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15 de noviembre – San Alberto Magno

(La Constitución de la Nación Argentina sancionada el 1º de Mayo de 1853 en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz tuvo sucesivas reformas; en 1949 los legisladores sancionaron la Constitución que incluyó capítulos referidos a los Derechos de los Trabajadores, de la Ancianidad y de los Niños –derogada por decreto firmado por quienes detentaron el poder después tras el movimiento cívico-militar del 16 de septiembre de 1955- y declararon vigente la del siglo XIX con sus reformas convocándose al año siguiente a una convención que en 1957 fracasó y sólo incorporó una enmienda.

La última reforma se concretó durante el otoño de 1994, establece en la Primera Parte, Capítulo I – Declaraciones, Derechos y Garantías; en el “Artículo 2º: El gobierno federal sostiene el culto católico, apostólico romano”.  En consecuencia, es pertinente que se incluyan entre las efemérides nacionales, las correspondientes al Santoral de la Iglesia Católica.)

En San Miguel (provincia de Buenos Aires), el 15 de noviembre de 2003  se reunieron los Obispos argentinos y dialogaron acerca de la actual situación en la Argentina -en hispanoamérica- analizando posibles acuerdos tendientes a lograr “la unidad continental”.

Hacia la integración solidaria.

Ecos de fines del siglo XX.

En torno al ALCA y a la unidad continental.

Datos significativos:

Ciudad de Puerto Rico (Misiones)

Hacia la integración solidaria…

En la revista “Línea” editada en Buenos Aires con el propósito de promover un “pensamiento y proyecto alternativo… ante los desafíos del ALCA (alianza de libre comercio americana) que tantas polémicas ha generado, con acertado criterio difundieron la declaración de los Obispos reunidos en la 86ª Asamblea Plenaria, en San Miguel, provincia de Buenos Aires, el 15 de noviembre de 2003, día de celebración de “San Alberto Magno”.

Ecos de fines del siglo XX…

En esa página, aluden al documento apostólico “Ecclessia in America”  redactado tras las deliberaciones en la “Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América” -preparatoria del “Gran Jubileo del año 2000” y que significó otro llamado de atención acerca de la necesidad de tener en cuenta la prédica de Jesús en torno a la fraternidad; los ejemplos de San Francisco de Asís –Patrono de la Ecología– y las insoslayables actitudes de generaciones que nos han precedido y han obrado convencidos de que la justicia señala el camino hacia la paz duradera.

En torno al ALCA y a la unidad continental…

En la crónica publicada en la revista Línea, destacan que tal declaración de los Obispos significa un llamado “a los cristianos a promover la unidad del continente en torno a los grandes valores de comunión y solidaridad, que incluyen la preservación de las riquezas culturales de cada nación y región, y sobre todo los valores familiares y religiosos”.

“Con este espíritu, y en sintonía con las declaraciones de los Obispos miembros de la Comisiones Episcopales Ejecutivas del Mercosur, y también de Chile y de Bolivia, reunidos en Montevideo el pasado 4 de septiembre, los Obispos argentinos hemos considerado las negociaciones que se realizan entre los gobiernos del continente, incluido el argentino, para establecer el ALCA o Área de Libre Comercio de las Américas. Y ello, en razón de los desafíos éticos y culturales implicados en tales negociaciones. Dada la importancia del proyecto y su incidencia en el futuro, nos parece oportuno ofrecer algunas reflexiones nacidas de la esperanza en un mundo más fraterno,

