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06 de noviembre: Día de los Parques Nacionales.

“La Obra de la Patria” y su misión.

1903: recompensa al Perito Moreno.

1904: aceptación de la donación del Perito Moreno.

14-04-1914: creación de la Comisión Pro Parque Nacional del Sur

09-10-1934: creación de la Dirección de Parques Nacionales.

Aproximación a la trayectoria del Perito Moreno.

Importancia de los vínculos familiares.

 

El 6 de noviembre de 1903, el Dr. Francisco Pascasio Moreno envió una nota al ministro de Agricultura Dr. Wenceslao Escalante expresándole su voluntad de donar un terreno de tres leguas cuadradas con el propósito de que se conservaran con “su fisonomía natural y que las obras que se realicen sólo sean aquellas que faciliten comodidades para la vida del visitante”.

En consecuencia, esa fecha fue tenida en cuenta al instituir el “Día de los Parques Nacionales”.

(Es oportuno destacar que Francisco Moreno fue “el inspirador” e impulsor del monumento al Ejército de los Andes” en el cerro del Pilar en la provincia de Mendoza, donde se instaló la obra del escultor uruguayo Juan Ferrari que evoca la epopeya libertadora del General San Martín, inaugurado el 12 de febrero de 1914 y desde entonces reconocido ese lugar como “Cerro de la Gloria”, donde más de quinientas placas son el testimonio de gratitud de los pueblos americanos al destacado argentino que murió en el exilio el 17 de agosto de 1850.

Sabido es que Francisco Moreno era un entusiasta explorador y poeta argentino, geógrafo, paleontólogo, antropólogo, etnógrafo, educador, diputado nacional (autor de once proyectos, algunos extensos y demostración de su sólida formación y de la continuidad en la elaboración de diagnósticos y evaluaciones, en la formulación de hipótesis sobre soluciones concretas…

“La Obra de la Patria” y su misión…

A fines de la década del ’70, el escritor Ygobone en otra página de ese libro necesitó expresar:

“Lástima grande que muchas de sus geniales concepciones todavía siguen siendo aspiración insatisfecha del país, tanto en lo que se refiere a su acción de educador, como a sus actividades de legislador. /…/

“La obra educativa que desde la vicepresidencia del Consejo Nacional de Educación, venía llevando a cabo el doctor Pascasio P Moreno, silenciosamente y sin alardes, nacida todo ella del fondo espíritu puro de su alma de filántropo, encuentra su culminación en la creación de una institución que se llamó: ‘La Obra de la Patria’.”

1903: recompensa al Perito Moreno

Ese espacio había sido cedido por el gobierno mediante la Ley Nº 4.192 promulgada el 02-08-1903 “como recompensa extraordinaria por servicios” que había prestado durante veintidós años ya que en el lapso 1874-1896 había recorrido esa zona patagónica realizando diversas investigaciones y participando en acuerdos con el gobierno chileno para resolver pacíficamente algunos conflictos originados por la demarcación de los límites.  Eran tierras fiscales ubicadas “en el territorio de Neuquen o al sur del Río Negro”.

(Es oportuno recordar que para resolver ese problema, de común acuerdo el 17 de abril de 1896 se dispuso el arbitraje de la Corona Británica y en el laudo del 22 de noviembre de 1902, el Rey de Inglaterra Eduardo VII reivindicó definitivamente para la República Argentina la propiedad territorial sobre la base de los informes del doctor Moreno, hábil en los asuntos diplomáticos y seguro en la información sobre la topografía y geología de esa región.)

1904: aceptación de la donación del Perito Moreno

La donación de Perito Moreno fue aceptada mediante el decreto firmado por el presidente Gral. Julio Argentino Roca el 01-02-1904, incluyendo Puerto Blest, Laguna de los Cántaros, Laguna Frías y el Paso Rosales.  Abarcaba originalmente 7.500 hectáreas y luego se amplió a 43.000 hectáreas mediante decreto firmado por el Presidente José Figueroa Alcorta el 17 de enero de 1907.  Dos décadas después, el presidente Hipólito Irigoyen decidió ampliar el espacio destinado a parque hasta las 785.000 hectáreas (decreto del 8 de abril de 1922) y así se creó el “Parque Nacional del Sur”, luego reconocido como “Parque Nacional Nahuel Huapí”.

