La falta de un evidente liderazgo en el movimiento nacional justicialista después de la desaparición física del General Perón –1º de julio de 1974-, también incidió en determinadas fracturas en algunos grupos sindicales. Algunas crónicas indicaban que una casi incontenible epidemia social –la burguesía– seguía ocupando más espacios en diferentes gremios mientras la burocracia sindical generaba una grotesca caricatura…
En abril de 1983, el doctor Raúl Ricardo Alfonsín -representante de la Unión Cívica Radical-, denunció la existencia de “una pacto sindical-militar”. El 30 de octubre se realizaron los comicios y lograron derrotar al justicialismo con el 51,74% de los votos –la mitad de las provincias, primera minoría en la Cámara de Diputados y 18 senadores sobre un total de 46.
10-12-1983: asume el presidente Alfonsín…
En consecuencia, el 10 de diciembre –Día de los Derechos Humanos-, el doctor Alfonsín juró frente al Gral. (R.) Reynaldo Bignone que detentaba la titularidad del P.E. en la etapa final del Proceso, representantes de otros gobiernos y diplomáticos, los ex presidentes argentinos Dr. Arturo Frondizi y Sra. María Estela Martínez de Perón.
En su discurso, Alfonsín dijo:
“Lo inmediato es combatir el emprobrecimiento colectivo del sector asalariado. Para ello hay que establecer la función primordial del sindicato, asegurando que éste sea realmente representativo y vigoroso, con aptitud para una participación creciente en las decisiones básicas del mundo económico, a través de la concertación”…
“No hay democracia posible sin sindicatos fuertes, representativos y democráticos en su funcionamiento y constitución”.
10-12-83: Alfonsín integra su gabinete…
El 10 de diciembre de 1983 asumió el presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín designó sus ministros: del Interior Dr. Antonio Tróccoli, de Educación y Justicia Dr. Carlos Alconada Aramburu, de Obras Públicas el Ing. Roque Carranza, de Economía Lic. Bernardo Grinspun, de Salud Pública y Acción Social Dr. Aldo Neri, de Defensa el industrial, político y periodista Raúl Antonio Borrás, de Relaciones Exteriores el Licenciado Dante Caputo y de Trabajo y Previsión al veterano dirigente gremial y periodista Antonio José Mucci.
(Antonio Mucci nació en Avellaneda en enero de 1932, durante veinticinco años estuvo vinculado al sindicato de artes gráficas. Al asumir tales funciones, residía en el barrio de Barracas y era secretario gremial del Movimiento Nacional de Renovación Sindical, fundado el año anterior, impulsor de la democracia sindical y de la representación de minorías. Aunque se manifestaban discrepancias internas, la CGT aceptaba que uno de sus miembros integrara el gobierno radical tras la derrota del justicialismo en los comicios presidenciales de 1983.) [1]
Vaivenes en el movimiento gremial…
Hasta diciembre de 1983, algunos gremios integraban la CGT Azopardo, otros la CGTRA –la cegeté de los argentinos– que funcionaba en la calle Brasil de la capital federal.
El presidente Alfonsín designó ministro de Trabajo y Seguridad Social a Antonio Mucci, ex dirigente de la CGT perteneciente al gremio de los gráfico y se anunció el plan de reordenamiento sindical que fue rechazado por la CGTRA quienes declararon el “estado de alerta y movilización”. En vísperas de Navidad -el 24 de diciembre y durante aproximadamente cinco horas- dialogaron el cervecero Saúl Ubaldini y el ministro Mucci.
En ese tiempo se habían formado algunas agrupaciones “que aspiraban a “disputar la conducción a la dirigencia peronista tradicional: el Encuentro Nacional de Trabajadores (ENTRA) que tiene como referentes a Alberto Piccinini (metalúrgico)” luego diputado en la legislatura santafesina-; “Julio Isabellino Guillán (telefónico) y Alberto Cortez (vendedores de diarios; la Asamblea Gremial Argentina (AGA) liberada por José Baez (seguros) y Blas Alari (papeleros), el Movimiento Nacional de Renovación Sindical de orientación alfonsinista encabezado por el judicial Néstor rompan, y algunos dirigentes ‘históricos’ del peronismo combativo como Andrés Framini y el municipal bonaerense Antonio García (Plenario Sindical Peronista.