  1. Los acuerdos justos y dignos entre países son bienvenidos porque nos confirman en el sentimiento de integrar una misma familia humana. Por este motivo continuamos alegrándonos por el Tratado de Paz y Amistad con Chile, logrado gracias a la mediación de Juan Pablo II, de cuya firma se cumplirán pronto veinte años.
  2. Los acuerdos entre los pueblos, cualquiera sea la finalidad de los mismos -políticos, culturales, comerciales, deportivos-, se dan en el horizonte de la paz y tienden a fortalecer valores fundamentales. No hay acuerdos puramente técnicos que no estén referidos, positiva o negativamente, a los valores de la sociedad.
  3. El ALCA, como los demás tratados internacionales, debe fundarse en el respeto de la soberanía integral de cada nación y en la inviolabilidad de los derechos humanos, en particular el de la vida desde su concepción hasta la muerte natural, y debe implementarse como un medio para consolidar en la región las estructuras democráticas y participativas.
  4. Como se desprende de su nombre, el objetivo del tratado es fomentar el comercio entre los países del continente. Este aspecto será realmente positivo en la medida en que respete la soberanía de las diversas naciones, y promueva el desarrollo integral y la mejor calidad de vida de todos los pueblos signatarios y de todos los sectores y personas que los componen, y no sólo de algunos pocos.
  5. No se puede ignorar que existen desigualdades enormes entre los países del continente que suscribirían el tratado. Como dijeron los Obispos en Montevideo: “La excesiva desproporción de las capacidades competitivas entre nuestros países, algunos con economías muy fuertes y desarrolladas, otros muy débiles, y el desequilibrio de intereses y poderes, podrían traer consecuencias muy graves, especialmente en relación con la identidad cultural, los puestos de trabajo y la misma subsistencia de las economías más frágiles”. Por ello es importante que en todo acuerdo de este tipo se establezcan salvaguardas para aquellos países de economía más débil que no podrían competir con los más fuertes.
  6. Dentro de los diversos países existen grupos vulnerables, como las comunidades de aborígenes, colonos, pequeños productores agrícola-ganaderos, pequeñas industrias, etc., para los cuales sería necesario establecer mecanismos de compensación.
  7. De acuerdo al principio de subsidiariedad, las entidades mayores no deben quitar espacio a las menores. Por lo mismo, el ALCA no debe hacerse en detrimento del Mercosur y de otros organismos que promueven importantes valores; por ejemplo, el Pacto Andino, el Centroamericano, y los distintos pactos bilaterales.
  8. Dada la importancia de este tratado, consideramos que el Congreso Nacional debe abrir un amplio debate y seguir de cerca las negociaciones que conduce el Poder Ejecutivo, y no limitarse a aprobar o rechazar el tratado una vez firmado.
  9. Constatando la insuficiente información y la falta de debate sobre este tema, es conveniente que la autoridad pública, y también las instituciones surgidas para alentar el diálogo ciudadano, promuevan un foro o mesa sobre el ALCA para hacer escuchar la opinión de las entidades y personas capaces de ofrecer con lealtad sus puntos de vista. Esto es indispensable y urgente a la luz de la experiencia de la deuda externa, contraída y acrecentada irresponsablemente por los gobernantes con desconocimiento de la sociedad.”

Los Obispos de la Argentina

reunidos en la 86ª Asamblea Plenaria

San Miguel, 15 de noviembre de 2003

Fiesta de San Alberto Magno.

Datos significativos..

(Suelo preguntarme si el proceso de integración cultural –la globalización como se destaca ahora-, el camino hacia el fraternal universalismo comenzó en el siglo veinte, o quizás para los americanos fue cuando se produjo el encuentro de diferentes culturas ya que desde 1492 se generó el hispanoamericanismo, si se prefiere: el latinoamericanismo y el descubrimiento del hasta entonces desconocido continente movilizó a navegantes de distintas latitudes.  Luego determinadas persecuciones y sucesivos procesos de expulsión desde Europa generaron migraciones que desde mediados del siglo XIX y el establecimiento de colonias agrícolas o de explotaciones ganaderas o forestales en distintos lugares, conviviendo familias de diferentes orígenes. Las dos guerras mundiales del siglo XX también contribuyeron al éxodo hacia distintos continentes.

Queda aún latente aquella pregunta ¿cuándo comenzaron los procesos de integración cultural?… ya que todavía hay grupos sociales que no aceptan ese criterio y destacan que ha habido discriminaciones por convicciones religiosas, sometimiento para poder sobrevivir.

