Septiembre 02 – Día de la Industria.
Aproximación a la evolución industrial argentina.
Fundación de la Unión Industrial Argentina.
Han reiterado que el miércoles 2 de septiembre de 1587 se realizó la primera exportación de lienzos, frazadas y mantas desde Tucumán hacia el Brasil en el buque “San Antonio” y también han destacado que embarcaron sombreros, alpargatas, vasijas, piezas de orfebrería y bolsas de harina… [1]
En 1941 se realizó un censo Industrial y por iniciativa de un grupo de industriales se estableció la celebración del 2 de septiembre – Día de la Industria.
La Argentina en ese tiempo…
Durante la presidencia del General Agustín P. Justo continuaba la tradición de los banquetes mensuales en el Plaza hotel, organizados por la Cámara de Comercio británica y así fue como en tales reuniones de confraternidad, proclamaron como futuro presidente de la República Argentina al doctor Roberto M. Ortiz, entonces ministro de Obras Públicas. Era el tiempo de los discursos por la unidad del hemisferio, época de fraudes electorales. El 3 de septiembre de 1939 comenzó la segunda guerra mundial generándose conflictos por “la neutralidad” mientras continuaban las investigaciones por negociados de tierras en El Palomar y el presidente limitado por su enfermedad debió renunciar el 22 de agosto de 1940 reemplazándolo el vicepresidente Doctor Ramón S. Castillo. En tales circunstancias, al año siguiente comenzaron las celebraciones del “Día de la Industria”…
Es oportuno reiterar lo expresado por el historiador José María Rosa acerca de las consecuencias industriales -y obreras- de la neutralidad del gobierno argentino. [2]
“Desde 1940 no había exportaciones inglesas a la Argentina, el fracasado plan Pinedo al asumir el Ministerio de Hacienda ese año consistía, en ese rubro, en cubrir las necesidades del mercado interno con exportaciones norteamericanas que se pagarían a largos plazos. Pero las exportaciones industriales norteamericanas no bastaban para satisfacer el mercado… Por lo tanto, debió producirse lo que ni Europa ni Norteamérica podían mandarnos. Se improvisaron establecimientos industriales que trabajaban en textiles, maquinarias, artefactos eléctricos, derivados del caucho y de la refinación del petróleo, con todas las dificultades que producía la falta de materia primas, pero fueron superados mediante artificios, aunque ello afectó la calidad de los productos. [3]
Junto a esas nuevas industrias se vieron favorecidas las viejas producciones existentes de bebidas, alimentos, confecciones, cigarrillos, artículos de imprenta, muebles, construcción, etc. Los alimentos y bebidas crecieron en un 31,8 por 100, los textiles en un 112 por 100; los vehículos y las maquinarias, en un 108,7 por 100; los productos químicos y farmacéuticos, en un 87,8 por cien”, destacándose “el carácter nacional de estas industrias, formadas en gran parte por obreros, empleados y artesanos. Los capitales extranjeros dedicados a la industria, que en 1931 llegaban al 29,9 por 100, apenas si pasaban el 15 por 100 en 1943”…
Era tiempo de guerra en el hemisferio norte y mientras en Europa se desangraban, la mayor parte de los recursos industriales de los principales países se concentraban en función de las demandas del conflicto bélico que incluía a los Estados Unidos de Norteamérica y a países asiáticos.
Destaca el historiador Rosa que la guerra obligó a formar una Flota Mercante que llevase la producción argentina al exterior. Castillo creó la Flota Mercante del Estado por ley del 16 de octubre de 1941… Le ley 12.709, que había creado la Dirección General de Fabricaciones Militares fue ampliada por la necesidad de producir los armamentos que de Estados Unidos no querían mandarnos. El 23 de enero de 1943 se crearon los Altos Hornos de Zapla. La producción de la Fábrica Militar de Aceros de Valentín Alsina llegaría en 1943 a 130.000 toneladas de lingotes; la Fábrica de Cartuchos de San Francisco de Córdoba fue inaugurada en 1942. Figura principal en el desenvolvimiento de las fabricaciones militares fue el general Manuel Savio. La necesidad de hacerlas aquí, ya que desde Estados Unidos no querían venderlas, fue su aliciente patriótico.
