Estás aquí
Inicio > Historia > 1982 – GESTA DE LAS ISLAS MALVINAS – testimonios insoslayables.

1982 – GESTA DE LAS ISLAS MALVINAS – testimonios insoslayables.

02-04-1982: la Bandera Argentina flamea en Malvinas.

Memoria necesaria.

Desde la tierra colorada.

Memoria de un coronel artillero.

Testimonios del Martín Antonio Balza.

09-04-1982: rumbo a las Malvinas.

Primeras experiencias sobre la turba milenaria.

Opiniones de un capitán de fragata.

Avanzando hacia el sur.

13-04-1982: Grupo de Artillería 3.

Evaluaciones de un artillero.

16-04-1982: experiencias de un soldado de Caballería.

21-04-1982: “Guerra o paz”.

24-04-1982: apoyo al Regimiento 12 de Infantería.

Escalón de Comunicaciones.

27-04-1982: misión en Puerto “Yapeyú”.

Misión de reconocimiento en Gran Malvina.

Comunicaciones.

Compañía “D” del Regimiento de Infantería 7.

Evaluación de un Jefe militar.

Fines de abril: tensiones y alerta.

01-05-1982: bautismo de fuego de la Fuerza Aérea.

Relato de un Capitán de Caballería.

Defensa de Darwin.

Mayo: posiciones defensivas.

02-05-1982: hundimiento del Crucero “General Belgrano”.

04-05-1982: celebración de la Santa Misa.

04-05-1982: hundimiento de la fragata “HMS Sheffield”.

El poder de la defensa aérea argentina.

Reconocimiento de un marino alemán.

Testimonio de un Sargento de Infantería.

Más recuerdos de esas semanas.

Astiz, prisionero.

14 de mayo: experiencias de un artillero.

“La guerra sucia”.

17-05-1982: Acciones en Pradera del Ganso.

Fuerzas disponibles para el desembarco inglés.

18-05-1982: misión de Combate.

Acerca del Mundial de Fútbol ’82.

19-05-1982: Declaraciones de Margaret Thatcher.

Negocios son negocios.

Donaciones y Fondo Patriótico.

El Almirante Anaya en Bahía Blanca.

Acerca de “la Multipartidaria”.

Un delito internacional.

21-05-1982: desembarco inglés en Puerto San Carlos.

Operativos de los pilotos argentinos.

Posición del gobierno sudafricano.

24 de Mayo: sugerencias desde el Vaticano.

Heridos en el Hospital de Comodoro Rivadavia.

Reunión en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

25 de Mayo: austera evocación.

Galtieri en Comodoro Rivadavia.

Palabras de Licciardo.

Descartan un gobierno de transición.

Tripulantes ingleses en Chile.

Heridos británicos en Uruguay.

Estallido del buque “Antelope”.

Crónica sobre el hundimiento del “Antelope”.

Acerca de las pérdidas en las fuerzas argentinas.

Traslado de heridos y lágrimas de Sábato.

26 de mayo: concentración de fuerzas.

Documento del gobierno por el bloqueo económico.

27 de mayo: ataques aéreos.

28-05-1982: más resistencia.

30-05-1982: El “Invincible” fue averiado.

02-06-1982: concentración en Puerto Argentino.

03-06-1982: niebla persistente.

04-06-1982: la otra batalla.

06-06-1982: escucha circunstancial.

10 de Junio: entre evocaciones y ráfagas.

11 de junio de 1982: ¡llegó el Papa!

Impresiones desde las Malvinas.

11-06: batallas decisivas.

12-06: bloqueo en Monte Longdon.

Recuerdos del 14 de junio.

16-06-1982: traslado de heridos.

Fervor en la lucha.

Pesar en la derrota.

Más reflexiones.

El retorno al territorio continental.

Reconocimiento de un Coronel.

Señales en el “País de los Contrastes”.

02-04-1985: Misa en memoria de ex combatientes en Malvinas.

De la “Homilía”.

1999: pensiones y especulaciones.

2004: testimonio de un periodista.

Mirada hacia lo Alto.

El arte y la historia.

“Patria al sur”.

02-04-1982: la Bandera Argentina flamea en Malvinas…

Memoria necesaria…

El Brigadier Gral. José Rondeau, el 15 de enero de 1820 habilitó la fragata “Heroína” como buque de guerra al mando de David Jewett, Coronel de Marina de las Provincias Unidas de Sud América.  El 27 de octubre de ese año, la Heroína  estaba  anclada en Puerto Soledad y el 2 de noviembre, el comandante Jewett llegó hasta el pequeño fuerte que nombró Confederación y algunos historiadores indican que “el primer paso del coronel Jewett al bajar a tierra el 2 de noviembre fue izar la bandera celeste y blanca en el mismo mástil en que aún ondeaba el pabellón de España.  Lo que sí está documentado es que ese segundo día de noviembre de 1820, el comandante Jewett decidió escribir una nota destinada a los responsables de las naves que estaban operando en la zona próxima a las Islas Malvinas:

“Fragata del estado Heroína, en Puerto Soledad, noviembre 2, 1920.

Señor: Tengo el honor de informarle que he llegado a este puerto, comisionado por el supremo gobierno de las Provincias Unidas de Sudamérica, para tomar posesión de las islas en nombre del país a que éstas pertenecen por ley natural.

Al desempeñar esta misión deseo proceder con la mayor corrección y cortesía para con todas las naciones amigas.

Uno de los objetos principales de mi cometido es evitar la destrucción desatentada de las fuentes de recursos, necesarias para los buques que de paso o de recalada forzosa arriban a las islas, y hacer de modo que puedan aprovisionarse con el mínimo de gastos y molestias.

Dado que los propósitos de usted no están en pugna ni en competencia con estas instrucciones, y en la creencia de que una entrevista personal resultará de provecho para entrambos, invito a usted a visitarme a bordo de mi barco, donde me será grato brindarle acomodo mientras le plazca.

He de agradecerle, asimismo, tenga a bien, en lo que esté a su alcance, hacer extensiva esta invitación a cualesquiera otros súbditos británicos que se hallaren en esas inmediaciones.

Tengo el honor de suscribirme, señor, su más atento y humilde servidor.

David Jewett (argentino-norteamericano), coronel de marina de las Provincias Unidas de Sudamérica y comandante de la fragata Heroína”.

Así fue como el comandante James Weddell acercó su fragata hasta aquel puerto, suspendiendo momentáneamente la pesca que realizaba en ese extremo sur del Océano Atlántico violando las normas del derecho internacional marítimo.

De acuerdo a documentos depositados en el Archivo General de la Nación, cuatro días después, el 6 de noviembre de 1820, tras el disparo de veintiún cañonazos, izaron por primera vez la bandera Argentina en el Puerto Soledad y se ha destacado que compartieron esa emotiva ceremonia algunos loberos y todos los tripulantes de la “Heroína” y de las naves británicas, “con la oficialidad vestida de gala”.

Luego, acosado por el frío intenso y por algunas controversias con los marinos que lo acompañaban, el coronel Jewett prefirió pedir el relevo y quedó a cargo de la nave el Tte. Coronel Guillermo Masson.  Después, Jewett estuvo al servicio del Imperio del Brasil pero se negó a luchar contra la armada argentina cuando estalló la guerra entre ambos países.

Recién en una publicación del 10 de noviembre de 1821 en el periódico El Argos, se reitera la noticia del izamiento e instalación del nuevo destacamento ya sabida desde agosto de aquel año en Gibraltar porque en la mencionada crónica aclaraban que su redacción procedía de Cádiz, es decir de la sede de la Corte española.

Sabido es que a partir de enero de 1833, los ingleses usurparon las Islas Malvinas…

A principios de abril de 1982, cuando ya estaba preparado el Operativo Rosario y antes de que desembarcaran las tropas argentinas en el archipiélago, el capitán castrense Padre Maffezzini ofició una Misa. Luego el Comandante del BDT Ara “Cabo San Antonio” dio la orden de iniciar las operaciones en el buque, siendo comandante de la fuerza en el desembarco el CLIM Carlos Alberto Büsser.

Los comandos anfibios SMIMII Guillermo Rodríguez y CPIM Sánchez Sabarots, después de someter el cuartel de  Royal Marines, cumplieron con el segundo objetivo izando la bandera nacional argentina en el mástil donde hasta ese momento flameaba la bandera inglesa.  En esos momentos, se encargaban de trasladar a los prisioneros el CPIMAA Jacinto Batista, el SSIMII Santos Vásquez y el TNIM Álvarez.

Fue el coronel del Ejército Mohamed Seineldín el encargado de informar acerca del cumplimiento de tales misiones siguiendo las órdenes del comandante Carlos A. Büsser.

Desde la tierra colorada…

Estaban en Corrientes, la tierra colorada donde empezó a andar José Francisco…

¡la Gloria de Yapeyú!… [1]

En Paso de los Libres, estaban los soldados de la clase 1963 recién incorporados, y algunos de la clase anterior que fueron convocados.  Entre ellos, Gerardo Soto, quien ya casi en el ocaso del siglo veinte, recordó:

“…disfruté como casi todos de la licencia de Semana Santa.  Mi pensamiento, también como el de muchos, se circunscribía a penar en la mejor manera de llevar ‘la carga’ que significaba mi servicio militar.  El destino, sin embargo, nos depararía la sorpresa, o mejor dicho la oportunidad de ser actores de la primera acción bélica convencional de las FFAA Argentinas en el presente siglo.

Era la primera ocasión en que nuestra Nación se enfrentaría, en los tiempos modernos, con el enemigo declarado y de siempre, con aquel que militarmente intentó avasallarnos sin éxito, en varias oportunidades, pero que logró sus objetivos en el campo político y económico.

Era en fin, la esperada revancha y el pensamiento subconsciente –que la apretada síntesis no me permite ampliar-, la que determinó mi salto al frene ante el pedido de voluntarios.

Revistaba y hoy lo digo con orgullo, en las filas del Grupo de Artillería 3 con asiento en Paso de los Libres (Pcia. De Corrientes.  Recién incorporado, poco a poco, le íbamos ‘tomando la mano’ a la vida de cuartel.  Nuestro Jefe de Sección convocó al personal con mayor nivel de estudios y allí lanzó el desafío: se necesitaban tres voluntarios de la clase 1963 para completar los efectivos de la clase 1962 que eran destinados al Sur.  En ese momento surgió mi decisión; y di el paso al frente con otros compañeros.”

El 9 de Abril, iniciamos el viaje en tren. Interminable, cansador, por fin arribamos a Bahía Blanca. La cadena de mandos, tan pregonada y apreciada en el Ejército, se hacía sentir desde el soldado más viejo hacia arriba.  Y nosotros éramos ‘los últimos orejones del tarro’.  Al llegar a Bahía Blanca, nos enteramos de nuestro nuevo destino. Y cabe la reflexión de cuánto simbolismo encerraba ese futuro: iríamos a Puerto Argentino en la Isla Soledad.  El salto, el avión, la incertidumbre por el ‘pellejo’ y por lo desconocido.  Luego, el reagrupamiento y la orden de operaciones”…

Memoria de un coronel artillero…

El Coronel de Artillería Julio César Navone, tiempo después expresó:

“En mi vida de soldado tuve el privilegio, no sólo de estudiar el Arte de la Guerra, sino la experiencia de haberla vivido.

La Guerra, ese fenómeno político y social que desborda la razón, dejó en mí valiosas enseñanzas; pero también profundas heridas en mis sentimientos.

Es por ello que ahora pese a que han pasado más de 16 años desde la histórica recuperación de las Islas Malvinas y cuando el juicio racional todavía no puede desprenderse de los apasionamientos, de visiones subjetivas y no pocos intereses, resulta necesario una profunda reflexión, para que, sin suprimir las diferencias de opinión, podamos evaluar correctamente y en su integralidad la grandeza de esta gesta.

Intentaré entonces hoy, con algunas canas sobre mis sienes, con las jinetas de coronel sobre mis hombros, habiendo conformado una hermosa familia con mi amada esposa y mis cinco hijos, llevar mi recuerdo, con humildad, con sencillez, pero con una emoción que se mantiene incólume, pese al paso de los años, a los difíciles días de ese otoño de 1982 que, a no dudarlo, ha marcado profundamente el devenir de mi vida.”

“Los momentos previos a una partida son siempre tristes y difíciles. Atrás se dejan seres queridos, afectos, recuerdos, esperanzas, pero estos sentimientos se magnifican si la partida es quizás para no volver.

Cuando se parte para la guerra el soldado experimenta un sentimiento ambiguo, por un lado el dolor de alejarse de sus seres queridos y por el otro una fuerza incontenible le brota del fondo del corazón diciéndole que ha llegado el momento para el cual se preparó toda una vida.

En mi caso hacía solo quince días que había nacido mi segundo hijo, toda la familia estaba viviendo esta alegría tan profunda; por eso no quise empañar esos momentos de felicidad y en común acuerdo con mi esposa decidimos que se dirigiera a casa de sus padres en la ciudad de Azul, dejándome liberado para concentrarme plenamente en los preparativos previos a la partida.”

Testimonios del Martín Antonio Balza…

Desde el 22 de diciembre de 1979, el coronel Martín Antonio Balza desempeñaba las funciones de Jefe del Grupo de Artillería (GA3) y tiempo después, expresó:

“…donde me dediqué a instruir y adiestrar mi unidad de combate, pero sin dejar de seguir los acontecimientos políticos de nuestro país.

El 28 de diciembre Viola pasó a retiro y la nueva Junta Militar quedó constituida por el teniente general Leopoldo F. Galtieri, el almirante Armando Lambruschini y el brigadier Omar D. Graffigna.

El 3 de octubre de 1980 Viola fue designado Presidente de la República -para reemplazar a Videla-, pro sólo asumió el 29 de marzo de 1981.  Debe recordarse el peculiar esquema de poder instaurado en esos años: la Junta era el órgano supremo del Estado y el Presidente era una suerte de ejecutor de sus resoluciones.  Dos días ates, Viola había expresado ante una denuncia de Amnesty International que ‘en una guerra es incorrecto decir que se violan derechos: esa es terminología de paz”.  /…/

“Mientras en Paso de los Libres yo continuaba con mi preocupación primaria por constituir un equipo que integrara oficiales, suboficiales y soldados, con miras a conformar una adecuada unidad de apoyo de fuego de artillería, la anarquía en el seno del gobierno se acentuaba.

Las manifestaciones públicas opositoras adquirieron notoriedad y algunos políticos comenzaron a hablar de una solución negociada con las Fuerzas Armadas.  Se conformó una multipartidaria integrada por la Unión Cívica Radical, los partidos Justicialista e Intransigente, el Movimiento de Integración y Desarrollo y la Democracia Cristiana; La Argentina, ya que en aquel entonces, se había convertido en uno de los países más endeudados del mundo”…

“Por primera vez oí la consigna “Paz, pan y trabajo” en una marcha de protesta de la Confederación General del Trabajo (CGT), realizada el 7 de noviembre en la Iglesia de San Cayetano, en el barrio de Liniers de la ciudad de Buenos Aires, y también el estentóreo coro de ‘Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar”… [2]

Sabido es que a partir del 22 de diciembre de 1981 detentaron el poder otros militares: el Comandante en Jefe del Ejército Leopoldo Fortunato Galtieri retuvo ese cargo y asumió como presidente.  Al comenzar el siglo XXI, el general Martín Balza -retirado-, aporta otro dato significativo:

“…la capacidad de Galtieri para obtener el apoyo de sus colegas de la Junta para su asunción a la Presidencia estaba ligada a un compromiso hacia el Comandante en Jefe de la Marina, de poner en práctica la aspiración de larga data de volver a tener el control de las Islas Malvinas o Falklands, quitándoselo a Argentina.”

El general Balza también ha reiterado lo expresado por Galtieri “en 1980,en la formación conmemorativa del día del Ejército”:

“…‘Las urnas están bien guardadas y van a seguir bien guardadas’, lo cual no demuestra precisamente la convicción democrática de un general que, según Richard Allen, asesor de Seguridad Nacional del presidente Ronald Reagan, poseía ‘una personalidad majestuosa’.”

Aporta otros datos insoslayables:

“Galtieri nombró, entre otros, al doctor Nicanor Costa Méndez como ministro de Relaciones Exteriores y al doctor Roberto Alemann como ministro de Economía.  El primero de ellos, considerado un hábil diplomático nacionalista, había ocupado el mismo cargo durante el gobierno militar presidido por el general Juan C Onganía, en la década del ’60…”

 “El ministro de Economía Roberto Alemann, se notificó de lo que se avecinaba el 1º de abril cuando regresaba de Cartagena (Colombia) de una reunión con el Banco Interamericano de Desarrollo.  Por fortuna para la Argentina, el presidente del Banco Centra, Egidio Iannella, y el secretario de Hacienda, Manuel Solanet, habían tomado nota de lo que ocurría en la noche del 31 de marzo.  Con celeridad retiraron de Londres los fondos argentinos allí depositados.”  [3]

09-04-1982: rumbo a las Malvinas…

El coronel artillero Julio César Navone, recordó la partida desde la unidad con sede en la provincia de Corrientes:

El 09 de abril de 1982 marchamos a pie hasta la estación Paso de los Libres del Ferrocarril General Urquiza. Todo el pueblo estaba en la calle, nos abrazaban, nos aplaudían, el corazón parecía que me iba a estallar de tanta emoción.

En el medio de la multitud me encontré con un viejo camarada junto a quien años atrás habíamos tenido, en inferioridad numérica, un fuerte enfrentamiento con delincuentes terroristas, en el cual corrimos serio peligro de perder la vida, sino fuera porque con decisión nos protegimos mutuamente por el fuego. No esperaba encontrarlo allí. Me abrazó y me dijo: ¡Suerte jugáte como aquella noche! Ya no pude evitar que una lágrima rodara por mi mejilla. Allí comprendí cuántas esperanzas e ilusiones tenía el pueblo depositada en nosotros. Perdimos la batalla de Puerto Argentino, pero creo en lo más profundo de mi alma que la mayoría de quienes combatimos no los hemos defraudado.

Estaba el pueblo en la calle dándonos el adiós, transmitiéndonos su calor y afecto, sólo faltó que alguien del Comando de Brigada del cual dependíamos hubiera estado junto a nosotros, por lo menos para acercarnos una palabra de aliento.

Primeras experiencias sobre la turba milenaria…

El Capitán de Caballería Rodrigo A. Soloaga ha recordado “el 08 de Abril, día en que la Subunidad Independiente en el marco de la Décima Brigada de Infantería Mecanizada, recibió la orden de alistarse”.

“Tras la preparación, vino el viaje y finalmente, la llegada a las Islas Malvinas –nuestras Islas Malvinas-.  Una ola de emociones encontradas se produjo al pisar ese suelo tan querido.  El momento largamente esperado, ansiado casi hasta por herencia, había llegado. En mi caso particular, reflejé todo lo expresado, pisando fuertemente el suelo malvinense, zapateando con bronca y felicidad simultánea; bronca, por no haber podido hacerlo siempre y felicidad, al ver concretada una vieja aspiración.  Después de ello, entramos ya en lo operacional: recibir la orden por parte del Comando, saber cuál iba a ser la misión que nos tocaría, ejecutar reconocimientos, pintar la carta, reacomodar el rol de combate ante las exigencias impuestas, ocupar sectores asignados, adoptar medidas de seguridad, tener en cuenta qué subordinados propios debían marchar a otras unidades.

Esto último produce, sin duda, una sensación desagradable, pese a ser necesario, por cuanto el superior desarrolla para con sus subalternos un sentimiento posesivo y no le agrada que se lo quiten.”   [4]

Sabido es que en Puerto Argentino funcionó el Centro de Operaciones Logísticas donde el Mayor Médico Andino Luis Francisco Quinci cumplió sus misiones de asistencia a enfermos y heridos.  Ha rememorado que “llegó a Puerto Argentino el 10 de abril, alrededor de las 20 y 30. ¡Qué pandemonium!  Lluvia, viento, frío y desorden.  El pequeño aeropuerto era un hervidero de hombres y material de toda clase, montañas de bultos que desde la penumbra asomaban a las proximidades de la pista como compañías de fantasmas. Por todos lados se escuchaban órdenes y más órdenes.  Todo era un febril ir y venir en procura de imponer organización y eficiencia, y con premura, con mucha premura.  Babel de hombres vestidos en forma distinta, hablando idiomas técnicos diferentes (‘Ordene mi…’; ‘Comprendido, señor…’, ‘QSL’, etc.).  Es que allí estábamos todos los uniformados: Marina, Aeronáutica, Ejército, Prefectura y Gendarmería.  Además, como la patriada era de todo el pueblo, había morochos, rubios, más blancos y menos blancos, con ojos y con cabellos de todos los colores, como en representación de lo que es en realidad  Patria: un conjunto de pueblos, razas y culturas con sus lenguas, sus gustos, sus hábitos, sus costumbres, sus amores y sus odios.  Yo creo que todos estábamos ahí, argentinos con la impronta en sus pómulos salientes, su tez morena y pelo negro y rígido, del solar ancestral hundido en los siglos, y de ciudadanía muy anterior a cualquiera de las nuestras, todos representantes del resto de la sociedad que nos sustenta y que, por primera vez, al menos en este siglo, teníamos una misión común.  Y todos queríamos, sin distingos, llevarla a cabo.  Ahí, llegamos, como digo, portadores de nuestras angustias y tristezas por los seres queridos lejanos, sufriendo más por lo que ellos pudieran sufrir que por nosotros mismos, inmersos en la misma crisis bélica, y alegres, aún sin saber exactamente por qué, tal vez por presentir que éramos actores de un hecho trascendente para la Patria.

Tuve la fortuna, en medio de ese vaivén de hombres y objetos, de encontrarme dentro del aeropuerto con mi amigo y compañero, el Mayor Médico Enrique Cevallos, quien estaba recibiendo elementos de su hospital de Comodoro Rivadavia, el que había trasplantado a Puerto Argentino, desde prácticamente las primeras horas luego del Operativo Rosario. Fue una verdadera suerte, pues no sabíamos qué hacer ni hacia dónde ir.  Él fue quien nos aconsejó que nos dirigiéramos hacia el Cuartel de los ‘Marines’, donde posiblemente encontraríamos al resto de la gente con quien deberíamos contactar.  Para que pudiéramos hacer esto, nos ofreció el único medio del que disponía, que era un Jeep al que, por fin, nos trepamos siete personas, u ocho, no recuerdo bien, con sus respectivos equipos de campaña. ¿Difícil imaginarlo, no? Pues así fue.”   [5]

Opiniones de un capitán de fragata…

Durante el desarrollo del Operativo Rosario generalmente los oficiales y suboficiales de las fuerzas militares argentinas dialogaban con periodistas y en las crónicas omitían sus datos de identidad. Tras la partida de la flota inglesa hacia el Atlántico Sur, “en la base naval de Puerto Belgrano un capitán de fragata de la Armada Argentina evaluó esa situación”:  [6]

“En primer lugar, cabe admitir que el poder militar de Gran Bretaña es de una importante superioridad respecto del argentino, ya en tierra como en aire y mar.  Pero las Malvinas están a mas de 10.000 kilómetros de Inglaterra y esa enorme distancia cambia radicalmente las cosas.

En realidad, y por grande que sea la escuadra enviada, sólo una pequeña parte de ella podría entrar realmente en operaciones una vez llegados los buques al Atlántico Sur, en el supuesto de que su intención sea recuperar militarmente las islas.  Y por eso, porque una porción importante de la flota expedicionaria necesariamente está compuesta por buques de mero transporte y por otros destacados solamente al aprovisionamiento.   Además, un sector igualmente numeroso de la escuadra quedaría prácticamente neutralizado en la defensa de aquellas otras embarcaciones, sin posibilidad real de atacar a naves argentinas.

Nuestro país, en cambio, vería multiplicado su poder militar justamente por la proximidad de las Islas al continente. Esa cercanía facilita de tal modo el aprovisionamiento y el apoyo logístico y de tropas, que una fuerza más pequeña sería capaz de ofrecer batalla en forma sostenida y parejamente eficaz.

Por otra parte, en la hipótesis de un enfrentamiento armado, la Fuerza Aérea Argentina contaría con bases terrestres donde operar con resultados aplastantes sobre la escuadra británica, que sólo contaría con los aparatos de sus portaviones y sus defensas navales antiaéreas para contrarrestar ese facto altamente desequilibrante.”

(Desde otro punto de vista, el futbolista Osvaldo Ardiles que “se encontraba en Inglaterra jugando en el Tottenham contra Leicester”, regresó dos días después convencido de que “la actitud que tomaron nuestras fuerzas Armadas… fue bárbara.  Después de ciento cuarenta y nueve años Las Malvinas vuelven a tener la bandera argentina.  Eso es maravilloso.  Además, creo que lo hicieron en un momento propicio”.

Entrevistado por un periodista de la revista porteña Tal Cual se refirió al ambiente en Inglaterra:

“-Como te imaginarás hay mucha tensión, pero yo pienso que tienen muy pocas posibilidades de recuperar las islas.”

-Mirá, la gente no sabía dónde quedaban las Malvinas.  A partir de ahora, y como todos los titulares de los diarios se refieren al problema, conocen su historia.  En general, el pueblo no está muy enterado y no les interesa mucho.  Con tal que los mil ochocientos habitantes de las islas no sufran mucho, no les importa mayormente.  Lógicamente los diarios han presionado mucho al gobierno, instigándolo a hacer algo, ya que se pedían las renuncias del ministro de Relaciones Exteriores y del ministro de Defensa.  A éste no se la aceptaron, al otro sí.”

Al finalizar la entrevista y teniendo en cuenta las posibilidades de que ese conflicto afectara su trabajo en Inglaterra, el destacado futbolista Ardiles dijo: “…Pienso que es muy difícil que vuelva a jugar allá.  Seguramente algún día volveré, porque tengo mi casa, mis cosas, pero no creo que pueda jugar más en el fútbol inglés.”

Avanzando hacia el sur…

El Coronel artillero Julio César Navone, relató la partida desde Paso de los Libros y sucesivas escalas hasta llegar al Atlántico Sur:

En Martín Coronado hicimos el traslado al Ferrocarril General Roca y al llegar a la Estación de Olavarría pude ver nuevamente a mi mujer y a mis hijos, quienes desde el andén, con una pequeña banderita argentina entre sus manos observaban silenciosamente el paso del convoy. Con ellos, mis seres queridos, con quienes recién pude reencontrarme cuando fuimos liberados, después de permanecer más de un mes como prisionero, al término de la guerra.

El tren siguió su marcha y luego de más de sesenta horas de viaje el 12 de abril arribamos a la Estación de Ingeniero White.

En esta localidad se reestructuró la organización de nuestra unidad (el Grupo de Artillería 3) designándose para su traslado a la zona de operaciones, en principio, algo menos del 50% de los efectivos que habíamos partido desde Paso de los Libres. Esto fue originado por limitaciones en los medios de transporte aéreos que debían llevarnos a las Islas.  Estaba previsto que en un segundo oleaje nos completarían los restantes efectivos.

13-04-1982: Grupo de Artillería 3…

El Sargento 1º de Artillería José Alberto Balmaceda, ha rememorado que el 13 de abril de 1982 llegaron a Puerto Argentino integrando el “Grupo de Artillería 3”.

“Entonces me dije: ‘A pesar de haber estado en 1976 en Tucumán” –sabido es que cuando se puso en marcha el “Operativo Independencia” con el propósito de “aniquilar la subversión” y de acuerdo con lo ordenado a fines de 1975 durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón-, “y en 1978 en Río Gallegos (Canal de Beagle), esto es más fuerte y duro, porque nos enfrentamos a un adversario que tiene todos los conocimientos técnicos y medios bélicos de gran envergadura.  Después, con el paso de los días, s e confirmó mi presentimiento”.  [7]

El soldado Gerardo Soto que también había llegado desde Paso de los Libres (provincia de Corrientes) como integrante del Grupo de Artillería 3, rememoró sus primeras experiencias en Puerto Argentino, en la Isla Soledad cumpliendo funciones de Auxiliar del Operador de Radar del GA3:

“Mi primer puesto de combate fue como auxiliar de un radar, dotación del GA 3, en el Monte Sapper Hill.  Era el día 13 de abril y teníamos como misión el aviso anticipado en primera línea, tendiente a evitar cualquier movimiento inglés.  Pasaron los días, entre bruma, viento, lluvia, turba y soledad, añorando nuestro lejano terruño correntino, tan pródigo de sol y calidez.

La incertidumbre, nuestro peor enemigo hasta ese momento, algo de desamparo –tal vez más sentido por nuestros escasos 18 años- y una tremenda incomprensión en nuestra mente civil aún, acerca de la metodología e insensibilidad militar”…

Evaluaciones de un artillero

El Coronel artillero Julio César Navone, rememoró aquellas experiencias:

“El 13 de abril a las dos y media de la madrugada, la Batería de Tiro ‘B’, que se encontraba a mi mando embarcó en un avión Hércules de la Fuerza Aérea, viajando también en este primer vuelo nuestro jefe, el entonces Teniente Coronel Martín Antonio Balza.

Al tocar suelo malvinense, una fuerte emoción embriagó mis sentimientos, me arrodillé y besé ese querido suelo que había aprendido a amar en mi lejana infancia a través de los relatos de quienes entonces fueron mis entrañables maestros de la escuela primaria.

Al promediar la tarde ya nos encontrábamos en posición, listos para cumplir con nuestra misión.

Habían transcurrido menos de cinco días desde el abandono de la guarnición de paz, en suelo correntino.

Nuestros camaradas que habían quedado en el continente, nunca pudieron cruzar a Malvinas, y así fue que tuvimos que duplicar nuestros esfuerzos en especial durante los cuarenta y cuatro días que duraron las operaciones.

Los días posteriores a nuestra llegada a Malvinas, hasta el día del inicio de las operaciones, constituyeron una tensa e interminable vigilia.

Fue en ese terreno hostil, frío y desolado donde aguardamos con serena prudencia la hora decisiva.

Fue en ese ambiente inhóspito donde llegaba al corazón de nuestros hombres, sin distinción de jerarquías, inagotables recuerdos y evocaciones…, el hogar lejano…, los hijos…, la esposa que aguarda…, la madre…, una mujer querida…, los amigos…, nuestras ilusiones y nuestras esperanzas.

Esperar me permitió ver de cerca cuántas fatigas inhabituales, cuántos esfuerzos pausados y silenciosos, fueron aceptados con maduro equilibrio y rostro endurecido en actitud de prevención y prudencia.

Esperar nos significó sentir la sublime satisfacción que da el orgullo de poder dar cumplimiento a una deuda de honor con la Nación.

Había que tener entereza y paciencia, no había otra alternativa que esperar. El problema radicaba en cómo esperar.

Y creo que el Grupo de Artillería 3, supo muy bien cómo aprovechar esta espera, en especial construyendo y perfeccionando los refugios para el personal, los cañones y la munición que llegaron en algunos casos a constituir verdaderas ‘madrigueras’ que a posteriori salvarían muchas vidas.

Además se realizó instrucción de todos los subsistemas que conforman el sistema de armas de Artillería de Campaña (servicio de pieza, observación y dirección del tiro, comunicaciones, etc.) llegando a realizar con los cañones tiros de registro para verificar la puntería.

Se reconocieron también posiciones de cambio (que son las que deben ser ocupadas cuando la principal se vuelve insostenible por la acción del enemigo) y suplementarias  (que son las que se emplean para batir blancos que no pueden ser atacados desde la posición principal) y se realizaron enlaces y coordinaciones con todas las unidades vecinas.

Estas actividades y una correcta acción de mando mantuvo nuestras mentes ocupadas y nuestro espíritu elevado y listo para el combate.

Sabíamos que nos esperaba un duro desafío.

El enemigo, materialmente superior, nos aguardaba al acecho. Éste no era nuestro problema, teníamos una tradición a nuestras espaldas que no debíamos defraudar. Los varones de esta tierra jamás midieron la magnitud del enemigo cuanto estaba en juego la justicia de la causa. Y esta era una causa justa y legítima de todo el pueblo Argentino.”

16-04-1982: experiencias de un soldado de Caballería…

Héctor Alberto Fleba había cumplido el servicio militar obligatorio en 1981, en el “Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10, ubicado en La Tablada, provincia de Buenos Aires y obtuvo la baja en diciembre, con el segundo licenciamiento.  Fue convocado el 9 de abril de 1982 y esa misma tarde, fue incorporado en la “Primera Sección de Escuadrón, a órdenes del Tte. Bertolini.”  Después de varios días de aprestamiento, desde la Base Aérea del Palomar partieron hacia Río Gallegos, allí fueron alojados en el Regimiento de Infantería Mecanizada 24 y esa noche, también por vía aérea, llegaron hasta las Islas Malvinas “en medio de una llovizna molesta y mucho frío.

Esa noche, nos instalamos en los alrededores del aeropuerto, a la intemperie, de a dos soldados, colocando los bolsones portaequipos cruzados, de forma tal que cortaran la acción producida por el viento, colocando debajo la capaponcho, nos acostamos, nos tapamos con mantas, y por encima colocamos los paños de carpa, para cubrirnos de la llovizna.  Al otro día nos trasladamos a la entrada de Puerto Argentino, donde armamos el vivac en forma transitoria, hasta que nos ubicamos en la posición a ocupar en forma definitiva”, relató tiempo después el ex–soldado que en 1983 ingresó al Colegio Militar de la Nación y dos años después era Subteniente de Intendencia.

21-04-1982: “Guerra o paz”…

El doctor Francisco R. Truzzo, anotó “sus reflexiones al 21 de abril de 1982”:

“VIII. Estando comprometida la disyuntiva de paz o guerra, de manera actual e inminente”…

  1. Debe darse información clara al pueblo del estado de la situación;
  2. Instrumentar un mecanismo idóneo de consulta de la comunidad, según la enseñanza de Fray Francisco de Vitoria: ‘La autoridad del rey procede de la Nación; luego, debe usarla para bien de ella’.”

“Para que una guerra sea justa es menester examinar con grande diligencia la justicia y las causas de ella”.

“EL Soberano solo no puede examinar las causas de la guerra, que le es fácil errar, y su error ha de ser en gravísimo perjuicio de muchos; así pues, no basta el parecer del rey y el de unos pocos para declarar la guerra, sino es preciso el de muchos y los más sabios y virtuosos de los ciudadanos”.

En definitiva: tributos y cargos extraordinarios no pueden imponerse a la comunidad sin su conocimiento y consentimiento.

Existe en el contexto internacional actual un punto por tener en cuenta.

Parecerían estar muy adelantadas las conclusiones surgidas de la comisión mixta de católicos y anglicanos para la unión, en vías de superar uno de los puntos más espinosos, si no el más: la supremacía del Romano Pontífice.

Parecería prudencial pensar sobre ello y de cómo el actual conflicto no ponga obstáculo a aquella unión, fin éste del más alto interés espiritual y universal.

Pero tampoco debe dejar de atenderse a que el actual gobierno ha declarado solemnemente ante el país y el mundo determinados principios de los que no se claudicará ni ante las armas.

Parecería que ese mismo gobierno, para llevar su declaración hasta las últimas consecuencias, debería poner en ejercicio las normas constitucionales que prevén el caso y que son el pacto supremo de la Nación”.

(Los responsables de la puesta en marcha del Operativo Rosario… ¿habrían analizado en esa dirección tales circunstancias?…)

24-04-1982: apoyo al Regimiento 12 de Infantería.

 

El subteniente de Infantería Ernesto Orlando Peluffo, fue el encargado de la Sección Apoyo de la Compañía “A” del Regimiento 12 de Infantería “General Arenales”.  [8]

Cuando desembarcaron las tropas argentinas en las Islas Malvinas, era cadete de cuarto año del Colegio Militar de la Nación y tras el toque de diana, el Oficial de Semana les “dio la noticia de la recuperación”. Cuatro días después, fueron promovidos y le asignaron la misión en el regimiento 12…

Ha recordado que el 24 de abril cruzaron a Puerto Argentino, se instalaron cerca del aeropuerto: “…Nuestro racionamiento en Malvinas era discontinuo.  Sólo habíamos pasado por avión el material liviano y algo de munición.  Los víveres y el material pesado debían ser transportados por mar, pero esto nunca se concretó”.

Diversos autores y periodistas desde distintas publicaciones han coincidido en tales valoraciones.

El Subteniente de Infantería Ernesto O. Peluffo fue incorporado al RI12 cuatro días después de su promoción en el Colegio Militar como Encargado en la “Compañía A” de la Sección Apoyo. Viajó primero a Paraná y desde ahí hasta Comodoro Rivadavia, donde realizaron tareas de patrullaje en la costa patagónica.

(Es oportuno reiterar lo señalado por el doctor Francisco Eduardo Trusso al analizar diversos actos del gobierno de Galtieri antes y durante la Gesta de las Malvinas:

“I. Los mismos que aceptaron renunciar a la jurisdicción argentina, la aplicación de su derecho y la inmunidad soberana en contratos de suma importancia para el país, levantan ahora con respecto a las Malvinas la bandera de la soberanía.

¿Dónde está más comprometida la soberanía?

‘La Patria son los hombres y nos las ciudades y los barcos sin hombres’.”

“II. ¿Por qué si se planeaba la acción en las Malvinas se paralizó la producción de hidrocarburos?… ¿cómo es que al mismo tiempo que se planea la invasión a las Malvinas se adopta una actitud definida en cuanto al financiamiento de la soberanía, se afirma por un alto funcionario comprometido en ello que la política interna y externa del país pasa por el petróleo, se pone en marcha una política que en definitiva concurre a un estancamiento definitivo en la exploración y explotación de los hidrocarburos: proyectos de leyes, privatización, postergación de licitaciones, paralización de la negociación de los contratos, reversión de áreas, etcétera.  Políticas todas éstas que, lejos de haber recibido aceptación, han merecido unánimemente críticas y observaciones por parte de los especialistas y empresarios tanto nacionales como multinacionales.”

“III. El jueves 24” –refiriéndose al 24 de abril de 1982- “se informa por todos los medios de prensa que el Ministerio de Obras y Servicios Públicos elevó a la Presidencia el Plan de privatización de las empresas de su área.

      III.1 ¿Cómo se compadece esto con el estado de guerra y una economía de guerra?

      III 2. ¿Se hace sin consultar a la comunidad?”  /…/

“V. ¿Cómo se explica que precisamente quienes hasta el 2 de abril de 1982 fueron los grandes abogados y apologistas de los U.S.A., de su gobierno y sus políticas, se hayan volcado en menos de un mes a una política declamatoria antinorteamericana?”

“VI. ¿Cómo puede olvidarse que a principios de marzo uno de ellos, actual diplomático, defendiese las cláusulas contractuales en convenios suscriptos por el Estado Argentino con consorcios de bancos sindicados liderados por bancos ingleses, japoneses y norteamericanos, según las cuales se renunciaba a la jurisdicción de los tribunales argentinos, a la aplicación de la ley argentina y a la inmunidad soberana?”

