Cerca de Beatriz Bolsi de Pino – De Felicia a Ceres.
Cerca de Beatriz Bolsi de Pino – De Felicia a Ceres…
Uno es el camino desde el edén hasta el Edén…
Imprevistas criaturas han dejado señales insoslayables que convergen en sucesivas claves: hay un nexo misterioso no sólo en los paisajes de luz. 10
Ha sido “un lugar “, [1] en el espacio que recuerda al alfarero de voces, 27 el sitio que nos ha congregado una vez más.
Ilusorias, cautivas, todas nuestras pertenencias. 33 Nada nos pertenece. [2]
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Prolongo la pausa bajo árboles invisibles. Invierno de 2005; leo y releo:
“A poco más de cien metros del Boulevard, sobre calle 1º de Mayo al norte, el grandioso ombú se levantaba en el centro mismo de la calle. Sólo la primera cuadra, desde Boulevard a Cándito Pujato, estaba asfaltada. Hacia el norte, el barrio mostraba la fisonomía de un pueblo de calles de tierra…37 Esa calle 1º de Mayo respiraba a través de los paraísos”…
“Se escuchan voces que vienen de la savia “… [3]
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En octubre de 1980 ya estaba escrito:
“La mujer como es hombre, es imagen de Dios. (Gén. 1, 27).
EL PLACER DE SERVIR. Toda naturaleza es un anhelo de servicio.”
Y continúa el poema de Gabriela Mistral que estaba señalando la primera página de “La mujer tallada “.
En ese recorrido, se impone una pausa: [4]
“(Éste es el punto A de este triángulo. La casa de mi abuela materna: Teodora… la que me adoraba, a quien aún distante, adoro. Estoy en calle Cándido Pujato.)
Caminando hasta la esquina noreste, cruzando cautelosa el empedrado de 1º de Mayo, la puerta de hierro altísima parecía inalcanzable para mi pequeñez.
Por eso Dios hacía que fueran los brazos de mi padre los que ayudaran a ascender la mirada, y entre las puntas ornamentadas de la forja, descubría un mundo similar a aquel que describí hace instantes.
Pero había algunas diferencias.”
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Después, la mujer tallada parecía ser la mujer talada y luego, la mujer tarada.
En tales circunstancias, desde “un triángulo obtusángulo “ se proyectaban más señales:
“La mujer tallada recordaba haber iniciado su recorrido en un espacio donde la tierra oscura estaba salpicada con matas de flores multicolores y cortado el plano con un sendero de ladrillos ásperos, rectangulares, puestos algunos de canto, imitando mosaicos geométricos. A los tres años observaba el deshojamiento de las rosas, jugaba silenciosa con los pétalos delicados y sin tener capacidad para reflexionar, estaba ensayando un coloquio con la vida y con la muerte. Miraba hacia lo alto y percibía que todo era energía. Ese fue el punto A de aquel triángulo: la casa de su abuela materna.
La mujer sabía que allí transcurrieron las nueve lunas de su gestación. Situada en el punto B de aquel territorio original -la casa de su abuela paterna-; sólo habló de las enredaderas y de sus tutores. En el tercer punto correspondiente a la casa de su tía abuela paterna, destacó haber visto el primer horno de barro en aquel tiempo de aprendizaje de la conjugación del verbo compartir, sólo desde su sentimiento, porque todavía no había aprendido a pronunciar esa palabra. La mujer incorporó más claves porque allí había podido observar a su tío abuelo: percibía las huellas de la fatiga por el rudo trabajo y también el regocijo que se traslucía en su mirada mientras regalaba gestos de ternura para todos.
Ella, disfrutaba si podía caminar sin urgencia, por su amada ciudad: Santa Fe de la Vera Cruz. Advertía con frecuencia diferentes construcciones: han trazado nuevas calles, han plantado otros árboles y talaron algunos, aunque para ella sigue estando vigoroso en su recuerdo, el corpulento ombú que crecía entre la calzada y la vereda de calle 4 de enero, sólo diez o quince metros al norte de Cándido Pujato.
