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JOSE BARTOLOME PEDRONI – Mas senales en el camino del titiritero-poeta…

Edición de sus primeros poemas.

1920: LA DIVINA SED

Galatxia.

Propósito.

Plegaria.

Siempre sollozamos

Nochebuena.

1942: EL PAN NUESTRO

Carta de Pedroni a Gudiño Krämer.

1955: valoraciones de un amigo.

Carta de Pedroni a Gudiño Krämer.

Congreso Cultural en Chile.

1953: trigésimo aniversario de  “La gota de agua”.

Calma tras “la divina sed”.

1959: Teatro de títeres “Pedro Pedrito”.

1984: Vigencia de José Pedroni.

Historia de la HISTORIA.

Creación del Instituto Provincial de Arte.

En el rumbo de Pedroni y de la educación por el arte.

1996: “Papeles”… de todos.

Carta de Pedroni a Carlos Carlino.

Pedroni celebró treinta años con la poesía.

1992: La casa de Pedroni, en Esperanza.

Edición de sus primeros poemas.

Es frecuente en las personas sentir un ímpetu trasgresor y con autocontrol es posible limitarlo y contenerlo.  En Había una vez… un titiritero poeta – José Bartolomé Pedroni, se incluyen algunos poemas correspondientes a La divina sed que luego calmó La gota de agua, porque la excesiva autocrítica no debe aniquilar el derecho de los lectores.  A partir de la fotocopia de un ejemplar de aquel primer libro, dedicado por él poeta a su hermana, que llegó a mis manos por la generosidad de otra amiga del alma: la escritora Adelia Brunetti ¡maestra de sencillez y de perseverancia! y después de imaginar la sonrisa benévola con que don Pepe Pedroni perdonaría la travesura, pude transcribir algunas páginas:

1920: LA DIVINA SED

“Entre poetas continúa circulando el primer libro de JOSÉ BARTOLOMÉ PEDRONI: ‘LA DIVINA SED’ con una dedicatoria: A AMADEO F. QUIROGA.  Su firma confirma los dos nombres: José B. Pedroni.  Hay una fecha: 13/2/20.   [1]

Es límpido.  Es bello.  Es palabra y sentimiento de PEDRONI.  Es insoslayable: ¡es su primer libro!

‘LA DIVINA SED’ llegó en la mochila de los recuerdos de Patricia de Donatis y Adelia Brunetti.  Ellas exaltan la obra de Pedroni en sus frecuentes encuentros reveladores de la excelencia de la educación por el arte de vivir y convivir.

Las páginas de Pedroni cruzaron el Paraná como el lejano eco de una catarata para extenderse como un bálsamo de agua fresca sobre su extensa, fecunda y amada llanura.

Los sedientos enamorados de todos los tiempos, guardarán su poesía en el íntimo cántaro de las alabanzas perdurables.  Su canto renace aquí, para regocijo del espíritu:

Galatxia

 Aquella mujer grande, rubia y bella

que me besó una noche y en el sueño

me prometió el azul,

¡yo sé que era una estrella!;

por eso siempre voy en busca de ella

por la Vía Láctea inmensa de mi ensueño.

Propósito

Tiene un color de gloria y una buena

fragancia tímida a jazmín el cielo

tu pañuelito mío en cuyo vuelo

está tu nombre favorito: ELENA.

La forma de tu nombre que a una vena

de relieve ducal finge, o al rastro

furtivo de una lágrima que al astro

de tus pupilas inmoló la pena.

Y ahora, escúchame: Si un día fuera

que en desafío por tu miel querida

en el pecho, de muerte, alguien me hiriere

busca tu pañuelo y en mi herida

aplícalo por venda hasta que muera

para dejarte en él toda mi vida.

Plegaria

Cómo nos querías, cómo nos querías,

buena hermana nuestra, cuando tú vivías,

¡cómo nos querías!

Siempre te lloramos,

amorosamente…

Siempre sollozamos

                            Siempre sollozamos

tu silencio augusto, misterioso, amargo,

en las horas graves de tu vuelo largo

por lejanos cielos…

                            Siempre te lloramos

silenciosamente, y nos preguntamos,

temerosamente, como en inconsciencia,

si ha de hacerse eterna tu sentida ausencia.

Y nos preguntamos, todos tus hermanos,

si en nuestras cabezas tus queridas manos

como lirios tibios ya no han de enredarse;

si nuestras esperas han de prolongarse

infinitamente…

                Oh, por qué no vienes

a posar de nuevo sobre nuestras sienes

tus amados labios húmedos y rojos

de insonoros besos…

                Oh, por qué tus ojos

ya no nos alumbran las rebeldes sendas,

y por qué tus manos no colocan vendas

sobre nuestras llagas…

                Nuestras manos pálidas

en la sombra tiemblan y como crisálidas

buscan el regazo de la hermana aquella

que entibió sus alas con calor de estrella,

y las almas nuestras ya sin el beleño

de tu voz preclara, como en un gran sueño

se han quedado inmobles, se han quedado yertas,

frágiles y blancas como novias muertas.

Ya hace un año hermana, que sin la ambrosía

de tus versos buenos y sin la alegría

de tu risa dócil y tu suave canto,

como un vaso débil se rompió el encanto;

y hubo de repente sobre nuestros huertos

un olor de rosas y jazmines muertos.

Ya hace un año Ercilia, que el Dolor alarga

para que bebamos una hiel amarga

que disgusta el alma…

                            Oh, por qué no vienes

con el agua dulce que tú sola tienes

como amable néctar en tu cantimplora.

Oh, por qué no traes, princesilla mora,

otra vez las linfas para tus hermanos

en los huecos tibios de tus buenas manos.

Ya hace mucho tiempo que aquí todo llora,

que aquí todo llama, que aquí todo implora

silenciosamente…

    Oh, tu cantimplora

llena de agua dulce, princesita mora!

Ya hace mucho tiempo que en las noches calvas

nuestras almas claman tus amadas albas,

y que en la nostalgia nuestro huerto espera

el retorno amable de tu primavera.

…………………………………………

Cómo nos querías, cómo nos querías,

buena hermana nuestra cuando tú vivías…

Nochebuena.

Princesa del divino imperio azul, quién

besara tus labios luminosos!  Darío.

Y dijo la abuelita del diente solitario

y la peluca gris:

– A medianoche,

por aquel vidrio roto, entrará a vuestra alcoba

el luminoso coche

de las siete cabrillas que tira el dromedario

de la gran joroba…

¡Nietos, poned los zuecos!

que del cielo ya bajan en armonioso coro

los ángeles alados de las cornetas de oro

cargados de muñecos.

¿No oís rumor de alas? Pronto… pronto… ya es hora

de pedirme las cosas que os traerá la Aurora.

    Y dijo la pequeña:

                                                    -Abuela, yo me muero

por una gran muñeca que acaricie y que duerma,

que no llore, que ría, que me diga – “¡Te quiero!”

y se haga la enferma…

                                                    -Yo quiero un mono, un gato

y un conejo parlante.