La reciente industrialización del país produjo necesariamente un gran aumento de la población obrera. De 760.000 que eran en 1938, llegaron a 980.000 en 1943. Una parte eran los antiguos desocupados de origen inmigrante absorbidos por las nuevas condiciones industriales. Pero la mayoría eran criollos que llegaban del interior…”)[4]
Aproximación a la evolución industrial argentina…
Sabido es que el obispo de Tucumán Francisco de Victoria -perteneciente a la Orden de los Dominicanos-, durante dos años desarrolló esa misión con algunas dificultades porque era evidente su vocación de mercader siendo a la vez uno de los tantos encomenderos. En aquel tiempo, como pastor de almas, lo que recaudaban por el diezmo era insuficiente y tras tales experiencias durante un bienio, el Obispo tucumano presentó su renuncia. Felipe II aprobó esa decisión sin nombrar reemplazante y así debió seguir desempeñando interinamente esas funciones durante trece años.
No había sido por casualidad el conflicto entre Francisco de Victoria y el gobernador Hernando de Lerma, fundador de la ciudad de Salta que generó un proceso y determinó luego el encierro de Hernando en una cárcel madrileña y la absolución real a favor del controvertido Obispo.
Tampoco fue casual el fracaso del Obispo en su primer intento de comercio internacional, porque piratas ingleses atacaron la nave que desde Brasil trasladaba hacia el Río de la Plata a algunos sacerdotes jesuitas junto a casi un centenar de esclavos y prendas de vestir que no llegaron al destino previsto, salvo todos los sacerdotes de la Compañía de Jesús que lograron instalarse en Santiago del Estero.
Desde el siglo XVI…
Mientras los conquistadores españoles introducían mercaderías desde Panamá hacia la Capitanía de Venezuela y al virreinato del Perú, remitían a la Corona española el oro y la plata que extraían de las minas andinas y en distintas localidades hispanoamericanas se desarrollaba una economía de subsistencia incluyendo productos elaborados para el consumo y la posible exportación. Los extensos recorridos desde los lugares de origen aumentaban considerablemente los costos de los productos comercializados y se fue acentuando la búsqueda de otros caminos e incluso la práctica de despachos clandestinos impulsados por hábiles contrabandistas.
En Córdoba y Buenos Aires instalaron los primeros molinos harineros y desde 1602, mediante Cédulas Reales fueron autorizadas las exportaciones de harina. A fines de ese siglo, en algunas zonas preparaban carne salada y curtían cueros.
Los jesuitas instalaron en Tucumán un trapiche de madera para la fabricación de azúcar y el obispo Colombres en el año 1700, uno destinado a la molienda de caña de azúcar. Ese año desde la región cuyana enviaron a Buenos Aires diez mil barriles de vino y aguardiente producidos en San Juan y Mendoza.
En 1776, creado el Virreinato del Río de la Plata aumentaron los embarques en el puerto de Buenos Aires y en 1785, en esa provincia comenzó el desarrollo de la industria saladeril. Ocho años después en Buenos Aires instalaron las primeras curtiembres y se realizó el primer embarque de carne salada con destino a La Habana.
A fines de ese año, el 6 de diciembre de 1793, Manuel Belgrano asumió como Secretario Perpetuo del Consulado de Buenos Aires y promovió la formación de técnicos y la industrialización de las semillas de lino.
Dos décadas después, tiempo de la Asamblea del año 1813, pusieron en funcionamiento una máquina prensadora para la fabricación de ladrillos y en 1816 instalaron la primera fábrica de aceite.
Al año siguiente, José de San Martín como jefe del Ejército de los Andes entregó armas de fuego livianas de industria nacional a las tropas que iniciaron su marcha el 18 de enero de 1817 y al año siguiente, se instaló la primera fábrica de armas de repetición.
En ese tiempo impulsaban las explotaciones de minerales y en 1824, en el valle de Famatina en La Rioja comenzaron los trabajos de la más grande compañía minera con extracciones de plata.
En 1845 en Buenos Aires inauguraron el primer molino de vapor; tres años después la sociedad J. Baradacco generó el trabajo en astilleros.
En el año de la sanción de la Constitución Nacional -1853 y estando la provincia de Buenos Aires separada del resto-, llegó al puerto de Buenos Aires la primera máquina de coser importada generando protestas de las costureras por los supuestos riesgos de desocupación. En 1860, ya fabricaban ladrillos refractarios en La Rioja, había una fábrica de calzado en Buenos Aires y otra de fundición en Rosario de Santa Fe. Estaba en uso la fábrica de pan diseñada por el ingeniero Menara Rolland, en Tucumán ya disponían de las maquinarias completas para la fabricación de azúcar. Había comenzado el trazado del abanico de vías férreas que permitía el traslado de materias primas y productos desde distintas localidades hasta el puerto de Buenos Aires.
Lograda la integración de todas las provincias unidas del Río de la Plata, el 22 de septiembre de 1865 de acuerdo a lo dispuesto en el Código de Comercio, aprobaron los estatutos de creación de a Compañía Jujeña de Kerosene, primera constituida por empresarios locales con capital nacional.
