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ARGENTINA: defensa de la soberanía en el extremo sur y Antártida.

Sinopsis: Siglo XVIII: dominio español; reconocimiento de Francia. Reafirmación de los derechos en las Islas Malvinas. 1904: Izamiento de la Bandera Nacional en las Islas Orcadas. 1952: Destacamento Naval “Esperanza” en la Antártida. 1948: acuerdos con Chile, soberanía en el sector Antártico. 1982: Gesta de las Malvinas. 1994: Rememoración insoslayable.  2004: Un llamado de atención de un Veterano de Guerra santafesino: Adolfo Julio Schweighofer, ex soldado en el teatro de operaciones de Malvinas (del 2 de abril al 14 de junio de 1982).

 

Acciones en defensa de la soberanía en el extremo sur y Antártida.

El dominio español

Congreso Nacional: reafirmación de derechos argentinos.

Defensa de la soberanía austral.

22-02-1904: Izamiento de la Bandera Nacional en las Orcadas del Sur.

El Primer Correo Antártico.

“Día de la Antártida”.

1952: Destacamento Naval “Esperanza” en la Antártida.

Gesta de las Malvinas (02-04 al 14-06-1982).

Antecedentes de 1976.

Conflicto en las Georgias del Sur.

Estrategia del Estado Mayor Conjunto.

Inteligencia y diplomacia.

La decisión del presidente Galtieri

«Operativo Rosario» en marcha.

En víspera de la recuperación.

Advertencia norteamericana.

«Morir pero no matar».

Legitimidad y oportunidad de los actos.

Desembarco y posesión.

Adolescentes: entre el fútbol y la guerra.

2004: “Desde siempre Malvinas, hoy es la Patagonia”.

Una tranquera en el sur.

 

  • 01-04-1767     «Francia reconociendo la superioridad del derecho invocado por España a la soberanía de las Malvinas, procede a transferirla a las autoridades hispanas.»[1]

El dominio español

Desde el punto de vista histórico, pertenecían al dominio de España, Intendencia de Buenos Aires. En la Ordenanza de 1782 se le reconocía «el distrito del Obispado, los dieciocho pueblos de las misiones del Uruguay, Córdoba, Tucumán, San Juan, Jujuy, Chaco, la ciudad metropolitana de Buenos Aires y la extremidad austral del continente que abarcaba la Patagonia y las islas Malvinas.». [2].

Antes de terminar la guerra de la Independencia, en 1811, 1815 y 1817, el gobierno de Buenos Aires ejerció actos de jurisdicción en la costa patagónica.

  • En 1820 el coronel Jewit, comandante de la fragata «Heroína», tomó posesión del archipiélago en forma pública, con una salva de veintiún cañonazos y en presencia del navegante inglés Wedell. En 1823 don Pablo Areguati fue nombrado gobernador.
  • 02-01-1833     Inglaterra usurpó el territorio argentino de las Malvinas, al llegar el comandante Onslow al mando de la fragata de guerra «Clío» y obligar a las autoridades residentes a arriar el pabellón nacional y abandonar las islas al día siguiente.
  • 15-01-1833     Arribó al puerto de Buenos  de enero la fragata de guerra «Sarandí» y el Capitán Pinedo informó que el día 3, el inglés Onslow tomó posesión oficial del puerto de Soledad en nombre de «Su Majestad británica».
Congreso Nacional: reafirmación de derechos argentinos
  • 05-07-1946     La Cámara de Diputados aprobó con 126 votos afirmativos -votando 128 diputados-, una declaración  comunicando «que vería con agrado que el Poder Ejecutivo se dirigiera oportunamente y con la urgencia debida al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, afirmando los derechos soberanos de la Nación Argentina sobre las islas Malvinas y reclamando de Inglaterra, la nación amiga que las detenta, la devolución de ese territorio.»
  • 16-07-1946     En esa oportunidad, Presidente Perón y del ministro de Relaciones Exteriores y Culto Juan A. Bramuglia enviaron una nota a la Cámara, considerada en la sesión del día 18, destacando que el Poder Ejecutivo «no será remiso en proceder en la forma que considere más conveniente a la defensa de la soberanía de la Nación Argentina, para lo cual, y aun no necesitando estímulos de ninguna clase, espera contar con la decidida cooperación del Poder Legislativo». [3]
  • 19-07-1946     Por primera vez se trataba en el Parlamento Argentino la decisión británica de imprimir estampillas, sin disponer de antecedentes en  convenciones internacionales.

 

La trascendencia de la usurpación de ese territorio, impone la necesidad de desarrollar una síntesis de las últimas reacciones, en la certeza de que el tiempo de Perón, es el que transcurre cuando se reiteran sus principios de soberanía política y de justicia social, pilares de la Causa Nacional.

Defensa de la soberanía austral…

22-02-1904: Izamiento de la Bandera Nacional en las Orcadas del Sur.

Al terminar la presidencia del general Julio Argentino Roca, una Convención de Notables eligió a Manuel Quintana para ocupar ese cargo.  Se oponían los radicales que estaban organizados después de la revolución del Parque de 1890 y aproximadamente cincuenta mil personas protestaron durante el acto organizado en conmemoración de aquel origen de la Unión Cívica conducida por Leandro Nicéforo Alem.  En ese tiempo, el gobierno argentino había aumentado los gastos en armamentos a los fines de enfrentar la defensa de los límites con Chile y terminado ese conflicto, regresó la corbeta Uruguay  de la Antártida, acercando a integrantes de la expedición sueca que había quedado inmovilizada por los hielos australes.  Fue también en 1903, que después de la derrota de los böers en Sudáfrica, algunos emigraron y llegaron hasta el Atlántico Sur, desembarcaron cerca de Comodoro Rivadavia y allí quedaron. Mientras tanto, el gobierno nacional le encomendó al escritor Leopoldo Lugones investigar acerca de las Misiones de la Compañía de Jesús, origen de su obra El Imperio Jesuítico.

El Primer Correo Antártico

Hay que tener en cuenta que la Antártida, el continente antártico fue reconocido recién en 1819. “Desde el punto de vista del Derecho Internacional, el descubrimiento, la posesión ficticia, la erección de una marcha, de un emblema, o de una bandera, la anexión por decreto, etc. no otorgan ningún derecho posesorio es el descubrimiento o la ocupación temporal no es seguida de una instalación definitiva y permanente.”

El Poder Ejecutivo Nacional mediante un decreto firmado el 2 de enero de 1904, fundó el Observatorio de las Islas Orcadas y al mismo tiempo, se creaba la primera oficina postal del mundo en la zona antártica, dependiente de la Dirección General de Correos y Telégrafos.  En consecuencia, mediante la Resolución 101 D. del 20 de enero de 1904, el señor Hugo A. Acuña –integrante argentino de la primera expedición hacia aquellas latitudes-, fue notificado de su designación como empleado de la 26ª categoría, “prestando accidentalmente sus servicios en Orcadas del Sur (Región Antártica)”.  Firmaban esa resolución Don Manuel García Fernández Director General y el secretario General S. Pelufo. [1]

El doctor Francisco Pascacio Moreno –el Perito Moreno-, ex director del Museo de La Plata y un entusiasta propulsor de acciones argentinas en la Patagonia y en la Antártida, fue el encargado de entregarle al señor Acuña “el original de ese nombramiento, conjuntamente con una maleta para correspondencia y un matasellos para inutilizar las estampillas argentinas”.   [2]

“La bandera nacional fue enarbolada el 22 de febrero de 1904, y al mismo tiempo ejerció actos de administración civil creando una oficina postal”. 

Instaladas autoridades argentinas en la Antártida, sucedió con Gran Bretaña algo semejante al entusiasmo por disponer de tierras en ese sector.  En 1908 y 1917, “Gran Bretaña realizó actos unilaterales de anexión de tierras antárticas, creando por simples decretos (‘Letters Pattent’ y ‘Order in Council’) lo que dio en llamar ‘Falkland Whaling Sector’, o ‘Falkland Inslands Dependencies’, es decir ‘Sector de Caza de Ballenas de las Islas Malvinas, o ‘Dependencias de las Islas Malvinas’…” siendo el nombre que siguió usando y que “abarca a las islas Georgias del Sur, las Orcadas, las sándwich, las Shetlands y la tierra de Graham, es decir, a las mismas tierras que componen el Sector Antártico Argentino” y a “los efectos administrativos y de jurisdicción” colocó esa “Dependencia de las Malvinas”… “bajo la administración del Gobernador de las islas Malvinas.”  [3]

El 30 de marzo de 1927, el Observatorio de las Islas Orcadas fue dotado de una estación radiotelegráfica argentina y “ningún país en el mundo ha realizado en la Antártida actos de indudable soberanía como los realizados por la República Argentina.” [4]

“Algunos Gobiernos han alegado derechos  sobre extensas zonas, originando con ello que muchas tierras hayan sido demandados por dos o más naciones al mismo tiempo, aunque tales tierras se encuentran muy alejadas de la esfera de influencia de los países demandantes.  Desde el punto de vista político, muy pocos países han reconocido las demandas de otros sobre la región Antártica. La política argentina ha sido, en ese aspecto, la de resguardar y reafirmar los derechos nacionales que están basados en innumerables antecedentes históricos, políticos y geográficos, y en la primera ocupación efectiva y constantemente mantenida” desde principios del año 1904.

“La Comisión Nacional del Antártico estudió detenidamente todos los antecedentes argentinos relacionados con las tierras australes, y en base a los resultados de esos estudios procedió a delimitar el sector polar sobre el cual la Nación mantiene derechos. Tal sector antártico es que se encuentra situado entre los meridianos 25º y 74 de longitud oeste de Greenwich, al sur de los 60º de latitud sur”.

En consecuencia, “la mayor parte del sector argentino abarca del Mar de Weddell, pero las tierras que comprende tienen una superficie aproximada de 1.230.000 kilómetros cuadrados, sin contar a otras islas polares que, aunque figuran fuera del sector nacional, se consideran también como pertenecientes a la República Argentina.”  [5]

“Haciendo uso de sus derechos, la República también exploró un amplio sector de tierras antárticas, realizó levantamientos topográficos e hidrográficos e instaló en diversos lugares faros y balizas para facilitar la navegación en aquellos mares.” Fueron instalados dos destacamentos navales que funcionan en el sur del archipiélago de Melchior y en la Isla Decepción.

En consecuencia, “la Argentina ejerce derechos propios en sus tierras antárticas, derivadas de títulos naturales legados por la Historia, por su continuidad geográfica, por su actuación jurídica y por la ocupación ejercida sin interrupción”.