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Ahora, aquí, una breve aproximación a la historia de “Puerto Rico”… no a la isla sino a la ciudad fundada en Misiones, en la República Argentina.

En esa dirección también hay señales referidas a “San Alberto Magno”.

 

Ciudad de Puerto Rico (Misiones)

Como ha sucedido en la mayoría de las empresas colonizadoras, diversos grupos se han organizado para encontrar los espacios adecuados para su instalación y desarrollo.

Así fue como procedentes de Río Grande (República del Brasil), junto al entusiasta Carlos Culmey y al sacerdote Jesuita Max von Lassberg, llegaron algunos colonos dispuestos a trabajar sobre la ferrosa tierra misionera.

San Alberto Magno: Patrono de esa localidad.

El 15 de noviembre de 1919 decidieron fundar la ciudad de Puerto Rico, en territorio de Misiones.  Siendo el día de San Alberto Magno, fue declarado patrono de esa localidad.

Cumplido el objetivo de instalar a los colonos en territorio misionero, dos años –en 1921, – el Padre Lassberg S.J. regresó al vecino país y desde África llegó el Padre Carlos Stangier (del Verbo Divino) con la misión de servir a la organización de esa comunidad donde como sucedió en 1856 cuando llegaron los primeros agricultores a la Colonia de la Esperanza en la provincia de Santa Fe, debían asumir el desafío de empezar por romper la tierra porque casi todo estaba por hacer.

La fecunda Naturaleza ofrecía sus frutos y ellos siguiendo una vez más el precepto bíblico: ganarían el pan con el sudor de su frente

En aquel tiempo, como sucede aún, los ríos como los mares y los Océanos, no separaban ¡unían!… En barcos llegaban los alimentos que allí no podían producir, algunos instrumentos imprescindibles para avanzar en determinados proyectos y la esperanza de que esa comunicación fuera más frecuente para lograr el intercambio material y espiritual, conjunción esencial para el armónico desarrollo de las familias, de los pueblos, de los Estados…

En la nueva ciudad –como sucedió desde los primeros asentamientos de grupos de inmigrantes de diversas religiones-, las construcciones de un templo y de una escuela constituían las prioridades. Así fue como en 1922 los recién llegados a la tierra misionera, empezaron a construir la Capilla “San Miguel” inaugurada al año siguiente, tiempo en que el sacerdote jesuita fue reemplazado por otro misionero -otro predicador comprometido con su misión cristiana-, el Padre Federico Vormann que había servido en África no sólo como catequista, también como maestro de idioma alemán.  Se ha destacado que era un hábil jinete y como el Padre Brochero en Dolores recorriendo rancho tras rancho en las sierras de Córdoba, el Padre Vormann visitó a aquellas familias y entusiasmó a los niños y jóvenes con sus habilidades musicales porque también era “un buen cantor”…

Se ha destacado que “atendía Capiovy, llegando hasta Cuñá Pirú a través de primitivas picadas, ya que todo era selvático.

En el año 1934 fue reemplazado por el P. Francisco Behres, hombre emprendedor, quien en 1941 comienza con la construcción de la actual iglesia San Alberto Magno. Fue él quien gestionó la adquisición de terrenos donde hoy está el templo, casa parroquial y salón, colegio San Alberto, el polideportivo y el Hogar de Ancianos San Antonio.

El 20 de setiembre de 1942 se colocó la piedra basal y se habilitó, aún sin terminar, en 1946. Monumento religioso que habla de la fe y laboriosidad de esas familias. Durante la construcción se utilizaba para las celebraciones el colegio San Alberto que fue también una iniciativa del P. Behres, y el apoyo incondicional de los colonos. Fueron sus ayudantes los sacerdotes Gerardo Woeste, Luis Kronisch, Germán Hansen, muy recordado por su humildad y preocupación por los pobres, y el P. Juan Peter.

