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Rosaura Schweizer de Juliá Tolrá: educadora por el arte…

Rosaura Schweizer de Juliá Tolrá: educadora por el arte.

A mi madre.

Versos para el Abuelo.

Comprensión

Retrato.

Canto a Rotary.

1958: hacia la Antártida Argentina

El poema del Reino Blanco.

Crónica en “La Prensa” de Buenos Aires.

1985 – Premio “Alfonsina Storni”.

A Alfonsina.

Título de libros editados:

De su legado.

Guitarra gaucha.

A San Martín.

A Sarmiento.

Canto a la selva santafecina.

Dulce engaño.

Rosaura Schweizer nació el 24 de diciembre de 1903 en Jobson (actual Vera, departamento Vera, provincia de Santa Fe)

Estudió en Esquina (provincia de Corrientes) y en ese tiempo escribió sus primeros ensayos.  Participó en un concurso y su monografía referida a Domingo Faustino Sarmiento obtuvo el primer premio.

Es oportuno reiterar…

Oda lírica a Esquina

Con la gracia sencilla de un gentil mosquetero,

que pusiera a sus plantas el airón del sombrero

en una reverencia que implique vasallaje,

yo deseo cantarte, dulce tierra querida,

yo deseo ofrendarte en palabras sentidas,

de mi lírico acervo, mi mejor homenaje.

Tierra que tienes algo como aroma de ensueños

que incensaron la cuna de mis horas mejores,

aun de lejos, tan sólo al nombrarte ya siento

como una dulzura suave, en el pensamiento,

como una ternura rara en el corazón.

Igual que una matrona de los tiempos lejanos,

de severa apostura, de altanera arrogancia,

que viviera en la torre de un castillo feudal,

te recoges en toda nuestra vieja hidalguía,

y envuelta en la fiereza de tu raza bravía,

defiendes nuestra hermosa tradición nacional.

Todavía se escuchan en tus noches calladas,

serenatas dolientes que nos hablan de amores,

que nos cuentan traiciones que la luna alumbró…

y en las rejas añejas, con perfume a diamelas,

sueñan las correntinas, acunando una pena,

que un galán embustero en su pecho sembró.

No puedo sentir nunca perfume de azahares,

no puedo mirar nunca un jazminero en flor,

sin que te esté mirando, Esquina, en tus jardines,

sin que cierre los ojos, y vea tus jazmines

en una exuberante, radiante floración.

¡Cuna de mis canciones, solar de mis mayores:

desde esta lejanía en que mi alma te evoca,

yo te ofrezco esta humilde flor de mi floración;

si mi lirismo es poco para poder cantarte,

mi corazón es grande, para poder alzarte,

en un verso pequeño, todo un altar de amor!

Esquina, tierra mía, oye este verso mío:

te llegará cantando en las ondas del río

que acuna tus ensueños, dulce tierra de amor;

por si le falta gracia, por si le falta fuego,

para que sea digno de tu altura, le entrego

una lágrima mía que arrancó la emoción!

En Cántaro de ternura (Poemas).

Santa Fe de la Vera Cruz,

Ed. Castellví SA, 1944, p. 85-86.

………………………………………………………………………………………………………………………

 

Rosaura Schweizer, casada con el escritor Alejandro Marchino, fundó la revista Espiral. Publicó sus trabajos literarios en diarios de su provincia natal, entre ellos “El Orden” y “El Litoral” de la capital santafesina; “La Capital” de Rosario; en “Los Principios” y “La Voz del Interior” de Córdoba. Incluyeron sus obras en las revistas “LeoPlan”; “Rosalinda”, “Nosotros” y “Maribel”.

Tras su matrimonio con el Dr. Antonio Juliá Tolrá residieron en San José del Rincón, donde siguió escribiendo poemas y relatos.

 

 

El Dr. Juliá Tolrá desarrollaba una intensa labor de difusión cultural. Mediante una Ordenanza del 25 de agosto de 1908 se creó en el Liceo Municipal “Antonio Fuentes de Arco” el Ateneo de Letras y Artes y al año siguiente, la Academia de Canto, Música, Declamación y Escuela de Teatro Infantil, en el foyer del Teatro Municipal siendo el primer director el Dr. Antonio Juliá Tolrá y primer director artístico, el distinguido Músico Federico Spreáfico.

