Doctor Esteban Laureano Maradona.
Waldino Baldomero Maradona Garramuño,
Doctor Esteban Laureano Maradona Villalba.
ENTRE EL TRABAJO y EL ESTUDIO.
… en la niñez y en la adolescencia.
Ser médico: vocación y apostolado.
Lealtad a su proyecto de vida.
Fundador de una Colonia de aborígenes.
Testimonios “a través de la selva”.
Extensión y paisaje del Chaco.
Rasgos y perfiles de los aborígenes.
Noche de insomnio: miedo y coraje.
Fogata y ritos en la toldería.
Complejas relaciones económicas.
Elogio de un compañero de ruta.
Saber oír… y enarbolar el pañuelo blanco.
Premio al Médico Rural Hispanoamericano (1980)
Premio a Conductas Destacadas “Florián Paucke” – 1986.
Estrella de la Medicina por la Paz (1987)
“El hombre que dio todo…” (1989)
Asamblea Legislativa en Santa Fe (1992)
Propuesto para el Premio Nobel de la Paz.
“Conjunción de apóstol y héroe…” (1992)
“Conocer… para reconocernos.”.
El libro y la educación permanente.
Prestigio en Páginas escolares (1987)
Reconocimiento al lector, periodista y escritor (1990)
Entre el progreso y la gente que sufre.
En el umbral de la inmortalidad.
Separata del libro “Maradona… personalidades ejemplares” – 1996.
Inédito dedicado a Carlos Gil, a quien entregué las fotocopias durante el proceso de elaboración. Personal del Bloque Socialista – Década del ’90 – Lector en el Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe”, sede en calle Saavedra 1609 (Subsuelo)
Santa Fe de la Vera Cruz, provincia de Santa Fe, República Argentina.
Doctor Esteban Laureano Maradona Villalba
Celebración y encuentro…
Dr. Esteban Laureano Maradona Don Carlos Alberto Reutemann |
En la Legislatura de la Provincia de Santa Fe, al comenzar la Asamblea Legislativa en el recinto de la Cámara de Diputados. 1º de Mayo de 1992.
Agradecimiento a Alejandro Villar (Fotógrafo) [1]
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Esteban Laureano nació el 7 de julio de 1895 en Esperanza, actual cabecera del Departamento Las Colonias, en la Provincia de Santa Fe, República Argentina. Hijo de Waldino Baldomero Maradona Garramuño y de María Encarnación Villalba.
…En aquel tiempo, su padre había inaugurado el Primer Congreso Agrícola de la Argentina.
Esteban Laureano Maradona recordaba con frecuencia:
“… Mi familia es de San Juan. Mi abuelo integró en 1811 la Junta Grande. Mis antepasados lucharon contra Rosas y los federales.
… Sigo en esa línea. Diría que soy unitario y socialista.
… Mi hermano Waldino fue el primer socialista de la provincia.
… Comparto la Doctrina Social de la Iglesia…
… Ante la barbarie fundada en el desarrollo de la técnica… prefiero ser conservador y estar al lado de la gente que sufre.” [2]
Palabras… de esperancinos
El destacado escrito Gastón Gori -Pedro Eugenio Marangoni-, ha advertido:
“No conozco a ningún egoísta, a ningún injusto, a ningún mezquino, a ningún calculador en beneficio de su persona que se haya ocupado en levantar ante el conocimiento público la figura de un hombre o una mujer que brille más allá de lo común”.
Irma Quartarone y quienes han demostrado “el altruismo necesario para escribir los méritos ajenos afuera por completo de cualquier tipo de sentimientos mezquinos”; han dejado sus testimonios con el propósito de que fueran reconocidos algunos rasgos de la excelsa personalidad del noble Dr. Esteban Laureano Maradona.
En la obra citada, su autora destacó: “…. si Esperanza es cuna de la Colonización Argentina, también es tierra propicia para que en ella nacieran hombres y mujeres que se destacaron y destacan, y hacen honor a la ciudad que los vio nacer, a los colegios y escuelas donde se educaron.”
Algunos datos para su biografía, fueron incorporados por el Dr. Maradona en la segunda edición de “A través de la selva”, y en estas páginas, se ha estructurado esa información en una cronología que tiende a facilitar la apreciación de las actividades desarrolladas en diferentes lapsos. Más referencias podrán ser halladas en hemerotecas o en archivos oficiales.
¡Queda tanto por expresar sobre este argentino ejemplar!… que indudablemente, nuevas páginas han de completar lo que aquí se ha escrito.
ENTRE EL TRABAJO y EL ESTUDIO
… en la niñez y en la adolescencia.
Esteban Laureano Maradona se entretenía haciendo garabatos debajo de un ombú; ensayaba así sus primeras lecturas e intentaba lograr la representación gráfica de sus ideas. Cursó sus estudios primarios en la Capital Federal; cuando supo leer y escribir, incorporó esas actividades como un entretenimiento más durante su niñez hasta que se transformó en un fecundo hábito que lo distinguió durante toda su vida. En ese sugestivo y mágico juego descubrió otras realidades y con su imaginación, completó el mensaje de los autores en sucesivos cuentos o relatos. Realizó los estudios secundarios en un establecimiento incorporado al Colegio “Nicolás Avellaneda” y en el “Mariano Moreno”.
En ese tiempo, su padre decidió volver a la provincia de Santa Fe. Esteban Laureno tenía catorce años cuando llegó a Rosario; luego vivieron en el pueblo de Barrancas y en Coronda, en el Departamento San Jerónimo. Mientras completaba los estudios secundarios, se interesó por los trabajos agrícolas y ganaderos, paralelos a su iniciación en el periodismo. Esteban Laureano terminó los estudios de Bachiller en el Colegio Nacional “Simón de Iriondo” de Santa Fe.
Compromiso democrático
Al ingresar en la Universidad Nacional de Buenos Aires, siguió desarrollando sus cualidades personales y afloraron los ejemplos de su padre, porque el entusiasta universitario participó en diversos proyectos comunitarios. Se ha destacado que Esteban Laureano durante su época de estudiante asistió con frecuencia a reuniones políticas; era unitario, presidió una seccional, integró como vocal el Comité Nacional y fue “candidato a Diputado Nacional por la Capital Federal”.
En la Capital Federal, prestó servicios como Observador Técnico en la Oficina Meteorológica Argentina dependiente del Ministerio de Agricultura de la Nación, con sede en la Chacarita.
En Merlo (Pcia. de Buenos Aires), realizó distintas actividades temporarias. Aún adolescente, sabía que es necesario producir al menos lo que se consume; que el trabajo contribuye al crecimiento personal y que un comportamiento ético exige ser responsable y solidario.
Se dedicó a la construcción, fue tipógrafo, agricultor y maestro, sin ostentar certificados ni diplomas. Después, optó por ser fiel a la política esencial que se manifiesta en lo cotidiano, con actitudes en beneficio del bien común, con decisiones que consoliden la verdad y la justicia; sin inútiles discusiones en parroquias o en comités.
Obtuvo la libreta de enrolamiento Nº 214.204 y no ejerció el derecho al voto secreto y obligatorio, quizás convencido de que no podía elegir, en comicios donde se utilizaban procedimientos que apenas permitían optar, teniendo en cuenta que las tradicionales boletas para sufragar, incluyen nombres de algunos candidatos que son desconocidos, salvo por quienes los proponen.
Ser médico: vocación y apostolado
Se desempeñó como Practicante mayor por concurso en el “Hospital de Niños Expósitos Dr. Julio Paz”, siendo uno de sus profesores el ilustre Dr. Pedro de Elizalde, en la Sala Tercera y el distinguido Dr. Julio V. Uriburu en el Consultorio Externo. Luego practicó en el “Hospital José María Bosch”; fue Médico Agregado en el “Hospital Muñiz” y en la “Maternidad del Hospital Rivadavia” bajo la dirección del Dr. Bonorino Cuenca y del Prof. Alberto Peralta Ramos, respectivamente. Fue discípulo del Dr. Bernardo Houssay -Premio Nobel- y egresó de la Facultad de Ciencias Médicas con el título de Médico Cirujano en el año 1928, a los treinta y tres años.
Dos años después instaló su consultorio en Resistencia (Chaco). Dedicó la mayor parte de su tiempo libre a su vocación paralela: la educación. Realizó una vasta difusión cultural a partir de su actividad periodística y en frecuentes conferencias.
Durante sus prácticas médicas, no habrá imaginado las precarias condiciones en que debió ejercer su apostolado. Su fecunda imaginación y su creatividad constantes tenían el soporte de su saber científico. Aplicó ese conjunto de cualidades en la improvisación de instrumentos quirúrgicos. No dudó ante la necesidad de utilizar afilados y asépticos utensilios cuando no disponía del bisturí y asumió inmediatamente la responsabilidad de obrar en sucesivas emergencias para curar a sus pacientes.
Tiempo de crisis…
Una mirada sobre las páginas de la historia argentina revelan que al finalizar la segunda década del siglo XX, la población soportaba una crisis política y una acentuada declinación económica.
Esteban Laureano Maradona no justificó el golpe militar del 6 de setiembre de 1930; . Conmovido por las consecuencias del derrocamiento del líder radical Don Hipólito Yrigoyen, censuró al General José Uriburu, oponiéndose a su gobierno de facto. Se sintió perseguido y optó por alejarse de Buenos Aires, buscando la imprescindible paz que le permitiera ejercer su misión.
En Barranqueras (en aquel tiempo territorio nacional del Chaco), instaló su primer consultorio y trascendieron sus disertaciones sobre “Accidentes de Trabajo” -Ley 9688- dirigidos a los obreros portuarios, cargadores e industriales, sometidos a distintos y frecuentes riesgos. En el norte, se talaban los quebrachales y los rollizos eran exportados mientras los hacheros y sus familias, vivían como extranjeros en su propia tierra porque nada les pertenecía, salvo el sudor y la pobreza hasta el límite de la injustificada miseria. Entre esos bosques sombríos resonaba la fraternal voz del viajero incansable.
Exploró la Isla “Cerrito Argentino”; comprobó que la lepra hacia estragos en las desprotegidas poblaciones y decidió fundar un lazareto en la localidad de Sapucai. En ese inhóspito medio atendió a los leprosos de la cercana Colonia de Dermatosos y realizó una fecunda obra arriesgando su propia vida.
Desde allí se trasladó a Itapirú en la República del Paraguay, donde algunos lo recibieron con recelo porque sospechaban que podía ser un espía. Al comenzar la guerra del Chaco Boreal, decidió ofrecer sus servicios médicos al país hermano, integrándose en los equipos de Sanidad del Paraguay. Por sus méritos fue designado Médico Agregado en la Marina de Guerra, asistiendo en el Hospital Naval de Asunción con el grado de Teniente 1º de Marina. Un impulso interior motivó su retorno a Buenos Aires por breve tiempo y decidió volver al horrendo escenario de la guerra. Fue nombrado Médico titular en el mismo Hospital Naval.
Lealtad a su proyecto de vida
Integró la Legión Extranjera durante la guerra del Chaco Boreal, cuando la situación era muy comprometida (1932-1933). Nunca le faltó valor para cumplir con su responsabilidad social. Después de atender a los enfermos, en su tiempo libre estudió los asuntos que competían en la Comisión Redactora del Reglamento de Sanidad Militar del Paraguay, presidida por el Gral. Carlos Díaz León y que él integró en junio de 1934.
Al ser entrevistado por el periodista Rogelio Alaniz -en la ciudad de Santa Fe-, recordó: “En Asunción me querían honrar por mis servicios pero eso a mí no me entusiasmaba mucho, razón por la cual me fui sin que nadie lo sepa… El general Morínigo me nombró oficial del ejército paraguayo, pero nunca tuve pasta para ser militar, siempre estuve en contra de las guerras… de todas las guerras.”
Entre el nacer y el morir
Durante su permanencia en Asunción se enamoró de Aurora Evalí, sobrina del presidente paraguayo. La fiebre tifoidea hizo estragos y el 31 de diciembre de 1934 ella murió sin que Maradona pudiera asistirla. [3]
Terminada la guerra, en el año 1835 el Dr. Maradona volvió a su país natal. En varias entrevistas recordó su viaje en tren hacia Tucumán y Salta, con la intención de detenerse en la cuna de la independencia para visitar a su hermano, intendente en aquella ciudad. En esa fecha memorable: el 9 de julio de 1935, el tren del Ferrocarril Central Norte Argentino estaba detenido en la estación Guaycurú -actual Estanislao del Campo-, debido a un desperfecto.
En ese momento fueron solicitados sus servicios para atender a una joven parturienta -Mercedes Almirón de Rodríguez-, quien tres días antes había comenzado a tener dificultades para el alumbramiento.
El maquinista estaba alerta a la solución del problema mecánico porque tenía la obligación de cumplir con los horarios en las siguientes estaciones. El aguatero y el fogonero cumplían con sus responsabilidades en el control de la caldera y terminada la reparación, se puso en marcha el tren que debía llegar hasta la provincia de Salta.
En el espíritu del Dr. Maradona ardía su abnegada pasión por los enfermos. El médico de los pobres, prefirió quedarse unos minutos junto a la débil madre; acompañar al recién nacido y a sus familiares. Recién la semana siguiente volvería a ser escuchado el monótono sonido de la máquina y el rodar lento de los cargados vagones.
Desde ese invierno de 1935, sin habérselo propuesto cuando había adquirido su pasaje, el noble esperancino siguió atendiendo a esa desamparada población, en su mayoría aborígenes sin recursos. Cuando funcionó la Sala de Auxilios local, se integró a ese servicio. En su maletín guardaba improvisados e higiénicos apósitos y con escasísimos medios realizaba eficaces actos quirúrgicos.
Es interesante recordar su testimonio: “Alguna vez tuve un consultorio con chapa en la puerta y todo. Pero el destino me trajo aquí y no me arrepiento”.
Personalmente asistía a los enfermos de estaciones vecinas en la misma línea férrea y les proveía las drogas que él mismo elaboraba porque en su tiempo, la Farmacología se desarrollaba a partir de las fórmulas que los médicos seleccionaban y generalmente, las entregaban a los farmacéuticos para su elaboración.
En este final de siglo XX, en la mayoría de los casos son los agentes de propaganda de los laboratorios, los expertos visitadores médicos, quienes enseñan y recomiendan qué se puede recetar porque está disponible en el mercado, como lo ha destacado en varias entrevistas un excelente cardiocirujano argentino, el Dr. René Favaloro: maestro en todas las circunstancias.
En el medio de los montes, el Dr. Maradona estudiaba detenidamente las propiedades de las hierbas medicinales y las drogas de ellas derivadas, utilizándolas para el tratamiento de distintas afecciones. En esos lejanos parajes no era factible encontrar farmacias abiertas; tampoco había recursos para comprar los alimentos suficientes, menos aún para adquirir medicinas con patentes extranjeras.
El Dr. Maradona al evocar su labor profesional, con sensatez manifestó: “En más de cuarenta años por estos montes hice una medicina gaucha, a los ponchazos, como pude: ¿Estetoscopio? Nunca tuve. Un tubo de cartón cumple la misma función.”
La voz de los postergados…
Trabajaba de sol a sol. Escribía notas y las remitía a los periódicos para su difusión.
Consciente de la importancia de los caminos, los proyectó: al sudoeste hacia el Teuco, y al Pilcomayo por el noroeste.
Impulsó varias obras públicas: fuentes hídricas, escuelas, destacamentos de policía.
FRATERNAL CONVIVENCIA
Al Dr. Esteban Laureano Maradona, en aquella zona lo nombraban Piognak, voz aborigen que significa Doctor Dios en el idioma que él aprendió para poder comunicarles sus observaciones y recomendaciones.
Su insoslayable y constante ambición ha sido lograr la reivindicación de los aborígenes. Vivió entre las tribus y los respetó en sus tradiciones, en su lengua, en sus costumbres y sus creencias.
Fue Presidente de la Comisión Indigenista, con la autoridad que le otorgaba el hecho de estar compartiendo con ellos todas sus vicisitudes. Se entendían con pocas palabras, como sucede siempre que hay coincidencia en las concepciones y en las valoraciones.
Los interpretaba en sus pesadumbres y los apoyaba en las iniciativas, tendientes a lograr que las autoridades los comprendieran en sus legítimos derechos y les permitieran ejercerlos con merecida dignidad.
Una reflexión oportuna
Conmueve releer lo que expresó acerca de los aborígenes argentinos: “…amantes de la libertad y poco adaptables a la disciplina y al sedentarismo, el indio huye de la civilización de los blancos, de tan decantada civilización, y así vive a costa de su felicidad de ser libre, paupérrimo, escuálido, con la piel sobre los huesos, como espectros andantes…
Hemos conocido caciques ambiciosos valerse de su influencia delegados por el Supremo, según sus creencias… Y se creían depositarios del poder divino, sobre la tierra.”
Reconoció el Dr. Maradona en 1936 haber comprobado que hubo “caciques… que han arrastrado y aún hoy lo hacen con imperio a sus súbditos para entregarles maniatados como si fueran bestias al capitalismo insaciable representado por fábricas, obrajes, zafras… a cambio de una paga para su completo beneficio. Y lo que es peor, como alguna vez ocurre, no siempre son indios puros ni mestizos los que así proceden sino extranjeros que han adquirido entre ellos, una verdadera ascendencia.”
