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1908 – Legislatura de Santa Fe

1908 – Legislatura de Santa Fe.

26-03-1908: sesión preparatoria en la Cámara de Diputados.

Renuncia del secretario: treinta años de servicios.

Colegio Nacional de Santa Fe.

Escuela de Maestros Rurales en Coronda.

Educación: cuentas pendientes.

Becas para Pintores y más subvenciones.

Ecos del poeta español José Zorrilla… (Valladolid, 1817-1893)

Subvención sin presupuesto.

Fallecimiento del Dr. Gabriel Carrasco.

Juicio político.

Debate con matices de literatura universal

Debate con tonos teatrales.

Proyecto: sede de la Legislatura.

Dirección General de Salubridad Pública.

1908: Monumento a Urquiza en Paraná.

 

1908 – Legislatura de Santa Fe

26-03-1908: sesión preparatoria en la Cámara de Diputados.

En la sesión preparatoria del 26 de marzo de 1908 se reconocieron los diplomas de los diputados electos: Alejandro Lamothe, Dto. La Capital; Clodomiro Barletta, Carlos J. Fragueiro, Pedro L. Nicolorich y Alfredo J. Rouillón; Hernán Saavedra Lamas, Las Colonias; Héctor S. López, San Jerónimo; Elías Alvarado, San Lorenzo; Fernando E. Centeno, Constitución y José Cibils por Vera.

Por unanimidad fue reelecto para presidir la Cámara el Dip. Alejandro Lamothe, vicepresidente primero Elías Alvarado y segundo Héctor S. López, prácticamente por unanimidad.

Integraron la comisión de asuntos constitucionales los Diputados Dres. José Ignacio Peiteado, Víctor V. Pesenti y Héctor S. López; la de Hacienda los Dip. Elías Alvarado, Pedro Lino Funes y Hernán Saavedra Lamas; la de Instrucción Pública y Agricultura los Dip. Dr. José Oliva, Eduardo L. Echagüe y José Cibils; la de Peticiones y Poderes Dip. Dr. Clodomiro Barletta, Carlos J. Fragueiro y Fernando E. Centeno; la de presupuesto y Cuentas Dip. Eduardo Oliveros, Manuel López Zamora y Carlos T. Arguimbau.  Integraban además la Cámara, los diputados Biancofiore, Boero, Brignardello, Cabal A., Cabal J., Cullen, Escobar, Fernández, P. L. Funes, Díaz; Franco, Freyre, Gainza, García Alberdi, Fenelón Guevara, Iturraspe, Lamas, Larrechea, Leiva, Mendieta, Niklison, José Oliva, Oliveros, Palenque, Peirano, Alfredo J. Rouillón y Zavalla.

Renuncia del secretario: treinta años de servicios…

En la sesión del 11 de abril se consideró sobre tablas, la renuncia del secretario de la Cámara D. Luis T. García, con treinta años de servicios consecutivos en esa Cámara como escribiente, prosecretario y secretario.

El Dip Peiteado planteó la necesidad de disponer de más personal en la secretaría, por cuanto “figuran dos secretarios con un oficial 1º”, proponiendo que se nombrara otro oficial, siendo imprescindible que cada secretario disponga de un escribiente.

Se votó para determinar el nuevo secretario, obtuvo 18 votos el señor Arturo G. Maciel y 4 el señor Torcuato Arzeno.

Inmediatamente se sancionó el proyecto de aumento de personal y el incremento de sueldo a los secretarios.

Era jefe del Cuerpo de Taquígrafos D. Guillermo Cabello.  [1]

(Destacado educador, profesor en la Escuela Nacional de Comercio “Domingo Guzmán Silva” de la capital santafesina, incluso de Castellano, Literatura e Historia, en aquellas primeras décadas del siglo veinte.)

Colegio Nacional de Santa Fe: expropiación de terrenos…

El 25 de junio de 1908 el gobernador Pedro Antonio Echagüe y el ministro de Hacienda Juan Arzeno remitieron un mensaje a la Legislatura con un proyecto de ley autorizando a pagar algunos créditos pendientes, entre ellos para la “expropiación de los terrenos de propiedad particular entre las calles Salta, Urquiza, 4 de Enero y Mendoza para edificio del Colegio Nacional, $ 18.000.-”, ingresando en la Cámara de Diputados el 30 de junio de ese año.

