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29 de abril – Día del Animal

La Sociedad Protectora de Animales estableció que el 29 de abril se celebre el Día del Animal, teniendo en cuenta que el 29 de abril de 1926 falleció el doctor Ignacio Lucas Albarracín, nacido en San Juan y protector de los animales.  Se ha reiterado que junto a Domingo Faustino Sarmiento impulsaron la creación de aquella asociación protectora que fue presidida por el maestro sanjuanino siendo Albarracín secretario, y reemplazándolo en la presidencia.

La asociación protectora de animales promovió la sanción de la Ley Nº 2786 promulgada el 25 de junio de 1891 y que obliga a proteger a los animales, evitar el maltrato y la caza.

A pesar de la ley y de tantos proyectos presentados en el Congreso Nacional, aún no se ha prohibido el tiro a la paloma… tampoco se controlan las exigencias de adiestramiento para espectáculos públicos…  La doma, entre los argentinos suele ser motivo de algarabía aunque el jinete termine con alguna quebradura, si el accidente no es más grave… ¡Son tradiciones!… dice el payador.

 

Declaración Universal de los Derechos de los Animales

En el año 1977, la Liga Internacional de los Derechos del Animal aprobó una declaración que fue proclamada un año después y luego fue aprobada por la ONU –Organización de las Naciones Unidas” y por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Es interesante leer y si fuera necesario, releer…

“Considerando que todo animal posee derechos y que el desconocimiento y desprecio de dichos derechos han conducido y siguen conduciendo al hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y los animales, se proclama lo siguiente:

Artículo Nº 1. Todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia.

Artículo Nº 2. a) Todo animal tiene derecho al respeto.

      1. b) El hombre, como especie animal, no puede atribuirse el derecho de exterminar a los otros animales o de explotarlos, violando ese derecho. Tiene la obligación de poner sus conocimientos al servicio de los animales.
      2. c) Todos los animales tienen derecho a la atención, a los cuidados y a la protección del hombre.

Artículo Nº 3.  a) Ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles.

      1. b) Si es necesaria la muerte de un animal, ésta debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia.

Artículo Nº 4.  a) Todo animal perteneciente a una especie salvaje tiene derecho a vivir libre en su propio ambiente natural, terrestre, aéreo o acuático y a reproducirse.

      1. b) Toda privación de libertad, incluso aquella que tenga fines educativos, es contraria a este derecho.

Artículo Nº 5.  a) Todo animal perteneciente a una especie que viva tradicionalmente en el entorno del hombre tiene derecho a vivir y crecer al ritmo y en las condiciones de vida y de libertad que sean propias de su especie.

      1. b) Toda modificación de dicho ritmo o dichas condiciones que fuera impuesta por el hombre con fines mercantiles es contraria a dicho derecho.

Artículo Nº 6.  a) Todo animal que el hombre haya escogido como compañero tiene derecho a que la duración de su vida sea conforme a su longevidad natural.

      1. b) El abandono de un animal es un acto cruel y degradante.

Artículo Nº 7.  Todo animal de trabajo tiene derecho a una limitación razonable del tiempo e intensidad del trabajo, a una alimentación reparadora y al reposo.

Artículo Nº 8.  a) La experimentación animal que implique un sufrimiento físico o psicológico es incompatible con los derechos del animal, tanto si se trata de experimentos médicos, científicos, comerciales, como de otra forma de experimentación.

      1. b) Las técnicas alternativas deben ser utilizadas y desarrolladas.

Artículo Nº 9.  Cuando un animal es criado para la alimentación debe ser nutrido, instalado y transportado, así como sacrificado, sin que ello resulte para él motivo de ansiedad o dolor.

Artículo Nº 10.   a) Ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del hombre.

      1. b) Las exhibiciones de animales y los espectáculos que se sirvan de animales son incompatibles con la dignidad del animal.

Artículo Nº 11. Todo acto que implique la muerte de un animal sin necesidad es un biocidio, es decir, un crimen contra la vida.

Artículo Nº 12.  a) Todo acto que implique la muerte de un gran número de animales salvajes es un genocidio, es decir, un crimen contra la especie.

      1. b) La contaminación y la destrucción del ambiente natural conducen al genocidio.

Artículo Nº 13. a) Un animal muerto debe ser tratado con respeto.

      1. b) Las escenas de violencia, en las cuales los animales son víctimas, deben ser prohibidas en el cine y en la televisión, salvo si ellas tienen como fin dar muestra de los atentados contra los derechos del animal.

Artículo Nº 14.   Los organismos de protección y salvaguarda de los animales deben ser representados a nivel gubernamental.

Los derechos del animal deben ser defendidos por la ley, como lo son los derechos del hombre.