                                                    -Yo una rana y un pato.

– Yo quiero un elefante.

                                                    “¿Y tú, qué caramelo?”

interrogó la vieja y acarició la blonda

melena del más grande que con mirada honda

por la ventana abierta se confesaba al cielo.

    Y dijo pensativo:

                                                    – Aquella luz, aquella

que está arriba, abuela, tan pálida, tan bella,

que me la traigan…

        • ¡Loco, si eso es una estrella!

 

Recorrer con la mirada esas páginas permite desatar antiguos lazos.  Pedroni dedicó ese libro a Amadeo F Quiroga, el 13 de febrero de 1920 y en ese acto se trasunta el regocijo del joven poeta ante ese primer aleteo literario.

1942: EL PAN NUESTRO.

Su amigo Luis Gudiño Krämer ha señalado que en ese libro, “Pedroni trata de ver lo que pasa a su alrededor. Él vive en la primera colonia agrícola del país, en Esperanza, y trabaja desde hace varios años como contador en una fábrica de arados.  Allí en Esperanza han crecido sus hijos y ha echado raíces profundas el noble amor de Gracia Plena.  Pedroni se refiere a la invasión gringa, y canta a los primeros pobladores; después a la fábrica, al fuego, a la rueda esmeril de la fábrica; a un arado, a la lluvia.   Casi al final hay una carta para Carlos Carlino” -el poeta que “desde San Fabián, en el centro de Santa Fe”, en sus versos “transparenta un profundo descontento y desprecio por las formas de vida rutinaria en los pueblos chicos de la campaña” y “en algún poema aparece el resentimiento del hijo de gringo, tratado despectivamente por el criollo, hasta que exalta la mezcla de corrientes que dará el tipo nuevo, sin mácula, limpito como un níquel, apenas acuñado

Pedroni en esa carta expresa:

Como yo, tú eres santafesino

poetas ambos de la tierra del lino.

Cantámosla en su verdad pasada

el nono piamontés

que en honor de la nona bienamada

que era la propia mies,

sembróla en oro por la tierra arada,

hasta morir en paz;

y el buen nono lombardo

que a cuchara y martillo

edificó su casa y treinta más,

sin perder un ladrillo.

 

Destaca don Luis, que su amigo José –Pepe Pedroni-,  “concluye este libro con un cartel que proclama:

“Mujer: ama al obrero, el de las manos;

ámale en su simpleza, sin rubor;

ámale con todo tu amor.

Con él tendrás hijos sanos.”

 

La mirada de Gudiño Krämer detecta otros planos y leal con sus íntimas convicciones advierte: “Puede dársele a este cartel una latitud mayor que su directo significado.  El hijo sano, aun tratándose del obrero de fábrica que vive de su salario estricto, sin mayor posibilidad de costearse comodidades o regalos, lo es por ser un hijo del trabajo y no de clases parasitarias, generalmente decadentes.  Pero la verdad es que este obrero robusto y sano que Pedroni descubre en 1942 es el herrero, el labrador, el panadero, el carpintero, el fogonero, el marinero, el albañil rubicundo, el hojalatero, el jardinero, el pescador y el pintor… Son artesanos de la primera burguesía  floreciente y no los obreros y las obreras, los asalariados.  Aquellos artesanos llegaron a tener su casita propia, y algunos hicieron fortuna, pero no son los obreros que luchan en los sindicatos por obtener diez centavos de mejora en sus salarios y pasan hambre en sus huelgas.  No figura en este libro el peón de chacra, ni el criollo que enseñó a uncir los bueyes a los gringos de la invasión, acarrearon los cereales y pusieron sus fuerzas al servicio de los nuevos patrones”.  [2]

(Hay que tener en cuenta que don Luis había vivido esas realidades –cumplidos los veinte años aproximadamente…- porque trabajaba en una estancia y era el tiempo de su enamoramiento de Clorinda Pucheta –Adriana Ruiz, titiritera y poeta-, luego su leal esposa.  Como ha dicho José Luis Víttori: “… el primer amor, el definitivo, el centro de sus fidelidades.”  En el trienio 1929-1932, don Luis fue chacarero por cuenta propia, disponiendo de doscientos cincuenta hectáreas que dejó de explotar cuando no pudo superar la crisis.  Su amistad con don Luciano Molinas le permitió cambiar de oficio: de chacarero pasó a ser funcionario hasta que una intervención determinó otro cambio de rumbo, hasta que en 1938 ingresó al diario “El Litoral” por iniciativa de su fundador, don Salvador Caputto.)

1953: señales sobre la llanura luminosa…

En 1953 el poeta José Bartolomé –Pepe- Pedroni soportó un infarto, un indicio inesperado de alguna fatiga disimulada y la primera huella de una silenciosa afección que culminó en “su más alto vuelo” el 4 de febrero de 1968, cuando “el arrullo del mar, fue cómplice del último suspiro del distinguido poeta santafesino”.  [3]

Con motivo del trigésimo aniversario de la edición de La gota de agua, en Esperanza se organizó un homenaje.  En esas circunstancias, su amigo Gudiño Krämer reconoció que “a esta altura de su labor poética”, Pedroni “es un poeta nacional de raíz santafesina, y los jóvenes sencillos, la gente bien orientada hacia la belleza de una vida sana y pura, lo consideran como un poeta humano, que infunde optimismo y crea confianza en la vida.  Sus últimos poemas, dentro de su particular acento melódico y su tierno lirismo, están inspirados en la actualidad, en la lucha del hombre por alcanzar la paz y su mayor felicidad.”

Carta de Pedroni a Gudiño Krämer…

En ese tiempo, la correspondencia era el medio más efectivo para lograr una oportuna comunicación y en la primera quincena de abril de 1953, cuando el otoño cubría con frágil hojarasca de sauces y de ceibos, los llanos caminos del hombre del litoral, Gudiño Krämer le escribió apenas unas líneas al poeta de Esperanza.  Dos días después, Pedroni le contestó con sutil ironía:

“Querido Gudiño:

Recibí su carta del 14 del corriente, que se compone exactamente de cuatro líneas irregulares que afectan la forma de un alambrado de corral criollo, de púa naturalmente.  Usted cada vez escribe menos, y cuando lo hace, dice palabras en clave -se me ocurre que para que le cobren menos-, y que se arregle el destinatario.  Si va a seguir ese procedimiento, me avisa, que voy a preparar un código privado, de frases largas, condensadas en monosílabos sin sentido; con lo cual usted podrá decirme algo cuando me escribe, sin mayor gasto de tiempo.  ¿O es que está ensayando para ministro?”

