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19-05-1976: Videla y el encuentro con cuatro escritores argentinos.

24-03-1976: gobierno de la Junta Militar.

19-05-1976: Videla con Borges, Ernesto Sábato, Castellani, Ratti.

Reportaje en la revista Crisis.

Actitudes de Jorge Luis Borges y de Ernesto Sábato.

Las prioridades de los escritores.

Memoria necesaria.

La Junta Militar acusa a políticos, gremialistas, periodistas.

“Los inculpados”.

Junio de 1976: pena de muerte.

Percepciones y talento de Discépolo, el perseguido en el 55.

Casi colofón.

Julio de 1984: testimonios de Ernesto Sábato.

 

 

Desde comienzos de 1975, se habían acentuado las acciones en la guerra civil no declarada, generada en el territorio argentino tras sucesivos secuestros, atentados y asesinatos, organizados por grupos armados de determinados sectores populares desde fines de la década anterior.

Tras el fallecimiento del presidente Tte. Gral. Juan Domingo Perón el 1º de julio de 1974, asumió como titular del Poder Ejecutivo Nacional la vicepresidenta Sra. María Estela Martínez de Perón.  El 11 de febrero de 1975, puso en marcha el Operativo Independencia en la provincia de Tucumán, para combatir a “la subversión que responde a intereses foráneos.  La subversión que no respeta instituciones ni personas” y que “en su acción disolvente… intenta extenderse al medio rural” y “ataca así a todo el pueblo argentino”.  [1]

24-03-1976: gobierno de la Junta Militar…

En las primeras horas del 24 de marzo de 1976, por distintos medios de comunicación informaron que “a partir de la fecha el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas.”

Los periodistas luego informaron que al terminar la jornada anterior, los comandantes de las fuerzas armadas argentinas habían ordenado el cambio de rumbo del helicóptero que trasladaba a la presidenta señora María Estela Martínez de Perón hasta la quinta de Olivos y detenida, fue conducida hasta la residencia El Messidor, cerca de la cordillera de los Andes, en zona de islas y lagos…

El general Jorge Rafael Videla, el Almirante Emilio Eduardo Massera y el Brigadier Orlando Ramón Agosti inmediatamente informaron que “continuará el estado de sitio y que se dictarán penas severas (incluso la de muerte)” a quienes “atenten contra el personal de las Fuerzas Armadas y sus instalaciones”.

La Junta Militar en el último párrafo de la proclama difundida el 24 de marzo, expresaba:

“Las Fuerzas Armadas han asumido el control de la República.  Quiera el país todo comprender el sentido profundo e inequívoco de la actitud, para que la responsabilidad y el esfuerzo colectivos acompañen esta empresa que, persiguiendo el bien común, alcanzará -con la ayuda de Dios- la plena recuperación nacional.”

“Propósito. Restituir los valores esenciales que sirven de fundamento a la conducción integral del Estado, enfatizando el sentido de moralidad, idoneidad y eficiencia, imprescindibles para reconstituir el contenido y la imagen de la Nación, erradicar la subversión y promover el desarrollo económico de la vida nacional basado en el equilibrio y la participación responsable de los distintos sectores a fin de asegurar la posterior instauración de una democracia, republicana, representativa y federal, adecuada a la realidad y exigencias de solución progreso del Pueblo Argentino.”    [2]

Ese día, algunos grupos celebraron la derrota del gobierno más teniendo en cuenta el efecto que produciría en el seno del justicialismo que como posible solución a los continuos conflictos socio-económicos en todo el territorio nacional.

En el diario La Opinión dirigido por Jacobo Timmerman, al día siguiente difundieron estas conclusiones:

“Si los argentinos, como se advierte en todos los sectores -aún dentro del oficialismo-, agradecen al gobierno militar el haber puesto fin a un vasto caos que anunciaba la disolución del país, no menos cierto es que también le agradecen la sobriedad con que actúan.”

(Un año después, el gobierno de facto estableció la “Inhabilitación para administrar y disponer de sus bienes a quienes no justificaran su legitimidad”. El 21 de octubre mediante el decreto Nº 3.245 crearon la CONAREPA -Comisión Nacional de Responsabilidad Patrimonial- y entre otros, mediante la Resolución Nº 3 también estaba incluido Jacobo Timmerman.  [3]

El diario La Opinión durante el Proceso fue clausurado, Jacobo Timmerman detenido y muerto…)

19-05-1976: Videla con Borges, Ernesto Sábato, Castellani, Ratti.

Los valientes gauchos sabían y aún los actuales jinetes saben, que la oscuridad suele ser un obstáculo para cabalgar y que en tiempo tormentoso se recomienda desensillar hasta que aclare.  En otros ámbitos, cuando se escuchan los primeros truenos algunas personas suelen “abrir el paraguas antes de que llueva”…

No fue por casualidad que el teniente general Jorge Rafael Videla detentando la titularidad del Poder Ejecutivo Nacional, haya decidido invitar al presidente de la SADE -Sociedad Argentina de Escritores-; a Jorge Luis Borges, al Padre Leonardo Castellani Conte Pomi y Ernesto Roque Sábato para compartir un almuerzo en la Casa Rosada ya que aún conscientes de los riesgos, todavía se escuchaban voces de protesta desde ese sector por los detenidos y alojados en diferentes prisiones.

