03-05-1951 – Último Vuelo de Homero Manzi
Otoño de 1951: internación de Homero Manzi.
Homenaje en el Congreso Nacional.
Saludos de Payador a Eva Duarte.
1984: memoria en el III Congreso Nacional de Literatura.
El 29 de junio de 1935, Homero Nicolás Manzione Prestera -el poeta Homero Manzi-, fue uno de los co-fundadores del grupo FORJA (Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina) junto a su amigo Luis Dellepiane y a Arturo Jauretche, entre otros.
A mediados de la década siguiente, algunos integrantes de ese grupo expresaron su adhesión al movimiento impulsado por el coronel Juan Domingo Perón.
Sabido es que en aquel tiempo, en el Saladillo (provincia de Buenos Aires) se realizó el primer acto impulsando la Unión Democrática en oposición a las iniciativas del coronel Perón y desde ese momento se produjeron nuevos reacomodamientos entre civiles y militares. El historiador Pavón Pereyra ha destacado que Homero Manzi -que estaba con los intransigentes- y Luis Dellepiane, formaron parte de esa unión democrática, hasta que Manzi comprendió que el rumbo señalado por Perón, era el más próximo a sus convicciones acerca de las transformaciones sociales imprescindibles para lograr el desarrollo nacional. [1]
Es oportuno reiterar que “el 24 de julio de 1945 Perón hizo una encendida apología de la obra de Hipólito Yrigoyen, en un discurso que pronunció desde un balcón de su domicilio de la calle Posadas 1567. El 14 de diciembre de 1945, en un mitin celebrado en la plaza de la República, expresó: ‘Mi política se inspira en la del ex presidente Irigoyen, porque éste representaba la fuerza más pura de la política argentina’. El 30 de diciembre de ese mismo mes y año reiteraba el Coronel en Jujuy: ‘Deseo continuar la obra del señor Yrigoyen’…” [1]
El 14 de noviembre de 1945, la Unión Cívica Radial a través de su mesa directiva informa que adhiere a la Unión Democrática. Apoyaban al coronel Perón, un sector de la juventud, perteneciente al grupo FORJA (Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina) junto a integrantes de la ALN (Alianza Libertadora Nacionalista). [2]
El 4 de junio de 1946 asumió la presidencia de la Nación el Gral. Juan Domingo Perón y al año siguiente, Homero Manzi “se entrevista con éste, junto con quienes van a formar el Movimiento Radical Revolucionario. A causa de esta entrevista lo expulsan del partido. El 16 de diciembre Manzi contraataca con un discurso bronco y desafiante, cuyo título es ‘Tabla a sangre del radicalismo’. Ahí dirá, después de enumerar traiciones del radicalismo durante la década infame, y de recordar la aislada lucha a la intemperie de ‘Forja’:
“Perón es el reconductor de la obra inconclusa de Hipólito Yrigoyen Mientras siga siendo así y nosotros continuemos creyéndolo, seremos solidarios con la causa de su revolución, que es esencialmente nuestra propia causa. Por ello no tenemos por qué abdicar de nuestro radicalismo, ni por qué sumarnos al Movimiento peronista. Cuando entendamos que la orientación fundamental esté en peligro de desviación, trataremos de seguir la empresa revolucionaria que él ha sabido concretar”. [3]
……………………………………………………………………………………………………………………..
Otoño de 1951: internación de Homero Manzi…
Sabido es que el doctor Ramón Carrillo, “llevado por Farías Gómez se integró en la amistad con Carrillo el añatuyense Homero Manzi, un año menor que el ministro, el cual sufría de un cáncer implacable que demandó siete operaciones dolorosas y, ya al final, fue instalado por Carrillo en el Instituto Costa Boero, anexo a la Facultad de Medicina.
En su origen constituía un pabellón para diabéticos que Carrillo transformó en sede de su cátedra de neurocirugía, pero en realidad se había convertido casi en un completo establecimiento hospitalario donde reinaba Carrillo, secundado por sus discípulos entre los cuales se encontraban los doctores Matera y Christensen, este último también comprovinciano. Y así se instaló el Instituto de Neurocirugía de la Facultad.
