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Francisco Urondo (Santa Fe de la Vera Cruz, 1930-1976)

Viaje a Cuba y militancia.

Entre la lealtad y las traiciones.

Evocaciones de Miguel Bonasso.

“No busques entre los muertos al que está vivo”.

Obra poética.

Guiones para Cine o TV:

Cuentos:

Ensayo:

Novela:

Teatro:

Ecos de “La Patria Fusilada”.

1973: en la Cárcel de Villa Devoto.

La verdad es la única realidad.

La pura verdad.

1974: “El concepto de vanguardia”.

1998 – “Poemas de batalla”.

Un toque de “Clarín”.

2001: “Plantar un árbol”.

2003: vigencia de Paco Urondo y de Julio Cortázar.

2003: “Francisco Urondo: La palabra en acción”.

Algunos párrafos de esa biografía.

Francisco Urondo: herencia perdurable.

Milonga del marginado paranoico.

No puedo quejarme.

Muchas gracias.

 

Francisco –Paco- Urondo nació el 10 de enero 1930, en Santa Fe de la Vera Cruz, República Argentina. Se ha reiterado una anécdota relacionada con su amigo Miguel Brascó -el que dibujó la viñeta del grupo Espadalirio, de breve historia en la capital santafesina y de perdurable resonancia-:

“Una vez Urondo, cuando recién comenzaba a escribir, le enseñó una poesía que hizo sobre un pájaro europeo desconocido por estas tierras. Sencillamente Brascó le preguntó: ¿Por qué escribís sobre algo que no conocés?”

Paco Urondo, fue otro titiritero-poeta, como José Bartolomé Pedroni, como Fernando Quique Birri…  Al trasladarse a Buenos Aires, empezó a trabajar como corrector en la Editorial “Losada” y después fue empleado de Vialidad Nacional.

En 1953 ya estaba relacionado con el grupo “Poesía Buenos Aires” y logró publicar algunos poemas por primera vez. En esa época también integró el grupo “ZONA  – de la poesía latinoamericana”  junto a  Edgar Bayley, Miguel Brascó, César Fernández Moreno, Noé Jitrik, Ramiro de Casasbellas y Alberto Vanasco; todos vinculados a la revista homónima.

A mediados de la década siguiente, editaron la “Antología Interna –1950-1965”.

(Después, ya se vislumbraba la bifurcación de los caminos y cada uno siguió su rumbo, elaborando  su propia historia, desarrollando diferentes obras…)

Francisco Urondo fue designado titular de la Dirección General de Cultura de la provincia de Santa Fe durante el primer gobierno del Dr. Carlos Sylvestre Begnis (reelecto 1973-1976) y han reiterado que renunció breve tiempo después porque no toleraba que el presidente Dr. Arturo Frondizi no cumpliera con las promesas electorales.  [1]

Esa decisión ya revela una insoslayable coherencia entre sus convicciones políticas y sus acciones.

Era el tiempo en que Quique Birri estaba desarrollando el innovador y significativo proyecto que fue la Escuela Documental y el Instituto de Cinematografía dependientes de la Universidad Nacional del Litoral.

También de esa época perduran algunas anécdotas y se ha reiterado un relato del “poeta popular y científico Alberto Carmena”: “Birri había filmado un cortometraje testimonial ‘Tire dié’ que mostraba el cruce del tren proveniente de Buenos Aires por un puente angosto sobre el Río Salado y la miseria de los chicos del barrio El Triángulo que, seguían ó trepaban el tren y por diez centavos –que tiraban los pasajeros– se arrojaban al agua con una zambullida a veces impecable otras no tanto para recuperar las monedas lanzadas. Para la première de la película se prestó el paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral que había sido reacondicionado recientemente para albergar la fracasada Convención Constituyente organizada por la dictadura de Rojas y Aramburu. / Fuimos a la isla de Alto Verde y al barrio El Triángulo a repartir invitaciones entre los villeros. Así fue que el día de la presentación el salón se llenó con estos compañeros ante el susto y la indignación de los patricios santafesinos, las autoridades de la UNL y algunos ministros de Sylvestre Begnis. La función fue muy animada porque se hablaba y gritaba ante la aparición en pantalla de algunos de los chicos que estaban entre el público. Birri feliz, Paco rebosante…”

(Es oportuno agregar: los amigos emocionados…)

Viaje a Cuba y militancia…

En 1968 viajó a Cuba, invitado para participar en el Congreso Cultural que se realizó en La Habana y a partir de esa experiencia, fue evidente un punto de inflexión en la trayectoria de este vasquito de ley que sintió el impulso de la revolución y se propuso seguir ese camino sin claudicaciones.

Por intermedio de su amigo Rodolfo Walsh empezó a escribir para el semanario de la CGT de los Argentinos conducida por Raimundo Ongaro. Dos años después, treinta y seis combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias coparon la ciudad de Garín (en Buenos Aires) y Paco Urondo estaba entre los veinticuatro hombres que participaron en ese operativo que duró aproximadamente diez minutos.

Luego ese grupo armado decidió informar mediante una entrevista clandestina y fue el periodista anónimo.  En 1973, durante la presidencia del Dr. Héctor José Cámpora, Francisco Urondo desempeñó la Dirección del Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y también trabajó como periodista publicando notas en las revistas “Primera Plana”, “Panorama”, “Crisis” -de Buenos Aires, Argentina- y en los diarios La Opinión y Noticias.

En octubre de 1973, la organización FAR confirmó su pertenencia a sectores del peronismo y se fusionó con los Montoneros.  Paco Urondo aceptó ser el responsable político del diario matutino Noticias (con ediciones de ciento treinta mil ejemplares y casi el cincuenta por ciento más cuando murió el presidente Tte. General Perón).

También militaba desde las páginas de “El Auténtico”, el periódico del “Partido Peronista Auténtico” y en el seno de Montoneros le encomendaban misiones de inteligencia por su demostrada capacidad.  Investigaciones posteriores indicaron que había colaborado en el proceso que culminó con el asesinato de Ignacio José Rucci, días después de la elección de Juan Domingo Perón para ejercer la tercera presidencia de la Nación.

Entre la lealtad y las traiciones…

Tras el comienzo del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional presidido por el Tte. Gral. Jorge Rafael Videla prefirió quedarse en el país y seguir luchando.  La dirigencia de Montoneros le encomendó que se trasladara a Mendoza porque era necesaria una reorganización interna y responsable como era, viajó con su mujer Alicia Cora Raboy y  con Angie -Angela, la hijita de ambos- pero al llegar comprendió que no tenía apoyo logístico; tuvieron que ambular refugiándose en distintas casas de militantes o amigos hasta que el 17 de junio de 1976, mientras ellos estaban caminando por las limpias calles mendocinas con una amiga, un grupo de policías y fuerzas de seguridad los encerró.

A pesar de la confusión del primer momento, el poeta militante optó por ingerir la pastilla de cianuro antes que correr el riesgo de ser torturado a los fines de actualizar informaciones.

Evocaciones de Miguel Bonasso

Se ha difundido un comentario de su compañero de lucha Miguel Bonasso, director del diario Noticias en 1974:  [2]

“Cómo sucedieron los hechos es digno de una película. En una vieja furgoneta citroen van a una cita ‘envenenada’ Paco, la Flaca Lucía con su beba Angie en brazos y otra compañera, la Gorda. Los reciben a balazos. Paco es herido, se toma la pastilla de cianuro para no caer con vida y les pide a sus acompañantes que escapen. La flaca Lucía confundida y preocupada por la suerte de Paco pierde segundos preciosos, luego trata de correr hacia atrás, pero la matan en el intento.