Tampoco fue por casualidad que como sucedió durante la semana de mayo de 1810, con el argumento de que “el pueblo de qué se trata…” hayan estado los periodistas esperando el momento oportuno para interrogarlos hasta donde supieran que podrían contestar, porque era imprescindible tener en cuenta al escritor y periodista Haroldo Conti -que también se había ganado la vida enseñando latín-, lo habían secuestrado el 5 de mayo, diez días antes y estando en su casa, desconociéndose aún el lugar adonde lo trasladaron…

El presidente de la SADE, escritor Horacio Esteban Ratti informó que había entregado a Videla un  petitorio referido a diversas inquietudes de los autores argentinos, referidos a los derechos de autor, la necesaria reglamentación de la Ley del Libro  y del nombramiento de asesores literarios en las emisoras de radio y televisión, también la designación de agregados culturales en el exterior.

Desde el punto de vista del presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, el general Videla era “un hombre muy comprensivo e inteligente”.

Informó que tras recibir la lista de los escritores “que estaban pasando por una situación muy lamentable… nos aseguró terminantemente que cada una de estas situaciones iba a ser analizada y aclarada de acuerdo con la ley, lo que nos tranquilizó bastante”.

Horacio Ratti, aludió también a la importancia de la preservación del idioma

Tales informaciones parecían estar en el deslinde del absurdo porque en esa época ya se estaba acuñando otra acepción de la palabra desaparecidos…  No ha sido por casualidad que diez años después, en Crónica de medio siglo, esté escrito:

“1976: Fue el año en que el término ‘desaparecidos’ comenzó a cobrar una vigencia inusitada, aun para una sociedad que como la argentina se había acostumbrado dolorosamente a convivir en un clima de creciente terror.”  [4]

Dijo el escritor Horacio Esteban Ratti a los periodistas que habían dejado una nota referida a “una docena de intelectuales que se encuentran a disposición del Poder Ejecutivo” y se animó a pronunciar algunos nombres…

Ernesto Roque Sábato expresó:

“Es imposible sintetizar una conversación de dos horas en pocas palabras, pero puedo decir que con el presidente de la Nación hablamos de la cultura en general, de temas espirituales, históricos y vinculados con los medios masivos de comunicación”.

“Hubo un altísimo grado de comprensión y respeto mutuo. En ningún momento el diálogo descendió a la polémica literaria o ideológica, tampoco incurrimos en el pecado de la banalidad. Cada uno de nosotros vertió, sin vacilaciones, su concepción personal de los temas abordados”.

“Fue una larga travesía por la problemática cultural del país. Se habló de la transformación de la Argentina, partiendo de una necesaria renovación de su cultura”.

“El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente”.

No fue por casualidad que en esas circunstancias, Ernesto Roque Sábato haya sabido eludir más preguntas, diciendo:

“Creo, por razones de cortesía, que debe ser la Secretaría de Información Pública la que informe sobre lo tratado”.

(Es oportuno reiterar las declaraciones de Sábato publicadas en 1978 en una revista alemana refiriéndose al Proceso iniciado en marzo de 1976: “La mayoría de los argentinos rogaba como por favor que las fuerzas armadas tomaran el poder.  Todos nosotros, deseábamos que se termine ese vergonzoso gobierno de mafiosos.”)

A Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, no le resultó difícil encontrar las palabras necesarias para reflejar su estado de ánimo tras almorzar cerca de los dos generales:

“Le agradecí personalmente el golpe de Estado del 24 de marzo que salvó al país de la ignominia, y le manifesté mi simpatía por haber enfrentado la responsabilidad del gobierno. Yo, que nunca he sabido gobernar mi vida, menos podría gobernar el país”.

Antes de autodesaparecer, Borges con sutil ironía dijo:

“Soy tímido y, ante tanta gente importante, seguramente me sentiré abochornado”…

Por la difusión en distintos medios, trascendió que habían aludido al escritor Antonio Di Benedetto, en ese tiempo en una unidad penitenciaria.  [5]

Sabido era que ninguna fuerza de seguridad había informado acerca de dónde estaban detenidos el escritor y periodista Haroldo Conti -del diario “Buenos Aires Herald”- ni Carlos Pérez perteneciente a la redacción del suplemento cultural del diario “Clarín” de Buenos Aires.  En ese tiempo, Israel Zeitlin -más conocido como el escritor y periodista César Tiempo– soportó la contundencia de los Reorganizadores porque firmaron su cesantía en la dirección del Teatro Nacional Cervantes.

Las noticias publicadas días después en diarios de la ciudad de Buenos Aires, indicaban que al 4 de junio de 1976 debieran agregar en la lista de detenidos-desaparecidos a los periodistas Miguel Ángel Bustos y al cineasta Raymundo Gleyzer.  Datos elocuentes para evaluar el resultado del almuerzo y diálogo del presidente de la SADE y otros escritores con el comandante en jefe del Ejército y presidente de facto Jorge Rafael Videla.

Reportaje en la revista Crisis…

Un periodista de la revista Crisis de la capital federal -donde trabajó Haroldo Conti hasta que lo secuestraron a la noche en su domicilio-, el 21 de mayo intentó una entrevista con los cuatro escritores que habían almorzado con el general Videla y el secretario general de la presidencia general José Villarreal.

(En una fotografía quedaron algunas señales: Videla, a su derecha el Padre Castellani, a su izquierda Sábato; enfrente Borges y a ambos lados Ratti y Villarreal.

Es oportuno reiterar lo expresado por los escritores al periodista de “Crisis”.

Ernesto Sábato no dejó lugar a dudas:

“Yo no hago declaraciones para la revista Crisis”.

El laberíntico Jorge Luis Borges, “adujo falta de tiempo y no respondió”.

El periodista de Crisis aludió a que “durante varios días un amplio sector de la opinión pública no hizo más que comentar el almuerzo entre los escritores y el presidente Videla”.