Escuela de Maestros Rurales en Coronda

La Comisión de Instrucción Pública -Diputados Oliva y Echagüe-, firmaron el dictamen favorable a la creación de una escuela mixta de maestros rurales en la cabecera del Dto. San Jerónimo, teniendo en cuenta “la escasez de maestros que se observa en los centros rurales” debido a que “muchos de los que siguen esa carrera, optan por quedarse en las ciudades, que les ofrece mayores horizontes, negándose a ir a prestar servicios en la campaña, porque no se pueden habituar a la vida de esos pequeños centros que no les ofrece ni el confort ni las comodidades que encuentran en los grandes centros de población.  Esa situación era común a otras provincias y en la Capital Federal se había autorizado a ejercer la docencia a los alumnos de cuarto año del magisterio.

Durante el breve debate, el Dip. Arguimbau destacó que “muchos maestros rurales con títulos de maestros y profesoras, y que eran los que expedía la extinguida escuela normal de esta ciudad en los últimos tiempos… prefieren estar sirviendo de ayudantes con el reducido sueldo de sesenta pesos por el sólo y exclusivo propósito de asistir al corso de la calle San Martín antes que ir a la campaña con un sueldo de 100 pesos”.

Risas y concluido el debate, el proyecto fue sancionado.

Educación: cuentas pendientes

El 5 de marzo de 1908 el Poder Ejecutivo autorizó -ad referendum de la Legislatura-, el pago de $ 800.- m/n. al Dr. Clementino S. Paredes por honorarios devengados en el sumario al ex inspector de escuelas Alejandro M. Giménez correspondientes al ejercicio vencido de 1905.

Había atraso en el pago de becas y el  27 de abril de 1908 el gobernador Pedro Echagüe y el secretario de Estado en el Departamento de Hacienda, Instrucción y Obras Públicas Juan Arzeno, remitieron a la Legislatura el proyecto de ley -ingresado en la sesión del 5 de mayo de 1908-, para la autorización de los fondos necesarios a fin de pagar la beca concedida al joven Belisario Supisiche, desde el 29 de mayo al 31 de diciembre de 1906.

En esa oportunidad ingresó la renuncia del Dip. Arzeno por cuanto había asumido aquellas funciones, y correspondía automáticamente su cese como legislador.

Becas para Pintores y más subvenciones

En la sesión del 10 de junio de 1908, se consideró el proyecto de ley presentado por el Dip. F. de Larrechea, otorgando una subvención de $ 60.- oro sellado al pintor Augusto J. Olivé para “proseguir sus estudios de pintura en Europa”, con la obligación de entregar anualmente “un certificado otorgado por la academia en que practique sus estudios, debidamente legalizado por el cónsul argentino” a partir del 1º de enero de 1909.

El secretario de la Cámara leyó un certificado de estudios “sobresaliente y distinguido”, otro “de aplicación, conducta y contracción al estudio”, y el autor de la iniciativa manifestó que “bien merece nuestra ayuda, esta modesta beca, ya que las condiciones de fortuna de sus padres ha variado por completo de un año a esta parte, después de haber ocupado esa familia una distinguida posición pecuniaria y social en la ciudad del Rosario, manteniendo hoy todas sus buenas relaciones”.

Hubo un breve debate y el Dip. Arguimbau se opuso, insistiendo en que tampoco estaba de acuerdo con las becas para estudiar agronomía en Estados Unidos; advirtiendo que en octubre de ese año se convocaba a los aspirantes a becas y que en esa oportunidad podría el joven Olivé acceder a ese apoyo económico.  Subrayados aquí.

Destacó que con ese importe se podía “costear una escuela de 120 niños, y hay muchos niños… que necesitan aprender a leer y a escribir para darse cuenta de las bellezas de la pintura”-  En consecuencia, pidió a sus “honorables colegas”: “seamos firmes en el propósito de cerrar nuestros oídos y el corazón a la voz simpática del pedido que se nos hace…” Sugirió que lo resolviera “quien más interés puede tener en estas cosas, la Municipalidad de Rosario”.

El Dip. Mendieta aclaró que esa municipalidad le había otorgado una subvención de $ 50.- durante dos años para que completara sus estudios en Buenos Aires.

Otorgar becas y “suprimir” inspectores de distintas categorías…

El autor de la iniciativa manifestó que antes de eliminar las becas sería conveniente “comenzar a suprimir todo ese ejército de inspectores de distintas categorías y diversos caracteres que gozan de crecidos sueldos… éstas son las verdaderas economías que deben hacerse en el presupuesto y no, empleando una frase vulgar, la economía del loro; como sería tratar de suprimir las becas suprimir la ilustración de esa juventud que va a educarse a Europa desde donde volverá convertido en un hombre útil, capaz de dar brillo a su apellido y a su patria.”  Subrayado aquí.

El fomento de las Artes…

El Dip. Funes al fundamentar su voto afirmativo, hizo una breve reseña:

“En todos los parlamentos del mundo, por más angustiosa que haya sido la situación financiera del estado, por grandes que hayan sido las dificultades porque haya pasado el erario público, jamás se han producido debates invocando razones de economías cuando se trata del fomento de las artes.

