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Juan Bialet Massé (Mataró, Barcelona 1846-Buenos Aires 1907.

Su presencia en la Argentina.

Estudiante de Agronomía…

Empresario en obras hidráulicas…

Advertencias sobre los criollos.

Construcción del Dique San Roque.

El “capitalismo extranjero”.

En torno al Dique “San Roque”.

Continúan los Juicios.

Ante “obreros” y “anarquistas”.

“Socialismo argentino”.

“Informe sobre el estado de las clases obreras…”.

“El obrero criollo”.

“Sangre para la guerra”.

Vicios y sometimiento.

Agobio y vicios

“Orgullo de la nacionalidad”.

Contexto social.

Entre el rancho y el conventillo.

Derechos de los trabajadores.

“La frugalidad sin vicios”.

En torno a teorías económicas.

La cocina.

Círculos de Obreros Católicos.

Gremialismo y huelgas en Rosario

Las mujeres: catolicismo y anarquismo

El indio y su vida.

“El Chaco”.

En la provincia de Santa Fe: indios, criollos y colonos.

Campamento de “Tostado”.

Abuso de la Policía.

Agentes de colocación.

Alcoholismo, delito y cárceles.

Acerca de “La Forestal”.

La ciudad de Rosario.

Fundición y taller de Santiago Righetti

Competencia desleal – Los salesianos.

Casas para obreros.

“Educación y colocación de niños”.

Anécdotas y escuelas.

El puerto de Colastiné.

1902: huelga de estibadores.

Desiderio Tarragona y su familia.

Colonia Obligado.

Reacciones contra la explotación.

Hostilidad y persecuciones

Diálogo con el mayor Camilo Gay.

Relatos de caciques y mujeres

Ferrocarril Central Norte: personal incapaz, huelgas.

Ramal San Cristóbal a Tucumán.

Ferrocarril Provincial de Santa Fe.

Mujeres “mocovíes”.

Coincidencias con el Mayor Gay.

Primeros fracasos de los colonos.

Trilladoras en Rafaela.

Calor, polvo y moscas.

Producciones, controles y dificultades.

José Bernardo Ignacio Iturraspe Freyre.

Conclusiones sobre la Provincia de Santa Fe.

Escuela Industrial de Santa Fe.

“La escuela taller Nº 1”.

Colonos catalanes en San Pedro.

Fortín “Banderas”.

Jujuy: miseria y paludismo.

Casi anécdotas.

En “La Mendieta”.

Matacos.

En sus “toldos” impermeables.

San Pedro.

“San Pedro” a principios del siglo veinte.

Los “Aráoz” y los “Leach”.

El emporio de los Leach.

Ferrocarril – “Juego y trago”.

Maltrato a los niños.

Las mujeres matacas.

Ingenio La Esperanza.

Tobas.

Chiriguanos y chiriguanas.

Trato a obreros e indios.

Campamento de los matacos.

Chiriguanos y algunos conflictos.

Un “indio fuerte” que no es cacique.

Acerca de los indios y de las revoluciones políticas.

Los primeros dueños de la tierra.

Doctor Martín Ruiz Moreno.

Repatriación de los restos del General San Martín.

En el Chaco santafesino.

Personalidad del indio.

Mateo Briolini en la Colonia Benítez.

Discriminación.

“La destrucción del bosque”.

“Vera” y el trabajo en el obraje.

Vida de los obrajeros.

Comidas y descansos.

Labradores y carreros.

Las fábricas de tanino.

Opresiones y huidas.

Explotaciones mineras.

Abusos en La Rioja.

Latifundios e inmigración.

Testimonio de una bisnieta.

El Teatro en la Educación.

Títulos de algunas publicaciones.

Más señales.

2006: Testimonio de Osvaldo Bayer

Algo más.

Juan Bialet Massé (Mataró, Barcelona, 1846-Buenos Aires, 1907)

Juan Bialet Massé, nació en Mataró (a 33 kilómetros de Barcelona, en Cataluña), el 19 de diciembre de 1846, en el seno del hogar integrado por Camilo Bialet y Comas y Joaquina Massé.

Obtuvo el título de Médico. Integró el Ejército español que intervino en Marruecos.

“Fue revolucionario con Castelar en 1873, a la caída de Amadeo de Saboya, colaborando con la Primera República Española. [1]

Bialet poseía ‘una gran tendencia hacia las cuestiones religiosas y políticas orientadas hacia la democracia y la república’; sin embargo pronto se desilusiona, y expresa:  ‘¡¡¡Qué desgracia!!!  Qué triste es conocer a los hombres en la vida real!  Qué ídolos caídos!  La política militante murió  para mí. Sólo en la ciencia hay verdad y anda feliz en la naturaleza. Enseñar es la suprema caridad; aprender, la gran conquista’.”  [2]

Tras el fallecimiento de “su esposa Alfrida Calvo y D’Agat”, en 1873 decidió emigrar hacia la República Argentina.

(Han reiterado que cuando se embarcó hacia América dejó a su hijo Carlos en España a cargo de su madre.)

Se sentía tan catalán, tan español, que prefirió no adoptar la ciudadanía argentina aunque por ello no pudiera desempeñarse como Rector de la Universidad Nacional fundada en Buenos Aires por el distinguido riojano doctor Joaquín Víctor González (1905).

Su presencia en la Argentina

Sabido es que en julio de 1873, teniendo veintiséis años,  llegó a la ciudad de Buenos Aires y luego presentó una carta de recomendación y el diploma de Médico al Ministro Dr. Bonifacio Lastra. Trabajó como periodista en el diario “La Prensa”.

Juan Bialet Masé se trasladó a la ciudad de Mendoza, ejerció como Profesor de Anatomía en el Colegio Nacional de Mendoza y  se desempeñó como Vice-rector.

Al año siguiente de su llegada a la Argentina, se enamoró de Zulema Laprida (hija del Doctor Amado Laprida Sánchez de Loria (Marqués de La Pica) y Tita Brihuega Albarracín, sobrina de Paula Albarracín de Sarmiento -nieta del presidente del Congreso de Tucumán, el 9 de julio de 1816-  y se trasladó a San Juan para contraer matrimonio precisamente el 9 de julio de 1874.  [3]

En mayo del año siguiente nació la primera hija: María Zaida Tita Joaquina (casada en septiembre de 1900 con Juan José Posse Suárez, uno de los siete hijos de Filemón Posse, destacado Profesor y Rector en la Universidad Nacional de Córdoba, co-autor de los proyectos de leyes de matrimonio civil y educación libre y gratuita). [4]

Desde mediados de 1875 se desempeñó como Rector del Colegio Nacional de La Rioja y en ese tiempo, publicó su primer libro titulado Nociones de Anatomía, Fisiología e Higiene Humana.  También como recurso didáctico para los estudiantes secundarios, al año siguiente publicó Lecciones de Anatomía.

Han recordado que el doctor Roque Sáenz Peña estaba enfermo y Juan Bialet Massé lo atendió en la misma carreta con instrumental precario, demostrando así su aptitud profesional y mereciendo el reconocimiento perdurable del destacado político argentino, presidente de la Nación.

Impulsado por su amigo Bonifacio Lastra, en 1877 se trasladó a Córdoba y teniendo en cuenta sus antecedentes, el rector de la Universidad le asignó la cátedra de “Medicina Legal”, nombramiento que aceleró su decisión de cursar estudios de Derecho para completar su formación profesional.  Obtuvo el título de Abogado el 4 de octubre de 1879 y desempeñando diversas funciones. Las remuneraciones percibidas le permitieron vivir con holgura y adquirir propiedades en el Valle de Punilla, donde estuvo radicado hasta su último tiempo.

Representó a la Universidad en el seno del Congreso Pedagógico de 1882, cuyas conclusiones sirvieron como base para la redacción de la Ley 1420 (de “educación común”, libre, gratuita y obligatoria…)

En 1883 fue electo Concejal en la Municipalidad de Córdoba. Al año siguiente, siendo Presidente del Concejo Deliberante participó en los trámites de adquisición de las obras de agua corriente y gas (propiedad del Ingeniero Francés Esteban Dumesnil quien junto al ingeniero Carlos Adolfo Cassaffousth, estaban elaborando el proyecto de Riego de los Altos de Córdoba, para el control de las aguas del Río Primero.

Mientras estuvo en “Santa María” (poblado de la actual Bialet Massé) comenzó a  estudiar la instalación de la Fábrica de Cales y Cementos “La Primera Argentina”, para obtener cales hidráulicas como las que habían usado los Jesuitas para las represas cercanas a sus estancias, imprescindibles para las construcciones que Bialet Masé ya había imaginado.  [5]

La Universidad Nacional de Córdoba le otorgó el título de “Doctor Honoris Causa” tras una iniciativa de la Facultad de Ciencias Médicas y en esas circunstancias, fue nombrado Delegado al Consejo Superior.

Estudiante de Agronomía…

Cuando el doctor Juan Bialet Massé debió asumir la cátedra de “Medicina Legal”, sintió la necesidad de estudiar “Derecho” y en el año 1906, ante el desafío de ejercer como Profesor de Legislación Laboral y Agrícola comenzó sus estudios de agronomía en la Escuela Nacional de Agricultura y Zootecnia hasta egresar con el título de Agricultura y Zootecnia – Agrónomo.

Empresario en obras hidráulicas…

Sabido es que desde su llegada a la Argentina, Juan Bialet Massé estuvo relacionado con autoridades nacionales, provinciales y municipales o comunales.

Tras el nacimiento de su hijo Miguel Eliseo en enero de 1885, fueron sus padrinos de Bautismo el doctor Miguel Juárez Celman y su esposa Elisa Funes. Tiempo después, Bialet Massé formó una sociedad con Félix Funes para participar en la licitación y obras del Riego de los Altos de Córdoba[6]

Advertencias sobre los criollos…

Es oportuno reiterar lo escrito por Juan Bialet Massé:  [7]

“Cuando después de vivir quince años la vida de la enseñanza nacional desde Buenos Aires á Mendoza, á Córdoba y la Rioja, emprendí la fabricación de productos hidráulicos en Santa María (Córdoba), noté desde luego la excelencia del criollo como artesano y como peón.  Casi sin aprendizaje, con meras explicaciones, tuve los operarios que necesitaba, y si su trabajo era, en cierto modo, tosco é imperfecto al principio, pronto se afinaba, y vi que había en él una inteligencia embotada por una vida rústica y miserable, fácil de despertar, que tenía ideas propias y una adaptabilidad de simio”.

Construcción del Dique San Roque

Bialet Massé junto al Ingeniero Carlos Cassaffousth y trabajadores convocados para tal fin, desarrollaron el proyecto de construcción del Dique San Roque. Tiempo después, el observador catalán escribió:

“Cuando en 1886 contraté la construcción de los diques de San Roque y Mal Paso y demás obras de riego de Córdoba, las ventajas del obrero criollo se me impusieron, y desde entonces vengo estudiándolo y comparándolo en las diversas provincias, del punto de vista de su aptitud para el trabajo.”

El “capitalismo extranjero”…

No fue por casualidad que Juan Bialet Massé, en el primer capítulo de su insoslayable Informe… refiriéndose a lo observado durante las tres últimas décadas del siglo diecinueve:

“El capitalista extranjero no ha mirado al país sino como campo de explotación pasajera y usuraria: ha entregado las gestiones a personas que no miran sino el alto dividendo, como medio de asegurar sus puestos, sin reparar en los procedimientos, cayendo no pocas veces en hacerlo redundar en provecho propio; que al fin y al cabo el que extrema para otros, cae en la cuenta de que algo debe quedar para él, y obtiene así dividendos que pudieran duplicarse con administraciones más racionales. Nada han hecho para mejorar al país ni siquiera sus propias industrias; todos ven que el país progresa, pero a pocos les ocurre preguntar: ¿qué es lo que debiera haber progresado, si esas administraciones no hubieran estrujado a sus propios obreros, no hubieran estrujado a la producción, a la que hacen cuanto pueden para no dejarle sino lo indispensable para que no muera?  ¿Qué es lo que esos capitales habrían ganado, si hubieran hecho sus gerentes algo siquiera para el propio beneficio de la empresa, sometiéndose a la ley y llenando los objetos de la concesión honradamente?” /…/

“…ahora, más seguro después de las numerosas observaciones que acabo de hacer en todas las provincias, después de que la totalidad de los patrones á quienes he consultado me lo han confirmado, afirmo con toda convicción: ‘Uno de los errores más trascendentales en que han incurrido los hombres de gobierno de la República Argentina, ha sido preocuparse exclusivamente de atraer el capital extranjero, rodearlo de toda especie de franquicias, privilegios y garantías y de traer inmigración ultramarina, sin fijarse sino en el número, y no en su calidad, su raza, su aptitud y adaptación, menospreciando al capital criollo y descuidando al trabajador nativo, que es insuperable en el medio.”

“El resultado de este error, es, por un lado, que el capital del país, supeditado por el extranjero, se ha retraído de las empresas industriales, escarmentado cuando se ha metido en ellas; que se ve acusado de falta de patriotismo y de usurero, sin mirar que una usura mucho mayor impone el de afuera; y el de adentro se invierte en terrenos, acumulando inmensas zonas, ó mestizando por millones de cabezas de ganados, porque en esto encuentra seguridad y recompensa”…  [8]

En torno al Dique “San Roque”…

Esa obra fue terminada el 29 de octubre de 1889, tiempo de crisis económica y de inflación ascendente que aceleró la destitución del presidente Juárez Celman en julio del año siguiente.  La creciente influyó en el desborde de La Cañada y el 19 de diciembre de 1890 produjo “un centenar de muertos” mientras el dique “San Roque” sirvió como contención evitando mayores daños.

Tras el cambio de autoridades, comenzó un período de hostigamiento hacia Bialet Massé y no fue por casualidad que durante el invierno de 1892, hasta la policía alarmara a la población anunciando que “el dique se viene”… siendo en realidad que estaba descuidada su conservación, eran visibles algunos resquebrajamientos y estaban rotas las compuertas pero no había caudal hídrico.

El propósito de tales amenazas estaba relacionado con “otros negocios”, porque de acuerdo a lo escrito por el historiador Huber, “en Septiembre de 1892 debía firmarse en París el Contrato de Sociedad de Capital para construir el Canal Navegable de Córdoba al Paraná, proyecto de vía de navegación diseñado por Luis Huergo, primer Ingeniero Civil Argentino. El Ing. Dumesnil, el mismo que diseñó junto con Cassaffousth el Paredón del Dique San Roque, enviado a inspeccionar el Dique por los capitalistas, había dado de él un excelente informe, cuando reciben en Europa las noticias del Juicio a los constructores y del estado calamitoso del Dique. Tal noticia disuelve el trato definitivamente, fracasando un proyecto que economizaría un 50 % de los fletes de los granos exportables, y que se transportaban por los ‘ferrocarriles ingleses’.

El 8 de Octubre de 1892 Bialet Massé y Casaffousth” –Cassaffousth– “ya estaban presos por ‘el Crimen de Haber Construido el Dique’.

Preso, se dirigió así al Dr. Juárez Celman: ‘Escribo a Ud. desde el Dpto. de Policía donde estoy preso por el Crimen de haber construido el Dique. Le garanto por mi honor que el Dique es bueno, y está bien a pesar de algunos desperfectos causados por el abandono pero no se asuste. Es cierto que hay que derribar el Dique, para que no quede nada que venga de los Juárez. ¡¡¡Bárbaros!!!…’, refiriéndose a la estrategia geopolítica nacional y su correlato provincial que había resuelto frenar las aspiraciones desarrollistas de la Córdoba de los 80, donde Miguel Juárez Celman, como Ministro de Gobierno, Gobernador, Senador y Presidente, y su hermano, Marcos Juárez, como gobernador de Córdoba, representaban máximos exponentes. El representante nacional, el ‘falso ingeniero’ Stavelius había valuado las reparaciones del Dique en 400.000 pesos. Bialet Massé y Casaffousth, presos, las estiman sobrevaluadas y son autorizados a realizar y dirigir las reparaciones, que resultaron en un gasto de 5.000 pesos.

El 10 de Noviembre de 1893 salían en libertad. Las acusaciones del técnico enviado por la Nación, conocido como ‘Falso Ingeniero’ Federico Stavelius, resultaron infundadas y falsas. 138 fotografías de la construcción del dique, todavía existentes, certificaron la calidad de los trabajos. Al día siguiente renunciaba el Gobernador Pizarro.”

 A Bialet Massé, los 13 meses de prisión y el concurso de acreedores que había pactado con el Banco Provincial de Córdoba no minaron su entereza moral pero sí su economía. El propietario de la pensión donde se habían trasladado el Dr. Juan Bialet Massé y los suyos, se queja por el atraso en el pago.

En 1895, finaliza el ‘Proceso, en segunda instancia, seguido contra el Ing. Civil Carlos Casaffousth” –Cassaffousth- “y el Empresario Constructor Dr. Juan Bialet Massé por supuesta defraudación y defectos de construcción en las Obras’, absolviendo definitivamente a ambos, pero obviando el pago de las Costas Judiciales por parte de la Provincia.”

Continúan los Juicios…

El historiador Huber, destacó que “en 1896, Bialet Massé promueve Juicio contra Federico Stavelius por Perjurio y Ejercicio Ilegal de la Profesión de Ingeniero Civil, obteniendo su extradición.

En Febrero de 1897, en momentos en que el Dique rebasaba por 2da vez en su historia, el gobierno decretó una fiesta en el Dique, y recordando el momento en que el discutido Ingeniero Stavelius había afirmado que el Dique, cuando rebasaba, vibraba y hasta se movían las tejas de la casa del cuidador, se reunieron Bialet, Roca, Huergo, Firmat, Aranda, Caraffa, y parados sobre el majestuoso Dique rebalsando exclamaron haciendo coro, ¡¡vibra, vibra, Stavelius!!

En 1898 BIALET MASSÉ presenta el alegato final en la querella contra Stavelius por ‘Ejercicio Ilegal de la profesión y Uso Ilegal del Título de Ingeniero’.

En 1900, el 24 de agosto, fallece el Ing. Carlos A. Cassafousth” – Cassaffousth- “en Gualeguay, afectado por una pleuresía. Casaffousth, luego de los avatares del Juicio por los asuntos del Dique San Roque, y aquejado por las consiguientes dificultades económicas, nunca pudo recuperar su propiedad en Santa María de Punilla. En aquellas tierras queda como mudo testimonio un Dique de 120 metros de coronamiento, parte de su proyecto agropecuario trunco y los pilares del puente que mandó construir, que se conserva incólume a pesar de todas las crecientes del Río Cosquín.”

Ante “obreros” y “anarquistas”…

El 29 de noviembre de 1903 fue difundida la Conferencia del doctor Bialet Massé refiriéndose a “Deberes y Derechos de los Obreros”:

“No esperéis oír de mi boca esas frases huecas, que se han hecho tontas a fuerza de repetirlas, y que a nada práctico llevan. Yo no voy a decir aquí, aquello de guerra al burgués, fuego al capital, los derechos sagrados del proletariado, comuna, dinamita… eso, son macanas, que no sirven sino para retardar el progreso del obrero, calentarle la cabeza y remover lo que queda del salvaje en el fondo de cada hombre, trasmitido por la herencia y que la civilización no ha podido arrancar todavía.’ /…/

‘El primer deber de todo obrero y especialmente del ferrocarrilero, es instruirse. Sin instrucción, el hombre es casi una bestia y las bestias han sido hechas para ser cargadas; el analfabeto es la bestia más indefensa de la naturaleza, no tiene ni el medio de hacer constar su pensamiento ni leer el ajeno…’

‘Si no fuerais ignorantes de vuestros derechos, no se vería el hecho escandaloso de que las empresas vengan a ofreceros cien pesos por un brazo roto…’

‘Es un deber de patriotismo, de moral y de ley, llevar a los tribunales cada uno de estos casos, sin cobardías, ni desmayos.’

‘Eso es lo que debéis aprender, y no esos mentidos derechos al grito, al desorden, al escándalo, que no tenéis, ni son compatibles con la paz social. Y creedme, ahí es donde duele y ahí es donde hay que pegar’…

‘Sí, repitámoslo una vez más; hay que vencer los abusos de la fuerza y del dinero; para ello, HAY QUE DECLARARLES LA PAZ Y DARLES EN LA CABEZA, CON LA LEY, EL ORDEN, LA UNIÓN Y EL USO DEL DERECHO’…

‘Instrucción y orden, unión y ley, libertad y responsabilidad, constancia y moderación, he ahí los dogmas del obrero, que conducen a un fin: el triunfo seguro de la Justicia. He dicho.’

“Socialismo argentino”

Juan Bialet Massé, el miércoles el miércoles 27 de julio de 1904 durante su conferencia referida a El socialismo argentino – El espíritu de la ley nacional del trabajo; expresó que “su socialismo es completamente diferente de los socialistas europeos, él  es un socialista del medio y de la raza, del orden y de la libertad, de la moral, de la ciencia y del progreso… es el socialismo del deán Funes y del doctor Vélez Sársfield, el socialismo de los constituyentes, salidos en su mayor parte de la Universidad Nacional de Córdoba, es el socialismo cristiano, cuyos principios fundamentales están condensados en la encíclica ‘Rerum novarum’, en la que el más sabio de los Papas, León XIII, dio la más pura y perfecta aplicación del evangelio a la cuestión social moderna; y no se alarmen los espíritus ultraliberales porque esos principios se hallen envueltos en los dogmas, como no podían menos de estar en la obra de un Papa, porque el genial autor los deriva expresamente del derecho natural y de la naturaleza intrínseca de la personalidad humana, y son aplicables a todas las religiones y a los pueblos e individuos que carecen de ella”…  [9]

“Informe sobre el estado de las clases obreras…”

Si alejarlo de los ámbitos políticos fue el propósito de quienes pensaron en encomendarle la misión de elaborar un informe sobre “las clases obreras”, evidentemente se equivocaron porque lograron el efecto contrario.

Juan Bialet Massé, era consciente de la importancia de su trabajo de investigación acerca de la vida de la mayoría de los argentinos y de los inmigrantes de menores recursos. En su nota del 30 de abril de 1904, remitiendo al ministro del Interior doctor Joaquín Víctor González los tres tomos de su estudio, expresó:   [10]

“Debo manifestar a V. E, que he encontrado en todas las autoridades locales, cuando he recurrido á ellas, la mejor acogida y me han prestado todo el concurso que las he  pedido, y que algunos señores Gobernadores, muy dispuestos a favor de las clases trabajadores, chocados por las explotaciones indignas de que ellas son víctimas, hacen lo que pueden en su favor, y me han suministrado datos precisos.” /…/

“Bien quisiera tener el talento descriptivo de un Zola, para presentar, palpitantes y vivos, los sufrimientos y necesidades de este pueblo, tan abnegado, que son grandes y  muchos; así como los de esas pobres tribus indias, que en poco tiempo pueden ser traídas á la vida civilizada, contribuyendo con sus cien mil brazos, irreemplazables, á lo menos durante este siglo, para el desarrollo y la grandeza de la República, y hoy víctimas de su salvajismo, de que no se les puede hacer responsables, del abandono de su cultura, del desamparo de sus derechos y de la explotación inhumana, de que son objeto, porque creo que ello bastaría para que del alto criterio de V.E. y de su rectitud surgiera el remedio y las soluciones que la Constitución ordena y la humanidad impone.

No se curan las llagas ocultándolas ó velándolas á la vista del cirujano, por un pudor mal entendido; es preciso por el contrario, presentarlas en toda su desnudez, en su verdad, manifestando sus antecedentes con toda sinceridad, para aplicarles el remedio conveniente.

Puedo asegurar á V. E. que en esta investigación podrá haber error en las apreciaciones, pero que respecto de los hechos son tales cuales los he visto ó comprobado.

Mi modo de proceder, en desempeño de esta comisión, ha sido el mismo que he empleado antes.  Ver el trabajo en la fábrica, en el taller ó en el campo, tomar los datos sobre él y después ir á buscar al obrero en su rancho ó en el conventillo, sentir con él, ir á la fonda, á la pulpería, á las reuniones obreras, oírle sus quejas; pero también oír á los patrones y capataces.

En los ferrocarriles, he pedido datos á los gerentes, he ido á los talleres, y al viajar en los trenes, me he bajado en cada estación, para ver el servicio, y donde lo he creído necesario he viajado en los trenes de carga, aprovechando las largas paradas en las estaciones.  He penetrado en el toldo del indio y recorrido los puestos de las estancias.

Donde he podido y mis fuerzas ó mis conocimientos han alcanzando, he tomado las herramientas y hecho el trabajo por mí mismo, para sentir las fatigas; así he entrado en las bodegas de los buques, he pasado un día y otro al lado de las trilladoras y tomado la guadaña para cortar alfalfa y hecho medio jornal sentado en la segadora, al rayo del sol, en mangas de camisa.

En otros oficios, he aprovechado mi práctica, como en el de albañil, molinero, picapedrero y todos los que se relacionan con el arte de la construcción.”  /…/

“Pero lo que no he podido evitar ha sido el recuerdo de aquellos desiertos difíciles y peligrosos, que atravesé hace treinta años en detestables carruajes ó sobre el lomo de una mula, mirando el horizonte por si venían indios ó montoneros (y que hoy he recorrido en un cómodo dormitorio de ferrocarril, convertidos en tan poco tiempo en emporios, que satisfacen las necesidades del consumo y exportan por cientos de millones productos que entonces importaban, caros y en corta cantidad, y otros que sólo esperan el impulso directo para dar otras riquezas de más valía, capaces de producir en muy pocos años un cambio económico en la República y en el mercado universal, como son los textiles y oleaginosas de la Rioja y Catamarca, en el Chaco y en ambas orillas del Paraná.” /…/

“No he podido tampoco prescindir de señalar la importancia relativa de muchas localidades como fuentes de la riqueza, y el modo de fomentarla.  Aunque parezcan ajenas al objeto de la investigación que se me ha encomendado, las creo tan íntimamente ligadas, que he considerado un deber incluirlas en este informe; de todos modos, lo que abunda no daña, y muchas servirán para desvanecer prejuicios profundamente arraigados, aun en personas dirigentes.

Tal es, entre otras, la preocupación de la inferioridad del obrero criollo, cuando, en verdad, por su fuerza muscular y por su inteligencia, revela una superioridad notable, y la experiencia del taller, del ferrocarril y de la agricultura demuestran que no es extraño ni refractario á ningún arte ni oficio, y que sus defectos y vicios proviene de causas que le son perfectamente extrañas, y cesan con la causa que los produce; atreviéndome á afirmar, desde luego, que sin gran trabajo se logrará una raza original y bien caracterizada, de un orden superior en la historia de la humanidad.” /…/

“…desde el paralelo 32º al norte, siempre que el calor exceda de 35º c., el extranjero es inepto para desempeñar todo oficio que exija gran fuerza muscular y la permanencia al sol.  De este modo, el trabajo de la estiba de Colastiné al norte, la horquilla de las trilladoras, el cultivo de la caña de azúcar, el desmonte y otros, son absolutamente imposible para el extranjero, aun para los españoles é italianos, que son los que más se adaptan al país.  Obreros traídos de Málaga y de Almería, nacidos en los cañaverales, llegados á Tucumán, no han podido resistir tres días el trabajo del corte.

Esta comprobación demuestra: 1º el error y falta de fundamento del menosprecio con que se ha mirado al obrero criollo; 2º el error gravísimo con que se ha procedido y procede en materia de inmigración y colonización, atendiendo exclusivamente el elemento extranjero, dejando de lado al criollo, mucho más eficaz y valioso; sin que esto importe decir que la inmigración extranjera no sea por todo título digna de atención y elogio; y 3º la necesidad de legislar para el hijo del país, mirando á su desarrollo y bienestar, haciendo partícipe al huésped de las ventajas acordadas al criollo, pero no dándole otras que á este no se conceden, porque, además de ser odioso, es, en último resultado, contraproducente; y á mi entender, esta es la letra y espíritu de la Constitución: dar al extranjero un asiento en la mesa prepara para el hijo del país; no preparar el banquete para el huésped, quedando afuera el dueño de casa”. /…/

“Yo bien sé que este informe me ha de valer acerbas críticas: la verdad, la imparcialidad y la justicia siempre las provocan. Al relatar he suprimido los nombres propios en cuanto me ha sido posible y no he podido elogiar.  Acepto la responsabilidad de mis afirmaciones que me cabe toda entera, por la libertad de procedimientos y de manifestación que V. E. me ha dejado.  Todas las observaciones son hechas o comprobadas personalmente, y, por lo tanto, me corresponden los defectos que de que ellas adolecen.

Y la primera y más grande afirmación que creo poder hacer es: que he encontrado en toda la República una ignorancia técnica asombrosa, más en los patrones que en los obreros.  He visto maquinistas que no saben cómo actúa el vapor, he visto carpinteros que no saben tomar la garlopa, electricistas que no saben lo que es la electricidad; planchadoras que se matan en un trabajo ímprobo y labradores que no saben agarrar la mancera ni graduar el arado, pero es mayor, si cabe, la ignorancia patronal, salvo rarísimas excepciones.   Esa ignorancia es la causa que estaciona las rutinas y arraiga los prejuicios, extraviando los anhelos mismos de la codicia, y no deja ver que el obrero no es un instrumento de trabajo indefinido, sino que es un ser capaz de un esfuerzo máximo, en un tiempo dado, si tiene el alimento y cuidado suficientes, y que prescindiendo de toda consideración de humanidad y de caridad, por codicia ser bien alimentado y cuidado.  Son rarísimos los patrones que se dan cuenta de que el rendimiento del trabajo es directamente proporcional á la inteligencia, al bienestar y á la alegría, sobre todo, del obrero que lo ejecuta, y no al tiempo que dura la jornada, cuando ésta pasa de su límite racional; y mucho menos los que alcanzan á comprender que manteniendo á sus obreros en la miseria, lo mantienen en la tendencia al vicio y al delito, que ellos pagan en último término.” /…/

“Muchos industriales me han dicho que era imposible plantear aquí la legislación del trabajo, que eso eran teorías de los doctores socialistas de Buenos Aires, que no sabían lo que era un taller, ni una industria.

Los que saben que á mí no me es extraño ningún oficio, desde la carpintería y la herrería, hasta el ajustaje y el montaje; desde la fabricación del ladrillo y de la cal hasta las altas construcciones; desde la mina y la cantera hasta la fundición y el tallado, y que he organizado muchos obradores, muchos talleres y mucho personal, desde el peón de terraplén hasta el ingeniero, no se han atrevido á decirme lírico; pero cuando les he hablado de mi experiencia personal, se han encogido de hombros: unos, porque no me han entendido; otros, porque estaban resueltos á no dejarse convencer.”  [11]

“El obrero criollo”

Medio siglo después de la sanción de la Constitución Nacional Argentina, el observador catalán relató parte de lo visto desde su llegada al país; algo de lo comprobado después de trabajar en distintas provincias de la región de Cuyo y en Córdoba y luego de recorrer las restantes para elaborar el Informe… que le habían solicitado:

“Todos se han preocupado de preparar el terreno para recibir al inmigrante extranjero; nadie se ha preocupado de la colonia criolla, de la industria criolla, ni de ver que aquí se tenían elementos incomparables, y sólo después de observar que los patrones extranjeros preferían al obrero criollo, que los extranjeros más similares y fuertes no eran capaces de cortar tres tareas de caña en Tucumán, de arrancar un metro de mineral al Famatina, de estibar un buque en Colastiné, de horquillear en las trilladoras en la región del trigo”… /…/

Al rememorar el momento de la instalación de la primera colonia agrícola de la Esperanza, en territorio santafesino por decisión del gobernador Domingo Crespo días después de la sanción de la Constitución de 1853, cuando firmó el contrato de colonización con el tucumano Aarón Castellanos, el doctor Bialet Massé expresó:

“Existen en Santa Fe el señor don José E. Ferreira, actual presidente del Banco Provincial, el señor don Ignacio Creso y otras personas, testigos presenciales de estos hechos, que demuestran que los primeros surcos trazados en la Pampa, de una manera racional y eficaz, no fueron trazados por los colonos inmigrados, sino por los hijos del país que les sirvieron de maestros.

De allí fueron extendiéndose las colonias, siguiendo los mismos procedimientos, con una rutina constante…” [12]

“Sangre para la guerra”…

Ya había comprobado Juan Bialet Massé, algunas de las circunstancias que determinaron diversas reacciones de los “criollos”, hábiles para tantos oficios rurales y por eso, en su Informe necesitó destacar:

“Cierto que adolece de defectos y tiene vicios arraigados; pero no es su obra, ni es responsable de ellos.  No se tiene en cuenta que durante ochenta años se le ha pedido sangre para la guerra de la Independencia, sangre para guerras extranjeras, sangre para guerras civiles, y á fe que ha sido pródigo en darla; y no sólo dio su sangre sino que le quitaron cuanto tenía.  La tropillita de vacas, la majadita de cabras o de ovejas le era arrebatada por la montonera, y él mismo era llevado para empuñar la lanza, cuando no era degollado á la menor resistencia.

¡La previsión del porvenir!  ¿Acaso podía tenerla?  Al día siguiente de casarse era llamado á las armas, y tres días después se batía en La Tablada ú Oncativo, en San Roque, ó en Caseros ó en Pavón; hoy llevado por el gobierno regular, mañana por el montonero.

¡Hábitos de ahorro y de acumulación!  ¿Para qué? A su mismo patrón lo veía poner dos y tres veces en el banquillo, para sacarle hasta el último peso; no podía él esperar mejores garantías. Y cuando quedaba en el campo ó sirviendo en la ciudad, bajo un régimen semejante á la servidumbre, con una disciplina casi militar, recibiendo escasamente lo indispensable para no morirse de hambre, ¿qué es lo que había de ahorrar?  ¡Como no fuera la alegría del vivir!  Y ahora mismo el vale maldito de la proveeduría le saca hasta la última gota de su sangre”.

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Acerca de las proveedurías, Bialet Massé expresó sus conclusiones tras estar en distintas localidades y cuando llegó a Perico -en Jujuy-, en un día de pago y de lluvia, vio “un cierto velo de alegría” sobre aquellos “rostros macilentos” de enfermos de paludismo, porque esa noche podrían reunirse “en las casas de negocio, tocando la guitarra, y bebiendo y cantando, comentando las variantes del trabajo y los sucesos del pago.”

Anotó luego en su Informe… al ministro Joaquín Víctor González:  [13]

“En aquella casa, hotel y pulpería, almacén y tienda, ferretería y chanchería, arca de Noé comercial, había un conjunto abigarrado de gentes; en sus manos veo por primera vez multitud de medallas, monedas de todos los tamaños y colores que circulan en la región, y de las que presento á V. E. se dé cuenta de cómo se violan las leyes, sin que policía ni fiscales se preocupen por ello.

Hay monedas de casas que quebraron tiempo ha…”

“Allí oí por primera vez las quejas, los clamores contra un feudalismo medioeval, sin cuchilla, pero con la horca de la proveeduría, y si bien sin pendón y caldera, á veces con látigo y cepo, con emisión de moneda, con valor circulante fuera del estado emisor, sin el freno de la ley y de la justicia.

Era tan atroz lo que me contaban, que no podía creerlo; á lo menos creía que de seguro entraba por mucho la exageración y la conseja popular”…

Vicios y sometimiento…

Refiriéndose al trabajo de los carreros en los obrajes, Bialet Massé advirtió que “ninguno se ha quejado del trabajo: los que tienen al esclavitud de la proveeduría se quejan de los patrones y la maldicen, pero no al obraje”.  Luego destacó que “la proveeduría es rabiosamente explotadora, y en muchas partes estafa… se les roba en el peso, en proporciones escandalosas, en vez de diez kilos se les dan siete, y en vez de cinco, tres y menos; y como si esto no fuera bastante se llevan á las carnicerías carne de animales muertos de enfermedad, cansados y lastimados…  Donde es más atroz, en la ropa… En muchos obrajes se obliga al obrero á gastar todo en la casa y se le fomentan los vicios para que esté siempre empeñado”.

“…las hay que llevan la explotación á extremos increíbles; tienen lo que se llama aviador, que  los sábados adelanta plata á los obreros pero la plata consiste en unas ruedas de lata que se supone que valen un peso, el que gana va á la proveeduría á convertirlas; pero le dicen que las latas no son dinero y que no se convierten sino en mercaderías. /…/  Excusado es decir que el aviador va á la parte con la proveeduría y ambos son los únicos que ganan.

Aun hay más, el colmo, se explota en dos obrajes la prostitución”…

Agobio y vicios…

Tras observar cómo vivían los criollos -gauchos postergados porque en aquel tiempo preferían a los extranjeros-, Juan Bialet Massé escribió:

“Hábitos de ahorro, esperanzas para el porvenir, en quien recibe un jornal que lleva consigo el déficit á lo menos de un veinte por ciento de las necesidades de la vida, atado por el saldo de la libreta que no se liquida sino con la muerte!

Sólo él, que ha podido conformarse con tal vida, es digno de admiración y no de desprecio.

La inseguridad y la miseria de la vida no pueden producir sino el deseo de placer en el momento; el mañana no existe para quien no espera mejorar.  La obra de un siglo no se cambia en un día; mucho más cuando uno de los medios más seguros de mantenerlo en ese estado de semiservidumbre consiste en fomentar esos mismos vicios, vendiéndosele bebidas venenosas á discreción, defraudándolo, indefenso, en la cantidad, en la calidad y en el precio, con codicia sin entrañas.

Pero en cuanto la paz ha imperado en la República, apenas se le han dado los elementos de una instrucción rudimentaria, sin educar en lo más mínimo el carácter, á pesar de deprimirlo en su amor propio, poniéndolo en un lugar inferior al advenedizo, ha venido al trabajo sobrio e inteligente, disciplinado y leal, demostrando calidades descollantes.”  /…/

“Se le enrostra la embriaguez, que desgraciadamente tiene, pero no hay persona que, después de recorrer los barrios obreros de Londres, de París y otras ciudades, no note que el obrero argentino se embriaga mucho menos que el obrero europeo”.

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“Lo que sorprende es ver conduciendo la máquina de un tren, ajustar con precisión, tallar muebles como verdadero artista al chicuelo harapiento y desnudo, alimentado con cuatro granos de maíz y algunas vainas de algarroba, que carne sólo le daban en día de fiesta, y que yo mismo vacuné hace treinta años, sin sospechar que pudiera ser otra cosa que el peón común ó el puestero de una estancia.”   /…/

“Los he visto entrar en mis talleres como peones ó arrima-leña, con aire perezoso y retobado, mirar al manómetro y á los órganos de la máquina una hora y otra, fijarse en lo que hacían los oficiales y maestros, hacer una pregunta breve, siempre pertinente y oportuno, y luego otra y otra, imitar como monos lo que habían visto; al cabo de seis meses eran obreros industriales.

El mestizo de quechua que se cría en los faldeos de las sierras de Córdoba, Rioja, Catamarca y Tucumán, hasta el límite norte de la República, envuelto en la dura cáscara del algarrobo, es sin duda alguna un obrero industrial de primer orden.

Es ahí donde se encuentra el habiloso, tipo original que sólo allí se cría.  /…/  Vivo, inteligente y rápido en la concepción, nada lo sorprende y para todo halla salida.  Generalmente fue soldado y viajó, algo le queda de todo lo que ha visto, y en la oportunidad lo aplica, mejor ó peor, pero sale del  paso y saca del pantano.

Ese habiloso, puesto en un taller, es un excelente oficial en cuatro meses.”    [14]

Comenta luego:

“El obrero criollo es en su inmensa mayoría, casi podría decirse en su totalidad, moreno obscuro, de frente elevada y ojos muy vivos, negros; la boca grande y la barba aguda, cuello seco, más bien largo, ancho de hombros y de talla esbelta; su estatura, de mediana arriba, tiene ejemplares muy altos, las articulaciones voluminosas y temperamento nervioso, á veces nervioso-bilioso, más raramente linfático nervioso.  Posee una alta intelectualidad y es de gran esfuerzo muscular instantáneo, resiste al trabajo largas horas, aun sin comer, y hace marchas asombrosas bajo un sol abrasador, con media docena de mates por todo alimento; es sobrio para la comida, como pocos madrugador; es jinete innato; el caballo es una especie de apéndice del criollo.  Altanero, independiente, de un amor propio extraordinario, valiente hasta la temeridad y ceguera; sin embargo se subordina bien en el ejército y en el trabajo,  más por la convicción que por la fuerza.

Confiado y generoso, el goce del momento presente lo domina y el porvenir no lo inquieta; es hospitalario como un oriental; nadie llega á su rancho que no tenga acogida; cuando no tiene otra cosa que brindar, comparte con el huésped el escaso plato de locro ó la última cucharada de mate que le queda.”

“Orgullo de la nacionalidad”…

“Localista en extremo, tiene el orgullo de la nacionalidad; pero carece de ideales políticos, jamás ha sido llamado á la vida consciente de la política y se ha cansado de la lucha estéril de comparsa.

Todo lo espera de los gobiernos, y á ellos atribuye todos los males y privaciones que sufre.  Cree en las promesas de los programas políticos, y como éstos no se cumplen inmediatamente, ó mejor, él no siente la mejora inmediata prometida, cae en la decepción; y al elegido ayer lo llena de improperios hoy; entusiasta y poco perseverante, no profesa principios, lo que quiere es mejorar el malestar presente, sea por un medio o por el contrario; no razona, sigue al caudillo o patrón, obligado por la dependencia de la vida, de ahí que varía fácilmente de partido.”   [15]

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“El pueblo se hace por sí mismo, y el día en que se organice la pequeña propiedad y el trabajo, por poco que se le dé la mano y dignifique, surgirá potente y valeroso.”  [16]

Contexto social…

Es oportuno reiterar lo expresado por Juan Bialet Massé, en su Informe… acerca del contexto social de fines del siglo diecinueve:  [17]

“En el Litoral mismo se conserva aún esa especie de brisa aristocrática, que hace mirar con cierta superioridad al hijo de europeos que al criollo mestizado de indio, y que separa á la masa popular de la dirigente y de abolengo, como puede verse en la política.

De ahí esa separación notabilísima que las escuelas normales, los colegios nacionales y universidades por un lado, y el progreso agrícola é industrial por el otro, van borrando cada día más, pero que tardará en desaparecer.”  /…/

“La conscripción ha producido un efecto por demás civilizador, educando una masa de hombres, acostumbrándolos al método, al orden, á los movimientos acompasados, enseñando a muchos á leer y á escribir, efectos que se notan aún en las más apartadas estancias; basta ver andar á un peón para decir si ha sido ó no conscripto, especialmente de la marina, y encuentran colocación preferente; pero ha producido otros efectos más importantes en la economía del país. /…/ El correntino que ha ido al campamento de San Lorenzo, ha vuelto á su provincia para atraer á Santa Fe millares de brazos, que llevaban una vida miserable, ganando 6, 8, 10 y 12 pesos cuando más, y que ahora ganan en una campaña de cosecha ó de obraje más que en seis años en Corrientes.

El campamento de Fortín Tostado ha enseñado á muchos santiagueños cómo se puede ganar la vida; y los riojanos y catamarqueños han aprendido el camino de las colonias del sur de Córdoba y norte de Santa Fe, de donde han pasado á la estiba en los puertos y otras muchas ocupaciones en el Litoral.

El mismo pueblo El Tostado, que surge con fuerzas, trazado con previsiones de un gran pueblo, es la creación del mayor don Camilo S. Gay, distinguido jefe, con dotes de gobierno y entusiasmos de apóstol”…  [18]

“Yo he visto en Rafaela un barrio de criollos que ya han comprado sitio y edificado sus casitas con las economías de las cosechas, tienen sus aves de corral, crían chanchos y plantan árboles frutales; y en los Llanos de la Rioja son muchos los que mejoran sus terrenitos con lo que ahorran en las cosechas de Tucumán y Santa Fe.”   [19]

Destacó luego que el criollo, “tiene  una tendencia á la ostentación del yo, como ningún otro pueblo”. Aclaró que “esa ostentación del yo le hace generoso y hasta pródigo, detesta al avaro y se burla de las infelicidades del rico”.

“La mujer es soberana del hogar, aun en el más pobre.  El gaucho no dice nunca: ‘mi mujer’, sino ‘mi señora’; y realmente lo merece, porque no hay ser más abnegado que la mujer argentina; amante sin medida, madre fecunda como el suelo que habita; sus aspiraciones no tienen límites para su marido y sus hijos, que siempre tienen razón con relación á los extraños, aunque en el seno del hogar, en el mismo asunto, se la nieguen.  Más que el hombre, tiene una facultad de adaptación realmente extraordinaria; nada encuentra extraño al ascender en la escala social, é imita con perfecta naturalidad los modales, el vestir y el bien parecer.