Estos nucleamientos conforman una Mesa de Enlace Gremial que no sobreviviría al derrotero del proyecto.” [2]
Conducción única…
Como suele suceder cuando hay cambios de gobierno, en el verano 1983-1984 no tuvieron vacaciones ni los políticos ni los sindicalistas. El 25 de enero se logró realizar el plenario de gremios que proclamó a la conducción única con la asistencia de cientosiete representantes confederados y cuarenta y cinco delegaciones regionales.
Asumieron las funciones de secretarios generales: Saúl Ubaldini –que demostraba una vez más su liderazgo-, Osvaldo Borda, Jorge Triaca y Ramón Baldassini.
Cinco días después intervinieron el SUPE –sindicato único de petroleros- y al día siguiente la Federación de Obreros y Empleados del Papel. Reaccionó la CGT y reiteró “el estado de alerta y movilización” expresando una formal protesta ante la Organización Internacional del Trabajo.
(Luego presentaron recursos de amparo ante la justicia y la Corte Suprema falló a favor del ministerio de Trabajo, pero ya poco importaba a los sindicalistas porque habían obtenido otros logros…)
En la primera semana de febrero de 1984 se aceleró el trabajo en las comisiones del Congreso Nacional y el 10 de febrero sesionó la Cámara de Diputados durante quince horas para debatir el proyecto de Reorganización Sindical. [3]
Al ser considerado en la Cámara de Senadores, con 24 votos a favor y 22 en contra, el 14 de marzo fue rechazada la media sanción.
Luego la CGT pidió al gobierno la derogación de la ley de asociaciones profesionales vigente -firmada en 1979 por Jorge Rafael Videla- y difunde su Plan de Acción. En tales circunstancias, el 17 de marzo de 1984 regresó del exilio Raimundo Ongaro y retomó la conducción de los “gráficos”, mientras eran evidentes el aumento en el costo de vida y las crecientes dificultades para cumplir los compromisos existentes en torno a la abultada deuda externa.
A fines de ese mes, el presidente Alfonsín decidió nombrar delegado a Hugo Barrionuevo –fideero e integrante de la Comisión de los 20-, para que contribuyera a encauzar la reorganización sindical mientras Mucci comprendía que se estaba acotando su espacio político y decidió renunciar. El 25 de abril asumió su reemplazante, el entonces diputado nacional y presidente de la Comisión de Defensa, Juan Manuel Casella quien anticipó que si en seis meses no se concretaba la reorganización, él se retiraría del ministerio.
(No ha sido por casualidad que durante su presidencia haya tenido sucesivas dificultades en torno a sus relaciones con las fuerzas armadas y tampoco que en sesenta y cuatro meses se sucedieran cinco ministros de Trabajo…)
1º de Mayo: Día de los Trabajadores…
Después de los “silencios” que fueron imponiendo sucesivos presidentes provisionales que detentaron el poder desde el 24 de marzo de 1976, desde la CGT unificada fueron convocados todos los trabajadores para concentrarse en la Plaza de Mayo.
Una vez más, Saúl Ubaldini dijo que Isabel Perón era la jefa del Justicialismo, aunque quienes interpretaban sus declaraciones estaban convencidos de que ya no demostraba interés por tal conducción. Jorge Triaca –del gremio de empleados de comercio- necesitó expresar que “no tenemos nada que festejar”…
Diez días después, tras sucesivos intentos de consenso impulsados por el ministro Juan Manuel Casella y Hugo Barrionuevo, se reunió la conducción de la CGT con la “Comisión de los 20” reiterándose la necesidad de normalizar el funcionamiento de los sindicatos. El 7 de junio ingresó en el Congreso Nacional el proyecto de ley enviado por el P.E. y sancionado al mes siguiente por ambas cámaras, incluyó la suspensión temporaria de los artículos que prohibía a los gremios administrar los fondos de las obras sociales, el nudo gordiano de la mayoría de los conflictos en sucesivos períodos. [4]
Mientras tanto, crecía la inflación, aumentaban los precios de combustibles y artículos de primera necesidad…
Hay conflictos en varios gremios: metalúrgicos, bancarios… se movilizan para obtener las mejoras tantas veces postergadas.
