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24 de mayo de 1810 – El pueblo aún no sabe de qué se trata…

Sinopsis:  24 de mayo de 1810: vecinos frente al Cabildo de Buenos Aires.

Reuniones para decidir la constitución de la Primera Junta de gobierno. Decisiones.

 

El día anterior, ya habían anunciado su voto por la destitución del virrey, el cura rector de la parroquia de Montserrat, Juan Nepomuceno de Sola que prácticamente representaba al sector clerical; el doctor Juan José Castelli vinculado a los abogados bonaerenses; el comandante de Patricios Cornelio Saavedra que estuvo con Santiago de Liniers en el alzamiento del 1º de enero de 1809, y el comerciante José Santos Incháurregui, español de nacimiento y lógicamente defensor de los intereses de ese sector. Manuel Leiva insistía en que ese movimiento de liberación no debía significar la pérdida de autoridad personal del virrey Cisneros y tampoco la derrota del partido del Virrey.

Cisneros ya había entregado “el bastón y la banda” a los regidores que lo entrevistaron para informarle sobre las últimas decisiones y le dijeron que sería repuesto al día siguiente.

Las inquietudes de algunos vecinos se habían manifestado en las calles y como suele suceder en el siglo veintiuno, arrojaron piedras contra los vidrios de la casa del fiscal en lo civil de la Audiencia Dr. Manuel Genaro Villota porque siendo “un hábil jurista”, había preguntado:

“¿Quiénes somos nosotros, vecinos de la ciudad de Buenos Aires, para resolver lo que compete al virreinato entero?”.

 

Con tal estado de ánimo, el memorable 24 de mayo de 1810 se reunieron destacados vecinos en el Cabildo de Buenos Aires para escuchar la propuesta del síndico procurador acerca de la elección de una Junta de gobierno integrada con cuatro vocales y presidida por el destacado militar Cornelio Saavedra.

Eran mayoría los vecinos que no estaban enterados de lo que sucedía en las calles de los alrededores de la plaza principal y menos aún quienes se enteraban de las reuniones y deliberaciones en las casonas de esa zona.

La comunicación con las provincias era dificultosa por la extensión de sus territorios, las condiciones climáticas, el estado de los caminos y los medios de transporte.  Sería necesario esperar que llegaran los representantes nombrados por sus cabildos antes de avanzar en las decisiones.

Mientras tanto, era necesario aplicar el Reglamento que en trece artículos establecía las responsabilidades de la Primera Junta, que cesaría en sus funciones al integrarse los diputados en una Junta Grande que decidiría sobre la nueva forma de gobierno.

Estaba previsto que Cisneros mantendría sus privilegios y sus rentas y que todos los miembros de la Junta seguirían sometidos a las leyes del reino, obligados por juramento a conservar la integridad de estos territorios para Fernando VII y sus sucesores.

Las diferencias de criterio evidentes durante ese proceso político habían provocado enfrentamientos y era imprescindible sumar voluntades para afianzar el plan de liberación.

En el texto del Reglamento -elaborado por Pedro Andrés García- se implantaba una amnistía general para promover la concordia.  El Cabildo, conforme lo escrito en el artículo 5º, tenía derecho a remover a los miembros de la Junta por incumplimiento de sus obligaciones conforme a “la autoridad que le ha conferido el pueblo”.

Sabido es que la propuesta de Leiva fue aprobada por el Cabildo pero esa decisión no fue difundida inmediatamente porque era insoslayable el poder militar y debían “explorar la voluntad de los señores Comandantes de los cuerpos de esta guarnición, instruirles de la resolución y de su objeto, y exigir de ellos si se hallan en ánimo y posibilidad de sostenerla”…

Ese poder militar estaba expresado en el consenso o la oposición de los jefes de distintos grupos de milicianos: Cornelio Saavedra, el catalán Gerardo Esteve y Llach, Terrada, Ocampo, Pedro Andrés García, Rodríguez y Merelo, quienes escucharon y aprobaron la propuesta prometiendo apoyo durante el nuevo proceso político en el Río de la Plata.

A las quince, el Alcalde Lezica pronunció una ferviente arenga, juraron los integrantes de la Junta y terminó el acto con el discurso del electo presidente Baltasar de Cisneros quien manifestó que el gobierno provisional se ocuparía principalmente de la defensa del territorio y de “mantener el orden, la unión y la tranquilidad públicas”.

A las cuatro de la tarde, la Junta se dirigió hacia el Fuerte y allí se encontraron las autoridades para cumplimentar al nuevo gobierno provisional.

Aparentemente habían logrado que con el plan de Leiva se iniciara sin mayores inconvenientes el nuevo proceso institucional pero durante aquella tarde, reaccionaron otros vecinos destacados al enterarse de lo aprobado y jurado.

En la casa de Rodríguez Peña, civiles y militares se reunieron a las veinte para expresar que estaban decididos a “deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo”, y lograr que el Cabildo revisara las últimas declaraciones.

Juan José Castelli después de breve vacilación, aceptó la posición de la mayoría y “salen emisarios en todas direcciones y, al cabo de rápidas gestiones, los jefes militares reconocen su error. Todo se sucede aceleradamente y los revolucionarios consiguen, finalmente, el propósito buscado: a las nueve y media de la noche los miembros de la Junta, convencidos de que su permanencia acarreará gravísimos conflictos, presentan sus renuncias al Cabildo con el pretexto de que el no haberle quitado a Cisneros el mando de las fuerzas ha creado descontento.”

En esas circunstancias, el Cabildo debía resolver el conflicto planteado y durante esa noche evitaron declaraciones mientras los revolucionarios que exigían la destitución del virrey siguieron dialogando para lograr más adhesiones y así lograr la mayoría necesaria para la aprobación de la lista con sus candidatos.

El pueblo aún no sabe de qué se trata

 

Los sucesos durante los meses siguientes, demostraron que todos los protagonistas de aquellas primeras acciones tendientes a avanzar hacia la liberación, los vecinos más vinculados al gobierno virreinal, tampoco estaban muy seguros del cambio de gobierno impulsado.

El lunes 21 de mayo de 1810 se manifestó una pueblada y alude a esas circunstancias un manuscrito leído por el investigador Roberto Marfani en el Archivo General de la Nación:

El historiador José María Rosa ha expresado que “la noche del 24 al 25 es de alboroto. Una ‘especie de conmoción y gritería en el cuartel de Patricios’ no deja dormir al notario eclesiástico Gervasio Antonio de Posadas, que así lo dice en su diario íntimo.”

El viernes 25, comenzaba el largo proceso hacia la liberación y la independencia… en el vasto territorio de las provincias unidas que hasta entonces integraban el Virreinato del Río de la Plata.

 

                                                        Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

                                                        Nacida el 24-05-1932 en el hogar de

su abuela materna, Cándido Pujato 2921.

                                                                      Santa Fe de la Vera Cruz

(República Argentina.)

 

 

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