Con esa convicción, actuó con firmeza para protegerlos.
En esas excursiones conoció a los pobladores de la zona próxima al arroyo Guaycurú, desnudos, luciendo sus tradicionales tatuajes, con melenas largas y descuidadas; con el dolor reflejado en sus rostros.
Hambre y enfermedad asolaban a las familias descendientes de los primeros pobladores de esas tierras. Entre ellos, el Dr. Maradona fue un maestro. Los comprendió y los ayudó hasta donde se agotaban las posibilidades.
Fundador de una Colonia de aborígenes
En el año 1948 el Dr. Maradona fundó la denominada Colonia Indígena “Juan Bautista Alberdi”, próxima a Estanislao del Campo. Por sus relatos es sabido que las obras comenzaron el 8 de mayo, “en homenaje al gran estadista autor de ‘Bases’ proveyendo ropas, alimentos y herramientas” a “un centenar de indígenas”, “tobas” y pilagás”.
Su acción educativa
Junto al incansable médico, los aborígenes aprendieron a hacer ladrillos, a construir sus propias viviendas. Los instruyó sobre cultivos de algodón ayudándoles a hacer huertas, a sembrar y cosechar. La esperancina Irma Quartarone ha recordado que en Estanislao del Campo, el Dr. Maradona “fundó una escuelita diferencial para los indiecitos a la que denominó ‘Betakió’, que significa benteveo y que actualmente funciona en la localidad de Pozo del Tigre.”
En ese mismo lugar funcionó, en su modesta casa funcionó el hospital y en las chozas de los desamparados habitantes atendía con preferencia a aborígenes; “colaboró con la policía y la gendarmería, todo, absolutamente todo gratuitamente y lo que es más, en un total anonimato.”
Actividades culturales
El Dr. Esteban Laureano Maradona fue Presidente Honorario del “Centro Cultural Paraguayo”, y presidió varias comisiones para la construcción de edificios escolares y policiales. Asesoró al gobierno provincial en la elaboración de un informe sobre estudios naturales de esa región, a pedido de las autoridades de la Embajada de la India, para ser tratados en el Simposio Internacional de Nueva Delhi.
Se sintió hermano de sus hermanos aborígenes, respetándolos en su dignidad; valoró su lenguaje y recopiló sus voces con las correspondientes traducciones; les enseñó a leer y a escribir, a prevenir las enfermedades manteniendo limpias sus viviendas y mejorando su alimentación.
A pesar de haber vivido en condiciones muy precarias, su caligrafía pequeña refleja su sensibilidad y su equilibrio. La conservación de sus manuscritos, revela su voluntad de servir con el constante aporte de sus conocimientos y de sus experiencias.
El Dr. Maradona ha protegido su biblioteca a pesar de sus viajes o de la falta de anaqueles, supo reconocer que cada libro es un tesoro inconmensurable, porque es la síntesis de la cultura de sucesivas generaciones.
(Una vez más, surge lo “absurdo” al comparar esa conducta con la realidad en otros espacios, donde algunos “responsables” de la protección de tal patrimonio cultural, sin tener en cuenta los riesgos de destrucción de las bibliotecas o de los archivos, toman decisiones arbitrarias y disponen su funcionamiento en oscuros laberintos o en húmedos sótanos.)
El Dr. Maradona cuando recibió un premio internacional, coherente con su estatura moral, destacó la importancia del “orden”, que no es sólo una correcta disposición de las cosas, una relación estética, sino la consecuencia de una recta actitud durante toda la vida.
Sin proponérselo, el noble maestro dejó otra lección simple sobre el sentido misional que es inherente a la vida de la persona humana.
El predicador infatigable
Desde sus primeras conferencias, el Dr. Maradona orador, demostró ser un constante predicador. Aceptado el riesgo de transcribir una información incompleta, es oportuno elaborar una cronología que ratifica esa merecida afirmación.
Su palabra tuvo resonancia en sucesivas conferencias, algunas pronunciadas cuando aún era estudiante de medicina:
- 23-01-1923 Por la “Sociedad Agraria Argentina” Sec. Maciel (Santa Fe)
- 07-09-1924 “Problema de la lepra” en Santa Fe, luego en Esperanza, Barrancas, Coronda, Gálvez, Maciel, Arocena, Rosario.
- 25-09-1925 El mismo tema, en Entre Ríos: Paraná, Concordia y Villaguay.
- 11-08-1929 “Los tipos de Lepra” en el “Ateneo de La Plata”, provincia de Buenos Aires, con diapositivas y mostrando experiencias de enfermos tratados con éxito en el Hospital Muñiz de Buenos Aires.
- 1930 “Problemas de la lepra”, especialmente en Pediatría, difundidos en el territorio del Chaco: en el Salón “9 de Julio” del Bard Munich de Resistencia y en la localidad de Margarita Belén.
- 1933 En emisión argentina emitida por radio de Asunción (Paraguay), analizó el mismo tema en homenaje al fallecido Dr. Maximiliano Aberastury.
- 1935 Presentado por el Dr. Policarpo Artaza desarrolló el tema “Problemas de la Lepra en el Paraguay”, por la Radio ZP “9 de Julio” de Asunción. En la Escuela Nacional de Clorinda (Formosa), en el “Día de la flor” disertó sobre “Tuberculosis”
- 05-08-1941 “Problema de la lepra” fue el tema de su conferencia en la Biblioteca “Dr. Martín Ruiz Moreno” y lo presentó el Dr. Manuel Vía, por la Sociedad Protectora de la Educación “Carlos C. Castañeda
- 12-10-1942 El mismo tema en el Salón Municipal de Pozo del Tigre.
- 07-1943 Por radio “Roca Soler” de Santa Fe, actual LT9 “Brigadier Estanislao López”, habló sobre “Problemas del Vinal”.
- Ese 1943 publicó en el Diario “El Litoral” una nota titulada “El Vinal”.
- 05-07-1946 Invitado por la Sociedad Protectora de Educación, en la Biblioteca “Dr. Martín Ruiz Moreno” describió sus experiencias “Por el mundo de la Flora Indígena”.
- 25-07-1952 Disertó sobre el mismo tema, refiriéndose específicamente a los quebrachos, el tanino y la curtiembre.
- 23-04-1954 “Origen autóctono del caballo y su existencia histórica” fue la historia explicada en el “Cine Sevilla” organizado por el Centro Cultural Paraguayo de Estanislao del Campo (Formosa).
- 18-02-1956 El mismo tema, en el “Salón Bard” de Ibarreta.
- 21-05-1960 “La flora formoseña” (Los quebrachos colorados”, en la Sala de Actos de la Escuela Nacional Nº 64 de Ibarreta, invitado por la Comisión de Homenaje al Sesquicentenario de la Revolución de Mayo de 1810.
- 19-01-1961 “Diarrea Estival Infantil” por el Instituto Tecnológico Agropecuario de Formosa, en el “Bard Sevilla” de Estanislao del Campo.
- 1962 En la Biblioteca Cosmopolita de Santa Fe -nombrada “Dr. José Gálvez”, actual Foro Cultural de la Universidad Nacional del Litoral-, disertó sobre “Tema científico” y fue presentado por el Dr. Rodolfo Borzone, un destacado especialista en Lepra que realizó una fecunda obra en Santa Fe, Santo Tomé y localidades próximas.
- 05-07-1966 “Problema del Vinal” fue la disertación auspiciada por el Rotary Club de Maciel (Santa Fe). En ese tiempo y en el día del Patrono de San Antonio, habló sobre “Sector de la tríada guaycurú (mocoví, tobas, abipones)”.
- 08-07-1966 “Dendrología” fue el tema seleccionado para la conferencia en el “Club Español” de Rosario (Santa Fe), presentado por su colega el Dr. Alberto E. Molina, en Homenaje al Sesquicentenario de la Independencia Nacional.
- 10-11-1966 “Día de la Tradición” se rindió un homenaje a Estanislao del Campo, invitado por la Intendencia de esa localidad.
Escritor incansable
El espíritu sensible del ilustre esperancino ha generado continuas observaciones que describió en sucesivas páginas. Escribió “libros sobre fauna, flora, geología, razas, bromatología e hidrografía de Formosa. Vocabularios completos de tobas, chorotes, pilagás. Cerámicas, costumbres y leyendas. Trabajos acerca del aprovechamiento técnico y científico del caucho de Formosa, sobre la avifauna chaqueña y dentrología del lugar, además de su obra histórica ‘La ciudad muerta del Chaco Austral’ y ‘A través de la selva’. Un total de diez mil páginas manuscritas, casi en su totalidad inéditas”, según Irma Quartarone y fueron vanas las iniciativas en el Congreso Nacional para editarlas.
Sus ediciones
Algunos datos recogidos en distintas lecturas, permiten reconocer algunos títulos de sus ediciones de impresión reducida, frutos de un persistente esfuerzo porque no recibió subsidios, ni sueldo mensual ni cooperación oficial para pagarlas.
- “A través de la selva” 1ª ed. 30/10/36; 2ª ed. 1974
- “Recuerdos Campesinos” – (Las Carreras), obra solicitada por la Universidad Margarite de Kentucky (Estados Unidos de Norteamérica).
- “Una planta providencial”.
- “La Ciudad Muerta (Ntra. Sra. de la Concepción del Río Bermejo)”
- “Vocabulario Indígena Toba-Pilagá” (1938)
En 1974 trascendió que otros títulos continuaban esperando la postergada edición:
- “Animales cuadrúpedos americanos”, 3 vol. (dos sobre cuadrúpedos mayores y uno sobre ofidios, quelonios, saurios, hidrosaurios), con representación gráfica (1935-1970).
- “Reptiles americanos” (1935-1970).
- “Aves” 3 vol. incluido “Ornitología” -con representación gráfica de las especies que trata.
- “Avifauna de América Meridional” (1935-1970).
- “Dendrología” (Apuntes) 5 vol. con la representación gráfica de las especies que trata. (1935-1970)
- “El gaucho”
- “El problema de la lepra (Profilaxis y Colonización).
- “Historia cronológica de los obreros de las ciencias naturales” de Botánica y Zoología Americana.
- “Historia de la ganadería argentina” – (Yeguariza, ovina, bovina, caprina y porcina.)
- “Plantas cauchígenas” – Conferencias sobre distintos temas.
- “Páginas sueltas” (Labor periodística).
Testimonios “a través de la selva”
Defensor del orden y de la lógica, el Dr. Maradona diagramó su libro “A través de la Selva” incluyendo después del prólogo dos antecedentes históricos directamente relacionados con los aborígenes.
Tributo de los aborígenes
Al leer la historia de nuestra Historia escrita por diferentes autores, se observan contradicciones desde los albores de la fundación de pueblos y en sucesivas etapas con respecto al tratamiento a los primeros dueños de estas tierras.
El Dr. Maradona ha recordado que el 1º de setiembre de 1811, la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias Unidas del Río de la Plata, por intermedio de sus Diputados e “interpretando la voluntad de la Nación”, estableció que: “desde hoy en adelante para siempre queda extinguido el tributo que pagaban los indios a la Corona de España en todo el distrito de las Provincias Unidas al actual gobierno del Río de la Plata y que en adelante se le uniesen y confederasen, bajo los sagrados principios de su inauguración.” En el artículo siguiente se ordenaba la publicación “por Bandos en todas las Capitales y pueblos cabeceras de Partidos de las Provincias Interiores, y cese en el acto toda exacción desde aquel día”; correspondía imprimirlos en “castellano y quichua”, acompañándolos con las órdenes a todas las autoridades.
El 12 de marzo de 1813, con la firma de Tomás Antonio Valle -Presidente- y de Hipólito Vieytes -Diputado Secretario, consta que la “Asamblea General Constituyente de las Provincias del Río de la Plata” sancionó aquel decreto de 1811, “relativo a la extinción del tributo y además derogada la mita, las encomiendas, el yaconazgo y el servicio personal de los indios”, bajo “todo respeto y sin exceptuar aún el que prestan a las Iglesias y a sus Párrocos o Ministros, siendo la voluntad de esta Soberana Corporación el que del mismo modo se le haga y tenga a los mencionados Indios de todas las Provincias unidas por hombres perfectamente libres y en igualdad de derechos a todos los demás ciudadanos que las pueblan…” Dispuso luego la difusión “traduciéndose al efecto fielmente en los idiomas Guaraní, Quichua y Aymará para la común inteligencia”.
Extensión y paisaje del Chaco
El Dr. Maradona conoció el paisaje del Chaco mientras compartía las jornadas de sol a sol junto a los aborígenes. En aquel tiempo, con esa denominación se reconocía el vasto territorio integrado por “el Gran Chaco Austral limitado al norte con el río Pilcomayo y al este con los ríos Paraná y Paraguay, al noroeste con Salta, al suroeste con Santiago del Estero y al sur con el paralelo 28 que lo separa de Santa Fe; el Chaco Central entre los ríos Pilcomayo y Bermejo que es el territorio de Formosa y el Chaco Boreal, ubicado hacia el suroeste para confundirse con Santiago del Estero, al sur con Santa Fe y en el noroeste con Salta”, justamente la zona de litigio con el Paraguay cuando el Dr. Maradona prestó importantes servicios a ese país.
Reiteraba el Dr. Maradona que “todas esas regiones fueron fondo de mar interior en el pretérito, según las teorías sustentadas por el sabio Florentino Ameghino, cuyos terrenos de aluvión se afirmaron con la germinación de las simientes que arrastraron en su hora los vientos y las aguas y que hoy constituyen el monte subtropical que contemplamos, donde se advierten las más variadas especies vegetales, y entre las que convive toda una Fauna que fenece a pesar de las leyes protectoras. Fueron ciertamente teatro donde el hombre, quizás, del Terciario Superior, en lucha por la existencia, tuvo que vencer, no sin dificultad, con la fuerza que da la voluntad, todos los inconvenientes a medida que éstos se presentaban.
Y, así, las inclemencias del tiempo, las asechanzas que gravitaban sobre su vida misma ante gigantes proboscidios, horripilantes ofidios, feroces felinos, en medio de una población zoológica hoy desaparecida y acaso metamorfoseada a través del tiempo y del espacio, y de que el hombre primitivo fue coetáneo, pondrían a prueba el genio en su entidad humana en esa tremenda lucha que se empeña por la supervivencia. Una supervivencia que debieron afrontar los aborígenes, en el equilibrio de la naturaleza, hasta que llegó la civilización y le cambiaron bruscamente las condiciones ambientales”.
Reconocía el Dr. Maradona en 1936 que en esas extensiones “en proceso de neoformación de tierra fértil, absorbente y salitrosa en gran parte, pero humífera en otras, esconde en el subsuelo, posiblemente petróleo, el mentado ‘oro negro’ de los yanquis y que de ser así, es toda una promesa para el futuro del país, lo que en parte está comprobado”. En esa zona, poco ha cambiado con respecto al resultado de tales explotaciones.
Rasgos y perfiles de los aborígenes
La precisión descriptiva que ha dejado el ilustre argentino, impone la necesidad de seleccionar algunos párrafos y ordenarlos para que la imaginación del lector dibuje aquel escenario y los personajes que el Dr. Maradona observó, comprendió y protegió.
Nombra “indio” al “poblador autóctono de esta llanura inmensa, cubierta de monte” que es el Chaco, voz que en idioma quichua significa “caza de ojeo o montería” y para otros “selva o monte providencial”, o “país de la caza, o cacería y rodeo”, de acuerdo con distintas interpretaciones. [4]
Inmediatamente aclara que “la palabra ‘indio’ no es correcta en su asignación para el hombre autóctono de América, puesto que no es sinónimo de indígena. El uso lo ha hecho, desde aquel día en que Colón descubrió la Isla Guanahní (12 de octubre de 1492), llamándole así por un equívoco” paralelo al de “asignarles el concepto de salvajes”.
El Dr. Maradona describió al aborigen:
“Erguido y musculoso en general a pesar de la desnutrición que se le atribuye y de las privaciones que se le supone, llega a ser ‘petiso’ y retacón en los actuales matacos y hasta pequeño, como en los montaraces guayakíes de las Misiones, pero de complexión siempre delgada y de actitud vivaz, con movimientos sueltos en la acción.”
“La piel cobriza más o menos de un tinte acentuado en los unos, pero en todos curtida por el sol, siempre fina y lampiña, con excepción de algunos. El color blanco y el pelo rubio no faltan en los alegres chulupíes, cuyas cimbas doradas” -trenzas rubias- “contrastando con la cabellera lacia y renegrida de los demás, echa hacia atrás en sus acomodos, al emprender la faena cotidiana y alegremente canta, como así en plena primavera.
Razón tuvo el Dr. Juan A. Domínguez, cuando hablando de ellos dice que ‘es el pueblo más poético de América’.
Aquellos cabellos renegridos y lacios -liótricos- que hemos dicho abundosos, relucientes y gruesos, que ostentan uno y otro sexo, recortados a lo poeta en los hombres y en cambio rasurados a veces al casco en la mujer, los que al caso terminan con un copete en la frente cuando está de duelo, blanden al viento, ligeros al menos, o aprisionados por una vincha o por un chambergo rubano, en los más y no siempre asegurados y en orden de todos.
