Sentados alrededor del fuego, han escuchado los nietos algunas historias contadas por sus abuelos. Decían que en un día de otoño, estaba la enferma madre acostada sobre el catre en la oscura pieza del rancho y empezó a sentirse mal, tanto que casi sin fuerzas llamaba a su joven hijo que estaba en la pulpería.  Pasó por ahí otro paisano y al escucharla se apuró para llegar a la esquina y avisarle al cumpa… qué era lo que estaba pasando.

Entusiasmado con la taba, el hijo le contestó que tenía que divertirse porque no era noche para llantos.  Tanto, tanto demoró que cuando llegó la madre ya no respiraba y en ese momento, sintió tanta tristeza que huyó hacia los pajonales.  Fue entonces cuando Zupay, el diablo aprovechó para hacer otra de las suyas: lo convirtió en un pájaro negro –como enlutado para toda la vida- y así siguió viviendo en el bañado, solitario y quejoso, porque a cualquier hora se lo escucha como si estuviera pidiendo perdón: ¡Carahú! ¡Carahú!…

Re-creación: Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini