrara y lo escucharan más. Volvió a su Patria para recorrerla sin apuro, entre los recuerdos del Portezuelo y la nostalgia por la lunita tucumana que como el aire, es inasible, no tiene dueño…
En cada lugar, don Atahualpa con su música como Gastón con sus palabras, lograron interpretar el enigmático lenguaje de la naturaleza -que nos contiene- y ellos expresaron simplicidad todo lo que eleva hacia la Belleza, hacia lo verdadero.
Por algo, estar con Gastón y con Charito en el patio donde siguen creciendo enredaderas y árboles; donde todavía florece la santarrita; poder compartir uno de sus lugares preferidos después de haber leído casi toda la obra literaria de Gastón, implica intuir la potencia de su perseverancia y en otra dirección, imaginar a un agresivo gato destrozando los brotes de la misteriosa bignonia y la blusa celeste de una joven mujer…
Al regresar al espacio perfumado por la madreselva y el jazmín, la memoria me conmueve con sus invisibles conexiones en complicidad con los elocuentes silencios.
“Es como si lo estuviera viendo”, dijo alguna vez Gustavo J. Víttori.
Gastón y sus recuerdos del fotógrafo Paillet…
Gastón Gori ha mencionado en varios de sus textos literarios al fotógrafo Paillet y durante un diálogo con Luis Príamo, expresó que lo conoció cuando era joven y luego destacó:
“Nosotros lo respetábamos más que mucha gente que no le toleraba algunas de sus cosas. Éramos cuatro o cinco muchachos, muy lectores, que lo estimábamos mucho y nos reuníamos en su casa”.
(Interrogado por Príamo acerca de a quiénes incluía ese “nosotros”, Gastón dijo que “a un grupo de jóvenes. Uno de ellos era Manuel Streiger; otro Evaristo Stessens; Omar Pedroni, hijo de José; el doctor Alfredo Heer, Armando Bruera, Lionel Robert y yo. Ese era el grupo que frecuentaba mucho a Paillet”.)
Siguió Gastón son sus evocaciones:
-”Le voy a contar una anécdota para que vea la personalidad que tenía. Parecía indiferente a las cosas, pero lo observaba todo. Una noche cenábamos con él en su casa, en el patio. Detrás nuestro estaba el tapial del vecino. Llevábamos algunas cosas para cenar y él las compartía con nosotros, siempre brindaba su casa y su mesa. Bien, estábamos comiendo y, de pronto Paillet desapareció de la mesa -creo que la palabra “desapareció” no está mal, pensando en la naturaleza de Paillet- y al rato volvió con un plato de masitas. De esas llamadas ‘del bautismo’, masitas surtidas, que ya casi no se veían. Bastante antiguas ¿no?. Y las puso sobre la mesa. Claro, nosotros veíamos eso y ya sabíamos… Porque Paillet tenía esas cosas, otras veces nos había traído unas barritas de chocolatines, como cosa de postre, que ya estaban blancas de viejas que eran… Al rato, Paillet se levantaba otra vez. Nadie había tocado las masitas. Cuando se levantó y se fue a sus habitaciones por un ratito, uno de los amigos, que era muy inquieto y terrible, tomó el plato y lo tiró por encima del tapial y lo puso de nuevo sobre la mesa. Al rato vuelve Paillet y continuamos charlando, riéndonos, tomando algunos mates -y algunas copas de vino también- y cuando los muchachos ya creían que no se había dado cuenta, muy por allá, casi al final, cuando nos estábamos por ir, nos dijo con un tono muy cazurro:
-”¡Que fiesta se van a hacer los gorriones con las masitas…!”
Relatos de Gastón…
Decía Gastón Gori a su amigo Luis Príamo:
“…Paillet era sordo y utilizaba una trompetilla que guardaba en el interior de su saco, y cuando le interesaba la sacaba para escuchar.
Una vez en su casa estaba un señor -amigo, por lo demás- cuyas relaciones extramatrimoniales eran muy conocidas. Este hombre creyó hacerle un chiste recordándole un viejo noviazgo que Paillet tenía en Esperanza -por ese entonces ya era un hombre de edad- y haciéndose el gracioso ante los demás, le dice: ‘Paillet, ¿es cierto que te vas a casar con fulana?’. Paillet hizo como que no escuchó -para mí que lo había oído muy bien- y muy lentamente sacó la trompetilla, lo miró y se hizo repetir la pregunta.
Paillet meditó un ratito, sonrió, después dijo: ‘No, lo que pasa es que la gente habla mucho. También dice que vos sos amante de fulana, pero eso no es cierto. La gente habla mucho’…”
Príamo preguntó a Gastón, “¿cómo veían el trabajo de Paillet como fotógrafo?” y después de destacar que no lo juzgaban porque no estaban tan interesados por la fotografía:
“…Yo, por lo menos, no tenía ni idea de esas cosas, ni creo que nadie. Era tan común tener fotografías de Paillet, que prácticamente era ‘el fotógrafo’ por decir así.
En esa época no creo que existiera preocupación por la fotografía como existe hoy. Debió existir sólo en forma excepcional, en algunos como Paillet, posiblemente en otros profesionales. Pero en gente con inquietudes artísticas en general, no creo que en ese entonces se viera a la fotografía como una forma artística. Una buena fotografía era una fotografía retocada, que la mujer se sacaba para salir hermosa, aunque en realidad no lo fuera”.
Otra anécdota…
Después de mostrar una fotografía, Gastón Gori expresó: “…él me tomó esa foto donde me parezco a José Ingenieros. Fue precisamente en la casa de Paillet. Tomó un sillón y me dijo: ‘Usted se queda así nomás, natural. Usted se queda como es.’
Los muchachos ahí mirando. Después iba a la máquina. Venía, me tomaba el brazo y me lo acomodaba: ‘Usted se queda como es’. Iba a la máquina, volvía, me tomaba la cabeza y me la aplicaba contra el respaldo. Al parecer la naturalidad mía no le gustaba, porque me acomodó como quiso. Me hizo cruzar una pierna, me arregló la línea del pantalón y me hizo levantar un poquito el hombro. Cuando estuve en esa posición, me dijo: ‘No se mueva’. Entró a una de sus habitaciones y me trajo un bastón que me colocó ‘naturalmente’ entre las manos. Después fue y me sacó la foto. Vale decir que me sacó una fotografía del 900, por la apariencia. Lo que tenía mi naturaleza no era, posiblemente, lo que él quería para la foto. Lo digo con respecto a la pose, como se llamaba antes. Es decir, para esa foto, él elaboró una pose. Indudablemente, era una personalidad detallista y minuciosa”.
2002 – Gastón Gori, su cumpleaños…
Un grupo de amigos de Gastón Gori organizó la celebración del 85º cumpleaños de Pedro Raúl Marangoni…
Sabido es que entre los argentinos, nada mejor que compartir un asado al aire libre y así fue como después, quedan más señales para las anécdotas o las crónicas.
Desde el litoral… este comentario:
“…se festejaron los 85 años del escritor, poeta y ensayista Gastón Gori, autor de La Forestal, célebre trabajo de investigación que detalla el accionar de esa empresa inglesa en la explotación de los trabajadores del norte santafesino, la expoliación del patrimonio nacional y la depredación del medio ambiente. Al dirigirse a los presentes, Gori rescató la obra de Aníbal Ponce, especialmente Educación y lucha de clases y Moral burguesa-moral proletaria. Cursiva aquí
Por otro lado, se lanzó oficialmente la realización de un mural en las viejas instalaciones del ferrocarril Mitre (en el sur de la ciudad), donde actualmente funciona la Fundación Fernando Birri, que estará a cargo del artista plástico César López Claro bajo la consigna Un mural para la ciudad, la ciudad para un mural. Esta iniciativa estará absolutamente sostenida por entidades de carácter popular.” [16]
Un año después, el 29 de abril de 2003, el río Salado necesitó seguir su curso y desbordó en los barrios del noroeste cubriendo hasta los techos de las viviendas. El agua avanzó hacia el sur con tanta potencia que también cubrió sectores del norte donde es menor la cota.
Murieron veintitrés personas -indican los datos oficiales- y cuarenta, según datos de vecinos…
Reconocimiento fraternal…
“Jorge Uliarte, solista y director, Hermano Masón” desde una página de la red de redes, ha difundido interesantes conclusiones:
La Argentina… país de profundas contradicciones”.
“La Argentina es un país de profundas contradicciones: Una multitud de pobres en medio de una inmensa riqueza; una escuela pública cada vez más pobre para una nación que ha dado a luz muchos de los más grandes educadores de América; miles de emigrantes marginados que nunca pudieron acceder a una parcela de tierra en las infinitas llanuras y planicies de una geografía profunda y casi vacía. Y la mayor de las contradicciones: Un país que aparenta carecer de ideas pero que ha prohijado grandes pensadores… algunos recordados con justicia, otros sin tanta suerte.
Entre aquellos apasionados y preocupados por estas contradicciones, emerge la figura de un hombre que concentró sus esfuerzos en intentar comprender la historia reciente de una extensa región del país, pero que también bregó en pos de la educación, la justicia, el derecho irrenunciable a la tierra, y la denuncia de formas modernas de esclavitud que vivió nuestro país en épocas no tan lejanas. Ese hombre es Gastón Gori.
Su obra literaria -que excede largamente los cuarenta libros publicados resulta inabordable en un artículo de estas características; sin embargo, hay en ella un contenido tan vasto como variado. Desde la poesía y la novela hasta trabajos de investigación histórica que han repercutido con fuerza a nivel nacional- tal es el caso de ‘La Forestal, la tragedia del quebracho colorado’ obra por la que es considerado como el primer especialista en las explotaciones forestales llevadas a cabo en nuestro país por empresas extranjeras.
Gastón Gori nació con el nombre de Pedro Marangoni en 1915 en una de las primeras colonias agrícolas de inmigrantes establecidas en la Provincia de Santa Fe, en la ciudad de Esperanza. Probablemente hubiese sido carpintero (su primera vocación, según él mismo admite en un reciente reportaje) de no haberse cruzado, mientras cursaba el Magisterio, con la obra del francés Anatole France.”
“La formación juvenil mía, como la de muchos jóvenes argentinos -dice Gori- se debe a los libros de José Ingenieros, y también a la literatura pacifista. Impresionado sobre todo por la necesidad de la paz mundial, -esa búsqueda tan incesante de la humanidad por la paz y que para Romain Rolland era posible mediante el cambio social. Él decía: ‘La Revolución por la Paz’, sobre todo lo decía porque estaba muy cerca de los efectos de la guerra del 14 y la intervención de los grandes monopolios internacionales, que habían provocado los hechos de guerra por una cuestión de comercio y dominio…”
“A los 85 años, Gori define lo que él cree que significa su compromiso como escritor:
‘…Cuando uno escribe, en realidad refleja todo un pensamiento y una formación que le es propia y personal, refleja su personalidad… Imaginamos a un lector posible, pero esa imaginación del lector posible no es lo que conduce a la construcción de un libro: lo que conduce a la construcción del libro es la propia formación del escritor… dónde va él como hombre, o qué piensa él como hombre de la sociedad en que vive; entonces está reflejado. En este sentido, creo que mis libros no tienen un destinatario con un estrato social determinado…
A lo largo de su vida, Gastón Gori ha reflejado en sus actos su compromiso con la comunidad. Fue presidente de la Asociación Santafesina de Escritores, fundador y presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, filial Santa Fe; Director del Boletín de Educación y colaborador de ‘El Litoral’, ‘El Hogar’ y ‘El Colono’ de la Provincia de Santa Fe. El 18 de agosto de 2000, fue declarado ‘Hombre Ilustre de la República Argentina’.”
“En abril de este año, legisladores santafesinos propusieron incorporar tres textos de Gori (‘La Forestal’, ‘La Tragedia del Quebracho’ y ‘La Agonía del Quebracho’) en los diseños curriculares educativos de la provincia. Los autores de la propuesta consideraron que la lectura de las obras de Gastón Gori, ‘…serviría a los alumnos para formar sentimientos de pertenencia a la provincia y a la Nación, defender su potencial económico, tomar conciencia sobre la necesidad de implementar políticas de gobierno que permitan la reforestación en áreas devastadas y la preservación del equilibrio ecológico…’
En el mismo mes de abril, Gori fue recibido por una multitud en la ciudad de Reconquista, donde también fue declarado ‘Ciudadano Ilustre’. Y aunque su obra le haya valido el mérito de ser Miembro de la Academia Argentina de Letras, aún asegura, con una sonrisa, que su mayor alegría es saber que sus libros han sido leídos por hombres humildes de su provincia”.
“…Los jóvenes escritores -dice Gastón Gori- deben saber también que el compromiso no es con la literatura como dicen muchos; decir ‘estoy comprometido con la literatura’ es decir una entelequia. Ni tampoco decir ‘estoy comprometido con el Hombre’; vaya gracia si somos hombres, la humanidad; con quién nos vamos a comprometer si no es con el Hombre. Hay que decir: ‘tengo compromiso con los ciudadanos en la sociedad donde vivo aunque tenga que afrontar dificultades sin fin…’ Pobre del estudioso y del investigador que cuando descubre una verdad siente que le tiembla el corazón. Afortunadamente mi corazón no tembló nunca… quizás no sea un mérito, quizás se deba a mi buena salud.”
04-01-2003: Dalmacio Gálvez, hombre…
Sabido es que Gastón Gori es el seudónimo de Pedro Raúl Marangoni y que vive en una casa con un amplio patio, en la calle santafesina distinguida con el nombre del Presidente del Congreso que el 9 de julio de 1816, declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Al recorrer unos metros hacia el sur, hay que detenerse en la avenida que tanto impulsa a evocar a don José como a Dalmacio, porque los dos son ¡Gálvez!…
Allí, en ese casi mágico hogar, el Gigante de las Letras, el Señor de los Picaflores… ¡Patriarca de las los Pájaros!… convencido de que nadie tiene un latifundio de aire, decidió no tener televisor.
Suele decir que a él no le interesan esos aparatos. Tampoco ha usado computadora e insiste aún en el tercer año del tercer milenio, en que tiene en su computadora personal e invisible tres libros inéditos que no trascribirá como estaba acostumbrado, en un cuaderno y manuscrito para después mecanografiarlo…
Una mujer, el 26 de junio de 1983 dedicó a Gastón la ponencia presentada y aprobada en el Congreso con el título “Gastón Gori: de lo regional a lo universal…”
“Y hoy, al entregarle estas hojitas, vuelvo a decirle con mi mayor respeto, es usted para mí un gigante de las letras… por eso insisto tanto en la estatura moral de Dalmacio Gálvez, ese niño que felizmente aún vive en la pureza de su amor que se trasunta en cada página que pasa por la imprenta, en cada gesto suyo de la calle, en cada mano tendida en su hogar. Por eso insisto tanto en la estatura moral de Gastón Gori… una estatura que no figura en ningún documento de identidad, pero que es justamente la identidad”…
No es por casualidad que el buscador electrónico oriente a los cibernautas hacia los sitios donde tiene resonancia la obra de Gastón Gori…
Distintos portales se abrirán mientras inquietos lectores podrán seguir sentados frente a la pantalla del monitor observando cómo se van abriendo las ventanas…
…mientras quedan aquí otras señales…
4 de Enero, día memorable…
La pluma incesante de Gastón ha servido a la educación por el arte de vivir y convivir. Escritor multifacético, estudioso de diferentes historias de la Historia… sabe que el 4 de enero de 1831, en Santa Fe de la Vera Cruz firmaron el Pacto Federal –como se lo reconoce-, tras sucesivas deliberaciones iniciadas el pasado 20 de julio, entre “los comisionados de las provincias federales: José María Roxas y Patrón por Buenos Aires, Domingo Cullen por Santa Fe, Diego Miranda por Entre Ríos y Pedro Ferré por Corrientes”, que según la opinión de don Juan Manuel de Rosas, “sería ‘un semillero de intrigas’…”
En aquel tiempo, el brigadier Rosas había escrito a su amigo, el brigadier Estanislao López: “…’Antes debemos existir y después organizarnos… Congreso, congreso, ¡hasta cuándo tendrán lugar entre nosotros esos delirios con que nos han logrado llenar nuestras cabezas ciertos hombres que no han pensado sino en esclavizarnos!’. Dice que reunir un congreso constituyente encontrándose Paz con nueve de las trece provincias argentinas, sería entregarse al enemigo. López le contesta de acuerdo el 27.” [17]
Sabido es que “el pacto se retrasó porque Ferré se había ido a Corrientes por habérselo elegido gobernador y el nuevo delegado de su provincia, Manuel Leiva, recibió instrucciones de imponer el proyecto de Ferré (proteccionismo aduanero inmediato, y reparto entre las provincias de la renta de la aduana). La necesidad de concluir pronto el convenio por las revoluciones jordanistas en Entre Ríos y la actitud amenazadora de Paz, lo hizo firmar el 4 de enero por los solos delegados de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos”, siendo necesario tener en cuenta que Antonio Crespo fue quien firmó, porque había sustituido a Diego Miranda. Por el artículo 2º, las tres provincias “se obligan a resistir cualquiera invasión extranjera que se haga, bien en el territorio de cada una de las tres provincias contratantes o de cualquiera de las otras que componen el Estado argentino” y por el siguiente “…se ligan y constituyen en ‘alianza ofensiva y defensiva contra toda agresión o preparación de parte de cualquiera de las demás provincias’ de la República (lo que Dios no permita) que amenace la integridad e independencia de sus respectivos territorios.”
Gastón Gori, estudioso de la historia de los argentinos que es parte de la historia de la Humanidad, sabía qué significa decir “4 de Enero” no sólo como el nombre de una calle en la ciudad que es “corazón legal de la República Argentina”, donde cerca de General López son edificios insoslayables el Museo de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” y la sede de la Legislatura santafesina…
Gastón Gori ¡maestro!… insistió aun más allá de las aulas en la necesidad de “resistir cualquiera invasión extranjera que se haga”, como escribieron y firmaron en el pacto federal de 1831.
Gastón tras sucesivas investigaciones en documentos y diarios, escribió sus conclusiones acerca de “la Compañía” que prácticamente era “un país dentro de otro país”, con moneda y policía propia ¡la Forestal!…
No ha sido por distracción la reiteración de esos párrafos de la Historia Argentina; tampoco por mera atracción. Fue por convicción en torno a la necesidad de conocer y reconocer cómo se han desarrollado algunos acontecimientos, aunque sabido es que por la complejidad de esas tramas, generalmente sólo es posible indagar sobre la periferia.
Gastón Gori con periodistas, bajo la bignonia…
(Luego difundida desde la red de redes… y que aquí se reitera como reconocimiento a esa fecunda labor y con el propósito de difundir diversas conclusiones de Gastón Gori, cuando ya tiene 87 siete años y ha celebrado ochenta y siete ediciones…)
El sábado 4 de enero de 2003 el talentoso escritor santafesino recibió en su casa a los periodistas Normando Gil y Nicolás Loyarte pertenecientes a equipos de producción de “Cable & Diario” y “El Litoral.com.”
Luego, ellos expresaron: “Aquella mañana calurosa fue inolvidable. Gastón iluminó con simpleza aspectos sorprendentes de su vida: sus afectos y predilecciones, su lectura crítica de la realidad y los anhelos para los que, él afirma, serán sus próximos tres años de vida. La conversación fue por momentos íntima, espontánea, mágica. Preciso y lento como su tortuga, Gastón recorrió su obra y habló de sus autores de cabecera. Subió la escalera angosta y oscura hacia una puerta vidriada para mostrar su desordenada biblioteca, el escritorio, testigo de su desconcierto, su tristeza y sus ansias de luz cuando escribió La Forestal en noches de Vigilia Retenida (sus borradores inéditos), y su primera máquina de escribir que azarosamente recuperó hace poco. En el patio, sentado bajo el fresco de la Bignonia, el señor de los picaflores compartió su mundo de pájaros, el trato cálido con su tero, su pato y las calandrias. En esta presentación, El Litoral.com pone a disposición de sus lectores el texto completo de la entrevista que testimonia la vida de uno de los escritores esenciales de nuestra provincia.”
Entre pájaros y memorias de la escritura…
Gastón Gori siguió dialogando: “…miles de hectáreas habré caminado por los campos, pero nunca encontré un pájaro muerto. Y cuando mueren en jaulas, siempre dicen que mueren de tristeza. Pero no es que mueren de tristeza, es que el final de la muerte es una muerte de tristeza, para el ser humano también. Agonía, qué quiere decir: la tristeza de morir… agonía, es la tristeza de morir. Todos morimos tristes cuando morimos por cosas naturales. Y morimos -como decía el pastor protestante- “Y José era muy bueno y murió de su última enfermedad” -comenzó Gastón Gori la charla.
Yo en este momento no estoy escribiendo libros. Pienso en libros, inclusive tengo concebidos libros, pero no voy a escribir. Porque tengo que hacerlo en forma manuscrita y la vista no me permite hacer bien las letras. Aunque puedo escribir bastante bien, por haber escrito millones de veces las palabras, pero no quiero escribir un libro. Esa es una de las razones.
Tengo una hija que revisa todo lo que yo escribí. Y es la única que puede leer mis manuscritos y no equivocarse. Inclusive corrige los errores que comente la desgrabadora, que a veces no sigue el sentido de las cosas y pone cualquier palabra.
No, dictar no me gusta. El estilo oral es una cosa y el estilo escrito es muy distinto. El fenómeno de cerebración es distinto. Ahora, hace poquito dicté un trabajo. “Perdido en los quebrachales”‘ se llama. No es muy largo, lo publicó un suplemento de Reconquista. Lo escribí casi por un compromiso con Julio Acosta, director de la editorial Ameghino. Él me pidió que escribiese eso. En la contratapa dice que mi entusiasmo por el trabajo de La Forestal me llevó a perderme dos veces en los montes. Quería escribirlo y me ayudó una chica que vive enfrente de mi casa que me sigue muy bien cuando dicto. Pero es muy difícil el tema. Escribirlo me resultó dificilísimo, por el fenómeno psicológico que hay que realizar. Lo alcancé a escribir y salió lindo, dice mi mujer, pero mi mujer no es que me ama, es chupamedia mía.
¿Gastón, no piensa escribir más?
No. Yo no pienso escribir otro libro más. Tengo motivos para hacerlo y tengo cosas concebidas, pero no lo voy a escribir.
¿Cuándo tomó esta determinación?
El hecho de que me haya disminuido la vista; por ejemplo: yo te miro a vos, y te veo dentro de un rato y no te reconozco. Además de la pérdida de la vista tengo un infarto cerebral crónico. Quiere decir que hubo muerte de neuronas. Entonces esta muerte de neuronas me afectó los hemisferios cerebrales donde la vista, el aparato óptico, manda las imágenes. Bueno, yo a eso no lo tengo más completo. Ese es un inconveniente muy grande, porque también me hace perder la memoria visual. Y perder aunque sea una parte de la memoria es perder ya una parte del pensamiento. Aunque sea perder la memoria inmediata, la antigua no. Yo me puedo acordar de muchísimas cosas viejas. Inclusive de demasiadas cosas me acuerdo, debería acordarme de menos.
¿Cuántos libros tiene publicados?
Hay 47 primeras ediciones, incluyendo algún folleto, y hay 40 reediciones de libros. Ochenta y siete veces me publicaron libros, y tengo 87 años. Y como he resuelto vivir hasta los 90 años me van a faltar 3 libros. Uno ya está casi en camino, después de los otros dos me faltaría elegir uno, porque el último libro que me gustaría reeditar es un libro que yo quiero mucho: se llama ‘‘La pluma incesante’’. Es decir: 90 años y 90 veces se habrán publicado libros míos, y terminarlo con el libro ‘‘La pluma incesante’’ sería muy simbólico, me gustaría mucho hacerlo. Y ya te digo, como voy a vivir 3 años más, eso está resuelto, en eso ya no hay problema…
“Tristeza de morir”…
¿Por qué dice eso? ¿Cómo puede usted determinar que va a vivir 3 años más?