El 1º de febrero de 1911 don Salvador Espinosa fundó el diario “El Imparcial” y al año siguiente, el 28 de enero de 1912 asumió la redacción Domingo Guzmán Silva en ese tiempo director del Colegio Nacional Simón de Iriondo quien incluyó una página literaria semanal, titulada Nuestros domingos con trabajos de su amigo Antonio Juliá Tolrá, secretario en el citado colegio donde Segundo A. Gómez era vicedirector. También publicó en el Diario “El Orden” de la capital santafesina. Participó en los Juegos Florales organizados en 1926 por el Club Gimnasia y Esgrima de Santa Fe y durante el acto de entrega de premios realizado en el Teatro Municipal santafesino, recibió un premio del Consejo de Educación por su escrito sobre La enseñanza primaria en Santa Fe.

 

Rosaura Schweizer de Julia Tolrá fue la primera presidenta de la Sociedad Protectora de la Biblioteca Pedagógica “Domingo Faustino Sarmiento” de la capital santafesina, fundada el 7 de abril de 1937 junto a la doctora Marta Elena Samatán, Matilde Abad de Tuells, Guadalupe Piedrabuena, A. Caballero Martín, Luis Di Filippo, Prof. Allan López y Simón Arroyo, con la finalidad de fomentar la difusión de los servicios de esa institución, promover la consulta de textos de estudios y proponer iniciativas tendientes a la educación permanente de la comunidad.

Distinguida por su perseverante labor educativa, fue convocada para pronunciar conferencias en distintas localidades, en la Capital Federal; en Uruguay y Brasil.

Culminó su trayectoria docente desempeñándose como Regente en el Liceo “Antonio Fuentes de Arco” dependiente de la Municipalidad de Santa Fe, fundado por ordenanza del 25 de agosto de 1908 -“Ateneo de Letras y Artes”- y desde el año siguiente funcionó la “Academia de Canto, Música, Declamación y Escuela de Teatro”, dirigida por el Dr. Antonio Julia Tolrá.

Por su obra recibió diversas distinciones. Académica Benemérita de la Asociación Cultural de “Jornal de Felgueiras” (Portugal).

No ha sido por casualidad, lo expresado por Rosaura Schweizer acerca de su labor literaria:

“Amo y siento profundamente la poesía y la tarea del escritor.  Admiro a los que saben hacerlo con sencillez, hondura y belleza, dejando un mensaje de esperanza en las almas.  Toda realidad tiene el encanto especial de los poemas y los relatos que reflejan el cotidiano vivir”…

 

Rosaura Schweizer de Juliá Tolrá en su canto a la guitarra, deja señales insoslayables de su admirado padre:

………………………………………………………………..

Guitarra gaucha que acunó las horas

de mi lejana juventud;

dulce maestra que sembró en mi alma

esta extraña inquietud:

guitarra gaucha, la que allá, en la selva

me enseñaron a cantar,

cuando las manos buenas de mi padre

la solían pulsar…

Manos de hombre de campo, que sabían

Dominar un bagual;

Manos fuertes de gaucho, que sabían

y que saben aún tirar un pial;

manos maravillosas que tenían

Para mí el sin igual

valor de despertar en el cordaje

armonía ideal.

He vivido muy lejos de mis lares,

llevada por mi sed,

llevada por designios de la vida,

a veces muy cruel;

y he sentido vibrar muchas guitarras

de dulcísimo son,

pero nunca jamás, otra ninguna

me dio igual emoción.

………………………………………………………………..

A mi madre

Está la noche oscura y silenciosa,

y al sacudón del viento,

como una rosa inmensa se deshoja.

Y al esparcir sus pétalos de sombra,

me trajo tu recuerdo, madre mía,

en duelo de congoja.

Que a veces pasa, que la ardiente llama

que anima nuestra vida

por ser callada,

está como escondida.

Y TÚ madre, que tanto en mi sembraste

de tus callados sueños,

-cuya herencia, por suerte, me dejaste-

estás así, como escondida lumbre

que un velo denso

de silencio, cubre.

