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NACIÓN ARGENTINA – El bastón del presidente…

Acerca de la tradición de “los bastones”.

Entre leyendas, la historia.

Siglo XII: Parsifal y el bastón de mando.

En las tierras de “Argentum”.

1572: desde Logrosán al Río de la Plata.

1830: Jefe araucano en busca del “bastón”.

En torno al golfo de San Matías.

En tierras pirenaicas.

 

El 25 de mayo de 2003, treinta años después de la asunción del doctor Héctor José Cámpora, el presidente provisorio doctor Eduardo Duhalde -de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires e impulsor de tal candidatura-, entregó el bastón de mando al santacruceño doctor Néstor Carlos Kirchner, una persona con actitudes espontáneas más acá y más allá del protocolo…   [1]

Acerca de la tradición de “los bastones”…

Han reiterado en la mitología, que las deidades apuntaban hacia arriba tal como casualmente lo hizo Kirchner al recibir su bastón, obra del artesano Juan Carlos Pallarois de San Telmo, tradicional barrio porteño.  Hecho con madera de urunday rubio, mide noventa y dos centímetros, tiene empuñadura de oro con el escudo nacional del mismo metal; por cada provincia un pimpollo de cardo y a esos veinticuatro, el artista agregó tres como símbolo de las islas Malvinas.  Explicó que había utilizado plata porque Argentina deriva de argentum  -nombre latín de ese metal- y que había agregado en su interior tierra patagónica, teniendo en cuenta una leyenda de la “Alta Edad Media” que como tal podría ser creíble y que por etimología, es algo para ser leído

Entre leyendas, la historia…

Cuentan que entre los griegos era costumbre llevar el bastón con la punta hacia arriba y que así hicieron también en los imperios romano y bizantino; luego en Rusia, donde los zares en el momento de sancionar sus úkases, golpeaban sobre el piso con el bastón en esa posición.

Sabido es que “las leyendas suelen ser relatos épicos con escasa credibilidad histórica” y en la red de redes –internet-, reiteran lo expresado en siglos anteriores, en un relato relacionado con el territorio argentino. Cuentan que “el trovador Chretien de Troyes (1140), en principios del siglo XI, escribiría el poema que estaría basado en viejos relatos legendarios de un caballero germano y que daría comienzo a una gran obsesión de todo buscador de misterios del pasado: ‘Parsifal o la Historia del Grial’.”

Siglo XII: Parsifal y el bastón de mando…

“Entre 1150 y 1170, Wolfram Eschenbach, bardo alemán, se suma al enigma con un poema titulado ‘Vida y Milagros’ de Parsifal, el cual relata una historia acerca de la custodia del Santo Grial y de un Bastón de Mando, también conocido como la Piedra de la Sabiduría. El nombre Parsifal realmente, proviene de una palabra del antiguo idioma sánscrito, para designar al ‘Hombre de Persia’.

Algunas mitologías muy antiguas de la India, Afganistán, Persia, Pamir y el Tíbet, extrañamente ya nombraban a este enigmático personaje hace 7 ó 8 mil años. Tales leyendas tomarían realismo en el siglo XII con la aparición en Germania de un caballero que se desempeña en la corte inglesa del Rey Arctor. Aparentemente Parsifal sería ingresado en la Orden de los Caballeros Templarios. Esta orden hermética, tendría a su cargo, la custodia de los elementos sagrados que rodearon a Cristo.”

En las tierras de “Argentum”…

Han escrito diversas interpretaciones acerca del poema de Eschenbach.  Algunos reiteran que el caballero Parsifal, fue asignado como custodio del Grial y el Bastón de Mando y viaja entonces a las tierras de Argentum para depositar estos elementos en el cerro sagrado de Viarava (Uritorco – Córdoba). Esta obra a manera de ‘canto’ sirvió además, de base inspirativa a Wagner para la creación de su ópera ‘Parsifal’.