El rostro ancho, la frente deprimida, chata la nariz, sobresalientes los arcos superciliares, armonizan con prominentes pómulos, ahuecando las órbitas, en cuyas cuencas brillan oscilantes pequeños ojos negros, llenos de intención. Las cejas y pestañas con frecuencia depiladas en ambos sexos, así como el bigote y la barba en los varones, hacen del indio un rudo contraste en su fisonomía fiera entre aquellas sutilezas femeninas de tocado y su abrupta faz.”
Destacó el Dr. Maradona que “el indio es suave en su conversación y a veces dulce en su trato, pero siempre asociado el de un temperamento huraño, desconfiado y egoísta. Tiene el concepto de su prosapia, el orgullo y acaso el de su inferioridad, por eso es que reacciona en la forma indicada, pero esto lo evidencia tan sólo en el trato con los ‘cristianos’, pues entre ellos existe una confraternidad ejemplar, una comunidad igualitaria les nivela por lo menos en la tribu. Y esto es así -afirmó Maradona- porque lo que uno posee es de todos; las cargas y obligaciones alcanzan a todos; los derechos les son comunes; y como decimos, así se desenvuelven en la vida diaria, en la más completa armonía”.
Observó el Dr. Maradona que “el indio es ‘ratero’ y roba por necesidad”. Si “con hambre, mata un vacuno en el monte y hasta puede afrontar para perpetrar un crimen y saquear”, “lo cierto es que sea menos común que lo haga, en la proporción que los ‘civilizados’, “ porque los ‘civilizados’… ejercen el abigeato como una profesión y cometen delitos de homicidio por esto y por muchas otras causas menos atenuantes”. Reconoció luego: “Sin embargo, nos hemos informado que existían tribus que no poseían esas costumbres delictuosas, hasta que no se hubieron puesto en contacto con el ‘medio civilizado’, porque hasta entonces no tuvieron necesidades, las que se hicieron imperiosas una vez que se pusieron en contacto con el genio de la gente blanca que todo lo ambiciona.
Parecería que triunfara aquí, aquel concepto erróneo, desde luego, que dice que ‘la ocasión hace al ladrón’, de cierto criminalista, a lo que habría que agregar que la necesidad a veces la impone”. Recordó luego: “En esta llanura boscosa vivió el indio chaqueño, y viven aún en decadencia sus descendientes: tobas, matacos, pilagás, mocovíes, chulupíes, vilelas, etc. y otros que se diluyen, podríamos decir -con la cruza, estando en minoría.”
Indolencia y abulia
El Dr. Maradona expresó que “esta condición del indio, que desde luego, es innata en él, como en otros pueblos de la tierra”, “se ve agravada por la falta de educación y de estímulo, que debiera impartir el gobierno, ya que no sería lógico ni práctico, pedirlo a la buena voluntad de las gentes. Lo que se ha hecho hasta el presente –decía en 1936– es reducido en la enseñanza, la que es casi imposible dada la tendencia indígena a arrastrar consigo a su prole en sus continuas migraciones a través de la distancia”. Posteriormente reconoció que “en la observación de 30 años, esto ha mejorado y ha mejorado mucho”.
(Una mirada sobre la historia permite advertir que a partir de la génesis hispanoamericana: 1492, descubrimiento de América y sucesivas etapas durante la posterior conquista y evangelización, al producirse el encuentro de las dos culturas se originó la primera alteración en la organización de las naciones aborígenes. Hasta entonces, distintas culturas se manifestaban en el vasto territorio de un continente prácticamente inexplorado. Desde entonces se intentó corregir los abusos que fueron determinando la pérdida de sus tierras y la peregrinación constante. A las olvidadas normas de Hernando Arias de Saavedra -Hernandarias-, siguieron las disposiciones de los gobiernos de 1811 y 1813 y en distintas épocas, se reiteraron las intenciones de reparación histórica con quienes todavía luchan para preservar sus idiomas y sus costumbres. Durante la primera presidencia del General Juan Domingo Perón, en 1949, se crearon las primeras “Colonias” -bilingües-, con escuelas de jornada completa y a partir del gobierno de facto de 1955 el programa fue interrumpido.
En la Constitución sancionada en 1994, en el art. 75 inc. 18 y 19 se establecen las obligaciones del Estado para el bienestar -y la prosperidad- material y espiritual de los argentinos; “reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”, disponer lo necesario para que ejerzan el derecho a la educación bilingüe, otorgar personería jurídica a sus comunidades y entregar los títulos de propiedad sobre las tierras que ocupan sus correspondientes familias.)
Sinceridad y amor
El Dr. Maradona, recomendaba que para mejorar las relaciones con ellos, era imprescindible que “medie la sinceridad, el amor y el estímulo… y sobre todo la educación”. En realidad esos valores son esenciales para todas las relaciones humanas.
Su convivencia con varios grupos le permitió reconocer que “si el indio es retrógado e indócil está en su naturaleza específica serlo, la antítesis de otros pueblos de la tierra que se barbarizan con el progreso.” Planteó con firmeza: “Y nos abocamos así ante un dilema. Y hay que aceptar que si aquello es de ‘salvajes’, esto es de ‘bárbaros’, no hay términos medios que atenúen esta verdad cruda.
Y, ciertamente que lo es; lo estamos viendo, pues, ni unos ni otros posan en los planos equilibrados de la civilización; de la civilización que es amor, que es justicia, que es derecho.
Insistía el ilustre filántropo: “Es por eso que hay que educar al salvaje y al bárbaro; a los unos, conduciéndoles hacia la civilización y a los otros, retrotrayéndoles a la misma, que es común que existan- y, esto, con el ejemplo, con la instrucción, con amor. Y, ahí también tienen materia las distintas religiones para desarrollar sus actividades en pro de elevar al ser humano hacia la majestad de Dios.” p. 34
Población aborigen en 1914
Las estimaciones de la Comisión Indigenista que integraba el Dr. Maradona, indicaban la presencia de aproximadamente “80.000 aborígenes que después del Censo de 1914 se supo que estaban reducidos a la cuarta parte, constituidos por los tobas que habitaban desde Arroyo del Rey hasta el río Bermejo y aún trasponiendo esta frontera, hasta el Pilcomayo y márgenes derecha de los ríos Paraguay y Paraná; los vilelas, guaicurús, frente a Corrientes; los matacos, en el alto Bermejo sobre la costa, y centro de Formosa, los espineros y mocovíes, en la Región Central Chaqueña, en núcleos descendentes por debajo del paralelo 31º en Santa Fe (San Javier); los chiriguanos, hacia el norte (Orán) en conexión con los chaqueños.”
Mocovíes
Después de haberlos observado al sur del Río Bermejo, el Dr. Maradona afirmó que “eran terribles por su firmeza y su fiereza en épocas pretéritas”, modificando su comportamiento en las Reducciones y hablando un idioma parecido al de los abipones. “En general, la familia es monógama y está confederada en naciones que exceden de sus predios”.
Tobas
El Dr. Maradona reconoció que “a fines del año 1935 la parcialidad indígena compuesta por tobas y pilagás que poblaban las márgenes del arroyo Guaicurú, vivía desnuda y hambrienta, crecían la cabellera, se horadaban las orejas y tatuaban el rostro y miembros; se trataban como podían sus distintos males. Ha pasado este lapso, y los indios visten, se alimentan mejor porque trabajan; no se tatúan ni mutilan; cortan el pelo como los civiles y entienden o hablan castellano y aprenden a leer, escribir y la aritmética. El año que iniciamos esta campaña a su favor, fue desde que llegamos, aconsejándoles desde un principio: a no robar ‘na-kochágaick’; a no beber ‘na-niylom-; a no jugar ‘na-sigualagaen-, a no fumar ‘na-dokóllagan’; a no pedir ‘na-nitake-, a trabajar -sanaganatagán’.”
Matacos
En aquel tiempo, el Dr. Maradona afirmó que los “matacos” con los “tobas” y los “chorotes”, constituyen “el grupo racial chaquense típico. Viven en el Bermejo Superior y Medio, y en algunos centros del Chaco Austral. Petisos y retacones, de carácter taimado, suelen ser más huraños y sanguinarios que los anteriores, y por ende más retrógrados”. Se los organizó en colonias, junto a “más de un centenar de pilagás.”
Chulupíes
Observó el Dr. Maradona a los chulupíes, “muchos de ellos de piel blanca, rubios y hasta de ojos azules. Sus cabellos trenzados echan atrás y alegremente cantan como lo hacen pocos, sobre todo cuando están alcoholizados”. Recordó que sus mujeres preparaban la “aloja” con vainas de “cebil” y “en las ceremonias evocativas, empuñando mates y matracas con silbatos de pitos, celebran aquellas -adornados con plumas, collares y ajustados ‘chascas’ en el cuello de las piernas, además de pintarrajearse-; se entregan a la jarana en interminables libaciones en lo que Baco es animador.”
Explicó el Dr. Maradona que utilizaban “las chascas terciadas en el cuello de las piernas para no cansarse -según sus creencias-, seguido de su prole y de sus perros flacos… con la carga al dorso y empuñando alertas el arco y la flecha. Los he visto desfilar –reconoció– con aquel desgaire propio de ellos, reluciente el lomo de marrón oscuro que ostentan desnudos desafiando la canícula y con solo un tapa rabo”. Comentó además que “en épocas pasadas se sabe que los indígenas americanos hacían polvo de semillas desecadas, a las que se le atribuyen propiedades estupefacientes que les transfería el goce de un sueño sumamente agradable. Los fumaban en largas boquillas, los absorbían en forma de rapé”.
Otros grupos
Al referirse a otros aborígenes, el Dr. Maradona reconoció que los “tapitíes”, “hablan guaraní como los chaguancos y también de tembetás”; “poseen costumbres similares a los tobas, matacos y chorotes” y viven reducidos en la zona del Chaco Boreal.
Aludió al grupo que habitaba los montes misioneros: “indígena ‘guayakí’, pequeño, vivaz y salvaje; rápido en la carrera y criminal en la acción cuando encuentra ventaja; vive como todos, haciendo daño”. Narró una escena dramática: “en una oportunidad uno fue ‘cazado a lazo y enjaulado’ cual una bestia para evitar sus depredaciones”, y a pesar de ello, “pudo escapar de la muerte.”
Noche de insomnio: miedo y coraje
En su relato “El Cacique”, el Dr. Maradona evocó sus primeras experiencias en Estanislao del Campo, cuando había “visto reaparecer cien veces” en “el monte… un ‘ñandú’ que pasa, un grupo de indios que caminan. Y por allá, como entre una bruma, un perro flaco… y nada, nada más que altere el panorama.”
En ese tiempo admitió: “…pensando en su suerte me conmuevo. Y la horda salvaje inánime prosigue… Acicateado por el calor y los mosquitos me dispuse, desde el rancho que me albergaba, oír a la distancia el eco monótono que me traía el viento de una cercana toldería de indios tobas. Aquellas voces tristes y monótonas, sonoras en el silencio de las horas parecían surgir de ultratumba: tenían, se me ocurre, la naturaleza áspera de todo lo creado que nos circunda aquí, desde la prosaica consistencia del quebracho, la amenaza punzante del vinal… Tenían aquellas voces el encanto de su rudeza y la atracción de su solemnidad.
Repercutían aquellas extrañas vibraciones en mi alma de muy distinto modo; era la primera vez que los oía; y a la sensación de miedo, en que percibí erizárseme el cabello y una ola de frío correr por mis venas, suspendiendo la respiración por un instante, siguió una reacción reparadora de calor que se tornó como en valor de un cruzado. Y me dispuse para oír mejor.
Este fenómeno complejo que asumía de perturbación mental, algo de miedo y de coraje, de escalofrío y de calor; de perplejidad que siempre fatalmente termina en un sentido en el campo de la conciencia, se me representaba como la fuerza resultante del clásico teorema; en la misma forma en que se asiste al campo de batalla en el que se debe afrontar y no rehuir, o en un examen de fin de curso en que se empeña una carrera.
Aquella noche de insomnio hubiera optado por lo primero sin que esto signifique preciarme de valiente.
Hubiera querido presenciar aquella fiesta clásica en la que se canta y se baila y que tiene además, algo de rito salvaje, sin exclusión de lo sagrado de su contenido; mas, me han dicho de lo arriesgado que es la presencia de ‘cristianos’ en tales circunstancias. La bulla se prolongó durante toda la noche hasta el amanecer dejándome tocado por la curiosidad…”
Fogata y ritos en la toldería
Pasó el tiempo y el Dr. Maradona después de convivir con esos aborígenes, que lo respetaban porque él supo reconocerlos en su dignidad, compartió esas celebraciones y las describió: “…Ante espectadores que hacen coro, también saltan, gritan, corren, se retuercen, accionando con la cabeza y los miembros; como si estuvieran actuando, pero en el escenario circunscripto alrededor de la fogata”. Recordó que allí se cumplían todos ritos: el de la pubertad de alguna joven, a quien “el cacique proclamaba apta para el matrimonio mientras la tribu aclamaba y le deseaba felicidad, augurándole la maternidad de un niño que ha de ser valiente, hermoso, resistente…”
Labores y costumbres
Los comentarios del Dr. Maradona acerca de la vida en la toldería, generalmente cercana a algún arroyo o laguna para disponer del agua indispensable, revelan que allí viven “improvisados en santa paz”, en “la choza o el toldo”, que ellos levantan “a modo de techumbre”, con “ramas, pajas, hojarasca…” Ha recordado que “en la proximidad la mujer toba corta su pelo, dejándose un copete en la frente, a veces; se depila las cejas y pestañas y marca el rostro con trazos paralelos y cruzados en los cachetes y la frente”.
Destacó que la mujer es laboriosa, “prepara los alimentos y las bebidas para aplacar el hambre y calmar la sed y por ende, entonar el espíritu caído de este pueblo soñoliento”; ella “se desvela por la supervivencia de la raza”.
Advirtió el Dr. Maradona que trabajaban “algunas fibras vegetales; las tiñen y confeccionan sus prendas en telares. Preparan los alimentos y entienden sobre el uso de las hierbas medicinales.
Cuando organizan sus fiestas, usan collares de abalorios o de discos, lucen vinchas, pulseras y aros, algunas veces hechos con metal. Los hombres, se dedican a la caza y a la pesca. Son menos activos que las mujeres. Los niños comienzan a practicar esas habilidades acompañados por sus padres”.
Música e instrumentos
En aquel tiempo, el Dr. Maradona comprobó que confeccionaban sus instrumentos: el “pim-pim”, fabricado con “un tronco ahuecado y cubierto el orificio con piel de vizcacha, de cabra; que suena como un tambor”. Utilizaban “matracas, un mate seco, flauta de caña o de canilla de ñandú; algunas lonjas de cuero con recortes de metal que la chocar entre sí producen un sonido agradable. Acompañan esos ritmos con una tonada monótona y melancólica. Algunos preferían el ‘kotaki’ improvisado con una olla o continente metálico que golpeaba con palillos o con la mano”.
Tatuajes
El tatuaje no es exclusividad de los aborígenes porque aún en los umbrales del tercer milenio, los lucen en su piel algunos adolescentes y adultos de distintas latitudes. El atractivo del tatuaje, depende de la habilidad artística de quien lo ejecute y si hubo libertad para elegir la forma y el color, es posible reconocerlo como un signo que refleja una silenciosa señal personal y revela una singular concepción estética.
Entre aquellos nativos, “las mujeres se encargaban de preparar la materia tatuante, utilizando corteza y tallos de aliso en prolongadas cocciones, hasta lograr una tintura azulada, que mezclada con polvo de valvas trituradas o con polvo común, sirve para frotar la epidermis que previamente debía ser marcada -dibujada en una sucesión de pinchazos-, con una espina o un elemento punzante.
Esta costumbre en algunos casos tenía connotaciones religiosas y hasta se pensaba que servía como profilaxis para evitar algunas enfermedades”.
Entre los aborígenes, se lo ha utilizado como “un motivo de orden social, de jerarquía, de embellecimiento, de nacionalidad…”
Complejas relaciones económicas
Las experiencias vividas por el Dr. Maradona lo impulsaron a escribir sobre la “explotación” que soportaban los aborígenes. Ha narrado cómo hasta los comerciantes ambulantes especulaban con su trabajo para que les trasladaran sus artículos a menor costo. “Se pensaba en cuatro o cinco ‘indios’ cuando había que desmontar o abrir surcos. Ninguno podía rendir tanto en los quebrachales recibiendo tan escasa retribución. Esas injusticias provocaban rencores y ellos estaban convencidos de que su intolerable enemigo era quien les exigía más y más esfuerzos. En consecuencia, más de una vez el ‘pícaro’ indio con todo disimulo lo conducía a una emboscada con el fin de robo y la cosa terminaba en un crimen”. Esa lamentable decisión era excepcional. Ellos debieron soportar infinitas explotaciones y fueron los nuevos habitantes de la llanura, quienes les hicieron conocer nuevos productos que él no podía elaborar y poco a poco lo fueron acostumbrando a creerlos necesarios, asegurándose una dependencia en constante crecimiento. En ese intercambio también debían soportar un creciente abuso. Así se consolidaron los injustos pactos, a partir del “contrato verbal de trabajo” en las peores condiciones para los aborígenes. Era frecuente que les propusieran la solución de los litigios mediante la entrega de objetos y cuando no eran aceptados, en sus violentas reacciones se comprobaba la habilidad en el uso de las macanas, de las bolas o boleadoras. Ni siquiera esas graves lesiones, modificaban las complejas relaciones económicas que causaban tantas injusticias.
