
No ha sido por casualidad lo escrito el 16 de abril de 1904 por el periodista e historiador Ramón Lassaga, un día después del fallecimiento de doña Vicenta Gálvez de Gollán:
“Parece que la muerte está eligiendo sus víctimas!
Ayer caían al implacable y certero golpe las matronas de antiquísimo abolengo en Santa Fe; y hoy joven aun, aun llena de vida, como el cedro frondoso al que de golpe derriba el rayo, Vicenta Gálvez de Gollán deja su envoltura terrestre, como un trofeo á la muerte, mientras su alma vuela al cielo de las venturas infinitas.
A que hondas meditaciones no se presta esta desaparición tan prematura!
Como semilla la fé entre estas tinieblas al decir a las almas doloridas que esa separación no es eterna, que ese último adiós es hasta pronto, que el amor y los afectos vinculan la muerte con la vida, sin que en esa lucha del olvido, pueda jamás vencer á la segunda la primera!
El hogar está mas que entristecido pues se halla envuelto en sombras de muerte; y el luto de este hogar en el de todos los hogares de nuestra sociedad más distinguida porque Vicenta Gálvez de Gollán estaba a ella vinculada por su posición social y por sus méritos.
Esposa de un hombre intachable que supo llegar á las altas posiciones sin marearse; madre de muchos hijos que han de hacer honor a sus virtudes y a su nombre, hermana de altos funcionarios que han ligado su nombre á una época histórica en Santa Fe, perteneciente á la clase mas distinguida en nuestra sociedad, la vimos siempre ejemplarmente modesta, retirada en el hogar feliz cumpliendo con sus deberes de esposa y de madre, prefiriendo las caricias tiernas de sus hijos á los aplausos que pudiera prodigarle el mundo con sus alegrías ruidosas y sus ruidosos placeres.
Solamente cuando la voz de la caridad clamaba á sus puertas, la matrona cristiana robaba horas á los deberes que su misión santa le imponía, y con la dulce sonrisa de los buenos ponía á disposición de sus semejantes, algo mas que la moneda que puede restaurar la salud del cuerpo, las bondades de su corazón que pudieron curar las enfermedades del espíritu.
Y ha marchado al mundo de la eterna vida, joven aún cuando veía crecer á su alrededor erguidos y lozanos como retoños robustos de un árbol fuerte, los hijos de su amor!
Y quién puede sondar los misterios de Dios?
Quién puede responder á la pregunta del admirable libro de Job: conocías al número de tus días?
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Vicenta Gálvez de Gollán no desaparece empero de entre nosotros para siempre; viven y vivirán su recuerdo y sus virtudes mucho más que las tristes cinerarias que hoy se deshojaran sobre su féretro; más mucho más que las lágrimas que se derramen sobre sus mortales despojos –más, mucho más que los suspiros que arranque la muerte al corazón de los que te conocieron y te amaron.
Porque su vida fue lección y fue ejemplo; la semilla que desparramó á manos llenas no cayó en campo inculto y estéril sino en tierra fecunda y su recuerdo vivirá por siempre como vivirá su espíritu inmortal en el seno de Dios.” [1]
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
[1] Provincia de Santa Fe. Archivo General de la Provincia. Lassaga, Ramón, Carpeta 11, Legajo 4. Manuscrito fecha “Abril 16 de 1904”.