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Agustín Zapata Gollán (Santa Fe de la Vera Cruz, 1895-1986)

Agustín Zapata Gollán (Santa Fe de la Vera Cruz, 1895-1986)

Hacia un proyecto de vida.

Memoria insoslayable.

Su tío Floriano Zapata.

Acerca de la Universidad Provincial.

Siglo XX.

1925: Dr. Agustín Zapata Gollán en la Comisión Provincial.

1936: dolor perdurable.

1938: “Las puertas de la tierra”.

Octubre de 1938: misión investigadora.

1940: Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales.

Edición de “Caminos de América”.

1940: creación de la Comisión Provincial de Cultura.

1942: dos ediciones.

1943 – Zapata Gollán interventor en la Escuela de Bellas Artes.

1944: “Lo que puede una amistad”.

Propuesta del Doctor Zapata Gollán.

Claves en la memoria.

1947: decisiones en la Legislatura de Santa Fe.

Turismo hacia Cayastá.

Agosto de 1947: “Parque Nacional” en Cayastá.

El paisaje.

1948: tiempo de transformaciones.

Ascenso del doctor Zapata Gollán.

Preservación de piezas arqueológicas.

Folklore:  el gaucho, costumbres y tradiciones.

Agustín Zapata Gollán, el artista.

Tapas e ilustraciones en libros.

El poeta.

Educación permanente por el arte de vivir y convivir.

1950: cimientos del edificio del Departamento.

Discurso del Director Dr. Zapata Gollán.

Acerca del Fuerte de Sancti Spiritus y diversos asuntos.

1952-1953: informe acerca del Segundo Plan Quinquenal

Creación del Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia.

14-08-1953: Resolución del Rectorado.

Abril de 1953: de una carta de José Pedroni.

Mediados del siglo XX: testimonio de “gente de palabra”.

1954: “Publicación Nº 1” del Instituto de Investigaciones.

Prólogo del Rector

Ciclo de Lecturas difundidas desde LT 10 “Radio de la Universidad”.

El descubrimiento de las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe

El asiento de la primitiva ciudad de Santa Fe.

Sobre medallas halladas en sitio viejo.

Noviembre de 1953: acerca de piezas numismáticas en Cayastá.

Ubicación de la primitiva Santa Fe según los títulos de tierras.

“Inconsistencia de la tesis contraria…”.

Importancia de las Ruinas de Santa Fe Viejo.

La tradición de Cayastá como asiento de Santa Fe la Vieja.

Las piedras claman.

Celebración de San Jerónimo – Patrono de Santa Fe.

Marzo de 1955: intervención federal y reestructuraciones.

17-10-1955: Zapata Gollán interventor.

1956: incorporación a la Academia Nacional de la historia.

1958: Difusión desde Radio Nacional de Rosario.

1963-1966: gobiernos electos y memorias de la comarca.

15-11-1965: Discurso de Pedroni en “Santa Fe, la Vieja”.

Más anécdotas.

1969: más ediciones.

1970: “La expedición de Garay la fundación de Santa Fe”.

1972: “Día de la Yerra”.

1974: “Museo del Descubrimiento”.

1977: 450º aniversario de la fundación de “Sancti Spiritus”.

Octubre de 1977: pedido del gobierno.

1980: Plan de investigación arqueológica.

1981: Prospección y excavación.

Designaciones ad-honorem.

1982: Encomienda de la “Orden de Isabel la Católica”.

Más investigadores de la OEA en Cayastá.

La Antropología y el valor de Santa Fe, la Vieja.

Traslado de los restos a “un museo de sitio”.

Indagación acerca del traslado de la ciudad.

Acerca de “la sífilis”.

Proyecto de la OEA de interés turístico.

Prioridad: evitar la erosión del suelo.

Señales de los poetas.

“Un legado que nos obliga”.

“Vivir la historia a través de un testigo”.

1982: “Historia social de la ciudad – El indio y el español”.

“Fundaciones de Santa Fe y Buenos Aires”.

“Santa Fe, la primera ciudad urbanizada en el Río de la Plata”.

1982 – “Descifrar el tiempo”.

1984: Zapata Gollán, crítico.

Fundación de Santa Fe y la presencia de un sacerdote.

Acerca de imágenes religiosas.

1985: “La tierra nueva”.

Prólogo.

La mítica Ciudad de los Césares.

Celebración de “sus noventa años de vida”. 

Poema de Don Agustín a César Fernández Navarro. 

Envío. 

1986: legado de don Agustín.

Donación de la Biblioteca de Zapata Gollán.

Libros escritos por Zapata Gollán.

Títulos de obras donadas.

La reparación.

Oscar de Alba.

El matrimonio.

Universidad de Bs. Aires.

Catálogo por Títulos.

Libros de cuentas y documentación testamentaria.

Folletos, revistas  y otros impresos.

Almanaque santafesino.

Catálogo general de marcas.

Acerca de Floriano Zapata.

1987: entre siembra y cosecha.

“Un paseo siempre oportuno”.

“Canción con Bella Durmiente y Quiloaza”.

1989: “No dejen que nos lleve la próxima correntada”.

“Las víctimas de Cayastá” (Las Ruinas)”.

1990: audiovisual “Museo Etnográfico de Santa Fe”.

Reconocimiento del académico Oscar Tacca.

1990: la “Videoteca Provincial”.

1991: tras las señales de Zapata Gollán.

1992: escuelas santafesinas con su nombre.

1993: difusión radial desde la “Biblioteca de la Legislatura”.

23-11-1895: nacimiento de Agustín Zapata Gollán.

1995: centenario de su nacimiento.

“Recuerdos imborrables”.

Discurso del presidente del Centro de Estudios Hispanoamericanos.

Fines de la década del ’90

1996: alusiones en edición de la ASDE.

2005: continuidad de la siembra.

Trámites para reconocimiento de la UNESCO.

Adhesión al centenario del Teatro Municipal

Video y DVD – “Museo Etnográfico de Santa Fe”.

“El Etnográfico, a la hora del balance”.

Información insoslayable.

Casi colofón.

“Los infundios, la polémica y los Amigos de Santa Fe la Vieja”.

Atravesar el desierto.

Versiones disparatadas y difamación.

Con un mundo en la cabeza.

Amigos de Santa Fe la Vieja.

Las tertulias del atardecer

Otros impulsos.

Agustín Zapata Gollán (Santa Fe de la Vera Cruz, 1895-1986)

Agustín Zapata Gollán nació en Santa Fe de la Vera Cruz, el 23 de noviembre de 1895.  Estudió en el Colegio de la Inmaculada Concepción  (Padres Jesuitas) y en 1912 obtuvo el título de Bachiller.

Siete años después, concluyó los estudios de Doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad.  Había participado en los movimientos estudiantiles que apoyaron la Reforma de 1918 y fue en ese tiempo cuando se logró la creación de la Universidad Nacional del Litoral.

Hacia un proyecto de vida…

Agustín Zapata Gollán ejerció la cátedra de “Sociología” en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Profesor de Historia del Arte en la Escuela Provincial de Bellas Artes de la capital santafesina.

Ad-honorem dirigió el “Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia de Santa Fe en el período Hispánico”. Miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia. Delegado en la provincia de la Academia Nacional de Bellas Artes y de varias Academias de distintos países.

Su amigo Francisco Magín Ferrer, ha destacado que fue “periodista, literato, historiador, xilógrafo, pintor y poeta” y que “Juan Carlos I, Rey de España, por sus aportes positivos lo condecoró con la Orden de Isabel La Católica”.

Don Agustín Zapata Gollán, falleció el 11 de octubre de 1986, víspera de la celebración del “Día de la Raza”.

Memoria insoslayable

Su tío Floriano Zapata

Sabido es que Agustín era sobrino de Floriano Zapata, en 1892 Senador representante del departamento La Capital, junto al Coronel Florentino Loza -Castellanos-; Daniel Gollán -San Lorenzo-, Waldino Baldomero Maradona Garramuño -Las Colonias-, entre otros.  [1]

Los hechos han demostrado que “si no se dispone en el hogar de una biblioteca con suficientes libros, existe la posibilidad de tener amigos con quienes compartir.  Así sucedió con Domingo Guzmán Silva ya que consultaba la bibliografía disponible en la del destacado periodista Floriano Zapata, “hombre de vasta cultura humanística y poseedor de la mejor colección de libros con que se contaba en Santa Fe, en esa época”. [2]

…hasta que un incendio provocó la destrucción de gran parte de sus libros y documentos.

En 1899, don Floriano editó La ciudad de Santa Fe. Sinopsis para la obra del censo nacional. Desde el periodismo, tras el fallecimiento del Obispo Monseñor José María Gelabert y Crespo, destacó las construcciones de iglesias concretadas por su iniciativa “y otros tantos hospicios, asilos y hospitales, amén del Seminario Conciliar que fue fundado por el Señor Obispo en el año 1867”, aunque ha quedado inconclusa la Catedral Nueva imaginada y  proyectada frente a la plaza San Martín, en la capital santafesina…

El historiador José Pérez Martín, refiriéndose a “momentos estelares de Santa Fe”, en su libro “Latitud Sur 31º”, expresó:

“La Iglesia de los Milagros tiene las suyas, traídas de las Misiones, en su torre almenada; la del Rosario o Santo Domingo las renovó en 1895, con la nueva construcción; la Matriz las posee desde la época de Amenábar.  Otras vinieron luego: la del Carmen, en la década de 1880, y que la iglesia de las Hijas de María o Hermanas de Nuestra Señora del Huerto, de hermoso estilo gótico, que Floriano Zapata califica como la más bella, se colocó en 1895.”

Acerca de la Universidad Provincial…

El 13 de junio de 1889, el progresista gobernador José Gálvez envió a la Legislatura  un proyecto de “creación de la Universidad de Santa Fe y en el mensaje se destacaba:

‘Aún nos faltan abogados para proveer debidamente los puestos de la magistratura; nuestras colonias se cuentan por centenares y apenas habrá diez que tengan párrocos, ocurriendo lo propio en cuanto al arte y ciencia de curar; las oficinas técnicas de la administración y las numerosas obras públicas deben confiarse en absoluto al extranjero y sobre todo nuestra velocidad adquirida es tal, que por muchos años ha de encontrar empleo a su actividad todo hombre de ilustración y saber’.

En realidad, bastaba con saber leer y escribir y demostrar ciertas habilidades para ser nombrado juez de paz en cualquier localidad”.

Se opuso a esa iniciativa el Pbro. Cayetano Jiménez y fue apoyada por diversos legisladores, entre ellos el senador Floriano Zapata representante del departamento La Capital, quien “aportó datos significativos que justificaban ese proyecto”.

“…el 20 de abril de 1890 comenzaron las actividades de la Universidad Provincial.

En el mástil ubicado en la esquina de la calle Comercio -hoy San Martín- y 3 de Febrero, flameaba la bandera nacional que podía ser observada desde el Quillá y El Campito, porque las construcciones eran bajas.

Los profesores sabían que tenían libertad de cátedra y que no podían ser amonestados por las doctrinas que difundían, salvo cuando lo determinara la mayoría del cuerpo docente reunido en asamblea.  Los comienzos presentaron frecuentes dificultades porque los intereses creados intentaban aniquilar su potente germen de formación profesional.  Desde su cátedra “el Dr. José Galiano, gran civilista, ministro y convencional, la defendió con pasión” diciendo “a sus alumnos: no debe morir la Universidad, porque es la obra fundamental de un gobierno, para ser apoyada por todo el pueblo.  De acuerdo a la ley de creación tenía por objeto el estudio del Derecho, las ciencias físico-matemáticas y la Teología.  Estas dos últimas no funcionaron nunca.  Así comenzó la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, que frecuentaron numerosos estudiantes no sólo de Santa Fe sino de Entre Ríos, Corrientes, Santiago del Estero y de algunas repúblicas vecinas.”[3]

Esa información revela parte del ámbito familiar donde se generó la formación de Agustín Zapata Gollán: con suficientes recursos materiales, cerca de los libros y entusiasmado para avanzar en los estudios, intentando participar en acciones tendientes al desarrollo cultural de la comunidad.

El periodista e historiador José Rafael López Rosas, en octubre de 1987, refiriéndose a la biblioteca de Don Agustín, desde el diario “El Litoral” informó: “Gran parte de estos libros integraron la biblioteca don Floriano Zapata, historiador y publicista de nota, pasando luego de su muerte -por su expresa voluntad- a su sobrino el Dr. Zapata Gollán, quien la enriqueció con los libros de su propiedad, que sumaban también un par de millares”.

Siglo XX

Sabido es que el 16 de junio de 1921, el gobernador de la provincia de Santa Fe Dr. Enrique M. Mosca firmó el decreto de creación de la Biblioteca de la Casa de Gobierno y el entonces subsecretario del ministerio de Gobierno don Leandro Meiners debió organizarla junto al entusiasta Félix Barreto, director ad-honorem. [4]

Cuatro años después, el gobernador Ricardo Aldao firmó el 5 de septiembre de 1925 el reglamento pertinente y desde ese momento, la Biblioteca y Archivo Histórico de Gobierno tuvo carácter público.

En 1935 el gobierno decidió la confluencia de ese patrimonio con el de otro organismo creando la Biblioteca de Tribunales y Archivo Histórico; continuó como director el señor Félix Barreto junto al director Miguel Ángel Correa, luego más conocido como Mateo Booz.  Durante ese año se estableció la separación y fue designado director de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Provincia, el doctor José María Funes.

En 1922 el gobierno de Santa Fe aceptó la donación del señor Martín Rodríguez Galisteo y creado el Museo de Bellas Artes, conforme lo había establecido el donante fue nombrado para la organización y dirección el periodista, poeta y crítico de arte Horacio Caillet-Bois.

Luego se integró la Comisión Provincial de Bellas Artes, presidida durante breve lapso por el señor Rodríguez Galisteo y luego por el doctor Nicanor Molinas, junto a los vocales Juan José de Soiza Reilly -escritor y periodista-, José María Reynares -artista plástico y director de su Academia-, el nombrado director Caillet-Bois y el intendente de la ciudad de Santa Fe Dr. Pedro Gómez Cello, tiempo después gobernador de la provincia.

1925: Dr. Agustín Zapata Gollán en la Comisión Provincial…

En 1925, tras el fallecimiento del talentoso Reynares y el cambio de residencia de Soiza Reilly, el gobernador Ricardo Aldao nombró a los reemplazantes: Dr. Agustín Zapata Gollán, abogado, xilógrafo, historiador y el escritor Miguel Ángel Correa, más conocido como Mateo Booz, quien se desempeñó adhonorem durante más de quince años, hasta su fallecimiento el 16 de mayo de 1943.

Tras sucesivas lecturas, se advierte que fueron los primeros organismos con misiones culturales, establecidos por gobiernos provinciales con el propósito de promover la educación permanente por el arte.

1936: dolor perdurable…

Jorge Reynoso Aldao, uno de los amigos de don Agustín ha relatado que a fines de 1936 murió su único hijo.

(…y necesito expresar que esta coincidencia generó una intensa emoción porque al día siguiente de la Navidad de ese año, no podía entender por qué me decían que mi único hermano de once meses con quien jugaba hasta a esconderlo, Manuchito estaba en el cielo y era “un ángel”…)

Recordó también que “a fines de 1936, el matrimonio abandonó el caserón del barrio sur, en calle Entre Ríos y San Jerónimo, donde quedó la bien provista biblioteca del escritor y político Floriano Zapata (tío carnal de Agustín) el correspondiente mobiliario y los trebejos de grabador…

Es oportuno reiterar lo rememorado por Reynoso Aldao ya que son señales y claves insoslayables del vivir y vibrar de las personas, en determinadas circunstancias:

“Una familia de cuidadores fueron custodios por más de 50 años. Empero, Agustín no volvió a entrar a la casa donde se había realizado el velatorio del Negrito. Y cuando sintió aflorar su vocación de xilógrafo o tener la necesidad de consultar algún libro del acervo de la biblioteca en el caserón abandonado, pedía a alguno de los empleados del Museo, por los que sentía afecto casi familiar, que ingresaran al edificio desocupado y le procuraran lo que les indicaba. Por lo demás: nunca ejerció la profesión de abogado, para la que estaba capacitado por haberse doctorado en Derecho y Ciencias Sociales de la vieja Universidad de Santa Fe. Las cátedras en la Escuela Provincial de Bellas Artes no le redituaban mayormente; lo mismo debe decirse de la de Sociología que desempeñó por un tiempo en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de Litoral.”

1938: “Las puertas de la tierra”

El doctor Zapata Gollán escribió su libro “Las puertas de la tierra”, después de leer y releer documentos del Archivo General de la Nación, publicaciones en revistas de Investigaciones Históricas y treinta libros editados en los siglos XIX y XX, que mencionó como “Fuentes”.

Aquel trabajo fue difundido en 1938 y reeditado como “Homenaje al IV Centenario de la Fundación de Santa Fe”, en 1973.  [5]

Octubre de 1938: misión investigadora…

El gobernador Dr. Manuel María de Iriondo y el ministro de Instrucción Pública Prof. Juan Mantovani, el 21 de octubre de 1938 encomendaron al Dr. Agustín Zapata Gollán “la misión de realizar investigaciones históricas en los Archivos y Bibliotecas de América relacionadas con la vida colonial del Río de la Plata y especialmente de Santa Fe”.

Así fue como se trasladó a Lima (Perú) y en la Biblioteca Nacional de ese país, pudo leer documentos inéditos, apoyado por su director “Dr. Carlos A. Romero.  Ha destacado que también colaboraron para que avanzara en sus estudios, el Jefe de la Sección Histórica del Archivo Nacional del Perú Doctor Domingo Angulo y el Director del Archivo Eclesiástico Dr. Rubén Vargas Ugarte”.  [6]

Al participar en septiembre de 1939, en aquella ciudad peruana, en el XXVII Congreso Internacional de Americanistas como Vocal en la sección de “Historia” y tras diversas investigaciones presentó su trabajo titulado “Caminos de América”.

Ha citado como “Fuentes”, ochenta y ocho títulos de obras editadas entre los siglos XVII y XX. Describe diecinueve “documentos consultados en la sección ‘Papeles Varios y Manuscritos’ de la Biblioteca Nacional de Lima”.

1940: Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales

Durante el gobierno de Manucho Iriondo resultaron evidentes las eficaces iniciativas del ministro de Educación y Fomento Prof. Juan Mantovani,

El 28 de junio de 1940 fue sancionado el proyecto de ley que establecía:

“Art. 1º.- Créase… un ‘Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales’, que tendrá por finalidad:

Realizar investigaciones originales de carácter etnográfico, histórico, arqueológico y folklórico, vinculadas con esta provincia.

Reunir y organizar el material etnográfico, lingüístico, folklórico, toponímico, arqueológico e histórico necesario para esas investigaciones.

Procurar por todos los medios la colaboración popular para reunir y coleccionar el acervo folklórico de la provincia.

Publicar los estudios e investigaciones que realice este Departamento.

Establecer vinculaciones con instituciones de la misma índole, en especial con las instituciones científicas y universitarias.

/…/

Art. 3º: …“el Departamento se compondrá de un Director con la asignación mensual de trescientos pesos ($300.-) y de dos auxiliares de ciento cincuenta pesos ($ 150.-) cada uno”.

 

Promulgada el 23 de julio de 1940, la ley Nº 2902 con firmas del gobernador Iriondo y ministro Mantovani, luego fue publicada en el Registro Oficial.

Como estaba previsto, el doctor Agustín Zapata Gollán mediante un decreto, fue nombrado Director de ese Departamento de Estudios Etnográficos.

Edición de “Caminos de América”

El doctor Zapata Gollán concretó la publicación sobre diversos estudios históricos con el título “Caminos de América” que abarca tres partes: la primera referida a “los indios navegantes”, la segunda con descripciones sobre “los caminos construidos por el hombre americano antes del Descubrimiento” y finalmente Los caminos de la Colonia que describen diversas dificultades para el intercambio comercial entre el Río de la Plata y el Perú, “cerrado al comercio por las leyes”.

No ha sido por casualidad que el Profesor Juan Mantovani, en aquellas circunstancias escribiera:

“Me complace dejar constancia que esta primera publicación del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, aparece simultáneamente en ‘Archeion’, periódico fundado en 1919 y dirigido por el sabio profesor Aldo Mieli. Esta revista especializada en historia de la ciencia, es órgano de la ‘Académie Internationale D’Histoire des Sciences’ y del ‘Instituto de Historia y Filosofía de la Ciencia de la Universidad Nacional del Litoral’.

Juan Mantovani. Ministro de Instrucción Pública y Fomento.”  [7]

1940: creación de la Comisión Provincial de Cultura.

El 23 de julio de 1940, el gobernador Manuel María Iriondo también promulgó la ley Nº 2906: creación de la Comisión Provincial de Cultura integrada por nueve miembros –ad honorem-; el presidente designado por el Poder Ejecutivo y ocho vocales propuestos por distintas instituciones con mandato por cuatro años con posibilidades de reelección.

El proyecto había sido aprobado en la Legislatura provincial siendo presidente del Senado, el vicegobernador don Rafael Araya y presidente en la Cámara de Diputados don Manuel J. Ninci.

Esa Comisión debía dictar el pertinente Reglamento, administrar los fondos; elaborar dictámenes sobre los asuntos que se presentaran referidos a la política cultural e informar al Poder Ejecutivo acerca de la labor desarrollada por las instituciones privadas que recibían subvenciones del Estado a los fines de un mejor aprovechamiento de los bienes culturales producidos.

El 18 de septiembre de ese año, en el despacho del ministro Juan Mantovani  asumieron los miembros designados:

Presidente:      Dr. Nicanor Molinas – Representante del Gobierno.

Vocales:  Ing. José Babini  – Universidad Nacional del Litoral.

Dr. Julio Marc – Academia Nacional de la Historia (Rosario).

Dr. Lorenzo de la Torre – Consejo General de Educación.

Dr. Horacio Caillet-Bois – Comisión Provincial de Bellas Artes.

Dr. Manuel Cervera – Junta de Estudios Históricos de Santa Fe.

Sr. Manuel Castagnino – Comisión Municipal de Cultura de Rosario.

Ing. Guillermo Berraz – Sociedad Científica Argentina (Santa Fe).

Dr. Fausto Hernández por la Sociedad Santafesina de Escritores.

 

Es oportuno reiterar lo expresado por Jorge Campana a fines del siglo veinte: “La ‘Comisión Provincial de Cultura’ por su constitución, según la Ley que la creó, no resultaba en la realidad un organismo ejecutivo.  Era difícil reunir a sus miembros, algunos de Rosario.  Su presidente, el Dr. Nicanor Molinas, era a la vez presidente de la ‘Comisión Provincial de Bellas Artes’ y era evidente que muchos proyectos se mezclaban al encauzarlos por una u otra organización oficial.  Resultaba más dinámica la ‘Comisión de Bellas Artes’, que contaba con menos integrantes y podría resolver más ejecutivamente los problemas planteados”. Esa Comisión Provincial de Cultura siguió funcionando con los mismos integrantes, dependiendo de sucesivos titulares del Ministerio de Gobierno e Instrucción Pública, durante el trienio Junio de 1943-1946 (Dr. Ramón Álvarez Prado; Luciano Micheletti; Carlos Steffens Soler;  a cargo Dr. Agustín Drago; Dr. Leandro Meiners y Dr. Raúl Rapela).  También continuó la Comisión Provincial de Bellas Artes -con personal rentado- y de acuerdo a la documentación revisada por Jorge Campana -durante cuatro lustros con funciones en el área de Cultura de la provincia-, era el “brazo ejecutor de las determinaciones adoptadas. La papelería impresa y usada en la correspondencia de la ‘Comisión Provincial de Cultura’ determinaba como domicilio de la misma el de calle San Martín 2185 de la ciudad de Santa Fe.  Es notorio comprobar que un elevado porcentaje de la actividad desplegada por ambos organismos se concentraba en el Museo de Bellas Artes ‘Rosa Galisteo de Rodríguez’, institución que creció hasta afirmarse como uno de los organismos de su especie más importantes del país.  Y esto se debe a la incansable, permanente y eficaz tarea llevada a cabo durante décadas por el Dr. Nicanor Molinas y el Sr. Horacio Caillet Bois.”

“Por otra parte debe tenerse en cuenta que el ministerio de Gobierno e Instrucción Pública contaba con un Subsecretario de Instrucción Pública que solía dirigirse directamente a los organismos o tomar determinaciones sin tener en cuenta a la ‘Comisión Provincial de Cultura’ o a la ‘Comisión Provincial de Bellas Artes’.

Poco a poco la ‘Comisión Provincial de Bellas Artes’ fue mutando la denominación y contenido, lo que se desprende de una extensa papelería impresa vista en archivos, con escudos de la provincia y sellos oficiales, en los que lleva distintas denominaciones.  Así vemos: ‘Comisión Provincial de Bellas Artes’, ‘Dirección Provincial de Bellas Artes, Museos y Archivo de la Provincia’, ‘Dirección Provincial de Bellas Artes – Museo Rosa Galisteo de Rodríguez’, etc.”  [8]

Sabido es que al asumir Horacio Caillet-Bois como primer vocal y luego presidente del Consejo General de Educación, lo reemplazó el Dr. Nicanor Molinas en la Dirección del Museo de Bellas Artes hasta el 7 de diciembre de 1943.

En mayo de 1944, mediante el Decr. Nº 3583 -siendo ministro de Gobierno e Instrucción Pública Luciano Micheletti-, se creó la Dirección General de Bellas Artes, Museos, Archivos encomendándose las misiones y funciones pertinentes al Director del Museo “Rosa Galisteo de Rodríguez” con la aclaración de que “las facultades conferidas al Director General de Bellas Artes no allanaban de ninguna manera las que correspondían a la ‘Comisión Provincial de Bellas Artes’ ni a la ‘Comisión Provincial de Cultura’, que no era sino una ampliación de las funciones asignadas al Director del Museo ‘Rosa Galisteo de Rodríguez’ como un lazo directo de fiscalización entre el Superior Gobierno y las entidades dependientes del mismo a los efectos de recibir subvenciones para el fomento de la cultura y las bellas artes y para la ordenación del fondo histórico, documental, artístico y bibliográfico perteneciente a la provincia.” [9]

Algunas cartas de “H. Caillet” a su amigo Leonardo Castellani Conte-Pomi, en 1953 fueron escritas sobre papel con membrete: “Dirección General de Bellas Artes de Santa Fe / Museo ‘Rosa Galisteo de Rodríguez’ – Director”.

La pertinente al 3 de diciembre de 1953, con el membrete “Academia de Cultura – El Presidente”.   [10]

1942: dos ediciones…

El doctor Agustín Zapata Gollán continuaba desempeñando diversas funciones y dedicaba la mayor parte de su tiempo libre a la lectura y escritura.

En 1942, concretó la edición de “El Paraná y los primeros cronistas” y “La fauna y la flora de Santa Fe en los primeros Cronistas”.

1943 – Zapata Gollán interventor en la Escuela de Bellas Artes

El gobierno de la provincia de Santa Fe, con el propósito de reorganizar los planes de estudio y el funcionamiento de las Escuelas de artes visuales de Rosario y Santa Fe designó Interventores, uno de ellos el doctor Agustín Zapata Gollán quien “en su carácter de vocal de la ‘Comisión Provincial de Cultura” se desempeñó durante breve tiempo, hasta que asumió el nuevo director Prof. José Planas Casas.

1944: “Lo que puede una amistad”…

Ese título corresponde a una nota de J. Catalina Pistone publicado casi a fines del siglo veinte, relacionado con Agustín Zapata Gollán, Mateo Booz y su libro El Tropel…  [11]

 

Sabido es que al terminar el primer cuarto del siglo veinte, había vínculos de amistad entre el Padre Leonardo Castellani Conte-Pomi, Horacio Caillet-Bois, Miguel Ángel Correa y Agustín Zapata Gollán y que en aquel tiempo, los tres últimos ya compartían distintas funciones promovidas por sucesivos gobiernos provinciales.

Once meses después del fallecimiento de Zapata Gollán, desde la primera página de “La comarca y el mundo”, el escritor José Rafael López Rosas director de ese suplemento cultural del diario “El Litoral”, informó acerca de “La biblioteca de Agustín Zapata Gollán”. Noveno párrafo: “No menos pintoresco es un libro sobre ‘Los salmos de David y cánticos sagrados, interpretados en una brevísima paráfrasis en el sentido literal y propio por el padre Lallemant” (Imprenta Marti, Barcelona, s/f.), posiblemente del siglo XVII.  Pero lo atrayente es lo que reza en su primera página, en forma manuscrita, que dice: ‘Este libro de cánticos de David y cánticos sagrados, es de Don José Clusellas; en Santa Fe, día de Corpus y de noche, estando ocioso, como a las ocho de la noche, tocando la retreta con música’.  ‘A diez de junio de este año de 1819’ (Fdo. José Clusellas.  Con perdón de los ‘Salmos’, esta primera página está a la altura de los cánticos.”

Nueve años después, en la tercera página de tal suplemento cultural, está reproducida una fotografía de Mateo Booz con su característico sombrero, anteojos y pipa… A la derecha, “xilografía de Zapata Gollán: ‘Retrato de Mateo Booz’…” y un comentario elaborado por Cati Pistone de Hernández, que incluye más información acerca de esos amigos.

Es oportuno reiterar el texto completo de esa nota:

“La amistad hace de dos almas un alma” (Fr. Luis de Granada).

 

Leyendo una vez más la novela “El Tropel” [12] de Mateo Booz, encontré en las páginas 18/19 que el protagonista, Ignacio Zorraraín -que había llegado a Buenos Aires y se refugiaba en un convento fuera de la vigilancia rosista- comienza a leer, al toque de ánimas -manifiesta-  “un descabalado volumen de pertenencia del padre Oliva y en cuya portada unas líneas manuscritas dicen… (y transcribe al autor de las notas que es vecino de Santa Fe), firmado por J. Clucellas y Golobardes.  Esta persona es de mi conocimiento, había nacido en Villa María de Asteri, en Cataluña, España, y el 3 de agosto ya se encontraba en Santa Fe, porque contrae enlace en 1800, con Ana Ruiz, de José Ruiz e Isidora Arias, que tuvieron siete hijos”.

Buscando antecedentes sobre el libro que menciona Mateo Booz, a través del personaje de su novela, gracias a la diligente atención del Arq. Luis María Calvo, director del Museo Etnográfico de Sana Fe, me entero de que dicho libro se encuentra en el museo perteneciente a la Biblioteca de don Agustín Zapata Gollán. Mi curiosidad fue grande y le solicité a Calvo que me lo mostrara.  Efectivamente, allí está el libro “todo descabalado”, comido totalmente por las polillas.  Tratado con mucho cuidado y manejado por el mismo Calvo, leímos el título del libro: “Los Salmos de David y Cánticos Sagrados interpretados en una brevísima paráfrasis en el sentido propio y literal, escritos en francés por el P. Lallemant”.[13]  Luego, agregado de puño y letra, dice: “Es de don José Clusellas, en Santa Fe, Día de Corpus y de noche, estando ocioso y como a las 8 de la noche y tocando retreta con música, a diez de junio del año 1819.  Firmado J. Clucellas y Golobardes.  Más abajo está firmado dos veces más y la página siguiente está suscripta por Juana Clucellas.

¿Cómo pudo haber ido a parar este libro a manos de Mateo Booz para que él lo citara en la novela “El Tropel”?  Buceando datos y referencias llegamos a la conclusión de que entre Mateo Booz y Agustín Zapata Gollán existía una fuerte amistad.

Tanto es así que Zapata Gollán publicó innumerables artículos periodísticos sobre Mateo Booz.  Uno de ellos titulado “Dos estampas de Mateo Booz” [14] y el otro, “El cuento”. [15]  En uno de ellos lo describe a Miguel Ángel Correa (Mateo Booz) de la siguiente manera: “…el andar reposado y calmo, las manos a la espalda, abrumados los hombros, la apagada pipa en la boca…”

Del cronicón poemático “Aquella noche de Corpus”, [16] señala que Mateo Booz se “documentó no sólo en la bibliografía respectiva sino en la documentación guardada en los archivos y en la tradición doméstica como en ‘El Tropel’, vinculados a él por lazos familiares”.

Y don Agustín no sólo escribió sobre él, sino que también lo pintó en un retrato al óleo con fuertes trazos y significativa figura y que representa al escritor con su pipa, cuadro que hoy se halla en el Museo de Santo Tomé.  Hizo igualmente una xilografía de M. Booz, con la infaltable pipa y anteojos. Además, por invitación del hijo de don Miguel Ángel Correa, José Luis Correa Iturraspe, tuve la oportunidad de visitar su departamento.  Allí me mostró un cuadro de Zapata Gollán que le había obsequiado a su padre, titulado “Procesión de Semana Santa en San Francisco”.

Quiere decir que la relación entre escritor e historiador, pintor y xilógrafo, era muy profunda y había calado hondo en sus almas.  Por ello Melchor de Santa Cruz observa: “La verdadera amistad ha de ser entre iguales”, mientras que otro pensador Antonio Pérez afirma: “La amistad vieja es como el vino viejo, que cuanto más añejo más fuerte”.

Nuestro querido Mateo Booz, cuentista de reconocidos méritos, supo consagrarse como el hijo dilecto de Santa Fe, porque como hijo la amó devotamente y porque se convirtió en el cantor más auténtico y acabado de su “Patria Chica”. [17]

Este libro al que hacemos referencia (“Los Salmos de David…”) seguramente fue ofrecido por don Agustín Zapata Gollán a Mateo Booz para que enriqueciera su novela histórica “El Tropel”, quizás ante el comentario que éste le hiciera, como es costumbre entre escritores amigos, del proyecto de la obra que iba a emprender.  La seguridad de su lectura le aportaría elementos valiosos al objetivo que el creador de “Santa Fe, mi país” [18] perseguía.”  [19]

Propuesta del Doctor Zapata Gollán…

En la biografía titulada Horacio Caillet-Bois – Una gloria santafesina, su amigo el Padre Leonardo Castellani Conte-Pomi, al rememorar los vínculos con Miguel Ángel Correa –Mateo Booz-, escribió:

“Cuando, a pesar de la ordenanza municipal levantamos su busto en bronce, con la iniciativa del Rotary Club, en 1944, Zapata Gollán pensó la frase que iría en el pedestal: ‘A Mateo Booz, Santa Fe, su país’ No pudo dentro de su brevedad numismática, expresar mejor el homenaje de los santafesinos.

 

Y yo escribí y dije en la inauguración este soneto, con el que termino estas líneas:

 

  Ya sabes el secreto a ciencia cierta,

Feliz trasnochador de otras regiones.

Ya es tuyo este país de tus ficciones,

Y aquí queda tu imagen descubierta.

  Para escapar de la infernal reyerta,

Con humildad no exenta de aguijones,

Metiste en un tonel tus ambiciones,

Y diste en el Banquete tu alma abierta.

  Tu facha de escritor de tierra adentro,

Con tus gafas, tu pipa y tu seudónimo,

Queda esculpida en un jardín del centro.

  Pero al irte del mundo hacia lo anónimo,

Se acabó para siempre aquel encuentro

De la esquina de Humberto y San Jerónimo.”   [20]

Claves en la memoria

Una vez más, tras estas lecturas, pulsan en la memoria otras señales que han ido generando reveladoras claves.

1947: decisiones en la Legislatura de Santa Fe

El 2 de mayo de 1947, el presidente de la Cámara de Senadores -vicegobernador Juan D. Pardal- remitió para su tratamiento en la Cámara de Diputados el proyecto de ley sancionado con el propósito de “prohibir a particulares, empresas o sociedades que no estén autorizados por el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, la recolección de material arqueológico en todos aquellos lugares en que puedan existir, dentro del territorio de la provincia”.  Durante la sesión, el Dip. Dr. Juan Scaliter -santiagueño, médico rural residente en Helvecia, departamento Garay-, destacó la necesidad de evitar que parte de ese patrimonio cultural se perdiera en propiedades particulares, siendo necesario organizarlo y luego exhibirlo para conocimiento de la comunidad.

El 30 de junio de ese año, la Comisión de Presupuesto y Cuentas de la Cámara de Diputados recomendó la sanción del proyecto de ley reconociendo “una partida para alquileres de la Biblioteca de la Provincia y Departamento de Estudios Etnográficos”.

Turismo hacia Cayastá

Mediante la ley 3139 del 22 de febrero de 1947 se creó el Ministerio de Bienestar Social y dependiente de la  Secretaría de Bienestar Social función la Dirección de Cultura Social conducida por el Dr. Juan Heredia Vargas, destacado otorrinolaringólogo santafesino que impulsó programas de desarrollo conjunto con sindicatos, el incremento de “bibliotecas” en los gremios y la promoción del turismo a los fines de que grupos de alumnos de escuelas de distintos niveles -y contingentes de jubilados-, participaran en excursiones para conocer distintos lugares históricos, entre ellos en la zona de Cayastá la localidad de Puerto Viejo donde Garay había instalado la  primitiva ciudad de Santa Fe. [21]

En febrero de 1947, mediante disposiciones difundidas el día veinte, las listas de libros autorizados como textos de lectura debieron ser reemplazadas por los que respondieran “a los propósitos fundamentales del plan de estudio establecido, a su espíritu y contenido nacional de sus programas”.

Desde fines de 1946, en la Legislatura provincial continuaban los debates acerca del posible juicio político al gobernador Waldino Suárez y en el Congreso Nacional discutían sobre la conveniencia de nombrar un Interventor Federal. Mientras tanto, siendo ministro de Gobierno Justicia e Instrucción Pública el Dr. José María Funes, diez años después de la promulgación de la Ley 2538, fue reglamentada mediante decreto del 4 de junio.  Se estableció el uso de un mismo escudo en todos los sellos y publicaciones oficiales, teniéndose en cuenta el vasto informe publicado en la Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la provincia, dirigida por el doctor Funes con dependencia de  la Comisión Provincial de Cultura, integrada entre otros por el Dr. Agustín Zapata Gollán.

Agosto de 1947: “Parque Nacional” en Cayastá…

El 29 de agosto de 1947, “la Cámara de Senadores se aprobó el proyecto presentado por los Senadores Armando G. Antille y Demetrio Figueiras -santafesinos- autorizando la inversión de hasta trescientos mil pesos ‘en la construcción de un parque nacional en el pueblo de Cayastá’, provincia de Santa Fe.  El Dr. Agustín Zapata Gollán había dirigido los trabajos de exploración del yacimiento arqueológico de la primitiva ciudad de Santa Fe fundada el domingo 15 de noviembre de 1573 por don Juan de Garay y los ‘ochenta mancebos’ que desde Asunción llegaron hasta el arroyo de Quiloaza.

El paisaje

El Sen. Alejandro Mathus Hoyos -mendocino y presidente de la Comisión de Agricultura, y de Presupuesto, Hacienda y Finanzas- destacó la importancia del proyecto y recordó que Ruskin en Inglaterra, había manifestado que ‘el paisaje es el rostro querido de la patria’ y propuso imaginar que en ese parque ‘habría algo más que la belleza de los ceibos empurpurados, en la Barranca de Cayastá; de los timbós, blancos; algo más que el laurel nectandra y que el sauce colorado del Paraná’ y al mismo tiempo, recomendó ‘resguardar el curupí, el canelón y el espinillo’; ‘arbustos característicos como la carpinchera, la acacia mansa, la rama negra, la sensitiva, el duraznillo y la rama amarilla’; ‘las enredaderas desconocidas y olvidadas en nuestro país’, “la zarza parrilla colorada; la pasionaria o mburucuyá -que Hicken auspició como flor nacional en oposición a la flor de ceibo-, y especialmente otra, de encendido rojo,  la picardía…’ Insistió en la necesidad de que el parque fuera ‘una reserva fitogeográfica’ y aludió a ‘la paja de las islas, de techar, que utilizó indiscutiblemente Garay, para cubrir su primera ranchería.  Vamos igualmente a defender las gramillas y los tréboles criollos de flores rojas porque los otros, son importados’.  Advirtió que ‘especies humildes como el trébol de cuatro hojas o como la ‘ciérrate comadre que viene gente’ (mimosa strigillosa); la alberjilla azul -arvejilla- de las barrancas del Paraná, no pueden ni deben desaparecer. Pero hay algo más: los helechos, esos helechos afiligranados, el magnífico helecho del gran río el Adiantopsis chlophylla que haría el encanto de las más exigentes de las coleccionistas belgas o londinenses”. Reconoció que ‘el río sagrado  enmarcará con sus islas tranquilas, arenosas, la reserva del Parque Nacional’ y acercándose a esas ‘aguas densas’ con tradición guaraní, sugirió contemplar la Nymphaea Giberti, el único nenúfar indígena, de la Victoria Cruziana, el irupé, o si no, cerca de los camalotes y del repollito de agua que también encontramos en el Delta, detenido a veces por el Paspalum repens pasto flotante que gustan las haciendas, que son sorprendidas y atacadas por las sanguinarias pirañas’.

Mencionó a ‘eruditos investigadores como el Dr. Cervera y de los sucesores de José Luis Cantilo, que fue también biógrafo de Garay’.” [22]

1948: tiempo de transformaciones…

El gobierno provincial estaba generando significativos impulsos en el área de Cultura y en el acto de inauguración del XXV Salón Anual del Museo “Rosa Galisteo de Rodríguez”, el ministro de Educación, Justicia y Culto Dr. Alberto Dumont informó que habían enviado a la Legislatura el proyecto de ley de creación de la Dirección General de Cultura, con sanción meses después y sin aplicación práctica.

  Ascenso del doctor Zapata Gollán

Aprobado el presupuesto de la provincia de Santa Fe pertinente al año 1948, mediante el decreto Nº 6594 se crearon cargos y por ascenso, el doctor Agustín Zapata Gollán fue nombrado “Director de la Biblioteca de la Provincia y Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales”, conforme la ley Nº 2990.

Preservación de piezas arqueológicas

El gobernador firmó el decreto Nº 4870 ordenando con “carácter permanente” que “todas las piezas arqueológicas existentes y que en el futuro recibiere el ‘Museo Escolar Florentino Ameghino’ y las Escuelas dependientes del Ministerio, sean remitidas al Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales y que dicho establecimiento comunique al referido Departamento cualquier noticia que le llegare sobre la existencia de yacimientos arqueológicos o de piezas arqueológicas y etnográficas en poder de instituciones particulares’.”

Folklore:  el gaucho, costumbres y tradiciones…

En la legislatura provincial sancionaron una ley estableciendo que el 10 de noviembre de cada año, día del nacimiento de José Hernández destacado político, taquígrafo, legislador… autor del Martín Fierro, debía celebrarse el día de la Tradición y difundirse lo relativo a la vida del gaucho, costumbres y diversas expresiones culturales.

En jurisdicción nacional, mediante el decreto 1782/47 ya funcionaba la Comisión Nacional Honoraria del Folclore, presidida por el poeta Leopoldo Marechal y a principios de 1948, en Santa Fe siendo ministro de Educación, Justicia y Culto el doctor Alberto Dumont se creó la Comisión Provincial Honoraria de Divulgación del Folklore.

No ha sido casualidad lo expresado por Jorge Campana a fines del siglo veinte acerca de aquellas decisiones porque “al aceptar un concepto amplio de que ‘todo lo que el hombre hace es cultura’ se rompió el concepto tradicional de que el hecho cultural pasaba solamente por las bellas artes”…

Pruebas hay acerca de su afirmación referida a la lentitud en “los cambios que se hacían” mientras eran promovidas “actitudes realmente revolucionarias que exigían mayor participación”.  Mediante el desarrollo de aquellos programas, “el pueblo tomaba contacto con la música, el canto y la danza folklórica y ciudadana, con el teatro o la pintura comprometidos con los procedimientos de una clase social que se elevaba y lograba una participación en el poder político”.

Destacó también Campana que “las nuevas ideas de desarrollo social que se gestaban en el país chocaban con los organismos existentes, casi exclusivamente áulicos e intelectualizados, para dar lugar poco a poco a formas y maneras de participación de gran parte de la comunidad en los beneficios espirituales del bien cultural”

Por tales dificultades, no sorprende que en otro párrafo aludiera a que “se lograron Leyes y Decretos… que en definitiva quedaron más en lo programático que en lo concreto.”[23]

Agustín Zapata Gollán, el artista…

El subsecretario de Cultura Dr. Jorge Guillén en 1984, impulsó la edición de los Cuadernos titulados El hombre y la cultura 1 y 2, impresos con apoyo de Bica-Cultura. El primer volumen distribuido a  principios de junio de ese año, incluye una Reseña de la Plástica de la Ciudad de Santa Fe 1830-1972, elaborada por Antonio Colón.

Acerca de Agustín Zapata Gollán, el recopilador Colón destacó que “su formación plástica es el resultado de su propio esfuerzo” e informa que “en la escuela de Artes Visuales ‘Juan Mantovani’, desempeñó la cátedra de Historia del Arte, hasta el día que se retiró.

Existen pinturas de Zapata Gollán en la colección permanente del Museo Provincial de Bellas Artes ‘Rosa Galisteo de Rodríguez’, como el retrato del escritor santafesino ‘Mateo Booz’, el ‘Claustro de San Francisco’ y el ‘Tapial de San Francisco’, admirables pinturas que evocan un pasado de sugerencias místicas del Santa Fe de ayer.  Los grabados que figuran en el mismo Museo son: ‘Puerto’, ‘Patio’, ‘Familia’, ‘Clase’, ‘Idilio’ y ‘Amigos’, además ‘Tríptico del mar’, ‘El barrio’, ‘Familia’, ‘Calvario’ y ‘Chisme’.”

En el párrafo siguiente alude a su participación en diversos certámenes: 1931 y 1935-1936 en Chicago (EEUU); la exhibición de sus grabados en la “exposición circulante por los Museos de Arte de Norte América en 1937.  Agustín Zapata Gollán está colocado entre los artistas que figuran en ‘Obras del Arte Argentino desde Pueyrredón hasta nuestros días’, reunidos por el Museo Municipal de Bellas Artes de Buenos Aires (editado en 1938).  Concurrió a la exposición en Colombia organizada en 1938, por la Sociedad de Acuarelistas y Grabadores de Buenos Aires, donde fue adquirido el grabado ‘Tríptico del mar’.  Participó en ‘Panorama del grabado desde Sívori hasta hoy’, Buenos Aires 1938, ‘El Grabado en la Argentina’, Rosario (fue editado).  En 1963 fue incluido en una carpeta con diez xilografías (Editado por Ellena, Rosario).  En 1963 integró la muestra seleccionada por la Secretaría de Cultura de la Nación, con artistas de todo el país.