El suspicaz poeta retribuía a don Luis su singular forma de comunicación y en su respuesta soltaba sus claves mediante oportunas metáforas.  “Descifrado su cable” le informa sobre una próxima edición; confirma haber recibido los “últimos números” de “Propósitos” y destaca que “en el del día 2 de abril” le “parecen muy buenos, entre otros, dos artículos de Barleta -que está hecho un héroe-”, al referirse “a los poetas pesimistas y amargos que ya cantan su propio responso”; notas que Pedroni reconoce “vigorosas y justas” y que “dan en el blanco”. Es interesante la profunda mirada del poeta sobre esas publicaciones:

“Además, no tienen errata alguna, lo cual permite leerlas con gusto.  Se ve que los artículos de ellos los soplan bien… Nosotros, los de tierra adentro, que nos arreglemos y rasquemos como podamos.  Y en cuanto a los poetas, que aprendan a escribir oscuramente. ¿Acaso en poesía no es siempre mejor lo que se adivina?  Hágame el favor de decirle a Barletta que vuelva a publicar, como se lo he pedido, mi Mesa de la Paz, que es lo mejor que yo he hecho en los últimos tiempos.  Cuado la dieron por primera vez, apareció como si le hubieran tirado una bomba: un pie por aquí y otro pie por allá.  Son pacifistas, pero no con los poemas.  Le tienen rabia al verso!”

Sigue el poeta su carta con un recuerdo emocionado al corredor Marcilla:

“…Me conmoví al saber que la gente anónima ponía flores al pie de la columna donde el corredor se abrazó a la muerte.  Era, además, el buen muchacho, un ejemplo de conducta cívica.  Me informé también -no puedo asegurarlo- que se hacía alrededor de su nombre un silencio injusto.  La organización radial procuraba no nombrarlo.  Todo esto me consternó y me soliviantó en la emoción y la pena, y finalmente compuse esas cuatro líneas que le envío y que espero le agraden.  Los muchachos de Esperanza, vecinos míos, dirigente del Club Ciclista (tales son mis buenas amistades, y me siento muy feliz de tenerlas!) me pidieron el poema y lo mandaron a ‘El Gráfico’, con una carta.   Allí lo mandarían al canasto.  No ha aparecido hasta ahora, por lo menos.  En ‘El Gráfico’ creo que anda metido un sacerdote de apellido Vigil, amante de la paz celestial y de los pesos, y como yo soy partidario de la paz en la tierra…”

Esos puntos suspensivos son una invitación a la pausa para comparar y es probable que en los últimos años del siglo, los hombres de palabra -como los ha reconocido Víttori-, sigan padeciendo incertidumbres semejantes y silencios nunca deseados.  [4]

Pedroni expresa en esa carta, que se estaba organizando en Chile el “Congreso Cultural Americano” y transmite su sorpresa al no haber visto el nombre de Gudiño Krämer entre los adherentes y en esa carta se lo comunicó.  En el párrafo siguiente el poeta alude a un poema suyo sobre “Santa Fe la vieja” que le había enviado a don Agustín Zapata Gollán y que por sugerencia suya, luego remitió a “La Nación” aunque Pedroni insistía en “el malestar que tenía con el diario porteño por aquel silencio con la Mesa de la Paz”, que sería reparado con la publicación de ese poema, “el domingo 19” de acuerdo a las noticias enviadas por expreso por el escritor Eduardo Mallea, director de las páginas literarias de ese diario.  Es fácil conjeturar cómo estaría alerta don Pepe esperando la llegada de los diarios del domingo para comprobar si se había cumplido la promesa.  Lo que es imposible prever, es cómo terminó el poeta aquella carta:

“Todo esto fue motivo para que yo le enviara a don Agustín una copia del poema ‘canasteado’.  Zapata me dijo textualmente: ¡Qué lástima, tan lindo el poema!  Ya ve -le respondí-, y saque usted las conclusiones. A mi ver, esa gente está descaminada, etc.  Conviene que la gente se vaya enterando de estos entretelones que ponen al descubierto el alma de los grandes diarios.

Estoy, en este momento, trabajando en un pequeño poema sobre Las Malvinas, que así se titula el trabajo.  Me he leído un par de libros, y hasta ahora no he hecho más que una estrofa.  Estoy empantanado; pero soy porfiado.  Me sucedió lo mismo con el Canto al Camionero Nocturno.  Tenía todo el mundo en contra. ¡Qué tema! -me decían-  Hubo quien agregó: Pero si los camioneros son unos antipáticos…

Ahí va la primera estrofa del verso malvinero:

 

Tiene las alas salpicadas de islotes,

Es nuestra mariposa del mar.

La patria la contempla desde la costa madre

con un dolor que no se va”.

Bueno, esta larga carta es para que aprenda a escribir largamente cuando se dirija a este amigo.  No me venga con cuatro gritos.

Reciba un fuerte abrazo de su amigo, y que le vaya bien por la Capital.  Saludos a Da. Clorinda, míos y de Elena.      José Pedroni.”

En consecuencia, es coherente la valoración que Gudiño Krämer expresa en aquellas circunstancias acerca de la poesía pedroniana, porque realmente “canta al camionero nocturno, al corredor de automóviles que se mata en un camino de la provincia y a quien lloran los hijos de su pueblo. Es un héroe popular y el poeta encuentra para exaltarlo la palabra adecuada y la imagen sensible.  Pedroni puede soñar, también con el porvenir de la humanidad y así escribe ‘El edificio’, o recoge una inquietud patriótica, como en ‘las Malvinas’.”

1955: valoraciones de un amigo…

En ese tiempo, el narrador y crítico de arte don Luis Gudiño Krämer, continuaba su trabajo sobre Escritores y Plásticos del Litoral y después de introducir en el análisis de los aportes de Los hombres del 53, alude al prólogo de Leopoldo Lugones en Gracia Plena de Pedroni.  Recordó que desde la metrópoli, “Lugones dice: ‘No hay color local en el libro de Pedroni.  Hay algo mejor y es la mucha alma de patria joven, dichosa y fuerte’.  Y agrega el maestro: ‘Todo poeta que en un país como el nuestro ennoblezca por el canto el sano amor, la dicha familiar, la gloria del esfuerzo, la santidad de la vida amada por buena y por hermosa, la fraternidad de las cosas sencillas y primordiales: así la tierra, lozana como una madre joven, en las mejillas de la fruta y en el aseo de la hierba peinada, así el agua tan limpia de conducta que al mismo lodo que la enturbió, lo va lavando; así la luz len la flor de oro del sol; así el aire en el ala fresca del viento; un poeta, digo, que eso sepa cantar, merece bien de la patria…”  Reflexiona don Luis acerca de “ese elogio, el reconocimiento de una etapa dichosa para el inmigrante que enriquece” y compara con otro elogio de Lugones “al Martín Fierro, también, que en su realismo denuncia la terrible situación social del nativo, del criollo o gaucho”.  Don Luis se interroga y responde: ¿Cuál, dentro de esta valoración, merece el bien de la patria?…  ¿Pero, este cuadro idílico, es verdadero? ¿Es así de santa y limpia la vida del agricultor de estos tiempos de Pedroni y de Lugones? No.  Todo esto es un reflejo parcial de un viejo sueño que realizan al menos, los que triunfan y hacen trabajar a los otros.  Pero el ámbito real es distinto.  La mortificación del hombre de trabajo es incesante.  La patria joven se debilita porque la colonización se ha hecho sin expropiar el latifundio”.  En esa conclusión, converge el criterio de otros escritores.  Así lo ha expresado el gigante de las letras, Gastón Gori; en sus libros y en frecuentes conferencias que por lamentable omisión no han sido grabadas o impresas; así lo ha percibido -a la distancia…- quien escribe estas líneas.