Pero vives en mí, madre querida,

hecha dulce recuerdo protector

sobre todas las horas de mi vida.

Que esta sed de ternura que me agosta,

y esta tristeza mía,

nació en la pena de tu vida rota.

En la flor de la vida te apagaste,

una flor TÚ también, madre querida.

Las existencias que alumbró tu sangre,

quedaron como sendas suspendidas.

Cauces que acaso tu mirar tan bueno

pudo llevar por un feliz sendero,

mas, lejos del alcance de tus manos,

sin el amparo de tu corazón,

huérfanos de tu amor y de tu guarda,

el dolor castigó.

¡Largos años de ausencia, madre mía!

para tu sueño sin aurora,

¡un día!

Duermes en juventud para nosotros:

manos benditas, voz acariciante,

negros cabellos y brillantes ojos…

Estrella en el cenit, que de repente

nos apagó su brillo.

(Imaginamos que sobre otro cielo

das tu lucir tranquilo).

A veces, despertamos, y aunque nada decimos,

el día entero tus pasos aguardamos.

Parece que esperamos

hallarte en una vuelta del camino.

Si el alma está angustiada,

te busca dolorida,

te busca con la misma

necesidad con que se ansía el árbol

cuando la lumbre del verano es viva.

Y  TÚ eras el árbol de la sombra

fresca y acogedora:

el árbol de la sombra bienhechora.

Y  TÚ eras la estrella

de aquel mundo bucólico, sencillo,

de nuestra infancia bella.

ÁRBOL  Y  ESTRELLA  se llevó la vida

con la existencia tuya,

al apagar la luz en tus pupilas…

Vencimos lentamente aquel dolor;

sobre la pena viva

nuestro afán trabajó.

Cada uno sembró lo que ha podido,

 y ahora te ofrecemos la cosecha

de los predios distintos.

Por ser humilde, y pobre, y estar lejos

de donde  TÚ  descansas,

no pude darte nunca más que rezos.

Por eso, madre, a tu memoria ofrezco

todo mi corazón agradecido,

en estos simples versos.

Quise tejer con magia las palabras

y hondo sentimiento,

para las madres, la mejor plegaria;

y sólo hablé de ti, sombra querida,

porque al nombrar la madre,

hallé bien fresca la lejana herida.

Y al decir para ti la agradecida

oración de mi amor acongojado,

todo mi canto se volvió elegía;

mas, como está mi corazón en ella,

recíbelo en tu luz, ¡oh madre mía!

En Cántaro de Ternura.

Santa Fe de la Vera Cruz, Editorial Castellví,

1944, páginas 43-44.

Versos para el Abuelo
                                     Comprensión

Siempre quise escribirle,

Tata Viejo, unos versos,

que supieran hablarle

de mi cariño cierto;

pero yo era pequeña,

y usted era ya viejo…

Respeto me inspiraban

su seriedad, su acento,

y aquella manera

de mantenerse lejos,

y de tomar a broma

mis más queridos sueños.

Ahora, ya cambiaron

las cosas, Tata Viejo.

La pena nos agranda,

nos valoriza valoriza el hecho

de haber sufrido mucho;

nos acercan recuerdos

de seres que quisimos

y se marcharon presto.

¡Ya estamos más cerquita

de entendernos, abuelo!

Y aunque no soy tan vieja,

hoy puedo Tata Viejo,

mandarle a la distancia

mi ternura hecha versos.

Ahoya ya comprende,

cuando se encuentra solo,

que la gloria, el dinero,

no significan todo;

y que puede llegarnos

cuando esperamos menos,

de una poquita cosa

como yo, algún consuelo.

Ya le encuentra su esencia

al mundo de los sueños…

¡Ochenta y tantos años

enseñan algo, abuelo!

Por eso, ya me animo

a mandarle estos versos.

                                     Retrato

Me gusta, Tata Viejo,

ver su linda figura:

mezcla de sabio, de poeta,

de médico y de gaucho.

Estampa de germano,

de luchador estoico,

profundo hombre de estudio

y buen abuelo criollo.

Con su boca pequeña,

su frente inmensa,

sus ojos claros,

su mirada buena;

su barba patriarcal,

y su pausada

conversación amena.

