23 de abril – El idioma castellano y el lenguaje de los argentinos.
Del idioma castellano…
Diversas investigaciones aluden al proceso generador de una lengua con características propias. Es fundamental que la escritura vaya acumulando las señales imprescindibles para su reconocimiento.
En torno a la lengua castellana sabido es que deriva del latín, utilizado aún después de que Fernando III dispuso tal sustitución en la cancillería. Se ha reiterado que los primeros romances escritos en castellano, pertenecen al siglo XIV y es a partir de entonces que se produce la confluencia entre lengua hablada y lengua escrita.
El año 1492 indica un punto de inflexión en la historia hispánica porque los Reyes Católicos apoyaron al navegante dispuesto a avanzar hacia el oeste por el océano Atlántico, y se concretó el encuentro de las dos culturas que confirmaba lo imaginado por Nebrija acerca de futuras conquistas de “muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas”. Desde su punto de vista había llegado el momento de promover el aprendizaje del castellano, aún prescindiendo de conocimientos gramaticales y avanzando en la expresión de sucesivas observaciones y diálogos.
En el siglo XVIII se difunde la Gramática de la lengua castellana de Martínez Gayoso (1743) y dos décadas después, Benito de San Pedro destaca que ha de servir “no sólo a los que frecuentan las escuelas de latinidad sino a todo buen español”, a los fines de que… [1]
“…sepa su lengua por principio y razón, en tiempos en que cada nación de la Europa dicta la suya propia por ellos, y se sabe lo mucho que importa al Estado formar a sus ciudadanos en patriotismo, y que éste es uno de los medios más poderosos. El fundamento para la renovación de todas las artes, letras y ciencias es el cultivo de la lengua propia, y sin estudio serio del Arte del Romance no se desterrarán los abusos que se han introducido en el habla y en la escritura.”
Proceso de integración hispanoamericano
Tras analizar los procesos de integración cultural a partir de comienzos del siglo XVI, el estudioso Amado Alonso destacó que:
“En el siglo primero de la Colonia, España se continuaba en América. En los siglos siguientes, España fue perdiendo su fuerza propulsora de vida humana y de cultura, y al mismo paso, la vida real de los españoles de este lado del mar fue perdiendo sus vínculos con los del otro lado, y también los de una colonia con los de las otras. Y por eso, así como en el siglo XVI la lengua muestra un estado de nivelación y una coherencia de su desarrollo con el de la lengua general de España, así en los dos siglos siguientes se va acentuando la diferenciación y se va hacia la formación de dialectos. Es que la vida real de aquellos hombres tenía en el siglo XVI un alcance americano e hispánico, y las acomodaciones recíprocas, base del funcionamiento y evolución de un idioma, se tenían que cumplir con miras también universales a todo el mundo hispánico; en los siguientes, la vida se fue angostando a los intereses regionales y locales y las acomodaciones no necesitaban pasar de ese radio.”
Siglo XVIII – “Gramática de la lengua castellana”
Sabido es que a fines de esa década, el rey Carlos III, mediante un decreto ordenó que en todo el territorio español “debía enseñarse a los niños su lengua nativa por la gramática que ha compuesto y publicado la Real Academia de la Lengua”, difundida a partir de 1771.
En el Virreinato del Río de la Plata
Una aproximación a la literatura y al periodismo en la zona del río de la Plata permite deducir que en los establecimientos educativos seguía imponiéndose la enseñanza del latín, que determinados grupos sociales se expresaban en francés o en inglés y que tales circunstancias perduraron aun después de la revolución del 25 de mayo de 1810, cuando algunos sectores se empezaron a manifestar en contra de casi todo lo español…
(…tendencia que aún suele percibirse a principios del tercer milenio.)
A partir de 1816…
Amelia Sánchez Garrido ha destacado que en “1817 aparece en Buenos Aires una Gramática y ortografía de la lengua nacional, de Antonio J. Valdés, dedicada ‘a la juventud de Buenos Aires’, un dato significativo porque apuntaba básicamente a quienes vivían en la ciudad puerto.
