“Conocernos, para reconocernos”
Propuesta de Nidia Orbea de Fontanini, 1991.
(De la edición artesanal -diez ejemplares fuera de comercio- tres fueron entregados por la autora a las autoridades de la Comisión Bicameral Administradora de la Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe, uno al bloque del radicalismo en el Senado; fotocopias a personas interesadas por tal información, entre ellos periodistas que difundieron parte del contenido en programas de radios de frecuencia modulada de distintos departamentos. En la quinta página, es posible leer:
“No hallará aquí / el lector, / un libro de Historia; tan solo encontrará / la historia de la Historia, / lejana, / incompleta, / auténtica porque es recopilación / de información en diarios de sesiones, / de la Legislatura de Santa Fe / y del Congreso Nacional. / Dejo así / varios testimonios; / dejo / un / libro…”
Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini.)
24 de junio de 1929 – Homenaje en el Congreso.
1941 – La memoria de sus correligionarios.
Una aproximación a su labor parlamentaria durante el período 1916-1920.
1916: Jorge Raúl Rodríguez en el Congreso.
Permuta de terrenos en Rosario.
Aguinaldo a servidores de la Cámara.
1917: Presupuesto para educación.
Nació en Rosario (Santa Fe), el 19 de abril de 1891.
En 1904 fue alumno de la Escuela de Comercio, y empezó a “ganarse la vida como viajante de un negocio de talabartería”.
Aún adolescente, comenzó su actividad política, organizando a la juventud de la Unión Cívica Radical.
De su autoaprendizaje, dan prueba los hechos en los que fue protagonista, su capacidad organizativa y su desempeño primero como secretario del Jefe de Policía de Rosario, D. Ricardo Núñez, y luego reemplazándolo, cuando en enero de 1914, su correligionario ocupó el Ministerio de Gobierno durante el gobierno del Dr. Manuel Joaquín Menchaca. Tenía veintitrés años.
El reconocimiento a su capacidad y dedicación, motivó que integrara la lista de Diputados Nacionales en las elecciones de 1916, y fue reelegido, desempeñando el cargo hasta su muerte.
Han quedado sus obras: proyectos de ley que significaron logros importantes para la comunidad. Solo decir que por su iniciativa se creó la Universidad Nacional del Litoral, sobre la base de la Universidad de Santa Fe, y después de varios años de postergación, es dato suficiente para imaginar su voluntad, su perseverancia.
Él, que debió reemplazar la educación sistemática por la autoeducación en el trabajo y el diario esfuerzo, defendió los derechos a la cultura de los jóvenes de generaciones futuras. p. 1
24 de junio de 1929 – Homenaje en el Congreso.
“Ocurrido el fallecimiento del señor vicepresidente 1º de la Honorable Cámara don Jorge Raúl Rodríguez, ciudadano de destacada actuación, que en los cargos que le cupo desempeñar, prestó inteligentes e importantes servicios al país, comprometiendo la gratitud nacional, el presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, resuelve: 1º. Disponer que los restos sean velados en la sala principal de la Honorable Cámara. 2º. Colocar la bandera a media asta en el Palacio del Congreso, durante los días 25, 26 y 27 del corriente. 3º. Designar una comisión compuesta por los señores diputados Juan Carlos Vásquez, Manuel R. Alvarado, Carmelo I. Astesiano, Leopoldo Bard, Manuel Beguiristain, Manuel A. Bermúdez, Justo Díaz de Vivar, Adolfo Dickman, Francisco Asparanza, Enrique González, Víctor Juan Guillot, Belisario Hernández, José Ma. Martínez, Alejandro Miñones, Juan B. Peyrotti, Federico Pinedo, Rodolfo P. Sarta y Abraham de la Vega, para velar y acompañar los restos en el acto del sepelio. 4º Designar al señor diputado Dr. Amancio González Zimmermann para hacer uso de la palabra en el mismo acto. 5º Enviar una corona de flores naturales y dirigir nota de pésame a los deudos. 6º De forma. Sala de la Presidencia, junio 24 de 1929 Andrés Ferreira, presidente; Dr. David Zambrano – Carlos González Bonorino, secretarios. p. 2
Discurso en la despedida…
De las palabras pronunciadas por el Dr. Amancio González Zimmermann para ‘expresar el gran dolor de la despedida al gran espíritu que se aleja en la mañana de la vida, cuando sobre ella brillaba un magnífico sol’, es posible esbozar el perfil de la personalidad de Jorge Raúl Rodríguez.