Y más aún me gusta

vestido de bombachas,

y botas negras,

y saquito blanco:

muestra de estirpe gaucha.

Cuando usted sale al acampo,

en su lindo montado,

con su ponchito puesto

justo como un abrazo;

y el viento le acaricia

las puntas del pañuelo

que de lejos parece

un ¡adiosito! Blanco;

¡qué gusto me da verlo!

me figuro al mirarlo,

que veo una reliquia

del tiempo que ha pasado.

Pero su más perfecta,

su pose más exacta,

es ésta: que lo muestra

prendido a su guitarra…

Y con éstos, terminan

Los versos de: Rosaura.

En Cántaro de Ternura.

Santa Fe de la Vera Cruz, Editorial Castellví,

1944, páginas 59-60.

Canto a Rotary

Rueda rotariana

de borde dentado,

que acciona la cuerda

de inmenso reloj;

que quiere en su marcha

mecer a los hombres

con el dulce y puro

canto de su son.

Rueda rotariana,

rodando, rodando,

marcha por el mundo,

y a su paso va

llevando a los hombres

mensaje de hermanos,

y la llama viva

de un vivo ideal.

La eligió, vidente,

como signo, un hombre

que vio la armonía

sólo en la amistad;

y creyó que todos

los hombres podrían

apoyarse en una

rotaria hermandad.

Y el Rotary ahora,

vive continuando

el primer impulso

sin parar ya más;

¡canto de esperanza

que busca anheloso,

estrechar las almas

en lazo cordial!

En su sueño caben

los sueños de todos

los que van buscando

un mundo mejor,

donde el hombre sea

hermano del hombre,

y el odio se aplaque,

y triunfe el amor.

Nuestro mundo ahora

arde enloquecido;

su fuego consume

derechos y paz;

dicen amargados

los más descreídos:

“¡no vale la pena

volver a sembrar…”!

Pero es sabio y grande

buscar en la vida

fuente de esperanzas…

y confiar en Dios.

¡DESPUÉS  DE  LA  NOCHE

LLEGA  SIEMPRE  EL  DÍA!

son así las sombras,

presagio de albor.

La tormenta humana

que azota hoy la tierra,

dejará mañana

paso a un nuevo sol.

Y Rotary enseña

en brega constante,

doblar el esfuerzo,

servir el ideal;

ofrece a este mundo

hoy tan abatido,

una fuerza inmensa:

¡la santa  AMISTAD!

Un poeta nuestro,

con su dulce acento

hace mucho tiempo

solía decir,

que las rosas bellas,

hermosas, divinas,

sobre viejas ruinas

se suelen abrir…

Rotary levanta

su emblema optimista,

y en la negra noche

de pasión, que agita

los ánimos todos,

espera triunfar.

Pasará la noche,

llegará la aurora,

y entonces, y ahora,

se alzará su ideal.

¡Símbolo rotario:

yo te pintaría

dentro de la rueda,

un gran corazón,

para que dijeras

a los que te vieran,

que eres santo emblema

de  AMISTAD  Y  UNIÓN!

En Cántaro de Ternura.

Santa Fe de la Vera Cruz, Editorial Castellví,

1944, páginas 75-78.

1958: hacia la Antártida Argentina…

Sabido es que en 1958, Rosaura Schweizer integró el primer contingente organizado por el Gobierno nacional a la Antártida.  Luego reflejó sus conocimientos y esas vivencias en su libro Diario de mi primer viaje de turismo y en diciembre presentó poemas con el título Antártida  Argentina.

Expresó en aquellas páginas:

“…Y así en procura de alcanzar a ver ese imaginado mundo casi inhabilitado todavía, es que hice todo cuanto me fue posible hasta conseguir que el Comando de Transportes Navales me hiciera un pequeño lugar entre el pasaje del Primer Viaje de Turismo a la Antártida Argentina.”

El poema del Reino Blanco

                                                      (Fragmento

Éste es el Reino Blanco del silencio

cuya magia vinimos a turbar.

El albor de los hielos, lo defiende

Y lo guarda en su paz.

Miramos derivar pausadamente

raras formas de hielo sobre el mar

tan hermosas, que casi se diría

que son los sueños que flotando van…

……………………………………………………….