Obtuvo premios como los de la Corporación Argentina de Productores de Carne, sección grabado, en el Salón de Arte con temas de la campaña, organizada por la Sociedad Rural Argentina en 1948; la Comisión Nacional de Cultura, que adquirió el grabado ‘Tríptico a la tierra abandonada’, con destino al Museo Nacional de Bellas Artes y  el Premio Gobierno de la Provincia de Santa Fe, al grabado, año 1947.

Revisando exposiciones individuales, en 1932, en Nordiska, Buenos Aires; en la Galería Viau de la Capital Federal, año 1937, en 1939 en Lima (Perú) patrocinada por la revista Arte y Literatura”…  Pág. 33-34

El talentoso periodista y escritor Luis Gudiño Krämer, ubica a Agustín Zapata Gollán en la primera generación”, junto a Ludovico Paganini, José García Bañón, Baldomero Banús, Enrique Estrada Bello, José Domenichini, Miro –Miroslav- Bardonek, Julio Lammertyn, Virginio Pozzi; Antonio Colón, José Sedlacek, Domingo Carrieres, Remigio Doval, Juan Mula, Juan Manuel Oliva, Raúl Schurjin, Eduardo Navarro, José Miralles, José Pascual Pagela, Pascual Castignanini; Mauricio Grewell,  Emilio Donati y Alfredo Moreau.

Tapas e ilustraciones en libros

Agustín Zapata Gollán, siendo estudiante de Derecho, completó el manuscrito titulado La introducción al derecho, de Montes de Oca y sabido es por los datos difundidos por José Rafael López Rosas, que “en la parte inferior de la tapa dice: ‘Agustín Zapata Gollán y Cía. Editores’.  Realzan el valor de esta copia los numerosos dibujos del joven alumno -rostros humorísticos de ignorados personajes– dispersos entre las graves y solemnes anotaciones jurisprudenciales.  D. Agustín tenía entonces 19 años. de edad”.

Zapata Gollán ilustró libros y con “tinta”, Quebrachos en 1947, el primer libro de cuentos de Diego Oxley, dedicado a su abuela Isabel Argüelles de Oxley.

En 1951, la editorial Colmegna de Santa Fe, imprimió Vagos y mal entretenidos, el ensayo elaborado por Gastón Gori en silenciosas noches, después de releer lo que había aprendido mientras cursaba la carrera de abogado.  Es un original “aporte al tema hernandiano” como se lee en el subtítulo y fue ilustrado por su amigo el  Dr. Agustín Zapata Gollán, dibujante y grabador, director del Departamento de Estudios Etnográficos donde también trabajó Gastón.  [24]

Es oportuno reiterar lo expresado por el Dr. Raúl Castagnino, presidente dela Academia Argentina de Letras, en noviembre de 1990 durante el acto organizado por la Municipalidad de la ciudad de Esperanza en celebración del septuagésimo quinto cumpleaños de Gastón…  [25]

“…entresacado sin demasiado rigor metodológico del conjunto de una proficua bibliografía: así entre las prosas expositivas o ensayísticas apuntaría ‘El camino de las nutrias’, que tiene de crónica y de relato, de historia y documento.  En sus páginas quedan fijados episodios dramáticos de rústicos campesinos, peones y colonos, rescatando la fuerte vibración ideológica y desde ellos, al nombre literario de Gastón Gori se asocia el del ilustrador Agustín Zapata Gollán, otro santafesino ilustre.

Vagos y mal entretenidos, constituye otro aporte al tema hernandiano, también ilustrado por Zapata Gollán.  Ambos entregan un documento material cuyos trasfondos sociales asoman con ánimo de justicia y de reivindicación de un estrato humano escarnecido por los mandones.”

 

El 15 de octubre de 1953, la Comisión Central de Homenaje a José Pedroni presentó la antología El árbol sacudido -fuera de comercio, compuesta a mano en los talleres gráficos de Althaus Hnos. de Esperanza y en la tapa reprodujeron una viñeta elaborada por Agustín Zapata Gollán.

 

Un dibujo de Zapata Gollán fue seleccionado para la tapa de Monsieur Jaquin, edición “El Litoral” de Santa Fe realizada a fines de junio de 1956 en los legendarios talleres gráficos de Castellví Soc. Anón., San Martín esquina Falucho, oeste.

 

José Pedroni siendo Director General de Cultura desde el 29 de noviembre de 1963 impulsó el desarrollo de diversos programas y en 1966, como adhesión al sesquicentenario de la declaración de la independencia nacional fue presentado el primer cuadernillo que incluía obras de poetas y narradores de aquel tiempo: “Martín del Barco Centenera, Antonio Fuertes de Arco, Juan G. Godoy, Bartolomé Hidalgo, Hilario Ascasubi, Esteban Echeverría, José Hernández, Estanislao del Campo y Rafael Obligado”.

Un dibujo realizado por Agustín Zapata Gollán mientras dialogaba con su amigo Pedroni, sirvió para ilustrar ese primer volumen y después de tal impresión, el original fue regalado al secretario coordinador Jorge Campana, también secretario privado del subsecretario y supervisor de Promociones Culturales.

En 1994 Campana logró su jubilación como Jefe del Departamento Ejecutivo Zona Sur, terminó su recopilación sobre “política cultural de los gobiernos santafesinos” y cinco años después, incluyó aquel dibujo en la tapa, contratapa y página treinta y cuatro de “José Pedroni – Un poeta en la función pública” donde rememoró tales vivencias.

 

El 15 de noviembre de 1966 se realizó el acto conmemorativo de la Fundación de Santa Fe y en representación del gobierno pronunció un discurso el Director de Cultura José Pedroni. La reimpresión de ese texto, incluye una xilografía de Agustín Zapata Gollán, titulada “Arreo 1”[26]

Por lo que implica también como reconocimiento al tesón de quienes hicieron posible el des-cubrimiento de Santa Fe la Vieja, es oportuno reiterar los últimos párrafos:

“…Hay que tomar conocimiento de todo esto, que es la epopeya de nuestro vivir histórico, meditarlo profundamente y hacerlo emoción en nuestros corazones.  Ningún ciudadano debe ignorar la génesis de su patria.

Aquí transcurrieron los primeros y más difíciles años de una ciudad colonial que trabajó y veló por las generaciones futuras, y consiguientemente, por nosotros.  Su suelo, de cenizas confundidas, ha de ser sagrado para el pie que lo transita, y sus ruinas deben ser contempladas en silencio, como reliquias, porque son testimonios de un pasado de fe y sufrimiento que está amonestando al presente para que no erre el porvenir.

‘Conóceme en lo bueno y en lo malo, en lo que fue mi acierto y mi desvío -dicen testas ruinas; y no te equivocas.  Yo soy tu maestra, hija del dolor.  Enseño lo que se debe eludir y lo que se debe obrar.  Detente a hablar conmigo, caminante’.

Bien hace, pues, quien gobierna, al conservar esta fuente de recuerdos históricos y ponerla a la admiración y devoción del pueblo.  Ello sirve a la vida y a la patria.”

El poeta…

Los versos que Zapata Gollán leyó en el encuentro con amigos concretado en el Jockey Club cuando cumplió noventa años, revelan la intensidad de sus percepciones y el valor estético de sus expresiones.

Las descripciones del paisaje en sus relatos históricos son señales de sus conocimientos logrados tras sucesivas lecturas y entre ellas, aparecen como significativas aquellas referidas a  formas, luces y colores… que supo admirar en su vasto entorno.

En el primer capítulo de su libro “Los precursores” – (Jornadas del Litoral), relató sucesos del tiempo del “Príncipe Enrique a quien sus paisanos llamaban ‘El Navegante’… reiteró hechos del tiempo de “El Rey Don Juan” y del tratado de “Tordesillas” y destacó diversas circunstancias relacionadas con “Brasil”[27]

“Pero el Brasil es una tierra magnífica.  Los hombres de las factorías y algunos desterrados y náufragos que merodeaban en sus puertos y que habían hecho buenas migas con los naturales, desde la mollez y dulcedumbre de sus días, bendecían la bondad y largueza de la vida en la quietud y apacibilidad de aquel montaraz retiro, mientras anunciaban, entre sobrados y misteriosos, la proximidad de grandes tesoros; y los marinos, que llegaban a cargar en sus barcos el famoso palo, llevaban esas nuevas a los puertos de Europa.

Las costas, sinuosas y quebradas, ofrecen el abrigo de sus ensenadas, de sus golfos y de sus bahías, cercadas de montañas, cubiertas de vegetación, donde el mar se transparenta y aquieta con el regalo de los frescos y claros manantiales que bajan rumorosos de las sierras entre bosques de cocoteros y tapices de helechos y de musgos.

Los días son uniformes y lentos.  El sol cae a plomo sobre la tierra húmeda, hervorosa y gruesa.  El monte, con los troncos corpulentos de sus árboles gigantes, pone una infranqueable barrera de misterio donde revolotean los pájaros de policroma y viva plumería; zumban, amodorrantes, los insectos; se arrastran las serpientes, deslizadizas y cautas, agitando sus crótalos a la hora de la siesta; y donde las fieras y alimañas se agazapan y ocultan en sus escondrijos y madrigueras.  Días morosos y dilatados, adornados de sol y rumorosos de follaje y de pájaros, con indias desnudas que danzan al son de las maracas, y piraguas que bogan a la deriva en la limpia esmeralda de las bahías; con la fresca alegría de las mañanas mientras el mar tiende sus bucles de espuma sobre la espalda dorada de la playa; con el sopor del mediodía, de cielo fulgurante y diáfano en un vahar delicioso de frutas en sazón, mientras el sol, a horcajadas sobre el lomo rotundo de los árboles, desgrana, entre las hojas, sus cuentas de cristal sobre la tierra negra¸ con el abatimiento de las tardes”…

 

En el capítulo referido a Buenos Aires, Zapata Gollán escribió acerca del primer Adelantado don Pedro de Mendoza y “La Fundación”[28]

“Comenzaba el mes de febrero del año 1536, cuando don Pedro de Mendoza fundaba Buenos Aires a la margen derecha del Río de la Plata, donde para ‘guarda y pacificación’ de la tierra levantaría tres castillos de piedra.

Con todo, ya le habían dicho los sobrevivientes de Caboto que con él venían, que en aquellas soledades no encontraría piedras para sus castillos.

Una llanura inmensa, baja y monótona, se estiraba desde la lejanía de los horizontes y se venía agazapada entre el pastizal y las cortaderas, hasta meter el hocico de ‘tocas en el agua fresca del río.  A veces parecía que en medio del sopor de las siestas, intentaba, perezosamente, un cambio de postura levantando el hombro de las barrancas, bayas de greda y arena.  Pero se quedaba ahí no más.  Siempre echada largo a largo.  Siempre igual, desde cualquier punto que se la mirara.

Sin embargo aquella tierra desparramada y abierta, más parecía en acecho que dormida.  Y cuando las nubes se amontonaban hacia el sur y después se venía bramando el viento hacia el norte, la tierra se ponía torva y salvaje, y no se sabía si las nubes se venían abajo o si era el mismo suelo, que, ululante y fiero, se agitaba y corcoveaba y bufaba como un potro.”

 

Terminó ese libro con el capítulo titulado La verdadera conquista del Adelantado, expresando: “Irala aguardó hasta fines de junio la llegada de esas naves que se habían visto por la costa del Brasil, y que después se supo que eran las del Segundo Adelantado que venía de España”…

“El día establecido por el gobernador la gente fue subiendo a los barcos que les aguardaban a orillas del Río de la Plata.

Se quemó la nave que estaba varada y que servía de fortaleza para defenderse de los asedios indios, se quemaron las casas y se quemaron las iglesias.

La ciudad de la pesadilla, donde se desmoronó para siempre la grandeza del Primer Adelantado; la ciudad del hambre y de la muerte; la ciudad en donde hasta las mujeres peleaban y disparaban los cañones contra los indios embravecidos, mientras los hombres desfallecían acabados de miserias y penurias, se desvanecía en una columna de humo, que subía, alucinante y trágica.

                                                                                                          *

Unos horcones carbonizados, un montón de ceniza, un foso abierto donde cantaban las ranas y los grillos en las soledades del Río de la Plata, fue lo único que quedó de Buenos Aires.

Los últimos en abandonarla habían empezado a quererla.

Ya conocían las mañas de su río, las tretas de la tierra, y el enojo de sus cielos.

Ya tenían bien estudiados los vientos.

Con días altos y claros y horizonte espesos esperaban siempre el viento del noreste en los meses de verano.

Sabían que para la luna nueva y los plenilunios, soplaban del sureste unas brisas frescas mojadas en lluvias.

No se aventuraban en la boca del río cuando en el invierno soplaba el suroeste; y se cuidaban de las neblinas de julio a setiembre, que aumentaban los peligros de la navegación.

Sabían que después de los norte, el viento que luego llamaron pampero, se venía encima con chubascos y tronadas barriendo y lavando el cielo hasta dejarle limpio y claro, aireado luego por un vientecito frescachón y ligero; y sabían que al amainar ese viento terrible, se veían volar por los aires unas telarañas que se pegaban a veces en la copa de los árboles o en las jarcias de los barcos”…

……………………………………………………………………………………….Los hombres de Mendoza abandonaban Buenos Aires donde el fracaso del Primer Adelantado no les había dado tiempo y espacio para levantar los castillos de piedra que decía el Emperador.

Con todo, cuando los criollos que con don Juan de Garay bajaron desde Asunción en 1580 para conquistar al indomable Río de la Plata, levantaron los cimientos de una nueva ciudad, encontraron en las soledades del río huraño y salvaje, al borde de la pampa, el nombre que había dejado don Pedro de Mendoza.

Cruzó los mares para traer ese nombre que no se perdió jamás: BUENOS AIRES.

Y esa fue en aquella tierra yerma y chata la verdadera conquista del Primer Adelantado.”  [29]

(La profesora María del Carmen Villaverde de Nessier, jefa de la División de Literatura Infantil-Juvenil, en la última página del Boletín Informativo Nº 5 -sin orden alfabético ni datos sobre editores y año de edición-, reiteró los títulos de “Obras de autores santafesinos para recordar”:  [30]

“LOS SIETE JEFES, A. Zapata Gollán.” (orden: vigésimo sexto) /…/

“LOS PRECURSORES, A. Zapata Gollán.” (trigésimo cuarto) /…/

“LAS PUERTAS DE LA TIERRA, A. Zapata Gollán.” (trigésimo séptimo. /…/  [31]

………………………………………………………………………………………………………………………

Educación permanente por el arte de vivir y convivir…

Es oportuno reiterar que “en 1997, la televisión por cable sigue haciendo su agosto y el ilustre Gastón, con su benévola presencia jerarquiza esta repentina cátedra accesible a millones de personas”.

 

El 22 de agosto, algunas Telealegorías.

“Una vez más las pantallas de los televisores proponían compartir una mesa servida y algún brindis.  Apenas terminé con las rutinas del mediodía, oprimí el botón que ilumina las originales ventanas del siglo XX y apareció Peisapping; reconocí a la derecha del conductor Peisojovich –“el Peiso” que trabajó durante varios años en Buenos Aires-, al rector de la Universidad Nacional del Litoral Arquitecto Hugo Storero; siguiendo en esa dirección, estaba la Decana de la Facultad de Formación Docente Profesora Graciela Bruno de Colliura; el gigante de las Letras, Gastón Gori -Profesor Honoris Causa de esa Facultady completando el circunstancial círculo, el rosarino Licenciado Raúl Bertone, subsecretario de Cultura.

Refiriéndose a Agustín Zapata Gollán, Gastón “no comentó en ese momento, las horas que debió mecanografiar hasta terminar con todos los textos que le entregaba ese amigo y tampoco que no fue por casualidad que Zapata Gollán ilustrara la primera edición de Vagos y mal entretenidos.

 

Destacó el maestro Gori, que inicialmente se exploraron los terrenos en Cayastá y recordó que el ingeniero Nícoli ‘trabajó mucho con sus aparatos’  para ubicar un mojón, sin resultado positivo.  Gastón con una sonrisa reconoció: ‘…Lo encontró un criollo… y hasta es lindo’…”

En aquel tiempo del hallazgo de ese mojón, Gastón estaba en Cayastá una vez más cerca de la gente trabajadora, cuando observaron que sobresalía un alambre tejido y como él ha recordado también bajo la bignonia, un criollo empezó a excavar y aunque insistieron para que se acercara Zapata Gollán, el doctor no estaba dispuesto en ese momento a demorar sus investigaciones sobre el terreno.  “Con satisfacción recuerda Gastón que sacaron un tronco de quebracho que tenía tallada la letra ‘C’… y en consecuencia celebraron el hallazgo del mojón que confirmaba la correcta situación.  Gastón Gori comentó que se encontraron algunos cimientos, probablemente de una capilla porque por las dimensiones no se correspondían con la construcción de una iglesia.” [32]

¡Todo es historia de la Historia!…

1950: cimientos del edificio del Departamento…

Después de la Intervención Federal a cargo del Cnel. Dalmiro Adaro, fue electo gobernador de Santa Fe el Ing. Juan Hugo Caesar y se desempeñó desde junio de 1949 hasta 1952.  Designó a los ministros de Justicia y Educación Dr. Raúl N. Rapela; de Hacienda y Economía D. Enrique Villamajó; de Gobierno y Culto Dr. Orlando G. Fornari, de Salud Pública y Bienestar Social Dr. Roberto Lavagna y de Obras Públicas el Ing. Luis Sobrino Aranda, quien impulsó el comienzo de la construcción del edificio proyectado como sede del Departamento de Estudios Etnográficos, en la calle 3 de Febrero al este, cerca del Museo Histórico situado en el Parque del Sur.

Discurso del Director Dr. Zapata Gollán

“No debo ocultar la emoción con que asisto a la inauguración de las obras del edificio destinado al Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, donde se conservarán en su museo todos los restos de nuestra arqueología indígena; el material etnográfico relacionado con la vida del criollo, del indio y de nuestros primeros colonos y, sobre todo, el material reunido en las excavaciones de Cayastá donde se han descubierto las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe y los sepulcros de sus primeros pobladores, gracias al apoyo prestado en todo momento por las actuales autoridades santafesinas.

La construcción de este museo y el descubrimiento de la ciudad fundada por Garay a orillas del río de los Quiloazas, en un día como éste, hace casi cuatrocientos, es una obra de gobierno que señalará una época en la historia de nuestra provincia y que vinculará por siempre a la vida cultural del país el nombre del Excmo. Señor gobernador ingeniero Don Juan Hugo Caesar y de su ministro de Obras Públicas, ingeniero Luis Sobrino Aranda.

No sólo la provincia, el país entero reclamaba estas obras.

El descubrimiento de la primitiva ciudad de Santa Fe, tiene una trascendencia americana.  Es la historia de la conquista de este lado de América, la que comienza en tierras santafesinas con el primer fuerte levantado por Caboto en la desembocadura del Carcarañá.  Los indios que merodean por el fuerte Sancti Spiritus, son los primeros en dar a los conquistadores la noticia del camino que unirá las márgenes del Paraná, con el imperio de los Incas, siguiendo la diagonal que después trazaron los rieles argentinos para la comunicación con Bolivia y el Perú; don Pedro de Mendoza, antes de abandonar su soñada conquista del río de la Plata, da el nombre de Buena Esperanza a un fuerte en las inmediaciones del Coronda, como si quisiera afianzar así, en medio del trágico derrumbe de sus ilusiones de dominio en las regiones que no pudo conquistar, su esperanza inconmovible en el magnífico porvenir de esta tierra bendita; Juan de Garay funda Santa Fe, para abrir puertas a la tierra, para que haya trato y conversación, lo dice él mismo, con la gente del Perú a través del Tucumán y para que los hombres del Paraguay pudieran navegar seguros a lo largo del Paraná y salir con rumbo a España.

Poco después de fundada la ciudad en compañía de Alonso de Soto Mayor, gobernador de Chile, son los santafesinos los primeros que trazan el camino que a través de la cordillera comunicarían el Río de la Plata con el Arauco; y desde Santa Fe, Hernandarias de Saavedra, arriando vacas para poblar estancias, cruza al Entre Ríos y llega hasta el actual territorio del Uruguay.

A la conquista del Río de la Plata, en la que fracasan los soldados de Mendoza, vencedores en las guerras de Flandes y de Italia, la hicieron desde Santa Fe los criollos que bajan desde Asunción con Garay en 1573.

Santa Fe es así el primer jalón de la conquista criolla de este lado de América, y en Santa Fe, la rosa de los vientos abrió todos sus rumbos en la encrucijada de sus caminos.

La construcción del monumental edificio destinado al Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales se inicia hoy, colocando en sus cimientos, ladrillos de las ruinas del templo de San Francisco de la primitiva ciudad de Santa Fe, donde yacen los restos de la hija del fundador y de su esposo Hernandarias de Saavedra.  Feliz iniciativa del Excmo. Señor Gobernador que tiene todo el profundo significado de un símbolo. Sobre esos ladrillos, amasados hace cerca de cuatrocientos años con el barro del Quiloaza por las manos recias de los primeros pobladores de la ciudad, se levantará el Departamento, destinado a reunir y a estudiar todo el acervo de nuestra cultura indígena y colonial, reflejada en el material arqueológico que se rescata del seno de la tierra; en el vocabulario de nuestras lenguas indias que se recoge de labios de los últimos descendientes de los hombres que señorearon este suelo; en las tradiciones y leyendas que todavía repiten junto al fogón troperos y mensuales del campo y puesteros y pescadores de las islas; en las coplas y canciones criollas con reminiscencias de antiguos romances españoles que apagaron para siempre los programas de radio; en los salmos y oraciones y en la terapéutica popular; y todo esto con el complemento del estudio realizado en el fondo documental, que otra ley del actual gobierno ha formado para el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, con los expedientes y actuaciones de los escribanos de la Colonia.

Excmo. Señor Gobernador:

Puedo asegurar que los hombres que se dedican al estudio de los problemas americanistas, celebrarán la obra de su gobierno en este aspecto; y que la obra que hoy se inicia para orgullo de Santa Fe, permitirá ampliar y divulgar el conocimiento científico de nuestra cultura indígena y de nuestro pasado colonial, dándolo no solo un sentido nacional, sino también, una gran proyección americana.”  [33]

Acerca del Fuerte de Sancti Spiritus y diversos asuntos

Uno de los amenos relatos del doctor Zapata Gollán es el referido al Fuerte de Sancti Spiritus y a sucesivas dificultades que debieron soportar los conquistadores.

“…Llegó Caboto hasta la costa de Brasil, pero como lo expresa el doctor Agustín Zapata Gollán, ‘por los informes que allí recoge, cambia de rumbo y el destino de su expedición, se mete por el Río de la Plata, navega por el Paraná y levanta el primer fuerte de la conquista en este lado de América, en la desembocadura del Carcarañá, en busca del camino que le llevara hasta ese fabuloso imperio que también buscaba Pizarro…’

Así fue como fundó el fuerte de Sancti Spiritus, ‘levantado en la búsqueda del camino que llevara hasta esas mentadas Sierras de la Plata.  No había venido a fundar ciudades en esta tierra salvaje de los confines del mundo. Y un día se fue dejando a orillas del Carcarañá los primeros mestizos frutos de la precaria amistad de sus hombres con las indias y la leyenda de la ciudad de los Césares y el mangrullo.  Pero Caboto, que había explorado el Paraná hasta la desembocadura del Paraguay, fracasado en su intento de llegar a la Sierra de la Plata, regresa a España, donde los comerciantes que vieron disipadas sus esperanzas de enriquecerse por el comercio con el Oriente, lo llevan a los estrados judiciales entre una maraña de pleitos a los que se agregan los que le hicieron otros acreedores’.” [34]

Mientras tanto, otros expedicionarios seguían diferentes rumbos en torno a la cordillera de los Andes para impulsar y promover la explotación de los metales utilizando la eficaz mano de obra de los aborígenes, a quienes obligaban a trabajar en beneficio de la Corona española.  En los valles y en las extensas llanuras, se multiplicaba el ganado que constituía la fuente imprescindible para obtener pieles y cueros o para mejorar la alimentación.  Esos fueron durante más de dos siglos, los recursos que sirvieron como sostén económico en este extremo sur de Hispanoamérica.  [35]

1952-1953: informe acerca del Segundo Plan Quinquenal

En una extensa Memoria difundida desde el área de Cultura del gobierno santafesino, registraron los trabajos de Arqueología y las investigaciones que se estaban realizando en Cayastá, asiento de Santa Fe, la Vieja: “…se habían descubierto 38 ruinas y se habían ubicado más de 40, delineando las calles de la primitiva ciudad.  Con la colaboración de la Secretaría de Cultura se comenzó el arbolado de las mismas.  Las ruinas eran visitadas por más de mil personas por mes”.  [36]

(Sabido es porque lo ha reiterado don Ignacio, que durante algunas pausas, el doctor Agustín Zapata Gollán también se acercaba hasta la legendaria Cuevita con algunos amigos.  En esa esquina de San Luis y Santiago del Estero -casi el pórtico del barrio Candioti lindante con las vías del ferrocarril-, estaba Ignacio Rozycki, nacido en Europa el 16 de diciembre del año 1905, año de una memorable inundación en Santa Fe de la Vera Cruz.  Era uno de los lugares preferidos para tomar chopp porque evidentemente, este ucraniano ya aquerenciado, se destacaba por tirar los mejores lisos y atendía a sus clientes junto a su serena esposa Margarita Guarati, artesana de sabrosos ingredientes: chucrut, pickles; papas hervidas con perejil y aceite… ¡Breves historias del litoral argentino que son parte de la “historia de la humanidad”!)

Creación del Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia

Sabido es que el 11 de marzo de 1949 se aprobó la reforma de la Constitución Nacional de 1853 incorporándose el Capítulo III – Derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y la cultura[37]

En el citado capítulo III, parte IV – De la educación y la cultura, en el segundo punto se ratificaba que “la enseñanza primaria elemental es obligatoria y será gratuita en las escuelas del Estado.  La enseñanza primaria en las escuelas rurales tenderá a inculcar el amor a la vida del campo, a orientarlo hacia la capacitación familiar en las faenas rurales y a formar a la mujer para las tareas domésticas campesinas. El Estado creará, con ese fin, los institutos necesarios para preparar un magisterio especializado.”

En el punto 4, “el Estado encomienda a la universidad la enseñanza en el grado superior, para que prepare a la juventud para el cultivo de las ciencias al servicio de los fines espirituales y del engrandecimiento de la Nación y para el ejercicio de las profesiones y de las artes técnicas en función del bien de la colectividad. Las universidades tienen el derecho de gobernarse con autonomía, dentro de los límites establecidos por una ley especial que reglamentará su organización y funcionamiento.  [38]

Así fue como tiempo después, en la Universidad Nacional del Litoral, mediante el Expediente Nº 59.108 se impulsó la creación del Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia de Santa Fe, dependiente del Rectorado.

14-08-1953: Resolución del Rectorado

Santa Fe, 14 de Agosto de 1953.

CONSIDERANDO:

Que el descubrimiento arqueológico en Cayastá, realizado por el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de la Provincia, constituye un hecho de singular trascendencia y un aporte de excepcional importancia para los hombres de ciencia dedicados al estudio de la formación del pueblo que forjó la grandeza de la Patria;

Que cabe señalar, asimismo, la circunstancia de que el hallazgo de referencia haya sido verificado por destacadas Instituciones Científicas, como lo son la “Academia Nacional de Historia”, la “Sociedad Argentina de Antropología”, la “Comisión Nacional de lugares históricos” y la “Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe”;

Que por lo expuesto la Universidad, en su carácter de organismo de enseñanza superior, debe participar directamente en las investigaciones que se lleven a cabo con motivo del acontecimiento señalado, con el objeto de ajustarse a principios establecidos por la ley 13.031 en uno de los cuales fija, como funciones esenciales de las Universidades, y de las cuales no podrán apartarse, las de “acumular, elaborar y difundir el saber y toda forma de cultura, en especial la de carácter autóctono, para la conformación espiritual del Pueblo”;

Que conforme a estos lineamientos y a fin de hacer efectivos los postulados expresados, corresponde a la Institución crear un organismo que, bajo la Dirección de personal experimentado y vinculado a las actividades universitarias, tome a su cargo la misión de seleccionar antecedentes relacionados con la materia y se dedique, en especial modo, a afirmar y desarrollar una conciencia nacional histórica, orientada hacia esa finalidad la tarea de profesores y alumnos.

Por ello, y teniendo en cuenta los preceptos que en orden a “Cultura Hispánica”, señala como objetivo esencial el 2º Plan de Gobierno (V. G. 10),

El Rector de la Universidad

R E S U E L V E :

1º -Créase, dependiente del Rectorado, el “Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia de Santa Fe”, cuya función específica consistirá en el estudio y la investigación de todos los aspectos vinculados con la arqueología y la historia de Santa Fe en el período hispánico.

2º -Designar, con carácter ad-honorem, Director del Instituto que se crea por el artículo anterior, al profesor titular de la cátedra de Sociología de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, doctor Agustín Zapata Gollán.

3º -Solicitar de la Facultad de Filosofía y Letras y Ciencias de la Educación, permita a los alumnos inscriptos en las distintas carreras que en ella cursan y, en especial,  a los alumnos del Profesorado de Historia y Geografía de Sana Fe, que colaboren en la realización de las finalidades específicas que informan la presente.

4º -Insértese, háganse las comunicaciones pertinentes, tome nota Sección Personal, dése cuenta al H. Consejo Universitario y oportunamente, archívese.[39]

                                                                                       Raúl N. Rapela

                                                                                                   Rector

Rafael V. Gutiérrez

Secretario General

Abril de 1953: de una carta de José Pedroni…

Entre los Papeles inéditos que leyó y seleccionó el poeta rosarino Jorge Isaías Pedroni para la publicación de Ediciones Culturales Santafesinas, hay una carta del titiritero-poeta José Bartolomé Pedroni residente en Esperanza a su amigo Luis Gudiño Krämer en su tiempo de vivencias en Córdoba y en un párrafo don Pepe  expresa “que se estaba organizando en Chile el ‘Congreso Cultural Americano’ y transmite su sorpresa al no haber visto el nombre de Gudiño Krämer entre los adherentes”…

“En el párrafo siguiente el poeta alude a un poema suyo sobre ‘Santa Fe la vieja’ que le había enviado a don Agustín Zapata Gollán y que por sugerencia suya, luego remitió a ‘La Nación’…”

Mediados del siglo XX: testimonio de “gente de palabra”…

Desde Santa Fe de la Vera Cruz, República Argentina, el periodista y escritor Luis Gudiño Krämer -durante varias décadas jefe de redacción del diario “El Litoral” de la capital santafesina y autor de interesantes libros referidos a “el hombre del litoral”, tras sucesivas lecturas necesitó expresar:

“…Zapata Gollán interpreta con acierto, apoyándose en fuentes autorizadas, las causas económicas que motivaron el fracaso de la primera fundación de Buenos Aires, y cómo fue posible el establecimiento de ciudades cuando el nativo, abandonando espejismos fáciles, se vio obligado a trabajar, arrancándole a la naturaleza su sustento.

Tiene indudable importancia histórica la comprobación de tal hecho, como ir verificando las causas que luego determinaron una nueva mentalidad americana y el nacimiento de los anhelos de libertad e independencia que constituyeron el rasgo más saliente del carácter nativo.  En ese sentido, en ‘Santa Fe, cruce de caminos’ el autor nos da en feliz síntesis, la clara interpretación de aquella primera revolución americana de origen democrático, que sorprendió en 1580, entregar el poder político a la mayoría.  Efectivamente, como coinciden en apreciarlo diversos historiadores, los siete mestizos  le expresaron que, siendo los más, querían gobernarse…

El mestizo reemplazaba el ocio digno, aspiración feudal, por el trabajo productivo.  Esta conciencia impuesta por la necesidad, dio nacimiento después a ese espíritu rebelde que alarmaba a los empleados de la corona, como aquel tesorero, Fernando de Montalbo, que escribía que los nativos tenían poco respeto por la justicia, sus padres y mayores, que eran amigos de novedades y que se repartían entre ellos los puestos comunales, pues. ‘como son los más, salen con lo que quieren’.”  [40]

1954: “Publicación Nº 1” del Instituto de Investigaciones…

Observo y leo lo impreso en la tapa de la “Publicación Nº 1” del Instituto de Investigaciones y Arqueología dependiente Rectorado de la Universidad Nacional del Litoral, editado en “Santa Fe / República Argentina / 1954”.

Al dorso: AUTORIDADES NACIONALES

 

Excmo. Sr. Presidente de la Nación / General de Ejército JUAN D. PERÓN

Excmo. Sr. Ministro de Educación de la Nación

Dr. ARMANDO MÉNDEZ SAN MARTÍN

 

UNIVERSIDAD   NACIONAL   DEL   LITORAL

Rector

RAÚL  NORBERTO  RAPELA

Vicerrector

ALEJANDRO GRECA

Secretario General

RAFAEL V. GUTIÉRREZ

Prosecretario General

NÉSTOR A. OLMOS

Secretario del Rectorado

MEDARDO R. STESSENS

 

INSTITUTO SOCIAL

Delegado del Rector

LUIS RAVERA

 

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DE

ARQUEOLOGÍA E HISTORIA

 

Director

AGUSTÍN ZAPATA GOLLÁN

Miembros de número:

VÍCTOR R. BADANO

HERNÁN BUSANICHE

FEDERICO CERVERA

GUSTAVO A. FESTER

FERNANDO V. GASPARY

ALBERTO REX GONZÁLEZ

RICARDO ORTA NADAL

RELINDA MAURIEZ DE PAILLET

ANTONIO SERRANO

Prólogo del Rector

La Universidad Nacional del Litoral, consecuente con los principios que informan la Doctrina Nacional Peronista, extiende su acción en el campo de la educación y cultura logrando los lineamientos constitucionales con la creación de institutos que ponen en acción dichos principios. El artículo 37, en el parágrafo IV sobre Educación y Cultura, preceptúa, además de la labor universitaria en las carreras profesionales, la tendencia a profundizar el estudio de la literatura, historia y folklore de su zona de influencia cultural.Pág. 3-4

En cumplimiento de esta finalidad, la Universidad Nacional del Litoral ha permanecido vigilante a las manifestaciones superiores del quehacer literario, histórico y folklórico estimulando en la medida de su alcance su desarrollo, ya que en el Litoral esas manifestaciones han tenido siempre hondo arraigo a tal punto que se le reconoce su ascendiente nacional a través de la labor de sus escritores e historiadores.

El descubrimiento de las ruinas de Cayastá, constituye un hecho tan valioso que su resonancia ha sobrepasado los límites del país, interesando en el extranjero en virtud de la misma raíz hispánica que fundamenta étnicamente las nacionalidades latino americanas.  Por haberse producido ese hecho en la zona de influencia de la Universidad Nacional del Litoral, ésta ha seguido con interés su desarrollo ulterior hasta que alcanzó la magnitud actual, en que estudiosos de todo el país han convergido hacia el nuevo e importante centro de interés para la ciencia histórica y arqueológica y, activa en su acción regional, ha creado el Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia a cuyo frente ha colocado al profesor de Sociología de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Dr. Agustín Zapata Gollán, quien, precisamente como Director del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales dependiente del Ministerio de Educación y Cultura de la provincia de Santa Fe, ha llevado a cabo el descubrimiento de las ruinas de referencia. Negritas aquí.

Dicho Instituto abrirá un nuevo e importante campo para el aprendizaje de la investigación histórica y arqueológica, a la juventud universitaria, con la incalculable ventaja de ofrecer además de la documentación escrita -en colaboración con el Superior Gobierno de la Provincia-, el examen directo del valioso material objetivo de estudio descubierto en Cayastá.

Con el Instituto creado, por lo demás, la Universidad da un nuevo paso en su acción cultural en su zona de influencia, como lo preceptúa el texto de la Constitución Justicialista.

                                             Raúl N. Rapela

Ciclo de Lecturas difundidas desde LT 10 “Radio de la Universidad”

En la quinta página, este texto con recuadro:

 

El Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia, en virtud del movimiento de opinión científica promovido por el descubrimiento de las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe, ha auspiciado un ciclo de lecturas radiales trasmitidas por L. T. 10 Radio Universidad, en el que participaron investigadores que tomaron diversos aspectos del tema genérico de la ciudad fundada por don Juan de Garay en el sitio que hoy ocupa Cayastá.

Los escritos que se leyeron en su oportunidad ofrecen un interés permanente, de aquí que el Instituto haya decidido darles una nueva trascendencia agrupándolos en este libro.  De tal manera, el Instituto no sólo ha de cumplir su función específica dentro del campo de la investigación, sino que extenderá su ámbito dentro del público lector.

(Celebremos que el Decreto Nº 4.161 del 5 de marzo de 1956 firmado por las autoridades que detentaron el poder en la autodenominada Revolución Libertadora, aunque prohibió hasta el uso de determinadas palabras, no haya tenido la eficacia necesaria como para que “por miedo” fueran destruidos todos los libros editados con recursos del Estado o privados, en el lapso junio de 1946-septiembre de 1955…)

Cincuenta años después, la reiteración del contenido de la primera publicación del Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia, significa un reconocimiento a quienes hicieron posible el desarrollo completo de tal proyecto: quienes colaboraron rastreando y cavando; autoridades, investigadores, escritores… personal de la radioemisora y de la imprenta.

Entre ellos, sabido es que algunos fueron perseguidos cuando en la primavera del ’55 se ensanchó la grieta que hasta hoy, en sucesivas etapas, ha impedido avanzar solidariamente hacia objetivos de concordia y de justicia…    

El descubrimiento de las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe

Por el Dr. Mario de Olazábal

Profesor de Historia en el Liceo Militar General Belgrano.  Pág. 9-12

 

La historia de la colonización española del territorio del Río de la Plata, después del regreso del adelantado don Pedro de Mendoza y de la despoblación de Buenos Aires, dispuesta por Irala, se reduce a la de Asunción.  Sin embargo, aquel núcleo de pobladores se encontró semiaislado.  Sus comunicaciones con el Perú, centro del poderío español en América del Sud, eran difíciles y peligrosas.  Se hacía necesario hallar un camino más practicable.

El lugar estratégico elegido por don Juan de Garay en el litoral argentino y en donde el 15 de noviembre de 1573 fundó la ciudad de Santa Fe, convirtió a ésta en uno de los centros preponderantes de la conquista, que tuvo su lógico complemento con la fundación de Buenos Aires, casi siete años más tarde y que por curioso destino y prueba de la visión de aquellos esforzados varones de la madre patria, retrotrajo el centro de la colonización a las tierras que primero habían conocido los españoles.

Santa Fe, convertida en llave de las comunicaciones, vio aumentar su importancia; pero amenazada su población de continuo por muy distintos factores, se preocupó por hallar un lugar más conveniente donde establecerse.  Lleva casi un siglo de existencia la ciudad fundada por Garay, cuando sus autoridades resuelven trasladarse al sitio que hoy ocupa y sus pobladores, lentamente, se van instalando en el nuevo asiento, al que llevan todos los efectos, muebles, etc., que les puedan prestar utilidad.  El lugar de la primitiva ciudad queda abandonado.  Corren los años y los muros de las casas y de los templos de la ciudad muerta, que sólo guardan los restos de sus primitivos pobladores, ceden al peso del tiempo y vencidos, poco a poco, se desmoronan.

El lugar del primitivo asiento de la ciudad es recordado, con alguna frecuencia, en varias actas del Cabildo y en documentos de la época, memorias, testamentos, títulos de propiedad, etc.

Al escribirse la historia de nuestro pasado, Santa Fe aparece en su verdadera importancia y salta a la vista como su vida se encuentra estrechamente ligada con la de hombres de la jerarquía de Garay y Hernandarias, por no citar otros, que la eligieron como lugar preferido para su morada y desde donde ejercieron una acción preponderante para el desarrollo y adelanto de estas regiones.

El doctor Manuel Cervera, en 1901, sostuvo que la primitiva ciudad de Santa Fe había estado ubicada en Cayastá; pero éste fue un problema que preocupó intensamente a nuestros investigadores que sostuvieron distintas tesis, aunque compartiendo muchos la opinión anteriormente citada.

Cuando el doctor Agustín Zapata Gollán, fundado en sus trabajos y en los de varios eruditos, entre los que merecen una especial mención el doctor Cervera, al que me he referido y los ingenieros Nícoli y Fernández Díaz, consigue poner al descubierto las ruinas del primitivo asiento de Santa Fe, en Cayastá, en lugar y ubicación totalmente de acuerdo con distintos documentos históricos, que serán llevados a conocimiento del público a través de estas audiciones, su descubrimiento resuelve el problema de la primitiva ubicación de Santa Fe y merece la aprobación unánime de los miembros de la Academia Nacional de la Historia, en total acuerdo con el dictamen del Rvdo. Padre Guillermo Furlong y del doctor Raúl Molina.  En idéntico sentido se pronunció la Sociedad Argentina de Antropología, después de las sesiones celebradas en esta ciudad el mes de setiembre de 1951, luego de examinar detenidamente el material arqueológico reunido y de visitar y estudiar las ruinas descubiertas en Cayastá.  Esas ruinas, para las personas amantes de nuestro pasado y de nuestra tradición, adquieren una trascendencia extraordinaria, porque ellas son el verdadero y único testimonio de la vida de los esforzados conquistadores y colonizadores de nuestro país. [41]  Negritas aquí.

Un grupo entusiasta de santafesinos, compenetrados de la magnitud de ese descubrimiento y de su valor espiritual para todos los americanos, en ocasión de su visita a las ruinas de Cayastá, resuelven establecer las bases para la formación de una asociación de amigos de Santa Fe la Vieja, designando una comisión provisoria para que se encargue de los trabajos preliminares y convoque a una asamblea constitutiva de la entidad.  Más de trescientas personas se adhieren de inmediato a la idea y la asamblea convocada al efecto deja constituida la asociación, le da sus estatutos y elige sus autoridades de las juntas consultivas y ejecutiva, presididas por el Exmo. señor Arzobispo, monseñor doctor Nicolás Fasolino.

La asociación, como lo dice en sus estatutos, ante el descubrimiento de las ruinas de Santa Fe, en Cayastá, entiende que deben hacerse ‘perdurables los resultados de los estudios e investigaciones’ frente a ese hallazgo arqueológico ‘con el objeto de difundirlos en nuestro pueblo y estimular el sentido de la argentinidad con la veneración de los recuerdos que nos traen aquéllas ruinas seculares’ y de conformidad con ello, se propone ‘fomentar las investigaciones arqueológicas e históricas vinculadas con la fundación y desenvolvimiento posterior de Santa Fe y organizar visitas a las ruinas descubiertas en Cayastá y al Museo del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales’, porque como sostuvo el doctor Levillier, en su última conferencia sobre la ubicación de la primitiva Santa Fe, para apreciar el valor e importancia de aquellas ruinas, es necesario verlas.”   Pág. 9-12

El asiento de la primitiva ciudad de Santa Fe

Por el Dr. Manuel M. Cervera

Presidente Honorario de la Junta Provincial de Estudios Históricos y miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia.

(Estas páginas fueron leídas por el doctor Federico Cervera.)

 

Mi señor padre, el Dr. Manuel Cervera, me ha encargado que ocupara esta onda en su reemplazo, dada su avanzada edad, para dar lectura a los párrafos que ha escrito, satisfaciendo el pedido del señor Director del Instituto de Investigaciones de Historia y Arqueología de la Universidad Nacional del Litoral, quien le ha solicitado que ocupe este espacio radial con un breve comentario sobre algunos hechos importantes, vinculados a la ubicación de la primitiva Santa Fe fundada por el general Juan de Garay, en 1573.Negritas aquí

Existen gran cantidad de documentos diversos, relatos, actas del Cabildo de esa ciudad y escritos firmados por el citado Garay, por autoridades y vecinos que le acompañaron al fundar la ciudad, que vivieron allí y recibieron en propiedad tierras en todas direcciones del lugar donde la ciudad estaba, tierras que vendieron o dejaron a sus descendientes. Estos documentos abarcan casi un siglo, pues esa ciudad se trasladó entre 1651 a 1666, o más tarde, a la actual ciudad de Santa Fe, abandonando la primera, y en ellos debe buscarse la verdad histórica, correspondiente a la época en cuestión.

El señor Director del Instituto de Investigaciones de Historia y Arqueología de la Universidad Nacional del Litoral me pide relate algo sobre la verdad del lugar en que esa ciudad vieja de Santa Fe existió y fue fundada, lo que trataré de hacer a la ligera por no ser posible reproducir la cantidad de documentos existentes en los Archivos de esta nueva ciudad de Santa Fe,  y en otras partes, que los interesados pueden leer; documentos que hace cuarenta o más años que estudié, reproduciendo muchos en mi historia de esta provincia, en la que sostuve que esa vieja ciudad fue fundada por Garay en el lugar en cuyas cercanías de halla hoy el pueblo de Cayastá, lo que repetí en dos folletos más.

Garay salió de la ciudad de la Asunción en procura de la fundación de una ciudad y llegó a la costa de la actual provincia de Entre Ríos en un lugar donde existía una laguna que llamaron ‘De los patos’ y desde allí cruzando el Paraná e islas hacia la orilla fronteriza del Oeste llegó a un sitio un poco al Sudoeste del lugar de donde salió y fundó allí esta ciudad de Santa Fe.  Un año después, en 1574, habiendo llegado desde España la expedición de Juan Ortiz de Zárate a la que ayudó Garay, en viaje hacia la Asunción pasó por esta nueva ciudad de Santa Fe que estaba fundándose, deteniéndose en ella; uno de los viajeros que con él venía, llamado Centenera, que unos años después vivió en Santa Fe, nos dice que esta ciudad estaba fundada sobre una barranca junto al río.

Al repartir las tierras Garay para los vecinos que le acompañaron y se radicaron allí, cuyos títulos algunos se han perdido, lo hizo tanto al Norte como a otras direcciones del lugar donde estaba esa ciudad.

Asimismo, también se adjudicó varios lotes, uno de los cuales es el siguiente: que en 1576 efectuó al otro lado del río Paraná en la costa del actual Entre Ríos; en el mismo lugar casi al que llegó cuando vino desde la Asunción y dice: “Otrosí a la otra banda del Paraná donde decimos la Laguna de los Patos, que es por debajo de la Angostura de la Punta del Yeso una legua poco más o menos de donde sale el Riachuelo de ésta ciudad de Santa Fe, río arriba en el Paraná; en al cual dicha Laguna de los Patos he tomado y señalado para mí, una legua de frente por la vera del Paraná, y dos leguas de largo por tierra adentro y entiéndase que esta legua de frente que tomo y señalo para mí en esta dicha laguna ha de tomar en el medio de la boca de la dicha laguna y correr río arriba la media legua y río abajo la otra media legua.”