En párrafo siguiente está reiterada la dedicatoria: [2]
“Amable juventud: Nada te debe ser tan apreciable como un resumen claro y suficiente de la gramática y ortografía de nuestro idioma. Todas las naciones cultas tienen y han tenido por principal cuidado aprender en su lengua patria las reglas generales de la gramática, a fin de expresarse con elegancia y propiedad y poder adquirir fácilmente el conocimiento de las demás lenguas sabias y vulgares”…
(A fines del siglo veinte, los exámenes de selección para ingresar en las universidades indican la deficiente capacidad de expresión y de comprensión de textos de los egresados de las escuelas secundarias. No sólo hay errores de sintaxis y son excesivos los de ortografía. Otro indicador insoslayable se genera al evaluar los mensajes de distintos periodistas porque tanto en los diarios y revistas como en radio o televisión, hay reiteraciones absurdas sin adecuado uso de sinónimos; son improvisados nuevos verbos…)
Mientras tanto, en distintos lugares dialogaban españoles que distinguían en la pronunciación los sonidos de las sílabas se, si o “ce ci; de las similares con z porque eran inmigrantes castellanos acostumbrados a expresarse con fonética correcta; otros que llegados del distintas regiones hablaban con distintos tonos y aún con diferentes vocablos. Entre ellos, los que menos hablaban porque todavía eran esclavos a quienes sólo les inculcaban la obediencia: ¡Sí, señor! ¡Si, amita!… ¡Sí, niña! o niño…
(Percibo aún con emoción el eco de la voz de mi abuela materna, tras más de medio siglo de permanencia en la Argentina, su castiza manera de expresarse y sus breves cantos épicos: “¡España, patria hermosa del Cid Campeador!”… Ahora, me conmueven dos nietas dialogando en catalán en la Lloret de Mar, Gerona, Costa Brava de Cataluña o aquí, cerca del río Paraná, cuando llegan para compartir las celebraciones de fin de año, con la mochila de carpetas y cuadernos para continuar la tarea educativa señalada…)
Obra de la escuela…
Durante la segunda década del siglo diecinueve, se editaban libros en la Imprenta de los Niños Expósitos, así quedaron las registradas las sesiones de la Asamblea del XIII y sus disposiciones acerca de los símbolos nacionales, la libertad de vientres, la abolición de los títulos de nobleza… En 1821 se publicó el Compendio gramatical de la lengua nacional llamada castellano escrito por José Catalá Codina, preceptor de la “Escuela de Lancaster de Buenos Aires”. [1]
(Sabido es que el sanjuanino Vicente Faustino Quiroga y Sarmiento, más conocido como Domingo Faustino Sarmiento, impulsó la educación y promovió la incorporación del sis-tema Lancaster… [2]
En 1886, el gobernador santafesino Doctor José Gálvez incorporó al sistema educativo provincial a las “primeras sesenta maestras españolas”… Aún en ese tiempo, algunas familias preferían orientar el aprendizaje de sus hijos hacia experiencias directas con maestras particulares…)
Hacia 1843…
Entre las conclusiones de Sánchez Garrido, es posible leer y releer:
“Solo después de la independencia, América detuvo esa progresiva diferenciación lingüística, y ha ido obteniendo una nueva nivelación; no por ahora en el habla rural o popular sino en el hablar cada día más extenso de las gentes cultas. Es una nivelación de tipo diferente a la primitiva, consecuencia de la creciente cultura de los nuevos países, obra la escuela y de la instrucción literaria, y que consiste en el creciente número de personas, en todas las naciones americanas, que acomodan su hablar y su escribir al modelo común de lenguaje que llamamos español general”. [3]
La citada investigadora, menciona también una edición de 1843 con una original portada: “El amigo de la juventud. Gramática castellana compendiada por don Rufino Sánchez para el uso de la escuela a su cargo” -abarcando capítulos sobre Ortografía, Analogía, Sintaxis y Prosodia”. También alude a la editada nueve años después, redactada por Rufino y Pedro Sánchez donde está reemplazada la palabra castellana por argentina. En otro párrafo, más señales:
“Recordemos dos hechos con respecto a la fecha de publicación de esta ‘gramática argentina’: por un lado, las postrimerías del gobierno de Rosas, de declarado acento nacionalista y patriotero, y por otro, la coincidencia de su publicación con la estada en el gobierno de la provincia de Buenos Aires de don Vicente Fidel López y Planes. El afán nacionalista se expresa también en la aspiración de la gramática de ‘formar ciudadanos útiles como lo desean los patriotas’.” [4]
(Es oportuna otra acotación. El Brigadier General Juan Manuel Ortiz y Rosas –más conocido como Juan Manuel de Rosas-, siendo gobernador de Buenos Aires