Lo he resuelto.
¿Y qué va a hacer dentro de 3 años?
Voy a vivir como vivo. Voy a vivir como vivo.
Pero, ¿por qué dice que va a morir dentro de 3 años?
Ah, yo digo 3 años como el límite de lo que yo he resuelto vivir. Pero si llego a los 90 años pido una prórroga (risas).
Hay un ente que nosotros no podemos definir, [no’cierto] (sic). Puedo pedírsela al destino, puedo pedírsela a Dios, por ejemplo; ése es el ente que no podemos definir. Dicen que hace todas las cosas, pero parate con Dios, ¿no? Porque a mí me mandó un infarto cerebral. Después, saco también en consecuencia que Dios no tiene memoria o no lleva anotado nada, porque me mandó un infarto cerebral y después ahora último me mandó un cáncer de próstata. ¿No vio en la libretita que ya era bastante? Hubiera puesto: “Le mando un resfrío, le mando una tos…”‘, cualquier cosa. Pero ¿por qué un cáncer? Si todo el que tiene cáncer, aunque sea de próstata, muere de cáncer, [no’cierto]. Pero yo creo que a pesar de eso, con la ayuda de los científicos actuales, 3 años más voy a vivir. Y si no vivo los 3 años más, vengan y repréndanme: ‘‘¡Incumplidor! ¡Traidor! ¡Traidor! ¡Usted nos ha engañado! A ver, diga ahora ¿por qué nos ha engañado?’’. Y yo no te voy a contestar nada (risas).
Teóricamente, si usted quiere vivir 90 años, la prórroga la tendría que pedir en el 2005.
Eso mismo, en el 2005 pediría una prórroga.
¿Dos años?
Sí.
Yo nací el 17 de noviembre de 1915 (silencio). Así que 90 años sería en el 2005. Y bué, es un número hasta simpático.
Recién hablaba de Dios ¿Tuvo fe en alguna religión?
Yo no soy religioso. Quizá sea por el cura que me tocó en la Iglesia. ¡Enseñaba tan mal! Decía tantas macanas… decía tantas cosas que después yo comprobaba que no eran ciertas. Por ejemplo, cuando uno hacía una cosa más o menos grave, ‘‘el diablo nos iba a llevar’’. Yo me acuerdo de haber temblado de noche, porque el diablo me iba a llevar. Pasaba la noche y al otro día no tenía nada (risas). Ah, otra cosa: ‘‘Es un pecado mortal”, pero eso lo dijo después… Te cuento primero el hecho. Mi madre era devota del Sagrado Corazón, y yo iba a misa, porque hice la primera comunión. Cuando vi que toda la gente se levantaba, iba allá, se reclinaba, abría la boca, y le daban la hostia, yo también me metí ahí. Llegué y tomé la hostia. Al poquito tiempo la doctrina dijo que es un pecado grave, un pecado mortal tomar la hostia sin confesarse. ¡La miércole!, yo empecé (gestos de miedo con las manos): “¿qué me va a pasar?…” Y tampoco me pasó nada. Así que desde ahí yo empecé a dudar.
Otra vez yo iba a la doctrina, era la tarde y en Esperanza había zanjas, porque no había pavimento. En esas zanjas, donde había pastito hacíamos anzuelos con alfileres y pescábamos ranas. Mientras iba a la doctrina me había pescado 3 ranas y las tenía en el bolsillo. Las tenía apretadas y el cura dele darnos clases. No sé cómo hice, solté la mano y cuando empezaron a saltar las ranas… ¡la que se armó con los muchachos, las corridas! Yo me ponía rojo, y me puse rojo en seguida, y dijeron: “Pedrito es el de las ranas”, y no tuve que decir nada. Así que en plena misa, en el respeto de Dios… tres ranas les largué (risas). Y el bochinche que se armó con los muchachos corriendo, se han divertido corriendo las ranas… Y bueno, después no me pasó nada, yo creí que me iba a llevar el diablo de los pies y me iba a tirar a la miércole, al infierno…, pero nada. Y al otro día tenía hambre. Yo era siempre muy comilón, me gustaba comer, como ahora, pa’ qué nos vamo a engañar. Comía, hacía todas las cosas bien, y no me pasaba nada.
Entre sueños, deseos y lo inevitable…
¿A esta altura, cree que está mano con la vida? ¿O hay algo que le hubiese gustado hacer?
Sí; todos tenemos algo que nos hubiese gustado hacer y no lo hicimos.
Yo a Charito se lo he contado muchas veces, como ella tiene tanta fe en mí, confianza, yo se lo puedo contar. Yo cuando era muchacho conocí una chica. Me gustaba tanto, tanto esa chica. Tanto me gustaba esa chica, pero no me animaba a decirle nada. Y caminábamos con otra amiga que era alta, y ella iba del otro lado de la amiga, entonces hablábamos nosotros, así (gesto con las manos) en arco. Bueno, esa chica me encantaba, me encantaba. Una hermana de ella me hacía gancho, y yo no me animé. Yo creo que ésa fue una de las cosas de la vida en que yo la pifié. Después me casé con ella (Charito), con quien andamos muy bien, pero ella no me ama a mí, ella es chupamedias, es obsecuente (risas), se pasa de la raya… eso no es amor, eso es obsecuencia.
Gastón, ¿quién era esa chica, era de Esperanza?
Era de Esperanza, está en Santa Fe, se casó en Esperanza con un muchacho que sé quien es, y en la actualidad debe tener más o menos… yo tengo 87, creo que debe tener 80 años. Creo que tiene 3 chicos, porque enviudó. Qué casualidad, después de tantos años, muchos años, iba caminando por calle San Martín, así de gente, y paf, me topo con un rostro… era esta muchacha, y charlamos un rato. Bueno, me gustó mucho estar ese rato. A la semana se le muere el marido, una lástima, pobrecita.
Pero, ya te digo, son esos recuerdos… ¿vos me preguntaste cosas de la juventud? Fui muy activo, Osvaldo Bayer dice: “Qué lástima que Gastón es cazador” Yo no soy cazador, fui cazador. ¡Y qué cazador! Bajaba crestones que vuelan a 80 o 90 kilómetros por hora. Nosotros tirábamos siempre al vuelo: yo nunca maté un bicho en el suelo. Bajaba crestones, y después me entusiasmé con las martinetas. Porque me gustaba comerlas además. La de amigos que han venido a comer perdices y martinetas acá (el patio de su casa). Pero ése no es un deporte. Yo me niego a admitirlo, y se lo he dicho a muchos amigos: no hablen de cazar como un deporte, es una afición. Porque no puede haber deporte con un ser vivo como es un ave. Es una afición ancestral. Al verdadero cazador le gusta llevar lo que cazó a su casa y le gusta comerlo. Inclusive le gusta cocinarlo, ése es el cazador. Ahora, el que caza y después se desprende de las cosas, ése es un tirador de tiros nomás. Pero el cazar realmente con el sentido de la caza ha sido muy lindo. Es más: yo nunca me pasé de las martinetas, no me pasé. No cacé nunca 30 martinetas, 20 martinetas, yo cazaba 5 o 6 nomás.
¿Por qué decidió llamarse Gastón Gori?
Yo ya lo conté algunas veces. Yo estaba en una pensión donde vivíamos con un amigo, y dos amigas más, y una de las amigas era un poco gorda, no era gorda gorda. Nosotros le decíamos Gordi, en vez de decirle gorda. Resulta que hubo unos Juegos Florales -se llamaban así los concursos de poesía- y yo me presenté al concurso y gané el primer premio, la medalla de oro.
Pero el seudónimo que puse, en vez de poner Gordi puse Gori. Yo no sabía que Gori era un apellido. Es un apellido, y ¡qué apellido! Pedro Gori fue un anarquista que dio conferencias y vivió en Buenos Aires. Y en el pueblo de él, que es Teramo, el pueblo del que era Pietro Gori, hay una estatua de Pietro Gori. Mirá la fama que tendría también en Italia. Y él estuvo acá entre nosotros.
¿Cuál es el momento más lindo de su vida?
El momento más lindo de mi vida… (silencio). El de amor lo vamos a dejar de lado, eso no lo toquemos (risas). A lo mejor te digo: el momento más lindo de mi vida fue cuando conocí a fulana de tal… y yo ya estaba casado, ése fue un momento lindo eh (risas). Pero, ¿cuál momento lindo yo tuve? Tuve muchos momentos lindos, pero casi siempre fue estando solo y en el campo, o con algún amigo del campo. Y he tenido un gran amigo que era (Nicanor) Baunganrder, pero le decían Bongar. (sic) Y mi libro “Nicanor y las aguas furiosas” es mi relación con esa amistad; que ahora quiero que se reedite ese libro. Ahí he pasado muchos momentos lindos, muchos momentos lindos he pasado.
El peor momento… (silencio). Yo no te podría decir. El peor momento mío, no tengo un peor momento… (silencio). Te podría decir que no me hizo ninguna gracia cuando la biopsia que me hicieron me dio positivo, pero no fue el peor momento. Cuál fue el peor momento de mi vida, no sé, no sé. No tengo un peor momento. Como dice el poema de César Vallejo, “el peor momento de mi vida no ha llegado”. Puede ser que no haya llegado. Tengo tres años seguros por delante, y en tres años pueden ocurrir tantas cosas.
Y sigue con los tres años… son dos Gastón, son dos.
Ah, ¿me quedan dos nomás?
¿Dos y pico? Yo tengo tres años, digo. ¿Dos y pico me quedan? Y bueno, pero no me puede pasar nada muy grave, porque uno aprendió a esquivar muchas cosas, y también aprendió a olvidar. Aprender a olvidar es tan bueno como aprender cosas buenas, eh.
Creo que Benedetti dice que “el olvido está lleno de memoria”.
El olvido siempre está lleno de memoria, es consciente, pero hay que saber olvidar. Es sano olvidar.
Un regalo demorado…
¿Y qué cosas hay que olvidar, y qué no hay que olvidar?
(silencio) Yo te lo generalizaría. No hay que olvidar nada que sea bueno para los demás, de eso no hay que olvidarnos nunca, y olvidarse algún traspié que uno tenga y que haga daño. Porque también se puede hacer daño sin saber. Hay un cuento, que creo que es de Las mil y una noches, donde un verdiche (jefe) de los árabes estaba comiendo unas frutas que tenían carozo, y cuando arrojó un carozo le pegó a un genio adverso a él, pero que era invisible… Nadie sabe dónde arrojamos ese carozo que puede pegarle a alguien invisible. Yo creo que a todos nos ocurre que han pasado algunas cosas, que quisiéramos volver atrás la vida para aclarar. Y te voy a decir cosas tan simples como ésta: yo tenía un tío que lo adoraba. Además era un tipo inteligente, era herrero, hizo un taller hermoso, se especializó en molinos de viento. Bueno, ese tío me prestaba siempre el perro para ir a cazar cuando estaba en Esperanza. Y una vez que me prestó el perro y me llevó a cazar en una chatita, dijo: “Bueno, te llevo hasta lo de Polter”, donde ya era campo, empezaba bien el campo. Me llevó hasta allá. Yo bajé y mi tío se quedó mirando un rato, a ver cómo cazaba. Pasé el alambre y salió una liebre… paf… abajo… y siempre pienso una cosa: porqué no le dije a mi tío: “Tío, te regalo esta liebre”; eso lo tengo en el alma. Por qué yo a esa liebre no se la regalé a mi tío que tantas veces me había prestado el perro, que me había llevado ahí… ¿No hubiera sido un lindo gesto?, [nocierto] “Tío, te la regalo, ya que viste cómo la cacé ahí adelante, te la regalo”. No hice eso, y eso no me lo puedo olvidar, y me lo reprocho profundamente, profundamente.
En torno a escritores y a lecturas…
Gastón, ¿qué escritor admira profundamente, si tiene que elegir uno?
En este momento no tengo admiración por nadie. Leo muy salteado. Yo he admirado mucho a Anatole France, está demás decirlo. Que fue sobre quién escribí mi primer libro, Anatole France.
¿Fue a quien copió? ¿Copió a alguno en sus comienzos? Dicen que algunos escritores cuando comienzan copian el estilo, ¿usted le copió a alguien?
Ah, el estilo me atrapó. Por el estilo me atrapó Anatole France. Es hermoso, una prosa hermosa, y eso que era traducido del francés, pero por un muy buen traductor, muy buen traductor de Anatole France, un estilo hermoso tiene. Solamente he encontrado otro escritor, un escritor argentino que hasta en los ensayos, en todo -no escribía poemas, escribía ensayos nada más-, tiene una prosa tan admirable, que es Aníbal Ponce. Aníbal Ponce tiene una prosa admirable.
Usted decía, charlando recién, que a usted le gustaría que lo reconozcan más por su prosa que por su poesía.
No me interesa: yo diría que si me reconocen es por todo, porque en poemas yo he tenido muchas satisfacciones.
¿Pero le gusta más la prosa, o no?
Yo diría que no es cuestión de… siempre… eh, vos me hacés pensar cosas que nunca he pensado… (risas).
Vos me hacés esa pregunta, pero yo nunca pensé si me gusta una más que otra, no. Quizás si escribo un poema que me gusta cómo lo hice, me gusta haber escrito el poema, pero mi manera más natural de escribir, mi manera más personal es la prosa, eso sí.
¿Y cómo nace de una u otra manera esa idea primera que usted tiene en la cabeza?
Ah, es tan difícil de explicar eso. Yo creo que hace poquito (José) Saramago se preguntó algo de eso. Y ayer le decía a mi mujer: “Mirá, yo para escribir un libro tengo que tener esto, y esto y aquello”; ya imaginar un libro de tiempo atrás, no el libro, el tema, me tiene que estar trabajando durante mucho tiempo, a veces años. Entonces, tengo el tema, y pienso en el tema, pero de pronto se da una circunstancia tal que me favorece para escribir. Por ejemplo esto: esta planta se llama Bignonia. Leí que se llama Bignonia no por Bignon, el que estudió la Bignonia no es Bignon, como dicen las enciclopedias, que por eso le pusieron Bignonia. No: Turnebuguts, algo así se llama. El botánico era otro. Bignon era el bibliotecario del rey, y eran muy amigos con el otro. Y entonces el otro estudió esta planta (señala para arriba con el dedo, hacia la planta, en el patio de su casa) y tenía que ponerle un nombre, y le puso el nombre de su amigo: Bignon, Bignonia; ahí viene el nombre de esta planta.
Una vez que tiene la idea, ¿por qué la escribe?, ¿la escribe para otras personas o es como un desahogo?
No, yo no escribo nunca para acercarle a otra persona. El fenómeno mental mío no es ése. Siempre tuve un sentido general. No te digo “yo sentí amor por alguien”‘, y entonces hice por amor eso… no, no. Primero, yo creo que he sentido siempre amor por el ser humano en sí, por el ser humano he sentido amor, hasta piedad sentí por el ser humano; eso como cosa fundamental. Y cuando escribo, no escribo ni para esto ni para aquello: escribo dentro de ese esquema de amor general, de conocimiento también, porque de pronto, por ejemplo, La Forestal es un libro de conocimiento. Si yo no hubiera investigado no puedo escribir ese libro. Lo mismo El pan nuestro, que salió reeditado ahora, también tenía que investigar mucho. Entonces la investigación y documentación me van formando la idea del libro. Yo tengo que decir algo nuevo, que lo digo en El pan nuestro. Yo tengo que decir algo que nadie dijo, pero que todos sabían de La Forestal. Lo habían escrito, pero así, algunas cosas nada más. Entonces, me pongo a escribir sobre La Forestal y sé que estoy cumpliendo una misión. Escribir sobre La Forestal, ¿por qué? Por el tema que trata, porque me apasiona y porque me gusta estudiarlo y me gusta investigarlo. Si yo no siento el placer de investigarlo y estudiarlo, si no siento el placer de que eso vaya a personas que lo van a leer beneficiosamente… eso está implícito, no es que uno lo pensó, no, no; está implícito en uno todo eso.
Escribiría sobre la revolución del ‘76
Y yendo también a la investigación como fue La Forestal, ¿hubo en los últimos tiempos algún tema que le diera bronca, por la injusticia, o por lo que sea, que diga “me gustaría narrarlo”?
Sí, sí. A mí me gustaría agarrar la revolución del ‘76… aspectos de la revolución del ‘76, eso sí lo haría.
Si tuviera oportunidad de eso, sí. No tengo los medios al alcance ya, ni la fuerza mental, ni el odio suficiente. Pero si yo tuviera que escribir una cosa, si usted me dice como ciudadano “¿qué cree que tendría que escribir si no tiene un rumbo para uno, ya hecho y determinado; sobre Argentina, qué le gustaría escribir?”, me gustaría volver sobre el asunto del ‘76.
Sobre el Golpe y sobre los asesinatos, sobre todo. He conocido a varios y he sido amigo de asesinados. Haroldo Conti; éramos amigos, y trabajamos juntos cuando se hizo una asamblea hemisférica sobre la paz en Vietnam, trabajamos juntos con Haroldo, para prepararnos las cosas; después lo asesinaron. Lo asesinaron a Raab (Enrique ¿?) también, que era un periodista. Y este periodista había escrito mucho sobre mí.
De escritores amigos y de libros perdidos…
De los escritores, ¿conoció usted a Cortázar?
No, a Cortázar no. ¿Le hubiese gustado? No, a Cortázar lo leí muy poco.
(silencio, canto de pájaros, y más silencio… cara fruncida…) No lo trago (risas generalizadas). La verdad es que no lo trago.
Mirá, leé el Martín Fierro de Borges y después lee Vagos y mal entretenidos mío, que es la réplica. Yo nunca dije que es la réplica, pero leé el libro Martín Fierro y después leé Vagos y mal entretenidos mío. Ahí tienen la explicación de por qué yo no lo puedo aceptar a Borges. ¿Por qué Borges dice que es una novela y la toma como una obra de arte, ajena, esto, aquello? No. Además una cosa, un tipo reaccionario no me gusta, ya estoy con prejuicios. Un tipo reaccionario como fue Borges no me interesa, un individuo así no me interesa.
A Saer no lo leí bastante, porque yo lo conocí de joven y después lo perdí de vista.
Sí, se fue con todos los libros de Conrad, Joseph Conrad, con los libros míos, de cuentos… se fue con todos los libros míos (risas).
Sí (risas). Me dejó sin un libro de Conrad… ¿tanto le gustaba? (risas y más risas).
Y con quien tiene una relación muy importante es con Osvaldo Bayer.
Ah, sí… con Bayer sí. Con Bayer sí hay una relación. Él es de una formación de anarquista, yo no soy anarquista, yo no soy comunista porque si yo llego a decir que soy comunista me va a pasar como le pasó a Gudiño Krämer; le dijeron ‘‘Don Luis, no invoque nunca usted al partido comunista, porque usted no es comunista”. Ser comunista significa estar en la teoría y en la práctica, y en la militancia; y yo no estuve nunca en la práctica, nunca en la militancia, y en la teoría, estuve en la filosofía que tiene Carlos Marx, que es el materialismo dialéctico. Entonces yo considero que mi formación, mi pensamiento, es materialista dialéctico. No agnóstico, que quiere desconocer la naturaleza de Dios, eso no me interesa. Yo sé que soy un materialista dialéctico, y eso lo prueban La Forestal, Vagos y mal entretenidos, también el libro sobre Eduardo Wilde. El que tiene ojos para leer y conoce las cosas se da cuenta. (El que conoce) los antecedentes de ese libro, se da cuenta y dice: sí, tiene que ser materialista dialéctico. Uno que admira a Aníbal Ponce que otra cosa va a ser, sino un materialista dialéctico.
¿Esa postura le trajo problemas en algún momento?
Sí, algunos problemas me trajo. Primero que yo no le dije esto: yo me llamo Gastón Gori también porque en esa época, si me llamo Pedro Raúl Marangoni, no duro ni treinta días en el puesto de maestro. Porque habían dejado 21 maestros cesantes, porque querían organizarse en gremio. Amsafe se iba a organizar como gremio, y a los 21 que estuvieron en la asamblea los dejaron cesantes. Así era la relación. Y en la época de Evita peor todavía. Cualquier indicio que diga que eras comunista, te dejaban cesante. Yo no puedo decir que soy comunista porque estoy haciendo una impostura, porque no estoy en la estructura del comunismo, pero soy materialista dialéctico, eso sí. Que estoy en la izquierda, sí, estoy con la izquierda, estoy con Lula, toda la vida… estoy en la izquierda.
Más de mil páginas manuscritas, inéditas…
¿Pensó alguna vez en escribir un libro tipo autobiografía, o dejar algún legado?
No. Yo tengo muchas cosas escritas… no es un diario, pero, con decirte que tengo 12 tomos, cada tomo tiene 7 cuadernos de 100 páginas y están todos manuscritos… por mí no hay una línea publicada. Además están encuadernados por mí en cuero, son 12 tomos y no hay una línea publicada de eso.
¿Y eso en qué estilo está escrito, tipo memorias, o qué?
A veces comentarios del momento, a veces algún comentario de libros, a veces algún comentario sobre una persona que me interesó destacar; o si no muchas veces lo hice también como un ejercicio práctico, que me daba mucho resultado. Yo estoy escribiendo un libro y estoy trancado, no avanzo ni para atrás ni para adelante, algo me falta, me falta, me falta… para eso. Entonces tenía dos caminos, o agarro un libro de Sarmiento y me motorizo con Sarmiento, o me ponía a escribir en un cuaderno sobre por qué no podía escribir. Y de pronto de ese cuaderno pasaba al otro y seguía. De esos cuadernos tengo 12 gruesos tomos de 700 páginas manuscritas cada uno, que hacen 8.400 páginas que no están publicadas. Y cuando una vez un periodista necesitaba datos sobre Teófilo Madrejón yo le dije ‘‘ven픑… falleció más o menos por el ‘47, empecé a buscar y encontré un montón de datos sobre él, porque cuando estaba enfermo yo era muy amigo de él y en mi cuaderno hice anotaciones del estado de Madrejón.
Libros imaginados y sin escritura…
Si bien usted, Gastón, no está escribiendo, no está dejando nada impregnado en una página, tiene varios libros en la cabeza que no los va a escribir. Podría contarme cuál fue su última idea, cuál fue su último libro, ése que tiene en la cabeza?
(Silencio) Sí (profundo silencio, piensa). A ver… cómo te lo puedo sintetizar. Yo leo El Litoral; me preocupa mucho la violencia actual, pero me llama la atención la violencia del hombre hacia la mujer, y entonces empecé a analizar casos de violencia. Y tengo muchos casos registrados en la cabeza, el conocimiento, y cuando veo un hecho así, por ejemplo un tipo, no hace mucho, mató a los tres chicos y mató a la mujer. ¿Qué le pasó a ese hombre?… (silencio) ¿Qué le pasó a ese hombre?, eh.
Ese podría ser el título: “¿Qué le pasó a ese hombre”
Sí señor (risas) ¡Qué título lindo! Yo siempre le dije a Charito, “si yo escribiera ese libro va a ser un éxito”. ¿Qué le pasó a ese hombre? Te digo, porque hubo un libro que tuvo mucho éxito, de una francesa, ¿cómo se llamaba?… “El varón domado” se llamaba. Uf… hizo roncha, entre las mujeres sobre todo, para darse el gusto (risas, y risas de Charito)… ¿Qué le pasó a ese hombre? Che, qué lindo título.