El escritor y sacerdote jesuita Leonardo Castellani Conte-Pomi, contestó:

“Bueno, es cierto, pero la gente se olvida de que fue nada más que un almuerzo y en los almuerzos se come más que se habla…”

“En realidad, el más callado fui yo. Dije algunas cosas pero quienes más hablaron fueron los demás, sobre todo Sábato y Ratti que llevaban varios proyectos.”

Destacó que el presidente y él fueron “los más silenciosos.

Videla se limitó a escuchar. Creo que lo que sucedió es que quienes más hablaron, en vez de preguntar, hicieron demasiadas propuestas. En mi criterio, ninguna de ellas fue importante, porque estaban centradas exclusivamente en lo cultural y soslayaban lo político. Sábato y Ratti hablaron mucho sobre la ley del libro, sobre el problema de la SADE, sobre los derechos de autor, etc.”

Cuando el periodista le dijo: “Bueno, padre, al fin y al cabo, era una reunión de escritores…”, una vez más el Padre Castellani sintió la potencia de sus voces interiores y contestó:

“Sí, pero la preocupación central de un escritor nunca pueden ser los libros, ¿no es cierto? Yo traté de aprovechar la situación por lo menos con una inquietud que llevaba en mi corazón de cristiano. Días atrás me había visitado una persona que, con lágrimas en los ojos, sumida en la desesperación, me había suplicado que intercediera por la vida del escritor Haroldo Conti. Yo no sabía de él más que era un escritor prestigioso y que había sido seminarista en su juventud. Pero, de cualquier manera, no me importaba eso, pues, así se hubiera tratado de cualquier persona, mi obligación moral era hacerme eco de quien pedía por alguien cuyo destino es incierto en estos momentos. Anoté su nombre en un papel y se lo entregué a Videla, quien lo recogió respetuosamente y aseguró que la paz iba a volver muy pronto al país.”

(Durante un diálogo con periodistas extranjeros, tiempo después Videla no pudo eludir la obligación de decir que Haroldo Conti “estaba muerto”.

Aún conmueve la lectura de su legado literario…) [6]

Actitudes de Jorge Luis Borges y de Ernesto Sábato…

El testimonio del Padre Leonardo Castellani produjo en aquellas circunstancias diversos efectos inquietantes:

“Fíjese qué curioso: Borges y Sábato, en un momento de la reunión, dijeron que el país nunca había sido purificado por ninguna guerra internacional. Ellos, más tarde lo negaron, así como aseguraron decir cosas que, en realidad, no dijeron. Pero hablaron de la purificación por la guerra. Lo interesante es que el presidente Videla, que es un general, un profesional de la guerra, los interrumpió para manifestar su desacuerdo. Creo que eso le desagradó mucho, pues motivó una de sus pocas intervenciones. A mí también eso me cayó como un balde de agua fría, por lo tremendo que eso significa. Además, por lo incorrecto: se olvidan que la Argentina atravesó varias guerras internacionales, como la de la independencia, la del bloqueo anglo-francés, la del Paraguay, y más bien que de esas contiendas no salió purificada”.

El periodista de la revista Crisis le manifestó: “-Quizás ellos quisieron decir que la situación difícil de la Argentina no se justificaba, pues, a diferencia de Europa, no había sufrido ninguna guerra…”

El Padre Castellani contestó:

“Vea, en lo que va de este siglo Europa sufrió ya dos guerras mundiales, pero no por eso es más pura que la Argentina. Al contrario… Por eso le digo que de ese almuerzo, si es por lo que se habló, no puede haber salido algo muy positivo o trascendente. A lo mejor, el presidente se llevó una impresión favorable y pudo rescatar algunas ideas que allí se lanzaron, pero nada más”.

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“…Sábato habló mucho o peroró, mejor dicho, sobre el nombramiento de un Consejo de Notables que supervisara los programas de televisión. En Inglaterra funciona una instancia similar, presidido por la familia real e integrado por hombres notorios de todas las tendencias. Cuando estuve hace mucho en Inglaterra, Chesterton me habló de ese consejo del cual él formaba parte y que, por aquel entonces, supervisaba sólo la radio, ya que la televisión todavía no existía. Eso quería Sábato que se hiciese en la Argentina. Borges dijo que él no integraría jamás ese consejo de prohombres. Sábato, entonces, agregó que él tampoco. Yo pensé en ese momento para qué lo proponían entonces. O sea que ellos embarcaban a la gente pero se quedaban en tierra. Personalmente, no creo que ese consejo sea una decisión muy importante…”

Consultado por el periodista acerca que “¿qué significa este almuerzo?”, el talentoso Padre Castellani dijo:

“Para mí fue un hecho agradable, pero no muy trascendente. Al menos, que los hechos posteriores demuestren lo contrario, como por ejemplo, que aparezca el escritor Haroldo Conti. Algunos me habían pedido que intercediera también por varios ex funcionarios cesanteados aparentemente en forma injusta. Pero no quise hacerlo, pues me pareció que esos casos desdibujarían la dramaticidad de la situación de Conti, por cuya vida se teme…”

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“Al salir, había una nube de periodistas y los fotógrafos eran interminables, parecían formar de seis en fondo. Borges aprovechó algún vericueto para retirarse rápidamente. Antes de hacerlo nos invitó para que fuéramos a su casa a tomar un café. Cuando Sábato, Ratti y yo logramos zafarnos del asedio periodístico, nos fuimos hasta la casa de Borges, pero ahí nos llevamos una sorpresa. Una persona que nos abrió la puerta dijo que Borges no nos podía atender porque estaba en cama con fuertes dolores de estómago.  En fin, son cosas que pasan…”

