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Hugo de Arriba, pianista…

El periodista Manuel Mudry, desde La Región del diario vespertino “El Litoral” de la capital santafesina, el sábado 27 de febrero de 1999 destacó que Hugo de Arriba -51 años-, “jamás pisó un conservatorio, nunca tuvo profesor pero eso no le impidió… convertirse en un verdadero maestro de ésos que le ponen música a la vida.  Amante del piano de cola y el acordeón, desde los seis años sube al escenario a regalar al público sus melodías.”

“Cuando tenía cuatro años, su abuelo lo acercó a un acordeón y a los seis los músicos Chachón Acosta y Aníbal Aguiar lo llevaron a un baile a tocar en su orquesta.”

Recordó que cuando tenía diecisiete años, tuvo “el placer de tocar en la orquesta de Armando Pontier, después con Varela Varelita y un corto tiempo con Omar el Antillano.

A los 21 años me fui de gira con un circo, donde aprendí muchas cosas que a uno lo hacen un poco vago por el solo hecho de ir de un lugar a otro…

Hice una carrera como oficinista pero finalmente retomé el trabajo que había dejado y creo que nunca más abandonaré estos de ser músico.

Estoy muy bien.  Tocando en muchos lugares de Santa Fe, y en donde me convoquen: confiterías, Club del Orden, Centro Italiano, Hipercar y hasta para algunas visitas importantes como ocurrió recientemente con una delegación extranjera.”

“El instrumento termina haciendo lo que uno quiere.  Lo que figura en el pentagrama es lo que alguna vez se le ocurrió escribir a alguien y refleja una vivencia, como lo haría un pintor o un poeta.  Después, cada uno tiene una interpretación particular que se transmite sin perder la esencia que inspiró al autor”.

 

Hugo de Arriba comenta que en Vera no tiene “campo de acción” para su vocación y expresa: “…es donde tengo mis afectos, mi familia.  Lamento que deba emigrar aunque eso también es cumplir con aquello de que ‘nadie es profeta en su tierra’.  Cada vez que me presento, la gente me pregunta de dónde soy y me causa un inmenso placer decir que soy verense…  Considera a su esposa Mary, a sus hijos Marisol y Gustavo los cimientos que, después de su madre, le permitieron construir una vida llena de música.  Ellos aprendieron a compartir su amor por los teclados.

Interrogado acerca de qué opina de la electrónica en la música, respondió:

“Es un sistema que le agregó cosas pero le restó el alma, que es lo principal. Nunca se logrará reemplazar al piano de cola con un sonido electrónico.  Además, no es lo mismo tocar con todos los músicos que tenerlos en una computadora.”

En ese tiempo, estaba en el proyecto de componer sus propias canciones…

“…darme el gusto de grabar un disco compacto para dejar algo.  Después quiero irme a tocar a Miami, no para ganar plata sino por puro placer.”

 

      Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

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