Y bueno ¿por qué no lo escribe? Yo lo ayudo (risas
Tendría que escribirlo, sé tanto de eso. He seguido tantos casos…
¿Y lo haría en ficción o como ensayo?
Como ensayo, como estudio. Mirá, tanto lo he estudiado que yo he llegado a la conclusión -estamos hablando en forma anónima- de que… bueno, un caso que no es de acá, de Santa Fe, pero yo conozco una mujer. La estimo, y porque la estimo la conozco bien. Sé cómo fue su vida cuando se casó, y cuando se separó. Nunca me dijo nada de su vida, pero yo la podría sentar y le diría: “irá, a vos te pasó esto, y esto, y esto y esto” y no me equivoco. ¿Por qué? Porque el ser humano no es tan distinto el uno del otro, el ser humano es uno. Y en las mismas circunstancias el ser humano obra de la misma manera o parecido. Entonces basta conocer cómo obra el ser humano en esas circunstancias para poder, a veces, aplicarlo aquí, aplicarlo allá… ¿Qué le pasó a ese hombre? Es un título tentador como la gran siete
Hay que ponerse a trabajar (se sonríe), sí, sí.
La política, los políticos
¿En esta realidad que estamos viviendo, hay lugar para la esperanza?
Siempre hay lugar para la esperanza. Entre las virtudes teologales está la esperanza: la esperanza siempre existe. Así como la felicidad no es eterna, tampoco la desdicha es eterna, salvo que uno se emperre (risas de Charito), porque hay tipos que se las buscan, son masoquistas. Yo digo en las vidas normales, [nocierto], sí, siempre hay esperanza.
Así, en general, no tengo por qué creerles en la actualidad. Pero en particular, hay políticos que son honestos. En la Argentina yo conozco gente que son políticos, que no son de los figurones. Hay uno que en la actualidad es diputado nacional y es muy honesto: (Hugo) Storero.
¿Y cual era la frase que dijo hoy cuando llegamos a su casa?
(piensa) ¿Qué te dije?
…qué no los voy a defraudar. Porque si hay uno que es político, pero que es político, no de altura, sino político del manejo de las cosas políticas, ése es Menem. Alfonsín se rompió entero por deshacer a la CGT, Le hicieron trece paros generales. Buscó mil formas para romper a la CGT. No pudo. Subió Menem, tac, tac, paf… la CGT. La hizo bosta, de entrada nomás. Yo no me acuerdo ahora el procedimiento, pero Menem es un individuo con un sentido político extraordinario. Yo no te estoy hablando de Lisandro de la Torre, no te estoy hablando de Alfredo Palacios, no, no, no… de Juan B. Justo. Te estoy hablando de un político que siempre está con un pie en la cárcel y el otro en la plaza, como es Menem. Y te digo, está con un pie en la cárcel y otro en la plaza, y es cierto. Tiene causas abiertas, él no puede ser candidato a presidente, porque tiene procesos todavía. Entonces no puede ser presidente.
Al año 2001, con todo lo que pasó a nivel social y político ¿cómo lo vivió?
A mí me parece que fue un año lamentable. Más que un año lamentable. La gran vergüenza la tenemos que tener los argentinos, cuando la institución financiera más importante del país estafó, cometió estafa. Y no hubo un juez que diga “venga usted para acá, lo vamos a juzgar a usted por estafa”, que fue cuando el corralito. Hacía poquito tiempo habían puesto preso a uno porque tenía una financiera y tenía la plata de 41 personas, y no les pudo devolver la plata no sé por qué. Bueno, lo procesaron inmediatamente porque se quedó con el dinero… habrá hecho mal las cosas, no sé qué, pero no pudo devolver el dinero que le dieron prestado. Y acá usted le prestó al Banco y el Banco no le devuelve el dinero, y dispone de él como de cosa propia. Eso es una estafa. De acuerdo con el derecho estricto, el derecho penal, es una estafa. Tanto es así que hay que hacer Recurso para rescatar su dinero, no es necesario hacer juicio.
(“El corralito” fue una decisión del presidente provisorio Dr. Eduardo Duhalde, ex-gobernador de Buenos Aires, ex-vicepresidente hasta que renunció para ser reelecto gobernador de esa provincia; senador nacional a cargo del P.E. al comenzar enero de 2002, después de sucesivos provisorios tras la renuncia del presidente Dr. Fernando de la Rúa, el 20 de diciembre de 2001.)
¿Qué consecuencias tiene que se haya pasado por encima el derecho de todos?
Yo creo que hay una gran desorientación de la gente con el derecho. Más bien creo que al no creer en los jueces, no creen en el derecho tampoco. O no tienen en cuenta el derecho, que es tan fundamental. Nunca se han procesado tantos jueces ni hecho tantos juicios políticos como ahora. Y eso nos está dando la pauta de que algo está podrido. Un juez es una persona prácticamente intocable, de corrección en todo. Y cuántos jueces ya hubo a los que les han hecho juicio político, ¿a cuántos jueces los sacaron? A algunos hasta con escándalo, como a Brusa, por ejemplo.
(El juez federal Brusa con sede en Santa Fe, asumió durante el autodenominado proceso de reorganización nacional. En su tiempo libre navegaba con su lancha en la Laguna Setúbal y mientras estaban nadando varios deportistas, en una zona visiblemente determinada, con velocidad se dirigió hacia el norte y con la hélice hirió a un nadador. Al retornar, ya no era él quien conducía la embarcación pero era inconfundible su cabeza canosa y su rostro. Tras extenso juicio fue condenado… y además, había sido denunciado por violación a los derechos humanos desde mediados de la década del ‘70.)
Todo en un día
La última pregunta que le hago Gastón, ¿cómo es hoy un día en su vida?
Un día normal: …tres de la mañana (risas de Charito), -yo duermo en una cama con un colchón más alto y blandito… difícil de acostarte, te lleva para donde él quiere, bueno, y mi mujer tiene otro colchón que es más bajito, son dos camas-, tres de la mañana, se prende una luz al lado mío:
-Charito… -la llama Gastón.
-Qué -responde Charito, que está sentada en un sillón detrás de él.
-¿Estás despierta?
-Sí.
-¿Estás muy despierta?… Entonces tenés ganas de tomar mate. “Sí, tengo ganas de tomar mate”‘ -dice, imitando a Charito. ¿Hoy pasó eso también? -le pregunta a ella-, ¿hoy, era a las tres la primera mateada? A las tres de la mañana. ¿Para qué vamos a estar despiertos en la oscuridad? Bueno, prendé la luz.
Un pocillo de leche cada uno, porque la leche tranquiliza. Dicen que trae el sueño también. Y han descubierto que tiene esas virtudes la leche a través de amamantar al chico. El chico llora. ¿Qué hace la madre cuando el chico llora? Saca su teta y le sirve para que chupe su teta, para que beba mucho y se duerma. Bueno, nosotros estamos haciendo algo parecido.
Tres de la mañana. Entonces seguimos, seguimos, seguimos… por ahí siento un ruidito:
Prendé la luz Charito. Mirá la hora. Uy, son las cinco. Charito, la hora de tomar mate es las cinco, no las tres. ¿Vamos a tomar mate? Y ella raja a buscar las cosas pa’ tomar mate en la cama.
Apenas sale la luz, vengo a ver, porque el gato, el desgraciado, me come la comida -la carne- que les dejo a las calandrias. Entonces vengo a ponerles carne a las calandrias y a veces viene Charito también, y nos quedamos un buen rato, porque cuando ya hay bastante luz, a las siete de la mañana, cuando yo aparezco, silban las calandrias. Me están esperando.
Cuando yo le tiro la comida ahí, ella baja a comer. Y después aparece el Pirata; el Pirata es el benteveo, que también tiene pichones porque cuando se va lleva carne. El Pirata no se pone a picar, a comer carne, porque sabe que eso es de la calandria -y la calandria es muy mala con los demás, casi todas las aves son malas con las otras-, entonces baja, y pega el picotón, agarra el pedazo más grande y dispara. La carne picada muchas veces se le cae (risas). Entonces está el tero de fiesta, porque el tero ya sabe eso.
Viene el tero enseguida que se cae carne picada. Bueno, ése es el entretenimiento primero de la mañana.
Cuando llega una calandria estamos esperando la otra. Sabíamos que tenían pichones por la manera de actuar, y apareció nomás la calandria con un pichón. Y ahora viene uno que ya está muy grande, que no podemos distinguir bien si es el machito o es el pichón. Pero tendría que haber dos pichones, porque la calandria no pone un solo huevo, pone dos. Pero creo que hay un solo pichón. Pero también hay un gato desgraciado en esta casa, que no es mío, que viene de afuera. Y ése me ha comido un montón de palomas.
¿Cómo sigue la tarde después, Gastón?
Aparece la pava con el mate otra vez. Mateamos y charlamos. Después Charito sigue leyendo. Es muy lectora, ella puede leer mucho.
No, no. Lee en la cama a veces, y yo me voy allá adelante, al living y… es muy incómodo, no hay un sitio cómodo para estar sentado acá. Parecen cómodos, pero, esos sitios… como la cama no hay. Estar acostado en la cama es una delicia. Entonces estoy allá, y si han pasado unas dos horas, porque yo leo correspondencia -dicho sea de paso, recibimos una carta hermosísima de Antonio Requeni sobre el librito ése de los pájaros (El día de los Pájaros) que yo le mandé a Requeni. Y ayer mandó una carta hermosísima. A esas yo las guardo, en los cuadernos las guardo-. Bueno, leo correspondencia. Si es de importancia, como generalmente lo es, le damos el sitio que corresponde: o mi escritorio, o mi cuaderno, o el escritorio de Mónica. En el escritorio de Mónica, todo papel que va lo ponemos con un cenicero de cristal arriba, ya se sabe que eso llegó para ella.
A las diez de la mañana yo empiezo a sentir algo así como una cosa rara. Entonces, como tengo un frasco de aceitunas, como aceitunas como desayuno… ¿no estarán los carocitos por ahí? (risas, mira el piso). Unas seis, siete aceitunas. Después ¿qué hago yo? como me duele alguna cosa me voy a la cama. Y ahí, muchas veces, como me dio leche tibia ella (señala a Charito), me vuelvo a dormir. Y en ese segundo sueño es cuando sueño, cuando tengo sueños. Y si son muy intensos los sueños ya sé que es fatal, es un día que voy a ver poco. Cuando tengo muchos sueños el cerebro me trabaja de una manera tal que yo sé que voy a ver poco. Cuando va llegando el mediodía, entonces vienen las consultas a la hija sobre si van a venir los nietos a comer acá. Y sobre todo el cumplimiento de algo que seguramente hoy no se va a cumplir -¿hoy es sábado?, pregunta a Charito, que asiente con la cabeza-, no se va a cumplir. El cumplimiento de la receta del Dr. Maradona. Comer todos los días papa hervida con tomate, como una ensaladita, así nomás, todos los días. Y después fruta, toda la que quiera. ¿Carne?, ni de pollo. Pero nosotros le hacemos una contravención a esto, y también le hacemos otra contravención: unos chorritos de mayonesa no le viene mal, no. Bueno, ese es el almuerzo de todos los días, eh.
Más anécdotas…
¿Lo humecta con algo en particular?
Tomo agua, porque no me dejan tomar vino. Y además, si tomaría, tomaría un ruidito de vino. Y tuve una mala suerte en Navidad. Porque en Navidad casi que tenía vía libre (risas), por lo menos para tomar un ruidito más ruidoso. Uno se trajo de Buenos Aires una botella de vino que vale casi veinte pesos, y mi yerno una que vale casi seis pesos y pico, y unos vinos de marca, fantásticos. Abren el primero… el primero puff, está avinagrado. Así que soné con el primer vino. La esperanza estaba en el segundo. Lo abro… avinagrado. Sonamos (risas). Una navidad con Seven Up es una especie de desgracia que pocos saben disfrutar (risas generalizadas).
¿Y a qué hora se acuesta a la noche, Gastón?
No tengo hora. A veces son las siete, las diecinueve, y yo estoy en la cama descansando. Porque es el lugar donde mejor yo me siento. Y a veces son las veinte y tomo el segundo remedio, o antes de las nueve. Tomo el Luminal antes de las nueve. Por lo general Charito sigue leyendo, y yo me duermo siempre mirando para el otro lado. Si me doy vuelta para allá (dándole la espalda a Charito) duermo como un niño de teta… ¡duermo de lindo!
Gastón, volviendo a la prórroga que usted tiene que pedir dentro de dos años, más allá de si pide no pide prórroga, ¿cómo le gustaría que lo recuerden cuando se vaya de este mundo, cuando muera?
¿Cuándo muera? (silencio, suspira). Que puedan decir que conscientemente no hice mal a nadie. Está el derviche que tiró el carozo, ¿no? Pero conscientemente creo que no hice mal a nadie. Creo haber herido a una persona sin querer, sí. Herido porque él fue siempre ministro, cuando había una revolución era ministro o de Instrucción, después fue ministro de Gobierno. Y tengo un poema que es largo, y dice “De ministros mediocres”, y esa persona estuvo medio etiquetada conmigo. Eso está dentro de lo que yo te decía, quisiera volver el tiempo otra vez, a estar con personas para aclarar cosas. Me refiero a Leoncio Gianello. Nos hemos frecuentado mucho con él, nunca tuvimos nada con él, al contrario. Y sin embargo, yo estaba en un interinato (docente) y por esas informaciones de la Side, -que yo tengo lo que informaba la Side, porque nos dieron después la documentación, ¿se acuerda que había una ley por la que devolvían, bueno, yo lo recogí al mío- y entonces, posiblemente por lo que decía eso, Gianello me dejó cesante de un interinato que yo tenía; una cesantía ilegal, porque no dependíamos de él, dependíamos del Consejo de Educación, no del Ministerio, y el ministro me deja cesante. Yo pienso ¿por qué Gianello me dejó cesante? Yo sé por mi cuñado que no me podía sostener más en el empleo por la información que la Side tenía de mí. Yo tengo la copia de eso. Pero yo pienso que no es por eso, que él cuando yo digo en ese poema -que se volvió a publicar en Una vez la poesía-, Ministros mediocres, él estaba en el Ministerio.
Yo creo que ha sido susceptible con eso y se creyó que yo aludía a él (silencio). Como no era un hombre de gran talento, como historiador no era un hombre de talento, era un repetidor de lo que habían escrito otros; y como poeta se quedó en nada. Pero yo nunca le pude haber dicho eso. Aunque tengo la impresión de que eso es lo que lo alejó, y eso es lo que lo movió a dejarme cesante.
Gastón, vio que cuando uno muere a veces decide y otras no qué hacer con sus restos. ¿Usted decidió qué quiere que hagan con sus restos?
Mirá, no me interesa, a mí no me interesa (silencio). Yo por las dudas, mirá, sé que ahora no ponen más los cadáveres así (cruza las manos sobre el pecho), [nocierto] o los ponen más porque dicen que al hincharse presionan sobre las cosas; los ponen así (coloca los brazos estirados a los costados del cuerpo), entonces yo duermo siempre así (brazos a los costados) para ir ensayando (risas de Charito, luego generalizadas).
Un regalo sorprendente…
¿Se puso contento con el nuevo Puente Colgante? (vive a una cuadra).
-(silencio) No.
No, me gusta que lo hayan hecho. Pero como es una obligación hacerlo, porque el gobierno estaba obligado a rehacer eso, es una obligación que han cumplido, ¿no? Ahora, el Puente Colgante como Puente Colgante solamente así, a mí no me atrajo nunca, ni como símbolo ni como nada.
¿Cuál es el símbolo de Santa Fe?
Yo creo que la característica es el Puente Colgante.
¿Y qué lugar de Santa Fe le gusta más a usted?
¿Su patio?
Sí, mi patio. Mi patio… y cuando vienen los pájaros, mejor. Ahora, había un lugar lindo, y tengo una linda anécdota con Charito. Por allá, por El Quillá, no sé si ustedes recuerdan que al lado de la iglesia de San Francisco había un sauce grande, no sé si está todavía ese sauce. Pero era muy antiguo. Son años de acá lo que te cuento.
Habíamos salido a caminar con Charito y estábamos descansando en un banco y era la tardecita. Y yo me había salteado: el once de septiembre, Día del Maestro, no le hice regalo; veintiocho de septiembre, día de su cumpleaños, no le hice regalo, y en Navidad le debía cuatro regalazos. Siempre me hacía el burro, o no sé lo que pasaba, pero no cumplía con los regalos, y ella sabía que no había cumplido. Esa era una tarde linda, una caída de tardecita así… estábamos sentados uno al lado del otro, y yo miré ese sauce y lo vi realmente hermoso: ese sauce, el río por allá, la iglesia más acá, y le digo a Charito:
-Mirá qué hermosa imagen, ¡mirá que hermosa imagen, qué hermoso paisaje!… te lo regalo Charito.
Ay, se emocionó toda, lo que le había regalado ese paisaje; y yo dije “se tragó el sapo”. Estaba toda emocionada porque le había regalado ese paisaje. Al rato largo nos levantamos y caminamos por calle San Martín, y me para así de golpe y me dice:
-Decime Gastón, con eso del regalo del paisaje, ¿no te hiciste el vivo?
-Nooo, Charito (risas).
Taaaarde se dio cuenta (más risas)… pero tan lindo que fue eso, ese fue un momento lindo, eh.
¿Cómo se sintió charlando? ¿Le gustó hablar con nosotros?
Como diez mil kilos me gustó, diez mil toneladas me gustó. Claro que me gustó. Además pocas veces entrevistadores hacen charlar y dejan charlar tanto como ustedes. Conversar con ustedes y preguntar. Por lo general son un calco. Acá, ustedes, y quien me hace lindas entrevistas por lo menos a mí es (Guillermo) Tepper. Yo tengo por lo menos dos entrevistas, no sé por qué salieron tan bien. Una vez era almorzando, tipo la muchacha, Mirtha Legrand. Estábamos almorzando -yo soy un tipo de buen apetito, cuando almuerzo, almuerzo, ¿no?, de verdad-, terminó toda la cosa, al otro día me encuentra una persona amiga y me dice: ¡Qué apetito que tenías ayer, eh! El otro le hacía preguntas y usted seguía comiendo (risas).
Gastón, muchas gracias por todo.
Gracias a ustedes, gracias a ustedes. Gracias -dice Charito-, y la próxima se quedan a almorzar -termina.
Otoño de 2003: turbulencia salobre…
Gastón Gori está angustiado no sólo porque debe soportar su enfermedad. Desde el 29 de abril de 2003, tras el avance del río Salado por el sector este y sureste de la capital santafesina, aumentaron las dificultades en esas familias de escasos recursos.
El agua cubrió prácticamente hasta los techos en algunas casas y también se han perdido herramientas, instrumentos musicales, libros, documentos, fotografías…
Nuestro amigo a perpetuidad Quique Birri, dejó en su testimonio cinematográfico titulado Los inundados algunas imágenes acerca de aquellas dificultades a mediados del siglo veinte. [18]
Cuatro décadas después, lo visto por televisión se podría esbozar con dos palabras ¡espanto y llanto! La vieja estación sirvió como refugio transitorio… Persistirá el dolor por todo lo perdido y una vez más, acosará la impotencia al comprobar que los que mandan todavía están ensayando el arte de gobernar: de prever; de proveer seguridad, de promover la educación, de preservar la salud y necesariamente, facilitar la construcción de viviendas…
Testimonio…
El martes 24 de junio, desde el litoral informaron que Dora Castillo, alojada en la ex estación del Ferrocarril Mitre, “ahora, enferma y con 61 años perdió lo poco que había logrado conseguir en la vida junto a su marido, Ramón Almirón. El matrimonio, sus dos hijos varones, la nuera y un nieto permanecen evacuados en la vieja estación de tren.”
Conmovido, el periodista escribió: “…con el mate en mano, Dora ‘Puchi’ Castillo, se levanta despacio del viejo colchón improvisado como cama”…
“Se jacta de haber aparecido en el filme ‘Tire dié’ (1960) del premiado cineasta santafesino Fernando Birri. ‘Con 11 años corría detrás del tren pidiendo monedas junto a algunos de l mis hermanos. Eso pasaba de verdad, pasábamos hambre de verdad’, se confiesa.
Vivió una vida entera de privaciones, era la mayor de 13 hermanos y debían conseguir como sea algo que llevarse a la boca. Nunca se fue del todo del barrio 12 de Octubre, y carga con otras inundaciones sobre sus espaldas. Pero lo ocurrido el pasado 29 de abril ‘le rompió el alma a uno’, asegura.
‘Voy a luchar, como siempre’, agrega convencida…
A su alrededor, nada luce como en la casa que debió abandonar huyendo. Hay mugre acumulada de tantos días de vida precaria, ropa colgada por todos lados, vecinos de circunstancia que calientan agua para unos mates en un bracero… “ [19]
En la página siguiente, un título abarca cuatro columnas: “Reutemann duda de que la defensa hubiera bastado”…
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Primavera de 2003: “El Parador” de los Saccavino…
Octubre de 2003 se despidió con fuertes vientos y se produjeron varios desprendimientos: techos de chapas terminaron sobre la gramilla, altas ramas cayeron sobre las calles polvorientas y
Dos días después, el sábado primero de noviembre, en otra aproximación a la hemeroteca virtual de “La Unión – On line”, fue posible leer lo expresado por Odila Pontón de Grenón al rememorar “El parador de los Saccavino”. Conocer a Gastón Gori, saber algo acerca de su nacimiento y de su familia, inmediatamente provoca mayor interés por tales evocaciones porque ese talentoso escritor es el doctor, el ¡señor Pedro Raúl Marangoni Saccavino!, hijo de Basilio y de Emilia.
Con discreción, la señora de Grenón -hija de Antonio y de Elena-, expresó al periodista: “Son muchos los hechos inéditos que guardaré celosamente mientras viva, por las enseñanzas de sus descripciones abiertas y contundentes sobre cosas que decidimos no contar.” Es necesario mantener en algún espacio interior aquello que es pertenencia casi secreta por lo que significa en la vida personal o comunitaria.
Como suele suceder, Odila buscó “una hermosa fotografía de sus abuelos maternos, los Saccavino”… y comentó que la abuela “tenía de amiga a Pina Ingignoli, mamá de Palmira, italiana llegada después que los Saccavino y que sabía escribir correctamente el idioma por su trabajo con un Conde antes de venir a la Argentina, Julia le dictaba cartas en el dialecto ‘furlano’…” Tras esas señales y con las lecturas que se pueden hacer en internet, sigue siendo conmovedor comprobar que en las nóminas de inmigrantes de distintas nacionalidades que llegaron al puerto de Buenos Aires después de la sanción de la Constitución Nacional (1853); la mayoría de los niños y de los adultos, no sabían leer ni escribir -en sus idiomas…- y llegaban a Hispanoamérica desconociendo también el lenguaje… Sabido es que el analfabetismo genera cierta esclavitud porque se depende de otro para la lectura de documentos y se firma sin saber concretamente qué se está comprometiendo.