Horacio Esteban Ratti, presidente de la SADE expresó ante el periodista de la revista Crisis:

“Creo que la invitación oficial estaba destinada a personas que pensamos, aunque no coincidimos en las mismas líneas de pensamiento. Fue un criterio muy acertado. El punto de arranque fue la posibilidad de reformar el país a partir del ámbito de la cultura, sin lo cual nunca habrá transformaciones reales. Los que concurrimos al almuerzo sostuvimos eso quizás con excesivas fantasías intelectuales, pero el general Videla compartió nuestra fe. Él también cree que a partir de la cultura se puede reestructurar al país. Esta afirmación constituyó una verdadera base de coincidencias…”

Interrogado acerca de si se plantearon divergencias, contestó:

“Sí, las hubo sobre algunos puntos, pero no me voy a referir a ellas porque sería un tanto inconveniente. Insisto en que la coincidencia es que la cultura puede ser la base auténtica de la transformación nacional…”

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“Como presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, me limité a elevar al general Videla nuestras viejas reivindicaciones, como la Ley del Libro, la transformación de la SADE en un ente recaudador, el problema de los derechos de autor, etc. También planteé la necesidad de defender nuestro patrimonio idiomático, sobre todo mediante la supervisión del desempeño de los medios de comunicación masiva a través de una participación directa de los escritores. Hay que depurar los medios comunicacionales de palabras extranjeras que, en algunos casos, además de deformar nuestro idioma, creo que ayudan a cierta huida de divisas. También pedí el apoyo del gobierno para la Semana del Escritor que celebraremos en junio y lo invité al general Videla para que venga a la entrega de premios que hacemos anualmente. Otra reivindicación nuestra fue el pedido de facilidades para viajar a precios reducidos en los pasajes, como sucede con los periodistas.”

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“Bueno, se tocó el problema de la censura y, en general, se planteó la conveniencia de tener que orientar al público para no tener que recurrir a la censura, para que quien es capaz se haga la censura él mismo. Se habló también de la manera conveniente de reprimir la violencia, en el sentido de que el proceso político no se convierta en una sucesión de venganzas. Para que, de una vez por todas, podamos hacer una real apertura en el país. Todos estos temas se tocaron con mucha discreción. El presidente Videla nos impresionó a todos como un hombre muy comprensivo e inteligente. Le elevé al general Videla una lista de escritores, creo que eran dieciséis nombres, que estaban pasando por una circunstancia muy lamentable, como es el caso de Haroldo Conti y Eduardo Costa, de los que nada se sabe hasta la fecha, o como la situación del escritor Di Benedetto, quien hace un mes está encarcelado. También mencioné el caso de César Tiempo, quien era funcionario público durante el gobierno anterior y fue declarado cesante por un decreto que absurdamente lo vincula con la violencia subversiva…”  [7]

Cuando el periodista de Crisis preguntó “¿qué recepción hubo en el Presidente acerca de estos casos?”, el presidente de la asociación de escritores informó:

“Nos aseguró terminantemente que cada una de estas situaciones iba a ser analizada y aclarada de acuerdo con la ley, lo que nos tranquilizó bastante. Porque lo que nos preocupa es cuando de un escritor no se sabe nada de nada, si está vivo o si está muerto. Queremos que se aclare esto, que se nos informe. Después, la justicia hará lo que corresponda.”

Las prioridades de los escritores…

El periodista de Crisis sentía necesidad de evaluar los resultados de aquel pasmoso almuerzo de Videla con los cuatro escritores y preguntó:

“¿Se produjeron después del encuentro hechos que testimonien prácticamente la importancia del mismo?”

Si lo expresado por el Padre Castellani durante el reportaje había producido alguna incontenible reacción en los lectores, la respuesta de Ratti también generó turbación:

“Mire, un caso concreto: cuando se hizo público que yo iba a concurrir a la Casa Rosada, me vino a ver una socia nuestra, la nieta de Paul Groussac, quien me contó que un expediente suyo referido a una pensión estaba trabado en no sé qué ministerio o tribunal. Bueno, lo cierto es que añadí a mi carpeta esa penosa situación para planteársela al general Videla. Hace unas horas me habló la nieta de Groussac para informarme que había recibido una circular del Gobierno donde se daba cuenta que su problema ya había sido encarado. Creo que se trataba de un pedido de jubilación por invalidez. Este ejemplo demuestra que los papeles que le dejamos a Videla no han ido al canasto…”

Memoria necesaria…

Tal como sucedía en los años anteriores, en las carteleras de efemérides escolares, el 15 de junio de 1976 se destacaba la celebración del Día del libro y en las crónicas periodísticas, informaban que un comando guerrillero había asesinado al coronel Juan Carlos Mendieta y dos días después, el asesinado es el jefe de la Policía Federal Cesáreo Ángel Cardozo.  El ministro del Interior General Albano Harguindeguy –reconocido como “el hombre fuerte del Proceso”-, informó a los periodistas que “una joven de 18 años, Ana María González, que había trabado amistad con la hija del jefe militar, fue quien había colocado, bajo la cama de éste, la bomba que le causó la muerte”. La joven González estuvo vinculada con el grupo armado Montoneros -sector disidente de la juventud peronista- y había logrado huir.

“Cinco días después, de ese atentado, desconocidos vuelan la casa de Ana María González”.