Por orden expresa del doctor Ramón Carrillo, en el otoño de 1951, su amigo Homero Manzi fue internado en un pabellón especial con la mejor atención médica del caso. Y aún más, como Manzi no quería desvincularse del mundo artístico y literario, le fue instalada en el piso una línea telefónica directa, cosa imposible de lograr en aquellos tiempos, pues a veces se esperaba hasta diez años para obtener un teléfono en Buenos Aires. Manzi lo tuvo y lo usó a sus anchas para hablar con sus amigos, especialmente con Aníbal Troilo a quien telefónicamente le dictó los versos de “Discepolín” en un rapto de inspiración en vísperas de su muerte. [4]
El sábado 3 de mayo de 1951, distintos medios de comunicación informaron que había fallecido Homero Manzione más conocido como Homero Manzi; tenía 44 años, había presidido la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música y en esa sede fue el velatorio.
Homenaje en el Congreso Nacional…
Tras el fallecimiento de Homero Manzi, durante una sesión a mediados de mayo de 1951, en la Cámara de Diputados de la Nación evocaron su trayectoria.
El diputado nacional John William Cooke expresó durante el Homenaje, que Homero Manzi perteneció a la legión de “soldados que batallan impávidos la campaña de la vida, sin esperar otra recompensa ni otra paga que la justa”… [5]
“Su pasión del pueblo lo volvía sin cesar a su fuente, y en ella enraizó su arte con la cálida verdad que exprimía del mundo palpitante que lo rodeaba.
Como ciudadano, a través de un hondo fervor argentino, puso al servicio de sus ideales, una militancia de entrega y de talento. Como ser humano, reafirmaba en cada uno de sus actos esa altísima verdad -siempre sabida y siempre olvidada- de que sólo a través del amor y la solidaridad puede salvarse este mundo que, al violar cada día todos los valores morales, se niega también cada día con las promesas de la esterilidad y la muerte irremediables.
Poeta de la palabra y la imagen, se mantuvo firme en el cultivo de las tradiciones que canta el pueblo. El arte, como resultado final de una larga, compleja… serie de procesos espirituales, se asienta en lo más hondo del paisaje físico que circunda al creador. La obra de arte, sólo existe y perdura cuando entre el creador y el suelo que lo sostiene se mantiene vivo un nexo comunicante, en forma tal que en la obra de arte se hagan patentes las virtudes de la tierra original.
Manzi volcó su talento poético en el tono menor de la milonga y del tango. Buenos Aires creó el tango, que lo representa como parte de su grandeza y como el reflejo de sus vicios. Ya podrán las investigaciones musicológicas y coreográficas rastrear los obscuros gérmenes que le dieron vida, pero la verdad es que constituyen una expresión característica y que tipifica a un mundo de extramuros -paisaje crepuscular entre el campo y la ciudad- donde se mantienen vivas algunas formas de lo argentino.
Manzi sabía que en el desprecio de las clases dirigentes por el tango, había animadversión y tal vez remordimiento de quienes eran culpables, de las causas económico sociales, que dieron nacimiento a ese fondo de pobreza y desamparo que anida en el cantar de la metrópoli.
Cantó en el tango la poesía de la clase humilde, a la que casi un siglo de dominio de la oligarquía había convertido en una desheredada a la que sólo se la convocaba… especialmente para legalizar la continuidad de los poderes económicos…
Como era un auténtico creador -es decir que aprendía por intuición lo que la masa conocía por instinto- comprendía que por encima de un escepticismo que era sólo el despecho de no ver llegada la oportunidad de hacer cumplir los imperativos, el hombre argentino mantenía la perennidad sobre otros valores, el sentido del tiempo, el sentido del espacio, el sentido de lo telúrico reflejados en las características que configuran lo más noble del alma argentina: el sentido de la igualdad, la fe en el porvenir, el culto nacional del coraje, el elogio de la amistad, el pundonor criollo.