En la composición se encuentran algunos versos por demás interesantes para dilucidar este enigma:

‘En qué lejana cordillera podrá encontrar a la escondida Piedra de la sabiduría ancestral que mencionan los versos de los veinte ancianos, de la isla Blanca y de la estrella Polar. Sobre la montaña del Sol con su triángulo de luz surge la presencia negra del Bastón Austral, en la Armónica antigua que en el sur está. Sólo Parsifal, el ángel, por los mares irá con los tres caballeros del número impar, en la Nave Sagrada y con el Vaso del Santo Grial, por el Atlántico Océano un largo viaje realizará hasta las puertas secretas de un silencioso país que Argentum se llama y siempre será’.

En el siglo XII nadie había escuchado hablar de las tierras Americanas y menos de Argentum (Argentina), además de saber su localización ‘cruzando el Océano Atlántico’.

Se dice que el Santo Grial fue el recipiente en el cual se recogió la sangre de Cristo en el momento que fue herido por el soldado romano Longino con su lanza. La historia prosperó y una gran cantidad de relatos y acontecimientos reales o no, rodearon a este mítico elemento. Buscadores a lo largo de la historia buscaron por todo el globo, encontrar y poseer esta supuesta reliquia. Lo cierto es que uno de los más famosos guardianes conocidos a través de estos poemas épicos, es el caballero Parsifal. Los relatos hablan que este guardián templario tenía otra obsesión: El rescate y resguardo de otra pieza, al parecer se trataría de un bastón mágico conocido entre las sociedades secretas como ‘Piedra de la Sabiduría’, ‘El bastón de Mando’ o ‘Piedra que Habla’.”  (Cursiva aquí…)

1572: desde Logrosán al Río de la Plata…

Martín del Barco Centenera nació en 1544, en Logrosán -Extremadura, España-, fue bachiller y estudió Teología en la Universidad de Salamanca. A los veintiocho años, en 1572, fue nombrado Arcediano por el Consejo de Indias y viajó como capellán -con algunos criados-, en la nave capitaneada por Juan Ortiz de Zárate, nombrado tercer Adelantado en el Río de la Plata. Estuvo en Brasil, llegó al río de la Plata y…  [2]

“Al fin a Santa Fe, tiempo gastando,

Se llega, dó poco antes los vecinos

Salieron a nosotros navegando.”  

Así está escrito en el libro editado en Lisboa en el año 1602, titulado por Martín del Barco Centenera: “Argentina y conquista del Río de la Plata, con otros acontecimientos de los Reynos del Perú y Estado del Perú.

Es evidente que el autor, al escribir ese extenso relato en versos conocía la historia de Parsifal y es considerado el primero en nombrar a la Argentina, aludiendo al vasto territorio situado en el extremo sur de América; también el primero que describe a Santa Fe, la vieja… conocida por él antes del traslado hacia el sur, en su actual ubicación y reconocida como Santa Fe de la Vera Cruz.  [3]

Sabido es que el sacerdote Martín del Barco Centenera asumió las funciones de capellán de la Audiencia de Chuquisaca, fue Vicario de Porco y en Lima, en 1583 fue secretario del III Concilio Americano, cinco años después, Comisario del Tribunal del Santo Oficio en Cochabamba hasta que en 1590 tras soportar un juicio del citado tribunal escuchó la condena por embriaguez, aventuras amorosas, convivencia con mujer casada, público mercader…  [4]

Regresó al Obispado de Asunción.  Regresó en 1594 al punto de partida en España, y en Logrosán empezó a escribir acerca de la epopeya americana.