Sabido era que el 24 de junio de 1976, la Junta Militar firmó y difundió “el ‘Acta de Responsabilidad Institucional’, por la cual se impone la pérdida de los derechos políticos y gremiales, se inhabilita para ejercer cargos y se prohíbe disponer de sus bienes a una larga lista de ciudadanos, que incluía nombres como la propia Isabel Perón, varios de sus ministros y dirigentes gremiales, y hasta algún político de la oposición, como Héctor Sandler de UDELPA” – “Unión del Pueblo Argentino”

(Es oportuno recordar que un año después del derrocamiento del presidente Dr. Arturo Frondizi (28-03-1962), el partido político UDELPA había impulsado la candidatura del Gral. Pedro Eugenio Aramburu el 3 de julio de 1963, con apoyo del Partido Demócrata Progresista y de la Unión Nacional…

“Era el menosprecio a la memoria colectiva; era desconocer que el pueblo recordaba lo sucedido en 1955: exilio, persecución, ce­santías‑, y los fusilamientos en 1956”.   [8]

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No había sido por casualidad que el 29 de mayo de 1970, el comando “General Juan José Valle” de la organización político-militar Montoneros¸ “como una demostración de poder y de coraje ‑o de audacia y de crueldad‑… secuestró al ex‑presidente de facto de la ‘libertadora’, que a su vez había sido uno de los que decidieron secuestrar el cadáver de Eva Perón.   [9]

No fue por casualidad que ese día, dos jóvenes vestidos con uniformes militares pudieron llegar hasta el domicilio del general Pedro Eugenio Aramburu expresándole que iban para reforzar la custodia y al ser atendidos por él, inmediatamente lo secuestraron y trasladaron a una chacra en la provincia de Buenos Aires, donde estaba el comando liderado por Mario Firmenich -de veintidós años-, en esa época “el tercero en la Orga”

No fue por casualidad que el 1º de junio de 1970, aquel comando General Valle después de enunciar los graves cargos que consideraban motivo suficiente para una condena definitiva, a las 7, lo ejecutó.”

Como medida  extrema Onganía anuncia la aplicación de la pena de muerte para los responsables de algunas acciones terroris­tas. La duda crecía: Aramburu estaría con vida o muerto. Las investigaciones eran in­suficientes. Quedaba demostrado que el Pre­sidente Onganía no podía garantizar el orden interno y se anunciaba su fin”.

Transcurrieron cuarenta y cinco días antes de que su cadáver fuera hallado en el sur de la provincia de Buenos Aires…  [10]

El escritor Rodolfo Walsh, tiempo después escribió:

“El episodio sacudió al país de distintas maneras. El pueblo no lloró la muerte de Aramburu. El Ejército, las instituciones, la oligarquía elevaron un clamor indignado. Entre los centenares de protestas y declaraciones hay una que merece recordarse. Califica el hecho de ‘crimen monstruoso y cobarde, sin precedentes en la historia de la República’.”[11]

Tampoco fue por casualidad que durante el primer lustro de la década del ’70 hasta en las canchas de fútbol de la ciudad de Buenos Aires se manifestaran algunos sectores políticos gritando: “Duro, duro, duro, acá están los Montoneros que mataron a Aramburu”.

La Junta Militar acusa a políticos, gremialistas, periodistas…

Por el artículo 1º del Acta de responsabilidad institucional, “la Junta Militar asume la facultad y responsabilidad de considerar la conducta de aquellas personas que hayan ocasionado perjuicios a los superiores intereses de la Nación” y en cinco incisos establecen la “inobservancia de principios morales básicos en el ejercicio de la función pública”; “b) Negligencia grave en el ejercicio de funciones públicas, políticas, gremiales o actividades que comprometen el interés público”;  “c) Incumplimiento del mandato…; d) Acciones u omisiones que hayan facilitado la subversión disociadora; e) Tolerancia de la corrupción administrativa o negligencia que la facilitara”.

“Los inculpados”…
  1. Martínez de Perón, María Estela, presidenta de la Nación destituida por la Junta Militar y:
  2. Abal Medina, Juan Manuel.
  3. Adre, Elías.
  4. Basile, Juan Carlos.
  5. Benítez, Antonio Juan.
  6. Bidegain, Oscar.
  7. Broner, Julio.
  8. Cámpora, Héctor José.
  9. Cámpora, Héctor Pedro.
  10. Cepernic, José.
  11. Damasco, Aníbal Vicente.
  12. Duhalde, Eduardo Luis [12]
  13. González Taboada, Julio César.
  14. Guillán, Julio Isabelino.
  15. Herreras, Casildo.
  16. Ibáñez, Diego Sebastián.
  17. Kestelboin, Jorge Leonardo
  18. Lastiri, Raúl Alberto.
  19. López Rega, José.
  20. Martínez Baca, Alberto.
  21. Menem, Carlos Saúl.
  22. Miguel, Lorenzo Mariano.
  23. Obregón Cano, Ricardo Armando.
  24. Papagno, Rogelio.
  25. Ponce, Rodolfo Antonio.
  26. Jesús Edelmiro.
  27. Puigrós, Rodolfo José.
  28. Righi, Esteban Justo Antonio.
  29. Ruckauf, Carlos Federico.
  30. Sandler, Héctor Raúl.
  31. Savino, Adolfo Mario.
  32. Taiana, Jorge Alberto.
  33. Villone, José María.
  34. Gelbart, José Ber (Incluso por el art. 2º inc. b) “pérdida de ciudadanía”.)
 