La Gorda rompe el cerco para adelante, y logra zafar, le tiran, está herida, pero en la confusión escapa, va a una especie de terminal de ómnibus, en el baño se hace un torniquete para parar la sangre que mana abundantemente de su pierna herida por una bala de FAL y se sube a un micro que va a Buenos Aires. Está aterrada, marcada, shockeada, pero sabe que la supervivencia depende sólo de ella, así que agudiza los instintos y la inteligencia. Por esas vueltas incomprensibles del destino, el ómnibus buscando la salida a la ruta, pasa por el lugar en que ocurrió el tiroteo, y ella ve a lo lejos el cadáver de Paco rodeado de esbirros. Siente una llaga en el corazón. Ya en la carretera los detiene una ‘pinza’ de rutina del ejército y policía, suben, interrogan a algunos, piden documentos a otros, pero créase o no, a ella que se hace la dormida no la molestan, pasa inadvertida y puede seguir así a la Capital e informar a la organización de todo lo ocurrido.  [3]

Y yo me acuerdo que una mañana golpearon la puerta, tocaron el timbre de una manera convenida y era Vicky Walsh, que se largó a llorar y me abrazó luego de que le abriera la puerta para decirme ‘lo mataron a Ortiz’.  Paco se había puesto como alias, como nombre de combate, Ortiz, en homenaje al poeta Juan L. Ortiz, y me dijo, lo mataron a Ortiz y me quebré, me puse a llorar.  [4]                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        Y a la noche cuando llegué a mi casa y se lo conté a mi compañera Silvia, me volví a quebrar y me puse de vuelta a llorar y a tener la convicción de que aquello que uno temía que podía pasar, estaba pasando, eran los tipos más próximos, más queridos, más entrañables, con los que habías construido una vida, tipos que pensabas que eran inmortales, vos eras testigo de sus vidas, ellos eran testigos de tu vida y se morían, los mataban, entonces para mí fue jodido, muy jodido. Fue realmente una de las caídas que más me hizo mierda, la de Paco”…

“No busques entre los muertos al que está vivo”…

(En algunas publicaciones se expresa que murió en Buenos Aires, también se ha mencionado el 29 de diciembre de 1976 o se anota año 1975; se reitera que murió ametrallado… siendo la realidad, que aún Francisco Paco Urondo, está vivo en su Poesía…)

Obra poética
  • 1956 –  Historia Antigua
  • 1959 –  Breves
  • 1961 –  Lugares
  • 1963 –  Nombres
  • 1967 –  Del otro lado
  • 1968 –  Adolecer
  • 1971 –  Larga distancia (Antología; edit. en Madrid, España.
Guiones para Cine o TV:
  • 1965 – Pajarito Gómez –una vida feliz (coautores: Carlos del Peral, Rodolfo Kuhn)

Blanco y negro – 83 minutos.

Estreno: 05-08-1965 dirigida por Rodolfo Kuhn.

  • 1966 – Noche Terrible. (2º episodio, mediometraje, 45 minutos)

(Coautores: Carlos del Peral y  Rodolfo Jun según cuento de Roberto Arlt.)

Títulos alternativos: El pacto  –  El ABC del amor  – Estreno: 07-09-1967

  • 1968 – Turismo de carretera. (color, 98 minutos.)

(coautores: Rodolfo Kuhn y Héctor Grossi). – Estreno: 27-06-1968

Cuentos:
  • 1966 – Todo eso.
  • 1967 –             Al tacto.
Ensayo:
  • 1968 – Veinte años de poesía argentina.
  • 1973 – La patria fusilada (Entrevistas sobre la Masacre de Trelew, 22-08-1972.)
Novela:
  • 1972 – Los pasos previos.
Teatro:
  • 1966 – Veraneando y Sainete con variaciones.

(Mención Premio Casa de las Américas, en 1967)

Ecos de “La Patria Fusilada”…

Sabido es que la víspera del 25 de mayo de 1973, en las cárceles argentinas vivieron una tensa vigilia porque coincidiendo con otra conmemoración de la Revolución de Mayo de 1810 iba a asumir la presidencia el Dr. Héctor José Cámpora y era tenido en cuenta que el partido justicialista estuvo proscrito desde setiembre de 1955 y  Perón recién había podido reingresar a su país el 17 de noviembre de 1972, retornando luego a Madrid hasta que se desarrollaron sucesivos procesos políticos ya previstos, por cuanto durante la campaña se había insistido con la consigna: “Cámpora al gobierno, Perón al poder.”

El 22 de agosto se había producido la masacre de Trelew y sólo sobrevivieron María Antonia Berger, Alberto M. Camps y René Haidar.  En la cárcel de Villa Devoto -en Buenos Aires-, estaban cumpliendo condenas militantes de diversos grupos políticos que habían participado en la lucha revolucionaria, entre ellos estos tres militantes y el escritor santafesino Francisco Paco Urondo, quien se reunió con ellos en la celda del Celular Nº 2 para dialogar y grabar lo posible con el propósito de elaborar otros de sus libros-testimonios, que son historias de la Historia de los Argentinos, de la Humanidad…

Después de difundida la amnistía se abrieron las puertas de esa unidad carcelaria y se ha comentado que como si hubiera sido un soldado liberado, Paco Urondo salió caminando sin apuro, con algo así como una mochila donde llevaba la patria fusilada que también estaba impresa en su computadora personal e intransferible

Al tener en cuenta la importancia de la memoria histórica, es oportuno leer o releer estos testimonios:

ALBERTO MIGUEL CAMPS: Otra cosa que indudablemente estaba dentro del plan de la masacre en la Base de Trelew, era que los cuatro turnos de guardia que había, dividían el día en pedazos de 6 horas, pero el capitán Bravo se las arreglaba siempre de noche. La mayor parte de las guardias las cubría él, con su equipo, las nocturnas y las diurnas. Prácticamente yo diría que dormía un turno, seis horas, y después estaba todo el día.

FRANCISCO URONDO: ¿Vos creés que tenían ya la orden de fusilamiento?

A.M.C.: Pienso que la fueron madurando ahí mismo.

F.U.:¿No les parece que fue determinación de afuera?

A.M.C.: Sí, porque la Junta de Comandantes se reúne la víspera.

RICARDO RENÉ HAIDAR: Ahí yo creo que hay varios elementos, aquí, en el marco general de estos bichos. Por un lado, la masacre es un acto premeditado pero no es inmediato a la fuga, sino que es algo que ellos lo elaboran después de analizar una serie de cosas entre las cuales se cuenta la actitud del gobierno de Chile, si daba o no asilo a los compañeros. Y por otro lado, y fundamental, las relaciones con el general Perón. En ese momento se estaba un poco definiendo el límite del plazo dentro del cual el general Perón, para ser candidato, tenía que regresar. Realmente ellos creían que la jugada de la cláusula del 25 de agosto era una jugada muy importante, un poco una clave dentro del proceso electoral. Para limitar de hecho y legalmente, para ellos legalmente, la candidatura de Perón en un acto eleccionario. Así, mediante una masacre de ese estilo, o mediante un acto como el que luego hicieron, pueden haber pensado varias cosas: que si el General Perón tenía intenciones de regresar, con ese hecho podían intimidarlo; que eran capaces de asesinar para mantenerse en el poder y que tenían poder para asesinar, para hacer una cosa de ese estilo impunemente. Por supuesto, ya el General Perón había dejado en claro que él iba a volver cuando se le diera la gana y cuando estuvieran dadas las condiciones. Pero seguía especulándose, es decir, la perspectiva de que el General Perón volviera no había desaparecido; hasta el último día de ellos no tenían la certeza de nada.