Rememoró el legislador santafesino, ‘el vuelo superior de la política argentina’, y reconoció así, que Jorge Raúl Rodríguez fue uno de los elegidos por el instinto y la sensibilidad de la Nación; contribuyó a exaltar las nobles virtudes populares, con la fuerza de su mentalidad, con la sinceridad de su emoción y el encanto de su palabra; y cuando en la legitimidad auténtica de sus méritos se sentía alzado sobre el escudo de una popularidad positiva e indiscutible, se detuvo bruscamente en la mitad del camino triunfal y cayó de improviso como un águila herida en un vuelo majestuoso hacia la cumbre.”
Evocó que había ascendido “desde los más austeros y modestos orígenes, a fuerza de energía, de corazón y de voluntad; fue construyendo -dijo-, uno a uno, sin fatiga, los andamios de su prestigio y fue, él solo, el arquitecto de su personalidad.
Cuando la Unión Cívica Radical puso en Santa Fe, en la paz del comicio, la piedra fundamental de la efectiva democracia, Jorge Raúl Rodríguez, adolescente, dominado por una irresistible pasión cívica y empujado por un claro ideal que enarboló su espíritu hasta el fin, inició su marcha, sereno y valiente, sin alarde y sin cansancio hasta culminar en plena soberanía de éxito, para aceptar, también hoy, sin protesta, en la lucha desigual, el dominio inevitable de la muerte.
Pero el teatro verdadero de su acción, de sus grandes triunfos exclusivos y de la eficacia de su mentalidad y temperamento fue el Congreso.
Allí escribió las páginas más luminosas de su talento; allí puso la actividad más generosa y eficiente de su espíritu y allí, realizó el esfuerzo más grande para sobrevivir más allá de su propia vida; y al asistir, después de una fecunda labor, sin miedo, al conflicto trágico entre su espíritu en plena robustez creadora y el cuerpo empobrecido por el mal, pudo exclamar como Byron, al repasar la propia obra: ‘dejo algo magnífico en al vida’ y ha dejado, sin duda, en la vida y en el Congreso, una obra magnífica e inolvidable que hubiera completado, si no se cruza la muerte para impedir realizar todo lo que era capaz y llenar sus más altos destinos en la República.
Destacó el orador que “al ahondar con noble actividad y perseverante estudio, en el examen de los grandes problemas, la estatura parlamentaria de Jorge Raúl Rodríguez se niveló con las más grandes, y su autoridad adquirida rápidamente, fue abriendo un camino propio en medio de los viejos parlamentarios, que cedieron muchas veces, el privilegio de sus jerarquías a este joven tribuno que tenía la elocuencia irresistible de la belleza y de la verdad.
Fue el gran orador parlamentario.
Tenía la sugestión y la eficacia de la palabra, y encantaba escucharlo, en la perfección, en el interés, en la energía y en la lógica admirable de sus discursos, de un acento tan sincero y de una claridad tan pura, que destacaba la hondura de su espíritu y afirmaba un pensamiento en cada vocablo.
Su obra fecunda está allí, llenando de ilustración tres fecundos períodos parlamentarios; y en los grandes debates, en las controversias de doctrina y de pasión, su voz enérgica y fina, su gesto elegante y cortés, la alta disciplina de su talento, imponían el respeto a la tribuna legislativa, que adquiriría por su acción la influencia casi religiosa de un altar de la palabra.