Junio de 1976: pena de muerte…

Al mes siguiente de la reunión del general Jorge Rafael Videla con Borges, Castellani, Ratti y Sábato, el 25 de junio de 1976, “la Junta implanta la pena de muerte para los autores de asesinatos, de funcionarios, magistrados y miembros de las Fuerzas Armadas y de seguridad. Ese mismo mes el gobierno informa sobre numerosos encuentros entre guerrilleros y fuerzas militares, que arrojan un alto número de muertos entre los primeros”.[13]

“Pero la violencia continuaba.  El 19 de agosto un grupo guerrillero asesina al general retirado Omar Actis, que se desempeñaba como presidente del Ente Autárquico Mundial 78”, en Wilde, provincia de Buenos Aires, “cuando desde una camioneta habían ametrallado el automóvil donde viajaba el militar.

Al otro día, se produce un macabro descubrimiento en Pilar. El de treinta cadáveres mutilados, que habían sido volados por una bomba.  Se suponía (era imposible una identificación) que los muertos pertenecían a los montoneros.  En esos mismos días, se produjeron las desapariciones de dos exlegisladores de la UCR, Hipólito Solari Irigoyen y Mario Abel Amaya.

 

Percepciones y talento de Discépolo, el perseguido en el 55…

Al generarse el primer golpe de estado en la República Argentina, el 6 de septiembre de 1930, fue destituido el presidente de la Nación doctor Hipólito Irigoyen -segunda presidencia- y un lustro después, Enrique Santos Discépolo conmovió al difundirse la letra y música de otro tango.

Veinte años después, tras el tercer golpe cívico militar que generó la autodenominada Revolución Libertadora, el 16 de septiembre de 1955 fue interrumpida la segunda presidencia del general Juan Domingo Perón.  El 5 de marzo de 1956 mediante el decreto Nº 4.161 hasta prohibieron el uso de determinadas palabras y tres meses después 9 y 12 de junio- concretaron los fusilamientos y decretaron la vigencia de la ley marcial.

En ese tiempo, Discepolín soportó persecuciones y murió de tristeza acosado por una progresiva “asfixia moral”…

En 1976, seguía conmoviendo la vigencia de su Cambalache[14]

 

…Vivimos revolcaos en un merengue

y en el mismo lodo todos manoseaos.

 

Hoy resulta que es lo mismo

ser derecho que traidor,

ignorante, sabio, chorro,

generoso o estafador…

¡Todo es igual!

¡Nada es mejor!

Lo mismo un burro que un gran profesor.

No hay aplazaos ni escalafón,

los ignorantes nos han igualao.

Si uno vive en la impostura

y otro roba en su ambición,

da lo mismo que sea cura,

colchonero, Rey de Bastos,

caradura o polizón.

 

¡Qué falta de respeto,

qué atropello a la razón!

Cualquiera es un señor,

cualquiera es un ladrón…

……………………………………………………..

Igual que en la vidriera

irrespetuosa

de los cambalaches

se ha mezclao la vida,

y herida por un sable sin remache

ves llorar la Biblia

junto a un calefón.

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Es lo mismo el que labura

noche y día como un buey,

que el que vive de los otros,

que el que mata, que el que cura,

o está fuera de la ley…    [15]

Casi colofón…

En el ocaso del Proceso, se generó la Gesta de las Malvinas y el fracaso de ese intento de recuperación de la soberanía en las Islas del Atlántico Sur, significó también el cese del presidente de facto General Leopoldo Fortunato Galtieri reemplazado por el General Reynaldo Bignone a partir del 23 de junio de 1982 y la decisión de los jefes de las fuerzas armadas de convocar a elecciones al año siguiente.  [16]

El 10 de diciembre de 1983 asumió el doctor Raúl Ricardo Alfonsín, y adoptó una decisión sorprendente al convocar a Ernesto Roque Sábato para presidir la CONADEP, la comisión nacional encargada de recopilar antecedentes sobre violación de los derechos humanos y desaparecidos durante el Proceso iniciado en marzo de 1976: un hecho que había celebrado con satisfacción Jorge Luis Borges -ya que él estaba convencido de que “los peronistas son incorregibles”– y que también resultó emocionante para Sábato cuando participó en el almuerzo del otoño de 1976…

(Esa Comisión Nacional estuvo integrada por: “M. Meyer, R. Colombres, C. Gattinoni, E. Rabossi, Graciela Castagnola de Fernández Meijide, J. Manzur, Dr. René Favaloro, H. Fernández Long, Monseñor Jaime de Nevares, L. Silgueira, D. Salvador, R. Aragón, H. Huarte, H. Piucilli, S. M. López, escritor Gregorio Klimovsky y periodista Magdalena Ruiz Guiñazú.”

“Como resultado de la investigación se elaboraron los legajos pertinentes y luego fue publicado el libro Nunca más que sintetiza sus conclusiones.)  [17]

Julio de 1984: testimonios de Ernesto Sábato…

Desde su hogar, en Santos Lugares -provincia de Buenos Aires- y cerca de su perro Roque, el escritor Ernesto Sábato escribió el prólogo del libro Desde el silencio – Escritos de jóvenes secuestrados-desaparecidos durante la dictadura[18]

Sábato rememoró:

“En los años que precedieron al golpe de 1976 hubo actos de terrorismo que ninguna comunidad civilizada puede justificar.  Invocando estos hechos, la dictadura militar desató un terrorismo infinitamente peor, porque se ejerció con el gigantesco poderío y la total impunidad que permite el estado absoluto, iniciándose una infernal caza de brujas en la que no sólo pagaron los terroristas sino miles y miles de inocentes.”   [19]

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“Es una siniestra paradoja que el exterminio de miles de seres de este valor haya sido perpetrado en nombre de Dios, la patria y la familia. Hay motivos para desgarrantes reflexiones sobre el destino de una juventud que fue parte de la mejor juventud argentina, cuyo único delito fue soñar con un mundo más humano. Muchísimos de los desaparecidos que registramos en nuestra Comisión Nacional eran apenas adolescentes, que fueron arrancados bárbaramente de sus hogares para llevarlos a los antros del suplicio, la violación y la muerte.