Aun las no casadas, no hay sacrificio que escatiman para su amado; y por esto mismo se abusa de ellas sin medida.  No ve defectos en el ser querido, y si los ve, se los tolera; no son pocas las que cargan con el sostén de la familia, con todas las rudezas de la lucha por la vida; de aquí que acepte resignada que se pague su trabajo de manera que sobrepasa la explotación; y con tal de satisfacer las necesidades de los que ama, prescinde de las suyas, hasta la desnudez y el hambre.

Tejedora hábil, costurera y modista minuciosa y de buen gusto, no hay oficio femenino que no aprenda bien; y en poco tiempo ha invadido los talleres y fábricas con paso firme, desempeñando con precisión y delicadeza muchos oficios que el hombre desempeña de mala gana y con grosería.  Va ganando el comercio, sobre todo en la campaña, ayudando al marido y á los padres, y no son pocos los puestos que ocupa en la enseñanza, después de brillantes estudios en las escuelas normales.”  [20]

Entre el rancho y el conventillo…

Juan Bialet Massé, en su Informe… destacó que “difícilmente puede encontrarse un pueblo que tenga más desarrollado el instinto de la propiedad que el pueblo argentino en el Interior.  El rancho propio le es tan necesario como la ropa que viste. /…/

El conventillo le causa horror, y más prefiere dormir al aire libre, bajo de un tala, que en la pieza estrecha, sin luz ni aire, de la ciudad; necesita un pedazo de tierra para atar su caballo y algo más para poner un árbol que le dé sombra”…   [21]

Derechos de los trabajadores

Destacó Bialet Massé que “el trabajador argentino tiene derecho á la ración mínima, porque trabaja, y no es de condición inferior á la del animal, al que por lo menos se mantiene y educa; porque es hombre nacido con el instinto y el deber de conservar la vida; porque así lo exige su dignidad de ciudadano, la más elevada y noble que aquí puede tenerse, puesto que es soberano en ejercicio permanente de su alta dignidad.    Si los caudillos que lo dirigieron á la conquista de los derechos de hombre y ciudadano, pusieron su inteligencia, él puso su sangre y su valor; la ley iguala á todos.  Se le da la ración ó se le da la tierra: es su derecho.  Y de dársela á nadie resulta perjuicio, sino aumento: al patrón por lo que con ello gana, á la Nación por su grandeza.  Un ciudadano argentino que trabaja y no le dan para mantener la vida, es una injusticia que clama, una iniquidad que ofende á las instituciones.

Ésta es la doctrina que brota de esta tierra, la de la ciencia y de la justicia, la de la democracia y la humanidad.  ¿Por qué no decirlo lealmente?  En estas materias, de Europa no nos puede venir nada que no sea perjudicial; ni siquiera han sabido adaptar nuestras viejas leyes.  /…/  La ración mínima debe ser igual para todos, según el desgaste del trabajo, es decir; ración en reposo, ración en trabajo, ración en gran trabajo; que la ciencia mide y pesa; y antes de que la ciencia la midiera y la pesara, la observación empírica secular la había ya determinado más o menos aproximadamente.”  En otro contexto, Bialet Massé destacó que “en muchos lugares del sur de Córdoba, Santa Fe y centre Ríos”,  la ración consiste generalmente “el choclo y el zapallo en las estaciones oportunas, si no lo tiene junto á su rancho ó no se lo dan, se lo toma; y la fruta en el verano le ayuda mucho” y en los ingenios tucumanos agregan “la galleta que consumen con el mate… En la región central norte de Santa Fe (colonias Castellanos, San Cristóbal), los santiagueños y cordobeses se enferman á los pocos días de llegar, y se van.  Los mismos hombres van al sur de la provincia y no se enferman; comen bien.  Tales hechos, que se oyen con generalidad en Santa Fe, y se atribuyen á la abundancia en el norte, y á que los que van al sur están ya más acostumbrados”… [22]

“La frugalidad sin vicios”

En su enfoque acerca de la necesidad de disponer de lo necesario para la vida que impulsa a las personas a obrar de determinada manera, Bialet Massé expresó que “la frugalidad sin vicios es el ideal de las calidades del obrero, que lo ponen en condiciones de mejor salud, de más prolongada vida, de mayor potencialidad nacional.  La frugalidad es un precepto higiénico, impuesto no sólo al obrero, sino á todos los hombres, cualquiera que sea la raza á que pertenezcan, el clima en que vivan y la posición social que ocupen; pero esa frugalidad es relativa y variable, y la alimentación misma varía según una multitud de circunstancias, especialmente del grado de civilización de los pueblos, que les enseña, no sólo el modo de preparar y condimentar los alimentos, sino aquellos que más convienen á su conservación y á su trabajo, y lo mismo sucede con el vestido y la vivienda.”

Destacó Bialet Massé que “la sociedad no puede considerar al hombre separado de la necesidad de reproducirse, que le ha impuesto la naturaleza, y sin la cual la sociedad misma se acabaría. Sin familia no hay sociedad.  /  Esa ración es lo necesario, lo indispensable, lo irrenunciable, porque no puede renunciar á la vida, no se puede tratar el suicidio. / Mas, si queremos al hombre civilizado, culto, moral, hay que darle además alimento moral, de cultura y civilización, descanso del trabajo para que los pueda gozar”.

Destacó Bialet Massé en 1904, algo que también se advierte cien años después.

“…En este país tan superabundantemente rico hay algo de anómalo.  Los ganaderos escojen para la exportación los mejores novillos, los mejores capones, y los exportan; esas excelentes carnes se venden en Europa á más bajo precio que la inferior que se deja para el propio mercado; el pan que se hace con trigos argentinos se vende allí más barato que en los pueblos de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba en que se producen. / Comemos lo inferior y lo pagamos más caro…  Se tomó y se toma  sin beneficio de inventario y sin espurgo lo que de ultramar venía y viene… Es así cómo de un lado se han encendido los fuegos del lujo, del oropel y de la codicia desmedidos, y por el otro las miserias del pobre reciben como esperanzas, como promesas, sin ver si se acomodan á su ser y á su medio, doctrinas utópicas o explotaciones hipócritas.

Las cuerdas se rompen porque se mantienen tirantes por los extremos.”  [23]

En torno a teorías económicas…

Insistía el doctor Juan Bialet Massé en que la Argentina era una país con características singulares y preguntaba “…¿Qué sabían Karl Marx, ni Ricardo, ni saben hoy Max Nordau, ni Malato, ni Mun, ni Guesde, ni Jaurés de lo que es un país en que el estanciero que no saca á su estancia el doce por ciento de interés cree que pierde plata; de un país en que se araña la tierra y los cereales dan 100, 200 y 400 por ciento del capital y trabajo empleado, y que por mero arrendamiento pagan por año los labradores un valor equivalente al valor de la tierra misma y más?  / El mejor de ellos, después de quince años de estar tronando contra el papel moneda argentino, viene á caer en la cuenta de que aquí, con papel, se produce oro, y con oro no se produce nada.

Ciencia económica!  Hasta la ciencia matemática, con todo el absolutismo de las fórmulas, dan soluciones negativas, cantidades imaginarias, absurdas, según los datos que les aplican.  / Estudiar los principios con aplicación á países, razas, suelos, climas y costumbres que no son extraños, no aplicados á nuestras propias condiciones, es un error. Esos economistas que hacen un viaje cinematográfico, que toman datos de algún compatriota fracasado, ó por demás afortunado, ambos fuera del mundo real, escriben cosas que hacen reír, y nada es más ridículo que el traslado ciego que quiere hacerse de todo el sistema socialista colectivista á Buenos Aires, y desde Buenos Aires aplicarlo á toda la República; en pasando el Riachuelo, Flores ó Belgrano, cualquier patán se ríe en las barbas de estos reformadores. /   Como hay energías de posición, hay abundancias y miserias de posición; la República Argentina tiene los medios de colocar á todos los habitantes en la posición conveniente para que todos tengan vida y vida fácil; sólo estorban los prejuicios, las codicias mal entendidas; nos estorba tomar la ciencia por lo aparente, sin penetrar en el fondo de las cosas; de ahí que de principios ciertos sacamos conclusiones falsas, aplicaciones detestables.”

La cocina…

Advirtió Bialet Massé que “como en casi todas las colonias del norte domina el elemento piamontés, la inmigración golondrina de esta región de Italia se dirige á ellas; los cocineros son de ellos.  La comida la hacen con carne, papas, verdura abundante, con ajos, cebollas y picantes.  El tipo de la cocina, cocinero y comida es éste: Una gran olla de hierro al aire libre, sobre ladrillos, y raramente sobre un trípode de hierro; esa es la cocina, junto á la parva ó la casilla; excusado es decir que allí caen polvo, pajas y moscas e montón á cada destapada de la olla, si es que tiene tapa. El cocinero es un peón, que no se ha mudado la ropa exterior desde que salió de Italia y con ella volverá.  No necesita decir su oficio; la hediondez de su persona lo delata.  Pone en la olla la carne lavada ó sin lavar, esto no es cuestión de gran monta para él ni para su gente.  A las nueve o nueve y media toma un platón de lata y pica, con las manos redondas de suciedad, que nos e lavan sino cuando lava su ropa, los repollos, pela y corta las papas y una cantidad de ajos bravos, que voltean al que se acerca, y cebolla y ají picante como cáustico, y especies de todo género que puede alcanzar. Cuando aquello está cosido es una gazofia (sic), que sólo la pueden tragar aquellos para quienes está destinada.  Yo no he podido pasar ni la primera cucharada; es un sinapismo, hediendo y casi inmundo, que hace las delicias de aquellas gentes; incita a beber vino y los encanta.  Echan tocino al puchero que la ranciedad lo ha puesto amarillo como oro, y hiede á diez metros de distancia.  Pero el pobre criollo, acostumbrado a su puchero sencillo, á su locro y mazamorra más sencillos aún, es claro que se ha de enfermar.  No es la cantidad sino la calidad de aquel bodrio, á que no se habitúa sino quien se ha criado con ello, lo que le descompone.  En el sur, gentes más acriolladas, más civilizadas, hacen las comidas menos condimentadas y más sencillas y el criollo no se enferma.  Allí, aparte la suciedad del medio, se come bien y hacen unos asados á las brasas que van por toda una comida.  En el norte de Córdoba, Rioja, Catamarca y Santiago, la comida es siempre loro, el puchero, el asado cuando lo hay, y la gente por este lado estaría bien si fuera abundante la ración.”   [24]

Círculos de Obreros Católicos…

Bialet Massé destacó que “la sociedad obrera más antigua del Interior es la ‘Unión y Progreso’ de Córdoba… la ciudad docta dio una nota de tonalidad distinguida el 7 de noviembre de 1870.   La sociedad se fundó con la participación de “hombres y mujeres” hasta que reformados los estatutos en 1894, “se acordó no admitir más señoras y niñas”.   Los objetivos de la sociedad fueron “1º De dar educación á los hijos de los socios que no podían costear su educación. 2º Cuidar y prestar protección á los hijos menores de los socios que fallecieren, haciendo lo posible para que fuesen educados y puestos en condiciones de tener una profesión provechosa”; prestar auxilio y protección a los socios estableciendo una cuota de “un peso mensual” y así fue como el esfuerzo de aquellos artesanos logró la adquisición de “un hermoso edificio, la mejor biblioteca obrera del país, y una escuela amplia y bien construida, que honra á esa sociedad y á la ciudad que la contiene”.  El reglamento aprobado en el año 1897 estableció “con el nombre de seguro sobre la vida, una herencia mutua en realidad. El capital destinado á ese objeto es ilimitado, se forma con una cuota de un peso que pagan los socios después de los primeros quince días del fallecimiento de toro; con lo cual queda formada la bolsa para el primero que fallezca.  La sociedad tiene también un buen panteón en el cementerio, para uso de sus socios, con derecho de permanencia por cinco años.  No es permitido en la sociedad discutir cuestiones religiosas ni políticas, y es motivo de expulsión el incurrir en vida viciosa ó abandono de profesión honesta.  /…/ Sus miembros han sido siempre modelos de orden, de seriedad y han demostrado un vivo deseo de progreso y de cultura. /…/ El señor presidente, don Ismael Galíndez, dice en la memoria, que él prefiere ver los libros ajados y hasta rotos, porque ese mal estado será la prueba evidente de haber alimentado muchos cerebros, que se habrán educado é instruido con las enseñanzas contenidas en sus páginas; concluyendo con esta hermosa frase: ‘se habrá inutilizado el libro, pero se habrá educado un hombre y se habrá instruido un lector, que es nuestra común aspiración; habrá pérdida de material y ganancia moral’.   Forman en esa sociedad esos artesanos serios, hasta un poco tiesos, que estiman sus oficios como una verdadera categoría social.”

Luego, Bialet Massé describió algunas características del “Círculo de obreros católicos” de Córdoba que tenían un local céntrico y espacioso, con un gran salón con palco escénico y contiguo, un salón de billar. “Es el único círculo de la República que ha dado resultados visibles de mejoría obrera. Ha instalado escuela primaria y una dibujo… hay mucha cultura y mucho orden.”

Tras observar el funcionamiento de los círculos Católicos de Santa Fe, destacó que era posible “juzgarlo por el siguiente recorte de La Opinión, de aquella ciudad, que transcribo: ‘El simpático centro que india el título de estas líneas, no da ya, y desde hace más de un año y medio, señales de vida. “Su mala dirección, el mal manejo de sus caudales, la voluntariosidad de sus hombres dirigentes y otras causas, determinaron lo que ha ocurrido y que se presagió en aquella memorable noche de la última asamblea, en que el padre Grotte se permitió lanzar alusiones descomedidas contra algunas señoras, esposas de algunos socios del centro, culpándolas de influir en el ánimo de sus maridos para que pidieran la aclaración de ciertas cosas turbias que había tapadas, á pesar del carácter de los miembros sindicados de  mal proceder. / En vista de esa calma de muerte, de esa inacción en que permanece el círculo de obreros, que indica la dispersión de sus elementos, varios de sus miembros han resuelto pedir públicamente a quien corresponde cuenta detallada de los fondos que deben existir en caja ó los comprobantes de destino que se les haya dado, como indica el reglamento que rigió en esa asociación.  / Entendemos que esos miembros están su perfecto derecho de pedir cuenta de los fondos que contribuyeron á acumular, y no creemos que el tesorero se niegue á darles la satisfacción que solicitan, pues de negarse contribuiría á dar arraigo á ciertas sospechas que existen y que no honran mucho á los que fueron encargados de la dirección y manejo de los intereses de la extinta institución. 18 de marzo de 1904.’  / Interrogadas varias personas, me confirmaron el hecho. /…/ En el Paraná pasa lo mismo.  Hablé con el señor Obispo y me dijo: que no creía que era el caso de intervenir todavía y esperaba los sucesos.  / En el Rosario el círculo es más numeroso; pero no más activo que en otras partes.  / Bien estudiada la cuestión de los círculos de obreros católicos, en el Interior, me parece que ellos no darán ningún resultado; y antes bien, serán contraproducentes.  /…/ A juzgar por los estatutos y los procedimientos, los círculos de obreros obedecen al partido de conservadores católicos, no militantes, sino en el terreno de la oración y de la moral.  Es más ó menos trasladar la enseñanza parroquial al círculo.   No he encontrado ni rastros del partido de la Democracia cristiana, que preside en Francia el conde de Mun; lo que no me ha extrañado, porque hay en las comisiones de esos círculos ultraconservadores europeos, cuyo credo es completamente contrario á las instituciones republicanas y democráticas.  / Los reformistas católicos parten de la base de la organización monárquico-absolutista de la familia, lo que es contrario á nuestras leyes civiles. / Ningún obrero tiene la noción de la Rerum novarum; pocos sacerdotes, aparte de Córdoba y algunos de tal ó cual punto, la conocen; y ninguno la practica.  / De ahí que los obreros no tienen así la noción de sus derechos, y se van á buscarlas, fenómeno constante, en las sociedades anarquistas, donde pronto se hacen exaltados partidistas.”

“Los círculos de obreros católicos argentinos adolecen de un vicio capital que los hace por sí solo estériles.  /  Están formados por patrones y obreros, entrando los primeros en los directorios por un número considerable.  /  Las sociedades obreras enseñan al trabajador ni más ni menos que como todos hemos aprendido á andar… El éxito de los unos estimula á los otros, y así se eleva su nivel intelectual y moral.

La presencia de los patrones no puede menos de cohibir la libre expansión del obrero; si no tiene temor, tiene vergüenza de decir un disparate delante de un superior, y se guardará bien de proponer nada que pueda ser considerado por los patrones como un ataque á sus derechos ó que siquiera contraríe sus miras.  De ahí el silencio, el atraso y el vacío.  /…/  El célebre padre jesuita Antoine reconoce que, por ahora, lo que hay que hacer es organizar paralelamente las sociedades de obreros y de patrones, teniendo el punto de contacto en las direcciones, para llegar después á la sociedad mixta.”     [25]

Gremialismo y huelgas en Rosario

El doctor Juan Bialet Massé destacó que en Rosario, “el adelanto societario es grande, y se ha hecho en menos de cinco años.  Casi todos los oficios tienen sociedades gremiales; empezaron por ser todos anarquistas y bravos.  La Casa del pueblo era un foco que ardía, y tal concepto se tenía en el pueblo de la Casa, que la primera vez que penetramos en ella, un domingo á la tarde, con el señor Norberto de Allende, al día siguiente los tribunales admiraban nuestro coraje; y cuando y les di una conferencia sobre la legislación obrera, no faltó quién me advirtiera que me exponía á los mayores peligros, sobre todo cuando iba de noche; pero, aparte de alguna que otra grosería, en general me trataron con respeto y cortesía”.

Luego, Bialet Massé rememoró que “en las huelgas del Rosario de 1902 se vieron hechos brutales, garrotazos y pedradas pegadas hasta por equivocación á los que querían trabajar o crían que iban al trabajo; pero digámoslo bien alto en honor de las clases obreras argentinas: en Europa no se concebiría ni se creería que huelgas tan formidables pudieran pasar con tan pocos desmanes, y en menos de dos años se ha llegado á tal grado de cultura, que hemos visto una huelga de más de 10.000 hombres durando casi un mes, sin que se produjera un solo desmán que pudiera atribuirse á la huelga, y antes bien han ocurrido muchos menos casos de desorden que los que son usuales.  / La primera huelga en que me fijé con especialidad fue la de los estibadores del Rosario en 1901.  Justa, á más no poder ser, en el fondo, puesto que reclamaban disminución de las horas de trabajo y aumento de sueldo, teniendo en tan rudo trabajo la  jornada de sol á sol, con bolsas de 100 y más kilos y un jornal de 2.50 á 3 pesos, que no les alcanzaba para comer.  /  Pero la forma fue brutal, dirigida por el anarquismo, que imperaba entonces en las clases obreras del Rosario como único señor, no se dijo una frase que no estuviera razonada de palabras gruesas.  Cada discurso era un torpedo, y no faltó á quien se le diera la boca agua con un asalto á los burgueses.  En esta huelga hizo su aparición el garrote, y no se economizó la amenaza de usarlo, pero como los huelguistas tuvieron el mal sentido de herir el amor propio de los criollos, llamando carneros á los no se habían plegado á la huelga, á poco andar pelaron los cuchillos, y los garrotes quedaron en alto en actitud amenazante, pero no cayeron sobre nadie.

Los patrones, por su parte, estaban resueltos á mantener sus expoliaciones, y celebraron varias reuniones, en las que tampoco escasearon los calificativos; decían que estaban amparados por la ley y contaban con la policía; pero el jefe político no entendía que debía ponerse al servicio de una parte y en contra de la otra, y sí mantener el orden; y oí á un buen señor alemán que me dijo: que la policía no servía para nada, que el jefe político estaba con los anarquistas, que era un trompeta y tal sarta de disparates, que me hizo el efecto de un libertario con el saco dado vuelta; creo que estaba indignado de que yo no le hiciera coro, y se quedó estupefacto cuando le pregunté:  y dígame, señor, tan robusto y fortacho como es usted, ¿ha cargado usted alguna vez una bolsa de 100 kilos? –No, me contestó, pero eso ¿qué tiene que hacer en la cuestión?  -Pues vea, yo sí la he cargado y llevado como veinticinco pasos; todavía me duelen los hombros y el pecho y las piernas y el alma cada vez que me acuerdo, y han pasado veinte años; cargue usted una, ande si puede diez pasos, y después me contará si los estibadores tienen razón de negarse á cargar de sol á sol semejante peso.  ¡Oh! pero usted y yo no somos esas bestias que no sirven para otra cosa que para cargarlos. El buen señor se fue convencido de que la Bolsa del Rosario tenía un abogado libertario, un anarquista peligrosa. /…/  Durante esa huelga tenía lugar una parecida en Buenos Aires, se cambiaban telegramas, comisiones iban y venían alentando la solidaridad.  Pero los de Buenos Aires arreglaron como les convino, sin contar con los del Rosario, y esto decepcionó a muchos”.   [26]

Comentó Bialet Massé que la sociedad de estibadores de Rosario le había encomendado la redacción de los estatutos “y que fueron aceptados, bajo la acción benéfica del distinguido comerciando don Juan B. Quintana, sin duda la persona más legítimamente influyente en los obreros del Rosario, tanto por sus cualidades superiores, cuanto por los desinteresados servicios que les ha prestado, y del doctor don Agustín Landó, que está siempre a la disposición de los obreros. /…/ Estos estatutos fueron aprobados por decreto del Poder Ejecutivo de Santa Fe, fecha 29 de abril de 1903, y desde entonces, marcha con paso seguro, hacia un porvenir que yo creo brillante”, afirmó finalmente.  [27]

Rememoró también: “El señor Quintana y yo habíamos dado conferencias en el Centro Catalán, cada uno con sus ideas, pero coincidiendo en el fondo, y aunque con ideas completamente extraviadas respecto del país, como lo confesó antes de marcharse el propagandista italiano señor Rondan, no dejó de contribuir á que muchas personas se dieran cuenta de la cuestión obrera, y la propaganda para mí más eficaz que cualquiera otra, la de la conversación, me proporcionó muchos prosélitos y creo poder decir que si para muchos era un libertario y para otros tantos un burgués dañino, para mucha gente sensata y de criterio sano era el propagandista del sistema racional que el país necesitaba, muchos hombres de posición en el Rosario se dieron cuenta de la justicia de las reclamaciones obraras, aunque reprobaban los medios anarquistas vieron claro el perfecto derecho que tiene el trabajador de bregar por su mejora, como lo hace el patrón, el comercio, el abogado y todos, y como esto no podía dejar de trascender, no pocos obreros creyeron en su amparo y se plegaron al grupo socialista, exiguo hasta entonces.”

Luego Bialet Massé recordó que la huelga de los estibadores, en 1902 comenzó en Buenos Aires y continuó en los puertos del río Paraná, “hasta el Rosario y Colastiné.  Huelga que dio lugar á la ley de residencia”…  Destacó que los carreros del Rosario aunque una ordenanza municipal los obligaba a no abandonarlos mientras estaban en la calle, “declarados en huelga, después de varios incidentes, llegaron á un acuerdo gracias a la intervención del jefe político señor Grandoli y de otras personas influyentes.  De ese arreglo se había convenido que el sueldo sería mensual; que tendrían día festivo el domingo y que no se descontaría el día festivo entre semana; habiéndose puesto una cláusula aclaratoria después del convenio respecto de esta última condición, que  a pesar de sus términos ambiguos, decía á gritos que los obreros tenían razón de reclamarla.”

Tras observar cómo organizaban sus protestas distintos grupos de obreros, Bialet Massé refiriéndose a las manifestaciones de quienes luego constituyeron la “Sociedad Troperos Unidos”, destacó: “…Las asambleas son ollas de grillos; los que dirigen el asunto son miembros de la Federación Obrera, que tienen más anarquizadas sus propias ideas que la anarquía que profesan.  /  Los obreros conductores habían tomado parte en diversas huelgas anteriormente; había entre ellos mucho elemento anarquista, casi todos los extranjeros y no pocos criollos.”

Después, relató algunas anécdotas acerca del momento de la discusión en torno al descanso dominical: “…Yo no he visto nunca un modo semejante de discutir, ni oído disparates tan grandes como los que allí se cruzaron; pero desde luego noté que no había sinceridad y sí mucho deseo de imponer cada cual lo que mejor le parecía.  Me esperaba otra más gruesa”.  A la tarde, “el secretario de la sociedad, acompañado de dos miembros de la Federación ajenos al gremio carrero, traen la nueva de que la sociedad no acepta lo acordado por la mañana… La cosa no me pareció bien, y les dije que aquello era poco formal, y que era preciso llegar a un término.  Al secretario de los “Troperos Unidos” se le fueron un poco los estribos, y aquello se agriaba, pero al fin se calmaron. /  Se levanta entonces el delegado de la Federación que traían de orador, un criollo pálido, flaco, picado de viruelas como un panal, y apoyando una mano en la mesa y elevando la otra con además solemne, dice, mirando hacia arriba, como quien quiere recordar: ‘Desde que el obrero despertó del profundo letargo en que yacía…’ Oiga, compañero, le interrumpí, eso es muy poético y lo que va á seguir mucho más; pero aquí estamos para tratar de algo muy prosaico: de pesos y horas de trabajo nada más.  El individuo me fulminó con la mirada, pero se sentó despechado. / Se empezó una discusión interminable, hasta que al fin pude conseguir que se procediera tratando cada proposición, y la que estuviera conforme se escribiera como convenido definitivamente”…   Comentó luego Bialet Massé, que “el señor Gobernador, que se hallaba en el Rosario, reunió en su casa á los representantes de ambas sociedades y aconsejó la concordia, insistió en el arbitraje, hizo cuanto estuvo en su mano para ello; pero advirtió bien claro que, cumpliendo su misión, garantizaría la libertad de todos y el que quisiera trabajar trabajaría; si no le bastaba la fuerza que tenía en el Rosario, vendría la de Santa Fe, pero la ley se había de cumplir. / Esa misma tarde los huelguistas presentan una nueva propuesta completamente diferente a las anteriores, los patrones la rechazan y presentan otra, y empieza una de idas y venidas que era como vueltas de noria. / Entre tanto los troperos buscan gente, algunos hacen venir carreros de Córdoba y salen al trabajo escoltados por la policía, los pequeños no salen, dicen que tienen miedo y empieza á gruñir contra los grandes, los huelguistas cometen algunos desmanes, la policía les cierra el local y prende á los apaleadores.”

Continuaron las discusiones durante los días siguientes, “el presidente de la Bolsa, señor Echezortu, intervino, y se llegó á un convenio, que fue rechazado por unos y otros.  Por fin y ya interviniendo fuertes influencias, se llegó a un arreglo definitivo. La Capital del 3 de diciembre dijo: ‘Durante el día de ayer celebraron varias conferencias los delegados de los carreros en huelga y los patrones, llegándose por fin á un acuerdo, el que anoche fue dado á conocer á los huelguistas en la asamblea que celebraron en su local de la calle Maipú”.  En la citada crónica, destacaron que en la cámara sindical de la Bolsa de Comercio, habían resuelto enviar una nota “al jefe político reclamando el auxilio de la fuerza policial para garantizar el libre trabajo de los carreros que quisieran prescindir de la huelga.  / El jefe político contestó ayer mismo esa comunicación, manifestando que había dado las órdenes del caso, de acuerdo con lo solicitado”.

Finalmente, Bialet Massé expresó que “los últimos párrafos responden á que la policía era acusada de huelguista por los patrones, de burguesa por los huelguistas; yo era un traidor que me habían pagado; aquello era un barullo”.   [28]

Las mujeres: catolicismo y anarquismo…

Durante su análisis en torno a las asociaciones de obreros, el doctor Bialet Massé destacó que “un fenómeno muy interesante es el que sucede con las mujeres. / La mujer del pueblo argentino es profundamente religiosa; está en su fibra, está en su célula; pero al mismo tiempo se ve que carece de toda instrucción religiosa; es muy raro que conozca el catecismo, y más raro aún, que conozca el significado de las ceremonias religiosas á que asiste con toda puntualidad.  Su fe es, pues, absolutamente ciega, y la moral, por lo tanto, entra con poco. / Este hecho, general en el Interior, aunque Córdoba tenga la reputación de sobresalir en él, es indudable que Salta y Catamarca al superan en mucho.  /  El que conoce el modo de ser de estas provincias, siente una verdadera sorpresa al ver en Córdoba grupos de mujeres de cien y de doscientas y más tomar parte en las huelgas y manifestaciones públicas, y aisladamente oírlas protestar que ellas no dejan de ser religiosas, pero que, aunque se lo diga el padre, no aceptan estar obligadas á dejarse matar de hambre, ni trabajar en el taller hasta concluirse; lo que indica un principio de rebelión, más extendido de lo que se cree. /  Cuando la  mujer toma parte en un movimiento general, el triunfo es incontrastable; mucho más aquí, en la República, donde la mujer, aun en la campaña, tiene costumbres más suaves, más atrayentes, y, por consiguiente, arrastra más que en ninguna otra parte. / Hay que tener en cuenta que cuando doscientas mujeres asisten á un mitin, hay dos mil que por timidez no van á él, pero que las acompañan y hacen una propaganda tan eficaz como las que salen á la calle. /  El fenómeno es muy notable en las costureras en Tucumán… “n mi visita he oído á más de cien la frase: ‘Con rosarios no se engorda, y ya no podemos más.’

En Santa Fe, las mujeres que entran por ese camino son francamente anarquistas, y anarquistas exaltadas; algunas de ellas se hacen notar por sus facultades oratorias. /  Hay en el Rosario una joven puntana de palabra enérgica y dominante, que arrastra á las multitudes; más enérgica que Luisa Michel, tiene indudablemente mejores formas que ésta.”    [29]

El indio y su vida…

Juan Bialet Massé al recorrer distintas provincias advirtió la presencia de diferentes grupos sociales y entre ellos se destacaban los descendientes de “indios”.

Es oportuno rememorar diversos acontecimientos.

“El Chaco”…

Hay que tener en cuenta que en la cartografía del siglo diecisiete, la región del Gran Chaco no estaba señalada.

Desde la época colonial fueron reconocidas varias zonas en esa región y entre ellas, la del Chaco central limitado por los ríos Pilcomayo y Bermejo, marcada en mapas posteriores abarcando las tierras de Yapizlagas, Llano de Gulgurigota y Tierra de Andrés de Manso.

En 1782, el virreynato de Buenos Aires por decisión de la Corona española es dividido en ocho intendencias, creándose la de “San Miguel de Tucumán”.

Posteriormente la Real Cédula del 29 de Julio de 1783 “dividió en dos Intendencias la Gobernación de Tucumán; y la del 5 de Agosto disponía como capital de una de ellas a la Ciudad de Córdoba y para residencia del Gobierno de la otra Intendencia se eligió a la Ciudad de Salta, como más apropiada para ser la capital de la de Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca.”

Tras la constitución de la Primera Junta el 25 de mayo de 1810, en la ciudad de Buenos Aires ensayaron diferentes formas de gobierno.  Siendo Director Supremo Gervasio de Posadas, dispuso la división del territorio salteño en dos provincias y en el segundo artículo de ese decreto, estableció que las ciudades de Salta, Jujuy, Orán, Tarija y Valle de Santa María, formarían una, conservando la denominación de “Provincia de Salta”.

La presencia de diversas tribus indígenas en la vasta región del Chaco,  fue uno de los principales obstáculos para concretar el proceso de organización social en las últimas décadas del siglo diecinueve aunque esa población servía como mano de obra en diversas empresas, escasamente retribuida y prácticamente sin asistencia educativa y sanitaria para todas las familias.

En el norte de la provincia de Santa Fe y abarcando parte del actual territorio de Santiago del Estero y del Chaco, era reconocido el Chaco santafesino, también con límites indeterminados.

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Bialet Massé en el segundo capítulo de su Informe… relató su recorrido por la región chaqueña y destacó que “el indio es naturalmente bueno y manso.  Tímido, con la timidez de tres siglos de persecución, sin el alivio de una victoria, acobardado por el continuo desastre, cazado como una fiera y sin derecho á radicarse en ninguna parte, se le piden virtudes que carecen sus detractores.

Su tendencia natural es á ganar el monte; pero cuando en la persecución se produce el entrevero, tiene arranques de fiera acorralada; ¿hay cosa más natural?

El indio es sobrio hasta la frugalidad; en el trabajo mismo se contenta con las piltrafas que le dan en vez de carne, cuatro choclos, un pedazo de zapallo y un puñado de sal; y así, tan mal alimentado, da un trabajo superior á los mejores obreros, porque, acostumbrado á sufrir los rayos del sol en su completa desnudez, nada le importa de la temperatura ni del mosquito y aguanta la demás sabandija.  /…/  Los que se admiran de la flojedad del indio chaqueño, ignoran que la fuerza desarrollada es proporcional al grado de cultura de los pueblos, ignoran la ley del menor esfuerzo, ignoran todo, hasta se ignoran á sí mismos. /…/

Desde el mataco… hasta el esbelto mocoví y el elegante chiriguano, hay una escala muy larga; pero ninguno carece de la fuerza necesaria para los trabajos ordinarios.  He visto á las mujeres trabajar terraplenes de ferrocarril y llenar su tarea en ocho horas tan bien como cualquier cristiano.

El indio es desconfiado; tiene razón de serlo; son tan raros los casos en que se le cumplen los contratos y promesas, que sólo tiene fe en el contrato escrito  y lo pide como una garantía.”  [30]

Esos breves contratos escritos que generalmente no leían por ignorancia del idioma en que estaban escritos, servían para asegurarle derechos al dueño o administrador, porque estaba escrito: “Conste por el presente que el cacique… se compromete á trabajar con su gente en este ingenio, durante la cosecha del presente año, habiendo recibido adelantados mercaderías y dinero” y junto a la firma, el sello de la empresa.

Tras leer tal documento, Bialet Massé necesitó expresar en su Informe al ministro del Interior, doctor Joaquín Víctor González:

“El pobre cacique me mostró este contrato, sacándolo de un tubo de caña, delante de uno de los dueños.  Puede V. E. imaginarse el efecto que me hizo; el esfuerzo que necesité hacer para mantener la cara impasible, como lo exigía mi posición oficial en aquel momento. El hecho no necesita comentarios.

Un indio del Chaco oriental conserva en su poder una multitud de contratos.  No sabe leer ni escribir; pero uno está doblado en cuadro, otro á lo largo, otro en punta, y otro señalado con una línea roja y otro con una negra, y así los distingue todos. Ninguno le ha sido cumplido.

Toma uno y me dice: ‘Lee’.  -Lo leo, es un contrato un poco más explícito que el transcripto.  Debían, al fin del trabajo, entregársele diez caballos, cinco yeguas y mercaderías, si la tribu trabajaba en toda la cosecha; tres días antes de acabar, un capataz da de latigazos á dos indios, grita, se sublevan; el indio ha perdido lo que decía el contrato.

Y así me importuna para que lea otro y otro, hasta que me canso.

Este indio tiene fama de ser un gran bribón; así lo dicen los firmantes de los contratos que él guarda.  Según los informes, parece que efectivamente una vez dio un malón y se llevó unas vacas; el indio jura que fueron menos que las que le debían en virtud de un contrato de trabajo que no le habían pagado, y como era año malo, dice que las cobró así, porque la tribu tenía hambre y había reclamado en vano muchas veces.

Es curioso observar al indio en su papel, cuando cree que le han faltado al contrato; busca un cristiano y le dice: ‘Cristiano, lee’.  Después refiere lo que le han hecho, se calla, se va.  No protesta, pero no lo olvida nunca. Cuando llega la ocasión saca sus papeles doblados ó del tubo y hace la cuenta del último centavo que le robaron”.  

En la provincia de Santa Fe: indios, criollos y colonos…

La primera población de “indios” visitada por Juan Bialet Massé estaba integrada por mocovíes y tobas residentes en San Martín del Norte, a media legua del pueblo San Martín y a dos leguas de la estación Crespo, del Ferrocarril Provincial Santa Fe.   El gobernador Nicasio Oroño les había otorgado una concesión de cuatro leguas mediante una ley de 1866, “que ha ido sufriendo cambios hasta reducirse á una tercera parte de la concesión primitiva.  Inútil es seguir las diversas vicisitudes de esta reducción hasta llegar al gobierno actual, en el que el doctor Freire hizo un viaje expresamente y pudo darse cuenta de lo que eran los indios y  de lo que allí había.

Se hizo la distribución de lotes; pero por recargo de la Escribanía de Gobierno y el gran número de ellas que hay que hacer, es lo cierto que los títulos no han sido entregados; y que ese retardo se explota sembrando en los indios la desconfianza.”

Campamento de “Tostado”…

Hasta 1864, la frontera norte de la provincia de Santa Fe correspondía al lugar donde estaba instalado el Fortín Sunchales y siete años después, tras avanzar hacia las orillas del río Salado quedó establecido el Fortín Tostado.

Después de visitar “varios campamentos en la República”, a principios del siglo veinte, Juan Bialet Massé destacó:  “…ninguno tan notable como el de Tostado, situado en el desierto neto.  Allí todo respira limpieza y orden y alegría.  [31]

Desde el jardín y hortaliza, situados frente á su entrada, hasta el interior de los dormitorios, tienen un cierto aire de bienestar que causa la más agradable de las impresiones.

Allí reina la disciplina más exacta, dentro de la amistad y aun de la familiaridad; la bondad y la paciencia en la instrucción, que es continua y excelente, en cuanto puede juzgar un profano.

Comí en la mesa de oficiales; la distinción y afabilidad reinaban allí, como en el más aristocrático comedor; la mesa abundante dentro de la sencillez, nada dejaba que desear.  Nada había preparado, pues que yo fui de improviso.

Por la tarde, el señor teniente coronel Razzetti me acompañó á visitar todas las instalaciones, y aparte de lo estrecho de los dormitorios, por falta de dos pabellones que están proyectados, nada hay que criticar y sí todo que elogiar.

Me fijé bien desde las letrinas á las oficinas de todos los detalles, y en la instrucción no perdí movimiento.

La misión civilizadora que desempeñan aquellos jefes y oficiales es altamente laudable. He preguntado á muchos conscriptos reservadamente; ninguno tiene sino palabras de encomio para los jefes.

Lástima que allí no vayan sino santafesinos y santiagueños, en vez de ir porteños y bonaerenses, para que se dieran cuenta de la vida nacional; ó salteños y jujeños, para que conocieran un mundo mejor.”

Abuso de la Policía…

“A principio de este año se produjo un suceso sangriento, un asesinato brutal y sin razón alguna, cometido por un sargento de policía, de esos que son el deshonor del principio de autoridad y que por desgracia abundan en nuestras campañas.  El ataque brutal é injustificado al pobre indio, produjo un combate desigual, en que los indios sacaron la peor parte, como siempre.

Se forjó un sumario á gusto y paladar del comisario y del sargento, y se transmitieron á los diarios de esta capital como fidedignas y auténticas las falsedades de aquel sumario.

Pero ni el señor Gobernador ni el Juez de instrucción pasaron por aquella farsa, y este último se apersonó al lugar de los sucesos para rehacer el sumario, y aunque después de tantos días transcurridos los hechos no consten tales como fueron, y yo no pueda decir lo que en el sumario consta, es lo cierto que el Juez dio un auto mandando poner inmediatamente en libertad á los indios presos y reduciendo á prisión al sargento.  La causa se sigue en Santa Fe.

Al día siguiente, malvados é interesados dijeron á los indios que los iban á llevar al ejército de línea, que sus mujeres é hijos serían dispersados y repartidos como los indios del Sur.  Los indios huyeron á San Javier, porque tienen un terror pánico al ejército de línea, que para ellos es todavía aquel ejército de frontera de hace treinta años.

Había fugitivo que tenía emparvados más de 700 quintales de lino; otros dejaron sus florecientes siembras de maní y maíz abandonadas; y todos sus ranchos y cercados.  Así se fueron seiscientos hombres; de los cuales habían vuelto hasta el día de mi visita como doscientos.”

Mediante recomendación del ministro de Gobierno de Santa Fe y del “Juez de paz, excelente y amable caballero, que desempeña su puesto, cosa rara, á gusto de todos”, el Padre Buenaventura que había enseñado también en Rosario, acompañó a Juan Bialet Massé en su recorrido para entrevistar a “los indios”.  Así fue como llegaron hasta San Martín del Norte donde el médico, abogado y agrónomo sintió tristeza porque estaban “los ranchos abandonados; en los habitados había mujeres y niños”…

Comprobó que la escuela que dirigía el Padre Buenaventura tenía “unos pobres bancos, desecho de las escuelas de la Provincia; ni un mapa, ni menos un globo… una pobreza que raya en la miseria…

Si en vez de aquellos bancos desastillados, algunos tan llenos de letrucas en bajo relieves que materialmente no se puede escribir sobre ellos, tuvieran bancos siquiera decentes; si pudieran estudiar geografía sobre un mapa, ya que no sobre un globo que les diera la idea de la tierra; en una palabra, si aquello fuera escuela de verdad, se vería que no es nada inferior el mocoví al quechua.

Sobre aquellas frentes, todavía inocentes, se ve el velo de la tristeza del perseguido; yo le prometí al padre Buenaventura hacer presente á V. E. el estado de aquella escuela, seguro de que se le pondrá remedio; y lo merece; pues se trata de 150 escolares, con una asistencia de 120”…    [32]

Agentes de colocación…

En la provincia de Santa Fe, el doctor Juan Bialet Massé observó que “agentes” generalmente sin agencias, “se ocupan de colocaciones de obreros… son una verdadera plaga para éstos. /  Pululan en las tabernas y fondines del Rosario, y hay en esta ciudad más de veinte con casa fija que se ocupan de la colocación de sirvientes; pero de ellas tres ó cuatro tienen crédito y son ocupadas por las familias serias de la ciudad.

En Santa Fe el abuso es en menor escala en las casas fijas, lo mismo que en Córdoba y otras localidades; las personas son más conocidas y no pueden escapar á la acción de la justicia.  / Pero el agente ambulante es igualmente dañino en todas partes, y como lo manifesté en el congreso obrero de Buenos Aires de 1903, lo más desastroso está en que los agentes de Buenos Aires despachan á las provincias y colonias, con informes y direcciones falsas, cantidades de trabajadores que llegan á las colonias y tienen que volverse mendigando, porque no hay trabajo para ellos, y en todo caso no l encuentran en las condiciones prometidas.  / Es de ver las hileras de hombres á lo largo de las líneas con la linjera al hombro, de un lugar á otro, buscando trabajo para poder comer. /  esto produce las mayores perturbaciones en el trabajo”.

Luego destacó que cuando hay que levantar las cosechas, “el fenómeno no es tan inocente como parece.  Se ha hecho ya la mala costumbre en algunos centros agrícolas de hacer publicar en los diarios, por medio de corresponsales complacientes, noticias exageradas sobre la falta de brazos, la enormidad de las cosechas á levantar y todo lo que puede atraer gente, sabiendo que es falso lo que dicen,  El objeto, como se comprende, no es otro que explotar á los pobres trabajadores, ofreciéndoles jornales bajos, que muchos se ven obligados á aceptar.  /  Los agentes de conchavo aprovechas esas publicaciones; lo dice el diario y basta, y caen los obreros en montón. / La mala fe no está, pues, solamente en los agentes, los patrones también contribuyen á estas explotaciones y no son pocos.

En verdad, Santa Fe no tiene falta de brazos cuando se paga el jornal debido.  Cuando en aquella provincia se habla de falta de brazos debe entenderse que los patrones no quieren pagar los jornales que corresponden á la naturaleza del trabajo y nada más.”      [33]

Alcoholismo, delito y cárceles…

El doctor Bialet Massé después de dialogar con Juez del Crimen de Rosario, advirtió “el aumento de la criminalidad agresiva, que es verdaderamente alarmante” y  en 1904 destacó que “en los cinco primeros meses del presente año hay un aumento de 200 causas criminales por heridas y muertes, la casi totalidad son alcoholistas; y aunque algunos casos puedan atribuirse al aumento de la penalidad introducida en la reforma del Código Pena, la gran mayoría deben atribuirse al impuesto al alcohol, puesto que ellos responden á la escala ascendente observada desde que se estableció.

Igual observación de hace en Santa Fe; el gasto que los presos exigen recargan mucho el presupuesto, hay que ensanchar las cárceles y aumentar el personal de la justicia y del crimen.  Urge tocar esta cuestión social, que no es argentina, sino universal, y lo prueba que el aumento de la criminalidad se nota en toda clase de extranjeros como en los criollos.”    [34]

Acerca de “La Forestal”…

Bialet Massé explicó que “así se trata a los obreros con los que tienen peor personal, éste vive descontento, enojado, es agresivo y malo, y cuando puede burla al patrón, á quien odia cordialmente; mientras que donde se trata bien al obrero, tienen mejor personal, respetuoso y contento, y los patrones ganan más, nunca quiebran.