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En el tempestuoso otoño de 1y75, la mujer reconocía que era una apesadumbrada mujer entre millones de personas que soportaban la turbulencia del caos. Evocó los primeros fusilamientos en las trágicas jornadas de junio de 1y56. Estaba convencida de que esas dos décadas habían sido insuficientes para lograr la paz, porque el país parecía un extenso volcán en vísperas de otra temible erupción. La mujer reconocía los límites, intentaba ser coherente con su lema: Hay que saber esperar sin desesperar, hay que sobrevivir y convivir; esencialmente hay que intentar vivir y vibrar.
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Hora 02:15 del miércoles 14 de septiembre de 2005. Se han acelerado los latidos. Se impone otra pausa. Tras los caminos del aire, se expande la bandada…
Imaginé a casi legendarios peregrinos trasladándose de Felicia a Grütly.
Entre los fundadores de Felicia estuvieron los Rossler vinculados familiarmente. En Grutly, vivieron los Doval Keller y nacieron los primeros hijos. José Rossler -padre de Héctor, suegro de mi prima Myrtha Alvarez Hug- vivía en la pensión de Verena Keller de Doval y allí también, Carlos Ferdinando Fontanini Pantanali, luego casado con María Teresa Doval Keller… Estaban cerca las colonias, unos lograban pronto ser dueños de tierra y comerciantes, otros renovaban las búsquedas casi sin arraigo…
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El 5 de octubre de 1989, en el Centro Comercial de Santa Fe “nos encontramos para celebrar el vínculo de la palabra musical, de la amistad y del recuerdo”… Confluencia solidaria… Había llegado el momento de presentación de Palabras para compartir 2, edición del Servicio de Educación por el Arte estructurada con el propósito de adherir a la celebración de “Septiembre: Mes de la Educación”.
Escrito en la primera página:
Palabras…
para comprender y soñar,
para imaginar o añorar…
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Palabras…
que acercan al perfil expresivo de los escritores santafesinos, con el propósito de conocernos y reconocernos… a pesar de las distancias.
13 de setiembre
Día del Bibliotecario.
Tras el cuento “En el idioma de los globos” de Alicia Barberis, entonces residente en Santa Clara de Buena Vista y ahora en San José del Rincón -cerca de la capital santafesina-, estos poemas de María Beatriz:
Raíces
Somos raíces.
Siempre.
Como equipaje y lumbre
raíces en el alma.
Transparentes del viento que toman en el viaje,
guardianas primitivas de una tierra
y un cielo frecuentados.
Hebra de tiempo
para ir tejiendo
la inconclusa acuarela de aquellos patios
que alguna vez
nos habitaron,
un territorio en que descansa el aire
su siesta de magnolias
y se despeña un éxtasis de luz en la ribera.
Por la casona vieja
andaban a escondidas nuestros sueños descalzos
al conjuro del alba.
Al rescoldo
del lento laberinto de los días
se nos hizo raíz cada palabra
cada infinito desamparo
crecido en el desvelo…
Quizá no falte el día
del extravío
o de la desmemoria.
Bastará simplemente
imaginar el viento en los cardales
o andar la huella de la luz
ligera
de la tarde
para nacer simiente
otra vez
manantial
y tierra clara.
(Segundo Premio Certamen Nacional SADE y Círculo de Profesionales Argentino-Árabe – 1988.)
Del tiempo peregrino
Y entonces
sin misterios
ni urdimbre de palabras
qué es el tiempo.
Más que una pena amarillenta
deshilachada en las paredes,
un crepitar de atardeceres
mendigos de la luz
peregrinos del día
desde el alba.
O tal vez
escalofrío
de azucenas
grávido de perfumes
en la escarcha.
Un trampolín de sol en una esquina
para encender acordes
del silencio.
Cómo atrapar su sigiloso desamparo,
Ensayar
un último reencuentro
con las cosas
o en cántaros de sombra
beber la transparencia de un cielo adolescente.