Carta de Pedroni a Gudiño Krämer.

En la primera quincena de abril de 1953, cuando el otoño cubría con frágil hojarasca de sauces y de ceibos, los llanos caminos del hombre del litoral, Gudiño Krämer le escribió al poeta residente en Esperanza y dos días después -el 16 de abril-, Pedroni le contestó:

“Querido Gudiño:

“Recibí su carta del 14 del corriente, que se compone exactamente de cuatro líneas irregulares que afectan la forma de un alambrado de corral criollo, de púa naturalmente.  Usted cada vez escribe menos, y cuando lo hace, dice palabras en clave -se me ocurre que para que le cobren menos-, y que se arregle el destinatario.  Si va a seguir ese procedimiento, me avisa, que voy a preparar un código privado, de frases largas, condensadas en monosílabos sin sentido; con lo cual usted podrá decirme algo cuando me escribe, sin mayor gasto de tiempo.  ¿O es que está ensayando para ministro?”

El suspicaz poeta retribuía a don Luis su singular forma de comunicación y en su respuesta soltaba sus claves mediante oportunas metáforas.  “Descifrado su cable” le informa sobre una próxima edición; confirma haber recibido los “últimos números” de “Propósitos” y destaca que “en el del día 2 de abril” le “parecen muy buenos, entre otros, dos artículos de Barleta -que está hecho un héroe-”, al referirse “a los poetas pesimistas y amargos que ya cantan su propio responso”; notas que Pedroni reconoce “vigorosas y justas” y que “dan en el blanco”. Es interesante la profunda mirada del poeta sobre esas publicaciones:

“Además, no tienen errata alguna, lo cual permite leerlas con gusto.  Se ve que los artículos de ellos los soplan bien… Nosotros, los de tierra adentro, que nos arreglemos y rasquemos como podamos.  Y en cuanto a los poetas, que aprendan a escribir oscuramente. ¿Acaso en poesía no es siempre mejor lo que se adivina?  Hágame el favor de decirle a Barletta que vuelva a publicar, como se lo he pedido, mi Mesa de la Paz, que es lo mejor que yo he hecho en los últimos tiempos.  Cuado la dieron por primera vez, apareció como si le hubieran tirado una bomba: un pie por aquí y otro pie por allá.  Son pacifistas, pero no con los poemas.  Le tienen rabia al verso!”

Sigue el poeta su carta con un recuerdo emocionado al corredor Marcilla:

“…Me conmoví al saber que la gente anónima ponía flores al pie de la columna donde el corredor se abrazó a la muerte.  Era, además, el buen muchacho, un ejemplo de conducta cívica.  Me informé también -no puedo asegurarlo- que se hacía alrededor de su nombre un silencio injusto.  La organización radial procuraba no nombrarlo.  Todo esto me consternó y me soliviantó en la emoción y la pena, y finalmente compuse esas cuatro líneas que le envío y que espero le agraden.  Los muchachos de Esperanza, vecinos míos, dirigente del Club Ciclista (tales son mis buenas amistades, y me siento muy feliz de tenerlas!) me pidieron el poema y lo mandaron a ‘El Gráfico’, con una carta.   Allí lo mandarían al canasto.  No ha aparecido hasta ahora, por lo menos.  En ‘El Gráfico’ creo que anda metido un sacerdote de apellido Vigil, amante de la paz celestial y de los pesos, y como yo soy partidario de la paz en la tierra…”

Esos puntos suspensivos son una invitación a la pausa para comparar y es probable que en los últimos años del siglo, los hombres de palabra -como los ha reconocido Víttori-, sigan padeciendo incertidumbres semejantes y silencios nunca deseados.  [5]

Congreso Cultural en Chile

En ese tiempo se estaba organizando en Chile el “Congreso Cultural Americano”; a Pedroni le sorprendió no haber visto el nombre de Gudiño Krämer entre los adherentes y en esa carta se lo comunicó.  En el párrafo siguiente el poeta alude a un poema suyo sobre “Santa Fe la vieja” que le había enviado a don Agustín Zapata Gollán y que por sugerencia suya, luego remitió a “La Nación” aunque Pedroni insistía en “el malestar que tenía con el diario porteño por aquel silencio con la Mesa de la Paz”, que sería reparado con la publicación de ese poema, “el domingo 19” de acuerdo a las noticias enviadas por expreso por el escritor Eduardo Mallea, director de las páginas literarias de ese diario.  Es fácil conjeturar cómo estaría alerta don Pepe esperando la llegada de los diarios del domingo para comprobar si se había cumplido la promesa.  Lo que es imposible prever, es cómo terminó el poeta aquella carta:

“Todo esto fue motivo para que yo le enviara a don Agustín una copia del poema ‘canasteado’.  Zapata me dijo textualmente: ¡Qué lástima, tan lindo el poema!  Ya ve -le respondí-, y saque usted las conclusiones. A mi ver, esa gente está descaminada, etc.  Conviene que la gente se vaya enterando de estos entretelones que ponen al descubierto el alma de los grandes diarios.

Estoy, en este momento, trabajando en un pequeño poema sobre Las Malvinas, que así se titula el trabajo.  Me he leído un par de libros, y hasta ahora no he hecho más que una estrofa.  Estoy empantanado; pero soy porfiado.  Me sucedió lo mismo con el Canto al Camionero Nocturno.  Tenía todo el mundo en contra. ¡Qué tema! -me decían-  Hubo quien agregó: Pero si los camioneros son unos antipáticos…

Ahí va la primera estrofa del verso malvinero:

 

Tiene las alas salpicadas de islotes,

Es nuestra mariposa del mar.

La patria la contempla desde la costa madre

con un dolor que no se va”.

Bueno, esta larga carta es para que aprenda a escribir largamente cuando se dirija a este amigo.  No me venga con cuatro gritos.

Reciba un fuerte abrazo de su amigo, y que le vaya bien por la Capital.  Saludos a Da. Clorinda, míos y de Elena.      José Pedroni.”

Durante ese otoño el poeta José Pedroni estaba recuperando su salud.  El 31 de julio, envió otra carta al “Señor Luis Gudiño Krämer. Querido Compañero”, advirtiéndole sobre la responsabilidad que tendría, como encargado de hacer cumplir su última voluntad y de cuidar sus bienes.  Escribió Pedroni:

“Ya sabe que usted es mi albacea.  En tal carácter, y si por este antipático frío austral acaba conmigo, le envío Las Malvinas, ese humilde poemita mío al que la prensa seria parece tenerle miedo.   A tantos años de Martín Fierro, y en una hora que no es de paz sino de generosa guerra por la causa del hombre, hay todavía quienes no quieren que el poeta ‘cante opinando’.  La consigna de esta gente es la de ‘no comprometerse’; la orden que mandan observar es de una desaprensión que saca la piel de gallina: ‘Dejad que los otros se rompan el alma.  Mientras, cantad a la luna empobrecida de sangre, a la margarita de los caminos que el viento deshoja y a los cenobitas de la edad media que duermen en sarcófagos pesados y sordos?.  Los temas tiene que proponérselos el poeta, para lo cual lo más indicado es ladearle la cara al pueblo de ojos suplicantes, al semejante, e ir a hablar con las vacas.

