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1868-1871 – Gobierno del Dr. Mariano Cabal

Asumir tras la violencia…

1868: elecciones nacionales…

Colegio de los Jesuitas y Facultad de Jurisprudencia…

Impulso a la colonización…

Fundación de Alejandra…

San Agustín.

Colonia Grutly.

Proyectos de Carlos Casado de Alisal y de Romang.

Proyecto frustrado: Rosario, capital de la República…

Obras y servicios en Rosario.

Ovidio Lagos y “La Capital”…

Veto y argumentos del presidente Sarmiento.

Epidemia de fiebre amarilla.

Obras y servicios en la capital de la provincia.

1870: el presidente Sarmiento en Rosario.

Sarmiento en Santa Fe de la Vera Cruz.

El presidente Sarmiento en las colonias.

Sarmiento hacia el encuentro con Urquiza.

11-04-1870: asesinaron a Urquiza.

 

El 22 de diciembre de 1867, el mayor Santiago Denis avanzó hacia la capital santafesina con las tropas que tenía bajo su mando para preservar la frontera norte de la provincia.  En el sur, casi como un regalo navideño, el coronel Patricio Rodríguez sitió la ciudad de Rosario.  El gobernador Nicasio Oroño sabía que no tenían fuerzas militares para oponerles y delegó el mando en su cuñado José María Cullen; pidió a Buenos Aires que designaran un interventor y después de firmar un decreto de amnistía, se embarcó hacia Rosario.

[Nicasio Oroño estaba casado con Joaquina Cullen y Rodríguez del Fresno.  Eran sus hermanos mayores José María y Patricio (nacido en Santa Fe en 1826 y fallecido en Buenos Aires en 1877), casado con Elena Cullen Iturraspe Gálvez el 10 de junio de 1850); padres de Elena, esposa de Mariano Cabal, con descendencia. La hermana menor Dominga Cullen Iturraspe Gálvez se casó en primeras nupcias con Emilio Eustaquio Cabal y contrajo segundas nupcias con José Bernardo Iturraspe Gálvez.]

Asumir tras la violencia…

Informado el gobierno de Buenos Aires por el gobernador Oroño acerca de esos levantamientos, enseguida se ordenó otra estrategia y el general Wenceslao Paunero al mando de las fuerzas nacionales se ubicó en Rosario. El movimiento revolucionario era estimulado con gritos:  ¡Viva Dios! ¡Mueran los masones!

(Lo que expresaban no resiste el menor análisis.

Dios es inmutable, eterno… para tal filosofía.)

En Santa Fe, otro grupo de conspiradores conducido por el Dr. Simón de Iriondo también recorrió las calles gritando ¡Mueran los masones” y poco les interesaba, el decreto de amnistía que había difundido el gobierno antes del embarque fluvial rumbo a Rosario, donde enterado el interventor Francisco Pico de los últimos trámites, decidió no asumir tales funciones ya que podía seguir José María Cullen a cargo del gobierno.  Después de sucesivas deliberaciones y cartas entre el general Mitre que reasumió sus funciones y el interventor Pico, se decidió la inmediata convocatoria a elecciones para que los electos asumieran cuando terminaba ese período.

Hay que tener en cuenta que -como aún suele suceder-, más que la situación política en la provincia de Santa Fe estaba interesando el movimiento de los votos para las próximas elecciones nacionales y en consecuencia la confrontación estaba planteada entre urquicistas y sarmientistas -siguiendo con la tradición de las “ istas” que siguen generando tantas listas e incontables pistas.

Nicasio Oroño promovió la candidatura de Marcelino Freyre -del partido liberal- y al poderoso estanciero Dr. Mariano Cabal, lo respaldaba el general Justo José de Urquiza.

El 7 de abril de 1868 asumió el gobernador Cabal y designó ministro al doctor Simón de Iriondo, “un colaborador inteligente y eficacísimo” según lo expresado por el historiador Leoncio Gianello.  [1]

                     No fue por casualidad que lo sucediera en el gobierno.