En la historia de los argentinos se han sucedido atroces batallas que han marcado hitos insoslayables, entre ellas la que simboliza la culminación de la guerra contra Rosas anunciada por el gobernador entrerriano Justo José de Urquiza el 1º de mayo de 1851 al difundir su Pronunciamiento. Nueve meses abarca la gestación de un ser humano y también nueve meses demandó aquel propósito de aniquilar a Rosas y se concretó el 3 de febrero de 1852 en Caseros, en sólo tres horas. Distintos historiadores relatan que Rosas estaba casi sin dormir en los últimos tres días, que fue herido en su mano izquierda durante aquel enfrenamiento y que decidió alejarse del lugar de la batalla acompañado por su asistente Lorenzo López, se acercó a un ombú y cubriéndose con su poncho, redactó el parte de la derrota: “Creo haber llenado mi deber como mis conciudadanos y mis compañeros. Si más no hemos hecho en el sostén de nuestra independencia, de nuestra integridad y de nuestro honor, es porque más no hemos podido.”) [5]
Como aún suele suceder en el siglo veintiuno, no hay coherencia entre los propósitos enunciados y el método aplicado porque según se ha destacado, se insistía en que “cuidemos no confundir la pronunciación de la ll con la y”… aún cuando ya era frecuente hablar de los Cuyen refiriéndose al clan de los Cullen; entre los riojanos referirse al caudiísmo y entendiendo quienes escuchaban que se aludía al caudillismo…
1867 – Primeros planes de estudio…
Ya en el preámbulo de la Constitución de 1853, se ratificó uno de los principales objetivos de los convencionales y el punto de partida para la tantas veces anunciada organización nacional porque también eran tenidos en cuenta “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.
Semanas después, el gobernador Domingo Crespo firmó el primer contrato con el tucumano Aarón Castellanos, a los fines de promover la inmigración de familias dispuestas a la realización de trabajos agrícolas y así fue como el 27 de enero de 1856 llegó ese contingente a la colonia de la Esperanza donde empezaron a romper la tierra, a construir sus ranchos y a intentar entenderse con el lenguaje que hablaban quienes ya estaban habitando esa zona cercana al río Salado.
Algunos se expresaban con giros gauchescos y otros, de pocas palabras, utilizaban voces de mocovíes, quichuas o matacos ya que también los indígenas se habían acostumbrado a las migraciones y a las adaptaciones.
A principios de la década siguiente ya era insoslayable la necesidad de enfrentar el problema que se estaba generando con la cantidad de niños que seguían aprendiendo el idioma de sus padres y sabían más de la historia europea que de la historia de los argentinos, siendo ya algunos de ellos de tal nacionalidad. Así fue como se aprobó el primer plan de estudios reconociéndose la importancia del aprendizaje del idioma castellano. Mientras tanto, algunos españoles residentes en el país ya se habían acostumbrado al che o al vos, y sólo hablaban de tu arado, tu ganado… casi olvidándose del “tú” y del “ti”… Otros tantos también se entendían diciendo “vaya pa’adentro” igual que si pronunciaran “vaya para adentro”…
Ya en ese tiempo se extendían las vías del ferrocarril que partían desde Buenos Aires, casi como si fueran las varillas de un abanico. Esas obras -como tantas otras- se realizaron tras contratos con empresas inglesas y francesas, y fácil es imaginar cuántas dificultades habrán encontrado quienes tenían que empezar a hablar del ferrocarril pronunciándola correctamente cuando espontáneamente decían feyocayil… También por costumbre, algunos hablaban del mancha’o, del tapa’u, del renegau o renegao… mientras alrededor del fogón seguía deformándose la lengua castellana y evolucionando la lengua de los argentinos
En cualquier noche estrellada, era lo mismo para sentirse emocionado, el escuchar:
“-¿Cómo estáj, güena mosa?” que oír un castizo…
–“¿Cómo estáis buena moza?… porque seguramente lo que no era tan comprensible en las palabras se completaba con la expresión gestual, con la sonrisa y la mirada…
(La lectura de textos literarios publicados en aquel tiempo, confirma tales situaciones y cómo se lograban correctas interpretaciones.
Poco a poco fueron sustituyéndose también los señor, señora por los don y doña, encontrándose oportunos ejemplos en algunos textos de Teatro; también en loas, odas, romances o poemas con distinta métrica.)
Siglo XX – “El idioma común de los argentinos”…
Desde Santa Fe de la Vera Cruz -República Argentina-, “capital legal de la República” al decir del talentoso Gastón Gori, porque en la sede del Cabildo santafesino se sancionó la Constitución Nacional el 1º de mayo de 1853-, se han difundido sucesivos trabajos de investigación de la profesora Raquel Diez Rodríguez de Albornoz.