Ecos del poeta español José Zorrilla… (Valladolid, 1817-1893)

Dijo el diputado Funes:

Recordaré un hecho elocuente: en el parlamento español, después de la caída de la república por el pronunciamiento de Sagunto encabezado por Martínez Campos, se trató allí en el parlamento con mayoría monárquica ya, de conceder una pensión al poeta Zorrilla.

En el informe fundando el proyecto se dijo que se pedía para un poeta, para un artista que tenía desequilibrado su presupuesto doméstico, una suma insignificante al lado de la que disfrutan los ministros que desequilibran los presupuestos de las naciones.

Y bien; a pesar de la angustiosa situación por que cruzaba el erario, no se invocaron entonces razones de economía y se aprobó la pensión al poeta Zorrilla.

Y esto sucede en España, un país latino; de la misma manera podría citar antecedentes de Inglaterra, país de origen sajón, y por consiguiente, más prácticos.

No se crea que la gloria de una nación, su progreso, su adelanto depende exclusivamente de las fábricas que se levantan; depende también de esas manifestaciones de arte que la honran y la glorifican.

Grecia… es más famosa por Fidias, por Praxíteles, por Apeles y por todos esos grandes artistas, que por los labradores que haya tenido y por los mecánicos y grandes industriales que han podido florecer en la época”.

(Una conclusión que todavía podría constituir un desafío ante determinados estudios sociológicos…)

Subvención sin presupuesto…

En la sesión del 27 de abril de 1909, ingresó en la Legislatura el mensaje del Poder Ejecutivo referido a la Ley Nº 1.479 “acordando al señor Augusto J. Olivé una subvención de setenta pesos oro mensuales para proseguir sus estudios en Europa”, que no se había incorporado al presupuesto, siendo necesario que por otra ley se autorizara ese pago a partir del 1º de enero.

El proyecto pasó a la Comisión de Hacienda; al día siguiente se firmó el despacho favorable y sin discusión fue sancionado.

En consideración el pedido de aumento de su beca, planteado por el pintor Pedro A. Zavalla, “para lo cual adujo razones de moral”, por cuanto con $ 70.- sólo podían llevar “una vida precaria y deficiente”, el Dip. Arguimbau propuso que se elevaran a $ 150.– oro, acordándolas hasta que terminen la carrera -aunque como dijo el mismo diputado-, “la carrera de la pintura no tiene límites”.  Finalmente el proyecto fue aprobado y los pintores pudieron profundizar sus impresiones en torno a las vanguardias europeas.

Fallecimiento del Dr. Gabriel Carrasco

Durante la sesión del 9 de junio de 1908 el Dip. Biancofiore propuso un homenaje “a un hijo distinguido de Santa Fe, que acaba de fallecer en la Capital Federal, el Dr. Gabriel Carrasco”, quien “ha ocupado altos puestos en la provincia, ha sido ministro, intendente de la ciudad de Rosario, miembro de la Convención Reformadora de la Constitución de la provincia” y diputado provincial.  Los presentes se pusieron de pie en silencio y se dispuso enviar una nota a “la viuda poniéndole de manifiesto la resolución” de esa Cámara.

Juicio político

La legislación del juicio político “tenía algunas lagunas” cuando se reunió la convención reformadora de la Constitución de la provincia de Santa Fe e intentó subsanar esas omisiones, sin concretarlo porque no estaba autorizada para ello.

En la sesión del 12 de mayo de 1908 se consideró el proyecto de ley presentado por el Dip. Víctor R. Pesenti, que en el art. 1º establecía que “los funcionarios y empleados públicos de la provincia serán responsables directamente ante los tribunales ordinarios de las faltas que cometiesen en el ejercicio de sus funciones y de los daños que ellas causaren”, entendiéndose por tales actos los que se opongan a leyes vigentes o los que excedan a las facultades que se les haya conferido.  En el art. 3º se disponía que no era causa de justificación “el proceder en virtud de órdenes de los superiores jerárquicos”.

El mismo día el Dip. Pesenti presentó un proyecto de juicio político, de modo que “todo habitante de la provincia, mayor o menor de edad, nacional o extranjero, por sí o por representante legal, tiene derecho de acusar ante la Cámara de Diputados a los funcionarios mencionados en el art. 122 de la Constitución provincial, por actos que hayan causado agravio moral o material y que impliquen mal desempeño o delito en el ejercicio de sus funciones o crímenes comunes.  En sucesivos artículos se determinaba el procedimiento y en el art. 12 se advertía que “la renuncia del funcionario acusado después de iniciarse el juicio político, no suspende el juicio a los efectos de la interdicción política que corresponda”.  En el artículo siguiente se determinaba que “el juicio político sólo podrá iniciarse en la sala de la Legislatura y la declaración de haber lugar a la formación de causa deberá hacerse en sesión pública anunciada en la prensa con dos días de anticipación por lo menos”.  En el art. 17 se establecía que “Corresponde al Senado juzgar a los acusados por la Cámara de Diputados, debiendo los senadores en alta corte, prestar juramento para ese acto.  Cuando el acusado sea el Gobernador o Vice, presidirá el Senado el presidente del Superior Tribunal sin voto en el fallo”.