1868: elecciones nacionales…

Sabido es que durante la elección en Santa Fe, la expectativa también abarcaba a las autoridades nacionales, porque de aquel triunfo dependían los votos para la futura elección presidencial.

El 12 de abril de 1868 hubo elecciones nacionales y una vez más con frecuentes confabulaciones. El 16 de agosto se reunió el Congreso y  obtuvo el voto de 79 electores don Domingo Faustino Sarmiento, el candidato del Club Argentino que lideraba el joven Adolfo Alsina -39 años-, candidato a la vicepresidencia.  El Gral. Justo José de Urquiza obtuvo 26 votos -de Santa Fe, Entre Ríos y Salta-, Rufino de Elizalde: 22 votos de Santiago del Estero y Catamarca.

Aunque se planteó que Sarmiento no había logrado la mayoría absoluta y hubo protestas porque algunas actas no llegaron a tiempo, no habían votado los dos electores de La Rioja y el único representante de Jujuy; el presidente de la asamblea legislativa Valentín Alsina proclamó presidente a Sarmiento y “al mencionar a su hijo Adolfo como vicepresidente, tuvo como un nudo en la garganta y lo sustituyó por el vicepresidente del cuerpo, Ángel Elías.  Sarmiento se enteró de la elección al llegar a las costas brasileñas”.

Regresaba de la misión que le encomendó en Estados Unidos el presidente Bartolomé Mitre, cuando Sarmiento era gobernador de San Juan y “se hizo insostenible su situación” porque estaba “hostigado por la impopularidad que le habían creado las dificultades financieras ocasionadas por su obra de gobierno y por su condición de director de guerra contra los montoneros”.

Había llegado a Washington en mayo de 1865, cuando transcurría el primer mes del asesinato del presidente norteamericano Abraham Lincoln y acumuló información para luego editar su biografía.  [2]

El 30 de agosto de 1868, “al día siguiente de su llegada a Buenos Aires, una manifestación de maestros y de niños fue hasta su casa” y el maestro sanjuanino pronunció un discurso sobre “la educación y común y sobre la alta función que correspondía a los maestros”.   [3]

Colegio de los Jesuitas y Facultad de Jurisprudencia…

Los jesuitas que fueron expulsados de las colonias españolas por orden del rey Carlos III en 1767 y un siglo después retornaron a América.  Hacia 1862 avanzaron con sus planes educativos, durante esa década llegaron al río de la Plata

Instalados en el antiguo edificio ubicado frente a la plaza principal en la capital santafesina, en 1868 ya lograron poner en marcha el Colegio y el 9 de noviembre de ese año celebraron la inauguración de la Facultad de Jurisprudencia y la Academia de Práctica Forense.

José Pérez Martín aludió a los antecedentes: “…Fueron las Aulas Mayores creadas por el gobierno de la provincia y que se instalaron definitivamente en 1871 con un plan de 4 años de estudio”.

Sus egresados rendían luego un examen general y de práctica ante el Superior Tribunal de Justicia, quien le otorgaba el diploma de abogado.

Impulso a la colonización…

Durante el gobierno del doctor Cabal siguieron desarrollándose diversos proyectos de colonización que en realidad eran instalaciones de familias dispuestas a dedicarse a la agricultura y a pequeñas empresas, siguiendo la trayectoria que marcaban las vías ferroviarias.  Hasta 1870 se habían destinado aproximadamente 57.000 kilómetros cuadrados del territorio provincial.

 (En el rumbo de estas últimas informaciones es interesante tener en cuenta un dato aportado por Gastón Gori en sus libro Inmigración y colonización en la Argentina referido al siglo anterior: [4]

“La provincia de Entre Ríos tuvo un antecedente asombroso en cuanto al dominio de la tierra por unos pocos.  En el año 1767, tres grandes propietarios son prácticamente dueños de ella: la Compañía de Jesús poseía 1.200 leguas; las tierras de Antonio de Vera y Mujica abarcaban 500 y las de Francisco de Larramendi otras 500 leguas; el resto era fiscal.”  [5]