Entretenimientos
Con el propósito de estar entretenidos y hacer ejercicios, los aborígenes jugaban al “dole”. Mediante el uso de un “bastón” empujaban y arrojaban al aire una “bocha de madera liviana”. Con frecuencia el entusiasmo provocaba discusiones o accidentalmente la bocha producía golpes y heridas.
El Dr. Maradona ha pensado si ese juego no sería el mismo “de la ‘gueca’, aquel que Hernando Arias de Saavedra prohibió el 29 de noviembre de 1603, en su sexta gestión gubernativa…” Ha recordado que también jugaban con los cocos. Practicaban el fútbol; aprendieron a usar los naipes y se divertían jugando al truco sin tener en cuenta las horas que pasaban entre ese ocio y el hábito de “mascar coca” o “de fumar tabaco”.
Al recordar esas costumbres, el Dr. Maradona afirmó: “Estoy por creer que en esto son sobresalientes, como sobresalientes son en el ‘dulce no hacer nada’…”
Leer es crecer
Bibliografía fundamental
Algunas crónicas han destacado esfuerzo del Dr. Maradona para conservar su biblioteca a pesar de las condiciones en que vivió, disponiendo de los muebles indispensables en pequeñas habitaciones. Ha sido un lector incansable: En una de sus ediciones mencionó algunos autores y los títulos de las obras que le sirvieron para acrecentar sus conocimientos:
- 1530. Alonso de Santa Cruz (sobre la fauna…)
- 1535. Gonzálo Fernández de Oviedo y Valdés – “Historia Gral. y Natural de las Indias Occidentales”, en Sevilla.
- 1640. Laet d’Amuers – “Histoire du Nuveau Monde”.
- 1682. Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán – “Historia de Guatemala”.
……… P. Alonso de Ovalle – “Crónica de la Conquista – Siglo XVI.
- 1734. Pedro Lozano – “Descripción del Gran Chaco Gualamba”
……… P. Martín Dobrinzhoffer.
- 1773. Concolorcovo (Calixto Bustamante).
- 1774. Thomas Falkner -jesuita inglés – “Descripción de la Patagonia (editado en Londres – Inglaterra).
……… P. Florián Paucke
- 1806. Luis de la Cruz (Alcalde de Concepción, en Chile) – “Descripción de la naturaleza de los terrenos”.
……… Luis Ramírez (sus crónicas en “Cartas…”).
……… Bonpland (Aimé Goujand)
……… J. Alfonso Carrizo – “Cancionero Popular de Tucumán”
- 1884. Filiberto Oliveira César – “La vida en los bosques sudamericanos”.
……… Marcos Sastre – “El tempe argentino”
……… Jorge Barlow “Relaciones de su viaje” (con Caboto, en el Museo Británico…)
(“A través de la selva” fue consultado en la Biblioteca “Dr. José Gálvez” de Santa Fe de la Vera Cruz -actual Foro Universitario de la Universidad Nacional del Litoral, con sede en calle 9 de Julio 2154-; servicio que merece un reconocimiento por su fecunda labor. La lectura de la obra del Dr. Esteban Laureano Maradona permite reconocerlo como un ejemplar hombre argentino, quien prefirió vivir sin ostentaciones, predicando entre los humildes…
En esta pausa ineludible, es necesario expresar el deseo de que más lectores intenten aproximarse a su obra, para que a través de sus relatos puedan imaginarse otro espacio y otro tiempo, donde sea posible compartir la magnífica aventura de vivir y de convivir sin absurdas apetencias, sintiéndose entusiastas protagonistas de la civilización del amor que fundó Jesucristo, continuó San Francisco de Asís y sigue siendo una utopía porque los hombres todavía no han aprendido a reconocerse como hermanos, en el inmenso hogar que es el planeta Tierra…)
Elogio de un compañero de ruta
En 1976, mientras en la Argentina secreta se acentuaba el terror, un destacado investigador residente en San Jorge, departamento San Martín, provincia de Santa Fe, el noble Lázaro Flury -amigo de Laureano Esteban Maradona-, decidió difundir sus observaciones sobre “Hombres, hechos y cosas”.
Destacó “los heroísmos intrascendentes” a partir de una premisa insoslayable: “Cada mujer, cada hombre, es un mundo… Poesía o drama, el mundo personal es campo de un heroísmo silencioso. A veces trascendente; perdura a través del tiempo. Otras, la mayoría de las veces, intrascendente.
En el mundo nacen, sufren y mueren millones de seres cuyas vidas solo son sombras oscuras que recorren fugazmente el desolado paisaje terrestre. Pero todas esas vidas, que no trascendieron a la historia ni a la inmortalidad, han sido vidas plenas de heroísmo conmovedor.
Nadie ha escrito sus historias. Nadie recuerda sus batallas anónimas. Son los obreros, empleados, maestros, estudiantes, periodistas, labradores… Esa legión interminable que mueve el mundo y escribe la historia sin saberlo…”
En la admiración de esas proyecciones, Lázaro Flury destacó:
“No podríamos olvidar al Dr. Esteban Maradona, nacido en Esperanza, el Schweitzer argentino, que dedicó toda su existencia a curar a los indios de Formosa, olvidados en tierra de nadie, sacrificando fama, honores, comodidades, tranquilidad… Casi medio siglo en la selva formoseña y del Gran Chaco, ejerciendo su profesión de médico sin remuneración alguna, con un amor y un desinterés que no tiene precedentes en los anales de nuestra historia, para ayudar a sus semejantes sin distinción de colores y credos, representa una epopeya que linda con la leyenda, porque cuesta creer que ocurra en nuestros días. Como corolario, en su escaso tiempo libre, estudia con pasión de sabio la fauna y la flora chaqueña; la lengua de sus pueblos olvidados; las gestas heroicas que ha recogido la historia. De esta manera llegó a reunir diez volúmenes, inéditos, de valiosa información médica, literaria, folklórica, lingüística, histórica…
Hace unos años un grupo de estudiosos lo visitó en su lejano rincón de Estanislao del Campo, admiró su voluntad, valoró su sacrificio, prometió su ayuda… y se robó los tomos de su obra magnífica, que jamás podrá ser escrita de nuevo.
Como respuesta don Esteban Maradona sigue curando enfermos, restañando heridas, haciendo más leve la muerte de millares de hombres de la selva, al margen del sibaritismo cultural y científico.”
(Aquí se impone un paréntesis para sugerir otro acto de justicia: leer las obras de Lázaro Flury, cuyos libros tendrían que ser más difundidos en las escuelas. Quizás ese propósito se concrete cuando se estructure un “servicio de educación por el arte”, esbozado en reiteradas oportunidades, aunque no se ha estructurado en las políticas culturales de las escuelas ni en los distintos medios de comunicación. Existen algunas iniciativas de solidarios caminantes -que al decir de Leonardo Deb, joven abogado y poeta santafesino-, son los protagonistas de “batallas imperceptibles, que se libran con la vida / todos los días…”
Surge como contraste con la honestidad y humildad del Dr. Maradona, la actitud mimética de otros “personajes”: los que robaron parte de los escritos de Maradona y algún irresponsable cronista que para elaborar sus historias utilizó con torpeza alguna tijera o un afilado estilete, destruyendo las páginas de diarios irrecuperables..
En consecuencia, las hojas de una valiosa colección lucen absurdas ventanillas que denotan el robo de diversa información. En tales circunstancias, el silencio cómplice suele favorecer el uso de las máscaras y entre la audacia y la discordia, entre la tolerancia y la melancolía, en el gran teatro de la comedia humana aparecen nuevas crónicas.) [5]
El Brigadier Estanislao López, en una carta a Lucio Mansilla afirmó: “Mejor es buen nombre… que mucha riqueza.”
Algunos hechos inducen a parafrasearlo diciendo: “Mejor es ser un buen hombre… que tener falso renombre.”
Son justamente esas contradicciones las que obligan a huir del ruido y del brillo de los escenarios que se asemejan a las vidrieras, lugar de exhibición de todo lo que tiene asignado un precio, que en la mayoría de los casos no es equivalente a su verdadero valor.
Así lo habrá sentido el Dr. Maradona, cuando prefirió compartir con humildes compañeros de ruta, el austero sendero de la dignidad y de la confraternidad.
“Un episodio en la selva”
Lázaro Flury –en el segundo tomo de la obra citada-, evoca lo sucedido en octubre de 1939, cuando se encontraban “en Laguna Yema (Formosa) en representación de la Comisión Indigenista Argentina, distribuyendo ropa, medicamentos y víveres entre los indios matacos de esa zona.”
Coherentes con la teoría del rumor, las partes interesadas difundieron distintas noticias sobre un mismo asunto: “indios matacos y tobas de El Pintado, Santa María y Las Vertientes”, “tribus de una zona sin agua y sin alimentos”, “marchaban a la costa del Bermejo, buscando lugares más propicios para subsistir.”
Como suele suceder ante la influencia de los intereses creados, esa dramática situación que generó la movilización, sirvió para que se tergiversaran los hechos. Impresionó “una noticia difundida en Buenos Aires, según la cual dos mil indios matacos y tobas… se habían sublevado y marchaban hacia la capital de la provincia.”
Era el motivo necesario para justificar el envío de tropas para reprimirlos. En consecuencia, Flury y sus compañeros decidieron enviar un telegrama al entonces Ministro del Interior José Padilla, cuyo texto es oportuno reproducir por su valor histórico: [6]
“Denunciamos Señor Ministro pretexto sublevación, policías y particulares preparan ataque contra dos mil indios de Santa María, Las Vertientes y El Pintado de la provincia de Formosa que se desplazan por las orillas del Bermejo.”
Un mensajero le comunicó al Presidente de la Comisión Honoraria de Reducciones de Indios, Dr. Juan A. Domínguez, en viaje de inspección a las colonias de ese organismo”, que lo esperarían en el “Kilómetro 462 sobre la costa del mismo río a la altura de Las Lomitas”. Acompañados por “tres indios y el cacique José Vicente”, “montados en esquelética caballería, los trashumantes jinetes indios nada tenían que envidiar al ingenioso hidalgo de la Mancha”, destaca Lázaro Flury. Hay que imaginarse a la caravana durante “toda la noche por estrechos senderos en el monte”, donde “no había caminos”, “ni siquiera huellas o senderos.”
A las diez de la mañana se produjo el encuentro. El Dr. Domínguez llegó también “a caballo, acompañado por dos indios y otro filántropo radicado desde hace largo tiempo en Estanislao del Campo: el Dr. Esteban L. Maradona.”
Saber oír… y enarbolar el pañuelo blanco
Destacó Lázaro Flury, que “la incertidumbre se disipó al comprobar que no había huellas de su paso, ni por tierra ni por agua y el cacique Vicente, apoyando el oído contra el suelo informó que el grupo se estaba acercando. En efecto, una hora después apareció un verdadero ejército en el cual prevalecían mujeres y niños. Se adelantó el cacique Ogamí que era el jefe, quien confirmó el informe que teníamos sobre la marcha”, reconoce Flury en su conmovedor testimonio. “Sin alimentos, sin agua por la inmensa sequía, habían resuelto dirigirse a Formosa para pedir trabajo y ayuda al gobierno”. Las víctimas, en la otra versión, tenían que ser frenadas en sus impulsos subversivos y en consecuencia, para enfrentarlos se había organizado “un fuerte contingente de gendarmes, policías y particulares”.
Los doctores Domínguez y Maradona junto a Lázaro Flury integraban la vanguardia de la caravana que sufría porque había hambre y sed de justicia. Recordó Lázaro Flury que “el encuentro tuvo lugar a 50 Kms. del lugar de salida. Para evitar acciones que pudieran ser lamentadas el Dr. Maradona enarboló un pañuelo blanco en el extremo de una rama. El santo y seña era evitar una matanza de consecuencias imprevisibles, aún a costa de nuestras propias vidas. No había otra alternativa.
Al frente de las fuerzas del orden se encontraba un oficial de apellido Ramírez que reconoció al Dr. Domínguez, y no se podía salir de su asombro. Enseguida se entabló más o menos el siguiente diálogo:
– Doctor… ¿Cómo?… Usted con esos…
– Sargento. Son indios hambrientos que vienen a pedir protección…
– Son sublevados…
– Repito que son hambrientos que no tienen nada para mariscar, y por ley natural vienen a pedir ayuda al gobierno para no morir…
El asombro oficial iba en aumento:
– ¿Y piensa llegar a la Capital?…
– Sí. Veremos al Gobernador…
– Pero eso es un peligro. No me comprometa doctor…
– ¿Peligro?
El Dr. Domínguez señaló con su bastón a las mujeres y niños sucios y desgreñados.
– ¿Pueden representar un peligro esas pobres mujeres y niños hambrientos? Pues allá vamos. Sírvase acompañarnos.
Lo que vino después es para la historia” afirmó Lázaro Flury, porque el 30 de octubre entraron en la ciudad de Formosa, “al frente gendarmes y policías, en segunda fila tres blancos -los representantes de la Comisión Indigenista Argentina- y cuatro caciques. Detrás centenares de indios en dolorosa procesión” mientras “toda la población se volcó a la calle para indagar lo que ocurría”.
Una vez más hubo que escuchar la voz de la autoridad policial porque “al llegar a la plaza principal un oficial de la Jefatura vino a pedir explicaciones” y “el Dr. Domínguez le entregó dos mensajes”. De inmediato “los indios fueron llevados a los campos de la Sociedad Rural” y “nosotros –dice Flury- pasamos directamente a la Gobernación.”
No fue estéril el esfuerzo porque “dos horas después, en los terrenos de la Rural, los indios eran auxiliados con alimentos. Durante veinte días funcionó la olla popular con ayuda del gobierno y de la población. Entretanto las lluvias del verano mejoraron la situación y los indios fueron llevados de regreso a sus lares en camiones del Ejército, con provisiones y ropas.”
Este no es un cuento, es la historia de la Historia de los argentinos; es imposible soslayarla, hay que difundirla.
(… Una pausa favorece la oportuna reflexión: esos hechos por su semejanza con manifestaciones actuales, parecen una “tradición” que debiera ser erradicada. En el absurdo escenario de “la comuniquedia de la poliburocracia”, todavía hay obsecuentes que aplauden a los autoritarios, mientras la pobreza de millares de personas suele ser el argumento que moviliza a algunos grupos, quienes acumulan excesiva fatiga, sólo para satisfacer su inagotable propósito de conquistar prestigio o incrementar sus posesiones materiales. Esos seres es probable que no hayan aprendido el mensaje de Su Santidad Pablo VI: “Si amas la paz, trabaja por la justicia” y en consecuencia tampoco habrán podido aprehender la dimensión de ese compromiso solidario.
En estas páginas emergen algunos “contrastes” en la historia de los argentinos. El 1º de julio de 1974 falleció el General Juan Domingo Perón; ejercía el Poder Ejecutivo la vicepresidenta Sra. María Estela Martínez de Perón. Tres días después el gobernador de La Rioja Dr. Carlos Saúl Menem cumplió la misión encomendada por los gobernadores y expresó su sentimiento momentos antes del sepelio.
A partir de los comentarios sobre un posible “golpe de estado”, el Dr. Menem -como la mayoría de los ciudadanos- defendió la legitimidad del gobierno de la señora de Perón hasta que el pueblo eligiera nuevas autoridades.
El 24 de marzo de 1976 la presidenta fue detenida y comenzó el autodenominado “proceso de reorganización nacional”; se enviaron “interventores” a todas las provincias, municipalidades y comunas. Como sucedió con otros políticos, un “viernes”, “alrededor de la medianoche”, el gobernador riojano fue convocado para “conversar algunas palabras con el ‘Jefe de Asuntos Políticos de la Policía’, sobre ‘algo muy importante’…”
Al doctor Menem lo “introdujeron en uno de los tristemente célebres Falcon, sin identificación alguna”. El viaje del Dr. Grimberg, su socio en el Estudio Jurídico y ex Ministro del Superior Tribunal de Justicia de La Rioja, siguiéndolos con su automóvil particular, obligó a los “secuestradores” a “cambiar sus planes”. A partir de ese momento quedó incomunicado y a disposición de los militares que detentaban el gobierno. El Dr. Menem ha manifestado que “después de la incomunicación decidieron blanquear la situación” y “fue ahí donde entraron en escena los nefastos Videla y Harguindeguy”. En ese tiempo se hablaba del “síndrome de Harguindeguy”, conjunto de trastornos evidentes en quienes han pulsado acelerados timbres y han exigido condenas más allá de los razonables límites del Derecho y de la Justicia.
En ese tiempo, algunas voces aludían a la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, aprobada y proclamada el 10 de diciembre de 1948 y de la “Convención Americana sobre Derechos Humanos” suscrita el 22 de noviembre de 1969. La Corte Suprema de Justicia acumulaba los expedientes de la mayoría de los juicios, sin dictar sentencia.
En Santa Fe de la Vera Cruz, el Arzobispo de Santa Fe Monseñor Vicente Faustino Zazpe en una de las Homilías nombró a la “Argentina secreta”, la del dolor y del silencio y en su prédica alertaba sobre la realidad nacional y los problemas de la juventud.