El terrorismo de estado incluyó también el diabólico plan de la destrucción de las familias de los desaparecidos, con el suplicio de los que sufrían la atroz incertidumbre sobre el destino de sus hijos, perdidos en aquel abismo tenebroso y sin fondo. Padres y madres, en su atormentadora fantasía, enterraron y resucitaron cada día al que amaban, sin saber siquiera la forma de la realidad, años tras años estuvieron sometidos a las más terroríficas suposiciones acerca del martirio de los secuestrados, sin saber cómo ni dónde habían padecido, ni cuántos habían dejado de padecer, si es que habían muerto.  Será difícil saber algún día cuántos padres murieron o se dejaron morir de angustia y de tristeza, cuántos enloquecieron”.

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“La inmensa tragedia que vivió la Argentina en estos años del desprecio no será olvidada jamás por los que tienen algo en su corazón.  Y los culpables cualesquiera sean las argucias con que puedan escapar al castigo de los tribunales- tendrán que soportar la condena moral no sólo de los que en esta tierra pudieron presenciar el horror sino la condena de la conciencia del mundo entero.”

Ernesto Sábato.

Santos Lugares, julio de 1984.”

Por algo, el estudioso físico que prefirió dedicarse a la literatura, diez años antes, en febrero de 1974, había expresado:

“Sí, ahí lo tienen; con  cruel y delicada exactitud, en estos relatos está como un condenado entre rejas, mi propio espíritu: el retrato con que observo el Universo”.

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Anochece y llovizna.

Agoniza el siglo veinte.

Siento húmedas las mejillas.

Percibo el eco de Camalache

Siglo veinte, cambalache

problemático y febril…

El que no llora no mama

y el que no afana es un gil.

¡Dale, nomás…!

¡Dale, que va…!

¡Que allá en el Horno

nos vamo’ a encontrar…!

No pienses más;

sentate a un lao,

que a nadie importa

si naciste honrao…

Es lo mismo el que labura

noche y día como un buey,

que el que vive de los otros,

que el que mata, que el que cura,

o esta fuera de la ley…”

 

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

Santa Fe de la Vera Cruz, República Argentina.

[1] Del texto del comunicado de la Secretaría de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación: “La Argentina marcha hacia su destino de potencia.  Es nuestro triunfo.  El triunfo del pueblo.  La victoria de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía, que votó libremente su destino de grandeza.  Pero hay quienes pretenden que sigamos sometidos. Es la subversión que responde a intereses foráneos. La subversión que no respeta instituciones ni personas.  En su acción disolvente hoy intentan extenderse al medio rural.  La subversión ataca así a todo el pueblo argentino.  Por ello la lucha contra la subversión requiere la participación de toda la comunidad.  El Poder Ejecutivo Nacional, fiel intérprete del mandato que le confirieron las mayorías populares, ha decidido la intervención del Ejército en la lucha contra la subversión  apartida.  Una vez más, las Fuerzas Armadas están unidas e identificadas con el pueblo en la defensa de nuestro propio modo de vida.  Porque el hombre que trabaja, el joven que estudia, la mujer que cuida el hogar pretenden una Argentina en paz, una Argentina unida y, por sobre todo, una Argentina nuestra.  El pueblo supo votar.  Sepa el pueblo ahora, junto a sus hombres de armas, defender su presente y su futuro contra la subversión importada.  No hay retroceso en el camino emprendido.  La participación del Ejército responde a lo previsto por el gobierno nacional en materia de seguridad interior.  Junto a las fuerzas policiales y de seguridad y las demás fuerzas armadas el Ejército defiende los legítimos intereses del pueblo frente a quienes desconocen sus derechos esenciales.  La defensa del gobierno popular es una tarea de todos los argentinos.  Combatir a los enemigos del pueblo se convierte así en un imperativo de la hora actual.”

[2] República Argentina. Proceso de Reorganización Nacional. Buenos Aires, 1976 (folleto, tapa azul celeste, 16 páginas.) “Fundamentos de la decisión adoptada por las Fuerzas Armadas Argentinas el 24 de marzo de 1976.”

[3] Orbea de Fontanini. El tiempo de Perón 1973-1976 (Inédito). El gobierno de facto incluyó incluyeron en “la Res. Nº 3 a integrantes del grupo Graiver -David, Isidoro Miguel y Juan Graiver; Rafael Ianover, Lidia Elba Papaleo, Orlando Benjamín Reinoso y Jorge Rubinstein (03/02) e idéntica disposición sobre algunas personas físicas y jurídicas: Lidia H. Brodsky de Graiver, Construir S.A. Constructora Inmobiliaria, Comercial y Agropecuaria, Empresas Graiver Asociadas, Galería Da Vinci SACIF,  Eva Gitnach de Graiver, Dina Haskel de Gelbard, Jacobo Timmerman, entre otros. El 19 de octubre quedó sancionada la ley Nº 21.670 que ‘prohibía’ administrar y disponer de los bienes hasta tanto se comprobara su legitimidad; se enunciaban las causales consideradas legítimas y el procedimiento a seguir. Dos días después mediante el Decr. Nº 3245 se creó la CONAREPA (Comisión Nacional de Responsabilidad Patrimonial) integrada por el Consejo Nacional de Responsabilidad Patrimonial, la Secretaría General y la Fiscalía Nacional de Investigaciones Patrimoniales, norma vigente hasta el 23 de junio de 1983 cuando por el Decr. 1539 se dispuso que el organismo de aplicación era el Ministerio de Economía.”