Una de las misiones jesuíticas estaba instalada en Salto –orilla oeste del río Uruguay-, allí los guaraníes trabajaban como agricultores y también colaboraban en el control del tráfico, habían construido el Oratorio San Antonio de Padua y en aquel tiempo, poseían todo el territorio que actualmente es Concordia.  Encargado Francisco de Paula Bucarelli del traslado de los jesuitas, por orden Carlos III en 1767, recién logró reunirlos un año después y el 5 de agosto de 1768 partieron hacia Buenos Aires. El historiador Antonio P. Castro destacó que “el Salto, durante largos años quedó olvidado”. [6]

Un siglo después, los jesuitas regresaron al litoral argentino y empezaron a desarrollar otros proyectos educativos.)

Fundación de Alejandra…

Tras un acuerdo entre el gobierno de Santa Fe y la empresa J. Thompson y T. Bonard y Cía., de Londres, mediante una ley se autorizó la venta de “un predio de terreno con la condición de fundar una colonia” y en consecuencia, en 1870 se creó la colonia Alejandra “con una extensión total de 22 leguas cuadradas, de las cuales sólo 9 constituían terrenos altos y las 13 restantes anegadizos”.  [7]

San Agustín

El doctor Mariano Cabal había adquirido terrenos  donde estuvo el Fortín El Tala  y en 1870 decidió establecer allí a familias agricultoras aprovechando la fertilidad de esas tierras.  Luego se establecieron dos molinos harineros con lo cual se impulsaba el desarrollo económico de la zona.

Colonia Grutly

Enrique Wollenweider fue un colonizador que colaboró con Carlos Beck-Bernard en la colonia de la Esperanza, después organizó la colonia San Carlos y en 1868 instaló la Colonia Grutly que debido a frecuentes avances de los aborígenes prácticamente no pudo avanzar porque se despobló.

(Recién en 1886 el gobierno creó la comuna, se aprobó el trazado el 21 de junio de 1887, año en que José Keller fundó allí el pueblo que un año después estaba vinculado por el ferrocarril con Humboldt y Soledad.)

Proyectos de Carlos Casado de Alisal y de Romang.

Este fundador de colonias y de pueblos -también financista y empresario que disponía de puertos en el noroeste argentino y en el Paraguay, para concretar el comercio del quebracho y otras explotaciones forestales-, adquirió al gobierno 100 Km2 de tierras fértiles ubicadas en el sur de la provincia con el propósito de colonizarlas.  En ese lugar tres años después fundó Villa Casilda; sus pobladores comenzaron a construir viviendas y a generar las primeras quintas, jardines y arboledas…

En ese tiempo, Teófilo Romang tampoco había logrado concretar su proyecto de instalación de una colonia, instalándose en ese lugar en 1873 y desde entonces la localidad es reconocida por su apellido.

(Aquí, sólo algunos nombres porque se crearon más pueblos…)

Proyecto frustrado: Rosario, capital de la República…

En aquel tiempo, estaba en su apogeo la discusión acerca del traslado de la capital federal…

…como sucedió cientoquince años después cuando el presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín (1983-1989, miembro de la Unión Cívica Radical) impulsó el proyecto que provocó erogaciones del erario público y se convirtió sólo en una fugaz especulación inmobiliaria en la zona de Carmen de Patagones.

Obras y servicios en Rosario

Ante la posibilidad de que se concretara el traslado de la capital federal, el 9 de agosto de 1868 se empezó a empedrar las calles del centro de Rosario, un año después se inauguró la primera línea de telégrafos entre Buenos Aires y esa ciudad.  El 18 de mayo de 1870 fue habilitada la línea Rosario Córdoba.

Hay que tener en cuenta que en aquellas circunstancias, también se creo el Registro General de Ventas.

