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Siembra de Idilia Vouilloz en octubre de 2005

Vínculos perdurables.

1987-1995: adhesión al Plan Cultural de la Biblioteca  de la Legislatura.

Cuento para grandes niños y para niños grandes.

La mujer-enredadera.

12-10-2005: nuevos brotes.

Vuelo poético de Stella M. G. de Molini.

Casi colofón.

Palabras para compartir.

Te quiero.

 

 

Siembra de Idilia Vouillóz…

Idilia es una perseverante promotora cultural.  Bibliotecóloga. Bachiller.  Experta en Relaciones Públicas y Humanas. Cuentista distinguida por instituciones privadas y organismos oficiales. Autora de “Clementina, la Señora Disparate y otros cuentos” –edición compartida-, presentada en la “VIII Feria Exposición de Libros para niños y jóvenes” organizada por la Prof. María del Carmen Villaverde de Nessier, Jefa de la División Literatura Infantil de la Subsecretaría de Cultura de la provincia de Santa Fe. Seleccionada, integró las antologías “Cuentos para niños del litoral”; “La ventana mágica de los sueños”“Habrá una vez una tierra”, “Nueva narrativa argentina 88”

Vínculos perdurables.

Participó en el programa Encuentro con escritores en las escuelas, impulsado desde la coordinación de áreas de Educación y Cultura y aprobado por el Subsecretario de Cultura Dr. Jorge Alberto Guillén (1984-1986). Por iniciativa de esa coordinación, el “Círculo de Escritores del Litoral” creado por quien conduce este Servicio de Educación por el Arte, editó Desde Santa Fe…  para los niños que incluye textos literarios presentados en tales encuentros (donación a docentes y bibliotecas), durante el desarrollo del “Plan Cultural Anual 1987” aprobado por el ministro de Educación y Cultura Dr. Juan Carlos Gómez Barinaga (R.-M. Nº 129 del 15-03-1987) y donado a escuelas de distintos departamentos.

Invitada por el Servicio de Educación por el Arte (SEPA), participó con Cuentos  editados en 1989: –Palabras para compartir 1: “Una tortuga de Cartón”; Palabras para compartir 2: “Esperando a papá” y “Conjugando el verbo amar”; Palabras para compartir 3: “El milagro de la miel”; Palabras para compartir 4, 1990: “De natura al desierto”; Palabras para compartir 5, 1991: “Escasa jubilación” y “Así nací”, un cuento para los más pequeños; todas ediciones fuera de comercio donadas a educadores y lectores.

1987-1995: adhesión al Plan Cultural de la Biblioteca  de la Legislatura.

Participó en diversos programas de educación permanente por el arte -de vivir y convivir- promovidos desde el Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe” (1987-1995), con páginas voladoras que incluían cuentos breves, entregadas durante los encuentros en la sede de ese servicio y en Ferias del Libro de distintas localidades.

Por iniciativa de la directora y secretaria de la Comisión Bicameral del citado organismo e informada acerca del trabajo de investigación histórica concretado tras la lectura de bibliografía disponible en aquella Biblioteca, cooperó a los fines de la “Imposición del nombre ‘D. Ramón Juan Doldán’ -22 de septiembre de 1939, a la “Primera Biblioteca Infantil en la Provincia – Creada en la Esc. Nº 7 ‘Pte. Beleno’… tiempo antes del 02-09-1925; inaugurada oficialmente el 22-09-1925)”.

Responsable y solidaria, continúa colaborando en diversas actividades impulsadas del Servicio de Educación por el Arte desde el Taller “La hora del cuento”.

Aquí, una narración que fue leída durante uno de los Cafés Literarios organizados por la SADE (Sociedad Argentina de Escritores – Filial Santa Fe), realizados en la sede de la Subsecretaría de Cultura y que le solicité con el propósito de difundirlo desde el portal de SEPA-ARGENTINA, un lugar para el sosiego y el asombro

Cuento para grandes niños y para niños grandes…

Sabido es que hay diversas clasificaciones en torno a la Literatura y entre ellas, la que alude a los libros para niños y adolescentes.

Personalmente, prefiero expresar que recomiendo la lectura de algunos relatos y poemas que me han emocionado y pueden ser leídos, a partir del momento en que se aprendió a leer -entendiendo y comprendiendo-, sin límite de edad…

La mujer-enredadera

Había una vez… sí, porque casi todos los cuentos empiezan con “había una vez”, una señora patiflática.  Y ustedes querrán saber qué quiere decir patiflática.

No, no busquen en el diccionario, ni en la enciclopedia, gorda, ni en la computadora.