Odila Pontón de Grenón, habló de su tío Guillermo Pontón -benjamín de aquella familia- y aludió a su huida cuando debía cumplir el servicio militar obligatorio. En cualquiera circunstancia, desertar suele ser la consecuencia de excesiva incertidumbre o un incontenible impulso del miedo que tanto paraliza como acelera…
En aquel tiempo, “la guerra ya sucedía en Europa” dijo la señora Grenón -otro apellido con ecos lejanos en la llanura luminosa porque los Grenón también fueron una de las familias colonizadoras de la “Colonia de la Esperanza”; aquellos inmigrantes suizo-alemanes y suizo-franceses que llegaron cuando todavía no se había cumplido la parte del contrato que establecía la construcción de las viviendas. Para levantar sus ranchos fueron ayudados por los nativos: “el indio” y “el criollo” como bien lo ha destacado Gastón Gori. En enero de 1856, fueron también ellos los protagonistas de la ruidosa bienvenida: “¡Llegaron los gringos, llegaron los gringos! -como lo repitió Odila en el tercer año del tercer milenio- mientras rememoraba: “Mis abuelos llegaron a Esperanza y lo primero que hicieron fue lavar ropa a campo abierto, no sé donde vivieron. Pedro Saccavino había venido primero, derecho de Italia con su mujer de apellido Depetri. Por eso cuando llegó mi abuelo Luis al otro día entró a trabajar en el Molino…
Años después, los colonos que pudieron permanecer en la colonia porque aportaban la parte correspondiente de las cosechas y no tuvieron otros inconvenientes, fueron ampliando aquellas precarias construcciones, los tradicionales ranchos pampeanos y empezaron a romper la tierra para hacer los cimientos de sus seguras “casas de material” como decían entonces… Así lo confirma Odila cuando se refiere a sus abuelos: “Con un buen sueldo no pasó para que compraran un cuarto de manzana en Avellaneda y Alberdi (calle que entonces no existía), ahí edificaron su casa.”
No había horarios para trabajar en la Colonia de la Esperanza donde prácticamente casi todo estaba “por hacer”… y entre los Saccavino, “Dominga fue la menor casada después con Bertotti. Estas chicas, mi madre y sus hermanas más grandes (dijo señalando la foto), en las noches de luna trabajaban hasta las 1 o 2 de la mañana para hacer la quinta. Transplantaban repollos, las cebollas para que hagan cabeza, ajos y porotos, a esa hora hacía trabajar mi abuelo a las chicas y a Colombo. De día él cargaba bolsas enormes al tren que entraba al molino.
Así fueron adelante y cuando juntó un poco de plata compró otro cuarto de receptor de todos los ‘tanos’ que andaban por la nueva Esperanza. El trabajo era intenso y Saccavino se vio obligado a salir del molino para ‘regentear’ personalmente el floreciente negocio. Su severidad hacía que sus hijas pelaran una bolsa de papas todas las mañanas y de pie. El comedor era un hervidero de gente, estaba fresca aún la fundación de Esperanza acaecida apenas 26 años atrás”. Insiste Odila: “Toda la ‘gringada’ hacía pie ahí dado que estaban a ‘boca de jarro’ de la estación’; trabajaban viernes y sábado y todavía les quedaba el domingo. ¡Era gente, gente y gente!, todas las mesitas acomodadas en el salón y ahí cantaban, ¡jugaban a las cartas y cómo se reían esos hombres!. Muchos eran suizos fundadores que pasaban el domingo en la ciudad. Mi abuela llevaba los apuntes de lo servido en una forma digna de mención; en un papel con líneas divisorias ponía un punto y un círculo para identificar a Santiago Mainardi, otro signo para Zingerling, el siguiente de Grenón, Magliano, Roatta o Coletti, y así seguía.”
Lo que explica luego Odila, es como un retorno a las primeras escrituras, las de los jeroglíficos porque su abuela, había inventado sus signos y sus códigos: “Un vino era un punto, un vino con queso un cuadrito, todo porque no sabía escribir.” Eso poco importaba, porque eran otras las prioridades: “Los colonos que habían estado comprando en los grandes almacenes de Vionnet o de Rippamonti, dejaban sus carros atados junto a la calle del molino por 9 de Julio, carretones y caballos, transportes de ese tiempo. Al mediodía pasaban a tomar la copa para regresar luego al campo, pero ya se quedaban a comer. Una sopa con puchero y un trozo de carne, una carota (zanahoria), zapallo, una papa y pan costaba 0,20 centavos, el vinito 0,10. Debajo del mostrador tenían un balde enorme que había sido usado para sacar agua del pozo con cadena para lavar la ropa”…
Esas imágenes perduran en la memoria de Odila y por eso, necesitó expresar: “Yo soy grande y cuento lo que veía… a la noche quedaba repleto con dinero, ¡una montaña de plata!”… Esos gringos no se sintieron defraudados pero hubo otros que ambularon de colonia en colonia, buscando un conchavo con sus mujeres y sus hijos y sus bultos…
Como sucede todavía en los boliches de algunos pueblos, no sólo hay que pensar en las bebidas o en el salame, el queso y el pan recién horneado porque el hombre -¡la humanidad!- necesita jugar, entretenerse… Contaba Odila Pontón de Grenón en el 2003, que en el Parador de los Saccavino -sus abuelos-, “cinco canchas de bochas eran el entretenimiento de los domingos, regados con vinos y ‘chinchibira’ mientras resonaban carcajadas y viejas canciones en italiano. También cantaba así el abuelo a la Odila de 4 años, bajando la escalera al sótano del negocio a llenar las vasijas de vino. La ternura familiar culminaba con una expresión infantil que decía – ‘¡Nono, viva la cochata!’ (calvicie) y recaía un beso de la chiquilla en la testa del ‘Tano’ Luis”…
Después, esa niña creció pero siguió siendo la misma persona que “barriera descalza las canchas de arcilla para no marcar el piso con los tacos. El suave y acompasado vaivén de la escoba recogía las interminables bolillitas de los paraísos que sombreaban el espacioso patio”. El periodista necesitó completar esa nota diciendo: “Imagino a la distancia su mirada descubriendo curiosidades surgiendo a cada paso, alimentando sin pausa una memoria tremendamente fértil, abierta a tantos recuerdos con los que nos ha privilegiado hoy, con tanta sensibilidad humana”…
Así es, conmueven los relatos que revelan las vivencias de los antepasados, tanto como los diálogos cotidianos en este comienzo del siglo XXI…
Algo sabían, aquellos “tanos” –quizás analfabetos pero sabios-, acerca de “el arte de vivir y convivir” y lo demostraron con “hechos, no palabras”…
GASTÓN y el fotógrafo Fernando PAILLET…
Mañana, lunes 3 de noviembre se conmemora otro aniversario del último Vuelo del bohemio Fernando Paillet… Necesito escribir esto en reconocimiento a su fecunda obra y porque así, también se genera otra aproximación al talentoso Gastón Gori, nuestro amigo a perpetuidad, “el señor de los Picaflores”, “el Patriarca de los Pájaros”…
Fernando Paillet, era descendiente de inmigrantes que poblaron la Colonia de la Esperanza -de Peter Zimmermann, según lo expresado por Irma Quartarone en su libro Esperanza y su gente. p. 83-85
(Peter Zimmermann fue la primera persona fallecida en la colonia”.)
Fernando Basilio Paillet Insinger, nació en Esperanza el 27 de octubre de 1880, fue el primogénito del matrimonio integrado por Clotilde Insinger -nieta e hija de aquellos fundadores de la colonia agrícola- y del belga Isidoro Philippe Paul Eugene Paillet -oriundo de Liege-, profesor de Música: de piano y de canto.
(Es oportuno destacar que Gastón Gori en su libro titulado Familias fundadoras de Esperanza – Publicación Nº 3 del Museo de la Colonización- 1974, p. 49-50 reitera los datos registrados por el inspector Adolfo Gabarret en marzo de 1857, catorce meses después de la instalación de las primeras familias.)
Desde la niñez, Fernando Paillet empezó a interesarse por la fotografía. Se han difundido algunos de apuntes inéditos y por eso es posible reiterar que en junio de 1894, a los catorce años de edad, empezó a trabajar con F. Polzinetti, en Esperanza. Después, estuvo en Sarmiento, el pueblo fundado en 1881 sobre tierras pertenecientes al ex presidente Domingo Faustino Sarmiento- y allí trabajó en lo que era su vocación: la fotografía. Luego viajó a la capital santafesina y colaboró en el estudio de Francisco Oliveras; durante un lustro trabajó en Rosario con R. Brio (c. 1891-1896); luego viajó a Buenos Aires y estuvo en Mar del Plata. Regresó a Santa Fe para trabajar en el Estudio Lutser, el más importante instalado en la capital santafesina (1898) y a principios del siglo veinte necesitó regresar a su ciudad natal, donde trabajó dos años en forma autónoma.
En su autobiografía inédita, dejó escrito: “El fotógrafo provinciano, de quien procuraré narrar fielmente los comienzos y su desenvolvimiento artístico, era nativo de una pequeña ciudad de la provincia de Santa Fe. Su participación en la vida artística –o profesional- como fotógrafo, tiene por límites estas dos fechas: 1894-1940. En escritos posteriores, se indica que en Esperanza fue fotógrafo hasta el año 1950.
Fernando Paillet, también promovió y generó servicios de educación por el arte: fundó clubes deportivos y de expresión literaria y musical: el “Club de la Equis” y la Sociedad de Canto”, entre otros.
Estaba entusiasmado trabajando en la organización del Museo Histórico hasta que desalentado por las continuas postergaciones impuestas por la burocracia y ante la indiferencia de diversas autoridades, se sintió aniquilado y tras un incontenible impulso prohibió que se exhibieran sus fotografías y destruyó una parte de su archivo fotográfico, pero han quedado en los archivos familiares y en organismos a los cuales fueron donadas.
Fernando Paillet, falleció el 3 de noviembre de 1967, en la ciudad de la Esperanza, meses antes de la inauguración definitiva del Museo de la Colonización…
Vigencia de Fernando Paillet: diálogo entre Gastón y Luis Príamo…
En uno de los tantos recorridos por los virtuales caminos de la “red de redes”… es posible detenerse en el sitio donde perduran los testimonios de dos notables: “Gastón Gori y Luis Príamo, grabada hace ya unos años, en la cual el escritor desmenuza sus recuerdos preferidos a Paillet. Sus reflexivas evocaciones nos hablan, a la vez, de la atmósfera social y cultural de Esperanza, de una época y del propio Gastón Gori, el entrevistado”…
Con el debido respeto a la labor periodística y porque en distintas circunstancias intento difundir la continua labor de distintas personas, trascribo el texto completo que leí en la tarde del sábado 1º de noviembre de 2003:
“¿Usted fue amigo de Paillet desde su juventud?
Desde nuestra juventud, sí. Nosotros lo respetábamos más que mucha gente que no le toleraba algunas de sus cosas. Éramos cuatro o cinco muchachos, muy lectores, que lo estimábamos mucho y nos reuníamos en su casa. Le voy a contar una anécdota para que vea la personalidad que tenía. Parecía indiferente a las cosas, pero lo observaba todo. Una noche cenábamos con él en su casa, en el patio. Detrás nuestro estaba el tapial del vecino. Llevábamos algunas cosas para cenar y él las compartía con nosotros, siempre brindaba su casa y su mesa. Bien, estábamos comiendo y, de pronto Paillet desapareció de la mesa -y creo que la palabra ‘desapareció’ no está mal, pensando en la naturaleza de Paillet -y al rato volvió con un plato de masitas. De esas llamadas ‘del bautismo’, masitas surtidas, que ya casi no se veían. Bastante antiguas ¿no?. Y las puso sobre la mesa. Claro, nosotros veíamos eso y ya sabíamos… Porque Paillet tenía esas cosas, otras veces nos había traído unas barritas de chocolatines, como cosa de postre, que ya estaban blancas de viejas que eran… Al rato, Paillet se levantaba otra vez. Nadie había tocado las masitas. Cuando se levantó y se fue a sus habitaciones por un ratito, uno de los amigos, que era muy inquieto y terrible, tomó el plato y las tiró por encima del tapial y lo puso de nuevo sobre la mesa. Al rato vuelve Paillet y continuamos charlando, riéndonos, tomando algunos mates -y algunas copas de vino también- y cuando los muchachos ya creían que no se había dado cuenta, muy por allá, casi al final, cuando nos estábamos por ir, nos dijo con un tono muy cazurro: ‘¡Qué fiesta se van a hacer los gorriones con las masitas…!’
Cuándo usted dice nosotros. ¿ a quiénes se refiere?
A un grupo de jóvenes. Uno de ellos era Manuel Streiger; otro Evaristo Stessens; Omar Pedroni, hijo de José; el doctor Alfredo Heer, Armando Bruera, Lionel Robert y yo. Ése era el grupo que frecuentaba mucho a Paillet. Otra anécdota, Paillet era sordo y utilizaba una trompetilla que guardaba en el interior de su saco, y cuando le interesaba la sacaba para escuchar. Una vez en su casa estaba un señor -amigo, por lo demás- cuyas relaciones extramatrimoniales eran muy conocidas. Este hombre creyó hacerle un chiste recordándole un viejo noviazgo que Paillet tenía en Esperanza -por ese entonces ya era un hombre de edad -y haciéndose el gracioso ante los demás, le dice: ‘Paillet, ¿es cierto que te vas a casar con fulana?’. Paillet hizo como que no escuchó -para mí que lo había oído muy bien- y muy lentamente sacó la trompetilla, lo miró y se hizo repetir la pregunta. Paillet meditó un ratito, sonrió, después dijo: ‘No, lo que pasa es que la gente habla mucho. También dice que vos sos amante de fulana, pero eso no es cierto. La gente habla mucho…’
Ustedes, que eran jóvenes intelectuales de Esperanza, ¿cómo veían el trabajo de Paillet como fotógrafo?
No lo juzgábamos. Le digo la verdad, nosotros no nos interesábamos como ustedes ahora por la fotografía en sus aspectos técnicos o en su valor artístico. Yo, por lo menos, no tenía ni idea de esas cosas, ni creo que nadie. Era tan común tener fotografías de Paillet, que prácticamente era ‘el fotógrafo’ por decir así. En esa época no creo que existiera preocupación por la fotografía como existe hoy. Debió existir sólo en forma excepcional, en algunos como Paillet, posiblemente en otros profesionales. Pero en gente con inquietudes artísticas en general, no creo que en ese entonces se viera a la fotografía como una forma artística. Una buena fotografía era una fotografía retocada, que la mujer se sacaba para salir hermosa, aunque en realidad no lo fuera.
Existe una anécdota con esa fotografía mía que le mostré. Varios de los muchachos que lo frecuentábamos estaban presentes cuando él me tomó esa foto donde me parezco a José Ingenieros. Fue precisamente en la casa de Paillet. Tomó un sillón y me dijo: ‘Usted se queda así nomás, natural. Usted se queda como es.’ Los muchachos ahí mirando. Después iba a la máquina. Venía, me tomaba el brazo y me lo acomodaba: ‘Usted se queda como es’. Iba a la máquina, volvía, me tomaba la cabeza y me la aplicaba contra el respaldo. Al parecer la naturalidad mía no le gustaba, porque me acomodó como quiso. Me hizo cruzar una pierna, me arregló la línea del pantalón y me hizo levantar un poquito el hombro. Cuando estuve en esa posición, me dijo: ‘No se mueva’. Entró a una de sus habitaciones y me trajo un bastón que me colocó ‘naturalmente’ entre las manos. Después fue y me sacó la foto. Vale decir que me sacó una fotografía del 900, por la apariencia. Lo que tenía mi naturaleza no era, posiblemente, lo que él quería para la foto. Lo digo con respecto a la pose, como se llamaba antes. Es decir, para esa foto, él elaboró una pose. Indudablemente, era una personalidad detallista y minuciosa.”
Paillet y Pellegrini…
¿Usted recuerda que él les haya formulado comentarios sobre las cosas que se proponía con la fotografía, respecto de las cosas a las que él tendía, si tendía, que le interesaran como objetivo artístico, si lo tenía?
No, como objetivo artístico, no. Él nos mostraba fotografías de las que había sacado cuando era muy joven, pero se enorgullecía -porque muchas veces nos mostró la misma foto- de una donde está Carlos Pellegrini, en Mar del Plata. Y nos contaba que el presidente Carlos Pellegrini estaba, no sé si cenando o almorzando con un grupo grande de personas. Era lo que se llamaba un banquete. Paillet estaba a un costado y un poco detrás con la máquina lista y no podía tomarle el rostro. Entonces buscó un tambor -que no sé de dónde lo habrá sacado, o si lo llevaría, porque era capaz de esas cosas- y de pronto, cuando lo tenía bien enfocado, hizo ruido. Pellegrini se dio vuelta y Paillet le tomó la foto. En ella aparecen Pellegrini y algunos comensales, tengo el recuerdo de que era muy buena. Nos las mostró muchas veces, se enorgullecía de esa foto.
Época “sin desnudos”…
–Usted sabe si Paillet se dedicó al estudio de desnudos? ¿Era posible pensar en sacar fotografías de esa naturaleza en Esperanza?
No, no, no, en absoluto. Era imposible encontrar modelos en Esperanza para trabajos de desnudos. Ni en aquella época ni ahora. Imposible de concebir. Las costumbres de Esperanza, como las costumbres de las poblaciones de origen europeo que nosotros hemos conocido, han sido muy controladas. Además, la mujer ha sido muy recatada. Le voy a decir más: nosotros, en la escuela secundaria, no tuteábamos a nuestras compañeras.
Paillet y la historia…
-¿Usted es el hombre que más ha trabajado sobre la historia de las colonias agrícolas, de la colonización y de Esperanza. ¿Recuerda que Paillet tuviera algún interés particular por el tema y que lo manifestara en sus charlas con ustedes?
Sí. Manifestaba un interés particular por la historia de Esperanza, pero no sabía gran cosa de la historia de Esperanza. Puedo decir rotundamente que el conocimiento de Paillet al respecto se limitaba a la tradición oral y, como tal, bastante desechable. No quisiera decir en qué medida, porque esa tradición oral dio lugar a otra clase de trabajos que quedarían desautorizados si yo probara con documentación lo que estoy afirmando.
Porque en estas cuestiones de fundación de poblaciones, cuando tienen una trascendencia tan grande como la de Esperanza, la tradición oral es muy rica, pero a ella se le suman las tradiciones orales generales de los inmigrantes, que se han acoplado a la historia de la ciudad.
Por ejemplo: en Esperanza nadie murió de nostalgia. Lo hubiéramos visto en los documentos si hubiera ocurrido. La nostalgia existió, por supuesto. Hay muchas anécdotas sobre nostalgia de inmigrantes en el país. No era nostalgia de una persona, era general, era el dolor de no estar en sus países. Y bueno, decir que alguien se murió de nostalgia… Es una enfermedad bastante improbable. Las razones del fallecimiento de la gente son otras. Y Paillet, insistía, a veces, en ese tema.
Pero, en realidad, no tenemos por que exigirle a un hombre como Paillet un conocimiento estricto de historia, porque no anduvo en documentos. No fue un historiador. Ni un intelectual capaz de juzgar un fenómeno como el de la colonización. Tampoco mostró condiciones sociológicas, ni muchísimo menos, como para juzgar a la totalidad de una ciudad. Yo creo que lo que está interesando a ustedes es lo que realmente da valor a Paillet. Lo que nosotros no pudimos ver, o no vimos bien: su creación fotográfica. Ahora, lo que nosotros percibíamos en él como personalidad atrayente, quizás tenía el trasfondo de su preocupación artística como fotógrafo. Una preocupación que no manifestaba como objetivo explícito -por lo menos a nosotros – pero que seguramente ha sido un objetivo interior de él. Esa preocupación que tenía por la fotografía de la manera que ustedes dicen que aparece, y que nosotros conocemos.
Aproximaciones a Pedroni…
Paillet fue contemporáneo de Pedroni, que, junto con usted, fueron los escritores más importantes que ha dado Esperanza. ¿Cómo eran las relaciones entre Paillet y Pedroni, cómo las veía usted?
No las conocí. Puedo recordar, eso sí, la actitud de Paillet frente a Pedroni. Él subestimaba la inteligencia de Pedroni, pero no sé que lo subestimara como poeta. No podría decir nada al respecto. Creo que si lo hubiera subestimado como poeta frente a nosotros, yo lo recordaría muy bien. En esa época, nosotros tampoco frecuentábamos mucho a Pedroni, y tampoco apreciábamos su formación cultural. En nuestra juventud, veíamos a Pedroni como un hombre que se destacaba en poesía, pero no aceptábamos su mentalidad. Éramos jóvenes y estábamos en otra cosa. Como era lógico -no podíamos aceptar la visión de la vida sustentada por Pedroni en esa época, y menos la visión que tenía en política. Sin embargo, éramos amigos del hijo -él estaba con nosotros- e íbamos a la casa de Pedroni.
Comenzamos a acercarnos más a Pedroni cuando él también se aproximó a nosotros en cuanto a su visión de la vida y de las cosas del país y del mundo.
Pero en la época anterior, no. Leíamos sus poemas con el respeto que merecía la poesía de Pedroni, pero en especial leíamos a otros poetas que nos parecía superiores. Gonzáles Tuñón, para nosotros, era una fiesta. Leer a Portogalo era extraordinario. Y cuando los poníamos al lado de Pedroni, no podíamos sentir su poesía. Además, todavía no estábamos en condiciones de comprender, de percibir eso que era tan simple de Pedroni y que, sin embargo, fue tan significativo. Por ejemplo, ese canto a la maternidad: a los 18 años no se puede entender que se trata de un gran canto a la maternidad.
Pero nos hemos apartado del tema. Como dije, las relaciones de Paillet con Pedroni no las conozco. Pero en conversaciones, Paillet era bastante irónico con la persona de Pedroni. Probablemente, como hombre bohemio que era, lo vería muy normal a Pedroni, cuya vida no se diferenciaba -ni tenía porqué diferenciarse- de la de los demás. Él mismo lo dice: ‘Porque soy como todos…’ Era el poeta que era. Pedroni no hubiera hecho jamás la vida bohemia de Paillet. Aferrado a su bohemia, Paillet posiblemente creería que ésa era una vida más artística que la de Pedroni. Tal vez como realización de vida lo haya sido. Pero es lo otro, en definitiva, lo que es de verdadero valor; la obra. Y fíjese que si Paillet era irónico con respecto a Pedroni -y me consta que lo subestimaba-, a través de los años hay algo que los une: la obra de Pedroni y la obra fotográfica de Paillet, a la que ustedes dan ese valor que tiene y de la que yo no puedo opinar porque no conozco del tema. Es decir, cada cual hizo su obra. El resto son anécdotas en la vida de los hombres. Todo hombre que se destaca en una población chica, como Paillet, que se destacaba a su manera por sus características personales, encuentra quién no lo entiende. Lo mismo Pedroni, que sobresalía por sus poemas; también había quién no entendía sus características personales. Aunque por último nadie tiene por que exigir a una persona que sea de una determinada manera, ¿no es cierto?
Semblanza de Fernando Paillet… por Gastón Gori.
“…Era un hombre bajito… Mis recuerdos de Paillet parten de sus 55 o 60 años. Era un nombre bajito, muy menudo de cuerpo. Vestía un traje, creo recordarlo, gris… Fue el mismo durante muchos años porque era muy conservador con su ropa. Una corbata de moñito, pero no gruesa, sino delgada, y unos pantalones bombilla. Tenía un caminar bastante rápido. El rostro tiraba a sonrosado, seguramente pecoso en su juventud. Cabellos rojizos y la barba también. Manos muy pequeñas, ojos vivos, labios delgados. Nariz más bien gruesa, y cara redonda. Nunca lo vi usar el gran sombrero con el que suele aparecer en los retratos. Mas bien lo recuerdo con sombrero de ala chica. Era un hombre sonriente, cuando quería ser irónico.
Ironía…
La característica de Paillet, en sus relaciones con los demás, era la ironía.