Y así pudo alcanzar, en plena mocedad, esa codiciada gloria que logran los que tienen en su oratoria las virtudes que Wilson denominó los ‘ocho’ caballos que arrastran el carro triunfal, de los que han nacido para dominar las asambleas y seducir con su voz las muchedumbres’.
Terminó el discurso reconociendo que “el país ha perdido una personalidad destacada que vivió defendiendo un ideal y obtuvo grandes realidades para el progreso colectivo; la Unión Cívica Radical, un valiente paladín de sus conceptos más puros; el Congreso de la Nación, un tribuno que hablaba con el instinto verdadero de un hombre de estado; y hoy frente a sus restos, el espíritu de la Cámara de Diputados de la Nación, cuya alta significación y moral tanto avigoró y prestigió Jorge Raúl Rodríguez, con el patriotismo de su sensatez y de su elocuencia, ha de sentirse, como en el mío propio, en la necesidad imperiosa de arrodillarse un segundo, en silencio…”
El Dip. Leopoldo Bard de Capital Federal, propuso que se levantara la sesión.
Así se hizo.
Era el 26 de junio de 1929. p. 14
1941 – La memoria de sus correligionarios…
En 1941, en la ciudad de Rosario se había constituido una comisión de destacadas personalidades, para rendir un ‘justiciero homenaje a Jorge Raúl Rodríguez. El diputado Sydney Rubino, presentó un proyecto de ley para destinar fondos a la construcción de un mausoleo, que se levantaría en la ciudad de Rosario, en un terreno cedido sin cargo por la Municipalidad de Rosario el año anterior. En esa oportunidad, el legislador recordó la labor parlamentaria de Rodríguez y destacó la creación de Universidad -la del Litoral y la Popular de esa localidad-; las obras en la Escuela Normal Nº 3; su apoyo al Hospital de Huérfanos y a la Sociedad de Beneficencia de su ciudad natal.
La primera carretera pavimentada de la Provincia: fue resultado de su iniciativa; en consecuencia, una ruta del sur santafesino lleva su nombre.
El Dip. Ángel Cardozo -Presidente de la Comisión de Presupuesto-, fue miembro informante en oportunidad de ser considerado el despacho favorable para la provisión de fondos, aunque con la mitad del monto propuesto, atento a la situación financiera de la Provincia.
Recordó el Dip. Cardozo, que a los 18 años, Rodríguez “fue llevado a ocupar la secretaría permanente en el Comité Gral. San Martín”. Evocó su paso por la Jefatura de Rosario, la muerte del Ministro de Gobierno Dr. Antonio Herrera y por ello, su titularidad como Jefe de Policía. “Las contiendas políticas de aquella época terminaron en una acusación personal”, en “un proceso ruidoso” y “el acusado resultó absuelto por sus amigos y por la opinión pública”.
En el Congreso -dijo el legislador-, “trabajó en silencio, y observó en silencio el nuevo ambiente donde debía actuar y lo más importante es que estudió en silencio. En todas las campañas políticas se destacó como un verdadero líder; su figura de tribuno se acrecienta y es admirada. Su obra empieza a definirse. Rodríguez se había impuesto en la Cámara. Presidente de la Comisión de Presupuesto, tuvo intervención en todos los debates importantes de los últimos períodos. Cruzó sus armas de parlamentario con un maestro del derecho, el Dr. Vicente Gallo. Tuvo intervención brillante en la discusión de la ley de grande importancia: la ley 11.170 de arrendamientos agrícolas, donde se revela como un notable conocedor de las cuestiones agrarias, porque de un temperamento estudioso y de una voluntad férrea, él, que no había conocido la Universidad, pudo aparecer al poco tiempo como consumado jurista e intervenir en los debates más importantes de la época. Ocupaba las últimas bancas del recinto y cuando él hablaba los veteranos del parlamento volvían sus cabezas para escucharle, atraídos por su elocuencia.”