“Casi todas las expediciones antárticas realizadas bajo diferentes banderas, permanecieron uno o dos años haciendo trabajos científicos en las tierras polares.  La mayoría de esas expediciones tomaron posesión de las tierras visitadas en nombre de sus respectivos gobiernos, pero tales actos unilaterales no fueron reconocidos por las naciones rivales, debido a que las nuevas demandas se interpusieron muchas veces con las de otros países interesados en la misma región”.

El 4 de marzo de 1948, la Argentina y Chile suscribieron en Santiago un acuerdo sobre la Antártida, “que ratifica la Declaración conjunta firmada en Buenos Aires, el 12 de julio de 1947”:

“Reunidos en Santiago, en el Ministerio de Relaciones Exteriores el Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República Argentina doctor Pascual La Rosa y el Ministro del ramo, don Germán Vergara Donoso, han convenido en dejar constancia en la presente declaración conjunta del resultado de las conversaciones que respecto de la Antártida Sudamericana, han celebrado de conformidad a lo acordado anteriormente por sus respectivos Gobiernos y a la Declaración del 12 de Julio de 1947. / Hasta tanto se pacte, mediante acuerdo amistoso, la línea de común vecindad en los territorios antárticos de la República Argentina y de Chile, en nombre de sus respectivos Gobiernos los señores La Rosa y Vergara Donoso, declara:

  1. Que ambos gobiernos actuarán de mutuo acuerdo en la protección y defensa jurídica de sus derechos en la Antártida Sudamericana, comprendida entre los meridianos 25º y 90º de longitud oeste de Greenwich en cuyos territorios se reconocen la República Argentina y Chile, indiscutibles derechos de soberanía.
  2. Que están de acuerdo en continuar su acción administrativa, de exploración, vigilancia y fomento de la región de fronteras no decididas de sus respectivas zonas antárticas, dentro de un espíritu de cooperación recíproca.
  3. Que a la mayor brevedad y, en todo caso, en el curso del presente año, proseguirán las negociaciones hasta llegar a la concertación de un tratado chileno argentino de demarcación de límites en la Antártida Sudamericana.

Hecho en Santiago, en doble ejemplar, a los cuatro días del mes de marzo de mil novecientos cuarenta y ocho.” [6]

“Día de la Antártida”

Sabido es que el 22 de febrero ha sido instituido “Día de la Antártida”. 

“La conmemoración coincide con el izamiento de la Bandera Nacional, ‘en el observatorio de la isla Laurei, del Grupo de las Orcadas del Sir” -reiteró el Cnel. (R) Jorge Rodríguez Zía, en ‘El Litoral’ de Santa Fe, en 1982, considerando propicia la ‘ocasión para reflexionar sobre el futuro de nuestra soberanía austral’ por cuanto ‘durante gran parte de este tiempo nuestro dominio en el continente blanco y sus mares y las islas que se elevan en ellos (Georgias del Sur y Sándwich del Sur), solamente nos fue discutido por Inglaterra desde su usurpada base de las islas Malvinas.  Pero en nuestros días la situación geopolítica en toda esa inmensa región se ha exacerbado violentamente por causas diversas pero concurrentes.  [7]

En primer lugar, la aceleración constante del crecimiento de la población mundial y el notable desarrollo industrial en su conjunto, están mostrando dos falencias inexorables para el buen andar de la humanidad: la de la energía y la del alimento, es decir, dándole un sentido de uso más directo, ‘el pan de las máquinas y el pan de los hombres.’  Hasta hace solamente dos o tres décadas esos recursos se buscaban en distintas regiones de la tierra, en los cinco continentes.  El sexto, que es el Antártico, figuraba sólo como una posibilidad de fuentes de recursos muy remota, sino de casi utópica explotación, porque fuera de la caza de ballenas y focas, que ya se venía desarrollando desde principios del siglo pasado la Antártida estaba al margen de los planes e conquista de las grandes potencias dominantes en cada época.  Luego comenzaron a proliferar las investigaciones científicas, el establecimiento de bases en islas y el continente polar y los proyectos de explotación de los enormes recursos que se iban computando.

Así las naciones signatarias y adherentes al tratado Antártico llegaron a la conclusión de que los 14 millones de kilómetros cuadrados del continente y otros tantos de mares de influencia no eran tierras y aguas despreciables económicamente, sino gigantescos depósitos de energía y alimentos, con los cuales se podrían paliar gran parte de las carencias de la humanidad en las décadas por venir.

Fue entonces que sobre la región se arrojaron trece naciones, pretendiendo unas que la Antártida ‘no es de nadie’ y se la puede explotar dónde y cómo se quiera y otras, que son siete, entre las que se cuenta la Argentina, que fijaron sectores para su dominio soberano.

Afirmó hace diez años el distinguido historiador santafesino:

‘…puede augurarse, sin temor alguno, que la Antártida, desde su largo y gélido suelo de siglos, ha pasado a ser una de las regiones estratégicas más críticas del globo y que, por imposición de su situación meramente geográfica, la Argentina será receptora de los más duros embates de la geopolítica general de grandes y aún de pequeñas naciones’.

De aquí en más -advirtió- no habrá que esperar muchos años para que la zona austral, hoy argentina, se convierta si no en un campo de batalla por la posesión de sus recursos vitales, en la sede de constantes fricciones entre todos los países involucrados.  Por votación en la reunión del Tratado Antártico que se realizara en 1991, la Argentina perderá inexorablemente su soberanía que va en el sector que va desde los 25 a los 74º, por trece votos contra el propio.  Pero pese a esa certeza, en modo alguno debemos renunciar a nuestros derechos’, y es oportuno ratificar, que es deber insoslayable insistir en la defensa de la soberanía territorial, preservando la dignidad nacional.”   [8]

1952: Destacamento Naval “Esperanza” en la Antártida

 

31-03-1952     En el extremo norte de la península antártica se inaugura el destacamento naval «Esperanza». El 17 de diciembre de 1965, allí se asienta una base destinada a la investigación científica.