Era un hombre de relación fácil, satírico por naturaleza. Sonreía cuando iba a decir algo irónico, o a manifestar un juicio encubierto. Observaba desde un ángulo bastante risueño a la vida en Esperanza. No sé porqué, porque él era esperancino, vivió el ambiente de Esperanza, pero la veía un poco como de afuera. No siempre era bondadoso su juicio, y sabía ser muy agudo. Quizá se complacía en ser agudo, cáustico en su juicio. Era un hombre afectuoso. Ahora, en las ciudades pequeñas, siempre hay algún tonto que juzga mal a un hombre original. Eso es inevitable. Había gente que no entendía a Paillet, que inclusive no lo estimaba. Y no lo estimaban porque aquella era una ciudad de gringos, donde todos trabajaban en gran forma, así que allí un hombre que era como un pajarito, que no se sabía de que vivía, era bastante extraño. Pero yo tengo la convicción de que era un hombre honesto. Y un hombre honrado y respetado por quienes lo conocían. No creo que por su naturaleza y su manera solitaria de vivir -que a veces, en esas ciudades da lugar a una apreciación equivocada- no se lo haya respetado a Paillet. Y creo que los más inteligentes eran los que más lo respetaban.
Aceptado “ocupa”…
Paillet era por naturaleza un hombre bohemio. Por ejemplo, no sabemos porque vivía en casas que no eran alquiladas. Nosotros conocemos que vivió por lo menos en dos casas así. En la que vivió primero sucedía eso, no la alquilaban, y no creo que él la alquilara, porque no era un hombre de recursos. Después vivió en otra casa vieja -muy grande para él, que estaba solo- que tampoco creo que alquilara. Yo pienso que siempre tuvo amistades que le toleraron su manera de vivir. Y creo que él le había tomado un poco la mano a todo eso, bohemio como era.”
(Información difundida en suplemento del diario “El Litoral” de la capital santafesina, con el título: “Bohemio como era: Fernado Paillet en la evocación de Gastón Gori” – Santa Fe, viernes 18 de setiembre de 1987.)
Laguna “El Cristal” y “los desaparecidos” en 1837…
Gastón Gori ha revisado, ha leído, releído y trascrito incontables documentos en archivos oficiales y privados. En el General de la Provincia de Santa Fe, observó parte de la documentación pertinente al período 1833-1852, es decir desde que los ingleses invadieron las Islas Malvinas y se apropiaron de tales bienes hasta un año antes de la sanción de la Constitución Nacional, en Santa Fe de la Vera Cruz…
Luego, Gastón escribió:
“Los hechos delictuosos eran posibles a raíz de la existencia de otra realidad causal: La inmensa llanura desértica, sin poblaciones suficientes, sin fuentes de trabajo y sin la custodia necesaria en tal dilatado territorio.
Los robos de hacienda y aún los ataques a personas eran menos frecuentes donde alcanzaba la vigilancia; por otra parte en las colonias santafesinas no se produjeron malones al estilo de los que arrasaban poblaciones en el sur de Argentina.
Las reducciones del Sauce, San Pedro, Espín, etc. más que proveer de productos agrícolas o ganaderos, eran agrupaciones indígenas de donde se reclutaban soldados que con frecuencia intervinieron en guerras intestinas y en revoluciones locales encaminadas a derrocar gobiernos, como en el caso de José María Cullen, sustituido por Juan Pablo López.”
“En 1837 se registraron hechos armados contra los indios hacia el norte, en jurisdicción del Cantón Cabrera. A raíz de esto el gobierno de Santa Fe el 4 de agosto de 1837 ordenó al comandante de este Cantón que remitiese “Las chinas con sus hijos” que habían ido en compañía de los indios abipones aprisionados “que se mandaron ejecutar”. Recomendaba que quienes las custodiaran no entraran con ellas a la ciudad, sino que se dirigieran a un paraje llamado “Los Ceibos” para desde allí proceder a embarcarlas. No dice el destino que se les daría, pero es evidente que el gobierno quiso evitar el espectáculo del tránsito por la ciudad de mujeres y niños, hijos de indios a quienes se había fusilado en el Fuerte Cabrera.”
(A fines del siglo XX, fueron “otros los desaparecidos” y en los lugares donde hay mayor concentración de población siguen aumentando los secuestros, robos, asesinatos aunque sea para robar una bicicleta o una moto… Ahora, las víctimas son aún las personas de escasos recursos y los victimarios, suelen ser vecinos del barrio o de la villa…
Pregunto y me pregunto como a principios de la década del ‘80, en el siglo pasado: ¿Hacia dónde vamos, humanidad?…)
Otra mirada hacia Gastón Gori…
En la red de redes se difundió un interesante análisis elaborado por “Jorge Uliarte, solista y director, Hermano Masón”.
“La Argentina es un país de profundas contradicciones: Una multitud de pobres en medio de una inmensa riqueza; una escuela pública cada vez más pobre para una nación que ha dado a luz muchos de los más grandes educadores de América; miles de emigrantes marginados que nunca pudieron acceder a una parcela de tierra en las infinitas llanuras y planicies de una geografía profunda y casi vacía. Y la mayor de las contradicciones: Un país que aparenta carecer de ideas pero que ha prohijado grandes pensadores… algunos recordados con justicia, otros sin tanta suerte.
Entre aquellos apasionados y preocupados por estas contradicciones, emerge la figura de un hombre que concentró sus esfuerzos en intentar comprender la historia reciente de una extensa región del país, pero que también bregó en pos de la educación, la justicia, el derecho irrenunciable a la tierra, y la denuncia de formas modernas de esclavitud que vivió nuestro país en épocas no tan lejanas. Ese hombre es Gastón Gori.
Su obra literaria -que excede largamente los cuarenta libros publicados resulta inabordable en un artículo de estas características; sin embargo, hay en ella un contenido tan vasto como variado. Desde la poesía y la novela hasta trabajos de investigación histórica que han repercutido con fuerza a nivel nacional- tal es el caso de ‘La Forestal, la tragedia del quebracho colorado’ obra por la que es considerado como el primer especialista en las explotaciones forestales llevadas a cabo en nuestro país por empresas extranjeras.
Gastón Gori nació con el nombre de Pedro Marangoni en 1915 en una de las primeras colonias agrícolas de inmigrantes establecidas en la Provincia de Santa Fe, en la ciudad de Esperanza. Probablemente hubiese sido carpintero (su primera vocación, según él mismo admite en un reciente reportaje) de no haberse cruzado, mientras cursaba el Magisterio, con la obra del francés Anatole France.
‘La formación juvenil mía, como la de muchos jóvenes argentinos -dice Gori- se debe a los libros de José Ingenieros, y también a la literatura pacifista. Impresionado sobre todo por la necesidad de la paz mundial,- esa búsqueda tan incesante de la humanidad por la paz y que para Romain Rolland era posible mediante el cambio social. Él decía: ‘La Revolución por la Paz’, sobre todo lo decía porque estaba muy cerca de los efectos de la guerra del 14 y la intervención de los grandes monopolios internacionales, que habían provocado los hechos de guerra por una cuestión de comercio y dominio’…”
“Luego cursaría abogacía y dedicaría gran parte de su vida a la literatura. A los 85 años, Gori define lo que él cree que significa su compromiso como escritor:
‘… Cuando uno escribe, en realidad refleja todo un pensamiento y una formación que le es propia y personal, refleja su personalidad… Imaginamos a un lector posible, pero esa imaginación del lector posible no es lo que conduce a la construcción de un libro: lo que conduce a la construcción del libro es la propia formación del escritor… dónde va él como hombre, o qué piensa él como hombre de la sociedad en que vive; entonces está reflejado. En este sentido, creo que mis libros no tienen un destinatario con un estrato social determinado…
A lo largo de su vida, Gastón Gori ha reflejado en sus actos su compromiso con la comunidad. Fue presidente de la Asociación Santafesina de Escritores, fundador y presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, filial Santa Fe; Director del Boletín de Educación y colaborador de ‘El Litoral’, ‘El Hogar’ y ‘El Colono’ de la Provincia de Santa Fe. El 18 de agosto de 2000, fue declarado ‘Hombre Ilustre de la República Argentina’.
En abril de este año, legisladores santafesinos propusieron incorporar tres textos de Gori (‘La Forestal’, ‘La Tragedia del Quebracho’ y ‘La Agonía del Quebracho’) en los diseños curriculares educativos de la provincia. Los autores de la propuesta consideraron que la lectura de las obras de Gastón Gori, ‘…serviría a los alumnos para formar sentimientos de pertenencia a la provincia y a la Nación, defender su potencial económico, tomar conciencia sobre la necesidad de implementar políticas de gobierno que permitan la reforestación en áreas devastadas y la preservación del equilibrio ecológico…’
En el mismo mes de abril, Gori fue recibido por una multitud en la ciudad de Reconquista, donde también fue declarado ‘Ciudadano Ilustre’. Y aunque su obra le haya valido el mérito de ser Miembro de la Academia Argentina de Letras, aún asegura, con una sonrisa, que su mayor alegría es saber que sus libros han sido leídos por hombres humildes de su provincia.”
“…Los jóvenes escritores -dice Gastón Gori- deben saber también que el compromiso no es con la literatura como dicen muchos; decir ‘estoy comprometido con la literatura’ es decir una entelequia. Ni tampoco decir ‘estoy comprometido con el Hombre’; vaya gracia si somos hombres, la humanidad; con quién nos vamos a comprometer si no es con el Hombre. Hay que decir: ‘tengo compromiso con los ciudadanos en la sociedad donde vivo aunque tenga que afrontar dificultades sin fin…’ Pobre del estudioso y del investigador que cuando descubre una verdad siente que le tiembla el corazón. Afortunadamente mi corazón no tembló nunca… quizás no sea un mérito, quizás se deba a mi buena salud.” (*)
Reconocimientos
“Por su labor, que abarca toda su vida, Gastón Gori recibió la Faja de Honor en Poesía (1981) y el Gran Premio de Honor (1990) de la Sociedad Argentina de Escritores; el Primer Premio de Historia y Arqueología (1947) y el Primer Premio Regional de Literatura (1993), ambos de la Secretaría de Cultura de la Nación; el Primer Premio Concurso Sociedad Italiana (1955); la Llave de la localidad taninera de Tartagal; e innumerables distinciones académicas y literarias nacionales, provinciales y municipales.
Fue miembro de la Academia Argentina de Letras, Profesor Honorario de la Universidad Nacional del Litoral y nombrado ciudadano ilustre de las ciudades de Esperanza, Santa Fe y Reconquista. En 1968, Gastón Gori, presidió la delegación argentina en la Conferencia Hemisférica por la Paz en Vietnam, realizada en Montreal, Canadá. En 1999 fue nominado al Premio ‘José Hernández’ y al Premio ‘Príncipe de Asturias’.
12-01-2004: evocación de Néstor Norberto Zapata…
Néstor Norberto Zapata, hombre de teatro, fue subsecretario de Cultura tras el fallecimiento del doctor Jorge Alberto Guillén en su despacho, sector sureste de la planta baja del Museo de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” en la capital santafesina.
Dirigió la Crónica Cantada “La Forestal” interpretada por Enrique Llopis, Emilio Lenski…
En una página de internet, este comentario: [20]
“Aquel 12 de Enero hacía un calor digno de los veranos rosarinos.
Era jueves y el viejo Teatro La Comedia, colmado totalmente de un público entre curioso y expectante, esperaba que se abra el telón para asistir al estreno nacional de esa nueva versión de la ‘Crónica Cantada de La Forestal’.
Basada en las históricas investigaciones de Gastón Gori, con los textos de Rafael Ielpi y la nueva versión musical de Jorge Cánepa, la obra aún permanecía encerrada en esa penumbra latente del escenario y ese murmullo constante del público que atraviesa el telón. Esperaba su parto. Nos hablábamos a media voz. Como si alguien pudiese escucharnos.
De quién carajo pudo haber sido la idea de estrenar una obra un 12 de Enero en Rosario…!
Si está bien, los Argentinos habíamos recuperado la Democracia hacía sólo un mes y después de tanto horror todos queríamos aportar con lo mejor que nos quedaba a esta nueva etapa del País, pero estrenar en Enero…!
Solidariamente, merecidamente, Raúl Granados entreabrió en telón y salió a dar la cara. Claro, tenía cancha, a él no le temblaba nada. A nosotros todo. Presentó la obra y explicó el porqué de esta nueva versión.
Atrás, reuní al elenco para hablarles antes de salir a escena. Sentía que tenía que decirles algo, pero no sabía que.
Estaban allí con Enrique Llopis y Jorge Cánepa, mirándonos en un callado pacto de responsabilidad y confianza. Con Emilio Lenski ya metido dentro de su personaje del hachero, con los músicos y los técnicos.
Bueno muchachos… ya está. Ahora no importa mas nada, ni los detalles, los olvidos, ni el cagazo. Solamente piensen en una cosa, no estamos aquí para cantar, actuar o tocar, estamos aquí para contar una historia. En cada canción, en cada parlamento, en cada nota estamos contando algo de esos hombres y de esas mujeres. Hoy nos toca a nosotros hablar por ellos. Es lo único que importa.
Eso les dije. Y después un silencio, la oscuridad, los abrazos y un ‘Mucha mierda, carajo…!’, contenido y a media voz.
Lentamente fueron renaciendo, como venidos desde lejos, desde el tiempo, esos altísimos quebrachos colorados del Chaco Santafesino, la luz filtrándose porfiada entre el follaje, empecinada en romper esas sombras permanentes del monte, la pitada de un tren que se aleja, los pájaros y como quejas del pasado unas lejanas campanadas de alguna capilla que tal vez ya no existe.
Ahora, el tiempo se ha detenido. Después, rompieron las primeras notas del piano cualquier quietud, cualquier complicidad y los corazones de todos los que estábamos allí ese 12 de Enero, en tropilla, comenzaron a galopar.
‘En el comienzo fue apenas un nombre para extraños.
El año, un año más: 1904…
Un año amargo.
Argentine Quebracho Company,
ese era su primer nombre.
Sus acciones estaban en Nueva York,
pero sus garras caían sobre el quebracho,
el tanino y los rollizos y empezaban a hundirse en esos montes
del Chaco grande.
El sitio se llamaba Tartagal…’
Y entonces, la voz de Enrique, envolviéndolo todo y poniéndole el punto de partida a ese nuevo hito de la creación y el espectáculo:
‘Fuimos dos mil, dos mil adelantados
en el infierno rojo del quebracho.
Nos dijeron entonces: Tartagal,
y era como una mágica palabra.
Vamos a Tartagal, era el conjuro,
la esperanza, las ganas, la confianza.
Fuimos con las mujeres y los hijos:
Una rota y hambrienta caravana…
Me llamé entonces Pedro, Juan y Segundo.
Se llamaron, Florinda, Rosa, Juana.
Todo duró lo que duró la sangre,
la espalda, el corazón, el brazo hachando…’
Cuando terminó la obra, la gente estaba de pie, aplaudiendo y gritando.
Aplaudiendo hasta el cansancio. No paraba. No se iba.
Enrique y Jorge se miraron. (Los músicos siempre se entienden mirándose. Los actores también).
Entonces arrancamos nuevamente con la parte final de la obra, como una especie de bis. Era raro, es como si en una obra tradicional se repitiera la última escena.
Y lo mismo. De pie y sin dejar de aplaudir.
Cientos y cientos de veces. Lo mismo nos pasó después, cientos y cientos de veces.
Unos meses después me tocó filmar un documental en Villa Guillermina, en Villa Ana, en Tartagal, allí donde había estado La Forestal. Entrevisté a Don Venancio Vera, un viejo hachero que en ese entonces tenía como noventa años. Él me decía:
‘Es lo que pasó con nosotros, porque nosotros, los criollos no somos como otros, los extranjeros. Nunca pensamos que se iba a terminar el trabajo, pero lo que nos pasó fue eso, nomás… La vida en los obrajes era pesada. Cuando había barro a veces, trabajábamos hasta la cintura mojados todo el día. Y es la consecuencia de lo que ahora sufrimos muchas veces. Muchas veces sufrimos… Dios quiera que saquen alguna cosa, che, pa’ este pueblo por lo menos, donde no ha quedao nada desde que se fueron… A ver si se viene alguna industria… que aquí va a quedar muy triste ahora cuando se termine el algodón… Que Dios lo ayude mi amigo, y saque alguna cosa que sirva, no pa’ nosotros, ya no, que somos viejos, pero pa’ estos jóvenes, estas criaturas que quedan, que van a ser grandes alguna vez y tengan pa’ trabajar…’
A 20 años de aquel inolvidable estreno, creo que se debería volver a cantar La Forestal.
Tal vez como un homenaje a lo que significó el hecho cultural más trascendente del canto dramatizado en la Argentina, pero por sobre todo porque aún permanece amenazada la dignidad del hombre en este mundo, por eso creo que no debemos dejar nunca de contar esta historia.
2003: Propuesta de la Sociedad Argentina de Escritores…
La comisión directiva de la filial Santa Fe de la Sociedad Argentina de Escritores, propuso a la subsecretaría de Cultura que se considerara la posibilidad del otorgamiento del Premio “Juan de Garay” al escritor Gastón Gori. [21]
En ese tiempo era titular en ese servicio la Prof. Florencia Lo Celso -en 1995 coordinadora de la Zona Centro Sur y con vasta experiencia en la delegación rosarina- y mediante la Disposición Nº 291 del 30 de octubre designó a los integrantes del jurado, quienes se expidieron la semana siguiente, resolviendo por unanimidad otorgar el Premio a Gastón Gori.
Decreto Nº 3562/92 – Gobernador Carlos Reutemann.
El gobernador de la Provincia de Santa Fe D. Carlos Alberto Reutemann evaluó los documentos que integran el Expte. Nº 00401-0048108-6 del Ministerio de Educación, en el cual la Subsecretaría de Cultura solicita la institución de un premio cuyo objetivo fundamental será destacar la trayectoria cultural de santafesinos que a lo largo de su vida hayan trascendido por su talento y por su obra a nivel nacional o internacional”.
Consideró “que la citada Subsecretaría propone denominar tal premio ‘Juan de Garay’, como homenaje al ilustre fundador de la ciudad de Santa Fe, Capital de esta Provincia, iniciador de la presencia hispana en esta región y como adhesión a los actos dispuestos en celebración del Quinto Centenario del encuentro de dos culturas”.
Consideró también que “en esta oportunidad, teniendo en cuenta sus trayectorias culturales procede a otorgar a propuesta de la Subsecretaría de Cultura, con carácter excepcional el premio cuya institución se propone a los señores Ricardo Supisiche y César Fernández Navarro en reconocimiento a su vasta y destacada labor como artista plástico santafesino.”
“Por ello, el gobernador de la Provincia decreta:
- Artículo 1º: Institúyese el Premio ‘Juan de Garay’ el que será otorgado anualmente, cuyas bases norman parte del presente decreto como anexo en 2 fojas.”
- Artículo 2º: Establécese que las erogaciones que resultaren del Premio instituido por e artículo precedente, serán atendidas oportunamente con las disponibilidades crediticias existentes en la Cuenta Corriente Especial Nº 17996/10 –’Fondo Provincial de Ayuda Escolar – Asistencia Cultural’.
- Artículo 3º: Otórgase, excepcionalmente, el Premio ‘Juan de Garay’ correspondiente al año 1992 por sus trayectorias culturales a los señores Ricardo Supisiche y César Fernández Navarro, propuestos por la Subsecretaría de Cultura dependiente del Ministerio de Educación, en reconocimiento a su vasta y destacada labor como artistas plásticos santafesinos.
- Artículo 4º: Regístrese, comuníquese, publíquese y archívese.”
21-05-2004: VI Premio “Juan de Garay” a Gastón Gori.
Tras los trámites pertinentes, el 21 de mayo de 2004 el gobernador Ingeniero Jorge Obeid firmó el decreto Nº 0827 teniendo a la vista “el Expediente Nº 00401-0132318-7 del registro del Ministerio de Educación, mediante el cual su Secretaría de Cultura solicita se otorgue el Premio ‘Juan de Garay’ correspondiente al año 2003”. [22]
(Adviértase que a partir del segundo gobierno del Ingeniero Obeid iniciado el 10 de diciembre de 2003, en la “Secretaría de Cultura” es titular el Licenciado Raúl Bertone -ex director del IPA”José Pedroni” en 1985; directivo en la Escuela de Cine y Televisión de Rosario dependiente del IPA-, persona de confianza del actual gobernador durante su gestión anterior, ya que sucedió a Enrique Llopis desde el momento de su cese, 1º de julio de 1997 hasta el 10 de diciembre de 1999, momento de la renovación de autoridades.)
A partir del tercer considerando está escrito:
“Que el citado escritor fue seleccionado por su trayectoria intelectual, firmemente sostenida por una ética inclaudicable.
Que su obra está constituida por más de medio centenar de libros que incluyen casi todos los géneros, entre los que se cuentan clásicos como ‘La Forestal, tragedia del quebracho’ (colorado) e ‘Inmigración y colonización en la Argentina’.
Que además, se ha destacado por su actuación en cargos públicos, en instituciones y en conferencias, lo que lo ha constituido en una figura insoslayable para la Provincia;
Que asimismo, a instancias de la Presidencia del Jurado y con el acuerdo del resto de sus miembros, se decidió otorgar una mención especial a todos los participantes, como una forma de reconocer el trabajo de toda una comunidad a favor de la cultura;
Que la Secretaría de Cultura del Ministerio actuante otorga su aval a la presente gestión;
Por ello: El Gobernador de la Provincia
Decreta:
Artículo 1º: Otórgase el Premio “Juan de Garay” instituido por Decreto Nº 3562, correspondiente al año 2003 al escritor Gastón Gori (seudónimo de Pedro Marangoni) propuesto por la Sociedad Argentina de Escritores – Filial Santa Fe (S.A.D.E.),
Artículo 2º: Otórgase una mención especial a todos los aspirantes al citado galardón, como una forma de reconocer el trabajo de toda una comunidad a favor de la cultura: Laura Lidia Vizcay; Dante Ruggeroni y Pablo Alcides Pila de Reconquista; Gabriel Cepeda de Granadero Baigorria; Lorena Maricel García de Monje; Olindo Cecilio Strada de Sastre; Antonio Héctor Torres de Fuentes; Jorge Alberto Hernández; Jorge Taverna Irigoyen y Luis Di Nucci de Santa Fe; Víctor Hugo Debloc de Romang; Juana Rosa Cordero de Timbúes; Belkys Larcher de Tejeda de Coronda, María Angélica Kovasevich de María Susana; Olga Bressano de Alonso de Correa; Hugo Lorena de Santo Tomé; Aldo Emilio Basaglia de Rosario; Raúl Lanas de Casilda; María Inés Hischier, Selvino Ortolano, Mareili Sordello, Gladys Costamagna, María Isabel Ferrero, Fortunato Nari, Eduardo Jara y Edo Sgrazzutti de Suardi; Roberto Beliera y Antonio Bosikovich de Máximo Paz; Jorge Raúl Muñoz de San Genaro; Emilio Martín Pasquinelli de Villa Mugueta y Nilson Maritano de San Jenaro Norte. [23]
Artículo 3º: Regístrese, comuníquese y archívese.” Ingeniero Jorge Alberto Obeid
Prof. Carola Nin (Ministra de Educación)
Hay Sello del Ministerio Coordinador. / Otros Sellos.
Juan Manuel Capoccetti
Subdirector General de Despacho y Decretos.
La Escuela de Longoni: más señales…
Es así que en una típica casa campesina de la familia Longoni comenzó a funcionar la Escuela Fiscal Nº 348 – Santo Domingo Norte – popularmente conocida como “la escuelita de los Longoni… en el año 1914 hasta el año 1946.”
Es oportuno reiterar aquella crónica:
“En esta escuelita, una veintena de alumnos recibían las principales nociones de instrucción primaria.