El Dr. Carlos Saúl Menem -gobernador de La Rioja a partir del 10 de diciembre de 1983-, durante una entrevista con el periodista Gustavo Béliz habló de “la noche de los tiranos” y recordó: “… el lunes 22 de setiembre de 1980, firmaron el decreto 1.948 por el cual disponían mi confinamiento en la localidad formoseña de Las Lomitas… un virtual destierro y ni siquiera se preocupaban por mi suerte. Muy típico de esa tiranía”…
Reconoció que: “el terror y el autoritarismo llegan a tal extremo, que parecen de leyenda”.
De acuerdo al testimonio del Dr. Menem, “Las Lomitas” en 1980 era una localidad que tenía “alrededor de 1.600 habitantes, en plena selva formoseña, a 300 kilómetros de la capital provincial”; que “una cuarta parte de su población es indígena” destacando que pertenecen al “país negado por la historia, de los personajes que, por ser auténticamente argentinos, recibieron el olvido de quienes escribieron nuestro pasado”.
Estos datos confirman el valor de las actitudes del Dr. Esteban Laureano Maradona y de sus amigos cuarenta años antes, cuando recorrían esa inhóspita zona para ayudar a los aborígenes.
Después del “nunca más” de la “Conadep” -comisión nacional integrada para investigar sobre la desaparición de personas-, el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín -presidente de la Nación en el período 1983/89, radical-, teniendo en cuenta las manifestaciones de protesta de algunos oficiales de las fuerzas armadas, decidió con respecto a las acusaciones y condenas, que era necesario contemplar la “obediencia debida” y estableció el “punto final” en los juicios en trámite. Los condenados fueron destinados a distintas dependencias.
En 1986, durante la campaña electoral del justicialismo, el Dr. Menem propuso lo ineludible: “… vamos a escaparnos de la siesta de la mediocridad y el ‘no se puede’. Vamos a sacarnos las telarañas mentales que nos dividen y nos frustran”. Los hechos demuestran que todavía sigue siendo el imponente desafío que debiera ser asumido por “todos” los argentinos.
El presidente Alfonsín entregó el gobierno seis meses antes de la finalización de su mandato, como consecuencia de un proceso de hiperinflación, de desmonetarización y por los frecuentes “asaltos a los supermercados”. En julio de 1989 asumió el presidente Dr. Carlos Saúl Menem y después de evaluar distintos conflictos sociales, como una contribución a la “pacificación” ejerció su derecho al “indulto”: fueron liberados los militares detenidos y algunos dirigentes de los “grupos terroristas civiles” que operaron con vehemencia a partir de 1970.
El Dr. Menem insistía: “Vamos a levantar la cabeza y mirar hacia un horizonte que tiene luz, presente y futuro”. Así será si todos los argentinos estamos dispuestos no robar, no beber, no jugar, no fumar, no pedir y trabajar como predicó el noble Maradona.)
Durante toda su vida, el Dr. Esteban Laureano Maradona develó su percepción interior orientándose hacia la comprensión -y aprehensión- de los valores trascendentes, supo ser coherente con el mandato de su conciencia; defendió el derecho a la vida sin discriminaciones y contribuyó a su oportuno ejercicio; obró con solidaridad sin esperar otra recompensa que la satisfacción de haber sido fiel a su vocación, en cada una de sus misiones.
Dignidad y honores
Después de la primera condecoración por sus servicios a la República del Paraguay -que intentó soslayar organizando su viaje a Tucumán- el Dr. Maradona continuó trabajando en zonas inhóspitas. En reiteradas oportunidades afirmó: “Sé que arriesgué mi vida y también mi salud; pero había mucho por hacer por esa gente y por eso los elegí a la comodidad de mi consultorio en Buenos Aires.”
“La Palma de Oro” (1973)
El 27 de noviembre de 1973, durante el acto organizado por la Asociación Cooperadora de la Escuela de Frontera Nº 6, le fue otorgada “La Palma de Oro”, en reconocimiento a sus notables aportes intelectuales y a su generosa acción social.
Premio al Médico Rural Hispanoamericano (1980)
La escritora Irma Quartarone ha destacado que “en diciembre de 1980, fue galardonado con el premio al Médico Rural, instituido por la Revista Iberoamericana de Infectopatología, con el auspicio de la Asociación Médica Argentina y de Productos Farmacéuticos CIBA, cuyo jurado estuvo integrado por los doctores Arthur Tchoulamian, Presidente y Osvaldo Galmarini y René Rigou, por la revista citada; Armando Macagno y Luis González Montaner, por la Asociación Médica Argentina; y Enrique Liboneti por la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. La distinción consistió en diez millones de pesos, medalla de oro y diploma de honor.”
Afirmó la escritora esperancina, que el Dr. Maradona “de tanto bregar por los demás, se olvidó de él -un auténtico filántropo- llevando su profesión a la cumbre de un verdadero apostolado. Su obra de valor y trascendencia universal es un ejemplo de humildad y amor a sus semejantes.”
Es oportuno destacar que el humilde Dr. Maradona, cuando se exaltaban sus méritos, respondía:
“No hice otra cosa que cumplir con el juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”.
Premio a Conductas Destacadas “Florián Paucke” – 1986
Al contemplar los frutos, es inevitable pensar en la raíz que los ha nutrido. Se ha recordado que a los catorce años, llegó a Rosario el sanjuanino Waldino Baldomero Maradona y que después de una breve permanencia en esa ciudad, en el año 1870 se radicó en el Departamento San Jerónimo. Vivió en Barrancas; cuatro años después la familia se trasladó a Coronda y luego a Esperanza. Allí nació Esteban Laureano y las autoridades de esa ciudad -entre otras que difundieron su obra-, reunieron sus antecedentes y lo propusieron como noble ciudadano que debía ser reconocido con el “Premio Florián Paucke” instituido por el Ministerio de Cultura y Educación de la provincia de Sana Fe, a través de la Subsecretaría de Cultura.
En Santa Fe de la Vera Cruz, el 30 de octubre de 1986 se integró el jurado que seleccionó a las personalidades de conductas más destacadas: Subsecretario de Cultura Néstor Norberto Zapata -presidente-, miembros titulares los señores Lázaro Flury, Luis Sangalli, Enrique Smiles y los doctores Gerardo Álvarez y Martín de la Peña.
Se lee en el acta: “…Luego de una extensa deliberación y análisis de los antecedentes de las personas propuestas, por unanimidad el jurado resuelve otorgarlo:
“…al Dr. Esteban Laureano Maradona, oriundo de la ciudad de Esperanza, por su dedicación médica, filantropía y entrega en beneficio de pobladores de indigente condición social, que enalteció a los indígenas de la provincia de Formosa.” p. 51
Estrella de la Medicina por la Paz (1987)
El 29 de abril de 1988, el Parlamento Mundial para la Paz y la Seguridad -perteneciente a la Organización de las Naciones Unidas- que otorga anualmente el galardón “Estrella de la Medicina por la Paz”, seleccionó al Dr. Esteban Laureano Maradona. p.52
En el Teatro Municipal “1º de Mayo” de Santa Fe, el 4 de julio de 1988 el Dr. Miguel Ángel Clemente Valenti -Senador por el mencionado Parlamento Mundial- después de los discursos que sólo pueden ser un esbozo de su extraordinaria biografía, le entregó la distinción en la Sala Mayor donde se congregaron amigos y admiradores de su obra. Entre los asistentes estaban los intendentes de la ciudad de Santa Fe Carlos Aurelio Martínez (PJ) y de la ciudad de Esperanza Carlos Fascendini (UCR).
El ilustre esperancino había sido declarado “huésped de honor” en la ciudad Capital de la provincia.
Al recibir la distinción el Dr. Maradona dijo:
“…Jamás pensé que en un día como el de hoy iba a recibir este galardón, en reconocimiento a mi modesta acción desarrollada durante tantos años. Considero que debe ser un franco homenaje a la República Argentina”.
Agradeció a quienes habían contribuido a conformar su propia historia, apoyándolo en sus gestiones. No pudo eludir la rememoración del dolor -su dolor íntimo y solidario: el de los aborígenes, sus hermanos desposeídos.
En esa oportunidad el Sr. Eduardo Bernardi expresó: “El doctor Maradona supo vivir el mandato bíblico. Ama a tu prójimo como a ti mismo”… y recordó que “los indígenas lo bautizaron el doctor Dios”. Finalizado el acto, la entusiasta comunidad expresó su reconocimiento con un prolongado aplauso, permaneciendo de pie. En ese tiempo, el Dr. Maradona rechazó el premio de tres mil dólares otorgado por una revista norteamericana de Zoología.
El ministro de Salud y Medio Ambiente de la provincia, Dr. Guillermo Weisburd, se refirió a la merecida distinción y expresó que “el premio representaba un motivo de legítimo orgullo para todo el pueblo santafesino”.
(Los lectores son en última instancia, quienes completan todos los escritos. En un punto habrá consenso: sólo los méritos del Dr. Maradona han generado esos reconocimientos.
No se ha oído hablar al benemérito santafesino acerca del “orgullo”, ese inexplicable estado de arrogancia que no se manifiesta en los virtuosos.
El Dr. Maradona prefería la soledad y el silencio. Al interceder sus sobrinos accedía a las entrevistas con periodistas. Coherente con su trayectoria, poco habría de importarle ser noticia. Quienes lo conocían sabían que era un notable. El filántropo tenía 93 años y soportaba dificultades auditivas.
Con acertado criterio, mientras esperaban su presencia en un hotel, un cronista del diario “El Litoral” de Santa Fe planteó su interrogante: “¿Qué sentido tiene que un hombre sencillo, que ofreció toda una vida en solidaridad hacia los otros, en el mayor de los silencios, tenga ahora que hablar y dar explicaciones”.
Las anécdotas suelen servir para evaluar los gestos. Una mirada sobre esa nota, revela un contraste: el gesto sereno, la reverencia del Dr. Maradona y la impertinencia de quienes lo acosaban con cámaras fotográficas y con grabadores, mientras otros supieron “respetar su voluntad”.
El notable Doctor Dios, no quería hablar.
En un breve mensaje a la juventud, la invitó “al estudio y a la capacitación, siempre con el objetivo de un venturoso porvenir para la humanidad…
Que estudien, que aprendan, para mejorar la situación y el devenir de nuestra República.
En esa forma, dentro de la libertad y de la democracia, la justicia y la moral, se va a culminar en la paz universal.”)
“El hombre que dio todo…” (1989)
En reconocimiento a su trayectoria, la “Asociación Formoseña de Protección Mutua”, inauguró en la Capital Federal un hogar de tránsito para los aborígenes que necesiten permanecer allí durante determinados períodos de tratamiento médico. Estos hechos demuestran que continuó su fecunda siembra.
El señor Eduardo P. Bernardi logró la publicación de un comentario cuando el benemérito esperancino cumplió noventa y cuatro años. Destacó en esa oportunidad que “el hombre que dio todo sin jamás esperar nada…”, con “la misma humildad y desprendimiento de sí mismo, que diera fulgurante luminosidad a su casi ignorada labor de médico, investigador y filántropo, sigue iluminando su vida. A sus méritos como etnógrafo, lingüista, zoólogo, científico y pacifista, agrega el de filántropo, una palabra casi hueca y carente de significado por la escasez de personas a quienes aplicarla con justicia. Pocos, salvo aquellos a quienes la Iglesia ha declarado santos, han llegado al desprendimiento total de sus bienes materiales en vida, en favor del prójimo desposeído. Porque el Dr. Maradona, nacido y educado en una familia de arraigada tradición católica, supo vivir hasta sus últimas consecuencias el mandato bíblico, ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’, practicando un propio ‘olvídate de ti mismo’.
Vive el Dr. Maradona una permanente inquietud por su vocación irrefrenable de servir al prójimo y, especialmente a los indios. Está inmerso en la vida misma del aborigen, en su lenguaje, en sus creencias, necesidades, usos y costumbres y así, gracias a su intelecto, parecen iluminados con una intensidad que nunca tuvieron, son sus miserias y sus pequeñas grandezas.
Es un héroe civil anónimo, fructífero, silencioso y en él, la civilidad toda debe rendir su homenaje a esa vasta legión de seres anónimos que en el silencio y la humildad, dignifican y enaltecen al ser humano. No son héroes que perfilan su fama en injustas y cruentas batallas, ni dirigentes que llevados por un fanatismo incontrolado, sacrificaron vidas en pos del poder. Las manos del Dr. Maradona están limpias: la sangre que alguna vez las manchó fue por dar vida y no para quitarla.” p. 55
(Se ha dicho y se ha repetido: “Justicia lenta es injusticia”. Hacer conocer algunos rasgos de la personalidad y parte de la obra de este héroe civil, es un compromiso impostergable. Allí reside el origen de esta aproximación a la vida y a la obra del ilustre ciudadano esperancino, santafesino, argentino, hispanoamericano… ¡Universal!… por su constante renunciamiento y su firme voluntad de servir a la paz.) p. 57
Ciudadano ilustre de Esperanza
“En mérito a su invalorable vocación de servicio hacia sus semejantes, el Intendente Municipal de Esperanza D. Carlos Fascendini mediante el decreto Nº 4.177 declaró al Dr. Maradona “ciudadano ilustre”. Durante el acto oficial desarrollado en la Plaza “San Martín” de esa localidad, el Intendente destacó: “…hoy brindamos un homenaje a un hombre con vocación de servicio y amor a la patria, con sencillo acto, en el cual se plantará un árbol, bajo cuya sombra se recordará su nombre.” Inmediatamente el Dr. Maradona plantó un roble, todo un símbolo, que provoca el recuerdo de los inspirados versos de Almafuerte (Pedro B. Palacios, 1854-1917): “… sé como el robledal / cuya grandeza necesita del agua y no la implora…”
El Concejo Municipal de su ciudad natal aprobó la Ordenanza que dispuso la imposición de su nombre a la Unidad Sanitaria del Barrio “La Orilla”, servicio de asistencia preventiva y de atención primaria de la salud destinado a comunidades de escasos recursos económicos. En ese tiempo, el Dr. Maradona -próximo a cumplir noventa y seis años-, expresó su noble deseo: “…que los hijos de los hijos y nietos de los fundadores de esta colonia, continúen en el camino del trabajo que iniciaron sus ancestros.” Luego el distinguido filántropo acompañado por el Intendente Fascendini, se trasladó en un coche descubierto hasta el “Museo de la Colonización Argentina”. Allí, su padre ocupa un espacio significativo por los trabajos realizados en la zona. Impulsó las actividades agrícolas y la organización solidaria de la comunidad como contribución al logro de una mejor calidad de vida. Una vez más, la historiadora esperancina Isabel Heer de Beaugé evocó la personalidad de Waldino Baldomero Maradona, quien al elegir esa localidad para residencia de su familia, hizo posible que la cuna de la colonización agrícola, fuera también la cuna de este argentino ejemplar.[7]
Asamblea Legislativa en Santa Fe (1992)
De acuerdo con el resultado de las elecciones del 27 de octubre de 1991, con aplicación de la Ley de Lemas, en la provincia de Santa Fe resultaron electos para ejercer el Poder Ejecutivo, los representantes del sub-lema Creo en Santa Fe (PJ): Gobernador D. Carlos Alberto Reutemann (La Capital) y D. Miguel Ángel Robles (Constitución).
El viernes 1º de mayo de 1992, momentos antes de comenzar la Asamblea Legislativa ingresó como invitado especial el Dr. Esteban Laureano Maradona. Ocupó un asiento en el hemiciclo, junto a autoridades civiles, eclesiásticas y militares.
Su temperamento y coherencia, obligan a pensar en los motivos que habrán justificado su presencia. En una mañana nublada y con llovizna, fue reconocido por el público asistente. Cuando el señor gobernador lo saludó y agradeció su gesto, el ilustre argentino le contestó:
“He venido porque debo apoyar a un hombre como usted como gobernador.”
Propuesto para el Premio Nobel de la Paz
Eduardo P. Bernardi, un santafesino que se ha interesado por la obra del noble médico, promovió la integración de la Comisión Popular Pro Premio Nobel de la Paz.
La consigna durante esa campaña fue: “Esteban Laureano Maradona, el hombre que se olvidó de sí mismo”.
En ese momento se indicaron dos direcciones para recibir las adhesiones: su domicilio comercial y Castellanos 321 – CP 2000 Rosario, residencia del distinguido filántropo.
La iniciativa fue apoyada en 1992 por el gobernador de la provincia de Santa Fe D. Carlos Alberto Reutemann (PJ) con el envío de notas a la academia sueca, calificándolo como el más grande filántropo del siglo XX. Adhirieron a la propuesta del gobernador santafesino, el intendente de Rosario D. Héctor Cavallero (socialista) y en el Congreso Nacional los Diputados Mario Verdú y Rafael Martínez Raimonda (Partido Demócrata Progresista, Santa Fe) mediante una declaración que fue aprobada en el recinto de la Cámara.
(Se impone una mirada sobre la historia de la Historia.
En el año 1929 se creó una Comisión de Países Neutrales, por iniciativa del gobierno estadounidense, integrada con sus representantes y los de Colombia, Cuba, México, Uruguay, Bolivia y Paraguay, con el propósito de evitar un conflicto bélico entre las dos últimas nombradas.
