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“Hacia la educación permanente” (1986)

“Hacia la educación permanente”.

Algo más que lo formal

La necesaria autocrítica.

El arte de vivir y convivir

 

Diario “HOY/Opinión / Página 7. “La página abierta”.

Santa Fe, martes 25 de noviembre de 1986, página 7.

Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini.

Especial para HOY EN LA NOTICIA.

En el ángulo superior derecho, fotografía de la esquina de Primera Junta 2895 “Complejo Educativo “Domingo Faustino Sarmiento”, sede de la Escuela Provincial Primaria Nº 1 “Sarmiento”, del Instituto Superior del Magisterio…

 

Abundante es lo que se ha escrito y debatido acerca de los cambios curriculares y de la “reforma educativa”, que en algunos casos ha sido hace décadas una experiencia viva en las aulas, por presencia de educadores profesionales con el indispensable “carácter y coraje docente” que es imprescindible para educar en y para la libertad.  Además, los docentes han soportado durante años -y en algunos casos todavía soportan-, innumerables presiones que impiden su desarrollo para mejor cumplir con el rol de promotor cultural que le imponen las actuales circunstancias geopolíticas y las sucesivas emergencias sociales.  De allí la importancia que tiene un diagnóstico objetivo de la realidad sociocultural, de la escuela misma y de su entorno, si no se quiere correr el grave riesgo de quedar en la mera “teorización” de “proyectos educativos” que no alcanzan a ser ‘proyectos culturales para el desarrollo de la comunidad”.  Es preciso reconocer que la comunidad educativa está integrada por el conjunto de personas que actúan en, para y por la escuela: el personal docente y no docente -administrativo y de servicios-, las asociaciones intermedias que hacen posible el funcionamiento de la escuela, cuando los recursos que aporta el Estado son insuficientes; las que aportan experiencias traducibles en la adquisición de hábitos y en la formación de las personas, sobre la base de valores espirituales, que ratifican la dignidad del ser humano: creadores; artistas, científicos, técnicos, investigadores, transmisores de costumbres y tradiciones; historiadores y actualmente -en pleno desarrollo-, los medios de comunicación social que todavía no han logrado revertir el esquema de país dependiente en lo cultural-pedagógico, como aspecto parcial de un contexto de dependencia geopolítica, incomprensible pero real.

Algo más que lo formal

La escuela debe dejar de ser una institución más, que aglutina expresiones de la comunidad y que actúa en ella -junto a otras organizaciones e instituciones privadas- en lo meramente formal del “acto educativo”.  Es imprescindible situar a la escuela en el marco real, en esta era de la tecnología de la imagen y de las comunicaciones vía satélite.  Desde el 20 de julio de 1969, el asombro desde el planeta observando a los astronautas posados sobre la luna, más que como una anécdota, debe quedar prendido en cada ser como un interrogante acerca del vertiginoso rumbo que lleva la humanidad en este segundo milenio que agoniza, en cuyo cosmos la escuela es germen esencial. Constituye cada institución escolar el ámbito más propicio para captar e irradiar las manifestaciones culturales de la comunidad que en ella se integra.  De allí la importancia de alentar y promover las propuestas originales que se generen en el planeamiento institucional, como respuesta a las necesidades de los hombres y del medio en que la escuela está cumpliendo con su misión de formadora de conciencias responsables.  A partir del diseño curricular que se fija como modelo, es posible introducir características singulares conforme sea la idiosincrasia de los pueblos y de las regiones.  Esos diseños curriculares, con sus experiencias concretas, poco a poco irán revelando los rasgos característicos de cada localidad o zona, y el perfil cultural -y la región si la hubiera- será el resultado de todas esas perspectivas en un espacio y en un tiempo siempre al margen del quehacer de los intentos de definición -bien intencionados pero incompletos- que se elaboran a la distancia.  Es que partiendo del concepto de cultura como un fenómeno que engloba toda la actividad del hombre -su relación con la naturaleza, consigo y con sus semejantes en un tránsito que aspira a la trascendencia-, junto al cumplimiento estricto del desarrollo de los contenidos, es imprescindible producir una coordinación entre los distintos niveles, produciendo sistemáticamente una oportuna orientación vocacional, en virtud del carácter misional y profesional que ella implica.  Más aún, es fundamental que la escuela actual: unidad educativa sistemática con niveles diferenciados; se transforme en una escuela que actúe en unidad con toda la comunidad, para producir en forma sistemática, la educación permanente para que sea factible avanzar hacia el desarrollo cultural que asegure una mejor calidad de vida, apoyada en auténticos valores espirituales.