En el capítulo segundo de su libro titulado El perfil de la lengua periodística, refiriéndose a “los argentinos y su lengua”, expresó: [6]
“La lengua castellana o española es el idioma común de los argentinos y de los pueblos hispanoamericanos Ella constituye el bien más preciado de nuestra herencia cultural, configurar la patria y pone su sello a cada uno de sus hijos.”
Tras el aluvión inmigratorio…
Destaca Raquel de Albornoz que:
“En la lengua española se ensamblaron los pobladores nativos y los inmigrantes de distintas latitudes que, con dificultades y tropiezos al principio, pero con mayor seguridad a medida que pasaron los años, aprendieron a hablarla, para incorporarse de lleno a la nueva patria. A través de la lengua se integraron plenamente a ella, se consustanciaron con su geografía y con su historia Con la lengua habían adquirido en la mente y en el corazón, los atributos de la nacionalidad. En adelante, ella fue la lengua de sus hijos, que no hablaron más la de los padres”.
Desde su punto de vista, “ni la población vernácula ni los recién llegados se sintieron extraños a la tradición hispánica. Es que la lengua que nos legaron los conquistadores nos pertenece tanto a los argentinos y demás pueblos americanos como a los mismos españoles.”
[1] Sánchez Garrido. Indagación de lo argentino. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, diciembre de 1962, p. 71.
[2] Ibidem, p. 75.
[1] Un homónimo: José Catalá Codina, ha sido en el lapso 1989-1990, presidente de la Junta Fallera de la Coruña – Distrito Oeste; creado para la fiesta fallera de 1949, constituido al año siguiente y desde entonces, con tradicional continuidad.
[2] Sarmiento en aquel tiempo residía en Estados Unidos. Luego impulsó el Congreso Pedagógico Nacional y la sanción de la ley 1420 de educación primaria obligatoria, en realidad un derecho que aún no es ejercido por todos los habitantes del suelo argentino, porque las estadísticas indican altos índices de analfabetismo y de deserción en todos los niveles de educación sistemática. Sarmiento falleció en Asunción del Paraguay, el 11 de septiembre de 1888.
[3] Personalmente estimo conveniente distinguir como idioma castellano al que se refieren estas aproximaciones; porque entre los españoles hablan otros idiomas: el catalán, gallego, vascuense… que como destacan en las respectivas regiones, no son dialectos, son sus diferentes idiomas. El párrafo que fue reiterado por Sánchez Garrido, pertenece a: Alonso, Amado. El descubrimiento de América y el idioma. (“Humanidades”, tomo XXX, editado en La Plata, capital de Buenos Aires, 1944-1945.)
[4] Sánchez Garrido, Amelia. Indagación de lo argentino. Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, diciembre de 1962, p. 77.
[5] Rosa, José María. Historia Argentina – Tomo V . Buenos Aires, Editorial Oriente, 1992, p. 492-496.
[6] Diez Rodríguez de Albornoz, Raquel. El perfil de la lengua periodística – Aproximación a la norma culta argentina. Santa Fe, Fundación Banco Bica, Colección “La Región”, 1989, p. 17. La autora nació en Santa Fe el 20 de enero de 1922. Egresó como profesora superior de la Alianza Francesa de Santa Fe, como profesora de francés de la Universidad Nacional de Córdoba y como profesora de Castellano, literatura y latín del Instituto Nacional del Profesorado de Paraná (Entre Ríos), recibiendo la Medalla de Oro. Se ha destacado por sucesivos trabajos de investigación y por acciones solidarias. Ha recibido varias distinciones, entre ellas el Premio “Alfonsina Storni” (1985), “Santa Clara de Asís” (1986), es una “Ciudadana Ilustre”… Sus notas han sido publicadas en diarios de Buenos Aires y de distintas localidades. En el suplemento escolar del diario “El Litoral” de Santa Fe publicó La historia de tu lengua y también en la revista Gaceta Literaria publicada periódicamente por la ASDE (Asociación Santafesina de Escritores). Ejerció la docencia en el Colegio Nacional Simón de Iriondo, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Litoral. Siendo profesora de Castellano -Lengua y Literatura- en la Escuela Nacional de Comercio “Juana del Pino de Rivadavia” de la capital santafesina, donde también desempeñó cargos directivos, he tenido el privilegio de compartir actividades educativas en una aproximación al arte de vivir y convivir. Después de su jubilación, fue asesora técnica en el área de Lengua del Ministerio de Educación y Cultura de la provincia de Santa Fe, hasta 1980