En esta escuela se desempeñó como docente el hoy destacado escritor don Gastón Gori quien nos refiere esta anécdota: La escuela de Longoni, como la llamaban por estar ubicada en un campo del que era propietario ese agricultor, funcionaba en un edificio de ladrillos asentados en barro y constaba de una sola aula. Los alumnos procedían de hogares de la vecindad y se trataba de un grupo heterogéneo de no más de veinte niños y niñas. Eran silenciosos y trabajadores, carecían del aparente brillo de los niños de las ciudades pero eran tan efectivos como ellos para aprender y adelantar en las materias.
Uno de esos alumnos se sentaba en la hilera de los primeros bancos y si en algo se diferenciaba de los demás, físicamente, por su cuerpo, es que era algo gordito. Cierta vez llegada la hora del recreo mientras otro alumno salía a tocar la campana, todo el grado comenzó a sonreír mirando al gordito que se había agachado como mirando debajo del banco, un banco de doble pupitre formando una especie de cajón de poca altura. El muchacho trataba de sacar algo que tenía allí, entre las dos maderas y a medida que aumentaban sus dificultades, todo el grado aumentó su risa mirándolo. Yo observé eso y traté de comprender porqué se reían, algunos ya de pie y otros sentados, hasta que ocurrió algo gracioso. Con un último esfuerzo, el gordito consiguió sacar lo que tironeaba: era una batata, una gran batata! Medio avergonzado se levantó y salió al patio con ella en ambas manos, seguido por sus amiguitos que no oía yo qué le decían… Seguramente todos estaban al tanto de que se había llevado esa gran batata asada para comérsela en los recreos !!!”
En la página web, reprodujeron un manuscrito de Gastón, de fecha 15 de septiembre de 1989.
Reiteración del testimonio de Gastón, en 1989…
“En 1935 era director el Sr. Pedrana; yo lo reemplacé en una de sus licencias. Recuerdo el edificio de la Escuela; creo que era una antigua vivienda, de ladrillos vistos, baja, con la puerta de ingreso a la única aula, hacia el norte y árboles. Confusamente recuerdo que tenía alguna pieza más el edificio, pero la escuela ocupaba sólo lo que servía de aula a la que asistía una veintena de chicos y chicas que cursaban distintos grados pero las clases – con programas – eran simultáneas. Grados heterogéneos.
Los bancos donde se sentaban no eran individuales, sino para dos alumnos. Procedían de hogares campesinos.
Yo me alojaba en la casa de la familia Longoni; vivía, pues, con ello. Una típica casa campesina, alta, de habitaciones amplias y una de esas magníficas cocinas donde se reunía toda la familia.
Los días domingo asistían a misa. Yo los acompañaba. Poseían un automóvil ‘doble faeton’, con capota de hule, negra; se le colocaban las cortinas al auto, con ventanillas de celuloide transparente. El cura no vivía en Santo Domingo por lo que, a veces, no era muy puntual; los feligreses lo esperaban. Recuerdo que viajar desde Esperanza a Santo Domingo- por tierra, desde luego- tenía, para mí, el encanto de hacer un largo viaje…”
21-04-2004: Gastón y el “Premio ‘Juan de Garay’ 2003”
El gobernador de la Provincia de Santa Fe D. Carlos Alberto Reutemann evaluó los documentos que integran el Expte. Nº 00401-0048108-6 del Ministerio de Educación, en el cual la Subsecretaría de Cultura solicita la institución de un premio cuyo objetivo fundamental será destacar la trayectoria cultural de santafesinos que a lo largo de su vida hayan trascendido por su talento y por su obra a nivel nacional o internacional”.
Consideró “que la citada Subsecretaría propone denominar tal premio ‘Juan de Garay’, como homenaje al ilustre fundador de la ciudad de Santa Fe, Capital de esta Provincia, iniciador de la presencia hispana en esta región y como adhesión a los actos dispuestos en celebración del Quinto Centenario del encuentro de dos culturas”.
Consideró también que “en esta oportunidad, teniendo en cuenta sus trayectorias culturales procede a otorgar a propuesta de la Subsecretaría de Cultura, con carácter excepcional el premio cuya institución se propone a los señores Ricardo Supisiche y César Fernández Navarro en reconocimiento a su vasta y destacada labor como artista plástico santafesino.”
“Por ello, el gobernador de la Provincia decreta:
- Artículo 1º: Institúyese el Premio ‘Juan de Garay’ el que será otorgado anualmente, cuyas bases norman parte del presente decreto como anexo en 2 fojas.”
- Artículo 2º: Establécese que las erogaciones que resultaren del Premio instituido por el artículo precedente, serán atendidas oportunamente con las disponibilidades crediticias existentes en la Cuenta Corriente Especial Nº 17996/10 –’Fondo Provincial de Ayuda Escolar – Asistencia Cultural’.
- Artículo 3º: Otórgase, excepcionalmente, el Premio ‘Juan de Garay’ correspondiente al año 1992 por sus trayectorias culturales a los señores Ricardo Supisiche y César Fernández Navarro, propuestos por la Subsecretaría de Cultura dependiente del Ministerio de Educación, en reconocimiento a su vasta y destacada labor como artistas plásticos santafesinos.
- Artículo 4º: Regístrese, comuníquese, publíquese y archívese.”
Casi por el mismo Camino…
Don Atahualpa Yupanqui, poeta y guitarrero, en 1987 había expresado:
El año pasado tuve la suprema felicidad de componer las mejores piezas que nunca soñé realizar. Pero jamás se conocerán, morirán en el más horrible anonimato, nunca existirán, porque yo casi las olvidé. Durante un buen tiempo tuve la mano enyesada. Obviamente no podía pulsar la guitarra. El médico me indicó: ‘Yupanqui, practique el instrumento en el aire, haga como que toca la guitarra varias horas por día. Es la única forma de que se cure’. Pues bien, en mi casa, en absoluta soledad y sobre el vacío, mis dedos trenzaron los mejores acordes, las milongas más acabadas. Puse casi más empeño en tocar bien en esa ficción que en la realidad.”
Gastón Gori, “el poeta justiciero”, durante sus últimos años comentó que tenía tres libros que no iba a editar. “Están acá”, decía señalando su cabeza. Ya no los puedo escribir. Rechazaba la posibilidad de dictar porque él acostumbraba a elaborar los originales manuscritos, leer y releer, corregir, tachar, agregar…
Don Ata antes de partir hacia París, en aquel memorable mediodía porteño había dicho: “Acá, en esta tierra nací y aquí he de morir”.
Don Ata no murió en su tierra, en su Patria, a pesar de sus deseos.
Su Último Vuelo fue la casi legendaria Ciudad Luz de nuestro Planeta Tierra.
Habrá sucedido, que a pesar de las distancias no se estaría solo, ya que por sus percepciones y talento, habrá sentido algo semejante a lo expresado por Gastón: [24]
“Siento a mi lado
al que no veo,
y ni sé su nombre;
lo siento cada día de ventura
y en las horas comunes para todos
de tragedia o pesares.
……………………………………………….
…no estoy solo,
están conmigo los que aman
la verdad aunque duela”…
Gastón desde comienzos del siglo veintiuno insistía en que quería llegar a los noventa años. Vivió 89 años y el 17 de noviembre de 2005 a las 10:15 se generó su Último Desprendimiento…
18-11-2005 : más palabras en vuelo desde Rosario…
En el diario “La Capital” de Rosario escribieron acerca de Gastón Gori:
Murió el escritor santafesino Gastón Gori, autor de “La Forestal”
Santa Fe.- El prestigioso escritor santafesino Pedro Marangoni, más conocido por su seudónimo Gastón Gori y autor de “La Forestal”, falleció hoy en Santa Fe.
Marangoni, nacido el 17 de noviembre de 1915 en Esperanza, murió el día de su cumpleaños número 89. Sus restos son velados en la sala de Sentir, ubicada en 25 de Mayo y Suipacha de esta ciudad, y serán sepultados mañana.
En “La Forestal”, considerada la obra cumbre del escritor, relata la tragedia del quebracho colorado en el norte de la provincia de Santa Fe y denuncia la explotación que grandes compañías extranjeras ejercieron históricamente sobre los trabajadores rurales. Cursiva aquí
Los personajes de sus obras son frecuentemente inmigrantes -suizos, franceses, alemanes e italianos- que vinieron a poblar la provincia de Santa Fe.
En obras como “El camino de las nutrias” o “La tierra tiene dueño” -es El desierto tiene dueño-, el escritor ofrece una visión cruda, realista y amarga de la colonización de la pampa gringa, desmitificando la versión idealizada del proceso inmigratorio en la provincia de Santa Fe.
En 1945 Marangoni publicó uno de sus libros más conocidos: “Y además era pecoso”. Otras obras fundamentales de Marangoni son “El pan nuestro”, “Nicanor y las aguas furiosas” y “Vagos y malentretenidos”, entre otras. (Télam)
18-11-2004: más allá del III Congreso de la Lengua…
En la página publicada por Rosario-net referida al desarrollo del Tercer Congreso de la Lengua desarrollado en la ciudad de Rosario a partir del 17 de noviembre de 2004, acerca del talentoso Gastón Gori escribieron:
18/11/2004 – Era miembro de la Academia Argentina de Letras. A la edad de 89 años, y tras una larga dolencia, falleció esta mañana el reconocido escritor santafesino Gastón Gori, precisamente hoy, en el día de su cumpleaños.
Había nacido el 17 de noviembre de 1915 en Esperanza. Su verdadero nombre era Pedro Marangoni, que usaba en los años en que ejerció su profesión de abogado y que abandonó para dedicarse a la literatura.
En 1983 fue nominado académico correspondiente de la Academia Argentina de Letras: “Se nombra académico no sólo a aquel que es buen escritor, sino también al que se haya distinguido por su aporte de elevado nivel cultural o para el enriquecimiento del idioma”, dijo en alguna oportunidad.
También en 1990 obtuvo el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores y fue declarado Ciudadano Ilustre de Esperanza y Santa Fe.
Fue uno de los escritores más representativos de la pampa gringa. Su obra literaria abarca poesía, novela y trabajos de investigación histórica como “La Forestal, la tragedia del quebracho colorado”, de 1965.
De su vasta obra cabe consignar sus libros de poesía, como “Bajo el naranjo” (1940), “Mientras llega la aurora” (1942), “Se rinden los nardos” (1946) y “Una vez la Poesía”, en colaboración con Fernando Birri (2000).
En ensayo, “Anatole France” (1940), “El indio, el criollo y el gringo” (1947), “Vagos y malentretenidos” (1951), “Inmigración y colonización en la Argentina” (1964) y “La agonía del quebracho” (1999).
En narrativa, “Vidas sin rumbo” (cuentos, 1943), “Y además era pecoso” (cuentos, 1945), “La muerte de Antonini” (novela, 1956), “Pase señor fantasma” (cuentos, 1976), “El moro Aracaiquín” (novela, 1977).
Los restos de Gastón Gori, que son velados en Sentir, serán inhumados mañana en Esperanza. El cortejo fúnebre partirá desde nuestra ciudad a las 9.
Desde la Municipalidad de Esperanza…
La Municipalidad de la ciudad de Esperanza publica en una página web datos referidos a creadores nacidos o residentes en ese lugar. Aquí, la reiteración de lo escrito acerca de…
Gastón Gori
Pedro Marangoni (ese es su verdadero nombre) nació en Esperanza, el 17 de noviembre de 1915. Cursó sus primeros estudios en la Escuela Normal. Ya por entonces, la admiración por el escritor francés Anatole France hizo despertar en él la pasión literaria. Aunque se recibió de abogado, Gastón Gori ejerció algunos años esa profesión y luego la abandonó para dedicarse de lleno a la literatura.
Junto a José Pedroni es uno de los escritores más representativos de la pampa gringa. Los personajes de sus obras son frecuentemente inmigrantes (suizos, franceses, alemanes e italianos) que vinieron a poblar la provincia de Santa Fe. A estos hombres les costó mucho insertarse en la nueva tierra. El criollo nunca terminó de aceptarlos, por considerarlos como a extraños que venían a sacarle lo que les pertenecía por derecho natural. Esta problemática de la inmigración, el régimen de propiedad de la tierra y sus consecuencias políticas y sociales en la Argentina, están presentes en casi toda la obra de Gastón Gori. En este aspecto, los trabajos del escritor adquieren no sólo un valor literario, sino también histórico y educativo. En obras como “El camino de las nutrias” o “La tierra tiene dueño”, Gastón Gori ofrece una visión cruda, realista y amarga de la colonización de la pampa gringa, desmitificando la versión idealizada del proceso inmigratorio en la provincia de Santa Fe.
En 1945, Gastón Gori publicó uno de sus libros más conocidos: “Y además era pecoso”. La obra muestra los descubrimientos que un niño va haciendo de la existencia, con todas las aventuras, picardías y riesgos propios de la infancia. En 1956 publica “La muerte de Antonini”, una novela centrada en los recuerdos de un narrador – personaje que en pleno velatorio le reprocha al difunto las avaricias, mezquindades y dobleces que marcaron su personalidad. Con implacable mirada, el escritor va repasando la vida de este hombre: sus negocios turbios, su espíritu calculador y sobre todo su llamativa incapacidad de amar. Para los críticos literarios, se trata de una de las mejores obras de Gastón Gori. El escritor también ubica a esta novela entre sus preferidas.
La literatura de Gastón Gori se ha caracterizado siempre por un sentido altamente humanista. La coherencia entre su vida y su obra y la búsqueda constante de justicia, ubican al autor en un lugar de privilegio entre los escritores santafesinos más comprometidos. En esta línea, “La Forestal”, considerada la obra cumbre de Gastón Gori, relata la tragedia del quebracho colorado en el norte de la provincia de Santa Fe y denuncia la explotación que grandes compañías extranjeras ejercieron históricamente sobre los trabajadores rurales.
En 1998 Gastón Gori retomó el tema de las explotaciones forestales en su libro “La agonía del quebracho”, donde cuenta que la provincia de Santa Fe llegó a tener dos millones quinientas mil hectáreas de bosques en una traza de 100 kilómetros. En la citada obra el autor describe el proceso de destrucción de esas magníficas reservas naturales en pos de una necesidad industrial y de un supuesto progreso.
Otras obras fundamentales de Gastón Gori son “El pan nuestro”, “Nicanor y las aguas furiosas”, “Vagos y malentretenidos”, entre otras. En 1990, Gastón Gori recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, premio que también distinguiera en alguna oportunidad a Jorge Luis Borges. Además, fue distinguido como Profesor Honorario de la Universidad Nacional del Litoral y ciudadano ilustre de Esperanza y Santa Fe.
Lumbre que perdura…
Desde la página siempretarde.com, el 19 de noviembre de 2004 con el título “Tenemos que ser menos ignorantes”, destacaron:
“Gastón Gori escribió y publicó y le reeditaron un total de 87 libros, uno por cada año que vivió. Con intensidad, pasión, amor y rigurosidad. Un cuarto de siglo le llevó su investigación en torno a La Forestal y murió con una jubilación que apenas superaba los 600 pesos. El escritor y periodista que nació en Esperanza murió el 17 de noviembre de 2004, el mismo día que se inauguraba el Tercer Congreso Internacional de la Lengua que, seguramente, hubiera ninguneado su compromiso y fulgurante existencia subordinada a la palabra como herramienta de transformación social y denuncia permanente.”
“Hondo pesar”
Falleció Gastón Gori, uno de los intelectuales más prestigiosos y queridos por los santafesinos.
Falleció el 17 de noviembre, día en que cumplía 89 años. Cursó el Magisterio y se recibió de abogado, pero se dedicó a la literatura y escribió destacadas obras. Era Profesor Honorario e integrante del Consejo Social de la Universidad Nacional del Litoral y una de las referencias intelectuales más importantes de la casa de altos estudios.
Gori había publicado más de 40 libros en toda su vida.
El prestigioso escritor e intelectual santafesino Gastón Gori falleció ayer en el día de su cumpleaños número 89. El querido y reconocido santafesino había nacido el 17 de noviembre de 1915 en la ciudad de Esperanza y su verdadero nombre era Pedro Marangoni.
Comprometido con el estudio y la difusión de la historia reciente de nuestro país y de nuestra región, Gori había publicado más de 40 libros de un contenido tan vasto como variado, entre los que se destacan poesías, novelas y ensayos reconocidos en todo el mundo. Pero sin dudas, “La Forestal” es una de sus obras más conocidas, en la que defendió las injusticias a las que sometían las empresas extranjeras a los trabajadores de las explotaciones forestales del norte santafesino, y abordó la problemática de la inmigración, el régimen de propiedad de la tierra y sus consecuencias políticas y sociales en nuestro país. En tal sentido, junto a José Pedroni, son los dos escritores más representativos de la pampa gringa.
Mientras cursaba el Magisterio en la Escuela Normal -luego también terminó sus estudios de Abogacía-, Gori tuvo la que se podría considerar su experiencia intelectual más significativa: la aproximación a la obra del francés Anatole France, que marcaría su vida y su pluma.
Su trayectoria
A lo largo de sus 89 años, Gori recibió innumerable cantidad de distinciones y premios por sus cualidades como escritor, pero también por su compromiso con la comunidad. El Primer Premio de Historia y Arqueología (1947) y el Primer Premio Concurso Sociedad Italiana (1955). En 1968, Gori, presidió la delegación argentina en la Conferencia Hemisférica por la Paz en Vietnam realizada en Montreal (Canadá), y en 1999 fue nominado a los premios “José Hernández” y “Príncipe de Asturias”, respectivamente. También recibió la Faja de Honor en Poesía (1981); el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1990) y el Primer Premio Regional de Literatura (1993) -ambos de la secretaría de Cultura de la Nación.
El 18 de agosto de 2000 fue declarado “Hombre Ilustre de la República Argentina” -mismo título que le habían otorgado los municipios de Esperanza, Reconquista y Santa Fe-, y entre sus antecedentes se destacan la presidencia de la Asociación Santafesina de Escritores, la fundación y presidencia de la Sociedad Argentina de Escritores (Filial Santa Fe). Gori también era miembro de la Academia Argentina de Letras.
“Gori es un intelectual del pueblo y humilde con un pensamiento muy profundo y muy amigo de la justicia. Tal vez no intervino mucho en política, pero en su pensamiento siempre estuvo presente la idea de que la gente tendría que tener una vida en la que, por lo menos, se asome un poquito de alegría”, no dudó en afirmar Osvaldo Bayer en su visita a Santa Fe durante este año al ser consultado sobre el escritor esperancino. En esa oportunidad, Bayer agregó que “siempre fue uno de mis mejores amigos. Tengo el gran honor de haberle hecho el prólogo a la ultima edición corregida de ‘La Forestal’, un libro muy valiente que lo sacó en un tiempo muy difícil”.
En la UNL
La Universidad Nacional del Litoral tenía en Gastón Gori a uno de sus referentes indiscutibles, y por tal motivo, el Consejo Superior -a través de la Resolución Nº 451– adhirió al duelo ocasionado por su fallecimiento.
Gori era Profesor Honorario de la casa de altos estudios e integraba el Consejo Social, órgano consultivo del Consejo Superior y del Rector que tiene por objetivo central recomendar a las autoridades universitarias la formulación o modificación de programas institucionales para la adecuada atención de las necesidades y aspiraciones sociales en materia educativa, científica, tecnológica y cultural.
Las obras que publicó la UNL de Gori son el ensayo “Vagos y malentretenidos” -cuya primera publicación data de 1951-, las novelas “El señor de los picaflores” y “El desierto tiene dueño”, y “Una vez la poesía” -editada en 2000- en colaboración con Fernando Birri.
Pero además, Gori tiene más de 40 libros publicados. Entre sus ensayos más importantes se destacan “La Forestal” (1965), “La agonía del quebracho” (1999), “Inmigración y colonización en la Argentina” (1964), “Anatole France” (1940) y “El indio, el criollo y el gringo” (1947). Las poesías más destacadas de Gori son, entre otras, “Bajo el naranjo” (1940), “Mientras llega la aurora” (1942), “Se rinden los nardos” (1946). Pero también Gori fue un excelente escritor de narrativa, género en el cual produjo los cuentos “Vidas sin rumbo” (1943), “Y además, era pecoso” (1945) y “Pase señor fantasma” (1976), y las novelas “La muerte de Antonini” (1956) y “El moro Aracaiquín” (1977)
Desde “Izquierda Unida”…
En la página web Nuestra propuesta, el movimiento político Izquierda Unida reconociendo una vez más al “Autor de La Forestal, la tragedia del quebracho colorado” difundió una nota:
“Adiós a Gastón Gori”
Falleció el mismo día en que hubiese cumplido 89 años. Quizá una ironía del destino. Gastón Gori, el escritor, ensayista, poeta, escritor, periodista dejó de existir el 17 de noviembre. Había nacido en Esperanza -la primera colonia agrícola argentina-, donde se recibió de maestro normal nacional para después cursar estudios de abogacía en la UNL. Sin embargo, fue poco lo que ejerció el derecho en los tribunales. Su vocación era la escritura, y la puso al servicio del pueblo. Produjo numerosos escritos, pero se destacó en el análisis histórico crítico. Una de sus obras más importantes, la que hizo época y aun hoy es material de consulta indispensable, fue La Forestal: la tragedia del quebracho colorado. En ella no solo denuncia la depredación forestal de la que fue objeto nuestra provincia de parte de esa empresa imperialista, sino también la activa complicidad de los poderes provinciales -la justicia, la policía, el gobierno, los legisladores- en avalar el accionar de ese verdadero pulpo -de origen británico- que dejó en la miseria, la desolación y el abandono a todo el norte de Santa Fe cuando dejó de ser rentable la explotación del quebracho. Localidades prósperas como Villa Guillermina, Villa Ana, Tartagal, Los Amores hoy son verdaderos pueblos fantasmas como consecuencia del nefasto accionar de La Forestal. También trabajó sobre cuestiones relacionadas al agro, siendo uno de los impulsores de diversos proyectos y estudios acerca de la necesidad de una reforma agraria profunda y de sentido popular. Su proyección y actualidad son increíbles, sobre todo considerando esa cuestión de la que tanto se habla de canjear tierras por deuda externa. Sensible ante el dolor humano, desde joven se vinculó al Partido Comunista en su ciudad natal; colaboró intensamente en tiempos de la guerra fría con los impulsores de la paz y el desarme, en la lucha contra el racismo y la discriminación y más recientemente en la solidaridad con la Cuba socialista, a la cual tuvo la oportunidad de conocer. Uno de sus últimos gestos solidarios y fraternales -dignos de un verdadero y consecuente luchador antiimperialista e internacionalista- fue entregar al Embajador de Cuba una serie de libros destinados a bibliotecas de la Isla y escribir un hermoso poema dedicado al Comandante Che Guevara.
Recibió numerosos distinciones nacionales e internacionales, entre ellas la Faja de Honor de la Sade y el Premio Héctor Agosti, con quien mantenía una vieja amistad.
Fue un intelectual estrechamente comprometido con el verdadero humanismo, es decir la causa del Socialismo. Hasta sus últimos días permaneció fiel a sus ideales. Los movimientos populares lo vamos a extrañar.
(Es oportuno expresar que Gastón recibió en la capital federal el Premio “Aníbal Ponce 1982” mientras se estaba desarrollando el conflicto armado con el Reino Unido de Gran Bretaña tras la recuperación de las Islas Malvinas, el 2 de abril de 1982. En ese acto, se refirieron a su obra sus amigos Héctor Agosti, Dr. Aldo Tessio…)
19-11-2004 – Gastón Gori – Esperancino
17 de noviembre de 1915 – 17 de noviembre de 2004
Por Hugo Zingerling
Ese día tenía previsto presenciar en Santa fe una charla que brindaría el escritor mexicano Carlos Fuentes, quien estaba participando del congreso de la Lengua en Rosario, y en una breve escapada nos daría el gusto de poder verlo en la ciudad capital. Pero sucedió lo de Gastón Gori, así que concurrí a su sepelio en su tierra natal, Esperanza. Quizás tenga otra oportunidad de verlo a Carlos Fuentes. Pero lo de Gastón Gori, era más fuerte, sentí que aunque anónimamente, debía estar en el adiós a ese maestro y muchas veces fuente de trabajos historiográficos que había escrito.