          Escalón de Comunicaciones…

El Teniente Primero Raúl Esteban Andrés, segundo Jefe del “Escalón de Comunicaciones de la Compañía de Comunicaciones 3”, el 24 de abril recibió la orden de alistar al personal y materiales para el traslado a las Malvinas y tiempo después, expresó:

“De más está decir, el grado de emoción y alegría con que recibimos la orden, debido a que, en principio, estaba previsto nuestro empleo en el continente.”

Junto a 23 suboficiales y 13 soldados “previamente seleccionados entre un grupo de 350 hombres, aproximadamente”, debía apoyar a la Brigada de Infantería III y dependía del “Mayor Luis Enrique Rabago” –jefes de Sección Subteniente Eduardo Cerruti y Subteniente “en comisión” Alberto Nicolás Kitanovich. Dos suboficiales con seis soldados fueron los encargados del apoyo logístico: transporte de equipos, víveres… embarcados en el buque ELMA “Córdoba”.

Por vía aérea -en un Boing 737- transportaron “siete equipos radioeléctricos portátiles”, “2 vehículos livianos y material telefónico que había obtenido, a último momento, el Jefe del Escalón, destacando como fortuita esta circunstancia dado que, en virtud de lo señalado en el párrafo anterior, de no haber mediado este hecho, no hubiéramos podido cumplir con la misión impuesta.  Aterrizaron el 24 de abril a las 19:30 “en medio de una tormenta” y fueron recibidos “al pie de la escalerilla por el entonces Capitán Videla” mientras lloviznaba y sentían “fuertes ráfagas de viento”.  Debido a esas condiciones climáticas y a la irregularidad del terreno, se alojaron en el hangar donde estaban los comandos de las fuerzas Aérea y de Marina y desde ese momento, el “Comando Cóndor” terminó los preparativos y esperó las pertinentes órdenes.

27-04-1982: misión en Puerto “Yapeyú”…

En “Port Howard” rebautizado Puerto Yapeyú como homenaje a la tierra donde nació José de San Martín, un lugar donde se observaban aproximadamente veinte casas con la típica construcción de la región sur, estuvo operando el Regimiento de Infantería 5.

Así fue como el 13 de abril voló por primera vez un helicóptero y se trasladaron a Port Howard y “cuatro días después arribaron, del mismo modo, dos Servicios de Pieza, el Mecánico de Artillería y el Grupo Central de Dirección de Tiro.  El traslado del material no se pudo concretar, por lo que fue ordenado regresar a PUERTO ARGENTINO”.  [9]

Realizaron “tareas de traslado de munición en medio de los bombardeos de la aviación enemiga, para luego ser reorganizada y regresar al RI 4 que se desempeñaba como Reserva”.

Misión de reconocimiento en Gran Malvina

El 27 de abril de 1982, el Tcnl. Alberto Quevedo -jefe del Grupo de Artillería Aerotransportada”- le ordenó al Jefe de Batería Tte.1º de Artillería Carlos Alberto Chanampa que se trasladara “en misión de reconocimiento a la Isla Gran Malvina”.

Ha recordado el Teniente Jorge Aníbal Santiago Cadelago que “el grueso de los vehículos de la Unidad y parte de la Compañía de Servicios había quedado en Comodoro Rivadavia.  Otro escalón, con algo de personal, vehículos, armas pesadas, munición, equipos y víveres, había marchado hacia Puerto Deseado para embarcar en el Buque Córdoba, lo cual finalmente no se hizo, por lo que debió regresar a Comodoro Rivadavia.  Finalmente parte de la Compañía Comando y de la Servicios debió agregarse al Regimiento de Infantería 25 en Puerto Argentino”.

Comunicaciones

El Teniente Primero Raúl Esteban Andrés, el 27 de abril a las 7 recibió la orden de prepararse con el Escalón a sus órdenes porque debían embarcar hacia Puerto “Yapeyú” –antes reconocido como Port Howard– con la misión de “instalar, operar y mantener un Centro de Comunicaciones de Comando Principal, en apoyo del Comandante de la Fuerza de Tareas ‘Litorial’ (Comando de Brigada de Infantería III)”. En Puerto Argentino estaba operando otro sector de Comunicaciones.  Para cumplir tales órdenes, disponían de “un solo equipo radioeléctrico Thompson TRC-3000” y cuando empezaron a operar advirtieron en las distintas frecuencias que intentaban utilizar, “la intensa y permanente interferencia que realizaban equipos chilenos”.   A partir del 29 de abril establecieron la primera comunicación con la estación de Puerto Argentino y continuaron sin inconvenientes hasta el final de los combates. [10]

Desde otro punto de vista, el Mayor Carlos Eduardo Carrizo Salvadores -segundo Jefe del Regimiento de Infantería 7, a cargo del Subsector Plata 2, en el Monte Longdon, distante unos 10 Km. al Oeste de Puerto Argentino-, rememoró el atardecer del encuentro con “el jefe de la Compañía “B” de su unidad, Capitán López”:  [11]

“…Pronto vino la oscuridad y bajo los efectos de un fuerte viento (ráfagas superiores a los 100 Km. por hora), y lluvia, nos preparamos para pasar la noche, a fin de ejecutar los reconocimientos con las primeras luces del día siguiente”.

Tras aquel reconocimiento, supieron que “se trataba de una superficie casi rectangular de aproximadamente 3,5 Km. al Norte y 4 Km. al Oeste, conteniendo en el centro al Monte Longdon (190 m).  Esta elevación descendía suavemente hacia el Norte, hasta terminar en el río Murrell.  Lo mismo sucedía en el Sur, en el valle de Moody.  Hacia el Oeste, descendía abruptamente hasta finalizar en un arroyo, afluente del citado río, y que luego daba origen a las elevaciones Wireless.”

En distintas circunstancias se ha destacado que la mayoría de los soldados no había sido adecuadamente instruido mientras cumplían el servicio militar obligatorio, y el testimonio del Mayor Carrizo Salvadores lo confirma:

“Durante el reto del mes de Abril, nos dedicamos a organizar la posición.  Para ello, preparamos el terreno, asignamos los sectores de observación y fuego, mejoramos las condiciones de vida en los lugares donde el clima ya hacía sentir sus efectos negativos, pero, fundamentalmente, hicimos instrucción en especial con los soldados de la clase 1962, recién convocados, ya que ellos se incorporaron luego de unos meses de inactividad, producto de los sucesivos licenciamientos parciales de la clase.”

El Sgto. 1º José María González Fernández ha recordado aquel ataque sobre “Monte Longdon y Dos Hermanas” y ha destacado que “por distintas causas esa noche fue terrible” y habían perdido el contacto con el Observador Adelantado, Teniente Ramos, comprobaron “que las cosas se ponían cada vez peor”.  Resistieron, sin soportar bajas y al día siguiente, les ordenaron un cambio de posición, un repliegue hacia otra “más próxima a Puerto Argentino”, lugar que ocuparon casi al mediodía mientras “la artillería inglesa nos hostigaba constantemente”, destacó el sargento González Fernández, quien a partir de ese momento se desempeñó en el “Centro de Dirección de Tiro del GA 3, junto al Sargento 1ro. Ríos”.

Compañía “D” del Regimiento de Infantería 7…

El Teniente Coronel Seineldín era el Jefe del Regimiento de Infantería 25, destinado a Puerto Argentino.  De acuerdo al testimonio del Sargento Primero de Infantería Juan Alfredo Gómez -Encargado de la Sección Reserva de la Compañía “D”-, “los días fueron transcurriendo muy lentamente, eran interminables.  Sin embargo, había mucho por hacer.  El Teniente Coronel Seineldín… se ocupó de ello y nos tuvo permanentemente en movimiento. La preparación de las posiciones defensivas llevó la mayor parte de los esfuerzos y, naturalmente, fue mermando nuestras reservas físicas.   No obstante, mediante el apoyo recibido desde el continente, el respaldo mutuo de los camaradas  y el espíritu de cuerpo que habíamos cimentado en la Unidad, hacían que todo fuera menos duro.  Asimismo, teníamos algunos momentos de esparcimiento, que compartíamos con los Oficiales y soldados.  Todo se desarrollaba con normalidad, aunque por la evolución de los acontecimientos, sobre los cuales nos ponían permanentemente al tanto, presumimos que en cualquier momento habría novedades sobre el enemigo.  La noche anterior al 1 de Mayo, transcurrió como lo hacíamos diariamente.  Realizamos la reunión habitual con el Jefe de Compañía en el cual se impartían las órdenes para el día siguiente y nos congregamos en el rezo del Rosario, actividad ésta que era realmente reconfortante y la cual, por otra parte, jamás dejamos de cumplir, ni siquiera en aquellos momentos cuando los bombardeos fueron más intensos.  Luego instalamos la seguridad y nos fuimos a dormir.

El despertar fue terrible.  Me ha quedado grabado aquel momento y seguramente lo tendré siempre presente.  Era nuestro bautismo de combate.  Sentí una fuere explosión que nos hizo saltar de las bolsas de dormir.  Creo que sorprendió también a quienes se encontraban en sus puestos de seguridad, quienes tampoco atinaron a dar la voz de alerta… Fue instintivo.  Tomamos el armamento y corrimos hacia nuestras posiciones, donde soportamos cada uno de los ataques: uno era más violento que el otro. Parecía que ellos duraban una eternidad.  El objetivo, tal como lo demostraba el bombardeo, era la pista y seguramente no cesarían en  sus esfuerzos hasta lograrlo… La sorpresa fue grande cuando notamos que el objetivo seguía siendo el aeropuerto, y no nosotros”.   [12] 

“Así fueron transcurriendo los días… cumplimos con nuestra misión hasta el último momento, defendiendo nuestra posición, preparándonos para el combate final, cuidando a nuestros hombres, sobrellevando las dificultades de un clima que día a día castigaba nuestros cuerpos y, fundamentalmente” -destacó el Sgto. 1º Juan Alfredo Gómez- “soportando con valentía noche tras noche, el castigo que nos proporcionaban los bombardeos a los cuales, con impotencia, sólo podíamos neutralizar mejorando nuestras posiciones y estando permanentemente alertas.

Fueron noches de profundas reflexiones; noches que fortalecieron e incrementaron nuestra voluntad para sobrellevar aquello, y para seguir nuestra lucha hasta el final; noches de oración, con la Virgen del Rosario”…

Acerca de los trabajos realizados durante el mes de abril, es oportuno reiterar el testimonio del Sargento Primero de Artillería José Alberto Balmaceda, Computador Principal del CDT de la Batería “B” del Grupo de Artillería 3:

“En primer término, fui destinado a un pequeño grupo de comandos del GA 3. Nos llamaban ‘Gansos Salvajes’.  Éramos todos Cuadros de artillería, excepto algunos suboficiales del cuerpo profesional… Nuestra misión era ‘cerrar el Valle de Moody Brook, en una posición ubicada a unos 1.000 metros al Oeste de la Batería ‘C’, entre los cerros de Monte Longdon y Wireless Ridge, por un lado, y Monte Tumbledown, por el otro, es decir en el límite del BIM 5 con el RI 7.  Esta batería era la que nos daría el apoyo inmediato, en caso de necesitarlo.

Allí organizamos nuestra posición y esperamos que llegaran los ingleses.  Lógicamente, no nos quedamos con los brazos cruzados, sino que comenzamos a hacer campos minados, a la vez que reconocíamos la zona.  En oportunidades, solíamos reconocer caminos de repliegue o posibles vías de aproximación y caminos de una posición a otra en plena oscuridad; primero lo hacíamos de día, y luego lo repetíamos de noche.

Así fueron pasando los días, en medio de los cuales, al tiempo en que evocábamos el hogar, la familia y los hijos, también preparábamos nuestras posiciones.  En ese lugar, llegamos a construir un gran ‘rancho’ para paliar un poco el frío y el viento que, en este valle, parecía ser de nunca acabar.

Estaba construido con palos y paja, y lo habíamos forrado totalmente con unas láminas plásticas que la Unidad había llevado desde el continente, con el propósito de cubrir la munición de los obuses.  Las láminas cubrían el piso, las paredes y el techo.

Además, habíamos fabricado una estufa con un tambor de 200 litros, en el cual manteníamos fuego constante, gracias a la turba que traíamos desde la ladera de un cerro que teníamos cerca.  Usábamos el ‘rancho’ para comer y dormir (siempre por turnos); eran los únicos momentos en que teníamos algo de calor.  Cierto es que, el esfuerzo que demandó hacerlo valió la pena, porque él nos resguardó muchísimo del frío.

De esta manera, llegamos al primero de Mayo”…

Evaluación de un Jefe militar…

Sabido es que el Coronel Martín Antonio Balza después de la Gesta de las Malvinas expresó sus conclusiones por distintos medios y publicó varios libros.  [13]

Es oportuno reiterar algunos datos que incluyó en Malvinas – Gesta e incompetencia:

“Era imposible defender todo el territorio insular de Malvinas –11.700 km2, con más de 4.000 km. de costas- con los escasos medios disponibles.  La falta de movilidad táctica, por no disponer de vehículos y helicópteros en cantidad suficiente, obligó inicialmente a que la defensa se circunscribiera a un perímetro del orden de más de 50 km. totalmente sobreextendido.

Toas las imprevisiones y la improvisación de la conducción superior afloraron en el campo táctico’donde mueren las palabras’ y se libra el combate.  Carecíamos de dispositivos para transportar cargas por helicópteros y de instrumental para que estos realizaran vuelos nocturnos o con  poca visibilidad, además, las posibilidades de marcha a pie, dadas las características del terreno, se reducían a no más de 3 km. por hora y por día y no más de 1 km. de noche, exigiendo un gran esfuerzo como consecuencia de que las tropas no disponían de mochilas, sino de incómodos bolsones.   A fines de abril habíamos perdido la libertad de acción estratégica y éramos conscientes de que no se recuperaría”.  /…/

“Fuentes confiables me manifestaron que sólo después del 2 de abril los estados mayores de las Fuerzas Armadas se apresuraron a comprar actualizados Jane’s para conocer la cantidad y las características del material aéreo, naval y terrestre británico. ¡Ni conocíamos el armamento de nuestro oponente!  [14]

A mediados de abril recibí en mi puesto de comando una orden para informar, numéricamente la cantidad de soldados de religión judía, porque arribaría a las islas un grupo de rabinos para su atención espiritual, hecho que por razones que desconozco no se concretó. Todos los jefes de unidades, menos uno, nos mostramos totalmente de acuerdo con la visita.” /…/ [15]

Fines de abril: tensiones y alerta…

El Coronel artillero Julio César Navone, recordó que “la tensa vigilia se quebró en la madrugada del 1ro. de mayo cuando dos aviones Vulcan, atacaron el Aeropuerto de Puerto Argentino, pretendiendo cortar la pista de aterrizaje. Nunca lo lograron.

En esa fría y húmeda noche de otoño la guerra había comenzado.

Pese a tener conocimiento de que la Task Force Británica se encontraba próxima a las costas de Puerto Argentino, en condiciones de comenzar las hostilidades. El gris atardecer del 27 de abril parecía el preludio de una noche tranquila.

Pero eso fue sólo una simple presunción. Aproximadamente a las 20 horas un Radar Rasit del Regimiento de Infantería 3 detectan ecos en el mar al Sur de nuestras posiciones.

Parecía ser que desde una nave principal estarían lanzando al mar lanchones de desembarco. Rápidamente se da el alerta al Subteniente Capanegra, que se desempeñaba como observador adelantado con la Compañía ‘B’, quien nos ratifica lo que le habíamos transmitido. Con escasa información, con extremas dificultades para localizar los blancos, comenzamos a cumplir misiones de fuego sobre los ecos que se detectaban en la pantalla del radar.  De esta manera, esa noche, los cañones de la Batería de Tiro ‘B’ fueron los primeros que tronaron en la Islas Malvinas, recibiendo de esta manera su bautismo de fuego.

Habían pasado más de cien años desde que nuestra artillería no entraba en combate contra un invasor extranjero.

Todo el cielo parecía derrumbarse con las explosiones, en toda la isla se oía el hondo retumbar de nuestros cañones y sus relámpagos parecían iluminar el espíritu de quienes, abnegadamente, permanecían expectantes en sus trincheras.

A la madrugada, los lanchones se perdieron en la inmensidad del mar luego de haber soportado sobre ellos más de 160 proyectiles de 105 mm.

Desde la apertura del fuego se encontraba en mi Puesto de Comando el Jefe de nuestra unidad (Tcnl. Balza), quien supervisaba personalmente la ejecución de las actividades.

A media noche arribó también a ese lugar el Comandante de la Agrupación de Ejército ‘Puerto Argentino’, quien permaneció junto a nosotros hasta la finalización de la misión. No obstante, por los comentarios que hacía, parecía no entender que la misión de la Artillería es ‘batir por el fuego una extensa zona tanto en frente como en profundidad’, creo que él esperaba encontrar en la costa los lanchones perforados como si se les hubiera tirado desde 150 metros con un fusil y no desde 7 ú 8 kilómetros como realmente lo hicimos.

Era realmente preocupante para nosotros llegar a dudar de que, quien nos mandaba, no supiera cómo emplearnos.

Posteriormente se ratificó que había sido un intento de desembarco de tropas comando que fue abortado por los fuegos de la Batería de Tiro ‘B’.

La misión había sido cumplida pese a que nuestro comandante no lo comprendiera.”

01-05-1982: bautismo de fuego de la Fuerza Aérea…

“Día del Trabajo y de los Trabajadores” y en las Malvinas, día de movilizaciones y bombardeos.  Tras el ataque masivo con Harrier “fue nuestro bautismo de fuego contra los ingleses; al principio hubo un poco de desconcierto, pienso que por la falta de experiencia en guerra” -destacó el Capitán de Comunicaciones Jorge Rodolfo Svendsen- y se generó la reacción de “la Artillería de Defensa Aérea y de aviones de nuestra Fuerza Aérea”.  [16]

El coronel Martín Antonio Balza, desde la tarde del 30 de abril estaba en el cuartel general de la Agrupación “Ejército” de Puerto Argentino, ubicado en “una pequeña oficina de la casa que ocupaba el Comando citado”, rememoró veinte años después y en su libro Malvinas- Gesta e incompetencia, necesitó escribir:

“Quería evitar desplazamientos nocturnos dentro de la posición de defensa protegida por obstáculos de todo tipo, y por centinelas, que podrían originar una reacción y alerta innecesaria y perturbadora.  El acto decisivo del drama que conmovió a nuestro país y al mundo se inició el 1º de mayo a las 4:42.  A esa hora una fuerte explosión me despertó y de inmediato me dirigí a otras oficinas, ocupadas por oficiales de las tres Fuerzas que conformaban el Estado Mayor de la Agrupación.  Cuando bajaba la  escalera, oí que un jefe de la Fuerza Aérea gritaba: ‘¡Atacaron el aeropuerto!’ Segundos después, un coronel me dijo: ‘¡Se vienen, no más!’, lo que confirmó mi pálpito inicial de que los ingleses atacarían”… [17]

El Mayor Médico Andino Luis Francisco Quinci -miembro del Centro de Operaciones Logísticas en Puerto Argentino-, estuvo en la isla desde el 10 de abril y al rememorar aquellas jornadas, expresó:

“A medida que transcurrían los días de Abril, se acentuaba la convicción que se confirmó violentamente el 1º de Mayo a las 4 y 45.  Hasta ese día entre nosotros no habían existido mayores problemas  Se contaba con comida en cantidades normales, la tropa no había padecido las extremas condiciones a la que posteriormente fue expuesta, pero entre los que teníamos la responsabilidad de la conducción sanitaria, los días eran un acicate para acelerar todo tipo de preparativo, en especial el material disponible, pues preveíamos que, llegado el momento de las acciones, todo sería poco.  Hasta ese momento, nuestro trabajo como médicos se reducía a la atención de enfermedades comunes en esa situación, clima y época del año, y a algunos traumatismos y accidentes con armas de fuego o por acción de minas terrestres que, al ser pisadas, explotaban, produciendo el daño corporal que es de imaginar.”

“El trabajo intensivo comenzó en ese endemoniado 1º de Mayo, cuando todos nos bautizamos nuevamente, y los que no lo estaban lo fueron por la pólvora inglesa.  Después de cada ataque, llegaban los heridos.  Cada caso constituía, para nosotros, una atención individual, ya que cada soldado, suboficial y oficial herido, era una urgencia individual. Había que atenderlos a todos en la urgencia, de la misma manera como se atiende a uno solo.  Ahí se demostró hasta qué punto hacía falta el grado de capacitación de los profesionales militares.  A partir de ese 1º de Mayo, no hubo un día entero de paz.  Los gringos nos machacaban con la flota por la noche, o con los aviones durante el día.  Fue así como el hospital trabajó a lleno siempre, pues a las heridas y accidentes del combate, se debían agregar las enfermedades propias de la situación que se vivía.  Yo, por mi parte, desde el 1º de Mayo viví, prácticamente, en el hospital. Mis tareas de logístico de Sanidad en un Teatro de Operaciones bloqueado, eran escasas, de manera que me sumé al esfuerzo común, colaborando en todo lo necesario, y como no soy cirujano, trabajaba clínicamente y rezaba con fuerzas para todos, pero en especial, por los heridos y los muertos. Otra desgraciada tarea que nos tocó cumplir fue el acondicionamiento y el entierro de los muertos.”  [18]

Destacó el doctor Quinci que las condiciones de salud, “por efecto de la acción meteorológica y la acentuación paulatina del bloqueo se fueron haciendo cada vez más adversas. Comenzaron a aparecer los pies de trinchera y algún otro tipo de patología por congelamiento.  La comida, a mediados de Mayo, también se hizo escasa, debido a dos causas principales: primero, porque había poca y al final, casi nada, por no poderse distribuir lo que había llegado; segundo, porque cada vez se hacía más difícil hacerla llegar con regularidad a todos los destinos.  Esto originó las desnutriciones que tuvimos.  La comida, realmente, fue casi siempre un problema, ya que, si bien a principios de Abril existía en abundancia y de todo tipo, en especial la carne, en muchas oportunidades ésta quedó tirada en el muelle al no poder almacenársela por falta de capacidad frigorífica.  Además, faltaban cocinas de campaña para preparación caliente; se podrían seguir relatando mucos otros inconvenientes que debimos experimentar, y que todos y cada uno en su nivel trato de solucionar.  Pero ay algo más valioso que cualquier hecho material, y ello fue la postura, la actuación, la respuesta de ese grupo de argentinos, quienes, en representación de la patria toda, fueron capaces de cachetear al león inglés. Me refiero, en especial, a la gente de las primeras líneas, los que más expuestos estuvieron a todo, soldados de las provincias del norte, gente del calor afrontando el viento húmedo, la llovizna, la lluvia y el fuego enemigo (por supuesto también existieron representantes de todas las regiones del país).  Ellos eran combatientes de 18 y 19 años, que recién salían del calor de sus casas y del cariño de los suyos, humildes compatriotas al lado de universitarias con caras de futuros profesionales, trabajadores del campo y de la ciudad, oficiales y suboficiales, en especial los más jóvenes, llenos de ese ardor, de ese fuego sagrado que los impulsaba a querer ver su sangre fecundando la tierra malvinense.”

Desde otro punto de vista, es interesante el relato del Teniente Coronel de Infantería Carlos Eduardo Carrizo Salvadores, quien siendo Mayor fue el Jefe del Subsector Plata 2, que operó en Monte Longdon, diez kilómetros al oeste de Puerto Argentino:

“Hasta el 1º de Mayo, nuestra preocupación fue la preparación de la posición.  Nuestros peores enemigos eran el terreno y las condiciones meteorológicas.  Ese día se produjo el primer ataque aéreo sobre el Aeropuerto de Puerto Argentino; pese a estar descansando, pudimos observar hacia el Esta las explosiones y en ese momento nos dimos cuenta de que había comenzado realmente la guerra.

A las 9,30 aviones Harrier del enemigo ejecutaron un nuevo ataque sobre el Aeropuerto y sobre la posición.  Esto era semejante a un palco, desde donde podíamos observar Puerto Argentino, presenciamos, como sorprendidos espectadores, la más grande concentración de fuego de Defensa Aérea que jamás habíamos visto hasta ese momento.  El júbilo se apoderó de nosotros cuando ese enemigo, que intentaba provocarnos daños, caía fuera de combate por efecto del fuego certero de nuestros artilleros.

Todavía seguían los comentarios sobre el éxito obtenido, cuando en las primeras horas de la tarde divisamos, al Este, sobre la línea del horizonte, el perfil de tres fragatas británicas, que lamentablemente se desplazaban hacia el Sur.  Si bien es cierto que nuestra experiencia en guerra no era suficiente, los más viejos nos dimos cuenta de que la presencia de esas naves, tan próximas a nosotros, significaban una sola cosa: en cualquier momento nos harían sentir el efecto de su fuego.  Pero ello no duró mucho.  Entre las 20,30 y las 23,30 se produjo lo esperado: el enemigo bombardeó la posición con artillería naval… tal hecho duró pocos minutos, dicho tiempo nos parecieron una eternidad. Ese fue nuestro bautismo de fuego.  Así, y por ese acto, nuestros bisoños soldados ya eran veteranos.  De ahí en más, tanto el efecto psicológico como el efecto de destrucción de material  no nos afectó, aun cuando a medida que pasaba el tiempo, la frecuenci8a y densidad de sus fuegos iban en aumento.”

Ese día, en Puerto “Yapepú”, un Escalón de la Compañía de Comunicaciones 3 al mando de segundo Jefe Raúl Andrés, soportó “por parte de los británicos, acciones de guerra electrónica, con interferencias constantes y psicológicamente abrumadoras.”

“…entre estas interferencias, la transmisión de un comunicado al Jefe del RI 8, con asiento en Bahía Zorro, ubicado en la Isla Gran Malvina, conminándolo a que se rindiera de inmediato; posteriormente, y en la misma forma, fue intimado el Gobernador Militar de las Islas, respondiéndose, en ambos casos, en forma negativa.”

Mientras tanto, en el aeropuerto de Puerto Argentino, otro Escalón vivía “las alternativas del bombardeo aéreo  y naval”.

Relato de un Capitán de Caballería

El Capitán de Caballería Rodrigo A. Soloaga -Jefe de la Subunidad Independiente, Reserva de la Agrupación Ejército “Puerto Argentino”… rememoró que a ellos les “cupo la satisfacción de celebrar el ‘Día de la Caballería’… y destacó fue “la única Unidad orgánica completa que, estando en operaciones, conmemoró esa fecha.

Pronto llegó el día esperado y temido.  El 01 de Mayo de 1982 nos despertamos violentamente, al compás de lejanas explosiones que se producían en el sector del Aeropuerto.  Era el ataque inglés.  Se produjeron entonces momentos de confusión y desorden, pese a que estaba ordenado lo que debía hacerse en caso de ataque.  A la tarde, comenzó el fuego naval, y nosotros empezamos a conocer lo que era la guerra y lo que sería nuestra compañía permanente por un mes y medio  De este primer hecho me quedó, nítida, la imagen de la forma acelerada con que transcurrieron las horas y también cómo, en algunos casos, se perdía el control del personal; y algunos, el de sí mismos.

Indudablemente, hay que estar preparado para afrontar estas situaciones.

Allí comenzó una etapa de acciones enemigas, aéreas y navales, propias acciones aéreas, preparativos para acciones terrestres y expectativas, muchas expectativas…

Fundamentalmente, las noticias radiales que escuchábamos, las transmitían nuestros hermanos orientales por radio Carve, de Montevideo. ¿Quién puede olvidar el noticiero de las 21… a través del cual vivíamos los vaivenes de la negociación primero, y de las acciones posteriormente?”

“Con el correr de los días comenzaron también las cosas poco gratas: el pie de trinchera, las dificultades en el abastecimiento, el rigor del clima, la lluvia, la niebla, y los estados de ánimo propios de la situación que se vivía.”

“Otro factor que incidía negativamente en nuestra moral era la ausencia de noticias acerca de nuestros familiares, ya que los pocos aviones que llegaban, tenían cosas, si no más importantes, sí más urgentes que trasladar que la correspondencia.  No olvidemos que, generalmente, lo debido no es lo grato o lo esperado.”  [19]

Defensa de Darwin

El subteniente Ernesto O. Peluffo ha recordado que “la tarde del 1º de Mayo, sin tener terminadas aún las posiciones, en principio estaban orientadas hacia el Norte de Darwin, recibimos una alarma de alerta de desembarco enemigo, proveniente del Este. Otra vez tuvimos que movernos con el equipo y material para ocupar la nueva posición.  Nos reforzamos ligeramente en el terreno y permanecimos en vigía durante toda la noche.”

El ataque británico al amanecer del 1º de Mayo de 1982 con sus potentes aviones “Sea Harrier”, siguiendo el testimonio del Subteniente Claudio Oscar Braghini -Jefe de la Tercera Sección de la Batería “B” del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601-, había permitido al enemigo reconocer con precisión la pista de aterrizaje de “Pradera del Ganso” y la ubicación de esos grupos operativos.  Fue necesario establecer otra posición, marchar con extrema cautela sobre el terreno que había sido bombardeado y donde se encontraban “ramilletes de bombas belugas que no habían detonado, por la muy baja altura desde la cual habían sido lanzadas durante el ataque”. Durante esa noche, era imprescindible concluir con los trabajos de traslado de “todos los accesorios y munición” y en consecuencia, “requirió un esfuerzo desmedido al personal de la Sección, que, en sus efectivos, se hallaba reducida casi a la mitad, por no haber sido posible el traslado desde Puerto Argentino, debido a que los helicópteros de la Base Aérea Militar Cóndor estaban ocupados en el transporte del RI 12 desde Puerto Argentino a Darwin.”  [20]

En ese lugar, distante ochenta kilómetros de Puerto Argentino, al día siguiente ya estaba en condiciones de operar si se repetía otro ataque aéreo y estuvieron e “Alerta rojo permanente”.

El Sargento Primero de Artillería José Alberto Balmaceda (con experiencias en la lucha contra los grupos de guerrilleros instalados en Tucumán –1976- y durante el conflicto limítrofe con Chile en torno al Canal de Beagle en 1978), estaba cumpliendo su misión en Puerto Argentino y refiriéndose “al primero de Mayo”, dijo:

“Éste fue, para mí, el peor día, porque a pesar de las experiencias anteriores en campañas, nunca me había despertado tan conmocionado.

En la noche anterior, me había correspondido el primer turno de guardia junto con el Teniente Primero Daffuncchiuo.  A las 4 y 40, hora en que los británicos iniciaron el primer ataque, hacía apenas dos horas que estábamos descansando en el ‘rancho’.  Recuerdo que oí el grito: ‘¡Aviones!’, y luego de eso, una gran explosión; fue la primera bomba que tiraron sobre el aeropuerto.  Parecía que la tierra se partía en dos y mi corazón, por primera vez, parecía que se salía del pecho.

A partir de esa fecha, siguieron los ataques irregulares de los aviones británicos durante el día, y los bombardeos regulares de las fragatas durante la noche, hasta el final de las acciones bélicas”…

Como experiencia personal noté que a partir del 1ro. de Mayo, y a medida que el tiempo pasaba, perdimos primero el miedo, y después también el temor a las bombas y a los proyectiles ingleses”.  [21]

El General Martín Balza ha destacado que “a partir del 1º de mayo se pusieron en evidencia el cerco y el dominio de los británicos sobre el espacio aéreo y el mar circundante de las islas, lo que se extendió sin variantes durante el conflicto.  Faltaba el cerco terrestre, pero su concesión era sólo cuestión de tiempo.  A pesar de ello, al día siguiente una revista argentina publicó el siguiente diálogo:

Periodista (en Comodoro Rivadavia”: ‘Los ingleses bombardearon Puerto Argentino”.

Oficial de la Fuerza Aérea (en Puerto Argentino): ‘Mire, por suerte, o porque son muy malos, no dieron en el blanco […] no pueden con nosotros […] todos los abastecimientos son normales […] no tengo conocimiento de que se hayan producido bajas […] Le repito algo para que le quede grabado: ellos no pueden con nosotros’. Diálogo sostenido el 2 de mayo entre un periodista de la revista Siete días y un oficial no identificado de la Fuerza Aérea. Era una expresión de deseos por demás optimista, pero la realidad era otra”. [22]

Mayo: posiciones defensivas

A partir del 2 de mayo de 1982, se avanzó hacia la organización de la defensa de Darwin y al tercer día, siguiendo las órdenes del Teniente Primero Carlos Daniel Esteban, la compañía “C” del regimiento de Infantería 25 “daba la seguridad a los puestos de comando del RI 12, y continuaba preparando su sector defensivo. [23]

Una década después, el general Martín Balza comentó que “esa noche (2 de mayo), los ingleses hicieron uso de un engaño electrónico […] un eco que aparentaba ser el de dos o tres helicópteros livianos que se desplazaban al sur de nuestra posición, en dirección al mar […] se trataba de una interferencia engañosa, pues los blancos fijados visualmente en las pantallas no eran captados acústicamente.”  [24]

Durante aquellas jornadas, la Sección Apoyo de la Compañía “A” encargada al subteniente Peluffo, siguió completando “la construcción de las posiciones” y su organización. “El racionamiento era muy discontinuo.  Comíamos una sola vez al día, comenzamos a debilitarnos mucho”, relató tiempo después el joven oficial.

02-05-1982: hundimiento del Crucero “General Belgrano”

Durante el conflicto armado con las fuerzas británicas en las Islas Malvinas, el Reino Unido unilateralmente declaró una “zona de exclusión” a 200 millas prohibiendo la navegación y el Crucero “General Belgrano” estaba navegando hacia la costa argentina.

El general Balza, al rememorar diversos testimonios expresó que “un experto en guerra aeronaval y guerra electrónica, Mario de Arcángelis, dijo:

“…el crucero había utilizado empero, la radio y el radar sin demasiada discreción tal vez desconociendo que sus emisiones electromagnéticas estaban siendo regularmente interceptadas por la red de escucha estadounidense a la que el Reino Unido tiene normal acceso como país perteneciente a la OTAN”.  Me permito disentir con lo expresado tajantemente por De Arcángelis, porque no dudo de la excelencia profesional de comandante y el segundo comandante del Belgrano, capitanes Héctor Bonzo y Pedro Luis Galazi, respectivamente, a quienes nunca tuve oportunidad de tratar.  Sobre el ataque al crucero, comparto el comentario atribuido al vicealmirante Juan José Lombardo de  la Armada Argentina: ‘En circunstancias como la guerra de las Malvinas, yo hubiera ordenado el hundimiento de un hipotético Crucero General Belgrano de la flota inglesa, simplemente porque se trataba de una guerra. El viejo crucero yace con gran parte de su tripulación en el fondo del mar, y su ubicación ha sido con justicia, declarada ‘lugar histórico nacional y tumba de guerra’ por Ley Nacional Nº 25.554/2001.

Después del hundimiento del Belgrano la flota de superficie argentina se mantuvo dentro de las 12 millas de la costa.”

04-05-1982: celebración de la Santa Misa…

El 4 de Mayo, el Rdo. Padre Mora convocó para la celebración de la Santa Misa, improvisaron un altar con cajones de morteros y mientras estaban en la “Consagración” escucharon “la sirena de una alarma aérea”.  El subteniente Peluffo vio con su anteojo de campaña, el avance de tres aviones Harrier y enseguida ordenó a la tropa que se ubicara en sus posiciones mientras los aviones ingleses sobrevolaban a aproximadamente dos kilómetros de distancia, sobre la artillería de Defensa Aérea que en ese momento logró derribar al avión cuyo piloto “soltó las bombas para aliviar su peso y viró la máquina… que comenzó a explotar”. Cuando el subteniente advirtió que la bomba había rebotado, gritó ¡Viva la Patria! y los soldados correntinos lo acompañaron “con vítores y ‘Sapucay’…”  En ese momento, “el Padre Mora se incorporó y repartió la comunión pozo a pozo.  Parecía un milagro que estuviéramos vivos”, dijo el subteniente durante uno de los tantos diálogos sobre aquella Gesta insoslayable.

Después de aquellas invocaciones al “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”, el hambre impulsó a los combatientes a mirar con apetito a los corderos que también soportaban el acoso de los ataques desde distintas direcciones. Así lo reconoció el subteniente Peluffo:

“Las constantes lluvias inundaron nuestros pozos, y para recuperarnos, debía relevarnos en las posiciones cada veinticuatro horas.  Concurríamos a los galpones para secar nuestras ropas y recuperarnos físicamente.  Se comenzó a requisar corderos, pues las raciones eran insuficientes. Los ataques aéreos de los ingleses se habían paralizado, ya que temían a nuestra Defensa Aérea, y desde entonces, sólo efectuaban vuelos de reconocimiento, no teníamos noticias del enemigo, y las únicas que conocíamos eran las que escuchábamos por radio CARVE de Montevideo”.

(Así había sucedido cuando se produjeron los sucesivos golpes cívico-militares que derrocaron a los presidentes electos por la mayoría de los ciudadanos argentinos.  Las primeras noticias llegaban desde Montevideo y si fracasaban los intentos subversivos, hacia ese lugar huían los conspiradores…)

El Subteniente Claudio Oscar Braghini -jefe de la 3ª Sección de la Batería “B” del GADA 601-, ha destacado las consecuencias del sorpresivo ataque británico el primer día de Mayo y las intensas actividades de traslado de materiales y cambio de posiciones:

“…un agotamiento físico extremo, que sólo en parte podría ser recuperado con el descanso nocturno… que permanentemente se veía interrumpido por los alertas provenientes de Puerto Argentino, por el fuego de hostigamiento de la flota inglesa o por algún vuelo nocturno que detectaba el radar ELTA de la Fuerza Aérea”…

Recordó el Subteniente Braghini que el 4 de Mayo de 1982, “aproximadamente a las 13 y 45 horas se detectaron tres ecos en la pantalla del radar” y que “inmediatamente se pasó el alerta al Puesto de Comando de la Base Aérea Militar Cóndor, ubicado a unos 500 metros del director de tiro, por medios radioeléctricos y telefónicos, y posteriormente, a las dos piezas ubicadas a unos 100 metros del director de tiro para lo cual se emplearon los intercomunicadores que posee el material”.  Al aproximarse un “Harrier”, el subteniente disparó la primera ráfaga que “dio en tierra, delante de la aeronave.  Los proyectiles estallaron frente a la trompa del aparato y éste inmediatamente inició maniobras evasivas, ladeándose de un costado a otro en zig-zag”. Cuando se estabilizó el aparato, otra ráfaga “lo tomó de lleno, provocó probablemente el estallido de sus depósitos de combustible y produjo el desprendimiento completo de su plano izquierdo  Envuelto en llamas, el Harrier perdió horizontalidad, levantó su trompa en forma exagerada, giró sobre su eje longitudinal y se precipitó a tierra violentamente.   En el primer impacto el piloto fue despedido de su cabina junto con el asiento eyectable.  Su paracaídas se abrió y quedó enredado en una alambrada.  Los restos del avión” -matrícula XZ 450 del escuadrón 800-, “formando una inmensa bola de fuego se levantaron nuevamente, pasaron sobre unas posiciones de infantería, donde provocaron quemaduras a dos soldados, y finalmente quedaron desperdigados en la cabecera de pista.  Ente esos restos se encontró, aún sujeto a su asiento, el cadáver de su piloto, Teniente Nicholas Taylor de la Royal Navy.