Ovidio Lagos y “La Capital”…

Es casi una tradición insoslayable entre los argentinos, que aparezcan panfletos u hojas sueltas para propaganda política cuando se quiere imponer algún proyecto o impulsar candidaturas. Así sucedió en aquel tiempo en Rosario cuando don Ovidio Lagos puso en marcha su publicidad ya que era prácticamente un proyecto unipersonal: él redactaba, era el tipógrafo, administraba y dirigía esa publicación.  La primera edición de La Capital  que incluyó un análisis titulado Educación Popular, se distribuyó el 15 de noviembre de 1867 coincidiendo con el día de la fundación de la ciudad de Santa Fe por el vizcaíno don Juan de Garay, en 1573.  La intención era apoyar la iniciativa de traslado de la capital y el 1º de julio de, el diputado Manuel Quintana -de la provincia de Buenos Aires-, presentó un proyecto declarando a la ciudad de Rosario, capital de la República.

Rosario era un puerto pujante, las cercanas colonias necesariamente utilizarían esa ruta para exportar las cosechas de granos y también otros productos.

Además, la historia revela que los rosarinos ya habían demostrado en varias oportunidades su perseverancia en los propósitos hasta lograr sus objetivos.

En la legislatura santafesina se aprobó la ley que autorizaba la donación de tierras entre los arroyos Ludueña y Saladillo, “con una legua de fondo al Oeste” para que se concretara el traslado.  El proyecto del diputado Quintana fue sancionado finalmente en el senado el 18 de agosto de 1868, pero el presidente general Bartolomé Mitre, lo vetó el 25 de septiembre.

Veto y argumentos del presidente Sarmiento.

Desde el 12 de octubre de 1868, el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento era presidente de la Nación.

En el Congreso Nacional insistieron en julio de 1869 con la sanción del año anterior que declaraba “capital federal” a la ciudad de Rosario.

Según lo investigado por el historiador José María Rosa, dos años antes “lo impulsaba Marcos Paz -vicepresidente en ejercicio del poder por un negociado de tierras”, quien murió por los efectos del cólera, el 2 de enero de 1868.

El presidente Sarmiento vetó aquella ley porque desde su punto de vista, la ciudad de Rosario no disponía de edificios ni comodidades para trasladar el Congreso y todas las oficinas de la administración nacional.

En 1871 se propuso el traslado a la provincia de Córdoba y que según la opinión del presidente expresada cuando firmó el segundo veto: “Sería tentar a la Providencia poner el gobierno nacional en los campos sin que tenga siquiera los medios de civilizar lo que le rodea… alejaría de los negocios públicos a los hombres prominentes, por su edad poco dispuestos a las privaciones de una residencia improvisada en el desierto”.

Un desierto que al año siguiente, cuando viajó en tren hasta la ciudad de Córdoba para asistir a la Exposición Industrial, habrá comprobado que estaba poblado por personas capaces de escribir para que lo leyera desde el vagón:

     “Los habitantes del desierto saludan al Señor Presidente”

Epidemia de fiebre amarilla

En 1868 se había extendido la epidemia de cólera y tres años después, al regresar los soldados y prisioneros de la guerra del Paraguay, la fiebre amarilla provocó más muertes en territorio paraguayo, en Corrientes, en Santa Fe abarcando hasta la zona sur y también en Buenos Aires.

En ese tiempo estaban funcionando los Consejos de Higiene que sirvieron para organizar mejor la asistencia médica en la provincia.

Como suele suceder los diarios ocultaban esa información sobre los muertos para evitar mayor incertidumbre en la población.  Mientras tanto, se intentaba prevenir con los recursos disponibles.

Obras y servicios en la capital de la provincia

El gobernador Cabal impulsó la educación en todos los niveles y el 27 de noviembre de 1868 se creó el Instituto de Jurisprudencia y así quienes tenían vocación por el Derecho pudieron completar su formación.

Ese primer Instituto, fue la base para la creación de la Universidad Provincial hasta que décadas después, el diputado nacional Jorge Raúl Rodríguez -de la Unión Cívica Radical-, impulsó la sanción de la ley de creación de la Universidad Nacional del Litoral.