El presidente Raúl Ricardo Alfonsín, ya había hablado el 23 de marzo desde el balcón de la Casa Rosada destacando que era necesario “poner de pie a la Argentina y hacerles entender a los de afuera que podemos discutir, pero que no nos estamos debilitando”. Tres meses después, decidió reunirse en la residencia de Olivos con los cuatro secretarios de la CGT y tras lograr algunas coincidencias, difundió otro mensaje a todo el país insistiendo en la necesidad de generar “un esfuerzo supremo para superar la crisis”. [5]
Los sindicalistas exigen que se establezca una concertación hasta tanto se llegue a un acuerdo sobre el salario mínimo y la CGT difunde un documento donde señala diez puntos fundamentales. Insisten en la urgencia de realizar una consulta que “a modo de referéndum nacional diga NO a la Patria Financiera”. La respuesta de Alfonsín intentó calmar los ánimos ya que el 31 de agosto de 1984 anunció la puesta en marcha de un “plan antiinflacionario de corto plazo”, en realidad breve porque las variables en valor de la moneda y costo de los productos provocaba situaciones tan complejas que lo obligaban a elaborar otras propuestas.
17-10-1984: Día de la Lealtad y señales de divergencia…
1988: Ubaldini y los once paros de la CGT…
El viernes 9 de septiembre de 1988 se realizó el paro general dispuesto por la CGT y el ministro Antonio Tróccoli con la experiencia de los once paros anteriores, dispuso que las fuerzas de seguridad contribuyeran a mantener el orden.
Entre los miles de manifestantes, un violento grupo arrojó proyectiles de diferente especie contra las vidrieras e inmediatamente ingresaron en algunos comercios y hubo saqueos. Los policías reprimieron con mayor violencia. Desde Córdoba llegaba la voz de un Ángel… gobernador: «Otra vez el saqueo, otra vez la violencia, otra vez el patoterismo en las calles».
(Los sindicalistas fueron desalojados del templo radical.)
En vísperas del 17 de octubre de 1988, el secretario general de la CGT, el cervecero Saúl Ubaldini, reconoció que esa conducción se autodenomina «parte esencial de un movimiento nacional hacia la liberación en busca de la justicia social».
Dijo Ubaldini: «…no aspiramos a formar parte de un mercado en el que cada sector regatea una parte del producto, en un antagonismo egoísta, sino a integrar una comunidad organizada sobre la firme base de la solidaridad social y el compromiso nacional». Mediante un comunicado expresaron que «este 17 de octubre cobra un significado especial para el pueblo trabajador de la patria después de casi un quinquenio de duro batallar defendiendo nuestros legítimos derechos constitucionales y el patrimonio, la producción y el trabajo nacional, contra una insensibilidad recalcitrante de planificadores y ejecutores de una estrategia socioeconómica de miseria, trazada desde afuera para consolidar la dependencia». Finalmente destacaban: «…este 17 de octubre, los trabajadores entramos en una nueva etapa que nos llevará a hacer efectiva la felicidad del pueblo, en el marco de la grandeza de la patria». [6]
En el acto central del sindicalismo, organizado por la mesa sindical Menem presidente, realizado en el estadio de River Plate hablaron el presidente del Consejo Nacional Justicialista Dr. Antonio Cafiero, el candidato a vicepresidente Eduardo Duhalde y fue orador principal el Dr. Carlos Menem candidato a la presidencia de la Nación.
(En el escorzo de la política argentina a principios del siglo veintiuno, resulta evidente que pertenecen a distintos sectores y representan a “diferentes vectores”…)
1988: vínculos con el doctor Carlos Menem
En 1989 la CGT estaba dividida y la conducción gremial integraba la Mesa de Enlace Gremial, con representantes del Grupo de los 15 (dialoguista, integrado por Armando Cavallieri -comercio-, Carlos West Ocampo -sanidad-; grupo estructurado por iniciativa de Jorge Triaca -plástico-, luego ministro de Trabajo de Menem; Carlos Alderete -Luz y Fuerza- también ministro de Trabajo durante la presidencia del radical Alfonsín; Armando Cavalieri de comercio; el mecánico José Rodríguez y Juan José Zanola de los bancarios, entre otros. [7]
En oposición estaba el Grupo de los 25, liderado por el cervecero Saúl Ubaldini -cercano a Lorenzo Miguel -metalúrgico- y a Diego Ibáñez -, en ese tiempo apoyado por los gobernadores Antonio Cafiero -Buenos Aires-, Jorge Busti -Entre Ríos- Ramón Saadi -Catamarca-, incluyendo a la mayoría de los gremios estatales quienes sabían las dificultades existentes para enfrentarse al nuevo gobierno justicialista y estaban dispuestos a librar batallas para no perder el poder.