En esa oportunidad, el Dip. Barletta recordó que “la primera provincia que reglamentó el juicio político fue Córdoba, siguiéndole Entre Ríos, Corrientes, Santiago del Estero y Tucumán”.  Al fundamentar su proyecto, el Dr. Víctor Pesenti hizo una extensa reseña histórica, con ejemplos de distintos países.

“Desde los clásicos tiempos de Atenas y Roma, la responsabilidad directa de los funcionarios fue admitida, siendo famosos en la historia los cuatro procesos provocados por Demóstenes y Cicerón que motivaron acaso las ovaciones más grandilocuentes de la antigüedad”.

“Rusia -y no es de extrañarlo de un país que gime bajo la férula de un zar que no ha sabido siquiera dorar con el fuego de las victorias militares en guerras internacionales las cadenas con que aherroja a su pueblo-, Rusia, ha adoptado el sistema de la irresponsabilidad absoluta de los funcionarios ante los particulares.  Francia, debido al principio exagerado que allí reina de la división de poderes, y a su centralismo administrativo, ha creado el sistema de la responsabilidad indirecta de los funcionarios.  Pero en Inglaterra como en los Estados Unidos ha prevalecido el principio que debemos seguir y que ya está en nuestras leyes, ante el cual si un hombre acepta un empleo una función que interese al pueblo y al estado, y sobre todo, si recibe un salario por sus servicios, debe ser responsable ante los tribunales comunes de los actos que cometa con violación de los deberes de su cargo o empleo”.

“Los ingleses, independientemente de la acción judicial que compete a todo individuo contra los malos empleados, tienen leyes que les garanten hasta el derecho de resistencia individual contra actos ilegales.  Fishel en su Historia Constitucional de Inglaterra, recuerda un caso sucedido en el período de la reina Ana.  Un agente quiso arrestar ilegalmente a una mujer; un tal Tooly tomó la parte de la detenida y llegando a las vías de hecho dio muerte al agente.  El tribunal que lo juzgó presidido por Holt -un célebre jurisconsulto- declaró que la detención ilegal de una persona, motivaba la determinación del transeúnte de concurrir a su defensa; que toda tentativa de privar de la libertad a un súbdito británico es una provocación a todos los ingleses, por lo que absolvió al acusado.  Y como en Inglaterra, en Estados Unidos, en Bélgica y Suiza, predomina el principio de la responsabilidad directa del agente administrativo”.  Recordó luego el Diputado Dr. Víctor Pesenti que de acuerdo al art. 1109 del Código Civil, “Todo el que ejecuta un hecho que por su culpa o negligencia ocasiona daño a otro, está obligado a responder por sus consecuencias civiles” y recordó el juicio contra el intendente municipal de Buenos Aires Torcuato de Alvear, demandado por el propietario Bunge “por negativa a fijar una línea de edificación, responsabilizándolo por los años y perjuicios que había sufrido”.  El juez Dr. Basualdo se declaró incompetente y la Cámara de Apelaciones siguiendo la doctrina sustentada por su Fiscal Dr. Jerónimo Cortés, revocó la sentencia y declaró la procedencia de la acción ante los tribunales ordinarios.  “Esa doctrina mereció el aplauso del Dr. Lucio López” porque “el Código Civil sanciona la responsabilidad directa de los funcionarios”.  Recordó el Dip. Dr. Víctor Pesenti que en el año 1885, el Coronel Acevedo dirigía el diario “El Debate” cuando se publicó un comentario contra el Senador Zapata Calasa, entre otros.  El jefe de policía detuvo al Coronel por orden de la Cámara de Diputados, considerada incompetente y en consecuencia hubo una denuncia.  Se declaró incompetente el juez Dr. Tedín y “la Suprema Corte declaró que la justicia debía entender en la causa, y la justicia federal en ese caso, porque la acción emergía de actos ejecutados en comisión de una de las Cámaras del Congreso siendo la cuestión principal de privilegios parlamentarios”.