El 20 de febrero de 1932 asumió la presidencia de la Nación el Gral. Agustín P. Justo. Se había cumplido el sueño del escritor Leopoldo Lugones, anunciado durante la campaña para promover al “presidente que el destino señala”, como culminación de su protegida “hora de la espada”. El presidente Gral. Justo encomendó al Dr. Carlos Saavedra Lamas la política internacional de la Argentina y el 6 de agosto de 1932 en Buenos Aires, se firmó un acuerdo entre nuestro país, y los gobiernos de Brasil, Chile y Perú, proponiendo el cese de la guerra. Al mes siguiente la Comisión de Países Neutrales -que no tenía representante del gobierno argentino-, reunida en Washington propuso a los países beligerantes que aceptaran un arbitraje y se constituiría una subcomisión para vigilar el cumplimiento del armisticio. Ese mes la Argentina se incorporó a la Sociedad de Naciones, de la que se había apartado doce años al no aceptar algunas enmiendas propuestas en el Pacto. Ante el documento emitido desde Washington, el ministro Saavedra Lamas reaccionó inmediatamente y para neutralizar esa intervención diplomática de Estados Unidos -que evidentemente se podría convertir en una penetración militar-, presentó en la Asamblea de las Naciones un proyecto de no agresión, de conciliación y antibélico que sería el instrumento jurídico válido para resolver los conflictos internacionales. Hubo diversas gestiones diplomáticas que lo tuvieron al Dr. Saavedra Lamas como protagonista, incluyendo la firma del denominado Tratado Roca-Runciman, “negociado” que el Senador Lisandro de la Torre denunció en el Congreso Nacional y que generó el asesinato de su colaborador Enzo Bordabehere, en el recinto de esa Cámara de Senadores.
Por tales méritos, el Dr. Carlos Saavedra Lamas recibió en el año 1936 el Premio Nobel de la Paz. Había realizado frecuentes viajes, participó en reuniones y en conferencias. El Dr. Esteban Laureano Maradona compartió el dolor en el escenario de la lucha, desde su saber científico, atendiendo a los heridos con la nobleza de su espíritu, impulsado por su solidaridad y su humildad. Era otro héroe anónimo.
Es posible suponer que una reflexión vale tanto -o más- que una condecoración, porque genera un avance hacia nuevos estados de consciencia y de conciencia, proyectándose en renovadas actitudes. Los premios suelen ser sólo un reflejo parcial del pasado.
En el año 1994, el Dr. Maradona declaró que si le otorgaban el Premio, no lo rechazaría. “Ahora -dijo- ...dedicaría el Nobel para la salud y la educación de los niños pobres.”)
“Conjunción de apóstol y héroe…” (1992)
La fecunda vida del Dr. Maradona impulsó nuevamente a los esperancinos a reconocerle sus méritos cuando celebró su nonagésimo séptimo cumpleaños. El sábado 4 de julio, en el complemento “La Región” del diario “El Matutino” de Santa Fe, junto a la fotografía del rostro sereno del argentino ilustre, Irma Quartarone reitera su perdurable admiración: “Apóstol y héroe, el doctor Maradona realizó una obra de trascendencia universal y merece el reconocimiento de la humanidad.”
En esa oportunidad, desde la ciudad de Esperanza -cabecera del Departamento Las Colonias-, el corresponsal del “Diario El Litoral” recordó “los 97 años del ‘médico más humilde de la Argentina’…” y reconoció que hablaba “buscando las palabras aunque con llamativa precisión”.
En esos momentos, el Dr. Maradona había manifestado: “Estoy esperando el fin de mi existencia, pero voy a llegar a los cien años. Mientras tanto muchas veces escribo y se me ha dado también por ser poeta… No uso anteojos, debe ser porque leo y escribo con la luz del día…”
El Intendente de Esperanza, D. Carlos Fascendini le hizo llegar su saludo: “Cómo no sentir una profunda admiración por este orgullo santafesino. Su vida fue un correlato de coherencia, honestidad, servicio, solidaridad. Lejos del mundanal ruido hoy ordena su descanso, como lo hacen quienes entregaron su tiempo en beneficio del prójimo: en paz con la conciencia y con la vida. Como el Dr. Maradona lo presume, la alegría de sus 97 años es propiedad de todos los que anhelamos que su ejemplo extienda las fronteras de la comprensión y el amor por los semejantes.”
Reiteró que desde esa ciudad, “en 1988 apoyamos la iniciativa de la Comisión Popular Pro-Premio Nobel de la Paz bajo la presidencia del Sr. Eduardo P. Bernardi y calificamos de excelente la nominación impulsada por el actual gobernador Carlos Reutemann.”
“Conocer… para reconocernos.”
Es oportuno reconocer sucesivas evoluciones en los medios auxiliares de la educación y reconocer cómo el maestro Doctor Esteban Laureano Maradona los ha vinculado con su prédica.
El libro y la educación permanente
Sabido es que la imprenta produjo la primera revolución educativa. Juan Gütemberg, alemán (1400-1468) introdujo transformaciones en los procedimientos de impresión, experimentando con letras móviles que generaron nuevas técnicas. Esa evolución incidió directamente en el área de las comunicaciones sociales, por cuanto permitió una mayor difusión y promoción del conocimiento de las experiencias creativas -individuales y grupales-, soportes esenciales de la educación permanente.
Con frecuencia se reconoce que los escritores tienen enormes dificultades para editar sus obras, más aún para distribuirlas. El Dr. Maradona pagó las ediciones de sus libros -sin subvenciones- y dejó varios títulos inéditos.
Hubo iniciativas tendientes a lograr la publicación de sus obras completas y cuando se editen, indudablemente han de servir para conocer y reconocer una importante etapa de la historia de la Historia de los argentinos.
El cinematógrafo
Ininterrumpidos avances técnicos permitieron a los hermanos Juan y Augusto Lumiére, hijos de un fotógrafo de Lyon -Francia- avanzar en las investigaciones y experiencias desarrolladas en sus laboratorios fotográficos. A Juan se debe la invención del cinematógrafo que patentó en 1895, perfeccionando el cinetoscopio de Thomas Alva Edison, aparato que hizo posible que las fotografías se miraban con un ocular apropiado, sin ser proyectadas.
En tierra esperancina, ese año nació Esteban Laureano. No estuvo a su alcance ese recurso para sus enseñanzas en los montes formoseños y utilizó los primeros medios audiovisuales: el tradicional encuentro el educador y el educando: las miradas, las voces, algunos gestos y los trazos o signos imprescindibles.
En tierra santafesina, una mirada sobre los “Boletines del Consejo General de Educación” de la provincia de Santa Fe, permite reconocer que su progresista presidente Don Ramón Juan Doldán, impulsó experiencias educativas a partir de proyecciones cinematográficas y en ese tiempo (1926), empezaba a funcionar el Cine Escolar, hasta que la indiferencia y la falta de recursos provocó una declinación incontenible.
El Dr. Maradona –maestro de vocación- valoraba los recursos audiovisuales y no sólo concurría al cine como un espectador más; prefirió utilizar esas salas en localidades del noreste argentino, para sembrar conocimientos en sucesivas conferencias que culminaban en un ameno diálogo. Casi sexagenario en el “Cine Sevilla” habló sobre el “Origen autóctono del caballo y su existencia histórica”.
En esos encuentros, el Dr. Maradona incorporó la proyección de diapositivas y mostró los resultados de algunos procesos de medicina asistencial.
El progreso ha generado la televisión y en esa perspectiva hay que reconocer que entre incontables programa de simple entretenimiento, carentes de arquetipos que estimulen a los niños y a los jóvenes para crecer con dignidad, con menor frecuencia suele difundirse el mensaje de “La Tierra y su gente” o alguna “Historia de la Argentina secreta” que aproximan a prototipos que es necesario conocer. [8]
Si todos los días fuera posible disponer de programas que difundieran esos ejemplos, es probable que como lo expresó en su tiempo el periodista, escritor y político Arturo Jauretche, se descubriría “un nuevo rostro” de nuestra amada Argentina.
Es interesante recordar que el 22 de agosto de 1967 don Arturo en una nota publicada en “La Gaceta” de Tucumán afirmó:
“Comienza a latir el pulso del interior y el país mira hacia adentro”.
(Al evocar aquella percepción y al mirar en esa dirección, esta aparente desviación de la biografía tiene su justificación. Propone una necesaria reflexión y toma de conciencia acerca de que la historia de la Historia, no es sólo la escrita por los historiadores.
Entre la ficción y el realismo, la literatura contribuye a la meditación y a animar las conciencias para aproximarse a la verdad y a la Verdad..
En este antiguo planeta habitado por personas que reflejan milenios de civilización, sus habitantes todavía no han aprendido a amarse fraternalmente. Siguen luchando por intereses mezquinos, incapaces de romper las fronteras que con asombroso egoísmo trazaron en su imaginación.
Las actuales generaciones -en la mayoría de las escuelas- pasan por las aulas soportando todavía la herencia de ver más la nuca que la mirada de sus compañeros, sentados sobre paralelos bancos ubicados en hileras frente al tradicional pizarrón, quizás en otras condiciones frente a la pantalla de la computadora.
Son insuficientes las bibliotecas, escasos los centros-multimedios donde se disponga de actualizada tecnología educativa. Son limitadas las políticas culturales que favorecen la igualdad de oportunidades. No se concreta un intercambio de experiencias como procedimiento imprescindible para la oportuna orientación vocacional desde la niñez. Inculcar los valores éticos sigue siendo la ineludible misión de la familia aunque con frecuencia es delegada a los educadores o a diferentes instituciones. La realidad demuestra que los anhelos de igualdad y fraternidad expresados por el Dr. Maradona como “modelo de convivencia” siguen siendo todavía simples aspiraciones.
Perduran los contrastes: la tiza y el pizarrón hacen guiños a la cibernética. Las autopistas informáticas circulan más allá de los precipicios que separan a diferentes y postergadas culturas. A pesar de ello, obstinados héroes civiles multiplican sus esfuerzos para inculcar valores trascendentes. Allí reside la Fe, la Caridad y la Esperanza.)
Prestigio en Páginas escolares (1987)
En Santa Fe, una propuesta pedagógica de “El Litoral” difundió algunos datos biográficos del Dr. Maradona, héroe civil en los interesantes “Diálogos con Guillermito”. El viernes 20 de noviembre de 1987 se insistía: “… que reciba el premio que se merece: el Premio Nobel de la Paz 1988.” [9]
Reconocimiento al lector, periodista y escritor (1990)
La fecunda trayectoria del Dr. Maradona revela su orden y su organización, pilares esenciales para consolidar cualquier proyecto.
En reiteradas oportunidades, el noble maestro ha expresado su perseverancia en la lectura como medio irremplazable para lograr el conocimiento. En consecuencia, supo reconocer la importancia del periodismo para llegar con determinada información a determinadas comunidades; lo ejerció con prudencia. No se limitó al ejercicio de la Medicina, fue un tesonero educador: publicó varios libros; fue un responsable escritor hasta la víspera de su tránsito a la inmortalidad.
Cuando se aproxima el mes de Junio, las conmemoraciones impulsan a una valoración y es posible reconocerlo como el Mes de las Letras, porque se celebran los días del Periodista (7); del Escritor (13) y del Libro (15). Desde esa perspectiva y con motivo del nonagésimo quinto aniversario del natalicio del Dr. Maradona, desde el Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe”, en el Plan Cultural Anual se propuso a los educadores santafesinos una aproximación a su libro “A través de la selva”. El Prof. Miguel Porral elaboró una cartilla con “sugerencias” que pretendían “ayudar al docente” en la planificación de “una excursión biológica”, mediante la coordinación de “un trabajo de campo en el que sus alumnos identifiquen” los árboles descriptos por el destacado naturalista en el citado libro.
Se reproducen textualmente las descripciones del aromito, palo borracho y ceibo, como un homenaje al generoso educador que donó todas sus ediciones:
Aromito
“El AROMITO ‘acacia macracantha’ es leguminosa que, sin crecer mucho suele levantarse a más de 4 metros, un árbol (‘espinillo’) que prospera en las riberas de los bañados litoralenses, aunque da una madera mediocre, que sirve para el combustible hogareño y para cocer el pan; es una espinosa de hoja compuesta por delicados folíolos, y cuando llega la primavera, embalsama el ambiente con sus hermosas flores color oro, de intenso perfume.
Cuando sus esferoidales flores caen, dejan asociadas vainas cilíndricas mucronadas, de epicarpio duro, negruzco amarronado, que contiene una serie de semillas redondeadas de color verdoso oscuro, bastantes duras. [10]
Tenemos una atracción particular por esta especie, quizás porque fue la primera que contemplaron mis ojos en días de la infancia, en las costas del río Coronda, de Nueva Esperanza, de las Barrancas; donde fue fundado el Fuerte, nada menos que por el primer Adelantado, en 1537, antes de partir para España.
Existe, lo de siempre: la confusión, el ‘aromito’ exhala un perfume que se difunde en el ambiente y no puede pasar inadvertido y un par de espinas, puede decirse bigeminadas, que sugiere lo de ‘espinillo’, como lo llama el criollo de las márgenes del Paraná. Y aunque se lo haya nombrado ‘algarrobillo’ y ‘ aromito’ y aparezca como ‘tusca’, en el catálogo oficial, el binomio linneano es valedero de Humboldt (Federico Enrique) y Bonpland (Amado G.), pero como ‘aromito’ y no como ‘tusca’.
Tiene más de ‘algarrobillo’ que de ‘tusca’, porque la voz ‘algarrobillo’ alude al fruto semejante al del ‘algarrobo’ europeo ‘Ceratonia siliqua’; además su fruto es distinto en la forma que la de los prosopis.
Y en cuanto a lo de ‘tusca’, tampoco corresponde, porque ‘tusca’ es voz quichua que se refiere a la ‘acacia moniliformis’, y como ya decimos, su fruto es una vaina arrosariada, y las espinas son chatas en su base, si bien gemidas.
Otro ‘espinillo’ es la ‘acacia praecox’, (‘aromo’ o ‘espinillo macho’) que nos da una madera compacta, dura, elástica, durable.
Palo borracho
El ‘PALO BORRACHO’, ‘chorisia insignis’: es una de las varias especies de ‘bombáceas’, que cabe en la novela y en el ‘folklore’, que existe con otros en tierra americana y conocido y aplicado por el indígena desde las más remotas edades, y hoy demandado como árbol de ornamento en plazas y paseos de grandes ciudades en virtud de su estampa y de sus atributos florales y foliales y como veremos no ha de faltar quien lo industrialice.
Es el ‘yuchán’ salteño, el ‘samúu’ guaraní, el ‘toboroche’ boliviano, el ‘pedogonagá’ toba; el ‘kopedagañick’ pilagá; el ‘samloc’ mataco, etc. del género ‘chorissia’ de los clásicos, al que el genio mataco le ha atribuido una leyenda muy sugestiva por cierto, y el toba -para no ser menos-, cien aplicaciones.
Árbol hermoso de ventrudo tronco color verde amarillo vivo, de ramazón expandida cubierta por una corteza gruesa erizada de aguijones caducos como los de la rosa, que ya no hinca y sólo sirven de adorno a la epidermis tersa; es el ‘barcigudo’ de los portugueses, de tronco en botellón, que se expone a la perspicacia y a la crítica.
Pero ese atributo de Sancho que algunos justifican, originó una leyenda mataca sobre la génesis del agua y de los peces, que no hemos de entrar a referir aquí.
Llega a medir, a veces, un perímetro de cinco o seis brazadas correspondiendo a un diámetro medio de unos dos metros en su plano de sección.
A veces, por disposición natural de las ramas o por otro accidente en que el fuste se socava, lo llaman ‘tinajero’, es de ver acumularse la rica agua llovida, por eso es que se ha visto alguna vez correr a su presencia al sediento, en busca de aquella, que como una bendición del cielo se conserva fresca y pura.
Su poblada copa que proyecta fresca sombra en el estío, amortigua los rigores del calor, y es de ver entre el follaje hermosas flores blancas que al caer dejan un fruto comestible que sazonado abre sus valvas para liberar un capullo de algodón sedoso -seda vegetal-, capullo brillante de finísima fibra que contiene un centenar de semillas oscuras de forma ‘suigeneris’.
Sus hojas compuestas, grandes, palmiformes de hasta siete folíolos de bordes aserrados, oval lanceolados recuerdan a las del lapacho, si bien más blandas, más cortas, pero tan lucientes como las de éste. Hojas que difieren por el color verde más claro, en el haz y glauco en el envés.
Aunque la cantidad de semillas es variable; contamos 173 extraídas de un fruto, las que sembradas dieron un relativo buen éxito en tierras santafesinas; se trataba de la especie de ‘chorisia insignis’, pero pueden ser más numerosas que las anotadas: son blancas, blandas, sabor grato; aunque se tornan en sazón duras, oscuras, insípidas; semilla y fruto que pueden ser ingeridos por el hombre y las bestias, sin mayor consecuencia, y lo que es más común observar, las aves.
Ceibo
El CEIBO ‘erithrina crista galli’, tan conocido en las costas de la región litoral, que en su hora impresionó maravillando a los conquistadores del Primer Adelantado Pedro de Mendoza, en 1537, cuando reverberando en sus racimos de flores escarlatas, en forma de patitos incendiaba la ribera esmeraldina en las márgenes del Plata; el ceibo, una leguminosa que nos importa tratar.