Entonces uno se envuelve en una ropa larga y suelta, sin mangas, que permita hablar mal de las espinas del camino, y con paso nocturno lánguido, fija la mirada en la lejanía, con desprecio de la realidad circundante, avanza majestuosamente hacia el animal que pace o hacia la blanca roca que sobresale del suelo , para exclamar: Oh, vaca; oh roca (no se arriesga nada con la elección, porque una no habla y la otra no se mueve, sólo tú me comprendes).  Inmediatamente después uno se sienta sobre la hierba muelle, busca por el aire el tema formidable, y ¡zas! comienza el soneto, en cuyo último terceto las palabras ‘mala suerte’ y ‘pálida muerte’ deben encontrarse.  Además se hacen cosas maravillosas, decidiéndose a no comprender el mundo, a hacerse el loco, a hablar mal de los hombres, a decir que la humanidad no tiene remedio, que el hombre es un mal sujeto, que la vida no vale la pena vivirla y otras macanas por el estilo.  Después usted junta todo eso, hace un libro y se lo dedica a algún difunto.  ¡No meterse con los vivos y con los que quieren vivir!  La dicha está en el más allá.  Resignación y desentendimiento.  Esta es la fórmula.  O también aquella otra, un poco más egoísta: Después de mí, el diluvio.

Verdaderamente es una lástima no poseer eso que podría llamarse la aptitud de la locura.  Porque vea que hay algunos, muchos, que saben hacerse los locos o los zonzos, ya lamentablemente, no tenemos esa habilidad, y como el personaje martinferriano, no podemos sacar las patas de la güella, aunque vengan degollando.  Es nuestro destino. ¡Nuestro noble destino, amigazo!

Y chau, porque si continúo voy a empezar a decir macanas.

Su amigo invariable.    José Pedroni”.

1953: trigésimo aniversario de  “La gota de agua”.

Se impone recordar otros hechos vinculados al poeta Pedroni.  En 1953 se celebró el trigésimo aniversario de la edición de La gota de agua que como demostraron sucesos posteriores, llegó justo para saciar la sequedad de la divina sed.  Entre las costumbres de los argentinos se mantiene inalterable la de confirmar que “el mérito es el náufrago del alma que vivo se hunde, pero muerto flota” aunque a veces -mejor es que así sea- los reconocimientos son en las vísperas, cuando alguna enfermedad confirma el último tramo de una perceptible agonía.  Desde Esperanza se proyectó el canto del poeta y al mes siguiente su mensaje fue reproducido en el semanario “Propósitos” de Buenos Aires, donde Leónidas Barletta era vigilante protector de esa ejemplar caja de resonancia.

Calma tras “la divina sed”…

En realidad, Pedroni publicó sus primeros poemas en 1921 con el título La divina sed, libro que él consideró después como un folleto y que como lo reitera su esposa Elena Chautemps, “excluyó de sus obras completas.  Tampoco lo quiso reeditar solo.  Lo veía con influencias de Vargas Vila, autor muy amargo de moda por aquellos años”.· Pedroni en una carta a su amigo el poeta José Portogalo, el 3 de febrero de 1953 alude a ese tiempo y relata una anécdota relacionada con la edición de su segundo libro –La gota de agua-, editado y premiado: “Mi padre, que hasta entonces no había dicho una palabra, tomó el ejemplar que yo le había dedicado, lo puso debajo del brazo y se llegó hasta la cantina del barrio, en Rosario, donde se reunía comúnmente con algunos amigos a jugar a las cartas.  El viejo se iba a tomar el correspondiente desquite; a pasarle a sus compañeros por las narices, el libro del mal hijo, de ‘ese hijo poeta’ que acababa de consagrase.  El hijo discutido dejaba de ser una vergüenza.  Mi padre también había estado esperando, como mi madre, como todos…

(Estas aproximaciones a los vastos espacios recorridos por Pedroni, se concretan por el esfuerzo de Jorge Isaías.  En 1984 comenzó a revisar algunos papeles conservados en el archivo histórico de los santafesinos y recién doce años después se concretó la proyectada edición.  La honestidad intelectual de Isaías se percibe una vez más, cuando reconoce la cooperación del poeta César Actis Bru, con quien en ese tiempo exactamente en el mismo ámbito aprendí a distinguir otros límites entre lo posible y lo imposible.  César contribuyó a encauzar algunos proyectos y en una de aquellas inolvidables mañanas cuando mi terquedad insistía en eliminar algunas tradiciones burocráticas -antiguas costumbres de algunos personajes de la política que tienen cualidades semejantes a las del corcho-, él con prudencia sólo me contestó:  así como es prácticamente imposible juntar el agua del mar con una cuchara, más aún lo es hacerlo como veo que lo estás intentando ¡con un tenedor!)

1959: Teatro de títeres “Pedro Pedrito”

La señora de Pedroni en 1989 rememoró:  “Esa época de los títeres lo hizo muy feliz, había hecho imprimir papel y sobre para cartas con membrete.  Y escribía a los clubes, a las municipalidades, a las comunas…  Luego las chicas que manejaban los títeres empezaron a noviar y el grupo se fue disgregando.  Yo respiré tranquila.  Pedroni volvía a dedicarse de lleno a su tarea principal: la poesía.”  [6]

1966: Desde Esperanza -el 13 de diciembre-, el titiritero-poeta a pesar de ser “de los que escriben poco” -y también de los que por eso se lamentan sobre todos por ellos mismos-, envió a Córdoba una carta a “Clorinda P. Gudiño Krämer”, su “estimada, inolvidable amiga.”

Reconoce el poeta ser “de los que piensan permanentemente en los seres que están alojados en su corazón, y que mantiene con ellos una suerte de coloquio sin palabras, que a veces duran horas”, como hacemos quienes estamos comprometidos con una vida hogareña que enriquece cada jornada.

Expresa el hombre leal: “Entre estos seres están ustedes, tan queridos, tan admirados, que un día se fueron a otra provincia y me dejaron una lastimadura que el tiempo no cierra; antes bien, se extiende, y no sé por qué alguna vez yo también participé del pecado de haberlos perdido; de no haber sabido retenerlos.   Me consuelo de mi culpa pensando que siempre ha sido así, a juzgar por lo que dice S. Lucas, en el vers. 24, Cap. IV: ‘En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su patria’.  Con este mismo versículo, consuélense ustedes también de la ingratitud de que han sido objeto por parte de quienes fuimos sus comprovincianos muchos años.”