En los días subsiguientes, la aviación enemiga prefirió mantenerse a distancia y efectuar sólo vuelos de reconocimiento.

El general Balza, en su libro Malvinas – Gesta e incompetencia, informa:

“El 4 de mayo al regresar a mi puesto de comando después de recorrer la posición de la batería C, ubicada al sudeste del monte Longdton, tomé conocimiento del hundimiento del destructor Sheffield, como consecuencia de impacto de un misil AM39 – Exocet lanzado por un avión Super Etendard de nuestra aviación naval.  Nuestro júbilo duró muy poco porque inmediatamente llegó la noticia del hundimiento del crucero General Belgrano”…  [25]

      (Reitero lo expresado en el camino entre gramilla y bosque…  [26]

“Hay que tener en cuenta que el ex presidente Hipólito Irigoyen fue embarcado el 11 de septiembre de 1930 en el Crucero General Belgrano y que permaneció allí, hasta que el 19 de noviembre se ordenó el traslado a la Isla Martín García, donde estuvo detenido hasta que el 11 de enero de 1933 y debido a su delicado estado de salud fue trasladado a Buenos Aires, produciéndose el fallecimiento el primer día de julio del mismo año.”)

04-05-1982: hundimiento de la fragata “HMS Sheffield”…

Es oportuno tener en cuenta que en el editorial del diario británico “The Times”, tras el hundimiento del buque inglés fueron reproducidas algunas expresiones de un piloto británico:

“Estos tipos son mucho mejor de lo que pensábamos”…

“La supremacía aérea es sin duda uno de los problemas más serios que enfrenta la flota”…

El poder de la defensa aérea argentina…

En el diario La Razón de Buenos Aires, en la edición del miércoles 19 de mayo de 1982 reprodujeron el texto completo de ese editorial:

“Las primeras reacciones recogidas luego del hundimiento del HMS Sheffield, condensan la opinión general actual en que la fuerza de tarea enviada al Atlántico Sur se ha encontrado con la desagradable sorpresa de una resistencia encarnizada y profesional, lo cual muestra el error de apreciación del poderío argentino.  El ataque en cuestión sintetiza lo anterior dando así una imagen de que el hundimiento del Sheffield es producto de una cuidadosa y bien planeada maniobra a la que se suma la pericia y el reconocimiento de la exacta posición de la flota.  A través de estos sucesos los comentarios de los integrantes de la flota reflejan el estupor ante la firme actitud argentina.

Prueba de ello son las palabras de un piloto de Sea Harrier del Invincible: ‘Estos tipos son mucho mejor de lo que pensábamos’.  Otro aspecto importante es la incómoda vida que los miembros de la flota sobrellevan en esta complicada batalla del Atlántico Sur.  Las vigilias interminables, el estado de alerta continua y otros males determinan en la tripulación un estado de ansiedad malsana a  la moral de la misma.

Un punto culminante sin duda fue el martes cuando se anunció que el buque estaba bajo el fuego de misiles.  Un grupo de periodistas que cubren la noticia se encontraban en el puesto de mando del almirante, que es el mejor lugar para apreciar cualquier maniobra.  Mas no pudieron ver nada debido a que juntamente con el resto se encontraron cuerpo a tierra hasta pasado el peligro.  Pero la peor parte la llevan quienes se encuentran bajo cubierta, los cuales sienten la vulnerabilidad del que no sabe lo que está ocurriendo, por estar confinado, amén de la relativa protección que brinda el casco de la nave.  Varias cosas son temidas dentro de la tripulación, es el caso de la alarma que indica un ataque de torpedos o misiles.  Aunque también, bajo cubierta, está la sala de situación de los oficiales, la que a diferencia del resto está limpia, perfumada y arreglada, lista para su uso en caso de ataque para disminuir el riesgo sobre cubierta.  Sobre el Hermes la situación imperante desde el hundimiento del Sheffield es tan truculenta como los problemas matemáticos que tanto deleitan al almirante Woodward.  Si bien la flota tiene un cierto dominio del mar, no olvidemos a los submarinos argentinos que pueden estar operando en la zona, la supremacía aérea es sin duda uno de los problemas más serios que enfrenta la tropa”.

Reconocimiento de un marino alemán…

Quienes casi no podemos eludir el impulso de escribir sobre la historia de la humanidad, miramos, leemos y si es posible taquigráficamente anotamos los datos que resultan de interés para determinados desarrollos literarios.  El viernes tres de septiembre del cuarto año del siglo veintiuno, llegué hasta el escritorio de un mecánico de automóviles y observé el cuadro ubicado en un primer plano, antes de la puerta de entrada a ese lugar donde distintos cuadros y algunos diplomas, indicaban diferentes trayectorias.

Mientras nuestra hija Nidia Marta dialogaba con el hábil especialista, pude anotar algunos párrafos de aquella carta:

“A vosotros, jóvenes argentinos, compañeros pilotos de combate, quisiera deciros toda mi admiración.”

………………………………………………………………………………………………………………………

“Vuestro valor nos ha deslumbrado y no sólo el pueblo argentino no debe olvidaros nunca, sino somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos de que seáis nuestros hermanos pilotos.

Ay: la verdad vale únicamente por la sangre derramada y el mundo cree solamente en las causas cuyos testigos se hacen matar por ella.”

Firmado: “Pierre Clostermann .

As de la aviación aliada durante la Segunda Guerra Mundial”.

Testimonio de un Sargento de Infantería…

Al rememorar “lo vivido durante los setenta y cinco días de permanencia en Puerto Argentino”, el Sargento de Infantería Gregorio S. C. Ventancol -perteneciente a la Primera Sección de la Compañía “A” del Regimiento de Infantería Mecanizado 6 a cargo del Subteniente Barbagallo”-, destacó:

“Muchas fueron las horas de sacrificio y trabajo duro antes de iniciar los combates.

Trabajamos intensamente durante el día, organizando nuestras posiciones. El perfeccionamiento permanente y constante de las obras de tierra, la lucha continua contra el frío, la llovizna que todo lo dificultaba y la preparación de nuestros soldados, eran actividades casi rutinarias.

Sólo faltaba, para complicarlo todo, el bombardeo enemigo que, a pesar del 1º de Mayo, fue incesante.  No había forma de recuperar fuerzas durante la noche.  Entre ellos y nuestra artillería, nonos permitían cerrar los ojos, sin que todo temblara a nuestro alrededor.  Esto se hizo particularmente intenso durante los últimos cinco días de combate. ¡Aquello fue impresionante!

Por momentos perdíamos la noción de cuál proyectil iba o venía…”

El Tte. 1º Carlos Alberto Chanampa –jefe de Batería de Artillería Aerotransportada que operó en Puerto Argentino, destacó que “el 09 de Mayo, a las 18, emprendimos el regreso a la isla Soledad. El viaje fue muy penoso y lleno de riesgos; tardamos nueve días en llegar a destino, debiendo hacer escala en BAHÍA ZORRO y PRADERA DEL GANSO”.

Rememoró que “lo más significativo y trascendente fue el encuentro con el Cap. NOVOA, que se materializó a bordo del buque Carcarañá, en circunstancias en que se aprestaba a partir a Puerto Argentino en otro buque, el Isla de los Estados, que estaba amarrado a la nave antes mencionada” y que el capitán había comentado que “su designación había sido sorpresiva”. Luego se despidieron “con un fuerte abrazo, sin imaginar que, pocas horas más tarde, su embarcación sería objeto de un certero ataque enemigo, del cual sólo sobrevivirían dos miembros de la tripulación.  Entre los desaparecidos se contaba el propio Capitán Novoa”.  [27]

 “La madrugada del 10 de mayo nos recibió con el alerta rojo de un inminente ataque aérea”

El 9 de mayo de 1982, mientras los diplomáticos seguían conversando, las fuerzas británicas seguían produciendo bajas: un avión Harrier hundió al barco pesquero “Nawal”.

El Capitán Esteban ha destacado que el “12 de Mayo, la defensa de DARWIN estaba a cargo del Jefe del RI 12, y mi compañía, la “C” del RI25, integraba el mismo, manteniendo un sector.”   [28]

Como sucede en el continente, también en aquella isla del Atlántico sur, la escuela de San Carlos sirvió para la Base que ordenó construir el Teniente 1º Esteban, “en forma similar a lo hecho en DARWIN. Se establecieron comunicaciones con PUERTO ARGENTINO, mediante una radio (VLU) requisada a los ‘kelpers’.  Se efectuó un control de la  población, y se requisó el armamento y medios de comunicaciones. Se le permitió a la población continuar normalmente con sus tareas (para disimular toda presencia de tropas). Se instalaron las armas pesadas en la altura 234, con una fracción que se relevaba cada dos días, pues las condiciones meteorológicas y geográficas del lugar eran muy adversas.  Se utilizaban las instalaciones de la escuela y la tropa estaba bien alimentada e higienizada”.

Entre el 6 y el 10 de mayo los combatientes soportaron “lluvias continuas e intenso frío” y “el Forrest, un buque interisleño” dejó “víveres frescos (verdura y frutas)” e informó que esa noche llegaría el buque “Isla de los Estados” para proveer “con elementos indispensables para la posición, como combustible y víveres secos.”  Cuando ya se estaba acercando al Puerto Yapeyú, el capitán del Isla de los Estados avisó que ya estaban llegando y que no tiraran. Inmediatamente “el Capitán del Forrest, sin dudar un solo instante, dijo ‘Salgo a buscarlo’.  Preparó el buque, más parecido a una cáscara de nuez que a otra cosa, y allá se fue en una noche totalmente cerrada y neblinosa, en busca del Isla de los Estados”.  Diez minutos después “una serie de bengalas iluminaba la noche sobre el Forrest que salía de la bahía, el cual viró entonces 180º regresando al puerto.  Los ingleses estaban en el estrecho, algo que no imaginábamos que podía ocurrir.  Dos días más tarde, se encontrarían los restos del Mayordomo del buque, de apellido Sandoval, a quien enterramos en Howard.”

Más recuerdos de esas semanas…

El coronel artillero Julio César Navone, ha rememorado:

“…el 06 mayo de 1982, ya instalado en Malvinas, me ordenaron desplazarme en helicóptero a Mount Low (al norte de Puerto Argentino) a tomar contacto con el Jefe de Compañía “A”, del Regimiento de Infantería 4, el Teniente Primero Moughty que se encontraba solo y aislado, para establecer acuerdos para el caso que necesitara fuego de artillería sobre su sector de responsabilidad.

Brevemente le recuerdo los procedimientos que le habíamos enseñado en ese curso realizado en tierras correntinas y le entrego unas instrucciones escritas del Coordinador de Apoyo de Fuego al respecto. Comprobamos las comunicaciones y en pocos minutos más regreso a mi posición.”

“En otro episodio ocurrido el 08 de mayo de 1982, tuvimos que aplicar el ingenio. Nuestro radar RASIT detectó que dos buques enemigos se aproximaban a la costa a una distancia inusual (8.000 metros). Ante esta amenaza se cambió el frente de la Batería y utilizando haz convergente (concentrando todas las piezas), y empleando el Radar RASIT como medio de Adquisición de Blancos batimos la zona durante aproximadamente una hora y treinta minutos.

Así fue como una Batería de Obuses de 105 milímetros OTTO MELARA, apta para montaña, llanura o para operaciones aerotransportadas fue empleada como artillería de costa.

Finalmente, el azar jugó a nuestro favor cuando durante el cumplimiento de una misión de fuego un proyectil impactó en un helicóptero enemigo que transportaba una pieza de artillería. Esta información fue corroborada por el Observador Adelantado y por el operador de radar del sistema ROLAND que se encontraba emplazado en proximidades de la batería.

La preparación para el combate, la agudización del ingenio y muchas veces el azar, hacen que tengamos que orientar nuestra educación militar a formar conductores flexibles, idóneos para adoptar rápidas y acertadas resoluciones, aún con un elevado grado de incertidumbre.”

Astiz, prisionero…

El capitán de corbeta Alfredo Astiz -comandante de la guarnición argentina encargada de defender las Georgias- había sido capturado por las fuerzas británicas y luego trasladado a la Isla Ascención.  Allí estaban alojados 188 combatientes argentinos que fueron liberados el 13 de mayo mientras al capitán Astiz lo trasladarían a Londres, porque “el gobierno sueco pidió al de Gran Bretaña poder interrogar al oficial con relación a la desaparición de Dagmar Heglein.  También las autoridades francesas manifestaron su interés por interrogar al oficial por la desaparición de las religiosas francesas Leonie Duguet y Alice Damont.

(Tres lustros después, seguían las denuncias contra Astiz y otros militares acusados de violación de los derechos humanos durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, iniciado el 24 de marzo de 1976 tras la detención de la presidenta María Estela Martínez de Perón, trasladada a Villa la Angostura, cerca de la cordillera de los Andes…)

14 de mayo: experiencias de un artillero.

(Distintos medios habían informado acerca de la reunión del presidente Galtieri con sus ministros y de lo expresado por el canciller Nicanor Costa Méndez: “La solidaridad americana es cada vez mayor… En el bloque de los No A la sorpresa es contar con un gran aliado como Cuba”…   Mientras tanto, el doctor Raúl Quijano -embajador argentino ante la OEA- aludió a otra sorpresa: que “la prensa estadounidense haya dado mayor trascendencia al secuestro de periodistas ocurrido en Buenos Aires que a las negociaciones que se desarrollan en el marco de la ONU y a las propias acciones bélicas”.

Quienes realmente estaban defendiendo con las únicas armas disponibles la soberanía en las Malvinas, nada sabían sobre tales reuniones, confusiones y asombro.   Ellos también dialogaban, tenían sensaciones semejantes pero en función de un solo propósito: ganar la paz sin ser derrotados…)

El coronel artillero Julio César Navone, recordó que “el 14 de mayo de 1982 fue un día frío, ventoso, gris, con copiosas lloviznas, pero fue también un día de regocijo general, al recibir el primer cañón de 155 mm, que a partir de ese momento fue bautizado, humorísticamente, como el ‘Gran Berta’, en evocación de aquel famoso cañón alemán empleado en la Primera Guerra Mundial.  De inmediato se iniciaron detalladamente los reconocimientos para su emplazamiento. No fue una tarea sencilla, ya que este cañón por su gran peso (8.500 kilogramos) y la poca consistencia que presentaba el terreno, obligaron a recurrir a una retroexcavadora y a planchas de aluminio para lograr la sustentación y la firmeza del suelo necesaria para el tiro.

En días sucesivos se recibieron otros dos cañones más, conformando la Batería ‘D’, que pasó a depender de nuestra unidad.

Esas piezas de artillería venían provenientes del Grupo de Artillería 101, que tenía su asiento de paz en la ciudad de Junín (Provincia de Buenos Aires).

Inicialmente, a estos cañones se les asignó una misión no común en Artillería: hostigar a los buques enemigos. Su presencia y sus fuegos pusieron término a la impunidad con que las fragatas cañoneaban nuestras posiciones, pero sobre todo cumplieron un importante objetivo psicológico sobre la propia tropa que ya no se sentía tan desamparada.

Esos fuegos fueron ejecutados en su totalidad durante la noche, con el frío entumeciendo las manos y el viento cortajeando los rostros de esos estoicos artilleros que cumplieron más de quince misiones de fuego contra los buques, disparando sobre ellos más de ciento cincuenta proyectiles de 45 kilogramos de trotil y acero cada uno.

Además de este tipo de misiones, la Batería ‘D’ estableció también verdaderos duelos de contrabatería contra la artillería británica y ejecutó fuegos de neutralización y hostigamiento a las mayores distancias incidiendo en la profundidad del campo de combate del enemigo.

Esta batería realizó, durante la campaña, un heroico esfuerzo que fue ampliamente valorado por todos los combatientes que luchamos en las islas.”

“La guerra sucia”…

Con ese título, en el diario La Razón de Buenos Aires informaron que desde el 15 de mayo, las fuerzas británicas lanzaron “contra las defensas argentinas en las Malvinas bombas de aspiración, endureciendo considerablemente su táctica miliar”.  En el epígrafe destacaron:

“Reconocen los ingleses el empleo de una bomba ‘aspirante’ que estalla cerca del suelo y dispersa la muerte.  Se lanza desde gran altura y sin precisar el blanco, para evitar la defensa antiaérea. Paradójicamente, en Londres también aseguran que querían limitar el número de víctimas.”

En esa crónica se reitera lo expresado por “un oficial del portaaviones Invincible” acerca de “la cantidad de víctimas que causan estas bombas” y respondió:

“No sabemos, pero ésta es la meta buscada, el objetivo es causar víctimas.”

”Con la utilización de bombas aspirantes, según los expertos militares interrogados, se trata claramente de preparar una eventual reconquista de las Islas Malvinas.”

17-05-1982: Acciones en Pradera del Ganso…

El 17 de mayo a las 7:30 llegó a Pradera del Ganso el buque “Monsemen”.  El teniente 1º de Artillería Carlos Alberto Chanampa rememoró aquel momento su permanencia durante “veinticuatro horas” en ese lugar.

Terminados los combates, necesitó expresar:

“Esto me permitió interiorizarme de la situación que vivía el RI 12, de sus capacidades y de sus limitaciones, de las características del terreno y de los medios de apoyo de fuego que disponía.  Y toda esa información me sería de gran utilidad en un futuro próximo.”

Desde otro punto de vista, el teniente Jorge Cadelago expresó que “el 17 de Mayo resultó un día clave, si se quiere, en el desarrollo de las operaciones, y el momento en que, de algún modo, se jugó la suerte para las tropas que estaban en la Isla Gran Malvina: los ingleses tomaron plena posesión del Estrecho de San Carlos, cortando toda posibilidad de abastecimiento logístico, al poner fuera de combate a los buques Carcarañá y Bahía de Gran Suceso”.

Así fue como el Regimiento de Infantería 5 quedó aislado y prácticamente desde alrededor del 10 de mayo hasta el 6 de junio, la Unidad no recibió apoyo de víveres, debiendo racionar lo que se disponía en la posición”.   [29]

Casi al mediodía del día siguiente, llegaron a Puerto Argentino y se incorporaron al resto de la Batería con posición en Monte Wall.  Se dedicaron a preparar el armamento en el monte, transportando la munición “a brazo” por un camino que “carecía de desagües  y caminos de acceso, el terreno era muy blando, tenía obstáculos considerables en ambos flancos que no permitían prever en los 360 grados. Se agregaba a esta contingencia, el hecho de que había un sinnúmero de vehículos encajados y abandonados en el centro y delante de la posición, que no permitían el encubrimiento y obstaculizaban el campo de tiro.  Recibían algunas órdenes, cumplían las misiones pertinentes, estaban alertas…

El Subteniente 1º Marcelo Alberto Llambías Pravaz perteneciente a una sección del RI 4 que operó en la Isla Soledad –“compuesta, en su mayoría por Soldados Clase 63, con pocas semanas de instrucción, y por Soldaos Clase 62, movilizados”-, recordó que mientras estaban ubicados “en la cresta Este del Monte Challenger” observaron “los combates aéreos del 1ro. de Mayo” y que “poco a poco” fueron “entrando en situación. Ataques aéreos, patrullas, gran desgaste físico, la caída de Darwin y el repliegue bajo el fuego enemigo, terminó con aquellos días no bien definidos entre combates y negociaciones.”  [30]

Fuerzas disponibles para el desembarco inglés…

Es oportuno recordar que el diario The Times de Londres, el 18 de mayo publicó alguna información acerca del posible desembarco de las tropas inglesas, destacando que “aunque en las costas de las Malvinas hay muchas calas y ensenadas, casi todas tienen poco calado con escollos submarinos y densas concentraciones de algas.  En un ataque frontal contra posiciones fuertemente protegidas, intervendría la artillería de los destructores del tipo County, de las fragatas Plymouth y Yarmouth, reforzadas por el fuego de las fragatas Arrow, Antelope y Alacrity.  El atacante dispone para el primer asalto, de dos comandos -el 40 y el 42- de infantería de marina del tercer batallón del regimiento de paracaidistas, de unidades de artillería y de carros ligeros de reconocimiento, en total unos 3 mil hombres.  Para la cobertura aérea hay unos 20 Sea Harrier y otros 17 en el buque auxiliar Atlantic Conveyor, que se cree navega a retaguardia de la flota expedicionaria.

La pesadilla de los expertos ingleses es la aviación argentina que demostró hasta ahora su capacidad para forzar las defensas aéreas de la flota inglesa, y los tres submarinos convencionales, uno de ellos en aguas próximas a las Malvinas, según noticias de Londres. ‘Si uno de los dos portaaviones ingleses queda destruido por la aviación argentina, sería un desastre para la flota expedicionaria.

Nadie prevé en Londres los acontecimientos después del desembarco, porque Argentina puede seguir las hostilidades contra la nueva guarnición del archipiélago por tiempo indefinido.

Nadie piensa, ni está pensando en las consecuencias de las hostilidades a largo plazo entre las fuerzas inglesas en las Malvinas y las fuerzas argentinas con bases en el continente, salvo que Londres quiera llevar la guerra a la inmensa franja comprendida entre el Río de la Plata y el Canal de Magallanes”, destacaban en el diario La Razón de Buenos Aires…  [31]

18-05-1982: misión de Combate…

El Capitán de Infantería Ricardo Manuel Frecha -integrante de la Compañía de Comandos 601- ha destacado que durante sesenta y ocho días estuvieron en Islas Malvinas realizando “apoyo de instrucción” a diversas unidades; tareas de patrullaje y rescate, entradas en combates y captura de material de guerra, emboscadas aéreas, utilizando “misiles antiaéreos Blow Pipi (3.000 metros de alcance)”.  Hacia el oeste de Puerto “Yapeyú” –Port Howard- estaba ubicado el Regimiento de Infantería 5 y cuando los radares indicaron la posible presencia del enemigo en esa zona, “el 18 de mayo a las 17, el Jefe de la Compañía (Mayor Castagneto) recibió la orden de ejecutar exploración al oeste”… con helicópteros del Ejército, desde Moody Brook hasta aquel puerto, “cruzando el Estrecho San Carlos a la altura de ancho más reducido”; explorar la zona desde el Puerto Yapeyú hacia el oeste hasta el Puerto Navidad y luego regresar a Puerto Argentino.  La misión continuó al día siguiente, mientras la niebla era un obstáculo y debían volar a baja altura. Si descendían, además de las dificultades visuales tenían que soportar los fuertes vientos.  Durante esos patrullajes no detectaron fuerzas enemigas.  La noche del 19 de mayo, en esa zona lloviznaba y “al amanecer, comenzó a abrirse el cielo, y con esto, se tuvo conocimiento de la intensa actividad aérea desplegada por el enemigo sobre el estrecho.  Aproximadamente a las 6,30… el Puerto Comando recibió la indicación de ‘alerta roja’ y, simultáneamente, se alcanzaron a oír lejanos motores de aviones”, relató el Capitán Frecha.  “Se ordenó entonces, al Jefe de Emboscadas Antiaéreas, desplegar sus efectivos, y éste, a su vez, ordenó a cada uno de los apuntadores a posiciones generales del fuego.”  [32]

“Ya con el avión enemigo a unos 4.000 metros, se dispararon ambos misiles; el resto del personal de comando tomó posición en las proximidades para -junto con efectivos del RI5- hacer fuego de autodefensa con sus armas portátiles”…

“Poco segundos después, y cuando todavía no se había recuperado el aliento, producto de la excitación, se vio otro avión, pero esta vez con una aproximación más cruzada”.  Apuntaron, hicieron fuego y sólo uno de los misiles explotó debajo del aparato y “fracción de segundos después, su motor estalló lanzando humo.  Al sentir que su avión era ingobernable, el piloto se eyectó, cayendo sobre la bahía, mientras que la aeronave impactaba sobre el terreno en una extensión de 1000 a 2000 metros. Pocos minutos después, el inglés fue rescatado”, conducido hacia el hospital de campaña y asistido por su “herida cortante en la boca y fractura de clavícula”. heridas y fractura ”. .

El Teniente de Ingenieros Horacio Darío Blanco estaba a cargo de una Sección al sur de Puerto Argentino, instalando una faja minada delante de las posiciones defensivas del Regimiento de Infantería 6 y fue convocado por el “Capitán Dunn (2do. Jefe de Compañía) porque “el personal que hasta ese día daba la seguridad al puente cercano al establecimiento de Fitz Roy se estaba replegando a Puerto Argentino, y no había podido dar fuego a las cargas instaladas en el puente”.  Tal era la misión que debía cumplir el Teniente Blanco y durante quince días estuvo dedicado a medidas de seguridad.

Acerca del Mundial de Fútbol ’82

Distintos medios reiteraron lo expresado en la Revista Cirse –Nº 46, órgano de difusión del Círculo de Suboficiales del Ejército Argentino-, con amplias referencias a desarrollo de las acciones en las Islas Malvinas.  Destacaron que desde otro punto de vistas, “la revista trae una nota sobre el Mundial ’82 de fútbol” y señalaban que “aquellos que puedan presenciar el evento se hallarán ante verdaderas joyas arquitectónicas que testimonian la profunda fe religiosa de los españoles a través de los siglos.  Posteriormente hay un artículo que habla acerca del alineamiento planetario”… [33]

19-05-1982: Declaraciones de Margaret Thatcher.

Distintos medios informaron que “la primera ministra Margaret Thatcher, dejó hoy pocas esperanzas a la posibilidad de lograr una cuerdo negociado en el conflicto de las Malvinas sin una intensificación de las operaciones militares” porque eran “poco alentadores” los análisis del gobierno argentino y las últimas proposiciones del secretario general de las Naciones Unidas Javier Pérez de Cuellar. Destacó que “el foso” entre la Argentina y Gran Bretaña era “muy grande” y que la soberanía de las Islas Malvinas era negociable respetando la autodeterminación de sus habitantes.  Durante ese diálogo con periodistas, también destacó que tas “la terrible experiencia” que esas personas estaban viviendo, “la última cosa” que podrían desear era “la soberanía argentina”.   Casi al finalizar esa media hora de información pública, expresó que el proceso debería desarrollarse en sucesivas etapas: “1º) Retiro de las fuerzas argentinas de las islas; 2) supervisión de ese retiro por algún organismo, en principio por las Naciones Unidas, y 3) un período durante el cual deberán comenzar las negociaciones”, considerando que “una administración interina de UN es perfectamente aceptable”.  [34]

Mientras tanto, en Londres ya estaban estudiando la posibilidad de que “Gran Bretaña llegara a un acuerdo con Estados Unidos o con Chile, Uruguay o Brasil, para garantizar conjuntamente la libertad y autodeterminación de los isleños”.  El veinticuatro de mayo, el ministro de Defensa Británico John Nott habló desde “el programa Panorama que ahora tiene un nuevo conductor, en vista de que el anterior debió renunciar por haber hecho la semana  un programa que el gobierno conservador consideró ‘muy pro argentino’.”

“Esta vez el ministro no fue tan terminante como hace una semana, cuando había dicho que las islas no pasarían ‘nunca’ a la soberanía argentina”. /…/ “Dijo, eso sí, que después de recapturar las islas, los británicos instalarán en ella una guarnición militar, construirán una pista de aterrizaje con defensa antiaérea y dejarán ‘algunos submarinos’.  Creo que se exagera cuando se habla del costo que tendría esto.”

“Not acusó varias veces a la Argentina de estar intentando ejercer colonialismo sobre las islas, al tratar de imponer a sus habitantes una situación forzada y contraria a sus deseos.”

“El experto en petróleo Colin Phillip, de la Clybe Petroleum, aseguró que el desarrollo petrolero de las islas sería ‘imposible’ sin un acuerdo con la Argentina, porque se necesitaría apoyo logístico de ese país.”

“El ministro de Relaciones Exteriores Francis Pym, mencionó también a Estados Unidos para un posible arreglo a largo plazo para la administración de las islas.”

(La Dra. María Cristina Guzmán, en la década siguiente legisladora nacional y convencional constituyente en 1994, “hizo una convocatoria a la mujer argentina” en la noche del 18 de mayo, durante la conferencia organizada por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de  las Luces en la capital federal argentina.  Dijo que “si la flota británica viene a reparar un agravio también lo debió hacer cuando en Rodhesia 200.000 británicos fueron abandonados a merced de los grupos nativos que promovían la independencia o cuando en 1963 en Pekín, grupos armados de la Revolución Cultural asaltaron la embajada británica, quemaron las banderas y flagelaron a mujeres y funcionarios. Sin embargo, el gobierno británico ni siquiera rompió relaciones”.  Luego expresó:

“…Que a dieciocho años del tercer milenio vengan las dos terceras partes de la flota a sostener derechos coloniales es absurdo de inmoral, más aún cuando el status británico sobre las islas era de una verdadera factoría”.

“No podemos ni debemos resignarnos a un rol secundario, porque eso equivaldría a renegar de un pasado que nos tuvo permanentemente por insustituibles protagonistas.”

En esa oportunidad también expresó que “no han cesado las acciones del gobierno de Estados Unidos para desestabilizar al gobierno argentino” y luego, el ex ministro de gobierno bonaerense Guillermo Fernández Fill, la emplazó “para que en el término de 24 horas, de a conocer los nombres y apellidos de los dirigentes que, según denunció reiteradamente, de han reunido con agentes de la CIA con el propósito de desestabilizar al gobierno de las Fuerzas armadas”…

Palabras, sólo palabras, mientras los soldados arriesgaban sus vidas en Las Malvinas…

Es oportuno tener en cuenta que desde Nueva York, el secretario general de las Naciones Unidas Pérez de Cuellar en esas circunstancias informaba: “vivimos las últimas horas” en torno a la posibilidad de una solución pacífica.  Desde el 8 de mayo se habían realizado entrevistas sin éxito, incluyendo “la misión de paz del secretario de Estado Alexander Haig, cuyo fracaso llevó a la intervención directa del secretario general de la Un, Pérez del Cuellar”, quien  el 18 de mayo habló con el Presidente del Consejo de Seguridad Ling Wing de China vislumbrándose la posibilidad de decidir la convocatoria “al cuerpo de quince naciones” para resolver el conflicto.  La Argentina, había propuesto que durante tales negociaciones participaran representantes de Panamá, Perú, Venezuela y eventualmente de España.

Mientras tanto Esteban Takacs, embajador argentino en Washington expresaba que Gran Bretaña había elegido “la guerra y no la paz”:

“Creo que las intenciones que demuestran en este período de guerra –decidida intransigencia- indican que no les importa que en este conflicto se pierdan más vidas”…

Dijo que la Argentina “hizo todos los esfuerzos a partir de principios de la semana pasada, para ofrecer las condiciones básicas para un acuerdo pacífico, y aún mantenemos esa posición”.  Después, se animó a manifestar:

“No veo cómo podemos perder. Nuestras tropas están allí. Hay una voluntad popular, una decisión de defender lo que es nuestro.  No veo ninguna posibilidad de una derrota”.

Resultaba evidente que elaboraban esas conclusiones desconociendo la capacidad operativa de las fuerzas armadas británicas que ya estaban en el Atlántico Sur y así lo confirmaron sucesivas batallas.

El ministro Jorge Hugo Herreras Vega, vocero de la delegación argentina en la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York  afirmaba que “la posición actual inglesa es la de tratar de volver las cosas existentes antes del 2 de abril, es decir un restablecimiento de la administración británica. Comentó que “hay sectores internos del Reino Unido, como los laboristas, que han expresados posiciones más flexibles en la Cámara de los Comunes, aunque las decisiones últimas las adopta el gabinete amplio.”

Desde otros puntos de vista, los argentinos leían en un título a tres columnas:  “La Prensa Revela en Todo el Mundo que  la Opinión se Vuelca a Favor de la Argentina” y en el epígrafe de la nota se destacaba:

“Duros juicios emite hoy la prensa británica acerca de las disposiciones adoptadas por la Comunidad Económica Europea de prolongar el bloqueo a la Argentina durante sólo una semana y el alza de los precios agrarios.  Afirma que Inglaterra ha apuñalado por la espalda y califica a los hechos como ‘una emboscada’.  El ‘Washington Post’ advierte a Gran Bretaña sobre el peligro de la fuerza y abandonar la diplomacia, instándola a calcular los costos, no sólo de una derrota en el campo militar, sino en caso de éxito, cuando se vea en la necesidad de defender las islas. En Boston, el ‘Monitor’ advierte a Margaret Thatcher que, en estos días, la escalada militar implica graves riesgos y estima que cuanto más largas las hostilidades y más virulenta sea la batalla más difícil será a la diplomacia separar a los combatientes que, al final, tendrán que ir a un acuerdo negociado. El ‘Pradva’ de Moscú opina que las gestiones de la UN son aprovechadas por los británicos para, con el apoyo de EE.UU., seguir acrecentando su potencial bélico”.   [35]

Negocios son negocios…

En la primera quincena de mayo de 1982, por iniciativa de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y con el apoyo de los ministerios de Relaciones Exteriores y de Economía, viajó a Irlanda el titular de la Cámara de Comercio Argentino-Irlandesa, John Brayan O’Sullivan, “con el objeto de presentar ante las autoridades, la banca el comercio y círculos privados la posición argentina ante el conflicto suscitado con el Reino Unido por la recuperación de las Malvinas y también para tratar de convencer a Irlanda de la inefectividad de las sanciones económicas, y que una vez logrado, esto influya sobre la actitud de los demás miembros de la Comunidad Europea en el sentido de levantar las sanciones.  Hizo notar que fue recibido con alta comprensión a sus gestiones y exhortó “a todos los argentinos a que ayuden a que esto se cristalice.  Antes de comprar o vender, démosle una oportunidad a Irlanda ‘nuestra amiga en la Comunidad Económica Europea”…

Mientras tanto, el ministro de Economía Dr. Roberto Alemann había viajado a Europa y Estados Unidos; participó en Helsinki en las deliberaciones del Fondo Monetario Internacional. Al regresar, ante las cámaras del Canal 11 de televisión de la Capital Federal, durante la emisión especial del programa “Momento Económico”, dijo que la Argentina estaba en condiciones de “aguantar todos los meses que sea necesario la prolongación del conflicto austral”.  Advirtió que “no se permitirá la compra ni de un solo tornillo proveniente de los países que decretaron el bloqueo comercial contra el nuestro”.

Destacó que tras las sanciones aplicadas a la Argentina, “está el negocio político referido al aumento de los subsidios para la producción agrícola solicitada por Francia y que, por lo visto, los ingleses no quieren pagar, revelando una falta de solidaridad dentro de la misma comunidad. Es decir: había un negocio y fuimos nosotros el objeto de ese negocio.”

Donaciones y Fondo Patriótico

Durante la primera quincena de mayo de 1982, terminó de completar sus aportes un grupo de Amigos de las Malvinas, integrado por médicos residentes en Houston Texas, Estados Unidos y la Dra. Delia del Río miembro de esa asociación de servicios, manifestó que habían reunido “todo lo que nos ha pedido el Hospital Naval”, destacando que periódicamente enviarán lo que necesiten para la atención sanitaria.  En ese momento habían entregado diecisiete bultos:

“Muchas de esas cosas es muy posible que acá no se fabriquen, como el plasma disecado que traemos, y que hemos conseguido a través del Hospital Anderson, de Houston, donde lo consideran un material indispensable para situaciones como las que se está viviendo, de guerra.”

Dijo que “el grupo médico de Houston es muy grande y todos hemos puesto en hombro, de una forma u otra, para tratar de conseguir todo lo que se necesite… Allá tenemos guardados unos dólares para mandar otra partida de materiales”.

Distintos medios de información anunciaron que la empresa “Unión Carbide Argentina (Eveready) puso a disposición de las fuerzas armadas argentinas “la suma de 420 millones de pesos pilas, linternas y otros productos de su fabricación, útiles a los fines operacionales de las tropas que se hallan acantonadas en el sur”.

En el edificio “Cóndor” sede del comandante en jefe de la Fuerza Aérea, autoridades de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos: presidente Dr. Juan Carlos Bagó, vicepresidente 1º Dr. Luis Golt, secretario Amadeo Giutozz y tesorero Héctor Lestard, entregaron al Brig.. Gral. Basilio Arturo Lami Dozo un cheque “por valor de mil millones de pesos”.

El Almirante Anaya en Bahía Blanca…

La escuadra naval argentina ubicada cerca de las Islas Malvinas se aprestaba a entrar en un combate decisivo y el Comandante en Jefe de la Armada Almirante Jorge Isaac Anaya, acompañado por una reducida comitiva de oficiales superiores estaba desde la tarde del 18 de mayo en la base aeronaval “Comandante Espora”, trasladándose luego hasta la cercana base de “Puerto Belgrano”, asiento del Comando del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS), conducido por el Vicealmirante Juan José Lombardo y con asiento en Comodoro Rivadavia.

Algunos medios de información indicaron que llamó la atención esa visita a la Base de Puerto Belgrano y no directamente al lugar donde se concentraban las operaciones, más aún cuando trascendió que esa entrevista fue “de carácter operacional” y que “la exposición realizada en la Sala de Situación del citado comando, estuvo a cargo del Jefe del Estado Mayor del mismo, contraalmirante Ángel María Rodríguez”.

Desde Río Grande (Tierra del Fuego), el Comandante del área Naval Austral Contraalmirante Horacio Zaratiegue durante un diálogo con periodistas, aseguraba que los ingleses “no están en condiciones de atacar el territorio continental” porque “sus aviones no tienen suficiente autonomía de vuelo”.  Advirtió que “si viene, serán recibidos como corresponde”.  En esa isla se habían adoptado estrictas medidas de seguridad:

“Los pasajeros que arriban por vía aérea a Río Grande son obligados a bajar las persianas de las ventanillas de los aviones y desde las máquinas, son trasladados a través de un rudimentario túnel de lona hasta el microómnibus que los lleva hacia el centro de la ciudad. De esa manera se les impide observar la actividad interna del aeropuerto.”

Acerca de “la Multipartidaria”.

Hasta mediados de mayo de 1982, seguían dialogando los políticos que integraban la Multipartidaria.  Era preocupante el estado de salud del Dr. Miguel Ángel Zavalla Ortiz y en consecuencia, se suspendió la reunión prevista para el día dieciocho pero por una dificultad en la comunicación telefónica, se acercó a la sede radical el presidente de la democracia cristiana Francisco Cerro y dialogó con Carlos Contín, titular del comité nacional de la UCR en torno a la “emergencia nacional”.  Como suele suceder, en el seno del radicalismo se plantearon posiciones divergentes y el titular del Comité Provincial de Córdoba Dr. Eduardo Angeloz intervino para proponerle al doctor Arturo Illia que aceptara reemplazar  a Carlos Contín a los fines de luego asumir  “la presidencia de la Nación en un ‘Gabinete de Transición’…”

Un delito internacional…

En el aula magna de la Universidad Argentina “John Fitzgerald Kennedy”, el 18 de mayo de 1982 se desarrolló una conferencia ante “numeroso público” y el General Roberto Arredondo presentó a los oradores: el ex presidente Gral. Roberto Marcelo Levingston y el doctor Alfredo Risso Patrón, quien manifestó que “el colonialismo es un delito internacional como lo son la trata de blancas, el genocidio y la piratería aérea o marítima” y agregó que “desde el punto de vista de todos los tratados, la soberanía argentina sobre las islas australes es incuestionable”.