 

Rosaura Schweizer pronunció conferencias sobre lo estudiado y lo visto en la Antártida:  en San Justo, Cañada Rosquín, Alto Verde, San José del Rincón, Esperanza, San Carlos en la provincia de Santa Fe; en Goya y Esquina (provincia de Corrientes);  en las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata, con auspicios de la universidad Nacional del Litoral; Rotary Club., Escuelas, Bibliotecas, Asociación Antártida Argentina, Club Argentino de Mujeres, Alianza Francesa y Municipalidades.

También se refirió a ese viaje desde distintas radioemisoras.

Crónica en “La Prensa” de Buenos Aires

Después de la primera edición de su libro Antártida Argentina, en el diario “La prensa de Buenos Aires” publicaron este comentario:  [1]

“Datos históricos, geográficos, biológicos, espigados en metódicas lecturas, un diario en cuyos apuntes se compendia el primer viaje de turismo a la Antártida Argentina y poemas inspirados por los típicos seres, singulares paisajes y novedosas circunstancias vivida por el pasajero durante la breve, inolvidable incursión de estreno de aquellas fascinantes regiones, armonizan en las páginas de este libro confidencial, tan dulcemente sugestivo como los días y las noches que hacen decir a la sensible autora: ‘El sueño y la realidad se fundían en una sola, inolvidable estampa de Belleza’.”

………………………………………………………………………………………………………………………

1985 – Premio “Alfonsina Storni”

 

(Sabido es que desde 1960, Rosaura Schweizer trabajó en “Archivo y Publicaciones” de la Cámara de Diputados de la Nación” – Crónica en el diario “El Litoral” de Santa Fe de la Vera Cruz, viernes 25 de octubre de 1985, tercera página, título: Se entregaron ayer los premios Alfonsina Storni”.

 

El jueves 24 de octubre de 1985, Rosaura Schweizer recibió durante el acto realizado en el Jockey Club de Santa Fe, el Premio “Alfonsina Storni” otorgado por la Asociación de Mujeres de Negocios y Profesionales.

La presidenta de esa institución CPN Mirta Chico de Bersano, destacó “el significado de las distinciones” y tras agradecer la labor del jurado, reiteró los objetivos de la institución: “la capacitación de la mujer como ser libre y responsable para contribuir al engrandecimiento y despegue ascendente de nuestra patria.”

Culminó ese encuentro con la lectura del poema Alfonsina, obra de Rosaura Schweizer, premiado en 1973 por la Asociación Cultural de Buenos Aires.

En esas circunstancias, recibieron el Premio “Alfonsina Storni”, la profesora Raquel Diez Rodríguez de Albornoz por sus trabajos periodísticos y literarios -siendo insoslayable su trayectoria como educadora y su solidaridad…- y la señora Blanca Mayol de Nicolini, maestra que comenzó esa misión en a Escuela Nº 24 de Santo Tomé, luego en las Escuelas “Juan de Garay”; “Arzeno” y “Bernardino Rivadavia” de la capital santafesina. Desde 1962 destacada colaboradora en ALPI (Asociación Lucha contra la Parálisis Infantil) en Santa Fe de la Vera Cruz, nombrada en 1964 Presidenta de la Comisión de Rehabilitación Zona Norte.)

A Alfonsina

                                                                                   (En su Paz)

Te acompañó el gran mar en tu hora amarga,

y entre sus aguas no estuviste a solas:

como una madre, adormeció tu pena

y te acunó, amoroso, entre sus olas.

¿Fue la pesada cruz de la amargura

de ver tan vano el mundo y tan mezquino,

lo que apagó tu lámpara en la aurora

e hizo trunca tu huella en el camino?

¡Tantas flores tenías en el alma,

tanta divina luz en la hermosura

dolorosa y profunda de los versos

con que engañabas tu ansia de ternura!

¡Tanta belleza lírica nos diste,

cuánta escondida pena te guardaste,

cuánto dolor de incomprensión, oculto

junto al laurel eterno que ganaste!

Y me duele pensar que hubo un instante

En que no tuvo a nadie el alma tuya

Para volcar las sombras traicioneras,

Y te ahogaste en silencio con tu angustia.