Entre ellos, algunos renovadores se alinearon con los 15: los dos Roberto, García -gremio de los taxistas- y Roberto Digón -de los tabacaleros-; el ferroviario José Pedraza y Guerino Andreoni, de empleados de comercio. El gastronómico Luis Barrionuevo -de buenas relaciones con Enrique Coti Nosiglia de la Coordinadora radical- intentó movilizar “por la unidad” y desató polémicas a partir de su afirmación acerca de que «la plata no se hace trabajando». Siendo uno de los administradores de los recursos para las obras sociales y considerando que algunos sindicatos soportaban abultadas pérdidas, alentó la esperanza de que se aumentaran. Era evidente que algunos trabajadores no alcanzaron a interpretar la teoría expresada por Menem apenas asumió la presidencia cuando hablaba de la cultura del trabajo y del capitalismo popular de mercado. A medida que se sucedían los actos de gobierno, contrastaba la complacencia y los aplausos de los grandes empresarios que comprendían cuál era el rumbo económico con las quejas de los sindicalistas que temían perder su rumbo.
Juan Carlos de Pablo ha destacado que “Menem sabía que tenía que ‘ganarse’ la decisión económica de los argentinos por medio de sus gestos y acciones, no de sus palabras. No obstante, desde el comienzo de su gestión sus aseveraciones fueron nítidas. Doce días después de asumir dijo textualmente: ‘Para lograr la revolución productiva, nada mejor que desatar el incentivo creador de todos y cada uno de los argentinos. Ha llegado el momento de movilizar todos los recursos nacionales para agrandar la torta. Conduciré el resurgimiento económico de la Nación hoy postrada, con un nuevo sistema de mercado que será popular y no populista, nacional y no chauvinista, social y no marxista. El sistema debe funcionar con tanta libertad como sea posible, y con la menor regulación que resulte necesaria. Quiero más propietarios y menos proletarios”. [8]
1989: pedido de aumento de sueldos…
Las crecientes dificultades del ministro de Economía Juan Vital Sourrouille determinaron la necesidad de ser reemplazado por el Dr. Juan Carlos Pugliese.
El viernes 7 de abril de 1989 desde las páginas de “Ámbito Financiero” se advertía que «el gobierno de Raúl Alfonsín va concluyendo sus 6 años tal como lo profetizaba su pésimo manejo de la economía, o sea en medio de un caos y un descreimiento generalizado». [9]
Una crónica titulada «la economía entre la ingenuidad y la desesperación» informaba que el nuevo ministro de Economía, al salir de la Casa de Gobierno había manifestado: «Apelé al corazón y me contestaron con el bolsillo» aludiendo al aumento del dólar -de 40 a 50 australes- y con esas expresiones ratificó las actitudes ilusorias del radicalismo con respecto a las actuales fluctuaciones financieras y económicas.
El ex vicepresidente primero del Banco Central, en vano había intentado lograr la imprescindible estabilidad cambiaria y las nuevas indexaciones en los depósitos incrementaban el déficit en dólares.
En tales circunstancias, el ministro de Trabajo Ideler Tonelli informó acerca de la exigencia planteada por la CGT: 40 % de aumento y anticipando que no harían paros hasta que se realizaran las elecciones presidenciales anunciadas para el 14 de mayo de 1989.
1987-1988: Privatizaciones en marcha…
Hacia 1987 se aceleraron las conversaciones en torno a las privatizaciones de los servicios telefónicos y de la aeronavegación, justamente una de las dos empresas que en el proyecto de ley de privatizaciones ingresado por el presidente Alfonsín y su ministro de Economía Juan Vital Sourrouille, encabezaban la lista de empresas que el Estado debía preservar.
En el primer trimestre de 1988 ya había acordado la venta del 40% de las acciones de Aerolíneas Argentinas a la SAS (Scandinavian Airlines System, perteneciente a los estados nacionales de Dinamarca, Noruega y Suecia y presidida por John Herbert) e idéntico porcentaje sería negociado con Telefónica de España -y asociados-, haciéndose cargo ambas de la administración y control de las operaciones. El economista radical -fundador de una revista en Caracas donde sus aliados publicaban sus avisos-, dejaba para el Estado argentino la responsabilidad de absorber las deudas externas de ambas compañías.