Las grandes compañías, especialmente la Forestal, hacen sus negocios por contratos; de modo que depende de éstos la manera de administrar; pero entre los de esta compañía, donde se encuentran las proveedurías menos tirantes, algunas de ellas es señalada como modelo y el contratista es una de las personas más queridas y respetadas entre los obreros de un extremo á otro de la línea. Los abusos se han llevado hasta pretender que las autoridades policiales fueran nombradas á propuesta de las administraciones.

Lo que si alguna vez consiguieron bajo el gobierno del doctor Freire, no sucede,  y al contrario, procura en cuanto le es posible la libertad del obrero.  [35]

El Jefe político de Vera me ha referido que en algunos obrajes, para explotar á los obreros, les fían largo y luego pretenden que la policía evite que se vayan, llegando hasta pedir que se los tengan de noche en la barra y los suelten de mañana para trabajar.  En vez de esto, dicho jefe los remitió al Juez de paz, ordenando á los comisarios y agentes que se abstuvieran de intervenir en estas cuestiones de carácter civil.

Desde hace algunos años han salido á las proveedurías competidores temibles: son los turcos y judíos que se infiltran por todas partes.

Excusado es decir que les está prohibida la entrada a los obrajes y que las administraciones los persiguen como á enemigos implacables.”   [36]

Tras dialogar con obrajeros de Matará, Bialet Massé una vez más se refirió a “esas proveedurías que fomentan el juego y la bebida y que producen el fenómeno de que comisarios de policía ad honorem saquen 400 y 500 pesos al mes del sudor del pobre, vilmente incitado al vicio.” [37]

La ciudad de Rosario…

El doctor Bialet Massé, destacó que “el gran centro urbano de Santa Fe es la ciudad del Rosario, transformado en veinte años, de una aldea comercial en una de las ciudades más hermosas é higiénicas de Sud América.

Su urbanización obedece á los principios más modernos.  Iniciada en grande escala por don Juan Canals, á quien le sucedió como á tantos otros, que sus contemporáneos no le fueron muy agradecidos, hasta los intendentes don Alberto J. Paz y don Luis Lamas, que le dieron un desarrollo hasta de lujo.

Desde el Parque Independencia y el Boulevard Santafesino hasta la cloaca; desde el palacio á la humilde casa de obreros; desde el hospital moderno, completo, hasta la asistencia pública y el asilo, en todas partes donde hay un progreso real y eficaz, allí se encuentra la acción de alguno de estos tres hombres.

De ahí es fácil deducir que la vida higiénica de las clases obreras debe ser, y es, acaso la mejor de la República, aunque deja mucho que desear y el crecimiento rápido de la población haga insuficiente y pequeño en el día de hoy, lo que ayer parecía exuberante.

Otra observación general que hay que hacer en el Rosario es la carestía de su mercado y la desigualada hasta irritante de los impuestos.  El Rosario es un caso típico del aforismo de Arhens: ‘No hay cosa más desigual que igualar cosas desiguales’.

Agregada la desproporcionalidad y enormidad de los impuestos internos á los municipales, resulta tan recargado el pobre, como privilegiado el rico y el que vive de sueldos fijos.

Los que vienen de entradas fijas raramente trabajan más de 280 días al año: el mismo salario tienen el día que trabajan que el de descanso, mientras que el pobre necesita ganar, en 290 á 300 días cuanto más, lo que necesita comer en 365 días.

Además, el rico no tiene más gasto de calorías que el pobre, sino menos.  La carne, aunque le cueste más, no paga más impuesto municipal que la del pobre y tiene menos huesos, tendones y desperdicios; consume más artículos de almacén, que muchos de ellos no pagan impuestos locales, porque son frutos del país, como los dulces, la manteca, el queso, los porotos y demás legumbres secas; y lo mismo puede decirse con relación al alquiler: el pobre paga por una mala pieza 30, 40 ó 50 centavos diarios; ningún rentista paga 300 pesos de alquiler.”    [38]

“…en el Rosario, hay muy pocos rosarinos obreros, antes no había pobre que no tuviera su rancho y su terrenito, y los vendieron en ocasión propicia, haciéndose de un pequeño capital; en el rápido crecimiento de la población se acomodaron en puestos que les convenían, y vinieron á substituirlos de las provincias vecinas.

Los cordobeses, entrerrianos y correntinos son muchos más que los santafesinos, y tantos como los extranjeros, que son en su mayor parte italianos y españoles, sin que falten representantes de todas las naciones europeas.

Resulta de ahí el conjunto más abigarrado que darse puede, y hasta hace poco sin lazo de unión y de sociabilidades, que se ha establecido, cuando las sociedades obreras los ha puesto en contacto, y el excedente de mujeres encuentra colocación en el excedente de hombres que trae la emigración criolla y extranjera.

En punto á sociabilidad, las clases obreras del Rosario llevan una inmensa ventaja á las clases patronales, divididas por el celo mercantil, que impera sobre todo, é impide á las familias que apenas tienen puntos de contacto en las sociedades religiosas ó de beneficencia, en las reuniones anuales de los clubs y en el teatro donde, y aun en estos lugares mismos, raramente se ocupan los hombres de otra cosa que de sus negocios.

Nunca se pudo establecer un centro literario, y las manifestaciones del arte son muy aisladas y pocas.  Si alguno lee lo calla, le parecería desmerecer entre sus colegas del ramo si apareciera ocupándose de frivolidades científicas.

De ahí que la sociabilidad antigua, tan amable y frecuente del Rosario, ha desaparecido ó se ha dispersado por le emigración á la capital federal ó se ha asilado, y Santa Fe, con la cuarta parte de población, tiene doble vida social que el Rosario, la tiene mayor cualquier capital inferior de provincia.”

Destacó el doctor Juan Bialet Massé en aquel tiempo: “El establecimiento industrial más importante del Rosario, y acaso de la República, es la ‘Refinería Argentina’, que recibe de los ingenios de Tucumán los azúcares más o menos terciados y los devuelve completamente purificados y afectando las formas usuales que el comercio pide.  /  Pertenece á una sociedad anónima, de la que es organizador, presidente y principal accionista el señor Ernesto Tornquist; está administrada por un gerente, don Cristian Alghet,  y es u director técnico el doctor en ciencias é ingeniero industrial señor Juan Sargel. /  El edificio es amplio, á él concurren los ferrocarriles de trocha ancha y angosta y tiene un embarcadero propio.

Hay todas las máquinas y artefactos de los sistemas más modernos, y continuamente modifica é importa los últimos adelantos de la ciencia y del arte. Hay allí invertidos 1.783.000 pesos oro.  La instalación de los motores es, sin duda, la más grandiosa que tiene la República y la más perfecta.

Las calderas tubulares de seguridad se han reinstalado este año, son magníficas; las baterías centrífugas, los enormes depósitos de melaza, los concentradores, todo es grande y perfecto  todos los transportes de hacen mecánicamente.

Tiene también un grandioso alambique, que no funciona, reducido á silencio por los impuestos internos y los errores de la organización del personal inspector, que hacen que no puedan soportarse las minuciosidades, por quien, como aquel establecimiento no tiene la intención de producir fraudes.

Como la fábrica no destila, aprovecha los residuos, que siempre tienen una cantidad de azúcar y materias albuminoideas, mezclándolas con pastos y forma así una materia muy nutritiva y agradable para los animales, muy superior á la alfalfa seca, y que la Refinería vende á un precio más ó menos igual a este pasto, que se ha de introducir en las costumbres por su excelencia.  /…/  Ver la fábrica en marcha con todo el personal adaptado y moviéndose al compás de las máquinas en perfecto orden, todo armonioso y subordinado, es ver algo que honra á los que la fundaron, á los que la dirigen y administran, y al país.

En una palabra: en la Refinería Argentina, del punto de vista de su concepción, de su organización y de su marcha industrial y científica, no tiene nada que critica r y sí mucho que admirar.  Un día de visita allí es un día de placer y de grandes ideas: los que entienden los detalles, porque tienen las satisfacciones que da la ciencia; los profanos, porque la grandiosidad de les impone.  Nunca he visto á una señora pasar allí aburrida una tarde.

Pero no puede decirse lo mismo del punto de vista del tratamiento obrero, vamos á ver. /  Empezando por el edificio, sus tres pisos son bajos, especialmente el inferior en que están instaladas las baterías centrífugas; aquello es chato, ahogado, hay que tener cuidado de no tropezar con los sombreros en cuanto se pasa de mi estatura.  Cuando se trabaja, aun en los meses de julio agosto, el calor es sofocante; los hombres tienen que estar desnudos de medio cuerpo.  Necesitaría lo menos dos metros más de altura, y aquello no tiene remedio, como los dos pisos, que el actual director estira como puede.

Es una consecuencia de adoptar planos hechos en Europa, donde llevan la mezquindad industrial hasta ahorrar algunos pesos en millones, sin tener en  cuenta las condiciones de este país.  Ahora aquello no tiene más remedio que estudiar un buen sistema de ventilación que corrija en parte los inconvenientes.”

El doctor Bialet Massé refiriéndose al trabajo de las mujeres en aquella Refinería, explicó que tenían “un gran taller en el tercer piso del edificio; es amplio, con mucha luz; la entrada de los obreros está prohibida y penada con multas.

El taller de corte del azúcar en panes y su embalaje es el de las mujeres; ciertamente allí no se hace trabajo de fuerza, sino de habilidad y de atención.  Las placas llegan allí por un elevador, de donde las toman las obreras y las llevan á las mesas cortadoras, poniéndolas sobre la cadera derecha.  Esto debería prohibirse absolutamente á las mujeres embarazadas y niñas menores de diez y ocho años, por la deformación que producen en el ilíaco correspondiente.

Además, y estos es lo más grave, se respira allí mucho polvo de azúcar, que es sabido produce una especie de barniz en la piel y espesa las mucosidades de los pulmones.” Destacó luego el doctor Bialet Massé:

“…Cuando fuimos á visitar la fábrica con la Delegación Comercial Española, lo primero que percibieron fue el estado de las niñas pequeñas; algunas estaban anémicas, pálidas, flacas, con todos los síntomas de la sobrefatiga y de la respiración incompleta; aquello debe evitarse.

En la fábrica, los obreros tampoco tienen trabajos musculares duros; el transporte de las vagonetas es fácil, porque son poco pesadas.  El trabajo verdaderamente duro es la manipulación de las bolsas; y en los talleres no hay que notar de especial sino la perfección de los trabajos.  Hay sólo tres aprendices; el menor de quince años.

No hay ninguna institución benéfica para los obreros, que generalmente están afiliados á sociedades de socorros mutuos.  /…/

Alrededor de la Refinería se ha formado un barrio de casitas y ranchos para obreros, que lleva el nombre de la fábrica, y se continúa con las que ocupan los obreros de los ferrocarriles y embarcaderos.”   [39]

Fundición y taller de Santiago Righetti

Tras una visita a la fundición y taller mecánico del señor Santiago Righetti, el doctor Bialet Massé destacó “la especialidad de los obreros.  Es aquella casa como una especie de establecimiento de adaptación de los obreros italianos que llegan al Rosario.  Hacen en él el aprendizaje del idioma y del modo de trabajar del país, y luego se van á las empresas ferrocarrileras ú otras, y algunos se perfeccionan en sus respectivos oficios.

La casa del señor Righetti es una verdadera escuela; los grandes conocimientos de este señor, sus invenciones de aparatos y máquinas, y su dirección personal, empleando procedimientos especiales, hacen por demás interesante el establecimiento.

Tiene actualmente de ochenta á noventa operarios extranjeros y de quince á veinte criollos, trabajan una jornada efectiva de nueve horas en el invierno y diez en verano. /…/  Las condiciones de seguridad y precaución son regulares, las de ventilación é higiene buenas. / En los accidentes de trabajo no se dan indemnizaciones, sino asistencia; tiene pieza reservada en el hospital.

La larga residencia del señor Righetti en el país y la especialidad de su casa le permiten afirmar que el obrero criollo es más inteligente y pronto para aprender, menos pretencioso que el extranjero, pero es menos constante en el trabajo. /  Los talleres de herrería y carpintería del Rosario, como los de Tucumán, presentan el abuso máximo de los niños; hay un verdadero exceso de aprendices, á los que se hace trabajar como hombres.”

Competencia desleal – Los salesianos…

Explicó el doctor Bialet Massé, que en la ciudad de Rosario, “un ejemplo que representa bien el tipo general es una carpintería que tiene ocho operarios extranjeros, dos criollos y diez aprendices criollos. /…/  Este, como todo los patrones, no ha encontrado diferencia en la producción por la jornada de ocho horas, pero como todos los demás, se queja de la competencia desleal y ruinosa que dicen les hacen los padres salesianos. /  La queja es fundada y además es causa de un odio acendrado, no sólo contra el sacerdote sino contra la religión.  El vulgo no distingue lo que á cada uno toca, y es indudable que se producirá aquí un movimiento contra las congregaciones, acaso peor que en Francia.  /  Esa concurrencia ha muerto en el Rosario los talleres de encuadernación; los dos ó tres que existen tienen una vida muy lánguida, porque los precios no son remunerativos; ya que los padres han puesto en la miseria una cantidad de trabajadores al menos doble de los obreros que ellos tienen.

Las imprentas sienten también la influencia de los padres, y se van acumulando rencores que han de dar el estallido si no se pone remedio.

Las leyes de Indias prohibían á los religiosos, por sí ni por personas interpuestas, explotar minas, ser factores, tener pulperías y comerciar, calificándolo de gran indecencia y grave daño de la religión y de la República (leyes LXXXII y XCI, título XIV; IV, título XII, libro I, y otras).

El grave daño de la religión y del Estado se producen ahora como entonces, y es preciso acudir con alguna medida que evite disturbios, nota n lejanos como parece.

El obrero suelto tiene el remedio de alejarse de la localidad, el patrón no tiene remedio para su ruina.  / Los padres tienen ya bastante ventaja con no tener que pagar alquileres, impuestos, y la mano de obra por un precio irrisorio.  Vendiendo á los precios corrientes ha de dejarles un 50 por 100 de utilidad mayor que á ningún particular, y la competencia que arruina al pobre, no es propia de una religión, cuyo objetivo principal en lo terrenal es ocuparse de los que sufren y de los desheredados de la fortuna. / Con motivo de varias licitaciones, la prensa se ha hecho eco de las quejas que se agitan en todas las sociedades obreras, aun de las que no son directamente atacadas.  / Cosa igual ó peor debe decirse de lo que sucede en la Penitenciaría con la industria alpargatera. /  Se concedió a un particular la explotación de ese taller, y el resultado es exactamente el mismo y peor que el de las congregaciones; porque no tiene la atenuación de las simpatías que inspira la educación, y, sobre todo, la influencia que ejerce la religión en las conciencias. /  Creo, pues, que sería ventajoso para el Estado expropiar ese contrato, si el contratista no acepta vender á los precios corrientes.   El daño del estado de cosas actual es demasiado grande y evidente.  /  De todos modos, le ley del trabajo no debe dejar de tomar en cuenta asunto tan grave, prohibiendo que toda institución de beneficencia y de enseñanza pueda hacer concurrencia de precios en el mercado”… [40]

El doctor Bialet Massé destacó que “la panadería tipo del Rosario es la de don Juan Cabanellas, que tiene cincuenta operarios y ocho empleados.  Es al mismo tiempo la más importante fábrica de masas del Interior.  /  El personal es el conjunto más abigarrado que darse puede; hay allí criollos santafesinos, porteños y entrerrianos, españoles, italianos, franceses, orientales; todos robustos y fuertes… El dueño me manifiesta que los criollos son fuertes, inteligentes y buenos, pero poco constantes.  No le faltan los lunes, y no tiene ebrios, porque los despide. /…/  Hay otras panaderías de importancia que siguen un sistema parecido; las inferiores son indudablemente menos beneficiosas para el obrero y se acercan al tipo de las de campaña.”

Juan Cabanellas había nacido en Pallera el 9 de mayo de 1854, era el séptimo hijo entre nueve hermanos.  Tenía quince años cuando viajó hacia el Río de la Plata, comenzó a trabajar como maestro y panadero en Montevideo.  Siete años después tenía su panadería “Baleares” y siguió relacionándose, inauguró otra panadería “La Española”.  En Mercedes se casó con Manuela Izaguirre, descendiente de vascos y en 1879 había logrado constituir una sociedad e instaló la Panadería “La Europea”.  En 1891 logró poner en marcha El Molino Harinero Rosario que como destacó la Arq. Sylvia Komecki es una empresa que sigue funcionando, como la Compañía de Seguros “La Unión General de Molineros del Norte” que él también fundó y presidió en 1908.  Militante en la Liga del Sur que conducía el doctor Lisandro de la Torre, al año siguiente fue administrador municipal y concejal. En aquel tiempo fundó y presidió el Banco Popular de Rosario; en 1915 logró la construcción del Palacio Cabanellas, obra dirigida por el arquitecto catalán Roca i Simó. Sabido es que en ese tiempo había adquirido tierras en la región del chaco salteño cerca de Metán, hasta donde llegaba el ferrocarril y debían recorrer setenta kilómetros a caballo. El 9 de julio de 1915 una crónica periodística aludía a la ceremonia del entierro y destacaba su conducta ejemplar…  [41]

Casas para obreros

El doctor Bialet Massé destacó que “la construcción de casas para obreros ha preocupado y preocupa á las autoridades del Rosario, y la especulación privada se ha dirigido en ese sentido, pidiendo á la Municipalidad exenciones de impuestos y privilegios.  /  Lo primero y menos irracional que se hizo en este sentido lo fue por don Juan Canals.  Son grupos de dos hileras de casas, que tienen una pared común y las dos hileras con puertas y ventanas á la calle.  Cada casita se compone de tres piezas y en el ángulo común que forman cada cuatro hay un pozo para servir á los cuatro vecinos.   No hay patios; hay el máximo de independencia y la construcción más económica posible.  Cada grupo forma una ínsula á la romana; pero la separación es una calle de diez metros de ancho, que en realidad viene á ser el patio general.”  Después aludió al “conventillo” y a “las pasiones acechando pared por medio, en lucha y contacto diario, las peleas de las vecinas enconando odios entre los hijos desde la infancia, el cambio continuo quitando la idea de la estabilidad y matando el patriotismo, ese es el conventillo, foco de todas las ruindades”.   Bialet Massé destacó que “la vivienda de la libertad y del decoro, del patriotismo y de la honradez es otra.  Es esa casita, aunque sea hecha con tablas de eucaliptus y cubierta con chapas de zinc, que tiene un jardincito delante y una quintita detrás, y con un corralito para una vaca ó una oveja para leche”…

“Y entre tanto ese rancho tradicional que el gaucho ama con tanta razón, el nido independiente donde se crían sus hijos con amor, donde se ama sin recelos, donde se habla sin cuchicheos.

Yo estimo que cada conventillo es una cadena que se ata á la libertad humana, una ratonera que se arma al pudor y á la virtud del pueblo, un dogal á su progreso y redención.

Si se quieren pueblos patriotas, valientes, tendiendo á la fraternidad, siempre y únicamente serán el nido, el árbol, el bosque; no puede amar á los extraños desconocidos quien no ama los propios de su sangre, de su nación de su raza.”

“Educación y colocación de niños”…

El doctor Juan Bialet Massé incluyó en su Informe… algunas observaciones acerca del fenómeno social en la ciudad de Rosario y advirtió que “la familia media de los ferrocarrileros es de seis personas; ese el mínimo general medio.

En cada conventillo, en cada grupo de ranchos, son verdaderos enjambres, cuando el padre y la madre trabajan, los muchachos quedan al cuidado del mayor ó de la mayor, cuya autoridad dicho se está que tiene bien poco valor y su cuidado menos.

En cuanto pueden salir á la calle no se quedan en casa y se juntan en bandadas como los pájaros para jugar y pelearse y hacer todo lo propio de su edad.

Pero pronto se destaca el pilluelo, que vende diarios, lustra botas, se ofrece para mandados y pide limosna si le ocurre, juega, come golosinas y se hace vicioso á los doce años. En el Rosario, como en todas partes, hay padres tan sinvergüenzas que explotan á sus hijos para vivir en la ociosidad y el vicio; llegan hasta hacer discursos en las sociedades obreras para probar que los muchachos deben trabajar desde que pueden levantar una escoba.”

Anécdotas y escuelas…

El pilluelo del Rosario es especial á la localidad en sus costumbres; es vivo, ágil, enjuto y vicioso.  Recuerdo que hace cuatro años, cuando la pérdida de las cosechas y la exaltación electoral daban calor á la política, iban delante de mí dos chiquillos con los diarios bajo del brazo, uno tendría diez años y el otro poco más de doce.  El menor dice al otro: -Mirá que son bárbaros los hombres, ¿por qué hacen revolución? – El mayor le contesta: -¿Cuándo vos tenés hambre no te hacen revolución las tripas?  Pues lo mismo son los hombres grandes; cuando tienen hambre y no hay en qué trabajar hacen revolución.

Otro día jugaban dos en la calle todo el dinero que habían ganado vendiendo diarios.  Llega un gendarme y les da un par de pescozones.  Uno de ellos, que no tendría quince años, le muestra la puerta de una casa, y le dice: -Justicia para el pobre; ¿á que no entra ahí, donde de noche se pelan los ricos?

Jamás deja de tener una salida oportuna y nunca dejan de hacer la última réplica.

En el Rosario no se resiste el pueblo á mandar los niños á las escuelas; al contrario, hay en las madres, sobre todo, verdadero deseo de instrucción para sus hijos; pero las escuelas son insuficientes para las dos terceras partes de la población escolar, y el otro tercio carece de medios.  Las escuelas existentes no tienen suficiente número de bancos y faltan muchas escuelas; de manera que no se puede achacar á incuria de los padres.”  Luego Bialet Massé reiteró lo expresado por varias madres que vivían en conventillos y que deseaban mandar sus hijos a la escuela  “siquiera para poder estar tranquilas las horas que estuvieran en clase, en vez de andar haciendo travesuras”.

Destacó que “esos enjambres de niños son miles de niños, que reclaman la escuela con legítimo derecho.  /  Hay un verdadero desequilibrio social en materia de educación en todo el país; no es sólo en el Rosario.  Todo lo absorben las universidades y los colegios, y no se dá a la escuela primaria lo que le pertenece.  Se grita que hay sobra de profesionales, pero en verdad lo que hay es falta de escuelas primarias.

Cualquier institución que se crea en el Rosario en que se pueden poner niños se llena en el momento; y en cualquier ocupación en que se llaman, acuden en tal número, que bien puede aplicarse el adagio: hay cien niños para cada trompo.

El taller-escuela de trabajos manuales es una prueba de ello.  Apenas abierto se llenó de niños; trabajan con verdadero entusiasmo, y apenas tiene la instrucción suficiente para ir á un taller, salen á buscar conchavo. /…/  En esa escuela hay talleres de fragua, de herrería, de ajustaje y carpintería; es un encanto ver pequeñuelos de diez años como trabajan.  Se admiten analfabetos, porque las escuelas llenas los despachan por falta de bancos. /…/ Este fenómeno es general en la provincia; las escuelas-talleres fundados lo demuestra; en Cañada de Gómez, en Esperanza, en todas partes pasa lo mismo. /  En vista de esto, ocurre preguntar: ¡Qué es más sensato y patriótico, más necesario: fomentar la inmigración extranjera de menestrales ó educar y aprovechar estos millares de argentinos, que al cabo de seis meses de instrucción producen trabajo útil en condiciones que para el inmigrante sólo son hambre y miseria?

Entrar en un taller en Cañada de Gómez, en Rafaela, en Pilar, Esperanza, en Villa Constitución, en Coronda, en cualquier parte, el hecho es constante, es ver una cantidad de aprendices de dieciséis á veinte años que son verdaderos oficiales”…

“Esos niños del Rosario, esos niños de Santa Fe, son muchos miles de trabajadores que piden incorporarse, de 6,000 y de 8,000 por año, al movimiento del trabajo, que tienen derecho á que se les incorpore con preferencia á todo elemento extranjero.  /  Yo creo que si el partido socialista argentino tendiera su mirada más allá del Arroyo del Medio, tendría mucho patriótico por hacer, y sería un movimiento de opinión que llamará la atención de los poderes públicos sobre el estado social, que indicará á los capitalistas cómo dirigir su actividad, que levantará el espíritu público.

Es preciso ver que en las ciudades y pueblos de Santa Fe, vive el zapatero, porque lustra botas, hace de remendón y á medida; el peluquero comercia ó es pintor; el taller de herrería, lo es á la vez de carpintería y carrocería y sino no vive.  El panadero es bolichero ó tendero, y el albañil trabaja en la trilla y muchas veces ara.”

El puerto de Colastiné

El doctor Bialet Massé destacó que el Puerto de Colastiné era “uno de los centros de trabajo más originales de la República… situado en la punta S.E. de una vasta isla, á veinte minutos por el F. C. Francés, se extiende á lo largo del profundo brazo del Paraná, que le da nombre, algo más de tres kilómetros, casi de norte á sur, sobre una pradera verde y riente; bajo un cielo de fuego en el verano, tibio en el invierno, siempre radiante de luz.

Allí crece frondoso el naranjo, todo género de árboles; los melonares y todo género de cuarbitáceas tiene un aroma especial, y el maní alimenta una fábrica de aceite, cuyos edificios, rojizos y elegantes se destacan entre una preciosa arboleda.

Casitas blancas, ranchos y cabañas, de madera y zinc, blanqueados de fescoral, en calles alineadas, parecen bandadas de palomas posadas á ambos lados de las vías, y más al naciente y el norte centenares de ranchos de quincho, sin orden concierto, de variadas formas y dimensiones, casi todos con galería y verdes enredaderas, prolongan la población hasta Colastiné Norte (3 km.), y después más dispersas acá una casa y allá un rancho, van hasta San José del Rincón (7 km.), pueblecito de quintas preciosas, en que las rosas parecen más bellas y los jazmines más olorosos que en parte alguna.

Todo allí es vida y movimiento y luz.  Colastiné es como un vasto taller de 1.600 á 1.800 estibadores y afines, que cargan 2.000 y más toneladas diarias de cereales y quebracho, en vapores de ultramar; descargan carbón de piedra y del país en cabotaje.  Todo lo demás es auxiliar de este movimiento; la estación del ferrocarril, con numerosos empleados, está en un continuo vaivén de vagones, y me dicen que recauda ahora cerca de 60.000 pesos diarios.

Al rededor de las vías una multitud de almacenes, tiendas, confiterías, bars, fondines y cafés. Eso es Colastiné.

Colastiné sería una población muy sana, como lo es el resto de la isla, si las aguas no estuvieran profundamente contaminadas; nos d guarda ninguna precaución higiénica, y la aglomeración creciente de basuras de todas clases va produciendo un estado de casi saturación.  En la entrada de otoño especialmente, las fiebres tifoideas atacan la población, y en todo tiempo los niños son diezmados por las gastro enteritis.  Urge la higienización local, porque es un campo preparado para recibir todo género de epidemias.  Ya el cólera prendió de tal manera que se temió se hiciera endémico.

Los estibadores son en su mayoría criollos; apenas un diez por ciento de italianos y españoles; los obreros y empleados del ferrocarril son en la casi totalidad italianos y franceses y los demás criollos.”

Luego, Bialet Massé destacó:

“Uno los trabajos más duros que he visto aquí es el de las lavanderas; bajo un sol de 48º C. al medio día, sin una ramada que las proteja, trabajan diez y más horas, ganando un pequeño jornal… ”    [42]

1902: huelga de estibadores…

El doctor Bialet Massé en su Informe… relató cómo era contratado el estibador, “hombre siempre fuerte y ágil, sin lo cual no aguantaría tan rudo trabajo” y destacó que “es generalmente, ignorante; hay de un 50 á 60 por ciento de analfabetos en la totalidad… La masa de éstos la componen correntinos, entrerrianos, santiagueños y cordobeses, con un 20 por ciento de las demás provincias. /  Generalmente son bebedores y jugadores, pero se alimentan bien.  La organización de la sociedad ha mejorado enormemente su  moralidad; los hay hasta vegetarianos; pero no así como se quiera, sino que discuten á fondo el sistema en todos sus detalles; de nueve vegetarianos con quienes discutí sobre los inconvenientes que tenía para ellos la exageración del sistema, seis eran anarquistas convencidos y fanáticos -como todos los anarquistas de buena fé, y fanáticos de todo”…  [43]

Desiderio Tarragona y su familia…

Destacó Juan Bialet Massé que en San Martín del Norte le había llamado la atención “Desiderio Tarragona, excelente indio, casado con una mujer espléndida, alta, esbelta y bien conformada, con un hijo en brazos y dos que le seguían agarrando de la falda; habla el castellano bastante bien y revela una inteligencia no común.”

Comentó luego que “a pesar de estar bastante adelantado su embarazo, toma los dinamómetros sin resistencia” para que el doctor pudiera registrar los datos que le permitían elaborar conclusiones acerca de la resistencia de los entrevistados.

Es oportuno reiterar aquel informe:

“Marido y mujer nos invitan á entrar, doy á los muchachos un puñado de galletas, que es la gran golosina del indio, y están contentos como unas pascuas.

El rancho es alto, construido de adobes que entran en un cruzado de maderas y de dos aguas, con mucha caída, amplio y cómodo.  La casa está limpia y bien hecha; hay allí todo lo que tiene el labrador cuidadoso. El señor Juez de paz me hace notar el orden y la limpieza que se veía alrededor de la casa; pero yo me fijo en que hay allí higueras y duraznos, flores y plantas medicinales; todo bien cuidado y limpio, y una magnífica planta de algodón está diciendo que la colonia puede darlo y bueno.

Conversando con el indio, me dice que aquellas plantas las consigue cuando sale á trabajar, y tiene vivos deseos de tener peros y manzanos.  Ese indio vale bien un colono, y tres también.

Salimos de allí, y no hay ranchos ni árboles; las chacras de aquellas gentes si se distinguen de las generales es por su buena labor y buen cuidado.

Declaro que aquellas fieras me fueron altamente simpáticas.”

Colonia Obligado…

Durante su permanencia en la Colonia Obligado, formada con dos mil indios, comprobó que eran “excelentes labradores y cosecheros de maní”.

Relató así aquella experiencia:

“…Supe que se les pagaba con el vale de proveeduría, y que sólo los colonos italianos les pagaban en dinero, y que colonos é indios eran explotados por los almaceneros;  supe más, lo oí: allí, en aquella región, no hay mendigos; una turca forastera se acerca á un almacén, pide una limosna; jamás vi cara más cruda para echar á un pobre; el almacenero dice, Excelentísimo Señor, que lo que tiene y crea, le cuesta mucho de ganar, y no está para dárselo al primer venido que se lo pida.

Es ahí donde el indio aprende lo que es el catálogo de venenos alcohólicos, única cosa que se le enseña; es ahí donde lo explotan sin medida, y es ahí de donde salen las calumnias para disculpar las propias faltas.

Se dirá, ¿cómo es posible que á gente tan buena se le atribuyan tan malas pasiones y se la pinte con tan negros colores?  ¿Qué interés hay en perjudicarla?

Debe decirse de una vez y francamente: los terrenos que poseen los indios son excelentes, están cultivados en su mitad, cercados y bien cuidados; si los indios son echados, esos terrenos se podrán comprar; agréguese á esta codicia un poco de política, y se tiene toda la clave.

¿Es esto decir que el indio es casi un santo, lleno de todas las dotes y las virtudes?  Muy lejos de esto.  En la tarde misma de la visita viene uno á caballo, completamente ebrio, dando gritos desaforados; él no conduce el caballo, es éste quien lo lleva á su rancho.  El padre Buenaventura me informa que ese es el vicio del indio, y cuando está así no conviene contrariarlo, porque en tal estado es una bestia bravía.

Hay entre ellos explotados y explotadores; hay gentes de instintos perversos; pero ¿acaso Buenos Aires no tiene su crónica policial diaria, como París, Berlín y Londres?

Tiene, sobre todo, la falta de instrucción, que deja libres sus instintos salvajes.  En cuarenta años de reducción no se le ha enseñado el idioma del país.  No se ha visto que la mitad de la patria está en la  garganta, y que no hay medio más seguro ni otro para reducir de verdad que enseñar el idioma nacional.

Los lenguaraces abusan de su posición; ellos hacen los contratos, sacando ventajas personales, como lo hacían hace tres siglos, y como lo hacen ahora los intermediarios en todas las relaciones del trabajo.

La falta de instrucción mantiene el aislamiento y la comunicación de las ideas y prácticas civilizadas no se hace sino con extrema lentitud. /…/  Después de una larga conferencia con los padres Buenaventura y el Subprefecto de las misiones, me cuentan horrores cometidos con los indios.   De todo ello yo deduzco que se continúan en el siglo XX todas las malas mañas del siglo XVI, y que hace falta restaurar el imperio de las leyes, que repriman los abusos nacidos tanto de la codicia como de la falta del concepto de que el indio es hombre y tiene los derechos de la humanidad.”    [44]

Reacciones contra la explotación…

Explicó Juan Bialet Massé, que el indio reaccionaba cuando advertía que era explotado por “su habilidad para el trabajo de hacha” y al comprobar que “las cuentas de entrega siempre tienen dificultad por el número; la proveeduría los explota de una manera exagerada”… Se subleva y teniendo el monte cerca, “al irse arrea con lo que puede y da el malón tan grande como animales encuentra á su paso, de los que deja siempre muchos en la huída.

Esto no es tan frecuente como se supone, es más bien raro, pero sirve de pretexto para que otros practiquen la cuatrería en grande escala.  Así, el señor Gobernador de Santa Fe, como su ministro el doctor Celestino Pera, el jefe político de Vera, el comisario Durand y todas las autoridades saben perfectamente á qué atenerse á este respecto, y sus informes precisos los he podido comprobar bien, por los dichos de todos los vecinos de los pueblos fronterizos. /…/

Hay que tener en cuenta que los criminales y prófugos de muchas provincias ganan aquellos montes, cambian de nombre y escapan á la acción de la justicia, pero por esto no dejan sus instintos criminales.  La acción de la justicia es nula ó casi nula allí, el cuchillo resuelve la mayor parte de los conflictos entre los hombres.

Allí también se organizan los malones, que se hacen precisamente porque alguien  compra lo robado, y la culpa invariablemente recae en el indio; pero los que saben á qué atenerse entienden bien que cuando más ha habido algún indio que sirva de baqueano, ó se ha inquietado alguna tribu en el trabajo, para justificar la calumnia; la carne se consume en los obrajes extremos ó van los animales a pie á un destino conocido.”

Hostilidad y persecuciones…

Después de recorrer parte del territorio chaqueño, Bialet Massé volvió “por Santa Fe, para tomar la línea de San Cristóbal, y visitar la antigua línea de fuertes que marcaban la frontera por este lado. [45]

En San Cristóbal una persona de alta posición cree que nada hay que estudiar en la cuestión indios; lo único que hay que hacer es exterminarlos, y si queda alguno llevarlo a la Tierra del Fuego.

¿Y si a Ud. le hicieran eso, qué diría? Es que yo no soy indio.”

“Llego a Tostado el día más oportuno para mi objeto.  Es vísperas de la elección de electores presidenciales; han ocurrido cinco caciques llamados por el jefe del regimiento; la tropa va á estar rigurosamente acuartelada durante la elección, y han venido multitud de gentes de toda la sección.  Voy á tener abundante cosecha.” /…/

Diálogo con el mayor Camilo Gay…

El doctor Bialet Massé había escuchado que el mayor del ejército nacional don Camilo S. Gay había contribuido al desarrollo de Tostado y cuando llegó a ese lugar, pudo conocerlo personalmente y así fue como tras ese encuentro anotó: “…he oído hablar tanto bien, pero no tanto como merece.  Su instrucción es sólida y práctica, su trato exquisito y sus maneras de hombre acostumbrado á mandar; pero es, sobre todo, mi hombre para la cuestión indios, él que hace años los trata y los maneja.

Oír hablar al mayor Gay es como leer un resumen de las leyes de Indias.  Él, sin haberlas leído, haría más o menos lo que ellas dicen.  Sería tolerante con sus costumbres y hasta un poco con sus defectos; les iría dando poco á poco lo que se debe á la humanidad, á la civilización y al honor de la Patria, para que no vinieran con exigencias exageradas; los haría enseñar y doctrinar; les daría tierras fijas y les enseñaría á trabajar por medio de instructores, sin teorías, pero prácticos; los haría garantir el cumplimiento de los contratos de trabajo, al que no irían sino en virtud e pedidos formales.  En el trabajo les dejaría la libertad de que lo hicieran á su comodidad; á ratos al principio, después cada vez más, hasta llegar al trabajo ordinario. Él los racionaría con una yegua por cada cien al principio, los vestiría pobremente, después iría aumentando su bienestar.

Él está seguro de que en tres años no quedaría en el Chaco un indio alzado, y lo está porque ha gobernado á los indios durante tres años que ha estado al frente del regimiento y ha llegado á tener en Banderas una masa de indios reducidos y buenos; pero faltaron los recursos para racionarlos y vestirlos; y después de agotar hasta la caridad pública, la mayor parte de los hombres se volvieron al monte; no se podía exigir de aquellas gentes que se murieran de hambre.

Paso con este señor un agradable rato”, acordando que al día siguiente le presentaría a los caciques y le ayudaría para que pudiera cumplir su misión de recoger información sobre el estado de las clases obreras…  [46]

En esas circunstancias, Bialet Massé anotó:

“Por casualidad sé que los caciques están alojados en la misma manzana de la casa en que paro.  Los puedo hablar solo, y me voy allá queriendo hablar con ellos solos; el Juez de paz me acompaña, lo que me contraría, pero me libran de él, y estoy á mi gusto en casa de la china Carmen Rico.

Les hago traer cigarros y los convido á tomar algo; prefieren la plata á la bebida y se la doy.”

Relatos de caciques y mujeres…

En Tostado, al noroeste de la provincia de Santa Fe, a principios de 1904 Juan Bialet Mássé visitó a algunos caciques y dialogó con Carmen Rico que hacía “sesenta años fue llevada cautiva al Chaco en un malón que los indios hicieron, arrollando hasta sobre la tribu á que Carmen pertenecía, junto con un hermano llamado Benito Rico, y que está presente.   Carmen no sabe la edad que tiene, pero, indudablemente, pasa de los sesenta y seis años, porque ella tiene un recuerdo vago de su niñez.  Su tipo es quechua, como el de su hermano.

Es una mujer alta, esbelta y derecha… no parece que tuviera la edad que dice; de regulares carnes, conserva toda su dentadura; es viva, locuaz y de una inteligencia rara.  Habla el idioma del país con un pronunciado acento y muchos giros indios.  Así, para designar al gobernador doctor Freire, dice que: ‘La Gobernador gordo hombre bueno estando, bueno, bueno’; y al mayor Gay no le economiza elogio.

El cacique principal se llama Pedro F. Gay; al casarse é inscribirse en el Registro Civil, el mayor Gay fue su padrino y le dio su apellido; es un hombre como de cuarenta y cuatro años, muy alto; su porte y color es el de los gauchos del norte de Córdoba.  Viste un traje de saco negro, con bota alta y usa un rebenque en la mano; tiene cara de hombre de bien y los rasgos de la energía; entiende poco el español y sólo sabe saludar. Nolasco Yerverica, Pedro Rico, Nicolás y Ramón, hombres de su misma edad, con excepción del segundo, que, según Carmen, debe tener cerca de los ochenta años, son tipos regulares y visten regularmente.

Todos los mocovíes son del mismo origen que los de San Martín del Norte, con los que están unidos por parentesco.

Al solo anuncio de la misión que llevo, sus caras cambian, revelando una gran satisfacción. Se ponen completamente á mi disposición, y nos hacemos grandes amigos.  Para ellos las palabras Gobierno Nacional tienen un efecto mágico”…

Entre ellos, estaba también “Pedro Rico” -hombre fuerte que tenía ochenta años- y contaron a Bialet Massé “sus aventuras después de haber vivido “largos años en “Las Avispas”, distante 233 km. de la capital santafesina:

“…el coronel Urquiza les dio una batida y tuvieron que ir internándose hasta donde viven hoy; cómo los han destrozado en diversas ocasiones, y la vida miserable que llevan en el monte; ellos conocen las ventajas de la vida civilizada, pero no quieren ser maltratados; prefieren morir de cualquier modo, hasta de hambre, antes que soportar el látigo ó el palo.

Si les dieran tierras fijas, ellos vivirían bien.  Les digo yo que no abona mucho a favor de sus asertos los robos que cometen á cada rato y los delitos agresivos que los hacen odiosos.

Salta Carmen como si la picara una víbora, y me dice:

‘Mirá dotor, á ti te han engañado; mentira te han dicho.  Esos robos no puede hacerlos el indio; no sabe donde cristiano tiene animales finos, está en el monte y no puede saber, los que lo saben son los que están aquí.  En dos robos los alambres del cerco están rotos con lima, y lima el indio no tener, tienen cristianos.  Cuando sucede un robo, no siguen la rastrillada, porque no quieren, y siempre echan la culpa al indio; lo mismo que cuando se comete una muerte y no se sabe quién es.  El indio no mata nunca sino por venganza, y muy rara vez, porque siempre los viejos aconsejan la paciencia; pero los jóvenes no la tienen siempre y se vengan, porque es inútil acudir á la justicia, el indio nunca tiene razón’.”

Ferrocarril Central Norte: personal incapaz, huelgas…

Destacó Bialet Massé que “al nacer el Central Argentino no tenía el país personal para su servicio; tuvo que reclutarlo en Europa, de donde trajo el 90 por 100 de ingleses, bien retribuidos, con ventajeas notables, como eran la licencia con sueldo por seis meses cada cinco años, con pasajes para Europa y la jubilación, con sueldo entero, á los treinta años de servicio.

Los obreros de los talleres eran también pagados con largueza, y se llamaron aprendices con un reglamento muy favorable.  Así pasaron las cosas, hasta que el Ferrocarril Oeste de Buenos Aires y el Centro Norte (hoy Central Córdoba) demostraron la excelencia del criollo como obrero ferrocarrilero, y se le aprovechó, no sólo por sus aptitudes obreras, sino para pagarle sueldos muy inferiores á los de los extranjeros.

De aquí nacieron el desorden, la inmoralidad y el mal servicio, que fueron características de esta línea.

La substitución paulatina de los extranjeros, no sólo por el criollo, sino por muchos italianos y españoles inmigrados, que habían trabajado en el ramo en Europa, ó cuya audacia les hacía presentarse como aptos, llegó á la casi desaparición del elemento inglés. Éste, que veía su fin próximo, que se sentía herido por la ingratitud del despido, después de haber vencido las dificultades de la instalación y que se veía privado de la recompensa, que creía debida á sus servicios, se lanzó en una vía de inmoralidad, de robos en los boletos de los pasajes, en las cargas, que rayaron en el escándalo, dejando al salir raíces tan hondas que sólo podrá extirpar una administración enérgica, recta y activa, convencida de que el primero y principal de los medios á emplear es un personal bien organizado, instruido, aunque para enseñarlo haya que hacer algún sacrificio, y bien rentado, sin lo cual tapará un agujero y se le abrirán tres, en daño al público, de la riqueza general y de la empresa, cuyas utilidades aparentes podrían fácilmente duplicarse.  En Buenos Aires y Rosario tenía mejor personal y mejor recompensado, por supuesto.  El primer efecto que produjo la fusión fue eliminar un número crecido de personal, tanto por la supresión de muchos trenes, como porque éstos recorrían los trayectos más cortos, y sobre todo porque en los puntos de tráfico común se puede economizar casi todo el personal doble.  El personal excedente fue despedido con cargo de colocarlo en las primeras vacantes.  Al poco tiempo, y sin aviso previo, se rebajó el salario á muchos y se recargaron los servicios.  Como la supresión de al competencia hacía á la nueva empresa árbitra de la situación, las ganancias subieron enormemente.”[47]

El sistema de funcionamiento de los ferrocarriles fue evaluado por Bialet Massé y destacó que “con cualquier pretexto se despide á los buenos empleados prácticos, y se pone al que sigue en categoría, pero sin aumentarle sino una parte del sueldo, y así se va hasta tener empleados perfectamente inservibles, que producen un accidente a cada rato.

He visto judicialmente los libros de relevo de los señaleros; ninguno está llevado en forma, no ya de comercio, sino ninguna razonable, con hojas en blanco, asientos traspuertos, faltando asientos; ¿qué más, Excmo. Señor? Señaleros de diecisiete años, señaleros analfabetos,  señaleros que ya antes habían sido despedidos del servicio por embriaguez y abandono del mismo.