La noche en que te fuiste, esperanzada

habrás buscado una lejana estrella,

 y quizá te llegó como un suspiro

la voz de “Maris Stella”.

Mas, era tarde: el mar ya te llevaba;

como dueño en sus brazos te ceñía,

y al cerrarte los ojos con un beso,

“miserere”… la noche ya decía!

………………………………………………………………..

¡Porque a tu esfuerzo se rindió la gloria,

y floreció el amor entre tus brazos,

porque acunando un niño en tu regazo,

santificaste todas tus heridas;

porque en tus manos colocó el milagro

la santa gracia de la poesía,

y porque fue tan hondo tu quebranto

que tronchaste tu vida;

con un temblor de lágrimas amargas

ruega por tu descanso el alma mía!

En “Cántaro de Ternura”.

Santa Fe, Castellví, 1ª ed., 1944, p. 63-64.

Título de libros editados:

        • Cántaro de ternura (Santa Fe de la Vera Cruz, Editorial Castellví, 10 de noviembre de 1944.)
        • Imá Guaré.
        • Antártida Argentina.
        • Isla de Soledad.
        • Glosando la vida.

De su legado…

De su libro Cántaro de Ternura, estos poemas.

Guitarra gaucha

Guitarra gaucha que acunó las horas

de mi lejana juventud;

dulce maestra que sembró en mi alma

esta extraña inquietud:

guitarra gaucha, la que allá, en la selva

me enseñaron a cantar,

cuando las manos buenas de mi padre

la solían pulsar…

Manos de hombre de campo, que sabían

Dominar un bagual;

Manos fuertes de gaucho, que sabían

y que saben aún tirar un pial;

manos maravillosas que tenían

Para mí el sin igual

valor de despertar en el cordaje

armonía ideal.

He vivido muy lejos de mis lares,

llevada por mi sed,

llevada por designios de la vida,

a veces muy cruel;

y he sentido vibrar muchas guitarras

de dulcísimo son,

pero nunca jamás, otra ninguna

me dio igual emoción.

En “Cántaro de Ternura”.

Santa Fe, Castellví, 1ª ed., 1944, p. 23-24.

A San Martín

Amor de los amores argentinos,

que reinas en la historia de mi patria:

¡José de San Martín! desde la muerte,

sigues siendo una antorcha de esperanza.

Nombre de santo, porque santo fuiste

en la faz inmortal de tu cruzada,

nombre santo, que pronuncia el alma

en patriótica unción, arrodillada.

¡José de San Martín! la patria nuestra

se retempla al calor de tu recuerdo;

necesita forjar sus juventudes

en la lámpara viva de tu ejemplo.

Eres en la hora trágica del mundo,

fuerza votiva que levanta el alma,

clarín en toque de atención, llamando

argentinas reservas olvidadas;

clarín de guerra para las conciencias

que estaban en sopor, amodorradas,

y las despiertas para que ellas digan

en eclosión de fuerzas renovadas,

que somos dignos de tu generoso

afán de bien y de tu limpia espada.

Vuelve a nos, San Martín, simbolizados

tu alma grande y tu espíritu sin tacha,

en nuevo fuego de altivez patricia

infiltrada en la savia de la patria.

Que tu espíritu anide, trasmutado en sol,

en la bandera azul y blanca,

y le grite al mundo descreído,

desde el movible mar de tus dos franjas,

que en tu tierra, la tierra en que naciste

¡oh venerable “Santo de la Espada”!

la libertad no puede ser hollada;

porque viven tus hijos, guardadores

de tu herencia sagrada,

y allá arriba, la sombra de tu sable

tutela nuestra patria idolatrada.

…………………………………………………………….

Doblen lentas las voces campaneras

en el viejo convento centenario,

donde nació tu estrella de victoria,

sobre el mismo escenario

que acuna el Paraná con sus canciones

y el pino guarda con amor de hermano;

Doblen lentas las voces campaneras

pero canten las almas ¡ALELUYA!

si es que en la nueva juventud despierta

siquiera un rayo de la lumbre tuya.

En “Cántaro de Ternura”.

Santa Fe, Castellví, 1ª ed., 1944, p. 91-92.