MARÍA ANTONIA BERGER: Yo lo completaría con algunos otros elementos. No los doy en orden, pero los voy a ir señalando. Sabían quiénes eran, la calidad de los compañeros que estaban fugados y que eran realmente un grupo de rehenes que lo podían jugar muy bien. Eso, por un lado.

F.U.: ¿Los que estaban adentro?

M.A.B.: Sí. Habían tenido tiempo de estudiar quiénes eran los que estaban en su poder. Por otro lado, siguiendo con tu análisis, te voy a dar otro elemento: creo que uno de los objetivos del GAN consiste también en aislar a Perón de la guerrilla y a la guerrilla del pueblo. Un poco cuando hablamos de ese trípode que lo constituyen Perón, el pueblo y las organizaciones armadas, con un golpe así a la guerrilla, y unido a eso, creo que el poder militar quería mostrar lo que evaluaba como incapacidad de respuesta en ese momento, tanto de las organizaciones como del pueblo. Pensaban que esa acción punitoria contra la guerrilla iba a alejar a la guerrilla del pueblo, un poco porque la guerrilla, digo, no estaba en condiciones de responder inmediatamente. Eso se demostró en los hechos, nos golpearon y no pudimos en ese momento mostrar una capacidad de respuesta inmediata. También estaba la incapacidad que se tenía en ese momento de generar movilizaciones para denunciar un hecho así. Pienso que era una de las cosas que el poder militar evaluó con la guerrilla. Es cierto que se estaba en un momento bastante crucial, que no se sabía lo del 25 de agosto, un momento de desconcierto.

F.U.: Vos lo que decís es que ellos evaluaron que las posibilidades de reacción inmediata eran prácticamente imposibles, que en alguna medida era cierto, pero creyeron que la no reacción inmediata suponía una neutralización.

M.A.B.: Claro, y el hecho de que nos podían golpear así, iba a ser un desprestigio que lo podían superar rápidamente. Y sobretodo pienso que era separarnos a nosotros de Perón y del pueblo.

F.U.: Considerando la posibilidad de miedo por parte del pueblo y la posibilidad de romper el proceso electoral.

M.A.B.: Aparte que lo obligaban a Perón a definirse de alguna manera. Pienso que son todos los elementos que se juegan a nivel de decisión y que lo deben haber estudiado.

F.U.: Con el aporte de las ideas que se iban madurando en la Base seguramente. Digo, como conjetura. Un análisis político, por un lado, y por otro lado, el aporte de estos señores que tenían la relación directa con ustedes.

M.A.B.: Yo creo que esto lo vinieron madurando desde bastante antes.

A.M.C.: Conversando con compañeros que habían sido detenidos en Trelew después de la masacre, y que estuvieron acá en Villa Devoto, se rumoreaba que la orden que ellos habían recibido, que había partido de la Junta, era arrasar con el Aeropuerto, que un poco fue uno de los elementos que hizo que la entrega fuera inmediata. Se evaluaba que era necesario hacer una entrega antes de que llegaran las órdenes de la Junta. Un poco el hecho de que ese grupo de la Marina, a la mañana, ya estuviera avanzando sobre el aeropuerto, o sea que la idea de exterminio estaba jugando antes de la masacre. Aparte, es lógico por toda una serie de hechos anteriores: se ve que dentro del GAN una de las piezas importantes es, si bien no terminar con la guerrilla, darle golpes lo más demoledores posible; por eso muchos compañeros, al ser arrestados e identificados, eran asesinados. Directamente, o rematados.

F.U.: La aplicación de la pena de muerte, el remate de compañeros heridos en operaciones.

R.R.H.: Desde mucho antes esto viene pasando.

A.M.C.: Pienso que es parte de una política, que alcanza en Trelew su más alto grado. O sea que esos elementos jugaban indudablemente, no es un hecho totalmente aislado, una represión específica a la guerrilla.

M.A.B.: Yo diría no solamente una represión específica a la guerrilla, sino a todo un sector de pueblo, o que surge del pueblo, tratando de expresar su descontento, porque no solamente es contra la guerrilla sino también con las movilizaciones sindicales.

F.U.: Como cae Jáuregui, por ejemplo, o como caen los compañeros anónimos, todos los días, en las villas miseria. Es decir, que todo interés defendido por alguien, que pertenezca a una clase popular, recibe ese tratamiento. Digamos que la masacre que se va a producir está encuadrada dentro de una política de exterminio concreto y de intimidación a través del asesinato, que produce el régimen tranquilamente, desde muchos años atrás. Del 16 de junio del 55 en adelante.

M.A.B.: Es toda la violencia en su forma más descarada.

R.R.H.: Forma parte de una política. Al saber ellos la gente que tienen en la Base, piensan “le damos un fuerte golpe a la guerrilla”. Una política de desarmar a los grupos embriones de vanguardia. Porque sabían el peligro que implican. Yo creo que eso constituyó un ejemplo claro de lo que fue el GAN. El GAN no fue lo que declaró últimamente Lanusse, en los meses de abril y mayo, después del triunfo del pueblo. El GAN fue una serie de maniobras maquiavélicas, montadas con todo cinismo y con el claro fin de engañar nuevamente al pueblo; de la mejor manera posible, eso sí. De la forma más sabia, tratando de lograr así el desplazamiento de Perón y la integración del peronismo al sistema. Eso está clarito porque ahí se conjugan dos cosas: la represión violentísima, el asesino impune, por un lado, en la represión a la guerrilla, y la represión al pueblo, porque la guerrilla no es sino la expresión política del pueblo en condiciones de represión y opresión extremas. Por otro lado, la maniobra política, el tan mentado “juego limpio” en el cual se proscribe al general Perón de una manera “legal”.

F.U.: La proscripción aparece como elemento que reemplaza a la posibilidad de complicidad de Perón con la traición al pueblo. No te olvides que la política del GAN se desencadena con el primer viaje de Paladino a Madrid, donde la misión que tiene, según se dice, es pedirle a Perón la desautorización de las formaciones especiales, cosa que Paladino no trae.

M.A.B.: Yo creo que todos los elementos que acá estamos señalando muestran la faz represiva del GAN: a parte de ser una instancia que corresponde a un poder que representa determinados intereses, yo creo que con respecto a lo que fue Trelew, es una maniobra muy vinculada a una política.

F.U.: No es un acto de histeria, digamos.

M.A.B.: Pienso que ahí sí corresponde eso de que nosotros no evaluábamos bien de qué manera esa medida del GAN, era la medida de un enemigo ya en retirada en aquel momento; como lo vemos ahora con mucha más claridad. Trató así de separarnos de Perón, impidiendo toda posibilidad de encuentro, que es lo que se dio en los meses posteriores; la unidad entre el pueblo, las organizaciones armadas y Perón. Creo que tienden directamente a eso.