Todo eso nos lo dijo Manzi. No necesitó para ello hacer concesiones a los guarango ni a lo baratamente sensiblero. No tuvo actitud de mojigatería ante el lunfardo, pero prescindió de él porque era otro su lenguaje. No trató tampoco, por vía de su cultura, de llevar la creación popular por el cauce muerto del culturalismo academizante. Se limitó, sencillamente a escribir con esa fluidez que emanaba de su inspiración fresca y de su destreza eximia. A la dignidad de la forma añadió la dignidad en el tema. El tango y la milonga se prestan para que se despeñen por el terreno de lo vulgar -y a veces de lo innoble- quienes carecen de capacidad y vuelo.
Manzi reaccionó contra el tango desteñido y decadente, relato monocorde de derrotas, sufridas por hombres plañideros… Por el contrario, cantó al tango y la milonga de lo nuestro con acento viril: ‘Otros se quejan cantando, yo canto para no llorar’, nos dice en uno de sus versos. Canta a Buenos Aires con sus calles bordeadas de árboles umbrosos, sus patios abiertos en malvones y jazmines para darle entrada al cielo, sus arrabales rosados con calles que a veces parece que son la simple prolongación de la pampa, y en sus ocasos transitados por muchachos melancólicos y varones de ley: ‘Esquina de barrio porteño, / te pintan los muros, la luna y el sol, / te lloran las lluvias de invierno / en las acuarelas de mi evocación’. [6]
Expresó con clara fuerza poética todo lo que encierra de belleza la magia de ese paisaje que ya había cantado Carriego en tono menor y que Borges esculpió en forma diamantina, que supera lo local para darle significación universal. En sus palabras se reflejó la visión fugaz y eterna de los atardeceres sombreando lentamente el sosiego de los arrabales. San Juan y Boedo antiguo y todo el cielo, / Pompeya y más allá la inundación. / La esquina de herrero, barro y pampa, / tu casa, la vereda y el zanjón. [7]
En los versos de Manzi, todos los movimientos del alma conservan esa auténtica y natural violencia que permite aquilatar lo perentorio y auténtico de su obra. A la mujer que le arrebata la muerte, la puede evocar con esta ternura y sencillez: ‘Llegabas por el sendero / delantal y trenzas sueltas /…/ Castigo que me dio tu mano / pero más dolió tu ausencia.’ [8]
Cuando es el infortunio amoroso la causa de la pena, se queja con acento varonil, sin notas de abyecta sumisión hacia la mujer que no lo amó. Dice su canto: Milonga para que nunca la canten en tu balcón [9] /…/ No sé pa’ qué me la nombran / si no la puedo olvidar’. [10]
También la cultura del país tiene otra deuda con Manzi. Aportó al Cine argentino el soplo vivificador de su talento y de su empuje, frente a la mediocridad desoladora de este cine nacional que se ha pasado su vida pidiendo protección oficial y que ahora que la tiene, nada hace por levantar el nivel artístico de la producción; cine que se limita a orientarse por los cauces hedonísticos de las ganancias rápidas a costa de la cultura del pueblo. Manzi le dio un sentido y permitió que se trasvasase a imágenes inolvidables La Guerra Gaucha, de Lugones, o se nos contara el drama tremendo de la Pampa Bárbara, conflicto entre la soledad del hombre y la soledad de la capta, captado para siempre en el asombro de nuestras pupilas. Desdeñó el pintoresquismo, todo aquello que es mera forma, que sirve para esconder lo íntimo, lo real, lo auténtico.
Se adentró en lo que tienen de hondo y de auténtico la tierra y el hombre argentino, comprendiendo que, debajo de aquello que ven los ojos frívolos, hay entrañados panoramas físicos y anímicos que constituyen la esencia de la tierra argentina, hechos de ventura y de dramas, de esfuerzos amargos y triunfos jubilosos.
Militaba en nuestro movimiento, es cierto, pero no queremos en este instante de emoción, reivindicar, en límites partidistas, lo que es dolor colectivo lanceado por el recuerdo. Entre él y el país que tanto amó, queda tendido el puente de sus poemas, que han de batallar con el tiempo a su perención y su olvido.
Nosotros con palabras de Borges a otro poeta prematuramente fallecido, decimos nuestra frustración y nuestra impotencia ante su muerte: ‘Que sabrá oponer nuestra voz / a lo confinado por la disolución, / la lágrima’…
La muerte, la vieja capitana de Baudelaire, ha levantado nuevamente sus anclas llevándose a un libre, noble y justo hacia la comarca de las sombras.
