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Autobiografía de Amadeo Ramírez

Autobiografía de Amadeo Ramírez.

Temperamento que se adapta a las circunstancias.

Vida privada y pública.

Hijo de padres humildísimos.

Me hice maestro.

Autoperfeccionamiento.

Biblioteca “Dr. Amadeo Ramírez” en la capital santafesina.

Autobiografía de Amadeo Ramírez

En la memorable sesión del el 28 de marzo de 1924, cuando se discutía la validez de los diplomas de los legisladores electos el 3 de febrero de ese año, el senador Dr. Amadeo Ramírez fue acosado por los demócrata progresistas en algunos casos con argumentos falsos.

Temperamento que se adapta a las circunstancias…

En consecuencia recordó que cuando integró la Cámara de Diputados, durante una discusión se lo había señalado “como a un temperamento que sabe adaptarse a las circunstancias”.

Dijo luego: “…en aquel entonces como ahora… debido a esa plasticidad de carácter pude servir a otras administraciones que no eran radicales, adaptándome fácilmente a las ideologías de una y otra”.

Con respecto a las manifestaciones del senador Mattos sostuvo que “al expresarse en la forma que lo ha hecho sólo ha obedecido al deseo, poco gentil por cierto, de herirme o por lo menos de molestarme, ya que no tiene ninguna base en que apoyar sus expresiones despectivas.  De no ser así, sólo atribuyo sus conceptos a un desconocimiento absoluto de mi persona y de mis antecedentes”.

Vida privada y pública

En consecuencia, siguió hablando sobre su trayectoria:

“Mi vida pública y privada, es una página de ejemplo que enorgullecido he señalado siempre a mis hijos y a mis alumnos para que les sirva de inspiración, dejando la modestia aparte.

He servido, efectivamente al Estado, durante los gobiernos oligarcas, pero ¿en qué forma?

No he sido jamás un palaciego ni me he arrastrado nunca de rodillas ante los mandatarios para mendigar un favor a expensas de renunciamientos indecorosos de la hombría y del carácter.

He sido durante esos gobiernos un humilde “pero honesto maestro de escuela” destacando que “quien ejerce ese noble apostolado con la vocación que supe desempeñarlo, realiza una elevada misión social, sin que para ello deba detenerse a considerar previamente el carácter o naturaleza del gobierno o de los hombres que lo manejan.

Durante veinte años he predicado desde la cátedra de maestro a muchas generaciones los más elevados principios de la moral social y privada, señalando a la vez a la juventud de mi Provincia el sendero del trabajo honesto y de su propio perfeccionamiento.  Y el fruto de esa sana labor la contemplo hoy mismo al observar con la satisfacción de un triunfador, a esos mis alumnos ocupando lugares destacados en el Congreso de la Nación, en el foro del país, en los campos de experimentación de la ciencia médica y en las discusiones de esta misma Legislatura y en los distintos órdenes de la actividad social”.

Aplausos en el recinto.

Hijo de padres humildísimos…

Siguió el senador Ramírez con su relato autobiográfico:

“Por otra parte, no he nacido en cuna de oro ni he sido tampoco envuelto en pañales de seda.  Hijo de padres humildísimos, mi juventud se deslizó en el ambiente del sacrificio, de la pobreza y del hambre, sin tener más estímulo que una aspiración profunda de ser el ejemplo honesto de esa vida sencilla de mis campesinos progenitores.

Así, en el valle y sin valederos de ninguna naturaleza, inicié desde muy temprano la ascensión de la cuesta, sintiendo los efectos de la miseria, en todos los instantes del repecho, y para aliviarla tuve que empuñar la mancera del arado sembrando el surco abierto;  para costear mis estudios de maestro en la Escuela Normal, seguí en vacaciones las máquinas trilladoras con la horquilla en la mano, soportando así las fatigosas tareas de un trabajo superior a mis fuerzas y los efectos aniquiladores de los días calurosos y de sol ardiente; fui cortador de alfalfa, fabricante de ladrillos, peón de chacra, y en fin, todo hice en mi juventud en el deseo de vencer la miseria y adquirir el mejoramiento intelectual a que aspiraba.