Mientras me dirigía desde Santo Tomé, donde vivo hasta Esperanza, la mañana se presentaba luminosa y ya algo calurosa, un día de sol y cielo azul, muy típico de la provincia de Santa Fe. En el campo, los trabajadores agrícolas, sin dudas los nietos o bisnietos de aquellas “Familias fundadoras de Esperanza”, hoy desparramados no sólo en lo que fue la colonia Esperanza, sino por todo el centro oeste santafesino, se aprestaban en sus labores del campo, los trigos ya estaban casi prontos para la cosecha.
Él era de mi barrio, vivía a unas 3 cuadras de mi casa, había ido a mi misma escuela, la 315 “Aarón Castellanos”, era de noviembre, el mismo mes en que nací, había andado por mis mismas calles y caminos, había visto el edificio del ferrocarril, cercano al Molino Angelita, escuchado los “pitos” o silbatos de las fábricas anunciando el comienzo o el final de las jornadas de los obreros y trabajadores, aunque años antes, pero era la misma mística percibida, la de un pueblo de trabajo y en eso se inspiró su obra, tal como lo que había vivido desde chico, en ese pequeña ciudad cosmopolita, entre agraria y urbana, entre campesina e industrial. Lo habían visto en esa calle San Martín dos cuadras al norte del ferrocarril, donde estaba el negocio de su padre, y por esa calle San Martín habían alguna vez estado juntos, José Pedroni, Paillet, Gori, Riva, Stessens y otros personajes que dio Esperanza y que tenían su ámbito de encuentro o de presencia en esas dos o tres cuadras al norte del ferrocarril. (Según el propio Gastón: Manuel Streiger, Evaristo Stessens, Omar Pedroni, hijo de José; el doctor Alfredo Heer, Armando Bruera, Lionel Robert)
Y así luego de las ceremonias, terrones de tierra, de esta tierra generosa de la que él tanto había hablado, fue cubriendo su féretro, allá en el cementerio de Esperanza, para volver a ser algún día otra vez parte del ciclo de la vida.
Hugo Zingerling
19/11/2004 –
(Hugo Zingerling, en ese momento incluyó bibliografía de Gastón hasta 1976 y anunció que completaría esa información…)
Esperanza despidió a Gastón Gori
“El cortejo que traslada los restos del destacado escritor se detuvo frente al edificio municipal donde recibió el reconocimiento de la comunidad. Sus familiares participaron emocionados de la ceremonia que finalizó en el cementerio local. En cada lugar representantes del Movimiento por las Letras, el Centro de Estudios Históricos y el Intendente Municipal destacaron en sus mensajes su aporte y su generosa personalidad.
Una vez ingresado a la ciudad de Esperanza, el cortejo fúnebre se dirigió a la Escuela Normal, institución donde Gastón Gori se recibiera de maestro, para luego detenerse frente al edificio municipal.
Allí se escucharon reconocimientos de Rubén Leonardi por el Movimiento Esperancino por las Letras, un funcionario de la Secretaria de Cultura de la Provincia y del Intendente Municipal Rafael De Pace que entregó el último adiós en nombre de su ciudad natal.
Posteriormente todos los asistentes se dirigieron a la necrópolis local previo paso por la Escuela 315 Aarón Castellanos, lugar donde Gastón Gori cursara sus estudios primarios.
Finalmente en el Cementerio Municipal las palabras de despedida estuvieron a cargo de José Luis Iñiguez por el Centro de Estudios Históricos.
Por Normando Gil y Nicolás Loyarte | nloyarte@cableydiario.com
Memoria insoslayable…
El sábado 4 de enero de 2003 el escritor santafesino recibió en su casa a un equipo periodístico de Cable & Diario y El Litoral.com. Aquella mañana calurosa fue inolvidable. Gastón iluminó con simpleza aspectos sorprendentes de su vida: sus afectos y predilecciones, su lectura crítica de la realidad y los anhelos para los que, él afirma, serán sus próximos tres años de vida. La conversación fue por momentos íntima, espontánea, mágica. Preciso y lento como su tortuga, Gastón recorrió su obra y habló de sus autores de cabecera. Subió la escalera angosta y oscura hacia una puerta vidriada para mostrar su desordenada biblioteca, el escritorio, testigo de su desconcierto, su tristeza y sus ansias de luz cuando escribió La Forestal en noches de Vigilia Retenida (sus borradores inéditos), y su primera máquina de escribir que azarosamente recupero hace poco. En el patio, sentado bajo el fresco de la Bignonia, el señor de los picaflores compartió su mundo de pájaros, el trato cálido con su tero, su pato y las calandrias”…
Fue entonces cuando Gastón dijo que llegaría hasta los 90 años:
“Yo nací el 17 de noviembre de 1915 (silencio). Así que 90 años sería en el 2005. Y bué, es un número hasta simpático”.
Gastón Gori: defensa de los montes y bosques…
No ha sido por casualidad que en la legislatura santafesina hayan destacado la trayectoria de Gastón Gori y de su obra literaria.
Tampoco ha sido casual que hayan destacado sus percepciones en torno a árboles y pájaros, sus trabajos de investigación relacionados con el romper la tierra de los primeros colonizadores que en la provincia de Santa Fe necesitaron desmontar y arar para depositar las semillas de trigo… para plantar árboles…
En su libro Y además, era pecoso… relata diversas experiencias durante la infancia. En un poema que reiteró en sucesivos textos literarios, Gastón describe El paraíso que crecía en el patio de su casa y conmueve al evocar a su padre dedicándose a la noble tarea de plantar árboles…
Durante el período ordinario de sesiones de 2004, en la Legislatura de la provincia de Santa Fe se consideró un proyecto de ley y fue aprobado.
Es la ley Nº 12.377 y diversos medios informaron acerca del contenido, entre ellos las páginas en Internet, en el Portal de Agro Diario (AgroDiario.com.ar)
Aquí, la reiteración del texto completo:
Noviembre 17 – “Día de la defensa de los montes y bosques santafesinos”.
- ARTÍCULO 1º.- Declárase el 17 de noviembre de cada año, fecha del nacimiento del escritor santafesino Gastón Gori, como “Día de la defensa de los montes y bosques santafesinos”.
- ARTÍCULO 2º.- El Ministerio de Educación y la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, en conmemoración de esta efeméride, desarrollarán una campaña educativa permanente para difundir la importancia de estos recursos naturales y la necesidad de uso racional de los mismos.
- ARTÍCULO 3º.- La Provincia fomentará, en recordación de esta fecha, la plantación en los espacios públicos de especies arbóreas del bosque nativo santafesino e invitará a los Municipios y Comunas a adherir a estos actos.
- ARTÍCULO 4º.- El Poder Ejecutivo de la Provincia habilitará las partidas presupuestarias necesarias a los fines de la implementación de esta ley.
- ARTÍCULO 5º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Dada en la Sala de Sesiones de la Legislatura de la Provincia de Santa Fe, a los treinta días del mes de noviembre del año dos mil cuatro.
(Ley promulgada el 21 de diciembre de 2004.
Publicada en el Boletín Oficial el 27-12-2004.)
17-12-2004: intento de expresar un sentimiento…
El día de conmemoración del primer mes del fallecimiento de Gastón Gori, con el título “Desagravio a la memoria de Leoncio Gianello”, su hija Clotilde Gianello de Suárez en un intento de expresar su sentimiento, rememoró: “Hay tres cosas que no retroceden: palabra y piedra lanzadas, y la oportunidad perdida (Antiguo proverbio)”.
Luego, escribió: “Por diversas circunstancias, no pude ver en el programa La pluma incesante que fuera emitido en distintas oportunidades por C&D, la entrevista realizada a Gastón Gori por Gil y Loyarte. Recién ahora, enterada de las expresiones del entrevistado sobre mi padre, Leoncio Gianello, puedo rebatirlas. Cursiva aquí
Espero no perturbar a la familia de Gori con esta nota de desagravio, pero como hija no puedo permanecer en silencio ante el ataque a la persona, al poeta, historiador y hombre público. Gastón Gori tuvo libertad de expresar sus ideas y los periodistas la de ejercer el criterio de selección al editar el programa; sin embargo, me sorprende que transmitieran primero y publicaran después la entrevista sin verificar los dichos vertidos, tan ofensivos a la memoria de mi padre; y que se editaran para su difusión masiva. Me parece que descalificar de esa manera a una persona muerta que no puede defenderse es una acción mezquina.
Gori, haciendo referencia a una situación particular suscitada entre él y Gianello, expresa que hubiera querido volver el tiempo atrás para aclarar la misma. Desde la fecha del episodio hasta la muerte de Leoncio Gianello transcurrieron cerca de treinta años; tiempo más que suficiente para pedirle una aclaración, si es que verdaderamente era eso lo que deseaba. No recuerdo que mi padre haya actuado alguna vez cegado por el comentario adverso de alguna persona. En nuestra casa el nombre de Gastón fue recordado siempre bien y con afecto, por lo que tanto me apenan sus dichos. La opinión de los que en verdad conocieron a mi padre y aun de los adversarios políticos es que su actuación pública fue ejercida con honestidad y rectitud.
Por su obra poética recibió muchos premios. Si hubiera sido un hombre sin talento y que como poeta “se quedó en nada”, según lo expresado y transmitido, creo que no hubiera obtenido tantos y tan importantes galardones, de diversos jurados y en distintas épocas.
Gastón Gori agrega, “como no era un hombre de gran talento, como historiador no era un hombre de talento, era un repetidor de lo que habían escrito otros”. Justamente por su talento como historiador y rigor como investigador fue elegido miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, de la que fue vicepresidente durante tres períodos consecutivos. Perteneció además como miembro numerario u honorario a numerosos institutos y academias de la Argentina, Latinoamérica y España.
Su obra historiográfica también fue premiada. En 1949, Historia de Santa Fe obtuvo el Primer Premio Regional de la Comisión Nacional de Cultura; en 1966, Historia del Congreso de Tucumán fue galardonada en el Certamen Nacional de Historia – Subsecretaría de Cultura de la Nación, septenio 1966-1971. La opinión de Gori disiente obviamente con la de expertos en la materia. Sólo como ejemplo incluyo el comentario bibliográfico de La Nación -2/2/1969- sobre su Historia del Congreso de Tucumán: “(…) faltaba, pues, esta obra exhaustiva sobre un hecho de tanta importancia en nuestra vida institucional. Sin desdeñar las opiniones de historiadores y tratadistas que se han ocupado del mismo tema, Gianello aporta el fruto de sus propias investigaciones que expone con absoluta imparcialidad. Ofrece a nuestra historiografía una obra justamente llamada fundamental (…)”. No creo necesario extenderme más sobre su labor como historiador, conocida provincial, nacional e internacionalmente.
En 1992, al cumplirse 43 años como miembro de número, la Academia Nacional de la Historia se trasladó a Santa Fe para tributarle un homenaje. El entonces presidente de la Academia, Dr. Ricardo Zorraquín Becú decía en un párrafo de su discurso: “Y es que Gianello es todo lo contrario de lo que llamamos una persona solemne. No es presuntuoso ni hace gala de superioridad, a pesar de sus méritos, sus palabras no son altisonantes sino naturales y amables, y su actitud es siempre sencilla y atrayente. Por eso lo apreciamos y le reconocemos todo el valor humano que encierra en su corazón(1).”
“(1) Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1994, n. 64-65, 1991-1992, p. 403-409.”
Más palabras…
En la edición vespertina del diario “El Litoral” de Santa Fe de la Vera Cruz, el 20 de diciembre de 2004, en columna “Línea Directa”, publicaron un mensaje de la poetisa Estrella Quinteros, presidenta de la Asociación Santafesina de Escritores, una de las tantas instituciones fundadas por Gastón Gori junto a un grupo de escritores, en octubre de 1955:
“No puedo menos que expresar mi adhesión a las palabras escritas por Clotilde Gianello, hija de Leoncio Gianello, en desagravio a la memoria de su padre. La figura de este querido escritor y hombre público, fino poeta y lúcido historiador, de ninguna manera se puede opacar por las expresiones vertidas en su momento por el señor Gastón Gori. Pero como bien dice Clotilde, tienen, lamentablemente, una difusión masiva, lo que no ayuda a ninguno de los escritores, pero daña inmerecidamente la memoria Gianello. A sus hijas Clotilde y Susana, mi sincero afecto y reconocimiento por mantener a buen recaudo el nombre y la ética de su padre, ex presidente de esta entidad que tanto lo recuerda y lo quiere”.
(La Profesora Estrella Quinteros de Scarpin, poetisa y presidenta de la ASDE, invitada por la Profesora Alba Yobe de Ábalo, presidenta de SADE -Sociedad Argentina de Escritores, filial Santa Fe -instituciones que Gastón integró desde el momento de la fundación-, pronunció un discurso en el homenaje a Gastón durante el acto celebrado en el Club Social Sirio Libanés al ser entregados el Premio “Gastón Gori” a los seleccionados en el último concurso.
Semanas después de aquellos mensajes, una tercera opinión aludía a la necesidad de tener en cuenta la edad de Gastón cuando dialogó con los periodistas de Cable y Diario…
Se impone el respeto a la libertad de expresión.
Hay que saber interpretar la elocuencia del silencio.)
06-02-2005: Gastón Gori, un escritor santafesino, un amigo
Por Mareili Sordello
La escritora Mareili Sordello escribió una nota refiriéndose a su amistad con Gastón Gori, aludió a su infancia, estudios y obras…
Desde el diario Las Opinión de Rafaela, el jueves 6 de febrero de 2005 difundieron el texto completo:
“En la Universidad del Litoral se graduó de abogado, profesión que cambió por la de escritor.
Cerró su tránsito por este mundo el mismo día de su nacimiento, 89 años después.
En su larga carrera literaria recibió numerosas distinciones entre ellas el Gran Premio de Honor de la Sade; miembro de la Academia Nacional de la Historia; Osvaldo Bayer lo definió “Un intelectual del pueblo, humilde, muy amigo de la justicia”.
En la edición del 19 de noviembre de 2004 de La Capital, de Rosario, leemos: “Gastón Gori fue un ejemplo de vida. Un hombre cuya coherencia entre actos y palabras contrasta con el doble discurso hoy tan en boga. Y cuyo compromiso con su tiempo y lucidez intelectual generaron una obra perdurable y señera”.
Lo conocí en 1984, en Gálvez, en casa de una amiga común, Marta Piccolo, poco a poco construimos una amistad, gracias a la cual prologó el libro Antologías de Suardi. Amistad que por añadidura se extendió a Alicia Acotto, con ella compartimos correspondencia, charlas telefónicas, bellos momentos que se conservarán por siempre en nuestra memoria.
En dos oportunidades estuvo en Suardi, a los que fuimos a escucharlo nos deleitó con su verba encendida y sencilla, no en vano alguien lo llamó “el Belisario Roldán santafesino”.
En su primera visita disertó sobre la inmigración, en la Biblioteca “Domingo Faustino Sarmiento”; y en la segunda, en la sede de la Comuna lo hizo sobre la literatura nacional.
Buscando entre los libros de Gastón encontré una poesía que él dedicara a José Pedroni, por mi cuenta extraje unos versos que encierran un pequeño homenaje y una promesa.
Con toda libertad los nombres y los tiempos verbales.
A tu tumba iremos las dos / llegaremos con una rosa / Alicia y yo / Gastón Gori no has muerto / no estás en la tierra / estás en el universo / y estás vivo en la estrella / ¿dónde dejaremos esta rosa / que es para vos?
02-04-2005: “Gastón Gori: El señor de los picaflores”
Publicado en el Suplemento “Nosotros” del diario “El Litoral” de Santa Fe, sábado 2 de abril de 2005.
“En una entrevista inédita realizada en agosto de 2003, el autor esperancino recientemente fallecido rindió homenaje a su memoria, intacta a pesar de la enfermedad que sobrellevaba.
Por Juliano Salierno”.
“La primera impresión fue que estaba viejo, fatigado y un poco sordo. Desde el borde de su cama y a media luz, se descubría su rostro enmarcado en los anteojos. Tenía la sonrisa fresca y el bigote le dibujaba las comisuras de los labios. Ése era el detalle que devolvía la imagen cierta de las fotografías en las que se lo veía aparecer en los diarios. Estaba un poco despeinado; por esos días pasaba largas horas peleando con la almohada.
La primera pregunta la hizo él. Quiso saber si traía grabador; dictarme las respuestas le resultaba un modo en desuso.
Gastón Gori comenzó a escribir a los 10 años. Según dijo entonces, quedó impresionado con una noticia que leyó su padre en el diario El Orden, y quiso contarla. A partir de allí, son miles las anécdotas, plagadas de planteos profundos, lúcidos y brillantes que el escritor expuso sin reparos.”
De plumas y faldas
“Para Gastón, las mujeres siempre fueron una fuente segura de inspiración y de problemas.
“Estaría en primero o segundo año cuando escribí sobre una chica que tenía unos ojos azules preciosos. Se llamaba Nilda Bonini, era de Pilar y tenía pensión en Esperanza. Hice un poema a unos ojos, con el ritmo de Claudio de Ala, cada tres sílabas acentuadas”
Ése fue el primer poema que Gori publicó. Lo envió a la revista Mundo Argentino -una de las más importantes de la época- y fue sorprendido cuando al comprar el siguiente número se encontró con sus versos. En 1934 siguió publicando poemas en el diario La Opinión de Rafaela.
-¿Cuándo empieza a escribir cuentos?
-Salté con algunos cuentos en 1943. Los recogí en un libro que fue ‘Vidas sin rumbo’, y tenían una pretensión de ser proletarios, como los de Máximo Gorqui. –Gorki-. “Esa literatura que empezaba a ser social. El libro no fue muy bien recibido. Me acuerdo de que el diario La Nación decía que al autor le faltaba conocer más la vida y el dolor de la vida.
También estaba leyendo Anatole France y me gustaba. Entonces trataba de escribir bien, con estilo, y el primer libro que escribí queriendo hacerlo en prosa fue ‘Y además era pecoso…’ Lo edité por primera vez en 1945, cuando tenía 29 años.”
Caballito de batalla
“Y además era pecoso…” fue utilizado por las maestras para dar sus clases. Se hicieron muchas ediciones. Según recuerda su autor, “debe haber 18.000 ejemplares impresos” y ya no se consigue en las librerías.
“En esa época era común verlo a Gastón dando alguna charla para los jóvenes entusiastas que comenzaban a incursionar el camino de las letras. La docencia también fue una de sus grandes pasiones.
-¿Qué significó ese éxito?
-Ése fue mi caballito de batalla, el que realmente me abrió camino hacia las editoriales.
–En ese libro se nota que tenía un espíritu muy rebelde…
-Era muy rebelde, ahora me doy cuenta. Era muy crítico de las cosas que decía mi viejo y de otras personas con las que me daba cuenta que no estaba de acuerdo. En esa época conocí por primera vez lo que se llama injusticia, yo no tenía idea de lo que significaba. Estaba en quinto grado de la Escuela Fiscal, en Esperanza, cuando ocurrió.
Fue después de un día de lluvia, porque con el paso de las ruedas de los coches por las zanjas de desagüe se formaban cascotes, que los muchachos juntaban para tumbar las naranjas de la plaza. A dos hileras de bancos de las plantas estaba sentada una chica que me gustaba. Se llamaba Raquel, era tan suave que a mí, vago y callejero como era, me encantaba mirarla mientras escribía. Pero ese día llegó a mi casa un hombre indignado porque decía que le había pegado un cascotazo a la salida de la escuela. ¡Vos sabés qué sentido de la injusticia tomé! ¡Jamás hubiera hecho eso, jamás, jamás…! Entonces, mi viejo me encajó un cintazo, y yo no había sido. Por primera vez tuve contacto con el sentido verdadero de la palabra injusticia.
–Después se fue profundizando en lo que fue su obra.
-Claro, eso deja huellas en la formación de uno.”
Torcer el timón
“No se cree un escritor inteligente, pero hacerlo le resulta algo normal, fácil, aunque asegura que se logra “con mucho trabajo”. Sin embargo, nunca terminó de desembarcar en Buenos Aires como para que su obra tenga la difusión que se merece.
Prefirió vivir en esta ciudad, cerca del río, del campo, en comunión con la naturaleza. A los 12 años aprendió a tirar con la escopeta, pasatiempo que de grande se transformó en motivo para reunirse con amigos.
“Los días más lindos que pasé fueron cuando andaba sólo por los campos cazando martinetas. Vos me dirás: ‘¡Pero estaba matando patos!’. Sí, pero eran días lindísimos y los pasábamos con los compañeros. Es como quien practica un deporte y juega al fútbol, habla de fútbol y sigue el fútbol. Así éramos nosotros con la escopeta; nos juntábamos y hablábamos de cacería.
Esas destrezas de características sanguinarias se balancearon con el ejercicio intelectual constante, el amor al arte y a los libros.
–La literatura lo preocupó mucho…
-Yo dejé mi profesión de abogado por la literatura. Imaginate, como abogado, en unos 8 años más o menos había ganado suficiente dinero como para vender una propiedad que teníamos en Villa María Selva y poder comprar acá (en Santa Fe).”
(Es oportuno expresar que Villa María Selva es barrio de la capital santafesina, situado al noreste del plano urbano.)
“Si hubiera seguido en la profesión habría sido un repugnante rico tan rico…, porque enseguida empecé a trabajar y tuve mucha gente. Después, conseguí un puestito de maestro nocturno y vivía con $ 130. Con esa plata podía subsistir; entonces, largué todo y me quedé escribiendo, nada más.
–¡Qué decisión la que tuvo que tomar!
-Sí, 47 libros no se escriben haciendo cualquier otra cosa, se escriben trabajando en eso. Les dediqué mi vida a los libros. Todavía puedo hacerlo, pero no lo hago por las dificultades de la vista. Y, si los escribo, la cargo a mi hija con todo el trabajo de pasar en limpio, de corregir y ella tiene su propio tiempo, por eso no escribo.
La última batalla
La confirmación de que aún podía garrapatear algunas páginas lo mantenía de pie. Resistió desde la escritura en todos los frentes y con ese mismo empeño dio batalla a la muerte. El último trabajo fue para el propio autor ‘algo muy sencillo’. Se titula ‘El día de los pájaros’ y es una recopilación de la que se imprimieron mil ejemplares para regalar a cien escuelas, ‘para que lean los chicos’.
Esas primeras impresiones de vejez, cansancio y sordera se fueron modificando a lo largo de la charla. Se trataba de rasgos superficiales, marcas que son signos de haber vivido, porque finalmente habrá que comprender que, para contar buenas historias, hace falta estar viejo; que vivir plenamente cansa y que, a veces, es preferible no escuchar todo lo que se anda diciendo.
Fundación
Amigos y familiares del autor están evaluando la posibilidad de organizar una fundación que funcione como base de datos para la búsqueda de información sobre Gastón Gori. La pretensión es reunir materiales dispersos de su obra, para que con el tiempo aquélla se transforme en un centro de estudios históricos y sociológicos donde se aborden problemáticas como la colonización, las políticas migratorias, las nacionalidades, y una innumerable gama de temas que tanto desvelaron a Gori.