Árbol de leyenda, es árbol nacional; todo en él es poesía.
Todo es llegar la primavera para que se incendie su ornamento floral como para ejercer no sé que extraña influencia a quien lo contemple constituyendo algo así como un helicón de poeta y donde como una aberración si cabe, se manifiesta prosaico el nido de un hornero, que armoniza escondido entre el follaje. [11]
Es una especie de ‘leguminosa’, hemos dicho, que llega a ser enorme, representada por el ‘chopo’ en Salta ‘Erithrina Dominguezzi’ pero en una como en otra, atrayente como el de que tratamos y siempre fuente inspiradora de poesía y de amor, a la tierra en que nacimos.
No en balde las tropas guerreras del Señor Adelantado contemplaron absortos el desfile que al lado de los ‘guatagañás’ autóctonos (guerreros), sus mujeres queridas, fieles a su Señor y a su terruño ostentaban garbosas, ceñidas a sus frentes con la vincha, las vívidas flores del mentado ceibo: la Flor Nacional de la Argentina.
Es de entonces que el ‘syiñandi’ guaraní cobra una ascendencia indeclinable desde entonces; ha creado un espíritu de poesía que guarda la tradición así como en el pretérito lo guardaría el indígena; y, ¡qué podríamos decir más de él! si hasta el ‘yaguareté’, en sus rabias lo acaricia con garfas garras, labrando en la corteza fresca de su tronco cascarudo, profundos surcos, que, según la tradición, lo hace desembarazarse de la ponzoña que lo escalda. El ceibo, árbol de follaje despoblado que caduca presto, con los primeros fríos y al sacudón que le impone el viento; presenta sus hojas gruesas, regulares, duras, un tanto afelpadas en el envés, las que visten ramazones erizadas de aguijones que, como en el raquis de las hojas, a su vez caducan de la epidermis gruesa y arrugada, y que al descascararse torna al conjunto de un bonito color gris amarillento, que pone una nota de lozanía al cenagal donde prospera.
Al ceibo ¿quién no lo conoce?
Nos parecería fácil contestar a esta pregunta y sin embargo con ser un árbol de etiqueta nacional muchos de los interrogantes tendrían que ir a un Jardín Botánico para conocerlo. Hojas y corteza, como excelentes astringentes, son medicinales en hemorroides, heridas y llagas gangrenosas. Las erupciones de boca y laringe (estomatitis, faringitis), requieren tales auxilios. Como dentífrico, o para tratar el escorbuto: siempre está el ceibo. Las flores encarnadas tiñen lienzo y lana. Son la intuición de una tejedora, un literato y una abeja”…
Ha destacado el abnegado ecologista que “el ceibo… siempre fuente inspiradora de poesía y de amor, a la tierra en que nacimos”.
Poeta y amante de la poesía se emocionaría con las estrofas escritas por su contemporáneo Rafael Obligado (1851-1920) inspirado en la belleza del ceibo -o del seibo-…
Yo tengo mis recuerdos unidos a tus hojas,
yo te amo como se ama a la sombra del hogar,
risueño compañero del aura de mi vida,
ceibo esplendoroso del regio Paraná.
Las horas del estío pasadas a tu sombra,
pendiente de tus brazos mi hamaca guaraní,
eternas vibraciones dejaron en mi pecho,
tesoros de armonías que llevó el porvenir.
Y muchas veces, muchas, mi frente enardecida,
tostada por el rayo del sol meridional,
brumosa con la niebla de luz y pensamiento,
buscó bajo tu copa frescura y soledad.
Allí bajo las ramas nerviosas y apartadas,
teniendo por doseles tus flores de carmín,
también su hogar aéreo suspenden los boyeros,
columpio predilecto del céfiro feliz.
Se arrojan en tus brazos pidiéndoles apoyo,
mil suertes de lianas de múltiple color;
abriendo venturoso tus flores carmesíes,
guirnaldas de las islas, coronan tu mansión.
Recuerdo aquellas ondas azules y risueñas,
que en torno repelían las glorias de tu sien,
y aquellas que el pampero, sonoras y tendidas,
lanzaba cual un manto de espumas a tus pies.
Evoco aquellas tardes doradas y tranquilas,
cargadas de perfumes, de cantos y de amor,
en que los vagos sueños que duermen en el alma,
despiertan en las notas de blanda vibración.
Entonces los rumores que duermen en tus hojas,
confunden con las olas su música fugaz,
y se oyen de las aves los vuelos y las voces
vagando entre las cintas del verde totoral.
¡Que nunca Dios me niegue tu sombra bienhechora
ceibo de mis islas, señor del Paraná!
¡Que pueda con mis versos dejar contigo el alma
viviendo de tu vida, gozando de tu paz!”
(Al contemplar los ceibos en flor, intuiciones semejantes habrán dejado huellas perdurables en el espíritu del poeta. Maradona. Una notable sensibilidad lo impulsó a proteger la Naturaleza, consciente de que los hombres -mujeres y varones- somos espíritu encarnado en una minúscula porción de materia y de energía.)
Su última década
Decisión de un sabio
En 1985 el austero médico decidió abandonar Estanislao del Campo. Era consciente de la declinación inevitable en la vejez y se sentía débil, sin posibilidades de continuar con sus generosos servicios.
Decidió viajar hasta Formosa y desde allí a la ciudad de Santa Fe, para internarse en el Hospital Italiano de Santa Fe y Colonias, servicio de asistencia médica que su padre había contribuido a construir, cuando los inmigrantes se apoyaban solidariamente y la fuerza incontenible del mutualismo se proyectaba en magníficas obras.
En ese tiempo no había desviaciones por ambiciones individuales, esos proyectos exigían ser coherentes con el principio esencial que requiere un obrar fraternalmente por el bienestar de todos y que sólo se logra si hay unidad de concepción y convergencia en los esfuerzos.
Su refugio familiar
No pudo cumplir sus planes porque mientras estaba en una plaza de Formosa esperando el transporte hacia el sur, trascendió su propósito y el gobernador -amigo de sus familiares- le comunicó la situación a su sobrino José Ignacio, quien le propuso compartir su hogar en Rosario.
Su inteligente humor hizo posible que recordara risueñamente sus vivencias: “y aquí me tienen…, yo quería ir al Hospital Italiano y estoy en Rosario; quería ser un desconocido y algunos se empeñan en hacerme famoso, pero mi mayor felicidad fue siempre servir al prójimo”.
Al llegar con una incipiente debilidad, fue necesario internarlo durante un mes. Por propia decisión ingresó en el Hospital Provincial, el refugio y la esperanza de quienes más carecen de recursos.
Lograda su recuperación, siguió viviendo en armonía con los ciclos de la naturaleza estimulado por la presencia de sus familiares. No usaba lentes y se levantaba al amanecer para aprovechar la luz solar en sus prolongadas lecturas de diarios, revistas y libros o mientras escribía y dibujaba.
Disfrutaba tomando mate -o bebiendo mate cocido- y semanalmente, ayunaba. Controlaba diariamente su dieta: sin carnes rojas ni de aves; abundante en frutas, tomates y papas. Bebía poco vino, apenas se servía una copa durante el almuerzo o la cena.
Su último traje -regalo de su madre- era un símbolo reservado para las ceremonias. En la solapa ostentaba la escarapela nacional demostración de su patriotismo aunque dejó sin sellos ni firmas las hojas de su libreta de enrolamiento destinadas a certificar el sufragio, convencido del valor de la democracia.
Algunos pergaminos adornaban las paredes de su habitación. En uno de los anaqueles de su biblioteca, delante de sus cuidados libros conservaba su negro sombrero de angosta ala, bordeada con una ancha cinta.
Entre el progreso y la gente que sufre…
En el año 1994 su rostro seguía reflejando la plenitud de su espíritu: mirada profunda, sinuosas arrugas sobre la frente, pómulos hundidos, labios finos y una voz apenas perceptible para reiterar sus convicciones:
“Yo no estoy en contra del progreso, pero lo que hoy llamamos la civilización en muchos casos no es más que la expresión de una barbarie fundada en el desarrollo de la técnica.”
“En ese sentido soy bastante conservador.”
“Yo estuve en el frente de guerra y vi los horrores que ella provoca y por lo tanto, ante esos ‘logros’ del progreso preferí ser conservador y estar al lado de la gente que sufre.”
Al recordar sus años de constante lucha, coherente con sus actitudes afirmaba:
“… el dolor no tiene patria ni bandera”; sobre todo porque es anterior a las fronteras imaginadas por los hombres.
Su último viernes
La cálida noche del viernes 13 de enero de 1995 fue propicia para otro prolongado diálogo con su sobrina-nieta Dolores Maradona, de veintiséis años, estudiante de Derecho.
Una vez más la historia de nuestra Historia exigía analizar los hechos desde diferentes perspectivas con las vivencias acumuladas durante casi un siglo. El Virreinato del Río de la Plata y la Junta Grande una vez más marcaron el insoslayable hito del origen de una compleja trama de intereses políticos, económicos y sociales… Maradona seguía pensando en los dilemas de su amada Patria.
En el umbral de la inmortalidad
En el segundo sábado del nuevo año, la vejez avanzaba con sus silenciosas, misteriosas y aniquiladoras acciones. En la soleada casa de calle Castellanos 321, el anciano médico se levantó temprano. Con serenidad soportaba la crisis de una neumonía.
Sintió mayores dificultades para respirar y prefirió acostarse; descansar o seguir soñando, con los ojos abiertos. La fatiga creciente le impidió completar sus ritos: desayunar con matecocido y pan del día anterior; leer sin urgencia y revisar sus escritos.
Su médico de cabecera Dr. Esteban Pericet certificó su fallecimiento. El 14 de enero de 1995, a las 07:05 con serena dignidad había pasado a la inmortalidad.
Quiera Dios -y la voluntad de quienes pueden modificar las situaciones- hacer realidad su antiguo anhelo: “… que algún día en mi patria no haya una patita de niño que pise la tierra; que no haya un niño que no sepa leer y escribir; que no haya niños sin atención sanitaria…”
“Se van los dioses”…
Con ese título se publicó en Santa Fe en 1888, la noticia del fallecimiento del unitario Domingo Faustino Sarmiento y se comentó la ausencia de algunas autoridades en el puerto, cuando pasó la nave que conducía el ataúd con los restos del expresidente de la Nación.
Cuando los medios de comunicación informaron sobre el fallecimiento de Doctor Dios, era tiempo de vacaciones escolares y en consecuencia, en las ciudades populosas algunos niños integraban diferentes grupos: unos vendían diversos objetos en cualquier calle; otros asistían a los comedores comunitarios, los privilegiados jugaban en los clubes o en su casa de campo.
Los maestros al no estar en las aulas, no pudieron organizar delegaciones para reverenciar al abnegado esperancino que desde su juventud, decidió compartir con los más necesitados todos los bienes heredados. No le interesó la fama ni obró impulsado por el deseo de ser célebre. Prefirió que lo nombraran, simplemente… Laureano.
(…Quizás por su raíz, semejante a la de laurel, arbusto de hojas perennes cuyo aroma delata su presencia, siendo tan amplia su utilidad. Sus flores embellecen el paisaje; sus hojas sirven como condimento y en infusiones; con sus ramas se forman coronas que lucen sobre las cabezas de algunos campeones o son orlas cargadas de frutos en patricios escudos.
Esteban Laureano Maradona ha sido un paradigma. Naturalista, observador y laborioso de sol a sol -como el hornero-; Doctor ejemplar, curó cuerpos y nutrió espíritus; poeta en su arte de vivir y de convivir tanto por sus actitudes éticas como por la estética de sus versos. En su última noche entregó una poesía a Dolores, tal vez sin imaginarse que era el regalo de la despedida.)
Radios y canales de televisión de la Capital Federal, de Formosa y Santa Fe difundieron durante varias semanas algunos programas referidos a su ilustre trayectoria.
El adiós en Rosario…
El intendente interino de Rosario -Esteban Borgonovo- en reconocimiento a sus méritos dispuso que a partir de las 20, sus restos fueran velados en el Salón Carrasco de esa municipalidad.
El pueblo rosarino lo acompañó silenciosamente. A las 22 se celebró la Santa Misa, oficio a cargo del sacerdote Claudio Fórmica. Al día siguiente partió el cortejo fúnebre hacia la capital de la provincia.
Reposo final en Santa Fe…
En el cementerio municipal de Santa Fe el ancho portal de hierro estaba abierto y desde el peristilo se observaban las sombras de los panteones sobre la calle principal.
Una mirada hacia el sur permitía hallar un mensaje infinito. No fue escrito el nombre del artesano que esculpió sobre el blanco mármol, uno de los poemas del uruguayo Francisco Acuña de Figueroa:
“Tú, que ciego en el placer,
Cierras del alma los ojos,
Contempla en estos despojos
Lo que eres, lo que has de ser.
Ven a este sitio a aprender
Del hombre la duración;
Que en esta triste mansión
De desengaño y consejo,
Cada sepulcro es espejo,
Cada epitafio es lección.”
Una bandera argentina cubría el oscuro féretro. Temblorosas manos depositaron algunas rosas y claveles sobre la enseña nacional. Eran otros signos: frutos del amor, claves de la gratitud.
Allí estaban algunos amigos y en su mayoría, desconocidos que sólo conocían su legendaria historia: uno entre catorce hermanos, eligió vivir durante cinco décadas, entre los descendientes de los primeros dueños de la tierra. Como es tradición, hubo discursos. En la segunda fila, se ubicó el gobernador Reutemann. Durante la austera ceremonia, varias cámaras fotográficas y algunos grabadores servían al propósito de retener las impresiones de ese acto irrepetible.
En la fachada del panteón, la pátina del bronce y los sutiles matices del calcáreo sobre el mármol negro, reflejaban las huellas del tiempo y de la intemperie.
Homenaje en el Congreso
El 14 de febrero de 1995, los diputados socialistas Guillermo Estévez Boero y Dr. Ricardo Molinas -santafesinos-; Alfredo Bravo y Dr. Héctor T. Polino, presentaron un proyecto de Resolución por el cual “la Cámara de Diputados de la Nación” resolvió “rendir homenaje al Dr. Esteban Laureano Maradona, recientemente fallecido por haber hecho de su vida un servicio a los más débiles y necesitados, dejando así un ejemplo de conducta a su país y al mundo que guía a los hombres a un destino de paz, comprensión y solidaridad”.
En los fundamentos del proyecto se lee: “A casi 100 años de edad falleció el doctor Esteban Laureano Maradona. Aunque en los últimos tiempos su nombre fue conocido por algunos de sus compatriotas, la mayor parte de su existencia fue un anónimo y sacrificado servidor de la humanidad, allí donde el dolor y las necesidades eran mayores.
En realidad las acciones de su vida parecen desarrollarse en el angosto límite entre la realidad y la leyenda; de una realidad a la que da aliento el genio de la inteligencia y la fuerza de los sentimientos y de una leyenda que es la que imagina un mundo más libre y mejor. Inteligencia, espíritu y utopía, presupuestos para definir los perfiles de un hombre excepcional.
El Dr. Esteban Laureano Maradona nació en Esperanza, Santa Fe, el 4 de junio -leer julio- de 1895, en el seno de una familia numerosa (tuvo trece hermanos). Su padre fue el Coronel Ubaldino Maradona (sic) y su madre María Encarnación Villalba. [12]
Cursó sus estudios primarios y secundarios en Buenos Aires y se graduó como médico en 1928 en la Universidad de Buenos Aires.
Su carrera profesional la inició en el entonces apartado pueblo de Merlo, en la Provincia de Buenos Aires, pasando luego a desempeñarse como médico en los hospitales Rivadavia y Muñiz.
En 1930 se radicó en Resistencia, Chaco, donde adquirió nombradía por la seriedad de su trabajo y porque a sus pacientes -muy pobres por lo general- no les cobraba.
Al estallar la guerra paraguaya-boliviana en 1932, se incorporó a las fuerzas armadas paraguayas con el grado de Teniente primero médico, ejerciendo sacrificadamente su ministerio profesional en el Hospital Naval de Asunción.
Concluida la guerra regresó a su patria no sin antes donar todos los sueldos que le correspondían a los soldados paraguayos heridos. Ya en Formosa, resuelve dirigirse a la provincia de Tucumán en la que uno de sus hermanos desempeñaba funciones de intendente municipal. Abordó en la capital formoseña el tren de trocha angosta del Ferrocarril del Estado que tenía por destino Embarcación, Salta y cuando éste se detuvo en la estación entonces llamada Guaycurú -hoy Estanislao del Campo- fue llamado de urgencia para atender a una parturienta que se llamaba Mercedes Almirón de Rodríguez a la que las complicaciones derivadas de un alumbramiento, hacían peligrar la vida.
Su sentido de la solidaridad y el deber se impusieron al horario ferroviario. El Dr. Maradona dejó ir aquel tren por asistir a una humilde compatriota que con su parto, definiría para siempre su destino y su vida. La madre y la niña vivieron y el Dr. Maradona se quedó allí por 52 años. Él tenía entonces 40. Aquella alejada estación de Guaycurú estaba rodeada de un pequeño poblado de pobres construcciones y habitado mayoritariamente por aborígenes de ascendencia toba y mataco que vivían en condiciones de gran pobreza.