Destacó el Dip. Cardozo, que “Rodríguez fue un santafesino ilustre. Más –dijo-, un argentino ilustre”.
El Dip. Rafael Vega Milesi, evocó su personalidad, “surgida de la clase humilde, que brilló con luz propia como sucede con las capacidades auténticas. No fue una de las figuras brillantes que pasan y desaparecen como un bólido en la noche oscura, dejando solamente el recuerdo de su impresionante iluminación, sino que fue una de esas figuras que pasan por el mundo, brillantes pero a la vez constructivas y que dejan hechos positivos y prácticos, como recuerdo de su acción y de su inteligencia puestos al servicio del bien”.
El Dip. Conrado Lavallén recordó “su espíritu inquieto, de luchador admirable; miraba siempre hacia el mañana por encima de las dudas del presente. Jamás rastrearon sus alas, porque su vuelo inmenso elevaba cada vez más su acción, hasta colocarlos en un plano superior, donde supo mantenerse sin marearse por la posición alcanzada. Elevado por su propio esfuerzo y por sus condiciones sobresalientes alcanzó un prestigio en su época, que lo ponía a cubierto de la crítica, y sus mismos adversarios supieron reconocer en él sus virtudes excepcionales, sumándose a la legión de sus admiradores. Sin perder su innata sencillez, compartía con todos su sincera amistad, y siempre el desamparado encontró en él su palabra de aliento y el bálsamo necesario para mitigar su dolor.”
El Dip. Raúl E. Aguirre, destacó “la generosidad de su espíritu y de su amplitud caballeresca”. Afirmó que “en el desenvolvimiento democrático de este último cuarto de siglo en nuestro país, tuvo tanta eficacia y señaló de manera tan efectiva su actividad, que bien puede repetirse para él, lo que se ha dicho de las vidas ejemplares, que tienen la perennidad de las estrellas, titilantes por siglos en el espacio, a pesar de haber muerto el fanal que les dio luz”.
El Dip. Víctor Bignad, reconoció que por su iniciativa se había realizado “una obra de gran importancia: el pavimento de Rosario a Casilda, que fue el primer camino que se pavimentó en la provincia.”
El Dip. Lavallén, hizo una aclaración con respecto a la militancia de Rodríguez que “perteneció y gastó sus mejores energías al servicio de los ideales de la Unión Cívica Radical, que cobijaba bajo sus pliegues rojo y blanco de su bandera a todos los radicales del país, sin diferencias de grupos ni divisiones de ninguna especie”. p.18
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Después…
hubo una prolongada pausa / en los recuerdos…
Hubo silencio…
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Una aproximación a su labor parlamentaria durante el período 1916-1920
1916: Jorge Raúl Rodríguez en el Congreso
Ejercía la Presidencia de la Nación el Dr. Victorino de la Plaza, y fueron sus ministros: de Interior el Dr. Miguel S. Ortiz; de Relaciones Exteriores y Culto el Dr. José Luis Murature; de Hacienda Dr. Francisco J. Oliver; de Justicia e Instrucción Pública el Dr. Carlos Saavedra Lamas; de Guerra el Gral. Ángel P. Hallaría; de Marina el Contraalmirante Juan P. Sáenz Valiente; de Agricultura Dr. Horacio Calderón y de Obras Públicas, el Dr. Manuel Moyano.
En la Cámara de Diputados, representaban a la Provincia de Santa Fe: Ricardo Aldao, Perfecto Araya, Alejandro M. Carrasco, Francisco E. Correa, Domingo Furgón Zavala, Diógenes Hernández, Néstor de Iriondo, Ovidio A. Lagos, Gustavo Martínez Zuviría, José Antonio Montes y entre los electos incorporados ese año, Jorge Raúl Rodríguez con veinticinco años de edad.