Debate con matices de literatura universal

Con respecto a algunos antecedentes de juicio político recordó “el famoso caso del virrey de la India Warren Hasting”, en el juicio planteado el 13 de febrero de 1788, “que duró siete años y que hizo decir al acusado que “una generación lo sentó en el banquillo y otra pronunció su sentencia absolutoria”.  Aludió a lord Macaulay –Mac Kaulay-, quien “con magistrales brochazos de su pluma maestra describe aquel solemne juicio político. La Alta Corte del Parlamento Británico debía reunirse en 1783 para juzgar a un inglés acusado de haber ejercido actos de tiranía sobre la ciudad santa de Benarés y sobre las princesas… y de haber cometido grandes violaciones al derecho de gente y al privado.  Era el lugar digno del proceso.  Allí se habían reunido los jueces en la gran sala de Guillermo el Rojo, bajo cuyas bóvedas resonaron en otro tiempo las aclamaciones con que fueron saludados a su advenimiento treinta reyes; la misma sala donde con tanta justicia se condenara a Bacon y se absolviera a Somers; donde pudo la elocuencia de Strafford contener por algún espacio a un partido victorioso y lleno de justo enojo, y donde el rey Carlos I arrastró con faz serena las iras y tempestades del tribunal que debía juzgarlo.  No faltaron tampoco las pompas civiles y militares para la mayor grandeza del acto.  Las avenidas que conducían al edificio estaban cubiertas por granaderos de resplandecientes uniformes, y numerosas fuerzas de caballería mantenían el orden y la circulación en las calles.  Los pares revestidos de sus mantos de oro y armiño avanzaron procesionalmente hasta ocupar sus asientos dentro del augusto recinto; iba el primero el último de los barones Jorge Elliot – Lord Heafield, ennoblecido hacía poco con motivo de su memorable defensa de Gibraltar contra las flotas y ejércitos combinados de Francia y España; cerrando la comitiva el gran duque de Norfolk conde mariscal del reino, los altos dignatarios de la corona, los hermanos e hijos del rey, siendo el postrero el príncipe de Gales, cuya gentil presencia y noble aspecto atraían las miradas del concurso.  Los añosos muros del salón estaban cubiertos de tela de color escarlata, y en las galerías había una concurrencia tal que nunca ninguna otra semejante en el mundo ha podido excitar el temor o la emulación de los oradores.  Allí se veían reunidos todos los extremos de un gran imperio libre, ilustrado y próspero, la gracia, la belleza, la erudición, y los representantes todos de las ciencias y de las artes: allí estaban las jóvenes y poetizadas hijas de la casa de Brünwinsk, de nacarada tez y de rubia cabellera, sentadas alrededor de la reina; allí los embajadores de las grandes repúblicas y de los grandes monarcas contemplaban con admiración un espectáculo que no podía ofrecerles igual ningún otro pueblo de la tierra; allí mistress Sidons en todo el esplendor de su majestuosa hermosura, estudiaba conmovida esa escena superior a todas las del teatro; allí el historiador de entonces del imperio romano, pensaba seguramente en los tiempos en que Cicerón acusó a Verrez ante el inmenso foro de Roma, defendiendo la causa de la Sicilia, y en el momento en que Tácito ante un Senado, que aún tenía ciertas apariencias de libertad se pronunció contra el opresor del África; allí estaban uno al lado del otro, el pintor más renombrado y el erudito más profundo de su siglo: Reinholds, a quien la grandeza del espectáculo que se ofrecía en la casa de Guillermo el Rojo hizo dar tregua a sus pinceles, que han conservado a la posteridad las frentes pensativas de tantos publicistas y hombres políticos y las dulces sonrisas de tantas mujeres ilustres; y Parr, el investigador incansable que atraído por la solemnidad del acto había abandonado su oscura y recóndita mina de donde iba sacando el inmenso tesoro de su erudición.  Allí la dama a quien secretamente había hecho dueña de su corazón el heredero de la corona, lucía sus gracias seductoras; allí la nueva santa Cecilia, progenitora de hermosa descendencia, cuyas delicadas facciones embellecidas por el amor y por la inspiración del arte divino de la música, ofrecían admirable conjunto; allí la sociedad brillante que criticaba y juzgaba del vocablo en los salones decorados con abigarrada riqueza; y allí, finalmente, en torno de la duquesa de Devonshire, como guirnalda de flores, aquellas damas que con la muda elocuencia de su ojos, más persuasiva que la del mismo Fox, derrotaron a la corte y al ministerio en las elecciones de Westeminster”.  Hubo aplausos.