“Lamentablemente hasta ahora, la victoria obtenida por nuestro país en el TIAR no deja de ser un triunfo moral.” /…/

“La actitud de Haig es un caso único en la historia diplomática internacional.” /…/

“Debemos pedir inmediato apoyo bélico a Perú, Venezuela o a quien cuadre”.  /…/

“La Comisión Trilateral, con la sola excepción del Japón, está en contra de nuestro país, por cuanto no desea que ‘una nación blanca, en el remoto sur, lidere ningún tipo de movimiento’.

 

21-05-1982: desembarco inglés en Puerto San Carlos.

Distintos medios informaron que la maestra “Carol Miller, ex-directora de una escuela en Puerto San Carlos, Islas Malvinas”… “jugó un papel clave en el desembarco británico: ella brindó información importante sobre las características del lugar que fueron utilizadas por los ‘marines,  Allí viven, aún, su ex esposo y un hijo varón”, destacó el diario Clarín de Buenos Aires cuatro días después de aquel desembarco.  [36]

El Tte. 1º Carlos Daniel Esteban, en el parte de combate elevado al Comandante de la Agrupación Ejército “Puerto Argentino”, informó que a las 2:30 desde su puesto escuchó “la ejecución de fuego naval en zona próxima a la altura 234”.   Varios testimonios indican que el cañoneo era discontinuo, que duró varias horas y que “durante las operaciones ÁGUILA pudo comprobar que el enemigo efectuaba reconocimiento de carácter defensivo aún de noche y que en el combate de SAN CARLOS, “la población se burlaba de los solados argentinos, formularon insultos, gestos.  Al derribarse los helicópteros salieron rápidamente en socorro de las tripulaciones, esto comprueba que la población no es hostil sólo por miedo, pero al tener algo de fuerza se atreve.  Con señas guiaban a los ingleses sobre nuestra ubicación.”

“La marcha hacia PUERTO ARGENTINO fue dura, dadas las características geográficas y permanente exploración del enemigo.”  [37]

Durante las operaciones de contraataque en un frente de “450 metros”, una sección prácticamente estaba aniquilada; dos operaban con cautela, una “chocó con una sección enemiga; se adelantó uno de los británicos y exigió la rendición del subteniente Gómez Centurión quien lo intimó a retirarse, pues iba a continuar el ataque: el enemigo hizo un movimiento sospechoso, y el Subteniente lo ultimó y comenzó a avanzar haciendo retroceder a la fracción inglesa, llegando al objetivo”.

Rememoró el Teniente 1º Esteban que “la Compañía ‘C’, pese a haber perdido más de una decena de hombre en el contraataque, poseía buen espíritu combativo y la rendición era una dimensión desconocida para ellos”.  En aquella circunstancia, el jefe había ordenado “que se tomaran posiciones 300 metros a retaguardia, en antiguas construcciones; en ese lugar la compañía resistió hasta las 20, hora en que el Jefe del RI 12 ordenó el cese del fuego para un posible parlamento con el enemigo”.

“Todo esto indicaba que no existía la menor posibilidad de victoria.

Desde otro punto de vista, el subteniente Ernesto O. Peluffo ha rememorado que “el 21 de mayo, se recibió fuego de la artillería naval británica sobre la pista de Pucará” y “para ese día el enemigo concretó su desembarco en San Carlos”, siendo necesario que “con todo el personal” ocuparan las pertinentes posiciones e incrementaran “los servicios de seguridad”.

El Tte. 1º Raúl Andrés producido el desembarco de los ingleses, recibió la orden de alistar “al personal con asiento en Puerto Argentino, para realizar un asalto a Darwin, a los efectos de apoyar una operación que se iba a ejecutar sobre Puerto San Carlos; las condiciones climatológicas impidieron el vuelo”…

Durante la madrugada del 22 de Mayo, operando con un helicóptero de la Fuerza Aérea que voló a baja altura, pudieron rescatar a dos pilotos marcaron sus posiciones en Puerto Yapeyú iluminando el terreno con bengalas.  Al día siguiente, también rescataron a varios oficiales y suboficiales de la aviación del Ejército, que habían perdido las dos aeronaves -Puma y Augusta- cuando terminaban de cruzar el estrecho de San Carlos y fueron atacados por el enemigo.

El domingo 23 de mayo de 1982, se produjo el hundimiento de la fragata misilística Antílope de la Armada británica, en aguas del estrecho de San Carlos que separa a las dos grandes islas del archipiélago de las Malvinas: Gran Malvina y Soledad.

“Desde una base en la Patagonia” un corresponsal del diario Clarín de Buenos Aires tituló “Un furioso operativo” al realizado en aquella jornada mientras “los ataques de os aviones argentinos a las tropas enemigas tratan de ser interceptados por dos fragatas que cubren la entrada de la bahía y que tienen un gran poder de fuego”.

En esa crónica publicada tres días después en la edición de martes 25, se destaca que “en cuanto a la actuación de las máquinas aéreas, un alto oficial de la aeronáutica se refirió a la forma de operar de los aviones de la serie A-4.

‘Llegar con esas máquinas al Teatro de Operaciones en Malvinas ya es una proeza y cómo se deben descargar las bombas es algo que merece conocerse.  Prácticamente tenemos que ponerlas con la mano, en vuelos rasantes sobre los buques enemigos, y un solo impacto de ellas no es suficiente, a menos que caiga arriba de la cabeza del capitán”.

(Es oportuno tener en cuenta lo informado por agencias londinenses: la fragata misilística Antílope, “una de las ocho de la clase Amazona que posee la marina británica”, estaba “equipada con sistemas misilísticos antiaéreos ‘Sea Cat’… fue terminada de construir el 6 de noviembre de 1969, botada el 16 de marzo de 1972 y puesta en servicio el 19 de julio de 1975. Es la segunda de las fragatas de esta serie construidas por Gran Bretaña.  Es la tercera nave de guerra que la flota británica pierde desde el inicio de las operaciones bélicas en el Atlántico Sur.  El cazatorpedero ‘Sheffield’ fue hundido el 4 de mayo pasado, tras ser alcanzado por un misil ‘Exocet’; la fragata ‘Ardent’ fue hundida el viernes último” -20 de mayo- “durante la batalla de San Carlos, cuando fue alcanzada por quince proyectiles disparados por los aviones argentinos.  En el ‘Sheffield’ Londres reconoció la muerte de 20 marineros, en tanto que la tripulación  de la ‘Ardent’ dijo que murieron 22 y otros 30 resultaron heridos”.

Operativos de los pilotos argentinos

El periodista Oscar Fernández Real, enviado especial del diario Clarín de Buenos Aires, elaboró una crónica que fue publicada el veinticinco de mayo y reiteró lo expresado por algunos “pilotos argentinos”:

“No perdemos tiempo en identificar al enemigo; ya sabemos que está allí y, cuando lo vemos, le tiramos con todo.

En ese momento no hay tiempo para sentir miedo.”

Explica en esa nota que “los pilotos de las escuadrillas que están en alerta reciben la orden de atacar y realizan en el salón de operaciones una reunión de coordinación para establecer la situación meteorológica, la ruta de aproximación y la posible resistencia enemiga que puedan encontrar.  Antes de subir a sus máquinas se colocan los trajes ‘antiexposición’ -son buzos inflables y perfectamente impermeables, que posibilitan soportar un cierto tiempo las frías aguas, en caso de tener que eyectarse- y los chalecos salvavidas.  El despegue es el habitual en este tipo de máquinas, con una fuerte sensación de inercia sobre la espalda y el horizonte que desaparece bajo el agudo ángulo de la trepada”.  Uno de aquellos aviadores destacó que “el piloto de tierra debe habituarse a volar a ras del agua, sin los familiares puntos de referencia que dan los árboles o los edificios. Por eso para esquivar los radares ingleses, nosotros bajamos hasta que vemos las salpicaduras de las olas en el parabrisas y entonces nos guiamos por eso”.

“Durante el vuelo se mantiene el silencio de radio, para no delatar la posición al enemigo.  Cada piloto tiene un compañero de sección con el cual se entiende a la perfección mediante señales visuales, y uno va cuidando la cola del otro para evitar que por allí se filtre un enemigo.

No perdemos tiempo en identificar al enemigo; ya sabemos que está allí y, cuando lo vemos le tiramos con todo”, declaró un piloto de Mirage mientras otro compañero explicaba: “La gente cree que los misiles antiaéreos son infalibles y tan rápidos que no se pueden ver, pero no es así: desde lejos uno ve venir los ‘cohetazos’ y hay que estar atentos a cómo hacen su presentación para hacer las maniobras evasivas necesarias; a veces vemos hasta sus alertas y la llama de su impulsor.  En ese momento no hay tiempo para sentir miedo.  Solamente es posible concentrarse en las maniobras de reunión para el ataque y en la elección del momento adecuado para hacer fuego.  Todo transcurre en cuestión de segundos.  Se hacen desprender los tanques de combustible vacíos y se alistan los sistemas de armas, seleccionados según los requerimientos. La ‘cola del disparador’ se destraba del bastón de mando y se vuelca hacia delante… Allí hay una botonera conectada con la mira, que a su vez se ilumina frente al parabrisas, y todo está listo para que las computadoras hagan su trabajo.

Ahora la radio se transforma en un intercambio de órdenes y gritos, por la emoción del momento, y entonces conviene bajar su volumen para concentrarse totalmente en la operación.  Los ataques sobre los buques de hacen rasantes, como ya es conocido, y prácticamente se sobrevuela a la altura de sus mástiles.  Una vez realizado el ataque, que a tan corta distancia es tremendamente efectivo, los pilotos deben efectuar las maniobras evasivas ya previstas.  Aquí pueden aparecer los aviones enemigos, esos famosos Sea Harrier que no resultaron tan temibles como se anunciaba.”

Otro piloto dijo: “Su principal ventaja es su gran maniobrabilidad, pero ya le encontramos la vuelta a eso. Nuestro radio de giro en vuelo es de unos 4 km. y el de ellos es menor, pero ahora, cuando nos ven si pueden, igualmente tratan de esquivarnos.  Por eso, no se dan esas ‘peleas de perros’ que se veían en el cine, de máquinas contra máquinas.”

El jefe de otra escuadrilla, comentó: “Lo único que sigue siendo tradicional son las advertencias: Bandidos, a las dos, abajo, por ejemplo, utilizando la clave del reloj para especificar la dirección de aviones enemigos.  El disparo de los cañones apenas se siente, pero el momento en que sueltan las bombas o los cohetes grandes se denota con una leve sacudida.”  Después, explicó que “el regreso implica cumplir otra etapa azarosa.  Ahora los integrantes de la escuadrilla perciben si hay alguna pérdida o se intercambian avisos sobre alguna máquina con dificultades.  Lugo del aterrizaje, una vez rendido el informe de inteligencia, los pilotos se retiran a descansar.  Una o dos horas más tarde, aún vestidos con su uniforme de vuelo, los pilosos se reunirán para festejar el éxito de la misión, cuando felizmente se comprueba el regreso de todos sin novedad.  Si hubo alguna pérdida, la celebración dará paso a un sereno análisis de la situación vivida, antes de retirarse al merecido descanso.

Es una riesgosa rutina, ausente de grandilocuencia, que esos hombres afrontan con serenidad”…

Posición del gobierno sudafricano

En esos días, el gobierno sudafricano reiteraba que ante el conflicto del Atlántico Sur permanecerían “neutrales” y el ministro de Defensa Manus Malán “desmintió que tanto misiles como repuestos para aviones de combate Mirage hubiesen sido enviados a la Argentina durante la crisis de las Malvinas”; que no se habían enviado “ni antes ni durante la disputa”. También el ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina, Dr. Nicanor Costa Méndez desde Nueva York manifestó que la versión sobre tal asistencia sudafricana, “forma parte de la hipócrita propaganda que Gran Bretaña está esgrimiendo”.

El Tte. 1º de Artillería Carlos Alberto Chanampa tiempo después, relató que tras el hundimiento del Patrullero Río Iguazú, el personal y material recuperado de las bodegas mediante operaciones de buceo, fue trasladado a Pradera del Ganso.  Llegaron “el 24 de Mayo, a las 10” a cargo del Subteniente Navarro. Al día siguiente, comenzó “la ejecución de fuego de hostigamiento sobre las posiciones enemigas más adelantadas”, hacia Monte Osborne y Monte Cantera.  El 26 de mayo continuó el reconocimiento en la zona, avanzaron hacia otras posiciones y sólo habían conseguido “dos tractores” para trasladar las piezas y la munición.  [38]

Ese día tras un reconocimiento comprobaron que “el intenso fuego [39], comprobaron que “el intenso fuego de neutralización efectuado por los buques ingleses en la noche del 25 de Mayo había dejado el sistema de armas disminuido en un 40 por ciento de su capacidad… generadores esquirlados, baterías destruidas, cables de transmisión de datos y comunicaciones cortados en varios lugares, fases electrónicas del sistema interrumpidas, carrocería del Director de Tiro deformada, tanques de combustible averiados”…

El soldado de caballería Héctor A. Fleba ha recordado que entre el 24 y 25 de mayo, integrando la Primera Sección del Escuadrón  a las órdenes del Tte. Bertolini, había participado en “una patrulla de exploración” a las órdenes del Tte. 1º Rassetti:

“La operación se llevó a cabo en jeeps, pero fue prácticamente imposible cumplir con lo ordenado, debido a que el terreno no soportaba el peso de los vehículos, los cuales se enterraban continuamente.”

(Imaginemos la liviana turba, húmeda, soportando el desplazamiento de pesados vehículos con cargamento de guerra…)

Desde el comienzo de las operaciones el personal de las Batería “B” habían estado soportando un continuo desgaste psicofísico y el Tte. 1º Nicanor Arce, del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601 (GADA 601), ordenó que rotaran con la segunda sección de la “B”, al mando del subteniente Carlos Mario Barri.  Según el testimonio del Subteniente de Artillería Fernando Ignacio Huergo, “la medida adoptada por el Jefe de Unidad fue muy bien recibida por cuadros y tropas”.

Con referencia a las operaciones realizadas el 24 de mayo, distintos medios informaron que el “lujoso transatlántico ‘Camberra’ y una de las fragatas que lo escoltaban fueron averiados durante el ataque de las fuerzas aeronavales argentinas” que disparaban cohetes y bombas desde los Mirage y Skyhawk..  Era escoltado por cuatro fragatas más y en aquella jornada, también fue derribado un avión “Sea Harrier”. Otra crónica destacaba que “los ‘marines’, cuyo número oscila en 2.000, se encuentran en un sector cercano a la costa occidental de la Isla, aunque se estima que en las últimas horas podrían haber modificado sus ubicaciones debido al constante hostigamiento de las tropas argentinas”.

“En fuentes de la aeronáutica trascendió que las misiones” que “atacaron a unidades de la flota inglesa estuvieron comandadas por el brigadier Ernesto Horacio Crespo.  También se supo que aviones Pucará actuaron sobre los efectivos británicos estacionados en la zona de San Carlos”.  En tales circunstancias, un vocero del ministerio de Defensa británico -Mc. Donad-, dijo que “diversas oleadas de Mirage y de Skyhawk, lanzaron una serie de ataques contra nuestras naves y fueron repelidos por los Sea Harrier, por los misiles y cañones de las naves y por los cohetes Rapier emplazados en tierra firme en la isla Soledad, en cuya zona noroeste se encuentra la bahía de San Carlos.” [40]

24 de Mayo: sugerencias desde el Vaticano.

El periodista Enrique Llamas de Madariaga, conductor del programa “Periodismo Puro” transmitido desde el Canal 9 de Buenos Aires, dialogó con el Cardenal Eduardo Pironio quien desde el Vaticano expresó:

“Con la guerra todo se pierde; con la paz, todo se gana.”

“Yo creo que no podemos daros por derrotados o vencidos espiritualmente ni humanamente; al contrario, la paz es siempre posible”.

El Papa Juan Pablo II, mientras se desarrollaban esas batallas entre tropas argentinas e inglesas, estaba organizando un viaje a Gran Bretaña que sería el primero de un Pontífice al territorio inglés desde la escisión de la iglesia católica apostólica romana y el nacimiento de la iglesia anglicana.

Es oportuno recordar que tras el Concilio Vaticano II se produjo un movimiento ecuménico.  En 1968 una comisión conjunta elaboró e Informe de Malta que constituyó “la amplia medida de acuerdo en la fe que existe” a la vez que enumeró las tres áreas de desacuerdo en la Doctrina y que sería necesario seguir investigando en sesiones compartidas. Así fue como en 1971 en Windsor se suscribieron acuerdos comunes sobre la “doctrina eucarística” y dos años después en Cantebury, sobre “el ministerio y la ordenación”. En Venecia, en 1976 se acordó acerca de “la autoridad en la Iglesia”.   [41]

En esos días, distintos medios informaron que “el Papa viene a la Argentina… propuso viajar desde Londres, donde inicia una gira el viernes”, el 28 de mayo…

Desde otro plano, el Vicealmirante Carlos Castro Madero, titular de la Comisión Nacional de Energía Atómica, consultado acerca de las posibilidades de que los submarinos británicos transportaran armas atómicas, dijo:

“Personalmente, descarto esa posibilidad por varias razones: primero, porque habríamos llegado a un ‘vale todo’ donde no hay límites en el empleo de armas de este tipo, que ya se había acordado no utilizar; en segundo lugar, cuando hice la presentación en la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), denunciando la presencia de material atómico en las naves que iban al Atlántico sur, haciéndose distribuir las circulares por todos los Estados miembros, se recibió la respuesta del gobierno de Gran Bretaña en la que manifiesta claramente que ‘sería indispensable, inimaginable que Gran Bretaña usara armas nucleares contra la Argentina’.”

Heridos en el Hospital de Comodoro Rivadavia

El diario El Patagónico de la ciudad de Comodoro Rivadavia, informó que aproximadamente veinticinco heridos estaban internados en el Hospital Regional y pedían la donación de “diez pijamas y de sangre grupo 0 factor RH negativo”.  Distintos medios reiteraron ese pedido y ninguno informó acerca de si eran combatientes heridos en combate en las Islas Malvinas.

Es oportuno tener en cuenta que el 24 de mayo de 1982, el Estado Mayor Conjunto difundió el comunicado Nº 85 informando que “se han llevado ataques aéreos por parte de fuerzas propias a efectos de evitar la profundización de la cabeza de playa establecida por fuerzas inglesas en puerto San Carlos” y que “se atacaron objetivos terrestres y unidades navales de transporte y apoyo” /…/ “habría sido derribado un avión incursor”.

(Informaciones tan contradictorias, inducen a pensar que esos comunicados podrían ser uno de los tantos ejercicios de imaginación de quienes redactaban los redactaban ya que después otros medios informaron que las tropas inglesas ya estaban ocupando posiciones en el Puerto de San Carlos y se supo que habían derribado al aludido avión británico…)

Reunión en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas

El lunes 24 de mayo, Irlanda, Panamá, Brasil y Japón presentaron planes de paz entorno a conflicto en las Islas Malvinas y todos coincidían en la necesidad de cesar las hostilidades, aunque Gran Bretaña ya había manifestado que previamente debían retirarse las tropas argentinas y “sin condiciones de las fuerzas argentinas -el cumplimiento de la resolución 502” -del 3 de abril de 1982- “y la continuación de las gestiones del secretario general de la ONU”.  El presidente del Consejo y representante de China Ling Qing -cuyo país es miembro permanente del Consejo y por ello, tiene poder de veto-, “hizo un llamamiento asimismo para que el Consejo ‘respete’ los pronunciamientos que sobre el tema Malvinas tuvieron oportunamente los países ‘No Alineados’ y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que reconocieron la soberanía argentina.  Pero la prioridad es detener las hostilidades para crear de esa manera las condiciones adecuadas para la reanudación de las negociaciones.”  [42]

“El presidente Galtieri agradeció a Castro el apoyo del Tercer Mundo”.

“Denuncian en Uruguay que el bloque británico afecta al Río de la Plata” y el presidente uruguayo Tte. Gral.  Gregorio Álvarez presentó un “plan de paz” destacando que “de acuerdo con las cláusulas del tratado de límites con la Argentina, Uruguay ha hecho prevalecer el concepto de río, en rechazo de la interpretación británica de que las aguas del Río de la Plata constituyen un estuario”, concepto que había sido oportunamente aclarado por distintos expertos”.

El gobierno argentino mediante una nota presentada por Raúl Quijano -el embajador argentino ante la OEA-, pidió una convocatoria a la XX Reunión de Consulta de Cancilleres del TIAR a los fines de considerar “las medidas adicionales que corresponda adoptar mediante la escalada del conflicto con el Reino Unido en el Atlántico Sur” y se resolvió que la reunión se concretaría el jueves 27 de mayo.  De acuerdo al artículo 3º del mencionado Tratado, “las altas partes contratantes convienen en que un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado americano será considerado como un ataque contra todos los Estados americanos.  Y en consecuencia, cada una de dichas partes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque, en ejercicio inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.   En el artículo siguiente, dice que “podrán aplicarse las medidas de que trata este artículo en tanto el Consejo de Seguridad de la ONU no haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales.”  Además, “son necesarias las dos terceras partes -un mínimo de catorce votos- para adoptar medidas al amparo del tratado.”

Mientras tanto, el ministro de Relaciones Exteriores Nicanor Costa Méndez desde Nueva York informó que no descartaba la posibilidad de viajar a La Habana (Cuba) para asistir a la reunión de ministros de los países no alineados que el sábado 28 de mayo concretaría una reunión preparatoria de la cumbre de jefes de Estado y de gobierno que también trataría “la cuestión de las Islas Malvinas”.

El 25 de mayo, el presidente uruguayo Gregorio Álvarez demandó “un inmediato alto el fuego en el conflicto argentino británico por las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur como condición indispensable para buscar una solución al problema.  Ratificó que, a su juicio, las acciones en el Atlántico sur no hacen sino acentuar su convicción de que el mundo se halla en los umbrales de una tercer guerra mundial, situación que seguirá latente hasta que no alcance un efectivo alto el fuego.”

25 de Mayo: austera evocación…

Como es tradicional, en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires –y en iglesias de todas las provincias- se celebró el Te Deum “en un marco de sobriedad y austeridad”, conmemorándose e 172º aniversario de la Revolución de Mayo.   En ausencia del Cardenal primado y Arzobispo de Buenos Aires Mons. Juan Carlos Aramburu, el oficio religioso fue presidido por el Vicario general de la Arquidiócesis Monseñor Arnaldo Canale.

En el atrio del templo, el rector de la Catedral Monseñor Daniel Keegan recibió a los Comandantes en jefe del Ejército Tte. Gral. Leopoldo Fortunato Galtieri, de la Armada Alte. Jorge Anaya y de la Fuerza Aérea Brigadier General Basilio Lami Dozo.

Pronunció una alocución el Presbítero Raúl Rossi, sacerdote de la mencionada arquidiócesis.  El Coro de Ciegos del Ministerio de Educación interpretó salmos y cánticos religiosos y en el interior del templo estaban en formación de honor efectivos del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín.

Galtieri en Comodoro Rivadavia

A la tarde, el teniente General Galtieri viajó a Comodoro Rivadavia, llegó a las 20:55 al aeropuerto “General Moscón” vistiendo el uniforme de combate y se instaló en dependencias de la Brigada de Infantería IX “ubicada en el corazón de esta planta urbana”, como lo expresó el periodista Carlos Marcelo Thiery en la edición del día siguiente del diario Clarín de Buenos Aires.

“Medio centenar de transeúntes circunstanciales rodeó de inmediato el vehículo al identifica a Galtieri.  Se escucharon entonces varias tandas de aplausos y un conjunto de voces que espontáneamente coreaba: ‘Argentina, Argentina’.   Una decena de padres y madres alzaron sus pequeños hijos para que besaran el jefe militar, quien concluyó el cálido episodio sonriendo abiertamente.

El general Galtieri no se detuvo ante el grupo de corresponsales civiles que le aguardaban en el lugar.  /…/

La visita del presidente de la Nación fue interpretada por la civilidad local como el más distinguido homenaje que podía recibir la Patagonia en el día de la Patria.  Esa impresión ya se había consolidado durante el mediodía de ayer, momento durante el cual la radioemisora comodorense LU 4 anunció el viaje que había sido desmentido repetidas veces durante los últimos días.”

En esa ciudad, durante la mañana se había realizado un acto con la presencia del comandante del Teatro de Operaciones Atlántico Sur (TOAS) Vicealmirante Juan José Lombardo; el almirante Alberto Padilla; el segundo comandante y jefe de Estado Mayor del V Cuerpo de Ejército general de brigada Julio César Ruiz; el comandante del II Cuerpo de Ejército Gral. de División Eugenio Guayabens Perelló; el comandante de la brigada Aerotransportada Gral. Fernández Torres y el jefe del Estado Mayor del Comando adelantado del V Cuerpo de Ejército Gral. Américo Herrera.

Palabras de Licciardo…

El ministro de Educación doctor Cayetano Licciardo, exhortó a los docentes y alumnos a vivir “el heroísmo difícil de aceptarse cada uno tal cual es y cumplir a la perfección el deber de cada día”.

Por la experiencia personal vivida en aquel tiempo, pude interpretar desde qué conmoción interior había expresado tal valoración.

Al asumir sus funciones, estaba vigente una resolución ministerial firmada por “doce funcionarios” de distintas áreas del ministerio -tal como pude comprobarlo cuando Licciardo pidió a su secretaria privada que le acercara una fotocopia- y en consecuencia, estaba establecida la altura mínima y peso máximo, la aptitud visual aceptable y otras condiciones físicas indispensables para poder inscribirse en las carreras de Profesorado.  Una nota que logré publicar en el diario “El Litoral” de Santa Fe y las copias que envié a todos los ministros nacionales, criticando tan absurda discriminación, incluso al doctor Licciardo iniciándola con esta advertencia: “De poetisa a poeta, de cristiana a cristiano”… motivó su  respuesta invitándome a una entrevista en el Palacio de la calle Pizzurno, recién refaccionado y pintado en tonos blancos o grisáceo claro, con mullidas alfombras.

Casi al final de la entrevista, necesitó comentar que su hija padecía una desviación congénita en la columna vertebral y también solía pedirle que revisara esa resolución discriminatoria, y agrego: inadmisible.

En otro párrafo de su discurso, el ministro Licciardo, impulsor de la difusión diaria de la Oración a la Bandera -o canción de la bandera, en realidad un aria de la Ópera Aurora-, invitó “a los asistentes a ‘preguntarse si realmente están haciendo bien lo que tienen que hacer, porque eso es sumergirse en la hondura de la Patria”.

Desde Rosario, donde se destaca el Monumento a la Bandera Nacional a orillas del río Paraná, el interventor militar en la II Unidad Regional de la Policía de esa ciudad, Tte. Cnel. Rodolfo Riege, dijo:

“Hoy más que nunca, nuestra misión es la de permanecer alertas y resguardar y mantener la seguridad interna en nuestra jurisdicción, defendiendo a la Patria en salvaguarda del orden y tranquilidad de nuestras ciudades y campaña, asistiendo a la población civil para impedir cualquier hecho anormal al amparo de la emergencia especial que vive el país.”  [43]

Descartan un gobierno de transición.

El subsecretario del Interior Coronel Bernardo Menéndez, dialogó con periodistas de Radio Mitre de Buenos Aires y manifestó que “una de las consecuencias de este hecho histórico es haber alcanzado una madurez política que durante mucho tiempo anhelamos.

Tras sucesivas crónicas referidas a la formación de un gobierno de transición, dijo:

“…pensamos que no hay lugar para eso ni para nada que pueda atentar contra los valores esenciales de la nacionalidad.”

“El frente interno se mantendrá unido, sólido y común, como lo confirmó la semana última el ministro del Interior general Alfredo Saint Jean”.

Destacó que “la Ley Orgánica para los Partidos Políticos se conocerá el 30 de junio, tal como ya fue anticipado”.

Tripulantes ingleses en Chile…

En el sur de Chile se había incendiado un helicóptero inglés Sea King y en una zona boscosa reconocida como Río de los Ciervos, cerca de Punta Arenas, alrededor de las 12:30 del veinticinco de mayo, un grupo de carabineros encontró a los tres tripulantes: dos oficiales -Tenientes Alan Reginal Bennet y Richard Outhehing- y el suboficial Peter Blaine.  Durante un diálogo con periodistas de radioemisoras chilenas, los carabineros dijeron que “los tres británicos vestían uniformes, no portaban armas y aparentemente gozaban de buena salud.” El presidente chileno General Augusto Pinochet ordenó la inmediata entrega a la embajada del Reino Unido de Santiago de Chile, porque el accidente de la máquina fue consecuencia de “fallas en sus elementos de navegación”.  El ministro de Relaciones Exteriores chileno René Rojas Galdames informó que ese avión perteneciente a la dotación “Helo Sea King, matrícula ZA 290 Aircraft, serie Wad-76 de la Royal Navy-, habría caído el miércoles 19 de mayo, a 18 kilómetros al sur de Punta Arenas y que “los restos de la máquina fueron enterrados en el lugar donde se estrelló, pero nada se supo por varios días de sus tripulantes, tejiéndose las más variadas conjeturas.”  Luego manifestó que “los ingleses se habían escondido, al parecer porque creían estar en territorio argentino”.  [44]

En la misma crónica, informaron que “al producirse el descubrimiento de los restos del Sea King, fuentes militares argentinas dijeron que el helicóptero no habría sufrido una caída, sino que ‘habría sido incendiado intencionalmente por sus tripulantes’.

Por otra parte, fuentes responsables indicaron que los ingleses fueron encontrados caminando por una ruta costera que bordea el estrecho de Magallanes, en las cercanías del club Almirante Señoret.  La zona es regularmente transitada por los pobladores de Punta Arenas.”

La agencia de Noticias “UPI” desde Londres informaba que “los soldados británicos que al parecer hicieron estallar y luego abandonar un helicóptero Sea King cerca de Punta Arenas, fueron enviados de regreso a casa, informó ayer una autorizada fuente militar, antes de que la chancillería chilena diera cuenta de la detención de los tres tripulantes de la máquina.”

Heridos británicos en Uruguay…

Aproximadamente un centenar de combatientes británicos heridos en las Malvinas que necesitaban mejor atención -especialmente quirúrgica- y algunos con heridas leves, serían trasladados en un buque hospital de bandera inglesa hasta Montevideo y luego internados en el Hospital Británico y en el hospital de Clínicas dependiente de la Universidad Central..

El buque hospital podría ser el Hecla o el Hidra, ya que el Herald estaba alejado de las costas uruguayas porque había trasladado a un herido grave a Río de Janeiro (Brasil).

De acuerdo al Tratado del Río de la Plata, el gobierno uruguayo informó a las autoridades argentinas que arribaría un buque hospital a esa zona que tiene “canales de acceso de uso común”, siendo Buenos Aires coadministrador del curso de agua.

Desde la chancillería uruguaya destacaron que esa ayuda estaba prevista “dentro de la política humanitaria trazada por el gobierno tras el estallido del conflicto en el Atlántico Sur”.  Después, los combatientes británicos “con heridas leves serían reembarcados a la mayor brevedad hacia su país de origen.”

 

Estallido del buque “Antelope”

Mediante el comunicado Nº 87, el Estado Mayor Conjunto informó que tres aviones Sea Harrier fueron derivados durante el ataque contra posiciones inglesas en Puerto Argentino.  En el Nº 88, confirmaron “una fragata seriamente averiada, con gran humareda. Dos fragatas averiadas. Un transporte mediano probablemente averiado”.

Distintos medios informaron que “las defensas antiaéreas de las Malvinas, además de derribar tres Sea Harrier, habían abatido a cuatro helicópteros Sea King y dos Linx.”  [45]

En el comunicado Nº 89, el EMC comunicó que “en la zona de Puerto San Carlos, efectivos del Ejército Argentino, con el apoyo de aviación de Ejército, están ejecutando misiones tendientes a lograr el control del enemigo y a limitar sus desplazamientos.”

Una vez más, los temibles Exocet lanzados desde los aviones Super Etendart de la Fuerza Aérea Argentina, causaban daños en la flota británica.  Luego distintos medios reprodujeron una fotografía distribuida en Londres donde es posible observar “el estallido del buque ‘Antelope’ bombardeado por aviones argentinos” y también reiteraron de las mismas fuentes, la aclaración de que los portaviones “Hermes” e “Invincible” no habían sido alcanzados.

(En la misma crónica, destacaron que reaparecieron dos pilotos argentinos que el lunes veinticuatro se habían eyectado de sus aviones.

En otra nota, destacaron que el capitán de corbeta Jorge Alfredo Philippi, jefe de la escuadrilla de aviones A4Q de la Armada, se había eyectado de su máquina durante la batalla del 21 de mayo en las proximidades de la bahía de San Carlos, en la Isla Soledad y después de varios días sin noticias, se supo que estaba alojado en una estancia del archipiélago, “en buen estado de salud”.)

Las tropas inglesas estaban instalados en “la cabecera de playa de 10 kilómetros de fondo por quince de ancho” y durante la ofensiva de las fuerzas argentinas, se habrían alcanzado los depósitos de combustible y de material bélico.  Desde Londres informaron que las fuerzas de desembarco serían reforzadas por “una unidad equipada con lanzadores portátiles de misiles antiaéreos” del tipo “Blowpipe”, como los que estaban utilizando las fuerzas inglesas basadas en el Rhin.

En la crónica publicada en el diario Clarín de Buenos Aires, informan:

“Los Blowpipe son tubos lanzamisiles diseñados para defender a la infantería contra los ataques de aviones y helicópteros que vuela a baja altura y que logran eludir la cobertura de los radares”.

“El misil que dispara los Bowpipe pesa alrededor de 18 kilos… son lanzados por un lanzador colocado en el hombro de un combatiente.  Vuela a una velocidad supersónica y es guiado ópticamente por radio contra el blanco. El operador corrige la trayectoria con una pequeña palanca de mira, operada con un dedo.  A Diferencia del misil norteamericano Redeye busca su blanco por el calor”.

“Sin embargo, en medios militares se cree que uno de los compradores del Blowpipe producido en Belfast, fue precisamente la Argentina.”

Crónica sobre el hundimiento del “Antelope”

Michael Nicholson -corresponsal de Independent Televisión News de Londres-, corresponsal que estaba con la flota en el Atlántico Sur-, intentó describir cómo se había producido el ataque aéreo que terminó con el hundimiento de la fragata “HMS ‘Antelope’.”

“A la distancia, aguas afuera en el Falkland Sound (estrecho de San Carlos), podíamos oír el retumbar de los cañones y los proyectiles, y luego el sonido de los aviones en sus pasadas de ametrallamiento hacia nosotros -aparatos Mirage-, la primera oleada desde el oeste, la segunda desde el Sur detrás de nosotros.

Me arrojé a cubierta.  Una bomba de mil libras (453 kilos) cayó a un largo del buque de nosotros.  Nuestro barco se estremeció al explotar en el agua a 50 yardas (45 metros) de nosotros…

Los Mirages volaban más abajo que lo que les había visto hacer antes saltando de encima de los cerros al final de la bahía y luego descendiendo, a ras de la pendiente…

Un buque (posteriormente identificado como el ‘HMS Antelope’) ha estallado. Es una fragata a la que acertó una bomba proveniente de un avión Skyhawk.  Se ha incendiado.

Parece que le ha acertado una segunda bomba, que se ha calzado dentro del sector de popa, y que ahora ha explotado.  La totalidad de la popa del barco está en llamas, mismo hasta la línea de flotación.

Puedo ver hombres con sus trajes blancos de amianto, tratando de luchar contra las llamas.  Hay presión de agua (a bordo del buque averiado).  Puedo ver agua y polvo rociando el fuego… Están tratando de hacer lo que es posible…”

En una crónica publicada en el diario Clarín, el corresponsal de la BBC de Londres describió su experiencia en esos momentos y refiriéndose a la pérdida del Antelope, dijo:

“Salió lentamente de la bahía, humeando, el mástil principal torcido y haciendo un ángulo con la vertical.  Tenía agujeros a lo largo de los costados.  Una hora más o menos después de caer la noche, hubo una explosión a bordo, estalló un incendio en el centro de la nave y se extendió rápidamente desde la cubierta hasta la línea de flotación.

Luego de haber sido rescatados los tripulantes, hubo más explosiones a bordo, que enviaron llamas al cielo.  La nave ardió al rojo blanco durante la noche.

En la cubierta, cerca de mí, pequeños grupos de hombres observaban aturdidos de horror la muerte del barco. Al alba, seguía enrojecido como una brasa, un costado abierto desgarrado, todo lo que sobrepasaba el nivel de cubierta había quedado reducido a una informe masa de metal retorcido.

El lunes por la tarde, cedió la quilla y e ‘Antelope’ se partió en dos al ingresar a su interior el agua del mar, surgió una nube blanca de vapor… el metal por fin se vio enfriado.  La proa y la popa apuntaron hacia el aire y luego se hundieron lentamente.”  [46]

 Acerca de las pérdidas en las fuerzas argentinas…

En Londres, el ministro de Defensa John Nott dijo que “las pérdidas de la marina y la aviación argentina son enormes y no pueden seguir soportando ese nivel de bajas durante mayor tiempo. Pero indudablemente, se trata de pilotos valientes y debemos reconocerlos.”

Brian Hanrahan, enviado de la B.B.C. de Londres que estaba a bordo de la flota, manifestó que “los pilotos argentinos se comportaron como verdaderos kamikazes durante el ataque realizado contra las unidades que operaban en el estrecho de San Carlos”.  Dijo que “uno de los aviones fue abatido encima del barco en que se encontraba. ‘El piloto se lanzó en paracaídas a algunos centenares de metros y pedazos del avión cayeron sobre el buque’…  Llevaba un traje de vuelo idéntico al de los pilotos británicos y parecía sufrir… En el caso del ataque contra la fragata ‘Antílope’ el avión rozó el mástil principal con el fuselaje.”

Traslado de heridos y lágrimas de Sábato…

En el Hospital Militar de Puerto Belgrano y en otros centros asistenciales, eran atendidos los heridos en las Islas Malvinas y en otros sectores del Atlántico Sur.  En la última semana de mayo de 1982, anunciaron que “un número relativamente alto de heridos” sería trasladado al hospital de Bahía Blanca, entre ellos algunos integrantes de la tripulación del crucero “General Belgrano” -hundido por el submarino “Conqueror” cuando estaba fuera de la “zona de exclusión” fijada unilateralmente por los británicos” y también tripulantes del Aviso “Sobral.”

En la provincia de Santa Cruz, persistían las restricciones en los vuelos aéreos de tipo comercial, durante la noche se interrumpían las emisiones de radios y se aplicaban las normas de oscurecimiento como medio de defensa antiaérea pasiva.