 

Perón avanzaba en sus acuerdos con el presidente chileno Ibáñez. A pesar del acuerdo de no impulsar luchas en el Atlántico Sur, los ingleses enviaron un grupo de soldados para desmantelar las instalaciones existentes en la isla Decepción, argumentando violación a sus derechos jurisdiccionales. Nuevas protestas de Argentina y Chile, imponiéndose una vez más la fuerza del imperialismo británico, que pretendía llevar el problema al Tribunal Internacional de La Haya.

 

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Gesta de las Malvinas (02-04 al 14-06-1982)

Antecedentes de 1976

El 3 de enero de 1976 el gobierno argentino protestó ante el gobierno inglés por el envío de la Misión Shackleton a las Islas, a fin de realizar investigaciones. Se pidió el retiro del embajador británico y las tensiones internas influyeron para que se continuaran las negociaciones. La presidente María Estela Martínez de Perón fue reemplazada por la Junta Militar que asumió el gobierno de facto el 24 de marzo del mismo año.

Conflicto en las Georgias del Sur

Algunos chatarreros a las órdenes de Constantino Davidoff, desembarcaron en el puerto Leith -Bahía Buen Suceso- en la Isla San Pedro (Georgias del Sur). En uno de los abandonados galpones que habían servido para almacenar tambores de aceite, colocaron un letrero «Salvensen and Company – Edimburg, Scotland». Al decir del Gral. Perón en otro tiempo, esa instalación fue la chispa que encendió la hoguera.

Sucesivos gobiernos británicos han observado todos los movimientos de los argentinos en la región austral, punto estratégico que ellos están dispuestos a dominar por la fuerza aunque el derecho determine la irrestricta soberanía nacional.

Estrategia del Estado Mayor Conjunto

Sabido es que «el Estado Mayor conjunto de cualquier país es un organismo de estrategia. Tiene como tarea fundamental planificar y prever situaciones bélicas en lo mediato y en lo inmediato. En la Argentina, ese organismo que está formado por una selecta oficialidad de las tres fuerzas armadas, tenía planes posibles y alternativas viables para ejecutar tres tipos de operaciones, consideradas como las más probables para la ocupación de las Malvinas: la intimidación, que consistía en lograr expulsar de las islas a los ingleses sin recurrir a una acción directamente militar que exigiera costos quizás importantes de movilización y de vidas. El asalto, una maniobra de copamiento del archipiélago, que dejara sin respuestas a las reducidas defensas británicas. Acción hecha en base a la sorpresa, la velocidad y la eficiencia, con la participación de los grupos de comandos mejor entrenados, entre los cuáles, y por tratarse de un territorio insular medianamente protegido, iban a tener especial participación los paracaidistas y los grupos anfibios y de buzos tácticos. Y la defensa, para cualquiera de los dos casos anteriores, desarrollando una infraestructura civil y militar que permitiera el mantenimiento y afianzamiento de las tropas argentinas en las Islas.  Aún partiendo de la posibilidad de un intento de recuperación por parte de Gran Bretaña.»

Inteligencia y diplomacia

Esa empresa no podía concretarse sin una previa labor de inteligencia  y para ello sirvieron las filiales de empresas nacionales instaladas en el archipiélago, fundamentalmente L.A.D.E. (Líneas Aéreas del Estado) que desde 1973 ejercía el control económico de la pista de aterrizaje de Punta Rompientes, inaugurada el 15 de noviembre de 1972. En aquel tiempo, en Puerto Stanley residió Héctor Gilobert, un militar argentino de fácil comunicación con los isleños porque hablaba inglés y era conocido y respetado por su responsabilidad durante la construcción de esa pista. Fue el vicecomodoro Héctor Gilobert quien aportó las últimas informaciones desde las Islas. Paralelamente se realizaban gestiones diplomáticas y la advertencia en marzo de 1982, cuando el gobierno argentino expresó que si no progresaban las negociaciones «se recurrirá a otras vías», no fue cabalmente interpretada en el exterior ni en la Argentina, quizás por la reiterada costumbre de decir y no hacer. Ejercía el ministerio de Relaciones Exteriores el Dr. Nicanor Costa Méndez, con una experiencia anterior en el tratamiento de este problema pro haber desempeñado idénticas funciones durante gobierno de facto del Gral. Juan Carlos Onganía en el lapso 1966-1969, gestión presidencial que prácticamente se agotó al producirse el Cordobazo.

La decisión del presidente Galtieri

Aproximadamente a las 21 del 27 de marzo de 1982, se reunieron el presidente Gral. Leopoldo Fortunato Galtieri con el ministro y los Comandantes en Jefe: Almirante Jorge Isaac Anaya y Brigadier Basilio Lami Dozo y en la antesala estaban el Gral. de División Osvaldo García, el Vicealmirante Juan José Lombardo y el Brigadier Mayor Sigfrido Plessl. Se cumplió otra tradición al quedar servidos los estimulantes cafés.  El teléfono rojo serviría una vez más para las comunicaciones directas a larga distancia. Los comandantes explicaron los planes previstos para lograr el objetivo militar de recuperación de las Islas Malvinas. Aproximadamente a las 22:45 reingresaron los jefes del Estado Mayor Conjunto y el presidente Galtieri, mirándolos a los ojos les anunció: «Señores, quiero comunicarles que como presidente de la Nación he tomado la responsabilidad histórica de poner en marcha el Operativo Rosario para rescatar las islas, para incorporarlas a nuestro país. Hagan el favor de transmitir esta decisión.»