F.U.: Ahora, también hay ahí un problema que es el tiempo récord en que las formas de lucha, el grado de violencia como el que expresa la guerrilla, son aceptados popularmente. Creo que los militares nunca supusieron que el pueblo lo iba a aceptar, porque ellos creían que esto no era producto de un proceso que el mismo pueblo venía haciendo, sino algo que venía de afuera. Por el hecho de que la extracción de clase de mayor parte de los compañeros de la guerrilla no pertenecía al pueblo, pensaron que el pueblo iba a rechazarlos, porque parecería que hay ignorancia en el problema ese de la diferencia que hay entre extracción de clase y pertenencia de clase. Entonces creyeron que era algo de afuera y que el pueblo no lo iba a aceptar. Y en tiempo récord lo aceptó. ¿Por qué? No porque la guerrilla sea fabulosa, no porque el pueblo sea fabuloso. No, sino porque el pueblo mismo tenía experiencia de violencia y de lucha que venía haciendo por sí solo.

A.M.C.: Eso estaba fuera de los cálculos de estos señores.

M.A.B.: Eso creo que fue el gran error de ellos, o uno de los errores, y también pensar que Perón se vendía por una presidencia, una cosa así, que lo estimaban muy cortamente a Perón y a todo lo que significaba el movimiento peronista. Ese creo que es uno de los errores, no ver qué tipo de contendiente tienen en Perón.

F.U.: Precisamente, siempre en sus análisis, en sus proyectos políticos, aún en los más sagaces como fue el GAN, subestimaron la envergadura política de Perón y la presencia del pueblo con toda su experiencia. Esto es bastante claro.

M.A.B.: Sí, creo que subestimaron claramente el grado de incidencia que tenía la guerrilla en el pueblo. Creo que lo demuestra la reacción, que fue unánime, de repudio a la masacre.

F.U.: Además, en la campaña es una de las consignas principales de la lucha electoral que reúne a seis millones de votantes, es decir, a más del cincuenta por ciento de los electores argentinos: “Ya van a ver, ya van a ver, cuando venguemos a los muertos de Trelew” es una de las constantes de una campaña que se caracteriza no por sus discursos sino por las consignas, y ésa fue una de las principales, en una campaña que se apoyó en consignas y no en discursos. Bueno, volvamos a esos días. Creo que queda claro el sentido político; creo que está completa la explicación política de la masacre.

M.A.B.: Creo que lo tendríamos que ver con un poco más de profundidad porque nunca lo hemos analizado así a fondo, yo creo que es la primera vez.

R.R.H.: Se ha dicho que la masacre de Trelew fue una decisión de la marina, que Lanusse tuvo que asumirlo o tragárselo en contra de su voluntad o sus deseos de hacerlo. A mí me parece que, en ese sentido, no es cierto; la decisión fue una decisión conjunta, con total acuerdo. No fue un acto de delirio de Mayorga no de ningún descolgado de la Marina, sino que fue un hecho de conjunto.

F.U.: Es decir que adoptaron una política como decían ustedes recién.

M.A.B.: Ahora, lo que sí, les costó mucho instrumentarlo. Yo, lo que no sé, es si ya lo tenían pensado desde un principio o no.

F.U.: Creo que es un poco anecdótico conjeturar si lo tenían pensado desde un principio o no. A lo mejor se les ocurrió de entrada o no; lo que sí, fueron consecuentes con su política.

A.M.C.: Supongo que uno de los elementos que es necesario rescatar -indica la mala evaluación que hacían de esta guerrilla-, es la reacción popular frente a la masacre; y que yo pienso que ya empieza a marcar esa retirada. Porque, a partir de entonces, se empiezan a dar una serie de hechos que articulan las movilizaciones y el accionar de la guerrilla, la táctica de Perón que culmina con el 11 de marzo. Habría que empezar a analizar toda otra etapa, lo que ahí comienza.

F.U.: Algunos compararon Trelew con Moncada. El Moncada nuestro.

A.M.C.: Indudablemente, el régimen comete un error basado en caracterizaciones incorrectas.

R.R.H.: Es decir, es una síntesis. Más que valoraciones incorrectas, pasa que ellos no están en condiciones de producir otra cosa. Recurren a los elementos que tienen como clase. Tienen una visión totalmente errónea de lo que es el pueblo. Recurren a la utilización de la fuerza, de una violencia indiscriminada, que es su forma de mantenerse en el poder; no tienen una práctica de convicción, de persuasión, sino todo lo contrario: su experiencia de poder es una experiencia de fuerza, no es otra. En otro aspecto tienen necesariamente que fracasar, en el aspecto del análisis, del conocimiento del pueblo, el conocimiento del mismo Perón, es imposible que lleguen a comprender cuál es el manejo del General Perón. Es totalmente imposible. En ese sentido están totalmente en desventaja, qué diablos van a comprender ellos.

F.U.: Si entendieran algo, producirían otro tipo de política y dejarían de responder a un interés de clase automáticamente.

M.A.B.: Pero vos fijate que nosotros, en un principio, cuando analizamos el GAN, decíamos qué inteligente, sobreestimábamos su capacidad. Creo que así como los sobreestimábamos a ellos, subestimábamos al movimiento. Porque nosotros teníamos también un desconocimiento de lo que era el movimiento y del grado de desarrollo de su conciencia.

F.U.: Más que subestimación entonces, sería un desconocimiento.

M.A.B.: Sí, pero ese desconocimiento te lleva implícitamente a un acto de subestimación.

R.R.H.: Yo pienso que en análisis que hacíamos nosotros del GAN, decíamos qué inteligente o qué sutil, como habías dicho vos, la maniobra, porque aparecía montada y había elementos dentro del peronismo incluso, que estaban, en fin, que se prestaban para esa política. Y nosotros sabíamos que debíamos combatir a esos elementos; y en el enfrentamiento, se fueron derrotando. Fuimos derrotando a la represión, pero quiero dar a entender que se fue saliendo al paso al plan del enemigo, y así como en aquel entonces nosotros no visualizábamos las elecciones, o mejor dicho, las visualizábamos como tramposas -porque había sido la salida que eligió el enemigo, con las características que el enemigo quería darle-, era lógico nuestro alerta sobre el problema y estábamos dispuestos a darle batalle. Pero pienso que si bien el enemigo hizo evaluaciones incorrectas, por ejemplo la caracterización de Perón (ellos pensaron que se iba a vender por el uso del uniforme y los sueldos atrasados), había otro elemento, como sectores traidores del movimiento dispuestos a servir de base a esa política, a los que había que combatir, ¿no?, y habrá que seguir combatiendo mientras existan. Incluso nuestra visualización del GAN en aquel momento respondía a que ese juego de cosas todavía no se había puesto en movimiento totalmente. Insisto, a partir de agosto por utilizar como mojón la masacre, se dan una serie de hechos que tienen una importancia terrible para esta batalla, como es por ejemplo, el 17 de noviembre.

F.U.: Sí, la graficación de eso es que ustedes a menos de un año, a nueve meses de la masacre, de sobrevivientes casi accidentales de la masacre, hoy en Villa Devoto, en las vísperas de que asuma el gobierno popular, están esperando que venga todo el pueblo concretamente a sacarlos.

M.A.B.: Cosa que no concebíamos ni en los cálculos más optimistas.