Esa carta de Pedroni atesoraba palabras para compartir una alegría porque desde su esperanza quiso transmitir a sus amigos otra decisión:  “… por este mismo correo estoy mandando a “El escarabajo de oro” de Buenos Aires, una copia de aquel poema inédito que hace muchos años le dediqué al pequeño Horacio Gigli, uno de sus titiriteros, cuando usted tenía aquel retablillo, en Santa Fe.  Como usted verá, he corregido el poema; tiene alguna ligera variante, que en mi opinión lo favorece.  Me parece que ha quedado bien.  Así lo ve Elena, y ella no se equivoca.”  [7]

(Es interesante reconocer cierta semejanza entre esa afirmación de Pedroni y lo que tantas veces expresa el gigante de las letras Gastón Gori con respecto a su adorable Charito, la inspiradora de varios relatos y de poemas publicados por el sencillo abogado que supo jerarquizar la justicia más allá de los límites del derecho, que acotado por la legislación suele derivar en no deseadas injusticias.)

1984: Vigencia de José Pedroni…

Historia de la HISTORIA

El 10 de diciembre de 1983 el Gobierno de la Provincia de Santa Fe el CPN. José María VERNET.  Designa ministro de Educación y Cultura al Dr. Domingo José COLASURDO, conducía la Subsecretaría de Cultura dependiente del Ministerio de Educación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, el Dr. Jorge Alberto GUILLÉN.

Creación del Instituto Provincial de Arte

El Gobernador creó el Instituto, mediante el Decr. 0232 del 06 de febrero de 1984, “visto la necesidad de atender integralmente la acción cultural que desarrolle el gobierno y de formular las pautas orientadoras que permitan interpretar el conjunto de los valores estéticos y creativos que surgen espontáneamente de la comunidad” y en el art. 1º indica que “tendrá como finalidad fundamental:

  1. a) Atender y despertar vocaciones artísticas.
  2. b) Capacitar y perfeccionar al personal docente.
  3. c) Preparar los cuadros de ingreso a los distintos organismo específicos (música, etc.) dependientes del Ministerio de Educación y Cultura de la Provincia como así también la demanda de promotores y trabajadores de la cultura en Municipalidades y comunas.

(Se utilizaron negritas para destacar su relación con el proyecto enunciado por Pedroni en Bariloche, en diciembre de 1964 en el Congreso Nacional de Directores de Cultura convocado por la Dirección Nacional de Cultura, y ejecutado durante su gestión.)

[Agrego en el penúltimo mes del siglo veinte: Jorge Campana hace un año logró que Ediciones Culturales Santafesinas publicara su trabajo titulado “JOSÉ PEDRONI – Un poeta en la función pública” e incluyó una fotografía: “José Pedroni y su esposa Elena Chautemps acompañados por Jorge Campana en el Congreso de Cultura de Bariloche”.]

 

Primer Director del IPA – Instituto Provincial de Arte “José Pedroni”.

Profesor Norberto Victorio ZEN (Designación: Disp. Nº 10 SSC -27-02-84)

de reconocida trayectoria en el ámbito nacional y un propulsor de actividades de investigación en distintas áreas de educación por el arte.  Es oportuno “conocer para reconocernos”.  En notas se incluyen algunas referencias acerca de este esperancino amigo de la familia Pedroni, sobrino de Ermelinda Josefina Zen esposa de Ricardo Borla.  Este matrimonio –amigos a perpetuidad de los Pedroni-, apoyó la iniciativa de creación del teatro de títeres “Pedro Pedrito” en 1959, como lo recordó la esposa del poeta al ser entrevistada por Jorge Isaías en noviembre de 1989, cuando fue “huésped de Esperanza por un par de días gracias a una amable invitación de la Secretaría de Cultura Municipal, de resultas de una charla sobre la experiencia de su viaje a España…”  En esa circunstancia el poeta rosarino dialogó con la señora de Pedroni y en Papeles inéditos de Pedroni se incluyen algunos comentarios relacionados con aquellos proyectos.  Refiriéndose al teatro de Pedro Pedrito destacó que “fue una etapa donde esta actividad lo absorbió mucho.  Tanto que casi dejó de escribir, cosa que me preocupó mucho.  Íbamos con la señora de Borla, que era el otro director del teatrito. Íbamos por todos los pueblos… Nosotros hacíamos los vestiditos a los títeres y hasta llegamos a fabricarlos íntegros”.  Ante la consulta de Isaías acerca de si Pedroni había escrito una obra de títeres, la indulgente doña Elena manifestó: – Sí.  A pedido del profesor Zen, en la gestión del doctor Guillén iba a ser editado por la Subsecretaría de Cultura de la provincia de Santa Fe.  Decidimos incluso resignar los derechos para que sea editado, pero aún no tuvimos esa alegría.” [8]

En el rumbo de Pedroni y de la educación por el arte…

En abril de 1984 en la Subsecretaría de Cultura de la provincia se impulsó “un programa dinámico e integrador de las áreas de Educación y Cultura para que mediante la Educación Permanente los destinatarios sean los integrantes de la comunidad debidamente organizados;”  (segundo párrafo de la Res. Nº 322 del 6 de abril de 1984 firmada por el ministro Dr. Domingo José Colasurdo, resolviendo: 1º) –Encomendar a la señora Nidia A. G. Orbea de Fontanini… las funciones de Coordinadora del Proyecto de Integración de las áreas de Cultura y Educación, con dependencia de la Subsecretaría de Cultura”…

(Incluyo en este paréntesis, lo leído en un interesante trabajo de Jorge Campana, titulado “Crónica sobre Política Cultural de los gobiernos santafesinos” – Ediciones Culturales Santafesinas;  Subsecretaría de Cultura, Gobierno de Santa Fe, en la pág. 165:  “Se concretó el proyecto de integración entre Educación y Cultura por la necesidad de ‘revertir en forma inmediata la concepción vertical-lineal del sistema liberal imperante hasta el 10 de diciembre pasado, estableciendo un adecuado programa dinámico e integrador de ambas áreas para que mediante la Educación Permanente los destinatarios sean los integrantes de la comunidad debidamente organizada” (sic, léase organizados) y anota (Resolución Nº 322/84)

El 25 de junio de 1984, con la presencia del Subsecretario de Educación D. Horacio COLOMBERO y autoridades de la Federación de Cooperadoras Escolares -Dto. La Capital-, es firmado el CONVENIO entre ambas subsecretarías y la mencionada institución, para la realización de los programas estructurados por la mencionada Coordinadora de áreas, entre otros:

  1. “Campaña del libro y su contenido”
  2. “Semana del escritor” (Disp. Nº 74/84 SSC)
  3. “Proyecto Cultural sobre Ecología” (Disp. Nº 75/84 SSC)
  4. “El mundo de los títeres”
  5. “Seminario de Educación por el Arte” – (Disp. Nº 84/84 SSC)
  6. “Octubre: mes de la familia”.
  7. “Encuentros de teatro”.
  8. “Noviembre: Historia y soberanía”
  9. … “Semana de la Música”

                                  

 … la vasta obra de PEDRONI sirvió como soporte didáctico en esas actividades.