Inexorable
hay un cristal que desdibuja
los mapas del rocío
y una gruta donde se apaga el eco
del canto
de los hombres.
(Mención Especial. Segundo Certamen Nacional de Poesía y Cuento. Asoc. Amigos de la Cultura de Morón, Prov. de Buenos Aires, edición 1988.)
En la página siguiente, este poema de Amílcar Bufano:
Te invito a mi país
Te invito a mi país, vente conmigo…
Hay libertad total para el viajero;
puedes llevar contigo, si deseas,
tu corazón, tus ojos y tu cuerpo.
Viviremos sin ser y sin esencia
la hora meridiana del ensueño,
ciegos ante la luz, sordos al ruido
y mudos al dolor de nuestro pecho.
Se confabulará nuestro albedrío
contra nuestra materia desgastada
que habrá de equilibrarse, exactamente,
sobre todas las cosas de la Nada.
Tendremos un espíritu astronauta
para volar el tiempo sin distancia,
de tu cuerpo y el mío y el de todos
en una edad carente de palabras.
Haremos la incursión loca, colgados
del prisma – realidad del existir
y seremos un péndulo que llegue
hasta donde termina el porvenir.
Un columpio del Todo hasta la Nada
y de la Nada al Todo, sin profetas,
para gustar mejor de la poesía
desde mi ágil columpio de poeta.
Te invito a mi país, vente conmigo.
Si es que quieres vivir, puedes vivir.
Si mueres, reinarás en lo Absoluto.
Piénsalo bien. Te invito a mi país…
In memoriam
De “Te invito a mi país”, 1977.
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Mujer poeta, María Beatriz Bolsi de Pino…
¡Celebremos el cuarto de siglo en esta armoniosa confluencia!
Fraternal abrazo.
Nidia Orbea Álvarez de Fontanini
Miércoles, 14 de Septiembre de 2005 Hora 15:21:33
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Memoria insoslayable…
Sabemos en nuestra familia que desde Felicia a Grutly pasaron inmigrantes suizos franceses y entre ellos Verena Keller, la abuela materna de Eduardo Rodolfo Fontanini Doval, mi amado amante.
Otras señales en la memoria: los Rossler fueron familias fundadoras de Felicia y como tales se los ha recordado en varias circunstancias.
Una extraña coincidencia: José Rossler se casó, viviendo en Santa Fe tuvieron varios hijos, entre ellos Héctor, luego marido de Myrtha Álvarez Hug, prima de Nidia, la mujer tallada tantas veces talada…
Sabido es lo expresado por el diputado Biancofiore durante una sesión de 1911, relacionada con los últimos comicios: “…en Felicia sufragaron 156 ciudadanos” y ese dato es significativo para imaginar cuántas personas habitaban ese pueblo al comenzar la segunda década del siglo XX.
Cinco años después, durante la sesión del 5 de junio de 1915 en la Cámara de Diputados de la Legislatura de Santa Fe, el diputado Filiberti destacó que “Santa Felicia, posee además, aserraderos, almacén de ramos generales, panadería, carnicería, etc… Una sección de casas para obreros cómodas y bien construidas; los obreros pagan por ellas el alquiler reducido de dos pesos mensuales. El negocio de restaurant, lo explota un particular abonando el alquiler de casa”…
Sabido es que en Palabras para compartir 4, hay varias páginas dedicadas a rememorar parte de la trayectoria del talentoso Gastón Gori quien ha destacado en su libro La Forestal – La tragedia del quebacho colorado, que esa compañía inglesa dueña de un latifundio donde tenían ferrocarril, policía y hasta moneda propia -prácticamente un país dentro de otro país-“no pagaba indemnización por despido al personal del obraje, con el pretexto legal de considerados dependientes de los contratistas. Desde 1948 hasta 1963 se agravó todo el problema en la región del quebracho colorado, y, al drama de la desocupación y la miseria, se unieron los episodios de los cierres definitivos de fábricas de tanino. Tartagal en 1948, Villa Guillermina en 1952, Villa Ana en 1960 y La Gallareta en 1963, en la provincia de Santa Fe; Baranda, en 1949, en Chaco, siguieron a Calchaquí y Santa Felicia en el destino del abandono de pobladores sin trabajo, en la inercia y la incuria, mientras en los alrededores las grandes extensiones de tierra continuaban baldías, o en el menos grave de los casos, ocupadas en parte con ganado procedente de los planteles de La Forestal que habían alcanzado a superar los 200.000 animales”. Negritas aquí
En ese recorrido, se destaca que “Gori, en las páginas finales de ese libro, recuerda que ‘la maestra Angelita Peralta Pino, ha dejado en sus apuntes páginas conmovedoras sobre la vida en los obrajes y ha visto el peregrinar de las familias’.”