R.R.H.: La vez pasada, leyendo los titulares de un diario había uno que decía: “El juego pendular de Lanusse”. Yo pensaba, cómo son Perón y Lanusse las dos contrapartes; si uno jugaba en una forma pendular en lo político, el otro tenía que hacer lo mismo, necesariamente. Lo que pasa es que el general Perón tiene mucha más antigüedad que Lanusse en el juego pendular.

M.A.B.: Lo que pasa es que el juego pendular de Lanusse es una cosita…

F.U.: Este no es un problema de simetría sino un problema de dialéctica.

R.R.H.: Me inclino a pensar que el que llevaba la manija era el general Perón.

M.A.B.: ¡No tenemos líder, eh!

F.U.: Volvamos a Trelew.

A.M.C.: Durante esos días, aparte de la figura del capitán Bravo, que se destaca, como te decía, inmediatamente, hay algunos hechos que de alguna manera preanuncian, que pueden servir de elementos para juzgar que el plan estaba diseñado ya un par de días antes. Era lo que vos contabas los otros días, el día en que apagan las luces del pasillo.

M.A.B.: Es una noche en que nos sacan los colchones a la una de la mañana, apagan las luces del pasillo y se oyen movimientos raros de armas, risas. Decían “bueno, vamos ahora”, “no, no” y cosas así. Era una situación no común, aparte de que había gente extraña que circulaba por los pasillos. Antes, cuando había habido luz, habíamos vistos tipos, caras nuevas.

F.U.: ¿Uniformados?

M.A.B.: No, no. Es decir, van a ser los que nos interrogan, porque esto culmina con un interrogatorio, que para ellos es el primer interrogatorio y para nosotros el segundo. Nosotros le preguntamos a un suboficial qué pasaba y él nos hacía la seña con el dedo como que van a tirar. Como que la cosa viene pesada. Entonces nosotros lo que supusimos era que iba a haber un simulacro de fusilamiento, lo charlábamos entre nosotras, yo estaba con la Sayo Santucho y con la Susana Lesgart y ya dijimos “bueno, ahora en cualquier momento estemos pensando que van a tirar tiros”, incluso decíamos “cualquier cosa, nos ponemos cuerpo a tierra y no nos asustemos”. Estábamos un poco, no digo que asustadas, pero sí bastante tensas con la situación. Y en un momento vos sabés que incluso sacan los candados, hacen un movimiento con los candados. Lo que yo evalúo es que nos abrieron los candados, pensando que por ahí nosotros intentábamos salir, porque hicieron mucho juego con los candados. Y vuelve a pasar ese mismo suboficial y le volvemos a preguntar “qué pasa” y nos sigue haciendo esa seña, y se oye que cargan y descargan las armas, y después no pasa nada. Después nos interrogan. Yo pienso que, en aquel momento, también ya se les ocurría eso, pudo haber sido un intento de que nos rebeláramos, porque aquella noche, no sé si se acuerdan, nos verduguearon como locos, nos tuvieron toda la noche apoyados contra la pared y sin dejarnos dormir.

F.U.: ¿Afuera, en los pasillos?

M.A.B.: No, no, adentro. Nos provocaron mucho, mucho. Me acuerdo que se ponían en el pasillo con un pito y nos ordenaban que nos pusiéramos contra la pared, que nos paráramos, nos sentáramos, nos paráramos, nos sentáramos, así toda la noche.

R.R.H.: Y vos decís que ellos ya tenían alguna decisión sobre…

M.A.B.: Mirá, yo creo que nos estaban provocando.

R.R.H.: ¿A qué hora fue eso?

M.A.B.: Eso fue cuando el primer interrogatorio, unos dos o tres días antes.  Después, a eso de las cuatro de la mañana, nos empiezan a sacar y a interrogar de a uno.

F.U.: ¿Vos no estabas allí?

R.R.H.: Sí.

A.M.C.: Lo que pasa es que Haidar y yo estábamos en las últimas celdas. Realmente había diferencias entre la visión que vos tenías de los marinos que nos custodiaban; generalmente, al fondo llegaba poco de todo esto. Yo, por ejemplo, esa noche, me acuerdo que pensaba “puta, el jueguito que se inventó este Bravo para jodernos”, porque nos poníamos a cabecear con Delfino cuando hacían silencio, y de pronto aparecía el suboficial tocando pito adentro de la celda, a través de la ventana. Es decir, cosa de joderte, dejarte entrar en sueño y despertarte.”

(Fuente: www.elhistoriador.com.ar. Director: Felipe Pigna.

Reiterado aquí sólo con fines didácticos.)

1973: en la Cárcel de Villa Devoto…

Una vez más se percibe el eco de la voz del poeta y académico Gastón Gori, reconocido como ciudadano ilustre en distintas legislaturas municipales y en el Congreso Nacional, también a partir de la década del ’60 incluido en las listas de perseguidos por sus ideas…  Gastón en su libro donde relata vivencias de su infancia, expresó:

“Yo abriría las jaulas del mundo para que, con las alas extendidas, todos los pájaros viviesen libres, tan libres como el viento.  La libertad es un don, insustituible; ella, sólo ella, hace que la vida guste plenamente y que se logren instantes de felicidad.

Os pájaros encerrados se me ocurren poetas perseguidos”…

(En Y además, era pecoso… Santa Fe, Litar, 1982, p. 86.)

A principios del otoño de 1973, Francisco Urondo era uno de los miles de internos en la Cárcel de Devoto y evidentemente percibía otro eco: el de la insistente premisa del coronel Juan Domingo Perón que luego llegó a ser el General; después el tirano prófugo o el general depuesto y ya en la primavera de ese año, por tercera vez presidente de la Nación y teniente general…  Tras sucesivas evocaciones y cuando las pulsiones interiores eran excesivamente intensas, nacía el poema:

La verdad es la única realidad

 

Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973

(Incluido en “Poemas de batalla”, Planeta, 1998)

 

En 1967, Francisco Urondo había publicado otro poema relacionado con la verdad.

En su libro titulado Del otro lado, incluyó…

 La pura verdad

Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.

Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:

siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.

Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor
y miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.

Me avergüenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,

un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.

Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a
cualquiera o aburrir de golpe.

Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi
memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.

El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algún día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos

me recuerden con cariño o descubran mi zapatito
y también vayan muriendo.

No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.

La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.

Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:

sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.

Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no
sirve y se corrompe.

Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida

Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.

Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme

Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.

1974: “El concepto de vanguardia”…

Francisco Urondo publicó en la revista “Crisis” un interesante análisis acerca del concepto de vanguardia:

“Los hechos históricos que estamos viviendo, y que están siendo bien registrados por su natural protagonista –el pueblo– todavía no han sido captados por nuestros artistas e intelectuales. No se ha producido todavía la inmersión de estos grupos en la realidad cabal que se vive en el campo del pueblo. Hay trabas, debilidades objetivas para esta identificación y sólo la práctica, la imaginación y la capacidad creativa de estos artistas e intelectuales irán encontrando los caminos, superando las dificultades hasta que sean suyas las alegrías y las preocupaciones del pueblo.

Pero la superación de estas dificultades objetivas sólo puede darse en la medida en que encaren simultáneamente los problemas ideológicos. El individualismo, el descompromiso, toda la sintomatología del liberalismo, estarán sumándose a las dificultades objetivas que intelectuales y artistas tienen para aportar su tarea a la causa del pueblo.