[4] Crónica de medio siglo 1936-1986. Buenos Aires, p. 761.

[5] Diario La Opinión  de Jacobo Timmerman (uno de los tantos perseguidos…) Buenos Aires, 20 de mayo de 1976.  Distintos medios reiteraron esa información, también incluida en la edición vespertina del 19 de mayo, en el diario La Razón de Buenos Aires.

[6] Haroldo Conti, nacido el 25 de mayo de 1921 en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, se destacó como narrador, guionista, autor teatral, asistente y director cinematográfico. Algunas de sus obras: 1955: Examinados (Premio Olat); 1960: La causa (mención Concurso Time-Life); 1964: Todos los veranos (2º Premio municipal); 1966: alrededor de la jaula (Premio Universidad Nacional de México, novela, edición argentino-mexicana); 1967: Con otra gente (Cuentos); 1968: Los novios (traducido al alemán); 1971: En vida. (Novela, Premio Edit. Barral, Barcelona, España); 1972: La muerte de Sebastián Arache y su pobre entierro (guión); 1975: La balada del álamo Carolina (Cuento); 1975: Mascaro, el cazador americano (Novela, Premio Casa de las Américas, La Habana, Cuba).

[7] En la revista Crisis nombran a Eduardo Costa siendo en realidad Eduardo Acosta.

[8] Orbea de Fontanini, Nidia A. G.  Aproximación a la Historia del Peronismo (Inédito).

[9] Ese comando “Juan José Valle” era reconocido con el nombre del general Valle, una de las víctimas de la decisión del general Pedro Eugenio Aramburu –asesinados en junio de 1956-, hecho que impulsó al escritor y periodista Rodolfo Walsh para la elaboración de su libro Operación Masacre –4ª edición, 1972-, un análisis de los acontecimientos que rodearon los 27 fusilamientos de 1956, concretados sin juicio ni causa que pudiera justificarlos; paradójicamente, otro aparente mérito que había servido para que Aramburu ascendiera al máximo grado, durante la presidencia del doctor Arturo Frondizi.

[10] Walsh, Rodolfo. Aramburu y el juicio histórico, 1972.

[11] Ibídem: En el párrafo siguiente, Rodolfo Walsh expresó: “Uno de sus firmantes es el general Bonnecarrere, gobernador de la provincia al desatarse la Operación Masacre. Otro es el general Leguizamón Martínez que había ejecutado al coronel Cogorno en los cuarteles de La Plata. Un tercero es el propio coronel Fernández Suárez. No parecían los más indicados para hablar de precedentes.  La ejecución de Aramburu provocó una semana más tarde la caída del general Onganía, cuya dictadura ya había sido resquebrabajada otro 29 de mayo -el año anterior por la epopeya popular del Cordobazo, y postergó momentáneamente los proyectos de los sectores liberales que veían en el general ajusticiado una solución de recambio para la fracasada Revolución Argentina.” // Orbea de Fontanini, Nidia A. G. El tiempo de Perón 1955-1972 (inédito):  “08-06-1970 El general Onganía, que alguna vez expresó: ‘No acepto planteos ni presiones’, casi al mediodía, dirigiéndose a la población, rea­firmó: ‘La era de los golpes y los planteos ha concluido y no volverá’. Ordenó el relevo del Comandante en Jefe del Ejército Gral. Alejandro Agustín Lanusse, quien de inmediato en lugar de cumplir la orden comienza a organizar el operativo de reemplazo del Presidente.”

[12] Téngase en cuenta que el doctor Eduardo Alberto Duhalde Maldonado fue luego gobernador de la provincia de Buenos Aires, Senador y presidente provisorio (2002-2003). En esa nómina: Doctor Eduardo Alberto Duhalde Maldonado.  Eduardo Luis pertenecía a comisiones de defensa de los derechos humanos.

[13] Crónicas de medio siglo 1936-1986, p. 767.

[14] Russo, Juan Ángel. Letras de tango con biografías y comentarios. Buenos Aires, Editorial Basilico, 1999, p.155-156.

[15] Tango cantado por primera vez por la actriz y cantante Sofía Bozán  en una de las Revistas del Teatro “Maipo” de la capital federal argentina.  En esas circunstancias, “Atilio Mentaste, productor de la película ‘El Alma del Bandoneón’ originó un violento entredicho, por ser el titular exclusivo por un acuerdo previo con Discépolo.

[16] La Gesta de las Malvinas se desarrolló entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982.  El general Galtieri dos días después del cese del fuego, leyó un extenso mensaje transmitido por radio y televisión, reproducido por distintos medios.

[17] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. El tiempo de Perón 1976-1995. (Inédito)

[18] Desde el silencio. Buenos Aires, Editorial Sudamericana-Planeta, 1995, 128 páginas. “Los derechos de este libro han sido cedidos a la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos”.

[19] Sugerencia: Leer, Caparrós Martín y Anguita, Eduardo La voluntad (Ed. Norma).  Martín Caparrós nacido en Buenos Aires en 1957, integró el Movimiento de Acción Secundaria –MAS-; periodista en la revista Noticias de Buenos Aires, dirigida por Rodolfo Walsh junto a Miguel Bonasso; Juan Gelman, Francisco Paco Urondo, Horacio Vertibsky…  Estuvo exiliado en París (Francia) y en ese tiempo aprobó la Licenciatura en Historia. Docente universitario, director y redactor en diversas revistas.

Eduardo Anguita, combatiente en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo); estuvo detenido en el lapso 1979-1984.  Licenciado en Comunicaciones Sociales; docente universitario.

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