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Carlos Guastavino

Carlos Guastavino (05-04-1912 # 28-10-2000)

Se equivocó la paloma.

Carlos Guastavino: en la edad del asombro.

Títulos de sus obras.

Pueblito, mi pueblo.

 

Carlos Guastavino (05-04-1912 # 28-10-2000)

 

“Compongo música porque lo amo… amo melodía, amo cantar. Y he averiguado con placer que hay un público fuera allí muy interesado en mi música siempre que la publique. ¡Eso es fantástico! Me niego a sólo componer música pensada para ser descubierta y entendida por generaciones futuras”.

Carlos Guastavino.

 

 

El 5 de abril de 1912 en Santa Fe de la Vera Cruz, capital de la provincia de Santa Fe, en la República Argentina, nació Carlos Guastavino.

Advertida su vocación por la música, comenzó a estudiar con la profesora de piano Esperanza Lothringer y Dominga Iaffei.

En distintas circunstancias destacó que a los seis años se enfrentó con el desafío de interpretar una Sonata de Mozart…  Siguió estudiando en Buenos Aires con el maestro Athos Palma.

Era evidente su creatividad, recibió una beca del Concilio Británico e invitado por la Orquesta Sinfónica de la B.B.C. de Londres, “realizó la versión orquestal de sus Tres Romances de Argentinos, bajo la batuta de Walter Goehs.  Estuvo en Inglaterra en el lapso 1947-1949.

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En la Cofradía de los duendes perdura el eco de otras voces.

En aquel tiempo, en su ciudad natal, dos talentosas ¡maestras!, las señoras María Evangelina Hernández de Menchaca y Alicia Barrera Trulls de Poletti,  profesoras de Música en la Escuela Superior Nacional de Comercio “Domingo Guzmán Silva” que funcionaba en la legendaria casona de los Gálvez, en Santa Martín 1823, habían organizado un Coro con interpretación de obras de Guastavino, entre ellas “Se equivocó la paloma”… Letra del español Rafael Alberti, exiliado en la Argentina durante la guerra civil española –1936/1939- y también caminante por las calles santafesinas…

 

Se equivocó la paloma…

Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.

Que las estrellas, rocío;
que la calor; la nevada.
Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)

 

Se aceleraron los latidos porque fue una insoslayable experiencia de educación por el arte de vivir y convivir– porque ese Coro fue presentado en el “Museo Rosa Galisteo de Santa Fe” y aquel encuentro demostró una vez más, la importancia del vínculo escuela-familia-comunidad: una relación imprescindible

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En 1956, Carlos Guastavino inició su gira por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y en China compuso obras para voces y piano.

Es oportuno destacar que Guastavino fue contemporáneo del compositor Alberto Ginastera (1916-1983).

No es por casualidad que en la red de redes que vincula a lectores de distintos continentes, a principios del siglo veintiuno sigan rememorando que… [1]

“En un medio de desorientación y rumbos perdidos, de búsquedas desesperadas, entre tanto talento simulado, entre tanto improvisado innovador, entre tanta pretendida incomprensión, se oye en el ambiente musical argentino una voz serena e imperturbable y un canto purísimo: es la inspiración de Carlos Guastavino que permanece fiel a la música en su emotividad y lirismo y que para emocionar no necesita despliegues espectaculares o deformaciones patológicas sino una simple y clara melodía siempre inconmovible y presente en el tiempo.

Este es el milagro del músico sincero, cuya autenticidad ha hecho que sus más pequeñas obras tengan futuro. Hace ya veinticinco años se oyeron por primera vez “Pueblito mi pueblo”…, “Se equivocó la paloma”, “La rosa y el sauce”, “Bailecito” y tantas, tantas otras obras más que no pasaron con la moda del momento sino, al llevar en sí la voz interior de este músico sensible a su medio y capaz de expresarlo, han quedado permanentes y formarán parte de las buenas cosas que produce el espíritu de nuestro país.”

CARLOS VINCENT, seudónimo de

Carlos Guastavino  [2]

 

Carlos Guastavino: en la edad del asombro

Entrevista realizada por Roberto Espinosa en 1996

 

Voces niñas de una Sonata en Do mayor de Mozart viborean entre libros y discos. El viejo maestro inclina sus calvos pensamientos sobre el pequeño teclado.