(Es oportuno incluir más información de Jorge Campana, en la citada página: “En tal sentido se trabajaron numerosos planes de acción de los que detallaré sólo algunos, como ejemplo, dado lo extenso que resultaría exponerlos a todos. / Se convocó a los docentes a participar del “Seminario de Educación por el Arte” realizado los días 24, 25 y 26 de setiembre de 1984.  El curso intentó incorporar nuevos métodos de enseñanza-aprendizaje encauzando valores estéticos y creativos relacionados con el arte en particular y tendientes a despertar y atender vocaciones.  El éxito alcanzado obligó a ampliar las sesiones de trabajo durante los días 27 setiembre y 15  de octubre.  El Seminario fue coordinado por la Dirección del I.P.A. (Instituto Provincial de Arte) recientemente creado. / En la semana del niño, conjuntamente con Educación y Cultura, se concretó el programa ‘El mundo de los títeres’ para Escuelas Pre-primarias y Primarias, desarrollándose la temática de la importancia del títere en la educación, el juego con muñecos para los alumnos y el intercambio de las experiencias recogidas por los grupos titiriteros participantes.” p.186

 

Algunos papeles inéditos de José Pedroni, fueron seleccionados por Jorge Isaías en 1984, cuando el Dr. Jorge Alberto Guillén impulsaba el proyecto cultural que se truncó con su inesperado y lamentable fallecimiento, en su despacho, el lunes 2 de septiembre de 1985.

Así lo reconoce Isaías en el prólogo: “El material que hoy el lector tiene entre sus manos es el fruto de una investigación que realicé durante el año 1984 en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe, concretamente en el Archivo Pedroni, cuyo contenido fue donado inteligentemente por su viuda y que ha ido acrecentándose con nuevas aportaciones en estos últimos años según crece la bibliografía sobre la obra del ilustre santafesino”.  [9]

Era el tiempo de mis primeras experiencias directas en zonas tan próximas al poder.  Alguna vez dialogué con el poeta Jorge Isaías en Rosario, cuando Jorge decidía la oportunidad y el motivo de esos viajes tendientes a lograr una mejor comunicación…  Sólo lo conocía desde su obra y más que por sus libros, por esas colaboraciones que generosamente publicada el “Diario El Litoral” donde José Luis Víttori siempre fue el maestro alerta para estimular diversas expresiones sin importar demasiado las latitudes.  Isaías sostenía su pipa y era evidente que mientras tanto miraba más allá de los objetos y de las formas.  Presté la necesaria atención a algunas de sus expresiones, mientras cerca estaba Florencia Lo Celso, con su entusiasmo, sus miradas y su sonrisa.

1996: “Papeles”… de todos

En ese tiempo sólo algunas claves indujeron mi pensamiento en la dirección de algunas de sus percepciones que doce años después escribe:

“Estamos sumergidos en el crujir de un continente sumido en la desesperanza, el hambre, las enfermedades curables, el analfabetismo, el atraso, la marginalidad y la falta casi total de futuro en las puertas del siglo XXI.  Como si fuera nuestro destino -o el que nos quieren adjudicar, al menos- pertenecer para siempre al siglo XIX.

Si lo aceptáramos sin chistar también nosotros seríamos unos cobardes, seríamos unos inmorales acorralados por el discurso de los poderosos y nuestra propia impotencia, unos convencidos por el amaneramiento de los pusilánimes y estaríamos faltos de la convicción que estos no son tiempos para los depresivos.

Conjeturar nos sirve de poco, pero no creo equivocarme si digo que al poeta de la solidaridad no le hubiese caído en gracia esta rotura del cuerpo social y esta resignación a que la cultura la manejen los mercaderes que como los tiburones esperan el desorden del cardumen para hacer su agosto con las fauces.”

Esas reflexiones, confirman mi íntima apreciación sobre el arte de ver de Isaías, una agudeza que se confirma cuando expresa que eligió “para su publicación aquello que en principio y con toda humildad suponía prioridad necesaria y meritoria para la letra impresa”.   Inmediatamente destaca: “Quien conozca la obra que el poeta fue construyendo a lo largo de su vida, se va a encontrar con la absoluta coherencia que guardan estas cartas sinceras y que no fueron seguramente escritas para su publicación, y donde lo doméstico está tejiendo siempre con un afán de creatividad que nos lleva a la génesis de no pocos de sus mejores y más conocidos poemas.”

Aportan esos papeles los testimonios imprescindibles para confirmar que Pedroni era un hombre de familia, sensible a las señales que van dejando las ausencias.  Así se refleja en el extenso poema dedicado a Ercilia, en su libro relegado por su decisión…

Carta de Pedroni a Carlos Carlino.

El 10 de diciembre de 1966, Pedroni le envió una extensa carta a Carlos Carlino, el amigo poeta nacido en Oliveros -Santa Fe- en 1910 y fallecido en Buenos Aires en 1981.   En el segundo párrafo le advierte que “hay que escribir, hay que decir las cosas, para no morirse de pena o de aburrimiento” y en el último simbólicamente derramó sus lágrimas: “Por nuestro árbol genealógico pasó la guadaña.  En menos de seis meses murieron tres de mis hermanas: Carolina (que estaba en España), Antonia y Catalina.  Queda, de mi familia, una sola mujer y cuatro hermanos varones.  Se están cayendo los árboles.

¡Y basta!

Un gran abrazo.

José Pedroni

 

La posdata para quienes han frecuentado los museos santafesinos, es una información que confirma anteriores opiniones: “¿Sabés que Z.G. ‘se prendió’ y ahora está por España, hurgando archivos? Lo merece.  Pero es vivo, eh?”

(Desde que don Agustín Zapata Gollán logró quitar el polvo que cubría a Santa Fe la Vieja, siempre tuvo sus luces encendidas como una señal inalterable de aquel esfuerzo, apoyado sobre todo por los humildes pobladores que empezaron por el desmalezamiento y que sin protestas cumplían sus estrictas órdenes.  En aquel tiempo no venían los arqueólogos becados por la Unesco ni pagados por el Estado para resolver el problema de exhumar esos tesoros, sin producir daños irreparables.  Por eso juzgó con equilibrio Pedroni cuando afirmó: Lo merece; porque a don  Agustín hay que reconocerle su tesón para defender esa iniciativa y es innegable que para su oficio de investigador es esencial poder acceder a las originales fuentes de información y de documentación.

Don Agustín Zapata Gollán, el 11 de octubre de 1986 completó su vuelo en la atmósfera del planeta celeste…)

Un impulso interior me aproxima al anaquel y en la contratapa de Había una vez… que dediqué al titiritero poeta octubre de 1992 dejé mis palabras y sentimientos:

“Necesitamos

una medida

para las distancias

materiales;

mientras

las resonancias

de las vivencias,

persisten

en un espacio…

y todos los días,

inconmensurables…

en los recuerdos.”