Por ejemplo, si alguien convierte su dignidad en susceptibilidad no sólo se aísla, trabado por la reticencia, sino que por ese camino indigno, por esa necesidad, deja de respetarse. Y quien deja de amarse no quiere a nadie. Y quien no quiere a nadie, no puede querer a su pueblo, no puede estar metido seriamente en una revolución que el pueblo hace para liberarse. El Che decía que la revolución es un acto de amor. Y es cierto, porque los actos de amor requieren entrega y lucidez.

‘Osar morir de vida’, me recordaba Lezama Lima que alguna vez dijo José Martí. Cuando se considera a la vida una propiedad privada, sólo el heroísmo, con su carga de posteridad o en el mejor de los casos, de búsqueda de inmortalidad, permite la osadía de ponerla en riesgo. Pero el sentido de la osadía que propone Martí no es individualista, sino que responde a una concepción ideológicamente más generosa. Porque la vida no es una propiedad privada, sino el producto del esfuerzo de muchos. Así, la muerte es algo que uno no solamente no define, que no sólo no define el enemigo ni el azar, que tampoco puede ponerse en juego por una determinación privada, ya que no se tiene derecho sobre ella: es el pueblo, una vez más, quien determina la suerte de la vida y de la muerte de sus hijos. Y la osadía de morir, de dar y, consecuentemente, ganar esa vida, es un derecho que debe obtenerse inexcusablemente.”

1998 – “Poemas de batalla”…

El poeta Juan Gelman –también militante revolucionario y compañero de ruta, al decir del poeta galvense José Bartolomé Pedroni-, en el prólogo del libro Poemas de batalla (editado por Seix Barral), necesitó escribir:

“Dicen que un escritor atraviesa al morir un purgatorio de veinte años en la memoria pública. El plazo está más que cumplido para ese gran poeta que fue -que es- Francisco Urondo, caído en combate contra la dictadura militar un día de junio de 1976, a los 46 de edad. Dejaba un libro inédito, Cuentos de batalla, que se perdió en la noche genocida. Como Rodolfo Walsh, como Haroldo Conti, Paco escribió hasta el final, en medio de tareas, urgencias y peligros de la vida clandestina. Para estos pilares de la literatura nacional nunca hubo contradicciones entre la militancia por una patria justa, libre y soberana, y la condición de la escritura. Cuando en este tiempo de la despasión se recuerdan las polémicas de los años 60 -unos pretendían hacer la Revolución en su escritura; otros, abandonar su escritura en aras de la Revolución-, se percibe en toda su magnitud lo que Paco, Rodolfo, Haroldo nos mostraron: la profunda unidad de vida y obra que un escritor y sus textos pueden alcanzar.

No hubo abismos entre experiencia y poesía para Urondo. ‘Empuñé un arma porque busco la palabra justa’, dijo alguna vez. Corregía mucho sus poemas, pero supo que el único modo verdadero que un poeta tiene de corregir su obra es corregirse a sí mismo, buscar los caminos que van del misterio de la lengua al misterio de la gente. Paco fue entendido en eso y sus poemas quedarán para siempre en el espacio enigmático del encuentro del lector con su palabra.

Buitres de la derrota -que siempre se han cuidado mucho cada centímetro de piel- le han reprochado a Paco su capacidad de arriesgar la vida por un ideal. Paco no quería morir, pero no podía vivir sin oponer su belleza a la injusticia, es decir, sin respetar el oficio que más amaba. Él había escuchado el reclamo de Rimbaud: ‘¡Cambiad la vida!’. Estaba convencido de que sólo de una vida nueva puede nacer la nueva poesía. Mi confianza se apoya en el profundo desprecio / por este mundo desgraciado. Le daré / la vida para que nada siga como está, escribió. Fue -es- uno de los poetas en lengua castellana que con más valor y lucidez, y menos autocomplacencia, luchó con y contra la imposibilidad de la escritura. También luchó con y contra un sistema social encarnizado en crear sufrimiento, para que el mundo entero entrara en la historia de la alegría. Las dos luchas fueron una sola para él. Ambas lo escribieron y en ambas quedó escrito.”

(Trascripción literal de textos publicados en Buenos Aires, revista “La Maga”, 05 de diciembre de 2003. Título: “Francisco Urondo, el poeta de la revolución sonada”.  “Nota del 1 del 7 de 1999. Producción: Vicente Zito Lima”.)

En la citada página web también se alude a “la reciente aparición del libro de Francisco Urondo” y se reconoce que tal edición “permite rendir homenaje a quien simboliza la coherencia de un artista, de un intelectual que se entrega con cuerpo y alma a la histórica, demanda de construir un mundo nuevo, donde la muerte ya no sea el obligado precio de nuestra existencia.”

Un toque de “Clarín”…

El 13 de setiembre de 1998, desde el Diario Clarín de Buenos Aires, Daniel Freidemberg recordaba que “su poesía no había vuelto a ser publicada desde que en 1972” apareció Todos los poemas, donde reunía los ocho libros que tenía escritos hasta entonces. Para esta antología, su amigo Juan Gelman reunió sesenta y nueve textos de seis de esos libros y del inédito Cuentos de batalla, no sin polemizar en el prólogo con ciertas opiniones acerca de una incompatibilidad entre la escritura y la militancia.”

Luego explica que ese título no fue elegido por el poeta Juan Gelman que escribió el prólogo, y que desde su punto de vista “lo vuelven poco adecuado. Por un lado, porque la asociación que fácilmente puede hacerse con la militancia política de su autor sólo parcialmente se corresponde con su temática, pero además porque no hay nada ‘de batalla’ en esta poesía, en tanto se dice ‘ropa de batalla’ o ‘caballito de batalla’ para designar lo más descartable, lo usual y poco elaborado.”

2001: “Plantar un árbol”…

Se ha insistido en que el hombre debiera tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol; en las últimas décadas del siglo veinte se agregó “donar un órgano” para que se pudieran seguir haciendo los trasplantes.

Sabido es que Francisco Urondo concretó las dos primeras creaciones y aunque no hay información acerca de si plantó un árbol.

En Mendoza un cuarto de siglo después del fallecimiento de él y su mujer, que entonces llevaba a su hijita Angie en brazos… informó que Ángela, a comienzos del tercer milenio ya una mujer adulta, el 17 de junio que coincidía con la celebración del día del padre, decidió plantar un árbol en la esquina donde cayeron abatidos sus padres. Allí, el vuelo de los pájaros en libertad seguirá siendo otro símbolo mientras en distintas latitudes, algunos quizás rememoren lo expresado por el talentoso Gastón Gori: “los pájaros encerrados se me ocurren poetas perseguidos”…

En el mismo diario, Oscar D’Angelo el 18 de diciembre de ese año, con el título “Poesía y Revolución” publicó otra aproximación a la trayectoria de Paco Urondo y aludió a ese homenaje, incluyendo una fotografía del árbol que también es símbolo de esperanza…

En los párrafos finales, el periodista expresó:

“El 17 de junio de 2001, a 25 años de la muerte de Francisco Urondo coincidiendo con el Día del Padre, su hija Ángela Urondo plantó un árbol en la esquina en que murió su padre y desapareció su madre, aquel otro 17 de junio de 1976.