Aproximación literaria…

La  gallareta

Juan Burghi – Poeta uruguayo

 

¿Dónde irá tan presurosa

la señora Gallareta,

con esas grandes zancadas

de sus pies, sólo con medias?

 

De los juncos inundados

en donde ella siempre mora,

salió así, tan aturdida,

que olvidóse hasta la cola.

Viste un traje verdinegro

que le ciñe bien el busto,

las patas y el pico verdes

como pedazos de junco.

 

Con la punta de sus alas

el agua, al volar, pellizca,

y al espejo blando y móvil

va arrancando húmedas chispas.

 

¿Dónde irá la gallareta

de prisa, en medias, sin cola,

y además de todo eso:

tac, tac, tac… hablando sola?

El benteveo

Juan Burghi. Poeta uruguayo

 

Benteveo, benteveo,

¡cómo delirante grita

mientas las alas agita

con su gozoso aleteo!

 

(Mas luego, cuando se posa,

ni te veo ni te vi:

su canto es sólo una i...

que se alarga quejumbrosa)

 

Vincha blanca y fina gola,

color de azufre el chaleco

y un chaquetón verde seco

que se aviva hacia la cola.

 

Vuela bajito, pausado,

y ondula con ritmo lento

y al suelo mira de lado

para buscar alimento.

 

Que a todo va su apetito:

larvas, insectos, gusanos,

trocitos de carne, granos,

frutas y algún pececito.»

El  cóndor

(Fragmento)

Joaquín Víctor González

 

A la media luz de la inaccesible boca de la cueva, vi lo que puede llamarse el nido del cóndor, y en verdad, invitan a la reflexión más grave, la rígida desnudez y la pobreza estoica del lecho en que descansa de sus viajes imponderables el rey del mundo alado de América. Él impera en las cumbres, domina las más altas tempestades, asiste invulnerable a los ventisqueros aterradores y a las erupciones volcánicas; preside la formación de las nieves en la nube y en la roca, lucha victorioso con las más bravas corrientes atmosféricas, rompiéndolas con el borde de las alas, sin alterar la serena majestad de su vuelo; sacrifica para su alimento multitud de seres vivientes y conoce tesoros ocultos por los cuales la humanidad promovería guerras exterminadoras; y no obstante, su vivienda es una gruta fría y desnuda, que el viento azota, el rayo calcina y la lluvia anega; su nido es el hueco de la piedra donde rara vez descansa su cuerpo, manteniéndose de pie, cubierto con su propio plumaje, cuando no pasa las noches a la intemperie, solo, como un espíritu maldito, sobre la última cima de una roca ennegrecida por el rayo, contemplando el eterno y mudo rodar de los mundos luminosos, y a sus pies la sombra de la tierra, inmensa y difusa como el vacío en que resonó por vez primera la palabra de Dios. ¡Problema impenetrable es ése!, sin duda: la vanidad de nuestra miserable naturaleza humana no se sacia jamás de poderío, de esplendores y de fugitivas grandezas terrenales, mientras hay seres que repudiando lo que ella adora; insomnes eternos del pensamiento y de la hermosura, luchan sin reposo contra las leyes de la vida, con la única esperanza de alcanzar la región de la luz sempiterna, de la contemplación infinita de la belleza originaria e imperecedera!

 

Joaquín Víctor González – Datos biográficos.

Nació en La Rioja el 3 de marzo de 1863 y falleció en Buenos Aires el 21 de diciembre de 1923. Poeta, legislador, gobernador en su provincia natal.  Publicó varios libros: Cien poemas de Kabir, Cuentos y fábulas nativas, Manual de la Constitución, entre otros.

(Este fragmento pertenece al libro: Mis Montañas.)

 

El tordo

(Fragmento)

Javier Villafañe

Poeta, titiritero, argentino.

Haragán y roba nidos

al Tordo suelen llamar,

            y el Tordo escucha y se calla

            porque sabe que es verdad.

…………………………………………

 

Desde que llegó al mundo sólo aprendió dos cosas: bailar y descansar. Nada más. Es incapaz de hacer un nido. Si lo necesita, cuando lo corren las lluvias, el viento o el frío, se adueña de un nido ajeno. Lo roba. Es haragán y desamorado. Por no tener trabajo encarga a otros pájaros que le cuiden sus hijos. Él no quiere preocupaciones. Con su traje oscuro de joven bailarín anda siempre buscando una fiesta.

Pensando en el baile de las Vizcachas, se quedó en el Sauce. El viento, al enredarse en las ramas, lo acunaba.

El Tordo fue el primer invitado que llegó. Venía acompañado. Una Vizcacha y un Vizcachón le salieron al encuentro. Cambiaron saludos y el Tordo, muy ceremoniosamente, dijo:

-Les presento a mi compañera: la Lechuza.

-Ya somos viejos amigos -habló el Vizcachón.

-¡Los años que nos conocemos! -agregó el Lechuza.

-Las veces que habrá estado presente en nuestros bailes -volvió a hablar el Vizcachón- porque ella nos vigila mientras bailamos y nos avisa con un chistido si algún curioso se acerca. Somos tan amigos, que les dejamos nuestras cuevas para que vivan.

-¡Viva el baile! -gritó el Tordo. Y dio una vueltecita levantando una pata.

Llegaron los grillos y las ranas y enseguida comenzó la música.

La Vizcacha que había invitado al Tordo se acercó para decirle:

-¿Se da cuenta?  Ni un pájaro ha venido a la fiesta. Todos dieron la misma disculpa: que tenían que trabajar.

-¡Pobrecitos! Pensar en trabajar cuando hay fiesta y una fiesta de esta categoría  -dijo el Tordo.

Y se puso a dar vueltas en una pata, sacudiendo las alas y gritando:

-‘Viva el baile! ¡Vivan la vida y la alegría!

Y bailó toda la tarde, toda la noche y al llegar el alba siguió bailando con más ganas que al principio.

-Me gusta el Tordo por lo alegre y bailarín -exclamó la Lechuza.

-Y ahí no más le dieron el premio.

Se hizo justicia. Nadie pudo igualarle. Fue el que bailó más y mejor.

Cuando recibió el premio, se puso a cantar y a dibujar piruetas en el aire.

El Tordo fue el único pájaro que bailó de noche, en la fiesta de las Vizcachas, bajo la luna grande y redonda.

Bailó hasta cansar a los músicos y al final de la fiesta aprovechaba el silbido del viento para ensayar nuevos pasitos de baile.

Por eso al Tordo le cantan esta copla:

 

El  Tordo baila que baila,

            ¡cómo le gusta bailar!

            Por andar de fiesta en fiesta

            se olvida de trabajar.

 

(Este fragmento se publicó en el diario La Prensa de Buenos Aires, en agosto de 1941.)

Aventura de los destructores de nidos

De «Cuentos para los niños de América»

Adolfo Montiel Ballesteros.

Escritor uruguayo; animador de Teatro

 

Cada vez que estos malentretenidos chiquillos vienen a mi rincón suburbano, destrozan todos los nidos que encuentran y que pueden.

¿La industriosa tenacidad de los horneros amorosos no les toca el alma?

¿No se conmueven ante la desesperación de las aves, que pían, revolotean y se agitan inquietas, mientras piedra va y piedra viene, en el anhelo feroz de destruir, de deshacer, de hacer mal?

¿No los emociona esa insistencia de los constructores, que cinco metros más allá de donde se halla la ruina de su antigua fábrica, unos días más tarde, erigen -de nuevo- alegremente su refugio?

¿No se hacen idea de que una pareja de aves, que posee una pequeña casa aérea, en la cual verán la luz sus pichones, es una familia?

¿No han imaginado nunca el diálogo de los pájaros padres con sus hijos en el momento del bombardeo terrible de las pequeñas manos humanas, cuya destreza debía emplearse en más nobles, generosos y altruistas menesteres?

Dice el pequeño pájaro:

-Padre, he sentido una brutal conmoción en nuestra casa. ¿Qué sucede?

El interrogado, que intenta disimular para no asustar a su prole, trata de disfrazar la verdad:

-Es el viento, hijo.

-¿El viento?… No lo parece, padre. El viento con ser tan genio es un amigo nuestro. Cuando él corre solo, nos balancea como si estuviéramos en una cuna.

-Posiblemente hoy estará más enojado que de costumbre.

-¡Mira! ¡Otro golpe! ¿Con qué mano nos pega el viento? Quiero saberlo. ¿Me dejas ver qué es?

-¡No te asomes, pequeño, pudiera ser peligroso!

-Si temes un mal, ¿sabes, pues, lo que sucede?

-Sí, hijo; desgraciadamente tengo que informarte que nos están atacando nuestra casita.

-¿Por qué, padre? ¿Qué mal hemos hecho?

-Ninguno. Son los pichones de los hombres, que se divierten. Su falta de amor no les permite encontrar mejor entretenimiento.

 

 

(Algunos datos sobre el autor: Adolfo Montiel Ballesteros.

Escritor Uruguayo, animador de Teatro.

Publicó: “Emoción”, “Savia”, Cuentos, Fábulas y Teatro para Niños, “Cuentos para los niños de América”.