Mejor me soplo el flequillo que me molesta bastante y paso a decirles:

La señora en cuestión, quien tiene las patas… perdón, las piernas flacas como palo de escobillón,

sin querer

sin pretender

sin haberlo pensado antes

se tragó una semilla ¡a punto de germinar!

Y a la señora patiflática le creció: primero una raíz serpenteando entre sus intestinos, su hígado, su estómago -no acostumbrados a visitas desconocidas-, protestaron: ugh, ugh, trutru, trucu.  Luego un tronco marrón, seguro como un gran señor.  Al desperezarse -huuuuuuuuuaaaaaaaaaaaa, huuuuuuuuaaaaaaaaaa, dio nacimiento a ramas gruesas, finas, onduladas, derechitas que se cubrieron de hojas, hojas y hojitas que buscando la luz aparecieron por las orejas, por la nariz, la boca y hasta por el tajito en un dedo pulgar.

Con ese peso quedó patitiesa.  Intentó moverse. ¡Imposible!  Ni un centímetro.

¡Y el mundo se enteró!  Es que la noticia corría vía internet.

La rodeamos Cuchicuchi, pupipupi, tablapla, blaplata.  Hablaban, opinaban, se asombran.  No faltaron empujones, barullo, rezongos por pisotones y hasta esas palabras que no las escribo porque son las llamadas “malas palabras”.

T como ocurre en estos casos raros, ¡presente! la televisión con su director, técnicos, periodistas, cámaras que iban y venían, flashes, micrófonos, cables que al enredarse, obligaron a saltar como langostas al vendedor de panchos, al diariero y al fanático del fútbol, repartiendo fotos de la selección.

También llegó mi papá.  Me subió “a cogollito” y entonces pude verla mejor; ya no era la mujer reflaca, solitaria.  Ahora era la mujer-enredadera.

Los curiosos, -entre ellos, yo-, nos quedamos quietitos.  Mudos admirábamos su transformación.

Se apagaron las luces, las cámaras, los micrófonos, las filmadoras.  Todo fue silencio.  Cuando ni siquiera hablaba el locutor del noticioso, jumplum jumplum, plum, en suave vuelo apareció un pájaro tricolor.

Se posó en una rama y “sin pompas de jabón” comenzó a construir su nido con las pajitas que traía en su pico.

Y voló y volvió y voló y volvió, siempre con pajitas, hojas secas y trozos de algodón.

Estuve mirándolo una hora, ¿o fueron dos?  Estaba tan entretenido que no podría calcular.

Cuando el nido estuvo redondo como una compotera, cantó con brío.  Acaso anunciaba orgulloso que había terminado su trabajo.

Luego, cerrando sus ojitos, durmió su sueño de pájaro.

Sin hacer alboroto, respetando su descanso, la gente y los equipos se fueron alejando… alejando.

Papá me bajó de sus hombros. Tomó mi mano y mientras caminamos, me soplo el flequillo y pienso: la mujer patiflática y patitiesa, ahora convertida en mujer-enredadera, es completa, completísima.  No sólo es hermosamente verde.  Está acompañada por un pájaro tricolor, que estoy seguro la despertará cada mañana con su alegre canto.

Y… si supieran… cuánto lo lamento, pero se acabó el cuento.

Idilia Vouillóz.

12-10-2005: nuevos brotes…

El 12 de octubre, en las efemérides hispanoamericanas destacan que es el día de conmemoración del descubrimiento de América en 1492, ¡el día de la Raza!…

Idilia ese día siguió cuidando el jardín donde siguen multiplicándose las “hojas voladoras” que desde el 12 de noviembre de 2004 se expanden siguiendo distintas trayectorias desde una biblioteca virtual

Después, llegó a la “Cofradía de los Duendes” una esquela y tres hojas.

La mujer que había sido tejedora, ceramista, cuidadora de azaleas y hasta se animó a ensayas vueltos y cantos como la Tacuarita, al ver el sobre sonrió y enseguida leyó:

“Querida Nidia:       De acuerdo a lo conversado por teléfono (hace más de un mes), te envío la poesía de Stella y el cuento mío, creados luego de leer y disfrutar “El señor de los picaflores”.

Conociendo tus inquietudes, ideas, proyectos generosos, creo que en algún momento estas fotocopias podrán ser útiles para tu dinámica actividad.

Un abrazo sincero, cálido, con el deseo de verte pronto.

Idilia / 12-10-05.”

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¡Ah, Idilia!… Celebremos “el placer de compartir”, como decía Gabriela Mistral.  Y necesito contarte que terminé esa lectura y seguí el recorrido que señalaban los circulitos que colocaste sobre las íes.  Así firmaba mi amado amante cuando me conoció -un año después que yo lo admirara- y no era por casualidad que ese nini  final en la dedicatoria de un apunte de Química elaborado por nuestra admirable profesora Angela Celeri de Soldano -en la legendaria Escuela Superior de Comercio “Domingo Guzmán Silva” de calle San Martín 1823-, me pareciera un nini casi mágico…

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Vuelo poético de Stella M. G. de Molini.