1870: el presidente Sarmiento en Rosario…

Antes de encontrarse con Urquiza en su palacio entrerriano, Sarmiento prefirió visitar algunas localidades en la provincia de Santa Fe. Necesitaba dialogar con Guillermo Wheelright, el empresario responsable de la construcción del ferrocarril de Rosario a Córdoba, evaluado y apoyado por el Dr. Juan Bautista Alberdi desde Chile, iniciativa que intentó usurpar don José Buschenthal, quien de acuerdo a lo expresado por el general Julio Argentino Roca, era “el prototipo del negociante y empresario que aparece en las épocas tumultuosas y desordenadas; figuras sin embargo que no carecen de cierta grandeza por el conocimiento que revelan tener del corazón humano y por la audacia o ingenio que despliegan en sus concepciones mercantiles”.

A fines de enero de 1870, el gobernador Mariano Cabal recibió en Rosario al presidente Domingo Faustino Sarmiento, acompañado por una “selecta comitiva” -al decir del historiador José Carmelo Busaniche-, “la integraban el doctor José B. Gorostiaga, Ministro de Hacienda; el conde Amelot de Chaillon, encargado de negocios de Francia; el Conde De la Croce, Ministro de Italia; los Ministros de Prusia y Estados Unidos, señores Le Maistre y Kirk”, entre otros.  [8]

En esa ciudad hubo un acto con motivo del “licenciamiento de los guardias nacionales santafesinos que habían combatido en la guerra del Paraguay y volvían a sus hogares” y luego el Presidente se trasladó a la ciudad de Santa Fe.

Sarmiento en Santa Fe de la Vera Cruz…

El gobernador Mariano Cabal había delegado “el mando en su joven ministro, el Dr. Simón de Iriondo, que fue quien presidió en la Capital la recepción oficial.  Dos mil personas se reunieron para esperar al Presidente.  En el café de la plaza se le sirvió un refresco.  Por la noche, Cabal dio un baile en su honor en la Chinesca”, el palacete que construyó el político Ingeniero Jonás Larguía y que luego pasara a su poder.  [9]

El presidente Sarmiento en las colonias…

La visita del Presidente Sarmiento generó diversas expectativas y “en el deseo de que pudiera apreciar el adelanto de las colonias, que era para los santafesinos un motivo de orgullo, el Gobernador organizó una visita a Esperanza.  Acompañado por las autoridades provinciales y un gran número de vecinos, el Presidente Sarmiento partió para ella el 28 de enero”.  [10]

El entusiasta y joven político Waldino Baldomero Maradona, participó en esos actos.  En Esperanza el presidente visitó las dos escuelas -católica y protestante-, comprobó que en cada una de ellas “se impartía la enseñanza, conjuntamente con la instrucción religiosa respectiva” y advirtió “la asistencia a la misma escuela de niños de ambos sexos; que Esperanza había logrado lo que en Buenos Aires no había podido conseguirse todavía.”  En su honor hubo un banquete y en su discurso el presidente Sarmiento después de agradecer “la recepción que se le había hecho”, “los incitó a no rendir culto al fanatismo de las creencias, a mantener en alto la bandera de la tolerancia recíproca y a vivir como una sola familia, en el seno de la tierra que habían aceptado por segunda patria”.

Sarmiento hacia el encuentro con Urquiza…

La semana siguiente, el presidente Sarmiento con la mencionada comitiva, viajó hacia Concepción del Uruguay en el buque de guerra Pavón, acompañado por el gobernador Mariano Cabal, amigo y socio de Urquiza en algunas empresas.

Desde distintas perspectivas se han escrito incontables páginas sobre las circunstancias que motivaron ese sorprendente encuentro del estanciero Urquiza y del maestro Domingo Faustino Sarmiento, precisamente el 3 de febrero de 1870, fecha en que se conmemoraba el décimo octavo aniversario de la batalla de Caseros, cuando el Gral. Urquiza venció al Brigadier Gral. Juan Manuel de Rosas.

Los honores preparados por Urquiza estimularon la arrogancia de Sarmiento, quien expresó: “Ahora sí me creo el presidente de la República, fuerte por el prestigio de la ley y el poderoso concurso de los pueblos”.  Después visitaron otras colonias donde la agricultura contribuía a la integración de los pueblos.