Debate con tonos teatrales

Continuó el diputado Dr. Víctor Pesenti con su evocación: “Hecha la proclama de estilo por el lord alto canciller, Warren Hastings se adelantó hacia la barra y puso una rodilla en tierra.  El acusado era digno del tribunal y del concurso.  Había gobernado un pueblo numerosos y dilatado; había impuesto leyes y tratados; había puesto en movimiento grandes ejércitos, proclamado y desposeído príncipes, conduciéndose siempre desde la elevada posición de tal manera que muchos le temieran y que los mismos le amaran, y que hasta sus más encarnizados enemigos aparte de la virtud, no le negasen ningún otro título a la gloria.  Su traza era de un gran hombre, no de un malvado, y su actitud, si bien revelaba profundo respeto al tribunal y los circunstantes, también demostraba respeto a sí mismo y profunda calma.  La expresión pensativa de sus ojos, su frente despejada, su boca respirando indomable resolución y su rostro pálido y fatigado pero tranquilo y no nada sombrío parecían decir tan claramente como se lee por debajo de su retrato en la sala del Consejo de Calcuta: ‘Mens agua in arduis’.

En el banco de los acusadores estaba la plata labrada de la oratoria y de la ciencia política de entonces, y nunca desde los tiempos de oro de la Grecia, de los grandes días durante aquel insuperado plenilunio del espíritu, rayó la elocuencia a mayor altura ni se lanzaron más esforzados campeones a la noble liza de la palabra.  Se había excusado de formar parte de la comisión acusadora, a pesar de haber secundado la acusación en la Cámara de los Comunes, aquel Williams Pitt en cuya frente resplandecían los laureles de su padre el famoso lord Chatam cuya gloria debía eclipsar el hijo; pero estaban en cambio en esas bancas el entusiasta Fox, el inspirado Burke, el ilustrado Windham, y el célebre Sheridan que pintara con tan vivísimo colorido, animado de tal calor y de tal energía, los supuestos crímenes de Warren Hastings, que al terminar su discurso alguien dijo que antes de proceder a la votación era menester darse algún tiempo para poder salir del círculo del encantador, ejemplo sin precedentes en los anales de la tribuna universal.  Hubo exclamaciones: Muy bien, muy bien.

El esfuerzo oral del diputado se reanimo con tales expresiones favorables y siguió con su discurso: “Demóstenes e Hipérides, Esquines y Frión revivían en esos oradores.  Warren Hastings fue absuelto después de un laboriosísimo proceso que duró casi ocho años y cuyas incidencias jurídicas fueron resueltas con el concurso de las notabilidades del foro de aquel entonces”. En consecuencia, el Dip. Víctor Pesenti destacó la trascendencia de su proyecto, porque “concede personería al acusado para defenderse ante la Cámara de Diputados”, porque “ésta no procede como mero agente fiscal sino como un juez de instrucción que antes de elevar la causa al de sentencia debe oír al reo y convencerse de su culpabilidad”.  Insistió en que “el punto se ha discutido en nuestro congreso, en varias legislaturas y en Norte América” y manifestó que había “optado por la doctrina más liberal para la defensa que es uno de los derechos más sagrados y cuyas garantías jamás son sobradas”.  Inmediatamente destacó que no admitía “recusaciones en los juicios políticos”, porque si “en el procedimiento ordinario para cada funcionario recusado hay un reemplazante legal; en el juicio político no, porque los Senadores como los Diputados no tienen ni pueden tener constitucionalmente quienes los reemplacen.  Si se admitieran las excusaciones o recusaciones podría llegar a suceder que nunca hubiera posibilidad de formar los dos tercios necesarios para una condena en juicio político.  Sería el caso del árbol del Bertoldo que no se encontró ninguno de su gusto para ser ahorcado…”  Cuando el Dip. Pesenti completó su discurso, hubo entusiastas y prolongados aplausos.  En el libro de sesiones quedó esa original reseña, que resultó ser la expresión concreta de la oratoria del legislador, en un entusiasta repaso histórico estimulado por las dificultades evidentes ante cualquier aproximación a un juicio político.

El 2 de junio la Comisión de Legislación -Diputados López y Peiteado- firmaron el despacho aconsejando la sanción del proyecto de ley sobre reglamentación del juicio político, incorporado como temario en la sesión del día siguiente, cuando por iniciativa del Dip. Oliva se postergó el tratamiento para que todos los legisladores pudieran estudiarlo por ser “un proyecto de gran importancia”.  En la sesión del 9 de junio de 1908 hubo un prolongado debate y  el Dip. Nicolorich aunque destacó “la inteligencia robusta, expresión fácil y galanura de estilo” del Dip. Pesenti, rechazó la iniciativa porque interpretaba que “la forma de enjuiciamiento que se propone, crea a la independencia de la magistratura una situación delicada, perturbando su marcha regular y restringiendo, en vez de acordarle mayores libertades, para que sus fallos sean la expresión de la ley, aplicada sin temores, sin vacilaciones…”  Varios legisladores apoyaron el proyecto, hubo un cuarto intermedio y finalmente fue sancionado.