El escritor Ernesto Roque Sábato dialogó con periodistas de Radio Nacional de España y luego la agencia “EFE” informó que “no pudo evitar que su voz se entrecortara por los sollozos al referirse al conflicto armado entre la Argentina y Gran Bretaña, a causa de las Malvinas.

“Mi país –dijo- está luchando de una manera desigual contra la tercera potencia naval del mundo, apoyada, como si eso fuera poco, por el Imperio más grande de nuestro tiempo, el norteamericano, con sus satélites, su logística, sus armamentos.  Es una lucha terriblemente desigual.  Mi pueblo… está luchando… con sus chicos de 18 años…”

26 de mayo: concentración de fuerzas…

El 26 de mayo “arribó al lugar un helicóptero de la Fuerza Aérea” y pudieron cargar “obuses, un Jeep que sería de gran utilidad durante el desarrollo del combate”.  Al mediodía, cargada ya la aeronave, se produjo un ataque aéreo y partieron inmediatamente hacia Pradera del Ganso, donde aterrizaron veinte minutos después.  Al rememorar aquella jornada, el Capitán de Infantería Ricardo Frecha destacó que a las 4 de la mañana, recibieron la orden de trasladar a todos los hombres desde Puerto Yapeyú a Puerto Argentino.  Sólo disponían de un helicóptero y “el Jefe de la Compañía dispuso que además de él, volverían la 2da. Sección y parte del Grupo de Emboscadas Aéreas, incluyendo a su jefe, de modo tal que, en Howard, quedarían los integrantes de la 1ra. Sección y una Unidad de puntería antiaérea.

“Grande fue la sorpresa de todos, al comprobar que en un aparato cuyos manuales fijan una cantidad de transporte de veinte hombres, debían transportar veintiocho, con algo más de su equipo completo.  No menos sorpresa constituyó el hecho de tener que hacer el viaje de noche, en un helicóptero no equipado con instrumental adecuado para hacer vuelo nocturno, y sobre todo, a baja altura.

Cuando todo estaba listo, se recibió por radio la noticia que, a pocos kilómetros de allí, Bahía Zorro, había sido bombardeada por un buque. Se pidió información sobre la ubicación de dicha embarcación, pero la misma no pudo ser satisfecha.  Pocos minutos después, Puerto Argentino confirmó la partida inmediata.  Nuestro helicopterista piloteó a un nivel tal, que permitía evitar las máximas alturas de la zona pero al costo de incrementar enormemente la propia vulnerabilidad, guiaba su vuelo a ciegas, recibiendo una señal de Puerto Argentino.  En medio de una inocultable tensión, se cruzó el estrecho en aproximadamente diez minutos para, luego de rodear Darwin, llegar a Destino”.

Durante la madrugada del 27 de mayo, regresó la Compañía “A” sin establecer contactos con las fuerzas enemigas y de acuerdo al testimonio de ese Jefe, era “cada vez más difícil mantener el control de la subunidad, dado que no contaba con medios de comunicación para establecer el contacto entre él y las distintas fracciones.  Se notaba, en todo el personal, un agotamiento total, producido por el gran esfuerzo realizado”.

El subteniente Peluffo al recordar aquella jornada del 26 de mayo: “la madrugada, rompimos la marcha. Al alcanzar el lugar, comenzamos a construir las posiciones… con la 1ra. Sección, me adelanté como avanzada de combate. Durante la noche, el Jefe de Compañía recibió la orden de realizar una exploración en fuerza en dirección al Cerro Alberdi.  Para apoyar la operación, llegaron dos piezas de artillería a las órdenes del Tte. 1ro. Chanampa, del Grupo de Artillería 4.”

Mientras tanto, oficiales, suboficiales y algunos soldados necesitaban seguir reparando un obús deteriorado, preparando adecuadamente las municiones, enmascarando todas las piezas.  Necesitaban un “medio de defensa aérea” durante el recorrido de reconocimiento y lo pidieron al Jefe del RI 12 y no fueron asignados.  Distintos testimonios indicaban que también tenían dificultades para las oportunas comunicaciones.  Comenzó el ataque de las fuerzas enemigas, cuando aún los soldados de la Compañía “A” no habían terminado “sus refugios, que estaban delante de los campos minados instalados por la tropa propia”.  El Tte. 1º Chanampa volvió a comunicarse con el Jefe del RI 12 y pidió que le “reintegrara armamento portátil y una ametralladora pesada que había presado”, pero sólo le asignaron “un Grupo de Seguridad armado con pistolas ametralladoras”. Tenían que avanzar por caminos irregulares y tiempo después, el teniente Chanampa dijo que “la efectividad del tiro la comprobaba mediante la información que me llegaba de los elementos de infantería que constantemente me daban la ubicación de la propia tropa, del enemigo y del sector del terreno que estaba batiendo.  Se destacó en esta actividad el Teniente de Infantería Estévez.  Otros medios de orientación fueron las bengalas lanzadas por el enemigo para iluminar el campo de batalla.”

Recuerdo aquellas noches de vigilia mirando por televisión algunas imágenes que correspondían a combates en jornadas anteriores: el estremecimiento al ver a los jóvenes soldados en sus trincheras y los diálogos mientras se desplazaban los misiles…

En esos días continuaban los comentarios acerca de la decisión de la Comunidad Económica Europea, con la excepción de Italia e Irlanda del Norte.  Habían prorrogado “si limitación de tiempo” el cierre de las importaciones de productos argentinos y el canciller francés Claude Cesión había justificado esa decisión considerando que “con la actual batalla en curso no es momento para cambiar los factores del problema”.   El gobierno italiano se había comprometido a observa el embargo sobre abastecimiento de armas y a no aumentar el volumen de las importaciones provenientes de la argentina, tampoco revendería esos productos a terceros países integrantes de la Comunidad Económica Europea. El viceministro de Comercio Exterior de la República Democrática Alemana Wilhelm Bostian, se acercó al “Palacio San Martín” de la capital federal argentina y dialogando con el subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales Félix Peña, destacó que esa República mantendrá su política de “no intervención y respeto mutuo”.   El viceministro Peña dijo que “resulta inadmisible que la CEE se haya solidarizado con un agresor que quiere restablecer el sistema colonial”.

Documento del gobierno por el bloqueo económico.

El gobierno argentino denunció la actitud de la Comunidad Económica Europea al renovar por tiempo indefinido las sanciones comerciales contra la Argentina mediante un documento titulado: “Declaración del gobierno argentino en relación con la renovación del embargo comercial decretado por todas las comunidades europeas” y destaca en los primeros párrafos:

“…en forma simultánea con el nuevo ataque militar británico a las Islas Malvinas, las comunidades europeas han renovado su respaldo político al agresor.”

“Al adoptar la decisión de prorrogar por tiempo indeterminado el embargo a las importaciones argentinas, las Comunidades Europeas reafirman una conducta que viola en forma abierta la Carta de las Naciones Unidas y el Acuerdo General de Tarifas de Comercio.  Esta vez lo han hecho en el mismo momento en que el Consejo de Seguridad, órgano competente para imponer sanciones según la Carta de las Naciones Unidas, estaba reunido examinando el conflicto”.

“Los intereses particulares del Norte han prevalecido en el comportamiento político comunitario. De nada han valido las exhortaciones de los países americanos en el marco del TIAR, ni las que en múltiples ocasiones y foros han efectuado los países latinoamericanos y otros países en desarrollo.”

“El conflicto de las Islas Malvinas pone de manifiesto con toda crudeza, uno de los rasgos dominantes de las relaciones Norte-Sur.  En efecto, los países industriales, en este caso los de las comunidades europeas, recurren en forma arbitraria e ilegal a la coerción comercial, con el objetivo de doblegar la voluntad de un país en desarrollo que se defiende de una agresión militar que solo tiene por fin la restauración de un orden colonial ilegítimo.”

“El gobierno argentino lamenta la carencia de sentido histórico que se manifiesta en el apoyo político de las Comunidades Europeas a la agresión militar británica, y denuncia una vez más esta violación sistemática a principios y normas que rigen las relaciones económicas internacionales. Lo hace consciente de la legitimidad de sus derechos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, y de la responsabilidad, flexibilidad y prudencia que ha manifestado en su constante búsqueda de una solución diplomática del conflicto.”

“El gobierno argentino deplora que, lejos de contribuir a la causa de la paz, el comportamiento  de las Comunidades Europeas tiene el efecto práctico de estimular la agresión militar.  Considera que con esta actitud las comunidades europeas han causado un serio daño a las relaciones Norte-Sur y entiende que con ella se han afectado los intereses de los países en desarrollo.”

“En el plano de las relaciones económicas bilaterales con los países miembros de las comunidades europeas que han adherido a las sanciones, la República Argentina continuará aplicando medidas equivalentes, en uso de su legítimo derecho a la defensa.”

27 de mayo: ataques aéreos…

El 27 mayo, soportaron cuatro ataques aéreos y lograron alejar a tres hombres que estaban observándolos desde aproximadamente mil doscientos metros.  El grupo de “35 soldados y 6 suboficiales” encargado al subteniente Peluffo tenía “solamente 18 fusiles y 9 pistolas ametralladoras y el resto estaba armado con pistolas portátiles de 11,25 mm.”.  Desde sus posiciones –en la retaguardia y a cuatro kilómetros- vieron “cómo sobre la Compañía ‘A’, el enemigo lanzaba su ataque… Posteriormente, reinó una pausa de fuego, pero luego, el fuego de la artillería inglesa se comenzó a sentir de nuevo, ya sobre nuestras posiciones.”  Fue entonces cuando organizó “la segunda posición de repliegue” y no poseían “comunicaciones de ningún tipo”.

A las 18, había llegado a la Isla Soledad la Compañía de Comandos 602 cumpliendo órdenes del Jefe Mayor Rico y una patrulla –integrada por el Capitán de Infantería Horacio Losito, entre otros-, cumplió la misión de exploración junto al Comando de la Brigada de Infantería Mecanizada Xma.”  [47]

Relató el Capitán de Infantería Losito que terminados los aprestos, el jefe de la Compañía Comando 602 “pasó la revista final, concluyendo la misma, como es su característica, con una arenga” y destacó:

“…nos infundió ánimo, nos dio confianza, y acrecentó aún más el deseo de tomar contacto con el invasor inglés.”

Cuando empezaron a cumplir la misión, sabían que “la peligrosidad era relativa” porque no habían detectado actividades inglesas en la zona y  la aproximación sería de día, pero “la realidad fue muy diferente a lo apreciado. El enemigo había comenzado su aproximación a Puerto Argentino por dos ejes de avance, habiendo sobrepasado la altura hacia donde nos dirigíamos.  La patrulla penetraría en terreno controlado por los británicos sin saberlo.”   A media mañana desembarcó la patrulla a “unos pocos kilómetros de Monte Simons” y al alejarse las máquinas, tomaron conciencia de que estaban solos, “a 40 kilómetros de la propia tropa, sin ninguna posibilidad de apoyo de cualquier naturaleza, librados pura y exclusivamente a la habilidad personal para resolver situaciones y a la unión espiritual de los integrantes de la sección, acción que concretamos espontáneamente en pocas horas, asediados por las exigencias que la realidad nos imponía.”

Tres horas después, necesitaron “fabricar refugios, aprovechando las salientes de las rocas, porque se avecinaba una fuerte tormenta.  Los movimientos dentro de la Base eran los mínimos indispensables, ya que el Monte Simons es una altura dominante, fácilmente visible desde cualquier dirección.”  Luego, “un centinela dio la alarma convenida pues había visto, con sus anteojos de campaña, helicópteros enemigos en vuelo. Inmediatamente, la sección ocupó sus puestos de combate y pudimos ver con claridad que los helicópteros se dirigían en la dirección general San Carlos-Puerto Argentino, a unos 20 kilómetros de donde nos encontramos”, rememoró el Capitán Losito.  En ese momento intentaron comunicarse con Puerto Argentino pero no fue posible y tales intentos, permitieron la detección de esa patrulla, “por parte de los elementos de guerra electrónica del enemigo”.  Se dedicaron a “escuchas”, enterándose del enfrentamiento con el enemigo y de las bajas producidas “en Monte Kent, en la puerta misma de Puerto Argentino”.

El Subteniente Claudio Oscar Braghini -jefe de la 3ª Sección de la Batería “B” del GADA 601, ha destacado que “el amanecer del 28 fue tranquilo y claro.

No teníamos comunicaciones con las tropas de primera línea y no sabíamos qué había ocurrido esa noche en Darwin.”

28-05-1982: más resistencia…

François Lepot, enviado especial del diario Clarín de Buenos Aires, desde Londres había informado el 24 de mayo que “fuentes católicas británicas e informaciones procedentes del Vaticano aseguran que Juan Pablo II efectivamente llegará el próximo viernes a Inglaterra, pese a que nada hace pensar en una solución pacífica en el conflicto por las Malvinas. /…/  El arzobispo de Liverpool, Derek Worlock, anunció esta noche en Londres, de regreso de Roma, que Su Santidad cumplirá su programa: llegará el viernes 28.”  /…/  “En Londres se sigue hablando de esta visita papal.  Mucho más que antes del conflicto de las Malvinas.  Hasta los diarios que lo insultaban y los que prometían tirarle tomates, han callado. Las manifestaciones antivaticanas también se han anulado, cuando venían realizándose aquí por lo menos semanalmente y con la participación de millares de personas. ‘Hará feliz al país entero’, dice la otrora antipapal ‘The Sun’.”

El lunes veinticuatro de mayo, “Margaret Thatcher respondió negativamente a la exhortación del Papa a favor de un cese del fuego.  La lucha continuará ‘hasta que los argentinos se hayan retirado’, dijo la Dama de Hierro, porque ‘el conflicto no fue provocado por nosotros”.[48]

El mayor Carlos Eduardo Carrizo Salvadores, tiempo después del desembarco enemigo en Puerto Argentino y de la caída de Darwin-Pradera del Ganso en la semana siguiente, rememoró que hasta ese momento eran “el flanco izquierdo de la posición que ocupaba el RI Mec 7 ‘Coronel Conde’, cuyo dispositivo cubría el frente Norte” y desde entonces, constituyeron “la primera línea defensiva del ataque por el Oeste, con Dos Hermanas y Harriet, es decir… los encargados de recibir el primer ataque del enemigo.

Esto dicho así, en pocas líneas, parece cosa simple.  Pero la guerra no tiene nada simple y los hombres que la protagonizan llevan sobre sus espaldas el peso de esa complejidad.

Puedo decir que he visto hombres de 20 años cumplir con el deber más allá del deber, exponiendo sus vidas, sin que les importaran el frío, la lluvia o el fuego.  Y eso era general, entre los que ocupaban las primeras líneas, como así también entre los camilleros, médicos o enfermeros que corrían en medio de las explosiones para salvar la vida de un camarada herido, o marchaban a reparar el tendido telefónico”…[49]

Durante la madrugada del 28 mayo el teniente Estévez “ordenó tomar la altura y resistir el avance del enemigo hasta las últimas consecuencias. El jefe de comunicaciones fue herido en una pierna y luego en un brazo.  Decidió “pasar a la radio a un soldado estafeta”…

Según el testimonio del subteniente Peluffo-, “el Tte. Estévez  fue herido en un brazo.  Con su radio, reglaba el fuego de la propia artillería de Campaña, mientras que su tropa era impulsada al combate por medio de su voz y de su ejemplo. Su posición fue detectada y el enemigo concentró sobre él el fuego.  El Tte. Estévez murió en la acción.  El Cabo Castro se hizo cargo del equipo de comunicaciones y continuó trasmitiendo, pero al ser alcanzado por proyectiles rasantes que incendiaron su cuerpo, moría poco después.”

Un soldado se comunicaba con el jefe del Regimiento de Infantería 12, y minutos después se interrumpió la comunicación.

Mientras tanto, algunos soldados recogieron las armas de sus compañeros muertos, durante media hora combatieron con sus fusiles pero “la sección fue totalmente sobrepasada por el enemigo, con un alto porcentaje de bajas… el personal que se encontraba en buen estado físico, agotó su munición, luego cayó prisionero”.

El subteniente Ernesto Peluffo rememoró que en aquellas circunstancias, “el enemigo presionaba en ese lugar… nos comenzó a envolver por el flanco y retaguardia, Avanzaba protegido por cortinas de humo y apoyado por intenso fuego de armas automáticas y morteros.

“En ese momento, un proyectil me alcanzó y me hirió en la cabeza.  Un soldado del pozo me auxilió y me dijo: ‘No se preocupe, mi Subteniente, el cuero nomás es’.  No perdí el conocimiento.  Este soldado me vendó y abrigó con una manta… Había otros tres soldados más en el pozo. El volumen de fuego británico era tal, que parecía que querían embocar sus proyectiles en nuestro pozo. Di mi casco y mis armas a los solados que aún combatían, y empecé a llenar cargadores a medida que los consumía. /…/ El fuego era tan intenso, que ya ni siquiera podíamos sacar la cabeza y disparar.  El enemigo, en castellano y en inglés, nos intimaba rendición.  No podíamos replegarnos. Nuestros heridos y muertos eran muchos.  Habíamos consumido casi el total de la munición.  Teníamos dos posibilidades: seguir peleando o rendirnos. El combate ya estaba definido  La superioridad enemiga  era abrumadora. Ordené a un soldado que levantara un repasador atado a un fusil y saliera arrojando sus armas.  Así lo hizo, y luego todos lo imitamos. Los ingleses nos recibieron con rudeza, y el cacheo fue violento y agresivo. Estuvimos durante todo el día boca abajo, tirados en el piso; por la noche nos reunieron en las proximidades de unos arbustos quedamos y otros encendidos para mantenernos calientes.  Allí fueron humanitarios en su trato, inclusive, llegaron a colocar sus paquetes de curaciones individuales a nuestros soldados heridos.  Estuvimos, durante toda la noche, a la intemperie.  Rezamos mucho esa noche.  Lamentablemente, el soldado Gómez herido, murió”… expresó tiempo después el subteniente Peluffo.  [50]

El Tte. 1º Raúl Andrés encargado del Escalón de Comunicaciones que debía operar en Puerto San Carlos, rememoró que “el 28 de Mayo a las cero horas, aproximadamente, el enemigo lanzó un ataque sobre Darwin, asiento del RI 12, que se prolongó hasta el día 29, a la mañana” y destacó:

“…desde el punto de vista de las comunicaciones, la actitud de los operadores, quienes pese a las instancias duras que les tocó vivir, en ningún momento dejaron de comunicarse con nosotros… el comando pudo estar informado de los hechos que se sucedían en aquel lugar, prácticamente al instante.”

El Tte. Chanampa tiempo después describió aquel cuadro de situación: “a las diez de la mañana, los elementos de combate se encontraban, casi en su totalidad, dentro de la población de Pradera del Ganso.  Conformaban la primera línea, elementos aislados de Infantería, la Batería de Tiro, los elementos de Defensa Aérea y dos coheteras de Pucará instaladas en Tierra.  Perdimos contacto con el Teniente Estévez quien era el que informaba acerca de la eficacia del tiro.”  Media hora después,  contraatacaron por orden del subteniente Gómez Centurión y culminó “con la muerte del Jefe del Regimiento inglés y con la pérdida del 50% de los efectivos de la Sección.  Luego se replegó para reorganizarse, y se produjo una pausa del combate.”  Cuando los ingleses volvieron a atacar, “el fuego de morteros hacía insostenible la posición; el soldado Reinaldi fue alcanzado en el rostro por una esquirla, y el soldado Zulín salvo su pierna, gracias a que una gran esquirla dio en la empuñadura de su pistola.”   No disponían de refugios ni de munición suficiente para una adecuada defensa.  Aproximadamente a las 17, avanzaron los ingleses y establecieron posiciones en una escuela. Inmediatamente empezaron a tirar morteros.  El Tte. de Artillería Chanampa ordenó intenso fuego de ametralladoras y aquel edificio “era consumido por las llamas”. Siguieron hostigando al enemigo hasta el anochecer; luego descansaron “y por la mañana -recordó el teniente- nos enteramos de que se trataría la rendición de la plaza con el jefe inglés.  Cuando tuvimos la certeza de que la rendición se llevaría a cabo, procedimos a destruir el material.

La noche del 28 de mayo, el coronel Balza ordenó el cese del fuego con el propósito de realizar una reunión con otros jefes militares. Luego “ordenó la rendición y organizó, personalmente, una formación para rendir armas y tropas al enemigo”.

El teniente Esteban ha destacado que:

“Los oficiales y suboficiales permanecieron con sus soldados, en forma permanente, tirados sobre el estiércol de oveja, pese a que el enemigo había concedido un salón especial con muchas mejores condiciones.

Cuando la subunidad fue revisada para contrarrestar los saqueos que habían producido en la localidad, ningún soldado tuvo que bajar su cabeza ante el enemigo, por portar algún objeto robado.

Los ingleses reconocían, continuamente, la forma de luchar de la Compañía ‘C’.

Esto obligada, en su calidad de profesionales, a un trato especial y considerado”. […] En todos los informes y test realizados a los soldados, los mismos manifestaron que si tuviesen que volver a la guerra con cuadros que combatieran a su lado, aún sufriendo las mismas privaciones, lo harían nuevamente”.

El Tte. 1º de Artillería Carlos Alberto Chanampa, tiempo después comentó:

“Al llegar los ingleses a la posición, el más antiguo de los oficiales me preguntó si era el jefe -a lo que respondí que sí- y me manifestó que, realmente, estaba admirado, ya que esperaba encontrar un Grupo de Artillería y tres piezas; y que realmente la cadencia de fuego los había confundido, y la efectividad del mismo había sido el peor obstáculo que debieron soportar”.  [51]

Es interesante el relato del Subteniente Claudio Oscar Braghini acerca de lo observado desde la posición de la 3ª Sección, Batería “B” del GADA 601 porque aproximadamente a las 2 de la madrugada, habían observado “un intenso fuego de artillería de campaña enemiga sobre las posiciones del RI12, que se encontraba en las proximidades de Darwin” y también advirtieron que “al fuego de artillería siguió el de armas portátiles.

La noche cerrada como otras tantas, permitía ver con claridad la trayectoria dibujada por los proyectiles trazantes.

En la posición no sabíamos, a ciencia cierta, qué estaba ocurriendo en el frente.  Lo cierto es que la artillería de campaña propia, a órdenes del Teniente Primero Chanampa, tiró durante toda la noche y el día siguiente hasta agotar la munición.”

Mientras tanto, los británicos ya estaban a sólo 4 Km. de distancia de aquella posición. “De inmediato se inició nuevamente el fuego de nuestra artillería de campaña, reforzado con el lanzamiento de cohetes provenientes de las coheteras del Pucará, montadas en forma ingeniosa, por el personal de la Fuerza Aérea, sobre el techo del tractor y en un caballete.  Luego sobrevino un silencio total.   Poco tiempo después, pequeñas bengalas, todas de un mismo color, surgieron detrás de las colinas, y, nuevamente, la incertidumbre.   No sabíamos que ocurría más adelante; pero sí que terminaría pronto, porque de repente vimos aparecer en las alturas, al norte de Pradera del Ganso, tropas desplegadas en perfecta formación de cadena”, recordó el Subteniente Claudio Braghini.

Vivieron momentos de confusión, porque no podían precisar si “eran tropas propias que se replegaban o tropas inglesas que avanzaban”.  En tales condiciones, observaron la proximidad de los primeros hombres, comunicaron al puesto Comando y se prepararon para enfrentar otro posible ataque. “Repentinamente oímos un silbido agudo y nos agachamos para cubrirnos con la estructura de la pieza, porque sabíamos que era un tiro de mortero.  El proyectil impactó en el mar, a unos 300 metros de la posición, y no provocó daño alguno”, relató tiempo después el Subteniente Braghini.

Otro grupo estaba operando desde la escuelita  y es oportuno reiterar lo expresado por el Subteniente acerca de esa experiencia:

“Observé por el visor y confirmé la presencia de los ingleses. Apunté a la base de la estructura de dos pisos y abrí el fuego.  Pedazos completos de ella desaparecieron al hacer impacto los proyectiles y se incendió luego.  Tengo entendido que el edificio también recibió un impacto directo de un cañón de 105 mm. de nuestra artillería de campaña.  Minutos después, sólo quedaban de ella parte de la estructura metálica y las cañerías, pues el resto, que era de madera, había sido consumido por las llamas.

Entretanto los tiros de mortero se aproximaban cada vez más a la posición y como ponían en peligro la vida de mis  hombres que, al descubierto total, acarreaban munición, les ordené tomar cubierta…

En la pendiente no se veían desplazamientos de tropas, pero en el extremo más alejado de la elevación pude observar tropas que se movían con intención que parecía ser la de rodearnos y atacar el franco y retaguardia.  A uno de estos pelotones le tiré la última ráfaga, porque después uno de los proyectiles, que dio en el poste, fue a incrustarse posteriormente en el panel de control del grupo electrógeno de campaña y dejó sin energía a la pieza.  Continuar tirando en mando manual hubiera sido efectivo sobre blancos terrestres, pero no nos hubiera permitido hacer tiro antiaéreo por la muy poca velocidad que se puede imprimir al cañón mediante las manivelas, y por ello, ordené a todo mi personal que se dirigiera hacia la otra pieza para mover su grupo electrógeno.  Eran 500 kg. Que teníamos que mover 100 metros en una pendiente ascendente y con nuestras propias fuerzas, porque ya no contábamos con el tractor.  El avance enemigo por el frente norte (elevación) había sido frenado.  Evidentemente les habíamos causado muchas bajas.  Prueba de ello era la intensificación de sus fuegos de morteros sobre nuestra posición.”

Mientras estaban realizando esos trabajos, oyeron “el silbido de un proyectil… que impactó aproximadamente a cien metros de donde se encontraban en ese momento: “El impacto produjo un pozo de aproximadamente 40 cm. De profundidad y las esquirlas cortaron los cables de energía y perforaron parte de la estructura del cañón y del grupo electrógeno.” [52]

La unidad de apoyo de la Compañía “A” -encargada al Subteniente de Infantería Ernesto Peluffo- primero estuvo realizando patrullajes en la costa continental y desde el 24 de abril operó en las Islas -instalada en Puerto Argentino con el RI12 y desde el 31 de mayo en Darwin, cerca de una pista de aviones Pucará.

El subteniente Peluffo perteneciente a la Compañía “A”, destacó tiempo después:

“En la mañana del 29 de Mayo, llegaron enfermeros ingleses, quienes nos prestaron algunos auxilios.  Luego, fuimos transportados en helicópteros a San Carlos, y desde allí al Barco Cruz Roja Uganda.  Luego, en alta mar, nos recibió el buque argentino Bahía Paraíso, que nos llevó de regreso al continente.”

Entre el 22 y el 29 de mayo, la Fuerza Aérea cumplió sucesivas misiones “de mucho riesgo” y el Capitán de Comunicaciones Svendsen destacó que fueron “realizados a muy baja altura y en total silencio de radio, dejando a los Comandos en alturas dominantes en medio de la Isla y en la zona de Puerto San Carlos, ya en poder de los británicos. Dijo que “en los últimos días de Mayo, ya se observaba mucho movimiento de helicópteros británicos, gran aumento de ataques aéreos y se comenzó a sentir el fuego de la artillería inglesa en las posiciones defensivas propias “ mientras las fuerzas argentinas continuaban “los vuelos en apoyo a las distintas unidades que tenían que moverse paras la reestructuración del dispositivo de defensa”.

El Teniente de Ingenieros Horacio D. Blanco recordó que durante aquellas jornadas, “los efectos clase I (víveres) no faltaron; cuando quisimos variar el menú, se acercaba alguna ovejita para satisfacer las necesidades.

El soldado Gerardo Soto que había partido de Paso de los Libres (provincia de Corrientes), siendo auxiliar del Operador de Radar del Grupo de Artillería 3, recordó “aquellas celebraciones escolares, el 25 de Mayo, nuestra fiesta patria” y estando en la Isla Soledad, valoró que hubieran comenzado esa jornada “con un reconfortante chocolate caliente, algo distintivo en ese día brumoso, frío en extremo”.   Tiempo después, necesitó expresar:

“Recordábamos –qué penoso es a veces recordar- qué distinta era la guerra real, de aquella ‘guerra’ de las películas que tanto nos entusiasmaban.  Sólo sabíamos que estábamos en guerra.  Y la creencia de que íbamos a ganar, porque a eso fuimos, ¿no?  ¿Perder?, siempre pierden los demás, los malos.

El 29 de Mayo, imprevistamente, nos ordenaron concurrir a Puerto Argentino. Desarmamos el radar, acomodamos sus piezas en cajas para que no se golpearan y lo transportamos.  Realizamos esta tarea cuantas veces se nos ordenó un nuevo lugar de emplazamiento.  La orden emanada de nuestro Jefe, el Tcnl. D. Martín Antonio Balza, consistía en que desde Puerto Argentino proporcionáramos el rumbo y distancia de tiro a nuestros cañones de 155 mm. que batían al enemigo día y noche.  Así transcurrieron ocho días más.”  [53]

El comunicado Nº 105 del Estado Mayor Conjunto informaba que “a la fecha, 29 de mayo de 1982, se estima han desembarcado un total de aproximadamente 4.500 hombres”, mientras otras fuentes afirmaban que era una cantidad considerablemente mayor…

Como sucede aún, el doble discurso  y las inexactitudes contribuían a generar confusiones y caos.

En ese tiempo, el capitán Losito -perteneciente a la Compañía de Comandos 602 que operó en Monte Simons-, ha destacado que “durante la noche del 29 al 30 de Mayo, se registró la mayor nevada y menor temperatura de toda la campaña.  El cansancio acumulado y la falta de aclimatación al medio obró en contra de nosotros, impidiéndonos, nuevamente, el descanso.  Al amanecer, el Jefe de Sección” -Capitán Vercesi- “resolvió iniciar el repliegue hacia Fitz Roy, donde se encontraba una fracción de ingenieros, con la intención de utilizar sus medios de comunicación para transmitir lo visto, ya que habíamos perdido la esperanza de utilizar nuestra radio”.

Los ingleses habían perdido el “Atlantic Conveyor” y ese hundimiento significó la pérdida de material indispensable para la reparación de los helicópteros.

Ha recordado también el capitán Losito: “…Cerca del mediodía comenzamos el descenso del monte hacia Fitz Roy, protegidos por la neblina reinante.  En seis horas de penosa marcha, habíamos recorrido nada más que 5 Km.  Se hacía de noche y se aproximaba un frente de tormenta, que según los antárticos que disponía la patrulla, podía ser viento blanco.  Continuamos la marcha y nos encontramos frente al arroyo Malo, que debíamos cruzar, mojando prácticamente todo el equipo.  Ante esta situación, el Jefe de Sección, luego de consultar la carta, resolvió pasar la noche en un puesto abandonado que se encontraba a unos 200 metros del arroyo, llamado Top Malo House, a efectos de secar el equipo y resguardarlo de la tormenta.  La casa era toda de madera, de dos plantas, pero muy chica.  Instalamos la seguridad, colocando las armas pesadas en el piso superior.  El personal trató de descansar infructuosamente, ya que había un alto grado de tensión por el riesgo que corríamos, pero sabíamos también que el camino mojado en medio de la tormenta hubiera producido irremediablemente algunas bajas, sin posibilidad de evacuación, por la distancia que nos encontrábamos de Fitz Roy. La noche transcurrió sin mayores sobresaltos, salvo la visión de una bengala y fogonazos de explosiones esporádicas hacia Puerto Argentino. Poco antes del amanecer, comenzamos a equiparnos para seguir la marcha… se escuchó al parecer ruido de helicópteros.  El ruido era cada vez más nítido.  En un momento, creímos que eran los helicópteros que nos tenían que rescatar, o alguna otra patrulla argentina que se dirigía a cumplir otra misión.  Hasta que un centinela advirtió que los helicópteros no tenían la franja amarilla que caracterizaba a nuestras aeronaves.  Todo esto transcurrió en unos pocos segundos.  Al instante, el Tte. Espinoza, que se encontraba en misión de seguridad en el piso superior dio la voz de “Ahí vienen”, abriendo inmediatamente el fuego.  En forma casi simultánea el enemigo, del cual desconocíamos absolutamente todo, abrió un impresionante volumen de fuego sobre la casa, utilizando todo tipo de armas.  El primer impacto fue un cohete antitanque Carl Gustav, que hizo temblar la casa.  El fuego siguió luego con granadas, explosivas e incendiarias, con fusiles automáticos y ametralladoras. La casa de había transformado en un verdadero infierno: explosiones, incendio, baltas que atravesaban las paredes de madera, gritos, confusión… Era necesario reponerse de la acción psicológica paralizante que habían causado la sorpresa y el golpe de fuego”.  Minutos después, el capitán Losito fue herido: “…habré permanecido pocos segundos boca abajo, tratando de recuperarme” -relató tiempo después-, “la herida sangraba mucho.  En el momento de incorporarme, observé a no más de 15 metros a los ingleses que arrojaban ganadas, parados sin cubierta alguna, oportunidad que aproveché para abrir fuego con mi FAL, causándoles, al parecer, dos bajas.  Los ingleses no esperaban ningún tipo de reacción por parte nuestra, dado que el ‘golpe de mano’ se estaba realizando seguramente como ellos lo esperaban.  Por el volumen de fuego desatado, aprecio que su misión era de aniquilamiento.  No obstante, la sección reaccionó mucho mejor de lo que la situación suponía. Inicié el repliegue hacia el arroyo que habíamos cruzado la noche anterior, queriendo ganar altura de segunda orilla, sin saber que la misma también estaba ocupada por los ingleses… no había donde cubrirse y sentía que estaba haciendo toma y cambio de posición en una cancha de polo, donde la única cubierta me la proporcionaba mi propio fuego. Durante el repliegue murió el Sargento Primero Sbert… una explosión produjo su muerte”…  Al avanzar hacia el arroyo, el capitán Losito sintió “el impacto de una bala en el muslo derecho” y tiempo después recordó aquella experiencia: “…me provocó la caída de espaldas dentro de la zanja.  Traté de incorporarme.  Curiosamente no me dolía mucho, pero sí la sangre brotaba a borbotones por el orificio de entrada y salida.  En ese instante, y presintiendo el final, no hice otra cosa que recordar a mi familia y rezarle a la Santísima Virgen. Intenté hacer un torniquete con un pañuelo, pero al asomarme para poder ver qué era lo que estaba pasando y tratar de tomar contacto con alguien de la patrulla, me di cuenta de que no había tiempo para el torniquete, el enemigo estaba muy cerca.  Continué disparando, con poca eficacia.  De a ratos sentía mareos, debidos posiblemente a la pérdida de sangre.  De pronto, sobre mi costado izquierdo, escuché la voz del Tte. 1ro. Gatti que me trasmitió la orden de rendición impartida por el Jefe de Sección, diciéndome que no tirara más, que estábamos totalmente rodeados. Una rendición en esas circunstancias me pareció un suicido, además de los efectos morales que esto provocaba.  Por lo tanto, le grité al Tte. 1ro. Gatti que siguiera disparando  En ese instante, advertí que dos ingleses venían por mi oblicuo  derecho, disparando continuamente.  Acomodé el fusil como pude, y abrí fuego.  El más alto cayó agarrándose el estómago pero cuando intenté dispararle al compañero, perdí las pocas fuerzas que me quedaban, y caí de rodillas.  No había perdido el conocimiento, pero sí el dominio total del cuerpo.  El inglés llegó hasta mi posición, vi cómo me apuntaba con su arma.  Esperé el final, con una providencial tranquilidad propia de la resignación, o característica de quien, por reiteradas situaciones límites superó ya su capacidad de miedo y comprensión de la realidad.

Nuevamente, Dios hizo uso de su atribución de dar y quitar la vida.  El inglés me ordenó ‘¡Up your hands! (‘¡Arriba las manos!’, pero al ver que no me podía mover, me sacó del pozo, me desarmó, paró la hemorragia con un torniquete e inmediatamente me inyectó morfina en el muslo izquierdo.  Mientras tanto, me preguntaba sobre la existencia de ampos minados y a cada rato me decía: ‘No problems, its’ the war’ (‘No es problema esto, así es la guerra’).  Aún no salía de mi asombro. Parecía que todo lo que me estaba ocurriendo era parte de una película.  Y en realidad no sabía muy bien qué era lo que había pasado. Se acercaron algunos ingleses con dos oficiales de la sección, trasladándome a un lugar próximo a la casa que se estaba terminando de consumir por el fuego.  Fue en ese lugar donde se reunió lo que quedaba de la patrulla.  De los trece integrantes habían muerto dos, y seis estaban heridos.  Es digno de destacar el proceder del Sarg. 1ro. Enfermero Pedroso, quien intentaba curar, con los pocos remedios que disponía -ya que el botiquín había quedado en la casa-”…

“La sección combatió hasta el límite de sus posibilidades, con la masa del personal herido en el primer golpe de fuego inglés.  El enemigo nunca esperó reacción alguna, y tal como se dejó entrever en las distintas publicaciones inglesas que hacen mención a este episodio, reconoció reiteradamente el esfuerzo realizado hasta la inevitable rendición.  El combate no duró más de 25 minutos…”  [54]

El 30 de Mayo la situación empeoró; los ingleses habían ocupado Monte Kent, sobrepasando por el Noroeste nuestra ubicación.  Al Sur y Sureste de Puerto Argentino se habían instalado obstáculos minados, pero conocíamos su exacta ubicación. La noche del 30 de Mayo y del 1 de Junio, escuchamos helicópteros en proximidades del puente.”

El Capitán Svendsen rememoró que el 31 de mayo, estaban completando el traslado desde “Monte Bajo” a “Monte Dos Hermanas” con dos helicópteros y soportaron el fuego de artillería inglesa muy cerca, sin daños personales ni materiales.  [55]

Aunque los combatientes argentinos sabían donde estaban colocadas “las minas”, el Cabo Fernández -operador de radio- al apurarse mientras buscaba “al Capitán Llanos y  un suboficial de la Compañía de Comandos 601”,  tropezó con una trampa explosiva y una esquirla se alojó en su pierna.

30-05-1982: El “Invincible” fue averiado…

En la primera página del diario Clarín de Buenos Aires, un título conmovía: “El ‘Invincible’ fue seriamente averiado. En un operativo de audaces características, aviones de la Armada y de la Fuerza Aérea concretar ayer un ataque sobre la flota británica y provocaron gravísimos daños en un portaaviones –el ‘Invincible’- que lo dejaron fuera de combate.  Dos misiles Exocet, disparados por los Super Etendart, y bombas de alto poder lanzadas por cazas A 4 C hicieron blanco en la nave que comenzó a incendiarse.  Por otra parte, se produjo un intenso bombardeo británico sobre Puerto Argentino a cargo de fragatas y cuatro Harrier, dos de los cuales fue abatido.”