(Es oportuno tener en cuenta que hasta entonces, en 1872 se había creado el Parque Nacional “Yellowstone” en Estados Unidos de Norteamérica y en 1885, el Parque Nacional “Banf”, en Alberta, Canadá.  En consecuencia, el de la Argentina fue el primero en Sudamérica y el tercero en el mundo.)

14-04-1914: creación de la Comisión Pro Parque Nacional del Sur

Dos años después, el 14 de abril de 1924 se creó la Comisión Pro Parque Nacional del Sur y luego el paisajista Carlos Thays que había diseñado jardines en Buenos Aires y en otras localidades, influyó para que en 1928 el estado Nacional comprara 75.000 hectáreas en la zona del Río Iguazú, ya reservadas para ser otro Parque Nacional y una Colonia militar en la zona del noreste misionero, en la confluencia del mencionado río y el Paraná.

09-10-1934: creación de la Dirección de Parques Nacionales

A partir del 9 de octubre de 1934 mediante la Ley N° 12.103 se creó la Dirección de Parques Nacionales, dependiente del Ministerio de Agricultura de la Nación y simultáneamente los Parques Nacionales Nahuel Huapi e Iguazú, durante la presidencia del Gral. Agustín P. Justo…

La ley original que reglamentó la organización, administración y fiscalización de las áreas naturales protegidas se modificó mediante las leyes N° 18.594 del 6 de febrero de 1970 y N° 22.351 del 15 de diciembre de 1980, creándose la “Administración de Parques Nacionales” con sede en la ciudad autónoma de Buenos Aires.

Aproximación a la trayectoria del Perito Moreno

Nació el 31 de mayo de 1852 –según relató Aquiles D. Ygobone- “en un barrio del sur de la ciudad de Buenos Aires –Paseo Colón y Venezuela-, recibiéndolo este mundo con los halagos de la fortuna.  De su padre –Francisco Facundo Moreno- criollo de prosapia española que emigró a Montevideo en la época de Rosas, había heredado su gran carácter.  Aquél fue para su hijo un digno ejemplo en la formación de su personalidad, por su acendrado patriotismo y las relevantes condiciones que lo adornaban;  y más tarde, en plena lucha de exploración, su confidente, amigo y hasta su colaborador en gestiones accesorias de sus travesías, como lo confirman las numerosas cartas que éste le enviara durante sus viajes.  La madre, doña Juana Thwaites, era hija de uno de los oficiales ingleses de la reconquista, el que, después de quedar prisionero, se radicó en el país en 1806.  Su mentalidad e inquietud de viajero, la heredó de su abuelo inglés: Josué Thwaites.  Por las dos ramas predominaba la sangre española, aunque fue Francisco P. Moreno muy sajón en sus características personales.

Desde niño demostró poco apego a las comodidades y a la vida fácil trasuntando, por el contrario, la capacidad realizadora de su espíritu y la férrea disciplina de su voluntad.

“A los doce años ya lo atraía la historia natural y empezó a recolectar cuanto le resultaba interesante, sobre todo, restos fósiles.  Desde esa edad, la naturaleza lo atrajo poderosamente y las grandes ansias manifestadas en sus abundantes relatos de fenómenos geográficos y del amplio dominio territorial revelaron sus inquietudes de investigador precoz.  Todo ello despertaría un afán irresistible por lo desconocido, el ansia de observar, indagar experimentar y obtener el por qué y la razón de las cosas que no se explicaba”.

(Es oportuno destacar que el citado autor -Aquiles D. Igobone-, hasta fines de la década del ’70 había publicado veintiséis libros referidos a la historia de los argentinos: personalidades destacadas, exploraciones científicas, marinos y geógrafos, diversos estudios sobre la Patagonia argentina e Islas del Atlántico Sur.) [1]

