Al comenzar la primera invasión inglesa en 1806, fue necesario crear un distintivo para identificar a los pobladores que se armaron para la defensa y eligieron el color celeste y blanco. Han reiterado que en aquel tiempo, por tal elección empezaron a nombrar gaviotas a aquellos patricios dispuestos a luchar hasta desalojar a los británicos de la ciudad y del puerto de Buenos Aires.
Hay distintas versiones acerca de la distribución de la escarapela celeste y blanca durante la semana de mayo de 1810.
Un informe de la Comisión creada en 1941 en Buenos Aires por iniciativa del Círculo Militar a los fines de investigar acerca de la participación de Domingo French y Antonio Luis Berutti de Buenos Aires, concretamente determinó que “ninguno de ellos distribuyó cintas blancas y celestes en aquella semana de Mayo”.
Otra investigación realizada por Roberto Marfany en le Archivo General de la Nación acerca de la pueblada del 21 de mayo de 1810, determinó el hallazgo de un manuscrito:
“Amanecieron en Plaza Mayor, bastante porción de encapotados con cintas blancas al sombrero y casacas, en señal de unión entre americanos y europeos y el retrato de nuestro amado monarca en el cintillo del sombrero, de que vestían a todo el que pasaba por allí.Subrayado aquí.
Comandábalos French, el del Correo, y Beruti, el de las Cajas. Eran 600 hombres bajo el título de Legión Infernal: en efecto, todos estaban armados y era mozada de la Revolución.” [1]
A principios de la década siguiente, le encomendaron a Manuel Belgrano el mando del ejército del Norte y durante su breve permanencia en la villa de Rosario, envió al gobierno esta comunicación:
“Excelentísimo gobierno de las Provincias del Río de la Plata.
Excelentísimo señor:
Parece llegado el caso de que V. E. se sirva declarar la escarapela nacional que debemos usar, para que no se equivoque con la de nuestros enemigos, y no haya ocasiones que pueda sernos de perjuicio; y como por otra parte observo que hay cuerpos del ejército que la llevan diferente, de modo que casi sea una señal de división, cuyo nombre, si es posible, debe alejarse, como V. E. sabe; me tomo la libertad de exigir de V. E. la declaratoria que antes expuse.
Dios guarde á V. E. mucho años.
Rosario, 13 de febrero de 1812.
Excelentísimo señor,
Manuel Belgrano
Es oportuno reiterar el texto del decreto del Triunvirato:
“En acuerdo de hoy se ha resuelto que desde esta fecha en adelante se haya, reconozca y use por las tropas de la patria la escarapela que se declara nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata y deberá componerse de dos colores, blanco y azul celeste, quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían. Buenos Aires, 18 de febrero de 1812. Feliciano Antonio Chiclana. Manuel de Sarratea. Juan José Passo. Bernardino Rivadavia, Secretario.
Han reiterado que desde el 23 de ese mes comenzaron a usar esa insignia.
(Aún repiten en las aulas argentinas, la leyenda referida a French y Berutti y a la distribución de cintas celestes y blancas durante la jornada del 25 de mayo de 1810…)
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.
[1] Es oportuno reiterar otros sucesos relacionados con la Gesta del 25 de Mayo de 1810, momento de la constitución de la primera Junta de Gobierno en Buenos Aires: El 4 de junio de 1810 llegó la noticia a la ciudad de Santa Fe: el Cnel. José Ramón Espíndola -paraguayo- entregó al Teniente Gobernador Gastañaduy los pliegos donde la Junta Revolucionaria informaba que había sido depuesto el Virrey Teniente General Baltasar Hidalgo de Cisneros y Latorre, el Virrey Cisneros que había sucedido al Virrey Liniers. Mientras tanto el deán Funes recibía en Córdoba un mensaje entregado por el joven de diecisiete años José Melchor Lavin, informando sobre el plan contrarevolucionario y se reunieron algunos civiles, autoridades eclesiásticas y militares, menos el Deán que estaba especulando con su adhesión al movimiento porteño. Hubo reuniones secretas hasta que se capturó a los conspiradores. El Dr. Juan José Castelli fue comisionado por la Junta para cumplir el oficio entregado por el secretario Mariano Moreno y partió acompañado por el “coronel Domingo French y su segundo, el teniente coronel Juan Ramón Balcarce. Se encontraron con los prisioneros en la Posta de Cruz Alta a la entrada de Córdoba. Liniers -y cinco prisioneros, entre ellos el Brig. Juan Gutiérrez de la Cocha, gobernador intendente de la provincia de Córdoba del Tucumán- serían fusilados a pesar de que el Obispo Orellana pidió que se permitiera a los condenados abandonar el país. El 28 de julio de 1810 se cumplió la sentencia, allí fueron sepultados hasta que durante la presidencia de Santiago Derqui fueron exhumados y trasladados a España, donde con solemnes fueron depositados en el panteón de los marinos ilustres, en la ciudad de San Fernando, cerca de Cádiz. (Leer: Bucich Escobar, Ismael. Tragedias de nuestra Historia. 1ª Serie. Buenos Aires, Americana, 1936, p. 24-54.)