Durante esa jornada, las tropas británicas ocuparon Darwin y Ganso Verde tras una violenta ofensiva que determinó la rendición de las tropas argentinas. “Se considera inminente la batalla en la capital del archipiélago”, informaban también en aquella primera página y en el otro ángulo: una fotografía del Papa apoyando su mano derecha sobre la frente y este comentario: “El Papa hizo un enérgico llamado a la paz ante 350.000 fieles.  Durante el oficio religioso que reunió a una fervorosa multitud, Juan Pablo II ora por la paz.  Los fieles recibieron al Sumo Pontífice en el aeropuerto de Coventry.  Luego, Su Santidad viajó a Liverpool.”

02-06-1982: concentración en Puerto Argentino.

El 2 de junio como consecuencia del persistente ataque de los ingleses, se ordenó una concentración de fuerzas en Puerto Argentino. Antes de cambiar la posición, el 8 de junio de 1982, “exactamente a las 14:30, por orden del Jefe de Compañía, se dio fuego a las cargas, quedando el puente totalmente destruido”; enseguida inutilizaron “los medios eléctricos” y se pusieron en marcha.  Destacó el Tte. Blanco que “la totalidad de los soldados clase 1963 no habían tenido nunca instrucción de marcha” y que para llegar a Puerto Argentino debieron hacer “un gran esfuerzo para mantener un ritmo de marcha y cumplieron como si fueran los más experimentados”.  [56]

Los helicópteros realizaron los primeros vuelos de asistencia a partir del trece de abril y también algunos de reconocimiento sobre determinadas áreas. Todos los días realizaron servicios sanitarios trasladando heridos al Buque Hospital “Almirante Irizar” (misión que cumplieron hasta dos días después de establecido el cese del fuego.)

Es oportuno reiterar el testimonio del Sargento Ventancol, acerca de sus vivencias como jefe del Pelotón de la 1ª Sección de la Compañía “A” del Regimiento de Infantería Mecanizado 6:  [57]

“…el Cabo Deyler tenía que construir una posición para el puesto sanitario.  En consecuencia, no tuvo mejor idea que pedirme unos cajones de proyectiles de calibre 105 mm. , los cuales no se podían disparar por un pequeño desperfecto”.

      (Con ese tipo de munición, es imposible vencer en la batalla…)

“Le pregunté si había enloquecido, pero cuando me di cuenta, ya estaba él confeccionando una especie de ‘bunker’, aprovechando los cajones aludidos y dos paredes naturales del terreno.  Este lugar, posteriormente, fue utilizado como Puesto de Socorro; allí el médico atendía a los enfermos, y llegado el momento también se lo empleaba para descanso.

Una noche, durante un bombardeo naval, un proyectil explotó aproximadamente a un metro de la pared de cajones de munición, luego de enterrarse en el suelo.  Otra vez, la mano de Dios hizo que sólo volaran algunas piedras, que ninguno de quienes estaban en su interior sufrieran heridas algunas.”

03-06-1982: niebla persistente…

El Capitán Carlos Alberto López Paterson combatió con el Regimiento de Infantería 4 y ha rememorado que desde el tres de junio “el tiempo ofrecía otra cara de las dificultades que afectaban tanto a los ingleses como a nosotros: la niebla.  Pero en este caso, la total falta de visibilidad diurna era un problema grave para nosotros, que estábamos en la defensiva, y una gran ventaja para el atacante, que podía moverse, acercarse y reconocer con bastante comodidad y seguridad.

La niebla era tan espesa que ni el sol del mediodía lograba disiparla.  No teníamos en nuestro sector un radar de vigilancia terrestre, capaz de detectar los movimientos ingleses a varios kilómetros.  La cantidad de brújulas disponibles para que se orientaran las patrullas de exploración era limitada.  Un error en el recorrido de esas patrullas, que daban la seguridad en esta situación tan particular, podía significar que cayeran en una emboscada, o se perdieran, o lo porque es peor, fueran batidas por la propia tropa, ubicada en la posición defensiva.

Ya habíamos tenido algún encuentro con patrullas de fuerzas especiales inglesas (SAS) que estudiaban y ‘tanteaban nuestra posición, y nuestras tropas estaban muy alertas.

A la tensión producida por los bombardeos y los enfrentamientos en distintas partes de nuestra posición, se sumaba ahora un nuevo ‘ingrediente’: la falta de visión diurna, que transportaba los fantasmas de todas las noches a las 24 hs. del día.  El ruido del viento, que nos acompañaba desde hacía un mes, había cesado; pero en su lugar había quedado un silencio que permitía percibir ruidos, conversaciones, desplazamientos, aunque no permitía determinar sus direcciones ni sus distancias.  El fuego de la artillería enemiga nos castigaba desde hacía diez días, pero la sorpresa inicial, que había causado nuestra primera baja, ya no era tal.  Nos bastaba escuchar el ruido que al salir producían los disparos para saber si era la artillería propia o la enemiga la que estaba haciendo fuego.  En el primer caso, luego del instante que servía para identificarla, seguíamos con nuestras actividades; en el segundo esperábamos el silbido del proyectil para saber si se dirigía a nosotros.  Y si era así, todo se reducía a quedarse quieto detrás de la roca que cada uno que, conocíamos, era la mejor de las cubiertas.

Un día se presentó una novedad” -rememoró luego, el Mayor Carlos López Paterson: “No tuvimos bombardeo matutino y en su lugar se escuchó el ruido de un motor funcionando a elevado régimen. /…/  El ruido del motor paró.  La niebla seguía más aliada del enemigo, que nos había visto y ‘registrado’ en los momentos de claridad”…

“Todos, como queriendo ignorar el nuevo peligro, siguieron en lo suyo: reforzando la posición, cavando trincheras de arrastre o posiciones simuladas o de alternativa, transportando munición, secando su ropa, racionando, durmiendo o rezando.  Pero, por las dudas, nadie se apartaba de su posición, de ese bendito agujero mojado y frío que era nuestra salvación durante los bombardeos y que sería la posición que defenderíamos el día del ataque final.  Porque creo que nadie ignoraba que éramos ‘la primera línea de la primera línea’…  A esta altura de los acontecimientos, todos conocíamos bien cuáles eran los efectos de las artillerías naval y terrestre de los británicos y qué eran sus tropas especiales (SAS)l combatiendo a corta distancia.  Además, habíamos participado del rechazo de dos intentos ingleses por infiltrarse en las posiciones que el RI 4 ocupaba en el Monte Harriet.  También habíamos sufrido la experiencia del ataque de aviones Harrier con bombas Beluga y aprendido, tardíamente, a usar para futuras oportunidades similares nuestro lanzador SAM 7.  Es decir, habíamos adquirido experiencia de guerra y ya no nos dejábamos ‘cocinar al primer hervor’.

Además, nuestros soldados de 19 años eran hombres”.

“Era notorio como cada uno sabía lo que tenía que hacer, fuera Capitán o Soldado, sin pánico, sucio, mojado y con las extremidades inferiores medio congeladas; pero sin claudicar, sin pedir relevo; para no representar una carga para los demás, y sin ‘shocks’ emocionales.  Todos estábamos aprendiendo la importancia de estar allí”.

04-06-1982: la otra batalla…

(En 1943 tras el movimiento cívico militar del 4 de junio fueron destituidas las autoridades nacionales y el general Guillermo Rawson se ubicó en el despacho presidencial hasta que sus camaradas le advirtieron que no había sido el jefe de esa revolución y en consecuencia, asumió el general Pedro Pablo Ramírez, ¡Palito!

En aquel tiempo, se produjo otra revolución que fue la que impulsó el coronel Perón primero desde el Departamento de Trabajo y Previsión -luego con la jerarquía de Secretaría-, también desde la vicepresidencia de la Nación y el Ministerio de Guerra, ya que cumplió las tres funciones hasta el 8 de octubre de 1945… cuando fue trasladado a la Isla Martín García hasta que la semana siguiente necesitaron que regresara para calmar los ánimos de miles de trabajadores –varones y mujeres jóvenes y mayores- que exigían su inmediato retorno y la continuidad en aquellas funciones.  Así sucedió: el 17 de octubre, e día de la lealtad…)

El 4 de junio de 1982, seguían luchando en las islas Malvinas y en el hemisferio norte con otras armas porque mediante una nota, los gobiernos de España y Panamá elevaron al Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución a los fines del “cese del fuego”.  Apoyaron esa nota China, Irlanda, Japón, Polonia, Uganda, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Zaire (9 votos a favor); optaron por la abstención Francia, Guyana, Jordania y Togo; lógicamente votaron en contra los aliados: Inglaterra y Estados Unidos -los hermanos de Norteamérica- y por el derecho a veto, impusieron sus criterios y la resolución prácticamente fue rechazada.  Mientras tanto, Pérez Cuellar seguía promoviendo un cese del fuego para que los británicos “ocuparan pacíficamente las Islas”.

06-06-1982: escucha circunstancial…

El Teniente 1º Raúl Esteban Andrés cumpliendo su misión en un Escalón de Comunicaciones que apoyaba al Regimiento de Infantería III, recibía y emitía mensajes sobre heridos y fallecidos; sobre necesidades de atención médica, pedidos de apoyo logístico, movimiento de patrullas y acciones exitosas, toma de prisioneros, hundimiento de buques…  Ha rememorado que también realizaban “actividades de escucha” y en forma circunstancial, “el 6 de junio a las 23 aproximadamente, detectaron “tráfico inglés, que trataba sobre un importante desembarco en un lugar identificado como Blue Beach, el día 8 de Junio a las 12.”  Destacó luego:

“Hora a hora, la información que íbamos recogiendo era tan clara, que en algunos momentos dudamos de su veracidad, ya que conocíamos al enemigo en el campo de la guerra electrónica y bien podían ser vendidas de velo y engaño”. [58]

El Subteniente 1º  Marcelo Alberto Llambías Pravaz, tiempo después rememoró:

“El 6 de junio fuimos tomados por sorpresa por una fracción de Comandos británicos que se habían infiltrado en nuestras posiciones.  Nunca tuve tanto temor, pero me sobrepuse.  En conjunto, sumando un grupo de Ingenieros Anfibios de Infantería de Marina, tuvimos 5 muertos y 6 heridos.  Creo que salvamos la vida por milagro y  gracias al coraje del Soldado Eduardo González, apuntador de un FAP.”  [59]

El Capitán de Infantería Jorge Rubén Farinelli ha rememorado que durante la noche del 7 de junio, detectaron un intento de desembarco al sur de la posición, en los Montes Harriet: iluminaron el campo y utilizaron morteros de 81 milímetros… “El combate se generalizó…  El saldo de esa incursión nocturna inglesa dejó varios muertos y heridos en nuestra propia tropa”, destacó tiempo después quien se había desempeñado como “Oficial Logístico del Regimiento de Infantería 4”.  [60]

El 8 de junio, un avión “Pucará” al sobrevolar la zona de Bahía Agradable detectó ese desembarco que había generado expectativa dos días antes e inmediatamente “aviones argentinos ejecutaron una acción realmente heroica y exitosa”.

A partir de ese momento, el Escalón de Comunicaciones siguió realizando evaluaciones sobre los daños que soportaba el enemigo:

“…detalles del hundimiento de la fragata Plymouth, el desesperado desembarco del invasor que intentaba, por todos los medios, de alejarse en sus botes salvavidas del crucero Gladmorgan evitando caer en las estructuras encendidas del buque, como así también salir de un gran sector que se encontraba con petróleo encendido”.

“Ante la alternativa que podía brindar el desarrollo de las operaciones, las actividades del grupo escucha, la superioridad dispuso formalizar su constitución en una vivienda alejada del Correo de Puerto Argentino y cercana a la Usina Eléctrica. Asimismo, se dispuso complementar esta actividad con un requerimiento que  se ejecutó con carácter de urgente al continente, mediante el completamiento de equipos receptores a cargo del Tte. Mancuso, perteneciente a la Compañía de Operaciones Electrónicas 601, que se encontraba en la Argentina Continental.  A los efectos de un buen funcionamiento, el Jefe del Escalón de Comunicaciones dispuso organizar dicho grupo con un pelotón de barrido de frecuencias y grabaciones y un pelotón traducción que estaba a cargo del entonces Mayor de Artillería Juan Alberto Groppo Vilar (Oficial de EM, con conocimiento de idioma inglés).  La información que se cursó fue, realmente, muy abundante y muy provechosa, pudiéndose destacar, entre ella, la detección de un bombardeo aéreo que fue captado 45 minutos antes de que se ejecutara sobre Puerto Argentino.”

El capitán Svendsen tiempo después destacó que “la Compañía de Helicópteros ‘B’ voló en las Islas Malvinas un total de quinientas horas y rememorando anécdotas expresó que “el 8 de junio fue otro día de gran movimiento, puesto que con helicópteros realizamos el traslado de una sección del RI 4 desde Monte Doce en Punto a Puerto Argentino.

Fue un día triste para mí, puesto que fue la última vez que vi con vida al subteniente Silva, que se desempeñaba como Jefe de la Sección; esa tarde, al llegar a la cancha de fútbol (helipuerto), él me comentó que estaba muy contento pues podría bañarse y descansar un poco, dado que no había podido hacerlo en mucho tiempo, al día siguiente, entre UH-1H fue trasladado con su Sección a Monte Dos Hermanas, donde murió combatiendo tres o cuatro días después”. /…/

Hay interesantes testimonios del Subteniente 1º Llambías Pravaz:

 “El 8 de Junio tomamos con fuego de flanco a una fracción enemiga que intentó pasar por Goat Ridge, y tuvimos el placer de verlos correr… Sintetizar cada combate me resultaría muy difícil.  Pasaron muchas cosas.

Nuestra posición no estaba bien organizada, ya que no se podían construir verdaderos pozos de tirador a causa del terreno, y porque el cerro era un poco elevado y quedaban muchos ángulos muertos y zonas sin cubrir.

En algunos momentos, la llegada de raciones se tornó crítica; el frío y la humedad hacían sentir sus efectos.”

El Subteniente Llambías Pravaz, también recordó algunos movimientos durante los combates en el Monte Dos Hermanas:

“…Nuestra Artillería batía ambos cerros, los cuales ya estaban en poder del enemigo”.

“Los británicos… salían de todos lados.  El fuego de las armas portátiles se intensificó al máximo.  Era un infierno.  Llegaron las granadas de mano.  El Soldado Pimienta sacó un puñal de FM que había encontrado en el lugar, del combate de los Comandos, a la mañana. ¡Qué coraje que tenía!  A mí, no sé si me sostenía más el valor o la vergüenza. ¿Rendirme? ¡Jamás! ¿Replegarme?  Emocionalmente me parecía que era sinónimo de huída.  Tan ‘entopado’ estaba.  Por suerte, no dejé de razonar.  Si no nos replegábamos combatiendo ahora, pronto amanecería y ya no podríamos hacerlo.  El combate se generalizó dentro mismo de la posición y todo se volvió muy confuso. Grité las órdenes y permanecí con una ametralladora, hasta que, cuando disparé contra dos ingleses que estaban un poco más abajo, se trabó la última granada.  A otro le disparé con el FAL, pensando que estaba en ‘repetición’, pero lo tenía en automático Cayó.  Me empecé a arrastrar.  Creí que era el último en irme.  No fue así.  El Soldado Pérez fue tomado prisionero. Mató a sus captores con la pistola del Subteniente Silva que él llevaba dentro de su uniforme y logró desprenderse.  Con orgullo me mostró las boinas, el fusil y el correaje de los paracaidistas ingleses.

Gracias a la Virgen, bajó la neblina.  Nos reagrupamos unos 300 metros atrás del monte, en un pozo natural.  Fue la última posición en caer.  Allí encontramos al Subteniente Silva, Casi le abrimos fuego.  Había presenciado el espectáculo desde Goat Ridge, sin poder participar en la lucha.  DIOS le reservaba la Gloria de los Héroes.

Los ingleses consolidaron la posición, trayendo material en helicópteros. Nos evadimos.  Debido a que no conocíamos la ubicación delos campos minados a nuestra retaguardia nos turnábamos con el Subteniente Silva, para marchar a la cabeza de la columna.  Fue realmente duro, caminar por los pedregales escarchados, resbalando a cada paso, esperando ser descubiertos en cualquier momento.

Al mediodía del 12 de junio nos incorporamos al bizarro Batallón de Infantería de Marina 5, y junto a él seguimos combatiendo.

El Subteniente Oscar Augusto Silva murió en combate, la noche del 13/14 de Junio, después de rechazar un ataque en Monte Tumbledown”…

Desde su punto de vista, el Capitán Carlos Alberto López Paterson recordó que el 8 de junio de 1982, “era la hora de almorzar, y se oyó una fuerte explosión dentro de nuestra posición” y describió aquellas experiencias: “Instantáneamente se sucedieron los conocidos movimientos automáticos: tirar por el aire lo que teníamos en la mano (normalmente albóndigas en lata), tomar el fusil, colocarnos el casco (para aquellos pocos que se lo sacaban alguna vez), ocupar posiciones y observar en dirección del enemigo”.  [61]

En aquellas circunstancias, pudieron ver aproximadamente a dos kilómetros del cerro, “en pleno valle, un mortero inglés de 81 mm. y a todo el personal que los servía, a su pie.  Un poco más allá había otea arma igual.  Ambas aprovechaban las cubiertas que les ofrecía el terreno; pero eran visibles desde nuestra altura”, destacó el Mayo López Paterson.

“Unos metros más atrás se veía el vehículo que los había transportado, el vehículo del ruido desconocido.  Era uno de esos tractores de nieve con anchas orugas que remolcaba un pequeño acoplado, también a oruga, que recibía tracción del vehículo remolque por medio de un cardan flexible que llevaba atrás.  Un bicho extrañísimo, pero muy apto para circular por un terreno blanco.

Con la primer referencia del blanco se acabaron los escondrijos de los pozos.

La excitación por el combate nos llegaba a todos, y todos queríamos tirar con las armas de mayor alcance”…

“Eran muchos efectivos británicos para exploración y pocos para el ataque; pero era nuestra prueba de fuego y nos alegró verlos correr por las lomadas, ‘como hormigas’.

Su artillería comenzó inmediatamente a apoyarlos, tirando sobre nosotros con toda furia, pero no la escuchábamos.  Habíamos tenido nuestra pequeña victoria y la queríamos disfrutar hasta el final del alcance de nuestras armas.

Nuestra artillería completó nuestra labor, y al mismo tiempo, atrajo el fuego enemigo sobre sí, y de ese modo, nos dio un corto respiro.

Esa noche, el fuego enemigo fue todo para nosotros.  No hubo un tiempo de ablande de artillería para cada posición, como era costumbre; pero creo que, a pesar de eso, todos dormimos bien.

El Mayor Carlos Alberto López Paterson, terminó ese relato expresando:

Estábamos listos para el combate final; pero ésa es otra historia”…

10 de Junio: entre evocaciones y ráfagas…

El 10 de Junio –día de las Malvinas Argentinas, en el calendario escolar…-, siguiendo el testimonio del capitán de Artillería Julio César Navone -jefe de la Batería “B” del Grupo de Artillería 3-, centralizaron la acción en Puerto Argentino y “toda la localidad y los alrededores se estremecieron.  Las piezas disparaban ráfaga tras ráfaga.  Los blancos batidos eran una concentración de personal, algunos vehículos, y esencialmente, posiciones de artillería enemiga.”   Al evocar aquellas circunstancias, necesitó expresar:

Llega a mi recuerdo, en este momento, la imagen de bravo soldado formoseño Celestino Arrúa, quien ante el fragor del combate y pese a la baja temperatura reinante, se despojó de sus ropas y con el torso desnudo, con sus manos y hombros quemados por la pólvora, cargaba con tal rapidez el obús, que permitía tirar a un ritmo superior a la máxima cadencia del  material”, es decir, con una repetición regular de disparos que superaba los “cien disparos por hora y doce en tres minutos”.

Luego, el Capitán Navone destacó:

“Arrúa era analfabeto; lo poco que sabía lo había aprendido en la escuela primaria que funcionaba en el cuartel.  Pero qué riqueza espiritual y profundo sentido de PATRIA vivía en él”…

Desde la Gesta de las Malvinas, se han reiterado las emociones al evocar aquellas jornadas de intensa lucha, cuando también era necesario atender a los heridos y con impotencia observar cómo morían algunos compañeros.

El coronel Martín Antonio Balza refiriéndose al “asalto final”, dos décadas después expresó:  [62]

“Aunque es difícil de creer, el 10 de junio continuaron llegando pequeñas fracciones que no podían tener incidencia alguna en el combate, como los 17 hombres del Regimiento 1 de Patricios (un oficial, tres suboficiales y trece soldados), con algunas ametralladoras. Ese mismo día la artillería de campaña británica comenzó a bombardear con mayor intensidad las posiciones de los regimientos que desde el oeste defendían Puerto Argentino.  Según algunas fuentes militares británicas, emplearon 5 baterías conformadas por 6 cañones cada una, disponiendo de no menos de 1.500 proyectiles por batería (7.500 en total), aunque otras fuentes precisaron que ‘para el asalto sobre Port Stanley fue necesario transportar adelante 12.000 granadas de artillería.”  [63]

“Al día siguiente se produjeron las únicas muertes civiles de la población local, tres mujeres muertas, como consecuencia del bombardeo naval de la fuerza británica -sin duda alguna se trató de un error-, al tiempo que oímos por radio la noticia del arribo del papa Juan Pablo II a la Argentina, en misión de paz.  Fue una jornada de intensa actividad que sólo cesaría cuatro días después.  Desde las primeras horas de luz todas las posiciones de artillería de los morteros de infantería y de los puestos de comunicaciones del frente oeste de la posición de Puerto Argentino fueron reiteradamente batidas.  Los ingleses también experimentaron el rigor del combate, pero se hallaban en mejores condiciones y disponían de reservas frescas, mientras que nosotros estábamos inmóviles y desgastados, en posiciones prematuramente ocupadas desde mediados de abril”.

Al recordar aquellas circunstancias, el general Balza escribió:

“Parece que en 1982 muchos generales argentinos no recordaban una vieja prescripción reglamentaria que  leí en 1955 en el Colegio Militar cuando era cadete de último año: ‘El valor combativo de una tropa se basa en la calidad de los jefes. […] El jefe debe convivir con su tropa y compartir con ella los peligros y las privaciones, las alegrías y las penas.  Solamente con la observación personal puede formarse un juicio exacto sobre la capacidad y las necesidades de los hombres puestos bajo su mando”.  [64]  

11 de junio de 1982: ¡llegó el Papa!

Días antes había estado entre los europeos, había presidido asambleas religiosas con los ingleses.  Viajó hasta Buenos Aires sólo para celebrar la Santa Misa, dialogar con las máximas autoridades de la Iglesia Católica Apostólica Romana en la Argentina… dispuesto a permanecer sólo dos días.

Impresiones desde las Malvinas…

Acerca del 11 de junio, el Capitán de Artillería Navone recordó que “fue un día frío, con cielo claro y soleado.  Durante la mañana y la tarde, se sucedieron los adelantamientos y combates desde las posiciones suplementarias.  Los fuegos de contrabatería del enemigo resultaron más intensos” hasta que a la noche se replegaron “a la posición principal” aunque una pieza quedó al pie del Monte Dos Hermanas.  “Durante el resto de la noche el combate continuó con creciente intensidad.  El personal que se replegaba, algunos gravemente heridos, llegaban hasta la posición.  Era conmovedor ver la alegría que exteriorizaban al tomar contacto con propia tropa”…

El Mayor Carrizo Salvadores, ha recordado que siendo Segundo Jefe del Regimiento de Infantería 7, debió ordenar sucesivos desplazamientos y que el primer ataque de los aviones Harrier “con bombas cohetes y ametralladoras” abarcó desde el 9 al 11 de junio a media mañana.  Destacó “la actitud del soldado Araujo (muerto en la noche del 11 de junio), quien en medio del bombardeo naval, venía con los elementos de rancho a buscar comida para la Tercera Sección, caminando y apenas  cubriéndose entre las piedras cuando un proyectil explotó cerca de él”.  También recordó “el combate final”, cuando eran “278 hombres entre Oficiales, Suboficiales y Soldados, en condiciones de enfrentar al enemigo, defendiendo las alturas del Monte Longdon (Subsector ‘Plata 2’).”  Durante todo el día habían recibido “fuego de artillería enemiga el que, a medida que pasaban las horas, se hacía cada vez más intenso. Recuerdo que esa tarde, con un pequeño receptor, escuchábamos la misa que su Santidad el Papa”  -Juan Pablo II-, oficiaba desde la Basílica del Luján.  En el momento de la bendición (ya noche cerrada), los Jefes de Sección me llamaron por teléfono para informarme que, pese al bombardeo, se encontraban sin novedad.  Por todos los acontecimientos vividos esa semana sabíamos que aun con los esfuerzos realizados para lograr la paz, el ataque enemigo era inminente y que se produciría en cualquier momento. Por lo tanto ordené el alistamiento de todo el personal para entrar en combate, previendo los descansos necesarios, en razón de haber tenido una semana de alistamiento permanente”… En esas circunstancias se produjeron situaciones algo confusas y “aproximadamente a las 22” estalló “una mina antipersonal al Noroeste de la posición, y esto marcó, prácticamente, la iniciación del combate que se prolongó hasta el día siguiente.

En esos momentos, el subteniente Baldini, Jefe de la Primera Sección y responsable del sector Oeste, informó que “la situación era grave, que el enemigo era numeroso y que, en algunos sectores, se combatía cuerpo a cuerpo. Que intentaría rechazarlos para reestablecer el control de la situación” y el Mayor Carrizo Salvadores tiempo después, expresó: “Esta conversación fue la última que tuve con el Subteniente Baldini, pues cuando intentaba materializar lo que me había expuesto, caía mortalmente herido… cuando intentaba hacerse cargo de una ametralladora, cuyo apuntador había quedado fuera de combate… Igual suerte tuvo el Cabo Primero Ríos, quien cayó junto a su Jefe cuando intentaba concretar lo pretendido por el Subteniente.

Así, en una demostración plena de arrojo y valentía, ambos ofrendaron su vida a la Patria en cumplimiento del deber.”

Después se produjo el contraataque: “ya cerca de la madrugada, la situación era crítica, puesto que se había perdido el contacto de la Primera Sección” y a la 1:30 se había complicado porque había “caído en posesión del enemigo casi todo el sector defendido por la Primera Sección, y éste se encontraba atacado por el norte y por el Sur, lo que hacía que todos los elementos de la posición… se hallaran combatiendo”.  También se habían interrumpido las comunicaciones y media hora después, algunos soldados debieron “marchar a campo traviesa bajo la acción del fuego de artillería del enemigo… Se desarrolló así un combate de encuentro” y las tropas argentinas lograron “hacer retroceder a la infantería enemiga.  En esta acción tuvimos bajas, pero entre el enemigo se produjeron más”, dijo tiempo después el Mayor Carrizo Salvadores.

El  Capitán de Infantería Jorge Rubén Farinelli -oficial Logístico del Regimiento de Infantería 4-, recordó que “durante los días 09 y 10 de junio, los británicos aumentaron la intensidad de sus fuegos.  Algunos hombres murieron en sus posiciones ante impactos directos de artillería.  El día 11, aproximadamente a las 23 horas, el Jefe de Sección recibió de su servicio de seguridad, la novedad de que el enemigo avanzaba por retaguardia y se encontraba a tiro de pistola.  Se observaba que este enemigo era muy superior en efectivos.  La sección estaba anulada para el cumplimiento de su misión y el combate se generalizó… combatiendo, algunos hombres se replegaban hacia el Puesto de Comando del Regimiento, mientras que otros estaban heridos o eran tomados prisioneros.  Suerte similar corría el tren de combate que se encontraba a 50 metros de la Sección de Morteros Pesados… el enemigo había avanzado por la ladera Sur del Monte; su artillería naval alumbraba todo el campo de combate, y la campaña inició su fuego con precisión.  Toda la posición se encontraba en una tenaz resistencia, la cual, por momentos, parecía que frenaba al enemigo; éste se notaba que era muy numeroso y que continuaba su avance con un abundante empleo de cohetes y ametralladoras. La opresión del ataque era muy fuerte y obligó a replegarse a una nueva posición; los británicos estaban a menos de 50 metros y el ataque desde la retaguardia progresaba… El enemigo intimó rendición por tercera vez; en el Puesto de Comando se quemaban las claves y se rompían los equipos de comunicaciones.  Ya no era posible retroceder más; la posición había quedado encerrada en una herradura”…

“Monte Harriet había caído, definitivamente, en manos del enemigo.   Su defensa estuvo a cargo de, aproximadamente, 390 hombres y fue atacada por un enemigo que poseía una superioridad de cuatro a uno.

Viene al caso recordar una de las apreciaciones del enemigo hechas antes del conflicto: ‘…Sin embargo, el avance por las laderas del Monte Harriet fue un asunto lento y cruento’.

Durante un par de horas parecía que todo iba a salir mal. Azorados en las laderas por los intensos fuegos de ametralladoras y tiradores emboscados, avanzaban lentamente y a duras penas.  Vi caer a varios hombres heridos de bala y a otros les alcanzó la metralla de la continua cortina de fuego que disparaban a distancia.  Los hombres que teníamos enfrente no iban a ceder si no era tras una lucha encarnizada’.”   [65]

 

Desde otro punto de vista, ya a las 6 de ese día 12 de junio, “la situación en Monte Longdon era por demás de crítica.  El enemigo dominaba las alturas del Oeste y atacaba por el Norte y por el Sur”… En consecuencia, el comandante de Agrupación Ejército Puerto Argentino, ordenó que se replegaran hacia la línea de altura y sólo lo hicieron 78 hombres, porque “quedaron en la posición 200 hombres, entre muertos, heridos y rodeados por el enemigo.  Luego de casi 10 horas de combate ininterrumpido contra un enemigo netamente superior en número y en medios”…

El Capitán Svendsen recordó que “el día 12 de Junio, con la masa de los helicópteros, se llevó a cabo un movimiento bastante grande, como fue el traslado de una sección del RI 3 desde la cancha de fútbol, al lado de la Residencia del Gobernador, hasta el ex-cuartel de los Royal Marines, movimiento corto que se tuvo que suspender luego de dos o tres traslados, por el intenso fuego de la artillería inglesa sobre la zona del RI 7 y del ex cuartel. /…/ En esos días tuvieron una destacada actuación los dos helicópteros sanitarios que cumplieron misiones de evacuación desde distintas zonas de la posición defensiva hacia el Hospital Militar.”

11-06: batallas decisivas…

El Teniente Primero de Artillería Luis Antonio Caballero, mientras se desarrollaba la batalla del Puerto Argentino y durante la mañana del 11 de junio de 1982, recibió la orden de presentarse en el Puesto Comando del Grupo de Artillería 3, distante aproximadamente 150 metros.  Allí lo recibió el Jefe del Grupo Tte. Cnel. Martín Antonio Balza y le informó que carecían de “radares de adquisición de blancos” y hasta ese momento no habían logrado “localizar con cierta precisión, las posiciones de la artillería inglesa” que hasta entonces, “batía, en forma precisa, nuestras posiciones de primera línea e instalaciones más adelantadas, en un evidente, sistemático e inusual -por lo prolongado- fuego de preparación (ablandamiento).

Tampoco había resultado positivo el desplazamiento del helicóptero asignado al Capitán Cordero para poder ubicar las baterías británicas, ya que detectado por los radares del enemigo decidieron dejar de tirar y así impidieron que cumpliera su misión, “ya que solamente se la podía localizar si delataba su posición haciendo fuego”.   [66]

Es necesario tener en cuenta lo expresado por el Capitán de Artillería Caballero:

“El Tcnl. Balza me impuso de la misión: ‘Localizar, con la mayor precisión posible, las posiciones que ocupaban las baterías enemigas, a fin de neutralizarlas, mediante el fuego de contrabatería o el ataque de nuestra aviación’.

Me alisté y concurrí al helipuerto, donde me esperaba el entonces Tte. 1ro. Martín Rubio, que con su helicóptero (Augusta A-109) me transportaría.  Antes de despegar coordinamos el procedimiento que emplearíamos: éste sería improvisado y rudimentario, para poder suplir la falta de medios técnicos adecuados para esa tarea; ninguno de nuestros helicópteros estaba equipado con telémetro láser, ni con visores giroscópicos estabilizados,

El procedimiento consistía en elevarnos a determinada altura sobre un accidente del terreno que estuviera claramente identificado sobre mi carta (mapa) y, desde allí, observar hacia la profundidad del dispositivo enemigo, en busca de fogonazos o de humo que delatase sus bocas de fuego cuando ésas disparaban.  A ellas les determinaría el rumbo con la brújula de la aeronave, y por medio de la carta, fijaría la distancia.

Éste era un procedimiento propio de la maquinaria bélica criolla, como jocosamente acostumbrábamos a llamar, en el Grupo de Artillería 3, cualquier método utilizado, no escolástico, que nuestro ingenio ideara, a fin de superar el problema que provocaba la falta del medio técnico adecuado, para cumplir con una determinada misión”.

“La Caballería también combate a pie”, escribió el Capitán de Caballería Rodrigo A. Soloaga, Jefe de la Subunidad Independiente (Reserva de ka Agrupación Ejército “Puerto Argentino”) y tras recordar los “ataques aéreos a baja altura”, destacó que “en estas condiciones entramos en la vigilia. Por la noche, se afectaba el 75% del personal en misiones de seguridad, tratando de que descansaran durante el día.

La vigilia se rompió el 11 de junio.  A las 21, aproximadamente, percibimos una desusada actividad de combate en los Montes Longdon, Harriet y Dos Hermanas.  Al cabo de un rato de observar desde nuestra posición como si lo hiciéramos desde una platea, y al ver lo que sucedía en Monte Longdon, a la vez que escuchábamos el tráfico radioeléctrico de las fracciones empeñadas, viendo lo dificultoso de la situación que se vivía, reuní a mis jefes de secciones y les ordené alistar a las mismas.  Momentos después, a las 23 y 30, por medio del teléfono y a través del Grupo de Artillería 3 (Tcnl Dalton), recibí la orden del Comandante de ocupar la posición reconocida 800 m. al Sudeste del Monte Longdon, pero con el centro de gravedad puesto hacia el Noroeste, aya que si bien aún no se tenía información detallada, aparentemente dicho monte podía estar ya en manos del enemigo”.

Mientras se sucedían los disparos, era casi imposible determinar cuáles eran las posiciones de las fuerzas argentinas y cuáles las del enemigo.  El Capitán Soloaga tiempo después escribió:

“A las 5, recibimos fuego de artillería enemiga sobre la posición, sufriendo nuestras primeras bajas.  El Sargento Primero Jorge Ron, encargado de la 1ª Sección, murió en su posición, al recibir un impacto de artillería británica.  Dos soldados del RI 7 (que se habían agregado al llegar, junto con un Suboficial y otros soldados), resultaron heridos, al igual que el Cabo Gabrielli, quien era el Jefe de uno de los morteros”.

……………………………………………………………………………………………………

“Al amanecer, solicité por radio, en mensaje cifrado, autorización para mandar gente a buscar elementos de abrigo.  Igualmente, pedí que me enviaran raciones, medios de evacuación para el cadáver del Sarg. 1ro. Ron y personal de sanidad, y todo me fue concedido”. [67]

……………………………………………………………………………………………………

“Allí comprendí, aún más, que en la guerra es necesario adoptar resoluciones de gran trascendencia, y que para ello debe mantenerse la más absoluta calma, ya que de la reflexión y consideración de todos los factores influyentes, saldrá la decisión más acertada.”  [68]

El Tte. 1º Marcelo A. Llambías Pravaz, recordando aquellos turbulentos días de junio de 1982, expresó:

“Y llegó el 11 de junio, fecha que quedará grabada en los corazones de los defensores de Puerto Argentino… En la mañana organizamos una patrulla con el objeto de explorar el terreno donde la noche anterior había chocado la Compañía de Comando 602 del Mayor Rico, con los británicos, acción en la cual, entre otros, murió el Sargento 1ro. Cisneros, de la Compañía citada.

Aprovechando al máximo el terreno y cubriéndonos tras cada roca, descendimos hacia Monte Kent.  Habíamos dejado un grupo de seguridad, y ya nos disponíamos a cargar material abandonado por los ingleses, cuando sentimos un estruendo.  Se trataba de un Harrier, que a muy baja altura, venía desde Puerto Argentino y doblaba justo ante nuestras narices.  El piloto nos miró mientras sacábamos el seguro del fusil.  Fue todo tan rápido que no pudimos hacer fuego, de regreso recogimos los cadáveres de dos Infantes de Marina, muertos el 6 de Junio.  Uno de ellos tenía un impacto directo de cohete LAW 72, cuya carga hueca lo había cortado en dos; su vientre había desaparecido.  Quedaban sus piernas, separadas, con los huesos sobresalientes.  Pero la expresión de su cara, tan llena de paz, tan contrastante con el resto de la escena, me dio la certeza de que se trataba de algo divino.  Juntamos sus pedazos en una capa de poncho.

Íbamos a minar la posición.  No lo hacíamos reglamentariamente, sino entre las rocas y en los posibles lugares no batidos por nuestro fuego, los  cuales podían facilitar un posible ataque británico.

Se hacía tarde, y como teníamos dos Secciones y podíamos cubrir mejor las avenidas de aproximación, modificamos el diagnóstico.  Había que preparar nuevas posiciones.  Oscureció, y entonces dejamos el minado para el día siguiente.”

Comentó luego que “a las 22,30, aproximadamente, comenzó el combate en el Monte Harriet” y destacó:

“Hasta ese momento no creí que pasara nada fuera de lo usual (choque de pequeñas fracciones). Sin embargo, era un ataque importante.

He escuchado a muchos decir que su realización era evidente, dado el fuego de preparación de la artillería de campaña inglesa. Puede ser.  Para mí tiraron, en un principio, tanto y tan eficaces como siempre…

Yo presentía algo; quise comer, pero tenía una acidez terrible y además estaba descompuesto.  De inmediato comenzó el fuego…

La maniobra nocturna efectuada por los ingleses los había llevado, prácticamente, hasta nuestras posiciones, sin haber sido descubiertos.  La desproporción tecnológica había anulado nuestros medios de detección electrónicos.  El enemigo se aprestaba para lanzar su asalto…

La artillería enemiga nos batía intensamente. Fui a buscar la ametralladora que tenía apuntada hacia Goat Ridge.  Todos estaban inquietos.  Se escuchaba al enemigo, pero éste estaba en una hondonada y sus fuegos pasaban muy alto.  Ordené lanzar granadas de fusil a la máxima distancia… Tiramos varios cajones, incluso muchos más de los proyectiles que tenía listos con las cintas adhesivas de los estuches sacados.  Era una especie de barrera de fuego.  Las ametralladoras MAG tiraban a la profundidad.