Distintos historiadores han comentado las cartas que en ese tiempo se escribían Urquiza y Rosas, datos que reflejan una vez más la compleja trama de la historia de la Historia de los argentinos.

11-04-1870: asesinaron a Urquiza…

Las intrigas y el odio tejieron la urdimbre de una cruel confabulación cuyo desenlace modificó la situación política en todo el país.  Ricardo López Jordán insistía en la defensa de la autonomía entrerriana y se manifestaba enemigo de Urquiza, razones que motivaron una creciente desconfianza y la sospecha de que intentaría matarlo.  En algunas crónicas se comenta que en aquel tiempo se programaron otros atentados para eliminar al General Urquiza y “en el proceso consiguiente ante el juez Miguel J. Malarin, se vio implicado en alguna forma Adolfo Alsina”.  La Suprema Corte condenó a muerte a Lucas Bergara pero le fue conmutada la pena y fue desterrado mediante un decreto firmado por el vicepresidente Salvador del Carril, refrendado por el ministro Pedro Lucas Funes.

En el otoño del año 1870, la oscuridad era un escudo para el feroz ataque y por la parte posterior del palacio entraron aproximadamente cincuenta paisanos que hicieron alarde de sus habilidades como jinetes y en el uso de las armas de fuego y de las armas blancas, demostrando los límites de su criminalidad.  En vano Urquiza trató de defenderse con la escopeta que le acercó su esposa.  Empezó el tiroteo y uno de los asesinos dio en el blanco; lo socorrieron sus hijas y estaban abrazándolo cuando fue atacado con profundas puñaladas.  El entusiasta estanciero, el eficiente empresario de la industria del tasajo y de los cueros curtidos, el propietario de una línea de navegación y el inversor para la construcción de líneas de ferrocarril, cayó muerto en un rincón del dormitorio el 11 de abril de 1870 a las siete y media de la noche:  Desorientados estaban sus familiares, entre el Amor y el odio, entre el horror y la Esperanza.  La historia ha reiterado que «el general acababa de rehusar una propuesta hecha por ciertos industriales, quienes le ofrecían el pago de una suma anual de pesos 100.000 tan solo para tener derecho a cazar avestruces dentro de su inmenso predio».  Puede dar una idea de la grandiosidad de esta finca la cifra de sus ganados, que según una estadística fidedigna estaba representada por 350.000 vacunos, 80.000 carneros y 50.000 caballos.  [11]

Asesinaron a Urquiza y allí se destacaban algunos de sus sueños: el altar construido en cedro con aplicaciones de oro; el baptisterio donde se guardaban la casulla y otros ornamentos utilizados por el Nuncio Pontificio en la celebración de la primera misa el día de San José -19 de marzo- de 1859, adquiridos en Barcelona por intermedio de don Salvador Ruseñol.  Descansaba definitivamente el General Urquiza, y su lanza obsequio del herrero Pedro Guindón, usada también por Benjamín Virasoro en la batalla de Caseros.  Se truncaron las obras que convertían en realidad sus sueños terrenales: quiso ser un colonizador más e “intentó atraer a cien mil inmigrantes de la industriosa Cataluña para iniciar el proceso desarrollista en Entre Ríos”.

 

 

Todo es historia de la Historia

Síntesis: Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini.

 

 

[1] Gianello, Leoncio Doctor. Historia Argentina. Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1978, p. 324.

[2] Abad de Santillán, Diego. Historia Argentina. Tomo 3. Buenos Aires, Tipográfica Editora Argentina, 1965, p. 186.

[3] Esta síntesis referida a las elecciones nacionales y los párrafos siguientes referidos a la visita a localidades santafesinas, el viaje de Sarmiento al Palacio San José y asesinato de Urquiza, son reiteración de: Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Maradona… personalidades ejemplares. Aproximación biográfica a las trayectorias de Waldino Baldomero Maradona -descendiente de José Ignacio Maradona, primer diputado de San Juan designado para integrar la Junta Grande el 10 de julio de 1810-; de sus hijos Dr. Esteban Laureano Maradona –reconocido como el Doctor Dios por los aborígenes de Estanislao del Campo  (Formosa) donde vivió hasta ser octogenario; de Waldino Buenaventura Maradona, primer diputado socialista en la legislatura de la Provincia de Santa Fe (1932).