Datos del autor
Su verdadero nombre era Pedro Raúl Marangoni. Nació en Esperanza el 17 de noviembre de 1915, donde realizó sus estudios primarios. El secundario lo comenzó en su ciudad natal y lo culminó en Santa Fe; aquí logró los títulos de maestro y bachiller.
Se recibió de abogado en la Universidad Nacional del Litoral. Ejerció la profesión durante muchos años hasta que, finalmente, la abandonó para dedicarse a la docencia y la literatura.
Publicó más de 40 obras bajo el seudónimo de Gastón Gori. Escribió poemas, cuentos, novelas y ensayos literarios e históricos.
Durante su vida ocupó cargos públicos e institucionales que le valieron múltiples reconocimientos.
Por su labor intelectual y artística fue reconocido como ‘Miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras’, en 1983, y ‘Profesor Honorario de la Universidad Nacional del Litoral’, en 1995. Lo declararon ciudadano ilustre de las ciudades de Esperanza y Santa Fe; y fue merecedor de innumerables premios.
Padeció una enfermedad que lo mantuvo en cama durante largos meses y falleció el miércoles 17 de noviembre de 2004, en Santa Fe. Ese día cumplía 89 años.
Mitos, personajes y cuentos
Muchas de las historias sobre Gastón Gori están acompañadas por pequeñas mentiras -o errores lisos y llanos- que enriquecen y colorean los relatos y, por lo tanto, fueron tolerados. Pero, cuando el ocultamiento puso en juego una parte de la verdad histórica, el escritor no ahorró esfuerzos en tratar de derribarlo.
Un ejemplo de ello es su libro ‘La Forestal’, una de sus obras cumbre.
En una edición de Ameghino dice que Gori se perdió en la selva mientras estudiaba la historia de la explotación del quebracho. Sin embargo, el autor lo desmiente: ‘En realidad yo no me perdí estudiando en La Forestal. Estaba escribiendo ese libro, pero la primera vez fue en Santiago del Estero. Había selva y quería verla de cerca’ dijo.
Es más, ‘yo a La Forestal no fui, no hice un trabajo de campo’, sorprendió con la respuesta. ‘La conocí en 1935 porque un pariente mío tenía un campo que pertenecía a esa empresa y había sido vendido después de explotar el quebracho. Ése fue mi primer contacto’.
No obstante no haber pisado las tierras británicas, el escritor estudió los documentos. ‘Hay que comenzar por los contratos, por los convenios. El Derecho me sirvió porque los fundamentos están respaldados por leyes y decretos, todo se puede probar’.
De la anécdota risueña de sus extravíos en épocas de cazador, pasó a relatar seriamente las acusaciones y persecuciones políticas de las que fue objeto a mediados del siglo XX.
‘Te cuento un disparate que dicen de mí: que en el año 1949 fui detenido en San Cristóbal por promover disturbios en un acto no autorizado, y yo no conocí San Cristóbal hasta 1958, ahí me ‘encajaron’ una. Después, en el resumen de un organismo militar que recogía toda la información, dice que era ‘activista anarco-comunista’.”
El rótulo se lo había ganado por su cercanía a lideres comunistas y su simpatía por las ideas que comulgaban sus amigos.
Pero no renegaba del mote, sino de quienes se lo colocaron. Sus ideas políticas pudieron costarle el puesto de maestro y ése también fue un motivo por el cual recurrió al seudónimo. Hace dos años dijo abiertamente: ‘Yo fui de izquierda, soy de izquierda, me voy a morir de izquierda, pero no hice militancia comunista’.
Uno de los ejes de su obra fue la colonización durante el siglo XIX. Despotricó contra la mentira que significó ese vocablo en nuestra pampa, denunció abusos por parte de la oligarquía y le dio voz a quienes todavía no sabían qué cosa era la escuela. Pero dedicó parte de su tiempo a saldar deudas con historiadores que vieron al habitante nativo como una amenaza, y lo describieron de ese modo.
Al igual que en sus textos históricos, Gastón utilizó la ficción para hacer honor al aborigen, inventando personajes cuyas vivencias transcurrían sobre un trasfondo histórico real. Esto también generó confusiones entre los editores.
Acerca de la historia de ‘El Moro Ariacaiquín’, contó que ‘una editora dijo que era un personaje al cual le dedicaba una biografía. El Moro Ariacaiquín era un invento mío, no existió’.
Los sueños, sueños son…
Durante el invierno de 2005 elaboré otro proyecto y después de algunos diálogos durante la XI Feria del Libro de Santa Fe entregué este esquema:
PROYECTO: “En el Camino del Patriarca de los Pájaros”.
Fecha: tercera semana de octubre/2005.
- Programa:
1.1. Impresión de libro para donar a escuelas y bibliotecas.
1.2. “Encuentro”… en el Museo “Rosa G. de Rodríguez”, o
Foro UNL… o
“Centro Comercial”…
- Desarrollo del acto:
2.1. Introducción – Minutos antes de comenzar el acto:
Música y voz de Atahualpa Yupanqui.)
2.2. Palabras evocativas… (off)
2.3. Reproducción de “Dance of the Humming Bird”
Voces de la naturaleza: canto de picaflores, sonidos del agua en movimiento…1. Shimmering Air.(8:17)–Hasta 02’
2.4. “POEMA DE NACER EN UN LUGAR BELLO DE LA TIERRA” “–Voz de Gastón Gori.
2.5. Reproducción de 1. Shimmering Air. – Continúa 02’
2.6. “FUNDAMENTOS” (voz Gastón.)
2.7. Reproducción de 2. Reverie (7:49) Hasta 02
2.8. “EL AIRE, SÍ, EL AIRE” (voz Gastón.)
- Reproducción de 2. Reverie (7:49) Continúa 02’
- “POEMA PARA EL HOMBRE” (voz Gastón.)
- Reproducción 3. Basking in the Warmth (7:79) Hasta 02’
- “JUGAR LA VIDA” (voz Gastón.)
- Reproducción 3. Basking in the Warmth (7:79) Continúa 02’
- “EL HOMBRE Y LAS COSAS DEL MUNDO” (Gastón.)
- Reproducción de 4. Tímeles Wonder (7:07) Hasta 02’
- “CANTO DE AMOR EN INVIERNO” (voz Gastón.)
- Reproducción de 4. Tímeles Wonder (7:07) Continúa 02
2.18. “PERSECUCIÓN AL POETA” (voz Gastón.)
2.19. Reproducción: 5. Sojourn (7:35) Hasta 02’
2.20. “NUNCA QUISE” (voz Gastón.) Poema escrito durante la mañana, después de la comunicación de su incorporación como Miembro Correspondiente de la Academia Argentina de Letras. (off)
Reproducción: 5. Sojourn (7:35)
2.21. “LA ROSA Y EL VIVIR” (voz Gastón.)
- . Reproducción 6. Wings at rest (7:28) Hasta 02’
- . “LA ROSA BLANCA” (voz Gastón.)
- . Reproducción 6. Wings at rest (7:28) Continúa 02’
- . “NO MORIR EN ESTE MUNDO VIEJO”
- Reproducción 6. Wings at rest (7:28) Continúa 02’
- . “RÉQUIEM POR LOS PÁJAROS”
- . Reproducción de 7. Silent Epiphany – 02’
- . “EL OLVIDO”
- . Reproducción de 7. Silent Epiphany – 02’
- . “CANTO A LA PRIMAVERA”
Cierre con reiteración de 1. Shimmering Air – Final…
(Tiempo: intervalos musicales: 15 x 02’ = 30’
Santa Fe de la Vera Cruz, lunes, 12 de septiembre de 2005.
Hay que trabajar, trabajar, trabajar y saber esperar…
Suele suceder que los sueños se convierten en realidad…
Casi colofón…
Por alguien, Leoncio Gianello sintió el impulso de escribir:
Santa Fe, 28.8.84
Sra.
Nidia O. de Fontaninini
Ciudad.
Muy estimada Amiga:
El martes recibí su “Gastón Gori, escritor”, y lo he leído con todo gusto y provecho. Es una buena y emocionada prosa.
Me complace a Gastón poeta. Yo lo quiero mucho y le he insistido más de una vez que no sacrifique al poeta que es.
Su trabajo es un verdadero regalo.
Cordialmente / L. Gianello
Por algo, Gastón Gori el 7 de octubre de 1984 escribió:
“Querida amiga Nidia:
Te envío un recorte, tu folleto ya está en manos de cuatrocientas personas –también diarios y revistas- que escriben. Te agradezco muchísimo, querida, que hayas hecho por mis libros algo tan generoso, tan generoso que de sólo pensarlo se reafirme uno en la fe, en la confianza hacia el trabajo y hacia el corazón humano… ¡y en la belleza de la amistad!
Mónica, Charito y yo, te triple abrazamos y te deseamos felicidad con magnífica familia y con todo lo que vivas. Gastón.
Por algo, el poeta-aviador Antoine de Saint Exupéry destacó que…
“Lo esencial es invisible a los ojos”.
Por algo, Gastón Gori ¡el gigante de las letras!…
¡el Patriarca de los Pájaros!…
…el 4 de enero de 2003, expresó:
“Creo que Benedetti dice
que ‘el olvido está lleno de memoria’…”
Nidia Orbea Álvarez de Fontanini
Santa Fe de la Vera Cruz.
República Argentina.
BIBLIOGRAFÍA
(Incluidas sólo algunas reediciones.)
- Anatole France – Ensayo. Buenos Aires, Ed. Porter Hnos, 1940; 2ª ed. Santa Fe, Colmegna, 1952
- Bajo el naranjo – Poemas. Buenos Aires, Ed. Porter Hnos., 1940.
- Sobre la tierra ensangrentada – Ensayo. Buenos Aires, Ed. Porter, 1941.
- Mientras llega la aurora – Poemas . Buenos Aires, Ed. Porter, 1942
- Vidas sin rumbo – Cuentos. Santa Fe, Colmegna, 1945
- Y además era pecoso… – Cuentos. Santa Fe, Castellví, 1945; 2ª ed. Colmegna, 1952; 3ª ed. Buenos Aires, Diagraf, 1972; 4ª y 5ª ed. Santa Fe, Best Seller, 1975-1977; 6ª, 7ª, 8ª ed. Santa Fe, Litar, 1982-1988-1991; 9ª ed. Santa Fe, Lux 1996.
- Se rinden los nardos – Poemas. Santa Fe, Ed. Espadalirio, 1946.
- Intermezzo de las rosas – Ensayo. Santa Fe, Colmegna, 1946; 2ª ed. Santa Fe, Litar, 1996.
- Colonización suiza en la Argentina – Ensayo. Santa Fe, Colmegna, 1947.
- El indio, el criollo y el gringo – Ensayo. Santa Fe, Departamento de Estudios Etnográficos, 1947.
- Colonización – Estudio histórico y social – Ensayo. Santa Fe, Colmegna, 1948.
- El camino de las nutrias– Cuentos. Santa Fe, Colmegna, 1949; 2ª ed. Santa Fe, El Litoral, 1955.
- Ha pasado la nostalgia – Ensayo. Santa Fe, Colmegna, 1950.
- Vagos y mal entretenidos – Ensayo. Santa Fe, Colmegna, 1ª ed. 1951; 2ª ed. 1964; 3ª ed. Buenos Aires, Ed. El Ateneo, 1974; 4ª ed. Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 1993 (conjuntamente con Eduardo Wilde).
- La pampa sin gauchos – Ensayo. Buenos Aires, Raigal, 1952, 2ª ed. Buenos Aires, Eudeba, 1986.
- Familias colonizadoras de San Carlos – Ensayo. Santa Fe, Colmegna, 1954.
- La muerte de Antonini –Novela. Buenos Aires, Ed. Doble P., 1956; 2ª ed. Santa Fe, Editorial Sudamérica Santa Fe (Biblioteca Fundamental Santafesina, t. 1), 1992 – conjuntamente con El Moro Aracaiquín.
- El pan nuestro – Ensayo. Buenos Aires, Ed. Galatea Nueva Visión, 1958; 2ª ed. Con el título El pan de los argentinos, Santa Fe, Ed. Lux, 1987.
- El desierto tiene dueño –Novela. Buenos Aires, Ed. Doble P., 1958; 2ª ed. Universidad Nacional del Litoral (UNL), 1999
- Aníbal Ponce – Ensayo (folleto) Buenos Aires, Ed. Irca, 1958.
- Diario del colonizador Enrique Vollenweider – Ensayo. Santa Fe, UNL, 1958.
- Eduardo Wilde – Ensayo. Santa Fe, Fondo Editorial Municipalidad de Santa Fe, 1962; 2ª ed. Santa Fe, UNL, 1993, conjuntamente con Vagos y mal entretenidos.
- Inmigración y colonización en la Argentina – Ensayo. Buenos Aires, EUDEBA, 1964; 2ª ed. 1971, 3ª ed.1977; 4ª ed. 1983, 5ª ed. 1986; 6ª ed. 1988 (todas Buenos Aires, EUDEBA).
- La Forestal – La tragedia del quebracho colorado – Ensayo. Buenos Aires, Ed. Platina, 1965; 2ª ed. Buenos Aires, Ed. Proyección, 1974; 3ª ed. Santa Fe, Litar, 1983; 4ª ed. 1984, 5ª ed. 1985; 6ª ed. Buenos Aires, Hyspamérica, 1988; 7ª ed. Santa Fe, Litar, 1990 y 8ª ed. 1991.
- Esperanza, madre de colonias – Ensayo. Esperanza (Santa Fe), Ed. Museo de la Colonización, 1969.
- La narrativa en la región del Litoral – Ensayo (folleto) Santa Fe, UNL, 1971.
- El indio y la Colonia de Esperanza – Ensayo. Esperanza (Santa Fe), Ed. Museo de la Colonización, 1972; 2ª ed. 1981.
- La tierra ajena, drama de la juventud agraria – Ensayo. Buenos Aires, Ed. La Bastilla, 1972.
- Familias fundadoras de la colonia Esperanza – Ensayo. Esperanza (Santa Fe), Ed. El Colono, 1973.
- Poemas en la tormenta – Poemas. Santa Fe, Tupambaé, 1975.
- Palabras de refutación gozosa – Poemas. Santa Fe, Tupambaé, 1976.
- Nicanor y las aguas furiosas – Novela. Santa Fe, Tupambaé, 1976; 2ª ed. Santa Fe, Best Seller, 1976; 3ª ed., Homenaje Concejo Deliberante Municipalidad de Santa Fe, 1991.
- Pase señor fantasma… – Cuentos. Santa Fe, Tupambaé (Librería Best seller), 1976; 2ª ed. Fundación Pretexto, 1997.
- El Moro Aracaiquín – Novela. Buenos Aires, Plus Ultra, 1977; 2ª ed. Ed. Sudamérica Santa Fe (Biblioteca Fundamental Santafesina, t. 1) – conjuntamente con La muerte de Antonini, 1992.
- El arado y el desierto – Ensayo. Esperanza (Santa Fe), Ed. especial El Colono; 1979.
- Canto a la ciudad – Los seis caminos. Poemas. Santa Fe, Litar, 1981.
- El obsequio de los pájaros – Cuentos. Santa Fe, Best Seller, 1981; 2ª ed. Litar, 1989.
- Todo en un día – Cuentos. Santa Fe, Litar, 1983.
- Los alambrados del atraso – Ensayo – Esperanza, Ed. especial El Colono, 1983.
- La pluma incesante – Ensayo. Santa Fe, Litar, 1984.
- Búsqueda de la alegría – Poemas. Santa Fe, Edición Comisión de Homenaje al autor, 1985; 2ª ed. Santa Fe, Fundación Banco Bica, 1986.
- La chica del gato – Cuentos. Santa Fe, Ed. Lux, 1992.
- Poemas de nacer y de vivir – Poemas. Santa Fe, Litar, 1995.
- José Carmelo Busaniche – Ensayo. Santa Fe, Municipalidad de la ciudad de Santa Fe, 1998.
- La agonía del quebracho – Ensayo. Rosario (Santa Fe), Homo Sapiens Ediciones, 1999.
- El señor de los picaflores – Estudio y observación sobre picaflores – Prosa. Santa Fe, UNL conjuntamente con Fundación BICA, diciembre de 2001.
- El día de los pájaros – Reiteración de relatos de Gastón acerca de los pájaros. Incluye la propuesta “17 de noviembre: Día de los Pájaros”. Edición Dr. Carlos Iparraguirre, “mil libros para cien escuelas”. 2002.
[1] Diario El Litoral. Santa Fe, domingo 25 de noviembre de 2001, Primera Sección / 14.
[2] Diario El Litoral. Santa Fe, martes 27 de noviembre de 2001, Tercera Sección / 2.
[3] Gori, Gastón. El señor de los picaflores. Santa Fe, Centro de Publicaciones, Secretaría de Extensión, Universidad Nacional del Litoral, 2001, p. 41.
[4] En aquel tiempo, en esa ubicación habíamos estado conversando con un convencional constituyente de la democracia progresista: el Dr. Carlos Caballero Martín, miembro de la Comisión Bicameral de la Biblioteca de la Legislatura. Con Eduardo, mi amado amante, en varias oportunidades habíamos hablado sobre distintas experiencias políticas. Carlitos, tiene su casa rosada aproximadamente a cien metros de distancia hacia el norte de “Los Amores”, nuestro refugio en Sauce Viejo. Es probable que misteriosamente se hayan enlazado todos esos recuerdos hasta que sentí que se aceleraban mis latidos.
[5] Diario El Litoral. Suplemento “La Región”. Santa Fe, sábado 19 de enero de 2002, p.7. “El señor atrapa picaflores” es el título, se transcribe tras un poético mensaje de Gastón; la nota escrita por Teresita Guzzonato protectora de pájaros, p.4/5 de la edición de la UNL. Se incorporan los textos escritos en distintos momentos; III – p.43; IV – p.44; V – p. 45 y VII un fragmento delprimer párrafo, p.47.
[6] Hay error al escribir “Ariacaiquín” -no aria sino “ara”- y con esa primera “i” que no corresponde, es legible en el prólogo de Vagos y mal entretenidos editado por el Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral; error que se reitera en el destacado “Elogio a la capacidad de asombro” difundido desde La Región del Diario “El Litoral”, cuyo texto es repetición del prólogo de El señor de los picaflores escrito por Antonio Requeni, quien correctamente reiteró “Aracaiquín”, como fue el nombre del recordado cacique mocoví, cuyo nombre distingue a una localidad de la provincia de Santa Fe.
[7] Prólogo reiterado en la edición del Diario El Litoral de Santa Fe de la Vera Cruz, sábado 19 de enero de 2002, La Región, p.7.
gratuita, en escuelas y bibliotecas.
[8] Ibídem, p. 52-53.
[9] Idem, p. 54-55.
[10] Id., p. 57.
[11] Gori, Gastón. El señor de los picaflores. Santa Fe, Centro de Publicaciones, Secretaría de Extensión, Universidad Nacional del Litoral, 2001, p. 41.
[12] Braun de Borgatto, Silvia. Bajo la bignonia. Santa Fe, Distribuidora Litar S.A., abril de 1992, p. 22. Subrayado aquí. # Gastón refiriéndose a su madre, expresó: “…Me encantaba cómo contaba cuentos”.. (p. 18).
[13] Seis años después, en la campaña electoral de octubre de 1997: Ante futuros desafíos desde la militancia se reitera… el compromiso de continuar trabajando sin olvidar la prédica del Dr. Esteban Laureano Maradona, a partir de 1935, entre aborígenes tobas y pilagás que poblaban el territorio argentino en las márgenes del Arroyo Guaicurú: “No robar ‘na-kochágaick’; no beber ‘na-niylom-; no jugar ‘na-sigualagaen-; no fumar ‘na-dokóllagan’; no pedir ‘na-nitake-, trabajar -sanaganatagán’.” N.A.G.O.A. de F.
[14] Diario El Litoral. Santa Fe, Sábado29 de diciembre de 2001, Primera Sección “Artes & Letras”, p. 17. Rosa Gronda con el titulo Donde nadie se atreve comentó el libro “En medio de la noche” del escritor -cuentista, poeta, periodista, papá feliz…- Néstor Fenoglio (el Nene…); Premio Municipalidad de Santa Fe, género poesía, año 2000, edición oficial, octubre 2001.
[15] Es oportuno expresar que Beatriz Actis fue distinguida por el Club del Progreso de la ciudad de Buenos Aires, por haber sido seleccionado su cuento Naturaleza muerta, en el Décimo Certamen del género Cuento, interviniendo un jurado integrado por Juan José Hernández, Edgardo Russo y Jorge Torres Zavaleta; siendo el premio: una remuneración y la publicación en una antología que reunirá a todos los autores seleccionados en esa década.
[16] Tras una invitación de la Dra. Mónica Marangoni Campana, adhirió a esa iniciativa el SEPA, Servicio de Educación por el Arte de vivir y convivir…
[17] Rosa, José María. Historia Argentina – t. 4. Buenos Aires, Oriente, 1992, p. 152-153.
[18] Integra nuestro tesoro, una esquela de Quique: “FERNANDO BIRRI, Director del Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral y sus colaboradores, hacen llegar a la Sra. NYDIA A. de FONTANINI, sus congratulaciones por el feliz nacimiento de una hijita, que alegrará su hogar, haciendo extensivos estos plácemes a su señor esposo, el amigo común Don: EDUARDO FONTANINI. / Reciban Uds. Nuestras expresiones de cordialidad y estima. / SANTA FE, febrero 1º de 1962.
[19] Diario El Litoral, martes 24 de junio de 2003, p. 3 -Área metropolitana-, “Del ‘Tire dié’ a la triste realidad de ser evacuada. – Dora Castillo, una vida de privaciones, y encima, la inundación.”
[20] En la página “Dialógica… “ publicado “Memorias de un director de Escena” – “20 años cantando a la dignidad del hombre” ( Edit. Por Marcelo de la Torre.)
[21] Presidenta de la SADE Filial Santa Fe en los últimos años, la poetisa Alba Yobe de Ábalo, Profesora de Jardines de Infantes, ex Supervisora de ese nivel, asesora de la Diputada Dolly Cavigiuri de Gagliardi (Partido Justicialista, 1999-2003, también ex docente, ex Supervisora General en la Zona Norte 1984-1985)…
[22] Agradezco la atención en la división Compiladora de Leyes de la Legislatura, en el Ministerio de Educación y en la Subsecretaría de Cultura por la entrega de fotocopias a los fines de completar estas aproximaciones a la historia de los santafesinos…
[23] Solicité los antecedentes de los mencionados en el artículo segundo a los fines de incluirlos en ese archivo, me informaron en la Secretaría de cultura que terminado el trámite los devolvían a quienes habían enviado las propuestas. Con nuestro amigo a perpetuidad, el Contador Reinaldo Bruzzone -pionero en Informática en Santa Fe-, dialogábamos ya en 1984 cuando él estaba trabajando en el proyecto de registros sistematizados -Banco de Datos Culturales- en ese tiempo con el propósito de completar el inventario de bienes materiales y culturales en los museos y otros reservorios, coincidiendo en la necesidad de recopilar antecedentes de quienes se han destacado por sus aportes al solidario desarrollo de la comunidad. Si desde 1993 a 2003 no se otorgaron los Premios “Juan de Garay” y en ese decreto firmado por el ingeniero Obeid y la ministra Nin otorgaron menciones a todos los aspirantes, cuando anuncien quién fue distinguido en el año 2004 ya será posible recopilar sus antecedentes. ¡Celebro que le hayan otorgado otro Premio al Patriarca de los Pájaros!… Si lo recibe el 15 de noviembre… será dos días antes de la celebración del ¡Día de los Pájaros!… ¡el 17 de noviembre!…
[24] Gori, Gastón. Palabras de refutación gozosa. Santa Fe, Editorial ‘Tupambaé’, p.3, 6.