No habrá sido por casualidad este testimonio: [5]

       “No finjo santidad ni hipocresía

         Que sé soy pecador desconocido”…

 

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1830: Jefe araucano en busca del “bastón”…

Cuentan también que “en 1830 un ambicioso jefe Araucano quien conocía las leyendas del bastón, encabezó búsquedas por las sierras de la Ventana, Tandil, Balcarce, Pillahuincó, San Luis y Córdoba. El jefe araucano Calfucurá sabía que quien poseyera el bastón, dominaría el ‘mundo’. Quien revise cuidadosamente las tradiciones y relatos de los Comechingones (la tribu que dominó extensas regiones del norte y centro de la Argentina), encontrará relatos que hablan de ‘la llegada de un hombre blanco y barbado que proveniente de tierras lejanas, habría muerto en la Montaña Sagrada y que se habría convertido en el eterno guardián de la Piedra de la Sabiduría’.”   [6]

En torno al golfo de San Matías…

La costa este patagónica argentina,  limita con el océano Atlántico y de acuerdo a lo expresado por Fernando del Corro desde el diario “El Litoral” de la capital santafesina, el Ingeniero Fernando Fluguerto Martí -de la Fundación Delphos” se ha referido a “su hallazgo patagónico, y otra relación con el bastón presidencial, en su descubrimiento, en el golfo San Matías, de un fuerte que por sus características fue realizado por los templarios y que habría sido buscado por Juan de Garay después de escuchar “la leyenda de los templarios en Paraguay, y luego por su pariente Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias), en realidad su yerno.”

Destaca Fernando del Corro que “la leyenda germana habla de la llegada de Parsifal a tierra de la Patagonia, a una zona donde los barcos quedan en tierra por momentos (San Matías es una zona de mareas de gran magnitud) y luego de un viaje que lo llevó hasta Viarava (aparentemente el cerro Uritorco), donde enterró el ‘bastón demando’ y ‘el Santo Grial, el vaso donde José de Arimatea juntó la sangre de Jesús de Nazareth cuando fue herido por un lanzazo del romano Longino).”

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En tierras pirenaicas…

Han destacado que “Monsalvat, la montaña sagrada de Parsifal y Lohengrin de Wagner, tenía que ser Montségur.  Así nació el mito del Santo Grial pirenaico, otro hito del país cátaro con destino a la gloria futura”. [7]

Hay que tener en cuenta que los cátaros, vivieron en la Edad Media convencidos de que lo espiritual constituía una primera categoría y en consecuencia, no discriminaban y ubicaban en el mismo plano al varón y a la mujer, convivían tolerando las diferencias de credos, defendían el amor libre; rechazaban las visibles tendencias de la iglesia hacia el materialismo, negaban la existencia del infierno…

Soportaron las persecuciones puestas en marcha en el año 1209 por el Papa Inocencio III y durante veinte años participaron en continuas batallas hasta que fueron aniquilados.

Sabido es que “el desastre de la Primera Guerra Mundial, que pulverizó las racionales certidumbres del siglo XIX, provocó un aumento continental del interés por lo paranormal.  El grito de los cátaros se oyó más allá de las fronteras de Francia.  Un puñado de pioneros británicos espiritualistas bajaron a Montségur y a las cuevas cercanas de Lombrives.”

En aquel tiempo, una vez más, literatura e historia confluyeron en la obra de destacados escritores, entre ellos “Maurice Magre, escritor considerado un talento que hoy prácticamente ha caído en el olvido”.   [8]

También Otto Rahan, joven estudiante alemán que Magre conoció en 1930 en París, junto a otros investigadores lograron sintetizar sus conclusiones en el libro titulado Kreuzzug gegen den Gral [Cruzada contra el Grial: la tragedia del catarismo…]  [9]

A fines del siglo XX, Stephen O’Shea destacó que “en esencia, Rahan reunió todas las historias pirenaicas sobre el Grial y las comparó con el Parzifal escrito por Wolfram von Eschenbach.  Montsalvat se convirtió en Montségur, Parsifal [o Perceval] fue Trencavel, y quien guardaba el Grial no era otra que Esclarmonde.  Lo que realmente estaba custodiando era una piedra sagrada que había caído del cielo en el tiempo en que los ángeles habían sido vencidos.  Esclarmonde se las arregló para esconder la piedra en la montaña antes de que los franceses tomaran Montségur por asalto y arrojaran a los cátaros a la hoguera.