En la sesión del 26 de abril fue presentado su diploma, junto al de Enrique M. Mosca, Juan Cepeda, Montes, de Iriondo y Hernández. La lectura del Diario de Sesiones refleja algunos incidentes y violencias motivadas por las elecciones del 2 de abril de 1916, al decir del Dip. Rodolfo Moreno, “enfermedades de la política argentina”, en circunstancias en que conservadores y radicales eran tenaces adversarios.
Durante la consideración del despacho de la Comisión de Poderes, intervino el Dip. electo Rodríguez para plantear en nombre de “los diputados electos por la mayoría radical en Santa Fe”, “una simple cuestión de consecuencia con sus principios”, por cuanto dos años antes había ocurrido un hecho análogo al que se analizaba; cuando “el señor jefe político del Departamento Castellanos fue proclamado candidato a senador por ese departamento y había suscripto los edictos que reglamentaban el acto electoral, de acuerdo con la ley de la provincia. Ese sólo hecho bastó para que la Unión Cívica Radical entendiera que el señor Daupuy, que era entonces un miembro distinguido del partido, no podía ser legítimamente candidato a senador por el Departamento en que ejercía funciones ejecutivas”. En consecuencia, votarían en contra del despacho de la comisión en el caso de un diploma de la Provincia de Jujuy, por ser circunstancias análogas.
1916: Situación santafesina…
El Diputado bonaerense Horacio Oyhanarte, expresó en la Cámara el 22 de mayo, que correspondía utilizar en el tratamiento de los diplomas de Santa Fe -y Santiago del Estero-, el mismo procedimiento utilizado para Buenos Aires. Dijo que “la opinión pública sabe que cualesquiera de las dos fracciones en que se halla dividida la familia radical en Santa Fe, por causas domésticas que no es el momento de puntualizar, tiene más sufragios que la oposición…”
En ese momento el Dip. Jorge Rodríguez exclamó: “Y por principios también señor diputado…”; intervención que significó “aplausos en la barra”, y el pedido del presidente Dip. Mariano Demaría (h) de “abstenerse de hacer toda clase de manifestaciones”, para no ponerle “en el desagradable deber de hacerla desalojar”. Al día siguiente, hubo un prolongado debate, con análisis de diversos conflictos observados en Santa Fe en la etapa previa al acto eleccionario y durante esa jornada. El Dip. Perfecto Araya manifestó que “el fraude no tiene ley que lo ampare, doctrina que lo escude, ni partido que lo aproveche”. Como sostuviera un miembro de la Comisión de Poderes, no es tesis aceptable porque en realidad: “el fraude tiene ley que lo ampare, tiene doctrina que lo escude y tiene partido que lo aproveche”. Fue él quien se puso de pie para rebatir una interrupción; y observado por la presidencia, volvió a su banca. Un signo de vehemencia, un comportamiento que tenía sucesivos antecedentes en las Cámaras. No pertenece al objeto de este trabajo, transcribir esos hechos. Sí corresponde transcribir el discurso del Dip. Jorge R. Rodríguez cuando finalizó el debate. Dijo que habrá extrañado su silencio en la Cámara durante esos dos días, y explicó el porqué de la actitud de los diputados radicales electos por Santa Fe. Advirtió que su partido había tenido “una lucha realmente interesante”, “contra el gobierno que había terminado”, “que no se fundaba ni en intereses ni en egoísmos, ni en pasiones subalternas, sino en principios y en cuestiones fundamentales de doctrina”.
Aludió a las elecciones provinciales del 6 de febrero, y expresó que “sería interesante” si “algún día”, en la Cámara se juzgara la participación que en ese acto tuvieron “los señores que acaban de dejar el gobierno de Santa Fe y el partido Demócrata Progresista.
Fundamentó la no participación en el debate, “por un sentimiento de delicadeza y de respecto hacia la Cámara misma.”