[4] Gori, Gastón. Inmigración y colonización en la Argentina. Buenos Aires, Edit. de la Univ. Nacional de Buenos Aires, 1986, p. 79. El autor cita: Oddone, Jacinto. La burguesía terrateniente argentina. Buenos Aires, Ed. Populares Argentinas, 3ª edición, 1956, p.208.

[5] El Maestro de Campo Vera y Mujica que se había destacado en diversos combates para alejar a los indígenas cuando se acercaban para los saqueos, fue nombrado Teniente de gobernador en el territorio santafesino en 1668. Tiempo después, cuando los portugueses avanzaron en 1679 hacia el río de la Plata y fundaron en el antiguo puerto de San Gabriel -posesión española-, un pueblo que nombraron Colonia del Sacramento, se generó un conflicto que obligó a intervenir a José de Garro -gobernador de Buenos Aires- quien designó a Vera y Mujica Maestre de Campo de la expedición que avanzaría hasta aquella colonia para recuperar el territorio.  Dirigió la operación militar con habilidad, algunos murieron y otros quedaron heridos, los restantes fueron detenidos. Sabido es que en aquel tiempo, una de las formas de retribución por tales servicios era la entrega de tierras.

[6] En una crónica se destaca que “2.200 leguas cuadradas”, “lo que hoy ocupa Concordia pertenecía a los jesuitas”.  (Más lecturas aproximarán al dato exacto… o quizás generarán mayor confusión.)

[7] Grassino, Susana Beatriz. Análisis integral de la provincia de Santa Fe. Santa Fe, Cámara de Senadores, 1986, p. 356.

[8] Es oportuno un breve análisis: El historiador José María Rosa destacó que Sarmiento, «en las cosas financieras nunca tomó injerencia y quedaron a cargo, como es comprensible, de personas vinculadas al capital británico: José Benjamín Gorostiaga (que en octubre de 1870 prefirió ocupar una vocalía en la Corte Suprema) y Luis L. Domínguez.  Ver Historia Argentina, t. 7, p. 240.  Una descendiente de los Gorostiaga , Maximina Gorostiaga de Mema en su Homenaje al Dr. José Benjamín Gorostiaga – Constituyente santiagueño y familia  (Santiago del Estero, ed. El Liberal, 2ª e., 1982, p. 29), expresó: «Fiel a sus convicciones y en desacuerdo con la política de Sarmiento, renunció a su cargo de Ministro de Hacienda de la Nación (Octubre de 1868) y en 1887 se retiró de la Suprema Corte de Justicia, para poner su estudio propio de abogado, destacándose en asuntos legales».  «El cargo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación fue ocupado por el Dr. José Domínguez».

El Dr. Gorostiaga era nieto del Capitán de milicias don José Antonio de Gorostiaga, natural de San Sebastián (España), «que fuera muerto en el Alto Perú», hijo del Cnel. Pedro Pablo Gorostiaga y de Bernardita Frías y Araujo.   Su padre fue Ministro Tesorero de la provincia, decidió renunciar porque «se hacía insostenible el proceder de Ibarra»; «pero la astucia de sus enemigos, tramó una conspiración contra don Felipe Ibarra donde se lo complicaba al Ex-Tesorero», como consecuencia «fue detenido por orden de Rosas ejecutada por Ibarra», y «posteriormente fue asesinado en su celda, la fecha de su muerte se ignora».  Su madre, era hija de don Félix Frías y Araujo, hermana del homónimo que fuera secretario del Gral. Juan Lavalle y del «Pbro. Felipe Frías y Araujo, que Ibarra hizo traer de Tucumán y fue fusilado en Santos Lugares, el 25 de mayo de 1842».