En vano Pérez Companc -desde 1980 proveedor de equipos telefónicos- impulsó una oferta avalada por Banco Río, Pecom Nec y Sade -a partir de la década del 70 uno de los principales contratistas de obras telefónicas-; Siemens Standard Electric, el grupo Juncal y la banca Morgan y Deutsche.
Cabe recordar que si la gestión de Alfredo Martínez de Hoz favoreció con el 11% del total de horas trabajo a los contratistas privados, en 1983 creció al 91% con la ventaja de que los operarios cobraban sueldos inferiores a los de convenio y no realizaban aportes. Las actitudes de los contratistas privados provocaron abultadas facturaciones cuyos datos comparativos indicaban un absurdo de productividad: algunos operarios habrían prestado servicios durante treinta y seis horas diarias, aunque las jornadas abarcaran el máximo de veinticuatro horas.
La administración de Alfonsín no corrigió esos disparates que significaban enormes pérdidas para ENTel –Empresa Nacional Telefónica- y fue precisamente Nicolás Gallo, administrador de esa empresa durante siete meses de 1987, el autor del plan impulsado por Sade y Siemens Standard Electric para lograr la supervisión de todos los contratos de consultoras y de obras telefónicas.
El economista Domingo Cavallo describió otras relaciones generadas durante la presidencia de Alfonsín y refiriéndose al grupo de Alfredo Yabrán, expresó que se anticipaba “a las decisiones del Estado. Ya lo venía haciendo desde el primer contrato con Edcadassa en la época en la que Rodolfo Terragno -ministro de Obras y servicios Públicos de la administración radical- comenzara a diseñar la reforma del Estado en el campo del transporte aéreo.” [10]
Posiciones de los sindicalistas…
Sabido es que el ex-dirigente sindical Julio Guillán -con veinticinco años de dirigencia, integrante de la CGT de los Argentinos de Raimundo Ongaro -opositor de Augusto Vandor-, detenido durante el Proceso, reelecto en 1983, supo negociar con Enrique -Coti- Nosiglia su incorporación en la lista radical de candidatos a diputados nacionales en 1985, aceptó las iniciativas del ministro de Obras y Servicios Públicos Rodolfo H. Terragno y fue subsecretario de Comunicaciones. Cuando lo derrotaron en las elecciones de FOETRA -telefónicos; asumió Héctor Esquivel de la lista Celeste y Blanca -con el voto positivo del 36% del padrón electoral, el 60% del 60% de los votos emitidos- y el triunfo fue festejado en el sindicato de los cerveceros que conduce Saúl Ubaldini.
Un año antes los dirigentes sindicales de esa lista habían movilizado a los trabajadores de ENTel oponiéndose a la privatización. La celebración del triunfo de Esquivel permitió que el senador nacional Oraldo Britos protestara ante una numerosa audiencia por la conducta de algunos representantes de la Unión Ferroviaria demasiado tolerantes con las decisiones del gobierno.
(Evidentemente las tormentas políticas han ido sacudiendo las diferentes ramas del movimiento nacional y algunos gremialistas se han olvidado de la advertencia del Líder: “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” y en 1972: “Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”.)
Rodolfo Terragno además, recomendó los procedimientos aplicables en el proceso de transformación de las explotaciones petroleras y propuso la concesión del peaje en las rutas. Fueron algunos impulsos del ministro de Obras y Servicios Públicos que el presidente Alfonsín no logró concretar porque ninguna privatización se aprobó.
Ante la creciente crisis, volvió a confiarle una importante misión: viajar el 12 de junio a la mañana para informarle a Menem que estaba dispuesto a “resignar” su cargo…
Esa expresión reiterada en diversos informes oficiales, en ese caso significaba ceder, abandonar, claudicar… Era la síntesis de la carga emotiva de quien sólo tenía la posibilidad de renunciar ya que el rumbo de ese gobierno era casi irreversible y hasta su consigna “con la democracia se come”… era casi irrepetible porque la inflación superaba el cien por ciento y disminuían las posibilidades de adquirir alimentos en la mayoría de los sectores sociales.