Mientras se estaba llevando la operación de cavar el hoyo y colocar allí el arbolito un señor mayor, con paso cansado y muy curioso, se acercó al lugar. Se trataba del mismo hombre que recibió a la pequeña en aquel momento trágico un cuarto de siglo atrás. El abrazo de Ángela Urondo con aquel vecino y el arbolito que crece allí, será para la historia de nuestro pueblo un símbolo de vida y de amor, de poesía y de lucha.”

2003: vigencia de Paco Urondo y de Julio Cortázar…

El 23 de enero de 2003, con el título “Julio Cortázar, un continente y un libro”, desde la página web de “La Fogata”, Jaime Galarza Zavala informaba que “…el 20 de enero de 1973, una enorme humanidad trasponía la estrecha puerta de una celda del Penal García Moreno, tenebrosa prisión de Quito, la capital ecuatoriana. Era Julio Cortázar…” y había llegado hasta ahí para conversar con el escritor casi prisionero… Al rememorar aquella circunstancia, necesitó escribir:

“Uno de los más hermosos y decididos gestos de Julio, en este mismo rumbo de solidaridad, fue su tentativa de visitar en Buenos Aires, luego de Quito, a otro prisionero político, Francisco (Paco) Urondo, poeta, ensayista y periodista argentino, acusado, él también, de actos subversivos. Los sabuesos de la dictadura no lo permitieron, por lo cual Julio publicó en el periódico Liberación una epístola titulada Carta muy Abierta a Francisco Urondo, en la que dice: ‘Si a vos no se te puede ver, resulta que a otro sí. Me las arreglé en Quito, hace apenas dos meses, para ir a pegarle un abrazo a Jaime Galarza. Hablamos largo del Festín y de otros petróleos de este continente, yo aprendí algunas cosas, que acaso serán útiles cuando vuelva a Francia… Ahora sé de veras quién es Jaime Galarza, ahora me siento más fuerte porque su prisión, las cicatrices de la tortura en sus muñecas, serán, como otras tantas, parte de mi fuerza’.

Julio no pudo ver libre a Paco Urondo. Liberado al cabo de unos meses, la dictadura intentó detenerlo nuevamente; esta vez el valeroso argentino defendió a tiros su libertad, que era la de su pueblo, pero cayó acribillado. Julio sufrió mucho por esta muerte, que también a mí me marcara con fuerza, aunque nunca conocí a este hermano en el dolor y la esperanza de América Latina. Hermano que, curiosamente, había nacido en el mismo año que yo naciera, padecía el mismo mal de las letras y combatía por los mismos sueños.

Después de la caída de Paco Urondo, Julio redobló sus esfuerzos en Europa contra las dictaduras que asolaban al continente, bajo el doble signo del fascismo y la CIA.” /…/

2003: “Francisco Urondo: La palabra en acción”…

El libro publicado por Ediciones Homo Sapiens con el título “Francisco Urondo: La palabra en acción – Biografía de un poeta y militante, obra del escritor Pablo Montanaro fue presentado en Buenos Aires el miércoles 18 de junio de 2003 con los auspicios de la Biblioteca Popular “Julio Huasi”, acompañando al autor los periodistas Carlos Aznárez y José Luis Mangieri..  En la ciudad natal de Paco Urondo el autor lo presentó en la primavera -el 4 de diciembre a las 19-, durante la Feria del Libro y en la Sala “Luis Di Filippo”.  Estuvieron invitados para acompañar al autor, dos amigos de Paco Urondo: el periodista Jorge Conti -de la radio de la Universidad- y el destacado hombre de teatro Rubén Chiri Rodríguez.   Provocaron intensa emoción los recuerdos que en esa circunstancia  permitieron a quienes escuchaban, ir más allá del libro y aún de las palabras.  Chiri reveló su admiración por ese amigo con quien había compartido noches casi interminables y también rememoró el último encuentro, cuando Urondo observaba desde la ventana de un primer piso los edificios cercanos y como era espontáneo en él, con cierta ironía murmuraba que era asombroso que él pudiera estar ahí mirando -sin ningún riesgo-, mientras cerca de ese lugar, bastante cerca, estaban quienes tenían la misión de perseguir, de buscar…

Algunos párrafos de esa biografía..

Una aproximación a la biografía de un poeta y militante escrita por el periodista Pablo Montanaro permite esbozar un perfil:

“Urondo, el mujeriego más codiciado de los ‘70, capaz de enamorarse perdidamente de cuanta mujer le sonriera.

Urondo, el padre de tres hijos: de su primer matrimonio, Javier y Claudia (esta última desaparecida en 1976 y cofundadora con él de las FAR), y Ángela de su último matrimonio, que se salvó milagrosamente en el tiroteo que lo llevó a la muerte en Mendoza. Urondo, el novelista premiado por Los pasos previos. El estratega militar del atentado a José Ignacio Rucci.

Urondo, ese poeta-periodista capaz de lograr una de las entrevistas más intensas de la historia del periodismo argentino: La patria fusilada.
Urondo murió el 17 de junio de 1976, cuando, al concurrir a una cita de control de la organización Montoneros, se dio con que había sido delatado.

Trató de huir pero lo encerraron. Se resistió, pero al ser herido detuvo su auto y se tomó su pastilla de cianuro. “A mí, con vida no me agarran”, le había confesado a su hermana unas semanas antes. La organización lo había enviado a Mendoza con la misión de re-organizar la columna militar de Montoneros.

Francisco Urondo fue el poeta-militante capaz de escribir: “Estoy con pocos amigos y los que hay / suelen estar lejos y me ha quedado / un regusto que tengo al alcance de la mano / como una arma de fuego (…) Prematuramente, con un pie / en cada labio de esta grieta se abre / a los pies mi gloria: saludo a todos, me tapo / la nariz y me dejo tragar por el abismo”.

¿Sólo eso? No. Urondo fue más allá: “Milito porque busco la palabra justa”.

(Comentario de  Carlos Gazzera, publicado el miércoles 28 de mayo de 2003, en “La Voz del Interior” de Córdoba.)

Francisco Urondo: herencia perdurable…

El legado de Urondo sin ser tangible es ponderable: la coherencia entre su discurso y sus actitudes; esa resonancia que entre trinos, clarinadas, granizadas y tiroteos, emerge de sus poemas…

Las palabras que componen esta trilogía simbolizan su peregrinaje en el Camino:

Milonga del marginado paranoico

Parece mentira
que haya llegado a tener
la culpa de todo lo que ocurre
en el mundo; pero es así. Han tratado
de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,
me han dado razones de peso técnico largamente
formuladas y
parcialmente ciertas. Pero
yo sé que soy culpable de los dolores
que aquí siento y recorren el mundo; de las soledades
que lo van vaciando: quisiera saltar
como Juan L. Ortiz, vociferar
como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me ganaron
de mano; segundo, no me sale bien y aquí
empieza todo nuevamente: otro sufrimiento
igual a diapasones y recursos
que conozco perfectamente y que no vale la pena
repetir: primero, para no emularlos; segundo, porque
tendré que ir
reconociendo que no he sabido
hacerme entender. Y esto es agudo como un ataque
que nos traga la lengua; pido entonces disculpas
por la mala impresión, por las exageraciones.

No puedo quejarme

Estoy con pocos amigos y los que hay
suelen estar lejos y me ha quedado
un regusto que tengo al alcance de la mano
como un arma de fuego. La usaré para nobles
empresas: derrotar al enemigo –salud
y suerte–, hablar humildemente
de estas posibilidades amenazantes.