Precisa así bien ese lugar; y al leer esto el historiador señor Groussac en sus “Anales”, tomo 10, página 130, dice: “que Garay ubica la Laguna de los Patos con la claridad de un agrimensor”:

En ese mismo año de 1576, setiembre 9, dio de merced a Alonso Hernández, entre otros lotes, un pedazo de tierra más debajo de la boca del Salado Grande de media legua de frente y dos de fondo; merced ésta que se halla anotada en los tribunales de Justicia de Buenos Aires en el expediente sucesorio de Jaime Rasquín.  Lo que nos demuestra, que a pesar de estar tan alejado este lote de tierra, Garay conocía perfectamente el gran territorio que por los límites le había dado a esta ciudad de Santa Fe.

Y en esa misma banda del Paraná del actual Entre Ríos dio a Antón Martín un pedazo de tierra “por donde yo subí los caballos cuando fui en busca de los caletones la cual dicha tierra ha de tener de frente desde la boca de una quebrada que está allí y a la tierra adentro como las demás.”

Iguales repartos de tierra se efectuaron allí, las que pertenecieron a Feliciano Rodríguez, lo que dio lugar al nombre del Río Feliciano, que pasando por ellas todavía existe y así se nombra, como el nombre de Alcaráz, de Antonio Tomás y el de Hernandarias que en esa provincia subsisten.

Ese nombre de Hernandarias es en las tierras que se otorgó Garay, y que las obtuvo Hernandarias de Saavedra casado con la hija de Garay, Jerónima de Contreras.  Hernandarias fundó una gran estancia con poblaciones, el cual nos dice en el pleito que tuvo con Osuna y otros en 1627, pleitó sobre ganados y límites que desde Santa Fe, donde tenía su casa, Hernandarias veía su estancia y poblaciones en ese lugar del Paraná en el actual Entre Ríos.

Leyendo esto y muchos otros documentos que es largo citar, encuentro que el historiador entrerriano doctor Pérez Colman, en su obra “Historia de Entre Ríos”, tomo I, página 96, nos dice en 1939: “…que Garay pasó al Entre Ríos por el “Paso de los caballos”, hoy llamado “Paso viejo”, lugar que está frente a Cayastá en la cercanía de los arroyos San Diego y Las Piedras, hacia el norte de la Punta del Yeso o Hernandarias, al sur de la desembocadura del río Feliciano, lo que repite más adelante este historiador.

El conjunto de todos estos datos unidos responden a un común fin que los que escuchen verán: y es, que la ciudad de Santa Fe la vieja se hallaba enfrente de la costa del Entre Ríos donde se halla el pueblo de Hernandarias, un poco al sudoeste, como nos decía el historiador Díaz de Guzmán.

Además, desde Santa Fe la vieja, se abrió un camino de comunicación con la ciudad de Córdoba, por donde pocos años después de fundada Santa Fe, vecinos de ésta como Arévalo, Martín y otros que he citado en otra parte, iban a traer ganado y a comerciar.  Ese camino iba en línea sudoeste, pasando los ríos Saladillo y Salado Grande hasta Córdoba y sobre cuyo camino pasado el dicho Salado Grande, dióle tierras para estancias Hernandarias, en 1602, al licenciado Gabriel Sánchez de Ojeada.

Pero ya basta con estos datos que cualquiera puede estudiar para que se conozca el verdadero lugar donde se fundó Santa Fe la vieja.

El desconocimiento de estos hechos, trajo la duda que finalmente determinó al gobierno el ordenar las excavaciones para buscar ruinas.  Los hallazgos de edificios con anchos muros de tierra apisonada correspondiente a las iglesias, por sus caracteres y por los esqueletos humanos que allí se han hallado; las casas restantes, la gran cantidad de tejas que desde el comienzo del siglo XVII se fabricaban en Buenos Aires y Santa Fe, según documentos; los objetos de loza antigua española, herrajes diversos, monedas, etc., etc., elementos todos que trajeron desde España los fundadores como de uso muy antiguo en toda ciudad española; muy diversas las chozas que los indios construían para ellos, sin reconocer ni usar esa clase de objetos varios, ni su industria, y sin los metales ni otras cosas que mucho más tarde, solo bajo la dirección de los españoles pudieron construir aquí.

Miles de personas han ido a ver esas ruinas y objetos hallados y han podido conocer lo que hemos expuesto sobre su antigüedad y origen.  También, para esa comprobación y conocimiento han llegado a este lugar dela Santa Fe la vieja, desde Buenos Aires y otras partes, comisiones de hombres de estudio y de gran competencia; ya historiadores, numismáticos, arqueólogos y otros, que al revisar y estudiar todo lo hallado han declarado ser de origen y producto muy antiguo, correspondiente a una población española, confirmándose así los datos que aquí he esbozado existentes en la cantidad de documentos y escritos que se conservan todavía en los archivos.

Estos datos sobre la fundación y lugar de la primera ciudad de Santa Fe, fundada por el general Juan de Garay en 1573, han encontrado concluyente ratificación en esas ruinas que todos debieran conocer.  Pág. 13-17

Sobre medallas halladas en sitio viejo

Por Mons. Dr. Nicolás Fasolino.

Arzobispo de Santa Fe. Presidente de la Junta Provincial de Estudios Históricos.

En las excavaciones realizadas en el Sitio Viejo, hoy Cayastá, bajo la dirección del doctor Agustín Zapata Gollán, Director del Museo Etnográfico Provincial, se han encontrado diversas medallas ahora, y otras antes, en las cuales se ve la imagen de la Virgen Santísima de pie, sobre una media luna, con las manos juntas, coronada de estrellas su cabeza, y un conjunto abundante de rayos alrededor de su cuerpo.  Negritas aquí

Al examinar dichas medallas el académico Don Humberto F. Burzio, las denominó medallas representativas de Nuestra Señora de Guadalupe, dando pie con esta afirmación, a que se formara un argumento contra la tesis de que Santa Fe la Vieja estuvo en el sitio llamado de Cayastá, ya que la devoción al título mariano de Guadalupe se inicia públicamente en Santa Fe, en la segunda mitad del siglo XVIII.  Con estas palabras he de examinar ambas afirmaciones.  [42]

I

Ante todo ha de exponerse que el título de Nuestra Señora de Guadalupe procede de la ciudad de Méjico, y arranca de la aparición de la Virgen Sma. al indio Juan Diego, en el año 1531; debiéndose anotar que la imagen de Guadalupe Mejicana es muy distinta de la efigie que, con el mismo nombre se venera en Cáceres, de España.  La Virgen Mejicana fue muy difundida por las tierras americanas, en tal manera que el Padre Jesuita, Carlos Leonhardt, una verdadera autoridad en Historia dice: “La Virgen de Guadalupe no era desconocida en Sudamérica, hasta el Perú (por lo menos) un siglo después de su aparición, (lo que) se comprende al considerar que el Perú estaba en íntima relación con Méjico, y era pasaje para los que venían de España hacia el Río de la Plata”.   Y el mismo autor, al hacer la comparación entre las imágenes de Guadalupe de España y de Méjico, añade: “Insistimos en la mayor popularidad de la de Méjico, entre los Sudamericanos”.  Estas apreciaciones del P. Leonhardt fueron escritas y publicadas en 1930.

¿Qué extraño, pues, hubiera sido que se hallaran medallas de este título de María, entre los españoles de Santa Fe, en el antiguo asiento?  Sin embargo no voy a hacer hincapié en este asunto, ya que creo hallar la solución por otro camino más natural y más de acuerdo a la realidad.

II

Antes de que fuera proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción de María Santísima, por Pío IX, en el año 1854, ya era profesado y tenido en grande devoción este título en España y en sus Indias, desde siglos atrás, y las imágenes que representaban esta fundad creencia se denominaban “La Pura y Limpia”.   Así se decía: “La Pura y Limpia Concepción de Luján”, la “Pura y Limpia Concepción de Itatí” o sencillamente “La Limpia Concepción” de Santa Fe, como con este último nombre se apellidaba a la actual Virgen de los Milagros.  La expresión pictórica o escultórica era doble, a saber:  una, la vestida de azul y blanco, con las manos juntas, sobre una media luna, con uno o varios ángeles algunas veces, y rodeada de rayos en muchísimos casos.  A este grupo pertenecen las imágenes veneradas en nuestra tierra con los nombres de Luján y del Valle, de Itatí y de Sumampa.

La segunda expresión del título de la Concepción presentaba la imagen siempre orante, con los citados atributos, pero vestida de rojo o rosado y de azul o celeste, como se halla la Virgen de los Milagros y como se suele representar también a la Virgen del Rosario.  Así se halla pintada la Virgen de Guadalupe, en Méjico, y quizás su presentación haya influido en las realizaciones de las otras imágenes de la Inmaculada, en América.

El Beato Roque González de Santa Cruz, que con los compañeros Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, todos de la Compañía de Jesús, sufrió el martirio en el año 1628, llevaba en su vida misionera una imagen de María Santísima, que era llamada “La Conquistadora”, la cual era una representación de la Inmaculada Concepción a la usanza guadalupana.  La imagen pintada en un lienzo fue destrozada en ocasión del citado martirio.

Y todos los atributos, que se hallan en las imágenes de la Virgen María, esculpidas en las medallas encontradas en el Sitio Viejo de Santa Fe, responden al concepto de la Inmaculada Concepción, y en la misma manera, como hoy, se expresa este dogma católico en la liturgia de la Iglesia.

III

Es conveniente examinar dos imágenes que estuvieron en Santa Fe en el Sitio Viejo; una con absoluta seguridad; la otra respaldada por la tradición.

La primera es la imagen de Nuestra Señora de los Milagros, llamada “La Limpia Concepción”, de Santa Fe.  Fue pintada por el Hermano Jesuita Luis Berger, flamenco; y el citado P. Leonhardt, al preguntarse qué modelo había tomado el hermano pintor, escribió: “Hoy día se prefiere en esta materia la manera insuperable de Murillo”.  Este autor es muy posterior (1617-1682) a la época, de la cual hablamos.  No encontramos en la Imagen de Santa Fe ningún rastro de su escuela, ni tampoco de la escuela de pintores flamencos… Estudiando los pormenores de la venerada Imagen, llama la atención que hasta en los adornos es una imitación de la Virgen de Guadalupe, de Méjico, que es “una Inmaculada”.

Y el P. Guillermo Furlong, en su hermosa historia “Nuestra Señora de los Milagros” al examinar los diversos aspectos de la Imagen de la Iglesia de los Padres Jesuitas, dice: “Nos interesa la Virgen Guadalupana, venerada en Méjico, desde mediados del siglo XVI, y nos interesa porque hay una nota de semejanza entre ella y la Virgen venerada en Santa Fe”.

Y bien esa semejanza ha de haberla dado el modelo corriente entonces de la Inmaculada Concepción, que la piedad de los fieles veneraba al confesar ese título hoy dogmático; modelo que se asemejaba a la Virgen de Guadalupe.

¿Y por qué no pensar que la aparición de María, en la manera reproducida en la venerada Imagen de Méjico, viniera a manifestar su Concepción bendita, en la cual se halla unido el dogma de la Maternidad divina ya que se aparecía como Madre de la nueva raza americana; y por eso se hubiera difundido por nuestras tierras?

Por esto, al hablar de la Imagen de María de los Milagros pudo llamarla el P. Alonso Andrade: “La Imagen de la Concepción de nuestra Señora, que está en la Capilla de la Congregación de nuestro Colegio de Santa Fe”.

Naturalmente la tradición no tiene la misma fuerza del documento patente del cuadro pintado por el Hermano Berger, y que hoy se contempla coronado por la piedad de los santafesinos; pero añade su nota positiva.  En el Sitio Viejo, según la tradición se veneraba una imagen de bulto, que fue llevada a Buenos Aires y se halla en poder de la familia Araujo; la cual tiene semejanza extraordinaria con la imagen reproducida en el cuadro del Hermano Berger, hasta el punto de que no se formula la pregunta: ¿Cuál de las dos fue la primera: la efigie o el cuadro?

IV

Expuestos estos antecedentes netamente santafesinos y del Sitio Viejo, cabe preguntar: ¿Con qué atributos y en qué manera se presenta la Imagen de María en las seis medallas examinadas por el señor Burzio y halladas en las excavaciones realizadas en Cayastá, y a  las cuales puedo añadir una más, que obra en mi poder?

La figura de la Virgen está de pie, sobre una media luna, coronada con siete estrellas (menos en dos medallas) y flanqueada con rayos rectos y flamígeros.  Y bien, en una medalla existente en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe, encontrada en Cayastá y que le fuera donada hace tiempo por el sentido amigo, el doctor Clementino S. Paredes, se halla representada la misma Imagen, en idéntica posición, entre los mismos atributos y con la siguiente inscripción alrededor: Con. Imm. Virg. Mariae, vale decir: “Concepción Inmaculada de la Virgen María”.

Entonces con toda razón, cabe deducir que las medallas encontradas en el Sitio Viejo, no se refieren a la Virgen de Guadalupe, de Méjico, sino que expresan la Inmaculada Concepción de María Santísima, aun cuando puedan existir semejanzas entre sí. Estas nada dicen. ¿Acaso no hay semejanzas entre las imágenes de Luján, del Valle y de Itatí, con sus claras variantes?

Luego, y a esto quería llegar, el hallazgo de las medallas nada prueba contra la tesis santafesina de que nuestra ciudad tuvo el primer asiento en Cayastá.  Más bien, la semejanza mayor con “La Pura y Limpia Concepción” de Santa Fe, insinúa una argumentación a favor de la tesis santafesina.

Voy a abundar más aún.  En el reverso de las medallas se encuentran emblemas de la Eucaristía, el símbolo de la Compañía de Jesús, los Santos Ignacio y Francisco; y en la medalla que poseo, San Isidoro.  Como se ve, no se trata del Patriarca de una orden solamente, como suele acaecer, cuando la población es una reducción a cargo de una familia religiosa.

V

Por último, ¿qué se sabe decir de la Virgen de Guadalupe, que se venera en el Santuario de Santa Fe actualmente?  Digo que nada tiene que ver en este asunto, pues su culto se inicia en la segunda mitad del siglo XVIII; por lo tanto no debe aducirse este título con respecto a las medallas encontradas, pues éstas son mucho más antiguas, y en consecuencia, no se pueden rechazar las medallas como ajenas al Sitio Viejo, ni adjudicarlas a una reducción posterior, porque la devoción a la actual Imagen de la Virgen de Guadalupe haya nacido después, en la ciudad nueva.

VI

Es oportuno recapitular y sentar las deducciones:

1º Las medallas encontradas en el Sitio Viejo, de Santa Fe, reproducen solamente La Inmaculada Concepción de María Santísima.  Es una equivocación aludir a ellas a la Virgen de Guadalupe.

2º Las medallas son de factura muy antigua; pero no de la segunda parte del siglo XVIII, sino muy anteriores.

3º Estas medallas nada argumentan contra la tesis santafesina de que la antigua Santa Fe estuvo en el Sitio Viejo, en Cayastá, antes por el contrario contra  la tesis foránea.

VII

Una última palabra.  Es de sentir que las dificultades contra la tesis santafesina, no se vengan a estudiar sobre el terreno, en todo cuanto aparece en las excavaciones; las cosas también tienen su lenguaje.  Y es de sentir que no se resuelva asunto tan importante para Santa Fe y también para la República entera aquí en esta ciudad, en donde se hallan todos los medios para una serena documentación y elevada conferencia, entre los dedicados a tan interesantes estudios para después dar a conocer -todos juntos- los resultados a los conciudadanos.  Mientras tanto melios es conditio possidentis, como dicen los juristas; mientras tanto se halla en mejor condición el poseedor, por lo menos, de la tradición de la misma ciudad.

El camino indicado es el verdadero y lógico para arribar a la verdad, que es lo que se quiere en Santa Fe.  Pág. 19-25

Noviembre de 1953: acerca de piezas numismáticas en Cayastá…

Es oportuno reiterar el estudio elaborado por el capitán de Navío Cont. (R) Humberto F. Burzio, Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, Presidente del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades. Publicado en el diario “El Litoral” de Santa Fe el 14 de diciembre de 1954, ratificando las conclusiones del informe presentado a la Academia Nacional de la Historia, por el autor del trabajo”.

El texto comienza así: “He seguido atentamente los escritos sobre el asiento de Santa Fe la Vieja, especialmente los del ingeniero Nicanor Alurralde, que sin tener el placer de conocerlo personalmente, ha tenido la gentileza de hacérmelo llegar a medida que los iba publicando en ‘El Orden’ de Santa Fe, deferencia que mucho le agradezco.  En su artículo del día 20 de octubre, al referirse a mi informe y a su discrepancia con el Ilmo. Sr. Arzobispo de Santa Fe monseñor Nicolás Fasolino, en su comentario titulado ‘La propaganda sobre las ruinas de Cayastá’, expresa: ‘Por otra parte el capitán de navío (R) Burzio tiene la palabra’. /  Me presento, pues, en el palenque, que no lo considero guerrero como el del verso de Rubén Darío, aunque pareciera serlo por el tono un tanto bélico que campea en los escritos del ingeniero Alurralde.

Amor a la verdad, juicio sereno, equilibrio en las ideas, cultura, erudición, disciplina, ausencia de amor propio, conocimiento de las fuentes, acertada crítica externa e interna de las mismas y poca imaginación, son entre otras las cualidades necesarias que deben poseer para abordar con éxito y seriedad los estudios históricos o para mantener en un plano de elevada jerarquía intelectual y científica las discusiones que un hecho histórico pueda suscitar entre sus investigadores.

En este sentido ético de la cuestión debatida, es conveniente tener presente el ejemplo del historiador alemán Treitscke, apasionado en extremo de la idea de ver una gran Alemania unida bajo la hegemonía de Prusia y cuyo ardiente nacionalismo perjudicaba sus innegables dotes científicas, que en una carta escrita en 1864, decía: ‘Me excito con demasiada facilidad, pero espero con el tiempo llegar a ser un historiador’.  Pero diez y ocho años más tarde confesaba: ‘que para ser un historiador le hervía demasiado la sangre’.”  Pág. 73

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Ubicación de la primitiva Santa Fe según los títulos de tierras

Por el Dr. Federico Cervera.

Miembro de la Junta Provincial de Estudios Históricos.

 

Por especial invitación del señor Director del Instituto de Estudios de Historia y Arqueología de la Universidad Nacional del Litoral ocupo este espacio radial para tratar de la ubicación de la primitiva ciudad de Santa Fe, según lo enseñan los documentos que existen en nuestros archivos y que he tenido oportunidad de estudiar. Negritas aquí

Debo aclarara que la ubicación de la 1ª Santa Fe, fundada por Garay en 1573, es un hecho histórico perfectamente conocido por quienes se han interesado en estudiar los documentos sin ningún prejuicio.

Esta abundante documentación recogida por el doctor Manuel Cervera, agregada a las referencias de antiguos cronistas, a la cartografía de la época correspondiente al primer asiento de la ciudad, y a la precisa ubicación de la estancia de Garay en la costa entrerriana del Paraná, heredada por su yerno Hernandarias, donde hoy  se halla la localidad de Hernandarias, y que estaba frente a la primitiva Santa Fe, permite fijar con exactitud casi matemática la ubicación de la Ciudad Vieja donde hoy se halla Cayastá.  La Historia ratifica aquí la tradición santafesina, que trasmitida de padres a hijos ha enseñado por varias generaciones que la Ciudad Vieja de Santa Fe estuvo ubicada en el mismo lugar que actualmente ocupa la Colonia de Cayastá.

Desde hace cinco años dos hechos nuevos han contribuido a acrecentar aquel acervo documental y tradicional.

El primer hecho es el estudio sistemático de las ruinas de Cayastá, realizado por el Departamento de Estudios Etnográficos de la Provincia, bajo la dirección del doctor Agustín Zapata Gollán, que ha permitido liberar hasta el presente más de 20 manzanas de la primitiva ocupación, con tres Iglesias y un valioso material arqueológico que ha merecido el detenido estudio de arqueólogos y antropólogos los que han destacado su indudable procedencia de una considerable población hispánica. Negritas aquí.

El segundo hecho es el descubrimiento en los Archivos de Santa Fe de un conjunto de documentos, que permite seguir el destino de las tierras que ocupó la Ciudad Vieja de Santa Fe, paso a paso, desde 1660 hasta 1867, año en que el Gobierno de la Provincia emplazó en estas tierras la actual Colonia de Cayastá. En estos documentos, cuyo acceso es tan fácil como permanente su consulta, se halla la verdadera respuesta a este problema del primitivo asiento de Santa Fe.

La razón para ello es bien clara, desde que la Ciudad Vieja de Santa Fe no desapareció por obra de algún cataclismo o en zona desierta; por el contrario se trasladó a corta distancia por propia decisión de sus vecinos, quienes conservaron todos sus derechos a las propiedades que abandonaban.

Del traslado de la ciudad, del destino de las tierras que ocupó la Ciudad Vieja y del destino de las tierras linderas ha quedado abundante documentación.  Del traspaso ulterior de esas propiedades, consignado en testamentos y escrituras de venta, hay también suficiente material documental como para seguir el destino de estas tierras, paso a paso, desde 1660 hasta 1867, año en que el gobierno de la Provincia emplazó la actual Colonia de Cayastá en el mismo lugar que había ocupado la Ciudad Vieja de Santa Fe.

En forma sucinta, impuesta por la tiranía del tiempo, recordaré aquí los hechos principales vinculados a esta trasmisión de la propiedad.

Una vez trasladada la ciudad y abandonadas sus propiedades por los vecinos, que recibieron en compensación otras nuevas, el lugar que había ocupado la Ciudad Vieja pasó a poder del Cabildo.

El 15 de abril de 1698, reunido el Cabildo en sesión, se acordó ceder en merced al Sargento Mayor y alcalde de segundo voto Don Antonio Márquez Montiel las tierras que había ocupado en la Ciudad Vieja, estipulándose en la misma acta cuál sería la extensión y límites de la propiedad que se otorgaba.

La familia Márquez Montiel poseyó la propiedad de las tierras que había ocupado la ciudad vieja hasta 1761, año en que es adquirida por don Gabriel de Quiroga, diciéndose en la escritura respetiva que son las tierras en que estuvo fundada  la ciudad y pueblo de Santa Fe la Vieja.

La familia Quiroga poseyó la propiedad hasta 1867, año en que el gobierno de la Provincia resolvió adquirir esas tierras para la instalación de la actual Colonia de Cayastá.  Dos años antes se había decretado instalar esta colonia en el lugar llamado el Pueblo Viejo, nombre que recordaba a la antigua Santa Fe; debiéndose comprar el terreno correspondiente a los herederos de Quiroga.

La propiedad del Pueblo Viejo, que pasara sucesivamente del Cabildo a los Márquez Montiel, de éstos a los Quiroga y finalmente a la Colonia Cayastá, llevada adherido a su suelo algo más que el nombre evocativo y sentimental de Pueblo Viejo; lleva también las ruinas de la Ciudad Vieja.  En 1794, es decir prácticamente casi ya en el siglo XIX, se mencionan a esas ruinas de la antigua Santa Fe, conocidas por tanto por todos los personajes de nuestra provincia que actuaron durante el siglo XIX, al final del período hispánico, cuando las guerras civiles y en la organización constitucional del país.  De esos personajes, uno de la primera era: Don Félix de Azara, y otro de la era postrera Don Urbano de Iriondo, nos han legado el conocimiento de que el lugar del Pueblo Viejo es la actual Cayastá.

Y bien, señores oyentes, en ese lugar del Pueblo Viejo que fuera de la primera Ciudad de Santa Fe, de los Márquez Montiel, de los Quiroga y finalmente de la Colonia Cayastá; lugar en que son mencionadas las ruinas de la Ciudad Vieja en 1794, es que se encuentran las ruinas hoy en estudio, cuyas características y dimensiones corresponden a las de una ciudad de la Colonia, según la opinión de los arqueólogos.

La unidad de la Ciencia se confirma una vez más, lo que la Historia enseña con los documentos se corrobora con lo que muestra la Arqueología, en la perfecta armonía que embellece a la verdad científica. Pág. 27-30

“Inconsistencia de la tesis contraria…”

Con el título “Inconsistencia de la tesis contraria a que las ruinas de Cayastá son de Santa Fe la Vieja”, el  Ing. Víctor F. Nícoli. Miembro de la Junta Provincial de Estudios Históricos, Asesor Técnico y Representante de la Provincia de Santa Fe ante el Instituto Geográfico Militar (Comisión de Límites Interprovinciales), escribió:

 

La polémica entablada respecto a la legitimidad de las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe, encontradas al Sud del actual pueblo Cayastá, ha creado honda expectativa pública. Y ello tiene su explicación, pues mientras que por una parte existe la preocupación de hacer surgir a la vida de quien quiere verlas a las ruinas de la vieja ciudad, de la que diariamente son puestos al descubierto cimientos de tapias de las numerosas casas que la componían, así como restos de tejas y de utensilios que demuestran al más lego que se trata de una importante población española, que no puede ser otra que nuestra histórica capital desde el momento que no existe antecedente de  ninguna otra población de tal carácter en esa zona, hay quienes niegan rotundamente que tales ruinas sean de Santa Fe la vieja, atribuyéndolas en cambio a una reducción de indios charrúas.

¿Tienen consistencia los antecedentes aportados por tales contradictores?  Afirmamos que absolutamente ninguna, y así lo podrán juzgar los oyentes a través de las breves referencias a que debemos circunscribirnos, por razones de tiempo, en esta disertación.

Como introducción al problema de la ubicación de la primitiva Santa Fe, en base exclusiva a distancias mencionadas por descubridores, cronistas e historiadores, fueron publicados algunos estudios sobre las antiguas medidas de longitud empleadas en nuestro país.  Es un problema árido que ofrece sus dificultades, como se advertirá por algunas referencias que daremos y que todos podrán apreciar. Por ejemplo, se ha afirmado en esas publicaciones que la legua de 6.000 varas nacionales, o sea de 40 cuadras de 150 varas de aquel tipo cada una, con una equivalencia de 5.196 metros, ha sido una legua puramente teórica, nunca usada en nuestro país.

La primera colonia agrícola de Santa Fe, la bien llamada Esperanza, fue medida y subdividida en el año 1856 en base a la legua de 5.196 metros, y sus concesiones tienen cuatro cuadras de frente o sea la décima parte de la legua, y por lo tanto miden 519,60 m.; las franjas de tierra que el Gobierno de la Nación donó a cada lago de la vía para la construcción del ferrocarril de Rosario a Córdoba, en el año 1863, y que van desde Roldán a Toledo, fueron adjudicadas y medidas en leguas de 5.696 metros y subdivididas por la empresa en concesiones cuyo frente es asimismo de 510,60 m.; también en base a esa legua fueron medias y subdivididas la mayoría de las colonias de nuestra provincia, y es por ello que tanto esa  unidad de medida como sus submúltiplos son familiares a propietarios y colonos; y especialmente a los escribanos y agrimensores que deben cotejar diariamente esas dimensiones.

Si en esa confusión se ha incurrido con una medida que aún es de uso común y de fácil comprobación en el terreno, se advertirá las muchas posibilidades de error cuando se quieran identificar medidas antiguas.

Cuando Roma extendió y consolidó su vasto Imperio, una de sus preocupaciones fundamentales de buen gobierno fue la de establecer un sistema uniforme de pesas y medidas, cuyos patrones fueron depositados en el templo para asegurar su conservación e inviolabilidad.  Entre las medidas lineales de mayor uso se contaron el pie; luego el paso, equivalente a 5 pies, y la milla que contenía 1.000 pasos, o sea 5.000 pies; los marinos implantaron después el uso de la legua de 4 millas, la que se extendió también a las mediciones terrestres. Liberada España de la dominación romana, vino luego la invasión morisca y con ella la anarquía en las medidas patrones de cada región, adulteradas posiblemente por los mercaderes, pero subsistieron siempre los múltiplos de la época romana, o sea el paso de 5 pies, la milla o cuarto de legua de 5.000 pies y la legua de 4 millas, equivalente a 20.000 pies, cuyo uso en América con la base del pie de Burgos, lo certifica el sapientísimo Padre Bernabé Cobo en una obra escrita en Méjico en 1631.  Es por eso que a nuestro juicio carecen de base las publicaciones técnicas a que nos hemos referido, cuando afirman que el paso español se compone de 2 pies y la legua de 10.000 pasos.

Teniendo en cuenta esas anomalías, nos pareció aventurada la enunciación de que era un problema fácil determinar la ubicación de las antiguas ciudades argentinas desaparecidas, en base a las distancias itinerarias de la época colonial.

Vemos ahora cómo se hizo para intentar la determinación del asiento de  la primitiva Santa Fe con ese procedimiento.  Basándose en el relato del historiador Ruy Díaz de Guzmán, quien en su obra “La Argentina” escrita en 1612, refiere que Garay, después de navegar desde Asunción, río Paraná abajo, hasta la laguna de “Los Patos”, tomó el río de “Los Quiloazas” con rumbo al Sudoeste, para fundar a Santa Fe tres leguas más adentro, y dando por identificada la actual laguna “La Blanca”, situada en tierra firme al Este de la “Punta Feliciano”, con la mencionada laguna de “Los Patos”, se tomó la citada distancia en tres leguas itinerarias de 5.573 metros y se señaló como asiento indiscutible de la primitiva Santa Fe a un punto cercano a Algarrobos, que dista 30 km. al Norte de la actual Cayastá.

La inconsistencia de tan terminante conclusión, así como de las hipótesis sobre las medidas a utilizar, quedó evidenciada poco después, pues tuvieron que modificar aquella primera posición dada como irrevisible, para desplazarla primer hasta el Límite Norte del actual pueblo de Helvecia, luego en su centro; más tarde inmediatamente al Sud, y finalmente -por lo menos no nos ha llegado noticia de una nueva modificación- a 1.400 metros al Sud de esa población.  Este último punto está a 12 km. al Norte de las ruinas, es decir, que por sucesivas rectificaciones se hizo un corrimiento de 18 km. desde la primera ubicación, o sea una magnitud superior a la distancia de 3 leguas que sirvió de base para las mencionadas especulaciones topográficas.

Algo análogo ha ocurrido con las teorías foráneas sobre el origen de las ruinas.  Analicemos las sucesivas conjeturas que se han formulado:

  • 1º Que correspondían a la reducción de los indios mocoretaes, cuando está debidamente documentado que esa reducción estuvo situada al Norte del actual pueblo de Helvecia.
  • 2º Que pertenecieron a la reducción de los charrúas de mediados del siglo XVII, a pesar de que está debidamente documentado que esa reducción fue establecida recién en 1750 y no sobre el río San Javier, sino más hacia el interior, al oeste del arroyo Saladillo Amargo, para evitar la fácil deserción de los indios que habían sido traídos de Entre Ríos.
  • 3º Que pertenecían al primer traslado de la reducción de los charrúas efectuada en 1784; en cambio, tal traslado se hizo sobre la cañada de Naré, en las vecindades del actual Cayastacito.
  • 4º Que pertenecen al segundo traslado de la mencionada reducción de los charrúas, lo que tampoco responde a la realidad histórica, pues si bien aparece tal traslado en 1794 sobre el San Javier, el punto elegido está situado a una legua al Norte de las ruinas, en terrenos fiscales llamados entonces realengos, que limitaban por el sud con las tierras de propiedad privada de la sucesión de Don Gabriel de Quiroga, que eran las mismas que el propio Cabildo había adjudicado en 1698 a don Antonio Márquez Montiel con la declaración expresa de que eran las del antiguo asiento de la capital.

Y en rigor de verdad, en 1794 no hubo tal traslado de la reducción que llamaremos de Cayastacito, pues ésta había sido abandonada, y sí la construcción y establecimiento de una nueva reducción bajo la tutela del Padre Leal, que había regido la anterior desde 1789.  Ello consta en carta dirigida por el citado padre franciscano al Virrey, fechada en 1794 y que se conserva en el Archivo General de la Nación, en la que le da cuenta de haber cumplido sus instrucciones de buscar indios charrúas en Entre Ríos para lo cual tuvo que llegarse hasta Concepción del Uruguay, y de los que, en el momento de escribir, había conseguido reunir 140, cuyo número completaría hasta 167, que es la cifra que consigna el censo practicado en 1795.  En cambio, cuando Azara visitó esa reducción a fines de 1796, determinando su exacta posición geográfica, sólo tenía 67 indios, porque la mayoría había fugado para volver a sus lares.

En cuanto a la edificación existente en la flamante reducción, el mismo Padre Leal nos da una relación precisa en carta del 28 de agosto de 1795, dirigida al entonces Comandante de Armas Don Prudencia Ma. de Gastañudy, en la que le dice: “Setenta y ocho varas en cuadro tiene la plaza, y está cerrada con 6 habitaciones en cada lado de los tres, y de 6 varas cada habitación; el cuarto lado que cierra el cuadro se compone de una iglesia de 22 varas de largo, 6 de ancho y sus paredes de tres cuartas de grueso, y mi casa que se compone de 3 habitaciones”.

Es decir, que los 18 ranchos pajizos de los indígenas, con la iglesia y la casa del Padre Leal, cabían holgadamente en una sola manzana de la vieja Santa Fe, que tenían 150 varas de lado.  Ese solo documento, que obra en el Archivo General de la Nación, basta para destruir toda la argumentación de que las ruinas pertenecen a la mencionada reducción, cuya ubicación, por otra parte, quedó fijada en forma indiscutible por Azara una legua más al Norte, hecho confirmado por la tradición que conservó el nombre de “Rincón del Padre Leal” para el lugar inmediato al linde de las Colonias Helvecia y Campo del Medio.

Los que han sostenido desde el primer momento que las ruinas de Cayastá pertenecen a la vieja Santa Fe, ven día a día confirmada su tesis.

Existía una tradición oral y escrita con límpida trayectoria, que certificaba la ubicación del lugar que se llamaba corrientemente del “Pueblo Viejo”, designación que perduró para el brazo del río que pasaba a su vera por o que fue registrada por la mayoría de los agrimensores en los planos confeccionados en la segunda mitad del siglo pasado.  La confusión primero, y después la sustitución del nombre de “Pueblo Viejo” por el de Cayastá, se originó en el emplazamiento en su cercanía de la mentada reducción de los charrúas que arrastraba consigo el nombre del lugar de su primitivo asiento, que estaba cerca del actual San Martín del Norte.  Así lo anota ya el padre Leal para el segundo asiento, en carta existente también en el Archivo General de la Nación, fechada en junio 30 de 1790 y que comienza así: “Exmo. Sd. Virrey:  Habiéndome la bondad de V. E. dignado conferirme el nombramiento de Cura interino de este pueblo de indios charrúas titulado de la Concepción y vulgarmente Cayastá, cuya nominación tomó el sitio de este nombre en que antes estuvo…”

El damero de la vieja ciudad ha sido reconstruido.  Del total de 66 manzanas, el río se ha llevado unas 10 o 12, por socavación y caída de la barranca, pero la acción destructora de las aguas que registran las actas del Cabildo en su época, se ha detenido evidentemente hace ya tiempo por la mayor amplitud adquirida por el cauce, hecho que se comprueba con los datos de la mensura del agrimensor Steelstrang, realizada en 1867, pues desde entonces hasta la fecha, o sea en el transcurso de 86 años, en el lugar en que se hizo la comprobación sólo se han desmoronado tres metros de barranca.

Sobre las cincuenta manzanas que quedaron completas, se avanza paulatinamente en el descubrimiento de nuevos cimientos, y con los antecedentes contenidos en los libros capitulares, en escrituras públicas, testamentos y codicilos, es posible identificar en la mayoría de los casos quienes fueron sus moradores.

Por otra parte, la idéntica ubicación de las ruinas de las Iglesias de San Francisco, de Santo Domingo y de La Merced con las de la ciudad trasladada, importa de por sí la prueba definitiva e irrefutable de que nos hallamos ante los restos de la vieja capital, y en ello coinciden todos los estudiosos y los profanos que han visitado las excavaciones.

Ese gran descubrimiento arqueológico, importa para Santa Fe tener ahora un santuario patriótico que venerar, el que debe ser cuidadosamente conservado para que las generaciones futuras no tengan que reprocharnos que hayamos dejado perder en pocos años lo que la acción del tiempo no consiguió hacer en siglos.  Pág. 31-37

Importancia de las Ruinas de Santa Fe Viejo…

Con el título “Importancia de las Ruinas de Santa Fe Viejo para el estudio de la arquitectura colonial durante los siglos XVI y XVII, el Arquitecto D. Hernán Busaniche, escribió:

 

Se ha hablado y escrito largamente sobre las primeras corrientes conquistadoras dentro del Virreynato del Río de la Plata.

Sabemos que hubo una ruta de conquista, que después de consolidar su dominio sobre lo que era el imperio de los Incas, desbordó hacia el sud penetrando en el antiguo Tucumán para fundar la ciudad que fuera posteriormente Santiago del Estero.

Otra ruta de conquistadores españoles entraba por los ríos y desde su asiento en Asunción del Paraguay, intentaba conectarse con las zonas mineras de Potosí, a través del chaco paraguayo.  Esta corriente, que funda Santa Cruz de la Sierra, llega tarde a su meta, y sus hombres piensan entonces en volver hacia atrás, y tomar contacto con el mar. Y así desde Asunción vuelven, río abajo, y se establece la primitiva Santa Fe y después la segunda Buenos Aires.

Por un momento, en lo que hoy es el territorio de nuestra patria, existen solo dos intentos de población.  Santiago del Estero fundada en 1553, Santa F, en 1573.

La primera de estas ciudades, debió ser, dice Furlong “un aglomerado de casuchas edificado sobre un arenal…” Mudó varias veces de sitio pues el río con sus desbordamientos amenazaba su existencia; nada ha llegado hasta nosotros de esos sus primeros años.

Santa Fe echa sus primeras raíces, inseguras por cierto, pero sobrevive cerca de un siglo, hasta la época de su traslado, por el 1650.

Para quienes aborden el estudio de la arquitectura colonial argentina en los primeros años de la conquista, la exhumación de los restos de la primitiva Santa Fe  adquiere importancia fundamental, por tratarse de las primeras fuentes directas para tales estudios, y por ser las únicas que han llegado hasta nosotros.  De Santiago no han quedado rastros, y sobre las primitivas edificaciones de Córdoba se han levantado otras posteriores, que han borrado las huellas de las primeras construcciones.

El relevamiento completo de las ruinas, de las cuales falta mucho aún por excavar, el control y el estudio minucioso de las mismas de acuerdo a la documentación existente en los archivos nos permitirá estudiar científicamente el primer momento de la arquitectura hispanoamericana en nuestra tierra.

Aun cuando la obra emprendida es grande y existe mucho por hacer, podemos con los elementos que han sido rescatados y clasificados por el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, llegar a una serie de conclusiones sobre lo que fue la primitiva Santa Fe.

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Las ruinas confirman la tesis de que la nueva ciudad repitió la planta urbana de la primitiva.  Podemos afirmar sin temor a error, en base a la ubicación de las ruinas excavadas, que Santa Fe la Vieja tuvo un trazado de damero similar al de la segunda ciudad.

Las Leyes de Indias daban normas sobre el establecimiento de pueblos y ciudades.  En su Título Séptimo, Libro IV, las Leyes de Indias establecen que “cuando se haga la planta del lugar, repártanlo por sus plazas, calles y solares a cordel y regla, comenzando desde la Plaza Mayor y sacando de ella las calles a los puertos y caminos principales, y dejando tanto campo abierto, que aunque la población vaya en gran crecimiento, se puede siempre proseguir y dilatar en al misma forma…”

Sobre las características constructivas de la primitiva Santa Fe, las excavaciones y trabajos realizados en las ruinas permiten ahora hacernos una idea segura de lo que fue aquella primera ciudad.

Los muros usados, fueron casi exclusivamente de “tapia”, es decir, de tierra apisonada.  El Padre Paucke nos ilustra en sus crónicas, obre la forma en que se levantaron los muros en nuestro litoral.  Entre moldes de madera denominados “tapiales”, se procedía a rellenar con tierra arcillosa que se apisonaba en capas sucesivas.

De este tipo son los muros de Santa Fe la Vieja, según revelan las excavaciones realizadas.

Es de hacer notar que en la primera época de la conquista, ésta fue la forma de edificar, tanto en Asunción como en Córdoba, ciudad esta última que contaba con piedra en abundancia.

Kronfuss afirma que en el siglo XVI, prevaleció  en Córdoba la edificación con muros de tapia, a pesar de la existencia de piedra bola y de la piedra labrada que se impuso para la edificación del siglo XVII.

Las ruinas de Cayastá nos muestran diversos anchos de tapias, con una consistencia y una coloración ocre que permite determinar claramente la ubicación de los muros dentro de las masas de tierra que las cubren.

Los muros de casas particulares oscilan entre 0,60 y 0,80 m. de ancho, mientras en los templos alcanzan 1,20 de sección.

Es notable la superficie lisa que presentan hoy estas paredes, y ello tiene explicación en razones constructivas.  Estos muros, difíciles de romper desde arriba con el pico, son fáciles de deshacer al cortarlos lateralmente, siguiendo los estratos y capas de construcción.  Ello explicaría la presencia de superficies lisas en los muros exhumados, que corresponden a capas sucesivas de tierra compactada.

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El problema fundamental de la construcción en la primera colonia, fue el de la techumbre.

Santa Fe la vieja, enclavada en una zona de escasos recursos en materiales de construcción, pudo tener pocas pretensiones arquitectónicas.

Carecía de piedra y carecía de cal. El ladrillo y la teja fueron materiales accesibles pero dificultosos en aquellos momentos.

La madera que se disponía era el algarrobo y el espinillo, maderas de escasa longitud de vigas.

Por tales razones fundamentales la primitiva Santa Fe acusa en general la impresión a quien visita sus ruinas, de que sus locales y ambientes principales fueron de escasa luz, pues en todo momento tropezaron con el problema del techo para cubrir espacios más o menos amplios.  San Francisco fue la obra máxima, como posteriormente lo fue en la nueva ciudad el templo franciscano; y San Francisco, en Santa Fe antiguo; tuvo 8,20 mts. de luz; Santo Domingo, acusa una nave de 6,15 mts. y particularmente angosta es la nave de la Merced, que alcanza a 4,30 mts.

Estas cifras nos ilustran claramente sobre las dificultades que aquellos improvisados alarifes de la conquista tuvieron que encarar para resolver en forma práctica y urgente la obra emprendida.  Posteriormente, en la nueva ciudad, hay noticias del acarreo de vigas de cedro del Paraguay, pero en aquellos momentos había que pensar en las obras inmediatas y construir con los recursos propios.

Los jesuitas, en sus inmensas obras de las misiones del Paraguay, resolvieron el problema de la falta de cal y por lo tanto, de la falta de muros consistentes de apoyo, con estructuras embutidas dentro de los muros, es decir con parantes de madera, de urunday especialmente, que dejaron dentro de los paramentos de piedra asentada en arcilla.  Sobre tales columnas empotradas, los padres de la Compañía hicieron pesar la carga de sus techados de madera y teja.

Sin embargo, las ruinas de la antigua Sana Fe no presentan restos que acusen la técnica.  No hay vestigios dentro de los muros de columnas de madera.

Es lógico pensar que cargaron directamente sobre las paredes de tapia, y contando con vigas de escasas dimensiones en largo, redujeron las luces.

La amplitud de la nave franciscana debe haber sido motivo de preocupación para los primeros arquitectos santafesinos.

La luz de ocho metros a cubrir con maderas de escasa longitud, debió ser grave problema para esos constructores, teniendo en cuenta que no dominaban la ejecución de cabrias y que los propios padres jesuitas, en sus obras de las Misiones, no llegaron a usar auténticas cabriadas, es decir, estructuras indeformables.

Por tales motivos, los empujes laterales de volcamiento, sobre los muros de tapia, debieron ser grandes en San Francisco, por lo cual recurrieron al contrafuerte.  San Francisco es el único que presenta dos grandes contrafuertes de tapia en su pared occidental.  Miden estos refuerzos 3,50 mts. por 1,20 de ancho, y debieron elevarse en plano inclinado.  Del lado del naciente, los muros del convento consolidaban el conjunto.

Esta solución, que debió contribuir a dar un carácter de excesiva pesadez al templo franciscano, era ya una solución en iglesias y capillas del altiplano, de las que podemos citar la iglesia de Tahua, de Llica y de Porco, en Alto Perú.

Otro detalle digno de mención, que se confirma en los tres templos excavados en Santa Fe, es la presencia de pórticos cubiertos sobre la portada.

Esta forma tradicional, que tiene raíces en la arquitectura española arraiga en todo el arte hispanoamericano, especialmente en iglesias y capillas de una nave.

Exigencias climáticas, deben haber influido para que los tejados de la iglesia avancen en fachadas, descargándose en arcos o tirantes de madera.

Hay innumerables capillas en territorio argentino, y sobre todo en Perú y Bolivia. La iglesia de San  Francisco, en Santa Fe de la Vera Cruz, sigue esa tradición.

Pero es notable señalar que los tres templos exhumados en Cayastá acusan en sus muros la presencia de esos pórticos que cubrían la puerta principal, y que fueron preciso motivo arquitectónico, verdadera expresión de una plástica criolla y americana.

Las casas de habitación tuvieron sus aposentos de unos cuatro metros de ancho.  Los techos fueron a dos o cuatro aguas, con galerías laterales.  Normalmente ubicaron las habitaciones corridas, de norte a sud, ubicación que significaba una defensa natural de los vientos.

La casa de María de Luján, calle por medio del convento de San Francisco, es la única que acusa una forma en ele.  Era sin duda una de las casas más importantes de Santa Fe, y a ella se refieren los documentos de la época que informan sobre la llegada del Padre Romero que fue recibido con “singulares demostraciones de alegría y le llevaron a hospedarse en una de las mejores casas, calle en medio del convento del seráfico Padre San Francisco”.

Apoyaron en general sus vigas sobre los mojinetes o piñones, en la casa habitación donde tenían muros divisorios.  En los casos de los templos, debieron recurrir a las estructuras de “par y nudillo” que se usaba entonces y que se empleó en San Francisco.

Otra técnica constructiva de techos que fue obra de los Padres de la Compañía, fue la cubierta de cercha con técnica naviera como se ha llamado, forma constructiva con que se ejecutó la cubierta de la Iglesia de la Compañía en Córdoba y en la segunda Santa Fe.  No creo que se usara en la ciudad primitiva, y los restos de la Iglesia de la Compañía, como sabemos, fueron arrastrados por el río.