Anticipó que sus colaboraciones “en los debates próximos, sincera y modestísima, ha de inspirarse en la línea moral que nos hemos trazado -dijo-, decisivamente, para abatir el fraude en sus últimos reductos, consolidar los progresos democráticos y hacer que en los actos eleccionarios imperen prácticas nuevas y firmes de respeto hacia la verdad del voto público.”
Pasado a votación el asunto, resultó aprobado.
El 23 de mayo, prestó juramento el Dip. Jorge Raúl Rodríguez y sus colegas santafesinos. Luego se continuó con “el tratamiento de diplomas de Santiago del Estero.”p.23
Permuta de terrenos en Rosario
En la sesión del 20 de setiembre de 1916, el Dip. Rodríguez informó sobre un despacho de la Comisión de Obras Públicas, sobre un proyecto venido en revisión del Senado, “autorizando al Poder Ejecutivo de la Nación a permutar con el gobierno de la provincia de Santa Fe, algunos terrenos destinados a instalar la oficina central de correos y telégrafos de la ciudad de Rosario”.
Pidió preferencia para su tratamiento dada la “urgencia que esa permuta tiene para los intereses de la provincia de Santa Fe y para el régimen administrativo del correo.
Su colega santafesino, el Dip. Francisco Correa apoyó la moción y sugirió que se la colocara “en el orden de preferencias”, que como dijera el Dip. Rodríguez, era el primero por no haber otra anterior.
El secretario leyó el proyecto de ley de permuta del edificio que ocupaba en ese tiempo “la casa de correos y telégrafos, ubicado en la calle Santa Fe, entre Sarmiento y Mitre, terreno de la calle Urquiza entre San Martín y Sarmiento y terreno triangular en la calle Urquiza esquina Maipú y terreno en calle Alvear entre Rioja y San Luis, de la ciudad de Rosario”, por el antiguo edificio de la jefatura política ubicado en la plaza 25 de Mayo, calle Córdoba esquina Buenos Aires, “admitiendo compensados sus valores”. También se autorizaba la inversión de hasta cincuenta mil pesos para reparación del edificio y gastos de traslado.
El Diputado Rodríguez observó que el proyecto que se había leído, modificaba el texto del venido en revisión del Senado, porque especifica la ubicación de los terrenos. Consideraba el Dip. Rodríguez que si bien era encomiable la actitud de la Comisión al incluir esos datos, se trataba de operaciones de la administración nacional y provincial, “no puede ni remotamente atribuírsele ni sospecharse un propósito de lucro al consentir la operación”.
Siendo rosarino, bien sabía el Dip. Rodríguez los valores de las propiedades enunciadas, y por ello, preguntó sobre qué datos se había acordado la equivalencia, porque el edificio de la jefatura -donde él empezó su quehacer administrativo- abarcaba 2.800 metros cuadrados, en esquina, y los otros terrenos a excepción de uno, sólo servirían para escuelas públicas por sus escasas dimensiones.
Hizo de inmediato una descripción del peregrinaje que los rosarinos debían hacer para despachar cartas certificadas o solicitar giros postales, en cuatro locales diferentes, situados a relativa distancia. Existían además requerimientos de higiene y seguridad para el personal, que tenían que ser adecuadamente evaluados.
Pidió además que se ampliara a cien mil la partida para traslado. Insistió en que se considerara el proyecto que había enviado el Senado y por todo ello se produjo un prolongado debate.
En la votación, fue aprobada la propuesta del Senado -apoyada por Rodríguez- y la partid de $ 50.000.-, sancionándose la ley. p.25
Aguinaldo a servidores de la Cámara.
En la sesión del 30 de setiembre de 1916, el Dip. Jorge Rodríguez formuló una moción apoyada en “una costumbre tradicional” en la Cámara: el pago de aguinaldo al personal de servicio.