Me hice maestro…

Así, llegué a la primera etapa de mis anhelos.  Me hice maestro de escuela, pero en ese repecho de la pequeña montaña sentí muchas veces el pie herido por la piedra domada y más tarde también al continuar el viaje ascendente, mi corazón y mi espíritu sintieron el diente de la maledicencia.

Fui maestro, y entonces empecé a servir a los gobiernos oligarcas…”

“Algunos de esos mandatarios más de una vez estuvieron a punto de sacrificarme con un decreto de exoneración por mi espíritu independiente y el carácter y orientación de la moral cívica que predicaba desde mi humilde sitial, enseñanzas que trascendían los marcos de los muros de la escuela y se comentaban con inquietud de esos gobiernos.

Durante mi vida de maestro fui respetado por el gremio y por el pueblo al que servía.  Muchas generaciones, recuerdan aun con cariño la tradicional Escuela de Ramírez, donde asistía la mayor parte de la juventud de esta ciudad y en mi espíritu cada vez que tengo que invocar el recuerdo de aquel pasado, se produce una sensación de placer, pensando en que los padres de entonces cuando me confiaban la educación de sus hijos, lo hacían convencidos de mis sanas enseñanzas y de que sabía suavizar espíritus y modelar el carácter de la juventud.

Autoperfeccionamiento

He sido también, un aspirante de mi propio perfeccionamiento y por eso alterné mis tareas de maestro con la de los altos estudios, y es así como mediante mi voluntad y perseverancia incansable me hice contador público nacional, escribano y doctor en derecho y ciencias sociales, actuando hasta hoy en la vida universitaria y en la política, sin que tenga que avergonzarme del pasado”.

Más aplausos y el senador Ramírez dirigiéndose al senador que había intentado agraviarlo, siguió señalando las huellas de su fecundo itinerario:

“Es ésta la brega diaria de mi vida, es así como he servido a los gobiernos oligarcas, es así como he servido a los gobiernos oligarcas, y si continúa creyendo siempre en que hay desdoro en ello, puede cuantas veces quiera en esta Cámara, en la prensa y en la tribuna decir a gritos que el doctor Ramírez es un oligarca en esa forma, porque me enaltece y el hecho constituye para mí el mejor timbre de honor.

Más aplausos…

 El senador Amadeo Ramírez se refirió a su “actuación política” reconociendo que “hasta dentro del partido” había “observado una firme línea de conducta, conociendo mis correligionarios mis procedimientos, sin que jamás hayan podido tacharme absolutamente nada, porque supe cuadrarme siempre en todas las circunstancias de acuerdo con las exigencias e idealidades del partido”.

Finalmente preguntó: “¿Puede, sinceramente, el señor senador Mattos, afirmar que al doctor Ramírez que tiene en su favor esa página de vida pública y privada que acabo de señalar, le falta carácter, cuando precisamente es lo que le sobra?…”

Más aplausos apoyaron al representante del Departamento Vera. quien una vez más sostuvo que las irregularidades de los comicios debían ser denunciadas ante la Justicia Electoral y correspondía acatar su justo fallo.

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Biblioteca “Dr. Amadeo Ramírez” en la capital santafesina…

Sabido es que a la sede de 4 de enero 2806 de la Escuela Superior Nacional de Comercio “Domingo Guzmán Silva” de la capital Santa Fe, fue trasladada a principios de 1949 la biblioteca que funcionaba en la planta alta del anterior solar donde funcionaba la escuela de comercio mixta. En aquel tiempo, era bibliotecaria la Srta. Amparo Salvadora Fernández, contadora pública nacional, mujer estudiosa y perseverante que podía expresarse en cinco idiomas.

En la Biblioteca Dr. Amadeo Ramírez, durante algunos períodos funcionaron comisiones de Biblioteca que generaron un impulso, incluso con la publicación de la revista escolar Etapas impulsada por estudiantes y con apoyo de cooperadores y exalumnos.

Un reconocimiento perdurable se genera mediante la continua difusión de sus obras para ejemplo de sucesivas generaciones.

Con tal propósito y como estímulo para buscar mayor información, quedan aquí algunas señales acerca de una personalidad ejemplar: Amadeo Ramírez.

                                               Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

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