“Esto me hicieron tocar cuando tenía casi seis años”, dice con alegría.

En la soledad de ese diminuto cuarto, donde hay una mesita, un sillón, algún cuadro, una repisa con químicas pipetas, Carlos Guastavino ha sacado a la luz durante varias décadas la música que aún titila en su corazón.

Tiene 84 años y es el más grande compositor argentino vivo. Tal vez lo sabe, pero prefiere hablar de otros temas. Alto, ligeramente encorvado, quizás por el peso de los pentagramas, abre la ventana de los recuerdos para dejar entrar una canción: “Bonita rama de sauce, bonita rama de amor. Nunca floreció, que siempre se quedó diciendo adiós. El río pasa y la peina, el río la jura amar. La rama le da sus trenzas. El río miente y se va… Se va… se va… Y la ramita se inclina, no la vean sollozar…”

“Nací en 1912. Santa Fe era entonces una ciudad chica; habrá tenido unos 50 mil habitantes. Vivíamos en una calle sin pavimentar a unas ocho cuadras del centro. Mi padre era una persona modesta, poco instruida, pintor de paredes, pero muy inteligente. Tenía la visión de la educación y a todos nosotros nos hizo estudiar (dos varones y cuatro mujeres). Mi hermano fue abogado y yo debí ser químico, pero la música me venció. Cuando vio que tenía habilidad para el piano, me mandó a una profesora alemana. De modo que aprendí música antes que a escribir”.

Los paisajes de la charla son cambiantes. Pasan de la ternura de algunas anécdotas a los ácidos comentarios de la realidad del país.

“Soy argentino, a pesar de todos los latrocinios que están cometiendo. ¡Si seguimos así, vamos a desaparecer!”, se enoja.

Cuando se arrimó a los 20 abriles, se fue a Buenos Aires. En la universidad no le reconocieron las químicas materias aprobadas.

“Conocí a Héctor Ruiz Díaz, un gran pianista. Me dieron una beca para estudiar. Debía tomar una decisión. ¿Qué hacer? La música me atraía tanto… Me agarró entonces Athos Palma, gran profesor y persona, y me llevó a su casa… Hice una carrera corta, pero muy sabia”.

El aroma en las venas

Giras de concierto. Un aluvión de música desborda su sangre.

“Siempre toqué obras mías. Siento la música argentina desde chico. Toda mi producción salió argentina y a propósito. No tengo vergüenza de haber escrito cosas a la manera popular. Es algo que siempre me vino solo, no fue un esfuerzo. No conozco el folklore nacional, pero el aroma de la música popular lo llevo en las venas”.

Cuando se le habla de la música contemporánea, monta en cólera.

“¡El atonalismo, la música concreta! ¡Eso es una porquería! Y lo digo a los gritos a todo el mundo. Esas son mentiras, falsedades: eso es decir: quiero y no puedo. La música auténtica es armonía, melodía, ritmo, perfectamente tonal. Es la única forma de hacer música. Y el ejemplo se lo puedo dar con mis propias obras. Si yo hubiera sido un improvisador de cosas feas, nadie las interpretaría. No conozco al guitarrista John Williams ni a Teresa Berganza, sin embargo, ellos, como muchos otros se han interesado por mis piezas”.

Ecos de timidez

Muestra unas planillas donde se consigna la interpretación de sus obras en los últimos años: Inglaterra, Suiza, Suecia, Francia, Sudáfrica, Italia, Chile, Estados Unidos… Ecos de La tempranera, La rosa y el sauce, Se equivocó la paloma merodean el cuarto. El maestro confiesa su profunda timidez.

“Me han invitado a muchos homenajes; uno de ellos fue en Londres, pero no fui. No soy feliz entre las muchedumbres, me molesta que la gente esté mirándome o me pida un autógrafo. No tengo la culpa de haber escrito música; sólo hice la música que brota en mi cabeza. Cuando leo una poesía que me llega, me conmociono mucho. Se contorsiona todo mi cuerpo, vibro totalmente, aparecen lágrimas en mis ojos… ¡Es muy fuerte! Entonces tomo un papel pentagramado y escribo las notas. Todo es muy rápido, no puedo parar; es como si estuviera poseído. Cuando me doy cuenta de que encontré lo que quería, me pongo de pie, hago gestos, camino, doy vueltas, río o lloro y doy gracias a Dios. La música sale sola y no soy responsable: una parte de mi cerebro tiene música”.