Se lanzó a una vida de sacrificio y servicio, solo y sin apoyos de nadie. Conoció las asperezas y peligros del monte y hasta aprendió a hablar el lenguaje de la gente del lugar. Conoció y estudió las enfermedades que aquejaban los habitantes de esa zona y desarrolló medios naturales para remediarlos, aprovechando vegetales de la región. nada lo detenía; enfrentó con valor interminables jornadas de trabajo, conviviendo con la lepra, la tuberculosis, el cólera, el mal de chagas…
Hizo medicina asistencial y preventiva, enseñó a leer y a escribir y hasta a construir viviendas higiénicas.
Vivía muy humildemente en una pequeña casa de ladrillos y no cobraba por sus servicios. Muy de tiempo en tiempo alguna institución de bien público le enviaba remedios para que los distribuyera gratuitamente.
Su espíritu, nunca decaído, mantuvo la frescura intelectual de los que dan testimonio sus investigaciones y obras escritas, la primera de ellas “A través de la selva” (1937). Otros de sus libros fueron “Recuerdos campesinos”, “Una planta providencial”, “Cuadrúpedos americanos”.
En 1987, (tenía 92 años), el doctor Maradona enfermó y entonces -sólo entonces- aceptó que sus familiares lo llevaran a Rosario, y allí, plácidamente, rodeado de sus sobrinas nietas fue apagándose su vida con gran lucidez y leyendo, otras de sus pasiones.
El gran Albert Schweitzer fue un hombre de grande y merecida fama. A su gloria contribuye en cierta medida una concepción cultural eurocéntrica. Su nombre se convirtió en un verdadero paradigma moral de este siglo. Pero como el místico de Lambaré, también lo fue Maradona, porque tenía como aquel y como todos aquellos en que la moral adquiere una fuerte consistencia, un arraigado sentido de la libertad en su más noble acepción: la de poder prescindir de los objetivos mezquinos y materiales y obrar de acuerdo a los dictados de la conciencia que fueron para él del más profundo sentido humanista y social.
Vale para Esteban Maradona lo que Stefan Zweig dijo sobre Schweitzer: “He aquí un personaje para una biografía heroica”.
“Hacer honor a su vida…”
El domingo 26 de marzo de 1995, en el diario “La Capital” de Rosario se publicó un retrato ineludible a don Esteban Laureano Maradona. Con el título “Desde el llano”, su sobrino José Ignacio Maradona expresó:
“Los últimos años de vida de nuestro tío transcurrieron en la casa de Castellanos 321, de la ciudad de Rosario, donde vivimos. Tenía 91 años; venía a morir en la tierra de su nacimiento, Santa Fe.
Éramos conscientes de su valor humano y moral; vivía de sus honorarios, había rechazado pensiones, premios y honores para destinarlos a estudiantes de medicina de menores recursos. Ya flaqueaban sus fuerzas, el cuerpo frágil y débil del viejo médico sostenía una mente lúcida con envidiable memoria. Le grabamos muchos relatos, era un excelente conversador; se lamentaba de no poder terminar de corregir sus manuscritos sobre botánica y zoología; era una carrera contra el tiempo, escribía y leía sin anteojos, su personalidad era delicada, tenía un concepto de la belleza, así lo expresaba en sus dibujos y versos, tenía avidez por la lectura sobre temas de historia y antropología, así pasaba el tiempo, ocupado trabajando; era exigente en la información, que fuera objetiva y veraz; tenía la personalidad del científico, era observador y buscaba la verdad de las cosas, metódico, disciplinado; cuando los estudiantes de medicina le comentaban los adelantos en genética humana, respondía que la ciencia debe tener conciencia de que en todos los experimentos con seres humanos se debe resguardar la dignidad humana en un sentido ético y moral. Tenía un carácter firme e intransigente contra la corrupción y el autoritarismo de cualquier origen, tenía sentido del humor, se reía copiosamente de situaciones familiares jocosas, especialmente de las bromas de su hermano Plácido: se reía de sí mismo, de su forma de vestir. Su ejercicio preferido era tomar una pala para hacer su huerta, o largas caminatas en la selva formoseña para explorarla y confeccionar herbarios de las especies vegetales.
Hace muchos años lo visitamos en Estanislao del Campo; la población había crecido, cuando él llegó había cuatro o cinco ranchos al lado de la estación del ferrocarril, que se llamaba Parada Guaycurú, con una población numerosa de indígenas en estado deplorable comenzando la obra que todos conocemos; vivía en la extrema sobriedad: una cama tipo hospital, en un rincón su único traje, regalo de su madre; una pila de escritos y libros: varios tomos de Humboldt, a quien admiraba, sobre él escribió un artículo titulado ‘El redescubridor de América’; varios escritos de Bonpland, Darwin, Zapata Gollán y muchos más. Mantenía correspondencia con varios botánicos que lo consultaban sobre las propiedades de las plantas y, por último, en un rincón, una bandera argentina prendida de una caña.
Tenía la lucidez del hombre superior, sencillo, humilde y bondadoso, que todos nosotros admirábamos. Sus temas eran la civilización, el progreso, la historia, las defensas de la naturaleza, la política, los dirigentes, etcétera. Yo le informaba, con mis limitaciones, sobre los temas actuales, le comentaba que habían aumentado la pobreza y la desocupación en el mundo. Me respondía que siempre fue difícil conseguir trabajo; en su época él tuvo suerte, trabajó en el observatorio meteorológico de Buenos Aires mientras estudiaba; opinaba que la falta de trabajo que trae la pobreza es cíclica en la historia de la civilización y establecía una diferencia entre pobreza y miseria; la primera se puede llevar con dignidad, los grandes movimientos espirituales tienen a la pobreza como valor moral para santificarse, nuestra religión católica la tiene. De lo que hay que escapar es del estado de miseria, de la pobreza moral; es decadencia; se desintegra la familia, su jefe queda paralizado y confundido; la solución nos involucra a todos, cualquier sistema político debe tener un sustento material, una política económica debe tener un sustento material, una política económica debe servir para el bienestar de todos; si no, no sirve, me decía.
Le recordé que la globalización de la economía traería bienestar al pueblo; me contestó: ‘Si hay buenos dirigentes con formación moral y patriótica será buena’. Le pregunté como definía a la patria; me contestó que no le gustaba hacer definiciones, pero sí podía simbolizar a la patria ‘como a una madre abnegada que da todo a sus hijos y muchas veces es olvidada’. Él sentía inclinación por el americanismo de San Martín, que la América unida hubiera pesado más en el mundo. Estaba convencido de que la juventud valiente y virtuosa sería la dirigencia natural del país, y yo agregaba: junto al consejo de los viejos sabios. ‘Así es’, afirmaba. ¿Qué le diría a los jóvenes? ‘Lo que digo siempre, que mantengan limpia su alma; las malas acciones obnubilan la inteligencia; si cada uno de nosotros hace una buena acción cada día eso redunda en el bienestar general de la comunidad’ y terminaba riéndose: ‘El joven debería educar su voluntad y el carácter, pero no el mal carácter’.
Lo vi llorar dos veces, pensé que había llorado muchas veces en la soledad de la selva; una vez cuando vio su casa paterna destruida. Se sacó su chambergo criollo, se sentó en la costa del río Coronda y lloró. La segunda vez, cuando a mediados de 1994 fue un representante del gobierno paraguayo a agradecerle los servicios prestados y por haber donado sus sueldos a los huérfanos de la guerra. Recordó a sus compañeros de guerra y tal vez a Aurora Evalí, a quien nunca olvidó.
Él había nacido en 1895; su juventud la pasó en las postrimerías de la Argentina criolla y la venida de las oleadas inmigratorias de culturas diferentes; veía con placer en la Argentina de hoy una transculturación de familias italianas, suizas, etcétera, cuyos descendientes emulaban a los caudillos criollos que simbolizaban al nacionalismo argentino; lo llevaba a las jineteadas de la zona donde los organizadores y domadores eran la mayoría descendiente de italianos; le daba un inmenso placer, ellos eran los verdaderos criollos de la Argentina, conservaban el amor al caballo y las costumbres de una Argentina pasada; recordaba su juventud de gaucho, cuando salía a volear caballos salvajes en los bañados del río Coronda y así montaba redomones junto con otros gauchitos de la zona.
Era otra faceta del doctor Esteban Laureano Maradona.
¿Y qué decía el viejo médico sobre la medicina y sus servicios? Tenía un principio: ‘El dolor humano no tiene fronteras ni jurisdicciones municipales o provinciales’, en su práctica médica usaba pocos elementos. Había practicado toda clase de cirugía en la guerra del Chaco Boreal; en la Casa de Niños Expósitos de Buenos Aires era practicante mayor junto con su querido profesor y amigo Pedro de Elizalde. Seguía los consejos de sus profesores, los doctores Aberastury, Houssay, Nerio Rojas, Gregorio Aráoz Alfaro, Escudero, Quiroga de San Juan, Alejandro Cevallos, etcétera. Su humildad y simplicidad producía hechos nuevos con respecto a la atención de los enfermos que personalmente visitaba en los ranchos y tolderías; me comentó que viajó toda una noche a caballo por las picadas de la selva para atender a un enfermo. Nunca realizó una cesárea, tenía una técnica especial para los partos difíciles.
Estaba en contra de las drogas, las recetaba ‘sólo cuando era necesario’. Era un médico naturalista, el medio se lo imponía. Al paisano y al indio había que curarles el alma y su cuerpo enfermo, para llegar a un estado de salud plena. Apelaba a especies vegetales medicinales que, como él decía, había conocido en la universidad de la selva.
Él convivió con la miseria humana frente al hombre concreto, lleno de necesidades, y se arremangó, como él decía, para ayudarlo.
Así, la mañana del 14 de enero de 1995 expiró serenamente en su lecho. La noche anterior había dedicado unos versos a mi hija Dolores, que estuvo a su lado los últimos días y fue quien lo asistió en sus últimos momentos.
Recibimos la gran responsabilidad de hacer honor a su vida; él honró a sus padres, maestros, amigos, honró el terruño donde nació, defendió el honor y la dignidad de su patria, como tantos otros argentinos.
Desde el llano, sin gran riqueza material, sin estructura publicitaria o partidaria, hizo carne el precepto bíblico ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’. Él me hubiera respondido: ‘Solamente he cumplido con mi deber del juramento hipocrático’.
Era un hombre de fe católica; lo vi varias veces rezando en la oscuridad. Murió con el Santo Escapulario puesto. Es que Dios siempre estuvo presente en su vida.
Rosario, 1995.”
Con el propósito de verificar una información, hubo una consulta a la familia del Dr. Maradona y en la cordial respuesta hay manifestaciones que es oportuno compartir:
“Estimada Sra.: Cuente con nuestra ayuda, aquí hay muchísimo material sobre el Dr. Esteban L. Maradona, que tuvimos la fortuna de tenerlo con nosotros, cerca de nueve años, lo trajimos ya muy viejito, con su lucidez y memoria que nos dejó casi perplejos.
Yo creo que su obra, tiene mucha importancia para formar nuestro futuro hombre. A eso hay que llegar. Hay un problema actual en los medios de comunicaciones que lo define bien el programa del matrimonio Vigini de Rafaela, tiene el programa ‘Mi país – Mi continente’ que pregona: ‘Hoy cuando los ídolos de barro por obra y gracia de ciertos comunicadores acaparan tanta admiración y furor atrayendo sobre sí la atención de las masas con rédito extravagante’.
Que bien está hecha esta frase, hay tantas vidas ejemplares de nuestra sociedad y en generaciones que ya desaparecieron que hacen a la formación de nuestro hombre argentino.”
… Después “con muchísimo cariño”, el saludo de José Ignacio Maradona.
… En este instante, se podrá argumentar que existe la teoría del aprendizaje por el error, pero lo grave es cuando se propone un rumbo equivocado y se generan desviaciones en la conducta que provocan paulatinamente la autodestrucción. En esos límites, al borde del precipicio, se descubre que es difícil resolver algunos conflictos y que mejor hubiera sido estar alertas y evitarlos.
… En lo alto ¡la Cruz del Sur!… sin prisa y sin pausa, sigue su armonioso rumbo.
La conjetura de la poetisa esperancina Irma Quartarone -expresada en 1980- es una certidumbre:
“Allá en la patria de los justos, una estrella rutilante llevará su nombre”…
Laureano, descansa en Paz.
Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
[1] Para conseguir esa nota, entrevisté al fotógrafo Alejandro Villar. Durante ese breve diálogo, tras algunas referencias al primer libro que logré editar en 1980 –Poemas para Tioco, dedicado a mi abuela materna Teodora Ramos de Álvarez-, al rememorar vivencias en la esquina de bulevar Zavalla y Crespo escuché sus comentarios y entonces, advertí que estaba hablando con el hijo de una amiga de mi tía Teresa Álvarez Ramos. Evoqué emocionada, la alegría de ella cuando celebraron el compromiso matrimonial de Cesarina y Villar… porque en la década del ’40 seguía siendo una ceremonia con presencia de familiares, excepcionalmente amigos…
[2] Alaniz, Rogelio “Laureano Maradona – Sueño con una Argentina sin niños pobres”. En Diario “El Litoral”, Santa Fe de la Vera Cruz, lunes 15 de agosto de 1994, pág. 6.
[3] Historia Universal, t. 4. Barcelona (España), Océano, 1995, p. 1050 y 1106.
“Paraguay, que dificultosamente venía reconstruyendo su población -al entrar en guerra no alcanzaba el millón de habitantes-, cuyo gobierno era enormemente inestable -tuvo nueve presidentes entre 1920 y 1932-, hubo de hacer frente a lo que consideraba un despojo de su territorio nacional. Gobernaba por segunda vez Eusebio Ayala (1932-1936) cuando los incidentes fronterizos se convirtieron en guerra abierta y prolongada, de 1932 a 1935”; luego “Paraguay conoció una sucesión de breves dictaduras. El gobierno del general Estigarribia (héroe del Chaco, sólo duró un año (1939-1940). Entonces comenzó la dictadura de Higinio Morínigo (1940-1948) que sacó provecho de la Segunda Guerra Mundial y la colaboración de Washington, aunque el país se convirtiera en refugio de alemanes”.
[4] “Caza de ojeo” es la que se realiza después de espantar y acosar al animal con ruidos -voces, golpes y tiros- terminando la faena con redes o lazos cuando está más cerca.
[5] En la Biblioteca “Amadeo Ramírez” -Escuela de Comercio “Domingo Guzmán Silva” de Santa Fe, calle 4 de Enero esquina Ab. Irigoyen Freyre, se conservan dos tomos de “La Revolución”(1884-188) y la colección completa de “Unión Provincial” editado en 1893 por José Bernardo Iturraspe para su campaña política, confiándole la dirección a Silva, a quien en esas páginas, en 1905 se lo reconoce como “fundador y propietario”. Silva usaba el seudónimo Gonzalo González de la Gonzalera.
[6] Se lee: “al entonces Ministro del Interior José Padilla”, quien de acuerdo a lo expresado por el historiador José María Rosa, era un “demócrata nacional vinculado a las industrias azucareras de Tucumán” y fue ministro de Agricultura del presidente Roberto Marcelino Ortiz -radical-, desde el 20 de febrero de 1938, cuando asumió el gobierno. El citado historiador menciona como titular en el ministerio del “Interior: Diógenes Taboada, antipersonalista, puntano de discreta actuación”.
[7] Diario Clarín. Buenos Aires, domingo 15 de enero de 1995, Información General, p. 41. Se lee: “Medio siglo de servicio”… la Asociación Formoseña de Protección Mutua inauguró en 1889, en Buenos Aires, un hogar de tránsito que lleva el nombre de Maradona y da albergue a los aborígenes que son derivados de Formosa a la Capital Federal para realizar tratamientos médicos. Trabaja de modo silencioso, con pocos recursos. Igual que Maradona.”
[8] El destacado periodista santafesino Jorge Álvarez a través de las imágenes y de sus diálogos, difunde la trayectoria de distinguidas personalidades en el programa de televisión “La tierra y su gente” -Canal 13 “Santa Fe de la Vera Cruz”-, y desde la Capital Federal se proyectó en las “Historias de la Argentina secreta” la vida ejemplar del Dr. Maradona.
[9] “Diálogos con Guillermito” por N. J. F. de G. en Diario “El Litoral”, Santa Fe de la Vera Cruz. Suplemento semanal, desde el 15 de marzo de 1982. Ese oportuno complemento pedagógico fue publicado hasta 1988.
[10] “Mucronadas” equivale a “terminadas en punta”.
[11] Al transcribir “helicón de poeta” se recuerda que la palabra “Helicón” -derivada del griego-, en un sentido figurativo alude al lugar de donde viene o adonde se va a buscar la inspiración poética, “por alusión a un monte de Beocia, consagrado a las musas”, tal como consta en el Diccionario de la Real Academia Española, edición 1992, p. 770.
[12] En el fax se advierten leves errores de trascripción, porque nació en el séptimo mes del año, el 4 de julio de 1895. El nombre del padre es Waldino, como su hijo, quien en el año 1932 fue el primer Senador socialista en la Legislatura de Santa Fe.