Nos deja sólo su recuerdo. En la congoja de los días, la música, nos evocarán las músicas, los paisajes nos harán resurgir los paisajes, y la voz del poeta seguirá trayendo paz y tristeza a nuestras vigilias.
Yo termino este tributo de respeto a su memoria con sus propias palabras trenzadas en cuerdas de cien guitarras: ‘Con un silencio de potros / la pampa lo despidió”. [11]
Luego, habló el diputado nacional Eduardo Colom de la Capital Federal y destacó que “en los días iniciales del peronismo, Homero Manzi fue nuestro adversario. Cesó en esa lucha cuando comprendió el error en que se encontraba. No fue segado por el encono, y al contemplar sus ojos maravillados las realizaciones de nuestro Líder, la verdad de Justicia, como Pablo el Apóstol, él también creyó. Y sus versos, se volcaron a cantar a los descamisados, par que esta epopeya tuviera su poeta. Sería quizá, predestinación de su nombre. Él también como el gran Homero, tenía que relatar las hazañas de su época, y lo hizo con el verbo al mismo tiempo sencillo y encendido que lo caracterizaba.
Porque fue el adversario leal, porque supo percibir la luz de la verdad; porque se puso al lado de los humildes, porque cantó sus sufrimientos, sus triunfos y sus glorias; porque comprendió la acción patriótica de nuestro presidente y admiró el sacrificio diario y permanente de su esposa, adhiero al homenaje.”
………………………………………………………………………………………………………………………
Canto desde la militancia…
Aquí, la reiteración de un poema generado en torno a vivencias y emociones compartidas durante su último lustro de vida.
Saludos de Payador a Eva Duarte
Por Homero Manzi
I
Con aires de payador
Entro en su casa, señora,
Con la guitarra cantora
Templada por mi fervor.
Cada clavija una flor
Y cada cuerda cantora
Una pulsación sonora
Que restalla con amor
Para vibrar en su honor,
Mi dignísima señora.
II
No se acostumbra actualmente
Este estilo de canción.
Se fue con la tradición
El payador elocuente.
Pero siento de repente
Que en esta noble ocasión
Debo hacer una excepción
Para cantar gentilmente
Mis décimas oferentes
Que dedico a Eva Perón.
III
Mas debo con su licencia
O tal vez con su perdón
Reandar la improvisación
Y borrar mi inexperiencia.
Cegado por la impaciencia
Cometí la incorrección
De hacer la salutación
Olvidando en mi imprudencia
De festejar la presencia
Del general Juan Perón.
IV
Él es el verbo mayor
Y usted la mayor templanza:
Él es la punta de lanza
Y usted la punta de amor.
Él es grito de honor
Que hasta el deber nos alcanza
Y usted la mano que amansa
Cuando castiga el dolor.
Él es el gran sembrador
Y usted la gran esperanza.
V
Él es el gran constructor
De la patria liberada
Y usted la descamisada
Que se juega con valor.
Los dos, uncidos de amor,
Son vanguardia en la cruzada.
Las masas emocionadas
Al brillo de ese fervor
Han jurado con honor
Morir en esa patriada.
VI
En estilo payador
Canté en su casa, señora,
Con la guitarra sonora
Templada para su honor.
Perdóneme si al favor
De su mano acogedora
Mi pobre musa cantora
No supo cantar mejor
Al estallar con amor
En esta casa, señora.
1984: memoria en el III Congreso Nacional de Literatura…
Organizado por la Universidad Nacional de San Juan, en 1984 se realizó en “III Congreso Nacional de Literatura Argentina” y entre julio y agosto se seleccionaron las ponencias enviadas por escritores y especialistas.
El 8 de agosto, el Comité Nacional de Lectura, informó que había sido incluido en el Temario del Congreso, el ensayo titulado “Los forjadores del pensamiento nacional” presentado oportunamente por la escritora santafesina Nidia A. G. Orbea de Fontanini.