El P. Behres adquirió el primer auto para la parroquia. En el año 1948 le sucedió el P. Huberto Walter, hombre ubicado y dinámico. Durante su permanencia se habilitó la casa parroquial y la nueva iglesia quedando la del Puerto como Capilla San Miguel.

En 1953 asume como párroco el P. José Puhl, quien con espíritu incansable se dedicó a completar obras iniciadas, como ser revoques, bóvedas, piso granítico y colocación de tres campanas accionadas por sistema eléctrico. El P. José inició la construcción del salón parroquial. En la tarea pastoral le acompañaron los sacerdotes Juan Wisen, Adán Schäfer y Mario Danelón.

En 1964 fue nombrado párroco el P. José Engemann, ex misionero de China. Al ser elegido superior provincial de los Verbitas fue reemplazado por el P. Guillermo Hafner, quien trató de mantener el ritmo parroquial que cada día pedía más dedicación.

En ese tiempo el ayudante, P. José Marx, apoyó la formación de una cooperativa de Almidón de mandioca. En 1969 llega como párroco el P. José Krajewski, que como sus predecesores trató, con santa calma, de respetar las buenas costumbres de una comunidad marcada por múltiples iniciativas.

En 1980 el P. José propició el inicio del Hogar de Ancianos San Antonio. En 1984 llegó como párroco el P. Nicasio Zabalegui quien, durante ocho años, con su dinamismo característico trató de renovar espiritual y materialmente la parroquia y las capillas. Le secundaron atendiendo especialmente las 25 capillas los sacerdotes Juan Nemcik, Bernardo Hauswirth, Hugo Aranda, Alejandro Rostás, Rüdiger Brunner, Carlos Kober, Arno Werle y Carlos Chatelain.

En 1992 arribó el P. Bernardo Ossege, secundado por Agustín Kitajima y Simón Inza. En marzo de 1998 se hacen cargo de la parroquia los P. Jesús Briones y Lorenzo Ramang. Una historia de fe. Una historia donde los pioneros y sus descendientes apoyaron con esfuerzo y alegría la construcción de esta comunidad de San Alberto Magno. Así se entiende el florecer de tantas vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras y diaconales. El compromiso de innumerables laicos hace posible que la ilusión y la fe de los primeros colonizadores siga latente en la historia de hoy.”

 

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Puerto Rico: la isla…

En el mar Caribe -océano Atlántico- hay varias islas y entre ellas una donde viven los portorriqueños e inmigrantes de distintas latitudes.  En 1879 se sancionó la primera Constitución, en 1897 la Constitución Autonómica de Puerto Rico y desde 1952, la “Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico”.

En el artículo primero, sección 1ª de ese texto constitucional, consta que “Se constituye el Estado Libre Autónomo de Puerto Rico.  Su poder político emana del pueblo y se ejercerá con arreglo a su voluntad, dentro de los términos del convenio acodado entre el pueblo de Puerto Rico y los Estados Unidos de América.

El art. 2º, establece que “tendrá forma de república”; el gobierno será ejercido con tres Poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, abarcando la mencionada isla y las adyacentes; la sede estará en San Juan Bautista de Puerto Rico.

En el artículo II – Carta de derechos, en la sección 1ª se destaca que “la dignidad del ser humano es inviolable…”

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(Después de esta lectura, siendo por herencia genética “una vasquita de ley” -como solía identificarme el escritor y especialista en tecnología educativa Miguel Porral, compañero de proyectos y de obras…- siento otro impulso interior que con-mueve con complejos interrogantes:

En cinco siglos ¿cuánto se dijo y qué se hizo concretamente para avanzar hacia la unidad hispanoamericana?

¿Cuándo comenzó el proceso que ahora se reconoce como “la globalización?…

Mientras tanto, la memoria pulsa con las señales del sociólogo francés Alain Touraine relacionadas con el dilema de la interdependencia geopolítica y reitero su pregunta: ¿Podremos vivir juntos? expresada desde su lugar de estudio y escritura en París, también en discursos pronunciados en distintos continentes y título de uno de sus interesantes libros.)

                        Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

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