A favor de este procedimiento se emplea el otro sistema de hacer sudar al obrero; primero, se aumenta media hora la jornada, después otra media, y así se llega á las doce horas; más tarde se suprime al farolero, de modo que el que va á entrar á soportar doce horas de frío y vigilancia, tenga que ir antes para encender ó apagar las luces, y se concluye por hacerle llevar el parte del servicio á dos, tres y más kilómetros de distancia, hasta que los empleados chillan, irritados; los empleados reclaman con respecto un y otra vez, inútilmente, hasta que al fin paran; se les tilda entonces de libertarios, huelguistas de profesión y cualquier otra cosa; y se suspende el servicio público, se pide amparo, invocando el orden público y el servicio de la correspondencia; se da por caso fortuito la falta de servicio, por más que el caso estaba previsto desde largo tiempo atrás y podía evitarse por medios razonales y justos (artículo 514 del Código Civil).

Por otra parte, las empresas tienen el cuidado de hacer el mejor servicio posible en los trenes de pasajeros, especialmente en los coches dormitorios; cuando va alguna autoridad, que cree que así se sirve al público, acaba su viaje sin haberse dado cuenta de que junto á él iban vagones de segunda, inmundos, con el hedor de las letrinas que no ven desinfectantes, ni los pasajeros son tratados como gente, sino como cosas.

Con los guardas se halla el medio de correr los trenes extraordinarios sin pagarlos.  Llega el tren ordinario en momento en que se tiene avisado el extraordinario; nos e puede suspender y se le ordena seguir con el extraordinario.  Y si el individuo es manso, no hay reparo en repetir el hecho.  Se le dan sesenta centavos para ración ó un peso para alojamiento, y se ha corrido el tren.

A los jefes de estación se les tienen menos consideraciones; se mandan los trenes y se los aguantan.

Así se va rebajando la cantidad y calidad de los empleados y obreros, hasta que le servicio se hace insoportable, y se producen las huelgas, pero como quedan permanentes las causas, las huelgas quedan siempre en pie, latentes; los empleados y obreros van aprendiendo á aprovechar las oportunidades y cada vez son más fuertes y extensas, en tan grave daño del país que representa ya muchos millones.

Cosa curiosa: los elementos más fácilmente movibles son precisamente esos que se reclutan en el momento del conflicto, que para nada sirven, y una vez que se dan cuenta del y lo aprenden, quieren que se les retribuya lo que vale, y además paguen el servicio de salvataje, que creen haber hecho.” [48]

Ramal San Cristóbal a Tucumán…

El ferrocarril Central Norte desde San Cristóbal a Tucumán, bordea la zona inundable a orillas del río Salado a los fines de servir para el transporte de la producción de caña de azúcar desde los ingenios; “desde que parte de San Cristóbal, los mosquitos son una plaga, como el ique, aunque menos que de Vera á la Sábana, entre en Tucumán y de allí al norte; el paludismo es la endemia reinante hasta los extremos de las líneas de Salta y Jujuy, el ramal en construcción á Ledesma… Como el trabajo en el ramal á San Cristóbal es tan poco, los empleados se aburren; les queda de parada, entre los trenes extremos, más de doce horas, y cuando se ha puesto en Añatuya el cambio de personal para cumplir exactamente la jornada reglamentaria, muchos empleados me han manifestado que mejor quieren tomar el descanso en Tucumán, porque en Añatuya no pueden hacer sino comer y dormir.”  Relató luego “un incidente”en Tostado: “…estábamos en la meda redonda del llamado hotel once comensales; entre ellos varios empleados y el gerente de una compañía, que había ido para tratar con un señor inglés la venta de algunas leguas de campo para cultivo del algodón.

Se hizo conversación sobre la última huelga ferrocarrilera, que yo encontraba justa, por el recargo de servicio y la retribución mezquina. Uno de esos seres buenos que se entrometen en todo lo que no entienden, dijo: que peor era el ferrocarril de San Cristóbal, que no había personal, que desde San Cristóbal al Tostado los jefes de estaciones hacían de jefes, telegrafistas y á veces de cambistas, y bomberos, donde había bombas y una porción de incendios de grueso calibre.

Entonces, el gerente aludido me hizo una caída tremenda; el Gobierno argentino debía empezar por cumplir él las leyes antes de exigirlo á las empresas extranjeras; sus ferrocarriles eran un desbarajuste; en fin, un diluvio, que concluyó con esta frase: Eso debía decir usted al Gobierno, en honor de la verdad.”

Explicó Bialet Massé, que “el entremetido no sabía lo que decía, pues aunque es cierto que en las estaciones referidas hay escaso personal, éste no tiene trabajo real por tres horas al día; los empleos simultáneos pueden desempeñarlos con comodidad y sin peligro para el público y las cargas, y además tienen el personal de las cuadrillas para auxilio en caso necesario.  Donde hay bomba hay bombero. /…/ Lo que manifiestan todos es que se aburren soberanamente; cuando les cae un periódico lo leen hasta los avisos, con el pie de imprenta. Yo no estaría allí ni por todo el oro del mundo, salvo que me dieran una buena biblioteca y recado de escribir, porque aquello es un presidio; ni siquiera tienen el recurso de salir á pasear cuando, en años como el presente, los campos se inundan. /…/ La vida siempre igual los embrutece, y por esto yo creo que no sólo se debe dar la licencia de veinte días al año al que lo pida, sino también obligárseles á que la gocen, dándoseles los pasajes gratis para que vayan a centros poblados.”   [49]

Ferrocarril Provincial de Santa Fe

Tras observar los servicios del Ferrocarril Provincial de Santa Fe, Bialet Massé  destacó que alrededor de la estación, “se han construido casitas que se venden á obreros, á pagar á largos plazos, por poco más de lo que pagarían de alquiler. En principio, la cosa es buena; pero el detalle de los contratos es malo.  Si el obrero deja de pagar una cuota ó varias, según los casos, pierde la propiedad, y para pagar es preciso vivir y trabajar, y si se muere qué a los herederos les quede con qué, ó puedan adquirirlo; si el obrero se muere dejando mujer e hijos chicos, el negocio sale malo, del todo malo.   Si el obrero es despedido, puede buscar trabajo en otra parte y seguir pagando, pero si se va de Santa Fe, se ve cargado con dos pagos, que no puede soportar, y la casa se pierde.  Suponiendo que alcance á pagarla, también tiene que quedar en el lugar ó alquilarla.  El negocio no es, pues, bueno, sino para los obreros fijos y en localidades donde puedan alquilarse fácilmente, en las grandes ciudades son una bendición, sobre todo si se construyen sobre solares relativamente; amplios que permitan hacer una quinta frutal, esto es, de 4 a 5.000 metros cuadrados, y si se hacen por el sistema australiano son el mejor adorno de los arrabales.

En el Rosario, en el barrio llamado ‘de la Refinería’,  hay también muchas propiedades de este género, y aun cuando no se ha tenido el buen sentido de prever el futuro ni siquiera en la alineación de las calles, dan mejores resultados porque es más fácil su traspaso y alquiler á causa de la gran población obrera.”   [50]

Mujeres “mocovíes”…

Escribió Bialet Massé: “Me cuentan las costumbres de la tribu; allí no hay justicia para la agresión, cada uno se la hace por su mano.  Si un indio mata á otro en pelea, muerto se queda y ahí se acaba; pero si lo mata alevosamente, cachorros deja que lo vengan.

‘Ve, me dice, cómo hacemos nosotros.  Las mujeres son muy celosas; si un indio unido á una china comete una infidencialidad con otra, ésta es desafiada por la mujer y pelean.  La tribu hace rueda y presencia cómo las dos chinas se agarran del pelo, se muerden, se arañan, hasta que una cae y la vencedora se lo lleva.   Si los dos son casados, no pelean, pero le matan el caballo y todos comen de la carne, y le quitan lo que pueden; y así hacen también cuando uno mata á otro que no tiene quien le defienda.’

La mujer tiene una influencia poderosa sobre el indio.  Cuando el año pasado hubo la miseria, los que quedaron fue porque las mujeres no quisieron irse.   Ellas hilan, tejen redes, aprenden fácilmente á coser y tienen un verdadero delirio por que sus hijos aprendan; la escuela es como obsesión en la india mocoví, y tiene gusto en vestirse; si está desnuda, es porque no tiene con qué cubrirse.

La religión tiene en ellos una influencia poderosa; quieren cura, porque dicen que les enseñan sin maltratarlos.

Saben todo lo que sucede en el Chaco como si estuvieran presentes; los unos á los otros se comunican todo.  Hay hombres funestos para ellos, que no olvida, como los hay gratos, que respetan.  Yo les digo que hay caciques asesinos.  Carmen me los pinta como los Moreyras de los toldos indios.

Estando en la conversación llega el baqueano y lenguaraz Pérez, hombre fornido, que tiene el cuerpo acribillado de cicatrices de heridas recibidas en las luchas con los indios; pero ha llegado por su valor y buen trato con los vencidos á imponerse.  Él me confirma lo que Carmen y los otros por medio de ella me han dicho.  Lo quieren ahora tanto, que dicen que le dan la mitad de lo que obtuvieran, porque á su intervención se lo deberían.”

Coincidencias con el Mayor Gay…

Bialet Massé después de dialogar con los caciques, con Carmen Rico y sus hermano Benito, con el anciano Pedro Rico de ochenta años, se despidió como “los más amigos del mundo”. Partió hacia el campamento para despedirse del mayor Camilo S. Gay y seguir el camino hacia el Fortín Banderas donde vivían aproximadamente ciento veinte indios.   Tras dialogar con el mayor Gay, el doctor, abogado y agrónomo, anotó:

“Abundamos en conformidad de ideas.  La de llevar más de 40.000 chaqueños al Sur la vemos irrealizable é inhumana y de consecuencias funestas para el progreso del país.  Yo les recuerdo, confirmando sus ideas, la Ley 13, Título I, del Libro VI de Indias, que prohibía trasladar los indios de tierra fría a caliente y viceversa, ni aún para las minas, que era mirado por los conquistadores como el objeto principal de la explotación (Ley I, Tít. XV, Libro VI), y la razón de esa ley era que esta diferencia es muy nociva á su salud y vida; y no es posible admitir que los conquistadores fueran en 1541 más humanos que los hombres de gobierno de un país libre, en 1904.

Cuando él me repetía la necesidad de la enseñanza práctica y voluntaria de los niños, primaria y muy práctica, el modo de traerlos al trabajo, yo recordaba las Leyes XX á XXIII del Tít. I citado, y todas las concordantes, y se lo manifesté.  La conformidad le sorprende; á mí no, porque á través de los tiempos y en todos los países, el talento y la bondad, la moral y la equidad, coinciden siempre como dos ecuaciones matemáticas del mismo grato y con iguales datos.

Me despido de aquel hombre superior, convencido de que si las doctrinas necesitan apóstoles que les den vida y honestidad, que las ejecuten, el mayor Gay es el apóstol de la reducción del indio en el Chaco en el momento presente.

Él cree que la necesidad de enseñanza requiere para el indio maestros de gran abnegación y  bien recompensados; la necesidad religiosa pide sacerdotes ordinarios, los de regimiento en primer lugar, que no están ligados á ordenes dadas, clero nacional sobre todo y ante todo; él ha visto como yo, que los sacerdotes extranjeros, que no conocen ni hablan el idioma que deben enseñar y que ciertamente no se distinguen por su actividad, son contraproducentes.  Opina, y yo con él, que las tierras deben darse á los indios con cierta separación, aunque las reducciones obedezcan á un plan único; y opina, en fin, rectamente, que hay que aprovechar la tendencia de la mujer a la civilización, vestirla y dedicar á su educación una instrucción especial.”

(El doctor Bialet Massé rememoró algunos diálogos con el gobernador santafesino Rodolfo “Freire, el ministro de gobierno doctor Pera, y otra multitud de ciudadanos imparciales” y destacó que todos veían la fijación de tierras, “como el medio más seguro y eficaz para reducir al indio”.  [51]

Es oportuno tener en cuenta que el 10 de octubre de 1904, durante el segundo año del gobierno de Freyre, se aprobó el proyecto de instalación del Puerto de Santa Fe en su actual ubicación y cien años después, no ha sido por casualidad que así lo recordara Ezequiel Martín Balbarrey, al pronunciar su primer discurso en el Concejo Deliberante de la Municipalidad de Santa Fe de la Vera Cruz destacando que era un descendiente (en sucesivos discursos expresó que era tataranietobisnieto

Sabido es que disponer de “la tierra” y de “medios de comunicación” siguen siendo dos de los tantos factores que inciden en el desarrollo económico-social de pueblos y ciudades.)  [52]

Primeros fracasos de los colonos…

Juan Bialet Massé también rememoró cómo había comenzado la instalación de colonias agrícolas integradas con inmigrantes que llegaban al país declarando ser “agricultores” porque era una de las condiciones requeridas y que en realidad, nunca habían desmontado ni sabían “romper la tierra” hasta entonces sin cultivos.

Acerca de los fracasos en las primeras cosechas, destacó que “los colonos no sabían arar, ni sembrar, ni segar, ni trillar; el defecto no estaba, pues, en el suelo, ni en el clima, sino en la ignorancia técnica del colono.

A vueltas de buscar remedio, y después de un tercer fracaso, cuando los colonos se negaban á volver, se buscaron agricultores criollos, y los colonos volvieron acompañados de un criollo para cada familia.  El éxito fue completo, la cosecha espléndida obtenida demostró la posibilidad y los pingües rendimientos que la colonización ofrecía”.

Bialet Massé luego expresó: “Han venido legiones de colonos de todas partes, en su mayor parte italianos, pero ellos no han hecho sino extender la zona, sin cuidarse de otra cosa que de imitar lo ya hecho, sembrando la mayor extensión posible… El colono tiene la fiebre de la extensión… El advenimiento de las máquinas modernas de segar y trillar, ha formado al colono en una completa falta de instrucción y de espíritu de asociación para aprovecharlas, y ha tenido que someterse á la imposición de terceros, que si no tenían mucha más instrucción técnica que él, sabían ó medio sabían lo que decían los prospectos que acompañaban á las máquinas y las instrucciones incompletas y breves que les daban los primeros montadores que las llevaron.

De ahí que el colono santafecino, ni trilla, ni acarrea, y para el comercio mismo de sus productos se vale de una serie de intermediaros que le chupan el jugo de su trabajo hasta extenuarlo; y de ahí también el sello especial del trabajo en las Colonias.”

El doctor Bialet Massé había comprobado que “la arada se hace muy desigual y los resultados son los que deben ser.  Hace dos años viajaba de Santa Fe á Rosario con el Ministro de Hacienda de aquella provincia, y pudimos observar muchos linos contiguos, ó sólo separados por la vía del ferrocarril, que iban del raquitismo hasta la frondosidad más espléndida; las diferencias no obedecían sino á la profundidad del arado.”   Comentó luego que “concluida la siembra ó el aporque del maíz, el colono queda completamente ocioso hasta que viene la época de las cosechas, en que pocos son los que trabajan personalmente.  Se hace el corte y el emparvamiento por manos mercenarias, que no buscan sino el mejor pago del trabajo hecho que poco ó nada les importa lo demás.

Las máquinas trilladoras vienen como un negocio accidental y ambulante, y por la competencia rabiosa que se hacen unas á otras de ordinario, bajan los precios de tal manera que no pueden tener utilidades sino en los años muy abundantes, y en todos, á costa de un trabajo inhumano exigido á los obreros, advenedizos y nuevos cada año, sin ligamen con el patrón; unos y otros no tienen más objeto que la ganancia, ninguna relación, ni siquiera de humanidad, los une.

Lo mismo sucede con las máquinas desgranadoras en su tiempo, después de la recolección del maíz, hecha á tanto por bolsa y la comida, que produce un trabajo extenuador.

El acarreo también se hace en condiciones análogas; la prisa de vender, para evitar las contingencias del tiempo ó para satisfacer las exigencias del habilitador, producen un trabajo que agota hombres y animales, excitados por la codicia del lucro inmediato. /…/  “La venta de los productos se hace á los acopiadores, que vuelven á vender á los exportadores y más generalmente al almacenero, que sirve de habilitador y que abusa de los precios de venta de las mercaderías y en los precios á que recibe los cereales.

Es un verdadero enjambre de recibidores, de negociantes intermedios, poniendo en juego todas las artes de mala fe, esquilman al verdadero productor, que no tiene más defensa que hacerse también de mala fe, ó la que le puede dar, con laudable celo, la Bolsa de Rosario, cuando á ella puede llegar, institución benemérita de la economía nacional, que se perfecciona y extiende cada día.

Llegados los cereales á las estaciones, son puestos allí á la intemperie, donde se pierden en cantidades verdaderamente colosales por falta de cobertizos adecuados, de tren rodante, y se hace un juego de influencias para obtener el transporte, funesto siempre al pequeño productor.”

Bialet Massé también destacó el aumento en los valores de venta de las tierras desde 1880, porque “terrenos que se vendían hace veinte años en Roldán, San Jerónimo y otros puntos á mil quinientos pesos la legua, se venden hoy á 100, 200 y hasta 300 pesos la cuadra. /…/  Ver una colonia es verlas todas, porque las diferencias son muy pocas.  Tal es el aspecto general que presenta la zona agrícola cerealista de Santa Fe, que se extiende é interna por las de Córdoba y Santiago.”

Explicó que “la condición del trabajador es lo más inestable” porque los obreros golondrinas si no encuentran trabajo remunerativo no se quedan; no se firman contratos y los abusos por acuerdos verbales generan conflictos que “una multitud de intermediarios, agentes de conchavo, con casa fija ó ambulante, viven de engañar miserablemente á los pobres trabajadores; estipulan condiciones que luego no reconocen los patrones; tanto sobre el jornal, como sobre las horas de trabajo, la cantidad y calidad de la comida, los pasajes y demás detalles del contrato; se acude á mil artificios para explotarlos, y una multitud de procuradores de campaña, sin ciencia ni conciencia, les sacan los pocos pesos que tienen, tras de resultados hipotéticos de pleitos, en los que el trabajador pierde, hasta cuando gana.

El colocador ha sacado su comisión y desaparece; y aun cuando se le encuentre, es inútil perseguirlo, porque es un perfecto intrigante y no ha dejado rastro de la negociación.  Este oficio, tan vilmente ejercido, se extiende rápidamente á favor de la falta de legislación que proteja los intereses del obrero y que castigue al que lo ejerce. /…/  Es desolador ver una yunta de caballos flacos, con el lomo escarchado, tirando penosamente del arado, que no penetra quince centímetros, estimulado su trabajo por el látigo, como si éste pudiera substituir á una alimentación regular, dirigido por un  obrero flaco, aterido de frío, mal alimentado y peor pagado.

El resultado es un trabajo pésimo y caro, la muerte ó inutilización del animal y el agotamiento del trabajador, que se desmoraliza”… ”

 

Después reiteró que el colono santafesino por ignorancia más que por ociosidad, cultivaba “un solo cereal, cuando más dos; y como ni siega ni trilla, ni acarrea, resulta que trabaja realmente de 110 á 125 días, y con el producto de ese trabajo ha de vivir 365… No cultiva una cebolla, ni una col, ni un pimiento; todo lo compra en el mercado á altos precios y con flete caro.

El señor Belisario Ortiz, en su colonia Ausonia, ha pagado este año libretas de sus colonos de 60 y 70 y más pesos por verdura.

Me encontraba un día en un puesto de la hermosa finca del señor Grandoli, vicegobernador de Santa Fe, en San Jerónimo.  La mujer del colono, cultivador de más de cien cuadras, nos mostró unas batatas de primer orden, obtenidas por ella en el terreno; tenía una tomatera espléndida en un cajón y cerca del rancho había un hermoso durazno.

Hablábamos de las costumbres agrícolas del Interior.  De pronto me pregunta el señor Grandoli:

        • ¿Conoce usted ser más ocioso que el serrano cordobés?
        • ¿Cómo no, señor? Le contesté. El colono santafecino, y especialmente éstos de su casa de usted. Vea estas gentes, compran batatas, tomates y duraznos en el Rosario, teniendo cómo obtener, y con poco trabajo, algo  mejor y por nada.”

 

Luego, Bialet Massé explicó que “se ha desarrollado en esa zona agrícola la gran plaga del colono y del trabajador: el almacenero… que recibe sus vales como dinero hasta la cosecha, á cargo casi siempre de que le venderá los cereales en tales condiciones, y tomando éste la calidad de habilitador… cuando viene el vale, se dan las mercaderías al obrero á precios que aseguran de todo riesgo, y si es analfabeto, se le roba en la cantidad, en la calidad, en el precio y en las liquidaciones se convierten, como por descuido, los centavos en pesos… Los domingos por la tarde y noche y en toda la semana, cuando se puede, se le invita á tomar la copa, y se le da cuanto se puede de esos venenos catalogados con tan variados nombres, todos ellos productos de combinaciones del laboratorio de la trastienda, que dejan al almacenero ganancias de 200 á 400 por 100, y que producen embriagueces más agresivas; se le facilita el naipe y hasta dados y guitarra.

Es allí donde se hacen los Moreiras y los cuatreros; es allí donde se producen las peleas y los crímenes, y por una hipócrita maldad, cuando los hombres están a punto,  se los empuja afuera, para que el escándalo no se produzca dentro de los lindes donde el comerciante ejerce su honrado comercio; él nada tiene que hacer con el delito; él ha vendido honradamente su mercadería, y no puede impedir que el obrero tenga el vicio de la borrachera y sea agresivo y pendenciero.

El 95 por 100 de las causas criminales que se sigue en los Juzgados de instrucción del Rosario de Santa Fe, tienen su antecedente necesario en el almacén, el almacenero aprovecha el estado de embriaguez para cargar en la libreta mercaderías que ni ha visto el obrero, lo acusa de vicioso y corrompido, y el vulgo, que no investiga la causa, repite con toda seguridad que el obrero es un vicioso incorregible, y tiene al almacenero por el más cumplidor de los hombres, con tal de que cubra exactamente sus obligaciones á la fecha fija del vencimiento, y aun la sociedad distinguida lo recibe en su seno, si los vientos de la fortuna le hacen rico, si tiene la cara más ó menos blanca y se ciñe á las formas sociales”…

En el párrafo siguiente, Bialet Massé explicó:

“En cada pago queda un déficit en la libreta, al fin, cuando la miseria y la conciencia de que jamás podrá pagar,  hace emigrar al peón, el almacenero dice que lo han ‘clavado’ en tantos pesos, sin ver en sus libros que él ha robado al clavador diez veces tanto; ni de que él es el verdadero culpable de que aquel hombre se haya perdido para la sociedad y para sí mismo, fomentando sus vicios para explotarlo”. /…/

“Este almacenero se encuentra en toda la República, aunque en menor escala, y sin represión alguna, fuera de Tucumán, en que hay una patente moralizadora para las casas que venden por cosas, que ha mejorado mucho á las clases obreras, pero yo creo que es insuficiente”.

Aludió también a “una cantidad de golondrinas criollas… que emigran á Tucumán en junio, para la zafra de la caña, vuelven á sus pagos en agosto y septiembre, se van en diciembre á las zonas cerealistas y vuelven en marzo ó abril; algunos con los pesos que economizan mejoran sus ranchos y compran un terrenito, ó la majadita de cabras ú ovejas ó algunas vacas.  Lo más general es que hagan una sola campaña; ello es á causa de lo agotadores que son los trabajos; el que hace las dos se acaba en poco tiempo.  Todos los trabajos son duros, tanto por las altas temperaturas en que se operan, cuanto por lo excesivo de la jornada, y aunque se dice que se hacen de sol á sol, es falso, porque se aprovecha la luna, al alba, ó después de puesto el sol, para alargar la jornada. He visto con mis propios ojos salir al trabajo á las 4. a. m. como regla general, y no pocas veces a las  3.30, y dejar el trabajo a las 7.30 y hasta á las 8 p.m., dando descansos á la mañana del tiempo indispensable para tomar el mate, al medio día una hora ó cuando más dos, de tal modo, que la jornada mínima útil es de 13 á 14 horas y el tiempo ocupado por el peón, teniendo en cuenta el que necesita para despertar y vestirse, para comer y desvestirse después de la jornada, no baja de 15 ó 17 horas, y no le queda el necesario para descansar, volviendo al trabajo sobre-fatigado y al concluir la temporada es un hombre agotado completamente sobre todo el que ha trabajado en la horquilla de las parvas y trilladoras ó en la carga, descarga y estiba de bolsas.”

Acerca del trabajo con las trilladoras, Bialet Massé destacó que los maquinistas son “el alma del negocio” porque los dueños no tienen conocimientos de mecánica y dependen de ellos que generalmente poco saben y por eso “sufren mil accidentes e interrupciones; no son pocos los accidentes del trabajo que sufren los obreros, por los cuales no se les da indemnización alguna”…

“…todos reciben la comida, que es atrozmente cargada de ajo, picantes y estimulantes insoportables.  Esto es lo que enferma á los santiagueños al principio, en la región norte de Santa Fe, y por esto hay menos criollos.

Es aquí donde viene mayor cantidad de inmigración golondrina, generalmente piamontesa y poca udinesa.

En el resto de la provincia y en Córdoba la comida es más racional y sencilla, y apenas se ven extranjeros en el trabajo de horquilla y de embocar.”

Trilladoras en Rafaela…

Bialet Massé relató lo observado en Rafaela: “…de cinco trilladoras, las cinco trabajaban sin maquinista; sus dueños, dos analfabetos complemente, se creían muy capaces de manejar las máquinas; y así iba ello.

A una preciosa Clytton, de tracción, del último modelo, le echaban un trigo mojado, casi podrido; había llovido los tres días anteriores y sin parar.  Salía un grano hinchado, que á la simple presión de la mano se convertía en una masa de engrudo.  La noria se interrumpió cuatro veces en una hora; trabajó apenas diez minutos.  En la hora siguiente fue peor: toda la máquina estaba engrudada.  El Jefe político de Castellanos, que me acompañaba, se quedó sorprendido” y en otro capítulo, destacó que era “un cumplido caballero y un funcionario recto”.

Explicaba el doctor Bialet Massé en aquellas circunstancias que “en tal máquina el dueño era maquinista y colono, esto es, dueño del trigo, y analfabeto, apenas chapurreaba el idioma del país.

Se puede afirmar… que de cada cien que se dicen maquinistas en Santa Fe, apenas hay uno que lo sea, y este mismo no sabe manejar sino el motor; no tiene ni la noción del compás del trabajo, ni de la adaptación del obrero á la máquina… Dan a la máquina una velocidad extraordinaria y ésta trabaja con una trepidación tremenda…

El objeto es obtener los 200 quintales; ése es el ideal, y quien paga los platos rotos es el obrero, con las jornadas beduinas.

Angustiado de ver tanta desdicha, me he puesto al lado de varias trilladoras; moderada la velocidad del motor, é instruidos los emboquilladores, lo he hecho trabajar sucesivamente, contando los números 1, 2, 3, 4, y en las nuevas máquinas, 1, 2 – 1, 2, extendiendo la mies convenientemente; después he regularizado la marcha de los horquilladores, de modo que vayan llegando sucesivamente, por números contados. /…/

El Jefe político de Rafaela tuvo la amabilidad de llevarme á una máquina que limpiaba trigo por medio de una trilladora Clytton; aquello era un desconcierto perfecto; los emboquilladores abrían las bolsas y las vaciaban invariablemente en el centro, en vez de repartirlas en toda la extensión de la boca; la máquina marchaba á tal velocidad que en cuanto aflojaba la carga, en los intervalos de bolsa á bolsa, trepidaba atrozmente, la correa saltaba, y mucho grano se molía. Enseñé al dueño cómo debía regular la marcha del trabajo, y dividir la jornada, parecía convencido”…

Calor, polvo y moscas…

Destacó Bialet Massé que “desde las 11 á las 2, en los meses de enero, febrero y marzo, la temperatura es de fuego, y que en los días de viento norte bochornoso es realmente insufrible. El hoquillador y el embocador respiran un polvo atroz, y todos, cuando el viento viene mal con relación á posición de la máquina. Los operarios duermen en muchas partes a la intemperie, en las parvas ó junto á ellas; y en la región noroeste de Santa Fe son atormentados por la mosca, que se halla en proporciones enormes, sigue á las personas envolviéndolas en verdaderas nubes, sobre todo cuando nos e quema la paja porque llueve y se pudre.  NO sé si es peor que el mosquito del Chaco, que aquí, aunque no falta, no es abundante.

Los esfuerzos hechos por los gobiernos de Santa Fe en beneficio de la agricultura son notables.  El gobierno actual” –gobernador Rodolfo Freyre- se señala de un modo extraordinario en un verdadero tren de carrera: supresión de peajes, construcciones de puentes y caminos, premios á las producciones y tantos otros progresos que sería largo enumerar.

Pero la gran mejora, que pasa en silencio y no se ve, es la escuela industrial”…

Comentó luego que “las harinas de Santa Fe invaden todo el Interior, habiendo desaparecido los antiguos molinos, excepto en Córdoba, donde se conservan algunos que han transformado sus maquinarias; sobresaliendo el del señor J. B. Iturraspe, en San Francisco, que es el primero del Interior, por su grandiosidad, la perfección de sus maquinarias y su organización”. [53]

Producciones, controles y dificultades.

En el primer capítulo del segundo tomo de su Informe…, Bialet Massé destacó que la provincia de Santa Fe, “en cuarenta años ha pasado de importadora de la poca harina que consumían sus habitantes, á exportadora de 1.770.000 toneladas de cereales y harinas, transportadas por sus ferrocarriles y fiscalizadas por el gobierno; y lo no fiscalizado ¿cuánto es?   Porque este año Santa Fe ha pasado los tres millones de hectáreas cultivadas y debe pasar de los tres millones de toneladas en producción, y se comprende la diferencia de las cifras oficiales. ¿Por qué el mar de papas de Arroyo Seco y su región no está comprendido en ellas?  ¿Y la ganadería que viene remontando de Buenos Aires, rica y potente?”

Bialet Massé refiriéndose al año 1872, destacó:

“Parece obra de hadas; yo lo recuerdo como si fuera hoy, hace treinta y dos años, dos grandes tropas de carros sanjuaninos, llegando á Cañada de Gómez, cargadas de harina y vino, una mañana fría de invierno; ni al ferrocarril le hacían caso todavía.

Las vicisitudes y dificultades de todo principiar; aquella invasión de langosta de 1876 á 1880, que amenazó concluir de raíz con toda vida vegetal, nada fue obstáculo para los obreros del progreso; y cuando se ve la obra en su marcha triunfal presente, hay que decir que es obra de titanes.

La obra crece, casi á razón de 200.000 hectáreas por año, ¿á dónde irá?  Y uno no sabe contestar sino mostrando los límites del mapa, porque la agricultura es hasta ahora sólo extensiva, rudimentaria y sin base científica.  Apenas se ensaya el algodón y se inicia el cultivo de la seda, y los aprovechamientos secundarios de la agricultura no se conocen; sólo la lechería y la cremería tienden á tomar plaza entre los productos exportables. /…/  Por otra parte la ciudad de Rosario presenta mucha similitud, en sus fábricas y talleres, con los de la capital federal y pueden aplicársele las mismas conclusiones…  Sería injusto no empezar por el Gobierno provincial” -gobernador Rodolfo Freyre-, que impulsa el movimiento progresista con buena voluntad y con un criterio digno de imitación.

Tras una época de calamidades, sequías, langosta, bajas de mercado y las quiebras y malestar consiguiente, vino al gobierno de Santa Fe el señor J. Bernardo Iturraspe, hombre de grandes intereses en la campaña, y se preocupó de su moralización y policía, haciendo lo que pudo, así como en la mejora de la administración de justicia.  A la entrada del Gobierno actual, las colonias estaban arruinadas; se hizo un empréstito y se les dieron semillas abundantes, sembraron, los años han venido felices y se han dado y están dando saltos asombrosos.

Es lástima que los ferrocarriles, en vez de secundar el movimiento, parece que más bien tendieran á detenerlo.  Se han hecho ensayos desde Correa y Venado Tuerto y las tropas de carros han dado un servicio mejor, más barato y más rápido que el ferrocarril, á pesar de los malos caminos.

El doctor Freyre se ha preocupado de este punto tan esencial para la agricultura, ha expropiado puentes particulares para mejorarlos y suprimir los peajes, ha mandado construir otros, y hoy no se niega camino ni puente útiles, con tal de que los vecinos beneficiados contribuyan á la construcción, combinación feliz que produce los mejores efectos.  Alivia al tesoro público, los vecinos tiene interés en cuidar lo que les cuesta, y el progreso se extiende y es efectivo hasta el unto que la concurrencia del carro va á obligar al riel á bajar sus tarifas expoliadoras.

Todos los caminos que concurren al Rosario se alistan con fáciles entradas, y en breve el carro, venciendo á la locomotora, demostrará la necesidad de que el Congreso Nacional ponga coto á los abusos y haga concurrir á los ferrocarriles á los fines para que fueron concedidos, y aun entonces, los veintiocho puentes reparados, construidos y liberados de peaje en un año y doce caminos reparados contribuirán al desarrollo de la agricultura como las arterias contribuyen á la vida.” [54]

José Bernardo Ignacio Iturraspe Freyre

Es oportuno tener en cuenta que José Bernardo Ignacio Iturraspe Freyre, nació el 30 de julio de 1847 y al día siguiente lo bautizó el Padre José de Amenábar, siendo padrinos sus tíos Bernardo y Elena Iturraspe. Hijo de José Iturraspe Gálvez y de María del Carmen Freyre, familias de intensa participación en la política. Sobrino de Ventura Freyre, fusilado por orden del gobernador Juan Pablo Mascarilla López. [55]

Los Iturraspe y los Freyre pertenecían al Partido Liberal –de la Conciliación-, relacionados con el “Club del Progreso” y eran  opositores a los Iriondistas del “Club del Pueblo”.

José Bernardo Ignacio, estudió en el Colegio de la América del Sud de Buenos Aires y luego en el Colegio de los Jesuitas de Santa Fe. Comenzó estudios de derecho pero optó por trabajar en el Registro de Comercio de aquella ciudad, estableciéndose luego con una Casa de Cambios y Corretajes, en Montevideo (República Oriental del Uruguay).  Su padre le pidió que asumiera la administración del Molino Harinero “San José” y así fue como regresó a su provincia natal, adquirió enormes extensiones de tierras e impulsó la formación de colonias, entre ellas -nombrándolas por orden alfabético-: Alcorta, Ceres, Elisa, Eustolia, Margarita, San Bernardo, San Jorge, San Vicente, Sastre… abarcando territorio de Córdoba, Quebracho Herrado, San Francisco…

En 1893, en marcha la “revolución de los radicales” contra el gobierno de Juan Cafferata y presentada su renuncia, ejerció esas funciones el vicegobernador José Elías Gollán quien ante el avance de Mariano Nicolás Candioti con otros conspiradores santafesinos, pidió a José Bernardo Ignacio Iturraspe que interviniera como mediador para evitar la lucha armada.  [56]

Cuando se escucharon los primeros tiros del grupo de políticos que llegaba a la capital santafesina junto a los hábiles rifleros de Esperanza que ostentaban el estandarte de sus lejanos Cantones, el vicegobernador Gollán decidió entregar el gobierno a Candioti, históricamente reconocido como “el gobierno de los veintiún días”.

Siendo gobernador Luciano Leiva -y evidente el enfrentamiento con el doctor José Gálvez y sus seguidores-, José Bernardo Iturraspe fue propuesto como candidato a gobernador y casi por unanimidad, fue electo en enero de 1898, asumió el 18 de febrero  y acompañado por el vicegobernador Desiderio Rosas. En sus discursos ante la Asamblea legislativa mencionaba las obras del gobierno, entre ellas el impulso para la construcción de los puertos de Santa Fe y de Rosario; extensión de los ferrocarriles y aumento de la colonización. Durante su gobierno, en el año 1900 fue reformada la Constitución de la Provincia de Santa Fe; el Código Rural también sancionado en aquel tiempo constituyó “un modelo” para otras provincias; creó el Registro Civil e impulsó la instrucción pública.. .

        1. B. Iturraspe, terminó su mandato el 18 de febrero de 1902, comienzo del gobierno del doctor Rodolfo Freyre con quien tantas veces dialogó el doctor Juan Bialet Massé mientras observaba el estado de las poblaciones indígenas, de las clases obreras y de la educación en el territorio santafesino

Desde entonces, Iturraspe prefirió dedicarse sólo a “su vida privada” aunque a fines del año siguiente algunos grupos impulsaban su candidatura como vicepresidente pero la propuesta definitiva fue “Quintana-Figueroa Alcorta”. El aumento de los síntomas de su enfermedad determinaron la decisión de trasladarse a Buenos Aires a fines de 1905 para su tratamiento.  Continuó su declinación, expresando minutos antes de su fallecimiento en la madrugada del miércoles 25 de abril de 1906, que quería ser sepultado en su pueblo: San Francisco. [57]

Conclusiones sobre la Provincia de Santa Fe…

El doctor Bialet Massé, incluyó el Capítulo XI – Santa Fe, en el segundo tomo de su Informe… al ministro del Interior Dr. Joaquín Víctor González.  En el primer párrafo destaca que “hacer las monografías del trabajo en Santa Fe, aunque fuera por el sistema ya anticuado de Le Pay, sería obra de diez años y de muchos hombres.

Fue Frédéric Le Pay, un observador de la realidad social, preocupado por el aumento de la violencia y por las condiciones de vida de los obreros y un estudioso de la importancia de las instituciones en la etapa de transición entre esa inestabilidad y la necesaria estabilidad mediante una organización que satisfaga los requerimientos de la población en concordancia con sus derechos humanos. Por sus aportes, es reconocido como un precursor de los métodos de evaluación cualitativa en las Ciencias Sociales partiendo de la premisa de que en la vida familiar inciden tanto los modos como los medios de existencia.  Sabido es que hay una relación insoslayable entre los recursos -los ingresos-, los gastos -salida- y la posibilidad de ahorro.

Destacó Bialet Massé que “un río navegable la costea, con multitud de puertos naturales, con muelles de leguas y leguas continuas; que muelles son las altas y verticales barrancas.

Allí hay de todo, la segunda ciudad de la República, muy numerosos centros de ciudad, villas en formación, barriadas de colonos, casas aisladas y viejos ranchos de la antigua estancia alejados de todo centro y trabajo, recordando el pasado próximo de Santa Fe desierta, con la estancia pobre y diseminada en su extenso territorio, por toda riqueza y elemento de vida.

Ya no hay industria que no tenga mayor ó menor representación, desde los motores hidráulicos, á que las aguas del Carcarañá y otros ríos prestan sus energías, al motor térmico, hasta el aeromotor, se cuentan por miles y millares; talleres, trilladoras y restos de magníficas destilerías asesinadas por el impuesto interno.”  [58]

Escuela Industrial de Santa Fe

El doctor Bialet Massé estuvo en la Escuela Industrial de la capital santafesina y destacó que era “sin duda la mejor comprendida en la República para formar obreros, gentes prácticas, sin pretensiones, llamadas á seguir las artes y oficios en aquella campaña tan extensa y necesitada de ellos.”

Expresó que esa escuela “es un modelo que debieran imitar todas las provincias; de ellas no saldrán industriales de salón y guante blanco, ni apóstoles del anarquismo, sino obreros, capataces y maestros de taller eximios; hombres de trabajo, muy prácticos y siempre útiles; su director, el señor Muzzio, figurará con honor en la historia industrial de la República, y ya le acreditan maestro superior los alumnos que salieron de esa escuela á fundar por la provincia talleres de trabajo manual para los pobres y á dar enseñanza manual en las escuelas públicas.  [59]

Está instalada en un caserón viejo que se acomodó al efecto y que se va habilitando á medida que las necesidades lo requieren.  Todo respira limpieza y luz, hay espacio, pero el suficiente nada más.  Valdría la pena de hacerle casa propia y á propósito.   /  Hay en la escuela 160 alumnos; se admiten desde la edad de catorce años en adelante; no hay límite superior.  En el momento en que yo visité la escuela, el mayor tenía veinte años cumplidos.

Para el ingreso se les exige la instrucción primaria y el certificado médico de sanidad y de aptitud.  Se les dan gratis útiles y libros y hay diez becas de 20 pesos mensuales para niños pobres, que se dan por oposición. /…/  La enseñanza teórica es el mínimo necesario para una buena práctica; en lo que hay más latitud es en el dibujo.  Asistí á una clase de dibujo de máquinas y vi á los alumnos manejar las tablas fácilmente y hacer los cálculos con rapidez.

Hay un taller de fraguas, bien ventilado 7y amplio, con fraguas á mano y de fuelle mecánico; una para altas caldas.  Los talleres de herrería y ajustaje son modelos, así como el de carpintería, bien distribuidos, ventilados y limpios.

El taller de moldeado tiene todo lo necesario APRA la enseñanza, modelos en yeso de un gusto artístico exquisito hechos por el profesor que lo dirige; así él como los demás profesores que hacen de jefes de taller son algo más que excelente s obreros, son verdaderos pedagogos en su arte.

Halaga ver á niñitos de 14 á 16 años ajustar escuadras, reglas y compases con una precisión de maestros, con sus largas blusas azules; producen el efecto de talleres de liliputienses ó de grandes talleres vistos con un vidrio reductor.

La subordinación amable, el orden perfecto reinan allí, y todo ello tiene algo de familiar y paternal, nada de rigores de maestrillos.

La enseñanza dura tres años, y se divide en dos secciones, que tienen por objeto: la primera, la enseñanza industrial, y la segunda, la preparación de profesores para la enseñanza de trabajos manuales en las escuelas comunes de la provincia.

El curso dura tres años, desde marzo á diciembre; la asistencia es de siete horas diarias, cuatro para la enseñanza de taller y tres para la teórica. La sección de enseñanza de trabajos manuales está bien dotada y tiene clases buenas y amplias.

No hay exámenes; las promociones se hacen por las calificaciones diarias de los alumnos, y el éxito es satisfactorio.

Se elaboran con preferencia los pedidos del Consejo de Educación de la provincia: bancos, pizarrones, muebles, útiles de enseñanza común y manual.  Después se elaboran productos de los que el comercio importa del extranjero; lo que yo he visto son productos de museo, especialmente un torno de herrero para banco de grandes dimensiones, que me llamó mucho la atención.

La escuela no hace competencia á la industria privada; á los pedidos del Consejo de Educación les carga la materia prima y el costo de producción y lo que se vende al público es al precio corriente en plaza.  /  Las utilidades se destinan á disminuir el costo de la enseñanza; las utilidades líquidas el año pasado fueron 5,800 pesos.

Hijos de esa escuela son: la Escuela taller número 1 de la misma capital, la Escuela taller de Trabajos manuales del Rosario de Santa Fe, y dieciséis talleres distribuidos por la provincia para la enseñanza de la carpintería, por ahora.”

“La escuela taller Nº 1”…

Explicó el doctor Bialet Massé que “la Escuela taller número 1, es el complemento de la industrial y su base para proveerse de alumnos.

Tiene 400 alumnos matriculados, de los que trabajan en los talleres 125 desde el tercer grado arriba.  Nada puedo decir mejor de su organización y objeto que acompañar el reglamento de ella y que la rige desde el 14 de agosto del año pasado. /…/  Los talleres de enseñanza de sombrerería, con confección de formas para sombreros de señora y sombreros de paja, encuadernación y cartonado, alpargatería, plumería y escobería, son excelentes y bien dispuestos.

No hacen competencia á la industria privada; las ganancias se distribuyen entre el establecimiento y los alumnos como lo fija el reglamento; el 35 por ciento para estos.  La subordinación, orden, higiene, ventilación, todo es bueno.  Hay baños de lluvia, club atléctico con aparatos propios; en fin, nada falta.

El ejemplo se lleva hasta el punto de que la caja escolar da ropa y socorros á los niños pobres, en los días patrios, repartidos por los alumnos. /…/

La visita a las escuelas me ha producido este efecto: así como un acorazado de guerra no vale por lo que en sí es, sino por la inteligencia y el corazón del que lo dirige; estas instituciones valen por la inteligencia y el corazón de los que las gobiernan.

Sacar provecho de recursos que parecen nada; la previsión, el detalle, no sale de los reglamentos, sale del alma que los tiene.

No bastan al gobierno estas instituciones; al bajar del ten en Santa Fe de ve un gran edificio, que está concluyéndose de construir.  Es la Escuela de Artes y Oficios, que se inaugurará en breve, y se proyecta otra para el Rosario.”

Tras otro recorrido, el doctor Bailet Massé escribió:

“Con motivo de mi visita á las trilladoras, hablé con el señor Gobernador y el Ministro del ramo, respecto á la adquisición de una trilladora para la escuela industrial.  Los alumnos podrían practicar su manejo, y como las vacaciones de éstos empiezan en diciembre, podrían desparramarse por las colonias, y practicar el ‘así se hace’, que es lo único que entiende el colono.

