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1878-1882 – Segundo gobierno del Dr. Simón de Iriondo.

Ecos de un relato.

07-04-1878: comienza el segundo gobierno del Dr. Simón de Iriondo.

1879: apoyo a Ramón J. Lassaga.

Nombramiento: pro-secretario de la Cámara de Senadores.

1880: Simón de Iriondo y su visión global.

12-10-1880: Mensaje del presidente General Roca.

1881: datos sobre agricultura.

Carnaval: más allá y más acá de las máscaras.

1881: más conflictos en Santa Fe.

Cerca del Fin.

 

Ecos de un relato…

Gastón Gori ha reiterado una anécdota del “doctor Simón de Iriondo en 1877:

‘Viniendo ahora 20 años de Córdoba, atravesando el desierto, me sorprendió encontrar en él un grupo de hombres entre los que el mejor parado era uno que se defendía contra una copiosa lluvia con un gran paraguas punzó.

Era Beck, andaba explorando en busca del mejor terreno para sembrar su fortuna; eligió ese, enterró la semilla, la cosecha fue tardía y sin explotarla, tuvo que retirarse a su país’…”  [1]

 

07-04-1878: comienza el segundo gobierno del Dr. Simón de Iriondo…

Terminado el período del gobernador Servando Bayo, fue reelecto para esas funciones el doctor Simón de Iriondo, el primer abogado que asumió ese cargo.

El 7 de abril de 1878 empezó a gobernar demostrando sus propósitos de conciliación al incluir en el gabinete a representantes de distintos grupos y la semana siguiente, tuvo que soportar una sublevación en la ciudad de Santa Fe

 Conspiración en el Domingo de Ramos…

Sus opositores se organizaron durante esa semana para celebrar con una conspiración el domingo 14 de abril de 1878, siendo para los católicos el domingo de Ramos que precede a la Pascua de Resurrección.

El gobernador de Yriondo vivía con su familia en la casa lindante con la Iglesia Matriz, que tenía una amplia recova.  Junto a Servando Bayo y un grupo de leales federales subieron a las torres del templo situado frente al Cabildo; allí establecieron su base de resistencia y apenas trascendió la noticia los vecinos avanzaron hacia la Plaza Mayor; allí lucharon, hubo heridos y muertos.

Las crónicas acusaron a Mariano Cabal, José María Cullen y José Nicasio Oroño como responsables de esa situación que culminó con crímenes y robos en varias viviendas y en algunas estancias.  Una vez más se comentó que el grupo subversivo había sido apoyado desde Buenos Aires.

 

El gobernador demostró su fortaleza y dispuso una amnistía para los apasionados políticos que habían intentado asesinarlo.

1879: apoyo a su adversario Ramón J. Lassaga

Sabido es que Ramón J. Lassaga, en 1879 comenzó “sus clases en la Escuela de Jurisprudencia que funcionaba en el mismo Colegio y de donde salieron los primeros abogados de Santa Fe”.

Nombramiento: pro-secretario de la Cámara de Senadores…

Pérez Martín destaca que “Simón de Iriondo llamó a su joven enemigo y para que costeara sus estudios lo nombró pro-secretario de la Cámara de Senadores”.   [2]

Lassaga en ese tiempo avanzó en sus investigaciones históricas.  En 1881, publicó la Historia del Brigadier Estanislao López.

“Luego el gobernante Iriondo lo designa conjuntamente con el canónigo Severo Echagüe y el Dr. Enrique Foster, para escribir una Memoria Histórica y Descriptiva de Santa Fe”.

“Escribimos, dice en sus cartas, 700 páginas de papel oficio y… ‘ni las gracias nos dieron’.  Pero con la ayuda del mismo Iriondo pudo imprimir los dos elegantes tomos de tapas rojas y letras doradas que contenían los trabajos de los miembros de la Academia de Literatura del Colegio de la Inmaculada Concepción”.