En 1871 en la ciudad de Córdoba, trece provincias argentinas participaron en la Primera Exposición Industrial y es oportuno reiterar qué productos elaborados en sus territorios exhibieron:
- Buenos Aires: artes gráficas, calzado, carnes preparadas, cueros, ebanistería, guitarras, gorras, lanas trabajadas, muelles y piedra artificial.
- Catamarca: aguas minerales, aguardiente, cueros de chinchilla, crisoles, ladrillos refractarios.
- Córdoba: alfombras, arcillas y mármoles, colección de minerales, frutas en aguardiente, harinas, hierbas medicinales y tintóreas, ladrillos, pieles y suelas, talabartería.
- Corrientes: almidón, cerámica, fibras textiles, jergones, mármoles pulidos, tabacos, tejidos de algodón, tintes indígenas y yerbamate.
- Ente Ríos: carnes preparadas (Liebig) y lanas.
- Jujuy: arenas auríferas, azúcar, casimires, colecciones de cueros, frazadas, petróleo crudo, ponchos, sal de roca, especies y vinos.
- La Rioja: cueros, minerales, tejidos de lana y algodón, vinos.
- Mendoza: aceite de oliva y de nuez, capullos de seda, filtros de piedra, frutas preparadas, petróleo natural y vinos.
- Salta: azúcar, cueros trabajados de cabra, guanaco, oveja y vicuña, hulla, petróleo crudo, platería, potasa y tabacos.
- San Juan: cal y mármoles; carbón de piedra, especies, metales en lingotes, pasas de uva e higo, vinos comunes y finos.
- San Luis: arenas auríferas, obre, muestra de minerales, tejidos diversos.
- Santa Fe: capullos de seda, cemento portland, cera, cerveza, dulces y confituras, fideos, herrería y fundición, ladrillos y tejas, maderas del Paraná, quesos y peletería.
- Santiago del Estero: cueros y derivados, hierbas medicinales y tejidos.
Fundación de la Unión Industrial Argentina
Tras la sanción de la Constitución Nacional en mayo de 1853 en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, el gobernador Domingo Crespo firmó con el tucumano Aarón Castellanos el primer contrato de inmigración a los fines de instalar la Colonia de la Esperanza y el 27 de enero de 1856 celebraron la llegada de las primeras familias a esa localidad, cerca del río Salado. Fue el comienzo de una etapa de ingreso de inmigrantes desde distintos países europeos y también el inicio de protestas laborales y controversias en torno a los criterios de intercambio comercial. No fue por casualidad la crisis de 1890 y tampoco el cese de pago a los acreedores británicos y alemanes tres años después, tampoco los debates durante la presidencia de Luis Sáenz Peña siendo José Luis Romero su ministro de Hacienda (antes ministro de Julio Argentino Roca y después de José Evaristo Uriburu). Ese año 1893, el ministro Romero refiriéndose a la presentación de la Argentina en la Exposición de Chicago (Estados Unidos), destacó:
“El mejoramiento de las condiciones sociales y el bienestar del mayor número depende de la tendencia de los pueblos a elaborar todos los productos que fabrican las demás naciones. Esa legítima aspiración a dado origen a las leyes protectoras que todas las naciones civilizadas han dictado para favorecer sus nacientes industrias; y a ella también se debe, en pare, los multiplicados objetos que con íntimo placer vemos aquí reunidos”…
Cinco años después asumió la segunda presidencia el general Julio Argentino Roca y continuaban los debates entre proteccionistas y librecambistas. Durante el invierno de 1899 en una concentración se manifestaron miles de personas exigiendo mayor libertad de comercio y el 26 de julio lanzó su convocatoria la Unión Industrial Argentina en defensa de la industria nacional. En una crónica del diario “La Nación” de Buenos Aires destacaban:
“…todas las ramas de la industria, desde las más encumbradas hasta las más humildes, se encontraban por primera vez quizá, unidas y representadas. Era verdaderamente grandiosa bajo todos los aspectos, la enorme masa de pueblo que desfiló ayer por nuestras calles para entregar una petición a los poderes públicos, encuadrada en pedidos de reformas que el gremio industrial cree en justicia deben ser acordadas. Era en total una columna que puede calcularse, sin exagerar, en 40.000 manifestantes, una cuarta parte de la cual era formada por mujeres y niños, que concurren cotidianamente a las fábricas a ganarse el sustento”. Negritas aquí
En el petitorio entregado personalmente al presidente Roca, pedían “amparo al trabajo y la producción, facilitando el progreso y desenvolvimiento de las diversas fuerzas que lo impulsan”. Fue leído pero no provocó cambios…
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Siglo XX
Sabido es que en 1895 en la República Argentina funcionaban 23.000 establecimientos industriales donde trabajaban aproximadamente 170.000 personas.