Sobre los tirantes de sostén, debieron ejecutar una capa de cañas o juncos, para asentar en arcilla la teja de la cubierta.  De la fabricación de tejas hay abundante documentación histórica y gran cantidad de restos para hacer un estudio detenido de las mismas.

En las crónicas, el propio Hernandarias se llama a así mismo “maestro de ellas” al hablar de la fabricación de tejas en Asunción, Santa Fe y Buenos Aires, y se refiere a la necesidad de cubrir las obras para consolidarlas y hacerlas resistentes.

Igualmente hay muchos documentos de pleitos y testamentos, que se refieren a obras de teja.  Hernando de Osuna, en su testamento de 1612 declara entre sus haberes “unas casas de su morada, cubiertas de tejas, con una sala, tres aposentos y una despensilla pequeña…”

Igualmente hay muchos documentos sobre tejas para la Iglesia Matriz, San Roque o de naturales y para la Iglesia de la Compañía, donde se usaron tejas de la casa de Doña María Luján.

Un curioso documento de la primitiva Santa Fe, trae referencias preciosas sobre la forma de construir; se trata de un contrato entre Juan de Vargas Machuca, alférez y Juan Cabrera, carpintero morador en Santa Fe.

Dice el nombrado documento: “…Está convenido de esta manera: Juan de Bargas Machuca hace unas casas en la traza de esta ciudad y el dicho Juan Cabrera se obliga a hacer toda la madera necesaria, la cual dicha madera ha de labrar, sin dejarla de la mano, con llabes, tirantes y canes para sobrado y cumbreras…”

Se detallan en este documento los elementos resistentes de la cubierta, a saber: los canes o piezas de madera embutidas en la pared que sirven de apoyo a vigas o estructuras, la cumbrera, viga central para apoyo y división de los faldones de un techado a dos aguas; los tirantes o cabos que forman los lienzos del techado.

Habla también este precioso documento del “sobrado”, parte saliente del techo que apoyado en parantes de madera constituye una especie de galería, de local sin paredes¸ el “sobrado” ha pasado a pertenecer a la arquitectura del rancho criollo por adaptarse a las condiciones de clima cálido de nuestras tierras.

Continúa nuestro documento enumerando las obligaciones del carpintero don Juan Cabrera, “quien deberá asentar las puertas, y los corredores por las dos partes de este y poniente, con doce horcones que el dicho Juan Cabrera irá a cortar al monte y traerá de algarrobo o espinillo…”

Confirma esta documentación la orientación de las ruinas en las casas particulares, de norte a sud, con galerías al este y al poniente.

Dice también el contrato que “la tal casa ha de ser de cuatro aguas, y el dicho alférez Juan de Vargas le ha de dar un peón para que lo ayude y ha de traer del monto los palos que fueren y hubiere menester para umbrales y trasumbrales…”  Es de hacer notar que la denominación de umbral está identificada con la denominación actual de “dintel”.

Termina el convenio con la descripción de las puertas labradas, de uno y de dos batientes, que el carpintero Juan Cabrera se obliga a ejecutar y serán las puertas de un batiente labradas a formón, “los cuadros como una que está en al sacristía de St. Domingo…”

Todos estos documentos, ilustrados por la presencia física de las ruinas, nos permitirán entrar en el estudio de lo que fue la vida en el primer momento de la conquista.

El español trajo consigo su civilización y su ciencia y quiso vivir señorialmente aquella aventura de América.

Las casas de Hernandarias, dicen los documentos de la época, “eran casas de mucha ostentación, con escudos y armas doradas sobre la puerta y cadena en el zaguán”.  Hablan los inventarios de “once paños flamencos de pared…” que cubrían los muros de aquellas casas.

La cerámica y las artes menores abundan en la documentación clasificada en el Museo Etnográfico.

La importancia de estas ruinas, testigos de los primeros años de nuestra historia, adquieren apasionante interés y confirman las ideas de que España no trajo a nuestra tierra el espíritu de factoría, sino la expansión de una civilización auténtica y de una cultura de las más brillantes en la historia del hombre.  Pág. 39-47

La tradición de Cayastá como asiento de Santa Fe la Vieja

Por el Dr. José Carmelo Busaniche.

Profesor de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional del Litoral y en el Liceo Militar General Belgrano. Miembro de la Junta Provincial de Estudios Históricos y Representante en Santa Fe de la Comisión Nacional de Lugares y Museos y Monumentos Históricos.

 

El paraje conocido actualmente por Cayastá, a orillas del río San Javier, recién comenzó a llevar ese nombre en 1794, a raíz del traslado a ese lugar, en las inmediaciones del primer emplazamiento de la ciudad de Santa Fe, de la reducción de Concepción de Cayastá, situada anteriormente en Cayastá Chico o Cayastacito, sobre el arroyo Naré, y en sus primeros años en el arroyo Cayastá, del que había tomado su nombre.

Aunque la mención de Cayastá se encuentra en papeles del siglo anterior, ella se refiere, indudablemente, a otros lugares. A eso se debe que en los mapas anteriores a 1794 no figure Cayastá en el lugar que actualmente tiene, y que Fray Juan de Garay, nieto del fundador, pueda hacer referencia a Cayastá y a la primera Santa Fe como a dos lugares distintos, confundiendo a los no enterados.

Recién a partir del año 1795, en el que ya figura con su actual ubicación como Cayastá Grande en el mapa levantado por el teniente de gobernador Gastañaduy, el nombre de Cayastá comenzó a figurar en la cartografía santafesina, en el mismo lugar en el que el mapa de Cano y Olmedilla de 1775 señalaba la existencia de las ruinas de Santa Fe la vieja.

Esa vinculación con la primera Santa Fe, cuyas ruinas se alzaban poco trecho al sur de la reducción, ha de ser, precisamente, la que ha de dar al nombre de Cayastá relevancia histórica.

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Félix Azara, el ilustre sabio español, que visitó Santa Fe por segunda vez, a fines del siglo XVIII, poco después del emplazamiento de Cayastá Grande en el sitio de la ciudad vieja, fue el primero en señalar esa vinculación.

En su libro “Viajes por la América del Sur” en el capítulo destinado a dar noticias abreviadas de todas las villas, aldeas, lugares, pueblos y parroquias de españoles, de indios y de gente de color que existen en el gobierno particular de Buenos Aires, consigna:

“SANTA FE DE LA VERA CRUZ.  Fue fundada esta ciudad en 1578 “en el paraje que hoy ocupa el pueblo de Cayastá; y en 1651 fue “transferido al punto que actualmente existe.  Las calles son rectas y “largas, hay tres conventos de frailes, una parroquia y 4.000 almas.”

Y en el mapa que ilustra esta obra, en el lugar donde ahora se han hallado las ruinas, se lee: “Santa Fe la vieja, que ahora llaman Cayastá”.

Análoga noticia hace en la mención de los pueblos y parroquias existentes en el gobierno de Buenos Aires que nos da en su “Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata”:

“SANTA FE DE LA VERA CRUZ -se lee en ella-. Se fundó esta “ciudad en el sitio que hoy tiene el pueblo de Cayastá y en 1651 se “trasladó adonde está.  Su asiento llano, las calles y casas como en “Montevideo, y tiene una parroquia con tres conventos de frailes.  Va “en decadencia desde que se ha dado libertad a los vecinos del “Paraguay para introducir su yerba por Buenos Aires al Perú y Chile, “cosa que hasta entonces no podía hacer sino por Santa Fe.”

Despoblada la reducción de Cayastá, pocos años después de la revolución, el nombre queda, definitivamente, arraigado en el paraje.

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Una información sobre los límites provinciales, recabada por el Poder Ejecutivo de la Nación al gobierno de Santa Fe, a raíz de la sanción de la ley del 17 de octubre de 1862, que establecía en su artículo tercero que aquel pediría a los gobiernos provinciales los conocimientos necesarios sobre los límites de sus respectivas provincias, permitió al gobierno de Santa Fe, en 1863, después del dictamen de una comisión especial, consignar oficialmente a Cayastá como el lugar de emplazamiento de la ciudad de Garay.

Designada por el gobierno una comisión integrada por los señores Don Domingo Crespo, Dr. Aureliano Argento, Don Urbano de Iriondo, Dr. Pedro Rueda y D. Pedro Ferré, uno de sus miembros, D. Domingo Crespo, recibió el encargo de estudiar especialmente los límites originarios, y otro, D. Urbano de Iriondo, el de informar sobre los límites actuales de la Provincia, aspectos, estos dos, sobre los que el Ministerio del Interior requería una información especial, detallada y precisa.

El informe de Iriondo es conocido porque fue publicado por la Revista de Buenos Aires.  Es en ese informe y no en sus “Apuntes para la historia de Santa Fe”, como se ha dicho con ligereza y donde nada dice sobre el particular, en el que Iriondo señala a Cayastá como lugar de emplazamiento de Santa Fe la vieja.

“Enarboló (Garay) en Cayastá la bandera española -escribe- y la Santa Cruz y autorizó la ciudad con el nombre de Santa Fe de la Vera Cruz, poniéndola bajo el tutelar amparo del máximo Dr. San Gerónimo.”

El informe de Crespo, que se encontraba inédito en el Archivo Histórico de la Provincia, cuyo conocimiento debo al señor Subdirector de esa repartición, D. Ramón Pérez del Viso, y que versa, precisamente, sobre los límites originarios, tiene, por ello, más interés para la cuestión que nos ocupa:

“Al dar cumplimiento -dice Crespo- a la comisión con que me ha honrado el Exmo. Gobierno con fecha 9 del próximo pasado, para que informe lo que conozco y sepa sobre los límites originarios de la provincia de Santa Fe he tenido a la vista el acta de su fundación de 1573 hecha en al antigua ciudad que hoy tiene el nombre de Cayastá, a diez y seis leguas más o menos al norte de esta ciudad, y según ella veo que son tan claros los límites de esta provincia que no dejan la menor duda.”

Y de acuerdo con esa ubicación de la ciudad vieja, de Santa Fe parte para fijar los límites de la jurisdicción asignada por Garay a la capital santafesina.

Hechos suyos por la Comisión y por el Gobierno los informes de Crespo y de Iriondo, fueron enviados al Ministerio del Interior.

Veinte años después, nuevamente en documentos oficiales relacionados con los límites interprovinciales, se encuentra la mención de Cayastá, tomado como punto de referencia para determinar la jurisdicción santafesina.

En un informe del Director del Departamento Topográfico, agrimensor Cayetano Livi, en el año 1864, sobre los límites con Santiago del Estero, puede leerse:

“La Provincia de Santa Fe posee una carta de fundación, la cual con “referencia a límites es su título de propiedad; en ella quedan todos sus “límites claramente determinados: A quince de noviembre de 1573, el “capitán y justicia mayor de la conquista y población del Paraná y Río “de la Plata, Don Juan de Garay, en nombre de la Real Majestad del “Rey Don Felipe, fundó y asentó esta ciudad de Santa Fe en la “Provincia de Calchines y Mocoretaes (en el paraje que hoy llaman “Cayastá, sobre la orilla del río San Javier, como catorce leguas al “norte de la actual ciudad de Santa Fe) y le nombró y asignó “jurisdicción en los términos siguientes…”

En análogos términos ha de haberse expedido Don Diego de Alvear, representante de Santa Fe en la cuestión de límites con Córdoba, sometida a arbitraje de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya que en el fallo dado por ésta el 18 de marzo de 1882, se consigna:

“La fundación de Santa Fe tuvo lugar en el mismo año (de la de “Córdoba) de 1573 el día 15 de noviembre en el paraje denominado “Cayastá  de que fue posteriormente trasladada al sitio en que hoy se “encuentra.”

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Idéntica mención a Cayastá como lugar de emplazamiento de Santa Fe se hace en el “Primer Censo General de la Provincia” verificado bajo la dirección de don Gabriel Carrasco, en el año 1887, durante el gobierno del doctor José Gálvez, y publicado en el año siguiente, conteniendo, además del censo de la población, interesantes referencias sobre distintos aspectos de la vida de la provincia.

En las tareas preliminares del censo, cumplidas por Carrasco con la escrupulosidad y la dedicación que le eran características, el distinguido estadígrado rosarino recorrió el territorio de la Provincia, recogiendo, al mismo tiempo, personalmente, las informaciones que emplearía en los distintos estudios que integrarían el Censo.

“He recorrido -dirá más tarde- más de ocho mil kilómetros al través de la Provincia de Santa Fe, en cuyo viaje he empleado siete meses y diez días.  Me he valido de todos los medios de locomoción conocidos entre nosotros, ocho líneas férreas, todas las mensajerías existentes, carros, carruajes, buques y vapores de todo género.  He podido así formarme una idea exacta de lo que voy a describir…”

En la Investigación Retrospectiva que inicia el estudio de los antecedentes censales, se encuentra, en el Libro I, la primera referencia sobre la ubicación de la Santa Fe vieja.

“El 15 de noviembre de 1573 -se lee- Don Juan de Garay fundó la ciudad de Santa Fe con ochenta españoles, 1.500 indios guaraníes, en el paraje que hoy se encuentra la pequeña aldea de Cayastá, a setenta y cuatro kilómetros al norte de la actual capital de la Provincia, sobre la margen de un brazo del Paraná que tiene el nombre de Pueblo Viejo, en memoria de aquel acontecimiento.”

En el Libro IX, en la Sinopsis Física, en el capítulo dedicado a Hidrografía, se reseñan los puertos, ancleaderos y fondeaderos.

Entre los puertos habilitados sobre el Paraná o sus principales brazos, que Carrasco recorriera personalmente, se menciona a Helvecia y a Cayastá.

“HELVECIA. Sobre el río San Javier, Puerto para embarcaciones “menores en todo el año y las de mayor calado en las crecientes, Tiene “resguardo.”

                            “CAYASTÁ. Sobre el río San Javier.  Puerto natural  en las mismas “condiciones que el anterior pero no tiene resguardo todavía.  Fue allí “donde se fundó la primera ciudad de Santa Fe que fue destruida por “los indios.  Aún se conservan las señales de la antigua fundación”.

En el libro X, dedicado a la Sinopsis Política y Administrativa de la Provincia, se repite la referencia a Cayastá:

“Don Juan de Garay -se lee en la parte en que se estudian los “movimientos principales de la frontera- funda la ciudad de Santa Fe “sobre el río San Javier, cerca del paraje en que hoy existe el pueblo de “Cayastá.”

Y más adelante, al estudiar el gobierno de Patricio Cullen, señala:

“El buen éxito que empezaban a ofrecer las colonias agrícolas “determinó a los señores Wilken y Vernet y poco después a don “Teófilo Romang a fundar otras más, a cuyo efecto celebraron “contratos con el gobierno de Santa Fe, que dieron origen al “nacimiento de nuevos centros agrícolas, mientras que el gobierno por “decreto de febrero 16 de 1865 ordenaba el traslado de un pueblo y “colonias a la margen del río San Javier, en el paraje denominado” “Cayastá, que es precisamente el punto en que tres siglos antes don “Juan de Garay había fundado a Santa Fe y del cual los indios “obligaron a trasladar la población en 1652.  Así al cabo de más de dos “siglos de civilización triunfante volvía a ocupar los parajes de que la “había arrojado la barbarie.”

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Autores y viajeros del siglo pasado que hacen referencia a Santa Fe fijan, sin discrepancia, a Cayastá, como el lugar de su fundación.

“Esta acta es de la fundación de la antigua ciudad, que hoy tiene el nombre de Cayastá”, anota Antonio Zinny en su clásica “Historia de los gobernadores de las Provincias Argentinas”, aparecida entre los años 1879 y 1882.

“Juan de Garay funda la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz en Cayastá o Colastiné”, consignaba Pedro Rivas en sus “Efemérides Americanas”, publicada en Rosario en 1879.

“…en el paraje denominado Cayastá”, señala el Registro Estadístico de la Provincia de Santa Fe publicado en 1884, bajo la dirección del señor Jonás Larguía por la Oficina de Estadística General de la Provincia.

“En Cayastá”, dice el historiador santafesino Ramón J. Lassaga en sus “Tradiciones y Recuerdos Históricos” publicados en 1896.

“…la fundación por Garay en Cayastá, expresa Benigno Martínez en su “Historia de la Provincia de Entre Ríos”, que apareció en 1900.

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Aun los libros de texto, usados a fines del siglo pasado, por los alumnos de los colegios nacionales, consignan la referencia a Cayastá.

Citamos como ejemplo el “Curso elemental de historia argentina arreglado para uso de los colegios nacionales y escuelas normales” de Benigno T. Martínez, y el  “Memorándum de Historia Argentina escrito según los programas vigentes para uso de los estudiantes de primer año”, de Rafael Fragueiro, publicados en Buenos Aires en 1890 y en 1900, 2ª edición.

En Santa Fe, hasta en las escuelas primarias, los niños sabían que Cayastá había sido el lugar de la ciudad de Garay.

En el “Boletín del Consejo General de Educación” del año 1893 se publican unas lecciones de Geografía para tercer grado, en forma de diálogo, firmados por las iniciales S. de G. que han de corresponder al consejero Francisco A. Sánchez de Guzmán, en la que se enseña a los niños esa ubicación:

-¿Qué poblaciones principales se encuentran sobre el río San Javier? -preguntaba el maestro.

Y la clase respondía: -Cayastá, Helvecia  San Javier.

Y después de destacar la significación histórica de Cayastá el maestro concluía:

                            “Cayastá, pues, nos recuerda tres fechas memorables en la historia de “la provincia: 1573, 1652, 1660.  La primera es la de la fundación de “Santa Fe, la segunda la del año en que principió a trasladarse su “población al lugar que hoy ocupa y la tercera la del año en que “terminó dicha traslación.  Tomen también nota en sus pizarras de “estas tres fechas, para registrarlas después en sus cuadernos.”

En esta forma, consignada en documentos oficiales, en fallos del más alto tribunal de justicia de la nación, en libros de indudable jerarquía, en textos escolares y en la tradición oral, que señalaba a los santafesinos unánimemente a Cayastá como el lugar de la fundación encontramos arraigada, definitivamente, a fines del siglo pasado, la tradición de Cayastá como lugar de la fundación de la primera Santa Fe.

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Ni el gobierno de la Provincia en sus informes sobre límites, ni la Corte Suprema, ni los maestros de escuela, ni los autores, creyeron necesario dar los fundamentos de su afirmación de que Cayastá había sido el lugar del primer emplazamiento, porque a nadie se le ocurriría pensar en esos años que era menester dar la prueba de un hecho evidente.

Y es que en Cayastá, hasta bastante entrado este siglo, ciento veinte años después de que la tradición tomara forma escrita en los libros de Azara, aún se veían a flor de tierra, los restos de Santa Fe la vieja.

“El paraje en que existió la ciudad primitiva -dice Carrasco en su “Censo de 1887- se conoce auténticamente porque aún quedan “vestigios de la antigua fundación que hemos podido constatar “personalmente.  Como hecho notable haremos constar que el río San “Javier ha socavado las barrancas en el sitio en que se encontraba la “antigua ciudad, de manera que hoy navegan grandes navíos por sobre “los sitios en que el conquistador Garay hizo la fundación.”

Manifestación esta última cuya exactitud se ha comprobado ahora, al exhumarse las ruinas y reconstruir la traza de la ciudad, ya que el río ha entrado en la ciudad en tal forma que ha llevado parte de la plaza de armas, en la que Garay realizara la ceremonia de la Fundación.

El Padre Fray Vicente Calone, Prefecto de Misiones, en su “Bosquejo Histórico de las Misiones Franciscanas”, publicado en Santa Fe, en 1897, dice:

“Se llega a Cayastá, la que se halla en el mismo lugar que ocupó Santa Fe y por eso el río que la costea y sigue para abajo toma el nombre de Pueblo Viejo hasta desaguar en el Colastiné.  Nada hay en esta Colonia que recuerde el lugar preciso donde estaba la capital de la Provincia, a no ser por los cimientos que se descubren en la barranca del río por el desmoronamiento.”

Carlos Arguimbaum, en el capítulo dedicado a la geografía particular de los Departamentos, en la publicación “La Provincia de Santa Fe, en el Primer Centenario de la Independencia Argentina”, editado en 1916, nos dice:

“De Cayastá diremos que allí se encuentran aún algunos vestigios de la antigua Santa Fe.  Están inmediatos a la costa, cerca del puerto de desembarque.”

Afirmar, por lo tanto, desconociendo todos estos antecedentes, que la ubicación de Santa Fe era para los santafesinos un enigma, que la tradición de Cayastá ha sido “inventada” por los historiadores de este siglo en base a cuentos de fogón, y que a mediados del siglo XVIII ya no quedaban ruinas de la primera Santa Fe, importa una tesis tan absurda que su sola enunciación revela su inconsistencia.

Por el contrario, las excavaciones realizadas en Cayastá han confirmado la tradición secular y nos han permitido a los santafesinos, para satisfacción de nuestro espíritu patriótico, rescatar del seno de la tierra la cuna y el solar de los mayores.  Pág. 49-58.

Las piedras claman

Por el P. Guillermo Furlong S. J.

Miembro de la Academia Nacional de la Historia.

 

La historia se repite.  Cuando entre 1873 y 1890, el arqueólogo alemán, Enrique Schliemann, fue revelando al mundo culto las hasta entonces desconocidas ruinas de la ciudad de Troya, situada, según él, en la lomada de Hissarlik, a cuatro kilómetros del mar, y no en el cerro de Bounarbuschi, a trece kilómetros del mismo, no pocos sabios de gabinete, basándose en pruebas, que parecían irrebatibles, rechazaron indignados la tesis del investigador germano y hasta llegaron a tildarle de iluso.

Un hecho era aceptado por Schliemann y por sus opositores: el río Scamandra lamía los muros de la Troya de Homero.  Empero no era el caso de Hissarlik, y era el caso de Bounarbuschi.  Pero se pudo comprobar que dicho río había cambiado su curso, con el correr de los años, y se pudo descubrir el viejo lecho.  Desecha esta dificultad, que parecía irrebatible, demostró Schliemann, cómo en Hissarlik sólo había habido una acrópolis, en conformidad con Homero, mientras que en Bounarbuschi había dos acrópolis; Homero sólo menciona dos fuentes termales, una caliente y otra fría, mientras que en Bounarbuschi había 34, todas ellas de agua fría; según Homero la lucha suprema entre Aquiles y Héctor tuvo lugar en Perí, esto es en torno de Troya, lo que era posible en Hissarlik, y no era factible en Bounarbuschi. Agudamente sugirieron sus opositores que debía leerse Pará, “en frente o junto a”, en vez de Peri, “en torno o alrededor”.

Todos estos y otros muchos argumentos, expuestos por Schliemann y por sus simpatizantes, eran contrarrestados, contrapesados y hasta invalidados por sus múltiples opositores, hasta que ese pudo traer la prueba decisiva: la exhumación de las murallas micenas, las tres torres homéricas, el palacio del soberano y del odeón, descrito por Homero. El lápides clammabunt era una vez más la prueba final. Las ruinas decían a gritos que pertenecían a la Troya histórica.

Si lice magnis componere parva, si es lícito compararlas cosas pequeñas con las grandes, como se expresaba el pastor virgiliano, al querer parangonar su pueblo natal con la Roma de Augusto, nos atrevemos a señalar fuertes analogías entre lo acaecido en Europa, entre 1873 y 1890, y lo que ha sucedido y sucede entre nosotros desde 1948 hasta el presente año, y es probable que suceda durante algunos años más. En una y ora coyuntura, la disputa ha agudizado las inteligencias y ha depurado muchos hechos históricos, y corresponderá a los estudiosos del futuro el descartar y olvidar lo que ha habido de apasionamiento, por uno y otro bando.

En medio de este apasionamiento y como ajeno al mismo, pero con el espíritu práctico de Enrique Schliemann y con una técnica que ha merecido el más caluroso aplauso de parte de Rex González, doctor en Arqueología por la Universidad de Columbia, el doctor Agustín Zapata Gollán ha ido revelando, desde 1948 la existencia de una ciudad de regulares dimensiones, con muros de tapia bien trabajados, con habitaciones de piso embaldosados, y en ellas se han hallado tantos objetos y de tal índole, que es evidente que se trata de una población española, cuyos pobladores eran personas de no vulgar cultura. Bastará decir que, en lo que se lleva excavado, y es una parte mínima, se han hallado ya 60 kilos de fragmentos de platos, tazas y otras vasijas, todas ellas de cerámica de Talavera, además de 2 kilos de cerámica vidriada.

El arqueólogo santafesino jamás cejó en la dura labor, y no cejó, aun en medio de la oposición más tenaz de parte de sus contrarios, quienes sostenían y sostienen que la primitiva Santa Fe estuvo donde hoy se encuentra el pueblo de Helvecia.  Las pruebas matemáticas, geográficas y aun las de carácter histórico no hicieron mella en su espíritu y hoy puede deshacer todos esos argumentos con uno que es decisivo: las ruinas de los tres templos de San Francisco, Santo Domingo y La Merced.  Por eso, como en el caso de Schlieman, tiene él la satisfacción de ver que algunos, que no estaban con él otro han pasado a su lado.  Entre ellos cabe mencionar a un modesto estudioso de la historia santafesina como el que diserta en estos momentos por Radio Universidad, y un estudioso de tanta reciedumbre como el señor Roberto Levillier.

Gracias a las excavaciones del doctor Zapata podemos decir que ya nada interesa saber si la Laguna Blanca es, o no es, la Laguna de los Patos, o a que se refieren las viejas crónicas; ni interesa saber si la Punta del Yeso, es, o no es, la que llevaba otrora ese toponímico; ni vale la pena discutir si Azara erró, o no erró al ubicar a la primitiva Santa Fe en el punto donde hoy se encuentran las ruinas, halladas por el doctor Zapata Gollán, y menos aún nos hace falta conocer si la legua, a que se refieren los viajeros es la de 6.348 metros, o si es mayor o menor.  Aquellos caballeros, que buscaban el corcho de la botella, cesaron en su afán, cuando contemplaron que estaba dentro de la misma botella.  Es nuestro caso santafesino. Negritas aquí

Así los patrocinadores de la tesis Cayastá, como los que propugnan la que favorece a Helvecia, reconocen como cierta esta realidad: la nueva Sana Fe se trazó de conformidad con la primitiva, fundada por Garay, en 1573, a orillas del Quiloazas, llamado más tarde San Javier; y unos y otros saben que en 12 de abril de 1651 disponía el Cabildo, a fin de que nadie saliera perjudicado al hacerse la traslación, que los solares, las iglesias, la plaza mayor, los conventos, el Cabildo, etc., ocuparan los mismos sitios que ocupaban en la ciudad que se abandonaba.  La actual Santa Fe venía así a ser como un mapa de la antigua.

El doctor Raúl A. Molina, que acababa de publicar su libro sobre Hernandarias, en ocasión de visitar las ruinas en 1949, fue el primero en dar la noticia del descubrimiento.  En su libro había reproducido el testamento de doña Gerónima de Contreras, esposa de aquel gran mandatario, Hernandarias, en el que disponía que fuera enterrada en la Iglesia de San Francisco, en el Presbiterio y del lado del Evangelio, junto a los restos mortales de su esposo, y en la Iglesia de San Francisco, del  lado del Evangelio y en el mismo Presbiterio, se ven los esqueletos de un hombre y de una mujer, habiendo sido ésa enterrada después de aquél, pues lleva su brazo derecho sobre el pecho del varón.  ¿Serían, en efecto esos los restos mortales de Hernandarias y de su esposa?  ¿Sería esa realmente la Iglesia de San Francisco?

Ante estas interrogativas dejó el doctor Zapata Gollán la excavación sistemática, que había seguido hasta entonces, y recordando lo dispuesto por el Cabildo, en 12 de abril de 1651, supuso muy cuerdamente que las ruinas de Santo Domingo y de la Merced habrían de existir soterradas en sus correspondientes solares, los mismos que ocuparon en al Santa Fe actual.  Trazó imaginariamente las calles, partiendo de San Francisco, y comenzó a excavar en un pastizal donde debería hallarse el templo de Santo Domingo.  Pronto pudo proferir un “eureka” victorioso, ya que fue surgiendo un templo de 30 metros de largo, por 6,15 metros de ancho, con su puerta principal en dirección norte.  Sus muros eran de 1,2, y los laterales se prolongaban tres metros más allá de la fachada, formando un pequeño atrio.  ¿Acaso no podía ser un salón grande o un posible teatro?  En manera alguna, ya que era manifiesto su presbiterio y el cuerpo del templo, y uno y otro estaba cubierto de cadáveres.

Si el doctor Zapata Gollán procedió a esta excavación con cierto temor de no salir airoso, fue para él un hecho el próximo hallazgo, el de las ruinas correspondientes a la Iglesia de la Merced. Esta ya desaparecida Iglesia se encontraba en la calle que sube hacia el norte de Santo Domingo, en la actual calle 9 de julio entre General López y Buenos Aires.  Trazó las calles correspondientes, tomó nuevamente las medidas, en conformidad con el plano de 1824, y los obreros comenzaron la excavación.  Bien pronto era visible una tercera Iglesia de 38,50 x 4,30 metros, y en dirección sur-norte como los dos templos anteriormente hallados.

Tal era el estado, de las excavaciones cuando, a solicitud del mismo doctor Zapata Gollán, se solicitó a la Academia Nacional de Historia que examinara las ruinas ya visibles y dictaminara sobre su origen.  La docta corporación eligió al efecto a dos de sus miembros, a uno que había ya dado a conocer su opinión y sostenía que eran esas las ruinas de la primitiva Santa Fe, y eligió a otro que había manifestado disentir del parecer de su colega.  Así lo había dado a conocer en varias ocasiones y había publicado datos y noticias, en su libro sobre los mocobíes de Santa Fe, que robustecían la tesis favorable a Helvecia, y desfavorecían la referente a Cayastá.

En abril del pasado año de 1952, llegué con el doctor Raúl A. Molina hasta las ruinas de Cayastá y sin apriorismos algunos, y sin que influencias algunas hubiesen prevenido nuestros ánimos, antes en busca de la verdad, y mirando por nuestro personal prestigio y por el de la Academia que nos había confiado tan delicada misión, vimos, examinamos y estudiamos las realidades que teníamos ante la vista.  En diversas partes participamos en las mismas excavaciones, y por nuestras propias manos levantamos medallas, botones y fragmentos de cerámica.  Aquellas ruinas sólo podían corresponder a una ciudad nada pequeña, ya que su población habría de haber frisado en los mil a dos mil habitantes, y los cadáveres, tantos, de todas clases de personas, de civiles así como hombres y mujeres, pues estaban todos mirando al altar, y de sacerdotes, pues miraban hacia la puerta, como es de rúbrica en los entierros de católicos, y sobre todo la visión de tres grandes templos de 38,40, de 30 y de 38,80, nos llevó a la conclusión lógica e irrebatible: aquellas ruinas eran, sin que cupiera razón alguna valedera en contra, las ruinas de Santa Fe primitiva.  La elocuencia de aquellas ruinas era decisiva para quienes desapasionadamente las examinaran.  Ellas respondían en un todo, no ya a las informaciones de tal o cual viajero, no a las indicaciones, más o menos veraces, de un poeta, como en el caso de Schielmann, sino que respondían a un mapa, el más fehaciente que pudiera haber: la traza de la actual ciudad de Santa Fe, que es una reproducción, un facsímil o réplica de la Santa Fe primitiva.

Se ha querido, no obstante, invalidar esta prueba, aseverando que esas ruinas responden a una reducción de indios charrúas que existió allí entre 1793 y 1860, pero este argumento es vano.  En primer término la dicha reducción estuvo ubicada conde actualmente se halla el pueblo de Cayastá, no donde se encuentran las ruinas, que estaba un poco más abajo. En segundo término sabemos por quien fue el cura de esa reducción, Fray Francisco Leal, que la capilla de la misma, en 1795, tenía 22 varas de largo por 6 de ancho, esto es, 18 por 5 metros, o sea un cuarto de lo que era la franciscana hallada por el doctor Zapata Gollán.  Por otra parte sabemos que los muros de dicha capilla franciscana eran de adobe, y medían 60 centímetros, mientras los de San Francisco eran de tapia y miden 1,30.

La existencia de tres iglesias con sus subsuelos cubiertos de cadáveres, más de 250, entre ellos no pocos sacerdotes, dicen a las claras que se trata de una población que debió frisar entre los mil y dos mil habitantes, y sabemos en efecto que la primitiva Santa Fe contó, en 1622 con 126 vecinos, lo que da una población mínima de 630 personas, a las que hay que agregar los 226 indios de servicio y los 15 a 25 portugueses, también casados.  Que esta cifra creciera considerablemente, entre 1622 y 1660, se deduce del hecho de que en el postrer de estos años, después de efectuada la traslación, ascendían a mil quinientos los que persistían en permanecer en el antiguo local.  En cuanto a la población de la Reducción de Charrúas, sabemos por el mismo cura doctrinero, que contaba con 177 indígenas, de los que solamente 57 estaban bautizados.  Tal era la población de dicha reducción en 1790, y consta que en los años sucesivos, no fue incrementando, sino que fue diminuyendo. De la vieja Santa Fe parece que pudo Lozano afirmar, con sobrado motivo, que ya a principios del siglo XVII, “parecería de un siglo de grandeza…” y era grande el concurso de los mercaderes de los cuales no pocos fijaban allí estable morada, convidados por las delicias del país y las comodidades para enriquecerse.

Lapides clamabunt decían los latinos, y es una prueba inapelable, y las piedras o ruinas de Cayastá dan gritos.  Tres iglesias de grandes proporciones, multitud de casas particulares, la plaza mayor que está a la vista, innumerables fragmentos de cerámica de Talavera, múltiples candeleros y despabiladeras, candados de diversa índole y tamaño, eslabones de cadenas, las herraduras y los clavos más variados, las espuelas de metal y los regatones de lanza, las medallas y las monedas, algunas ciertamente valiosas, las cuentas de rosario, los broches y los pendientes, sin contar las tejas de factura netamente hispana y los tinajones, objetos todos encontrados entre las ruinas dicen a gritos que ellas responden, sin que pueda haber duda, a la Santa Fe fundada por don Juan de Garay, en 1573.  Pág. 59-65

Celebración de San Jerónimo – Patrono de Santa Fe…

Es oportuno reiterar que durante los siglos XVII y XVIII, “desde distintas localidades llegaban a la quieta Santa Fe –aún a la hora de la siesta-, algunos viajeros que permanecían días o meses, observando las costumbres y los juegos de  la época.

 

Don Agustín Zapata Gollán concretó algunas investigaciones sobre el juego de las cañas, ‘un juego de mucho riesgo.  Formadas las cuadrillas, una frente a otra, vestidas con distintas libreas o divisas, al son de las trompetas se enfrentaban por turno uno a uno’.  [43]

En la ciudad, ‘según un acta del Cabildo santafesino fechada el 10 de setiembre de 1674, desde la fundación se acostumbraba celebrar el día de San Jerónimo, su Patrono, además de las ceremonias religiosas, con corridas de toros y juego de cañas’.  En ese juego, ‘en vez de la gente principal de Santa Fe, intervenían indios, negros y mulatos, que ocasionaban con sus desmanes, serios perjuicios al vecindario’.

Por tal motivo el juego fue suspendido por el Cabildo en 1692; ‘en 1698, se volvieron a autorizar las cañas, pero con tal mala suerte, que en medio de la discordia y alboroto que se originó durante el juego, encontraron la muerte un hombre y un niño por lo cual al año siguiente se le volvió a prohibir, esta vez perpetuamente disponiéndose que en su lugar se oficiara un novenario en honor de San Jerónimo’.”  [44]

Marzo de 1955: intervención federal y reestructuraciones

Es oportuno tener en cuenta que mediante la Ley Nº 3139 del 22 de febrero de 1947 se había creado la Dirección General de Cultura Social y el Poder Ejecutivo, en mayo de 1948 impulsó la creación de la Dirección General de Cultura dependiente del Ministerio de Educación, Justicia y Culto.  El proyecto fue aprobado en la Legislatura provincial y es la ley Nº 3474, promulgada el 28 de enero de 1949 quedando sin efecto la anterior Nº 2960/1940.

El 8 de febrero de 1949 asumió el Interventor Federal Coronel Dalmiro J. Adaro y esa ley que ordenaba la creación de una Junta Consultiva integrada por los directores de los organismos de Cultura que dependían de la ex-comisión provincial, diecisiete Delegados Departamentales y representantes de organismos obreros de la provincia adheridos a la Confederación General del Trabajo.

Fue el primer intento de coordinación interdepartamental con participación directa de representantes de distintas localidades y no se concretó por demoras en la adopción de decisiones políticas acerca del presupuesto y de la puesta en marcha de reformas que incluían la organización de un Equipo Rodante de Difusión que exigía la adquisición de automóviles, proyectores de cine, filmaciones, equipos de sonido y aparatos de reproducción de grabaciones musicales…

 

El 4 de marzo de 1955 cesó el gobernador Dr. Luis J. Cárcamo y asumió el interventor federal Cap. de Fragata (R) Ricardo P. Anzorena.

En el ministerio de Educación y Cultura creado mediante la ley Nº 4265 del 25 de julio de 1952, el doctor Vicente R. Gutiérrez fue reemplazado por el Dr. Alberto Godoy Colombo, abogado, profesor de historia y hasta ese momento secretario de la Comisión de Educación de la Cámara de Senadores de la Nación; subsecretario el Prof. Manuel Balado.

Mediante el Decreto Acuerdo Nº 4384 del 6 de julio de 1955, se creó la Subsecretaría de Educación y Cultura -a cargo del Secretario de Acción Social Dr. Juan Heredia Vargas- y  la Dirección General de Cultura, designándose primer director a Amílcar Medina Verna (Decr. 05554/28-07-55).

Al mes siguiente, el ministro Godoy Colombo, reiteraba ante los periodistas que el área de Cultura “se ha innovado más profundamente. Hasta ahora funcionaba una Academia Provincial de Cultura, pero a partir de este momento hemos creado una Dirección General de Cultura de la que dependerán dos importantes Departamentos: el  de Investigaciones, Museos y Archivo y el Departamento que abarcará la parte artística, de bibliotecas y Bellas Artes’.”  [45]

Lógicamente, el Departamento de Investigaciones… continuaría promoviendo los estudios históricos, arqueológicos y etnográficos que estaba conduciendo el doctor Agustín Zapata Gollán quien fue designado Jefe de ese Departamento, continuando Horacio Caillet Bois como Jefe del Departamento de Bellas Artes y Bibliotecas.

Mediante el art. 14 del Decreto Acuerdo 4384, se establecía que la “Academia Provincial de Cultura” se denominaría Comisión Provincial de Cultura: “organismo asesor con respecto a toda esta Dirección General, y será presidida por el Director General de Cultura.  El Jefe del Departamento de Investigaciones, Museo y Archivo será Vice-Presidente nato de la Comisión Provincial de Cultura.”

El primer Director de Cultura Amílcar Medina Verna sólo se desempeñó durante tres semanas porque el 16 de septiembre de 1955, otro movimiento cívico militar destituyó a las autoridades que habían elegido la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas argentinas.

Semanas después, fueron evidentes los cambios en la política cultural en todo el territorio nacional y el 24 de septiembre asumieron en la provincia de Santa Fe los funcionarios designados por la autodenominada Revolución Libertadora que censuró, persiguió y proscribió; entre el 9 y el 12 de junio de 1956, fusiló y declaró la vigencia de la ley marcial.

17-10-1955: Zapata Gollán interventor…

El Interventor Federal Cnel. Juan Bautista Pica asumió en la última semana de septiembre de 1955 y nombró Ministro de Educación y Cultura al Dr. Antonio B. Arroyo, quien se desempeñó hasta el 15 de febrero de 1956.

Mediante el Decreto Nº 0650 del 17 de octubre de 1955, fue nombrado Interventor en la Dirección General de Cultura el doctor Agustín Zapata Gollán teniéndose en cuenta “la necesidad de proceder a un estudio exhaustivo de la estructura orgánica de esa Dirección, a fin de asegurar el mejor desenvolvimiento de sus actividades”.

El 30 de noviembre, Zapata Gollán renunció para ejercer su derecho a la jubilación y desde entonces, continuó con las funciones de Dirección del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, ad honorem, vocación y misión que desarrolló hasta el final de su vida.

1956: incorporación a la Academia Nacional de la historia.

Una vez más, es posible reiterar algunos párrafos escritos por el perseverante y destacado periodista y escritor Jorge Reynoso Aldao:

“En la tarde del martes 23 de octubre de 1956 Agustín Zapata Gollán se incorporó a la Academia Nacional de la Historia como miembro correspondiente en Santa Fe, presentado por la palabra autorizada del académico de número R. P. Guillermo Furlong, quien dijo que la Academia ‘se enaltece recibiéndolo en su seno’.

Corresponde hacer notar que la normativa de la referida Academia exige constituir domicilio en la Capital Federal y residir en el mismo, con constancia de la seccional de policía para que un candidato sea propuesto a uno de los sillones numerados e incorporarse como académico de número. Agustín percibía un reducido emolumento en la dirección del Museo y no contaba con bienes de fortuna. Habitaba en la casa de calle San Martín 1758, que su mujer poseía en condominio con tres hermanas solteras, como herencia materna.”

1958: Difusión desde Radio Nacional de Rosario

La periodista María del Huerto Barletta el 17 de enero de 1958, desde LRA. Radio Nacional de Rosario, durante el programa Escritores del Litoral, había expresado: [46]

“A las once de la mañana, ciega de luz, abrasada de sol, saludo la húmeda fronda del Parque del Sur en Santa Fe, acaricio la silueta colonial de la casa de Diez Andino, remonto reverente la mirada al viejo campanario de San Francisco, paso con un recuerdo emocionado frente a la figura de Mateo Booz y llamo a la pesada puerta del Museo Etnográfico y Colonial.   Me acojo a su sombra y estrecho la mano cordial de Don Agustín Zapata Gollán, su director.

De la penumbra surgen los amplios salones tantas veces recorridos, en donde la sabiduría, la paciencia y la constancia de Zapata Gollán reunieron tantas piezas preciosas para la reconstrucción de nuestro pasado.  En su despacho los sillones fraileros de alto respaldo de cuero, y la mesa escritorio de pesada madera tallada, concluyen de ubicarme: estoy en Santa Fe, en el barrio sur y frente a uno de los más fieles, más celosos y más cabales guardianes de su historia y su tradición: Don Agustín Zapata Gollán.  Sobre la mesa una gruesa revista de tapas amarillas llama mi atención: está escrita en alemán, no entiendo nada.  Don Agustín me explica que es la revista de la Academia de Ciencias de Finlandia que bajo la dirección de Matti Kussi ha hecho recientemente una recopilación del folclore mundial bajo el título ‘lo que el pueblo dice cuando llueve con sol’, y para la Argentina ha colaborado Zapata Gollán.  Entonces me quejo: ‘Don Agustín, casi todos sus libros están agotados’.  Me responde sonriendo: ‘Están en las bibliotecas’… Es cierto, las bibliotecas de Santa Fe y Rosario guardan celosamente las obras de Agustín Zapata Gollán, fruto de una larga, prolija y esmerada tarea de investigación. ‘Los chanás en el territorio de la provincia de Santa Fe’, ‘La fauna y la flora de Santa Fe en los primeros cronistas’, ‘Nomenclatura mocoví de animales y plantas’, ‘Vocabulario mocoví relacionado con el caballo y la equitación’, ‘El ciervo y la piedra bezoar en la época colonial de Santa Fe’, son codiciadas por todo estudioso que quiere adentrarse en la tierra santafesina, que Zapata Gollán ha sabido escudriñar con tanta conciencia científica, tanto amor y tanta fe.  Y después están todos sus serios y documentados estudios sobre la época de la conquista del Río de la Plata y la Colonial: ‘Las puertas de la tierra’, ‘La  conquista criolla’, ‘Los precursores’, ‘Caminos de América’, ‘Médicos y medicina de la época colonial en Santa Fe’, ‘El Paraná y los primeros cronistas’, ‘El Perú de los Incas y de los Virreyes’ y ‘El caballo en la vida colonial de Santa Fe’.  De tanto ‘vivir’ esa época, Don Agustín escribe a veces como un viejo cronista.  Así, dice en la historia del Caballo refiriéndose a Don Pedro de Mendoza:

‘Algunos decían de él que era un buen cristiano, celoso del servicio del Emperador y ambicioso de honra; otros aseguraban que tenía el genio agrio y arisco, quizás porque su salud iba ya en quebranto, pero en lo que todos acordaban era en alabarle como hombre de buen discurso y entendimiento y práctico en la milicia. Por eso fue memorable la jornada en que pasó muestra de su ejército antes de zarpar para estas tierras donde pensaba rehacer y acrecentar sus caudales y levantar castillos y fortalezas para alcanzar el título de Conde’.