En su lugar me ocuparé de este modelo de instituciones para las provincias del Interior.”

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Colonos catalanes en San Pedro…

Aludió luego a la inmigración catalana que había llegado hacia 1890 a San Pedro en la provincia de Buenos Aires y que en ese momento, “se extiende ya hasta tocar las veinte hectáreas, que es lo que pueden cultivar con sus familias; trabajan bien, siguiendo puertas del Rosario.  Estos colonos no quieren, en compra ni arrendamiento, más de los mejores métodos; y en terrenos tenidos por casi agotados ya, obtienen rendimientos que se creerían fabulosos, aun en terrenos vírgenes.  Ellos trabajan siempre, cuando no en la chacra, en la hortaliza, cuidan aves de corral, no compran más que la ropa y el ultramarino, y se enriquecen; ya hay más que uno millonario.

¿Qué serán Santa Fe y Córdoba el día que hayan transformado así su agricultura?  Ya forma parte de los graneros mundiales; entonces será una mina incalculable.”

Fortín “Banderas”…

Al llegar al Fortín Banderas, el doctor Bialet Mássé comprobó que “no hay aquel día quién sepa hablar los dos idiomas, ni hace falta; en dos palabras puedo resumir lo que allí pasa.   Desnudez, tapada con harapos deshilachados; flacura de hambre y miseria encerradas en el toldo de paja.  Los hombres han ido á la caza y á la pesca; las mujeres los esperan, dando á los hijos sus extenuados pechos, de donde no pueden sacar sino el último resto de una sangre emprobrecida.

No puedo menos de pensar que aquellos seres, flacos y miserables, tienen un derecho consagrado por la Constitución ó algo mejor.  No hay regalo para ellos como una galleta dura.

Me voy al Norte”…

Jujuy: miseria y paludismo…

Después de despedirse de los sufrientes pobladores del Fortín Banderas, el doctor Bialet Massé se trasladó hacia la provincia de Jujuy y advirtió que cerca de la Estación General Güemes, “en medio de una vegetación exuberante y rica; corre la vida sobre un terreno de jardín.  [60]

Desde antes de llegar á General Güemes, desde Palomitas, todas las gentes llevan impresos los síntomas de un paludismo agotante y matador; pero á medida que se avanza en la línea esos caracteres se acentúan; rostros amarillos, verdosos, flacos y afilados, con la angustia del sufrimiento; algunos con el vientre desmesuradamente abultado, de perezoso andar.

La razón se ve y se palpa; la vía tiene a  ambos lados multitud de charcos, cubiertos de un verde sucio, que despide un olor infecto de pantano, sobre los que pululan multitudes de mosquitos y jejenes que pican y que muerden é inoculan la enfermedad á los más refractarios; y esto se ve de igual modo penetrando en aquellos bosques, preciosos, magníficos, que atraen como sirenas, para envenenar al seducido. /…/

Trabajando de sol á sol, el trabajo es el pesado y penoso del enfermo estrujado; duerme en una atmósfera de suciedad, atacado por todo género de insectos.”

Casi anécdotas…

Sabido es que Manuel José Olascoaga, nació en Mendoza el 26 de octubre de 1835.  Sus padres y varios hermanos, murieron como consecuencia del terremoto del 20 de marzo de 1861. Fue militar,  expedicionario y topógrafo, literato, dibujante y pintor, el 25 de noviembre de 1884 fue nombrado primer gobernador del Territorio Nacional de Neuquén y a fines de ese mes, elevó a su cuñado Bernardo de Irigoyen, ministro del Interior un detallado informe que incluía la división en cinco Departamentos. Pidió al gobierno nacional autorización para comprar sesenta bueyes para los carros de la gobernación y los fondos necesarios para construir el camino que él iba a dirigir, uniendo Paso de Indios con Campana Mahuida (inicialmente propuesta como capital neuquina, hoy “Loncopué”) y en febrero de 1886 seguía esperando la respuesta, cuando la Colonia Alemana ya estaba disuelta.  Consciente de su misión, el 9 de abril de 1886 partió desde Carmen de Patagones al frente de “una fila de carruajes” cargados con herramientas, muebles, elementos para telegrafía, inmigrantes, obreros y funcionarios con el propósito de llegar hasta “Paso de Indios”.  Fundó el primer periódico en ese territorio: “La Estrella de Chos Malal”. El coronel Olascoaga gobernó hasta 1891. El presidente Luis Sáenz Peña lo designó Miembro del Tribunal Arbitral en 1894.  Ese año, publicó su libro El club de las damas (reeditado nueve años después). Tras la aprobación en la Cancillería de los pertinentes estudios sobre límites, en 1896 comenzó su  labor topográfica y la marcación de los hitos durante siete campañas, concretadas en verano en la zona puneña y en invierno en la región del Gran Chaco. En 1902 aunque ya tenía 67 años, se trasladaba a lomo de burro entre montañas y cañadones. Criticó al ingeniero José Ignacio Alsina, entonces gobernador de Neuquén, porque quería trasladar esa capital a “Las Lajas” para beneficiarse porque allí tenía “sus propiedades” y eran tantos “los errores” que  debió renunciar.

En ese tiempo, en una nota periodística ilustrada por el talentoso caricaturista José María Cao Luaces, destacaban:  [61]

“Sin ruido, alejado del público, en el silencio de su gabinete o en la soledad de los desiertos donde debe ejercitar su misión, ha realizado una vasta e importante tarea el cuerpo de ingenieros que preside el coronel Manuel J. Olascoaga, encargado de trazar la línea de fronteras con la república de Bolivia”.  [62]

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Juan Díaz Bialet, mientras estaba en Perico (territorio jujeño), escribió que “había leído y tomado nota de las publicaciones hechas en La Nación por el señor coronel Olascoaga, así como el desmentido que se había dado á sus aserciones, desmentido que fue acompañado de las firmas de numerosas personas, y lo hice presente á mis interlocutores.  [63]

Una señora, muy discreta é instruida, y á mi parecer imparcial, me contestó: -Ud. Comprenderá que cuando en una mano se reúne tanto poder, hay medios sobrados de obtener firmas complacientes de relaciones que ligan, y hasta de las mismas víctimas, amenazadas de un mal mayor ó pagadas con cuatro fichas ó con la promesa de su mejoramiento.  Ud. Verá, señor; y es de advertirle que las publicaciones del coronel Olascoaga fueron la causa de muchas mejoras, y que lo que va Ud. a ver es ya mucho menos de lo que antes había.

Se me hacer notar que, antes, el que no acababa la tarea perdía su trabajo del día, y ahora se le permite completarla al día siguiente, y ya que las tareas no se han humanizado, á lo menos la crueldad no se lleva hasta el despojo, y así en otros puntos.

La señora á quien he aludido me hace conocer los vicios de los indicios y de los que no lo son, y me pone en la pista de apreciar en todos su detalles el modo de ser del trabajo en la región”.

Con relación a los ríos de Jujuy, el doctor Bialet Massé destacó que eran “rápidos, de grandes velocidades, apenan tienen ripio entre los cantos rodados” y en ese tiempo, llevaban “mucho agua, no son pocos los obreros que han perdido allí la vida cruzándolos á caballo, y son muchos los que se han roto las piernas ó sufrido graves contusiones.”  Al llegar al Río Grande, lugar de la catástrofe de fines del verano de 1904 cuando murieron los ingenieros Martín y  Tucker, trece obreros, algunas mujeres y niños, observó el campamento que habían instalado aproximadamente a un kilómetro de distancia, con una casa de mampostería que sería utilizada como “apeadero”  y dos vagones que servían para alojar a obreros y enfermos, en “pésimas condiciones” porque “se han olvidado toas las reglas de la higiene, del paludismo y del tifus.”  [64]

Bialet Massé tras viajar en los carros tirados por mulas, a los barquinazos y encogiéndose cuando era necesario esquivar a las espinosas ramas de los arbustos, seguía anotando lo que observaba para informarle al ministro del Interior, el riojano doctor Joaquín Víctor González y refiriéndose a aquella catástrofe, el 10 de marzo estando en ese mismo lugar, escribió:

“…Ese día el campamento estaba instalado en el lecho mismo del río, aguas abajo del estribo derecho; aguas arriba había un guinche á vapor con su caldera y junto á ella una locomóvil; el río hacía dos días que venía crecido.  De pronto, á las 2 a.m., en noche obscura, de negra oscuridad, viene una sobrecreciente; una ola inmensa, asoladora, que se lleva por delante cuanto encuentra.

Puede juzgarse de la fuerza de la corriente viendo las vigas doble T que formaban la solera del puente provisorio, encorvadas, adaptadas como á martillo sobre el tajamar de un pilar.  Son dobles á cada lado y unidas sólidamente.  Todo se lo llevó, menos los pilares del centro.

Con el estribo se fueron las carpas de los ingenieros y las de los obreros que las rodeaban; algunos pudieron treparse a los pilares, y otros ganaron el agua, relativamente mansa, que quedó tras el guinche y la locomóvil volcados, en los que se enredaron árboles y malezas, cortando las aguas y proporcionando un lugar de refugio, en el que si la velocidad de la corriente no era poca, podía ser resistida por las víctimas, que daban alaridos pidiendo socorro, en la horrorosa obscuridad de la noche, sin que se pudiera prestar auxilio.

Al amanecer fue algo desolador.  Cadáveres de niños y de hombres en la orilla; hombres que intentaban salvarse á nado y eran arrastrados por la corriente, cadáveres que fueron á detenerse destrozados en la Urbana, junto á La Mendieta.

Se sabe de seguro que perecieron los ingenieros Martín y Tucker, catorce obreros y algunas mujeres y niños; pero cuántas víctimas fueron en realidad, nadie lo sabe.

Un obrero estaba en la carpa con la mujer y tres hijos; siente venir la creciente, toma dos de los niños y la mujer el otro; al salir una ola furiosa arrebata dos de los niños; toma el hombre en un brazo á la niña que le queda; y con el otro á la mujer intentando ganar la orilla, y cuando cree haberse salvado, una tipa los golpea y se clava; el pobre hombre está solo, la mujer y la niña le habían sido arrebatados; llega nadando solo, busca en vano, hasta que al amanecer en la orilla, tendida con una mano sobre el pecho y la otra en el vientre, encuentra el cadáver de la niña, que toma entre sus brazos loco de dolor.

Todavía cuando yo pasé, el paraje presentaba el aspecto de la catástrofe.  Las máquinas envueltas en ramas y maleza, la mampostería rota en partes, la vía deshecha, acá un riel y allá dos, el tanque del agua pegado á una piedra y la gente macilenta y tarda en el movimiento.

¿Hay sido indemnizadas las víctimas ó sus familias?  Se me ha informado que á algunos se les dieron pequeñas cantidades para que se fueran, y nada más.

Se achaca la culpa de la catástrofe á la testarudez del ingeniero Martín, que fue advertido dos o tres veces de que debía retirar el campamento á un lugar más alto y no quiso; esto lo he oído á personas imparciales y ajenas a la compañía constructora.  /…/

Pero respecto a las indemnizaciones á los obreros me ocurre preguntar: ¿Las enfermedades que allí sufre la gente son ocasionadas por la fuerza mayor del clima solamente, ó siquiera por la culpa exclusiva del obrero”.

Se puede contestar con seguridad que si se evitaran los charcos, haciendo el drenaje que corresponde, si se mantuvieran limpios los campamentos y se tuviera el número de filtros necesarios,  para que la gente bebiera agua limpia y esterilizada, los casos de enfermedad bajarían de un treinta por ciento al menos; pues visiblemente se ha visto que la sola limpieza de un campamento hacía decrecer los casos y la gravedad.

A mi entender Gobierno y empresas particulares tienen comprometida su responsabilidad para con los obreros, en virtud de lo dispuesto en los artículos 1109, 113 y 1111 del Código Civil; una gran parte de los casos puede atribuirse á su incuria.

La falta de limpieza, y sobre todo la de filtros, desde que con cuatro paladas de arena limpia y una de carbón puede hacerse filtros Smith, son indisculpables.

Tan es así que al otro lado del río encuentro una fonda pulpería, de un italiano, que ha hecho un excelente filtro con un barril y una bordalesa, y filtra el agua hervida, quedando estéril y limpia como un cristal.

Se sabe, pues, hacer y no se hace pudiendo.

En esta pulpería hay un austriaco que debió ser robusto como un roble; amarillo como su pelo, tiene apenas las rosetas de la fiebre; está sentado, flaco, abatido y sin alientos, presa de un acceso.

Un distinguido médico de Tucumán, con quien hablé de esto, me dijo: ‘Usted atribuye el setenta y cinco por ciento de los casos á la incuria de la administración; yo le atribuyo la totalidad.  El paludismo está en la categoría de las enfermedades evitables y  prevenibles, y basta un gasto insignificante para lograrlo, gasto que no llegaría á tres centavos por jornal’.

Allí, como en todas partes donde pasamos, pregunto á todos los detalles que me interesan, y voy apercibiéndome de que hay fuera de los lugares gran exageración respecto del trato de los obreros y de la apreciación de los hechos, aunque lo que queda es  bastante para que no necesite exagerarse.”

Bialet Massé luego llegó hasta el Kilómetro 943 y allí observó “un espectáculo suntuoso: la vía está abierta, como un boulevard de cuarenta metros de ancho y tras de sus cercos se levantan gigantescos quebrachos, derechos como velas, ahilados y de copa estrecha.  Es tan tupida la arboleda, que no permite otro modo de vegetar, y bajo ese techo abovedado, de altura colosal, verdea abajo otra vegetación de pastos y matorrales de no más de dos metros de altura, quedando entre ellos dos, como columnatas de quince á veinte metros, un bosque de columnas lisas, variadas.

A los pocos días volví, y á sol naciente presentaba un efecto encantador.

El sol, como colado allí, iluminando las pilastras y el verdor con matices é irisaciones que cantaban el himno de la luz.  /…/

Jamás olvidaré aquella naturaleza; no he visto otra semejante; y si en mi mano estuviera no permitiría cortarle ni una rama, para que los que por allí pasaran pudieran tener el concepto del Edén real y vivo.”

En “La Mendieta”

El doctor Juan Bialet Massé desde el Kilómetro 943 llegó a La Mendieta, “pasando alcantarillas desportilladas, otras de pilares de durmientes de quebracho, pero siempre entre bosques á cual más bello.

La Mendieta es un ingenio en paro; entre suntuosos cañaverales, se levanta el edificio de la fábrica, de rojo ladrillo y de una arquitectura moderna y bella.  Se levanta alta y majestuosa como soberana de las rancherías para obreros.  Edificio muy bien concebido, contiene en su interior una instalación de maquinarias moderna y bien hecha.  Todo está allí desierto, silencioso; sólo los pájaros cantan.  Después de una explotación atroz con látigo y cepo, con proveeduría y emisión de moneda, pasaron sobre ella los vientos de la bancarrota y ha quedado en manos del Banco Hipotecario Nacional.”

Sabido es que La Mendieta está situada a 45 kilómetros de San Salvador de Jujuy, en el Valle de San Francisco y que está delimitada al noreste por la barranca del Río Grande y al noroeste por la barranca del río “Las Lomas”.

Los títulos de propiedad de aquella finca conocida luego como estancia”Sala de los Matos” por estar ubicada a orillas del arroyo Los Matos, corresponden a la época de la Colonia. Los primeros pobladores eran generalmente nativos, indios “chaguancos” para realizar las tareas de campo; grupos de salteños, tucumanos, santiagueños y catamarqueños.  Luego llegaron los inmigrantes españoles, italianos, alemanes, ingleses e hindúes y a fines de la década del ’80 fue adquirida por una compañía salteña integrada con capital de origen inglés, siendo los socios “Alvarado, Aráoz y Müller” quienes participaron en la construcción de una fábrica que nombraron El Porvenir y que luego, fue cerrada porque la superproducción azucarera en el país incidió negativamente en su desarrollo.

En 1904 esa propiedad fue rematada públicamente y adquirida por “Guillermo Arming y Pablo Hasberg”, miembros de la sociedad anónima La Mendieta –nombre de origen vasco-, quienes importaron maquinarias de Europa y concretaron la remodelación.  [65]

Han destacado que “las viviendas del personal obrero conformaban un verdadero conventillo por lo que se inició la construcción de las mismas.” [66]

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Matacos…

Desde La Mendieta hasta San Pedro de Jujuy, hay una distancia de aproximadamente 15 kilómetros que Bialet Massé recorrió en 1904, “entre el bosque casi virgen, con claros de maíz y de caña, que empiezan á sentir los efectos del abandono ó mal cuidado, hasta llegar á ‘La Posta’, ya en San Pedro, como á una legua del pueblo”.  Relató luego en el Informe… que presentó al ministro Joaquín Víctor González: “Hay allí una toldería de matacos.  Un grupo de ellos está sobre la vía.  Los niños hasta de diez y doce años están absolutamente desnudos y descalzos.  Algunos más grandecitos tapan su desnudez con un ponchito de lienzo, sucio y manchado, saliendo de aquella caja unas piernas delgada como cañas negras; parecen juguetes de madera sucios.”

Destacó  Bialet Massé que “el mataco es con frecuencia barbilampiño, y cuando tiene bigote es duro, negro, alargado al modo de los coreanos y japoneses, con los que tiene mucha semejanza; algunos hasta tienen los ojos caídos hacia adentro como aquéllos.  Es poco inteligente, flaco, ágil, astuto, sucio y vengativo.  Resistente y hábil para el trabajo del hacha y del machete, es irreemplazable para el trabajo del monte y del cañaveral. /…/  Es muy desigual en el trabajo, y se puede calcular que no trabaja más de las dos terceras partes del tiempo, hace trabajar á la mujer y á los muchachos á la par de él.   No tiene idea alguna de la vida civilizada, ni nadie hace nada para inculcársela; antes bien, los hombres civilizados se muestran ante él tan bárbaros como él es, no presentándole de la vida sino el lado de la codicia, de la astucia y de la mala fe.

Por esto, cuando encuentra que se le cumple lo prometido, aun dentro de una explotación codiciosa, se aficiona al patrón; á lo menos sabe á qué atenerse.  Pero con frecuencia se le promete mucho relativamente para llevarle al trabajo, y luego se buscan todos los ardides de la astucia y de la mala fe, para burlarlo y dejarlo ir al fin de la temporada casi tan desnudo y pobre como vino.

Naturalmente tímido, acobardado por la persecución secular, llega á enfurecerse, y entonces tiene zarpazos de fiera acorralada; odia al cristiano, sin distinción de razas, y especialmente al misionero, al que considera como el instrumento de sus males, como el cabestro que lo lleva al sacrificio.

Cuando allá en el fondo de las selvas puede matar á mansalva á un cristiano ó robarle lo que tiene, lo considera como una represalia, como el cobro de una deuda.”

En sus “toldos” impermeables…

Durante su permanencia en el ingenio La Esperanza, el doctor Bialet Massé observó una vez más que los matacos viven en toldos y allí, la colocación “no tiene orden ni concierto, ni en sus dimensiones hay dos iguales”..

Advirtió que “son lo más raro que puede darse y feos como ellos; lo único que tienen de bueno es que son impermeables.   Hacen el armazón con palos, hasta con troncos de tártago; y lo cubren con pajas tan perfectamente dispuestas que escurren las aguas, no importa el tiempo que llueva.   Apenas cabe un hombre de pie, y en alguno sólo agazapado; una sola entrada por uno de los lados, entrada baja de unos ochenta centímetros e alto y ancho, y adentro el suelo está generalmente con paja, ó es suelo natural, en el que ponen á un lado algo como especie de colchón de pajas.  Allí no caben tendidas más que dos personas á la par y en el ensanchamiento extremo dos ó tres chiquillos.  Entrar en ellos es una hazaña, porque la fetidez es insoportable.   De los palos del armazón cuelgan unos zurrones tejidos que llaman yítas, bolsas, y los tienen sin luz y sin aire; los mosquitos no les entran, sin duda porque para ellos el zahumerio mataco es tan desagradable como para mí.” (sic)   [67]

“La carne y efectos de comer se saturan allí de eso perfumes, que basta permanecer uno dentro cinco minutos para no poder librarse de ellos sino bañándose y tirando la ropa”…

San Pedro…

Al llegar a San Pedro, el doctor Juan Bialet Massé comprobó que “todo el pueblo, con excepción de dos casas, es propiedad de los señores Leach Hermanos y Cía.  Allí no puede vivir nadie si no los arriendan, ni establecer casa de comercio que no les sea tributaria en una  ú otra forma; generalmente son asociados ó habilitados, hasta en las carnicerías.

Sabido es que a fines del siglo dieciocho, don Martín de Otero poseía grandes extensiones de cañaverales en su finca de San Pedro y tras su fallecimiento, la pésima administración provocó la entrega a los acreedores. La población original del pueblo estuvo integrada en mayoría por indígenas pertenecientes a diversas tribus tobas, churupíes, chorotíes y matacos del Chaco y grupos de chiriguanos que llegaron desde el altiplano boliviano.

El 19 de febrero de 1844, la finca de San Pedro incluía plantaciones de caña y una fábrica de azúcar fue adquirida por el salteño Miguel Francisco Aráoz. (La historia continúa, con algunos datos que incluyo en párrafos siguientes).

“San Pedro” a principios del siglo veinte…

Explicó Juan Bialet Massé en su Informe… elaborado a principios de 1904, que en San Pedro, “las calles son bastante irregulares, cortadas, mal alineadas, y todo respira estacionamiento y descuido.  Todos me hacen notar que no tienen interés en trabajar en terreno ajeno, tenido á título el más precario posible.  Los propietarios no quieren vender.

La suciedad es sin igual; en todo el pueblo hay tres ó cuatro letrinas, pozos anchos, someros, de una fetidez insoportable, que mejor fuera que no existieran.

Todas las casas tienen más ó menos limoneros y naranjos, en fruto y con azahar; abajo los montones de basuras, podridas, envenenadas. El representante de la compañía de obras públicas del Río de la Plata me cuenta que ha tenido que librar una verdadera batalla para que sacaran de las carnicerías los montones de cabezas, patas y demás desechos de la matanza, que daban un hedor insoportable á todo el pueblo.

Se supone que hay municipalidad, ó mejor dicho, hay unos cuantos sujetos constituidos en corporación que se dicen municipalidad.”  [68]

Los “Aráoz” y los “Leach”…

Una vez más, “el latifundio” generaba expectativas, promueve asociaciones y promueve ganancias para quienes poseen mayores recursos.  Aunque en 1836 se había declarado la liberación política de la provincia de Jujuy, durante sucesivas décadas toda esa región siguió gobernada por Salta donde se imponían los terratenientes Manuel Francisco Aráoz y Ovejero y Zerda ya que no había “pueblos” sino “poblaciones” en los alrededores de los cañaverales y fábricas.

Sabido es que el español José Ramírez de Ovejero fue un perseverante “buscador de riquezas” y sus hijos, los Ovejero-Zerda eran reconocidos como importantes personajes salteños con vínculos entre empresarios residentes en el noroeste, principalmente en Jujuy.

Uno de ellos, Sixto Ovejero que era el mayor, fue gobernador de la provincia de Salta cuando Felipe Varela llegó desde Catamarca con los montoneros y ante las amenazas de degüello huyó con su familia desde ciudad de Salta, quedando así en poder de Valera. [69]

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Cuando la población instalada en los alrededores del Ingenio Ledesma era prácticamente incontrolable, las autoridades decidieron integrar una Corporación de diez miembros que dependería en lo económico de Jujuy aunque la integraban dueños y empleados de la empresa. No se constituyó un Concejo Deliberante y en consecuencia, el presidente seguía con las costumbres administrativas de su empresa privada.

El 1º de enero de 1890, fue nombrado presidente de la Corporación Municipal de Ledesma don José Ovejero y falleció el 9 de junio de ese año quedando a cargo el vicepresidente hasta que el 9 de enero de 1891 fue electo el doctor David Ovejero, desempeñándose hasta el 26 de junio de 1892, realizándose la siguiente elección el 3 de noviembre de 1895 y asumió don Javier Saravia.  Esos hechos revelan una vez más, cómo durante décadas, fueron las mismas familias quienes gobernaron en algunas provincias…)

Es oportuno tener en cuenta que Miguel Francisco Aráoz era un político salteño instalado en San Pedro desde 1845 y poseedor de abundantes bienes, entre ellos tierras con plantaciones de azúcar y un trapiche. Conoció a  Rogelio Chadwick Leach mecánico inglés que se había instalado en Salta, dedicándose al armado y venta de maquinarias para las explotaciones azucareras.  Viajaba a Inglaterra con ese propósito y también proveyó a otras empresas de la región, entre ellas a “Ledesma” perteneciente a los hermanos Sixto y Querubín Ovejeros Zerda, a quienes proveyó las primeras maquinarias modernas.

El avance del ferrocarril contribuía a facilitar el transporte y han reiterado que el joven Rogelio Leach entusiasmó a Aráoz para la constitución de una compañía a los fines de plantar cañas de azúcar y elaborar azúcar y alcoholes. Aráoz aportó la maquinaria existente en ese lugar desde 1876, trabajaron en ese proyecto durante siete años y realizaron la primera zafra con pérdidas por el bajo precio del mercado y la distancia hasta otros centros de comercialización.  El 28 de noviembre de 1882 se asociaron  con Ángel Ugarisa, Pío y Juan Antonio Uriburu, entre otros y en la finca cedida por Aráoz que abarcaba una legua cuadrada de tierra de labranza, comenzó a funcionar el “Ingenio” que disponía de una acequia para riego… Las pérdidas en sucesivas zafras donde participaban indios del Chaco y bolivianos, desalentaron a aquellos socios quienes vendieron sus partes a tres hijos de Aráoz que en 1886 habían comprado la finca San Pedro a su padre y la nueva empresa fue nombrada “Sociedad Aráoz y Leach” hasta que llegaron otros hermanos del inglés Leach “con un capital de trescientos mil pesos” y el propósito de invertirlos en el desarrollo comercial de Salta y de Jujuy, especialmente en las explotaciones de San Pedro y fue entonces cuando empezaron a registrarse diversas explotaciones de la compañía Leach Argentine Estates Limited

En una aproximación a la historia de los argentinos se advierten otras señales: En 1883 asumió el gobernador Eugenio Tello con  el compromiso de controlar los territorios de Ledesma y de San Pedro, enormes extensiones de cañaverales que debían ser organizados políticamente promoviéndose la fundación de pueblos con nombramiento de sus autoridades y la constitución de diversas instituciones. El latifundio prácticamente era administrado por el político salteño Miguel Francisco Aráoz y después de firmar dos decretos, el gobernador Tello con una comitiva de soldados se dirigió hacia su finca. Han reiterado que durante ese encuentro, el gobernador le dijo: “Este pueblo es sólo una toldería de indios, no tengo dinero para expropiarlo y entregarlo a sus habitantes, pero más que el dinero y la ley vale su comprensión. Si usted acepta, dictaré un decreto de expropiación convencional, sin indemnización.”

Ante la negativa, dicen que el gobernador respondió en forma asombrosa: “Bien, amigo; no me moveré de aquí, y desde aquí gobernaré la Provincia, hasta que usted acepte” y quedó con su comitiva frente a la casona esperando que Aráoz resolviera favorablemente ese complejo conflicto generado básicamente por las características de esa región selvática, con población heterogénea y en algunos casos acostumbrados a la falta de higiene, soportando la creciente expansión del paludismo y a la vez, un territorio donde se movilizaban las familias de menores recursos para trabajar durante la zafra mientras otros se dedicaban al cuatrerismo…

Así fue como días después, Miguel F. Aráoz salió de su casa y se acercó al gobernador para expresarle: “Dicte usted el decreto. Ya he comprendido la necesidad de ésta fundación”, momento en que prácticamente fue fundada San Pedro.

El historiador Sánchez de Bustamante, refiriéndose a aquellas circunstancias, destacó que el segundo decreto firmado por el gobernador Tello establecía la fundación del Pueblo Nuevo de Ledesma, que estuvo guardado en un cajón durante dieciséis años; “no se cumplió” porque esas tierras también pertenecían a extranjeros, entre ellos a Enrique Wollmam quien nombró “Paulina” a uno de sus lotes (en 1915) como homenaje a su hija Paulette Wollman, así como don Sixto Ovejero había impuesto en 1886 el nombre de “Florencia” a uno de sus lotes, en honor de su esposa Florencia Sarverri.

(A partir de 1909, comenzaron los registros de las explotaciones de la Ledesma Sugar Estates and Refining… y en ese tiempo, grupos de ingleses, alemanes y franceses seguían viviendo en esa zona en condiciones precarias pero obteniendo las utilidades que justificaban tales esfuerzos.)

Miguel Francisco Aráoz, siendo el socio gerente de aquella empresa azucarera, falleció en la ciudad de Salta el 19 de enero de 1887.

En aquel tiempo, los terratenientes de origen salteño que tenían sus empresas azucareras en territorio jujeño, seguían operando como si dependieran del gobierno de Salta y además de los antecedentes históricos incidieron las posibilidades de comunicación.

Caminos casi intransitables conducían a los refugios de delincuentes y por ello, necesitaban recurrir a las acciones del gobierno central.  Han reiterado que a comienzos de la última década del siglo diecinueve, prácticamente esas localidades eran “tierra de nadie”…

Sabido es que “la lucha verbal en el Congreso de la Nación a través de sus representantes era interminable, pero el Senador por Jujuy Domingo T. Pérez tenía las de ganar porque encaró el problema desde el punto de vista geográfico. La abrupta tierra salteña dificultaba el trazado de líneas férreas sin un trabajo monumental de ingeniería, en cambio Jujuy presentaba la factibilidad de dos ramales con salida concluyente en Bolivia… se produjo el destrabe de las vías desde Tucumán a Güemes, donde quedaron como punta de rieles por tres años más.  En 1903 desde Pampa Blanca el Ministro de Obras Públicas Emilio Civit en la ceremonia de trabajos inaugurales de prolongación del ferrocarril Central Norte hacia Ledesma y Orán, dijo lo siguiente; ‘Esta obra viene a ayudar el desenvolvimiento de las industrias implantada por los pioneros de éste far-noth, los Zerda, los Ovejeros, los Aráoz, Leach, etc. suprimiendo para siempre las dificultades de transporte y carencias de fletes que desde siempre han padecido’. [70]

El sector azucarero del norte argentino se manejaba todavía a fuerza de animales de tiro, para la colocación del producto, incluso el primer trapiche a vapor llegó a Ledesma traído en carreta desde Tucumán diez años antes de la instalación del ferrocarril. Pero a pesar de que las vías -según Civit- se tendían para beneficiar especialmente a la industria azucarera, su efecto inmediato fue la integración de Jujuy con el país todo, no solo por el tren sino por el camino nacional que iba perfilándose a la vera, si bien hasta después de 1920, en que se construyeron los puentes de cemento, los caminos salteaban los ríos, los vehículos de transporte tenían que bajar hasta el cauce para -con mucho peligro y dificultad- cruzar hacia el otro lado.”  [71]

 

En aquel tiempo, la Sociedad Aráoz y Leach estaba prácticamente en quiebra con un gravamen del Banco Hipotecario Nacional sobre la finca de San Pedro y el contrato social vencía el 31 de diciembre de 1899.  El 1º de enero de 1897, firmaron una prórroga del contrato social por tres años a los fines de arrendar a la sociedad Leach Hnos. y Cía. por dos años, el Ingenio San Pedro que cambio el nombre por “Ingenio La Esperanza”. En ese tiempo, esta sociedad “ofreció por la compra un millón doscientos cincuenta mil pesos  que era una buena postura para la sociedad” y la operación se concretó con junio de 1899, acordándose que la sociedad Leach Hermanos descontaría la parte de capital ya adquirida en 1895.

Los hermanos Leach, nacidos en Rochester, profesaban la religión anglicana, habían llegado desde Inglaterra en 1894 con la intención de instalar el primer ingenio azucarero en San Isidro, con modernas maquinarias. Esa tecnología se instaló en el Ingenio Ledesma, propiedad de Antonio y Querubín Ovejero y de la Zerda.

Sabido es que los hermanos Leach compraron Calilegua, que había pertenecido a la familia Zegada del Villar. Llegaron hasta ese lugar conociendo las modernas experiencias europeas y desde el primer día, estudiaron cómo poner en marcha el plan que habían traído desde la India para desarrollar producciones con cítricos, aplicando el tratamiento español para los embarques desde tierras cálidas. Con tesón, lograron exportar citrus, bananas, chirimoyas, kakis, mangos y paltas; durante breve tiempo produjeron café que luego despacharon hacia los puertos británicos pero no resultaba rentable por los gastos en fletes. Fueron ellos quienes impusieron algunas costumbres y en la actualidad, siguen destacando la belleza de la “avenida de bambúes” y el “estilo británico” de las primeras construcciones de Calilegua.

Es oportuno reiterar que los hermanos Leach, construyeron una grande Iglesia en “La Esperanza” y otra pequeña en Calilegua, donde vivían numerosas familias inglesas.

(En 1912, los hermanos Leach realizaron una expedición por el Río Bermejo para estudiar su navegabilidad. Con las chalanas La Esperanza y Calilegua navegaron por el río San Francisco hasta la confluencia con el Bermejo, cruzaron el Chaco, navegaron por el Paraná hasta llegar a la ciudad entrerriana homónima y siguieron hacia el sur hasta desembarcar en Buenos Aires.  Convencidos de la importancia del río Bermejo y de los recursos naturales de la región norte-noroeste, compraron tierras hasta ser propietarios de “un millón y medio de hectáreas” y “algo más”…)  [72]

El emporio de los Leach…

Bialet Massé en su Informe… destacó que “no sólo el pueblo es propiedad de los señores Leach; la finca tiene treinta y cinco leguas cuadradas, que constituyen un verdadero emporio.  Cañaverales, arrozales, obra de gran progreso; la resultante de la constancia, de la labor inteligente, de la economía de seis hermanos, perfectamente concordantes en propósitos y en acción, que se han distribuido el trabajo, según sus aptitudes, que abarcan todas las modalidades de la actividad humana, desde la banca hasta la estancia, que están en todos los detalles, los más minuciosos, y todos los aprovechan.  Los cultivos pasan ya de legua y media: es un portento de acumulación.

Nadie discrepa en estas informaciones: mucho de lo que se ve se ha hecho por el sistema siguiente:  Se ha dado el terreno a un sujeto para que hiciera tal cosa, y lo gozara hasta tal fecha.  El sujeto ha trabajado, y cuando el trabajo estaba en estado de gozarlo, el contrato había concluido; salía tan pobre como entró.  Otras veces el error de cálculo había sido tal que abandonaba el trabajo antes de concluirlo.  Así las chacras como las casas del pueblo y las quintas.

Yo pregunto: ¿cómo el primer escarmentado no ha servido de ejemplo á los demás?   La contestación uniforme de todos es esta: ‘Es que no hay otro modo de trabajar’; y todos quieren trabajar con estos señores, porque lo convenido se cumple estrictamente; favorable ó adverso, no le buscan recodos, cumplen; y como el resultado de trabajar con otros es peor, saber á que atenerse es una ventaja innegable.  Además, su trato es correcto, jamás vejan á nadie y favorecen á muchas gentes, y aunque se tenga la convicción de que lo que dan, del trabajo sale, es lo cierto que otros no dan ni eso, ni nada, y los señores Leach tienen rasgos de bondad que no se olvidan.  Ellos han introducido aquí la vida medio civilizada; se vive muy pobremente, pero se vive y vive mucha gente.”

Ferrocarril – “Juego y trago”…

En su Informe… al ministro del Interior doctor Joaquín Víctor González, Bialet Massé en 1904, refiriéndose al latifundio de San Pedro perteneciente a los hermanos Leach, escribió:

“Pero ahora llega el ferrocarril, y el progreso del país exige quebrar ese monopolio general y total, sin lo cual resultaría que esa obra grandiosa se habría hecho en beneficio de dos casas particulares.

Hay muchos obreros del ferrocarril, muchos de los vecinos de San Pedro y de otras partes que comprarían lotes de chacra y de villa y darían un gran impulso á la obra del progreso.

Yo creo que es indispensable expropiar en cada estación de ese ramal á lo menos dos leguas y darlas á la colonización, debidamente loteadas, porque lo que sucede en San Pedro, sucede en Ledesma y en Perico.  El cumplimiento de la ley que manda dejar en cada estación lo necesario para una colonia, no se ve que allí se cumpla.

La estación se está construyendo en la parte más baja y malsana del pueblo, y allí están los campamentos de la empresa constructora y las oficinas de vías y obras del ferrocarril instaladas en casillas de madera y vagones bajo un tinglado, lo que hace un doble techo, á pesar de lo cual el calor es insoportable, sobre todo en las casillas.   El campamento es infecto, por las basuras y por el lugar, lleno de charcos cuando yo lo visité.

Lo primero que se ve son dos tandas de taba rabiosa; allí se juega al aire libre y sin temor.  Los gendarmes pasan, ven y se callan.  Los jugadores se desuellan; uno ha ganado más de cincuenta pesos, se queda dormido, y al despertar tenía el bolsillo vacío.  Lo mismo había visto en Río Grande y la Cañada.

Me acerco á un grupo y les hago ver su locura; ya que se dan á este trabajo acabador, lleven siquiera al fin algo á sus familias.  Uno me contesta: esta vida es tan terrible, la fiebre lo abrasa á uno; no tenemos más rato de placer y de alegría que el juego y el trago.”

Maltrato a los niños…

Bialet Massé cuando estuvo en San Pedro, se conmovió al oír que “frente á una de las casillas, un niño como de seis años daba unos gritos desaforados; un ganapán de dieciocho á veinte años le daba golpes con cuanta fuerza da la mano y cada vez le decía ‘calla’.  La madre de aquel desventurado presidía el martirio y gritaba también ‘calla’…” mientras “el niño, más inteligente que aquellas dos bestias, dice: ‘si me dueeele’…”

Bialet Massé lo tomó de un brazo y lo apartó. “…la causa de aquella brutalidad era que el niño había mordido una galleta… A pocos pasos un gendarme y otras personas presenciaban impasibles aquella escena de barbarie.   [73]

Las mujeres matacas…

Las mujeres llevan un trapo arrollado á la cintura; algunas agregan otro trapo en bolsa sobre el cuerpo; allí colocan una criatura; producen el efecto de una  bolsa marsupial; una kanguroo humana. El cabello crinudo y duro, desgreñado y sucio, con más habitantes que la tribu, sirve de orla á la cara más fea que la naturaleza dio á la mujer; la mataca es la negación de toda belleza.  El pie no es grande, pero la pierna es delgada, sin pantorrilla ni muslo; y aunque la mujer sea gruesa, su cuerpo descansa sobre bases secas y tendinosas de macho flaco. Algunas se hacen tatuajes sin gusto ni expresión, y veo algunas con las caras pintadas de rojo.  ¡Qué caretas!  La coquetería horrible de la extrema fealdad.  Busco en vano una cara pasable, no la hay; ni los quince años son en ellas atrayentes.

Una lleva un niño montado á horcajadas en la cadera, modo el más general de llevarlos; el chiquilín juguetea con una cosa, que se puede afirmar que es el pecho de la madre y no una media sucia, por el lugar y la implantación.  Otra parece que está arrugada profundamente; pero acercándose se ve que son unos tatuajes que simulan arrugas; debió ser gruesa poco ha, á juzgar por los pliegues ondulantes de su piel.

Cuando hablan emiten un sonido raro: rr mascadas, saliendo de la garganta de un carancho.

¡Qué hediondez, infecta, nauseabunda, abarcando como una esfera de diez á veinte metros alrededor de cada una, y á media cuadra del grupo!

¡Y las matacas son furiosamente celosas!  ¡y ellos… también!!  Lo son al punto de que el encargado de la Compañía de obras públicas del Río de la Plata ha dispuesto que en los trabajos de terraplén se separen los hombres de las mujeres, y á cierta distancia, porque de otro modo aquello era un campo de Agramante; por si algún sucio miró ó no miró a una arpía, era una pelea de tirones de cabellos entre ellas; de cuchillos, palos y dentelladas entre ellos, que no dejaba trabajar á los demás.

La india celosa se va callada sobre su rival, se toman de los cabellos, se chocan con las cabezas, caen al suelo y siguen silenciosas tirándose y sacudiéndose hasta que á ana ó á las dos les vienen calambres en las manos; la vencedora le da una patada en la cabeza á la vencida, y esa es la dueña del ogro.

Estas escenas se repiten á cada rato; los hombres pasan á su alrededor sin hacerles caso; sólo el ofendido pelea á cuchillo al ofensor, y cuando no tiene cuchillo ni palo, se agarra á dentelladas y arañazos.”

Ingenio La Esperanza

Juan Bialet Massé desde San Pedro, “por la mañana bien temprano” salió con “el coche” que lo llevaba hacia el ingenio Esperanza y en ese lugar advirtió que “se entra por una calle ancha y recta entr3 cañaverales, más altos que los de Tucumán, y la caña es más rica y de mejor calidad.

Se llega á unas casitas-ranchos en línea recta semejantes á los ingenios de Tucumán.  Están ocupadas en su mayor parte por chiriguanos, bien vestidos, de corte gaucho, pero de gaucho acomodado, y al doblar otra calle, recta también, limpia y ancha, se encuentran hornos de ladrillos, y al fin como un pequeño pueblo, en el que se ven puestos en que se vende pan, hecho por las mujeres, carnicerías, casas de negocio, una botica, un consultorio médico, un pequeño hospital, una plaza en que hay los armazones de toldos matacos, que han servido poco ha.

Todo es sobrio, serio y limpio; si no pobre, parco y económico, de gran economía.  Se dobla la calle y se llega al edificio en que están las oficinas, pegadas á los talleres y aserradero, con tres grandes sierras de carro para trozos, sierras sin fin y circulares.  Allí también se advertía la sobriedad y el orden más perfectos.  En este momento se hacen durmientes para el ferrocarril y se componen y hacen carros para la próxima cosecha y los transportes ordinarios. La casa-habitación de los dueños, la sala, como dicen en el país, también es sobria, desprovista de todo lujo pero cómoda, con amplios corredores para sombra y al frente como un jardín de hermosas y esplendorosas flores; nunca vi rosas más grandes.

El ingenio tiene el aspecto de caserón viejo, pero contiene todas las maquinarias para elaborar de 6 á 7.000 toneladas de azúcar; ahora no hace sino 5.000 en virtud del acuerdo con Tucumán.”

“Uno de los señores Leach me acompaña y me da todos los datos que le pido, con completa cortesía y me proporciona el personal para medirlo y examinarlo, datos que concuerdan más ó menos exactamente con los que he recibido de los obreros y otras personas, especialmente de los caciques de los indios.

El establecimiento tiene en trabajo continuo de 800 á 1000 obreros cristianos, casi todos criollos, muy pocos italianos y unos 400 chiriguanos.  En la época de cosecha los cristianos se elevan á 1.500 y los indios á 2.000 ó 2.500.

Los criollos son en su mayoría salteños, tucumanos y algunos de Catamarca y demás provincias del Interior; he visto dos sanjuaninos y dos puntanos.  La masa de indios son chiriguanos y matacos; entre éstos vienen algunos tobas.”

Tobas…

El doctor Bialet Massé, refiriéndose al toba, expresó que “recorre casi todas las escalas de la barbarie; casi civilizado en el Chaco oriental, con viviendas racionales; muchas de madera y barro á dos aguas y con corredor, bien vestido y hablando el castellano más o menos bien, bien parecido y con mujeres regularmente bellas, llega á las cercanías del Teuco casi mataco, sin perder los caracteres de superioridad sobre éstos.

Chiriguanos y chiriguanas…

Pero el rey de los indios en el valle de Ledesma es el chiriguano.  Cristiano ó no, es de una buena constitución y estatura; bien plantado y bien vestido; me hace el efecto del indio del Pueblito de la Toma en Córdoba ó de los de Soto y San Marcos; muy inteligente y fuerte, y hábil para todo género de trabajo, desempeña en esta región los mismos oficios que los cristianos.  Gana casi los mismos jornales cuando se fija, y usa la misma montura y el mismo lazo del gaucho.

Tiene la afición del lujo, y el orgullo del inca; generalmente manso, cuando se embriaga es feroz.  En tal estado se pelean entre sí hasta matarse.  Son muy hábiles tiradores de cuchillo y tienen desafíos para mostrar su superioridad en el arma, que duran media y hasta tres cuartos de hora sin herirse.  Son muy astutos, y cuando pueden pegarla de atrás, el ser tildado de mala fe no les arredra.

Aparentemente se distinguen los idólatras en que llevan una medallita incrustada bajo el labio inferior, que se quitan cuando se bautizan.  No son mejores los unos que los otros, y todos tienen de la religión lo que es misterio y superstición; la moral les entra poco.