«Operativo Rosario» en marcha

Una vez más se invocaba la protección de Ntra. Sra. del Rosario, siguiendo la tradición inaugurada por Don Santiago de Liniers en oportunidad de la Reconquista de Buenos Aires el 12 de agosto de 1806, cuando el general inglés William Carr Beresford se había atrincherado en el Fuerte situado en el espacio donde se construyó la Casa de Gobierno con el propósito de deponer a las autoridades del Virreinato. La orden fue transmitida e inmediatamente comenzó el Operativo. Zarparon de la base naval de Puerto Belgrano varios buques al mando de capitanes de fragata: las Fragatas Drummond y Grandville al mando de Raúl Cao y Edmundo Pelayo respectivamente; y la Hércules -recientemente adquirida a la armada real británica- al mando de Enrique Molina; el transporte Cabo San Antonio con vehículos, armas, explosivos; aparatos de comunicaciones y las reservas necesarias para la misión de la infantería de marina, al mando del capitán de navío José Acuña; el rompehielos Almirante Irízar que cumpliría la función de hospital flotante; el portaaviones 25 de Mayo, nave insignia de la Flota Argentina; varios buques de desembarco y un submarino, aparentemente en operaciones de rutina.

En víspera de la recuperación

El Contraalmirante Carlos Antonio Busser, jefe de la Infantería de Marina, cerca del mediodía informó a la tropa acerca de la misión que debían cumplir. El sacerdote Ángel Vitale Mafessini, ordenado hacía 28 años y con el doble de edad, ofició una misa en la popa de la embarcación. Los fuertes vientos del sur acosaban a los tripulantes. No obstante, Busser y el capitán Estrada treparon a la cuerda que le arrojaron desde un helicóptero que había despegado del Santísima Trinidad y en esa unidad mantuvieron una reunión secreta. Al regresar, Busser arengó a la tropa:

«Nuestra misión es desalojar a las fuerzas militares y a las autoridades británicas que se encuentran en las islas. Es lo que vamos a hacer. Seremos duros con el enemigo, pero corteses, respetuosos y amables con los pobladores. Mañana ustedes serán los vencedores; mañana mostraremos al mundo una fuerza argentina valerosa en la guerra y generosa en la victoria. Que Dios los proteja. ¡Viva la Patria!»

A coro respondieron: ¡Viva la Patria! y hubo lágrimas en algunos ojos.

Advertencia norteamericana

El presidente Ronald Reagan se comunicó telefónicamente con el Gral. Galtieri para expresarle la preocupación de su gobierno ante el posible ataque militar a las islas, porque conocía la firmeza de la primera ministra Margarita Tatcher y las gravísimas consecuencias del posible enfrentamiento. El presidente Galtieri –el general majestuoso al decir de los norteamericanos durante una sus visitas oficiales- insistió en que la decisión era irrevocable porque se había esperado demasiado tiempo sin lograr el irrestricto reconocimiento a la soberanía argentina.

«Morir pero no matar»

Cuando la tropa recibió las instrucciones del contralmirante Busser se acuñó el lema: «Morir pero no matar» y así lo comunicaron telefónicamente al presidente Galtieri. Realmente, es difícil ganar una batalla sin herir o matar, menos aún es factible ganar una guerra, salvo que se elija el camino de los pacíficos acuerdos diplomáticos.

En esta Gesta, ambos caminos sólo condujeron al desastre: graves heridos y muertos; cese del fuego, entrega de armas y de prisioneros; enormes pérdidas de aparatos y material bélico. Hogares destruidos y un juicio a los militares responsables, con severas penas.

Legitimidad y oportunidad de los actos

Se ha dicho que para que exista legitimidad en el intento militar de recuperación de las islas, deben ser evaluados algunos propósitos:

  • Que se tenga una prudencial y consistente seguridad acerca del éxito de la operación sin un costo gravoso para toda la comunidad.

2)  Que no ponga en peligro la paz internacional y el equilibrio.

3)  Que el bien de tener las islas sea superior al mal que provoque la guerra.

  • Que haya consenso en el pueblo expresado por los medios legítimos.
  • Que se respeten las normas jurídicas internacionales sobre el derecho de guerra» Francisco Eduardo Trusso.                                                                                “Las Malvinas – El fin de una utopía”                                                                 Editorial Troquel – Agosto de 1982.

 

Un estudio detenido permitirá esclarecer si ese análisis se realizó minuciosamente antes de iniciar el Operativo Rosario. Mientras tanto, sólo resta seguir aquí otra parte de su desarrollo. Desde el destructor Santísima Trinidad comenzaron a desembarcar las tropas. El espionaje había demostrado su eficiencia. Los ingleses en las islas estaban expectantes: el viejo barco John Biscoe tenía la tripulación a bordo esperando el apoyo de la OTAN (Organización del Atlántico Norte) que tiene a Estados Unidos y Gran Bretaña como principales Estados miembros. En el extremo sur de América Latina, todavía no había trascendido la estrategia argentina, aunque la vecindad no siempre es sinónimo de fraternidad y la historia tiene suficientes ejemplos de luchas estériles por límites o para defender intereses geopolíticos o económicos. En esos días también la sombra de la indiferencia o de alguna traición, acosaba a los argentinos. Las autoridades británicas desde los últimos días de marzo había retirado la custodia policial de la embajada argentina en Londres. No eran simples indicios de desinteligencias, sino contundentes demostraciones de la eficaz inteligencia.