Exposición Agrícola en Esperanza…

En el año 1879 el gobernador de Santa Fe Dr. Simón de Iriondo, logró avanzar en algunos proyectos: se resolvieron cuestiones de límites y de tierras fiscales; continuaron algunas obras ferroviarias.  El presidente Avellaneda fue invitado para visitar algunas colonias y el entusiasta Waldino Baldomero Maradona había organizado una Exposición Agrícola en Esperanza.

Ecos de luchas por el poder…

En los primeros días de octubre de 1879, culminó un conflicto originado en la provincia de Jujuy con motivo de las últimas elecciones, situación en la que intervino Domingo Faustino Sarmiento sin imaginarse que mientras él descansaba en su isla de Carapachay  en el Delta, sus adversarios mitristas y autonomistas estaban intentando desplazarlo del ministerio.  Enterado de esa confabulación concurrió al recinto de la Cámara de Senadores del Congreso Nacional y expresó: “Traigo las manos llenas de verdades que voy a desparramar a los cuatro vientos para disipar los fantasmas o neblinas que asustan o enceguecen a la opinión pública”.  [3]

Una vez más, el huracán de las pasiones políticas dispersó los sueños del maestro sanjuanino quien pretendía ser electo por segunda vez para ejercer la presidencia de la Nación.

Durante casi dos décadas los nacionalistas soñaban y luchaban por la nacionalización de Buenos Aires, mientras los autonomistas defendían su autonomía.  Se pusieron de acuerdo al sancionar la ley Nº 4144 de residencia, que autorizaba a deportar a los extranjeros.

 

1880: Simón de Iriondo y su visión global…

Después de participar en los actos organizados por los colonos esperancinos en noviembre de 1879, el gobernador Simón de Iriondo expresó ante la asamblea legislativa en mayo de 1880:

“Los colonos de Santa Fe, entregándose a grandes regocijos, dieron en noviembre pasado una fiesta, que llamaron la fiesta del trabajo, y en la que estuve presente.  Festejaban la introducción de cereales en Europa.  Y después de tantos años de ausencia, el pan formado por el trigo de sus cosechas, aparecía, por fin, en los lugares de sus nacimientos, penetrando en las cabañas para aliviar el hambre de sus compatriotas, de sus amigos, tal vez de sus hermanos.  Quedaba así nuevamente demostrado que el inmigrante, ausentándose para las regiones más lejanas, no rompe ningún vínculo, ni el de la patria, ni el de la sangre; que la vida humana y el trabajo son solidarios en la redondez de la tierra y que la inmigración es útil para el país que la envía y para el país que la recibe.”

(Ayer como hoy, ese punto de vista del gobernador santafesino también establece un punto de partida para otro interesante debate.)

Conflictos en Buenos Aires

El 11 de agosto de 1880, el presidente Avellaneda renunció y se fue «a su casa de Buenos Aires para caer ‘en un profundo letargo en el que pasó tres días consecutivos’.  Nadie lo pudo ver; ‘sus médicos ordenaban que no le despertasen ni aún para darle alimentos, que lo dejasen dormir’.»

La renuncia fue rechazada y superada la crisis en la legislatura, el 24 de agosto el Poder Ejecutivo envió a la Cámara de Senadores el proyecto declarando capital al municipio de Buenos Aires, correspondiendo a la provincia concretar la cesión pertinente del territorio y de varios edificios públicos.  Hubo oposiciones; el Diputado Leandro Nicéforo Alem habló durante tres sesiones manifestando sus argumentos en contra de esa iniciativa aunque los porteños habían acumulado suficientes votos como para ver cumplido  otro de sus sueños: que Buenos Aires fuera declarada Capital Federal de la República Argentina.  [4]

Desde que Rivadavia estuvo sentado en el sillón de la presidencia de la Nación, no se logró solucionar ese conflicto a pesar de los sucesivos intentos y la voluntad del Bartolomé Mitre.  En la Cámara de Diputados de la Legislatura de Buenos Aires, el 20 de septiembre de 1880 fue sancionada esa ley, bajo la autoridad del interventor nacional y con la presidencia del Dr. Juan Bautista Alberdi, el reconocido autor de las Bases y Puntos de Partida para la Constitución Nacional.