(Es oportuno tener en cuenta que Víctor R. Pesenti nació en Nogoyá, en la provincia de Entre Ríos, egresó con Medalla de Oro como abogado en la Universidad de Buenos Aires, doctorándose en 190 ¿¿¿.  el gobernador Manuel María –Manucho- Iriondo, lo nombró Fiscal de Estado de la Provincia de Santa Fe (1937-1941).

Proyecto: sede de la Legislatura

El 16 de abril de 1907, el Dip. Manuel López Zamora presentó una minuta de comunicación que fue aprobada en la sesión del 29 de mayo de ese año, informándole al Poder Ejecutivo sobre la necesidad de construir el edificio destinado al Poder Legislativo.  Sin respuestas, en la sesión del 5 de mayo de 1908 el Dip. López Zamora presentó un proyecto de ley declarando de utilidad pública y con destino al edificio de la Legislatura de Santa Fe, “las propiedades y terrenos ubicados en la esquina sudeste de las calles General López y San Martín hasta completar un área de setenta metros a la primera por igual extensión a la segunda o el total de cuatro mil novecientos metros cuadrados”, autorizando al P.E. a la correspondiente expropiación.  En esa oportunidad, el Dip. Manuel López Zamora insistió en sus “anhelos”, “dotar al Poder Legislativo de un edificio decente y cómodo, desde que tal como lo ven mis honorables colegas, el que ocupa actualmente no está en armonía con las altas funciones inherentes a dicho orden público ni mucho menos con los crecientes adelantos edilicios de esta progresista ciudad.  Es tiempo entonces de que se dote a nuestra capital del edificio destinado a asiento de su Poder Legislativo, que además se halle en relación con los grandes palacios que en la actualidad hermosean esta ciudad y no sea, en fin, motivo de retraimiento cuando haya de ser exhibido a los visitantes.  La provincia tiene recursos con que construir la obra…” El proyecto pasó a la Comisión de Hacienda. En la sesión del 13 de mayo de 1909, se leyó en la Cámara de Senadores la nota del Intendente de la Municipalidad de Santa Fe Edmundo J. Rosas -y el secretario D. D. Álvarez-, expresando su satisfacción por ese proyecto de ley destacando que “la construcción de un edificio público, de proyecciones artísticas monumentales exige como marco indispensable las perspectivas que los destaquen” y propuso que se habilitara “una avenida de 30 metros de ancho” en las manzanas que separan la Plaza de Mayo de la Plaza Pringles, considerando que “la expropiación de todas las propiedades que supone este proyecto, no son todavía de excesivo monto por tratarse de terrenos baldíos y fondos de edificios cuyo pago podría involucrarse en la suma total para la construcción del palacio”.   Destacaba el intendente Rosas que si se concretaba esa iniciativa, al ciudad podría festejar “el centenario de nuestra emancipación, incorporando a sus adelantos la apertura de esta nueva avenida que bien convendría bautizar con el nombre de tan fausto acontecimiento”.

Dirección General de Salubridad Pública

En la sesión del 5 de mayo de 1908 se consideró el proyecto de creación de la Dirección General de Salubridad Pública de la Provincia, dependiente del ministerio de Gobierno, en sustitución de los Consejos de Higiene.

1908: Monumento a Urquiza en Paraná

El 10 de julio de 1908 el gobernador Pedro Antonio Echagüe y el ministro Calixto Lassaga, remitieron a la Legislatura un proyecto de ley a fin de que se autorizara al P. E. a donar 5.000 $ moneda nacional a la “Comisión Ejecutiva del Monumento Nacional al Capitán General don Justo José de Urquiza, a erigirse en la ciudad de Paraná”, como homenaje “por los servicios prestados al país”.  El proyecto fue aprobado sin discusión, al día siguiente.

 