Desembarco y posesión

Desde distintas posiciones se produjo el desembarco. Los ingleses comenzaron con su despliegue bélico. Desde Punta Enriqueta avanzó la patrulla a las órdenes del Tte. de Corbeta Pedro Edgardo Giachino quien no titubeó y a pesar de los proyectiles británicos llegó hasta la puerta del edificio donde residían las autoridades y ante la imposibilidad de entrar pasó al patio amenazando con arrojar una granada. Una ráfaga de ametralladoras destruyó su cuerpo. Se cumplió otra tradición: fue ascendido post mortem. Junto a Giachino cayeron otros muertos. La guerra había comenzado. Los kelpers –algas…- permanecían en sus hogares. No tenían intereses comunes con la Corona, se los considera ciudadanos de segunda clase. Los argentinos deben conocer esta historia de la Historia, cuando en una zona neutral fue hundido el crucero Gral. Belgrano, -buque de auxilio. El 14 de junio de 1982 marcó un hito en el momento en que Gral. Benjamín Menéndez -nombrado Gobernador de las islas-, aceptó las condiciones impuestas por los británicos y cesó el fuego.

El resultado negativo de esa Gesta nacional, desató frecuentes y prolongadas polémicas hasta proclamar que ha sido una utopía.

Trágico capítulo de la historia de los argentinos es el que contiene los hechos de las tres últimas guerras: la primera en el Operativo Independencia -lucha contra el terrorismo con miles de desaparecidos y muertos-; la segunda generada en las especulaciones y distorsiones promovidas desde el ministerio de economía con emisión monetaria, devaluaciones, inflación creciente, vaciamiento de empresas y fugas de capitales al exterior, destruyéndose el patrimonio de las familias y del Estado y el sorpresivo Operativo Rosario que complicó aún más la controversia británico-argentina; dejando profundas huellas materiales y espirituales en una legión de excombatientes que paulatinamente van siendo olvidados.

Adolescentes: entre el fútbol y la guerra

En aquel tiempo, un lamentable error en algunos conductores de la educación otorgó prioridad a un campeonato de fútbol y los adolescentes-estudiantes tuvieron asueto para disfrutar frente a los televisores, mientras otros adolescentes-soldados ofrecían sus vidas en el sur. Así se equivocan los caminos de la formación personal que coadyuvan a la pacífica revolución nacional de la justicia social. Se distrae con otros nombres -los de deportistas, políticos y artistas-; son reiterados protagonistas en las crónicas cotidianas y excepcionalmente modelos o paradigmas.

«¿Es así? ¿o no es así?»

Lo innegable es que continúa la tradición: semejante a lo sucedido con Ceferino Namuncurá -el santito patagónico-, con calificados caudillos; con abnegados servidores anónimos y con Perón -durante la vigencia del Decr. 4161/56-; hay una legión de patriotas desconocidos. Por costumbre, se contemplan monumentos a héroes de arcilla, ignorándose los merecidos por los adalides de roca.

La lenta decantación de los auténticos valores requiere el transcurso del tiempo. Recién entonces -si alguien está dispuesto a exaltarlo prestándole su voz-, ese reconocimiento puede convertirse en un canto ejemplificador que convoque a la gratitud y promueva la continuidad de fecundas obras.

2004: “Desde siempre Malvinas, hoy es la Patagonia”.

Adolfo Julio Schweighofer -ex combatiente en la Gesta de las Malvinas Argentinas-es secretario de la Federación de Veteranos de Guerra de la Provincia de Santa Fe y con un perseverante grupo de soldados argentinos, siguen difundiendo antecedentes históricos en torno a la soberanía argentina en extremo sudamericano.  [9]

Cuando seguían multiplicándose los brotes en la primavera, necesitó expresar:

“Si en la contienda de 1982 se vio a la Fragata Irish rondando el archipiélago malvinero con todos sus radares a bordo, puestos a favor del eterno invasor.

Si países que se erigían como neutrales ante conflictos políticos internacionales se volcaron indefectiblemente del lado británico.

Si quienes, obligados por tratados previamente firmados (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, por ejemplo) variaron su postura y no sólo nos dejaron huérfanos sino que se volcaron sin tapujos en ayuda logística y presión diplomática internacional a favor de los imperialistas.

Si pasó todo eso y el tiempo nos sigue mostrando verdades que se nos negaban y realidades que no quisimos ver, cómo imaginar otro resultado que no fuera el que se dio.

Ahora bien, Argentina paga constantemente su deuda y los coletazos de Malvinas estuvieron presentes en las privatizaciones… Telecom se llevó todo por monedas (y la famosa Fragata Irish no anduvo por casualidad por el Atlántico sur en aquellos días).  Y así en otros casos.

Pero la derrota que sufrimos no la debemos refrendar eternamente.  Malvinas es una causa nacional y por lo tanto merece una política particular, firme, decidida, de Estado y no de gobierno.

El casi millar de argentinos caídos que nos dejó el conflicto con guardianes de los hechos y procederes de quienes volvimos y de quienes guían a nuestra patria.

El conflicto por Malvinas, por intransigencia e intereses propios de los ingleses es perenne y por consecuencia su resolución es meta irrenunciable de todo argentino que se precie como tal.