Hubo elecciones nacionales y a pesar de la prédica de La Nación y de la advertencia en El Nacional: «Basta de presidentes provincianos; será un porteño o iremos a la guerra civil», triunfó otro tucumano[5]

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En septiembre de 1880 había llegado a Buenos Aires el Dr. Juan Bautista Alberdi; “desembarcó en la capital después de cuarenta años de ausencia, anciano, pobre, pero no por eso sin la aureola de uno de los pensadores más ilustres”.

Reconocido como “el hombre que tuvo más influencia en el pensamiento de las nuevas generaciones”; había sido electo diputado por Tucumán -su provincia natal- y algunos amigos lo propusieron para que integrara la Suprema Corte de Justicia.

En el año 1880, los nacionalistas defendieron la autonomía de Buenos Aires porque allí tenían su poder y los autonomistas que habían llegado al gobierno, defendieron la nacionalización.  Aparentes contradicciones porque en realidad eran posiciones que respondían a intereses circunstanciales.

(En 1880, se produjo otra revolución en Buenos Aires encabezada por Carlos Tejedor y fue entonces cuando el gobernador Simón de Yriondo decidió apoyar al presidente Dr. Nicolás Avellaneda.)

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12-10-1880: Mensaje del presidente General Roca…

Sabido es que el 12 de octubre de 1880 asumió la presidencia de la Nación el Gral. Julio Argentino Roca y en su mensaje a la asamblea legislativa destacó:

«Necesitamos paz duradera, orden estable y libertad permanente… emplearé todos los resortes y facultades que la Constitución ha puesto en manos del Poder Ejecutivo para evitar, sofocar y reprimir cualquier tentativa contra la paz pública… Paz y administración serán mis propósitos”.

Así se expresaba quien refiriéndose a su relación con los sanjuaninos manifestó:

“…he dejado buenos amigos, pensando siempre en el porvenir. No hay como sembrar con tiempo y sin apresurarse en las estaciones…”

Las sombras de la incomprensión y de la tolerancia acosaron a Alberdi y el decepcionado político decidió pasar sus últimos años en Francia.

(Como otra paradoja en la historia de los argentinos, en distintas provincias hay localidades, calles, bibliotecas y escuelas con su nombre…)

1881: datos sobre agricultura…

Lo incuestionable es que al comenzar la década siguiente, según datos estadísticos “(en 1881), los progresos que realiza la agricultura son tan pronunciados que las provincias de Santa Fe y Buenos Aires totalizan, en conjunto, las siguientes herramientas agrícolas: unos 49.500 arados, cerca de 7.000 segadoras, 22.300 rastrillos, 625 trilladoras y otras máquinas de vapor.  Santa Fe predomina tanto por el número como por la clase de máquinas utilizadas.”

Carnaval: más allá y más acá de las máscaras…

“Antiguas crónicas cuentan cómo  en la época de don Simón de Iriondo y la Conciliación, las comparsas agrupaban a correligionarios de ambos partidos.  Con lo cual el corso tenía presagios de tormenta.  Poetas como don Ramón J. Lassaga y directores de orquesta, como don Vicente Jeannot y Alfredo Arija, componían versos y músicas para ellas.  Una, ‘La Fraternidad’, simbolizaba en 1879 la unión de todos los partidos y las clases sociales.  De este modo aparecieron las de los Pierrots y Colombinas, ‘La perla del Oeste’, ‘Los marinos’…”  [6]

 