[1] Guillermo Cabello, fue profesor de Estenografía –taquigrafía– en la Escuela Nacional de Comercio “Domingo Guzmán Silva” de Santa Fe.  Publicó un libro titulado Taquigrafía y en la portada, el lema: “Estudio. Constancia.”  Fue impreso en “Editores La Unión – Casa Morales – González, Salcedo y Cía, San Marrín 2265, Santa Fe, 1934.” Es posible leer: “Ex Jefe de Taquígrafos de la Cámara de Diputados por espacio de Doce Años. Ex catedrático de la materia en la Escuela Superior de Comercio durante veinte años.  También de Castellano, Literatura e Historia”.  En la página siguiente, una dedicatoria: “Dedico esta obra a la Escuela Superior de Comercio de Santa Fe, y a la juventud estudiosa en general”.  Treinta años después, era necesario disponer de espacio en los anaqueles y ese libro fue retirado con el conjunto de textos desactualizados ya que a mediados de la década del ’50 se  impuso en todo el país, con carácter obligatorio, el sistema de “Larralde”.  Una vez más había donado una caja con libros a la Biblioteca “Amadeo Ramírez” y casi como si fuera una coleccionista, traje el amarillo y manchado libro a nuestra biblioteca familiar y está forrado con un papel plastificado impreso con bellas rosas blancas  y rojas ¡un homenaje al MAESTRO CABELLO!…  El libro se comenzó a imprimir en diciembre de 1934 y se terminó de imprimir en mayo de 1935. Incluye a partir de la pág. 199, el “Reglamento para Cuerpo de Taquígrafos” En la pág. 187, programa oficial para los tres cursos, a partir del 3er. Año del Ciclo de Peritos Mercantiles. Incluye como corresponde al aprendizaje: “Reglas ortográficas, ejemplos”. En las páginas finales (205-225”, el texto de la “conferencia  pronunciada por el autor en el salón de actos de la escuela superior de comercio el 15 de junio de 1920, con asistencia del gobernador de la provincia, sus ministros, autoridades escolares, alumnos y numeroso público. (Versión taquigráfica de los señores Fernando Birri y Adolfo Sovrano.)”  Ese ejemplar, está sellado en varias páginas, con fecha 12-03-1938 y en el óvalo, la leyenda Escuela Nacional de Comercio “Domingo G. Silva”. ¡Nuestra Escuela!… la que desde 1950 está situada en 4 de enero 2806 de la capital santafesina, a cincuenta metros de nuestro hogar, desde el 06 de febrero de 1954… //  (En ese tiempo, sin Estatuto del Docente –que fue más pensado en otras profesiones que en los egresados de escuelas de profesorado- con título secundario accedían a la cátedra teniéndose en cuenta las aptitudes, los antecedentes y experiencias personales.  Después de 1958, vigente ese Estatuto se estableció un puntaje para concursantes a interinatos, suplencias o titularidad con “título docente”, también tenían oportunidad los egresados de escuelas secundarias -sin título universitario-, asignándoles puntaje menor por título “habilitante” y aún menor por “título supletorio”. // En 1934, Guillermo Cabello, envió una nota al ministro Nacional de Instrucción Pública, proponiendo que “en los colegios nacionales de la república se creen cursos de taquigrafía, a fin de que los jóvenes que sigan carreras en las universidades puedan fácilmente tomar la versión taquigráfica de cada materia que en ellas se dicte, lo cual constituirá un atractivo para el estudiante y un procedimiento eficaz para que adquieran los conocimientos en forma fácil y amena. /…/ Es un deber de todos procurar hacer agradable el estudio, para atraer hacia él más y más a la juventud. /…/  Las cátedras de taquigrafía que propongo podrían dictarse en los dos últimos años del bachillerato. Santa Fe, 1934 / Guillermo Cabello”.  Es oportuno recordar aquí lo expresado por el sabio Florentino Ameghino -también taquígrafo- quien desarrolló múltiples investigaciones, inventó un sistema taquigráfico que aplicó para versiones de conferencias y debates.  Lo definió diciendo: “A cada rasgo mi pluma rinde un sonido”. Destacó al mismo tiempo que “el conocimiento de la taquigrafía me era poco menos que indispensable para poder asistir con provecho a los cursos científicos que frecuentaba”.  Los sabios de fines del siglo XX, eliminaron esa materia de los planes de estudio en todas las escuelas de comercio; también “Caligrafía y Dibujo”… ahora, cuando ingresan en las Universidades los profesores no entienden qué han escrito los estudiantes durante el período previo al ingreso… menos aún, qué contestan  y cómo han interpretado determinados textos. ¡Se impone la elocuencia del silencio!… En 1981, remití al Ministerio de Educación una propuesta para que esas actividades se desarrollaran en el nivel primario: era visible que los métodos que se estaban aplicando para enseñar a leer y escribir no resultaban como en la teoría: palabras que parecían garabatos en la pruebas de selección cuyas mesas examinadoras integré hasta ese tiempo; ya estaba cercano el uso de computadoras y los niños y jóvenes empezarían a escribir como lo están haciendo: con uno o dos dedos, sin precisión, dependiendo del teclado porque no hicieron ejercicios de memorización ni desarrollaron habilidades con ese propósito. La cordial respuesta del ministerio, fue que habían leído el proyecto, plantearon absurdos argumentos en contraposición…  Los alumnos, alegres porque no tenían que esforzarse con esas materias que incidían directamente en sus aptitudes para escribir y leer con mayor corrección.  ¡Así están!… casi a la deriva, con escasos hábitos de lectura y casi sin libros, porque se siguen imponiendo las fotocopias…

 

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