Celosos también como orientales, algunos con razón, porque la chiriguana es aspirante, inteligente y no pocas veces hermosa, amiga del bien parecer, se deja seducir por todo lo que cree superior.  Dicho se está que entonces es pública y limpia; se baña muchas veces al día, y es curioso verla bañarse.  Va entrando en el baño poco á poco, y se levanta gradualmente el camisión que lleva, hasta llegar al cuello, y cuando sale, el camisón va bajando hasta el ras del pie.

El mataco raramente va al pueblo; el chiriguano se encuentra en todas partes.

El chiriguano es irreemplazable en el trabajo de pala y en la labor, como el mataco lo es en el corte y en el hacha.  El ingenio es su creación; suprímase el indio y todas esas riquezas, toda esa civilización naciente, muere, falta de trabajo que la elabore.”  [74]

Luego explicó que en los ingenios, para reclutarlos es necesario “mandar intermediarios con mercaderías y que traten con los caciques”.   En ese tiempo, indios e indias trabajaban en la construcción de los terraplenes para el ferrocarril y cobraban menos que en los ingenios.

Es oportuno reiterar lo expresado por el doctor Bialet Massé acerca de otros ingenios: “No me he ocupado del ingenio de Ledesma, porque, aparte de que ocupa más indios y menos cristianos, lo que hace al trabajo es casi idéntico en ambos; ni tampoco diré nada de otro ingenio del Norte, que tiene una pésima reputación entre los indios, al que ninguno quiere ir ni va sino forzado por el hambre, y que en el pecado ha llevado la penitencia; no se puede suplir la falta de capital ó de crédito con el mal pago al trabajo; pretenderlo es el más grave de los errores industriales.”  [75]

Trato a obreros e indios…

Destacó Bialet Massé que “en los talleres hay 700 obreros; de ellos, los extranjeros en el ramo de ingeniería, todos son ingleses.

Los señores Leach me manifiestan que en su larga práctica han encontrado en el obrero criollo inteligencia, facilidad para aprender y subordinación; nunca tuvieron un movimiento de huelga.”

El doctor Bialet Massé destacó que “en los talleres, los trabajos se hacen á jornal; en los cultivos y cosecha, a todos por tarea y tanto. /…/  Todos tienen alojamiento; á los matacos se les da terreno para instalar los toldos. /…/  El acarreo de las cañas á las zorras lo hacen las mujeres, que también ayudan á la pelada.  /…/  En las enfermedades ordinarias se da asistencia médica y  botica al cristiano; al indio sólo la ración.  El establecimiento tiene médico á sueldo, que presta además sus servicios gratis en su consultorio, muy concurrido, y hace la revisación de los prostíbulos de San Pedro.  La botica tiene todo el recetario del médico y vende á los particulares.

En los accidentes de trabajo se da medio sueldo, asistencia médica hasta el restablecimiento.  Ha habido dos muertes, que se atribuyen á imprudencia de las víctimas; se ha dado alguna cosa á las familias.

Las precauciones… son incompletas; las calderas no están sujetas á revisión por ninguna autoridad, ni se obliga á los obreros á las precauciones de higiene.

En el establecimiento hay una escuela nacional, pero sólo para los cristianos; á los indios no se les ensaña nada.  Hay, sin embargo, centenares de niños á quienes enseñar siquiera el idioma del país.

Actualmente se trata de formar una sociedad de beneficencia para todo el distrito, aprovechando el médico del establecimiento y ensanchando el  hospital, á lo que se dedicaría el siete por ciento de lo que de la lotería nacional recibe la provincia.”[76]

Después de otras observaciones, el doctor Bialet Massé afirmó que “los albañiles que trabajan en el ramal de Perico á Ledesma son en su mayor parte extranjeros, eslavos é italianos, por su especialidad en las mamposterías en piedra.  Se les ve atacados de paludismo pero en las formas benignas, y así que les dan las graves se retiran del trabajo, mientras que el criollo queda hasta que se  agota.”  [77]

Campamento de los matacos

Continuó el doctor Bialet Massé su recorrido cuando terminaron de almorzar, acercándose al “campamento de los matacos, situado al extremo noroeste del establecimiento.  Las mismas calles que en el resto del establecimiento, anchas, rectas, limpias.  Una vía Decauville parte del ingenio y se ramifica por los cañaverales, con una extensión de 17 kilómetros; en un a calle hay apilados otros 15 kilómetros de rieles, que sirven para poner vías movibles en el interior de los cañaverales, para llevar la carga á las vías fijas; la tracción se hace por cuatro locomotoras.

Allí veo por primera vez una explotación racional del monte.  Hay largos cercos en que se han quedado los quebrachos jóvenes; sirven los potreros para pastoreo y agricultura, y queda madera para el porvenir.  La leña se aleja cada día del establecimiento, pero queda un resto seguro.

Llegamos al establecimiento de los matacos, bajo un sol abrasador.  Ellos vuelven del trabajo, los hombres separados de las mujeres: han concluido su tarea”…

Entró en “la proveeduría” en el momento en que estaban pagando los jornales y entregando fichas; luego el señor Leach acompañó a los indios para la medición que fue suspendida momentáneamente como consecuencia de lo expresado el doctor Bialet Massé en su Informe:

“…al cabo de una hora suspendo; el hedor, menor que el del campamento de la Posta, es sin embargo insoportable; hay que suspender para respirar.”

Luego Bialet Massé observó cómo el señor Leach estaba rodeado por indios “que le exponen sus cuitas, le piden, le hablan en mataco, que él apenas entiende, al mismo tiempo que los lenguaraces le traducen lo que dicen los caciques.  El señor Leach lleva un bolsillo con medallas, al uno le da una, á otro dos, y así las reparte hasta quedar sin ninguna.”  Luego lo comunicó con “una cantidad de caciques que hay allí” y durante ese diálogo, el doctor comprobó que “consideran á los señores Leach como á los mejores patrones posibles; los quieren y los respetan, porque cumplen exactamente, los tratan bien, como gente.  Los señores Leach pueden atravesar todo el Chaco, seguros de que no hay indio que los mire mal, pero encuentran insuficiente el salario y la comida escasa, sobre todo la carne.  Les dan mucha piltrafa y quisieran más y mejor.

Las medallas repartidas son dádivas de beneficencia, y ellos las agradecen; ningún otro patrón hace otro tanto; por esto ellos prefieren el ingenio Esperanza á todo otro.  Hay caciques que vienen al establecimiento desde muchos años, y los que van á otros ingenios desean cambiar, porque los tratan mal y hasta los hacen latiguear y no les cumplen; la proveeduría es más cara y el trabajo más rudo.”

En ese lugar, como en las anteriores localidades, el doctor Bialet Massé comprobó “todos saben lo que ocurre á cualquier tribu de indios” y luego relató así aquellas experiencias:

“Ellos conocen los nombres de todos los patrones, buenos y malos.” En ese momento, había llegado “más gentes del trabajo; de un lado las mujeres, de otro los hombres; muchos chicuelos y de ambos sexos y ya grandecitos, juguetean absolutamente desnudos; la placeta está animada en ese momento como una feria.  El señor Leach se ve acosado, llamado de todas partes; yo me vuelvo á mi lugar y el señor Leach á traerme indios, hasta que acabo con diez de cada tribu.”

Después, habló con los caciques y uno le comentó que “ha recorrido todo el Chaco por el Teuco y el Bermejo, conoce á todas las gentes hasta el Pilcomayo; según él la población es mucha y pasa con frecuencia la frontera nacional, como de detrás de las fronteras vienen gentes.”

Chiriguanos y algunos conflictos…

Destacó el doctor Bialet que “el modo de vivir es en todo más o menos el mismo, pero se nota que los más cultos se imponen á los más salvajes.  El chiriguano no es querido, porque se da tonos de cristiano y de señor. Algunas veces llegan á estar en guerra entre sí y no se acaba sino por el traslado de la tribu vencida.

El nombre del Gobierno Nacional ejerce sobre estos hombres el mismo influjo que sobre las demás tribus; pero dicen que está muy lejos y no los oye; como los de antes, expresan su deseo de tierras, de escuelas y garantías, y como todos el estado desesperado en que los ponen la inseguridad y los avances de los pobladores, de los salteños, especialmente.   Tienen la absoluta seguridad de que para ellos no hay justicia y de que sus agresores quedan siempre impunes.

La intervención directa del Gobierno Nacional en su civilización, es un ideal en el que cada día creen menos, porque nunca han llegado á ver nada práctico.”   [78]

Un “indio fuerte” que no es cacique…

Cuando ya estaba por retirarse del establecimiento La Esperanza de los señores Leach, el doctor Bialet Massé vio “una fila de mujeres que viene del trabajo del terraplén, unas más jóvenes, mejor vestidas y menos feas, pintarrajeadas las caras; pregunto quiénes son, y el lenguaraz me dice que son las mujeres é hijas de un indio fuerte, que no es cacique, pero que al fin de cuentas es el compadre matón de la tribu; me lo señala y le veo una cicatriz en la frente, otra que le corta la nariz casi en su parte media y otra que le va de la parte media del labio inferior al ángulo de la mandíbula.  También entre ellos la fuerza y la agilidad en el manejo del cuchillo se impone, y como no hay otra justicia, tienen aduladores y prestigio.”  [79]

Acerca de los indios y de las revoluciones políticas.

Destacó el doctor Bialet Massé que prácticamente las mismas causas seguían produciendo los mismos efectos que durante siglos anteriores: “De un lado, la eterna codicia, la fuerza, la superioridad de la raza, el abuso y hasta el crimen; del otro, la barbarie, el salvajismo, con todos sus caracteres y consecuencias; y sobre las dos, la justicia, la humanidad y la Constitución heridas por tanto exceso, tanta ignorancia y contradicción.

Se habla de expulsar indios; y ¿con qué derecho?  ¿Acaso el nacido en la tierra, víctima de una conquista injustificada, por más que la aprovechemos, el dueño diez veces secular de la tierra no está amparado por la Constitución?  Si delinque, para castigarlo hay tribunales; y si no los hay, deben crearse, atendiendo á esta necesidad primordial, base principal de la justicia.

He leído y leo que hay quien pide guerra y exterminio; pero ese ultraje a la humanidad no ha de cometerse por una nación civilizada, que no se contenta con figurar en el común de las naciones, sino que aspira á ocupar y ocupará un lugar entre las que marcan eras de grandes civilizaciones.

¡Una hecatombe de 40.000 hombres y de 60.000 mujeres y niños inocentes! ¡No se piensa en lo que se dice, hay un extravío de la razón!

Lejos de mí un sentimentalismo jeremíaco; he visto el abuso y el delito; veo la Constitución y las leyes, y me hago eco del clamor de la justicia. Lo que sucede con el indio no es más que la exageración de la causa de lo que se hace con el criollo en aquellas apartadas regiones; el malón del indio no es ahora tan grave ni tan frecuente como la cuatrería, ni la sublevación del indio es más perniciosa que la revolución política. ¿Se querrá exterminar al pueblo entero? ¿Con quién se quedarán los exterminadores? ¿y de qué vivirán? ¿Traerán una falange de ángeles del cielo para hacer un nuevo pueblo?

¡No!  El pueblo montonero y revolucionario se ha hecho un pueblo culto y progresista; produce y pesa en el mercado universal; ha improvisado ciudades numerosas, pueblos mil, y ha llegado la hora en que se incorpore á su vida civilizada al indio, cumpliéndole las promesas de tres siglos, y llenando uno de los preceptos de la Constitución, demostrando la eficacia de las instituciones y la buena voluntad e las clases gobernantes, orientadas hacia el bien, por el camino de la paz y de la justicia.” [80]

Los primeros dueños de la tierra…

El doctor Bailet Massé al analizar la situación de los indios que eran perseguidos o desalojados, rememoró que en la Constitución de 1820, el deán Gregorio Funes había reiterado “el camino” que ya habían trazado durante la Conquista española y destacó la ambigüedad de la “cláusula 15º del art. 67 de la Constitución”:

“Proveer á la seguridad de las fronteras, conservar el trato pacífico con los indios y su conversión al catolicismo”.

Destacó que “las fronteras de la Nación no eran en 1853 las fronteras con los indios, la Nación extendía su soberanía mucho más, más de lo que ha quedado definitivamente marcado por los tratados.  El trato pacífico supone un convenio de potencia á potencia, que no me parecía posible tratándose de los indios nativos y dentro del territorio; y convertirlos al catolicismo, cuando en virtud de las garantías fundamentales podía adoptar otra, me parecía contradictorio.  Lo poco que encontré en los comentadores no me satisfacía, y me lancé entonces en busca de los pocos hombres que quedan de los que actuaron al sancionarse la Constitución.

Encontré en todos la mejor buena voluntad, especialmente en el distinguido constitucionalista y venerable maestro doctor Martín Ruiz Moreno, con quien consulté en mi estadía en el Paraná, llegando en conclusión á que: “La disposición constitucional nació de que en aquella época había tratados con los indios, que los constituyentes quisieron respetar, y las fronteras, á que el inciso se refiere, son las que entonces estaban más ó menos indecisamente marcadas por las líneas de fortines que les servían de guarnición; esto es, no las fronteras políticas de la Nación, sino las fronteras de la civilización argentina.  Los constituyentes entendían que los indios eran dueños de los terrenos que realmente poseían, y que esa propiedad debía ser respetada; la fijación de esa posesión era una cuestión administrativa, que nunca se ha resuelto, pero que debe hacerse en cuanto es posible, tomando los hechos consumados como están”. [81]

Doctor Martín Ruiz Moreno

Es oportuno dejar algunas señales acerca de la trayectoria “del distinguido constitucionalista y venerable maestro doctor Martín Ruiz Moreno” (1833-1919).

Nació en 1833, año de la usurpación británica en las Islas Malvinas a partir del 3 de enero, causa de sucesivas gestiones para recuperar la soberanía argentina en ese territorio y motivo que generó el conflicto armado con el Reino Unido durante el Operativo “Rosario” desde el 2 de abril al 14 de junio de 1982, durante el autodenominado proceso de reorganización nacional en la Argentina.

Sabido es que el doctor Ruiz Moreno compartió la política impulsada por el  general Justo José de Urquiza como caudillo del litoral y colaboró en las negociaciones ante el general Bartolomé Mitre para lograr la pacificación. Siendo diputado nacional expresó su oposición a la guerra contra el Paraguay; en 1864 presentó un proyecto de ley apoyado por el diputado Adolfo Alsina, para la repatriación de los restos del general José de San Martín teniéndose en cuenta lo expresado en su testamento del 3 de enero de 1844 (casi veinte años después del  comienzo de su exilio voluntario en 1824 en Francia),  documento que firmó mientras vivía con su hija Mercedes San Martín Escalada y su yerno Mariano Balcarce, quienes lo acompañaron hasta su fallecimiento el 17 de agosto de 1850 en Boulogne Sur Mer, como consecuencia de una enfermedad estomacal.  Su hija Mercedes quiso mantener los restos cerca de su lugar de residencia, el 21 de noviembre de 1861 fueron trasladados al panteón familiar de Brunoy y allí estuvieron hasta que después de su fallecimiento en Buenos Aires insistieron en la pertinente repatriación.

El doctor Martín Ruiz Moreno fue nombrado Jefe Político de Rosario por el gobernador Nicasio Oroño y ante una conspiración en su contra optó por huir, cruzó el río Paraná y residió en la provincia de Entre Ríos desempeñándose luego como diputado nacional.

El presidente doctor Nicolás Avellaneda, el día 5 de enero de 1877 -aniversario de la victoria en la batalla de Maipú en 1818-, difundió su mensaje promoviendo la repatriación de los restos del General San Martín, con el propósito de conservarlos dentro de un monumento nacional. El 11 de abril de 1877, por iniciativa del presidente Avellaneda se constituyó la “Comisión Central de Repatriación de los restos del General San Martín” y el doctor Martín Ruiz Moreno fue  uno de sus integrantes.

Es oportuno recordar que durante la presidencia del doctor Nicolás Avellaneda, el 14 de marzo de 1877 falleció el Brigadier General Juan Manuel de Rosas, en Southampton, Inglaterra, donde estuvo exiliado tras ser derrotado y perseguido por el General Urquiza y sus co-laboradores y lugar donde lo sepultaron.

Sabido es que tras el pronunciamiento de Urquiza, el 1º de mayo de 1851, varios caudillos del litoral apoyaron la ofensiva contra Rosas hasta derrotado el 3 de febrero de 1852 en la batalla de Caseros, debió embarcarse con su familia en un barco inglés y todos sus bienes fueron confiscados.  Vivieron en Swarkling, un pequeño pueblo de Inglaterra y pudo solventar todos sus gastos durante los veinticinco años de exilio, con las remesas que le enviaba Urquiza y otros partidarios de Buenos Aires.  Tampoco fue por casualidad que recién en 1990, durante la presidencia del doctor Carlos Saúl Menem hayan repatriado los restos del Brigadier General Juan Manuel Ortiz y Rozas, depositados en el cementerio de La Recoleta en la ciudad de Buenos Aires.

Corresponde destacar que la trayectoria política del doctor Martín Ruiz Moreno abarca distintas décadas y diferentes latitudes.

En 1880, siendo gobernador de la provincia de Entre Ríos el doctor Francisco Antelo, se ofreció para organizar ad honorem, el “Archivo de Gobierno” de esa provincia y meses después fue sancionada la ley de creación del Archivo.

Hay que tener en cuenta que por decisión de Bernardino Rivadavia se creó el 18 de agosto de 1821 el Archivo General de la Nación; el 26 de agosto de 1856 el entonces presidente de la Confederación Argentina creó el Archivo de la Confederación que fue trasladado a la ciudad de Buenos Aires tras ser declarada Capital Nacional y fue en esas circunstancias que “se perdió en dependencias de la Aduana porteña.

En 1895, el doctor Ruiz Moreno fue convocado por el gobernador del territorio nacional de Formosa, Napoleón Uriburu Arenales -hermano de José Evaristo Uriburu y Arenales- tras anular las elecciones de los miembros de la Corporación Municipal y el nombramiento del Juez de Paz, designando a Felipe Santiago Oliva para el proceso de normalización, quien renunció días después indeclinablemente.

Algunos formoseños sabían que en 1883 habitaban en esa ciudad más de mil habitantes y como lo establecía la ley, habían votado por primera vez para constituir la primera Comisión Municipal y el gobernador Bosch aprobó la elección mediante nota del 13 de abril de ese año.  Como suele suceder, Felipe Oliva tenía tantos amigos como enemigos y hay reiterado que uno de ellos, Carlos Cleto Castañeda desde su estancia “El Timbó” advirtió a las autoridades que se oponía a su candidatura como juez de paz, hecho que no logró impedir y en ausencia de Castañeda que debía participar en ese acto, el recuento de votos determinó su triunfo.  El sacerdote Gabriel Grotti era uno de los concejales e intervino en ese conflicto recomendando acatar el resultado del escrutinio mientras las causas pasarían a la Justicia.  El 9 de septiembre asumió Oliva y denunció a Castañeda por incumplimiento de su deber, generándose la reacción de algunos integrantes de la Corporación municipal.  El gobernador enseguida designó nuevo miembro ad hoc al doctor Martín Ruiz Moreno, quien en el momento de su incorporación fue elogiado por Emilio Senés a la vez que le pidió la separación del Juez Oliva. El 11 de octubre, en vano el recién asumido intentó serenar los ánimos porque Senés leyó la condena firmada por el jefe de Policía Ernesto Rossi, contra Felipe S. Oliva (días de arresto conmutables por multas) por escándalos y ebriedad cometidos en la vía pública.  Asumió interinamente otro funcionario y a fin de año, cuando los formoseños volvieron a elegir un Juez de Paz, obtuvo la mayoría don Felipe Santiago Oliva…

El doctor Martín Ruiz Moreno, fundador del diario El Río de la Plata y autor de varios libros (General Urquiza y la instrucción pública; La presidencia de Derqui, La batalla de Pavón…), falleció el 10 de septiembre de 1919.

¡Todo es historia de los argentinos!

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Repatriación de los restos del General San Martín…

El presidente Avellaneda a mediados de marzo de 1877 se enteró de las protestas de los inmigrantes en las colonias de la provincia de Santa Fe y ante algunas manifestaciones a favor de Rosas prohibió la realización de actos de homenaje, aunque el 24 de abril convocaron a una Misa.  Avellaneda necesitaba lograr “la conciliación” y en aquel tiempo -como sucede aún-, diversos sectores manifestaban sus opiniones también contrarias a la repatriación del Libertador.

En 1878 convocaron al concurso para la erección del monumento y presentaron bocetos los argentinos N. Burgos, Ernesto Bunge y Camilo Romairone; dos italianos, Antonio Tantardini -autor de La Dolorosa del sepulcro del general Facundo Quiroga- y otro residente en Buenos Aires y el francés Albert Carrier-Belleuse quien resultó seleccionado.

A fines de mayo de 1880 llegaron los restos del general San Martín a la Argentina mientras por sus antecedentes como “masón”, había oposición de las autoridades eclesiásticas para su sepultura en la Catedral Metropolitana de la ciudad de Buenos Aires, hasta que finalmente llegaron a un acuerdo, con la condición de que la cabeza estuviera inclinada hacia abajo como tradicionalmente sepultaban a quienes por sus pecados irían al infierno y según versiones de historiadores, asumiendo el gobierno el compromiso de solventar todos los gastos de refacción del templo antes de la ceremonia y homenaje…  El 4 de junio de 1880 en el vapor “Villarino” de la Armada Argentina anclado en el puerto de Buenos Aires, le rindieron honores autoridades nacionales civiles, militares y eclesiásticas y representantes de gobiernos provinciales.

El mausoleo está situado en la Capilla “Nuestra Señora de la Paz” -nave derecha del templo- y en la fachada de la Catedral  metropolitana se destaca esta advertencia:

“Aquí descansan los restos del Capitán General D. José de San Martín y del Soldado Desconocido de la Independencia. Salúdalos!”.

(Será oportuno releer el poema  El nido de cóndores escrito por Olegario Víctor Andrade -1829/1882-,  leído en el antiguo Teatro Colón de Buenos Aires en la conmemoración del 25 de mayo de 1877, intentando así  hacer otro ejercicio de memoria…) [82]

En el Chaco santafesino

Ante la necesidad de conocer las condiciones de vida en todas las provincias y en los territorios nacionales, Bialet Massé llegó hasta la región chaqueña y continuó con sus mediciones acerca de la fuerza desarrollada por los pobladores.  En su Informe… destacó que “los pocos chaqueños que hay son los hijos de los primeros colonos y dan las cifras más elevadas de la República.  El clima es muy sano aunque ardiente y plagado de mosquitos; el paludismo es raro, y no reviste las formas graves que en el Interior.  Hay que esperar mucho, pues, de esa región”… [83]

En el Territorio del Chaco observó que la población estaba compuesta “de tres elementos esenciales El indio paria; el correntino nómade, explotado como bestia; algunos extranjeros, y pocos hijos de la región, que hacen la explotación.  Aquí, más que en el Chaco santafesino, se nota la inversión del Fare West; el país entrega al extraño sus mejores riquezas, sin medida y sin recompensa.

Me fijo en primer término en el indio, porque es el elemento más eficiente del progreso é importante en el Chaco: sin él no hay ingenio azucarero, ni algodonal, ni maní, ni nada importante.  Es el cosechero irreemplazable del algodón; nadie le supera en el hacha, ni en la cosecha del maní.”

Personalidad del indio…

Bialet Massé reconoció que cuando trabajaban en el cultivo del algodón, “su trabajo es excelente” y refiriéndose a su persona, advirtió que “el indio aquí es esbelto, hasta elegante; su color bronceado es más obscuro que en los demás; se viste bien, aunque de colores vivos; anda descalzo con el gran sombrero de paja.”

Acerca de su personalidad, destacó que “es inútil preguntarle; aunque entienda, evade la contestación; el mutismo le sirve para envolver su desconfianza.”

“El indio tiene un  profundo respeto por los ancianos y una obediencia ciega para su cacique; éstos están poseídos de su dignidad, y hay entre ellos hombres de muy buen sentido.  La prueba de que la idea de la civilización les entra, es que todos piden escuelas.”

Mateo Briolini en la Colonia Benítez…

El doctor Bialet Massé, en su Informe… destacó algunos contrastes, porque así como el indio era perseguido o explotado, había personas que los contrataban y les pagaban “en billetes de la Nación el precio de su trabajo” sin condicionarlos a las compras en las proveedurías y respetando “su condición de hombres y sus hábitos y costumbres, que tienen el derecho perfecto de conservar, mientras con ellos no causen daño á nadie”. [84]

“Tal es el señor Mateo Briolini, de la colonia Benítez, cuyo establecimiento visité en su ausencia, y cuyas propiedades son de lo mejor en el Chaco “…  [85]

“Pero su nombre lo conocen todas las tribus del Chaco, hasta más allá del Pilcomayo.

Cuando al otro extremo del Chaco, en el Valle de Ledesma, interrogué a varios caciques, me dijeron que sabían por los abajeños que Briolini era un hombre bueno y humano. ‘Amigo bueno, ese’.”   [86]

Luego destacó que ese establecimiento “realmente es un modelo… consiste principalmente en el cañaveral y el algodonal. Hay de 600 á 700 trabajadores, en su totalidad indios y correntinos, porque los seis ú ocho extranjeros empleados no forman núcleo.  Los operarios, indios y criollos, llevan en la casa cinco ó seis años de residencia; todos están contentos y viven bien. /…/  A pesar de que en este establecimiento se paga menos, todos los prefieren: porque en verdad paga mucho más que ninguno.  Allí no hay proveeduría, ni vales, ni ninguna otra explotación; paga en billetes nacionales, y cada cual hace de su dinero lo que mejor le parece.

Tiene el descanso dominical y el festivo, y nadie falta los lunes; indios y cristianos observan buena conducta, porque allí no hay más apremio que la convicción, al que no obedece se le despide.

Los informes que me da el mayordomo, un suizo de ideas hechas, con una residencia de veinte años en el Chaco, habiendo trabajado en los principales establecimientos, y que lleva encarnadas las ideas democráticas de su país, son las siguientes:

‘El indio es bueno, buen trabajador, y su moral es muy superior á la de los correntinos, así en la familia como en su conducta; no juega y raramente bebe; buen padre y  buen marido.  Pero es muy indolente, hay que estimularlo y hacerle conocer las ventajas de cada cosa para la acepte. Tiene sus modalidades, que es bueno respetar, y ese respeto lo contenta y lo liga.  He visto siempre y en todas partes que el buen trato, pero enérgico é igual, es el gran medio, y sobre todos, la escuela.  El indio tiene aficiones artísticas muy marcadas.  El gran salón del establecimiento está muy bien decorado; en las pinturas ha trabajado un indio, y no se puede distinguir lo que él ha hecho, porque es perfectamente igual á lo hecho por los demás.’ /…/

Hay muchos particulares que conchavan indios; si les pagan y les tratan bien, se conducen como con el señor Birolini. /…/  El maltrato, el vale, la proveeduría, la balanza fraudulenta y sin control, son los medios generalmente empleados, las formas de abuso.” [87]

Bialet Massé estuvo en Puerto Barranqueras y comprobó lo que le habían informado durante su permanencia en Corrientes y tras visitar en Resistencia al gobernador, escuchó “de sus labios… exactamente lo mismo.”

Estaban en ese momento “el médico de la Gobernación doctor Vadillo, y el oficial mayor: cada uno agrega un detalle.  El señor Gobernador, con toda amabilidad, me facilita los medios de desempeñar mi comisión y me voy.

He aquí lo que puedo afirmar: hay en el Chaco establecimientos poderosos y de gran producción, pero cuando uno penetra en su organización y detalles, se duda de si fuera mejor que no existieran. Ingenios, obrajes, fábricas de tanino, cultivos de maní y tártago, grandes naranjales y bananales, proveedurías, talleres, carrocerías, todo un pequeño mundo que se desenvuelve aparte; pero también un pequeño estado, despótico, monárquico, que se desenvuelve dentro de una república democrática.

Todos los poderes reunidos en una mano para organizar una gran explotación, hasta la emisión de moneda.  Allí caen todos los indios y cristianos, americanos y europeos.  Se está o no se está, pero que queda se somete y entra en la corriente.

A los cristianos se les paga buenos jornales nominales; pero la proveeduría se encarga de reducirlos á las proporciones que convienen.

A fuerza de críticas y de quejas se ha llegado a una invención verdaderamente diabólica.  Se ha tomado una lista de nombres de indios que alguna vez trabajaron en el establecimiento, y se ha hecho una emisión de vales, no al portador, sino á favor de los tales nombres y á pagar en mercaderías.  Los indios y los que no lo son, que no saben leer, reciben en pago aquellos papeles, sea á su nombre ó á otro, para ellos es lo mismo; si esos papeles se venden, y sucede siempre, á vil precio, en la proveeduría no se pagan, con el pretexto de que el portador no es la persona á cuyo favor están expedidos.  Resulta así una ganancia neta”. /…/  “Hay abogados que han opinado que tales emisiones son lícitas, que ellas importan un contrato libre y que la ley no puede intervenir. /…/  En verdad hay un doble fraude y una doble ilicitud: esos papeles, cualquiera que sea su apariencia, desempeñan la función de moneda, se entregan á personas de distintos nombres del que llevan, se dan en pago de jornales estipulados en pesos nacionales, que según el Código Civil deben ser pagados en dinero, y se entregan abusando de la confianza de analfabetos é incapaces, por no conocer el idioma del país en que tales papeles están escritos. /…/

El vale y la proveeduría son los instrumentos de la explotación, resultando, como en el obraje, que el indio, cuando acaba la temporada, se va sin más que algunos trapitos, como vino, y así pasa la vida.”

Discriminación

Destacó el doctor Bialet Massé que “en uno de esos establecimientos había una escuela á la que asistían 50 niños indios; los hijos de los cristianos los miraban con desprecio y repulsión.  El prejuicio de raza obra de una manera poderosa en la niñez, estimulada por lo que oyen á los padres.  Los indiecitos adelantaban mucho; como los de San Martín del Norte, se les encontraba gran disposición para las cartas gráficas, pero se cambiaron los profesores alemanes y los indios fueron echados de la escuela.”  [88]

“La destrucción del bosque”

Sabido es que durante las últimas décadas del siglo diecinueve, aumentaba la demanda de maderas para diversas construcciones -las ferroviarias entre ellas- y al consumo de leña para uso familiar o industrial se agregaba la “voracidad de las locomotoras” que desde Buenos Aires o ciudades del litoral, avanzaban hacia el oeste, el norte y noroeste.

En tales circunstancias, Biallet Massé refiriéndose a “la destrucción del bosque”, en el capítulo quinto de su informe destacó que “al norte de Santa Fe, mucha parte de los departamentos de San Justo y reconquista y todo el de Vera, estaban poblados de los bosques más hermosos de quebracho colorado, acompañados por una pequeña cantidad de los más variados de la flora argentina.

Hace diecisiete años que se empezó la explotación en grande escala, los pingües resultados obtenidos han ido agrandándola en progresión geométrica, dejando centenares de leguas arrasadas; porque allí no se explotan los bosques, no se deja un árbol, ni siquiera un arbusto.  Los antiguos propietarios vendieron los campos por precios irrisorios, se paga poco el trabajo, se estruja al obrero, y no se piensa sino en el lucro  presente.

El obraje no es una industria, como en la agricultura, se trata como negocio pasajero. La razzia se lleva al punto de no dejar ni siquiera 80 ó 100 cuadras por legua para las necesidades de los pobladores futuros en leña y maderas, y un árbol de trecho en trecho para sombra de personas y ganados; parece que no quisieran dejarse testigos á las generaciones futuras de la imprevisión y del derroche presentes.

Llamando yo la atención á un distinguido hombre de gobierno sobre el hecho, me contestó: ‘No importa, luego se replantará; por lo pronto se saca; tras del arrasamiento va la agricultura; los que vengan se las arreglarán’.

Otro señor, propietario de una zona inmensa en el Chaco, me decía: ‘Mida usted la zona de bosques, vea su contenido, y verá que la República tiene maderas y leña para muchos siglos’.”  /…/

“¡Repoblar! Es fácil de decir, pero imposible de hacer, tratándose de árboles que requieren cientos de años para su desarrollo; repoblar, cuando no hay medio de convencer al colono italiano de que ponga un paraíso que le dé sombra á su rancho; repoblar centenares y miles de leguas, es obra larga –y la cuestión del combustible es de necesidad diaria é ineludible- como es obra de patriotismo atender á punto tan primordial.  Es fácil tener hombres, pero no se pueden improvisar plantíos ni hacer trasplantes de bosques milenarios. /…/  No es cierto que haya quebrachos para siglos, ni para un siglo, dada la escala ascendente de explotación, y es obra de patriotismo, de vida social, la explotación racional.

Los bosques de Santiago y de Catamarca llevan el mismo camino.  Se han hecho en  cinco años 18.000 kilómetros de ferrocarriles, en este siglo se harán 100.000.  ¿Y va la República á comprar durmientes como compra pino?  Es de temerlo.  Nótese, en fin, que para sacar una tonelada se destruyen á lo menos tres.”  [89]

Al describir la situación en distintas localidades del noroeste santafesino hacia Santiago del Estero, Bialet Massé destacó que “el ramal de Añatuya se interna en el Chaco austral y va tomando la forma de una inmensa hoy destinada á segar como mieses aquellas selvas vírgenes colombianas.

Santiago tiene todavía otra línea para atacar el bosque, la de Sunchales, con el aspecto mismo que la de San Cristóbal, á la que corre paralela, y la vieja de Frías á Santiago, donde se empezaron las primeras explotaciones para los durmientes del ferrocarril  Aquí el quebracho es realmente quiebra-hacha; el país es seco y ardiente, el árbol enjuto y duro, de una madera acerada.  También se selecciona y se deja gran parte del monte.  Se paga menos que en las otras líneas y se notan los efectos de la miseria.

En la provincia de Córdoba se ha hecho también la destrucción del monte.  Sus bosques de algarrobo se han transformado en Maderas de construcción y carrocería, leña y carbón, y ya en la ciudad es indudablemente más barato quemar carbón inglés para las industrias que la leña; gracias á la fuerza motriz que dan las obras de riego, las industrias pueden tener un gran desarrollo; pero su gran industria, Calera, está amenazada en breve plazo de falta de combustible”.

En el párrafo final del quinto capítulo, Bialet Massé escribió:

“Tal es, Excmo. Señor, la explotación del bosque del Nordeste Argentino, que se retira sin dejar más rastros que las colonias que lentamente van haciéndose y algunas estancias que se pueblan, labrando gruesas fortunas, que se van á gozar fuera, dejando una masa de hombres extenuados y envejecidos por un trabajo tan malamente explotado.

Urge una ley que evite, en lo posible, tan funestos resultados.”

“Vera” y el trabajo en el obraje…

Juan Bialet Massé refiriéndose a las explotaciones forestales en el norte santafesino, destacó que a fines del siglo diecinueve se extendía desde “Calchaquí á la Sábana, es decir, 228 kilómetros, auxiliada por numerosos desvíos que se extienden como tentáculos de un gran pulpo, se internan y absorben aquellas inmensas riquezas malbaratadas.   El centro comercial de esa zona es Vera, capital del departamento de su nombre, el más extenso de la provincia de Santa Fe.  Vera reproduce el efecto de las descripciones del Fare West norteamericano, pero con esta diferencia: aquí el elemento trabajador no es extranjero sino en un 4 ó 5 por mil; el elemento explotador es casi todo extraño al país.  Ha venido á hacer la América y nada le importa del porvenir; es el elemento y la utilidad presente los que le interesan.  Los roles están aquí invertidos: allí explota el yankee y trabaja el inmigrante.

Vera fue la estación terminal del ferrocarril en uno de los centros más hermosos del bosque: pero ahora no hay corte á menos distancia de ocho kilómetros, y como la agricultura no ha venido á reemplazar la explotación, el campo va quedando desierto; apenas van formándose algunas estancias.

Es un centro comercial importantísimo, pero nada más.  Ni una chacra, una ó dos quintas, dos hortalizas; todo se trae de afuera, y consecuentemente la vida es muy cara.”

Destacó Bialet Mássé que “el trabajo en el obraje es digno de atención. El dueño contrata á tanto por tonelada de rollizos puestos en playa, es decir, en los puntos próximos á las estaciones del ferrocarril  ó de los desvíos.  El contratista paga á los peones según su trabajo.

Al amanecer todo el mundo está levantado en el obraje.

El carrero busca sus bueyes para atar, el playero toma el hacha, cuando no tiene que cargar ó descargar en el guinche, y allá en el monte, el obrajero se prepara con media docena de mates, toma el hacha y elige el árbol que más le cuadra entre los que llenan las condiciones requeridas.

A simple golpe de vista percibe dónde va á caer, y en consecuencia lo ataca, siempre por cuatro cortes, de manera que con el último golpe de hacha el gigante cae con estrépito, rompiéndose muchas ramas.  Jamás el obrajero sufre un golpe; apoyado en el hacha, ve caer la víctima, la examina en el suelo, y empuña el machete para quitarle las ramas que le estorban; toma el hacha y la despoja de la corteza y de la albura (blanco, dicen ellos) por dos caras, corta el tronco en el punto conveniente, lo acuesta sobre una de las caras peladas y concluye la operación quitándole todo lo podrido.

Toma después otro y otro, y así pasa la vida.”

Vida de los obrajeros…

Durante su recorrido por el norte santafesino, Bialet Massé comprobó que  “ver un obraje es verlos todos; ninguno presenta variación sensible desde Calchaquí hasta la Sábana; la misma ranchería de palo á pique con barro, desordenada, desigual, con grandes claros, reunida aquí un grupo, dispersa más allá, siempre es lo mismo.   Algunas administraciones tienen la fachada de una casa regular de dos aguas, pero fuera del almacén y el escritorio, y á veces una ó dos piezas  para el administrador en el fondo; lo demás está sin orden ni concierto; cuando se necesita una pieza se hace, cuadre ó no el patio, guarde ó no armonía; se hace como se cree que corresponde á la necesidad presente. [90]

Tal es el aspecto externo de los obrajes del Chaco santafesino y el comienzo del nacional; pero tienen dos variantes, que son por demás interesantes, que cambian la faz del trabajo: el de invierno y el de verano.

En el invierno, si tal puede llamarse á la suave temperatura de aquella región, cuando cae alguna que otra helada no muy fuerte, es el paraíso para el obrajero; su trabajo es fácil, nada le incomoda y hace un trabajo muy regular.

Llega la primavera: los pastos están pasados, son poco nutritivos, las reses están flacas y los bueyes se agotan; hay una gran dificultad para los transportes á la playa.   Con las primeras lluvias aquellos montes se cubren de flores, dan la visión de América ideal y poética; pero el campo empieza á cubrirse de aguas, á enfangar los caminos, y aparece el mosquito, que con el polvorín (especie de mosquilla brava, mordedora, irritante é insoportable), constituyen el martirio del obrero, martirio que se va agrandando hasta el mes de diciembre, en que se le hace tan irresistible que muchos se van á las cosechas ó se vuelven á sus pagos, huyendo de la sabandija, como ellos llaman á estas plagas, no hablo del pique, y de las víboras, leones” (sic) y “alguno que otro tigre y las colmenas, porque á esto no se le hace caso”.

“…Una noche yo dormía, ó mejor, intentaba dormir en Vera.  Tenía un espléndido mosquitero, pero me rodeaban nubes del insecto, zumbando en todos los tonos, porque donde se reúnen en los remolinos el sonido es mayor; más débil pero más agudo, donde ralean, van y vienen y se combinan los sonidos, como en la más infernal de las orquestas.”

Refiriéndose a los obrajes desde Vera hacia el norte, Bialet Massé expresó: “He notado una masa de solteros extraordinaria; excusado es decir que eso produce los concubinatos más inconstantes y una masa de niños sin padres y de un porvenir obscuro.  El número de familias constituidas es muy escaso y la moralidad nula casi, como es de suponer, en un  clima cálido, con tan pocas mujeres, poblado de hombres jóvenes en la plenitud de su robustez, con dinero”…

“El obrajero santiagueño va al trabajo acompañado de su china, mujer ó querida, la que lo cuida y le endulza la vida,  pero el santiagueño es generalmente casado.  /…/

La presencia de la mujer explica el cambio que se ve.  El obraje santiagueño no es Fare West, es América humana.  La arranchada se ha convertido en el rancho y la ramada.  El obrero deja el hacha y se va á su rancho, donde encuentra la comida hecha, una mujer que lo acaricia y un niño que juguetea; á la noche el marido y padre tiene su ropa cuidada, es gente.  /…/  Aquello es vida, vida libre, vida humana.  El hombre trabaja á tarea, se gana sus dos pesos y medio al día, y si el almacén no lo explotara, podría ahorrar…  Los domingos van al pueblo, bailan y jolgorean, y el lunes á trabajar otra vez.”  [91]

Comidas y descansos…

Acerca de cómo viven los obrajeros, Juan Bialet Massé explicó:

“A las ocho de la mañana toma un desayuno, y á las once, cuando más tarde, deja el trabajo para comer, duerme la siesta, vuelve al lado de una víctima, toma mate, deja el trabajo para comer y descansar, se acuesta junto con los pájaros del monte, á veces al ponerse el sol, pocas más tarde.

Sea que trabaje á jornal, por tarea ó por tanto, raramente pasa de las ocho horas de trabajo; generalmente trabaja de siete y media á ocho.

El sábado apura el trabajo; á las dos se viste y va á la playa.  Allí la farra del obrajero.  El baile, la bebida y el juego; la taba es lo que lo domina, el bailecito le encanta, y jolgorea hasta el domingo á la noche, que se vuelve al monte, aunque muchos lo hacen el lunes por la mañana, después de hacer su provista (las provisiones de víveres) para la semana.

De ahí resulta que los jornales verdaderos son 2.25, 3.25 y 3.50 pesos, y que el obrero que no es jugador ó borracho ahorra de 25 á 40 pesos por mes y algunos que hacen trabajos extraordinarios hasta 50 y 60.

Desgraciadamente, muy pocos son los que ahorran, pero nadie hace nada para fomentar este hábito y sí muchos los que explotan en el derroche.  Resulta así que en los obrajes se trabaja de 20 á 22 días al mes cuando más: el carrero nunca más de 20.

El día de pago es siempre el sábado primero o segundo siguiente al mes vencido, y allí del gran jolgorio y la gran tabeada, hasta el lunes por la mañana que vuelven al trabajo.”

Labradores y carreros…

Destacó Bialet Massé que “la aristocracia del obrejero es el labrador.  Éste se ocupa en hacer vigas y durmientes, gana un mínimo de 50 pesos y la comida ó 70 pesos por mes; pero los hay que sacan 80 y hasta 90.  El sistema de escuadrar es el que se emplea en Europa y en todas partes.  Para recibirle la madera no hay tolerancia, es preciso que las caras sean paralelas: el defecto se le descuenta; pero esto sucede pocas veces y sólo con los principiantes.  Hay vigas que llaman la atención por la lisura de las caras y la perfección del trazado.”  /…/

“Los obrajeros dejan el palo cortado en el mismo sitio en que lo cortan; vienen los carros á levantarlo y llevarlo á la playa, después que lo recibe el contratista.

Cada carro no tiene más que un carrero, que es el que soporta el trabajo más duro del obraje.”

“Llaman los obrajeros playa, á un pedazo de terreno liso, limpio, á un lado y á otro de la vía.  Junto á esta hay uno o dos pescantes giratorios de madera dura, que tienen una plataforma á 1.80 ó 2 metros de altura, y en ella está el guinche y los hombres que lo manejan. /…/

Los guinches se manejan de un modo brutal: en las bajadas sueltan los manubrios y no hacen uso del freno.  De ahí que los obreros se exponen á graves peligros; la bajada brusca produce fuertes sacudidas y un ruido infernal; los engranajes se rompen y el árbol pierde la verticalidad sensiblemente, aumentando los frotamientos.  He visto á los dueños presenciar impasibles estas maniobras, y he tenido que llamarles la atención sobre el peligro que corren de tener que pagar algunos miles de pesos por accidentes del trabajo, para que se fijaran y me oyeran.

Hay en toda la playa un capataz y varios hombres, según su importancia; cuando no tienen que cargar y descargar se ocupan con el hacha y la sierra de sacar podrido, cortar los despuntes malos y hacer leña: su trabajo es relativamente cómodo, y hacen la jornada un poco más larga que los obrajeros y carreros; pero su trabajo efectivo excede poco de ocho horas, cuando excede.

Muchos obrajes tienen aserradero á vapor, en los que se emplean sierras circulares para el corte de durmientes y vigas, ó maderas especiales sobre medidas.