El viejo maestro ya no compone

“He trabajado mucho. Ahora puedo esperar la muerte tranquilo. Estoy en la ‘edad del asombro’ -así se llama uno de sus ciclos de canciones- porque mi música se toca en todas partes. ¡Qué más puedo pedir!”.

Por el patio se va escapando una bella melodía. Un pájaro está entonando: “El viento pasa y la besa el talle le hace cimbrar. Toda la ramita canta. El viento miente y se va. Se va… se va… Y la ramita se inclina, no la vean sollozar”.

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Títulos de sus obras.

Aquí, una cronología con títulos de sus obras para piano, secuencia que refleja su perseverancia y al escucharlas, revelan su talento.

En 1940 compuso Bailecito, Gato y Tierra Linda. Pertenecen a La Siesta: El Patio, El Sauce, Gorriones.

  • 1945: Sonatina en Sol menor: 1. Allegretto / 2. Lento muy expresivo / 3.Presto.
  • 1947: Sonata en Do menor:  1. Allegretto intimo / 2. Scherzo molto vivace / 3.Recitativo lento  / 4. Fuga y final.
  • 1949: Tres Sonatinas: 1. Movimiento / 2. Retama / 3. Danza.
  • 1952: Estilo.
  • 1952: Preludios: 1) La dama dama / 2) La flor de caña / 3) Rimorón / 4) Margarita / 5) Bordando para la reina / 6) Una niña bonita / 7) ¡Cuántas estrellas! / 8) Un domingo de mañana / 9) La torre /  10) En coche va una niña.
  • 1952: Pampeano  y La tarde en Rincón.
  • 1953: Romance de Cuyo (Zambacueca).
  • 1955: Dos romances nuevos 1) La niña del río dulce / 2) El chico que vino del sur.
  • 1958: Diez Cantilenas Argentinas.  1) Santa Fe para llorar / 2) Adolescencia  / 3) Jacarandá  / 4) El ceibo / 5) Abelarda Olmos / 6) Juanita  / 7) Herbert  / 8. Santa Fe antiguo  9) Trébol  y 10) La casa.
  • 1957: Pueblito, mi pueblo.
  • 1961: Las presencias. 1) Ludovina  / 2) Ortega  / 3) Federico Ignacio Céspedes Villegas / 4) Mariana  / Horacio Lavalle.
  • 1966: Mis Amigos: 1) Luisito de la calle Concordia  / 2) Nelly de la calle Río Cuarto / 3) Ismael de la calle Teodoro García / 4) Pablo de Aeroparque  / 5) Fermina de la calle Aranguren / 6) Gabriel de la calle Andonaegui / 7) Alberto de la calle Posadas / 8) Casandra de la calle Galileo  / 9)Damián de la calle Malabia y 10) Alina de la calle Lacroze.
  • 1974: Diez cantos populares.
  • 1987: Romance del Plata: 1) Allegretto cantabile / 2) Andante cantabile sereno y 3) Rondó.

 

Pueblito, mi pueblo.

Poema:  Francisco Silva

Pueblito mi pueblo,
Extraño tus tardes
Querido pueblito
No puedo olvidarte

Cuanta nostalgia ceñida
Tengo en el alma esta tarde
Ay! Si pudiera otra vez
Bajo tus sauces soñar
Viendo las nubes que pasan (Ah…)
Y cuando el sol ya se va
Sentir la brisa al pasar
Fragante por los azahares

Pueblito mi pueblo,
Extraño tus tardes
Querido pueblito
No puedo olvidarte (Ah,)
Querido pueblito
No puedo olvidarte

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[1] En la página web: Nota “(1) Parte de un articulo publicado por la Fundación Ostinato http://ostinato.tripod.com  /”

[2] Nota: “Extraído de ‘La Guía de la Música Argentina’ editada por el Instituto Lucchelli Bonadeo en 1971.”

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