Sabido es que en Felicia, el 5 de abril de 1921 nació Gladys Senn, biznieta de Enrique Senn, el colonizador de ese pueblo. Su padre Donaldo Jerónimo Senn, “fue el primer farmacéutico que dio Felicia… su madre Rosa María Campana Allí comenzó los estudios primarios, en la ciudad de Esperanza (Dto. Las Colonias) completó los secundarios y egresó con el título de Maestra Normal Nacional en 1939.
Tal información fue difundida en “Quién es Ella en Santa Fe!, primera edición 1995, obra de la perseverante escritora, periodista e investigadora Gloria María von Mende Viroglio de Bertero, más conocida como Gloria de Bertero, talentosa escritora luego residente en Esperanza y desde mediados del siglo veinte en la capital federal argentina, donde continúa con su fecunda siembra…
(Ver: www.sepaargentina.com.ar
“L – Literatura” / Autores argentinos / Autores santafesinos / Gloria de Bertero – Bajo todos los cielos.)
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Elly Madoery, hija de Alicia Carlota Wilde y de Federico Madoery, nacio en Felicia el 21 de enero de 1939. Luego, casada con Romelio Enrique Gómez, fueron padres de Diego, Mario y Natalia, y Enrique Gómez. Incluida en Quién es Ella en Santa Fe, se destaca que “joven aún, adquiere notoriedad y es distinguida con numerosos premios. Maestra normal nacional y profesora de piano, obtiene la Licenciatura en Artes Visuales y cursa el Profesorado Nacional de Artes Visuales. Su vocación la lleva a perfeccionarse, y en 1976 estudia esmaltación con el profesor Jorge Fernández Chiti, en Rosario. A fin de acrecentar sus conocimientos artísticos viaja a Bruselas donde toma cursos sobre escultura.
En 1981 continúa sus viajes de estudio recorriendo EE.UU., México y Hawai.”
“Al regresar estudia talla directa en mármol y otras piedras, talla por puntos y por el sistema de compases desde 1980 a 1982, con el maestro Ramón Castejón y en 1983 estudia cincelado en bronce y aluminio en talleres de fundición. De este último aprendizaje resulta su obra La rueda de la vida, efectuada en bronce.”
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Una niña nombrada Sirley del Carmen, nació en Felicia en el hogar de Margarita Bertone Bernardi y de Alfredo Daniel Húbeli Albrecht.
Han destacado en el primer tomo de Quién es Ella en Santa Fe que en ese tiempo, “Felicia es un importante núcleo poblacional, activo y próspero. Un lugar en el que el progreso y la eterna naturaleza se confunden en un límite inexacto donde la calandria canta a la gloria de los duraznos redondos y a los paraísos en flor; el trigal toma el oro del sol amigo y los labriegos entregan su esfuerzo a la tierra como si la sequía -ese enemigo monstruoso e implacable- nunca fuera a regresar. No es extraño entonces que ella cincele sus versos sobre estos placeres y temores, y que en 1971 aparezca Primera siembra, su obra inicial Tres antologías, editadas entre 1970 y 1980, contienen trabajos de su autoría: Ciudad y versos y Fotopoemas, ambas impresas por la Municipalidad de Rafaela y la Selección poética, que realiza el Rotary Club de Santa Fe. En 1983 se conoce su segundo libro, Allá en el tiempo, que prologa Américo Calí, poco antes de su fallecimiento”. Ob. cit, p. 306-307
En ese libro, Sirley del Carmen Húbeli Bertone incluyó este poema:
El cementerio de mis muertos
Allá donde la tierra
dialoga con el cielo,
allá, perdidos entre verdes campos,
están mis muertos.