A la puesta del sol, todos se van á comer, y así un día y otro, hasta el sábado, en que la playa está llena de gente alegre y endomingada.”  [92]

Las fábricas de tanino…

Juan Díaz Bialet destacó que “las fábricas de tanino son todas más ó menos lo mismo, aparte su magnitud y su construcción, que en unas es de palo y barro, con techos de zinc, casi siempre sin personal, y en otras son construcciones de buena mampostería de ladrillo” y comentó que había visitado algunas para observar cómo trabajaban:

“…la de los señores Harteneck y Ca, es suntuoso; la más modesta, ‘La Zulema’, del doctor Pinasco, de Santa Fe, situada en Guaycurú, frente al kilómetro 43 de la vía de Vera á la Sábana, en la que se aprovecha la madera que no sirve para exportación, en el obraje que hay en la misma finca.

Su gerente señor Angeloni, es un excelente sujeto, quien me dio de la manera más complaciente todos los datos que le solicité.

Tiene diez y ocho operarios, todos criollos, con excepción del mecánico que es italiano. /…/ Tienen todos descanso dominical, con excepción de los foguistas, que no paran, pero se relevan.  La jornada es de sol á sol; dos horas después de entrar al trabajo tienen media hora para tomar mate; á las 11 almorzar, teniendo ahora hora y media de descanso; á las 2.30 p.m. tienen quince minutos para merendar; á las 6 salen del trabajo y comen.

Nunca hubo accidentes de trabajo; las máquinas son controladas en Santa Fe, pero no las vuelven á revisar.

Cuando los obreros ó empleados se enferman, se les paga el sueldo.

Tiene proveeduría, que no se abre sino por la mañana antes y por la tarde después del trabajo, y los domingos sólo hasta las ocho de la mañana.

El trabajo no es pesado, con excepción del de los foguistas, y he notado en este establecimiento esa respetuosa familiaridad que nunca falta entre los establecimientos y empresas bien organizadas, á cuyo frente se hallan patrones hombres de bien y competentes.

El señor Angeloni me declaró delante del jefe político y de otras personas que, respecto á la intelectualidad, más bien llevaba ventaja el criollo sobre los mejores extranjeros; pero como sufrido, subordinado y adaptable era evidentemente muy superior. /…/  En todos estos trabajos dominan los correntinos, de 60 á 70 por ciento; los demás son cordobeses, entrerrianos, paraguayos y apenas uno por ciento los santafesinos y de otras provincias.”    [93]

Opresiones y huidas…

El doctor Bialet Massé refiriéndose una crónica periodística que había leído en aquel tiempo, destacó que colonos y trabajadores de Moisés Ville y zona circundante, habían huido porque estaban “oprimidos y expoliados por las administraciones de las colonias, de cuerdo con jueces de paz y comisarios locales.”

En el siguiente párrafo escribió:  “El hecho debe ser cierto, porque todavía que da mucho de eso en Santa Fe y fuera de ella, y esas administraciones de las colonias hebreas son tremendas.  La intención del Barón Hirsch aparece muy desfigurada”… [94]

Explotaciones mineras…

En la precordillera, aumentaban las explotaciones mineras y no fue por casualidad, lo expresado por Bialet Massé en el séptimo capítulo, refiriéndose a la población y economía en la provincia de La Rioja, tras comprobar “que ellas se hallan en un estado deplorable; que sienten ya los efectos de la alimentación insuficiente; que sus brazos van á ser pocos para la minería misma, por la inmigración que produce el actual estado de cosas, y que si en toda la República es necesario acudir en ayuda del obrero, en la Rioja es un deber urgente.”

Abusos en La Rioja

En contundente síntesis, Juan Bialet Massé escribió:

“En efecto, el jornal corriente del peón es en la ciudad de 0,80 sin comida, y éstos se pagan en vales contra casas de negocio, que cuando más les dan la mitad de su importe en dinero, y la otra mitad en mercaderías, cuando no los obligan á tomar el todo en esta forma, ¡y á qué precios, señor!

Para ganar esto, trabajan de sol a sol, con media hora para tomar mate á las ocho, y dos y media para comer en verano y una en invierno. Semejante trabajo es excesivo en todas partes, pero allí es insoportable. A las diez y treinta antes meridiano, inspeccioné los trabajos al aire libre; á las dos y treinta pasado meridiano, no se podía dormir en la pieza que ocupaba, había una temperatura de 35º C, el termómetro al sol marcaba 46º y en el suelo 56,3º; á las cuatro pasado meridiano, todavía marcaba 52º en el suelo.

Con semejante fuego en las espaldas sólo un riojano puede trabajar; el que no está cavando con el pico el suelo duro, cava con la azada ó puntea con la pala, y los de las aguas corrientes están metidos en una zanja en que apenas caben hasta la altura de a cabeza.

A la una p.m pongo la mano en un caño de los que están tendidos en la calle; es una brasa de fuego; el señor Mateo Lee, inspector de los trabajos de aguas corrientes, se va alas obras, y me dice -que los obreros mañerean hasta las 3 p.m si no se está sobre ellos. Le contesté que era lo menos que haría cualquier mula, y que si no fuera por la misión que desempeñaba, les había de enseñar cómo se hace una huelga justa é invencible. El instinto animal se impone.
A las cuatro y treinta voy yo al trabajo; llevan tres y media horas de labor y todavía dan 38,9 kilográmetros á la presión, 102 á la compresión de los brazos y 130,5 a la tracción. ¡Eso, Excmo. Señor, se paga con 80 centavos al día!

Ese déficit se traduce en hambre y miseria, en alimentación insuficiente, con todas sus consecuencias, que excuso repetir; pero no puedo menos de llamársela al señor Gobernador y á las distinguidas damas de aquella sociedad, sobre la propagación de la tuberculosis en un país que reúne las más favorables condiciones como estación curativa de dicha enfermedad.
En tres años que fui médico del Estado, tuve ocasión de ver dos tuberculosos de la localidad y cuatro importados sobre 7.500 habitantes que censé al hacer el censo escolar y la estadística demográfica de 1876.

Por lo que he visto, no vacilo en afirmar que hay hoy en la ciudad más de 8 por 1000 de sus habitantes viciados de esta enfermedad.
Y ahora ataca á todas las clases sociales; los ricos mezquinan el pan á los pobres, y éstos les devuelven el tiro con los tubérculos.
Como no hay lavadero público ni estufa de desinfección, las ropas se lavan en el domicilio de las lavanderas, mezcladas las de los sanos y enfermos, y allá va la propagación del mal; á la que contribuye otra causa más poderosa: cuando muere un tísico, las familias pobres siguen usando la cama, ropas y no se hace desinfección en las piezas; cuando el muerto pertenece á las clases acomodadas, una caridad mal entendida hace que se den las ropas de limosna y junto con ellas el germen matador.

Poco ha se llevó allí una estufa, con motivo de una epidemia de viruela; pero se ha sacado, y el pueblo se encuentra á merced de los demás microbios, menos bulliciosos, pero tan perniciosos como los de la viruela, siquiera porque son más.

¡Pobre pueblo, tan fuerte, tan inteligente y en tanta miseria!

…Pasan rápidos pero vivos por mis ojos, el lugar en que nací, mi niñez, mi juventud, mis amores y mis hijos y mis nietos; todo cuanto amo y amé; el pasado y el presente, todo cuanto he gozado y he sufrido en mi vida.

Pero veo mucho más; el mapa de la República lo veo vivo, recogido, y completo en el porvenir, veo en el sur millones de ovejas entre bosques de inagotable explotación, más acá la Pampa inmensa, el mar de cereales, salpicado de ciudades unidas por ferrocarriles y canales; centros fabriles bajo saltos de agua; un mar de cañas, el vergel de la Mesopotamia argentina, el Chaco cubierto de la nieve de los blancos copos del algodonal, y al norte un paraíso, porque el paludismo se fue, y allí sólo hay frutos que destinan mieles y aromas como en la tierra prometida, y á mis pies surge la Rioja, rica y feliz, con todos los frutos de todos los climas; porque aquí Naturaleza se los dio todos; fecundada por la sangre de los hijos, que á torrentes derramaron ayer las furias de la guerra; por la que surcan ríos de metal y arroyos de vino, orilleando a los copos de algodón, frutas y flores.

Veo una Nación grandiosa, con un pueblo rico y feliz; poderosa y bella como las que fueron en la India, con ideales celestes de humanidad.
¡Patria de mis hijos y de mis nietos, República Argentina, salve!”

Latifundios e inmigración…

En el capítulo tercero, Bialet Massé enfoca el fenómeno de la entrega de enormes extensiones de tierras a privilegiados latifundistas mientras la mayoría de los inmigrantes están limitados para la posesión de viviendas y la continuidad de sus explotaciones rurales.

Al analizar tales dificultades y la importancia de los impuestos internos, Bialet Massé expresó:

“La tercera muralla, la formidable, está en los latifundios: Hay en el país, reunidos en una sola mano, hasta 15.000 kilómetros cuadrados, bien que se trate de una compañía, y hay particulares, muchos, por centenares que tienen más de 500; verdaderos feudos, pero feudos muertos, inertes, improductivos, en manos de verdaderos perros del hortelano, que no comen ni dejan comer, y que ni siquiera compensan al país una parte del daño que le hacen, en forma de un impuesto que represente algo del colosal aumento de valores que las tierras tienen.”

Destacó que en aquel tiempo, principios del siglo veinte, “leguas de tierras que no valían hace veinte años 500 pesos, valen hoy 20.000, hasta 50.000, en las provincias de Córdoba, Santa Fe y otras, sin que sus dueños hayan puesto un ápice para semejante progreso; son los gobiernos los que han hecho estudiar y construir los ferrocarriles y caminos, y ellos se guardan la ganancia limpia, esperando el aumento de valores que satisfaga su sed de ganancias, en la inercia más culpable.

Se dice que el capital criollo es egoísta y no entra en el movimiento de la colonización y de las industrias; desde este punto de vista, el cargo es, desgraciadamente, cierto, y él comprende á centenares de extranjeros; la inercia y el egoísmo tienen una recompensa de 20, 40 y más por ciento al año; el gobierno hace todo; ellos no contribuyen con nada, porque casi nada es lo que corresponde á las evaluaciones de la tierra inculta, que debiera ser más gravada”

Bialet Massé, luego insistió:

“…Como hay que repetir que existen en el país 100.000 indios con derechos que se deben atender, y que se deben incorporar al trabajo y al progreso nacional.”

Testimonio de una bisnieta

En julio de 2006, se realizó la “17ª Feria del Libro Infantil y Juvenil” organizada por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en esas circunstancias, proyectaron diversos documentales elaborados por el “Equipo de Asistencia Técnica en Medios de Comunicación”.  En aquellas circunstancias, durante un reportaje, la poetisa Patricia Díaz Bialet, bisnieta del talentoso catalán Juan Bialet Massé, dijo:

“Él viene a la Argentina siendo médico. No era un inmigrante que llegó con una mano adelante y otra atrás. Inmediatamente tiene trabajo porque era un hombre muy capaz. Le ofrecen el rectorado de una escuela, una cátedra en medicina, estudia abogacía. No era un ‘acomodado’. Después hace el dique y tiene todo ese gran problema. Él dice que imitó el modo en que los jesuitas hacían sus construcciones. Usó el material del lugar con un tratamiento especial para la construcción y logró un material fabuloso, resistente, más barato que el inglés, de mejor calidad. Construyó el dique que fue una obra majestuosa, pero el problema es que rompió el monopolio de los ingleses que traían el portland. Una vez que el dique se construyó, a poco menos de un año lo ponen preso. Dicen que el mismo gobierno de Roca manda a un ingeniero, que ahora no recuerdo el nombre, un falso ingeniero que sostiene que el dique tiene rajaduras y se va a romper. Por lo tanto lo ponen preso a mi bisabuelo y al Ingeniero Casaffousth, su socio”. (Cassaffousth.) “Para construir el dique había empleado, más o menos, 8000 hombres. Él escribe desde la cárcel una carta a Juárez Celman que dice: “estoy preso por haber construido el dique”. Como era abogado hizo su propia defensa. Estuvo un año y un mes en la cárcel. Esto consta en los archivos de Córdoba. Salieron él y Casaffousth libres de culpa y cargo. Posteriormente en otro juicio Bialet probó que el ingeniero que los había acusado era un falso profesional que había sido enviado por el poder para desprestigiarlos. Lo probó y lo ganó. Cuando salió de la cárcel estaba en quiebra total, le habían sacado todo, hasta la fábrica de cal. Había invertido su propia fortuna personal y perdió todo. Al poco tiempo durante el gobierno de Roca, Joaquín V. González, Ministro del Interior, le pide un informe, que por supuesto venía encargado por Roca. Cuando uno dice… era amigo personal de Roca… No es así. Es más. Era enemigo. Estamos hablando del año 1904, había muchísimos trabajadores: los criollos, los indios, verdaderos hijos de la tierra y por el otro lado estaban los inmigrantes que venían a radicarse y trabajar en la Argentina, y los inmigrantes golondrinas que venían para las cosechas. Esta gran masa de trabajadores estaba siendo explotada en una forma terrible. Era una época de auge de la Argentina. Se podía exportar materia prima, entonces se necesitaba mucha mano de obra. Entre los trabajadores se suscitaron conflictos, huelgas. Dicen que por eso le pidieron viajar por todo el país para realizar este informe. Hay otros que dicen que no, que fue para sacárselo de encima, porque Bialet Massé, en ese momento, dio una gran conferencia para los obreros ferroviarios en huelga. Él abogaba por los derechos de los trabajadores. Entonces, era una persona más bien molesta. Él hizo ese viaje en donde vivió en las tolderías de los indios, en las casas de los criollos… con los inmigrantes… estuvo en lugares insólitos. Hizo un viaje por catorce provincias en tren, en carreta, en mula. Un viaje que debe haber sido fascinante. Estuvo en todos los lugares posibles. Por ejemplo, cuando va a la Rioja, visita unas minas. Él cuenta que va por un senderito y abajo está el precipicio. En las casi 1500 páginas describe con detalles que asombran por la minuciosidad. Describe perfectamente el paisaje, las costumbres. Pero lo asombroso y valiente de todo el informe es que él habla de la gran explotación que sufre el obrero, ya sea indio, criollo, o inmigrante. Dice que el indígena, por ejemplo, no sabe el idioma. Por lo tanto cuando le van pagar “lo caminan” porque le pagan con vales que se los cambian por caña. Así inducían a los indios al alcohol. Dice que el indio debe aprender el idioma porque es la única forma de defenderse y que la Constitución debe contener a toda esta población que está fuera de la ley. El indio está siendo exterminado y Bialet le pregunta a Roca: ‘¿Se querrá exterminar el pueblo entero? ¿Con quién se van a quedar los exterminadores si matan a todos? ¿ y de qué vivirán? ¿Traerán una falange de ángeles del cielo para hacer un nuevo pueblo?’ Le está diciendo esto al poder. El otro día me invitaron a una clase en la Escuela de Periodismo, yo le decía a los chicos más jóvenes: imagínense que una persona, durante la dictadura, le escribe una carta a Videla y le dice- los bebés están siendo robados y las madres torturadas. En una de las críticas que salió en un diario, se compara este informe con la carta de Walsh, por la valentía y el coraje de decir aquello que no es inocente. Dice la verdad ¡pero hay que decir la verdad a determinadas personas! Entonces habla de ese gran exterminio, como de la explotación tanto del indio como del criollo y del inmigrante. Habla de las mujeres, de los niños, que trabajan 14 horas, y se mueren, se enferman, etc, etc. Él propone como otras personas de la época- si bien no fue el primero- las 8 horas de trabajo. Es muy interesante porque él era médico y hace todo el viaje con un aparato que se llama dinamómetro que permite medir la fuerza y el estado físico de las personas. A todas las personas que entrevistó les hizo estas pruebas, en distintas horas del día, y anotó todos esos datos. Las conclusiones a las que llega son muy interesantes. Por ejemplo con el tema del trabajo él dice que el explotador hace trabajar al obrero 15 ó 16 horas, porque piensa que de esa manera rinde más. Él dice: -‘Por el contrario, si el obrero trabaja ocho horas produce más’. ¿Qué significa esto? Que una persona que trabaja ocho horas tiene la energía óptima para incrementar la producción. No se cansa porque duerme bien, come bien. Obviamente está feliz, está satisfecha, tiene tiempo para la familia, para los hijos, para la recreación, el teatro. Entonces cuando él escribe este informe y denuncia todas esas atrocidades que se cometen con las mujeres, con los niños, por ejemplo, está diciendo que se cometen crímenes, verdaderos crímenes. Que a los trabajadores no se les pagan indemnizaciones por accidente laboral, que la ley sí o sí tiene que contemplar este aspecto, porque los obreros quedan inhabilitados para trabajar. Habla también de las condiciones de trabajo. Da el ejemplo en las minas de La Rioja. Describe que entra al lugar, y ve que los mineros se alumbran con velas que son altamente peligrosas, cuando en realidad se pueden comprar unos faroles -no sé si de aceite- que van a mejorar las condiciones de trabajo sin poner en riesgo la vida de los mineros. Es decir habla de la inseguridad, de las condiciones laborales, de las enfermedades. Es muy interesante. Él dice por ejemplo, sobre la tuberculosis y otras enfermedades, que cuando las personas ricas se enfermaban y morían, lo primero que hacían era sacar las sábanas y las ropas de los muertos y las mandaban lavar o las regalaban a la iglesia. Esas ropas tenían el virus, eso iba a los pobres que como no tenían agua caliente, lavaban con agua fría. Los ‘bichitos’ no se mataban y permanecían en la ropa limpia que se enviaba a casa de los ricos. Dice: ‘les pagan con explotación y los pobres se lo devuelven con enfermedades’. Es interesantísimo como describe las condiciones de la clase trabajadora en 1904. Dice que se necesita hacer una ley laboral, y para ello se requiere saber el estado de la clase obrera. Por eso hace el informe para ser publicado. Y lo entrega… Dice- ‘espero que no se me culpe por lo que estoy diciendo, pero estoy diciendo absolutamente la verdad’. Lo que hace es totalmente contrario a la Ley de Residencia- por la cual aquellos que reclamaban por sus derechos eran deportados, y aquí quedaban sólo las mujeres y los niños, más pobres que nunca. Habla por ejemplo, de la expropiación de tierras, que era algo insólito para la época. Él dice que el hijo de la tierra quiere tener su propiedad y no lo puede lograr con esos sueldos míseros. Y habla de los grandes latifundios que están perezosos por la especulación. Él dice que esos grandes latifundios están en manos de pocas personas y no le dan riqueza al país, ni trabajo, ni nada. Esas tierras tendrían que dividirse en pequeñas parcelas. El otro día por ejemplo leí que era miembro del círculo Roquista…”

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El Teatro en la Educación…

La destacada poetisa Patricia Díaz Bialet, refiriéndose a su bisabuelo Juan, dijo:

“Solamente con leer sus textos, ya está. Cuando sale la Ley de Residencia hizo justo lo opuesto. Después con el tiempo, sí se tomó este corpus y se hizo esta Ley de Trabajo que básicamente es la que tenemos ahora: 8 horas de trabajo, descanso del sábado y dominical, las indemnizaciones, las condiciones de trabajo, horario para almorzar, etc… Habla por ejemplo, que el salario mínimo no sólo debía servir para vestirse, para comer… sino que aparte se debía contemplar la lectura, la recreación, el teatro, el colegio, etc, etc. Una vez que llegás a la suma de todo lo que debería gastar un trabajador, ahí se fija el salario.

Cuando habla por ejemplo, del teatro, de la música, dice que para las clases obreras, ver teatro es sumamente necesario, ya que es muy impactante en aquellos que han tenido menos acceso a la educación. Es un impacto, porque no siempre hacen la diferencia entre la realidad y la ficción. Entonces la emoción es más fuerte. Y dice que una obra de teatro vale más que 100 discursos políticos. Se refiere a eso. Después dice que los indios aprenden mucho más rápido que los criollos. Entonces que sí o sí, debería haber en cada escuela un cupo para ellos, porque así se beneficiarían todos.”  [95]

No había sido por casualidad lo expresado por Bialet Massé en una carta dirigida al general Julio Argentino Roca:

“Una obra de teatro, vale más que cien discursos políticos”…

Tampoco fue por casualidad lo expresado por Sergio Iglesias, durante un reportaje tras la proyección de Bialet Massé, cien años después, refiriéndose a los motivos que lo impulsaron a generar ese filme:  [96]

“No tuve una intención, tuve una necesidad, mejor dicho, muchas necesidades y diferentes estímulos que en un momento determinado se juntaron y dieron como resultado esta película. Entre ellas, las ganas de realizar y dirigir un film, yo soy diseñador de sonido y música, y siempre trabajé para otros proyectos y como tal vestía hijos de otros directores, quería algún día vestir mi propio hijo, mi propia película. Como uno de los elementos motivadores tenía la figura Bialet Massé y la historia de la construcción del viejo Dique San Roque en un rincón de mi memoria de tantos veraneos que hice junto a mi viejo en esa localidad. Y al descubrir el INFORME y su contenido, termina de cerrarme todo y nace la necesidad de hacer conocer partes de estos textos de Bialet escritos hace 100 años. El informe es la Biblia a la racionalidad y el sentido común.”  [97]

Títulos de algunas publicaciones…

1875: Nociones de Anatomía, Fisiología e Higiene Humana.  (Texto para estudiantes secundarios.)

1876:  Lecciones de Anatomía. (Texto para estudiantes.)

1880: Recopilación de Fallos del Superior Tribunal de Justicia de Córdoba (Pionero en ordenación cronológica de “Jurisprudencia”.)

1884: Lecciones de Medicina Legal, aplicada a la Legislación de la República Argentina.  Obra que obtuvo el Premio en el “Gran Concurso Nacional de Ciencias Médicas” organizado por el Círculo Médico Argentino. (Luego reconocido como Texto para la Cátedra que Bialet Massé dictó hasta 1890.)

1886: Memoria Descriptiva y Estadística de la Provincia. (Información a los fines de promover la inmigración desde países europeos.)

—-      Código de Procedimientos Criminal y Correccional. (Publicación compartida con J. R. Ibáñez.).

1900: Cuatro Verdades sobre Enseñanza Secundaria (Conferencia en la Biblioteca de la Universidad de Córdoba).

1902: Proyecto de una Ordenanza Reglamentaria del Servicio Obrero y Doméstico, de acuerdo con la Legislación y Tradiciones de la República Argentina.

1904: “Estado de las clases obreras en el interior de la República” (más difundido como Informe sobre el Estado de las Clases Obreras en el Interior de la República (Tres tomos). Trabajo de investigación “in situ”, realizado durante la presidencia del General Julio Argentino Roca por indicación del doctor Joaquín Víctor González, ministro del Interior, teniéndose en cuenta la necesidad de “conocer las condiciones en que se verifica el trabajo en el interior de la República… / Siendo además necesario conocer el estado de las industrias, las modificaciones que podrían sobrevenir en ellos por la implantación de las reformas que reclama el estado social actual…”

1904: Tratado de Responsabilidad civil en el Derecho Civil Argentino (bajo el punto de vista de los accidentes de trabajo).

1904:   El Socialismo Argentino. El Espíritu de la Ley Nacional de Trabajo. (Conferencia, 27 de julio.)

—-      Informe sobre la creación de Colonias Nacionales Algodoneras (Informe sobre sus investigaciones en provincias de centro-norte del país, con croquis y planos incluyendo diversos proyectos.)

1906: El Dique San Roque (Antecedentes de la Conferencia advirtiendo sobre el estado del Paredón del Dique).

—-      El Riego en los Altos de Córdoba, como y en qué debe aprovecharse.  Estudio acerca de la capacidad del embalse y las posibilidades de riego.

1910: Censo General de la Población, Edificación, Comercio Industria, Ganadería y Agricultura de la Ciudad de Córdoba (compilación concluida en 1906, edición póstuma.)

 

Más señales…

El historiador Norberto E. Huber, ha destacado su trayectoria y reiteró que “ya acercándose a sus finales 60 años cavó con pala un pozo durante sus trabajos prácticos de campo como correspondía a todo alumno de Agronomía, le llevaron a expresar en su escrito final, su expresiva autobiografía:

‘…muchos, hasta los míos, me dijeron loco, y alguno hasta lo creyó de buena fe y con gran certeza. Oh!!! loco, quien me diera volver a concluir otra locura tal!!! El hilo de la vida es tal delgado a los sesenta. Pero morir como se nació y vivió, subir y siquiera vislumbrar el paisaje de la cumbre, es hermoso morir y si es locura, es locura hermosa del destino,’…”

Tras padecer las consecuencias de un cáncer de garganta decidió viajar a Buenos Aires para mejorar el tratamiento y falleció el 22 de Abril de 1907 en esa ciudad.

En el diario “La Prensa” de la capital federal, al anunciar su tránsito a la inmortalidad destacaron sus valores:

“…uno de los espíritus más selectos con que contaba la intelectualidad nacional, desde medio siglo a esta parte”

En su autobiografía, Juan Bialet Massé había expresado:

“…Una especie de obsesión de subir a la cumbre de la montaña, para contemplar desde ella el paisaje, sabiendo que aún si llego, de tal modo no he de percibir sino el conjunto, los detalles, solo al modo de los toques del pincel en el cuadro de un pintor; lo profundo, no ha sido posible a los más grandes genios sinó en muy limitado número de lugares, -conozco bién lo limitado de mis fuerzas y ni siquiera me lo he propuesto en nada; una utilidad material, fortuna, tampoco ha sido; no puedo compararlo sino a la seducción irresistible que ejerce la mujer verdaderamente amada; ofreciendo, sin darla, la posesión de su belleza y de su amor, el deseo cada vez más grande de su posesión total, sin disecar los órganos, sin recordar como el grosero alimento genera la caloría, ni como se relacionan la sensación y el movimiento, ni como la energía se transforma y se pone a disposición del alma, nada de eso; beber el fulgor del espíritu que sale por los ojos, percibir el suave calor que irradia; la caricia que anonada, sentir la suprema felicidad que rebosa y condensarla en un himno de suprema gratitud que no cabiendo en la tierra se eleva hasta el trono de Dios.”

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2006: Testimonio de Osvaldo Bayer

El historiador Osvaldo Bayer, autor de La Patagonia rebelde, amigo del talentoso Gastón Gori autor de La Forestal – La tragedia del quebracho colorado, estuvo en Santa Fe de la Vera Cruz en la “XII Feria del Libro de Santa Fe” a mediados de septiembre de 2006 y habló durante la presentación de la última edición de ese libro que refleja la explotación de la compañía argentino-británica en los quebrachales del norte santafesino y cómo “el latifundio se negocia” hasta el límite de poder establecer prácticamente “un país dentro de otro país” durante más de medio siglo, hasta que arrasados los bosques se disolvió la empresa y quedaron “los pueblos fantasmas”…

Ese año, Osvaldo Bayer vio el documental Bialet Massé, cien años después dirigido por el cineasta Sergio Iglesias y expuso sus conclusiones:

“Después de ver el documental Bialet Massé, cien años después podríamos volver a recitar aquello de Olegario Víctor Andrade: ‘Todo está como era entonces, la casa, la calle, el río, los árboles con sus hojas y los pájaros con sus nidos. Todo está igual, nada ha cambiado’. No exageremos, sí, el río está todavía pero vean ustedes el Riachuelo. No es el mismo, tiene por lo menos algunos centenares de toneladas de basura más. Sí, hay árboles, pero algunos han disminuido en número casi totalmente, como el ombú. Qué alegría cuando niño verlo aparecer en la ventanilla del tren, en el medio de la pampa… Y los pájaros son unos cuantos menos comparados con aquellas bandadas infinitas que inundaban nuestros cielos.

Pero vayamos al ser humano. Metámonos en la historia de los argentinos. Sí, hemos abusado y seguimos abusando de la naturaleza pero por lo menos hubiéramos tratado mejor a sus habitantes, a nuestros habitantes. Sí, sigamos a Bialet Massé en su ‘Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas’, de 1904. Un documento indiscutible. Bialet Massé un científico, un sabio. El gobierno de Roca le encarga un informe sobre cómo se encuentran los trabajadores y los pueblos originarios en su Argentina (la de Roca, después de la ‘Campaña del desierto’). Y Bialet Massé lo escribe y describe la verdad. Nada más que la verdad. Cómo se trata al trabajador y al indio en la República de Roca. Nada que ver con aquellas palabras escritas por Belgrano en 1810: ‘El labrador tiene que poseer tierra para que la trabaje’. Nada que ver con las palabras del Himno Nacional: ‘Ved en trono a la noble igualdad. Libertad, libertad, libertad’. En vez de esos ideales, la ley roquista 4144, de Residencia, cuando la verdad es que tendría que haberse titulado: ‘Ley de expulsión de los trabajadores extranjeros desobedientes’. Una ley sumamente cruel ya que se expulsaba para siempre del país al obrero extranjero de ideología revolucionaria pero se dejaba aquí a su mujer y a sus hijos que quedaban sin ningún sustento. Lo que debería enseñarse en nuestros institutos educativos es lo épico que resultó ser la reacción obrera ante esa ley de privilegio: los obreros que ganaban jornal donaban parte de él para que se mantuviera a las mujeres y los hijos de los expulsados. Con Roca fueron expulsados centenares y centenares de obreros extranjeros, en su mayoría luchadores por las leyes sociales y las ocho horas de trabajo. Pero no sólo con Roca, gobiernos elegidos por el pueblo después de 1926, como el de Yrigoyen y Perón, siguieron aplicando esta ley, hasta que fue derogada definitivamente por Frondizi, en 1958.

La honesta investigación de Bialet Massé nos muestra claramente que la lucha obrera en los años del liberalismo positivista fue muy justa. Es algo que habría que enseñarlo también. Porque la pregunta cabe: ¿debido a qué principio se enseña todo aquello que fue un adelanto en las ciencias, en la educación, en las instituciones democráticas y por qué no se toman como ejemplo las luchas obreras que sostuvieron siempre el principio de una sociedad justa? Pese a todas las represiones -acordémonos aquélla de Roca en 1904, o del coronel Falcón en 1909, o las de Yrigoyen en 1919 y 1921- los obreros consiguieron las jornadas de ocho horas de trabajo. Y esto cambió la vida de la sociedad. El obrero ya tuvo más tiempo de dedicarse a su hogar, a su familia, a su educación, a su cultura, a su esparcimiento.

Pero en nuestra enseñanza oficial siempre se guardó silencio respecto de las luchas obreras. El libro de Bialet Massé fue muchas décadas olvidado. Hay muy pocas ediciones de él. Es que, claro, da el verdadero panorama y no el de la historia oficial. Hay un documento que lo dice todo. En una carta, el presidente Roca le escribe al gobernador de Tucumán que no ‘lleve más indios holgazanes del Chaco’ para trabajar en la industria azucarera de Tucumán y le promete que él le va a enviar indios del sur. Bien, en su informe Bialet Massé señala con todo detalle que los indios chaqueños son fundamentales para el trabajo en ese territorio y que son muy prácticos y capaces. Roca -ya presidente- escribe la palabra holgazanes sin h y con s. Cuando vi en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos, que en el patio de ese instituto hay un busto de Roca -porque fue alumno allí dos años- señalé ante los docentes de allí: ‘Parece que Roca aprendió muy poco aquí, ya que sus cartas escritas por él mismo están plagadas de errores de ortografía’.

El informe Bialet Massé dice expresamente que el peón de campo en esa época puede compararse con la esclavitud, sin gozar siquiera el principio de la seguridad de trabajo, de bajísimos salarios que lo mantenían en dependencia, el mal trato por parte de los capataces que respondían absolutamente a las órdenes de los latifundistas. Para darse cuenta cómo era la vida del proletariado en esos años de gran inmigración europea, nos bastaría con transcribir el informe sobre la mujer obrera, del doctor Bialet Massé, que citan tanto la luchadora feminista Mirta Henault como el sociólogo Luis Vitale:

‘No eran pocas las mujeres que cargaban con el sostén de la familia, con la rudeza de la vida; de aquí que acepten resignadas que se pague su trabajo de manera que sobrepasa la explotación y con tal de satisfacer las necesidades de los que ama, prescinde de las suyas hasta la desnudez y el hambre (…) la clase más numerosa la constituyen las costureras. Trabajando fuerte, ganan de 80 centavos a un peso por día; las de trabajo superior, de un peso 20 centavos hasta un peso 40 centavos excepcionalmente, pero como en algunas casas trabajan varias, ayudándose unas a otras, no puede saberse bien lo que ganan (…) El ramo de las planchadoras en Tucumán está tan malo como en las otras ciudades del país. Muchas mujeres trabajan en sus casas, y hay varios conatos de taller con una oficiala y dos o tres aprendices. Trabajan de 6 de la mañana a 6 de la tarde, teniendo un descanso de media hora para el mate, mañana y tarde, y hora y media al mediodía, de modo que la jornada efectiva es de diez horas y media (…) otro oficio era la lavandera. Estas son unas desgraciadas: flacas, enjutas, pobres hasta la miseria. Visité algunas lavanderas y planchadoras, y me enteré cómo efectúan estos trabajos de modo primitivo. En una batea, debajo de un árbol o de unas ramas, unos tarros vacíos de petróleo, en los que hacen hervir la ropa, puestos en un fogón, que son tres o cuatro piedras en el suelo… La mujer del artesano tucumano es la bestia de carga sobre la que pesa toda la familia; ella es la que revendiendo frutas o amasando o lavando o recibiendo pensionistas para darles de comer, consigue economizar unos centavos para vestir a sus hijos y no pocas veces para alimentarlos’.

El periódico alemán Vorwärts, que se editaba en Buenos Aires, en su número del 26 de marzo de 1892, escribe: ‘La Fábrica Argentina de Alpargatas emplea a 510 obreros, de los cuales 460 son mujeres y niñas. El trabajo comienza a las 6 de la mañana y dura hasta las 6 de la tarde, interrumpido por una hora y media al mediodía. El trabajo se hace a destajo. Trabajo a destajo: trabajo criminal. Un trabajador aplicado puede ganar la enorme suma de 10 pesos papel por semana, en cambio, las niñas sólo 6 pesos. Por día se producen 12.000 pares de alpargatas. Es decir, que en la Argentina no sólo hay grandes establecimientos industriales igual que en Europa, sino también tenemos aquí unido a ello la más grande explotación del trabajo de mujeres y niños’. Textual.

El film Bialet Massé toma ese lenguaje de denuncia, pero trasladándolo a la actualidad argentina. Sí, recorre los mismos lugares. Lo hace con respeto, con una especie de melancolía por el paisaje y su gente. ¿Qué ha cambiado? Esa es la pregunta. La respuesta se la dará el propio espectador. Pensará en Bialet Massé, el hombre que dijo la verdad.

La pregunta que llena de tristeza e impotencia es: ¿qué hicimos los argentinos en cien años, después de ese informe? El film nos deja en libertad. Pero con la enorme duda. Y pensamos en ese hombre que nos dejó ese informe sin ninguna demagogia. La verdad. Argentina, el país de las mieses de oro. Mi abuelo Josef Georg Payr inventó por eso en Humboldt, Santa Fe, un arado de doce rejas. Con dos mil de esos arados, decía mi abuelo, de Schwaz, Tirol, se podía sembrar todas las enormes pampas argentinas y alimentar al mundo entero.  [98]

Sueños. La realidad nos la dejó Bialet Massé. Hoy, cien años después, las cifras oficiales nos dicen que el 38 por ciento de nuestros niños están bajo el nivel de pobreza. La realidad aquella de Bialet Massé hoy la podemos ver fotografiada en este film. Así es, nos bastaría meternos en el campo de Santiago del Estero, en nuestras villas metropolitanas, en la entrada a Rosario, en la Salta aquella de Belgrano que luchó para la Libertad, la Igualdad. Ved en trono a la noble igualdad. [99]

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Algo más…

He anotado esta información:

Documental: “Bialet Massé, cien años después”.

Guión y Dirección: Sergio Iglesias. Duración: 91 min.

Apta para todo público. /  Estreno: 22-06-2006

Base documental: Informe sobre las clases obreras argentinas presentado por el doctor Juan Bialet Massé (catalán, médico que llegó a la Argentina y fue designado profesor y rector en el Colegio Nacional de Mendoza, luego terminó estudios de Abogacía, siendo profesor universitario obtuvo el título de Técnico en Agronomía y Zootecnia; socio de Funes en la empresa que realizó obras hidráulicas en Córdoba, entre ellas el Dique San Roque…)

En 1904 publicó su Informe sobre las clases obreras, documento que refleja la situación de la mayoría de la población argentina en las provincias y territorios nacionales.

Aún no he logrado ver ese documental

Espero encontrar más señales.

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Nidia Orbea Álvarez de Fontanini. / Invierno 2007.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Castelar fue miembro de la Sociedad Abolicionista Española fundada por Julio Vizcarrondo.  Mediante ley del 22 de marzo de 1873 se declaró la abolición de la esclavitud en Puerto Rico.  Esa ley no fue cumplida inmediatamente porque trasladaron esclavos hacia Cuba… y tres años después, estaban pendientes de resolución diversos asuntos, entre ellos indemnizaciones a quienes tenían declarados “sus esclavos”.  / Amadeo de Saboya: aproximación biográfica: “Nació en Turín el día 30 de mayo de 1845, hijo del rey de Italia Víctor Manuel II. Tras la Revolución de 1868, España se declaró como una monarquía constitucional, aunque la dificultad era la de encontrar el monarca apropiado. Amadeo, duque de Acosta, aceptó el cargo. Su llegada coincidió con el asesinato de Juan Prim, su principal valedor. La vida política española carecía de estabilidad: conspiraciones republicanas y borbónicas, luchas personales entre los partidos leales, gobiernos efímeros, levantamientos carlistas (1872), atentados, separatismo en Cuba. Obligado a firmar la disolución del cuerpo de artilleros, anunció su abdicación a la Corona española (1873). Su mensaje a las Cortes (Parlamento) definió a los españoles como ingobernables. Amadeo volvió a Italia. Respetado, pero poco querido, había vivido aislado en un país para él incomprensible. Murió en 1890 en Turín.”

[2] Altamira Gigena, Raúl Enrique. Juan Bialet Massé, precursor del Derecho del Trabajo.  Jornadas de Homenaje; Córdoba,  octubre de 2004.

[3] Sarmiento alude al Doctor Amado Laprida en su libro Recuerdos de Provincia. / Zulema Laprida falleció en 1933 y cuando evocaba a su marido, destacaba que había tenido “mucha honra y poca plata”.

[4] El historiador Dr. Norberto Huber, escribió: (1) “El sábado 20 de Mayo de 1876 a las 5 de la tarde nace Amado. Amado desposaría a Julia Méndez Libarona, el 13 de Julio de 1906, madre de sus cuatro hijos. El 23 de noviembre de 1911, el Gobierno Provincial nombra a Amado Bialet Laprida presidente de la recién conformada Comisión Municipal de Santa María (ahora Bialet Massé), fijando su perímetro: Al Norte el municipio de Cosquín, al Este la cumbre de la Sierra Chica, y al Sur y Oeste una Legua (5202m) de la vía en la Estación del Ferro-Carril, fijando su población en 500 habitantes.” // (2)  “El viernes 29 de Agosto de 1879 a las 11 y 1/2 de la mañana nace Juan. Juan Bautista Saturnino José Manuel tuvo por padrinos a Saturnino Albarracín y a Juana Brihuega y tomaría por esposa a Lucía Tizeira Sarsfield, con la que tuvo seis hijos. Juan Bialet Laprida ocupó como casa de verano la que hoy ocupa el Museo Bialet Massé en la localidad homónima y estuvo ligado a su hermano Amado en los loteos que dieron origen a la localidad.” // (3) El domingo 6 de Agosto de 1884 nace Elima Maria Sixta Berengela a las 7 1/2 de la mañana, apadrinada por Filemón Posse y Magdalena Brihuega de Sherastain. Helima sería desposada por Santiago Díaz, formando una familia profundamente cristiana donde concibieron nueve hijos. Helima se caracterizó por su cristiano altruismo y fue presidente del Consejo Catequístico Arquidiocesano durante muchos años. Helima y Santiago descansan en el cementerio de Bialet Massé, cercano a la Casa Quinta Histórica, y que fue también su residencia de verano.” / “En 1884 Bialet Massé compró el terreno que denomina «La Helima», en honor a su hija recién nacida. En el lugar habilitó una Casaquinta, todavía existente.” // La poetisa Patricia Díaz Bialet, durante una entrevistas recordó a sus abuelos Helima Bialet Laprida y Juan Díaz, matrimonio con nueve hijos, entre ellos su padre Carlos Díaz Bialet residente en Buenos Aires, con descendientes nacidos en esa ciudad. (Datos en el Boletín Digital Nº 4 – Año 2006, Ministerio de Educación – Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.( / (4) El 29 de Enero de 1885 a las 7 de la mañana nace Miguel Eliseo. Sus padrinos son el Doctor Miguel Juárez Celman, autonomista y liberal, Senador Nacional que mocionando sobre tablas la aprobación de la Ley 1420, que llevaba dos años de trámites obtiene su aprobación, futuro Presidente, ex-Gobernador Provincial e impulsor fundamental del Dique San Roque, y su esposa Elisa Funes de Juárez Celman, hermana de su futuro socio en la construcción del Dique y cuñada de General Julio Argentino Roca, apodado ‘El Zorro’.” //  (5) “En 1887, el miércoles 20 de Julio de 1887 nace Zoe.” // (6) “El 15 de Enero de 1891 a las 3 1/2 de la mañana, nace Zuleika Maria del Monserrat en Brandzen, Buenos Aires. Bialet Massé se encontraba en Brandzen comprando terrenos e instalando otra fábrica de Cales Hidráulicas, que, aunque tardíamente, habían sido aprobadas para ser usadas en obras de todo el país, por el Departamento de Obras Públicas. A sabiendas del ‘cerramiento’ que operaba el gobierno Nacional sobre Córdoba, consideraba la instalación de otra planta industrial en Buenos Aires.” // (6) “El Viernes 15 de Noviembre de 1895 a las 5:45 de la tarde nace María Zulema. Zulema cursaría el Monserrat y luego recibiría título de Odontóloga en la Universidad Nacional de Córdoba, donde continuó hasta el 3er año de estudios de medicina.”  // (7) “El viernes 1 de Junio de 1894 a las 11:55 de la noche nace Mario Enrique, que casaría con Lucía Argerich y tendría un hijo.”

[5] El lunes 19 de febrero de 2007, después de escuchar al doctor Huber en el Programa “Soberanía” que conduce el Combatiente en Malvinas Adolfo –Fito– Schweighoffer, los domingos a las 22 desde Radio “LT9 ‘Líder” de Santa Fe de la Vera Cruz”, ingresé en su página de internet y pude leer más acerca del talentoso catalán: “Inteligente y observador, conocedor de los proyectos que se gestaban en la Córdoba de la cuál el también era un impulsor, Bialet Massé planificó y desarrolló una fábrica para las grandes cantidades que requirió la construcción de obras hidráulicas. Primero en La Toma de Córdoba y luego en el ‘Riego de Los Altos de Córdoba’, durante 1885 en el Dique ‘Mal Paso’, a 3 Km aguas abajo de La Calera, destinado a ser un Dique Distribuidor de los Canales Maestros Norte y Sur, con obras de arte construidas en mamposterías hidráulicas, y finalmente desde 1886 hasta 1889 en el Paredón del Dique San Roque, Coloso de 120.000 toneladas de piedra y mortero hidráulico. Se preveía comprar toda la Cal Hidráulica necesaria para las mezclas en el extranjero, pero Bialet Massé logró un producto superior en un 30 % en resistencia y 50 % menor en costo. Su gran error fue olvidar que los perjudicados por estas economías no iban a quedarse de brazos cruzados.”

[6] En su cronología histórica, el doctor Huber escribió que en ese tiempo Bialet Massé era un “empresario con 7000 operarios, 30 capataces y 16 Ingenieros de los más reputados del mundo en la especialidad. El Embalse sería el mayor del Mundo y sería la obra de su vida. La protegería hasta su muerte, confiado en como él planificó y ejecutó el trabajo, y confiado en el diseño de su amigo Cassaffousth. / Lo que era una empresa se transformó en su obsesión, su ruina económica y su gloria. Las dificultades económicas que fueron surgiendo superaron a lo previsto por Bialet Massé. La obra requirió organizar una empresa con miles de operarios y para ello reclutó obreros en Europa, los cuales se quedaron posteriormente en el país.”  Sugerencia: aproximación a www.bialetmasse.com

[7] Bialet Massé, Juan.  Informe… Ob. cit., página  2.

[8] Ídem, p. 2-4.

[9] Altamira Gigena, Raúl Enrique. Juan Bialet Massé, precursor del Derecho del Trabajo.  Jornadas de Homenaje; Córdoba,  octubre de 2004.