La necesaria autocrítica

Es oportuno recordar algunas críticas que se han formulado a las escuelas: 1. Estructuras rígidas; 2. Falta de respuesta a los requerimientos globales del medio; 3. Insuficiente o nula articulación entre los diferentes niveles; 4. Limitada acción sobre la influencia de los M.C.S.; 5. Escaso poder de retención y discontinuidad en el logro e los objetivos de aprendizaje y capacitación laboral.  Todo esto sería modificado -al menos parcialmente- si existiera una decisión política que impulsara -en escuelas provinciales y nacionales-, un debate por la idea de la real integración de la escuela-familia comunidad: una relación imprescindible que para algunos sigue siendo una utopía.

El país está movilizado a partir de una ley que convocó a un Congreso Pedagógico Nacional. Todas las provincias generan sus “Congresos”.  El desafío sigue en pie: hay que definir un proyecto para el desarrollo cultural de la comunidad, en el Año Internacional de la Paz, la idea que algunos impulsamos en 1982/1983 tiene una singular relevancia: es preciso educar por el arte, arte de vivir y de convivir.  Ello impone otro desafío de menor esfuerzo material pero que requiere una clara visión: nada podrá ser logrado como mejor calidad de educación para toda la comunidad, si previamente no se miden las relaciones entre autoridad y responsabilidad, entre libertad y sometimiento.  Necesitamos que sea realidad el federalismo para terminar con los resabios del centralismo aún vigente en ámbitos provinciales internos. Sumando esfuerzos, será posible que la escuela sea “de y para la comunidad”.  El Estado tiene la obligación de generar las condiciones básicas para que el pueblo ejerza su “derecho a la cultura” -que es más que derecho a la educación- y debe reconocer todas las limitaciones que impiden hasta el momento asegurar la gratuidad -en el sentido estricto de su significado-, por lo cual tampoco puede él mismo ejercer el poder tutelar, exigiendo el fiel cumplimiento de la obligatoriedad.

El arte de vivir y convivir

Es un problema de tal complejidad, que no se soluciona con uno, diez o cien congresos, si no existe un estado de asamblea permanente, en todos los niveles, para esclarecer las situaciones que han llevado al estado actual y buscar juntos, los caminos de convergencia en propósitos, medios y recursos, a fin de que el año 2000 nos encuentre -al menos- con un atisbo de superación de esta crisis asombrosa que se ha ido generando día a día, mientras algunos ociosos soñaban con el futuro -sin construirlo- y otros, rememoraban el pasado -sin evaluarlo-; mientras minuto a minuto estaba inscribiéndose una historia en un presente imperceptible del que somos todos responsables: los que juntamos madrugadas de reflexión, impotentes por la falta de poder y los que soportaron largas vigilias, por el poder, en medio de difíciles situaciones de gobierno.  No es casual que un gran estadista haya depositado las esperanzas de la realización de su proyecto nacional en el pueblo: su único destinatario.  Por eso, será el pueblo desde la escuela misma que orienta los pasos de sus hijos, el que consolide los cambios que propone la actual política “educativa”.  Poco a poco su voz irá trascendiendo hasta que abarque sus amplias preocupaciones: los que generan los medios de comunicación social, los que generan los creadores -y los intérpretes- incorporando pautas culturales que irán definiendo a las generaciones futuras.

Día a día debemos evolucionar hacia la educación permanente basada en el arte (que es belleza), de vivir (que es misión) y de convivir (que es virtud).

 

—o0o—

 

Mayo de 2006 – Incluido en el CD “Del Vivir y vibrar”.

SEPA (Servicio de Educación por el Arte)

Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini

Presentación: Miércoles 10 de mayo de 2006 a las 19:30

en el Centro Comercial de Santa Fe.

Santa Fe de la Vera Cruz – República Argentina.

 

 

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