 

El hornero

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini

De Leyendas en vuelo

(Ecos de una antigua leyenda guaraní)

 

Jaebé, era un indiecito madrugador y trabajador; hijo del más hábil cazador de la región.  Vivía cerca de la costa, en una tapera ubicada al este del casi legendario bosque de quebrachos.

En el sur de Américan, cuando amanece diciembre el calor es sofocante. Jaebé una mañana se acercó a las quietas aguas de la laguna y escuchó el canto de Yponá, la pastora. Inmediatamente se miraron y él sintió que estaba enamorado de ella porque se emocionó.  Nada le dijo. Él sabía que debía respetar la voluntad de su padre y participar en las pruebas anuales para acceder a la mano de Eboteg –Flor de Agua- la hija del cacique. Hasta ese momento, era tan ágil que había ganado todas las competencias en distintos terrenos y venció en el cruce a nado hasta la isla.  Ahora, tenía que pasar por otra prueba: cumplir un largo ayuno y si soportaba más que los otros pretendientes podría ser el marido de Flor de Agua. En la tribu todos estaban atentos a los acontecimientos. Tras algunos días de preparación, llegó el momento de iniciar el gran esfuerzo.

Sólo disponían de una amarga bebida para calmar la sed y de rústicas mantas para protegerse. Las familias los alentaban y el calor los torturaba.  Uno a uno iban abandonando el intento, algunos casi desfallecientes.

La manta que cubría a Jaebé seguía igual que el primer día, en la misma forma y en el mismo lugar, sólo un poco descolorida por los efectos de la lluvia, de la luz y del calor solar.

Orgulloso el padre de Jaebé creyendo que estaba dormido; levantó la manta que había tejido su mujer durante el último invierno y se quedó casi paralizado por la sorpresa: su hijo no estaba allí.  Cerca un inquieto pájaro rojizo se movía; aleteaba apenas hasta que levantó vuelo y se posó sobre la rama de un espinillo. Canto una, dos, tres veces….

El hechicero de la tribu ya estaba preparado para la ceremonia y al ver esa avecilla, anticipó que seguramente era el alma del último enamorado ayunador.

El pájaro ascendió hasta la alta copa del ombú y otra vez se oyeron sus armoniosos gorjeos.  A su lado se posó otra ave.

El brujo una vez más explicó:

– Son almas que se aman, que se buscan, que se encuentran y se alegran. Por eso cantan, cantan, cantan. Es su misterioso mensaje.

En aquel lugar, todos sabían que la pastora había desaparecido en la última semana y no sabían si la había robado una ola o si la asfixió alguna pena.

En vísperas del día de la Inmaculada Concepción de María, las dos aves seguían volando juntas. Barro y paja sirvieron para hacer el nido, con sala y alcoba.  Durante varios siglos, las abuelas han contado que un español que convivía con los aborígenes, los nombró horneros.

También es sabido que un poeta que nunca había escrito un verso, dijo:

Mientras la luna se baña en la laguna

Yponá roza con su ala, la roja flor.

Señala a Jaebé el lugar preferido.

 

Carga fresco barro y semillas de diente de león.

Agrega algunas hierbas y fibras de algodón.

Es hábil arquitecto y un alegre cantor.

 

Cuando esté terminada la construcción

Yponá pondrá el misterio en su interior

hasta que los despierte un débil piar.

 

Picos abiertos recibirán el cotidiano manjar.

Volverán a ser los ciclos de crecer, volar y  cantar.

¡Los pájaros enamorados protegen el hogar!

 

El aguará

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini

De Leyendas en vuelo….

(Relato de antigua leyenda guaraní)

Cerca de un monte de espinillos, tres hermanos mayores salían y dejaban al menor solo, en la segura choza. Una noche, el niño escuchó que un zorro lo invitaba a jugar. Noche tras noche fue aprendiendo a cazar y se entusiasmó cuando empezó a hablar casi como los animales. Creció, creció y cuando regresaron sus hermanos ya no podía entender ese lenguaje. Tenía la casa llena de animales. No aceptó trasladarse a la tribu, prefirió quedarse con sus acompañantes y lo explicó con sus nuevos gestos: mostró los dientes, aulló y sus parientes recién llegados, huyeron aterrorizados.

Desde entonces, el aguará sigue cruzando los montes y cuentan las abuelas, que si algún travieso niño lo alcanza a ver desde lo alto de un árbol, se baja enseguida y regresa rápido, rápido, rápido hasta el refugio donde ha quedado su familia…

(Insisto en la necesidad de:

¡Tener en cuenta que somos animales!…

Que somos agua aproximadamente en un 70 %…

Que según algunas investigaciones, el alma pesa veintiún gramos… ¡Casi nada!…

Que más allá de lo mutable, está lo Inmutable…

Nidia Orbea de Fontanini.)

 

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