En los párrafos finales, la autora proponía:
“Tomemos la punta del hilo que ha dejado visible Jauretche, las urdimbres de la obra de Scalabrini Ortiz, del poeta Castiñeira de Dios… de Homero Manzi y Discepolín.
Con el mismo espíritu completemos la trama.
Se hará visible nuestra realidad nacional.
Aflorará más y se consolidará nuestra cultura nacional.
Santa Fe, 1º de julio de 1984.
Décimo aniversario de la muerte del
Gral. Juan D. Perón.”
………………………………………………………………………………………………………………………
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
[1] Pavón Pereyra, Enrique. Perón-Balbín – Patética amistad. Buenos Aires, Editorial Albenda, 1985, p. 50.
[1] Pavón Pereyra, Enrique. Perón-Balbín – Patética Amistad. Buenos Aires, Editorial Albenda S.A., 1985, p. 11.
[2] Orbea de Fontanini. Apuntes para la historia del Justicialismo. Inédito.
[3] Pavón Pereyra, Enrique. Perón Balbín… Ob. cit, p. 49-50.
[4] Orbea de Fontanini. Ramón Carrillo, ejemplar médico argentino (1906-1956) – Inédito.
[5] República Argentina. Cámara de Diputados de la Nación. Diario de Sesiones, 1951, tomo I, p. 83-85.
[6] Esquina porteña, tango, letra de Homero Manzi, música de Sebastián Piana.
[7] Sur (Tango) Letra de Homero Manzi, música de Aníbal Carmelo Troilo, 1948. Primera estrofa: San Juan y Boedo antigua, y todo el cielo… Pompeya y más allá la inundación… Tu melena de novia en el recuerdo / y tu nombre florando en el adiós… La esquina del herrero, barro y pampa; / tu casa, tu vereda y el zanjón, / y un perfume de yuyos y de alfalfa / que me llena de nuevo el corazón.” // “Perteneciente a una trilogía de la que ofició como remate, y que se iniciara con ‘Barrio de Tango’ en el 42, y el vals ‘Romance de Barrio’ del 47. Tres años antes de la muerte de Homero acaecida en 1951, nace este ‘Sur’, evocación sentida de un barrio y un tiempo que ya habían pasado. Estrenado por Nelly Omar en Montevideo, siendo la primera grabación la de Edmundo Rivero con la orquesta de Aníbal Troilo. (Antología poética “Letras de Tango con biografías y comentarios. Edición y Prólogo Juan Ángel Russo, Buenos Aires, Ed. Basilico, 1999, p. 264-265.
[8] Milonga triste, obra de Homero Manzi, música de Sebastián Piana (c. 1937). En el discurso de Cooke: pero más dolió tu ausencia, en otra versión: “/ pero más golpeó tu ausencia”. (Antología citada, p.172)
[9] “Milonga sentimental” Letra de Homero Manzi, música de Sebastián Piana (c. 1932). Última estrofa: “Milonga que hizo tu ausencia, / milonga de evocación. / Milonga para que nunca / la canten en tu balcón. / Pa’ que vuelvas con la noche / y te vayas con el sol. / Pa’ decirte sí a veces, / o pa’gritarte que no. (Antología citada, p. 134-135.)
[10] En el tango Che bandoneón, letra de Homero Manzi y Música de Aníbal Troilo (1950), versos finales de la segunda estrofa: “…Bandoneón, / ¿Para qué nombrarla tanto? / No ves que está de olvido el corazón / y ella vuelve noche a noche como un canto / en las notas de tu llanto, che bandoneón…?” ( “Este es uno de los últimos poemas escritos por Manzi en su lecho de enfermo del Sanatorio Güemes. Datos en Antología “Tango…” cit., p. 268-269.
[11] El diputado nacional John W. Cooke rememoró los versos que Homero Manzi escribió en su poema “Juan Manuel” evidentemente inspirado en la trayectoria del Brigadier General don Juan Manuel de Rosas, en 1934 estrenado con música de Sebastián Piana -Candombe-; en esa estrofa: “Cutango / caracuntango / carancuntán. / Con un silencio de / potros / la pampa lo despidió. / No pudo volver al / pago / y en otra tierra murió.”