Esta poesía ‘nació’ en el taller ‘La hora del cuento’, el cual comparto con cinco compañeras.  Esa tarde, Idilia, nuestra coordinadora, nos leyó algo muy hermoso escrito por nuestro querido poeta, Gastón Gori, amo y señor de los pájaros en libertad, algo tan maravilloso y sensible a la vez como El tordo Viejo.

De allí surgió “Alas de sueños”, y como un humilde homenaje lo leo en voz alta para que llegue a sus oídos, como una dulce melodía, que seguro serán su compañía, las melodías de esos pájaros que él tanto amó.

Alas de sueños

 

Tu canto hasta ayer,

cual orgulloso tenor,

como agua en mi sed,

dulces versos inspiró.

 

Tus alas, que ya no se abren,

como un mágico abanico,

no han perdido su belleza,

ni se ha opacado su brillo.

Abro, tu jaula de mimbre,

y como una cuna vacía,

dejo el hueco de mi mano,

para que guardes en ella,

lo que queda de tu canto.

 

Vos y yo, somos pájaros,

pájaros envejecidos,

vos has perdido tu canto,

yo he perdido mi camino.

 

Vos y yo, somos pájaros,

pájaros, en pleno vuelo,

y hoy, con las alas de sueños,

llegaremos hasta el cielo.

Casi colofón…

Había retirado del anaquel las cinco ediciones de Palabras para compartir y ya dispuesta a colocarlas en su lugar, advierto que en la tercera página del último editado en septiembre de 1991, hay un testimonio significativo:

Palabras para compartir…

Con testimonios de aquí, de allá y de acullá, confirma una realidad: “Mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”.

Se ha escrito acerca de Palabras para compartir 3:

“Este libro es muy bueno, me gustó mucho, lo entendí.  Pienso que deberían publicar más de estos poemas.  El poema que más me gustó fue ‘TE QUIERO’, porque se refiere al amor que sentimos por nuestra patria’. (Valoración personal de María del Carmen Leguizamón, en 1990 alumna de 5to. Año B de la Esc. Ens. Media Nº 356 ‘Juan Bautista Bustos’ de Santa Fe de la Vera Cruz, lectora del Servicio de Bibliotecas Circulantes del Centromultimeidos Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe, que incluye obras donadas por autores santafesinos.  El poema nombrado pertenece a Adriana Díaz Crosta, de Santo Tomé (Dto.  La Capital)”.

Adriana llegó a nuestro hogar en 1989 con un conjunto de poemas y participó en Palabras para compartir 2 y 3.  Al final de ese volumen, hay algunas señales acerca de su trayectoria:

“Escribe poemas. Participó en diversas actividades literarias, como integrante del Grupo Orión.  En 1989, presentó ‘Rehenes’, poemas ilustrados con auspicios de Fundación Bica Santo Tomé- Santa Fe.  Ha recibido varias distinciones.”

Estuvimos con mi amado amante en la inauguración de esa muestra.

En la década siguiente, Adriana inició su Último Vuelo…

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Parece ser que como por arte de magia, la mujer-enredadera sigue extendiendo sus ramas y va generando enlaces que sorprenden y revelan la armonía del arte de vivir y convivir… más allá del deslinde entre lo temporal y lo eterno.

Te quiero

Adriana Díaz Crosta.

 

desde la punta de mis dientes

hasta la saliva sublevada

cuentagotas de la bronca.

Te quiero pese a tus achaques

a la polio que te sobrevino

estás de vuelo corto y deforme

ceibo carbonizado virgen trotacalles.

Te quiero tierra de nadie

terrón con sarro

corazón de violeta y grela

de malones bicicleteros

de laburantes cuajados.

Te quiero país de los disfraces

con mal aliento y estreñimiento

de frac cortando alambres.

Te quiero azul, celeste… blanca,

patria fuelle mudo, descascarado

garaba taconeando en un bache.

Te quiero con tus vacas flacas,

tus duendes de contramano, tus desmemoriados

y el esqueleto de tu bandera empiojado.

Me niego, me niego

a tus zapatos con caries

a tus círculos que también son cárceles.

Te quiero, paisana, gringa, gallega

de pie y descalza y sangrante.

Te quiero cabecita negra, como  nunca te quise antes

(aunque no sé, si este amor alcanzará para salvarte).

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¡Gracias Idilia!… porque iluminaste el Camino hacia la confluencia donde siguen siendo lumbre quienes nos precedieron.

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

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