A comienzos del siglo XX, en Corrientes habían instalado cuatro curtiembres y un astillero; en la región de Cuyo aumentaron la producción de vinos.
En 1913 en todo el país trabajaban en la producción industrial 410.200 personas.
En el censo industrial de 1935 registraron 53.803 empresas donde trabajaban 582.000 obreros y empleados. Diez años después, terminada la segunda guerra mundial tras las bombas de Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto de 1945), tiempo de la candidatura del coronel Juan Domingo Perón a la presidencia de la Nación, como ha reiterado el historiador José María Rosa, era evidente “un estado de desocupación cierta y otra latente. La industria, es cierto, había comenzado a absorber buena mano de obra. Pero la precariedad de su desarrollo, alentado solamente por circunstancias externas y ocasionales, hacían presumir una debacle desocupacional apenas se normalizaran las condiciones del mercado mundial, como ocurrió al finalizar la guerra de 1914”. Era evidente “una falta de conciencia industrial en el empresariado con ausencia de prestigio social, detentado solamente por los sectores vinculados a las actividades agropecuarias”.
Electo por amplia mayoría, el 4 de junio de 1946 asumió la presidencia el general Juan Domingo Perón y tras la sanción de la Constitución Nacional de 1949, fue reelecto para el período 1952-1958. En ese tiempo se desarrolló la metalurgia y la siderurgia creándose IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) mientras en distintas provincias diversas empresas privadas incrementaban sus producciones. Cerca de Alta Gracia en la provincia de Córdoba, se instaló la Kaiser que fue el origen de la fábrica “IKA”; también llegaron con capitales de distinta procedencia: la FIAT y la FHAR, de Alemania. Estaba prevista la instalación de Mercedes Benz en la Argentina cuando se produjo el movimiento cívico militar del 16 de septiembre de 1955 que derrocó a Perón y esa empresa optó por radicarse en Brasil. Luego se radicaron la Ford, Chevrolet y otras empresas… Un informe del Banco Central -reproducido por el historiador Rosa-, indica que “el país se ha diversificado en el plano de la economía a través de un envión industrial irreversible. La participación del sector industrial en el producto bruto supera holgadamente el aporte agrícolo-ganadero. La intensa inversión del capital fijo en las industrias es de tal magnitud que el retorno a la colonia agropecuaria es imposible.
El incremento entre 1945 y 1955 equivale al 75% más del total invertido en toda la historia económica argentina… En la década peronista se multiplica el parque industrial.”
Año Establecimientos industriales
- 172
- 937
- 798
- 501
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¿Día del contrabando?
El historiador Felipe Pigna durante el otoño de 2005, dialogó con la periodista María Luisa Santillán y en víspera del 25 de mayo, en el diario Clarín de la ciudad de Buenos Aires, difundieron sus declaraciones en torno a los mitos de la historia argentina: [5]
“El 2 de setiembre de 1587 se produjo la primera exportación argentino y eso en el calendario figura como Día de la Industria. Investigando encuentro que hay una denuncia del gobierno contra el exportador donde dice que, en realidad, esa exportación declarada como bolsas de harina llevaba barras de plata del Potosí de contrabando. Ya pasaron muchísimos años y seguimos festejando como Día de la Industria lo que en realidad fue el día del contrabando”.
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Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
[1] El historiador Felipe Pigna durante un diálogo publicado en Clarín el 10 de mayo de 2005, rememoró aquel suceso de “1587” y es oportuno destacar que en otras ediciones se alude a “1578”, invertidos los números finales, también en algunas páginas de la red de redes –internet-; en Efemérides para Maestros, por Beatriz Viglieti de Parisi y Magdalena Ugalde de Zubiaurre, Buenos Aires, Ediciones Marymar, 1ª ed. 1985, p. 179.
[2] Rosa, José María. Historia Argentina – Tomo 12. Buenos Aires, Ed. Oriente, 1992, p. 307.
[3] Ibídem. El autor cita: H. F. Peterson. La Argentina y los Estados Unidos 1810-1960, p. 467 (Buenos Aires, EUDEBA, traducción, 1970).
[4] Rosa, José María. Historia Argentina – Tomo 12. Buenos Aires, Ed. Oriente, 1992, p. 307-309.
[5] Leer: Pigna, Felipe. Mitos de la historia argentina. Entre comillas lo publicado en el Diario Clarín de Buenos Aires, el 24 de mayo de 2005 tras un diálogo de Pigna con la periodista María Luisa Santillán.