En el siglo XIX, “en la década del 80 se realizaban bailes frente a la casa de los Iriondo, comenzaron a producirse las payadas y contrapuntos que muchas veces terminaban con el brillo de los facones y la intervención policial.  Hubo ‘moreyras y hormigas negras’ célebres…”   La tradicional casona estaba edificada frente a la Plaza de Mayo –vereda norte- y “en la plaza sombreada de paraísos y de palmeras, sonaban las guitarras y el chasquido de las nazarenas, mientras el corso seguía su curso y desde los carruajes y balcones llovían serpentinas, confites, jazmines o varas de nardo.  La máscara tendía a lo humorístico o a lo trágico.  El antifaz empujaba a lo romántico.  Tras la sonrisa que mostraba unos dientes blancos y unos ojos escondidos, tras el hilillo de agua florida del pomo o del ramo de flores, más de un romance se insinuaba.”  [7]

“En 1882, un gran carro que imitaba un vapor llamado ‘El primer santafesino’ recorrió las calles, desparramando el agua por todos los balcones y zaguanes.  Hubo un conocido médico de aquel tiempo que, ya resignado, visitaba a sus enfermos bajo su paraguas abierto.  [8]

Durante el Carnaval, por la calle Comercio desde Gral. López a Tucumán, se realizaban los tradicionales corsos que continuaban una cuadra hacia el oeste y girando hacia calle San Jerónimo terminaban en la Plaza de Mayo.

Luego se extendió el recorrido hacia el norte, hasta la calle Humberto 1º -actual Hipólito Irigoyen” y décadas después, “se alargó más hacia el norte y como los barrios crecían y organizaban los suyos, se bifurcaba en Santiago del Estero para empalmar con el de calle Ituzaingó,  en Barrio Candioti.  Arcos de madera cubiertos de flores y papeles pintados, y candilejas de kerosene junto a los cordones, precedieron a las guirnaldas eléctricas de todos colores.”

Pasado el mediodía, comenzaba el juego con agua que era anunciado con un cañonazo disparado desde la Aduana -plazoleta luego denominada Pringles y actualmente Plaza Italia, frente a la Legislatura provincial.   Relató Clementino Paredes que después, esa misión fue encomendada a la Policía de la Capital y el viejo cañón fue reemplazado por  “bombas que se encendían en la jefatura a las 14 y a las 18”, horario de finalización de esos juegos.  [9]

“Los baldes y las tinajas llenas de agua esperaban a sus tiradores, que divididos en bandos o en sexos se mojaban encarnecidamente.  Siempre había una tina o bañadera colmada para echar en ella a un contrincante.”

Para seguir jugando a la noche, los jóvenes tenían la costumbre de llenar con agua las cáscaras de huevos que compraban “en los ranchos del Quillá y del Campito, las bolsas de papel, los pomos y el llamado ‘aguasendo’, en forma de estómago, con una cánula, que disparaba un chorro hasta una distancia de cinco metros…”  [10]

Algunos irresponsables llenaban los huevos con piedritas y fácil es imaginar las consecuencias.

1881: más conflictos en Santa Fe…

Ese año comenzaron a gestarse otros conflictos políticos en la provincia de Santa Fe y se manifestaron en 1881, cuando un grupo de autonomistas se expresó en contra del gobernador Simón de Iriondo, con el evidente apoyo del presidente Julio Argentino Roca.

Inmediatamente el gobernador pensó en su cuñado el Presbítero Manuel M. Zavalla, como su oportuno sucesor para evitar inútiles confrontaciones.

El 7 de febrero de 1882 fue electo el Presbítero Zavalla pero estaba tan enfermo que no pudo asumir, prácticamente fue reemplazado por el vicegobernador Dr. Cándido Pujato.

Cerca del Fin…

Al año siguiente, falleció el doctor Simón de Iriondo.  Su cuerpo yacente fue trasladado a Santa Fe en el vapor “Resguardo” y el 4 de diciembre de 1883 la nave ancló en el puerto donde se reunieron quienes le tributaron un breve homenaje.