Importancia de los vínculos familiares

“Todo parecía incitarlo en el ambiente familiar a favor de sus inclinaciones naturales y, muchos años después, al echar una ojeada retrospectiva de su vida nos habla de una tía abuela paterna, viajera incansable que solía recorrer –a la usanza de aquella época, es decir en carreta de bueyes y en lanchones- los lugares donde residía alguno de sus numerosos parientes, tanto de la Argentina como de los países limítrofes, a los que visitaba, y que durante sus viajes, movida por un irresistible afán de curiosidad hacia las cosas de la naturaleza, coleccionaba cuanta rareza hallaba a su paso, con las que más tarde organizaba largas exhibiciones ante el asombro de grandes y chicos… Él sólo la conoció a través del relato, pero cuánta simpatía y admiración despertaba en su alma de niño aquel personaje con el que fue identificándose, poco a poco, claro está que orientándose hacia la finalidad científica.  Pero oigamos al propio Moreno cuando evoca este singular episodio familiar, de su infancia, que, sin duda, incluyó en su mentalidad dando alas a su futura vocación de naturalista y dejando honda huella en su vivaz espíritu: [2]

“Recuerdo haber oído en mi niñez que una tía abuela paterna, señora andariega, visitadora incansable de la larga parentela diseminada en media América austral, viajaba a principios de este siglo con un gran cofre donde colocaba cuanto objeto curioso llamara su atención durante sus viajes; tarea fácil entonces en que la carreta era el único vehículo que usaban las gentes medianamente acomodada. (sic) El lento andar de los bueyes permitía a la buena señora examinar todo su camino.  Desde el confín de la Banda Oriental, que así se llamaba a la hoy República Oriental de Uruguay, hasta la Colonia de Sacramento, donde la carreta pasaba a los lanchones que comunicaban las dos márgenes del Plata, recogía la curiosa viajera piedras de colores vivos y de formas extravagantes; y cuando llegaba a San José de Flores, a casa de mi abuelo extraía de la gran arca sus tesoros, en presencia de chicos y grandes, asombrados todos de tantas maravillas que para unos eran ‘ojos petrificados’, para otros carne y frutas en iguales condiciones: todo lo que, visto y tocado, se guardaba de nuevo en el arca, bajo la cama de la coleccionista”.  [3]

Y a renglón seguido, buscando en este episodio familiar el secreto influjo sobre su naciente vocación de naturalista, el doctor Moreno expresa: ‘La tradición de esas escenas de familia ha de haber influido indudablemente en mí, cuando desde muy niño imitaba a la buena tía, empezando por reunir las cosas de la naturaleza que encontraba al alcance de la mano”.

                               Síntesis: Nidia Orbea de Fontanini.

[1] Moreno, Francisco P. Arquetipo de argentinidad. Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1979. Aquí los títulos:  Juan Francisco Seguí, constituyente en 1853 (1930); Los Territorios Nacionales y sus condiciones institucionales (1932); en 1943: El Deber argentino ante la Patagonia; La Patagonia en la realidad argentina; en 1946 Misiones Patagónicas; La Epopeya Patagónica; en 1947: Planificación general de la Patagonia; Consejo Económico de la Patagonia; Proyecciones sociales de la obra salesiana en la Patagonia; Darwin y su contacto con la Patagonia; en 1948 Ezequiel Ramos Mexía y sus planes de colonización de la Patagonia; Las exploraciones en la Patagonia y Tierra del Fuego del Padre Alberto M. de Agostino; Roca, el civilizador y el gobernante; en 1949 El problema educativo en la Patagonia; en 1950 Paladines auténticos de la Patagonia, en 1952 Los Parques Nacionales en la República Argentina; en 1953 Carlos María Moyano, marino y geógrafo; La exploración científica en el siglo XIX; en 1954 Comodoro Rivadavia y su zona de influencia; en 1960 El petróleo en la región patagónica; en 1964 Reconocimiento de a Patagonia, en 1967 Historia de la Provincia de Chubut y sus pueblos (1862-1930); Historia de la Provincia de Santa Cruz y sus pueblos (1862-1930); en 1968 Ceferino Namuncurá, redentor de su raza de bronce; en 1971 Soberanía Argentina de las Malvinas, Antártida y las cuestiones fronterizas entre Argentina y Chile. # Adquirí ese libro con el propósito de conocer parte de su trayectoria teniendo en cuenta su polifacético obrar, la importancia que esa información tendría para elaborar diálogos con alumnos, cuando proponían realizar viajes a Bariloche y en conversaciones sobre las aptitudes heredadas o asimiladas en función de la orientación vocacional…

[2]  Ibídem, p. 20-22.

[3] Moreno, Francisco P. Por un Ideal “ inédito. Ojeada retrospectiva de 23 años, 1893).

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