El 3 de abril de 1874 la Santa Sede aprobó la constitución de la Sociedad Salesiana en la Argentina y el primer grupo de sacerdotes emigrantes llegaron en diciembre de 1875, entre ellos Juan Cagliero (primer Vicario de la Patagonia) y José Fagnano; Juan Bautista Baccino, Vicente Gioia, Esteban Belmonte y Bartolomé Molinari, maestros de oficios y dieciséis Hermanas de la Misericordia, entre ellas Ángela Vallese, Ángela Casulo y Catalina Fino. Antes habían recorrido la zona los jesuitas, franciscanos, mercedarios, dominicos y no pudieron alcanzar sus propósitos. Los salesianos, no llegaron para ejercer el poder sino para ponerse al servicio de los pobladores de la Patagonia, cumpliendo la misión de educarlos y dispuestos a cumplir sus misiones aún con sacrificios.
Dos siglos antes, el 8 de agosto de 1678 Mons. de Azcona había manifestado las características de los aborígenes amantes de las migraciones y de la vida casi a la intemperie. Al instalarse los salesianos fue necesario encarar una organización agrícola que contribuyera a su arraigo y les sirviera de sustento. Con los materiales de la región enseñaron a hacer “artesanías “. En el tiempo libre integraban coros y enseñaban a tocar varios instrumentos. No había caminos y dependían de los caballos y de las mulas para atravesar el frío y ventoso desierto. En la tolerancia y equilibrada convivencia lograron atraer a los aborígenes y formarlos en el culto católico. Hubo épocas en las que les resultó más complejo luchar con las fuerzas policiales enviadas por el gobierno que producían atropellos y lógicamente, estimulaban la agresividad de los hasta entonces “dueños de la tierra”.
Debieron asistir a los presos -algunos niños-, que sufrían humillaciones por haber utilizado para su alimentación algunos bienes que antes les habían pertenecido y ahora eran patrimonio de políticos recién llegados. Tan nobles fueron sus obras como las que realizaron el Perito Pascasio Moreno y el marino Luis Piedrabuena –Piedra Buena-entre otros. En esa evangelización y conversión se formó el primer santo patagónico Ceferino Namuncurá. Después fue necesario avanzar en las comunicaciones y se editaron los diarios “Flores del Campo” y “La Cruz del Sud”.
Con un trabajo que incluyó a los aborígenes, construyeron asilos y comenzó a funcionar el primer hospital, donde también se capacitaba para ejercer la medicina preventiva y asistencial. Se impulsaron industrias: mecánica, herrería, calzado, hilanderías, tejedurías. Monseñor Espinosa erigió en Viedma, el 24 de abril de 1880, la primera parroquia de la Patagonia y al día siguiente asumió el nuevo Párroco Emilio Rizzo.
El Colegio de Sales se inauguró en Viedma el 24 de marzo de 1882; aplicaban técnicas de educación por el arte (música, declamación, poesía, pintura) y anexa funcionaba una escuela de agricultura (San Isidro).
El Padre Fagnano organizó el observatorio meteorológico (1883) herramienta fundamental para disponer de los datos necesarios antes de organizar actividades, especialmente las agrícolas e inauguró en Carmen de Patagones el Colegio “María Auxiliadora “. Dos años después llegó el Padre Stefenelli, investigador científico que recorrió la zona y describió la hasta entonces poco conocida geografía austral. En 1888 inició sus actividades la escuela de artes y oficios y allí ejercían su derecho a la educación todos los adolescentes, sin discriminaciones. Se crearon más parroquias. El Padre José Bauyoir, recopiló las costumbres y tradiciones de los aborígenes y en Fortín Mercedes se instaló el Museo Regional de la Patagonia.
Luego crearon un instituto universitario en Comodoro Rivadavia “. En la zona del Valle Inferior del Río Negro a fines del siglo XIX disponían de tres hospitales, veintisiete escuelas profesionales -5 agrícolas- dos de artes y oficios, dos asilos y diecinueve colegios. En 1902 instalaron agua corriente en Viedma y teléfonos entre esa localidad, el Colegio San José y Patagones. Cuando el Padre Cagliero culminó su Vicariato (1904) había organizado cincuenta Iglesias, ciento sesenta y cuatro Misiones, ciento cuarenta Casas de las Hermanas de María Auxiliadora, un Seminario en Viedma, colonias agrícolas, imprenta, observatorio… Realizó una encomiable obra el Padre Adjuntor Artémides Zatti quien prestó sus servicios profesionales en el Hospital “San José de Viedma “ y fue un ejemplo de serenidad y abnegación.
La obra de los salesianos sigue vigente en este final de siglo XX, con renovado entusiasmo y con la misma Fe, Esperanza y Caridad. [1]
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini
[1] Congreso Nacional, Cámara de Diputados. Trámite Parlamentario, 1992, t. VI, p. 5860-5862. Proyecto de declaración del Dip. Víctor Sodero Nievas, homenaje en el 118º aniversario de la Constitución de la Sociedad Salesiana.