No en vano ha merecido Zapata Gollán sus premios de la Institución Cultural Española en 1937, por su labor de hispanista.  Pero si por la vena histórica de Zapata Gollán corre sangre española, está perfectamente mezclada con la santafesina y si encontramos en él todo el señorío, toda la pureza, toda la galanura de la vieja estirpe, también encontramos toda la fuerza, todo el vigor, toda la frescura de la nueva raza.  Así, en el mismo libro del Caballo, describe los preparativos de una carrera en la Colonia:

‘En el mes de junio de 1830, Juan Pablo López, que se encuentra en Rosario, envía a Santa Fe una carta al general Pascual Echagüe, en contestación a una de éste, relacionada con las carreras que se han concertado ‘con el señor González’, con conocimiento del general Estanislao López.  El contrato firmado, que remite a su hermano Estanislao, establece las condiciones en que se correrá la carrera.  Sólo se les ha presentado un pequeño inconveniente que se salvará dentro de 15 días: el peso del jinete ‘para la corta’.  En esta carta, Juan Pablo López, pide 3 fanegas de cebada para ‘preparar’ los parejeros y que se mande pronto los caballos porque ya tiene un buen lugar y un galpón para cuidarlos…”

Desde hace muchos años Agustín Zapata Gollán se dedica a una obra imponderable. Cayastá.  Hace seis meses estuve en Cayastá por última vez.  Iba con un grupo de profesores y estudiantes de la Sorbona que hacían un viaje de estudio en el país. De guardia de cortesía estaba como siempre en la tranquera uno de los peones que nos saludó con el gesto habitual, parco y respetuoso de la mano tocando apenas el sombrero aludo.  De las casas se adelantaba ya la figura patriarcal de Don Agustín Zapata Gollán.  Amplias bombachas grises y ancha faja negra, para señalero, más que para apoyo, un bastón tallado en una gruesa rama, la melena gris ondulada echada para atrás dejando libre la espaciosa frente morena, los ojos oscuros y profundos, la sonrisa apacible.  Saludó en francés a sus visitantes y se estrechó en un abrazo de cálida amistad con el Cónsul Francés en Rosario y el interior norte del país, Monsieur Roger Vingut.  Enseguida Don Agustín se puso al frente de la peregrinación que a paso lento recorrería, siguiendo ya millares de huellas, las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe. La voz de Don Agustín, fuerte y clara se dejaba oír a cada paso, para dar el nombre de las calles trazadas en forma idéntica a la actual ciudad de Santa Fe, situar los edificios cuyos cimientos se distinguen perfectamente y describir los templos, sus altares y sus tumbas. En San Francisco los restos de Hernandarias y su esposa, doña Jerónima Contreras, hija legítima de don Juan de Garay ‘que usaba el apellido de una de sus abuelas, como era habitual en la época’, aclara Zapata Gollán. ‘Y ahora vamos a la Catedral’, dice y se tiene la sensación de que su voz pusiera un hálito de vida en las viejas ruinas y de que Santa Fe estuviera todavía allí.  Siempre hay algún santafesino que durante la visita no puede resistir la tentación de preguntar, bromeando: ‘La casa de los Iturraspe, estaría en la otra cuadra, no Don Agustín’.  Y don Agustín con su cálida sonrisa contesta dando la ubicación exacta que hubiera tenido la casa de tal o cual familia.  Cuando entre los visitantes hay un historiador, sociólogo, arqueólogo, antropólogo o simplemente un curioso del pasado, Zapata Gollán se detiene con fruición en detalles de reconstrucción histórica o explicación técnica.  De la historia habla sin apasionamiento, pero con una escondida ternura, es la historia de su Santa Fe.  Desde los nombres de los fundadores, los que vivieron en la primitiva Santa Fe, hasta los que quedan todavía de los primeros colonizadores franceses de Cayastá, el pueblo que más de dos siglos después se formó tan cerca de la ciudad desaparecida sin sospecharla siquiera, todos suenan en su relato ameno con la familiaridad que da el conocimiento amplio de las épocas y la comprensión profunda de los hombres que las vivieron.  De la técnica Zapata Gollán habla con absoluta sencillez, no omitiendo detalle ni escatimando explicación, sin jactancia, sin señalar el tremendo esfuerzo que ha significado el sacar a la luz, la ciudad enterrada.  ‘¿Cómo ha hecho Ud. todo esto?’, le pregunté una vez, absorta.  ‘Cavando, m’hijita’, me contestó.  Don Agustín tiene a sus órdenes sólo un puñado de hombres que trabajan con fidelidad y muda admiración.  ‘Eso sí -dice Zapata Gollán- no hay quien los haga trabajar de noche en las tumbas…’ y disculpándolos, con esa bonachería tan suya: ‘Están llenos de supersticiones, todavía’.  Los trabajos de excavación y reconstrucción que comenzó Zapata Gollán, él solo, en julio del ’49, adelantan día a día.  Simultáneamente se suman capítulos, día a día, al libro que sobre su obra en Cayastá publicará Don Agustín.  Será la culminación de una serie ininterrumpida de largas y duras jornadas.  Desde los días en que se miraba con desconfianza las empecinadas excavaciones de Zapata Gollán, pasando por todos los artículos que  publicara Don Agustín con tanta fe como fundamento, en El Litoral de Santa Fe, en La Capital de Rosario y en La Nación de Buenos Aires; hasta la abierta polémica.  Sobre las ruinas y de acuerdo con Zapata Gollán aparecieron artículos de historiadores como Levene, Levillier, Raúl Molina o el Padre Furlong o de arqueólogos como Canals Frau, Alberto Rex González, Enrique Pallavichini o Joaquín Frengüelli.  Y por fin llegó el reconocimiento de la sociedad Argentina de Antropología que se pronunció, la primera, a favor de la tesis de Zapata Gollán, siendo su presidente Salvador Canals Frau y después de realizar un congreso especial sobre el tema en Santa Fe, enseguida, la Academia Nacional de la Historia que aprueba y ratifica la tesis y por último, la Comisión Nacional de Lugares Históricos que siendo su presidente Jorge Mitre declara Monumento Histórico Nacional a las Ruinas de Cayastá’.

Para los estudiantes franceses, Cayastá es un hecho insólito: ¡cómo pudo desaparecer así una ciudad!  Allá, las ciudades quedan para siempre o si no hay un hecho histórico o físico que explica su desaparición. Pero ¿por qué se abandonó la primitiva Santa Fe y cómo desapareció en tan poco tiempo su huella y hasta su recuerdo?  Don Agustín, con su grueso bastón señala el río y encaminándose a su orilla empieza a hablar de las crecientes.  Su explicación se interrumpe bruscamente: alguien se ha zambullido.  Don Agustín llama, sin dudar un momento: Chaná y su perro, con grandes ojos arrepentidos se acerca para ser perdonado.  Un buen asado, alfajores santafesinos, vino y ginebra, nos ofrece Don Agustín al mediodía, con su patriarcal hospitalidad de siempre.  Más tarde, una demostración del uso de las boleadoras, enloquece de entusiasmo a los franceses y un acordeón, sabiamente manejado, les arranca vivos comentarios.  Ellos, tan sensibles, todo lo captan.  A la tardecita, vamos al pueblo.  Chaná ha intentado seguirnos pero Don Agustín, con una sola mirada lo ha mandado a las casas.  Al llegar al pueblo recordamos entonces la reciente visita del embajador francés Monsieur Bernard Cornut Gentil, que, como otras tantas personalidades se interesó profundamente por la obra de Don Agustín y no podemos menos que contar con entusiasmo a los franceses que nos acompañan la entrada triunfal de su embajador al pueblo de Cayastá, vieja colonia fundada por un francés Tessière de Bois Bertrand escoltado por una doble hilera de jinetes que al galope hacían ondular banderas francesas y argentinas.  Una ocurrencia más de Don Agustín que a veces uno no sabe si es poeta o hechicero.  En el pueblo Don Agustín es espiritualmente el señor feudal, hay tanta admiración como cariño, en el saludo respetuoso y cordial de los vecinos.  Nos detenemos en las afueras frente al rancho inmaculado de una india, la chivi, la guardiana del santo que se venera en el lugar.  Nos recibe en el amplio patio barrido donde se baila para festejar al Santo.  Don Agustín saludó a la chivi en mocoví: la figura macabra y oscura de la india se mantiene enhiesta y solemne.  Las últimas luces suaves del atardecer nos llegaron apenas en el montecito vecino donde Don Agustín narra los Casos del Zorro, los mismos que componen su libro, tan buscado.  Al regresar, un gran farol nos espera en la galería y una última copita de ginebra nos entona, mientras se deslizan en la voz ahora recogida de Don Agustín relatos y leyendas.  Así, casi en sombra su silueta, su rostro moreno destacándose apenas auroleado por su melena gris, en sus labios el caudal inagotable de la historia, la tradición y la leyenda que escuchan hechizados los que lo rodean… hasta Chaná que oyéndolo es capaz de quedarse quieto… Don Agustín es un poco también un personaje de leyenda de la vieja, la tradicional, la legendaria Santa Fe de la Vera Cruz.

1963-1966: gobiernos electos y memorias de la comarca…

El 1º de Mayo de 1958 asumió el gobernador Dr. Aldo Emilio Tessio, designó Ministro de Educación y Cultura al Dr. Ricardo Arribillaga y mediante el Decreto 1135/63 nombraron al titiritero-poeta José Bartolomé Pedroni con funciones de Director General de Cultura.

No ha sido por casualidad que Pedroni más de una vez, sintiera el impulso de expresar: “Yo no soy más que un hombre pegado a su suelo” y por algo escribió el poema titulado “Suelo santafesino”. Tenía sus razones en 1964 para promover el ciclo que denominó “La tierra, sus vivencias, sus problemas”.

Entre los ocho educadores y escritores seleccionados para las conferencias en la ciudad de Rosario que abarcaban temas referidos a “la Tierra, sus novelistas y cuentistas”, inmigración y colonización, reforma agraria y cooperativismo… entre otros, José Pedroni incluyó al doctor Agustín Zapata Gollán quien se refirió a “El desierto”.

 

Sabido es que el doctor Zapata Gollán se había formado en el seno de una familia católica y que estudió en el Colegio de la Inmaculada Concepción de los Padres Jesuitas.

Jorge Campana en ese tiempo había comenzado su labor en el área de Cultura y solía recordar lo que luego escribió: “El Director del Departamento de Estudios Etnográficos y coloniales, Dr. Agustín Zapata Gollán, mantenía un trato frecuente y amistoso con don José Pedroni; solían reunirse muy temprano en el despacho de éste y se entretenían en la lectura de la Biblia”.  [47]

Jorge Campana destacó que “Pedroni (don José para nosotros) daba el ejemplo.  Viviendo en Esperanza, viajaba a Santa Fe ida y vuelta todos los días en ómnibus de línea, rechazando el auto oficial con chofer que rara vez utilizó a pesar de su edad y de que ya estaba enfermo.

(Sabido es que José Pedroni, estaba en Mar del Plata con su esposa Elena Chautemps y el 4 de febrero de 1968 falleció como consecuencia de una afección cardiorrespiratoria.)

15-11-1965: Discurso de Pedroni en “Santa Fe, la Vieja”.

El 15 de noviembre de 1965 con motivo del 392º aniversario de la fundación de la ciudad de Santa Fe, durante al acto realizado en Santa Fe la Vieja, el Director General de Cultura habló en representación del gobierno de la provincia: “El conquistador y los mancebos de la tierra acomodan su ánimo a la realidad, ponen fin a la pausa y se disponen a abrir puertas a la tierra y a mantener trato y conversación con la gente”[48]

 

Al año siguiente, al celebrarse el Sesquicentenario de la Declaración de la Independencia (9 de julio de 1816 en Tucumán), “se logró construir una maqueta con la representación de lo que era Santa Fe en 1816, que se encuentra en el Departamento de Estudios Etnográficos”.

En aquel tiempo, Zapata Gollán con aproximadamente noventa trazos breves había esbozado el perfil de un gaucho sosteniendo su guitarra apoyada sobre el piso, dibujo reproducido en la impresión del primer cuadernillo editado por iniciativa de Pedroni, tras la selección de algunas obras de autores de aquella época.

Más anécdotas

El 30 de junio de 1966 concluyó la gestión del Director de Cultura José Pedroni después de dos años y siete meses de entusiasta trabajo con el propósito de promover la difusión cultural en todos los departamentos de la provincia de Santa Fe.  Desde fines de la década anterior, tras las conclusiones aprobadas en el Congreso de Bibliotecas Populares realizado en Catamarca en 1958, aumentaban las expectativas acerca de la posibilidad de que tales instituciones también pudieran editar libros. En Rosario funcionaba la Biblioteca “Constancio C. Vigil” y Rubén Naranjo -regente de la Escuela de Artes Visuales “Manuel Belgrano” de esa ciudad- empezó a apoyar la iniciativa de creación de la Editorial Vigil. Pedroni entusiasmado con la posibilidad de difundir más obras de autores santafesinos, “dispuso su adscripción por tres meses para facilitar las cosas” -como lo ha recordado Jorge Campana- y “al cabo de ese tiempo, Naranjo debió optar entre la Escuela o la editorial Vigil que ya estaba prácticamente armada, resolvió quedarse en esta última, dado que la licencia no podía ser prorrogada”.  [49]

 

El 10 de diciembre de 1966, el poeta José Pedroni, contestó al “cable” del poeta Carlos Carlino, “que dice poco y mucho a la vez. /…/ Adivino lo que tenés que decirme, no hace falta que me lo contés.  Tu aventura y la mía han sido iguales.  Vamos para viejos, y ya nos quedan pocas ganas de ir dejando brazadas de hierbas en las casas de los demás.  El oficio de pastero ha sido siempre pasar hambre: nadie paga las cuentas; nadie ve las mariposas ni sabe apreciar la frescura del pasto.  Entonces uno dice: ‘que salgan ellos con la guadaña que j…’ Ése es tu estado de ánimo…; pero yo no soy un consumidor cualquiera; no tengo vaca, ni conejos, ni gallinas siquiera.  Y necesito tu pasto verde.  Para meter mi cabeza adentro, para revolcarme en él.

Aquí pasa Elena y me dice que estoy sonriéndome mientras escribo. Sacá la consecuencia:  hay que escribir, hay que decir las cosas, para no morirse de pena o de aburrimiento.  De modo que a ese tallito de alfalfa que me mandás, lo retribuyo con una horquillada, tan grande, que no vas a poder abrir la puerta de tu departamento: (Alfalfa verde y linda): ‘Colmegna’ va a hacer una nueva edición de Gracia Plena -la sexta-…” [50]

Alude luego al contrato con la Biblioteca “Constancio C. Vigil” de Rosario: “…me encontré con que el colchón no tenía lana.  La pobre gente de la Vigil está pasando un mal momento en razón de que al llamado ‘operativo bancario de cooperativas’ le han cortado la cabeza. Están buscando plata, pero no la encuentran (más ortiga en el montón de alfalfa), y yo con las maletas listas para viajar a Mar del Plata! Para peor, el gobierno no ha pagado la jubilación ni el aguinaldo de Diciembre, a los que cobramos en el Banco de la Nación, ni dice cuándo lo hará.  Así que estoy seco de toda sequedad,  con deuda documentada del departamento, que tengo que pagar religiosamente mes a mes. /…/ Como ves, la ración de alfalfa que te dejo en la puerta tiene bastante ‘mío-mío’ y otros yuyos que producen la muerte o que dan urticaria.  Pero me siento desahogado.  Hacé lo mismo conmigo, Carlitos; sacate ese peso que te agobia: tirame una brazada de tus cosas sobre el tapial”…

Tras las palabras finales: “¡Y basta! / Un gran abrazo / José Pedroni”, esta posdata:

“¿Sabés que Z. G. ‘se prendió’ y ahora está por España, hurgando archivos?  Lo merece.  Pero es vivo, eh?”  [51]

 

Agustín Zapata Gollán, en aquellas latitudes seguía leyendo, investigando, dialogando, escribiendo…

 

1969: más ediciones.

Durante el gobierno de facto del Contralmirante Eladio Modesto Vázquez (agosto de 1966 a julio de 1970, siendo ministro de Educación el Dr. Leopoldo Chizzini Melo y Directora General de Cultura la Dra. Edelweis Serra, se proyectó la difusión de diversas obras teniéndose en cuenta que en 1973 se celebraría el IV Centenario de la Fundación de la ciudad de Santa Fe.

En 1969 se concretó la edición de dos ensayos elaborados por el doctor Agustín Zapata Gollán:

  • El Chaco Gualamba.
  • Topónimo Hispanoamericano.

Al año siguiente, siendo Director de Cultura Eduardo Raúl Storni continuaron con más ediciones, incluyendo dos libros de Zapata Gollán:

  • Las Milicias de Indias.
  • La urbanización Hispanoamericana en el Río de la Plata.

1970: “La expedición de Garay la fundación de Santa Fe”

Destacó el doctor Zapata Gollán que “con el abandono y destrucción de Buenos Aires, el centro de la conquista del río de la Plata se desplaza hacia el Paraguay, donde Juan de Salazar fundó el primer fuerte y donde luego Irala concentró los sobrevivientes de la expedición de don Pedro de Mendoza en un caserío al que dio el nombre de Asunción”.

Sabido es que Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue nombrado sucesor del Primer Adelantado y que “al arribar a la isla de la Cananea, donde se dividían los dominios de España y Portugal, Álvar Núñez levanta las armas de Castilla y luego pasa a la isla de Santa Catalina con el propósito de invernar, mientras manda al factor Pedro Dorantes acompañado de algunos hombres, a descubrir el camino a Asunción, que luego seguiría con los pocos soldados que le quedaban.  En tanto el resto de la expedición, después de perder la nave capitana en la isla de San Gabriel, navegaba por el Río de la Plata en busca de Buenos Aires que ocho meses antes Irala y el Veedor Alonso Cabrera habían destruido y llevado los últimos pobladores aguas arriba del Paraná a reforzar la población del Paraguay.”

Es oportuno reiterar lo que Zapata Gollán escribió acerca de Felipe de Cáceres, Contador de la Real Hacienda del Río de la Plata desde agosto de 1539: “Por R.C. del 20 de noviembre del mismo año, se le da licencia para pasar dos esclavos al Río de la Plata, y por otra de la misma fecha, se le concede el título de Regidor del pueblo, en que se encuentra el Gobernador de estas provincias.

En los momentos en que los vecinos de la primitiva Buenos Aires pasaban mayores miserias, según la información levantada en 1538 por Ruiz Galán, Teniente de Gobernador y Capitán General de las Provincias del Río de la Plata, Felipe de Cáceres en su carácter de Contador de la Real Hacienda y el Tesorero Garcí Venegas acosaban a los pobladores por el cobro de los diezmos, pues decían los testigos que deponen en esa Información, que mientras los vecinos morían de hambre se les apremiaba inhumanamente en el cobro delos diezmos del maíz de sus chacras, para pagar cierta deuda que tenía Felipe de Cáceres con un mercader genovés, Juan Pedro Bivaldo, en vez de destinarla al servicio de S. M. o de satisfacer los reclamos del cura Julián Carrasco para atender las necesidades más apremiantes de la Iglesia”.

Relata el doctor Zapata Gollán que “en 1539, Cáceres viaja en el galeón Santa Catalina… para informar a S. M. sobre lo que ocurre en estas tierras.  Lleva consigo dos esclavos y el equipaje formado por tres cajas grandes llenas de ropa y de otros objetos, que ubica en la cámara del galeón donde hubieran podido viajar cómodamente, según el piloto, tres pasajeros más… Después de sus gestiones en la Corte, Felipe de Cáceres vuelve al Río de la Plata y actúa durante el gobierno del Adelantado Álvar Núñez Cabeza de Vaca”. [52]

Sabido es que “Álvar Núñez llegó a Asunción cruzando el Brasil, en 1541… encontró todo aquello en tal desorden que dio instrucciones expresas y terminantes a su teniente de gobernador, el capitán Juan de Salazar Espinosa, para que sin miramientos demoliera casas y destruyera corrales dentro y fuera de la ciudad, y todo lo que viera que trae algún perjuicio… y además mandó cubrir de teja la casa fuerte.”

Es oportuno tener en cuenta lo reiterado por Zapata Gollán:

“En Asunción, dice Schimidl, (sic) ‘se hizo una Gran casa de Piedra, Tierra y Madera para seguridad y defensa de los Crhistianos en caso de alçarse los indios’; y alrededor de esa ‘Gran casa de Piedra, Tierra y Madera’ levantada por Salazar y Espinosa, construyeron sus viviendas los sobrevivientes de la expedición de don Pedro de Mendoza, en tal desorden, que fue para Irala una gran complicación cuando quiso introducir cierto orden de acuerdo a la autorización que recibiera oportunamente.”

“Además, en el Archivo Histórico de Madrid se conserva otro M.S., que refiriéndose a Asunción dice que ‘es mal dispuesta y en ella están entreveradas las casas sin or[de]n ni formalidad con los Arboles Silbestres y Plantas numerosas’.”

Relata Zapata Gollán que Álvar Núñez “gobernó durante tres años y en ese breve espacio de tiempo, descubrió y desbarató transitoriamente, una confabulación tramada por Oficiales Reales en la que andaban conjurados dos frailes franciscanos, uno de los cuales era Fray Bernardo de Armenta.  A la vuelta de una de sus ‘entradas’ llegó enfermo a Asunción donde los oficiales con un grupo de vecinos acuden a su casa a prenderle y le llevan preso a casa del Tesorero Garcí Venegas. Entre los amotinados estaban el Contador Felipe de Cáceres, el Factor Pedro Dorantes, el Tesorero Garcí Venegas, el Veedor Alonso Cabrera, y además de Francisco de Mendoza que le quita la espada en el momento que saltaba de la cama para defenderse, Francisco Palomino, Juan de Ortega, Martín Suárez de Toledo, Alonso Valenzuela, Alonso de Angulo, Hernandarias de Mansilla, Pedro de Monroi y otros vecinos, agrupados todos por Irala, a quien los sublevados nombran gobernador.

Pero el Paraguay sigue revuelto y agitado por intrigas y pasiones”… [53]

Irala partió hacia el Perú y dejó “por su Teniente a don Francisco de Mendoza”, quien en vano consintió “que se elija libremente a quien debe desempeñar el cargo que ocupa” porque electo Diego de Abrego continuaron los conflictos y cuando Mendoza “trata de deponerlo… Abrego, le toma preso y lo decapita en la plaza de Asunción.  Al volver Irala se entera de que gobierna el Paraguay un partidario del Adelantado Álvar Núñez, y en el puerto de San Fernando con los mismos que le han acompañado en la expedición, se hace elegir gobernador y así entra en Asunción sin encontrar resistencia, y de inmediato manda prender a Abrego y sale luego en una nueva ‘entrada’ después de dejar como a su Teniente a Felipe de Cáceres… uno de los conquistadores más viejos del Río de la Plata.  Desde los tiempos de don Pedro de Mendoza anda mezclado en los trajines de la conquista con su cargo de Contador y aparece entre los complotados que toman preso y deponen al segundo Adelantado.  Tiene un carácter autoritario y violento”…  Luego indicó que “su actuación pública comienza el 24 de agosto de 1539 con la R. C.” –Real Cédula- “por la cual Carlos V le nombra Contador de la Real Hacienda en el Río de la Plata, en lugar de Juan de Cáceres” que asumió la Contaduría de la provincia del Perú.

Relató el doctor Zapata Gollán que Felipe de Cáceres recelaba “de los parciales de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, especialmente de Ruy Díaz de Melgarejo, uno de los más adictos al Adelantado, le llegó con mucha gente parcial suya mientras estaba sentado tranquilamente a la puerta de su casa, le tomó preso y le puso una barra de grillos.”   Así fue como “los partidarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca temieran seguir el mismo destino que Ruy Díaz de Melgarejo, huyeron de Asunción por lo cual Felipe de Cáceres llamó a Irala que iba con su expedición aguas arriba… emprendió el regreso de inmediato y los hizo perseguir en los montes donde mandó ahorcar a tres de los fugitivos y volvió a emprender el camino de su expedición hacia el norte.  Felipe de Cáceres, corrió entonces a buscar a Abrego, fugitivo como sus compañeros, y le hallaron en medio del monte donde creía estar a salvo, dormido en una hamaca paraguaya.  Los perseguidores se le acercaron sigilosamente -‘muy quedo’, dice Ortiz de Vergara- y le atravesaron el pecho con un arpón, al mismo tiempo que le intimaban para que se entregara preso.  ‘Ésta’, dice Ortiz de Vergara, ‘fue la mayor crueldad que en las Indias se ha hecho’.

De regreso Irala, en Asunción se encontró al cabo de poco tiempo con la Provisión Real que le nombraba Gobernador del Paraguay y del Río de la Plata; posteriormente arribó la expedición de Martín de Orué con el primer Obispo Fray Francisco de la Torre; y por último, murió Irala de un ‘dolor de costado’, dejando en el gobierno a su yerno Gonzalo de Mendoza, quien alcanzó a gobernar durante un año y medio”.  [54]

Luego, Zapata Gollán describe diversos acontecimientos y destaca que “el primer obispo del Paraguay, Fran Pedro de la Torre, lleva a la cárcel al Teniente de Gobernador Felipe de Cáceres, bajo la acusación concreta de luterano, y después de un año de prisión lo remite con el proceso a aclarar sus palabras y su conducta ante la Inquisición en España”.

“En la época en que se resuelve enviar preso a España a Felipe de Cáceres bajo la custodia implacable del obispo de la Torre, Asunción estaba desprovista de todo lo necesario para fundar un pueblo y aún para armar un navío que fuera a la metrópoli.  ‘Desde que entré en esta ciudad hace más de treinta años’, dice el factor Pedro Dorantes, ‘nunca ha habido más mal aderezo para hacer población y enviar navíos a V. A. para avisarles de las cosas de esta tierra’.”  [55]

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Tales fueron algunos de los frecuentes conflictos entre las autoridades civiles y las eclesiásticas.

El doctor Zapata Gollán refiriéndose a “Los mancebos de la tierra” comenta las características de los “criollos y mestizos… Los mancebos de garrote. El espíritu de rebeldía.  Los criollos en la expedición de Garay.”

Destacó que “en la segunda mitad del siglo XVI, la población de Asunción había crecido en forma tal a expensas de los nacidos en la tierra” y que “esta asombrosa proliferación de los hijos de la tierra inquietaba a los conquistadores.  El mismo tesorero Montalvo” –Hernando de Montalvo-, “escribe a la Corte pidiendo que se mande ‘gente española sobre todo porque ay muy poca y van cada día en mas crecimiento los hijos de la tierra así criollos como mestizos, que de cinco partes de la gente Las cuatro son dellos, vanse cada día mas desvergonzando y sin ningún respeto a la justicia hacen muchos delictos y no ai castigo ninguno, tienen poco respeto a sus padres y mayores, tienese muy poca confianza de ellos. Son muy amigos de cosas nuevas de cada día como los yndios’.

El tesorero Montalvo sintetiza así en pocas líneas, ese conflicto de las generaciones, que manifestado en todas las épocas, se acentuaba más violentamente en un medio social en el que se iba elaborando un nuevo tipo humano producto de la fusión de dos grupos étnicos distintos y antagónicos.

El español era hombre dominador, inteligente, de espíritu agresivo y enérgico que se sentía superior al indio y desde luego al negro que le vendiera el ‘asentista’, herrado como los caballos y las vacas con un hierro candente, aunque reconociera siempre en el esclavo y en el indio un alma inmortal igual a la suya.  [56]

Ese espíritu agresivo y enérgico que caracteriza al conquistador, le llevaba a resolver con las armas las cuestiones que se le presentaban en la vida civil.  Si había llegado a las Indias sin blasones, se los creaba de inmediato al ocupar un cargo en el gobierno de la ciudad. Muchos conflictos originados entre la autoridad civil y eclesiástica, tuvieron origen en un problema exclusivamente protocolar de vanas y formales preeminencias; y aun los enemistados que alteraban la vida vecinal y que a veces se heredaban a través de varias generaciones, tenían por lo común un origen semejante.

El mestizo, el hijo del español conquistador y de la india entregada y vencida, se sentía superior al padre por haber nacido en la tierra  y superior a la madre y a sus parientes indios porque había adquirido del padre, elementos como las armas, el caballo y aun el vestido, que le daban la sensación clara de superioridad sobre el indígena.  Era soberbio y altanero, por eso los españoles viejos de Asunción escribían a España escandalizados y temerosos a la vez, sobre estos mancebos, irrespetuosos con sus padres, que hacían usos nuevos, pidiendo que se enviaran más españoles como una barrera que detuviera lo que era para ello solo avilantez y desvergüenza.

Faltaba de ordinario una cohesión familiar.  Al padre, por lo común mezclado en los conflictos de la conquista y en las banderías locales, poco tiempo le quedaba para imponer a sus mestizos las normas de una vida ordenada y doméstica, de lo que él mismo no podía dar muchas veces el ejemplo.  Se criaban así los mestizos, libres casi del control y vigilancia paterna, haciendo alarde de su fuerza, de su reciedumbre y valentía, arriesgando su vida en cualquier momento, y a falta de otras armas, enarbolando el garrote, réplica de la terrible ‘macana’ indígena, que llegó a darles el mote, con que además del de ‘mancebos de la tierra’, se les solía llamar: ‘mancebos de garrote’.  /…/

Solo Juan de Garay confió en ellos, o quizás, más que en ellos, confió en su propio carácter enérgico y tenaz.  /…/

Era este espíritu de rebeldía del nacido en la tierra, lo que inspiraba temores por el buen éxito de la expedición que se había formado en su mayor parte, con los revoltosos mestizos de Asunción que marchaban junto a Garay ante la inquietud y el recelo no disimulado de los españoles viejos”…

Luego, Zapata Gollán con el título El alarde, explica que “el 23 de noviembre, un día domingo del año 1572, frente a la casa del Teniente de Gobernador Martín Suárez de Toledo, vecina a la Plaza de Armas de Asunción, se había levantado el estandarte con las armas del Rey en medio del gentío que había acudido al oír en los valles de la ciudad el redoble de tambores que precedió a la lectura del bando que en alta voz hacía el negro ladino Juan López.  Allí se encontraban Luis Márquez, el escribano, con la resma de su protocolo y los alcaldes ordinarios Juan Delgado y Melchor Núñez y el capitán Ruiz Díaz Melgarejo como testigos.

Anunciaba el pregón que aguas abajo del Paraná, se fundaría un pueblo de hasta ochenta capitanes con sus armas respectivas y los pertrechos necesarios para su subsistencia.  Marcharía con ellos como capitán Juan de Garay, por la confianza de su persona y la experiencia que tenía de las cosas de Indias; y se daba un término de cuarenta días para proveerse de lo necesario a los que se anotaran en la lista que confeccionaba el escribano Márquez.

El primer nombre que se inscribió fue, desde luego, el de Juan de Garay; y luego el de Francisco de Sierra, uno de los españoles viejos y de consejo que sería su segundo y Antonio Tomás, baqueano en la navegación del Paraná.  Pero junto al nombre de estos y de otros españoles, y en mucho mayor número, se inscribieron los inquietos mancebos de la tierra como Gonzalo de Alcaráz y Feliciano Rodríguez, que con el andar de los años dejarían sus nombres en dos arroyos de la hidrografía entrerriana; y de Arévalo y Lázaro de Venablo, que luego se enredarían en los acontecimientos que en la historia santafesina se conoce con el nombre de la Revolución de los Siete Jefes, la primera revolución del Río de la Plata”.[57]

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1972: “Día de la Yerra”

Por iniciativa del Dr. Zapata Gollán, director ad-honorem del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, mediante el Decreto Nº 1157 del 12 de octubre de 1972 se estableció que en Cayastá, a partir de ese año se celebraría el Día de la Yerra.

Tal decisión impulsó a un grupo de vecinos -periodistas, escritores…- a constituir una asociación de amigos que año tras año organiza diversas actividades tendientes a promover tales tradiciones.

1974: “Museo del Descubrimiento”…

Durante el segundo gobierno del Dr. Carlos Sylvestre Begnis, desempeñó las funciones de Ministro de Educación y Cultura el Escribano Juan Miguel Naput (desde mayo de 1973 a mayo de 1975), siendo primer Subsecretario de Cultura el Dr. Marcos Miguel Casco y desde el 25 de septiembre de 1974, Director General de Cultura el Dr. Severo Osvaldo Salva.

 Sabido es que desde mediados de la década anterior se había demolido el amplio edificio de dos plantas donde funcionó el Consejo General de Educación, también sede de la Escuela Primaria Nº 1 “Domingo Faustino Sarmiento”.  Mediante la Ley Nº 7042 se autorizó la inversión necesaria para la nueva construcción en esa esquina de 1º de Mayo y Primera Junta, donde funcionarían diversos organismos, entre ellos el Museo de Ciencias Naturales “Florentino Ameghino” -hasta entonces en calle Moreno entre San Martín y 25 de Mayo-, la Escuela de Artes Visuales “Juan Mantovani”…

Es el actual Complejo Educativo “Domingo Faustino Sarmiento”.

 

Perduraban los ecos de la celebración del IV Centenario de la fundación de Santa Fe, con el primer espectáculo audiovisual realizado en el país -orquesta, coro, danzas, recitado del Romance de la ciudad enterrada, obra de la destacada docente y poeta María Dolores Morcillo de Menvielle-, representaciones en el espacio cercano al Museo Histórico Provincial, al sureste de la casa de gobierno.

En el Banco de Canadá en Buenos Aires, el Círculo de Residentes de la Provincia de Santa Fe organizó una muestra de diverso material arqueológico perteneciente a Santa Fe, la Vieja.

En ese tiempo, al Dr. Agustín Zapata Gollán en su carácter de Director ad-honorem del Departamento de Estudios Etnográficos, le encomendaron la definitiva organización del “Museo del Descubrimiento y Población del Río de la Plata”.

Mediante la ley Nº 7123 del 21 de agosto de 1974, se autorizó la construcción de una capilla en terrenos que pertenecieron a la primitiva ciudad de Santa Fe, con estilo semejante a las construcciones de fines del siglo XVI y abarcando aproximadamente veinte metros de largo. Terminada esa obra, debían colocar en su interior una reproducción de la imagen de la Virgen de los Milagros y fotocopia del acta del Cabildo referida a ese cuadro.

1977: 450º aniversario de la fundación de “Sancti Spiritus”

El doctor Agustín Zapata Gollán logró que el Dr. Enrique de Gandía, residente en Buenos Aires y miembro de número de la Academia Nacional de la Historia se trasladara a la capital santafesina para disertar acerca de La expedición de Gaboto, durante el acto realizado en la sala de conferencias del Museo Etnográfico de Santa Fe.

Octubre de 1977: pedido del gobierno…

El santafesino Jorge Campana, en su crónica sobre política cultural de los gobiernos santafesinos, refiriéndose al período del gobernador de factor Vicealmirante Jorge A. Desimoni (19-04-1976 al 30-03-1981), siendo ministro de Educación y Cultura el capitán de Navío Orlando R. Pérez Cobo, destacó que en octubre de 1977, “se encomendó al Dr. Agustín Zapata Gollán la realización de un proyecto en el que se planificara y propusiera al Poder Ejecutivo la implementación (sic) de un Centro, Instituto o Complejo de estudios americanistas, que debía tener en cuenta la mayor vinculación posible con las ruinas de Santa Fe la Vieja con personalidades científicas, instituciones y centros universitarios que investigaran los testimonios documentales de los primeros asentamientos europeos en América”.   Negritas aquí.

Dos años después, durante el  mes de julio de 1979 se rememoró con diversos actos el trigésimo aniversario del “descubrimiento” de Santa Fe, la Vieja… El 16 de julio de ese año aceptada la renuncia del ministro de Educación y Cultura Cap. de Navío Orlando Pérez Cobo, también aceptaron la del subsecretario de Cultura Dr. Héctor Ruiz de Galarreta presentada diez días antes. Asumió el subsecretario de Cultura Dr. Fernán Serralunga hasta el 15 de noviembre de 1982.

1980: Plan de investigación arqueológica.

El matrimonio Cristina Vulcano-Álvaro de Brito, arqueólogos contratados por la OEA (Organización de Estados Americanos) para avanzar en las investigaciones en Santa Fe, la Vieja de acuerdo al “plan global” proyectado.

En 1980 comenzaron por la elaboración del “Diseño de investigación arqueológica de las ruinas de Santa Fe la Vieja” con la finalidad de alcanzar tres objetivos fundamentales: “científicos, turísticos y didácticos”.

Lógicamente, del resultado del logro de los objetivos científicos dependerá la proyección de los turísticos y didácticos.  Desde ese punto de vista, está expresado este orden de propósitos:

  • Contribuir a aclarar la historia completa del sitio, verificando si existieron ocupaciones anteriores de carácter indígena o, posteriores al despoblamiento de la ciudad.
  • Rescatar los modos y calidad de vida, costumbres sociales, oficios, tecnologías, alimentación, etc., de los habitantes.
  • Analizar el grado de adaptación de los colonizadores al medio ambiente, contemplando la interacción entre cultura y medio natural.
  • Estudiar la zona aledaña al sitio con el fin de establecer una relación entre el ámbito urbano y rural, productor de alimentos.
  • Conocer en forma más completa el funcionamiento de la ciudad en su aspecto social. Aislar sectores de distinta jerarquía y evaluando los restos hallados en cada uno de ellos.
  • Determinar la participación del componente indígena en las actividades económicas, en la estructura social y en la tecnología, evaluando el grado de aculturación alcanzado por esos grupos y diacronizándolo de ser posible.
  • Determinar la dieta mantenida por los pobladores a través del examen de los restos de comida, vegetales y animales; estableciendo el grado de utilización de los recursos propios del área.
  • Efectuar análisis técnico-morfológicos y estilísticos de los restos cerámicos para ampliar el conocimiento de diversas cuestiones que a la fecha sólo se hallan planteadas.
  • A manera de síntesis, definir cabalmente la importancia de Santa Fe la Vieja como asiento hispano-indígena y como centro urbano colonial.”

En ese tiempo era tema de discusión el proyecto de “embalse del Paraná Medio” y ellos concretaron estudios tendientes a determinar los efectos que esa obra hidráulica generaría en la zona circundante a la provincia de Santa Fe, específicamente en la costa donde es imprescindible preservar el patrimonio arqueológico de la primitiva ciudad.  Consideraron que era prioridad recopilar y organizar un catálogo de “Bibliografía antropológico del Litoral Argentino”.

1981: Prospección y excavación…

Concluida la primera fase prevista en el plan global de investigaciones arqueológicas, en 1981 el matrimonio Vulcano-de Brito se dedicó a “la excavación de numerosos sitios de carácter indígena en las cercanías de nuestro asentamiento primigenio. Y este año se procedió a la recuperación de material arqueológico de superficie que se encuentra aún en las ruinas”… Coincidieron acerca de que “todavía falta exhumarse más de la mitad de la ciudad primitiva” y plantearon “la importancia de los datos que se pueden obtener del área faltante.”

Definida “una tipología adecuada para la clasificación de los materiales cerámicos depositados en el Museo Etnográfico” decidieron esbozar el “proyecto a desarrollar durante el bienio 1984-1985”.

Designaciones ad-honorem…

Mediante la Resolución Nº 600/81 MEC designaron a quienes co-operarían en el proyecto de Asistencia Técnica de la OEA -Organización de Estados Americanos- tendiente a concretar diversos estudios en Santa Fe, la Vieja conforme lo acordado con la Dirección del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales dirigido por el doctor Zapata Gollán.  Una vez más, tras cuatro décadas de apoyo a esas investigaciones cuando aún discutían acerca del lugar de asentamiento, estuvo colaborando el Ingeniero Víctor E. Nícoli.

Sabido era que el trabajo y las conclusiones de los grupos pertenecientes a la OEA, en esas circunstancias tenían el propósito de evaluar las posibilidades turísticas de ese lugar. En consecuencia, nombraron también colaboradores expertos en diversas áreas: Dr. Jorge Taverna Irigoyen -crítico de arte, primer Director de Cultura durante el Proceso, desde mayo de 1976 hasta marzo del año siguiente-; doctor Ignacio Maciel -geólogo-, Arquitecto Efrén Lastra -historiador de la Arquitectura y paisajista- y Arquitecto Santiago Toretta como auxiliar; Ángel Werlen dibujante, Elena Grosso, fotógrafa y el artista plástico, escultor Ricardo Favaretto Forner como “técnico conservador”…

1982: Encomienda de la “Orden de Isabel la Católica”…

En agosto de 1982, organizado por la Embajada de España en Buenos Aires, en el Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral se realizó el acto de imposición de la Encomienda de la “Orden de Isabel la Católica”, reconocimiento del Rey Juan Carlos I de España al doctor Agustín Zapata Gollán, director del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales (desde 1940, ad-honorem desde 1955 por su iniciativa ya que a fines de ese año comenzó a percibir su jubilación).

Destacaron la trayectoria del doctor Zapata Gollán y el significado de esa distinción, el Consejero Cultural de esa embajada y Ministro Plenipotenciario Dr. Pablo Sánchez Terán.   

Más investigadores de la OEA en Cayastá…

Desde La comarca y el mundo, suplemento semanal del diario “El Litoral” dirigido por el doctor José Rafael López Rosas, el lunes 20 de septiembre de 1982 -tiempo de realización de Seminarios organizados por el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe-, difundieron “Reflexiones de una joven antropóloga”, Jane Ellen Bruikstra, nacida en Evansuille, Estado de Indiana. Bachiller y especialista en Antropología; docente en ejercicio en la cátedra de “Historia de la Antropología” en la Universidad de Northwestern -en Illinois-, donde ha ejercido “durante algunos años el cargo de descano asociado (Asóciate Dean)”. En la edición incluyeron una fotografía de la antropóloga y la nota que abarca media página, termina con las iniciales “J.R.L.R.”  Dos meses después, el 24 de noviembre de 1982, siendo ministro de Educación y Cultura el Dr. Eduardo Sutter Schneider, el doctor López Rosas asumió las funciones de Subsecretario de Cultura de la provincia, cargo que desempeñó hasta el 10 de diciembre de 1983, cuando asumieron las autoridades electas.

 

Aquí, la reiteración de algunos párrafos empezando por lo escrito acerca del espacio donde estaban dialogando, “detenidos al borde de unos restos humanos, en la Iglesia de San Francisco”… El destacado periodista relató que “con la antropología en la mente y en los labios, comenzamos a indagar algunos aspectos de esta importante ciencia”.

La Antropología y el valor de Santa Fe, la Vieja

“La antropología es la ciencia general del hombre, desde su aparición sobre la Tierra hasta nuestros días, y también la de su cultura; estudia, por lo tanto, el desarrollo del ser humano como especie y formas de vida y de cultura en el tiempo y en el espacio, procurando por medio del método comparado determinar las relaciones históricas creadas entre los diversos grupos humanos desde el pasado más remoto hasta el presente”.

Al referirse “directamente al tema antropológico vinculado con los restos humanos existentes en las ruinas de Cayastá”, la antropóloga Jane Ellen Buikstra expresó:

“Nuestra preocupación principal es procurar la mejor conservación de los cadáveres y huesos humanos en general existentes en las referidas ruinas.  El sistema de goma laca -que prestó sus servicios por años- debe ser dejado de lado pues obstaculiza nuestra labor en vez de facilitarla. En este aspecto hemos aconsejado el tratamiento de estos restos por el procedimiento o aplicación del acetato de polivinilo (poly-vinyl acetato), que además de conservar mejor los huesos, posibilita el mejor conocimiento de los mismos, pudiéndose determinar con precisión el sexo, edad y demás características hereditarias de los seres humanos que existen en las iglesias y casas particulares del Santa Fe antiguo.” /…/

“Desgraciadamente el grave problema es su conservación, porque nuestro procedimiento, a pesar de sus bondades, no protege del todo los restos, es decir, en forma integral.  La acción de la intemperie y de los insectos es posible de detener, de tal manera que hay que proceder de inmediato en procurar su mejor preservación.”

Traslado de los restos a “un museo de sitio”

La antropóloga Buikstra con sus conocimientos y tras sucesivas investigaciones, se animó a decir: “Personalmente entiendo que todos estos restos, deberían ser trasladados a un museo de sitio, o a algún local apropiado -climatizado-, donde su protección fuera más positiva, dejando calcos en su reemplazo, con el fin de no perder su interés turístico. Esto es lo que comúnmente se hace en casi todo el mundo.  Las estatuas de la Acrópolis y de otros lugares de Grecia -por ejemplo- son reemplazadas actualmente por calcos, siendo llevados a museos sus originales.  Y en cuanto a las ruinas en sí, si bien éste no es mi tema específico, es lamentable también que no se las proteja debidamente de la intemperie, la erosión, los roedores y las continuas crecientes del río Paraná.  Por eso es muy importante la misión que le cabe al gobierno de resguardar estas ruinas que son un verdadero tesoro nacional.  La OEA, a través de sus expertos, ha dado o proyectado las soluciones posibles, desde un punto de vista teórico, la infraestructura debe estar a cargo de las autoridades provinciales y nacionales.  Si esto no ocurre así, creo, con toda certeza, que estas ruinas tienen una precaria vida.Subrayado aquí.

En otro párrafo, José Rafael López Rosas -poeta-, comentó que “luego de hablar sobre los estudios contemporáneos, de Darwin, el evolucionismo, de nuestras universidades y de nuestro tiempo, la mirada de Jane se detiene un tanto pensativa y melancólicamente sobre un cadáver semihundido en la tierra, que desde su soledad parece contemplarnos.  A su lado, las cuentas de un rosario y una pequeña cruz nos trasmiten su desvanecido hálito de eternidad. Un pequeño rayo de sol que se cuela por una ventana nos acerca de repente a la vida”…

Indagación acerca del traslado de la ciudad

La reiteración de parte de un diálogo entre Jane Bruikstra -que no habla en castellano- y quien firma la nota acerca de “Su visión de la ciudad ancestral” -M.C.C. ¿María del Carmen Caputto?-, aporta más datos y entre ellos, la necesidad de establecer la antigüedad de los restos: “…Si faltan estas referencias utilizamos métodos químicos: el carbono 14, pero, lamentablemente, es una técnica destructiva.  Algunos de los restos encontrados en Cayastá aún no han sido fechados y, por lo tanto, no se tiene la certeza si los esqueletos pertenecen a moradores del asentamiento colonial o previamente a él.”

“Nos habla de la hipótesis de las tres posibilidades que fueron motivo del traslado del primitivo sitio que llegó a tener posiblemente 2.000 habitantes: la erosión del terreno por el río; el enfrentamiento de tribus antagónicas o, tal vez, entre los hombres de la conquista, y una tercera, que es motivo de su indagación, que una epidemia diezmara a su población”.  /…/  “Sorprende el bajo porcentaje de niños enterrados”. / “Los dientes son imprescindibles para determinar la existencia de ciertas enfermedades.  Sabemos que los pobladores padecían de tuberculosis y anemia como también que eran pocos los casos de muerte violenta. / También sería interesante establecer las características que distinguen la conformación del hombre europeo de los aborígenes del lugar; la fisiología dentaria, por ejemplo, es distinta.  A través de procedimientos químicos podríamos saber cuál era la dieta que consumían y si padecían ciertas enfermedades nutricionales.”

Acerca de “la sífilis”

Tras la pregunta “-La sífilis, ¿sería una enfermedad americana?”, la antropóloga respondió:  “Existe una controversia.  No hay estudios serios que nos permitan contar con ese dato.  En documentos colombinos se menciona cierto mal que los españoles llamaban ‘lepra-sífilis’, confundían ambas enfermedades.  La sífilis se transmite al feto; de haberse encontrado huesos infantiles con ciertas características, ésta hubiera sido una evidencia significativa de que la enfermedad existía en América, lo que hasta ahora no se ha comprobado. Subrayado aquí

Proyecto de la OEA de interés turístico

En los párrafos finales de esa crónica, más comentarios de la antropóloga Jane Ellen Bruikstra: “…Hallar una ciudad sepultada es un caso raro porque sobre ciudades antiguas se construyeron las nuevas, es como una sucesión infinita.” /…/ “Su singularidad reside en que fue abandonada y el tiempo la dejó subyacente”.

Insoslayable, lo escrito por “M.C.C.”:  Jane Buikstra regresó a su cátedra…  Junto a su partida culmina una etapa del proyecto de la OEA que hoy estudia otro aspecto del mismo tema: el interés turístico del antiguo sitio. Por el momento la antropóloga física, muy interesada en su objeto de estudio, no proseguirá con su trabajo porque no existe un presupuesto determinado para ello.”    Cursiva y subrayado aquí.

“Antes de despedirla me habla de la meritoria labor de dos técnicos que compartieron con ella la tarea de rescatar los testimonios que hallaron sepultados: Jorge Paneva y René Villagra.  También me expresa su íntimo deseo de volver al viejo sitio para continuar con lo suyo.”

Prioridad: evitar la erosión del suelo

Una vez más, durante los estudios acerca de lo imprescindible para preservar Santa Fe, la Vieja determinaron la necesidad de solucionar los efectos de las crecientes del río Paraná.  Desde el diario “El Litoral” de Santa Fe, en sucesivas ediciones han destacado los riesgos existentes y la lentitud en la puesta en marcha de los proyectos pertinentes.

Junto a los expertos de la OEA y los que designó el gobierno provincial ad-honorem, estuvo el presidente de la Comisión Nacional de Museos y Sitios Históricos Dr. Carlos María Gelly y Obes, quien evaluó el proyecto realizado por el Ing. Manuel Ullán de la Dirección de Agrohidrología e Hidráulica Aplicada de la provincia.

Aquí, lo expresado por el Ingeniero Ullán durante el invierno de 1982:

“El río Paraná así como sus afluentes, por tratarse de un río de llanura aún en transformación, se encuentra propenso a continuos cambios en su composición, conmutaciones periódicas de sus bancos, originando erosión y embancamiento en forma alternativa. / Esta situación se ha dado también en la zona de Cayastá donde a través de los últimos siglos se ha ido desplazando el cauce del río San Javier, provocando una alteración de la topografía de la zona originando en Santa Fe la Vieja una pérdida de casi 400 m. de tierra en la dirección este-oeste.

Actualmente el cauce parecería que se ha estabilizado en su desplazamiento, no obstante continúa produciéndose erosión en su margen derecha.  Ello se debe a que el suelo constitutivo de la barranca es muy disgregable y el oleaje producido por factores eólicos o por la navegación de las lanchas rápidas, más las precipitaciones pluviales provocan un deterioro constante.  También coadyuvan con esta destrucción la presencia del ‘anguyá’ un animalito típico de la zona que construye sus cuevas en los taludes de la barranca, disminuyendo la resistencia de los mismos. / Cuando se presentan problemas de este tipo, en ríos navegables, surge de inmediato la solución más segura que sería la construcción de una pantalla de tablestacas a todo lo largo de lo que fue la antigua ciudad. / En nuestro caso, debemos tener en cuenta que las obras del Paraná Medio posibilitarán una solución integral al problema, por ello no es conveniente la realización de obras de costo elevado como son las de tablestacado.

Por ello se ha pensado en cubrir el talud de la barranca, por medio de un manto de hormigón que continúe su desarrollo al pie del talud, ya en el cauce del río San Javier para evitar la erosión del lecho.  Concretamente se trata de rollos de hormigón o sea un tipo de bolsas de polipropileno rellenas con una mezcla de arena-cemento y cuyo diámetro llega aproximadamente a 0.30 m.  Por medio de un sistema de guías se llevan desde la cresta de la barranca hasta el lecho del río, dejándola ancladas en su lugar, por medio de muertos de anclaje en el río y vigas de coronamiento de Hº Aº en la barranca.

Asimismo se ha previsto la construcción de un canalón de desagüe a todo lo largo de la viga de coronamiento para evitar que el derrame pluvial superficial influya negativamente sobre la defensa a construir.”[58]

Señales de los poetas

No habrá sido por casualidad que en el copete de esa nota, esté impreso un poema del estadounidense Thomas Stern Elliot, nacido en Missouri (Saint Louis) en 1888 y fallecido en Londres el 14 de enero de1965.

Es oportuno reiterarlo en esa traducción al castellano:

 

No sé mucho de dioses; pero creo que el río

Es un fuerte dios pardo-adusto, indómito, intratable.

Paciente hasta cierto punto, reconocido al principio como frontera.

Útil, indigno de confianza, como un viajante de comercio.

Sólo, pues, un problema que se opone al constructor de puentes.

Una vez resuelto el problema, el pardo dios es casi olvidado

Por los moradores de las ciudades siempre, sin embargo implacable,

Conservando sus épocas y sus iras, destructor, recordando

Lo que los hombres prefieren olvidar.  Despreciado, desfavorecido

Por los adoradores de la máquina, pero esperando, vigilando y esperando…

 

Una década después de esas publicaciones en el diario “El Litoral”, sabido es que el poeta Julio Migno Parera –Julio Miño para algunos…-, “sanjavierino”, se había conmovido cuando observó que la creciente erosionaba la barranca de tres metros cerca de su refugio, el hogar donde lo acompañaba su esposa Olga Ramírez, “su novia desde la adolescencia”, madre de sus tres hijos, el varón fallecido siendo casi adolescente…

Don Julio falleció el 5 de diciembre de 1993, a los 78 años.

 

El río sigue su curso con variable potencia y  va a dar a “la mar”

 

Ocho años después, a comienzos del siglo veintiuno, entrevistaron a Olga Ramírez y a sus dos hijas porque necesitaban ayuda para “apuntalar la vivienda”.  [59]

En mayo de 2001, tras esas manifestaciones, difundieron lo expresado por la subsecretaria de Cultura de la Municipalidad de Santa Fe municipal, María Celia Costa, luego diputada provincial:

“Si yo consiguiera un crédito por el dinero que se dice sale la obra, en vez de apuntalar una casa publicaría los textos de Migno para repartirlos en las escuelas de la provincia.  Vamos a suponer que el agua se lleva la casa, ¿por qué en el lugar no instalamos un monolito, una linda placa recordatoria que diga: ‘en este lugar y con este paisaje se inspiró la obra de Julio Migno?’, propuso la funcionaria.”

 

(Cosas veredes Sancho que no crederes…)

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“Un legado que nos obliga”

Debajo de varias fotografías, con recuadro, en la edición del lunes 20 de septiembre de 1982 del suplemento del diario “El Litoral”, está advertencia:  

 

Un legado que

nos obliga

 

Llegamos al término de este pequeño aporte de conocimiento para los santafesinos sobre la situación de las ruinas de Cayastá

Importa ahora buscar las formas de alcanzar la realización de los proyectos preparados por la Organización de los Estados Americanos y el mantenimiento permanente de la zona.

Existe un Centro de Estudios Etnográficos ya creado, una Asociación de Amigos de Santa Fe La Vieja, que vienen trabajando activamente para lograr despertar la conciencia de la población frente a este valiosísimo testimonio de vida humana.

La ciudadanía toda a través de sus instituciones deberá tratar de integrar tal vez una fundación, simplemente dicho a manera de sugerencia, para acompañar a quienes están brindando su esfuerzo y poder así ofrecer nuestra historia al mundo.  Es un legado que nos obliga a todos.

 

“Vivir la historia a través de un testigo”

Desde el diario “El Litoral”, el 20 de septiembre de 1982 difundieron significativa información tras un diálogo con el Ingeniero Víctor Nícoli y rememoran que en 1940 es creado el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales “encomendándose su dirección al Dr. Agustín Zapata Gollán, quien por inquietudes de larga data, ansiaba practicar excavaciones arqueológicas en el sitio en que por tradición se ubicaba el asiento de la primitiva capital de la provincia, fundada por don Juan de Garay.

Aquí, la reiteración de lo expresado por el Ingeniero Nícoli:

“Esa tradición centenaria transmitida de padres e hijos y nietos, fue ampliada y confirmada con antecedentes documentales recogidos por historiadores, entre ellos el Dr. Manuel Cervera en su monumental obra titulada ‘Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe 1573-1653’, que terminó en 1903 pero que recién pudo publicar en dos gruesos tomos en 1907.

Tradición que rememoraban periódicamente diarios de esta capital, actos del gobierno de la provincia y también instituciones históricas mediante la colocación de monolitos y visitas al lugar”. [60]

 

(Es oportuno destacar que el historiador Amílcar Razori en sus estudios acerca de “Santa Fe, reitera textos del mencionado libro del doctor Manuel M. Cervera, referidos a la situación y límites de la primitiva ciudad y las causas que determinaron el traslado.  [61]

Al referirse al “traslado de la ciudad”, incluyó esta nota al pie de página: “El historiador Manuel M. Cervera ha agotado, en las 126 páginas de su monografía Ubicación de la ciudad de Santa Fe fundada por Garay, cuántos antecedentes puedan reunirse y cuántos argumentos sea dado exponer, respecto de la ubicación inicial.  Sostiene, en su refutación a Levillier, que la primera Santa Fe se colocó en la proximidad de la actual Cayastá.”  [62]

Amílcar Razori al referirse a “los sucesos que dan origen a la Ciudad de Santa Fe, cita entre los libros que había leído: Apuntes históricos para la historia de la provincia  de Santa Fe, por Urbano de Iriondo, 2ª edición, Santa Fe, 1876; La ciudad de Santa Fe, por F. Zapata, Santa Fe, 1899”, estudio de Floriano Zapata, tío de Agustín Zapata Gollán.) [63]

 

Explicaba el ingeniero Nícoli durante aquel invierno de 1982, memorable año de la Gesta de las Islas Malvinas entre el 2 de abril y el 14 de junio:

 

“Pero esa coincidencia de antecedentes fue turbada imprevistamente con la publicación efectuada por uno de los más eminentes investigadores argentinos, el Dr. Roberto Levillier, que en el 2do. Tomo de su obra ‘Nueva crónica de la conquista del Tucumán’, editado en 1930, ubicó el asiento de Santa Fe la Vieja en la latitud sur 30º 10’, o sea más de un grado al norte del tradicional asiento, ubicado en 31º 2’, lo que equivale a 114 kilómetros.

“Quién con más autoridad podía salir a la palestra que el Dr. Manuel Cervera el que en minucioso estudio de antecedentes publicó en 1932 su ‘Ubicación de la ciudad de Santa Fe fundada por Garay’, demostrando el error en que había incurrido el Dr. Levillier”.

El Dr. Armando Antille, siendo senador nacional por la provincia en 1947, presentó un proyecto de ley destinando la suma de 300.000 pesos para la construcción de un parque nacional que comprendiera el asiento de la primitiva ciudad, y para que se realizaran excavaciones arqueológicas, lo que fue aprobado por dicho cuerpo.  Las excavaciones estarían a cargo del Departamento de Estudios Etnográficos, declarándose de utilidad pública el terreno.  En 1948 se sanciona la ley 3361 autorizando la suma de 10.000 pesos para que el Departamento realizara las excavaciones en Cayastá.

“Pero en ese mismo año, la revista ‘La Ingeniería’ en su Nº 887, publica un artículo del Ing. Nicanor Alurralde, ‘Ubicación geográfica de la primitiva ciudad de Santa Fe’ determinándola en el puerto o paraje Algarrobos y advirtiendo con jactancia: ‘En esta clase de investigaciones históricas, la ingeniería penetra en un dominio que les está vedado a los historiadores’.

“Alarmado por tan temerarias afirmaciones… que ponían en duda el informe elevado al Instituto Geográfico Militar en junio de 1944 en nuestro carácter de asesor técnico del representante de la provincia de Santa Fe ante dicho instituto, nos pusimos por primera vez en contacto con el Dr. Zapata Gollán a efecto de interesarlo para que en cumplimiento de la ley 3361 iniciara las exploraciones arqueológicas para dilucidar de una vez por todas esa controvertida ubicación.

“Lamentablemente sus gestiones para obtener los recursos necesarios no tuvieron éxito, por carecer el presupuesto de la partida”.

Se inician las

gestiones

“Ante tal situación, por unirme antigua amistad con el entonces ministro de Obras Públicas, Ing. Luis Sobrino Aranda, tuve el honor de presentarle al Dr. Zapata Gollán, quien explicó el motivo de la entrevistas.  El ministro preguntó cuánto se necesitaba y modestamente el Dr. Zapata le dijo que con $ 2.000 se podían iniciar los trabajos.  De inmediato, el Ing. Sobrino Aranda tomó el teléfono, se comunicó con el ministro de Hacienda, Sr. Villamajó y el 19 de agosto de 1949 el Dr. Zapata recibió los fondos solicitados.

“Ese mismo día concurrimos al pueblo de Cayastá, teniendo a la vista el plano de subdivisión de la colonia y del trazado de esa  población urbana, proyectado por el agrimensor Arturo Steelstrang, quien había recibido las pertinentes instrucciones del Departamento Topográfico para iniciar sus operaciones desde las ruinas de la iglesia (que evidentemente se refirieron a la de San Francisco).

“Pero ese agrimensor, extraño a nuestro medio, obtuvo de algún paisano o indio del lugar informes que le señalaron las huellas de una modesta capilla que pocos años antes habían levantado padres franciscanos.  En el centro de ese recinto se colocó un grueso tronco de quebracho en cuya cabeza se hizo labrar la letra C y una cruz. Aunque las excavaciones pusieron en descubierto ese mojón no se hallaron en sus inmediaciones ningún muro de tapia ni restos que demostraran la preexistencia de una población.

“Ese error de Steelstrang fue providencial, pues iniciadas las exploraciones por el Dr. Zapata Gollán en un montículo que por su altura y vecindad a la costa del río no había sido nivelado por la roturación de las tierras, aparecieron prontamente los cimientos de muros de tapia de 1.30 m. de espesor, de forma rectangular con diez varas de ancho y 45 de largo, que revelaron la existencia de un templo. Proseguidas las excavaciones dentro del recinto se observaron los restos de una viga de madera (que al contacto con el aire se pulverizó) que se conjuró demarcaba el altar”.

La hija de Garay

“Como el Dr. Zapata recordaba que en su testamento la hija de Garay y esposa supérstite de Hernandarias disponía ser sepultada junto a su marido en la iglesia de San Francisco, en la capilla mayor del lado del Evangelio, hizo profundizar la excavación en ese lugar, apareciendo dos esqueletos, el femenino apoyándose en parte sobre el otro.  Detalle que fue prueba incontrastable de que se estaba en presencia de las ruinas de la primitiva capital de nuestra provincia”.

Conmoción por la noticia

“Es dable imaginar la conmoción ocasionada al trascender la noticia de aquel descubrimiento ocurrido a la semana de la iniciación de los trabajos.  Tan es así que el historiador Dr. Raúl Molina, autor de una extensa nota sobre Hernandarias se hizo presente el 28 de agosto en las ruinas.  A partir del descubrimiento el Dr. Zapata encontró amplio apoyo en el gobierno de la provincia.  Tan es así que después de practicarse verificaciones sobre el área fue elevado a la Legislatura de la provincia el proyecto de ley autorizando la expropiación de las tierras necesarias y acordando la suma de $ 200.000 para la prosecución de los trabajos de exploración y de conservación de las ruinas y restos humanos.  El proyecto se aprobó el 15 de diciembre de 1950 y el 29 se promulgó la ley con el Nº 3967.  La posesión judicial de la tierra se obtuvo el 16 de octubre de 1951, lo que permitió sobre la base de la ubicación de diversos cimientos, el trazado completo de la antigua ciudad, abovedándose de inmediato las calles comprobándose que su planta se componía de 11 manzanas con frente al río por 6 de ancho, las cuales hasta esa fecha habían sido arrasadas total o parcialmente por erosión de la barranca.”

“Por otra parte el Ing. Sobrino Aranda dispuso se proyectara un edificio para sede del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, obra con la que hoy contamos”.

Vuelve la polémica

Al proseguirse las excavaciones permitieron descubrir numerosos restos humanos en los recintos de las iglesias y de San Francisco, Santo Domingo y la Merced.

Se interesaron diversas entidades y en 1951 la Sociedad Argentina de Antropología resolvió realizar su semana anual en esta ciudad, que con la asistencia de sus miembros a las ruinas, les permitió emitir un dictamen confirmatorio de que las mismas pertenecían a la ciudad fundada por Garay, llegando a la misma conclusión la Academia Nacional de la Historia y la Comisión Nacional de Lugares y Monumentos Históricos.

Infortunada y sorpresivamente, el Ing. Alurralde, inició en marzo de 1951 una agria polémica mediante un nuevo artículo publicado en el Nº 909 de la revistas ‘La Ingeniería’, negando la legitimidad de las ruinas, pretendiendo demostrar que pertenecían a la reducción de Cayastá, la que prosiguió durante tres largos años en copiosas ediciones de un diario local.

Todas esas tesis fueron ampliamente refutadas en cada oportunidad por historiadores locales, de la capital federal y de Rosario, a través de las páginas del diario “El Litoral”.

Por aquello de que “no hay mal que por bien no venga”, hicimos notar en uno de nuestros artículos que la tozudez del mencionado profesional había resultado beneficiosa a la postre, pues obligó a estudiar en profundidad los antecedentes, por lo que venía al caso recordar lo expresado por el matemático francés Henri Poincare: “Las rivalidades científicas son por lo general corteses pero siempre necesarias, porque son fecundas en sus resultados”.

Así lo entendió el Dr. Roberto Levillier, que habiendo sido el primer contradictor respecto del tema, concurrió a nuestra ciudad en 1953 y en acto público realizado en la antigua sede del Club del Orden expresó, reconociendo su error: “Viendo, únicamente viendo, es como puede hacerse justicia a la labor de inteligencia y tesón de quienes han arrancado a la tierra un secreto de casi cuatro siglos”.

  1982: “Historia social de la ciudad – El indio y el español”…

Es oportuno reiterar lo expresado por el arqueólogo Álvaro de Brito dos años después de iniciadas sus investigaciones en Santa Fe, la Vieja mediante contrato de la Organización de Estados Americanos:

“Si bien el Dr. Zapata Gollán excavó la parte céntrica, obviamente la más importante desde el momento que abarca las iglesias y las casas principales, el resto del asentamiento es también sumamente valioso porque nos va a dar información de cómo vivía la parte socialmente menos importante de la población y entre ellos los indígenas que servían en la ciudad”.

Su esposa Cristina Vulcano dijo:

“Es como si todavía faltara capturar la historia social de la ciudad.  Por los documentos se conocen muchas cosas.  Hay numeroso material referente a cesiones de tierra, herencias, litigios, etc., que permiten extraer datos para la historia política, económica…, pero falta saber más del funcionamiento ‘interno’ de la ciudad, de la manera en que se articularon el indio y el español.  Falta asimismo la captura de un sentido americanista puesto que lo que uno conoce es la historia española de la conquista. Es indudable que así como hubo indígenas que obligaron a ejercitar una serie de formas defensivas, también los hubo, cercanos a Santa Fe, que establecieron una relación solidaria con el conquistador. La historia tiene su razón de ser en función del medio en el cual se imprime.  Y respecto de ese medio y a la relación de los hombre con él y entre sí, faltan muchas cosas por desentrañar”.  

 

Tres años después de iniciado ese plan global de investigación arqueológicas apoyado por la OEA, en 1985  el matrimonio Vulcano-de Brito presentó en el Museo Etnográfico de Santa Fe parte del resultado de sus trabajos en Santa Fe, la Vieja: disertación y reproducción de imágenes y gráficos.

Cumplí la misión de participar en ese encuentro, en representación de la Subsecretaría de Cultura de la provincia y aún media hora después de la hora prevista para el comienzo de la disertación de esos destacados arqueólogos, estaban en ese lugar algunos empleados y en la sala con reminiscencias coloniales sólo seis personas: don Agustín Zapata Gollán, el señor Jorge Reynoso Aldao, delegado del Fondo Nacional de las Artes y co-fundador de la Asociación de Amigos del Museo Etnográfico, periodista del diario “El Litoral” en ese momento junto al fotógrafo- y el matrimonio.  Mientras hablaba la investigadora Vulcano, llegaron dos personas.  Una vez más, tras tantos evidentes esfuerzos, en ese momento fuimos pocos quienes pudimos valorar la trascendencia de ese trabajo tesonero que como han reiterado, “sólo podrá llevarse adelante -necesario es remarcarlo- a instancias e impulsos propios, esto es: nacionales y provinciales.  Sin una definida acción en ese sentido, todo volverá a naufragar.  La OEA ha provisto apoyo y asesoramiento, se ha llevado a cabo la ‘puesta en valor’ de las ruinas, se han realizado sondeos exploratorios para determinar las técnicas arqueológicas a aplicar, se ha elaborado, en fin, un programa completo. Ahora, sólo falta nuestra decisión. Así, luego de asegurarse la parte ya exhumada por la ímproba labor del Dr. Zapata Gollán, podrá sacarse a la luz el 65 por ciento restante de ruinas ya localizadas, y, a la par, iluminar zonas oscuras de nuestra historia.”

“Fundaciones de Santa Fe y Buenos Aires”

Agustín Zapata Gollán inició ese breve ensayo refiriéndose a La Capitulación y la fundación de nuevas ciudades: “La ‘Capitulación’, el instrumento legal por medio del cual se celebra una suerte de contrato entre quien sale a descubrir o poblar una región, y quien se considera soberano o dueño natural de ella, otorga -y es una de las cláusulas esenciales- la facultad de repartir tierras para hacer efectiva la ocupación, sujeta siempre a la confirmación real, de acuerdo con el principio del derecho romano sobre los bienes ‘bona vacantia’ los bienes sin dueño, según el cual pertenecen al fisco.”

Explicó luego que “en la Edad Media, las islas o ínsulas aparecen en los libros de caballería como reinos legendarios, señoreados por reyes poderosos, dueños de fabulosas riquezas.

A esta suerte de islas o ínsulas parece referirse la Capitulación por la cual don Pedro de Mendoza vendría, en cambio, a la conquista de una tierra y sus islas de la que sólo se tenían en España vagas noticias, señoreadas por caciques desnudos, horriblemente tatuados y adornada su desnudez con plumas como los pájaros.

La última Capitulación del Río de la Plata es la de Juan Ortiz de Zárate, firmada el 10 de julio de 1569.  En ella no se habla de los príncipes que señoreaban las islas, dueños de riquezas de oro y plata, y perlas y piedras preciosas, y aunque se obliga a Ortiz de Zárate, como a don Pedro de Mendoza, a levantar tres castillos, éstos son para seguridad de la tierra. Se le manda, especialmente, a fundar ciudades y a llevar no sólo soldados sino también hombres de oficios y labradores que cultiven la tierra.  De acuerdo con la capitulación se obliga a Ortiz de Zárate a llevar 500 ‘hombres de guerra’.  Y además llevó mujeres, casadas, viudas y solteras, para formar hogares como los de España.”  [64]

“Santa Fe, la primera ciudad urbanizada en el Río de la Plata”

“El 15 de noviembre de 1573, Juan de Garay, fundaba Santa Fe en tierras de Calchines y Mocoretá, ya que su encuentro con Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de Córdoba, le impidió fundarla en el Carcarañá, o en sus inmediaciones, que desde los tiempos de Caboto era el lugar indicado por todos los que conocían la tierra para fundar una ciudad”. [65]

“Y cuando Garay funda Santa Fe lo hace ‘en nombre de la Real Majestad del Rey Don Felipe nuestro Señor y del mui ilustre Señor Juan Ortiz de Zárate Gobernador y capitán general y alguacil mayor de todas las provincias del dicho río de la Plata’, y este acto lo realiza, dice la misma acta de fundación, ‘por virtud de los poderes que para ello tengo de Martín Suárez de Toledo, teniente de Gobernador que al presente recide en la ciudad de la Asunción.”

Luego, Martín Suárez de Toledo fue consuegro de Juan de Garay…

 

Señaló Zapata Gollán que “la primera ciudad urbanizada con su trazado en cuadrícula, fue Santo Domingo, fundada el 5 de agosto de 1502 por Bartolomé Colón… destruida por un huracán que echó por tierra las casas y bohíos, en su mayor parte.  Ovando la trasladó y edificó… El plano de cuadrícula, de Santo Domingo pasó a Tierra firme, con excepción de México” y sabido es que “fue la urbanización aplicada por Ovando en Santo Domingo la que pasó a otras ciudades iberoamericanas, como Lima, fundada en 1535, y Santiago de Chile, en 1541”.

Juan de Garay, “luego de plantar el rollo señala la jurisdicción de la ciudad y manda que los vecinos levanten sus viviendas, conforme, dice, a las trazas que tengo señaladas en un pergamino que es fecho en este asiento y ciudad de Santa fe y señala los solares destinados a la Iglesia Mayor’… plano que “se perdió y no sólo el original que trazó Garay, sino el que se levantó para la trasmuta de la ciudad”.  [66]

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1982 – “Descifrar el tiempo”…

A fines del invierno de 1982, estuvo en la capital santafesina el paleólogo Dr. Aurelio Tanodi -nacido en Croacia, Yugoeslavia; Director del Centro Interamericano de Desarrollo de Archivos de la Universidad de Córdoba-, quien destacó que “los protocolos notariales resguardados en el Museo Etnográfico es el material documental que complementa esencialmente todo el conocimiento de Santa Fe la vieja, que ofrece por su parte los restos arqueológicos y antropológicos.  El material documental significa un apoyo netamente histórico para el mejor conocimiento y comprensión de la vida, organización, instituciones, edificios y todo aquello relacionado con la historia económica, cultural y social de la antigua ciudad.”  [67]

Expresó luego que “especial dificultad presenta la lectura de nombres propios y por sobre todo los nombres indígenas de los cuales se carece de ayuda lingüística-filológica. /…/ Los más antiguos documentos que se conservan son las Actas Capitulares que datan de 1575, ya que de los dos primeros años se han perdido.  Por otra parte existen expedientes civiles desde 1610 y protocolos desde 1636”.   Señaló la importancia de su conservación por ser “documentos únicos en el mundo”  y el empeño necesario a los fines de “la microfilmación” porque son las principales fuentes para el conocimiento de la vida del hombre en aquella época. Advirtió que en algunos países intentan asegurar ese resguardo “aun a prueba de bombas nucleares” depositándolos en construcciones subterráneas.

“Lo interesante es crear conciencia en la gente de la importancia de su conservación, pero siempre y cuando se realice de una manera metódica y científica”.

“…este tiempo de prontos y aceleramientos nos ha ido haciendo perder el amor a la conservación de aquellas cosas que no brindan utilidad inmediata, entendiendo como utilidad todo aquello que nos sirve en el instante fugaz que transcurrimos.  Pero si el hombre ha perdido por ello la capacidad de sentir la posibilidad de trascendencia de nada servirán los avances logrados en otros niveles científicos para lo que puede llamarse el progreso o desarrollo del ser humano.

Y la trascendencia empieza desde el momento en que se toma conciencia del hombre que hemos sido.  Nada más triste que un hombre sin historia.”

1984: Zapata Gollán, crítico…

Reitero lo escrito en “Juan Arancio: sus cuadros, sus testimonios”:

“Recuerdo que a fines de 1984, el pintor Juan Arancio insistía en la necesidad de situar a un cura, en el óleo que estaba preparando sobre la Fundación de Santa Fe.  Rememoro algunos diálogos entre profesionales del derecho y del deporte y la educación física, con este humilde y responsable artista.  También sé cómo se imponía la opinión de un perseverante abogado, grabador y casi arqueólogo: don Agustín Zapata Gollán, quien negaba la posibilidad de la presencia de un sacerdote en aquella circunstancia.

Fundación de Santa Fe y la presencia de un sacerdote…

Recuerdo las emociones que experimenté al año siguiente, avanzando en el rumbo del arte de vivir y convivir… Llegué una vez más hasta su hogar en otra mañana luminosa.  Durante un breve diálogo analizamos aquellas opiniones en el ámbito contiguo al lugar donde se impone la belleza la escultura de la Venus y enseguida sacó de una de sus bibliotecas un conjunto de carpetas con diversa documentación.  Después, corrió la cortina para que entrara más luz, retiró el paño que cubría el lienzo donde observé un esbozo en carbonilla y con alegría señaló:

“-Ve… acá está el lugar donde voy a pintar al cura, porque he investigado y estoy convencido de que así sucedió; aunque, claro, voy a seguir investigando…”

Acerca de imágenes religiosas

Gustavo Víttori en su libro Santa Fe en clave, reiteró lo expresado por el Doctor Agustín Zapata Gollán:

“…a fines del siglo pasado y comienzos de éste se acostumbraba enviar a Europa, y en especial a Barcelona, tallas antiguas para que se les hicieran trabajos de renovación.  Es muy posible que esto haya ocurrido con la famosa ‘Virgen de Garay’, imagen de la Limpia Concepción que tiene su capilla en el templo franciscano y cuya apariencia no se corresponde en absoluto con la antigüedad de la pieza, donada a la seráfica orden por Jerónima de Contreras, hija del fundador de Santa Fe y esposa de Hernandarias, a mediados del siglo XVII.”

Sabido es que a principios del siglo veinte, “la Cofradía del Dulce y Santísimo nombre de Jesús ha dispuesto la adquisición de una imagen del Niño Jesús que es encargada a Barcelona y a la que se le dedicará un altar” y según constancia en acta de tres años después, es una “obra del escultor valenciano Ricardo de Valero, ‘le corrían lágrimas por las mejillas’…”  [68]

1985: “La tierra nueva”

El 18 de septiembre de 1985, en los talleres de Ediciones Colmegna, en la capital santafesina, terminó la impresión del primer volumen de la serie titulada La Tierra nueva, “sobre la vida durante el período hispánico. En homenaje al V Centenario del descubrimiento de América”.

(La impresión del segundo volumen, terminó el 23 de noviembre de 1985, día del nonagésimo cumpleaños de don Agustín…)

Prólogo

“LA TIERRA NUEVA.

Éste es el título general con que Editorial Colmegna publica una serie de fascículos con trabajos del Dr. Agustín Zapata Gollán sobre temas de la historia colonial del Río de la Plata.

Aunque desarrollan muy diversos asuntos, estos trabajos tienen sin embargo una unidad fundamental dada por el hecho de que van encadenando enfoques y relatos de apasionante interés que nos acercan aspectos poco conocidos de la Historia y nos revelan, más allá de los hechos que ella registra, la intimidad de las circunstancias, las ideas y los hombres que la produjeron.

Por lo tanto ofrecemos esta serie firmemente convencidos de que la colección completa, una vez reunida, constituirá una obra única, de gran valor histórico y literario, debida a la pluma de quien se ha dedicado especialmente a la historia del período colonial en el Río de la Plata.

Nos enorgullece, pues, poner a consideración del público lector ‘LA TIERRA NUEVA’, una visión original y apasionante del nuevo mundo descubierto por Colón, en esta serie de fascículos que llevan la firma del Dr. Agustín Zapata Gollán, el descubridor de Santa Fe la Vieja, y que lanzamos como un homenaje al ya próximo V centenario del descubrimiento de América.  / Néstor Lammertyn / Presidente de Ediciones Colmegna.” [69]

Al reconocer la labor desarrollada por quien siendo adolescente comenzó a trabajar en una librería y con tesón llegó ser el gerente de otra empresa editorial, es oportuno avanzar hacia la promoción de la lectura y la difusión de la literatura argentina, reiterando aquí algunos párrafos escritos por el perseverante doctor Agustín Zapata Gollán.

La mítica Ciudad de los Césares

Han expresado sucesivos historiadores e incluso el doctor Agustín Zapata Gollán, fabulosos relatos acerca de la expedición de Sebastián Caboto -o Cabot, o Gaboto-, quien habría ordenado al capitán Francisco César que explorara la Patagonia en busca de oro.

Aludió el historiador santafesino a ese “capitán, Francisco César, que decide salir en busca de esa plata que tanto les trae  inquieta y trastocada la cabeza.

Y un día, con dos o tres hombres, que le acompañan, enfrenta el desierto.”  /…/

“Así trajinaron incansables, afanosamente en una marcha alocada y sin rumbo siempre con la muerte agazapada en cualquier recodo del camino, que sin sentido, iban abriendo al caminar.

Fueron metiéndose en ese mundo misterioso del desierto que llamaban simplemente ‘el campo’ pues aún no había llegado gente desde el Perú, que trajera en lengua de indios, el nombre de pampa.”  /…/

“Hasta que un día, César y sus compañeros, volvieron al fuerte, hartos de agonías, extenuados y jadeantes”. /…/

“Habían divisado desde lejos una ciudad maravillosa y rica de oro y plata y preciosa pedrería.  ¿Adónde está la ciudad? les preguntaban.  Pero el rumbo era incierto.  Hacia el poniente decían a veces.  Hacia donde aparecen por la noche las cuatro estrellas de la cruz del Salvador, decían otras.  Sin embargo Gaboto decide seguir el rumbo que le marcan los indios hacia la Sierra de la Plata, aguas arriba del Paraná.

Pero la existencia de una ciudad maravillosa donde abundaba el oro y la plata, quedó por mucho tiempo entre los hombres de la conquista: la Ciudad de los Césares, como llamaron a los que, alucinados acompañaron a César en la aventura”.  /…/

“Y por la creencia en la real existencia de la Ciudad de los Césares, una versión de la leyenda del Dorado, Hernandarias, yerno de Garay, armó, más adelante, una expedición que salió de la ciudad vieja de Santa Fe con rumbo a la Patagonia”.   [70]

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Celebración de “sus noventa años de vida”.

Los amigos del doctor Agustín Zapata Gollán organizaron un homenaje cuando se aproximaba la celebración de “sus noventa años de vida” y a fines de noviembre de 1985, se reunieron en los salones de Jockey Club de la capital Santafesina.

En tales circunstancias, recibió el cuadro elaborado por el talentoso pintor César Fernández Navarro, retrato al óleo… [71]

Acerca de esa obra, el crítico de arte Jorge M. Taverna Irigoyen expresó que en las últimas décadas, “cabalgando entre España y la Argentina”, en las obras de ese artista “se evidencia una paleta más alta, con azules más vibrantes y rojos a ratos efectistas. Pareciera que en algunos casos, hubiera abierto más el diafragma de su luz”.  Destacó luego que “es también esa última época la de dos retratos que para César Fernández Navarro han significado mucho, desde el punto de vista afectivo.  Uno es el dedicado al Dr. Agustín Zapata Gollán en sus 90 lozanos años.  Como un portavoz del hispanoamericanismo, lo ha retratado en un clima de santos y armaduras, con libro en la mano y gesto ceñudo, que sin embargo, en la alta frente, deja traducir toda una vida de sapiencia y servicio. El otro, con monseñor Edgardo Gabriel Storni, arzobispo de Santa Fe como protagonista”… [72]

Poema de Don Agustín a César Fernández Navarro

Es evidente que más allá de la pose, don Agustín frente a su amigo César Fernández Navarro se inspiró para escribir unos versos que leyó durante el encuentro en el Jockey Club organizado para celebrar su nonagésimo cumpleaños.

 

Para César Fernández Navarro que pintó mi estampa LAUS DEO

 

Éste que veis aquí, por los pinceles

de Fernández Navarro perpetuado

ya está en el pudridero sepultado

y aún vive en el cuadro de ese Apeles.

Su empaque adusto y su gesto serio

en esta tela que ha quedado a punto,

nada tiene que ver con el difunto

que bajo tierra está en el cementerio.

Pero debo decir que a este quietismo

al que a diario el pintor me esclaviza

ha captado con toda su pericia

en un cuadro del más puro hispanismo.

Envío

En un cielo augural de astrología,

el ecuestre flechero galopaba,

la hora de completas terminaba

y los gallos cantaban a porfía.

Los noventaños galopé en el cielo

las flechas de mi aljaba malgastando,

y ahora que Caronte está llamando

subo desnudo, alegre y sin recelo.

En nomme de dont Xpristo e de Sancta María

quiero fer una prosa por la cuaderna vía

a sialuas countaddas estos es gran maestría

ca esto que vos digo lo faz la clerecía.

Magüer nonagenario e vivo todavía

en aquesta contienda que claman agonía

ansi dicen los doctos a aquesta porfía

en seguir adelante fasta la fosa fría.

Pantoja de la cruz non fizo mi figura

ca la fizo un navarro con su sabia pintura

ansi fizo mi estampa con a tal su fierura

otrosi la mirada que nos pone pavura.

Nací en sagitario lo diz el estrellero

galopé en el cielo de enero fasta enero

sin medrar monedado en mi vivir entero

que Dios libre mi alma de aquel fuego tan fiero.

AMEN, AMEN, AMEN.

1986: legado de don Agustín…

El 8 de julio de 1986 se ratificó el convenio referido al Proyecto de Puesta en valor de las Ruinas de Santa Fe, la Vieja, acordado por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia y la Facultad de Humanidades y Artes con participación de integrantes de la carrera de Antropología con orientación Sociocultural, Etnolingüística y Arqueología.

 

El 11 de octubre de 1986 falleció el doctor Agustín Zapata Gollán, vinculado a sucesivos gobiernos provinciales desde el año 1925, cuando fue designado Vocal en la Comisión Provincial de Bellas Artes y luego, miembro de la Comisión Provincial de Cultura.  Sabido es que en 1940, siendo gobernador el doctor Manuel María de Iriondo fue designado para desempeñar las funciones de director del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, en dos circunstancias debió cumplir la misión de Interventor y continuó en aquella Dirección hasta 1955, cuando obtuvo la jubilación y propuso seguir conduciendo ese Departamento, ad-honorem.  En su tiempo libre leía y escribía, publicó sus trabajos en diarios, revistas especializadas, folletos y libros.

Difundida la noticia de su fallecimiento, el gobernador de la provincia el Contador Público Nacional José María Vernet firmó pertinente decreto de reconocimiento a sus obras; el ministro de Educación y Cultura el Dr. Juan Carlos Gómez Barinaga y el Subsecretario de Cultura Néstor Norberto Zapata destacaron una vez más su trayectoria.

El doctor Francisco Magin Ferrer, amigo de don Agustín y compañero en el período inicial de las investigaciones sobre el yacimiento arqueológico de Cayastá, en ese tiempo era el presidente de la “Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja” y fue nombrado Director del citado Departamento, ad-honorem.

Se impuso la necesidad de designar reemplazantes del doctor Zapata Gollán en organismos donde también se desempeñaba ad-honorem: Representante de la provincia en la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos fue designado el Dr. Federico Cervera -presidente de la Junta de Estudios Históricos-; Delegados Alternos el Arquitecto Luis María Calvo -tiempo después director del Departamento de Estudios Etnográficos- y por la zona sur el Arquitecto José Jumilla y el escultor Francisco Pelló.

Por iniciativa de la Subsecretaría de Cultura, fue declarado de interés histórico provincial, el lugar que había servido como dormitorio y escritorio-biblioteca durante la permanencia del doctor Zapata Gollán en aquel espacio donde también trabajó durante más de cuarenta años.

Donación de la Biblioteca de Zapata Gollán…

Aproximadamente cinco mil libros, documentos y bienes personales del doctor Zapata Gollán fueron donados por su esposa Sra. Dora Gaydou Monasterio con destino al Departamento de Estudios Etnográficos.  Ese conjunto incluía tacos originales de xilografías elaboradas por este talentoso artista y el retrato al óleo que lo representaba sentado sobre uno de los sillones coloniales, obra del pintor César Fernández Navarro.

En representación del Poder Ejecutivo intervino en el acto de transferencia de esos bienes el Coordinador General de la Subsecretaría de Cultura y asesor, profesor de educación física Carlos Mariano Busaniche.   [73]

El doctor José Rafael López Rosas, en una de sus crónicas publicadas en el diario “El Litoral”, expresó: “Es lamentable -por razones que ignoramos- que al desarmar hoy tan antigua biblioteca se hayan destruido algunas pares de la misma, perdiendo así su unidad arquitectónica y su elegante estilo finisecular, pues entre sus encantos, poseía una artística escalera y una pasarela con baranda, para acceder al piso alto del mueble.”

En otro párrafo, destacó: “Casi gran parte de la labor histórica o literaria santafesina de fines del siglo pasado y principios del presente, podemos asegurar se encuentra desperdigada en los estantes de esta biblioteca.  De su dueño, el Dr. Zapata Gollán, hay varias publicaciones de carácter jurídico, de la época en que ejercía la profesión”…

Libros escritos por Zapata Gollán

Datos de José Rafael López Rosas, difundidos en octubre de 1987.

Títulos Edición Comentario
Fauna  y la flora de Santa Fe, La Mecanografiado, sin fecha. “…Imaginamos habrá servido de base al folleto que publicara en 1945… ‘La fauna y la flora de Santa Fe en los primeros cronistas’.”
Introducción  al Derecho, La

de Montes de Oca

Manuscrita por A.Z.G. “En la parte inferior de la tapa dice: ‘Agustín Zapata Gollán y Cía. Editores’.  Realzan el valor de esta copia los numerosos dibujos del joven alumno -rostros humorísticos de ignorados personajes- dispersos entre las graves y solemnes anotaciones jurisprudenciales.

D. Agustín tenía entonces

19 años de edad.”

Observaciones acerca del cuestionario preparado por el profesor Adolfo Berro García (Uruguay)- Comisión para el estudio del habla hispánica 1963 “El libro del Dr. Zapata Gollán -dicen sus editores uruguayos- es una valiosa contribución al conocimiento de la lingüística de la América hispánica”. “Esta monografía refiere al habla popular de Santa Fe y se complementa con un glosario en el que se incluye un vasto repertorio de voces regionales, con sus etimologías, giros y refranes locales.

 

Títulos de obras donadas

Desde el diario “El Litoral”, el escritor José Rafael López Rosas, el viernes 9 de octubre de 1987 informó acerca de esa donación e incluyó comentarios acerca de algunas obras que se reiteran aquí estructurados por orden alfabético de autores y títulos a los fines de facilitar la lectura y consulta posterior.

Comentó que “en el idioma inglés hay varios libros… En francés…” e incluyó algunos títulos que no están reiterados en esta bibliografía.

Aquí, estos datos y más comentarios.

 

Autor Título y edición Comentario
Anónimo

(“Un ciudadano argentino”)

Candidaturas presidenciales. Los únicos candidatos convenientes y necesarios para la República Argentina.

Buenos Aires, Imprenta del Plata, 1868

“Defendiendo a Urquiza…”

Publicado al filo de las elecciones que consagrarían a Sarmiento como presidente de la Nación.

Barra, Federico  de la Narraciones de Federico de la Barra. 1845-1847

Buenos Aires, Jacobo Peuser, 1897.

“…apasionado urquicista y fundador de ‘La Confederación’ de Rosario en 1854”…
Booz, Mateo La reparación

Buenos Aires, colección “La novela del día”, 25 de abril de 1919.

Primera novela.

 

Byron, Lord Oscar de Alba

Novela española de Lord Byron. Traducida al castellano (París, Librería Americana, Calle del Temple Nº 68, año 1830, 67 páginas)”

Libro de bolsillo, forrado en cuero.

 

Caillet-Bois, Horacio  Poemas

Rosario, Talleres de Emilio Frenner, 1920

Primer libro de poemas (como La divina sed, el primero de José Pedroni, publicado también en 1920).
Carriego, Evaristo Antecedentes para el proceso del tirano de Entre Ríos Justo José de Urquiza.

Colección de artículos publicados en “El Pueblo” (Buenos Aires, Imp. Republicana, 1867.

 

Páginas olvidadas.

Edita en Santa Fe, imprenta del Diario “Nueva Época”, 1895.

 

Rectificaciones históricas de la batalla de Pavón.

Paraná, 1897.

F. F. L. (escrita en alemán) traducida al castellano por “Falucho” La Presidencia – Novela

Rosario, Imprenta Eudoro Carrasco, 1868.

“Este folleto fue atribuido a Federico de la Barra, acérrimo enemigo de Sarmiento, quien por entonces había vetado la ley que consagraba a la ciudad de Rosario como capital de la República, amén de querer borrar a nuestra provincia del mapa, incorporándola a su antigua jurisdicción virreinal, es decir a Buenos Aires, y a lo que quedara de ella, transferirla a Córdoba. (1)
Freyre, Rodolfo El matrimonio

Universidad de Bs. Aires.

“Tesis del Dr. Rodolfo Freyre para optar al título de doctor en Jurisprudencia”.
Lallemant, Padre

 

Salmos de David y cánticos sagrados, interpretados en una brevísima paráfrasis en el sentido literal y propio por el padre Lallemant.

Imprenta Marti, Barcelona, s/f.), posiblemente del siglo XVII.

“…lo atrayente es lo que reza en su primera página, en forma manuscrita, que dice: ‘Este libro de cánticos de David y cánticos sagrados, es de Don José Clusellas; en Santa Fe, día de Corpus y de noche, estando ocioso, como a las ocho de la noche, tocando la retreta con música’.  ‘A diez de junio de este año de 1819’ (Fdo. José Clusellas.  Con perdón de los ‘Salmos’, esta primera página está a la altura de los cánticos.”  JRLR.
Larguía, Jonás Provincia de Santa Fe como centro agrícola, La

Buenos Aires, Impr. del Departamento Nacional de Agricultura. 1883.

Lassaga, Ramón El presbítero don José Luis Doldán

Talleres Ribles, 1913.

 

Nuestra Señora de Guadalupe – Historia del santuario y de la sagrada imagen.

Buenos Aires, 1928.

 

Tradiciones y recuerdos históricos.

Lastra, Juan Julián Las rosas del deseo

Buenos Aires, 1907.

Prólogo: Manuel Gálvez
Leroy, Julio Aviso al pueblo sobre los primeros socorros que se han de dar en los casos urgentes y antes de la llegada del médico

París, 1828.

“…primeros auxilios para los casos de epilepsia, embriaguez, calambres, callos en los pies, dolor de muelas, diviesos o forúnculos, sopomsios, (sic) jaqueca, panadizo, sabañones, verrugas y hemorroides”… (2)
Malharro, Martín Santa Fe. El Puerto de Rosario. El Monumento a San Martín y el Puerto de Santa Fe

Buenos Aires, F. Escaris Méndez Editor, 1903.

“…ilustrado con ‘200 grabados decorativos’ realizados por Martín Malharro, el precursor… del movimiento ‘impresionista’ en nuestro país a fines del siglo pasado.
Mansilla, Lucio V. Entre-Nos. Causseries de los Jueves.

Edición 1889.

Martínez Marcos, Luis Prosa y verso

Santa Fe, Imp. Nueva Época, 1901.

Prólogo: Floriano Zapata.
Oroño, Nicasio y Ruiz Moreno Martín Dr. La batalla de Pavón – Discusión histórica…

Buenos Aires, 1900.

Pedroni, José Bartolomé La divina sed

Rosario, Talleres de Emilio Frenner, 1920.

“…pequeña obrita, desalojada de su bibliografía, generalmente, que da a ‘La gota de agua’ (1923) la primogenitura.  Sin embargo, es éste su primer poemario, escrito el mismo año en que casa con Elena Chautemps y se incorpora al servicio militar”.
Quesada, Ernesto La época de Rosas

Buenos Aires, Moen, 1895.

 

Reseña crítica

Buenos Aires, Lajouane, 1898.

 

Rosas. Ensayo histórico psicológico.