Manifestó el legislador santafesino, que con ello se llevaría “un poco de alivio” a esos “humildes servidores”, especialmente en el año del centenario, que “hará que tengan un recuerdo grato a él”. [1]
La iniciativa fue apoyada por el Dip. Miguel Iturbe de Jujuy, y fue aprobada sin discusión.
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En la sesión del 30 de enero de 1919, el Dip. Jorge Rodríguez, en oportunidad de autorizar a la Cámara a invertir el excedente del presupuesto, en gastos de funcionamiento, solicitó que se destinara una parte al pago del aguinaldo al personal de servicios, como se aprobara en años anteriores.
Su moción fue aprobada.
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1917: Presupuesto para educación.
En la sesión del 28 de diciembre de 1916, con la presencia del Ministro de Justicia e Instrucción Pública, se debatió el presupuesto para educación durante el año 1917. Hubo un extenso debate. La intervención del Dip. Jorge Rodríguez, refiriéndose a “la organización de la inspección de enseñanza secundaria”, expresó que así como el Ministerio había reconocido que no podía informar, él sí afirmaba que esa inspección “no tiene actualmente -dijo-, la eficacia necesaria, no por falta de condiciones generales en los señores inspectores, que no sé si las tendrán, sino por falta de especialización de los mismos”. Aclaró que esa situación no era imputable a los inspectores, sino al Poder Ejecutivo que los había nombrado”. Manifestó que era necesaria; que esa organización podía ser costosa y aún ampliada, si estuviera “organizada inteligentemente”. Hubo un áspero debate con un diputado pero el Diputado Rodríguez insistía en que se creara un cargo más de Inspector.
La votación afirmativa del Despacho de Comisión, impidió la reforma que el Dip. Rodríguez auspiciaba.
Su participación en otros items vinculados a la educación, revelan su criterio objetivo y su preocupación por “el orden y la disciplina”. p. 27
[1] Inserto aquí esta nota: “…el año del centenario”, corresponde a la rememoración de la declaración de la independencia argentina expresada el 9 de julio de 1816, tras las deliberaciones de los representantes de las provincias reunidos en la ciudad de Tucumán, capital de la provincia del mismo nombre. # Período 1916-1922: Primera presidencia del Dr. Hipólito Yrigoyen, representante del Partido Unión Cívica Radical. Le sucedió hasta 1928 el doctor Marcelo T. de Alvear -del mismo partido-, ese año comenzó la segunda presidencia de Yrigoyen hasta que fue derrocado por el movimiento cívico militar del 6 de septiembre de 1930, momento en que asumió el gobierno de facto el general José Félix Uriburu. # El presidente Yrigoyen nombró ministro de Justicia e Instrucción Pública al riojano José S. Salinas. Luego se renovaron algunos integrantes del gabinete, y los nombrados, “eran todos hombres devotos del primer magistrado, a quien habían seguido con abnegación y sacrificio muchos años”. “… Yrigoyen era personalísimo y todo pasaba por sus manos o bajo su vigilancia, aunque el complejo mecanismo de un Estado moderno imposibilita ese control directo por una sola persona.” # “Fuera de los altos cargos de gobierno, no hubo desplazamientos de empleados y funcionarios de los viejos núcleos tradicionales del régimen; lo que hubo, eso sí, fue una irrupción de elementos de la clase media, profesionales, que habían visto cerradas hasta allí todas las puertas para la participación en el quehacer político. Al asumir el mando, Yrigoyen se encontró con la mayoría de las provincias en manos de representantes del régimen contra el cual había combatido tantos años; además sus adversarios dominaban en el Congreso y desde allí hostilizaban y obstruían toda iniciativa del poder ejecutivo, sin contar la hostigación sistemática de los grandes diarios”. (Diego Abad de Santillán, Historia Argentina t. 3, Buenos Aires, Tipográfica Editora Argentina, 1971, p. 40-41.