 Éste era el verdadero Grial, erróneamente colocado por Chrétien de Troyes, en sus escritos sobre el siglo XIV, en algún lugar del norte de Francia, y, lo que es más importante, incorrectamente transformado por la mitología cristiana en un cáliz que contenía la sangre de Cristo.  Los cátaros de Rahan eran paganos; y también –y eso era nuevo- trovadores. La Cruzada contra el Grail de Rahan situaba con buen tino a los cátaros en el centro de los estudios esotéricos sobre el Grial.”

Después, “las televisiones francesa y británica hicieron programas especiales sobre los enigmas de la historia cátara”… y los buscadores de oro avanzaron hacia “el territorio que rodea Rennes-le-Château.  Se ha construido una pequeña pista de aterrizaje para ovnis (en realidad, un prado segado) y actualmente se hacen excursiones para visitar lo que es una vulgar iglesia de pueblo.”

“La Orden del Templo Solar, el culto suicida franco-suizo-quebequés, basó algunos de sus cálculos arcanos en los disparates escritos sobre los cátaros”.

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(A principios del siglo XXI:

¿cuántos son los mitos y las leyendas?

¿Cuál la realidad, en la historia de la Humanidad?

¿Qué opinará el presidente Kirchner

acerca de “su bastón”?)

 

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

 

 

[1] Diario “El Litoral” de Santa Fe de la Vera Cruz, República Argentina; junio de 2003. Sábado, suplemento “Nosotros”, p.10 y 11. Texto: Fernando del Corro.  El cronista destaca que el bastón del doctor Raúl Ricardo Alfonsín (10-12-1983 al 09-07-89)fue elaborado con “madera de una rueda de carreta” y el de Eduardo Duhalde (enero 2002 al 25-05-2003) con madera de “una viga de quebracho extraída de una demolición de la casa de su abuelo”.

[2] José Luis Víttori –escritor argentino, nacido y residente en Santa Fe dela Vera Cruz, provincia de Santa Fe-, en su libro Viajes y viajeros en la Literatura del Río de la Plata  reitera esos versos, citando “Martín del Barco Centenera: La Argentina. Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata, ilustrados con notas y disertaciones de Pedro de Angelis, t. II, Buenos Aires, Imprenta editora de V –Virgilio-Colmegna, 1900.  Canto XVIII, iz.-1ª y 2ª octavas, pág. 275.” #  José Luis Víttori en 1993 publicó Del Barco Centenera y La Argentina, segundo premio otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina.

[3] Distintos autores indican que el Padre Martín del Barco Centenera estuvo recorriendo las tierras cercanas al río Paraná y que  en 1575 llegó a Asunción -del Paraguay-, donde aprendió el guaraní para comunicarse con los primeros pobladores y ejercer así su labor evangelizadora.  Fue capellán durante la expedición del vizcaíno Juan de Garay y relata varias excursiones, también el alzamiento de los siete jefes -los ·mancebos de la tierra” que a principios de junio de 1580 se sublevaron contra el gobernador y fueron asesinados…

[4] Han reiterado tal sentencia, el escritor argentino Ricardo Rojas en Historia de la Literatura Argentina, Los Coloniales – Tomo I, Buenos Aires, Editorial Losada, 1948, p. 141-152, citado por José Luis Víttori en Del Barco Centenera y “La Argentina”, Santa Fe de la Vera Cruz (República Argentina), ediciones Colmegna, 1991, p. 176-177.  

[5] La Argentina… XVIII, 274.