París, Garnier Edit., 1898.

Ruiz Moreno, Martín Estudio sobre la vida pública del General Francisco Ramírez

Paraná, Impr. La Velocidad, Calle S Martín 88, año 1894.

Sarmiento, Domingo F. Bosquejo de la biografía del Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield

Bs. As., Imp. La Tribuna, 1875.

Terrero, Federico Refutación al informe del Dr. Eduardo Lahitte, que ha dado a conocer D. nulidad Terrero en la causa seguida por la familia de Zenón Videla sobre nulidad de un contrato de compraventa celebrado por don Juan Manuel de Rosas cuando fue investido de la Suma del Poder Público

Buenos Ayres, Imprenta de la Tribuna, 1835.

Zapata, Floriano Ciudad de Santa Fe. Sinopsis para la obra del censo nacional

Santa Fe, Imp. Y Tipografía de “Nueva Época”, 1899

  • José Rafael López Rosas, a continuación reiteró: “Desde 1812 -le dice a Mitre- este pedazo de territorio sublevado es el azote de Buenos Aires”, agregando más adelante: “Buenos Aires debe recobrar su antiguo dominio y jurisdicción”, debiendo Rosario ser gobernada por los jueces de paz porteños como San Nicolás (“Historia de Rosario, de Juan Álvarez, B. A., 1943).”
  • R.L.R., luego escribió: “Para esas últimas se recomiendan ‘lavativas de agua con jabón’ o aplicación de sanguijuelas.
Catálogo por Títulos
Acusación presentada por los deudos del General Justo José de Urquiza bajo el patrocinio del Dr. Esteban Moreno contra el procesado José María Mosquera. Concepción del Uruguay, Imp. El Vapor, 1874. “Referido a la participación directa que tuvo ese último en el asesinato del caudillo entrerriano en el Palacio San José.” J.R.L.R.
Ataque y defensa y juicio sumario de las Memorias del General Paz por el General Iriarte. Buenos Aires, 1855.
Carta del ciudadano José Mármol a los S. S. José María del Carril, Mariano Quiroga y Facundo Zuviría,

Delegados del Director Provisorio de a República Argentina.

Montevideo, Imprenta Nacional, 1853.
Diario de sesiones del Soberano Congreso General Constituyente de la Confederación Argentina. Santa Fe, Imprenta del Estado, 1853.
Política de Maquiavelo o sea El Príncipe, La Barcelona, 1842.
Puerto de Santa Fe, El Informes sobre la dirección que debe darse al canal de Entrada. Santa Fe, Establecimiento Tipográfico El Globo, 1895.
Sebastián Gaboto, descubrir de los ríos Uruguay, Paraná y Paraguay.

Por Arséne Isabelle.

Montevideo, Imprenta del Comercio del Plata, 20 de marzo de 1862. “…ilustrado viajero que dejó importantes trabajos sobre el Río de la Plata, algunos de ellos traducidos contemporáneamente por el Dr. José Luis Busaniche… [1]
Sesiones del Congreso Legislativo sobre los derechos diferenciales Paraná, Imprenta del Nacional Argentino, 1856.
Vindicación y Memorias de Antonio Reyes.

 

Bs. As, El Porvenir, 1883. “Arregladas y redactadas por Manuel Bilbao.”

Bs. As, El Porvenir, 1883.

Libros de cuentas y documentación testamentaria…
Título Profesional que interviene Comentario
Administración de la testamentaría de don Jorge Dufour “…realizada por el Dr. Martín Rodríguez Galisteo.”
Doña Francisca y doña Melchora Puyol, como herederas de don José Puyol, ofreciendo acreditar perjuicios ocasionales por la guerra de la Independencia (1867) “Da fe de los hechos el escribano A. Guindón.” …agregando en un subtítulo que la demanda es “Por muerte y robo de ganado durante las guerras civiles de 1819 y 1820 por los ejércitos de Buenos Aires, en la estancia San Miguel”.
Libro Mayor o de Cuentas Corrientes de don Antonio Monasterio, principiado el 14 de setiembre de 1814” “…y concluido en 1847.”

“…encuadernado en cuero crudo, detalle que realza su valor bibliográfico.

 

Folletos, revistas  y otros impresos…
Título – Autor Edición Comentario
Almanaque Popular Argentino Santa Fe, Imp. Cattáneo, 1923. “Verdadera guía de información de nuestra ciudad con una extensa nómina de las instituciones sociales y económicas, bancos, plazas, paseos y demás datos de toda buena guía turística”.
Almanaque santafesino Imprenta del Progreso, 1893.
Catálogo general de marcas

Por D. Rafael Gismani.

Santa Fe, 1899. “…bajo el gobierno de don José Bernardo Iturraspe, con las marcas de nuestros hombres de campo, clasificadas por departamentos.”
Folleto de don Segundo San Martín Santa Fe, 1902. “…sobre las personalidades santafesinas de la política local y demás funcionarios del gobierno del Dr. Rodolfo Freyre”.
Intervención Federal en Santa Fe de 1893, La Santa Fe, 1894.
Autoriales

de Francisco Cobos.

París, Librería de Garbier Hnos., 6 Rue de Saints Péres, en enero de 1890. Incluido por J.R.L.R, “…por su cuño de edición y por tratarse de un santafesino”.
Justicia Santa Fe, diciembre de 1899. “Semanario jurídico ilustrado… que consideramos uno de los precursores en esa materia, en el ámbito provincial.”
Oración fúnebre del señor obispo Gelabert… Paraná, 1898.
Páginas literarias

de Luis Martínez Urrutia

“…con su foto en la tapa… al costo de 10 centavos.”
Sintéticas

de Luis Bonaparte

Santa Fe, 1904. “…obrita  en prosa y verso”.
Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos Santa Fe, Imp. Las Colonias, 1905. “…bajo la presidencia de don Roque Niklison, donde la cuenta, entre otras cosas, del importante caudal bibliográfico de la institución, existente aún hoy” (patrimonio transferido a la Universidad Nacional del Litoral).

 

No se lograría el propósito de difusión de ese interesante trabajo de López Rosas sin la reiteración de las partes finales de esa publicación en el suplemento que dirigió con tanta eficacia. Por ello, esta trascripción de más datos que terminan con otra chispeante salida de Rafincho, como lo nombraban sus amigos; el historiador de tijeras como expresé durante un breve diálogo con una escritora que dejó sus señales cerca de… “el señor de los picaflores”… bajo la bignonia, ya que es evidente que mediante sus conocimientos y creatividad, José Rafael López Rosas durante parte de su tiempo libre pudo elaborar sugerentes relatos a partir de “recortes de noticias” de antiguas crónicas periodísticas.  [74]

Destacó el amigo de don Agustín, ex subsecretario de Cultura de la provincia de Santa Fe (1982 hasta el 10 de diciembre de 1983):

“Queremos advertir que al margen de esas obras sueltas que hemos mencionado ligeramente, la biblioteca cuenta con una de las más importantes colecciones de libros científicos, siendo quizás una de las más ricas del país en materia arqueológica, antropológica, etnográfica, paleontológica y demás ciencias afines o naturales.  En esta sección se advierte la preocupación -durante más de medio siglo- del Dr. Zapata Gollán, que mantenía una permanente relación con todos los centros especializados del mundo, con los cuales realizaba un constante intercambio bibliográfico.  En esta materia de ciencias naturales es muy importante el aporte de los investigadores argentinos, en forma muy especial.  Todo este repositorio bibliográfico y documental complementa la labor realizada en las ruinas de Cayastá y en el Museo Etnográfico, dándole su respaldo científico.

Igualmente es muy valiosa la sección sobre arte en general y la dedicada al arte argentino. En este aspecto no hay obras antiguas, sino colecciones u obras contemporáneas, publicaciones oficiales o de institutos o museos, destacándose las adquisiciones o envíos de la Academia Nacional de Bellas Artes.”

Acerca de Floriano Zapata

“En la parte de la biblioteca, formada en su mayoría por libros que fueron propiedad de D. Floriano Zapata, se comprueba la existencia de numerosas obras de literatura española y francesa del siglo pasado, sin faltar ninguno de los clásicos de la época.  Y creemos, también, que gran parte de los libros y revistas santafesinas finiseculares tiene el mismo origen.  Don Floriano, además de humanista y escritor era un apasionado por la lectura de tal manera que constantemente pedía a sus libreros de Buenos Aires el envío de las ‘novedades’ históricas o literarias de Europa”.

En el año 1885 fundó un periódico, al que tituló “La Revolución”.  A disposición del público, dentro de poco, cuando se termine la catalogación general de las obras donadas, están los números de este valioso periódico santafesino, encuadernado en varios tomos.

* * *

“Mate y cigarrillo, / cigarrillo y mate, / hablar de mujeres / se me van las tardes…”, decían unos versos.  Por mi parte, debo manifestar que sigo con mis narices metidas en estos libros, enunciándolos, más que las tardes se me irá la vida, razón por la cual pongo punto final a este latoso racconto, no sin antes rendir nuestro homenaje a don Floriano y a don Agustín, que nos han hecho tan hermoso regalo, ya que, con Borges, ellos también figuraron al Paraíso ‘bajo la especie de una biblioteca’.”  José Rafael López Rosas.

1987: entre siembra y cosecha…

Sabido es que el profesor Carlos M. Busaniche -quien entre otras tareas, desde 1984 dirigía también el programa Raíces de mi Tierra Litoral-, mediante el decreto Nº 605/87 logró la aprobación de otra iniciativa y fue designado coordinador ad-honorem del Primer Campamento Cultural de la Provincia dependiente de esa Subsecretaría y de la Dirección General de Educación Física que se instaló en el predio de Santa Fe, la Vieja -en Cayastá, departamento Garay-, dirigido por la profesora de Educación Física María Alicia Busaniche de Del Sastre.

 

Al asumir el gobernador Dr. Víctor Félix Reviglio, a partir del 10 de diciembre de 1987 se puso en marcha la Secretaría de Cultura y Comunicación Social a cargo del Licenciado Juan Carlos Bettanín, sin presupuesto ni estructura orgánica aprobada.

En tales circunstancias, Carlos Busaniche organizó y logró la aprobación del Curso de Capacitación de Promotores Culturales – Guías de Turismo expresando como objetivo fundamental “la movilización del pueblo de Cayastá y zonas aledañas a fin de integrarlos decididamente a la puesta en valor de las ruinas de Santa Fe la Vieja”.

Las expectativas determinaron que ese curso se desarrollara en 1988 y 1989, lográndose así “capacitar personal idóneo para que actúe de guía turística en el circuito interno de las Ruinas y los fundamentos históricos, geográficos, folklóricos, arqueológicos y sociales que de ella derivan”. (sic)

Pulsan en mi memoria otras señales y percibo el eco de lo expresado por María del Huerto Barletta, durante el verano de 1958 cuando el doctor Agustín Zapata Gollán recibió en Cayastá a una delegación de estudiantes de la Sorbona acompañados por el Cónsul Francés en Rosario, Monsieur Roger Vingut:

“La voz de Don Agustín, fuerte y clara se dejaba oír a cada paso, para dar el nombre de las calles trazadas en forma idéntica a la actual ciudad de Santa Fe, situar los edificios cuyos cimientos se distinguen perfectamente y describir los templos, sus altares y sus tumbas”…

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“Un paseo siempre oportuno”…

Releo y reitero: Hoy/Notas. Santa Fe, sábado 17 de enero de 1987, páginas 16-17. Un paseo siempre oportuno. La etnografía y la vieja ciudad.

Según lo informado por el secretario del museo -descendiente de don Horacio Caillet-Bois-, “llega gente de todas partes del país, y del mundo.  Pero es poco conocido en general para los santafesinos.  Hay gente que ni siquiera lo ubica, y otros que sí lo ubican y saben cual es, pero no se acercan.  Quizás, sí se interesen por los museos de otras ciudades.  Un detalle importante es que aquellos que se acercan, se toman su tiempo para observar todo atentamente.”

“…fue visitado durante el año ’86, por 407 delegaciones escolares que se traducen en 22.051 chicos y chicas recorriéndolo, observando y aprehendiendo las formas de nuestra historia.  Sumados a los 16.000 particulares, hacen un total de 38.636 personas, que de algún modo u otro se han impregnado de ese pasado que nos pertenece y a veces no sabemos reconocer.”

“Canción con Bella Durmiente y Quiloaza”

César I. Actis Bru, poeta y personal de planta permanente en la subsecretaría de Cultura de la Provincia durante varias décadas, logró que el viernes 11 de diciembre de 1987 publicaran en el suplemento Cultura – La comarca y el mundo del diario “El Litoral” de la capital santafesina -en media página y con recuadro-, su poema titulado Canción con Bella Durmiente y Quiloaza.

Soñabas

los ardores oscuros de otro tiempo

embrujada del río

por sus ojos guardada.

El ubajay, el curupí y el ceibo

alargaron sus dedos

a tu sonoro y dulce corazón de barrancas.

Tu nombre de mujer

-aquella Fe, la mártir-

puso en tu sangre

inmolación perenne, indescifrada.

Doctores ambos, Jerónimo y Alberto,

acordaron misterios

para velarte el alma.

Uno, llevando su derecho:

el sitio que Garay determinara;

el segundo su fecha sobre el acta.

El primero tenía para darte la

Escritura Sagrada.

Alberto el grande -magister del Buey Mudo-

la ciencia y su templanza.

El aire de estos aires,

el descalzo aborigen, el camalote,

el sol, la flor morada

te cubrieron de impúdicas miradas.

Y Agustín

-no el de Hipona-

dijo a tu sueño, basta.

 

1989: “No dejen que nos lleve la próxima correntada”

El envío de información cultural que remitía a distintos medios, entre ellos al diario “Nueva Opinión” de San Cristóbal generaba el posterior envío de algunas publicaciones. Así fue como llegó a nuestro hogar un ejemplar del viernes 3 de noviembre de 1989, tres años después del Último Desprendimiento de don Agustín Zapata Gollán. En el ángulo superior izquierdo de la página cuatro, publicaron una nota elaborada por “el creador” del Instituto Argentino Privado de Integración con el indio, fundado en Santa Fe el 30 de marzo de 1984, don Humberto Jesús Cardozo Gómez, “presidente de la ‘Asociación Argentina de Estudiosos de la Historia y el Folklore’ – Delegado Provincial de la ‘Casa de Cultura Americana’…”  [75]

“Las víctimas de Cayastá” (Las Ruinas)”

“¿Quién dice que los muertos no reditúan nada? ‘Don Hernando Suárez de Toledo Sanabria y Calderón y su esposa tienen la respuesta’.

Y tengo que dársela en nombre de ellos.

Con lo que han ganado las ‘Comisiones Salvadoras’, ‘Expertos’, Técnicos’, ‘Profesionales’ (de todo tipo y color), ‘Arqueólogos’, ‘Geólogos’, ‘Enviados internacionales’ y los ‘Sin Clasificar’, podían haber salvado las ruinas y don Hernando y Doña Jerónima hasta podrían andar paseando del brazo en las noches de luna por la costanera de Cayastá, pero los pobres, huesos al aire, les están gritando: ‘NO DEJEN QUE NOS LLEVE LA PRÓXIMA CORRENTADA’.

Tristemente hasta hoy no tuvieron la suficiente inteligencia para construir la defensa, ‘fácil y barata’ que necesitan, tampoco van a tener la idea de retirar los restos y todos los elementos salvables, a tiempo.

Yo le hice una sugerencia, no hace mucho tiempo al Dr. Menem y hoy ante esta emergencia se las voy a trasmitir, aunque el tiempo apremia.  No me imaginé que no se le fuera a ocurrir a nadie, entre tantos cerebros pensadores.  ‘Lamento que no haya tiempo para formar una numerosa comisión y sacar fotos para los Diarios. Perdón’.

  • Yo fui testigo y estuvo cuatro años en el lugar cuando se hacían las defensas en la construcción del ferrocarril trasandino, arrasado por el aluvión del 34.
  • Tenemos más de 5000 kms. de cerros, sierras y colinas, rocosas, ‘haycito nomás’ (Ej.: ‘Gellitepi chaca Córdoba); más de 500 picapedreros fácil de conseguir en la zona; 3000 ½ cajones y plataformas del F.C. Belgrano, 500 locomotoras de maniobras, como para formar 100 balastos, para tirar 1000 toneladas con cada uno, para traer la piedra y construir una defensa de 3 kms., de 5 mts. de profundidad y 3 ½ fuera de superficie sobran.
  • Para hacer ese trabajo no hace falta que venga el Arq. Riemeyer ni Costa, ni que vengan ‘Licenciados’ de la Unesco o de la Casa Blanca, cobrando miles de dólares. Con los paisanos contratados por los políticos en las municipalidades y Vialidad,  alcanzan y sobran.
  • Eso sí, para esto hay que pensar un poquito. Además, hay que conocer el país -como lo conozco yo- palmo a palmo, para saber de donde y con que recursos contamos. No todo tiene que venir del F. M. I.   (sic)
  • Tenemos una embajadora itinerante que nos puede suministrar cemento a pagar a largo plazo. [76]
  • A quienes tengan algo que ver con el problema, les ofrezco mi colaboración para efectuar los trámites si me dan los recursos.
  • Ah, puedo dar mayores explicaciones. Días pasados escuché hablar por televisión a una gente y dije: ‘Tienen menos salto que una tortuga’ (con perdón de la tortuga).

Ah, si viviera don Agustín, ésta es la hora que está empuñando el pico y pala y seguro que salva su valioso patrimonio… En finNegritas aquí

HUMBERTO J. CARDOZO GOMEZ

1990: audiovisual “Museo Etnográfico de Santa Fe”

Sabido es que en la Historia de la Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe 1882-1995 elaborada tras la lectura de actas, diarios de sesiones y legislación disponibles en archivos y biblioteca del Poder Legislativo, se distinguen tres etapas.

La tercera comenzó el 2 de abril de 1987, cuando la Presidencia de la Cámara de Senadores y la Comisión Bicameral (Ley 2388/34) integrada por el senador Armando Piazza (UCR), diputados Dres. Carlos Caballero Martín (PDP) y Oscar Máximo Somma (PJ) aprobaron y pusieron en marcha el Plan Cultural elaborado por la docente y escritora Nidia Orbea de Fontanini, designada Directora de esa Biblioteca a los fines de impulsar, promover, organizar y concretar la transformación en Centromultimedios al servicio de la comunidad.

En la citada Historia de la Biblioteca, acerca de lo desarrollado en 1990 es posible leer: “Los servicios a distancia generaron vínculos con docentes de distintos departamentos y antes de realizar viajes a la capital santafesina, se comunicaban con la Dirección para concretar una visita a la sede de la centenaria “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe”.  Al llegar esos grupos de docentes con sus alumnos, recibían la cartilla de dieciséis páginas con textos y fotografías en blanco y negro acerca del “Itinerario Histórico Programado” – Plaza Mayor – Cabildo – Museo Etnográfico – Iglesia y Convento de San Francisco – La Catedral de Santa Fe – Iglesia Nuestra Señora de los Milagros – Casa del Brig.. Gral. Estanislao López y concluían con visita guiada en la Legislatura a cargo de personal de ambas Cámaras.” Negritas aquí

En la Memoria elaborada por la Directora en su carácter de Secretaria de la Comisión Bicameral, acerca del Plan Cultural 1990 consta:

 

“Subprograma 2.5. MEDIOS AUDIOVISUALES.

Un Centromultimedios, ofrece distintos recursos para nuevas formas de lectura.  La correspondencia con bibliotecas escolares de todos los niveles, permiten organizar el Plan Cultural Anual en perfeccionamiento, cubriendo las expectativas y estimulando la creatividad de los educadores profesionales.  En 1990 no fue posible realizar una tarea intensa como la de 1989, por dificultades en la cantidad de días-clase; no obstante se proyectaron algunos, en bibliotecas. /…/

Tras breve referencia al audiovisual La memoria del silencio -primero elaborado en ese servicio-, esta información:

“Está previsto coordinar la proyección de este audiovisual, en forma conjunta con:

Museo Histórico “Brig.. Gral. Estanislao López” de Santa Fe (Producido en 1987.)

Museo Etnográfico de Santa Fe (Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales.)  [77]

Luego, en la Memoria 1990 consta:

“Es ineludible agradecer la colaboración del Director del Dto. de Estudios Etnográficos y Coloniales, Arq. LUIS CALVO, que ha cedido ese repositorio para la elaboración de un audiovisual que tiene como objetivos reconocer el valor del yacimiento arqueológico en Santa Fe la Vieja, y la tesonera labor de investigación del Dr. AGUSTÍN ZAPATA GOLLÁN.  (Cartilla, página 15.)”

Reconocimiento del académico Oscar Tacca

El sábado 18 de agosto de 1990, desde el diario “El Litoral” de la capital santafesina difundieron el diálogo entre la escritora Graciela Geller y el Profesor Oscar Tacca, en ese tiempo Miembro Correspondiente de la Real Academia de Letras; quien se destacó en Formosa como Rector de la Universidad y luego fue miembro de número de la citada Academia.   El profesor Tacca refiriéndose a experiencias compartidas a mediados del siglo veinte necesitó expresar:

“Aquellos años de Santa Fe, fueron los más lindos de mi vida.  Recuerdo grupos activos de gente muy joven, como el Retablillo de Maestre Pedro.  Allí participaban Fernando Birri, Miguel Brascó, Neda Costa… Casi paralelamente se constituyó el nuestro, que de manera un poco pretenciosa y rimbombante se llamó Academia de Ciencias, Letras y Artes.  Nos reuníamos en la casa de José Luis Víttori, quien la integraba junto con otros muchachos que después se destacaron en diversos órdenes: Virtú Maragno, Parreño, Hugo Gola, Raúl Schurjin, yo… ¿de quién me olvido?”…

 “Los que dominaban las letras santafesinas eran Leoncio Gianello, José Carmelo Busaniche, Gastón Gori, Alejandro Lamothe, Zapata Gollán… y por supuesto, el patriarca: don Luis Di Filippo”.  [78]

1990: la “Videoteca Provincial”…

“Durante la gestión de Jorge Guillén, insistía el doctor Agustín Zapata Gollán en la necesidad de preservar el patrimonio cultural de Santa Fe, la vieja aunque sabido es que los recursos disponibles suelen ser insuficientes para el vasto plan que debiera desarrollarse en todo el territorio provincial.  [79]

En 1990, se realizó un Encuentro Santafesino de Video-cables y en esas circunstancias el secretario de Cultura firmó la Resolución que creaba la Videoteca Provincial. En ese tiempo, no con un propósito de difusión cultural a distancia, sino con la finalidad de aportar un documento más al trámite de otorgamiento de recursos desde España, se realizó un “video” sobre las defensas en el yacimiento arqueológico cercano a Cayastá.”  [80]

1991: tras las señales de Zapata Gollán…

El periodista, escritor y académico José Luis Víttori, elaboró una investigación en torno a La Argentina de Martín del Barco Centenera, señalando los orígenes del realismo mágico en América.  Concluyó el prólogo el 22 de agosto de 1990.

En mayo de 1991 concretó la edición con el título Del Barco Centenera y La Argentina”. [81]

En la séptima página, una dedicatoria:

“Al

                                                           Dr. Agustín Zapata Gollán

                                                           En memoria.

1992: escuelas santafesinas con su nombre…

Durante el gobierno del doctor Víctor Félix Reviglio se crearon diversos organismos entre ellos la fugaz Secretaría de Cultura y comunicación Social de la cual dependía el Departamento de Estudios Etnográficos puesto en marcha por el Doctor Zapata Gollán en la década del ’40.

Entre las escuelas creadas durante ese gobierno, es oportuno aludir a la de Enseñanza Media que se inauguró el 24 de noviembre de 1988 y durante ese acto le impusieron el nombre, reconocida como Escuela de Enseñanza Media Nº 0391 “Dr. Agustín Zapata Gollán”, situada en Pedro de Vega 591 nombre que recuerda al español que fue el primer maestro en la ciudad de Santa Fe, y que en 1577 cuando intentó alejarse debió acatar la orden del Cabildo y “quedarse porque la niñez quedaría sin maestro”.  [82]

 

La escuela de educación general básica creada en 1990, situada en calle Beck-Bernard 8.100 en la capital santafesina, dos años después también fue distinguida con el nombre de Escuela EGB Nº 1321 “Dr. Agustín Zapata Gollán”.

Es oportuno tener en cuenta que esa calle, como lo ha expresado en su libro el periodista Miguel Cello, “corre de Sur a Norte. Desde 7900 al 9799, Altura 6.200.  El nombre fue impuesto como homenaje a Lina Bernard (1824-1888), esposa de Carlos Beck, colonizador que intervino en la instalación de la Colonia de la Esperanza, “madre de Colonias” como dijera Gastón Gori y fundador de la Colonia San Carlos[83]

1993: difusión radial desde la “Biblioteca de la Legislatura”

En el programa “Efemérides” pertinente al Plan Cultural Anual del Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe”, se incluían textos que luego eran difundidos por diversas radios de frecuencia modulada de distintos departamentos, sin erogación del Poder Legislativo por ser aportes a la educación permanente de la comunidad elaborados por la Directora de ese organismo, que interesaron para la difusión y también porque esas síntesis podían ser fotocopiadas a los fines de servir como recurso didáctico en las escuelas.

Entre ellos, esta breve crónica:

23-11-1895: nacimiento de Agustín Zapata Gollán

El 23 de noviembre de 1895 nació en Santa Fe, Agustín Zapata Gollán. Cursó el bachillerato en el Colegio de la Inmaculada Concepción (Jesuitas). Estudiante en la Universidad Provincial creada por el gobernador JOSÉ GALVEZ, participó en las luchas estudiantiles por la Reforma. Graduado en 1919 -Doctor en Ciencias  Jurídicas y Sociales-, dedicó parte de su tiempo a la docencia: Profesor de Sociología  de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Profesor de  Historia  Arte en la Escuela de Bellas Artes de Santa Fe. Su destacada labor periodística, y sus expresiones artísticas  -literatura, xilografía, pintura-  han merecido un oportuno  reconocimiento. Junto a una  profunda vocación histórica, demostró  la imprescindible perseverancia para lograr  fecundas investigaciones: la de mayor trascendencia  -indudablemente-,  la ubicación del  yacimiento  arqueológico  de Santa Fe la Vieja, próxima a Cayastá.  En el Departamento de Estudios Etnográficos de Santa Fe está reflejado el esfuerzo de sus prolongadas jornadas.

El 21 de octubre de 1938, durante el gobierno del Dr. Manuel María de Iriondo, el Ministro de  Instrucción Pública Prof. Juan Mantovani, le encomendó investigar  acerca  de la vida colonial en Santa Fe y en el Río de la  Plata.  Zapata Gollán, elaboró “LOS CAMINOS DE AMERICA” -publicado en 1940- y su lectura permite  reconocer  que: “los indios que ocupaban el actual territorio  de  Santa  Fe (Argentina) a la altura donde desemboca el Carcarañá en el Río Paraná, indican a Caboto el camino de la ‘tierra adentro’, para llegar a las Sierras de la  Plata. Es ese el camino que después describiría Concolorcorvo en su Lazarrillo. Pero  a los dominios del Inca, llegaron los hombres que le buscaban siguiendo los  caminos del lado del Pacífico.

Desde los comienzos de la Conquista, se forman así en América, dos corrientes distintas  en  procura de un mismo fin: la del Atlántico y la del  Pacífico. Y durante la vida Colonial, se desarrolla la lucha económica de América entre  los dos núcleos formados a cada lado del continente: el Perú del lado del Pacífico y el Río de la Plata del lado del Atlántico.  Y esta lucha económica fue en realidad un conflicto de caminos: el camino de Concolorcorvo, que unía en diagonal el Río  de  la  Plata con el Alto Perú, en competencia con los  otros  caminos  que comunicaban el Virreynato del Perú con el resto del mundo.

Puede  decirse entonces, que la historia de América se encuentra sintetizada en la historia de sus caminos.”

Pasó a la inmortalidad el 11 de octubre de 1986.

Una  aproximación a su obra, ha de ser un merecido homenaje y la  oportunidad de conocer… para reconocer.  /  Síntesis: Nidia Orbea de Fontanini – 06/10/93

1995: centenario de su nacimiento.

El sábado 18 de noviembre de 1995, desde el diario “El Litoral” de la capital santafesina, José Luis Víttori amigo de Don Agustín, periodista, escritor y miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras, difundió una extensa crónica titulada “A 100 años de su nacimiento – Agustín Zapata Gollán”.

En el copete destacaron que “como parte de los actos de homenaje… fue presentado en Buenos Aires el 24 de octubre ppdo. su ‘Cancionero de Santa Fe’, en un acto público que organizó la Subsecretaría de Cultura de la provincia de Santa Fe, con auspicios del Centro de Estudios Hispánicos y la Asociación de Residentes Santafesinos en la capital.”

  “Recuerdos imborrables”

Con ese título, en la octava página de la citada edición del diario El Litoral, reiteraron lo expresado por la Escribana Esmeralda M. Gandolla de Estrada, subsecretaria de Cultura de la provincia de Santa Fe:

“Hoy rendimos un homenaje al Dr. Agustín Zapata Gollán en el año del centenario de su nacimiento.

Debo confesar que en estos meses que llevo cumpliendo con la cultura de mi provincia, en el cargo de subsecretaria de esa amplia franja de la administración santafesina, hoy enfrento un desafío que me toca muy de cerca. [84]

Desde muy chica conservo recuerdos imborrables de Agustín, con el que la familia de mis abuelos y mis padres mantenían una amistad entrañable de frecuentación cotidiana que tenía un arraigo más profundo que el lejano parentesco.

Era una niña apenas cuando aprendí a quererlo como a un abuelo cariñoso que me alzaba en sus rodillas y me enseñaba muchas de las canciones infantiles aquí recopiladas, o dibujaba viñetas con la figura de mis hermanos.  Y mientras aprendí a querer y respetar a Agustín, me fui enterando de su magnífica labor como historiógrafo, arqueólogo, investigador, grabador, pintor, etnógrafo y escritor de copioso acervo cultural.

Esa carga de recuerdos afectivos me asaltan esta tarde, cuando no sé si tendré la entereza para discriminar lo afectivo de la misión oficial.

Se me ocurre que estas pocas palabras, dichas en mi carácter de titular de la Subsecretaría de Cultura, le tienen que ser muy gratas a Agustín, cuya presencia nos acompaña esta tarde, al iniciarse el programa de actos recordativos de su personalidad y de su titánica obra cultural en pro de su querida Santa Fe.

El reconocimiento y admiración de los que estamos aquí presentes en su Museo Etnográfico es la mejor muestra de que este merecido homenaje se prolongará en el juicio de los estudiosos del futuro y de todos los que se siguen apasionando por ese remoto pasado de la colonia hispánica, que para Agustín no tenía secretos.

Dejo entonces esta tribuna para que la ocupen quienes han concretado su tributo intelectual en libros biográficos y compilaciones de los originales inéditos, como lo ha hecho la Licenciada Alicia Ambrosio.

Y hago votos para que la admirable y empeñosa tarea de Agustín Zapata Gollán siga teniendo comentadores de valía y continuadores como los que prolongan su dedicación a través de la Asociación de Amigos de Santa Fe la Vieja, Centro de Estudios Hispanoamericanos y Asociación Conmemorativa de la Primera Yerra.

Discurso del presidente del Centro de Estudios Hispanoamericanos

José Luis Víttori, destacado periodista, escritor y miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras, presidente del Centro de Estudios Hispanoamericanos, habló después de la subsecretaria y manifestó que ese material era “el aporte vivo de casi un centenar de testimonios”, recogidos por “Don Agustín y su colaborador, el poeta Carlos Carlino”.

Expresó que “cuando con su muerte, la obra se hubiera dicho terminada y la misión cumplida en este mundo, todavía sus carpetas nos siguen entregando materiales inéditos como los del ‘Cancionero’.  En calladas y perseverantes encuestas de campo, mientras recorría la provincia para verificar in situ la existencia de yacimientos de interés arqueológico a cuyo cuidado estaba, don Agustín oía y apuntaba decires, coplas, canciones de boca en boca de esos testigos inmemoriales y generosos en su expresión, gérmenes vivientes de la literatura folclórica y de la música popular.

Intenciones, picardías, refranes, coplas patrióticas, pies de zambas, cielitos y vidalas, fórmulas mágicas, sentencias amorosamente registradas a lo largo de las décadas, vienen a completar ahora con esta publicación, el horizonte espiritual de Santa Fe, pulsando su sabor y su sentido en las antiguas calles del sur y en la dilatada campaña fluvial, con el sello inconfundible de los siglos que sumaron, desde bien lejos, las coplas de Jorge Manrique al ‘romance elegíaco’ de Luis de Miranda, o al intencionado ‘refranero de viandantes’ de fray Reginaldo de Lizárraga, insertando en la posteridad, desde el siglo XVI español a nuestros días, la índole rítmica del castellano que es, según Lugones, esencialmente octosílaba.”

José Luis Víttori, luego señaló que Don Agustín “se empeñó en rescatar de lo hondo de los tiempos rioplatenses, fragmentos de la inventiva y el humor popular en unos versos atesorados en el imaginario colectivo y retenidos en la memoria de ‘troperos y mensuales del campo y pescadores de las islas’ con quienes habló, a quienes preguntó y de quienes supo recibir, a manera de confidencias, los signos de la gente de antaño que buscaba con inextinguible curiosidad y no disimulado placer:

 

Cambiaste oro por cobre

Y el mar por una laguna,

Cambiaste una noche clara

Por una que estaba oscura  (21)

En el campo hay un yuyito

Que le llaman la verbena;

Volvé machete a tu vaina,

No andés en vainas ajenas  (57)

 

Ocupado en la exhumación de las ruinas de Santa Fe la Vieja que con certera intuición había localizado, contradiciendo opiniones adversas y a su modo fanáticas en el error; empeñoso después de la confirmación documental de su hallazgo; apremiado por último en conservarlo de las inclemencias del tiempo y la depredación de los extraños, así como en dar comienzo a los estudios que, en el sitio, en su campamento y en su gabinete, permitieran clasificar los miles de restos paleados y cernidos, para dar forma legible al rompecabezas que planteaban; ensimismado en la redacción de sus libros y opúsculos, en la preparación de sus conferencias, don Agustín no dejó nunca de preguntar y de anotar -o memorizar- los cantos y los dichos de la gente, con el interés puesto en una obra que después, mañana, recogería en su colección de piezas o de formas verbales, muestras de las maneras de ver y de hacer de la población de las riberas, de las lindes de los montes y de los albardones de las islas: curiosamente, las más, versificaciones de los juegos de amor del hombre solitario que busca a su compañera y le muestra su embeleso o la rehuye con ironía picaresca como en la siguiente relación:

 

Ojos negros matadores:

¡Qué hacés que no confesás

Las muertes que tenés hechas,

Corazones que robás?

R.

Ojos negros sí lo soy,

Matadores, nunca han sido;

¿Cómo querés que confiese

Crímenes que no he cometido?   (28/352)

 

Mucho amor debió sentir don Agustín hacia su gente y su tierra, para ir siguiendo a lo largo del tiempo el hilo de sus decires, los modos de pensar cantando o rimando en el lenguaje de una cultura eminentemente visual, oral y táctil que desconocía las dificultades de la escritura o las afrentas del grabador…”

Casi al final de su disertación, José Luis Víttori después de aludir al “material reunido en el libro… coplas, canciones, adivinanzas, compuestos de pobres, milongas, relatos, vidalitas o relaciones”, manifestó que sentía “especial preferencia por estas últimas, quizás la expresión más tierna, más intima y por momentos más intencionada de la vida primitiva en la poesía dialógica: basten para terminar, unos pocos ejemplos:

 

Cuando me hablan con cariño (dice el hombre)

A mí me parece insulto,

Contesto con impaciencia,

Para nada tengo gusto.

R:

Para nada tengo gusto (responde la mujer)

Cuando no sé cómo estás;

Llorando me paso el día

Al ver mi infelicidad         ( 2/345)

Deme la mano, paloma

Para subir a su nido;

He visto que estaba sola,

Pa’ visitarla he venido.

R.:

Soy palomita pequeña

Que recién voy a volar;

No me diga relaciones

Porque no sé contestar.     (6/346)

El amor que yo tengo

Es tan grande y de tal suerte,

Que sólo lo han de borrar

Los misterios de la muerte.

R.:

Y si la muerte viniera

A separarme de vos,

Yo le pediría a los cielos

Que nos llevara a los dos ( 12/348)

 

Si pudiéramos hablar de un mensaje en la obra de don Agustín Zapata Gollán, éste nos llegaría en la gracia y la íntima resonancia de su ‘Cancionero de Santa Fe’, que nos habla por el timbre de su voz y por la armoniosa cadencia de sus frases, en un estado de goce -se diría- propio de quien ha saboreado el destino de una larga vida afecta a la soledad, a la contemplación y al soliloquio de las meditaciones en los crepúsculos del campo, cantados por los pájaros como en los maitines de una celebración entrañable.”  [85]

Fines de la década del ’90…

Desde la red de redes han informado acerca del Centro de Estudios Hispanoamericanos  con este comentario: [86]

Llegados al final de los ’90, al cumplir diez años de gestión en la presidencia del Centro de Estudios Hispanoamericanos bajo el signo del jubileo de Santa Fe la Vieja, acaso por coincidir el fin de esta década con el fin del siglo XX y del 2do. milenio -lo cual da un poco de escalofrío-, nos parece necesario esbozar un breve panorama del C.E.H. desde que Don Agustín Zapata Gollan lo fundara de acuerdo con directivas del Ministerio de Educación y Cultura de la provincia. (sic)

En efecto, con la finalidad de canalizar inquietudes científicas estimuladas por el hallazgo de las ruinas de Santa Fe la Vieja –“trascendente polo de atracción para los americanistas – y aún para los estudiosos de las universidades europeas”, se dictó la resolución Nº 827 del 19 de setiembre de 1980, encomendando “al titular del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, la constitución de un Centro de Investigación y Estudios Hispanoamericanos”.

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1996: alusiones en edición de la ASDE…

En el prólogo de “Mesa de Cuentistas”, editado en 1996 por la Asociación Santafesina de escritores -ASDE-, el presidente Dr. Jorge M. Taverna Irigoyen expresó:

“La labor del escritor: silenciosa, tesonera, animada, no pocas veces de verdaderos destiempos en lo que a difusión y estímulo refiere, está ligada indisolublemente al libro como medio y fin del protagonismo creador.  El libro que es materia espiritualizada, que es vínculo y receptáculo de mensajes, que es esencia viva de la expresión, y a la vez, puente de interpretación y diálogos.  Ese libro al que tantas veces cuesta llegar mucho más de lo que el propio autor desearía”…

Tales afirmaciones, sirven como soporte para la comprensión de la importancia de la obra del doctor Agustín Zapata Gollán, tanto en lo referido a la historia hispanoamericana como a sus poemas, cuentos y leyendas.

No ha sido por casualidad que integre aquella edición el Licenciado Felipe Justo Cervera, quien publicó un ensayo titulado Vida y obra de Agustín Zapata Gollán.   [87]

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Es oportuno tener en cuenta que la ASDE y la Fundación Banco COINAG de Santa Fe, organizaron un Salón de Poemas Ilustrados en homenaje al Dr. Agustín Zapata Gollán con participación de artistas residentes en localidades de diferentes departamentos.

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15-08-2004: Domingo, anochecer…

En distintas circunstancias, pulsan algunos recuerdos en la memoria y suele suceder que sea necesario expresar algo así como lo escrito acerca de Coronda, durante el “invierno de 2004. Cerca del río   [88]

 

Domingo, como aquel lejano del 15 de noviembre de 1573 cuando llegó el vizcaíno don Juan de Garay desde Asunción del Paraguay con sus armas y sus hombres hasta el lugar donde fundaron Santa Fe, a orillas del río Paraná.

Quien ayudado por algunos amigos y los mocovíes de Cayastá logró des-cubrir el yacimiento arqueológico que se reconoce como Santa Fe, la vieja, el perseverante doctor Agustín Zapata Gollán, dejó escrito que “el capitán Martín de Orue calificaba a la empresa de Garay de ‘cosa de muchachos’. Sólo se aprestaban a seguirlo unos ‘mancebos bien mancebos nacidos en esta tierra’ y por añadidura, decía gravemente, ‘mal pertrechados de lo que se requiere para semejante jornada y tan importante’ porque era bien sabido que en la tierra que quería poblar Garay ‘hay muchos naturales enemigos y gente belicosa”… [89]  Negritas aquí

2005: continuidad de la siembra…

Sabido es que el Licenciado Raúl Bertone (en 1984 directivo de la Escuela de Cine y Televisión de la Subsede Rosario del “IPA” -Instituto Provincial de Arte “José Pedroni”- que Bertone dirigió a mediados del año siguiente; organismo desaparecido mediante decreto Nº 3290/21-09-1990.  El Licenciado Bertone asumió las funciones de Subsecretario de Cultura durante el primer gobierno del Ing. Jorge Obeid (01-07-1997 al 10-12-99) y durante el segundo período iniciado en diciembre de 2003, hasta que dos años después, presentó su renuncia.

  Trámites para reconocimiento de la UNESCO

En febrero de 2005, de acuerdo a lo difundido desde el diario “El Litoral” de la capital santafesina, el subsecretario de Cultura Lic. Raúl Bertone avanzó en el proyecto de declaración del yacimiento arqueológico de Santa Fe la Vieja como “Bien Patrimonial de la Humanidad” y presentó “documentos que responden a las pautas que la UNESCO establece para la presentación de las postulaciones, en cuya redacción participó un calificado grupo de profesionales, pertenecientes a esa repartición, Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, Archivo General de la Provincia y a las organizaciones no gubernamentales históricamente vinculadas con el sitio: Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja, Asociación Conmemorativa de la Primera Yerra y Centro de Estudios Hispanoamericanos”.

Con la finalidad de avanzar en tales proyectos tendientes a la puesta en valor de Santa Fe la Vieja, en agosto de 2005 se concretó en la capital de la provincia, una sesión de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, presidida por el vicepresidente Martín Repetto.  Asistieron el Subsecretario de Cultura de la Nación, el santafesino José María Paolantonio; el Secretario del Comité Nacional para el Patrimonio de la Humanidad Miguel Vallone, entre otras autoridades que observaron el Parque Arqueológico a los fines de evaluar las posibilidades de tal declaratoria.

   Durante la semana de celebración de la fundación de Santa Fe, estuvo en Cayastá el Académico Dr. Martín Almagro Gorbea, Miembro de la Real Academia de la Historia de España, acompañado por el presidente de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares históricos y con autoridades de los organismos locales ya citados, con el propósito de apoyar el trámite ante la UNESCO.

Adhesión al centenario del Teatro Municipal

El Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales con el Archivo General de la Provincial, concretaron en el Museo “con lucido éxito, dos actos para celebrar la primera expresión el teatro santafesino: la inauguración, a fines de setiembre, de la muestra ‘La plaza y el teatro.  Loa a Felipe V de Antonio Fuentes de Arco –1717’, integrada con documentos y paneles sobre la primera pieza teatral argentina; y la representación teatral, a principios de octubre, de la ‘Loa a Felipe V’.”

Video y DVD – “Museo Etnográfico de Santa Fe”

Tres lustros después de la difusión del audiovisual Museo Etnográfico de Santa Fe elaborado por iniciativa de la Directora del Centromultimedios “Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe”, con guión escrito por el Profesor Miguel Porral -quien se encargó del proceso de selección de imágenes, diapositivas y sonidos-, desde el Servicio de Educación por el Arte que había cooperado en aquella circunstancia con los pertinentes recursos técnicos, se organizó un acto anunciado como Hacíamos ayer… que comenzó con la proyección de ese audiovisual, en grabación actualizada en video y DVD.

Es oportuno destacar que la vicegobernadora de la provincia de Santa Fe Arquitecta María Eugenia Bielsa facilitó el trámite de disponibilidad de las diapositivas y del casete grabado a los fines de recuperar ese bien cultural tan significativo porque refleja la importancia de preservar el patrimonio cultural.

SEPA, semanas después logró la adhesión del Canal SI de Santa Fe de la Vera Cruz y ese documento audiovisual fue difundido por cablevideo. Está prevista la proyección en bibliotecas y escuelas de distintas localidades, como reconocimiento a la tesonera labor del doctor Zapata Gollán y de sus colaboradores.

“El Etnográfico, a la hora del balance”

En el diario “El Litoral” de la capital santafesina, el lunes 2 de enero de 2006, con ese título se aludió a la Memoria 2005 y en el copete destacaron que “durante el año que se fue, el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales desarrolló un amplio abanico de actividades”.   Con recuadro, en el ángulo superior derecho: “EL DATO ///

  • Una joya. Para cerrar el año se registró una valiosa donación: hace unos días, los descendientes de Olayo Meyer cedieron a la Biblioteca Dr. Agustín Zapata Gollán, del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, ejemplares de ‘El Correo Argentino, Periódico Político, Comercial y Literario’.

Se trata de un tomo encuadernado con diarios originales de los números aparecidos en Paraná durante 1860 y 1861; la colección de periódicos de la región más antigua que se conserve en un repositorio santafesino.”

Información insoslayable…

“El Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, con el apoyo de la Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja, el Centro de Estudios Hispanoamericanos y la Asociación Conmemorativa de la Primera Yerra, realizó durante este año una importante labor. / Entre los hechos más significativos, las autoridades mencionan un incremento en la cantidad de visitas a las Ruinas de Santa Fe la Vieja (Cayastá) y en el museo Etnográfico, ubicado en 25 de Mayo y 3 de Febrero; desde diciembre de 2004 hasta noviembre de 2005, las Ruinas fueron visitadas por 26.195 personas, dos mil más que el año pasado.  De ellas 15.940 integraron delegaciones escolares, en su mayoría del interior de la provincia.

Entre los atractivos que ofrece el Parque Arqueológico sigue suscitando interés la Casa de los Vera Mujica, construida por la Asociación Amigos y la Fundación Rafael del Pino de España.

El Museo Etnográfico, en tanto, registró 19.042 visitantes; cuatro mil más que el año pasado.  De ellos, 10.867 corresponden a delegaciones de escolares. En ambos casos se brindó a los visitantes servicios de visitas guiadas y asesoramiento con guías didácticas y pasantes de los institutos Sol y Brigadier López.”