 

Cuando transcribí ese pensamiento a la página de una agenda, sentí que cada sílaba tenía el ritmo de mis latidos, un sístole y diástole acompasado que asumía el desafío de interpretar un cambio inesperado: Rubén, el hijo que había llegado de la mano de Marta –nuestra hija adorable, la de la mirada clara– y Josefina, nuestra quinta nieta que ensayaba sus primeros pasos… ¡los tres!… habían partido hacia España y Barcelona, era el lugar donde tenían que seguir fortaleciéndose las alas para sus conmovedores vuelos…)

Pedroni celebró treinta años con la poesía.

Es justo decir que las decisiones del maduro periodista y escritor Gudiño Krämer cuando en la villa de Guadalupe optó por desprenderse de sus objetos y emigrar hacia Córdoba, confirman lo expresado por Pedroni dos décadas antes, en Esperanza y “en ocasión de la serie de homenajes nacionales al cumplir 30 años con la poesía”:  [10]

“El escritor, el artista en general es un maestro.  La condición del maestro exige honradez, bondad de vida y moral heroica, todo lo cual se siente en su voz.

El maestro da luces al pueblo.  Para darlas, tiene que amar a éste, mirarlo en sus ojos y pulsarlo en su alma.  Tiene que conocerlo y creer en su capacidad de superación.  En el lenguaje con que el propio pueblo comenta su drama están las voces y figuras más eficaces para llegar a la emoción del hombre, educar sus sentimientos e iluminar su mente.

El pueblo rechaza las formas misteriosas, por él desconocidas, de comunicación.  El magisterio del arte se cumple plenamente en un clima de libertad, y reclama la vinculación de todos los maestros del espíritu.”

(Inmediatamente advierte: “La incomunicación entre la gente de letras, y de ésta con el pueblo, es una desgracia para el país y un enemigo de su progreso”.)  [11]

1992: La casa de Pedroni, en Esperanza…

A principios de agosto de 1992, dos concejales presentaron un proyecto tendiente a la adquisición de la casa donde vivió José Bartolomé Pedroni, lugar de crecimiento de sus hijos y de elaboración de la mayor parte de su obra como titiritero-poeta.

……………………………………………………………………………………………………….

Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

 

 

 

 

[1] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Había una vez… ¡un titiritero poeta!  Santa Fe, SEPA -Servicio de Educación por el Arte, iniciativa y realización de la autora-, 1992, p. 37-41.  Edición de 250 ejemplares -fuera de comercio- “Homenaje a Pedroni”, distribución en escuelas y bibliotecas públicas con colaboración de la Comisión Bicameral del Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe”, presidida por  el diputado esperancino Martín Carrizo, cuyo Plan Cultural incluía el programa “Setiembre: mes de la educación”, teniendo en cuenta diversas conmemoraciones:

Día 4 – … del inmigrante. Recordar que en el año 1856 se instalaron los primeros colonizadores en Esperanza y que en 1886 por decisión del gobernador José Gálvez, llegaron a Santa Fe los primeros sesenta maestros españoles.

Día 8 – Día Internación de la Alfabetización.

Día 11 – … del maestro.  En 1888, fallecimiento de Domingo Faustino Valentín Sarmiento.

Día 13 – … del bibliotecario.

Día 17 – … del profesorDía de la libertad de enseñanza.  1894, fallecimiento de José Manuel Estrada.

Día 21 – … del estudiante. En 1899 nació en Gálvez José Bartolomé Pedroni, poeta titiritero.

Día 23 – … de las bibliotecas (Ley 419 del 23 de septiembre de 1870).

Día 26 – … Día Internacional de las Relaciones Públicas.

[2] Gudiño Krämer, Luis. Escritores y Plásticos del Litoral. Santa Fe, El Litoral, 1955, p. 46-47.

[3] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Había una vez… ¡un titiritero poeta!  Santa Fe, SEPA – Servicio de Educación por el Arte…

[4]  Isaías, Jorge. José Pedroni.  Papeles inéditos. Santa Fe, Ediciones Culturales Santafesinas (composición: Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral” e impreso en Talleres “Lux”), abril de 1996, p. 170; 44-47.

[5]  Isaías, Jorge. José Pedroni.  Papeles inéditos. Santa Fe, Ediciones Culturales Santafesinas (composición: Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral” e impreso en Talleres “Lux”), abril de 1996, p. 170; 44-47.

[6] Isaías, Jorge. José Pedroni – Papeles inéditos. Santa Fe, Ediciones Culturales Santafesinas, abril de 1996, p. 172-173.

[7] Isaías, Jorge. José Pedroni – Papeles inéditos. Santa Fe, Ediciones Culturales Santafesinas, abril de 1996, p. 77-78.

[8] Algunos antecedentes de Norberto Victorio Zen (sobrino de Ermelinda Josefina Zen Vda. de Borla, fallecida el 3 de septiembre de 1998).

[9]  Isaías, Jorge. José Pedroni.  Papeles inéditos. Santa Fe, Ediciones Culturales Santafesinas (composición: Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral” e impreso en Talleres “Lux”), abril de 1996, p. 6.

[10] Isaías, Jorge. José Pedroni – Papeles inéditos. Santa Fe, Ediciones Culturales Santafesinas, abril de 1996, p. 93.  “Discurso de José Pedroni, leído en Esperanza el 25 de octubre de 1953 en ocasión de la serie de homenajes nacionales al cumplir 30 años con la poesía”.  En realidad, Pedroni publicó sus primeros poemas en 1921 con el título La divina sed, libro que él consideró después como un folleto y que como lo reitera su esposa Elena Chautemps, “excluyó de sus obras completas.  Tampoco lo quiso reeditar solo.  Lo veía con influencias de Vargas Vila, autor muy amargo de moda por aquellos años”.· Pedroni en una carta a Portogalo, el 3 de febrero de 1953 alude a ese tiempo y relata una anécdota relacionada con la edición de su segundo libro –La gota de agua-, editado y premiado: “Mi padre, que hasta entonces no había dicho una palabra, tomó el ejemplar que yo le había dedicado, lo puso debajo del brazo y se llegó hasta la cantina del barrio, en Rosario, donde se reunía comúnmente con algunos amigos a jugar a las cartas.  El viejo se iba a tomar el correspondiente desquite; a pasarle a sus compañeros por las narices, el libro del mal hijo, de ‘ese hijo poeta’ que acababa de consagrase.  El hijo discutido dejaba de ser una vergüenza.  Mi padre también había estado esperando, como mi madre, como todos…  (Ver Papeles inéditos, p. 34.)

Personalmente he sentido varias veces el ímpetu trasgresor y considero que la excesiva autocrítica no debiera impedir el reconocimiento al derecho de los lectores, porque resulta evidente la coherencia entre el primero y el segundo título: La divina sed se calma con La gota de agua. Tengo el privilegio de tener fotocopia de un ejemplar dedicado a su hermana, que llegó a mis manos por la generosidad de otra amiga del alma: la escritora Adelia Brunetti ¡maestra de sencillez y de perseverancia!.

 

 

[11] Isaías, Jorge. José Pedroni – Papeles inéditos. Santa Fe, Ediciones Culturales Santafesinas, abril de 1996, p. 93.

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