[6] La leyenda continúa y dicen que “como si tratase de un elegido, una persona de nombre Orfelio Ulises, en 1934 encontró el preciado bastón, evitando que cayera en manos de Hitler, quien ya poseía la famosa lanza de Longino. No por casualidad la mítica piedra llegó a sus manos, Ulises habría permanecido durante ocho años en el Tíbet en donde fue adentrado e iniciado en los conocimientos esotéricos. Al parecer los mismos maestros ocultos en el Tíbet fueron los que enseñaron la localización exacta del bastón y sus poderes ocultos. Según los legados trasmitidos al propio Orfelio Ulises, el Bastón fue creado para ‘regenerar’ a la especie humana y debe ser custodiado por un ‘guardián’ hasta que llegue el momento que llegue quien reconozca y sepa utilizar su poder. La ‘Piedra de la Sabiduría’ contiene todas las respuestas. / Al parecer Orfelio Ulises a su regreso del Himalaya, excavando al pie del Cerro Uritorco, localizado en Capilla del Monte, Córdoba, se encontró con este maravilloso bastón negro de basalto pulido. Aquella pieza, según Ulises se trataría de la mitológica pieza y muchos maestros herméticos que habrían llegado hasta ésta, supuestamente comprobaron su legitimidad. La pieza permanece desde la muerte de Ulises, en celosa custodia de una sociedad hermética iniciática de Argentina.” (Necesito expresar que he estado al pie del cerro Uritorco en sucesivas temporadas y que en la diagonal Buenos Aires de Capital del Monte (Valle de Punilla en la provincia de Córdoba, República Argentina), hay librerías y negocios de venta de artículos regionales y de “íconos” relacionados con los misterios que se siguen agregando a la legendaria historia del cerro Uritorco.)  // Cuentan que “en 1948, el arqueólogo alemán Jorge Von Hauenschild, estudioso de la tradición del Grial y el Bastón de Mando, examinó meticulosamente la pieza concluyendo que: El pulido es característico del período neolítico por lo cual se calcula su antigüedad en 8.000 años AC. El bastón tiene una longitud de 1,10 m., está trabajado de forma cónica, con 4 centímetros en su parte más ancha en la base. El peso total es de cuatro kilos. Por estudios realizados con detectores electromagnéticos y espectrales, se comprobó que el mismo genera intensos campos electromagnéticos de origen desconocido. Se supone que estos campos podrían generar en alguien con ciertas condiciones energéticas específicas, una ‘conexión’ parafísica con otras realidades o conocimientos iniciáticos. Otros sugieren que este bastón es la ‘llave’ para adentrarse en el Santo Grial, que no sería otra cosa más que un camino al conocimiento supremo y al cual se accedería poseyéndolo. /  Lo cierto es que los poderes adjudicados a este Bastón de la Sabiduría no ha cambiado los designios de las tierras del Sur y hasta el momento quienes parecen reclamarlo a pesar de ocupar espacios de poder, nada se asemejan a ‘maestros iluminados’ o ‘redentores de la raza’.”

[7] O’Shea, Stephen. Los cátaros – la herejía perfecta.  Buenos Aires, Javier Vergara Editor, 2ª edición,  2000, p. 216-219.

[8] Ibídem, p. 217-218. “Ente 1920 y 1940, este prolífico novelista y ensayista –así como prodigioso consumidor de opio- insufló en el catarismo la vitalidad del Montarnasse parisino. El Magiciens et illuminés [Los nuevos magos] de Magre fue un magistral trabajo de especulación, un agudo examen de loa secreta influencia de los sabios orientales a lo largo de las distintas épocas.  Los cátaros ocupaban un puesto de honor.  El libro se tradujo a varios idiomas y alcanzó grandes cifras de ventas tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos. / Entre la impresionante producción literaria de Magre hubo dos novelas cátaras. Le Sang de Toulouse  [La sangre de Tolosa] y Le trésor de Albigeois [El tesoro de los albigenses].”  En la primera, Magre “tuvo tiempo de arremeter contra los enemigos de los cátaros: describía a Alice de Montmorency, la esposa de Simón de Monfort, como una criatura con los dientes picados, piel cetrina del color de los ‘limones de Sicilia’ y una prominente nariz.  En la segunda novela cátara, de menos éxito, los perfectos parecían budistas.”

[9] Ídem. “Ediciones Hiperión, 1994”.

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