Antoine de Saint Exupèry nació en Lyon, Francia, en 1900. Cuando realizó el servicio militar descubrió su vocación de aviador. Fue uno de los pioneros de la aviación en Sudamérica y el primero en realizar vuelos nocturnos entre Buenos Aires, Asunción, Río de Janeiro y Santiago de Chile.
En la guerra civil española y durante la segunda guerra mundial, desarrolló una responsable acción y sus experiencias las relató en algunos de sus libros: Vuelo de noche, Tierra de hombres, Piloto de guerra y Ciudadela.
Una de sus obras más difundidas ha sido El Principito, relatos que enseñan mucho más que: “…lo esencial es invisible a los ojos” y con esa línea de escritura es como más ha trascendido entre niños, adolescentes y adultos.
En 1944 desapareció después de despegar en una base de Córcega para cumplir una misión de reconocimiento sobre el ocupado territorio francés.
En su homenaje, en su homenaje se transcriben estos párrafos, frutos de su talento:
“Conozco un planeta donde hay un Señor carmesí. Jamás ha aspirado una flor. Jamás ha mirado una estrella. Jamás ha querido a nadie. No ha hecho más que sumas y restas. Y todo el día repite como tú Soy un hombre serio! Soy un hombre serio! Se infla de orgullo. Pero no es un hombre, es un hongo.”
“El segundo planeta estaba habitado por un vanidoso: “…para los vanidosos, los otros hombres son admiradores”.
“…los vanidosos no oyen sino las alabanzas”.
En otro diálogo expresó: “El rey exigía esencialmente que su autoridad fuera respetada. Y no toleraba la desobediencia. Era un monarca absoluto”.
“…Pues no solamente era un monarca absoluto sino un monarca universal. Pero, como era muy bueno, daba órdenes razonables.
‘-Si ordeno, decía corrientemente, si ordeno a un general que se transforme en ave marina y si el general no obedece, no sería culpa del general. Sería culpa mía.’
‘-Si ordeno a un general que vuele de flor en flor como una mariposa, o que escriba una tragedia, o que se transforme en ave marina y si el general no ejecuta la orden recibida, quién, él o yo, estaría en falta?
-Vos – dijo firmemente el principito.
-Exacto. Hay que exigir a cada uno lo que cada uno pude hacer, replicó el rey. La autoridad reposa, en primer término sobre el corazón”.
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Lecturas y síntesis:
Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
28-06-1994