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Rubén Elvio Battión

Pavesas.

“A manera de prólogo”.

Ego.

Gris.

Soledad.

Prosa IX.

“Llueve”..

“NOTAS”.

Y un lento reloj.

 

Pavesas

Por algo, Rubén Battión tituló Pavesas a su libro de poemas terminado de imprimir el 15 de junio de 1951 en los talleres gráficos de la legendaria “Librería y Editorial Castellví S. A. – San Martín 2355 – Santa Fe (Rep. Argentina)”

Por algo, el poeta dedicó tales Pavesas: “A Venus, flor nocturna”.

 

Sabido es que en el diccionario de la Real Academia Española destacan que pavesa es una palabra de origen latino y que alude a polvo… “Partecilla ligera que salta de una materia inflamada y acaba por convertirse en ceniza”.

En sentido figurativo y familiar, “estar uno hecho una pavesa” implica “estar muy extenuado y débil” y “ser uno una pavesa” será “ser muy débil y apacible”.

Sabido es que al nombrar a Venus, se rememora a la “diosa mitológica de la hermosura” o se orienta el pensamiento hacia el sistema solar ubicándose al segundo planeta, “que presenta un resplandor intenso y tiene fases similares a las de la luna.”  [1]

“A manera de prólogo”

 “Una ráfaga de simple adolescencia, donde vida e imaginación han intimado en un fantástico viaje con todas sus coincidencias y dispersiones, ha dado motivo a estas humildes y monótonas páginas que vuelan confiadas al azar.  Una brisa que cerró los ojos y abrió el corazón hacia un cielo sin brújulas, y una voz repitiéndome: ‘plantad, un árbol, escribid un…”  Página 9.

Desde el primer poema, Rubén Battión propone un acercamiento a lo psicológico y una vez más, necesitó partir del Yo…  [2]

Ego

¡Oh, alma! ¿Qué buscas allá en el arcano celeste?

¿Una estrella que aclare el designio de la muerte?

¿Aspirar una brisa de frescura indeleble?

¿Un lucero que mude las fibras agrestes?

Mas, alma: ¿no buscas las penas a veces?

Y entonces… ¿no sientes

un hondo descanso que os mece?   Página 11.

 

Señaló el comienzo de ese luminoso recorrido rememorando el “alba radiante, divina y eterna”…

Gris

Un relámpago de luna en la copa de los árboles, espera.

Una noche asomada en las pupilas inundadas de tristezas,

llovizna en la garganta el silencio de mis venas.

Las manos escapan al rubor de las estrellas.

Los sueños se diluyen en su oscura cabellera.

La luz que hirió mis ojos, se pierde en otra senda.

Fragante la risa, fue sólo quimera

con finos estratos de flores y piedras.

Amor de los amores: ¡bendito seas!

Presente que pasa, vive y recuerda.

Caminos andados tras verdes estelas

llevando en su trino de fuego y de hiedra,

las gasas azules de la tarde quieta.

Ocaso infinito: mi cuna materna

en cuyo regazo de manos abiertas

mi alma besarlo quisiera,

y luego, dormir en sus pliegues la suave tibieza

del alba radiante, divina y eterna.   Página 12.

 

Luego, entre pesadilla y sombras, lejos, en medianoche… el poeta interroga:

……………………………………..

“¿Encontraré la mano

donde hicieron lecho,

los tibios cristales

de todos mis besos?

¡Cómo rugen los vientos!

¡Cuánta música perdida

en tanto silencio!.

……………………………………..

Sabido es que soledad es una palabra derivada del latín:

“Carencia voluntaria o involuntaria de compañía. ║  2. Lugar desierto o tierra no habitada.  ║ 3. Pesar o melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguna persona o cosa.”   [3]

Por algo, se generaron estos versos…

Soledad

 ¡Soledad!… ¡Soledad!

Estoy contigo.

Mis recuerdos me acompañan.

Estoy con el Silencio.  ¿Sientes?

Ronda siempre a mi lado

como un fantasma somnoliento.

Es una brisa quieta, opaca y fría,

como una pesadilla agonizante

que revive fénixmente,

en mis trémulos crepúsculos

de melancólicas nostalgias.

Imploro en homenaje a mis desvelos,

que lo lleve lejos, muy lejos;

allá, donde las almas se diluyen,

donde los sueños se vacían,

donde se disuelven la fe y las esperanzas,

donde el canto se pierde lentamente.