En nuestro frente no ocurría nada. Los infantes, solos en sus pozos, frente a un espectáculo dantesco de explosiones, esquirlas al rojo vivo, bengalas y proyectiles trazantes, esperaban, de un momento a otro, ver la sombra del enemigo al asalto. Muchos se inquietaban y llamaban  al hombre al lado.  Los ingleses tomaron las posiciones de la Primera Sección.  Sus figuras se recortaban en las piedras iluminadas por las explosiones.  Había que apoyar el repliegue de nuestros camaradas”…

“El enemigo atacó mi posición y, transitoriamente, ‘frenamos’ el ímpetu del ataque. No pude medir el tiempo.  Pero sí pude evaluar el coraje de mis Soldados.  Se multiplicaban.  Hasta entonces, milagrosamente, no teníamos bajas.  Los británicos continuaban avanzando por el sector Norte del Cerro Dos Hermanas. Veíamos los proyectiles trazantes que iban de un lado hacia otro, señalándonos cómo se resistía allí.  Luego observé ráfagas trazantes que pasaban por detrás de nosotros.  Ahora combatíamos prácticamente rodeados.  El enemigo se lanzó nuevamente al asalto”…

“Algo que realmente me impresionó fue ver a los enemigos de cerca, con las bayonetas armadas y gritando. Comenzamos nosotros también a hacerlo usando los agravios más vulgares y significativos.

Tomé una ametralladora y disparé sobre los que venían orientados más hacia la derecha.  Vimos una luz y un ruido de motor que se nos echaban encima.  Explotó unos metros arriba nuestro, era un misil Milán.  Nos desparramó.  Una piedra abolló mi casco.  Un soldado sangraba por la boca y la nariz, no recuerdo quién era.  La ametralladora no tenía nada, continuamos tirando.

El cable del teléfono debía estar cortado, porque nadie contestaba; por la radio tampoco teníamos comunicación con el resto de la Compañía”…  [69]

El coronel artillero Julio César Navone, recordó que “el 11 de Junio fue un día frío, con cielo claro y soleado. Durante la mañana y la tarde, se sucedieron los adelantamientos y combates desde las posiciones suplementarias. Los fuegos de contrabatería del enemigo resultaron más intensos.

El Teniente Ramos dirigió los fuegos y reiteró que la reunión de personal y medios de los británicos en su sector, era cada vez más importante. Allí volcamos todos nuestros esfuerzos.

Por la noche, nos replegamos a la posición principal.

Me comuniqué con el Teniente Coronel Balza, quien me ordenó que preparáramos los medios y el espíritu, porque el enemigo, según los indicios que se disponían, incrementaría durante esa noche el ímpetu de su ataque.

Siendo aproximadamente las 22 horas, escuché la voz del Teniente Ramos pidiendo fuego sobre su sector.

La misión de fuego fue cumplida. La voz del Teniente Ramos se silenciaría para siempre a las 4 de la mañana. Aquélla fue la última misión de un soldado ejemplar. Un suboficial del Regimiento de Infantería 7, que se replegaba, me informó que había quedado herido, cubriendo el repliegue de quienes estaban junto a él, mientras hacía fuego con una ametralladora. Nunca lo volvimos a ver. Quizás su cuerpo haya quedado insepulto en el Campo de Batalla o tal vez sea uno más de los que hoy descansan como un jalón de soberanía en el cementerio de Darwin y en cuyo crucifijo puede leerse: “Aquí yace un soldado Argentino cuyo nombre sólo conoce Dios”.

Aproximadamente una hora más tarde, los ingleses iniciaron el avance con sus principales fuerzas de asalto.

12-06: bloqueo en Monte Longdon.

El soldado de Caballería Héctor A. Fleba, recordó que el 12 de junio de 1982 a la noche, la Primera Sección de Escuadrón a órdenes del Tte. Bertolini, recibió la orden de traslado “hacia la zona Sudeste del Monte Longdon, para establecer allí una posición de bloqueo”.  Al legar se estaba desarrollando “un bombardeo naval y terrestre de los británicos” y esa misma noche, murió el Encargado de Sección Sargento 1º Ron, “como consecuencia del estallido de un proyectil.”  Al día siguiente, trasladaron su cuerpo “en camilla, con otros tres soldados” hasta la ambulancia ubicada en la zona de Moody Brook y luego, regresaron con algunas raciones hasta la posición pertinente.  A la noche, las bengalas de los ingleses iluminaban ese lugar y se replegaron hacia Moody Brook, a medianoche les ordenaron subir hacia el cerro,”con frente hacia Wireless Ridge”.

Ahí combatieron “duramente, recibiendo fuego naval y terrestre desde varios sectores, y posteriormente, de armas automáticas a corta distancia.  Consecuentemente, se creó allí una confusión total propia del combate”.  Ha destacado el soldado Fleba que esa Sección fue “la más castigada”…

“Allí ofrecimos resistencia hasta la madrugada del 14. Aproximadamente a las 6:30… nos replegamos hasta Puerto Argentino”…

Recordó que el “soldado Schsfmeser, que se había hecho el muerto debido a las limitaciones que tuvo para salir de su posición y replegarse”, algunas “horas más tarde” se reintegró “al resto del Escuadrón”.

En aquellas circunstancias, el soldado Fleba sintió que se había agravado el congelamiento de los pies, fue atendido en el Hospital Militar  y como consecuencia del agotamiento, se quedó “dormido en un rincón de la sala de radiología”.  A la tarde fue trasladado al Buque Hospital “Almirante Irizar” y ahí permaneció hasta el 16 de junio, momento en que zarpó hacia Comodoro Rivadavia, donde el soldado estuvo internado una semana en el Hospital Regional de esa ciudad.  Luego lo trasladaron a El Palomar, tres días estuvo en el Hospital Militar de Campo de Mayo, luego dos días en la Escuela de Ingenieros y tiempo después, necesitó expresar:  [70]

“Debo decir, como enseñanza de la experiencia que he vivido, que creo haber madurado mucho en el transcurso de esos días tan difíciles.  He comenzado a valorar, desde otros puntos de vista, todo lo que me rodea. Además, debo destacar, que uno de los factores que influyera en mi decisión de seguir la carrera de las Armas, es el ejemplo que demostró nuestro Jefe de Sección en todo momento, y más aún cuando debió multiplicarse en sus funciones, durante el combate, debido a las bajas producidas en el personal de cuadros de la Sección.”

El Teniente 1º Raúl Esteban Andrés, refiriéndose a aquellas jornadas rememoró las “continuas explosiones, el sonido constante de las ametralladoras, el sordo ruido de los helicópteros, el asedio incansable de la artillería de campaña y naval enemiga, conjugado todo esto con el transporte permanente de nuestros heridos, el repliegue de nuestros heroicos soldados cuyas facciones acusaban la fatiga de un duro y largo combate, daban marco a un final irreversible, que estalló en medio de un profundo dolor, cuando vimos flamear en nuestro mástil la bandera del invasor”.  [71]

Después de haber participado en diversas “emboscadas antiaéreas”, el Capitán de Infantería Ricardo Frecha evaluó aquellas vivencias y expresó:

“Nos queda la experiencia de saber que para actuar sin vacilaciones en los momentos de mayor peligro y riesgo, además de una adecuada formación interior, es estrictamente necesario haber reproducido en la paz, la mayor cantidad de situaciones de riesgo comunes en la guerra, con el objeto de no vernos sorprendidos, aturdidos o simplemente atenazados por el temor ante un hecho real.”

El Capitán de Artillería Luis Antonio Caballero, desde el 11 de junio estuvo cumpliendo las misiones que le asignó el Tcnel. Martín Antonio Balza y  dos días después, recibió órdenes similares: “Alístese, deberá tratar de ubicar las actuales posiciones de la artillería inglesa en Sector Oeste y Sudoeste, en unos pocos minutos vendrá un helicóptero a buscarlo” y en ese momento, el Capitán le pidió que lo asignara el mismo helicóptero y piloto de dos días antes, porque tras aquella experiencia compartida, sería más fácil realizar ese operativo.

“En esta oportunidad, la situación era más desfavorable que la del día 11. El enemigo ya ocupaba las alturas próximas a Puerto Argentino, y su actividad aérea sobre nosotros era muy intensa.  Ahora podíamos permanecer elevados para observar, no más de 8/10 segundos en cada oportunidad.  /…/  El helicóptero subía y bajaba haciendo bruscas maniobras en cada una de sus evoluciones; recuerdo que el piloto entonaba una canción que había sido muy popular el verano anterior, y eso relajaba algo las tensiones y nos mantenía animados.

Cada vez que estábamos sobre algunos de los puntos de referencia que había elegido, le pedía al piloto que mantuviera a la máquina estática, durante algunos segundos más, para poder observar mejor. Él así lo hacía, a la vez que me advertía que si no me apuraba, nos iban a derribar en cualquier momento.

La acción del enemigo no nos impidió seguir cumpliendo, por más tiempo, con la misión.  En esos momentos, la visibilidad era muy mala, pese a lo cual hicimos un nuevo intento que resultó fructífero: pude localizar con precisión tres de sus baterías.  Subir nuevamente en esas condiciones, sería imposible.

Simultáneamente, un intenso fuego de contrabatería cayó sobre el Puesto de Comando del Grupo de Artillería 3 y sobre la batería de tiro ‘A’ (mi batería.  Allí no podíamos aterrizar; lo hicimos en un lugar más alejado. Por tierra, rápidamente, me dirigí a la posición de mi Unidad para indicar la ubicación de esas tres baterías inglesas.

A los pocos minutos, nuestros cañones de 155 mm. se hicieron cargo de ellas. Una fue silenciada de inmediato, de las otras, no se obtuvo mayor información.”  [72]

El soldado Gerardo Soto -de Paso de los Libres, Corrientes-, cumplió diversas misiones como Auxiliar del Operador de Radar del Grupo de Artillería 3 y rememoró que habían sido afectados a “una Unidad de la Armada que, con ingenio y habilidad criolla, debía hacer funcionar una rampa de lanzamiento acasera de misiles Exocet mar-mar, en otra forma, o sea tierra-mar” y que en consecuencia, habían viajado “todas las noches” con el “radar desarmado, a lo largo de diez kilómetros hacia una punta de la costa sobre la ruta asfaltada” porque necesitaban “un lugar firme, a no más de 30 metros de la costa, para que funcionara el ‘cerebro’ del misil.  Quedábamos allí como cazadores al acecho”, comentó luego. “La primera noche, terminados los preparativos, se dispuso el primer lanzamiento.

Gran excitación y luego, la frustración. El mecanismo no funcionó.  Otras noches con sus vigilias y la comprobación que los ingleses cambiaban permanentemente su lugar de ataque.  Y al llegar el día, nuevamente la rutina de desarmar el radar, acomodarlo y volver a Puerto Argentino.  No podíamos arriesgarnos a que nos descubrieran, se hablaba mucho de satélites espías, de fotografías aéreas, y aun de kelpers que informaban, vaya a saberse por qué medios.

Por fin, llegó el día. El 12 de Junio, detectamos un barco a 28.000 metros. Dimos aviso a la gente del misil, emplazado a unos 20 metros de nosotros.

La excitación, el aliento contenido y la orden: ‘¡Fuego!’.  El tiempo interminable y luego, en la oscuridad de la noche, el vívido resplandor del blanco batido.  Ahí nomás, ante la mirada atónita de los marinos, brotó incontenible el ‘Sapukay correntino’ de los integrantes del GA llenando la noche malvinense. Aún persistía allá a lo lejos, donde se perdía el horizonte, el resplandor como sol de fuego que se elevaba de las aguas.

Por primera vez se había utilizado un misil en esas condiciones, con tan significativo éxito.  Luego la confirmación.  Habíamos impactado en el destructor Glad-Morgan.  A partir de esa noche, los ingleses se cuidaron muy bien de acercarse a nuestras costas, y siguieron bombardeándonos desde mayor distancia.  Lamentablemente, nuestro radar era ineficaz en esta nueva situación”.  [73]

No ha sido por casualidad que el general Balza, veinte años después rememorara:

“Alguien dijo: ‘Cuéntame la historia de la infantería y te contaré la historia de las guerras.  En Longdon los infantes se defendieron con tenacidad que nadie esperó en hombres hambrientos y agostados.

Mientras tanto, en esos días,  en Buenos Aires, el Ministro del Interior de la dictadura militar, general Alfredo Saint Jean, en proximidades del altar donde el papa Juan Pablo II oficiaba misa, pedía tranquilidad al pueblo argentino y aseguraba ‘el éxito y triunfo final de la Argentina sobre Gran Bretaña en la guerra…  Tengan confianza que las tropas están bien mandadas”… [74]

El Sgto. 1º de Artillería José María González Fernández,  al recordar aquellas jornadas necesitó expresar:

 “…todos nos desesperábamos por cumplir los pedidos de apoyo de fuego de nuestra infantería que se replegaba, lentamente, combatiendo.

Allí todos colaboraban.  Era habitual, por entonces, ver al Jefe de Unidad, a Oficiales, a Suboficiales y Soldados corriendo de un lugar a otro, cargando munición para reponer los obuses que se disparaban sin cesar; muchos habían dejado sus funciones específicas para colaborar con el tiro.

Y así sucedió todo hasta el final en nuestros hombres, la cautela del principio se había transformado en un desprecio al peligro.  Con todo, y pese a todo, se había luchado hasta el final, sin distinción de jerarquías.”

También el Sargento Primero de Artillería José Alberto Balmaceda, acerca de las últimas jornadas de la Gesta de las Malvinas, dijo:

“…Ya sobre el final de la campaña, se notaba el desprecio al peligro, porque, a pesar de los intensos bombardeos, seguíamos organizando nuestras posiciones o caminando de una posición a otra sin mucha prisa, y con el único propósito de cumplir nuestra misión de la mejor forma posible.  Por las noches, en oportunidades que me correspondía descansar, solía despertarme cuando el bombardeo se intensificaba, pero no pasaba mucho tiempo y seguía durmiendo, despreocupándome de si estaban bombardeando lejos o cerca de la posición.”  [75]

Recordó que el 13 de junio, “el día amaneció nublado y muy frío.  La lluvia, que se producía en forma aislada, se parecía a más a una tenue nevada… fue uno de los días más duros para nuestra artillería, y por qué no también, para la artillería británica, ya que allí se realizaron los más violentos combates de contrabatería; esos que nosotros, los artilleros, llamamos ‘duelos de artillería’.

Desde muy temprano, tratamos de hacernos superiores, en lo que a artillería se refiere; los ingleses, desde los Montes Harriet, Dos Hermanas, Longdon, Kent y nosotros, desde nuestra estática posición en Puerto Argentino.  Fue imposible obtener la superioridad.

Alrededor del mediodía, la posición de GA 3 fue batida incesantemente por la artillería de campaña británica.  Por momentos, creíamos que no habría lugar seguro donde pudiésemos ‘aguantar’ semejante bombardeo, pero apenas se producía una pausa, les contestábamos con todo lo que teníamos.  Fue tal el ‘duelo’, que a nuestros obuses no le podíamos tocar los tubos, tan calientes estaban.

El mecanismo de retroceso de los obuses excedía el proceso normal, como consecuencia de que estaba altamente sobrepasada la cadencia de tiro de las piezas… Hacia las 22 del día 13, nuestros cañones de 155 mm. seguían haciendo alarde de su nobleza y gallardía; pero la munición era cosa del pasado.  Ya se había agotado.

Esa noche nadie durmió.  Todos nos esforzábamos en apoyar el repliegue de nuestros infantes, quienes ya nada podían hacer en primera línea.”

El 13 de junio de 1982, según lo informado por el Capitán de Artillería Luis Antonio Caballero tras el reconocimiento desde un helicóptero, realizado por orden del Tcnel. Martín Balza, “el cuadro de situación de las posiciones de la artillería enemiga, pasando el medio día del 13 de junio, era el siguiente:

“- Al Norte y Noroeste de Monte Longdon: entre 1 y 2 baterías.

En las inmediaciones de Monte Kent: unas 2 y 3 baterías.

Próximas al camino que une Puerto Argentino con Fitz Roy (que corre paralelo al Monte Challenger) se encontraban 3 baterías; 1 al pie del Monte Wall, otra a unos 800 metros más al Sudoeste y la última, al Noreste de Bluff Cover Rincón.

Todas sus posiciones estaban ubicadas muy  dispersas y en desenfilada, a cubierto, en valles, hondonadas, o detrás de los cerros.

Empleando helicópteros cambiaban rápidamente el desplazamiento de cañones. Evidenciaban, a no dudarlo, un alto grado de profesionalismo.

Además, es de destacar la pericia y el temple puesto en evidencia por el piloto del helicóptero que me transportó, Tte. 1ro. Rubio, como el de su copiloto, quienes posibilitaron estas misiones”.

Luego el Capitán Caballero recordó:

“…el mismo día 13… luego de informar los resultados de la misión que cumplí como observador aéreo, me dirigí a la posición de mi batería, para reasumir el mando de la misma, la cual durante el breve período en que estuve ausente, había quedado a cargo del Tte. Marcelo Acosta. Cuando tan sólo faltaban unos pocos 20 metros para llegar a mi puesto comando, oí el silbido de los proyectiles de la artillería británica que venían cayendo.  Todos corrieron a sus respectivos refugios, yo al mío. Pero ya no existía. Unos minutos antes había sido destruido, durante el transcurso de un fuego de contrabatería.  En esos momentos alcancé a escuchar al Tte. Acosta que me gritaba: ‘¡Por acá, mi Tte. 1ro.!’; en largas zancadas llegué hasta él.   Ambos nos tiramos detrás de una pequeña lomada de turba, junto a los Sarg. 1ro. Zambrano (Computador Principal de mi Centro de Dirección de Tiro) y Corradini (Mecánico de Artillería. No alcancé a apoyar mi cuerpo sobre la turba cuando comenzaron a explotar, sobre toda la posición de la batería, los proyectiles del enemigo.  Durante varios minutos, se sucedieron ráfaga tras ráfaga.  El fuego alcanzaba también al Puesto de Comando en Jefe del Grupo de Artillería 3.

En medio de ese infierno de explosiones, silbidos de proyectiles y esquirlas que pasaban por sobre nuestras cabezas,  turba y fragmentos de materiales que saltaban por el aire, el Tte. Acosta me informó que hacía unos minutos que los ingleses nos habían provocado varios heridos entre nuestro personal.   El más grave parecía ser el Sarg. 1ro. Quinteros, con una esquirla en la cabeza.  También nos habían destruido importante material, y ardía un depósito donde teníamos parte de nuestra munición de armas portátiles.  Hubo muestras de mucho valor en todo el personal.  Sin paralizarse por la gravedad de la situación, unos socorrían a los heridos, otros trataban de rescatar munición de entre las explosiones, otros de restablecer las comunicaciones cortadas, y otros cargando nuevamente los obuses para ponerlos en acción.”  [76]

Destacó el Sargento Primero Balmaceda: “Al amanecer del 14 de junio, con las primeras luces, vimos que nuestras piezas estaban demasiado enterradas.  Eso fue lo peor que nos pudo pasar, porque para poder continuar, y al no tener otras posiciones suplementarias, necesitamos sacarlas fuera de los pozos, y todo el servicio de pieza tuvo que ejecutar sus misiones de fuego sin cubierta alguna.

Así se continuó ‘golpeando’, hasta que vimos al BIM 5 que se replegaba combatiendo hacia Puerto Argentino.

Recién allí, la artillería silenció sus bocas de fuego y no se dieron voces de mando para el tiro.  Recién allí, los artilleros del Grupo de Artillería 3 nos dijimos: ‘Misión cumplida’.  Sólo nos restaba esperar órdenes, y aprovechamos el momento para meditar sobre los sucesos que vivimos…”  Es conmovedor lo relatado por el Capitán Raúl Esteban Andrés, relacionado con “las horas finales”, cuando “el enemigo no declinaba su accionar ofensivo terrestre, aéreo y naval”…  Destacó que “la gran dosis de empeño de todo el personal del Escalón de Comunicaciones, no fue suficiente para contribuir a evitar el amargo final, que involucraba, para nuestra actividad, la quema de toda la documentación y la dolorosa destrucción de nuestro tan noble material telefónico y radioeléctrico… Por último, sólo restaba el apresto necesario para enfrentar al invasor con nuestras armas individuales. Mientras esto ocurría en Puerto Argentino, nuestro personal en Puerto Howard había sido radiolocalizado, y la artillería naval inglesa atacaba sin cesar a nuestro Centro de Comunicaciones, sin lograr una sola baja, y lo que es más importante, nuestros hombres continuaron cumpliendo su misión.”

Recuerdos del 14 de junio…

El coronel artillero Julio César Navone, destacó que “en la tarde del 14 de junio, habiéndose ya concretado la capitulación, el cese del fuego se mantuvo según lo acordado.

Nos encontrábamos exhaustos, agotados y con una tristeza tan grande que parecía que nuestros corazones podían estallar en mil pedazos.

No había ya, nada más por hacer.

Las tropas británicas entraban eufóricas a Puerto Argentino y nuestra bandera volvió a ser arriada del mástil ubicado en la residencia del Gobernador.

La guerra había terminado, empezaba para mí y para muchos de mis camaradas una nueva y triste experiencia.

A media tarde el Teniente Coronel Balza me ordena reunir al personal, los saluda y los felicita por su comportamiento en combate, pero en el rostro de mis hombres no puede dejar de evidenciarse la gran angustia que sienten por la derrota.

Posteriormente se ordena incinerar toda la documentación e inutilizar las partes vitales del material.”

16-06-1982: traslado de heridos…

Después del cese del fuego, algunos helicópteros siguieron volando para recoger heridos o muertos.  Acompañados por un oficial inglés intentaron encontrar al Subteniente Seltzer, lo encontraron en un lugar donde había nevado y le explicaron “la situación”, “cosa que éste no comprendía.  Sin embargo, luego de algunas palabras mezcladas con algún abrazo y lágrimas, subimos al  UH-1H para regresar a Puerto Argentino”.

Fervor en la lucha…

El coronel artillero Julio César Navone, recordando las experiencias durante la Gesta de las Malvinas, necesitó expresar:

“…Qué decir del soldado Wuldrich, que se arrojó con decisión sobre una estiba de pólvora que se estaba incendiando con peligro de explosión, para preservar la vida de sus camaradas, o del dragoneante López, que con decisión y valentía vació el cargador de su fusil sobre un avión Sea Harrier que, en vuelo rasante, atacó la posición. Qué decir de la entrega y sacrificio del Teniente Primero Dafunchio…, del Subteniente Pérez…, del Suboficial Principal Garnica…, y de todos los artilleros que integraron la batería, que fue quizás la que recibió los conceptos más elogiosos de los estudiosos de esta guerra, tanto del país como del extranjero.

Podríamos hoy recordar numerosos escritos británicos, que por ser precisamente vertidos por el enemigo de esos días, involucran una gran objetividad, ajena a la natural predisposición de ver las cosas desde nuestro propio punto de vista.

Pero me limitaré a mencionar sólo tres de ellas.

La primera extraída del libro “Una cara de la moneda” que dice:

“Los cañones argentinos de 155 mm que estaban situados alrededor de Stanley, seguían causando estragos entre las posiciones británicas. Son unos cachorros endemoniadamente malos y desagradables. Te escupen un proyectil y te ‘estonquea’ toda la zona”.

En segundo lugar los conceptos expresados por el Brigadier Julián Thompson, Comandante de la Brigada 3 de Comandos Británicos, quien en su obra ‘No Picnic’ al respecto dice:

“Los proyectiles de los cañones de 155 mm se distinguían de los proyectiles de los Obuses de 105 mm y morteros de 120 mm por su fuerte tronar. Cuando tuviera lugar la siguiente fase, sería mejor, pues menos tiempo deberían mis hombres permanecer bajo el fuego de la artillería argentina”.   /…/  “Por esas paradojas del destino, cuando corría el año 1994, tuve el privilegio de ser nombrado Jefe del Grupo de Artillería 101, que como expresara anteriormente, era la unidad de la que dependía en tiempo de paz esta batería.

Sentí entonces que tenía una gran obligación, un compromiso de honor, un gran desafío: rescatar del olvido el accionar en combate de la Batería de Tiro “D”.

Así, con paciencia y con humildad, recopilando testimonios, investigando en la prolífera literatura que había escrita sobre esta guerra, y buceando en mi memoria para recrear lo que compartimos en los difíciles días de las trincheras, pudimos recomponer este vacío histórico y ponerlo posteriormente a consideración de las autoridades del Ejército.

Así fue que el reconocimiento a estos Artilleros no se hizo esperar y fue plasmado el día 25 de febrero de 1995 cuando la Bandera de Guerra, recibió por parte del Ejército Argentino la condecoración que hoy luce en su corbata y en cuyo reverso puede leerse: “Combatió con gloria por la libertad y el honor argentino”.

Hoy, los herederos de esos valientes compatriotas que tan honrosamente lucharon en esta gesta, tienen el orgullo de lucir en la manga de sus uniformes el escudo “A los bravos de Malvinas”, y en sus corazones, el ejemplo de quienes permanecieron al pie del cañón hasta agotar la munición. El “Gran Berta” y los hombres que lo sirvieron tuvieron su justo reconocimiento.

Durante el desarrollo de este relámpago que fue la Guerra de Malvinas, he presenciado numerosos actos de valor, de desinterés, de generosidad, de renunciamiento, de integridad, y también, por qué no decirlo, algunos de debilidades. Pero creo que tanto unos como otros servirán como ejemplo y guía mientras viva.

Pesar en la derrota…

El coronel artillero Julio César Navone ha recordad así aquellos momentos:

“Antes de iniciar la marcha, exhorto a mis hombres a mantener la entereza, a adoptar una actitud digna frente al enemigo y, especialmente, a no ejecutar ninguna acción que pueda ser mal interpretada por nuestros custodios y que pueda dar origen a un incidente que ponga en peligro sus vidas.

Durante los desplazamientos, el frío y una tenue llovizna hacía más dramático el momento. Era lamentable ver la desagradable imagen que proporcionaba el equipamiento argentino esparcido a lo largo del camino que nos conducía al muelle, ruta que había sido recorrida previamente por otras unidades.

Al arribar al embarcadero, un soldado mercenario latinoamericano, petiso y regordete, al que luego en el campo de prisioneros bautizamos el ‘Gnomo’, me preguntó mi cargo y mi jerarquía. Le expresé que era el Teniente Primero Navone, Jefe de una Batería de cañones y que quienes me seguían eran mis subordinados.

Rápidamente me separó del grupo, dándome escasos minutos para despedirme de mis hombres y me hizo conducir hasta una casa diciéndome que: ‘Los altos oficiales van a ser llevados hasta el buque (que se encontraba fuera de la bahía de Puerto Argentino) en un helicóptero’. No me escuchó cuando intenté explicarle que no era un ‘Alto Oficial’, sino solamente un Teniente Primero. De nada valían mis explicaciones ya que no quedaban dudas de que su decisión ya estaba tomada. Me separaron del grupo y me introdujeron en una vivienda próxima al puerto. Mis hombres afortunadamente fueron llevados en lanchas hasta el Camberra. La casa que ocupábamos comenzó a llenarse. Pasaron varias horas y me reencuentro en ese lugar con varios amigos que combatieron en otras unidades. Fue una muy grata y reconfortante vivencia verlos y comprobar que seguían con vida.

A la madrugada, la sirena del buque británico anunciaba su partida. Era evidente que ese viaje no era para nosotros. Con las primeras luces fuimos embarcados en un helicóptero Chinook y trasladados hacia el Oeste. No sabíamos hacia dónde nos llevaban. Volamos sobre el mar con la compuerta del helicóptero abierta, por momentos temí que nuestro futuro fueran las heladas aguas que sobrevolábamos.

Quizás hoy este razonamiento parezca exagerado, pero la guerra sensibiliza hasta las fibras más íntimas, y por momentos resulta difícil discernir entre la razón y la irracionalidad.

Finalmente llegamos a destino, nevaba, hacía mucho frío y nuestra incertidumbre era cada vez mayor.

El lugar al que arribamos era un pequeño caserío, donde lo que sobresalía nítidamente era la cantidad de vehículos y pertrechos militares británicos que allí se encontraban. Después nos enteramos que estábamos en Establecimiento San Carlos.

Nos desembarcaron y nos colocaron en un corral, cercado por alambre de púas retorcido, algo así como un campo de concentración. En esa situación permanecimos todo el día. El intenso frío calaba nuestro cuerpo, la nieve nos mojaba y el cansancio parecía doblegarnos. No había duda de que querían quebrar nuestra moral. Nunca lo lograron.

Al anochecer nos introdujeron en un frigorífico abandonado donde permanecimos más de 18 días. El lugar era lúgubre, con piso de cemento, sin ventilación, no entraba la luz del sol y la única iluminación era aportada por una lámpara de 50 vatios. El espacio era reducido y si bien en su interior la temperatura era aceptable, la falta de aire hacía que la atmósfera resultara bastante cargada. Las letrinas eran tambores de 200 litros cortados por la mitad, semiocultos sólo por arpilleras, pero ubicados en el mismo local que nos servía de alojamiento y donde también comíamos…, nos turnábamos para realizar la ingrata tarea de sacar los tambores al exterior cuando estos se llenaban.

Salíamos fuera de estos locales por turnos, sólo por espacio de 30 minutos a tomar ‘Fresh air’ (aire fresco), como decían los británicos, férreamente vigilados por nuestros custodios.

No podíamos comunicarnos con los ubicados en recintos contiguos. Nunca pude saber cuántos hombres estábamos en esta situación.

La comida era escasa y se limitaba a algún alimento enlatado. El agua estaba muy restringida, la repartían dos veces al día, por lo que todos tratábamos de almacenarla en alguna lata de conserva vacía que nos hubiera quedado.

En este campo de prisioneros me reencontré con un gran amigo, el Teniente Primero Guglielmone, artillero como yo, pero que en la guerra combatió con las Tropas Comando, ya que ésta era una de sus aptitudes especiales.

Juntos compartíamos estos días difíciles, normalmente hablábamos del futuro, intentando limitar a lo imprescindible el comentario de los hechos vinculados con la dura experiencia que habíamos vivido.

Día a día recordaba a mi familia, pensaba en la ansiedad que tendrían por saber algo sobre mi vida, no llegaba a imaginarme cómo estarían mis hijos, pero creo que estos recuerdos me alentaban a querer seguir viviendo.

Un día nos visitó La Cruz Roja Internacional para interiorizarse sobre nuestro estado de salud y nos confeccionó, a cada uno de nosotros, la ficha de Prisionero de Guerra.

A partir de ese momento nuestra incertidumbre se redujo. A través de esta organización la comunidad internacional ya tenía conocimiento sobre nuestros destinos.”

 Más reflexiones…

El doctor Andino Luis Francisco Quinci –Mayor Médico, miembro del Centro de Operaciones Logísticas en Puerto Argentino y en 1985 Jefe de un servicio de Hospitalización Clínica Médica en el Hospital Militar Central-, después de sucesivas experiencias durante la Gesta de las Malvinas, necesitó expresar:

“Todavía tengo muy grabada la imagen del espectáculo que ofrecía el avión en que viajábamos desde Palomar a Comodoro Rivadavia, con esas caras de militares niños, subtenientes abruptamente recibidos de tales, caballeros de espuelas recién calzadas acudiendo alegres al campo del honor; todos ellos, o al menos la inmensa mayoría, afrontaron la guerra con la determinación y resignación del hombre sabio.  No hubo mayores crisis espirituales, no hubo problemas de indisciplina importantes, ni menos aún desobediencia o insubordinación.  Hasta heridos, ellos conservaron la dignidad de Caballeros de la Orden del Jirón Irredento de la Patria Grande, que algún día, por obra y gracia de Dios, haremos realmente grande y próspera, digna de ser vivida y gozada.

Puede ser que en un futuro no lejano, los argentinos nos demos cuenta de que el principal partido o tendencia de la Patria es la Patria todo, sólo así seremos capaces de recuperar nuestras Islas cautivas: por la fuera de la razón o por la razón de la fuerza”.  [77]

“Reflexionemos. Perdimos el 14 de Junio, pero ganamos el 02 de Abril.  Y ganamos esta fecha histórica de la Patria, que ya está grabada en la mente o corazón de cada compatriota.  No tiene tanta importancia el 02 de abril como hecho de armas en sí, como tampoco lo tuvo San Lorenzo  Pero San Lorenzo fue un eslabón en la cadena de hechos militares  y políticos que nos dieron la independencia de la Madre Patria.  También tuvimos contratiempos importantes, como Cancha Rayada, pero no lo olvidemos nunca que la reconquista recién empieza y la historia de los pueblos se mide en siglos (ocho tardaron los españoles en recuperar su solar), y no en días ni meses.  Perdimos una batalla el 14 de Junio de 1982.  Lo importante es: ¿estamos sacando las enseñanzas de tan importante aprendizaje?, ¿estamos aprovechando toda la rica experiencia adquirida?, ¿vamos, por fin, a abdicar de esa inútil tendencia burocrática que nos ha hecho, en plena guerra, cometer el error de andar entre duplicados y triplicados, sellos y archivos?, ¿vamos a decidirnos a tener la confianza necesaria como para imaginar, proyectar, preparar y realizar nuestros propios elementos, todos los necesarios para cualquier eventualidad?, ¿vamos a seguir con nuestra mentalidad colonial inconciente, admirando y valorando todo lo que venga de afuera, en especial lo escrito, hablado o cantado en inglés?

El 02 de abril debe y es la fecha del reencuentro de los argentinos con su ámbito natural, la cultura hispanoamericana de la que nuestra hipertrofiada educción europeizante nos había apartado.

Ésa es una de las grandes victorias del 02 de Abril. Volvamos a estar juntos, nuevamente, para forjar una cultura sólida, de acuerdo con las pautas heredadas de nuestra Madre civilizadora, la que también se ha reacercado a nosotros.

Por último, me pregunto si todos los argentinos, civiles y militares, hemos comprendido el profundo significado de lo que hicimos, y de la importancia que estos hechos poseen.  Pues insisto: También yacen en el seno del Atlántico Sur, miles de toneladas de material y cientos de vidas inglesas; debemos comprender, de una vez por todas, que tenemos que ganar la guerra primero contra nuestras actitudes negativas, que nos impiden desarrollarnos, crecer y hacer una Patria grande y poderosa.  Y luego, ganar, sí, la guerra que iniciaron los ingleses en 1833, y que nosotros recomenzamos el 02 de abril de 1982.”

El Capitán de Caballería Rodrigo A. Soloaga, recordó las últimas jornadas de lucha en las Islas Malvinas:

“Del fuego enemigo, puedo decir que me quedó grabado su asombrosa precisión, aún de noche; el empleo de toda munición trazante, que ejercía sobre nuestra tropa un efecto de aplastamiento constante y prematuro, y el empleo de munición explosiva de sus armas automáticas, se tornó cada vez peor, sobre todo en un momento en que mi fracción era la única que respondía el fuego, y sobre ella se concentraba gran parte del fuego enemigo.

Así transcurrió el tiempo, hasta que los ingleses iniciaron el asalto con no menos de un batallón, y un gran apoyo de fuego cercano y preciso.  Informé por radio, paso a paso, sobre lo sucedido, inclusive la progresión del ataque, por lo que el Comandante ordenó concentrar el fuego de nuestra artillería en el sector…

Reuní mi gente al pie del cerro, hice evacuar a los heridos, e iniciamos, una vez más, la marcha hacia la retaguardia, esta vez, hacia la localidad.  A esta altura de los acontecimientos, no se veía la posibilidad de éxito, quedando como única alternativa la defensa del Pueblo, la lucha casa por casa.  Para ella nos preparamos…

Llevábamos, prácticamente, 3 noches y 2 días sin dormir, y que después de dos días, apenas un rato antes habíamos comido algo.  A la mañana, una vez más, saqué y evacué personal al hospital, y luego reorganicé la fracción, pudiendo formar tres secciones de 30 hombres cada una, con armamento liviano exclusivamente, lo que fue informado al comandante.

“Estando allí el secretario de Gobierno, me dio en custodia la bandera que ondeara en ese lugar a lo largo de 74 días, para que la trajera al continente, cosa que hice.  Aún hoy la tengo en mi poder, esperando el día para poder izarla nuevamente. Rato más tarde, recibí la orden de concurrir al Apostadero Naval y reintegrarme al Escuadrón al mando del Mayor Carullo.

Allí viví el amargo momento de la rendición, de la entrega del armamento, de ver cómo aquella gente que había llegado, como yo, tan ilusionada, hoy se tuteaba con la derrota, sin que ello fuera asimilable.  Después de ocurrido todo esto, mi gente se embarcó, y yo, al igual que el Jefe del Escuadrón y todos los oficiales de la Subunidad, debimos afrontar una situación límite más, al permanecer como prisioneros de guerra durante un mes.

Allí, una vez más, pude observar las reacciones diferentes de cada individuo, en las que afloraban, en muchos casos, aspectos desconocidos de la personalidad.  También, a través de los relatos, fui conformándome una imagen de todo lo sucedido”.

Hay otro testimonio insoslayable: el periodista Nicolás Kasanzew estuvo en las Islas Malvinas durante aquella Gesta memorable y luego intentó describir aquellas vivencias, aunque sabido es que no hay palabras para reflejar determinadas emociones.  [78]

Kasanzew fue testigo de la lucha continua de los soldados argentinos en distintos frentes y refiriéndose a las acciones de los batallones de Artillería ubicados en los suburbios de Puerto Argentino y a la resistencia durante la jornada del 13 de junio de 1982, escribió:

“Los hombres afectados al servicio de las piezas parecían embriagados por el aire que apestaba a explosivos, por el ruido que aturdía.  Y la excitación de los artilleros se contagiaba.  Era un olor grato, ciertamente, olor a cordita, olor a combate.”

“Vi cómo entre descarga y descarga, los artilleros paleaban a sus piezas, las acariciaban casi.”

“Las baterías de artillería se comportaban como si fueran velas que una vez encendidas, continúan consumiéndose hasta su agotamiento total.”

“No dejaban de disparar hasta que el enemigo hiriera a los servidores o estropeara las piezas o hasta que éstas se fundieran.”

Desde otro plano, el Subteniente 1º Marcelo Alberto Llambías Pravaz, después de las experiencias en las Islas Malvinas, expresó:

“En la guerra conocí a los hombres sin máscaras, con sus virtudes y defectos; entonces valoré muchas cosas que a veces dejamos un poco de lado, empezando por DIOS.  Viví amistades intensas e inquebrantables.  Me convencí de que el combate, aunque parezca una perogrullada, es algo muy serio como para admitir falencias en instrucción.  Pero junto al horror, también transcurrieron los momentos más felices de mi vida”.

“Las acciones de la infantería tienen su particularidad.   Porque aislado frente al enemigo, en soledad, uno puede ver la cara de quien lo viene a matar.  Y en esos momentos, sólo DIOS es ayuda y testigo.”   [79]

El retorno al territorio continental…

El Capitán de Caballería Rodrigo A. Soloaga, rememoró el momento en que llegaron al territorio continental:

“El 14 de julio llegamos de vuelta al continente y nos enfrentamos con la decepción del recibimiento; éste fue silencioso, oscuro…

Pese a todo, en lo personal me quedó la satisfacción de haber participado en esta hermosa gesta, pese a su resultado.

La historia será, en definitiva, quien juzgará la conducta de quienes concurrimos a la guerra, respondiendo a nuestras convicciones y vocaciones, cumplimos con las órdenes que se nos impartieron, y enfrentamos la muerte con decisión y patriotismo, aunque no nos haya tocado caer en el campo del honor.”