Espero que el rencor no intercepte
el perdón, el aire
lejano de los afectos que preciso: que el rigor
no se convierta en el vidrio de los muertos; tengo
curiosidad por saber qué cosas dirán de mí; después
de mi muerte; cuáles serán tus versiones del amor, de estas
afinidades tan desencontradas,
porque mis amigos suelen ser como las señales
de mi vida, una suerte trágica, dándome
todo lo que no está. Prematuramente, con un pie
en cada labio de esta grieta que se abre
a los pies de mi gloria: saludo a todos, me tapo
la nariz y me dejo tragar por el abismo.

Muchas gracias

Sirve y me inclino
ante tu palabra, luz de mi pensamiento. Abrirán
las puertas, dejarán entender: los artistas, los
intelectuales, siempre
han sacudido el polvo de la realidad; descubrieron
caminos, emancipaciones
que no siempre lograron recorrer: era
prematuro en algunos casos, en otros fue distinto
–convengamos–, otras palabras son, bajar
la corredera de la mira, buscar con el guión
y dar justamente sobre algo que puede
moverse; un bulto,
un meneo a menos de cien metros
de tu corazón vulnerable, también enemigo.

La suerte ha dejado aquí de andar
fallando: se encendió la luz y pudo verse el caos, las
flagrancias: esa mano
allí, esta codicia; el miedo y otras mezquindades se pusieron
en evidencia y el amor
no aparecía por ninguna parte. Recompuestos
de la sorpresa, rendidos ante los hechos, nadie
pudo negar que en este país, en este
continente, nos estamos todos muriendo de vergüenza.

Aquí estoy perdiendo amigos, buscando
viejos compañeros de armas, ganándome tardíamente
la vida, queriendo respirar
trozos de esperanzas, bocanadas de aliento; salir
volando para no hacer agua, para
ver toda la tierra y caer en sus brazos.

(De “Poemas Póstumos”…)

Lecturas, vivencias y síntesis: Nidia Orbea de Fontanini.

 

 

 

 

 

 

 

[1] Releo estas páginas y rememoro lo escrito en un libro publicado a fines del siglo veinte, interesante recopilación de Jorge Campana –funcionario de la Subsecretaría de Cultura durante casi cuatro décadas-, titulado Crónica sobre la política cultural de los gobiernos santafesinos 1920-1999; Ediciones Culturales Santafesinas, octubre de 1999.  En la pág. 65, releo: “Por Decreto Nº 1715 del 16 de junio de 1958 se designó Director General de Cultura al Sr. Francisco Reynaldo Urondo, quien de inmediato se abocó al estudio y planificación de la reestructuración del organismo. Hay que destacar los fundamentos que prologaban el informe oportunamente elevado por Urondo, en el que manifestaba que las ideas generales sobre cultura, planificación democrática y organización de la planificación se basaban en las concepciones de la antropología cultural de ese momento (obras de Ralph Linton y Karl Mannheim entre otros). Jorge Campana nombra a Francisco Urondo en tiempos del gobernador Dr. Aldo Tessio (12 de octubre de 1963 a 28 de junio de 1966); cuando el titiritero poeta José Bartolomé Pedroni asumió la Dirección General de Cultura, tenía 64 años “y no había desempeñado nunca la función pública”. (p. 81) Fue en ese tiempo que Pedroni impulsó el programa de Promotores Culturales que trabajaban en acciones coordinadas con veinte municipalidades.  Dice Campana en la página siguiente: “Todo esto conmovía. Todo esto lo hacíamos un grupo de personas que desde 1959 nos habíamos enamorado de la idea. Jefes como Urondo, Vasconi, Torres, Turri, Virasoro y ahora Pedroni, personas formadas y formales, de distintas ideas políticas y filosóficas, tomaban la iniciativa de la promociones como una carrera de postas, pero sin poder zafar de ese corsé de hierro que es el Presupuesto”. Comenta en ese párrafo que él era secretario Coordinador, también destaca “el denodado esfuerzo de los habilitados Vicente Mastronardi de Santa Fe” -persona noble que conocí en el seno de su familia-; y Oscar Schmuch en Rosario”…

[2] Treinta años después de aquel trabajo como director de la revista “Noticias”; el periodista Miguel Bonasso es diputado Nacional y mientras estoy releyendo estas páginas para elaborar los índices –112 de octubre de 2004-, escucho que desde el televisor se expande la voz de Bonasso hablando de “los transversales” que impulsan un movimiento político que de acuerdo de los discursos, reconoce el liderazgo del doctor Néstor Carlos Kirchner, presidente de la Nación, ex intendente de Río Gallegos y ex gobernador de Santa Cruz; en esas funciones desde el 25 de mayo de 2003 después de obtener poco más del 21 % de los votos de los ciudadanos argentinos, no habiéndose presentado el doctor Carlos Saúl Menem para “la segunda vuelta” teniendo en cuenta las alianzas que se habían estructurado con el propósito de impedirle ejercer el tercer período presidencial.  Dijo bien Bonasso, que “algo” de experiencia en periodismo tiene… también como escritor.  Autor de El presidente que no fue –refiriéndose al doctor Héctor José Cámpora con interesantes aportes acerca de los grupos armados y políticos que estaban activos en ese tiempo-;  en México, en septiembre de 1983 terminó Recuerdo de la muerte donde lo literario llega al deslinde del terrorismo: intrigas espionaje, torturas, muerte, nombres y apellidos, iniciales… ¡su estilo!…

[3] Escuché un relato estremecedor de la hija, refiriéndose a cómo la alzaron y protegieron en aquella circunstancia.  En esa esquina, un árbol es el homenaje al poeta-periodista-político…

[4] Juan Laurentino Ortiz era más conocido como Juanele Ortiz; nacido en Puerto Ruiz el 11 de junio de 1896. Cursó la escuela primaria en Villaguay,  se recibió de maestro en Gualeguay y a los 17 años viajó a Buenos Aires donde se vinculó con escritores y políticos, entre ellos Manuel Ugarte.  No aceptó el ofrecimiento para trabajar en el diario Crítica y volvió a Gualeguay para trabajar como empleado del Registro Civil. Con su esposa Gerarda Irazusta, tuvieron un hijo: Evar y se trasladaron definitivamente a Paraná -la capital entrerriana- en 1942.   A fines de la década del ’50 viajó a China, estuvo con Mao; también estuvo en Madrid, en París…  Jubilado no con los años cumplidos sino con “un retiro” porque según ha declarado ante periodistas “estaba cansado”.  Falleció el sábado 2 de septiembre de 1978. La desaparecida Biblioteca “Constancio C. Vigil” de Rosario,  en la década del ’60 editó tres tomos dedicados al destacado poeta entrerriano: En el aura del sauce. El escritor y académico José Luis Víttori, en uno de sus libros ­-“La región y sus creadores”, p. 65-, rememoró algunas vivencias junto al destacado periodista y escritor Luis Gudiño Krämer -otro entrerriano-, y contó que con su esposa Raquel Gómez, “compartían con él y Clorinda un plato de Quaker con leche y azúcar sentados en la vereda, mientras se conversaba animadamente.  Otros invitados eran Amado Villanueva y Marcelino Román.  Había otros menos íntimos, de paso, digamos, con quienes podía disfrutarse de una velada fuera de programa, como Juan L. Ortiz y Hugo Gola».  ¡Todo es historia de la Historia de los argentinos!…

 

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