[10] Bialet Massé, Juan. Informe sobre el estado de las clases obreras en el Interior de la República. Tomo Primero – Presentado al Exmo. Sr. Ministro del Interior Dr. Joaquín V. González (riojano); de acuerdo con el Decreto del Excmo. Sr., Presidente de la República fecha 21 de Enero de 1904.  Buenos Aires, Imprenta y Casa Editora de Adolfo Grau, Moreno 960, 1904.  (Volúmenes disponibles en la “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe” en esa edición original y por donación de quien escribe estas líneas, ingresados también como patrimonio de ese servicio, tres volúmenes publicados por el Centro Editor de América Latina que pertenecían a nuestra biblioteca familiar.

[11] Ibídem, páginas I-II; IV;  V-VI.

[12] Ídem, p. 119.

[13] Íd., p. 59-60.

[14] Ídem, p. 5-8.

[15] Íd., p. 12-13.

[16] íd., p. 15.

[17] íd., p. 14.

[18] El Mayor Camilo S. Gay fue jefe del Regimiento de Caballería de Tanques 6 “Blandengues”; siendo Teniente Coronel pasó al Regimiento de Caballería Ligera “General Miguel de Güemes” (04-01-1906 al 18-07-1907). // Durante la década del setenta, el 19 de enero de 1974, siendo presidente de la Nación Argentina por tercera vez, el Teniente General Juan Domingo Perón, otro Coronel Camilo Gay -jefe del Regimiento 10 de Tiradores Blindados “Húsares de Pueyrredón”, General de Brigada post mortem-, fue asesinado junto a su esposa y delante de sus hijos, en el momento en que un grupo de guerrilleros pertenecientes al “ERP” -ejército revolucionario del pueblo asaltaron esa unidad y también mataron al conscripto Daniel González e hirieron a varios soldados.  Sabido es que en esas circunstancias llevaron como rehén al Teniente Coronel Ibarzábal, encontrado tiempo después muerto y dentro de una bolsa de material sintético. El presidente Perón pronunció un discurso desde la residencia de Olivos –acompañado por la vicepresidenta, ministros y autoridades militares-, transmitido por radio y televisión. Dijo: “…El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar. Sin ello, ni la reconstrucción nacional ni la liberación serán posibles.”  Tras el fallecimiento de Perón, durante una licencia de la vicepresidenta a cargo del P.E.N. María Estela Martínez de Perón, siendo reemplazante el senador Ítalo Argentino Luder, tras sucesivos atentados, secuestros, muertos y heridos, fue firmado un decreto autorizando a las Fuerzas Armadas a desarrollar las operaciones necesarias a los fines de “aniquilar el accionar” de los grupos armados que seguían atacando en distintas provincias. Todo es historia de la Historia de los argentinos…

[19] íd., p. 17-18.

[20] íd., p. 14-15.

[21] íd., p. 16.

[22] Bialet Massé… Tomo Segundo, p. 182-184 y 208-209.

[23] Íbídem, p. 177-182.

[24]  Ídem, p. 209-210

[25] Íd., p. 369-382.

[26] íd., p. 410-415.

[27] íd., p. 55.

[28] íd., p. 423-426.

[29] íd., p.373-377.

[30] Bialet Massé, Tomo Primero, p. 33-34.

[31] íd., p. 19-20.

[32] Sabido es que en el norte del país -actual territorio formoseño- también instalaron un convento los padres franciscanos y así fue como estuvo el padre Buenaventura Giuliani -también nombrado el Padre Ventura-, acompañado por fray Miguel Amundaráin reconocido como “su mano derecha”, bajo cuya dirección se construyó en 1903 el puente de Lahisí y se tendió la línea telefónica hasta Colonia Aquino, tiempo de instalación del ingenio y de la desmotadora. / Han reiterado un relato de Cecilia Guan relacionado con la llegada del Padre Buenaventura Guiliani a la Reducción con el primer auto conocido en ese territorio: “…Los aborígenes se tiraban al suelo, lloraban y pensaban que se venía el fin del mundo”…

[33] Bialet Massé, Juan. Informe… Tomo Segundo, p. 439-440.

[34] Bialet Massé, Juan Informe…  Tomo Primero.  Ob. cit., p. 105-106.

[35] Dr. Rodolfo Freyre Iturraspe (gobernador de Santa Fe, 1902-1906). Durante su gobierno se realizaron las obras del Puerto de Santa Fe.  Descendiente del Regidor José Freyre de Andrade y López y de Manuela Rodríguez del Fresno; sobrino del Marcelino Freyre -vinculado con Nicasio Oroño Baigorri, marido de Joaquina Cullen Rodríguez del Fresno-, integrantes del “Cullismo” que logró gobernar en la provincia de Santa Fe durante la segunda mitad del siglo diecinueve mediante una “sucesión de familiares” que de acuerdo a la opinión de historiadores, sólo es comparable con lo sucedido en Jujuy con la familia Sánchez de Bustamante.

[36] Bialet Massé, Juan B. Informe… Ob. cit., p. 175-176.

[37] Ibídem, p. 183.

[38] Bialet Massé, Juan. Informe… Tomo Segundo. Ob. cit. p. 16-17.

[39] Ibídem, p. 20-21.

[40] Ídem, tomo segundo, p. 22 y siguientes.

[41] Komecki, Sylvia Arq. Principales protagonistas del modernismo catalán en Buenos Aires y Rosario.

[42] Bialet Massé Tomo Segundo p. 60-62; p. 67.

[43] Ídem, p. 53.

[44] Bialet Massé, Juan. Informe… Tomo Primero p, 39-41.

[45] Ídem, p. 50.

[46] Íd., p. 50-56.

[47] Bialet Massé… Tomo Segundo, p. 113-114.

[48] Ibídem, p. 89-96.

[49] Ídem, p. 96-98.

[50] Íd. p. 132.

[51] Bialet Massé… Tomo Primero, p. 89.

[52] Rodolfo Freyre falleció el 16 de enero de 1919. / El intendente Ezequiel Martín Balbarrey, el 10 de diciembre de 2003 al asumir esas funciones, en aquel momento expresó: “Vamos a luchar incansablemente para lograr trasladar el puerto de su emplazamiento actual, que conserva la misma ubicación desde la colocación de la piedra fundamental el 10 de octubre de 1904. Que por esas cosas raras del destino sucedió durante la gobernación de mi bisabuelo materno, el Dr. Rodolfo Freyre. Sin dudas los tiempos y el progreso hacen que su obsolescencia sea una pesada carga moral para todos los santafesinos. Ver un lugar que debe ser sinónimo de trabajo, de movimiento, de vida, de intercambio convertido en lo que hoy es, solo un símbolo. Mientras las ciudades que tienen el gran privilegio de tener una estación fluvial, con salida directa al océano, no paran de crecer alrededor de esta fuente inagotable de recursos. Santafesinos despertemos, reaccionemos…”  Hasta ahora, meses antes de finalizar su mandato el 10 de diciembre de 2007, ni han dragado lo necesario, ni han comenzado las obras… mientras distintos medios han difundido incontables fotografías y reproducido discursos en pronunciados en distintas localidades.

[53] Bialet Massé, Juan. Informe… Ob. cit., p. 120-140.

[54] Bialet Massé, Juan. Informe… Tomo Segundo.  Ob. cit, p. 6-9.

[55] Han reiterado que cuando Giusseppe Garibaldi estuvo en Santa Fe –también en campaña contra el Brigadier Juan Manuel de Rosas-, estuvo en la estancia paterna y dejó su sable como expresión de gratitud por tal protección.

[56] Mariano N. Candioti era hijo de Laurentino Candioti y de Tomasa Quintana, nieto paterno de Nicolás Candioti y de Micaela Manuela Frutos.  Han reiterado que Nicolás Candioti sería descendiente de Francisco Antonio Candioti Cevallos -“o de su hermano Cura”- y que por tal circunstancia, esa rama familiar no tuvo relación directa con los Rodríguez del Fresno.  (Leer: Nota de Saguier, Eduardo R. en Historia…)

[57] Sabido es que en 1906 murieron destacados políticos argentinos: General Bartolomé Mitre, Manuel Quintana, Carlos Pellegrini,  Bernardo de Irigoyen. / Manuel Quintana: nació en Buenos Aires el 19 de octubre de 1835. Hijo del estanciero Eladio de la Quintana y de doña Manuela Sáenz de Gaona y Alzaga, ambos con “linaje colonial y tradición unitaria”.  Participó en movimientos políticos junto a Bartolomé Mitre. Doctorado en Derecho, “días antes de la batalla de Cepeda”.  Fue electo diputado provincial aunque no tenía la edad establecida y asumió en 1860, siendo aceptado su diploma.  Electo Diputado Nacional ante el Congreso de Paraná pero fueron rechazados los diplomas de los bonaerenses. Diputado nacional durante la presidencia de Mitre; luego diputado provincial y retornó en 1867 al Congreso Nacional, siendo al año siguiente electo presidente de la Cámara de Diputados. Senador Nacional en 1874. Viajó a Europa y regresó en 1878, siendo electo Diputado Nacional y presidente de esa Cámara en 1880. Desempeñó misiones diplomáticas, entre ellas la Conferencia Internacional Panamericana  de 1889. Integró el gabinete del presidente Roque Sáenz Peña como ministro del Interior y tras oponerse enérgicamente al movimiento revolucionario de los radicales en 1893, al año siguiente renunció. En 1904 fue electo Presidente de la Nación; era evidente que declinaba su salud y en mayo de 1905 pronunció su último discurso ante la Asamblea Legislativa. Durante ese invierno, atentó contra su vida el anarquista catalán Planas y Virela, sin impedir que Quintana siguiera atendiendo las tareas de gobierno en su despacho hasta que se agravó y murió el 12 de marzo de 1906. / Bartolomé Mitre: nació en Buenos Aires en 1821 y falleció en 1906. Desde su juventud publicó sus opiniones por distintos medios, fue enemigo del Brigadier Juan Manuel de Rosas; vivió exiliado en Chile, Bolivia y Perú y tras el pronunciamiento del General Justo José de Urquiza (01-05-1951) contra Rosas, regresó a la Argentina para sumarse a la lucha que culminó con su destitución. En 1853: ministro de Guerra del gobierno de Buenos Aires; derrotado en 1859 por Urquiza en la batalla de Cepeda; gobernador de Buenos Aires en 1860 y al año siguiente; vencedor en Pavón cuando el General Urquiza se alejó con sus tropas. Presidente de la Nación (1862-1868). En 1865 el gobierno aliado con Brasil y Uruguay inició la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, continuando hasta fines de esa década. Derrotado en las elecciones presidenciales de 1868 cuando asumió Domingo Faustino Sarmiento; también como candidato en 1891.  En 1870 había fundado el periódico La Nación, poderosa arma de combate… Poeta, autor de varios libros, entre ellos Historia de Belgrano y de la independencia argentina (1858-1859); la Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana (1877-1888). / Carlos Pellegrini nació en Buenos Aires, el 11 de octubre de 1846. Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires. En 1863 ingresó en la Facultad de Derecho y comenzó su actividad política incorporándose al Partido Autonomista conducido por Adolfo Alsina. Voluntario en la guerra contra el Paraguay (1865) donde se enfermó y debió regresar a Buenos Aires donde siguió estudiando hasta finalizar con su tesis doctoral en 1869. Fue diputado nacional (1873 y reelecto en 1879); ministro de Gobierno;  y senador nacional (1881). En 1886, vicepresidente de la Nación siendo presidente Miguel Juárez Celman.  Tras la revolución del Parque en 1890 -que provocó la renuncia de Juárez-, Carlos Pellegrini asumió la presidencia hasta 1892.  Alejado de Roca, fundó el P.A.N .-Partido Autonomista Nacional-, perdió en las elecciones a senador por la provincia de Buenos Aires en 1904; asumió como Diputado Nacional en 1906 y murió el 17 de julio de ese año. / Bernardo de Irigoyen: Nacido en Buenos Aires. Ministro de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Nicolás Avellaneda (1874) y la del General Julio Argentino (1872) y Ministro del Interior (1877). Propuesto en dos períodos como candidato a la Presidencia, sin lograrlo. Presidente del Partido Radical (1896). Participó en el tratamiento de los límites Chile, con Brasil y Paraguay. En 1898, gobernador de la provincia de Buenos Aires.

[58] Bialet Massé, Juan. Informe… tomo 2, p. 5-6.

[59] Bialet Massé, Juan. Informe… Tomo 2, p. 9 y siguientes.

[60] Bialet Massé, Juan. Informe… Tomo 1. Ob. cit.,  57-59.

[61] José María Cao Luaces nació el 13 de diciembre de 1862 en Santa María de Cervo, partido de Vivero, provincia de Lugo, España. Como funcionario de Haciendo estuvo en Valladolid, Sevilla… residiendo una temporada en Lisboa hasta que ingresó en una fábrica de porcelana de Sargadelos, regresando a Lugo.  Tenía trece años cuando empezó a demostrar sus aptitudes para el dibujo  y en Jijón, fue pintor decorador en la fábrica de lozas “La Asturiana”. Allí conoció al escultor José María López Rodríguez y con él avanzó en sus estudios de dibujo y de escultura continuando esa especialización en Madrid. Retornó a Jijón y dirigió los trabajos de decoración en una fábrica de loza y de cristalería.  En La Coruña hizo sus primeros retratos y pintó lienzos, también estudió magisterio, comercio y telégrafos mientras en su tiempo libre empezó a dedicarse a la literatura. Tales actividades fueron reconocidas en distintas circunstancias y en el diario El Liceo Brigantino destacaron que el artista Cao Luaces “Honra a arte e a industria da Coruña”.  Comenzó su militancia en el Partido Republicano Federal conducido por Pi i Margall e impulsó la creación de un Estado Federal independiente.  Tras el fracaso de la Primera República, debió inmigrar y llegó a Buenos Aires en 1886, casi sin recursos y sin posibilidades de un trabajo determinado; situándose en la avenida Colón para hacer caricaturas de quienes aceptaban posar y adquirirlas. Al año siguiente comenzó a trabajar junto a un grabador y dictaba clases en un colegio particular.  Como retratista participó en las ediciones de la revista Sudamericano y tras publicar una caricatura con texto alusivo a la política, estando vigente el estado de sitio fue detenido.   Eduardo Sojo editaba a fines del siglo la revista satírica Don Quijote y el talentoso Cao fue incorporado como caricaturista.  Diversos historiadores argentinos han reproducido tales “mensajes” donde está reflejada la capacidad de observación y de síntesis que distinguió a este “gallego” que en pocos años había logrado captar la idiosincrasia de los políticos argentinos y conmover a los porteños. El periodista Juan José de Soiza Reilly tiempo después, en una crónica destacó que “cuando la policía apresaba a Sojo por sus sátiras a los hombres del gobierno, Cao lo reemplazaba.  El seudónimo de Sojo era Demócrito y el de Cao Demócrito II.”  Así sucedió durante la presidencia del doctor Benito Juárez Celman y sabido es que durante la revolución de 1890, como lo reconoció el doctor Leandro N. Alem, desde la revista El Quijote que funcionaba en una casa de altos, contribuyeron con entusiasmo usando sus propias armas, los contundentes Sojo y Cao.  Tales ataques generaron reacciones y no fue por casualidad que una persona se acercara hasta el lugar donde trabajaba Cao y al acercarse al vestíbulo, le disparó un tiro intentando matarlo.  Cao corría gritando ¡Mátenme! ¡Asesínenme” cuando fue detenido por la policía mientras estaba cerca y sin intervenir, el general Julio Argentino Roca.  El gobierno dispuso la clausura de Don Quijote y el 7 de febrero de 1892 comenzó a editar el diario titulado El Eco de Galicia, homónimo de uno editado en La Habana (Cuba) y desde esas páginas insistía en que no eran separatistas sino regionalistas e impulsó la refundación del Centro Gallego de Buenos Aires (creado en 1879 y disuelto en 1892).   Junto a Antonio Botana y a Joaquín Vaamonde entre otros, el 14 de agosto de 1893 enviaron una circular a los miembros de la comunidad gallega residente en Buenos Aires proponiéndoles la formación de “una asociación eminentemente regional compuesta de elementos afines, libremente organizada por lo que existe y reclama imperativamente, lo numeroso e importante de nuestra colonia”…  Cao siguió llamando la atención con sus punzantes caricaturas.  El 20 de agosto tras la asamblea que aprobó los reglamentos, José María Cao asumió como presidente de la Junta Directiva Provisional siendo secretario Castro López –también relacionado con el Partido Republicano Federal y la masonería-, hasta que el 26 de noviembre de ese año, fracasó el intento de constituirla definitivamente.  Fue organizador y director de Orfeón Gallego y siguió trabajando en el periodismo. Obtuvo premio en el concurso de carteles artísticos para publicidad de cognac “Domecq” (1900) y al publicar en la revista “Caras y Caretas” logró afianzarse como periodista y caricaturista. El observador Soiza Reilly afirmó que “más que un artista era un psicólogo profundo.  Era un conocedor, un analista de los hombres”… En esa época dirigió el suplemento cultural del diario “La Nación” -uno de los principales de Buenos Aires, fundado por Bartolomé Mitre-; sus caricaturas y textos fueron publicados en la revistas Fray Mocho; Revista Popular…  En la municipalidad de Lanús fundó la asociación cultural Madre Fraternidad. Falleció en esa ciudad, el 27 de enero de 1918.  Soiza Reilly destacó que había sido de “corazón sincero, inclinado a la fraternidad, vinculado con la masonería donde obtuvo el grado más alto por sus actividades, por su ternura, por su fe en los destinos del hombre.  ¡Bien hace la ciudad maravillosa en glorificarlo”  Buenos Aires devuelve en amor todo el amor que él sintió por Buenos Aires”.  Fue Luis Seoane quien en su biografía sobre Cao lo reconoce como “padre de la caricatura argentina”, nombrando luego al humorista Castelao”… (Esta nota es síntesis de lecturas en diccionarios y enciclopedias y parte de la traducción que pude hacer de lo difundido en  http://www.galespa.com.ar/cao_luaces.htm  con la finalidad de informar acerca de su trayectoria.  En la colección Historia Argentina de Diego Abad de Santillán editada en Buenos Aires por Tipográfica Editora Argentina en 1965, están reproducidos retratos, caricaturas y textos del talentoso “Cao Luaces”.

[62] El Coronel Manuel José Olascoaga (nacido en 1835 y fallecido el 27 de junio de 1911, un día antes del nacimiento de mi padre José Manuel Orbea Suso), desde el 8 de enero de 1881 condujo una expedición científica con el propósito de estudiar la topografía entre los ríos Neuquén, Limay y la cordillera de los Andes, misión que abarcó catorce meses.   Fue reconocido por algunos historiadores como “precursor del desarrollo de la Patagonia”, fue el primer gobernador del Territorio Nacional de Neuquén, que según sus declaraciones, estaba poblado desde hacía más de cuarenta años, no sólo por indios por allí vivían bonaerenses, mendocinos y chilenos. Fijados los límites del territorio el 16 de octubre de 1884, el Coronel Olascoaga fue designado gobernador el 25 de noviembre de ese año y después de designar como capital del territorio a varias localidades, Chos-Malal fue declarada capital el 4 de agosto de 1887.  El 12 de septiembre de 1904 de acuerdo a la propuesta del ministro del Interior Joaquín Víctor González al presidente General Julio Argentino Roca, el entonces gobernador Carlos Bouquet Roldán firmó el acta de fundación de la ciudad de Neuquen y desde entonces es la capital de la actual provincia de Neuquén, reconocida como tal mediante la Ley Nº 14.408 del 15 de junio de 1955. //   Otro Coronel Olascoaga, fue quien entrevistó en julio de 1976 -tiempo del autodenominado “proceso de reorganización nacional”- informó al intendente de Jacinto Aráuz acerca de algunos procedimientos previstos para neutralizar las acciones subversivas en esa localidad. Las declaraciones que décadas después fueron difundidas por distintos medios, indican que fuerzas militares y policiales movilizadas en diversos tipos de automotores, allanaron casas y detuvieron a personas, algunas torturadas durante los interrogatorios. ¡Todo es parte de la Historia de los Argentinos!…

[63] Perico actualmente en una ciudad situada a 30 km. de la capital San Salvador de Jujuy, pertenece al Departamento “El Carmen” (actualmente hay 19.000 hectáreas con cultivos de tabaco). Allí se originaron los ramales ferroviarios hacia la Quiaca en el Norte y hacia Pocitos, en territorio salteño. Actualmente posee servicios de comunicaciones, agua potable y plantas para tratamiento de líquidos cloacales.  En parcelas colindantes con el Aeropuerto Internacional “Dr. Horacio Guzmán” se delimitó una “zona franca”. Además de las ventajas por eliminación y/o reducción de impuestos, quienes llegan hasta ese lugar tienen acceso a los dos ramales ferroviarios que comunican con países limítrofes, también al “Paso de Jama” y al “Corredor Bioceánico”.

[64] Ídem,  p. 59-66.

[65] Sabido es que el comerciante Guillermo Arning Lawson (casado con Emilia Frías) fue el encargado de viajar a Europa para comunicarse con profesionales que pudieran conducir los estudios superiores de agronomía y de veterinaria en la Argentina. Han reiterado que “en agosto de 1882 el delegado ya había contratado a cinco profesores belgas -el ingeniero civil Camilo Gillet, el ingeniero agrónomo Gustavo André y los veterinarios Carlos Lambert, Carlos Tombeur y Desiderio Bernier- y uno francés -el ingeniero agrónomo Julio Frommel-, quienes serían los fundadores de la Escuela de Agronomía y Veterinaria y Haras de la provincia de Buenos Aires, inaugurada 6 de agosto de 1883, luego “Instituto Agronómico Veterinario de Santa Catalina”…

[66]  Sabido es que actualmente en la pequeña ciudad “La Mendieta”, desde 1921 se estableció el Ingenio Río Grande S.A.C.A.A. e I. con casa central en la Capital Federal.  Incorporó una destilería de alcohol y “aceite fussel”, con aparatos aptos para la producción de “alcohol anhidro exento de agua”.

[67] Bialet Massé, Juan. Informe… Ob. cit., p. 81-82.

[68] Ibídem, p. 73-74

[69] Saguier, Eduardo R. Saguier, Eduardo R. Un debate inconcluso en América Latina. Tomo V, capítulo 4. “En Salta, las luchas políticas se personifican en el clan de los Ovejero y el viejo clan de los Ortiz, aquel que había luchado contra el más antiguo clan de los Uriburu.  El Gobernador David Ovejero Zerda (1904-1906), se impuso a sí mismo el ex Diputado Dr. Ángel M. Ovejero, (a) ) ‘submarino’. Este ex-Diputado Ovejero había logrado penetrar en la mayoría legislativa que regenteaba Ortiz. Luego en 1906, al Gobernador Ovejero se le enfrentó un joven político y empresario con fuertes dotes personales que le sirvieron para forjarse una imagen de pioneer o ‘self made man’, llamado Robustiano Patrón Costas, (a) ‘Gata Polveada’, contaba con s sólo 26 años de edad, y ya había sido Ministro de Hacienda de Ángel Zerda Medina. Finalmente, el gobernador. Ovejero abdicó el mando. Sin embargo, esta actitud no era gratuita. / En la postulación del candidato a gobernador, la selección del candidato a Diputado Nacional jugaba un rol crucial. Si el Dr. Ignacio Ortiz, era proclamado candidato, ‘…no quedaría para el futuro gobierno sino el nombre del Dr. Linares’.  Los partidarios de Linares, ‘…que son muy numerosos, trabajan para inclinar a la mayoría hacia el Dr. Ortiz, cuya diputación les alejaría el peligro de un adversario que cuenta bastantes elementos’. /  Por el contrario, los seguidores del Dr. Ortiz, ‘…tratan de evitar que este acepte la diputación para jugar la partida en las elecciones de Gobernador’. Para evitar la candidatura de Linares, Patrón Costas propiciaba la candidatura de Miguel S. Ortiz Viola, bajo la divisa de la Unión Popular. Finalmente, Ortiz aceptó la diputación y Linares se quedó con la gobernación. / En aquellas luchas políticas, Patrón Costas llegó a decir refiriéndose al Vice-Gobernador y Presidente de la Cámara de Senadores Don Ángel Zerda, a su sobrino segundo el Gobernador David Ovejero Zerda, y al candidato a Gobernador Don Luis Linares Usandivaras que ‘…una familia se ha adueñado del poder y ha ocupado todas las posiciones de alguna importancia’. Los que inspiraban las resoluciones gubernamentales no eran, según Patrón Costas, ni un partido ni un hombre, sino ‘…los intereses de la familia [Ovejero Zerda] o las conveniencias particulares de cada uno de sus miembros’. Seguía denunciando Don Robustiano que ‘…convertida la Provincia en feudo y convencidos de que espigaban en campo propio, han cerrado sus filas y por eso es que hoy en la contienda solo pueden presentar sus legiones de magistrados, funcionarios de policías y coroneles de campaña’. / A tal extremo llegaba la falsía y la deslealtad del régimen imperante que Patrón continuaba afirmando ‘…se llega a declarar por el órgano oficial que los empleados públicos tienen el deber y la obligación de sostener al gobierno porque ‘deben estar con el amo que les dá de comer’.” // Aquel joven político nombrado Robustiano Patrón Costas –dueño del Ingenio “San Martín”-, que después de ser ministro de Hacienda del Gobernador Ángel Zerdá (1902-1904), se enfrentó al gobernador David  Ovejero Zerda, era el terrateniente que siendo ministro de Gobierno durante en el gabinete del gobernador Avelino Figueroa, le sucedió hasta completar el mandato y fue electo asumiendo como gobernador titular en el período 1913-1916; luego fue Senador Nacional en 1916 y en 1925, presidiendo esa Cámara. Colaboró con el Arzobispo Monseñor Roberto Tavella en la fundación de la Universidad Católica de Salta. / Cuatro décadas después fue el candidato a la presidencia de la Nación acompañado por el radical antipersonalista Dr. Manuel María Iriondo (Manucho (hijo del ex gobernador Dr. Simón de Iriondo y nieto del ex gobernador Urbano de Iriondo). En esas elecciones del 24 de febrero de 1946, obtuvo la mayoría la fórmula “Perón-Quijano” integrada por el entonces Coronel Juan Domingo Perón -ascendido a General antes de asumir tales funciones- y el doctor Jazmín Hortensio Quijano, candidatos del “Partido Laborista” liderado por Cipriano Reyes, apoyados por el ex Grupo “FORJA” del radicalismo, conducido por Arturo Jauretche, entre otros. El General Perón fue reelecto y desempeñó el segundo período desde el 4 de junio de 1952 hasta que se impuso la autodenominada revolución libertadora (movimiento del 16 de septiembre de 1955) y optó por renunciar para evitar derramamiento de sangre entre hermanos. Fue protegido por el gobierno del Paraguay y estuvo en el exilio hasta su retorno definitivo en 1973 cuando fue reelecto por más del sesenta por ciento de los votantes y asumió el 12 de octubre. El Teniente General Perón falleció el 1º de julio de 1974 a las 13:15.

[70] Emilio Civit Corvalán había sido gobernador de Mendoza en 1898; fue reelecto y desempeñó esas funciones en el período 1907-1910.

[71] Demitrópulos Olga. Libertador General San Martín – Jujuy – Diez Décadas – 1899 – 1999.  La autora, en el año 2000 fue declarada “Mujer Destacada” por su aporte a la investigación y rescate de la cultura, tras una selección de la Unión de Mujeres de la Argentina.

[72] En páginas de internet han destacado que Ana María Tschamler en su libro El lugar donde vivimos, aporta la información que reiteré en los últimos párrafos y además, destaca que a mediados del siglo veinte, en 1962, los descendientes de los hermanos Leach perdieron el control de la compañía y fue absorbida por el grupo empresario Deltec.

[73] Bialet Massé, Juan. Informe… Ob. cit., p. 68-70.

[74] Ibídem, p. 83-84.

[75] Ídem, p. 85.

[76] Íd., p. 75-80.

[77] íd., p. 24.

[78] íd., p. 81.

[79] íd., p. 82.

[80] íd., p. 85-86.

[81] íd., p. 87-88.

[82] Andrade, Olegario Víctor: nació el 6 de marzo de 1839, de acuerdo al acta de bautismo en Alegrete, localidad del actual departamento de Río Grande, en Brasil (dato reiterado en el acta de su matrimonio); siendo hijo del santafesino Mariano Andrade y de la entrerriana María Marta –Martha– Burgos, quienes habían emigrado por ser opositores a Juan Manuel de Rosas.  Sabido es que la familia residía habitualmente en Gualeguaychú y que en 1845 regresaron a ese lugar, circunstancia que ha generado confusiones porque es mencionada como su tierra natal siendo en realidad donde Olegario Víctor, huérfano desde la niñez, logró completar sus estudios y desarrollar su vocación literaria desde su etapa escolar.  El Coronel Rosendo Fraga -…gobernador de la provincia de Santa Fe-, ante la alocución patriótica de Olegario con motivo de la conmemoración del 9 de julio de 1848, lo relacionó con el gobernador de Entre Ríos General Justo José de Urquiza, desde entonces su protector.  Ingresó en el tradicional Colegio de Concepción del Uruguay -donde estudiaron Julio Argentino Roca entre tantos que se dedicaron a la política en distintas latitudes- y  tras egresar, contrajo matrimonio con la uruguaya Eloísa González, se dedicó al periodismo y luego nacieron varios hijos, entre ellos Agustina, destacada poetisa entrerriana. Vivió en Buenos Aires también colaborando como periodista y regresó a Entre Ríos. En 1859 fue diputado provincial en Santa Fe y por las manifestaciones de sus opositores fue destituido. Fue secretario del presidente Santiago Derqui.  Mediante sus escritos siguió combatiendo contra Mitre y Sarmiento;  se opuso a la guerra contra el Paraguay a la Triple Alianza y en el lapso 1866-69 fue uno de los redactores de La América, publicación dirigida por Agustín de Vedia en  la ciudad de Buenos Aires, donde también estaba Carlos Guido Spano.  Se apaciguaron sus ánimos como adversario de Sarmiento cuando el sanjuanino, ya en la presidencia de la Nación lo nombró Administrador de la Aduana en Concordia (Entre Ríos) y por ello, sintió que se aliviaban sus penurias económicas aunque se aproximaba a mayores conflictos. Han reiterado que tras sucesivas calumnias, fue procesado y exonerado por administración fraudulenta, pero luego fue absuelto.  Militante en el Partido Autonomista, durante la presidencia del doctor Nicolás Avellaneda, fue designado para desempeñar funciones diplomáticas en Paraguay y Brasil. Continuaba con su labor literaria y el 25 de mayo de 1877, su poema El nido de cóndores fue leído en el antiguo Teatro Colón de Buenos Aires y desde entonces aumentó la difusión de sus obras. En 1878 fue diputado nacional y en la conmemoración del 12 de octubre de 1881, la lectura de Atlántida. Canto al porvenir de la Raza Latina en América marcó otro hito en su trayectoria literaria.  La muerte de su hija Leila en abril de 1882 impactó en su ánimo y un derrame cerebral provocó su fallecimiento el 30 de octubre de ese año. El presidente Julio Argentino Roca -también ex alumno del Colegio de Concepción del Uruguay- habló en esas circunstancias; recitaron composiciones poéticas destacados autores argentinos y la Cámara de Diputados aprobó que fueran editas las Obras Poéticas de Olegario Víctor Andrade, iniciativa que se concretó en 1887, en el quinto aniversario de su fallecimiento.

Aquí, la reiteración de algunas estrofas de El nido de cóndores:

I

¡En la negra tiniebla se destaca

como un brazo extendido hacia el vacío

para imponer silencio a sus rumores

un peñasco sombrío!

 

Blanca venda de nieve lo circunda

de nieve que gotea

como la negra sangre de una herida

abierta en la pelea.

¡Todo es silencio en torno! Hasta las nubes

van pasando, calladas,

como tropas de espectros, que dispersan

las ráfagas heladas.

 

¡Todo es silencio en torno! Pero hay algo

en el peñasco mismo

que se mueve y palpita cual si fuera

el corazón enfermo del abismo.

Es un nido de cóndores, colgado

de su cuello gigante,

que el viento de las cumbres balancea

como un pendón flotante.

Es un nido de cóndores andinos

en cuyo negro seno

¡Parecen que fermentan las borrascas

y que dormita el trueno!

Aquella negra masa se estremece

con inquietud extraña:

¡Es que sueña con algo que lo agita

el viejo morador de la montaña!

No sueña con el valle ni la sierra

de encantadoras galas:

ni menos con la espuma del torrente

que humedeció sus alas.

¡No sueña con el pico inaccesible

que en la noche se inflama,

despeñando por riscos y quebradas

sus témpanos de llama!

¡No sueña con la nube voladora

que pasó en la mañana,

arrastrando en los campos del espacio

su túnica de grana!

¡Muchas nubes pasaron a su vista,

holló muchos volcanes,

su plumaje mojaron y rizaron

torrentes y huracanes!

Es algo más querido lo que causa

su agitación extraña:

¡Un recuerdo que bulle en la cabeza

del viejo morador de la montaña!

En la tarde anterior, cuando volvía,

vencedor inclemente,

trayendo los despojos palpitantes

en la garra potente,

bajaban dos viajeros presurosos

la rápida ladera,

un niño y un anciano de alta talla

y blanca cabellera.

 

Hablaban en voz alta, y el anciano,

con acento vibrante,

“¡Vendrá, exclamaba, el héroe predilecto

de esta cumbre gigante!”.

 

El cóndor. al oírlo, batió el vuelo,

lanzó ronco graznido

y fue a posar el ala fatigada

sobre el desierto nido.

¡Inquieto, tembloroso, como herido

de fúnebre congoja,

pasó la noche, y sorprendiólo el alba

con su pupila roja!

 

II
Enjambres de recuerdos punzadores

pasaban en tropel por su memoria.

¡Recuerdos de otros tiempos de esplendores

de otros tiempos de glorias,

en que era breve espacio a su ardimiento

la anchurosa región del vago viento!

Blanco el cuello y el ala reluciente,

iba en pos de la niebla fugitiva,

dando caza a las nubes en oriente

o con mirada altiva

en la garra pujante se apoyaba

¡Cual se apoya un titán sobre su clava!

Una mañana, ¡inolvidable día!,

ya iba a soltar el vuelo soberano

para surcar la inmensidad sombría

y descender al llano

a celebrar, con ansia convulsiva,

su sangriento festín de carne viva.

 

Cuando sintió un rumor nunca escuchado

en las hondas gargantas de occidente

¡El rumor del torrente desatado,

la cólera rugiente

del volcán que, en horrible paroxismo,

se revuelca en el fondo del abismo!

Choque de armas y cánticos de guerra

resonaron después. Relincho agudo

lanzó el corcel de la argentina tierra

desde el peñasco mudo

¡Y vibraron los bélicos clarines,

del Ande gigantesco en los confines!

 

Crecida muchedumbre se agolpaba,

cual las ondas del mar en sus linderos,

infantes y jinetes avanzaban,

desnudos los aceros

¡Y, atónita al sentirlos, la montaña

bajó la frente y desgarró su entraña!

 

¿Dónde van? ¿Dónde van? Dios los empuja,

amor de Patria y libertad los guía,

donde más fuerte la tormenta ruja,

donde la onda bravía

más ruda azote el piélago profundo

¡Van a morir o libertar un mundo!

 

III
Pensativo, a su frente, cual si fuera

en muda discusión con el destino,

iba el héroe inmortal que en la ribera

del gran río argentino

al león hispano asió de la melena

¡Y lo arrastró por la sangrienta arena!

 

El cóndor lo miró, voló del Ande

a la cresta más alta, repitiendo

con estridente grito: “¡Este es el grande!”.

Y San Martín, oyendo,

cual si fuera el presagio de la historia,

Dijo a su vez: “¡Mirad! ¡Esa es mi gloria!”.

[83] íd., p. 24.

[84] íd., p. 31.

[85] Colonia Benítez es una localidad situada a  veinte kilómetros de Resistencia (Capital de la provincia del Chaco), hacia el noreste y pertenece al Departamento Primero de Mayo.  Hasta 1885, esa zona prácticamente dependía de Corrientes y estaba poblada por tribus indígenas que vivían del intercambio de productos y por pequeños grupos que trabajaban en los obrajes. Han reiterado que la sociedad Colonizadora Popular impulsó la fundación de la Colonia Benítez siendo don Manuel Benítez uno de los principales socios y el organizador, quien obtuvo la escritura por parte del gobierno, el 11 de marzo de 1888.  En la historia lugareña destacan que las primeras familias habrían llegado el 12 de junio de ese año, según testimonio de “doña Francisca Yurca de Skoglund”, refiriéndose a la suya y a “las de Burger y Gerzel”…  En 1890 se organizó el Concejo municipal, empezó a funcionar el Juzgado de Paz y crearon la primera escuela primaria. En esa región abundaban los bosques y también las explotaciones forestales con múltiples obrajes; a fines del siglo diecinueve estaba instalada una fábrica de tanino.  Llegaron más inmigrantes, principalmente franceses que influyeron en la cultura local; italianos, españoles y austríacos dedicados a la agricultura.  (Esta información corresponde a una síntesis elaborada por el Profesor  Carlos Augusto Peressi -Profesor en Historia y Formación Moral y Cívica, autor del libro titulado “Historia de Colonia Benítez”. Se desempeña en horas titulares en diversas escuelas EGB. 3 y Polimodal y sabido es que ha elaborado nuevos documentos relacionados con la historia del pueblo.  / Para mayor información e-mail: carlosperessi@fullzero.com.ar )  / A 15 km. de Resistencia está la  “Reserva Natural Estricta Colonia Benítez” es un área protegida que abarca “dos sectores físicamente separados conocidos como Clausura Schulz y Quebrachal, respectivamente. El primero de ellos, de aproximadamente 7 hectáreas, se ubica en el extremo norte del Lote Nº 24, mientras que el otro, de una hectárea, se halla en el Lote Nº 36. Ambos terrenos se encuentran comprendidos dentro de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA. El predio boscoso protegido fue cuidadosamente relevado por Augusto Schulz, quien editó un listado con las especies vegetales presentes en el lugar. El área protegida alcanza una particular trascendencia regional debido al reconocimiento popular que tiene la obra de Schulz dentro de la Provincia de Chaco. Así, por ejemplo, la ciudad de Colonia Benítez ha sido declarada la Capital Botánica del Chaco y a Augusto Schulz se lo galardonó con el título Doctor ‘honoris causa’ por la Universidad Nacional del Nordeste. El área pertenece a la llamada subregión de Esteros, Cañadas y Selvas de Ribera, dentro del Distrito Oriental de la Provincia Chaqueña”.  // Una avenida de Colonia Benítez es distinguida con el nombre “Marcos Briolini”…

[86] Sabido es que el gobierno nacional, para fomentar el cultivo del algodón importó semillas de Estados Unidos en el año 1900 y las distribuyó entre agricultores del norte argentino. En la actualidad, destacan que “un colono, Marcos Briolini, logró adaptarlas a las condiciones naturales del Chaco, incluso obtuvo variedades locales en 1901”, de acuerdo a información disponible en www.barrameda.com.ar  .

[87] Bialet Massé, Juan. Informe… Ob. cit., p. 47-48.

[88] Ibídem, p. 45-46.

[89] Ídem, p. 157-166.

[90] Íd., p. 166-168.

[91] íd., p. 179; 181-182.

[92] Es oportuno tener en cuenta que en el norte de la provincia de Santa Fe, en las primeras décadas del siglo veinte tras el “negociado” con Murrieta y Cía. cuando el gobierno no pudo seguir pagando un empréstito, decidió entregar “el latifundio” a la compañía argentino-británica “La Forestal” y como ha destacado Gastón Gori en su libro “La Forestal – La tragedia del quebracho colorado”, talaron hasta agotar esas reservas forestales mientras “los hacheros” soportaban explotaciones de sol a sol, debían consumir lo que vendían en los almacenes de la compañía que emitía moneda, tenía policía propia y una línea ferroviaria autorizada para trasladar  materias primas que también utilizaron como transporte de personas.

[93] Bialet Massé, Juan. Informe… Ob. cit., p. 166.

[94] Bialet Massé, Juan. Informe… Tomo Segundo, p. 13.

[95] Esta información es reiteración de lo escrito en el Boletín Digital Nº 4/2006 –Gob. Bs. As.  Incluye estos datos: Entrevistas y edición: Alejandra Mannarino, Estela Subizar. / Diseño y diagramación: Daniel D´Attoma. / Fotografías Feria del Libro: Daniel D´Attoma. / eco@buenosaires.edu.ar

[96] Diario Clarín.com  Buenos Aires, sábado 24 de junio de 2006.  “Espectáculos” / Nota de la corresponsal Marta Platía (Córdoba).  “Sergio Iglesias, 41 años, sonidista y músico, recibió de su papá, un empleado público de la Casa de la Moneda, el mejor de los legados para dar su salto al cine: las vacaciones que se tomaban juntos en la localidad cordobesa de Bialet Massé.  En los ’70, padre e hijo descubrieron que el pequeño pueblo del Valle de Punilla, llevaba el nombre de un médico catalán que había llegado a estas tierras en 1873, pero que bien podría haber nacido en el Renacimiento”…

[97] “Bialet Massé, un siglo después”.  Guión y Dirección: Sergio Iglesias.  Argentina, Producción “Cine-Ojo”, 2005. La crónica publicada en Clarín, el 24 de junio de 2006, termina con estos párrafos: “…‘No concibo las imágenes sin sonidos, sin música’, dijo Iglesias luego del estreno en la sala INCAA de la Ciudad de las Artes, en esta ciudad. Y eso no sólo se nota, sino que se goza por la verdadera partitura que logra contando las historias de los trabajadores argentinos de este siglo. / Así, las voces de los zafreros de los ingenios de Tucumán; las de una comunidad mapuche en la Patagonia; las de los despedidos de YPF en Vespucio, Salta; o las de un grupo de médicos de un hospital rural; se acoplan en una sinfonía que llega a su clímax cada vez que la voz en off de Bialet (Alberto Parodi), golpea con la precisión y actualidad de sus observaciones sobre las injusticias sociales, publicadas en 1904. / Sonidista de alma, Iglesias dice en código musical, que no quiso hacer La marcha de la bronca; sino, ‘en todo caso y si tuviese que elegir, un tema de Spinetta’. / Es entonces cuando luego de verla, se abre en la memoria un caleidoscopio sonoro donde se podría afirmar que el director logró mucho más. Una Construcción a la manera de Chico Buarque: un filme levantado ‘ladrillo por ladrillo en un diseño sólido’. O una conmovedora pintura de los ‘pueblos trabajadores, de infancias pobres’ trazados por León Gieco en Cinco siglos igual. Si bien el filme conmociona por las situaciones que denuncia, deja en claro que hay miles de seres dispuestos y organizados para saltar sobre la miseria. / Con la cámara de Andrés Durán, el montaje de Gustavo Codella y la producción de Marcelo Céspedes, Iglesias compuso toda la música de su película y hasta escribió los guiones. / ‘Como los tres volúmenes del informe de Bialet estaban en pésimas condiciones, me senté a copiar a mano en la Biblioteca Nacional las partes que más me conmovieron’, reveló.  / En su película no sólo rescató la figura del sabio catalán. También tuvo el buen gusto de retratar a sus entrevistados sin humillarlos. Para muestra, baste la imagen de los platos de latón con restos de comida de un comedor infantil en Jujuy, donde se puede ‘ver’ a los chicos sólo en el bullicio y el sonido de sus risas. / ‘Una obra de teatro, vale más que cien discursos políticos’, escribió Bialet Massé, aconsejando a Roca sobre la ‘necesidad de alimentar el espíritu’ de la gente. Una afirmación a la que esta obra le hace honor, y con creces.”

[98] Diario Página 12.  Sábado 31 de enero de 2004. Periodista: Ángel Berlanga. Título de la nota: “Sigo siendo fiel a la idea de rebeldía”.

[99] Diario Página 12 – Digital. “Radar” Domingo 28 de junio de 2006 – Cine: La Argentina de Bialet Massé y la de hoy.  Todo está como era entonces. “Hace un siglo, el presidente Roca le encargó al médico, abogado, ingeniero agrónomo y empresario catalán Juan Bialet Massé un informe sobre el estado de la clase obrera y de los indígenas en la República tras la Campaña del Desierto. Sus conclusiones fueron lapidarias y su efecto de tal magnitud que se lo considera el precursor del derecho laboral. Ahora, el documental Bialet Massé, cien años después revisita su figura y su trabajo para trasladarlo a la Argentina actual. Y las conclusiones, aunque menos explícitas, parecen igual de desesperanzadoras.” Luego, lo expresado por el talentoso y perseverante Osvaldo Bayer.

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