Por esos mismos días, su antes adversario y después su amigo Ramón J. Lassaga, rendía los últimos exámenes y ya era Abogado

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

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El 12 de octubre de 1880 asumió el Gral. Julio Argentino Roca y en su mensaje a la asamblea legislativa destacó: «Necesitamos paz duradera, orden estable y libertad permanente… emplearé todos los resortes y facultades que la Constitución ha puesto en manos del Poder Ejecutivo para evitar, sofocar y reprimir cualquier tentativa contra la paz pública… Paz y administración serán mis propósitos».  Así se expresaba quien refiriéndose a su relación con los sanjuaninos manifestó: «… he dejado buenos amigos, pensando siempre en el porvenir.  No hay como sembrar con tiempo y sin apresurarse en las estaciones…»

Las sombras de la incomprensión y de la tolerancia acosaron a Alberdi y el decepcionado político decidió pasar sus últimos años en Francia.  Como una contradicción más en la historia de los argentinos, en distintas provincias hay localidades, calles, bibliotecas y escuelas con su nombre.

 

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[1] Carlos Beck-Bernard fue quien prácticamente concretó la colonización de Esperanza de acuerdo al contrato firmado entre el tucumano Aarón Castellanos y el gobierno de Domingo Crespo.  Recién tres años después de aquel acuerdo, el 27 de enero de 1856 pudieron llegar los primeros inmigrantes a ese lugar cercano al río Salado.  Luego formó la sociedad Beck-Herzog dedicada también a colonización; con su familia vivían en la capital santafesina, frente a la plaza principal -espacio donde está construido el actual edificio de los Tribunales de Santa Fe.  En un accidente fallecieron dos hijitos del matrimonio y Lina decidió regresar a Europa, luego lo hizo él.  Allá, Lina escribió en francés el libro que traducido es Cinco años en la Confederación Argentina (1857-1862); relatos del viaje y de algunas vivencias durante aquellos años de residencia en este extremo sur de América. # Además en La Revue des Deux Mondes –ejemplar disponible en la Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe-, publicó una breve novela referida a La Estancia de Santa Rosa (traducción al castellano en 1914); en 1872 editó Fleurs des pampas incluyendo tres novelas con relatos descriptivos de la provincia de Santa Fe, donde se reitera La Estancia de Santa Rosa, se incluye Fray Antonio y Telma.

[2] Estos párrafos corresponden a: Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Santa Fe, ayer. (Trabajo de investigación histórica, inédito, parte II que abarca aproximadamente 70 páginas.)

[3] Diario de sesiones (p. 230-232).

[4] Rosa, José María. Historia Argentina, tomo 7. Buenos Aires, Oriente, 1992, p. 105-106. Tomo 8, p.105-116.

[5] Después de la batalla de Pavón el periodismo siguió reflejando el apasionamiento de los autores hasta que en los últimos años de la presidencia de Nicolás Avellaneda aparecen algunas publicaciones que pretendieron expresar un pensamiento independiente.  Dalmacio Vélez Sarsfield había fundado El Nacional después de la batalla de Caseros (1852) y cesó el 28 de agosto de 1893.  Durante ese período acumuló notas y crónicas firmadas por Mitre –el fundador de «La Nación»-, Sarmiento, Avellaneda, Vicente Fidel López, Miguel Cané, entre otros.  Diego Abad de Santillán destaca que «al terminar el año 1880 aparecen en todo el territorio de la república 165 diarios, periódicos, revistas; de los cuales l92 son de carácter político y 73 de diversa naturaleza; todos ellos dominados por los tres colosos: La Capital  de Rosario», fundada por Ovidio Lagos; «La Nación» -prime ejemplar editado el 4 de enero de 1870-   y «La Prensa», fundada por el Dr. José C. Paz.

[6] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Santa Fe, ayer. (Inédito, parte I, aproximadamente 30 páginas.)

[7] Pérez Martín, José. Latitud Sur.  p. 115.

[8] Pérez Martín, José. Latitud Sur, p. 114.

[9] Paredes, Clementino. Los carnavales de la vieja Santa Fe, citado por José Pérez Martín.

[10] Pérez Martín, José. Latitud Sur, p. 114-115.

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