Allá, Anita Bernardi de Bertone
-la abuela- yace en su descanso eterno,
un mayo todo rosas
y todo crisantemos
la quiso florecida en nuestra angustia
y en el recuerdo.
Allá, Esteban Bertone,
su esposo y compañero,
que se marchó a su lado cuando agosto
lloraba sus nostalgias en el viento.
Y Yolanda Terzaghi,
un ángel rubio degollado
por las latas del cerco langostero.
Tumbas, tumbas y más tumbas
guardando los llorosos restos
de hombres, mujeres, niños.
Gente que un día vino del océano
con el vacío en el bolsillo
y un mundo de esperanzas en su empeño.
Gente de paz y de trabajo,
como Molteni, por ejemplo,
como Pomiro
o Bonino o Bertero,
los forjadores de la patria chica,
los próceres del pueblo.
Fue Encargada del Museo y Archivo Histórico Municipal y de la Biblioteca Pública Municipal de Rafaela. Correctora en el diario “La Opinión” de Rafaela. En la Revista Sensación de Cultura editada por Elda Massoni, Marzo 1994, Año IV, Nº 15, publicó “Impresión de viajeros que visitaron Santa Fe (desde el siglo XVII hasta fines del siglo XIX), con prólogo del historiador Gastón Gori e ilustraciones de Alicia Coreuzati.
Gloria de Bertero destacó que “es realmente la historia cronológica de quienes visitaron Santa Fe desde el comienzo, y merece estar en los archivos de nuestra Provincia”.
Obtuvo diversos premios en distintos salones de Arte desde 1977, entre ellos el “Primer Premio Escultura” otorgado por la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Fe y en el “63º Salón Anual del Museo “Rosa Galisteo de Rodríguez” obtuvo el Premio Adquisición de la Cámara de Senadores de la provincia de Santa Fe”.
Concluye aquella aproximación biográfica con este párrafo:
“No cabe duda entonces que Elly Madoery ha sido muy bien elegida como Delegada de Santa Fe, ante la Asociación Argentina de Artistas Escultores de alcance nacional, con sede en la Capital Federal.”
[1] “Un lugar” título del libro editado en noviembre de 1990 por la UNL con trabajos del Taller “Luz y Lorca” de Ime Biassoni, presentado a principios de diciembre de ese año en la sede de 25 de Mayo 1908, tras la aprobación de nuestra iniciativa por la Comisión Bicameral del Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe”.
[2] En el poema “Utopía”, en un verso expresaste Nada nos pertenece.
[3] “La voz de la savia” título del poema incluido en Poetas Santafesinos le cantan al árbol. Santa Fe de la Vera Cruz, Asoc. Coop. Estación Zoológica Experimental, 1993, p. 19.
[4] La mujer tallada. Ilustró Juan Eletti, 1985. (En realidad editado al año siguiente.) Leo en la última página: “Se terminó de imprimir el 1º de Julio de 1986 en Imprenta Macagno… Cantidad de 500 ejemplares”. ¿Coincidencia?… El 1º de julio de 1974, fecha memorable entre los argentinos; el 1º de julio de 1979 nacimiento de nuestra primera nieta: Graciela María Marta Fontanini Leonhardt -con cercanos ecos familiares de Teófilo Madrejón…- y ahora, vibro mientras pulso las teclas: 1º de julio de 2000, último del siglo veinte, día del Último Vuelo de mi amado amante: Eduardo Rodolfo Fontanini Doval.