Ésta es la realidad por más que nos duela y no nos guste.  A Malvinas se ingresa con pasaporte.  Los kelpers se olvidan de los años en que se sirvieron de nuestros víveres frescos, comunicaciones y la salud pública patagónica gratuita.

Desde siempre los argentinos sabemos del ‘problema de las Malvinas’, pero desde estas líneas humildemente queremos alertar, como algunos otros ya lo están haciendo, de un nuevo y devastador modelo de penetración y ocupación territorial.

Una tranquera en el sur

Atraídos por una política de llegada de capitales y de inversiones, los pseudos inversores foráneos han logrado derribar barreras legislativas que impedían, por ejemplo, la compra de grandes extensiones de territorio en zonas de límites internacionales y así se han hecho dueños, desde una oficina en Estados Unidos, Italia o Londres, de miles de hectáreas patagónicas sin estar radicados en el país como era la exigencia de antaño.

Hemos vivido en carne propia la situación viajando por el sur y encontrándonos con la mítica ruta 40 atravesada por una tranquera.  Hoy está abierta, pero bajo la atenta mirada del nuevo dueño y no podemos predecir hasta cuándo.  Dentro de sus alambrados el bien más preciado de cara al futuro, el agua de los lagos y de los hielos.

Charlando con veteranos en aquella ocasión, no puedo olvidar a Raúl Larenas viviendo en ese paraíso terrenal que es el Hoyo de Epuyen.  O aquel otro que me desentrañó las facilidades que tienen los compradores ya que ante la quietud vernácula llegan y otorgan algunos puestos como jornaleros o guardianes.  Nada productivo, simplemente cuidar lo suyo de cara al futuro.

No pretendo ser un talibán, ni soy en absoluto xenófobo; sí, deseo una política demográfica urgente que nutra de sangre joven las fronteras internas del país.  El turismo como impulsor de una mejor calidad de vida debe ser difundido y fomentado, pero los argentinos no podemos permitir que el idioma inglés sea el único que diga presente en los letreros e indicaciones. Welcome, Lodge, camping, sale, snow, etc. deben tener su traducción al castellano.

La foto sonriente de Ted Turner en su estancia patagónica en las revistas cholulas nos debe llamar a la reflexión para modificar esta situación.  Bienvenidos los capitales de trabajo y la inmigración verdadera.  Cambiemos para que nuestros hijos no sigan imaginando su futuro tomando un vuelo en Ezeiza para lavar copas en Miami o España.  Que salgan del aeroparque Jorge Newbery con destino a Calafate, Ushuaia, Paso de los Indios o Tecka.

Soberanía interna es tener acceso a los medios de transporte y comunicaciones, lo que significará que el ciudadano común acceda a un combustible barato al sur de Sierra Grande o que un pasaje aéreo no lo endeude por un año.

Hoy tenemos dos frentes abiertos, uno ultra conocido y el otro como un hielo flotante que apenas muestra su poderío. Pero debajo de él están la codicia y la ambición que tal vez nosotros mismos fomentamos.

Por el futuro de la patria y el de nuestros hijos y por el deber hacia quienes dieron su vida por todos en la batalla de Malvinas ¡Cambiemos…!”

 

(Lecturas y síntesis: Nidia Orbea de Fontanini. Sábado 02-10-2004 – Hora 20:56:13)

[1] (RA) Hourcade, Luis. «Los Primeros Colonos de las Malvinas», en Revista Argentina, Buenos Aires, Año I, Nº 10, 01-11-1949, p. 62 y 64.

[2] Argentina. Congreso Nacional, Cámara de Diputados. Diario Sesiones 1946 t.I, p. 461. (Fundamentos del proyecto de declaración del Dip. Ernesto E. Sanmartino -Cap.Fed.-, solicitando al PE. que se dirija al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas afirmando los derechos soberanos de la Nación Argentina.)

[3]Cámara de Diputados, 1946, t. I, p. 625

[1] República Argentina. Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Comisión Nacional del Antártico. Buenos Aires, 1948. Folleto titulado: Las Islas Malvinas y el Sector Antártico Argentino. (28 páginas sin numeración.)  Presidente de la Nación: General Juan Domingo Perón (1946-1952; reelecto y desempeñando esas funciones hasta que el movimiento cívico militar del 16 de septiembre de 1955 –autoreconocido como revolución libertadora-, interrumpió el mandato que por amplia mayoría le otorgaran los ciudadanos que votaron en los segundos comicios sin fraude, en la Argentina, controlados por fiscales generales y de mesa;  incluso por el Ejército Argentino.

[2] En el citado folleto, aluden al libro titulado The Voyage of the Scotia –el buque de la expedición escocesa- y en un capítulo a cargo de Mossman, hay información acerca de esa misión encomendada al señor Hugo A. Acuña: “…había llegado provisto de un sello postal y una valija para correspondencia que contenía libros; lo nombraron el ‘P.M.G’ (Postmaster General), o sea el jefe general de Correos…” En el párrafo siguiente se destaca que esa referencia, “confirma el hecho de que en febrero de 1904 se estableció un correo argentino en la Antártida.  Existen diversas pruebas de que esa oficina postal funcionó, tales como las tarjetas postales que los mismos expedicionarios argentinos pudieron enviar a sus familiares por intermedio del ‘Scotia’ cuando regresó al norte, después de dejar instalados a los argentinos en las Orcadas.  Esas piezas postales continente estampillas argentinas de la época, las cuales se encuentran inutilizadas por un matasellos circular que dice: ‘Orcadas del Sur. Distrito 24º, Río Gallegos, 20 de febrero de 1904.” Destacan en esa publicación que “si cupo a la Argentina el honor de ser la primera nación que estableció una estación de carácter permanente en la región antártica para contribuir así al conocimiento científico mundial de la meteorología, magnetismo terrestre y otros aspectos técnicos de la zona, no es menos cierto que al fundar el correo antártico realizó un acto de administración civil que afirma su soberanía sobre las tierras involucradas en su sector”.  Desde entonces funcionó ese Observatorio, “anualmente, en verano, se releva al personal que atiende sus instalaciones y realiza los trabajos técnicos de valor reconocido por todas las instituciones científicas del mundo.

[3] En el párrafo siguiente, se destaca: “La similitud de nombres en el idioma inglés, posiblemente sea materia de confusión, pero debe recordarse que para la Argentina, los asuntos de las Malvinas y de la Antártida son diferentes porque tienen origen distinto, aunque para Gran Bretaña convenga más denominar en una sola forma a las Malvinas y a sus supuestas dependencias.”

[4] El continente antártico abarca aproximadamente 14 millones de kilómetros cuadrados, poblados por focas, elefantes, leopardos de mar, pingüinos; gaviotas, albatros, petreles… durante el verano; todos animales que se alimentan con productos del mar.  Es una de las regiones “más desoladas del mundo”.  Hay cadenas montañosas semejantes a “los Andes” y además de las dificultades por el intenso frío son continuos los vientos huracanados, las nevadas… “Investigaciones paleontográficas han demostrado que en la antigüedad reinó en la Antártida un clima benigno, que hizo posible la existencia de una importante viga vegetal, y tal vez animal, similar a la que actualmente existe en Tierra del Fuego.  Los innumerables fósiles hallados en la región de la no lejana Tierra de Graham, así o confirman.  Científicamente se  ha comprobado la similitud de diversos aspectos entre las tierras polares argentinas y la Tierra del Fuego y es por ello que se considera a aquella región polar, desde tal punto de vista, como una continuación natural y directa de la Tierra del Fuego. Pero mientras la Antártida permanece deshabitada, las posibilidades económicas futuras aumentan con el descubrimiento de nuevos territorios”…

[5] En 1948 –fecha de la publicación del folleto de la Comisión del Antártico– el territorio nacional abarcaba jurisdicciones provinciales y los territorios nacionales, en la siguiente proporción: Capital Federal 192 Km2, Provincias 1.641.242 Km2;  Territorios Nacionales 1.143.358 Km2; Total del territorio continental argentino 2.784.792 Km2 y Tierras Antárticas Argentinas 1.230.000 Km2.

[6] En ese tiempo, el general Juan Domingo Perón –presidente de la Nación Argentina-, impulsaba el movimiento nacional justicialista y se reunía con presidentes del extremo sur de América promoviendo la Unidad Latinoamericana. En 1949, publicó su libro: “América Latina: ahora o nunca”.

[7] El texto que se incluye aquí entre comillas, corresponde a “Síntesis de Nidia Orbea de Fontanini. 16-11-1993.  Redacción elaborada para el “Plan Cultural 1994” del Centromultimedios “Biblioteca de  la Legislatura de Santa Fe”; Programa 3: “Formación Cultural”; Subprograma “Plan de Lectura”.  Con la colaboración del SEPA (servicio de educación por el arte), eran Páginas Voladoras que desde aquel organismo dependiente de una Comisión bicameral Administradora, se distribuían en escuelas de distintos departamentos, eran difundidas en 23 radios de distintas localidades con copias para escuelas y/o diarios a los fines de promover la educación permanente.  En el diario “La Verdad” de Ceres (Dto. San Cristóbal), el jueves 31 de marzo de 1994, reprodujeron el texto completo, con la pertinente aclaración al pie de página: (Autorizada la reproducción por cualquier medio. 1994.)

[8] Necesito expresar que mientras transcribo este texto, la memoria pulsa hacia señales en la primavera europea de 1989.  Ruy Rodríguez Gallo –nieto del coronel Rodríguez Zía-, hijo de Nenucha Gallo residía ya en aquel tiempo en Cataluña (España).  Estábamos en la apacible y bella Lloret de Mar –junto al Mediterráneo- cuando se cumplieron las nueve lunas y nació nuestra única nieta catalana, auténtica: Lucía Fernández Fontanini y fue Ruycito quien nos acercó en automóvil hasta la Clínica de Gerona donde nuestra amada Marta celebraba su segunda maternidad, Josefina abrazaba a su hermanita y Rubén  sonreía…  Sucedió el 20 de noviembre de 1989: Día de la Soberanía Nacional entre los argentinos, conmemoración del 14º aniversario del fallecimiento del General Francisco Franco –de 82 años-, ejerciendo el poder en España desde la finalización de la guerra civil española (1936-1939). ¡Todo es historia de la Historia de la Humanidad! ¡Son más los anónimos, que quienes están reconocidos en las batallas que se libran todos los días… a los fines de vivir y convivir, con justicia y con solidaridad!

[9] Diario “El Litoral” de Santa Fe de la Vera Cruz. Lunes 27 de septiembre de 2004, Primera Sección, p. 18 (última de la edición). Con el título Desde siempre Malvinas, hoy es la Patagonia, publicó el texto que aquí está reiterado entre comillas.

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