A Sarmiento

Porque de humilde cuna te elevaste

y tuviste por madre la pobreza;

y te ofendieron, porque consagraste

el talento, por sobre la riqueza;

porque tuviste la genial grandeza

de querer aprender y serlo todo,

y porque no domaron tu fiereza

aunque te salpicaron con el lodo;

por tu inmenso dolor de incomprendido

que te hizo roble, y se guardó tu llanto,

y al no mostrar tu rostro de vencido,

hizo un gran pedestal de tu quebranto;

eres bandera de esperanza fuerte,

ídolo eterno de una fe consciente

que lleva como Biblia, el Alfabeto;

y a más de medio siglo de tu vida,

nuestra Patria te aclama, agradecida

por la senda de luz que le has abierto!

En “Cántaro de Ternura”.

Santa Fe, Castellví, 1ª ed., 1944, p. 95.

Canto a la selva santafecina

Para ti mi saludo,

¡Oh tú, Selva! maestra

de mis primeros cantos

y del soñar poeta,

cuya rara belleza

mis versos inspiró.

En ti cantan las hachas

la mejor elegía,

en ti dice el trabajo

la mejor poesía

que pudiera ofrendarse

a los pies del Señor.

Aquí el alma dialoga

con su padre divino,

porque en este pedazo

del gran  suelo argentino,

se agiganta el esfuerzo

y ennoblece el sudor.

En tus frondas inmensas,

en tu rumor de nido,

aprendí el gran misterio

en que vive escondido

el secreto infinito

de tu gran soledad;

y asimilé el secreto,

clave de poderío:

hay que forjar la vida

en un luchar bravío,

y aprendiendo a elevarse,

hay que aprender a dar!

Como tú, que desangras

Por tus quebrachos rojos,

y te das para el mundo,

como nos da gozoso,

por sus venas abiertas,

su agua el manantial!

Allá van tus soldados,

“tus cachapés” de gloria,

que al chirriar de sus ruedas

están haciendo historia,

laborando en el barro

para un mundo mejor.

En el pértigo duro

van los hombres guiando,

y bajo de las lluvias

y del sol, van soñando

para sus hijos, otro

mundo de redención.

Porque dormí en su seno,

porque bebí tu agua,

porque admiré tus tardes

y saludé tus albas

y tu nostalgia madre

revive en mi canción;

¡Selva! te reverencio

y te traigo mi rezo

y con una infinita

emoción, te confieso:

¡que es tu savia que canta

dentro de mi corazón!

En “Cántaro de Ternura”.

Santa Fe, Castellví, 1ª ed., 1944, p. 96.

Dulce engaño.

En lo íntimo del alma,
me siento como un árbol.
Retoño con el buen sol
y el aire grato.
Y el corazón descubre
un nuevo gozo.

Se olvida de los años…
en cada amanecer
acuna un sueño,
sus planes… su ilusión…
¡Su dulce engaño!

Yo sé que todo ello es pasajero,
que llegará el invierno y su tristeza.
Mas, dejo al corazón, que como el árbol,
¡dulcemente florezca!.

Tiempo…
¡TIEMPO!… Seis letras te dibujan.
Presencia sin presencia visible.
Desde el principio de la vida, andando
sin detenerte nunca,
ni volverte hacia atrás, rectificando.

¡TIEMPO! Esencia, vida sin fin,
inextinguible soplo,
invisible reloj de marcha eterna
que lo involucra todo.

En eras te dividen…
En etapas extensas…
En años: las edades,
En horas: las esperas,

El amor: en minutos
¡y la muerte,
en un punto!
¡TIEMPO! Infinito dador de toda gracia:
gracia de amor… de olvido… de consuelo.
¡Sembrador de esperanza!
¡Ave de eterno vuelo…!

Aprender tu valor, es ya ser sabio.
En Pasado o Futuro, no podemos
ordenar nuestra marcha.
Es el Presente,
el HOY que nos regalas,
el Talismán a mano,
¡Realicemos en el HOY nuestro trabajo!

De “Desenraizando voces”

Antología. Santo Tomé, 1976.

 

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

[1] Bertero, Gloria de Quién es Ella en Santa Fe. Santa Fe de la Vera Cruz, 1995, p. 516-517.

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