Allá… tras la noche,

en la arcana eternidad de las tinieblas.

Odio mi Silencio

porque es el reflejo de mi alma;

siempre sola, como un canto nocturno

en el espacio desierto.

Tengo ansias de voces, de sonrisas,

de manos, de miradas.

Si llegar yo pudiera… mas,

estoy solo… con mi Silencio.

Te has ido, pero quedas.

Te recuerdo.

Te recuerdo porque espero.

(Recuerdos: ¡no huyáis de mí!)

Ven, ven a compartir mi soledad.

El tiempo estará en mí,

aguardando tu retorno.

¿Vienes? …Sí, sí, vienes.

Ya se oye tu rumor lejano.

Ya una música de besos ronda mi Silencio.

Mas no… no eres tú.

Es mi eco, mi delirio

de un espejismo infuso,

que llenó mi apagado Silencio.

Estoy solo… sólo con mi Silencio.   Página 32-34.

 

En otra pausa, el poeta elaboró diversos desarrollos y una vez más, emerge la imagen de su madre…

Prosa IX.

 

En el íntimo latido de la noche, una música de estrellas desprendida de una lágrima, esfumada en el rocío y reflejada en el clorótico vaho de la luna, cierra mis ojos bañados de ocaso y abre al pecho otra noche más mía y más profunda.

Y otra música afectiva resbala en las estrellas de mi cielo.  Cada nota sideral es un recuerdo que florece en el eco más puro y más sentido.

Alma constelada de recuerdos que vibran sin guiños. La infancia, los sueños, encienden los colores más vivos y diversos.

Y en el fondo de mi noche, de mi cielo, la música más fresca y el fulgor más nítido: Eterna; suave como su voz, como sus manos, como sus ojos.  ¡Oh, aquellos ojos verdes y radiantes, cuyas pupilas ocupé siempre!

Diáfana y celeste, ¡cómo brillas, madre, junto a mi noche entera!

La flor más perfumada y encendida, más abierta y bonita, más suave y delicada.  La estrella más azul; el aire más puro; el arrullo más hondo.

¡Madre! Mi eterna gratitud se postra en el sagrario de tu imagen, rezando por ti.

En la vida y en tu muerte, mi alma, como la tuya, nunca estuvo sola.”   Páginas 81-82.

 

* * * * * * * * * * *

Llueve…

En el poemario editado en 1999 con el título Llueve…, Rubén Battión incluyó en la contratapa algunas…

“Notas”

“No abaniques el aire con las manos.  Las flores duermen en sus dedos.

“Pon suavidad en tu mirada.  El sol es un inmenso aromo. Los otros dos despiertan envidias astrales.  Y son tuyos.”

“No incites al heliotropo. Un puente de ternuras une colores y perfumes.  Por allí circulan tus ojos.”

“Respira suavemente. No les confundas los aromas a las flores.”

“No aspires la rosa desde lejos.  El beso identifica.”

“Deja que la luna transite por tu frente.  No borres los recuerdos compartidos.”

“Duerme en voz baja.  Las orquídeas navegan en tus sueños.”

“Si late tu pecho es porque el viento despierta los jazmines.”

Y un lento reloj…

El insomnio es un hondo letargo

de luciérnagas extraviadas;

allí  titilan los sueños truncados:

un destello de notas disonantes

creando fantasmas en el pentagrama

de la soledad.

Brotan imágenes de oscuros carbónicos

con paisajes ebrios y difusos

en la espalda del grito;

y un lento reloj sin resortes

apresura un tiempo mordaz y recluso.

Allá, bajo la noche total.   [4]

                                               Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Diccionario de la Real Academia Española. Madrid, 1992, p. 1472.  En otras acepciones: “4. fig. Mujer muy hermosa. 5. Deleite sexual o acto carnal.”

[2] Ibídem. “ego m. Psicol. En el psicoanálisis de Freud, instancia síquica que se reconoce como ‘yo’, parcialmente consciente, que controla la motilidad y media entre los instintos del ‘ello’, los ideales del ‘superyó’ y la realidad del mundo exterior.” (Página 560.)

[3] Ídem. “4. Tonada andaluza de carácter melancólico, en compás tres por ocho. 5. Copla que se canta con esta música.  6. Danza que se baila con ella.”  (Página 1346.)

[4] Battión, Rubén Elvio. Llueve.   Santa Fe, 1999, edición del autor, p. 74.

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