                  ¡Y, enhorabuena, que han regresado con vida!…

Reconocimiento de un Coronel…

El coronel Martín Balza, cuando ya se había aquietado la turbulencia en el Atlántico Sur y seguía conmoviendo el torbellino histórico, necesitó escribir acerca de algunos “comportamientos ejemplares”:  [80]

“En 1982, si bien muchos superiores… se hicieron merecedores del viejo aforismo militar que dice que ‘mantenerse lejos de los tiros hace llegar a viejos a los generales’, hubo cientos de casos, en otras jerarquías, que combatieron con un valor que recuerda la hidalguía de los guerreros de nuestra independencia”.

Luego, nombró a “algunos” destacados combatientes:

–     Subteniente Juan José Gómez Centurión.

Cabo 1º Roberto Baruzzo.

Tte. 1º Jorge Echevarría.

Sargento primero Rolando Pizuocco.

Sargento ayudante Natalio Figueredo (Gendarmería Nacional)

Soldado Pedro Ramón Saucedo.

Soldado Luciano Pintos.

Soldado Ricardo Miranda.

Teniente Ernesto Emilio Espinosa, de la Compañía de Comando 602.

Cabo 1º. Darío Rolando Ríos, del Regimiento de Infantería 7.

Soldado Clase 62 Roque Evaristo Sánchez, del Regimiento 12 de Infantería.

Capitán Rodrigo Alejandro Soloaga (Escuadrón de Exploración Blindada 10).

Cabo 1º Vicente Baca del Batallón de Aviación de Ejército 601.

Solado Clase 62 Oscar Wuldrich, del Grupo de Artillería 3.

“Me he limitado a citar sólo contados casos del Ejército, omitiendo los comportamientos y ejemplos de hombres de las otras Fuerzas, por no haber tenido acceso a las constancias pertinentes. Ninguno de estos hombres nació héroe; cada uno llegó a serlo, por su valor personal.

Finalmente, ninguna ceguera intelectual ni fabulación histórica puede negar la profesionalidad, aptitud y entrega de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, a pesar de la ineptitud de una conducción superior que evidenció capacidad sólo para disponer, ignorar y malgastar valiosos recursos humanos.”

Señales en el “País de los Contrastes”…

Desde el 14 de junio de 1982 cuando terminaron los combates en las Islas Malvinas y se entregaron las armas de la mayoría de los batallones, se han desarrollado actos en rememoración de aquella Gesta…  También se han sucedido las publicaciones de textos elaborados por periodistas, militares, escritores…  Cuatro meses después, desde la Editorial Troquel se distribuyó Las Malvinas – El fin de una utopía, reflexiones del doctor Francisco Eduardo Trusso.  [81]

En el segundo capítulo titulado “II. Legitimidad y oportunidad – Reflexiones al 3 de abril de 1982”, después de tener en cuenta algunas alternativas, concluyó:

      • “VII. 1. Que si Gran Bretaña reaccionase de manera tal que se pusiese al país en el extremo de tener que enfrentar una guerra, debería consultarse a la Nación toda, lo que requeriría la convocatoria por parte de las Fuerzas Armadas a la formación de un gobierno de unión nacional.
      • VII. 2. Aun ante la sola posibilidad o razonable amenaza de un conflicto armado o grave deterioro internacional de la República, el pueblo tiene el derecho y la obligación de ser consultado y de expresar su voluntad por sus legítimos representantes.
      • VII. 3. El pueblo tiene derecho en esta situación de extrema peligrosidad a una amplia y pública información de las medidas tomadas en el conflicto internacional y en el manejo de los negocios internos.”

02-04-1985: Misa en memoria de ex combatientes en Malvinas…

El presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, junto al secretario de Defensa Horacio Jaunarena, el Jefe del Estado Mayor Conjunto Brigadier Teodoro Waldner y los tres jefes del Estado Mayor de la Armada, Aeronáutica Brigadier Ernesto Crespo y Ejército Gral. Héctor Ríos Ereñú, ocuparon la primera ubicación en la misa celebrada en la capilla “Stella Maris” por el vicario castrense Monseñor Miguel Medina, al conmemorarse el tercer aniversario de la recuperación de la soberanía en las Islas Malvinas.  También asistieron el ministro de Relaciones Exteriores Dante Caputto, el de Interior Antonio Tróccoli, de Economía Juan Sourrouille, de Obras y Servicios Públicos Roque Carranza, de Trabajo Hugo Barrionuevo y “se notó la ausencia del titular de Defensa Dr. Raúl Borras quien, según uno de sus colaboradores… no se encontraba bien de salud”.

(También estaba enfermo el presidente de la Corte Suprema de Justicia Dr. Genaro Carrió -amigo de Alfonsín-, quien decidió presentar la renuncia el 29 de marzo aunque estaba en uso de licencia hasta el día siguiente. El 31 se incorporó a la Corte y convocó a un acuerdo extraordinario, anunció que había presentado su renuncia y “firmó alrededor de 75 sentencias”.)

De la “Homilía”…

Monseñor José Miguel Medina expresó que había decidido leer la Homilía “tanto por la calidad de la asamblea litúrgica como por la gravedad que nos embarga” conciente de que así  se “aminora la espontaneidad, pero se gana en la precisión y se afina la prudencia.”  Luego expresó:

“…Demos gracias al Señor por todo lo ocurrido: por los aciertos y por las falencias, que también han de ser agradecidas siempre que el hombre se motive a corregirlas.” /…/

“Ha finalizado el fragor bélico, se ha aminorado la eclosión entusiasta del sentimiento patrio, y nos hemos liberado de la casi constante tensión de esperar noticias.”

“Todavía estamos enmarcados en la solución definitiva ya que hay quietud pero no solución”.

“Porque hay quietud, el tiempo es propicio para bien pensar y porque no hay solución definitiva, debemos seguir bregando por ella con medios apropiados y eficaces.”

Manifestó que no plantearía “nuestro irrenunciable derecho a la soberanía”, tampoco acerca de “lo técnico, como las operaciones bélicas, o el accionar político, ni aun de la aplicación de los principios en casos concretos para solucionar lo temporal”.

Rememoró que durante la Gesta de las Malvinas “no fuimos objetivamente informados; como siempre, las medias verdades ilusionaron, las ambigüedades entorpecieron, las erróneas interpretaciones obstruyeron… algunos elaboraron un libro negro…  y otros un libro blanco…”

Refiriéndose a lo escrito en el “libro negro… todo fue más que miseria, miserable; los soldados se entregaron sin pelear, no murió ningún oficial, la asistencia fue deficiente y mil incorrecciones más; algunos aprovecharon la crisis del momento especulando en pro de lo sectorial o en beneficio individual”…  Desde el punto de vista de quienes elaboraron “el libro blanco… todo estuvo jalonado de éxito; se puso de manifiesto la capacidad solidaria; hubo voluntarios, hubo coraje y heroísmo, hubo oración; se dio la vida por la patria”.  [82]

1999: pensiones y especulaciones…

Desde La Plata, el sábado 11 de septiembre de 1999 informaron que el 10 de octubre entregarían aproximadamente cien pensiones a ex-combatientes de La Plata y que “el eje de la disputa tiene que ver con la presunta utilización política del acto por parte del gobernador Eduardo Duhalde, quien aspira a convertirse dos semanas después de la ceremonia en el próximo presidente de los argentinos”.

Esas pensiones son otorgadas de acuerdo a la Ley 12.006 de la legislatura bonaerense a “ los ex combatientes nacidos en la provincia de Buenos Aires y a los que residían en algún distrito bonaerense cuando fueron convocados al frente de batalla.

Según los números oficiales, en los últimos veintiún meses fueron presentadas alrededor de 5 mil solicitudes de pensiones por parte de veteranos de guerra o familiares de caídos. Cada  una de ellas equivale a una mensualidad de 200 pesos -que será aumentada a 300 a partir del mes próximo- a la que se agrega un retroactivo equivalente al tiempo que se tomó el instituto para realizar las verificaciones correspondientes.

Ocurre que mientras durante el conflicto del Atlántico Sur el Gobierno militar movilizó a 13.200 efectivos, el padrón de ex combatientes sería de alrededor de 22 mil personas, entre las cuales se encontraría el periodista Nicolás Kasansew, quien fue la cara oficial del noticiero de ATC durante el conflicto bélico. La existencia de este tipo de irregularidades en los registros sería una de las causas por las cuales la entrega se habría retrasado 21 meses en los casos más extremos. Más de 30 ya fueron rechazadas por ser ‘falsificadas’…”, según informó el diario “Sur” en la mencionada edición de septiembre de 1999.  En ese tiempo, un grupo de veteranos esperaba que la entrega de las pensiones se realizara en el acto de inauguración del Monumento a los Caídos durante la Gesta de las Malvinas

2004: testimonio de un periodista…

El escritor Tomás Eloy Martínez, desde una página del diario “La Nación” de Buenos Aires, el primer fin de semana de septiembre de 2004 rememoró la Gestas de las Malvinas y el fin del combate durante la jornada del 14 de junio de 1982.

Desde su punto de vista…

“Aquella guerra infausta dejó una estela de sobrevivientes desconcertados, que parecen fuera del tiempo y que no encuentran espacio en la realidad. Impaciente por el desfile casi cotidiano de los piquetes que demandan pan y trabajo o por las exigencias de seguridad de la clase media, el país les ha vuelto la espalda. Algunos de ellos han acampado en el ángulo sudoeste de la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, y llevan allí ya cuatro meses. No se retirarán -han dicho-, hasta que el Gobierno les conceda pensiones de guerra y seguros de salud que los salven de la marginalidad. No sólo para ellos la invasión de las islas fue un conflicto. También lo fue para centenares de miles de argentinos, atrapados por el dilema entre la voluntad patriótica por recuperarlas y el repudio a la dictadura, que la usaba para encubrir su derrumbe.

Un domingo lluvioso de agosto visité las carpas donde viven. Alrededor se ha formado un barro pegajoso que se aferra a las suelas de los zapatos como si tuviera dientes. Los veteranos han tendido listones de madera para desplazarse de un lado a otro, pero el barro, implacable, va cubriéndolo todo. En cada una de las carpas hay dos catres de campaña, una garrafa de gas para cocinar y una lámpara mortecina, cuya energía depende de los cables de la calle. Afuera, bajo la garúa, algunos ex soldados, en ropas de fajina, recogen firmas para apoyar el petitorio que han presentado al Gobierno y, en una alcancía precaria de cartón, las donaciones de los paseantes. A las seis de la tarde, ya avanzado el crepúsculo, la colecta suma unas pocas monedas.

Algunos visten capotes traídos de quién sabe cuál pasado. Otros van y vienen, con las manos a la espalda, luciendo medallas que parecen de utilería aunque sean verdaderas. A mediados de agosto, cuando la protesta cumplió cien días, un centenar sobrepasó las vallas que protegen la Casa de Gobierno, a ochenta metros de las carpas, e inició una huelga de hambre junto a la entrada principal. Según el Gobierno, todos los miércoles los funcionarios se entrevistaban con una delegación de veteranos, pero en las carpas eso no parecía suficiente: esperaban respuestas que tardaban en llegar. Dos semanas antes, se los había convocado a un censo para determinar cuántos son, cómo viven y dónde, qué hicieron en la guerra y cuáles son sus necesidades personales y familiares. Como el censo se completará sólo a fines de octubre, la huelga de hambre prometía volverse interminable y, a la vez, intolerable. A las treinta horas los convencieron de que se volvieran al campamento de la plaza, donde los veteranos siguen resueltos a persistir hasta que se dé solución a su lista de quejas.

En una de las carpas hablé durante más de media hora con el ex cabo Carlos Gómez, de 46 años, que vive en Rafael Calzada con su esposa y tres hijos. Como la mayoría de los que volvieron de las islas, a Gómez le ha costado reinsertarse en la sociedad. Combatió en Puerto Argentino, en la Compañía de Ingenieros 601, y fue testigo directo de la rendición. Para él, son veteranos sólo aquellos que pelearon. “No es lo mismo alguien que cambiaba las ruedas de un avión en Comodoro Rivadavia, al reparo, -dice, con un resentimiento sin secretos- que otro soldado expuesto al frío y a la metralla inglesa, en las trincheras o al descampado.” Según sus cuentas, los veteranos eran sólo catorce mil en 1983, y ahora deberían ser mil o dos mil menos (“porque nos han gastado las enfermedades y los suicidios”), pero las listas de los que reciben pensiones de 420 pesos es de casi veintitrés mil hombres. “Si no hubiéramos perdido la guerra, todos seríamos héroes”, dice.

Y aunque de alguna manera hayan contribuido a ganar la democracia, eso no le sirve de consuelo. “A nadie le hemos importado nunca”, se lamenta. “Ya ve cómo estamos.”

Lo peor fueron los suicidios, y de eso se habla afuera, bajo la lluvia, y entre el barro de las carpas, como si fuese el santo y seña de la ignominia. Cuando los veteranos regresaron de las islas, los jefes militares los ocultaron porque encarnaban la vergüenza. Después, los gobiernos de la democracia fueron olvidándolos. Como la Argentina no tenía experiencia en guerras desde el siglo XIX, se pasaron por alto los inevitables traumas que las suceden y, al regresar, los soldados quedaron librados a su propio infortunio. Algunos se aislaron y se deprimieron; otros suplieron con alcohol y drogas la falta de trabajo; unos pocos contrajeron sida o terminaron presos. Lo peor fue la orfandad psicológica. Entre 1982, cuando cesó el conflicto, y 1986, se suicidaban entre cincuenta y cincuenta y cinco veteranos por año, sin poder encontrar una salida a sus ataques súbitos de desesperación. El índice disminuyó luego a un suicidio o dos por año, pero los últimos fueron los peores.

En 1999, el veterano Eduardo Paz, padre de seis hijos, recibió del gobierno de la provincia de Santa Fe la casa que reclamaba desde hacía una década. Estaba situada en un suburbio de la ciudad de Rosario, no lejos de su trabajo precario. En lugar de alivio, Paz -que tenía cerca de cuarenta años- sintió una infinita pesadumbre. No sabía explicar las razones y, cuando se las preguntaban, respondía: “¡Quién sabe! Deprimirse es una maldición del destino”. Una noche de otoño limó las rejas que protegen el monumento a la bandera, alto como un edificio de siete pisos. Luego tomó el ascensor que lleva a los visitantes hacia un mirador, y desde allí se arrojó al vacío. Meses antes, un infante de marina que había sido su compañero en el desembarco en las islas empezó a tener pesadillas de muerte. Lo sometieron a un tratamiento psiquiátrico que pareció estabilizarlo. Regresó a su casa, besó a sus hijos y se pegó un tiro en la sien.

En las carpas de Plaza de Mayo hay otro infante, Marcelo Torres, que intentó matarse cuando la crisis económica de finales de 2001 lo dejó sin trabajo. Tuvo suerte. Le tembló la mano y el disparo rompió el techo de lata de su casa mísera. A otro, la bala fallida le perforó la mandíbula. Hasta ahora, los suicidios suman doscientos ochenta y seis, pero a medida que pasan las semanas la cifra crece, implacable.

Cuando el campamento empezó, a mediados de mayo, había unas setenta carpas. Algunos llegaban a manifestar su impotencia desde las provincias, donde vivían en la calle o en chozas precarias “construidas en la copa de los árboles”, dice Gómez. “Así sucede en Misiones.” A fines de agosto, el campamento se reducía a siete tiendas, en las que se rotaban unos doscientos hombres. Sus familias van a visitarlos los fines de semana; las donaciones de la gente aportan la comida, y disponen de dos baños químicos. Para lavarse suelen ir al Banco de la Nación Argentina, donde una mano de caridad les franquea la puerta de las duchas.

Lo que piden quizá no sea demasiado, pero es difícil de obtener cuando el Estado se declara en quiebra: quieren un seguro médico, un aumento de sus pensiones y el reconocimiento de los diez años -hasta 1991- en que no recibieron un solo centavo. Aunque algunos de ellos sueñan todavía con un gobierno autoritario que los premie con “las viviendas y los beneficios de salud que tuvieron, por ejemplo, otros derrotados, como los de Vietnam” -según la aspiración de Carlos Gómez-, la mayoría cree que sus vidas ya destrozadas cuando eran demasiado jóvenes merece, al menos, un final de dignidad.

En las escuelas argentinas del pasado, los héroes del siglo XIX eran la encarnación de las virtudes patrias. Cuando a finales del siglo XX los héroes aparecieron de veras, desharrapados y analfabetos, el país se volvió sordo y ciego. El heroísmo es bello en los libros de historia, pero indeseable y terrible en la realidad.”

Mirada hacia lo Alto…

El periodistas Jorge Rouillón, el domingo 5 de septiembre de 2004 refiriéndose a la jornada dedicada a “María, mujer eucarística” en el “X Congreso Eucarístico Nacional” y los actos religiosos organizados para honrar a la Virgen de Itatí, patrona de Corrientes, destacó que aproximadamente cien mil personas llegaron hasta ese lugar revelando el conmovedor sentimiento de la Fe Cristiana.

Destacó el periodista que “el arzobispo de Corrientes, monseñor Domingo Castagna, dijo que el pueblo argentino está ‘sumido en el dolor indecible de la pobreza, pero recibiendo de ella su firme esperanza en la Resurrección. Lo importante, para este pueblo es pasar de la crisis a la recuperación’.”

“Acompañada por una caravana de autos y al costado del camino, la imagen de la Virgen -que por cuarta vez en la historia salió del santuario de Itatí- recibió el saludo incesante de los fieles que se acercaban a verla pasar. La multitud entusiasta y alegre, que resistió el embate de un fuerte sol, matizado apenas por una suave brisa fresca, no llenó, de todos modos, los inmensos espacios del campus.

Anteriormente, la imagen de la patrona, de fines del siglo XVI, había salido de Itatí para su coronación pontificia en 1900, para una misión mariana convocada por el obispo Francisco Vicentín en 1954 y para la visita del Papa en 1987. Está vivo el recuerdo de la lluvia torrencial que esa vez se desató sobre Corrientes”…

El arte y la historia…

Distintos medios han informado que el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires ha puesto en marcha un programa impulsado por el entonces director Samuel Glusberg, tendiente a que algunas obras seleccionadas sean expuestas en museos de distintos provincias. En consecuencia, con al apoyo de Aerolíneas Argentinas -y de diversas empresas-, el domingo 12 de septiembre se inaugurará una exposición el Museo de Bellas Artes de Neuquén con obras de destacados artistas: la serie de Curupaity, de Cándido López; Esquina porteña de Pallière; los grabados de Piranesi, Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni, Pedro Fígori, Manet, Rodin, Sorolla… el retrato de Camilo Aldao, por Pueyrredón; el soldado pintor que volvió a los pinceles alentado por Mitre… y muchas de la buena pintura española del siglo XIX, que hizo exclamar a un catedrático ibérico: ‘No tenemos en el Prado las obras que vos tenéis’… de acuerdo a lo reiterado por la periodista Susana Reinoso.

………………………………………………………………………………………………………………………

Mientras leía aquellas noticias, pensaba que el lunes 6 a las 10 debía comunicarme con algunos ex–combatientes de las Islas Malvinas, en la sede cercana al alto edificio de la Municipalidad de Santa Fe, que según informan algunos técnicos no reúne las imprescindibles medidas de seguridad…

“Hay que pasar el invierno” nos inculcó el capitán-economista en la década del ’60, y este año, entre tantas confusiones también se está despidiendo el invierno con temperaturas de fines de primavera.  Viento norte, cálido…

(¡Todas son historias de la Historia…

…historias de la Historia de los Argentinos…)

………………………………………………………………………………………………………………………

El salón es pequeño, dividido con tabique.  En el ángulo izquierdo –no el piano como en el poema…- sino un escritorio y una silla; otra ubicada hacia el norte.  Saludos cordiales y una vez más, mi intento de evitar que se desborden los diques…

Pedí a Fito que anotara un breve cronograma y le informé sobre algunas posibilidades de desarrollar un proyecto tendiente a promover la educación permanente por el arte de vivir y convivir…

Nos despedimos y como tantas veces se ha reiterado al rememorar la exhortación sugirió el filósofo español José Ortega y Gasset:

“¡Argentinos, a las cosas!…”

¡Octubre nos convoca!…

………………………………………………………………………………………………………………………

A la siesta, pude leer el correo electrónico.  Fito -puntual y responsable-, ya me envió los nombres de los soldados caídos en combate y algunas referencias familiares para poder ubicar a… ¡Las Madres de la Plaza del Silencio!

Quedan aquí sus nombres y nuestra interioridad, vibraciones intensas:

      • Gómez Miguel Ángel.
      • Mecca Adolfo Eduardo.
      • Tibaldo René.
      • Vera Omar Elvio.
      • Reartes Ricardo Alfredo.
      • Piedrabuena Eduardo José.

“Patria al sur”

Desde la ciudad de Rufino, departamento General López, provincia de Santa Fe, República Argentina, el poeta José María Plaza expresó su sentimiento en estos sonetos:  [83]

                     I

Junto a nosotros regresaste un día,

en aquel 2 de abril –himno y euforia-.

Palomar de pañuelos sin memoria

aleteaba entre el pueblo y su alegría.

Tanta unidad las fibras conmovía,

que fue en la patria la mayor victoria;

si hasta el cielo y el mar vieron la gloria

que en nuestro augusto pabellón crecía…

A las Fuerzas Armadas Argentinas

viste llegar con júbilo, Malvinas,

porque iban a luchar por tu rescate.

Y no obstante el poder de Gran Bretaña,

floreció nuestra sangre en cada hazaña,

y el sur era más sur en el combate!

II

Así ante el desfilar de heroicos hechos

en medio del fragor, no importa cuantos,

se poblaron de risas nuestros cantos

y de épicas auroras nuestros pechos.

Proclamamos el triunfo satisfechos

después de un siglo y medio de quebrantos,

pero, ¡ay!, hubo un tropiezo… y entre llantos,

viste un nuevo despojo en tus derechos.

Mas si te hallas cautiva como otrora,

la patria está presente, y desde ahora

no ha de olvidar en ti tus epopeyas,

porque sabe muy bien, cuando la nombras,

que si tras los crepúsculos hay sombras

es para darle paso a las estrellas!

III

Hoy todo cambió al fin. Nada es incierto.

Y en el mundo eres ya reconocida.

¿Quién va a decir si aquella acometida

militar fue un error o fue un acierto?

La gesta ha de vivir en cada muerto

y América despierta conmovida,

mientras sobre su historia desvaída

duerme Inglaterra con un ojo abierto.

Ya has de volver, Malvinas, al regazo

 de esta tierra de fe, junto al abrazo

 de su pueblo que a ti su amor demuestra…

Y porque es la esperanza tu aleluya,

la enseña bicolor será mas tuya

y tu belleza austral será más nuestra!

 

José María Plaza.

Rufino (Sta. Fe) 1983

 

Página voladora

Impulsada por la Municipalidad de Rufino.

Adhesión de la Dirección Municipal de Cultura

De Rufino, a la histórica gesta malvinense en su primer aniversario.

-Difundida luego desde SEPA (Servicio de Educación por el Arte)

… de vivir y convivir.

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea de Fontanini.

[1] “La Gloria de Yapeyú”. Instituto Nacional Sanmartiniano – Homenaje al Libertador General José de San Martín en el bicentenario de su nacimiento. 1778 – 25 de Febrero – 1978. Edición  de la Dirección de Publicaciones  del Instituto Nacional Sanmartiniano.  “Durante la administración que ejerció el padre de nuestro Libertador en la Calera de las Vacas, contrajo enlace con doña Gregoria Matorras y del Ser –prima del gobernador de Tucumán y conquistador del Chaco, Gualamba-, doncella noble, natural de Paredes de Nava (Palencia) e hija de don Domingo Matorras, nacido en el Valle de Lameo, en las montañas de Santander, y de doña María del Ser , de la misma villa donde viera la luz su hija, doña Gregoria Matorras y del Ser”… “Los esponsales se celebraron en la Catedral de Buenos Aires, el 1º de octubre de 1770, por medio de poderes que el novio extendió en 20 de junio… Los contrayentes se reunieron en Buenos Aires el día 12 del mes y año en que se realizó la ceremonia nupcial.  Del referido matrimonio… nacieron los siguientes hijos”: María Elena (1771); Manuel Tadeo (1972); Juan Fermín Rafael (1974);  “Justo Rufino nacido en Yapeyú en 1776 y José Francisco, nacido en Yapeyú, el 25 de febrero de 1778.” p. 186-190).  Sabido es que “El pueblo de Yapeyú fue incendiado y saqueado por los portugueses el 13 de febrero de 1817, el mismo día y casi a la misma hora en que San Martín después de haber ganado la batalla de Chacabuco, entraba triunfante en Santiago de Chile” (Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana” Buenos Aires,  2ª ed.,  1890, tomo I, pág. 97-98; obra citada por Rafael Luis Gómez Carrasco.) # En el ocaso del siglo XX, el historiador García Hamilton publicó un libro aludiendo a otra genealogía sin incidencia en la notable trayectoria del General José de San Martín, un soldado que prefirió el exilio antes de participar en las luchas fratricidas y que murió en Boulogne Sur Mer, el 17 de agosto de 1850.

[2] Balza, Martín  General. Malvinas – Gesta e incompetencia. Buenos Aires, Editorial Atlántida, 2003, p. 12-15.

[3] Ibídem.  Cita: “Diario La Nación”. Buenos Aires, 24 de marzo de 2002, p. 13.

[4] Balza, Martín Antonio. ­Malvinas: relatos de soldados. Buenos Aires, Círculo Militar, vol. 722, 1985, p. 128.

[5] Ibídem, p.105-106.

[6] Revista Tal Cual. Buenos Aires, Editorial Perfil, Año 5, Nº 121, 9 de abril de 1982.  En ese momento, precio del ejemplar $ 12.000.- (un indicador de la desvalorización de la moneda). # En la tapa, destacado título: “En pie de guerra por las Malvinas – estuvimos con nuestros soldados”.  Fotografía –Mario Gambetta- en color con la imagen de una niña rubia, de ojos claros, llorando y un conmovedor texto: “Carina Giachino, 5 años: ‘Los ingleses mataron a mi papá’…”  Otra fotografía y esta información “Capitán de Corbeta Pedro Edgardo Giacchino, 34 años, primer mártir.”

[7] Balza, Martín Antonio. ­Malvinas: relatos de soldados, p. 94-97.

[8] Ibídem, p. 27. # Necesito expresar que viví atrás del regimiento Doce” cuando estaba instalado en la calle Avenida Freyre, frente al entonces Hospital de Caridad, actual “José María Cullen”, nombre de un gobernador de la provincia y promotor de empresas de colonización… Vivimos en una casa con un jardín al frente ubicada en San José 2169, con puerta de hierro en la entrada y varias hileras de baldosas cuadriculadas hasta llegar a la puerta de acceso al pequeño vestíbulo.  Calle de tierra con zanjas donde el concierto de las ranas, los sapos y los grillos se imponía, mientras con creciente curiosidad infantil observaba las órdenes de algunos cabos que exigían demasiado a quienes debían correr, limpiar y barrer… arrancar yuyos con las manos, rasquetear, pintar…  Recuerdo que puntuales,  llegaban hasta el alambrado, quienes necesitaban recibir una ración del humeante guiso… El tanque del agua era -y sigue siendo- una señal insoslayable. Antes de estar instalado en ese enorme terreno, el regimiento 12 de Infantería estuvo en el predio que ocupa la Sociedad Rural –Pabellón de Industrias”– y en ese tiempo, estuvo el capitán Juan Domingo Perón cumpliendo las misiones asignadas…

[9] Ibídem, p. 21-23.

[10] Ídem, p. 58-64.

[11] Íd., p. 77-84

[12] Íd., p.85-86.

[13] Balza, Martín. Coordinador para la edición de Así peleamos Malvinas. Buenos Aires, Biblioteca Soldados, 1999.

[14] El general Balza explicó: “Jane’s” – “Conocida y prestigiosa publicación inglesa que versa sobre material bélico y sus características, de todos los países del mundo.” (Ob. cit. p.73)

[15] Balza, Martín General. Malvinas – Gesta e incompetencia. Buenos Aires, Atlántida, 2003, p. 71-74.

[16] Balza, Martín Antonio. ­Malvinas: relatos de soldados, p. 39-49.

[17] Balza, Martín General. Malvinas – Gesta e incompetencia, p. 79.

[18] Íd., p. 109-110.  Relató luego el Mayor Quinci:  “De ello fundamentalmente, se ocupó el Cap. Odontólogo Cordero, con un pequeño grupo  Incluso yo, en algún momento, intervine en esta actividad, aparte de mi tarea principal que era el manejo de las evacuaciones”.

[19] Íd., p. 128-129.

[20] Íd., p. 144.

[21] Íd., p. 94.

[22] Balza, Martín General. Malvinas – Gesta e incompetencia. Buenos Aires, Editorial Atlántida, 2003, p. 83.

[23] Balza, Martín Antonio. Coronel. Malvinas: relatos… Ob. cit. p. 15. Dedicado “A todos los caídos en el cumplimiento del deber en la Guerra de las Malvinas”.  Autoridades del Círculo Militar: Presidente Gral. de División D. Emiliano Antonio Silvio Flouret; Pte. Subcomisión de Cultura Gral. de Brigada D. Isaías José García Enciso; Director de la Editorial Militar Tte. Coronel Alberto J. Morales.” (p.6)

[24] El general Balza menciona al “operador del radar, sargento Orcasitas”, quien inmediatamente advirtió que era sólo una simulación más…

[25] Balza, Martín General. Malvinas – Gesta e incompetencia, p. 84-85.  El general Balza anotó: “El crucero General Belgrano fue botado en los Estados Unidos en 1938 con el nombre USS Phoenix participó en acciones de la Segunda Guerra Mundial, incluido el ataque japonés a Pearl Harbor. Al ser incorporado a la Armada fue bautizado con el nombre de 17 de Octubre.  En septiembre de 1955 se la impuso el nombre de General Belgrano”. (pág. 85)

[26] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Gastón Gori: camino del Hombre y de la Humanidad. (4 tomos, inédito.)

[27] Balza, Martín Antonio Coronel. Malvinas: relatos… Ob. cit. p. 21.

[28] Ibídem, p. 15, testimonio del Capitán Esteban.

[29] Ídem, p. 55.

[30] Íd., p. 119.

[31] Diario La Razón. Buenos Aires, miércoles 19 de mayo de 1982, p. 5.

[32] Íd., p. 101-104.

[33] Diario 6ª La Razón. Buenos Aires, miércoles 19 de mayo de 1982, p. 5.

[34] Ibídem, primera página.

[35] Ibídem, p. 8.

[36] Diario Clarín. Buenos Aires, martes 25 de mayo de 1982, Política, p. 18.

[37] Balza, Martín Antonio Coronel. Malvinas: relatos… Págs. 16-20.

[38] Ibídem, p. 22-23. # Semana de Mayo, rememoración del Cabildo abierto y de la concentración en la Plaza de la Victoria, en vísperas de la Revolución de Mayo de 1810.  # El 24 de mayo de 1932, a las 10, nací… Mi madre Francisca Álvarez Ramos tenía dieciocho años; mi abuela –Tioco, como me gustaba nombrarla-  y tíos por línea materna, estaban esperando ese momento, fueron los primeros que me abrazaron…

[39] Ídem, p. 50.

[40] Diario Clarín. Buenos Aires, martes 25 de mayo de 1982, Política, páginas 2 y 3.

[41] Diario Clarín. Buenos Aires, martes 25 de mayo de 1982, p. 14-15. Comentario de José Ignacio López titulado “El viaje del Papa y la unidad cristiana”.

[42] Diario Clarín. Buenos Aires, martes 25 de mayo de 1982, p. 9.

[43] Ibídem, Política, página 21.

[44] Ibídem, miércoles 26 de mayo de 1982, Política, p. 7.

[45] Diario Clarín. Buenos Aires, miércoles 26 de mayo de 1982, Política, p. 2-3.

[46] Ibídem, p. 4.

[47] Balza, Martín Antonio Coronel. Malvinas: relatos… p. 65.

[48] Íd., p. 18-19.

[49] Balza, Martín Antonio Coronel. Malvinas: relatos…, 78-79.

[50] Íd.  p. 32.

[51] Íd., p. 26.

[52] Íd., p. 149.

[53] Íd. p. 124-125.

[54] Íd., p. 71.

[55] Id. p. 46-49.

[56] El Tte. Blanco fue uno de los prisioneros de guerra y dialogó con “el Jefe de la Compañía de Ingenieros Paracaidistas inglesa (Mayor Davis), quien le informó que “el puente Fitz Roy fue librado nuevamente al tránsito luego de finalizadas las operaciones, lanzados con medios de circunstancia.  Se rehicieron 25 metros de puente, debido a que la onda expansiva había aflojado otros dos apoyos”.  En otro relato, “los ingleses se refieren así al hecho: ‘…Así que tardaron mucho más de lo previsto en descargar los dos barcos y el problema se agravó por la falta de barcazas de desembarco.” (Balza – Malvinas: relatos… p. 37.)

[57] Balza, Martín Antonio. Malvinas: relatos… Ob. cit. p. 72-73.

[58] Ibídem, p. 61-62.

[59] Ídem, p. 120.

[60] Balza, Martín Antonio. Malvinas: relatos… Ob. cit. p. 89-93.

[61] Íd., p. 152-153.

[62] Balza, Martín General. Malvinas – Gesta e incompetencia, p.143-144.

[63] Ibídem. El general cita: “Bailey, Jonathan (mayor de la Real Artillería Británica), Military Review, julio-agosto de 1984, p. 71”.

[64] El Gral. Balza reiteró lo establecido en “Reglamento de Conducción. Buenos Aires, 1955, números 11 y 12, págs. 2 y 3.”

[65] Balza, Martín Antonio Coronel. Malvinas – relatos de soldados, p. 89-91. Cita: The Sunday Insight Team: “Una cara de la Moneda. La Guerra de las Malvinas”, Editorial Hyspamérica, Buenos Aires, 1983.

[66] Íd., p. 112-118.

[67] Íd. p. 135.

[68] Íd., p. 132-133.

[69] Íd., p. 122.

[70] Íd., p.74-76.

[71] Íd., p. 63-64.

[72] Íd., p. 13-114.

[73] Íd., p. 125-126.

[74] Balza, Martín General. Malvinas – Gesta e incompetencia, p. 153-154.

[75] Balza, Martín Coronel. Malvinas – Relatos de soldados, p. 96-97.

[76] Íd., p. 115.

[77] Íd., p. 110-111.

[78] Íd. p. 117-118. Kasanzew, Nicolás. Malvinas a Sangre y Fuego. Buenos Aires, Editorial Abril.

[79] Íd., p. 119 y 123.

[80] Balza, Martín General. Malvinas – Gesta e incompetencia, p. 274-276.

[81] Trusso, Francisco Eduardo: abogado, egresado de la Universidad Nacional de Buenos Aires en 1947. Abogado del Instituto Nacional de Previsión Social (1948-1952); Doctorado en la Universidad Central de Madrid (1949). Profesor en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNBS (1966-67); en la Facultad de Derecho de esa Universidad (1858-1982…); en la Universidad Católica Argentina (1968-1970).  Director de Industria, Comercio y Vivienda de la Municipalidad de Buenos Aires (1962-63). Asesor legal de YPF Sociedad del Estado; Miembro Fundador del Inst. Internac. De Historia del Derecho. Miembro de la Comisión encargada de proyectar la reglamentación de la ley de Hidrocarburos…  Algunos trabajos se publicaron en el Diario “La Nación” de Buenos Aires.  Hasta fines de 1982 había publicado cinco libros: “De la legitimidad revolucionaria a la legitimidad constitucional”; “Derecho Histórico Argentino”; “La Revolución Norteamericana”; “El Derecho de la Revolución en la Emancipación Americana”

[82] Diario El Litoral. Santa Fe de la Vera Cruz, martes 2 de abril de 1985, primera página. Nota en cuatro columnas, con fotografía del presidente Alfonsín y asistentes en la primera hilera.  # Al dar vuelta la página, más noticias: “Luego de casi diez años se produjo el retorno de la Juventud Peronista al ámbito de la UNBA”.  El acto se desarrolló en la Facultad de Filosofía y Letras con la presencia de “figuras históricas del peronismo de las regionales como Miguel Talento, Juan Carlos Dante Gullo y el ex-rector de esa casa de estudios, Ernesto Villanueva. El relanzamiento de la JP congregó a medio millar de militantes, logró la adhesión de conspicuos dirigentes del justicialismo y contó con la presencia de Carlos Grosso, Pablo Unamuno, Patricia Bullrich, Pablo Kunker Ana Lorenzo, José Fernández Lamarra; el ex decano de Derecho de la UBA, Mario Kesterlboim; y el ex rector de la Universidad de Lomas de Zamora, Julio Raffo”.  El ex rector Villanueva, criticó la gestión del actual rector de la UBA, Francisco Delich, señalando que ‘poco y nada ha hecho para poner la universidad al servicio de los intereses populares… la reforma pedagógica tiene más de publicidad y espectaculares programas de TV… se pensó desde la universidad, no desde la perspectiva del pueblo… En su inmensa mayoría, se trata de profesores digitados” y destacó que “en la práctica hay discriminación ideológica”. # El ministro de Educación Dr. Carlos Alconada Aramburu  había participado en un acto en el Teatro “3 de Febrero” de Paraná (Entre Ríos) con motivo de la reapertura de la Facultad de Ingeniería dependiente de la Universidad Nacional de Entre Ríos, cerrada en 1980 por el entonces ministro de Educación Juan Rafael Llerena Amadeo.    El ministro Alconada dijo que las universidades de Entre Ríos, de la Patagonia y de Luján no escaparon a esa acción devastadora porque “se temía que en la universidad se forje el temple de los argentinos en un ámbito de libertad y disenso”. Destacó luego que “la educación es la expresión más cabal del cambio al que aspiramos y permitirá mejorar el rendimiento de los recursos humanos, mientras el avance tecnológico permitirá asegurar la soberanía económica y política de la Nación”.  Rememoró lo expresado por el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento y terminó así su discurso: “Convirtamos la República en una escuela y desaparecerán los males y los desencuentros de la Argentina.” # Con recuadro, otra información: “Paro docente: el acatamiento se estima en un 85%”.  “SIDA – Otras dos muertes en Bs. As. Y decena de casos detectados”.

[83] Seguimos comunicándonos con el poeta José María Plaza y al enviarme su libro titulado “Territorios del alma”, con generosidad escribió esta dedicatoria: “Para la distinguida profesora Nidia Orbea de Fontanini, Coordinadora de Cultura de la Pcia. de Santa Fe (Zona Norte) /…/ en reconocimiento a su enaltecedora y permanente labor a favor del intelecto argentino, verdadero sacerdocio en el campo de las letras. Muy cordialmente. José María Plaza. Rufino (StaFe) 8/8/84”

 

Top