El Dr. José Benjamín Gorostiaga Frías; ministro de Hacienda de Vicente López y del Interior de Urquiza; Auditor de Guerra y Marina y Asesor del Gobierno a partir del 3 de diciembre de 1852 y en ese tiempo, Convencional Constituyente, representando a su provincia natal junto al Presbítero Benjamín Lavaysse en la sanción de la Constitución Nacional, el 1º de mayo de 1853.  «El 16 de diciembre de 1871, contrajo enlace con Doña Luisa Molina, que era hija de don Ignacio de Frías y Araujo y de Luisa Molina López.  Electo para representar a su provincia en el Congreso reunido en Paraná en febrero de 1860, al ser prohibido el ingreso del Sr. Portal representante de Jujuy, escribió al gobernador  de la provincia D. Manuel Taboada expresando que «con ese violento proceder», «han privado del voto y la palabra a dos representantes contra la candidatura de Derqui» y en el último párrafo le advirtió: «Mañana sigo mi viaje a Buenos Aires, suplicándole que en lo sucesivo y bajo la presidencia de Derqui, tenga la bondad de no proponerme para puesto alguno en las Cámaras, porque sospecho que hay deshonra en sentarse en ellas.  Soy de Ud. afectísimo amigo y S.S. Q.B.S. M. José B. Gorostiaga».  En 1883 fue electo Senador por su provincia y renunció a la banca; en 1886 fue candidato a la Presidencia de la Nación en oposición a Juárez Celman y Dardo Rocha, pero renunció a la candidatura «por razones de salud y se alejó definitivamente de la vida pública, para vivir con austeridad en compañía de su familia, ya que poco después falleció»: el 3 de Octubre de 1891, en la ciudad de los buenos aires.

La autora ejerció la docencia, obtuvo el certificado de “profesora de la Lengua Quichua”, se perfeccionó en la Alianza Francesa de París;  se ha dedicado a la difusión del Folklore –folclore- y de las danzas nativas y esa segunda edición fue «revisada y ampliada en base a Documentos cedidos gentilmente por el Sr. Marcelo Lynch Gorostiaga, nieto del Dr. José Benjamín Gorostiaga».

[9] Tulián Silva, Justo. Reminiscencias santafesinas, p. 90-92.  Algunos datos sobre el palacio La Chinesca:  El Dr. Jonás Larguía, nacido en Córdoba el 21 de agosto de 1832 fue un entusiasta político, durante varios períodos fue electo legislador por distintos departamentos de Santa Fe, se desempeñó como secretario del ministro del Interior de la Nación Dr. Manuel de Yriondo y fue integrante de su gabinete durante el segundo gobierno (1880-1881); presidió la Cámara de Diputados en el período que finalizó en 1897.

Ese palacete «pasó a poder» del político Mariano Cabal, nacido en Santa Fe el 12 de abril de 1830, miembro de la Convención Nacional para la reforma de la Constitución (1860), diputado por el Departamento Rosario (1867); presidente de la Corporación Municipal. Intendente de la Municipalidad- de Santa Fe (1868-1869). En la Chinesca se realizaban las reuniones programadas por su propietario, el destacado estanciero y político don Mariano Cabal, se imaginaban las campañas electorales y se opinaba sobre distintos candidatos.  Situado en la calle 25 de mayo casi esquina Buenos Aires, a una cuadra de la calle San Martín –antes Comercio-, hacia el sur estaba protegido de los vientos por un frondoso ombú, «viejo guardador de secretos, cómplice de conspiraciones, apañador de amores y encendedor de amoríos», hierba gigante «de tradición»… como lo evocó el periodista Tulián, cuya familia vivió sobre la misma calle 25 de Mayo, a dos cuadras de ese solar.

[10] Busaniche, José Carmelo. Hombres y Hechos de Santa Fe. Santa Fe, Colmegna, Colección Nuevo Mundo, 1946, p. 155-157.

[11] Bucich Escobar, Ismael. Tragedias de nuestra historia. Segunda Serie.  Buenos Aires, Americana, 1936, p. 148.

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