Septiembre de 1989: Ubaldini hacia la unidad…
A fines de septiembre de 1989 era cuestionada la permanencia de Saúl Ubaldini en la conducción de la CGT y se organizó un acto en la primera semana de octubre para proclamar una lista de unidad -impulsada por las 62 Organizaciones- encabezada por Ubaldini y el metalúrgico Hugo Curto con miras al Congreso ordinario del 10 de octubre. La Mesa de Enlace se reunió un día antes con el evidente propósito de demostrar que constituían la mayoría.
Diciembre de 1989: memoria necesaria…
El secretario general de la CGT Saúl Ubaldini al saludar a los trabajadores con motivo de la Navidad, destacó que la justicia social “sólo podrá alcanzarse si la sociedad en su conjunto deja de perseguir la quimera del oro de la especulación y se decide a regenerar los tejidos de la economía, enfocando un programa de aumento de la producción a través de un aumento del consumo”. Destacó que “equilibrar las cargas será fortalecer la unidad nacional” y el mismo día, Luis Zamora –dirigente del MAS, movimiento al socialismo- dijo que el presidente Menem “violó todas sus promesas… en lugar de revolución productiva llevó las tasa al ciento por ciento y con ello a la parálisis productiva… en lugar del salariazo, el gobierno dio la libertad de precios, es decir la libertad de las grandes empresas de remarcar mientras los salarios no están libres sino en la cárcel.”
Hay que tener en cuenta que durante los primeros meses del gobierno de Menem, prácticamente se continuó con el Plan Austral y en consecuencia, el economista doctor Roberto Alemann reconoció que “la liberación de los mercados de cambios y de los precios es un excelente punto de partida como para ser optimista” porque “significa que ahora se sincera todo. Ya no hay más dos precios y la formación de los mismos es libre. Desaparece la famosa hipocresía de nuestra economía por la cual las cosas valían un precio u otro precio según el caso”.
Destacó luego que “el presidente recién tiene medio año de gobierno, ha tenido un triunfo electoral cómodo, tiene un partido que lo apoya e incluso sus principales adversarios del 14 de mayo, el ingeniero Alsogaray y el doctor Angeloz, están a favor de estas medidas. Por eso yo digo que el plafón que tenía Menem el 14 de mayo se ha ensanchado.”
Mientras tanto estaba previsto que el martes 26 de diciembre de 1989 se reunieran los integrantes del Consejo Nacional Justicialista -el presidente Antonio Cafiero y los dirigentes José María Vernet, Carlos Grosso, Juan José Zanola y José Manuel de la Sota, entre otros- para analizar la gestión del gobierno con el presidente Menem.
(La presencia del doctor Juan José Zanola necesariamente implica una representación sindical, porque es un reconocido asesor y uno de los conductores del gremio de los bancarios.)
[1] Diarios y revistas han aportado más datos para su biografía: En 1956 fue delegado de taller en una empresa editora. Miembro de la Federación Gráfica Bonaerense (1957-1963). Representante de ese sector en la secretaría general de la CGT donde integró la Comisión de los 20.
[2] Senen González, Santiago y Bosoer Fabián. La trama gremial 1983-1989 Crónica y testimonios. Buenos Aires, Corregidor, 1993, p. 21.
[3] Argentina. Congreso Nacional. Cámara de Diputados. Diario de Sesiones 1983-84 y pertinentes diarios de sesiones de la Cámara de Senadores.
[4] Ver en Anales de Legislación Argentina: Ley 23.071/1984.
[5] Discurso difundido por distintos medios, con comentarios en varios diarios.
[6] Diario La Nación. Buenos Aires, lunes 17 de octubre de 1988, p. 11. Apoyo de la CGT a la fórmula peronista.
[7] El sindicalista Jorge Triaca fue ministro de Trabajo e interventor en SOMISA; en 1991 trascendió que poseía varios inmuebles y fue acusado de administración fraudulenta.
[8] Pablo, Juan Carlos de Quién hubiera dicho. La transformación que lideraron Menem y Caballo. Buenos Aires, Editorial Planeta Argentina, 1994, p. 25.
[9] “Ámbito financiero” es un diario editado en la Capital Federal que aporta interesantes datos sobre la política nacional e internacional.
[10] Cavallo, Domingo Felipe. El peso de la verdad. Un impulso a la transparencia en la década del ’90. Buenos Aires, Planeta-Espejo de la Argentina, 1995, p.131.