Casi colofón…

El viernes 13 de enero de 2006, mientras revisaba por tercera vez lo escrito acerca de la prédica de don Agustín Zapata Gollán, específicamente las citas bibliográficas y pertinentes fechas y páginas relativas a publicaciones periodísticas, sentí el impulso de comunicarme con el señor Reynoso Aldao para consultarle acerca una nota publicada en el Diario “El Litoral” el 20 de septiembre de 1982 con el título “El dios río: una solución que debe concretarse con urgencia”, sin identificación del redactor, con significativo copete: reiteración del poema de Thomas Stern Elliot (The Dry Salvages)…  [90]

“No sé mucho de dioses; pero creo que el río / Es un fuerte dios pardo-adusto, indómito, intratable.  / Paciente hasta cierto punto, reconocido al principio como frontera. /…/

 

Como suele suceder, aludimos a las polémicas de mediados del siglo veinte y el destacado periodista y crítico de arte expresó que habían editado uno de sus trabajos referidos a Santa Fe la Vieja y que me entregaría pertinente folleto…

Ese gesto espontáneo y generoso es una contribución más a la educación permanente y por ello, reitero aquí lo que estoy leyendo en la tapa: Jorge Reynoso Aldao / LOS INFUNDIOS, LA POLÉMICA Y LOS AMIGOS DE SANTA FE LA VIEJA. / Separata del / Libro AMÉRICA 15 / del CENTRO DE ESTUDIOS HISPANOAMERICANOS / 1999 SANTA FE (República Argentina) / (Editada con motivo del “50º Aniversario del Descubrimiento de las Ruinas de Santa Fe la Vieja).  [91]

Al pie de la primera página… “Jorge Reynoso Aldao: Periodista y Delegado en Santa Fe del Fondo Nacional de las Artes. Miembro Fundador de la Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja y del Centro de Estudios Hispanoamericanos.”

“Los infundios, la polémica y los Amigos de Santa Fe la Vieja”

Mientras fueron apareciendo tejas rotas y trozos de cerámica de reconocidos formatos, las cosas iban bien.  La gente de la zona ya había asimilado el afán científico de Amelia Larguía de Crouzeilles, distinguida dama santafesina cuya vocación arqueológica se había volcado en publicaciones en la década del ‘30 y que hasta su más avanzada edad recogía, coleccionaba y clasificaba restos de alfarería indígena hallados en las riberas del Arroyo Leyes.  Al igual que los círculos más informados la asociaban con los estudios antropológicos y etnográficos efectuados por María de las Mercedes Constanzó en la Isla Tejas de nuestra provincia.  [92]

Empero, la situación se complicó al exhumarse osamentas y esqueletos humanos en buen estado de conservación.  Fue entonces cuando empezamos a oír de labios de Agustín la frase con que evocaba la conmoción que lo sacudió ante el hallazgo: “¡Ahora sí que estoy salvado; esto es muy importante porque confirma lo que vengo sosteniendo”.  Contaba en ese momento con 53 años de edad.  Negritas aquí

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Me han convocado a atestiguar en este cincuentenario de aquel acontecimiento vivido por Agustín Zapata Gollán.  Quien, a medida que iba desenterrando restos y vestigios, conjugaba cada descubrimiento con la compulsa documental.  De ese modo, las presunciones, las conjeturas, los atisbos, y los indicios se fueron confirmando con la consulta de las actas escriturales del asentamiento establecido por Juan de Garay.

Agustín se había propuesto una meta de arduo camino: precisar la ubicación del primitivo poblado, por entonces desvanecido por los siglos. Aquél que ciertas referencias hispano-coloniales nombraban Pueblo Viejo, Santa Fe Viejo y al que Zapata Gollán impuso el renombre definitivo de Santa Fe la Vieja, a medida que iban saliendo los residuos de la vida cotidiana y se confirmaba su protagonismo en el afianzamiento poblacional de esta tierras sudamericanas.

Las afanosas investigaciones de Agustín reconocían las tesis precursoras de Manuel Cervera, Ramón J. Lassaga, Juan Álvarez y Augusto Fernández Díaz. También se hacían eco de difusas tradiciones orales. Entre éstas, una muy arraigada en el alma criolla de un maestro primario de artes y oficios, parco de palabra, enjuto, más bien alto y cetrino: el respetado “maestro Faustino San Juan”. Era “amante de lo nuestro” y cada 15 de noviembre llevaba a sus alumnos de una escuelita de Santo Tomé a pasar un día de campo en Cayastá; mostrándoles las lomadas que perfilaban el lugar donde había estado Santa Fe, según un relato de sus antecesores, cual leyenda nativa.

Como es por demás sabido, los primeros rastreos en las inmediaciones de Cayastá -y aún conatos exploratorios en el ejido urbano de dicha localidad- no fueron atendidos ni comprendidos; y, por cierto, tampoco compartidos por los escasos santafesinos aficionados al pretérito o a indagar las tradiciones más remotas del terruño. Asimismo que fueron elusivos los poquísimos que podrían desvelarse inquisitivos sobre las escrituras de letra “encadenada” que dormían en sus folios intonsos, en los obesos tomos, que se custodiaban celosamente en el Archivo de los Tribunales y en el Archivo Histórico (hoy Archivo General de la Provincia).

Acerca de los expedientes civiles y criminales del tiempo colonial que se encontraban en el subsuelo de la Casa de Justicia (calle San Jerónimo, entre General López y 3 de Febrero – Archivo de Tribunales), en noviembre de 1949 se produce una información periodística dando cuenta de que, en las reformas sancionadas y promulgadas a la Ley Orgánica de los Tribunales, se disponía darles destino definitivo, con pase al fondo documental del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, cuyo director era el Dr. Agustín Zapata Gollán.

En los fundamentos de la ley de reformas se hacía referencia a pérdidas irreparables de documentación histórica (“…la destrucción casi total del archivo de la Confederación Argentina… la pérdida de la mayor parte de las actas capitulares…        Se trata de salvar y proteger algo de inapreciable valor…”).

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A fines de agosto de ese mismo año 1949, varios miembros de la Junta Provincial de Estudios Históricos recorrieron el lugar de las excavaciones. El 30 de ese mismo mes, el gobernador de la provincia también visitó el lugar. En todos los casos, Agustín Zapata Gollán fue el guía erudito y entusiasta, afirmando que “posiblemente las ruinas descubiertas pertenecían a la iglesia de San Francisco, donde fue sepultada la hija de Garay y esposa de Hernandarias”. La noticia de las visitas y de las manifestaciones adelantadas por Agustín Zapata Gollán dio contenido a un comunicado oficial del Dpto. de Estudios Etnográficos y Coloniales en nota dirigida al ministro de Justicia y Educación (v. apéndice “El Litoral”, 1º de septiembre 1949)

Causa extrañeza de que en la referida noticia periodística no se especifican los nombres de los señores miembros de la Junta de Estudios Históricos de la Provincia que efectuaron la visita.

Tal vez, haya que buscar la explicación en el silencio de los integrantes de la prestigiosa corporación con relación al recorrido. O en algunas tensiones internas, por cuanto Agustín Zapata Gollán -incorporado a la Junta como miembro de número el 20 de diciembre de 1943- había renunciado, siendo aceptada su dimisión en la reunión del 5 de abril de 1946. Cabe señalar que Agustín se reincorporó, siempre como miembro de número, el 14 de junio de 1960.

La explicable actitud cautelosa de los historiadores pudo haber irritado a quien esperaba una definición de sus antiguos pares. Sin embargo, no está de más evocar la irresistible influencia de los sucesos de trascendencia internacional. El mundo occidental se dividía trágicamente: totalitarismo vs. democracias; guerra civil española; Segunda Guerra Mundial. Los analistas de aquellos años de fuego coinciden en la avasalladora repercusión en la manera de pensar y sentir de los argentinos: auge del revisionismo histórico, promovido por los intelectuales nacionalistas que indagan acuciosamente para precisar “la identidad nacional”; bajo la fascinante influencia del “sangre y tierra” del romanticismo alemán, elaborado hasta la exasperación por el Nacional Socialismo germánico. Poco más tarde con la instauración del régimen corporativista implantado por el justicialismo-peronista, que caló profusa y profundamente en la conciencia nacional.

Es de anotar que el florecimiento del “revisionismo” en Santa Fe se canalizó en el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas; generándose divergencias y enfrentamientos en el seno de los profesores secundarios y universitarios y hasta en el magisterio de las aulas primarias. Por momentos esas discrepancias fueron abiertas y frontales; pero en su mayoría fueron inconfesas, oblicuas y asordinadas.

Atravesar el desierto

 

Agustín era de talante católico-liberal. Había militado en política: fue Intendente Municipal de Santa Fe, designado por el gobierno Demócrata Progresista del Dr. Luciano F. Molinas. Y a modo de víctima propiciatoria de una “interna” partidaria fue sometido a un proceso judicial del que resultó sobreseído. Pero en el transcurso de la causa sufrió injusta detención y, como secuela, soportó un marcado ostracismo inmóvil dentro de su enclave prejuicioso del barrio sur santafesino. La muerte de su único hijo -el Negrito Zapata- a los 12 años, en la pileta de natación de la quinta Piquete del Colegio de la Inmaculada, de los PP. Jesuitas, en noviembre de 1936 doblegaron su fortaleza espiritual. Recluido en el ámbito doméstico, recibió lecciones del grabador y pintor Sergio Sergi, iniciándose en el arte de la xilografía. Expuso en las galerías Viau y Nordiska, de Buenos Aires, envió sus obras a exposiciones europeas y de los EE.UU., culminando sus logros con la denominada “serie del Cristo”, que celebró la crítica porteña. Destacado por premios de orden nacional e internacional fue adquiriendo notoriedad en su disciplina, de la que nunca se alejó como refugio de su peripecia existencial. En 1963, el sello Ellena, de Rosario, editó una carpeta titulada “Diez Xilografías originales de Agustín Zapata Gollán” (ahora casi inhallable).

La creación administrativa del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, por decreto del gobernador Manuel M. de Iriondo, refrendado y promovido por el ministro del ramo Prof. Juan Mantovani (1940) renovó su confianza en sí mismo, pero a la vez le renovó la inquina de sus antiguos correligionarios demoprogresistas que lo tacharon de “colaboracionista con el régimen del fraude” (apelativo acuñado en la lucha política contra el régimen conservador imperante). Por invitación de la Universidad Nacional de la Plata, había iniciado una cátedra libre en el afamado Museo científico de la capital bonaerense. Con ese telón de fondo, Agustín reanudó sus estudios de historia americana. Viajó a Lima en 1939, exponiendo sus xilografías e investigando en los archivos coloniales las conexiones de Santa Fe con el Alto Perú en el período hispano-colonial.

De regreso, tuvo la sensación de que tenía que predicar en el desierto, en su propia ciudad. En prolongadas charlas de sobremesa, se franqueaba con sus amigos de toda la vida: Miguel Ángel Correa (Mateo Booz), Horacio Caillet-Bois, Nicanor Molinas, Amador Alberto, Carlos López Pianello, Carlos E. Carranza, Carlos Sarsotti (h), como así con profesores y artistas plásticos de la Escuela Provincial de Bellas Artes (que ahora lleva el nombre de Prof. Juan Mantovani), donde dictaba clases. De cuando en cuando daba conferencias o publicaba notas periodísticas en La Nación y El Litoral, difundiendo el conocimiento de Gonzalo de Berceo, el Arcipreste de Hita, el Arcediano Martín Barco Centenera…

Sus libros y folletos -que antes del descubrimiento ya eran una veintena- solían colmar el comentario admirativo de los muchachos de nuestra generación. Y, entre ellos, concitaba el encendido interés de Hernán Busaniche (1914-1957) por entonces joven arquitecto, recibido meses antes en la Universidad de Buenos Aires. Hernán era un fiel seguidor de los “Apuntes sobre la fundación y desarrollo de la ciudad de Santa Fe” (Imp. de la Provincia, Santa Fe, 1923) de los que era autor su padre: el Dr. Julio A. Busaniche, quien resumió la posición de Lassaga, Cervera y Juan Álvarez. De vez en cuando, nos reuníamos en el estudio de arquitectura de Hernán, calle San Jerónimo al 1800, y el amigo nos acicateaba la “santafesinidad”, reclamando nuestro apoyo a la investigación emprendida por Agustín, en quien reconocíamos al escritor galano, al experto xilógrafo, al estudioso de la antropología, la etnografía, la arqueología. Y en el que adivinábamos una inquebrantable honradez intelectual y una pasión dominante de americanista en pos de esa noción inconmensurable que trataba de apresar con una de sus frases predilectas: “la impronta de España en América”.

La acendrada vocación historiográfica de Hernán Busaniche, plasmada en su libro “Arquitectura de la Colonia en el Litoral” (edit. Castellví, Santa Fe, 1941) y en artículos periodísticos y en el Boletín del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, nos iba induciendo a una toma de posición y de apoyo a la obra iniciada por Agustín. En varias oportunidades, el dinámico arquitecto había recalado en el precario obrador en el ámbito de las excavaciones, manteniendo diálogos amistosos en la casilla de madera, junto al río, que era el precario Destacamento de la Subprefectura, a cargo de un solitario y prescindible marinero, en Cayastá. Así fue cómo, guiados por una sana curiosidad, nos aventuramos una y otra vez por el camino de la Costa, de huella profunda y pantanosa; o entre nubes de polvo, mosquitos y barquinazos que alargaban el trayecto conforme lo disponía el clima de temporada. Conscientes de que íbamos transitando el mismo paisaje que asombró la pupila de los precursores.

El pretexto de viajar al sitio de las excavaciones para “comer un asadito con Agustín” entrañaba, sin duda, un anticipo de nuestra toma de posición, definida a fuer de tácita. En cada “asadito”, Agustín nos participaba los hallazgos del subsuelo y la forma que conjugaba las dos investigaciones: la arqueológica y la documental. Al reintegrarnos a la rutina ciudadana evitábamos la pedantería del sedicente “informado” que todo lo sabe, y nos manteníamos en un jovial compañerismo junto al amigo campechano y sabio; que oscilaba su tarea entre su despacho del Dpto. de Estudios Etnográficos y Coloniales y el prolijo rastreo del subsuelo.

Agustín nos había orientado con generosidad intelectual durante la preparación de la “Muestra del Libro Santafesino”, habilitada el 30 de setiembre 1947 en los salones del Club del Orden (sede de San Martín y Juan de Garay), con mas de 1.300 volúmenes y un prolijo catálogo (hoy inhallable) editado por Castellví, con una xilografía de Agustín Zapata Gollán en la tapa (un libro abierto). Además de asesorarnos en el universo de los libros, que lo fascinaba, fue uno de los conferenciantes del evento, disertando en dichos salones sobre “Santa Fe en la literatura de la Conquista y la Colonia”, el 17 de octubre de 1947, a las 19.

Viaje a viaje, aprendimos a querer la región ribereña que habían transitado y trajinado los primeros santafesinos. Una zona de canoeros y pequeños agricultores, poblada con gente de a caballo. Por cuya revaloración venía bregando por años en sus artículos ilustrativos y coloridos publicados en “El Litoral”, aquel periodista combativo admirador de Zapata Gollán, “Teófilo Madrejón” (Antonio Leonhardt). Un andarín incesante del casi intransitable camino de la Costa (que ahora es la ruta provincial Nº 1, que lleva la denominación del seudónimo que él enarboló en su lucha por el progreso de su terruño).

Versiones disparatadas y difamación

A poco de exhumarse las primeras osamentas, esqueletos, trozos de vajilla, monedas y medallas religiosas, en una de las visitas a las ruinas nos enteramos con estupor que, en repetidas noches, manos anónimas colocaban y prendían velas en las tumbas que se iban descubriendo. Uno de los operarios que colaboraban en el paciente barrido y rastreo de la tierra le hizo saber “al doctor” (como lo llamaban con respeto los integrantes del equipo) que “las devotas del pueblo andaban como escandalizadas por lo que estaban haciendo con los finaditos”, habiendo pedido al cura párroco de Cayastá que intervenga para devolver los restos a sus sepulturas. La murmuración de pueblo chico afectó a Agustín, ex-alumno de los jesuitas del colegio Inmaculada (bachiller de 1912), católico crítico y casado con aquella católica ferviente, de vieja raigambre santafesina, que era Dora Gaydou Monasterio. Zapata Gollán intentó explicar las motivaciones científicas de sus excavaciones; pero no fue escuchado por un vecindario alzado en casi unánime repudio.

Llegó un momento que corría de boca en boca el verbo profanar, con sus implicancias de maltrato a lo sagrado y manejo irrespetuoso de las tumbas y sus postreros despojos. Hasta que una fría mañana de domingo, llegó al predio de los trabajos una procesión de sacerdotes y seminaristas, encabezados por el arzobispo Mons. Nicolás Fasolino. El coro de una veintena de estudiantes y profesores del Seminario Conciliar, todos revestidos de acuerdo al ritual, rezaron y entonaron responsos en latín en cada uno de los recintos eclesiales en los que se iban definiendo las huesas de los primeros pobladores de Santa Fe. Las voces se elevaron, asomándose por último a la barranca, cabalgando las ráfagas del viento costero que hacía pendular las albas, los roquetes y sobrepellices. Fue un oficio de réquiem indeleble para quienes acompañamos las preces a voz en cuello, procurando que nos oyeran los y las representantes del vecindario de Cayastá, que se plegaron con respeto al oficio de difuntos. Mientras, la pajarería costera ponía la música de la naturaleza.

La ceremonia aplacó escrúpulos y reclamos. Mas no totalmente. Por mucho tiempo después siguieron encendiéndose velas entre las ruinas. El agente policial a cargo de la vigilancia nocturna no confesaba sus resquemores y menos que trataba de pasar el susto, empinando el contenido de una botellita…

El rumoreo pueblerino fue aprovechado y exagerado por algunos personajes supersticiosos y trotaconventos que retorcieron el episodio hasta decir que las osamentas exhumadas eran un trucaje de restos llevados subrepticiamente de cementerios cercanos. Al cruce de tales infundios opusieron la verdad los operarios que compartían con Agustín la satisfacción de los hallazgos de la ciudad que yacía bajo el terreno explorado.

También salieron en defensa de la verdad de las excavaciones, con su categórica palabra de criollos, todos los que integraban el equipo de trabajo cuando las desconfiadas lenguas comarcanas echaron a rodar la patraña de que Agustín andaba buscando “el tesoro del conde”. Con referencia a un suceso criminal del que fue víctima el conde Tissières de Bois-Bertran, personaje de perfiles legendarios, que había comandado una exitosa empresa colonizadora en Cayastá y que terminó asesinado por unos bandoleros en su casa cercana al sitio donde, muchos años después, comenzaron las excavaciones. A cuya existencia laboriosa y mística el Dr. Ricardo Kaufmann dedicó una investigación de años, volcada en artículos periodísticos y un libro insoslayable para quien aspire a conocer el historial de la región.

El mejor antídoto contra este nuevo infundio se apoyaba en la vida austera de modesto estilo provinciano de Agustín Zapata Gollán, que lo alejaba años-luz de la tipología de los buscadores de “tapados”, ocultos durante el período hispano – colonial y en la época de las contiendas civiles de la organización nacional, en recónditos escondrijos (techos, muros de tapia o bajo el piso de solares antigua data).

Esta acumulación de disparates calumniosos, repetidos en ruedas de fogón y que la mala disposición de seudos historiadores alentó como ciertas, a fin de recusar las afanosas tareas arqueológicas no acobardaron a nuestro empeñoso investigador de la Santa Fe soterrada.

Con todo y pese a su fortaleza y su convicción de estar en el camino de la verdad, Agustín solía bromear, comparando su brega con el juego español de la cucaña. El que consiste en un palo alto, redondeado y untado de jabón o grasa; al que habían de trepar los más hábiles para ganar la recompensa depositada en la cúspide. Cada intento era un jolgorio en la aldea, porque al trepador de turno se le colgaban de los tobillos los más festivos, impidiéndole el ascenso.

Desde sus primeras indagaciones en los archivos locales y los coloniales de Lima (Perú) y en las posteriores consultas en los repositorios de Sevilla, Simancas y Madrid, Agustín perseguía una lectura clara y veraz de lo que fue el acontecer cotidiano – oficial y privado – de una ciudad hispano-colonial. En las tertulias de sobremesa, en el ámbito de las ruinas o en las posteriores vespertinas en el entonces flamante Museo Etnográfico, solía transmitirle mi parecer de que su obra culminaría al igual que la de Jerónimo Carcopino (1881-1970) resumida en su afamado libro “La vida cotidiana en Roma” (1939); o la del holandés Johan Huizinga (1872-1945) con su valioso estudio “El otoño de la Edad Media”, editado en 1918 y del que se han hecho traducciones y reediciones en castellano.

Empero, los acontecimientos acercarían más su peripecia con la que vivió, contrariando a los eruditos de toda Europa, aquel autodidacta y millonario Heinrich Schliemann (1822-1890), que quemó varias fortunas y su precaria salud en las excavaciones llevadas a cabo en procura de Troya. También Schliemann afrontó difamaciones y golpes bajos de los académicos. Hace al caso recordar que entre 1873 y 1890, numerosos investigadores, estudiosos de prestigio internacional, arqueólogos, expedicionarios y hasta aventureros de toda laya que buscaban la Grecia milenaria, discreparon en la ubicación de la Troya perdida: unos sostenían que había florecido a unos cuatro kilómetros del Helesponto; otros, que a trece.

Aquella controversia se basaba en una medidas del mundo antiguo llamadas “parasangas”. A las que algunos cartógrafos atribuían 600 mts., otros 720 y hasta hubo quienes sostuvieron que eran de 1.308 mts. Se apoyaban en las referencias de Homero, Heródoto, Jenofonte y vestigios aparecidos en Mileto. La culminación casi triunfal de los afanes de Schliemann fue la ubicación definitiva en la actual Hissarlik (Turquía).

Heráclito de Efeso dejó escrito: “Pólemos, el combate es el padre de todas las cosas”. Sin aceptar de plano tal aporía del pensador griego, lo cierto es que las pasiones encendidas por los difamadores y los contradictores, fue el amargo acicate de los trabajos de Zapata Gollán; y que en torno de las ruinas de Cayastá se originaron enconos similares a los suscitados por la búsqueda de Troya.

Con un mundo en la cabeza

“La impronta de España en América” era el acertijo que lo encandilaba. Pudo asentar el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales en un destartalado caserón de la calle 25 de Mayo al sur. En ese ámbito inadecuado se aplicó a clasificar unas piezas mastodónticas aparecidas cuando se construyó en nuevo puerto santafesino (el actual). Haciendo pie en esas oficinas improvisadas, inició extensas recorridas ribereñas en un viejo lanchón. Recogió centenares de piezas de alfarería indígena y medio millar de testimonios orales del vocabulario mocobí-guaraní y de leyendas folklóricas de remota gestación hispánica. Los resultados de estos trabajos de campo los fue publicando en el Boletín que editaba regularmente con el sello del organismo provincial que dirigía. Tales publicaciones concitaron el interés de acreditados especialistas en ciencias del hombre de las tres Américas, como así de renombrados hispanistas europeos. En sus expediciones ribereñas descubría en cada topónimo regional, en el refranero y en las improvisaciones de los últimos payadores lo que había sido el alma de la Conquista, con sus luces y sombras. Junto al atril de su mesa de trabajo, donde apoyaba los tomos de las antiguas escrituras, escudriñando las líneas “encadenadas” y profusas en apócopes y abreviaturas ignotas, a través del encaje de algunas páginas caladas por la tinta ferrosa, presentía la palpitación vital de aquellos alucinados y descomunales personajes que habían trillado los caminos de “las Indias” (como eran conocidas y las llamaba Cervantes). De aquellos sujetos que habían abandonado sus alquerías hambreadas y desmedradas, echándose a la mar, apretujados en el vientre de las carabelas y bergantines, indigentes de fama; impulsados por el mandato evangelizador, la concupiscencia y la codicia implacable del oro y de la plata. Aquellos que le dieron al mundo el hemisferio que le faltaba…

Con ese mundo en la cabeza Agustín, surca las aguas arriba y abajo, entre los afluentes y tributarios del legendario Paraná Medio. Presiente la epopeya de Gaboto, relee la extensa carta de Luis Ramírez, escrita en Sancti Spiritus. Una y otra vez, recala en Cayastá y hace noche en la casilla de madera y zinc, huésped del olvidado marinero. ¿Quién había indicado el sitio exacto donde el gobierno de Mosca levantó el monolito, coronando un albardón, asomado a la barranca, sobre el río de los Quiloazas?. Algunos colonos guardaban como reliquias pedazos de cerámica de una vajilla coloreada en azul; un trozo de metal que pudo ser una espuela y unas medallitas que los abuelos dijeron haber encontrado al arar cerca de esos albardones y lomadas. También le advirtieron que solía aparecer “la luz mala” en esos potreros. Cierta noche, lo sorprendieron luces fugaces cerca del monolito y donde él conjeturaba que estaría la ciudad sepulta.

Vacilando entre la duda y la esperanza, tiró abajo el monolito y con un par de peones hizo cavar una larga zanja paralela a la costa. Aparecieron pedazos de utensilios que podrían ser de labranza del siglo anterior. Hasta que a fines de agosto de 1949 aparecieron restos humanos, esqueletos enteros, con las manos sobre el pecho, en piadosa posición. También medallas franciscanas, palmatorias, algunas figas (el pulgar apretado entre el índice y el dedo medio, haciendo el gesto del “vade retro satanás”). Trabajando en rasero, barriendo suavemente la superficie, sacando exiguas paladas de tierra y pasándolas por un cernidor, se fue definiendo el trazado perimetral de la porción inferior de los muros de tapia de la que se adivinaba la iglesia y convento de San Francisco. Dentro del perímetro: montones de tejas enteras o rotas, de gran tamaño que se fueron acumulando al derrumbarse los techos.

Por entonces, dirigió varias comunicaciones al P.E., a medida que iba determinando las ruinas perimetrales y vestigios de otras iglesias y de sus respectivos enterratorios: Santo Domingo, La Merced… Los indicios le permitieron aventurar que los derrumbes de la barranca socavada por las crecidas habían arrastrado los restos del templo de los jesuitas y de la iglesia Matriz.

Los dictámenes de los expertos en numismática, antropología y etnografía iban confirmando la autenticidad del hallazgo. Así lo celebrábamos el núcleo de amigos. Hasta que en una nota publicada en El Litoral del viernes 6 de enero 1950 nos anoticiamos de un artículo aparecido en la revista “La ingeniería”, Nº 887, del año 1948, firmado por el ingeniero Nicanor Alurralde, contradiciendo la tesis que Zapata Gollán confirmaba a diario en sus hallazgos del subsuelo y sus compulsas documentales. (V. apéndice).

En julio de 1952, la Junta Provincial de Estudios Históricos se expidió sobre la posición del Ing. Alurralde, solicitando al gobernador que, para salvar definitivamente la dificultad planteada, se designe una comisión especial…” (V. apéndice).

Amigos de Santa Fe la Vieja

Como lo saben muy bien los jueces de todas las naciones, fueros y latitudes, el testimonio es saltuario. La memoria testimonial va y viene por el desván de los recuerdos, soslayando la lógica y los tiempos, a fuer de sincera y voluntariosa.

A esa ley reminiscente, no escrita pero que es de hierro, me resulta imposible escapar. Empero, tengo bien presente que entre los años 1952 a 1954 la discrepancia del contradictor ing. Alurralde se torna enconada, reiterativa en su argumentación mono-tecnocrática y cada vez más alejada de los hechos fuertes de los hallazgos.

El diario El Litoral acoge generosamente las evidencias con las que responde Agustín Zapata Gollán; en tanto que el matutino El Orden brinda espacio y titulares de catástrofe a las argumentaciones del impugnante Alurralde y de un par de espontáneos que saltan al ruedo, como es el caso del arq. David Berjman, funcionario de Vialidad de la Nación en la delegación santafesina, y del periodista Natella. (Véase el apéndice adjto., ordenado cronológicamente).

Al releer las notas y artículos del ing. Alurralde, se percibe que en su corazón está anidando ese espeso sentimiento que los griegos llamaban la “hybris”. Del adagio latino “Calumniare fortiter adhaerebi” proviene el proverbio “Calumnia, que algo queda”, utilizado por Bacon y al que apeló Voltaire en célebre carta a Condorcet. El “venticello” del aria de “El Barbero de Sevilla” devino en vendaval de comentarios, desmentidos y algunas divagaciones fantasiosas.

Fue entonces que el núcleo de fieles seguidores de Agustín decidimos institucionalizar nuestra adhesión. El domingo 5 de julio de 1953, a las 15, firmamos el acta formal, en lo que había sido – ya sin dudas – el atrio de la iglesia de San Francisco y su convento contiguo, en las ruinas descubiertas.

Se resolvió “establecer una agrupación con el propósito de propender al conocimiento del significado espiritual que tiene para todo americano el descubrimiento de las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe”; “fomentar las investigaciones históricas y arqueológicas relacionadas con dichas ruinas por todos los medios a nuestro alcance”; “asentar en una próxima reunión, las bases de la entidad… encomendar el cumplimiento de estos propósitos a los señores Dr. Mario J. de Olazábal Sandaza, Dn. José María Candioti y Jorge V. Reynoso Aldao, quienes determinarán la fecha y lugar en que se realizará la reunión constitutiva”.

No puedo olvidar que dicha acta fue escrita por mí, en papel de oficio con letra de agua “Histonium” en una trajinada maquinita portátil “Royal”. Basta consultarla para contar los 18 primeros firmantes, que estábamos presentes en el sitio. Así comenzó una empeñosa tarea colectora de firmas de vecinos de Santa Fe y del Departamento Garay. Tarea que llevamos adelante los tres designados con cierta indignación y no desmentido entusiasmo de prosélitos. En algo más de veinte días, conseguimos unas ciento ochenta firmas. Las visitas fueron bien recibidas en su mayor parte, por cuanto la gente se hallaba concientizada por la andanada de artículos periodísticos que se sucedían mañana y tarde, en los diarios referidos. Con esa base, pudimos conformar la asamblea formal constitutiva del 5 de agosto 1953, en la sala de sesiones del Consejo Superior de la Universidad Nacional del Litoral, cedida con amplitud criteriosa por el entonces rector, Dr. Raúl N. Rapela. El senador provincial por el departamento Garay, don Francisco Bieri se desempeñó como presidente provisorio y luego de aprobarse el estatuto, se eligió la comisión definitiva, presidida por el arzobispo Mons. Nicolás Fasolino. Invitándose a ingresar al recinto al Dr. Agustín Zapata Gollán, quien pronunció palabras de reconocimiento.

La formación de dicha asociación fue tomada por el ing. Alurralde como un procedimiento reprochable. Y así se lo hizo saber a Mons. Fasolino en una entrevista pedida por carta por el arzobispo, que tuvo lugar en Buenos Aires y en la que el ing. Alurralde responsabilizó al prelado por ser el presidente de la entidad. (V. apéndice, El Orden 28 diciembre de 1953).

El elevado voltaje de la controversia había culminado con la publicitada asamblea constitutiva. Monseñor Fasolino aconseja a los asociados que no “arrimen más leña al fuego…”. Sobre todo porque el ing. Alurralde comunica al P.E., de la provincia que ha sido comisionado para realizar excavaciones cerca de Helvecia por resolución de la Dirección Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas del Ministerio de Asuntos Técnicos de la presidencia de la Nación; y pide permiso al gobierno santafesino para iniciar su proyectada tarea. (v. apéndice: El Litoral 6 de octubre 1953 y El Orden 7 de diciembre 1953). Nos resultó evidente que el ing. Alurralde había gestionado “una orden de arriba”, fórmula lingüística al uso dentro de la rigidez disciplinaria del régimen peronista que iba endureciendo su tirantez política. El gobernador Caesar y su ministro Luis Sobrino Aranda habían apoyado abiertamente los trabajos de Agustín, edificando el Museo Etnográfico, inaugurado meses antes.

Las andanadas de Alurralde prosiguen en 1954 y 1955. Desde su posición política en el organigrama del partido gobernante, difunde la especie de que “la oligarquía santafesina apoyaba a Zapata Gollán para ratificar linajes y blasones de origen hispánico”. Infundio que hace correr de boca en boca, politizando la polémica.

No creo necesario evocar la conmoción político-social que significó el golpe militar de 1955. En lo que hace a las ruinas, congeló la discordia y se reveló que las máquinas viales que trabajaban en la pavimentación del camino de la Costa, estaba instalando un obrador a menos de 30 kilómetros de las ruinas y que el trazado de la ruta afectaba los trabajos de excavación hasta pasar por encima o a tan escasos metros que, en el mejor de los casos, el yacimiento arqueológico quedaba en la banquina. Los Amigos de Santa Fe la Vieja – en su mayoría opositores al régimen peronista y luego integrantes del nuevo gobierno, en diferentes cargos o posiciones políticas de proximidad – se movieron con celeridad para que se modificara el proyecto a ejecutarse. El resultado positivo es el que finalmente se concretó. De tales gestiones no han quedado testimonios escritos que yo conozca. Aún cuando supongo habrá algunos planos corregidos en el archivo de Vialidad, a la que se hallaba vinculado el Ing. Alurralde por haber desempeñado en esa repartición cargos jerarquizados durante muchos años anteriores a la polémica.

En los diarios La Razón, La Prensa, La Nación y El Litoral del 24 de agosto de 1956 se informa que la Academia Nacional de la Historia había aprobado un proyecto de pronunciamiento definitivo, resumido por el académico santafesino Leoncio Gianello, basándose en el dictamen de julio de 1952 de los académicos de número R.P. Furlong y Raúl A. Molina (V. apéndice). Para nosotros, los Amigos, tal pronunciamiento ponía punto final a la enojosa contienda. Y con esa alegría, asistimos a la cena ofrecida al Dr. Zapata Gollán en el Club del Orden.

“ El Litoral, viernes 26 de septiembre 1956.

Fue homenajeado en el Club del Orden el Dr. A. Zapata Gollán.

Anoche se realizó en el Club del Orden la comida de homenaje al Dr. Agustín Zapata Gollán, a raíz de haber confirmado su tesis sobre la vieja Santa Fe la Academia Nacional de la Historia.

Ofreció la demostración el Arq. Hernán Busaniche, presidente del club, quien se refirió a la tormenta que arreció tratando de destruir esa tesis, valiéndose de todos los medios y a la movilización de los amigos de Zapata Gollán. Expresó que el fallo de la Academia Nacional de la Historia pone punto final, dentro de la polémica seria, al largo debate promovido. Exaltó luego la personalidad de Zapata Gollán como escritor y xilógrafo, como estudioso de tipos y costumbres, animales y plantas; como historiador y como artista. Pero, el hallazgo de la ciudad perdida es, sin duda, dijo, su gran empresa.

El discurso de Zapata Gollán.

El Dr. Zapata Gollán comenzó diciendo que el homenaje tenía para él una trascendencia que iba más allá del ámbito personal y afectivo para abarcar un aspecto de la vida social: el interés de la ciudad por los asuntos relacionados directa y exclusivamente con la cultura. Expresó su reconocimiento, recordó que hacía seis años se habían reunido alrededor de la misma mesa para celebrar el resultado de los primeros trabajos de exploración, oportunidad en que el Dr. Bernardo de Diego pronunció palabras conmovedoras como ahora terminaba de hacerlo el arquitecto Busaniche.

Se refirió al llamado problema de Cayastá y expresó su reconocimiento a quienes dieron un paso al frente para hacer oír la voz de la verdad.

“El ingeniero Augusto Fernández Díaz, profundo conocedor de nuestra historia a través de la copiosa documentación que guardan nuestros archivos y el Archivo de Indias, sobre la ciudad vieja. El incansable, tenaz y erudito ingeniero Nícoli, con sus profundos estudios sobre la ubicación y los límites de la fundación de Garay; el presidente de la Junta Provincial de Estudios Históricos, Monseñor Dr. Nicolás Fasolino; el Dr. Federico G. Cervera, Hernán y José Carmelo Busaniche, el Dr. Mario de Olazábal y José María Candioti, en distintas disertaciones o publicaciones periodísticas. Los doctores Fester y Recamán con el análisis químico del material arqueológico exhumado de las ruinas; los miembros de la Academia Nacional de la Historia, Padre Guillermo Furlong y Dr. Raúl Molina, como el Dr. Roberto Levillier, autoridades indiscutibles en el país sobre el período colonial; el capitán de navío D. Humberto Burzio, miembro distinguido de la Academia Nacional de la Historia y eximio numismático que realizó un detenido estudio de las medallas y monedas de la ciudad vieja; y entre los miembros de la Sociedad Argentina de Antropología, que estudiaron las ruinas y el material arqueológico y antropológico descubierto, su presidente, el profesor Salvador Canals Frau, el Dr. Joaquín Frenguelli, el Dr. Alberto Rex González y el profesor Enrique Palavecino. El profesor Aurelio Z. Tanodi, profesor yugoeslavo contratado para dictar la cátedra de paleografía en la Universidad Nacional de Córdoba, que realiza un interesante estudio sobre “Las inscripciones en las ruinas de Cayastá”; y entre los que se dirigieron en vano al gobierno de la provincia señalando la importancia del descubrimiento de la ciudad vieja, además de algunos de los nombrados, el profesor Dr. José Imbelloni, que fue director del Museo Etnográfico de Buenos Aires y profesor extraordinario de Antropología en la Universidad Nacional de la misma ciudad, cuyo prestigio de hombre de ciencia, como el Dr. Frenguelli, y del profesor Canals Frau ha trascendido hasta los centros científicos más importantes de América y de Europa; el Dr. Osvaldo Menghin, ex-rector de la Universidad de Viena y profesor contratado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y el presidente de la Sociedad Argentina de Americanistas, don Luis Alfonso.

“Pero la opinión de estos estudiosos llegó hasta el pueblo, aunque sin conmover las esferas oficiales de aquellos años, por medio, especialmente, de “El Litoral” cuyas columnas estuvieron siempre al servicio de la verdad histórica y científica con el apoyo decidido de sus directores Riobó Caputto y Enzo Víttori, a quienes me complace también expresarles ahora públicamente mi reconocimiento, pues sin ellos, la acción llevada para desorientar la opinión pública, no hubiera encontrado, como encontró, la réplica inmediata, documentada y justa, que contrarrestara los efectos de una permanente y espectacular campaña.

“Por último no debo olvidar a los que en los momentos más difíciles formaron la Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja. Por todo lo que significó su organización, precisamente en el período en que la campaña contra los trabajos en Cayastá era más desleal y enconada, va mi más profundo y conmovido agradecimiento que hago llegar a todos sus miembros, por medio de sus activos organizadores, Jorge Reynoso Aldao, José María Candioti, Carlos Sandaza Iturraspe, Mario de Olazábal, Enrique Ariotti y el infatigable ingeniero Nícoli y Hernán Busaniche.

“Todos este importante movimiento de opinión alrededor del descubrimiento de las ruinas de Cayastá, significa, sin duda ninguna, la preocupación de los santafesinos por los temas relacionados con la cultura.

“La ciudad ha encontrado su cuna. Ahí están, descubriéndose casa por casa las que fueron viviendas de sus primeros vecinos y entre los escombres, los restos de la vajilla, de las herramientas, y de los adornos que usaron; las medallas que devotamente llevaron sobre el pecho y que les dieron fortaleza y esperanza en los momentos de lucha y de tribulación y las monedas macuquinas acuñadas en la ceca de Potosí que de tarde en tarde llegaban en la talega de algún mercader perulero.

“Cuando se piensa en ruinas históricas, fatalmente vienen a nuestra imaginación las famosas ruinas de las culturas de Grecia, de Etruria, de Roma y del Egipto, con sus fustes de columnas, sus tímpanos y capiteles, sus muros de piedra, sus estatuas de mármol mutiladas; por eso es explicable que algún visitante de las ruinas de Santa Fe la Vieja, se desconcierte y desilusione ante el espectáculo que descubren sus ojos. Muros y cimientos de tierra apisonada y montones de pedazos de tejas y de ladrillos; algunos fragmentos de piedras de molino, de las primitivas atahonas, colocados, a veces, como umbrales en las puertas de las casas; y en la nave de las iglesias, los restos humanos: el esqueleto en algunos sepulcros, en otros, sólo el cráneo o fragmentos de los huesos largos. Ni sarcófagos policromos como los de Egipto, ni ajuares fúnebres como en el Imperio de los Incas.

“Sin embargo, a pesar de esa aparente pobreza, las ruinas de la Vieja Santa Fe constituyen, y lo han dicho ya los hombres de ciencia que las han visitado, una riqueza inestimable para los estudios que se inician, precisamente en Santa Fe, relacionados con la arqueología del tiempo de la colonia.

“Desde el punto de vista histórico, no sólo sirven las ruinas descubiertas de confirmación a la tradición transmitida a través de tantas generaciones de santafesinos, sino que por ellas volveremos a estudiar los orígenes de nuestro pueblo: la importancia de Santa Fe en la conquista criolla del Río de la Plata; las vinculaciones de nuestra historia con la historia del Perú, de la actual Bolivia, de Chile, del Paraguay, del Uruguay y del Brasil; los indios y los negros en la vida del litoral; las chacras, estancias y vaquerías como origen de la grandeza agropecuaria del país; los mercaderes, pulperos y contrabandistas en la vida económica de la ciudad; las supersticiones, la magia y los amuletos entre los santafesinos; los oficios manuales y las herramientas; los maestros que enseñaron y los libros que se leyeron en la ciudad vieja… Y todos estos temas y muchos otros más, vinculados con la economía, con la formación espiritual y moral y con las costumbres y creencias del pueblo, no enfocados desde el punto de vista estrecho de campanario de la aldea, sino con una proyección y vinculación universal. No podemos estudiar la historia de una ciudad o de una nación desconectada de la historia general.

“Pero es éste sin duda un amplio panorama. Un plan vastísimo que exige la dedicación y el esfuerzo de las generaciones que vienen, pero que tiene en la aparente monotonía y pobreza de las ruinas de Cayastá, el principal aliciente y el más urgente y apremiante reclamo; y el mejor galardón en el apoyo y la simpatía de los santafesinos que saben retribuir con creces, como esta noche, para mí inolvidable, a los que dedican un esfuerzo por la cultura de su pueblo.”

En las disputas teologales y doctrinarias de la Iglesia Católica la última palabra la tiene el Papado. Por siglos, siempre se apelaba a la autoridad vaticana, que se expedía en forma definitiva. Y es así como los teólogos acuñan el proverbio latino “Roma locuta causa finita”.

Al pronunciarse la Academia Nacional de la Historia, la disputa en torno a las ruinas de Cayastá tuvo punto final. Con tacto y conocimiento de las tormentas pasionales que agitan las almas, el presidente de los Amigos apaciguó las aguas, espaciando las reuniones y sugiriendo a Zapata Gollán que prosiguiera sus estudios y excavaciones, estimulado por la resolución del máximo organismo de las investigaciones históricas. A esa política de apaciguamiento contribuyó con su visita el cardenal Antonio Caggiano, arzobispo de Rosario y miembro de número de la Academia Nacional de la Historia.

En la tarde del martes 23 de octubre de 1956 Agustín Zapata Gollán se incorporó a la Academia Nacional de la Historia como miembro correspondiente en Santa Fe, presentado por la palabra autorizada del académico de número R. P. Guillermo Furlong, quien dijo que la Academia “se enaltece recibiéndolo en su seno”.

Corresponde hacer notar que la normativa de la referida Academia exige constituir domicilio en la Capital Federal y residir en el mismo, con constancia de la seccional de policía para que un candidato sea propuesto a uno de los sillones numerados e incorporarse como académico de número. Agustín percibía un reducido emolumento en la dirección del Museo y no contaba con bienes de fortuna. Habitaba en la casa de calle San Martín 1758, que su mujer poseía en condominio con tres hermanas solteras, como herencia materna. Al morir su único hijo, a fines de 1936, el matrimonio abandonó el caserón del barrio sur, en calle Entre Ríos y San Jerónimo, donde quedó la bien provista biblioteca del escritor y político Floriano Zapata (tío carnal de Agustín) el correspondiente mobiliario y los trebejos de grabador. Una familia de cuidadores fueron custodios por más de 50 años. Empero, Agustín no volvió a entrar a la casa donde se había realizado el velatorio del Negrito. Y cuando sintió aflorar su vocación de xilógrafo o tener la necesidad de consultar algún libro del acervo de la biblioteca en el caserón abandonado, pedía a alguno de los empleados del Museo, por los que sentía afecto casi familiar, que ingresaran al edificio desocupado y le procuraran lo que les indicaba. Por lo demás: nunca ejerció la profesión de abogado, para la que estaba capacitado por haberse doctorado en Derecho y Ciencias Sociales de la vieja Universidad de Santa Fe. Las cátedras en la Escuela Provincial de Bellas Artes no le redituaban mayormente; lo mismo debe decirse de la de Sociología que desempeñó por un tiempo en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de Litoral. En consecuencia, no estaba a su alcance la compra de una propiedad en Buenos Aires, aunque fuera para llenar la formalidad de la Academia, como suele ocurrir en el ámbito de otras corporaciones académicas.

Las tertulias del atardecer

En su despacho del Museo Etnográfico, inaugurado en mayo de 1952 merced a la generosa decisión de aquel ministro de Obras Públicas del gobierno justicialista del Ing. Juan H. Caesar, el también Ing. Luis Sobrino Aranda, solíamos reunirnos en amables tertulias vespertinas.

La vastísima cultura de Agustín Zapata Gollán se prodigaba en chalas informales, en las que coincidíamos en descifrar “la impronta de España en América”; hablando de Alfonso Onceno, llamado el Sabio, del Marqués de Santillana y el conde Lucanor, de Gonzalo de Berceo y el arcipreste de Hita, el Cid, Cervantes, Quevedo, la cartografía medieval (portulanos y planisferios, etc.) de aquel Jacobo o Giacoppo de Vorágine, y los libros de letras iluminadas que interpretaban el Apocalipsis, entre lo que admirábamos al llamado “beato de Liébana” que Agustín había tenido en sus manos en el convento español que lo guarda como su bien más preciado.

En el verano, la tertulia sentaba sus reales en la escalinata del museo o en el predio de atrás del edificio con vista al parque y al lago.

La gente de artes y letras que arribaban a nuestra ciudad, solían ser invitados a visitar las ruinas, formando los Amigos en la comitiva que culminaba con pescados y empanadas en el quincho de las ruinas, donde Agustín proseguía sus tareas. Para los visitantes, la recorrida de las ruinas con ese guía de excepción que era el propio descubridor, se convertía en recuerdo imborrable. Manuel Mujica Láinez promovió que la Academia Nacional de Bellas Artes, a la que pertenecía, donara una magnífica cerámica ( del acreditado taller porteño-catalán de Arranz) cuyo texto manuscrito reproduce la letra autógrafa del celebrado escritor argentino. José María Paolantonio, impulsor y protagonista del movimiento teatral independiente santafesino, pasó más de dos semanas alojado en la casa donde vivía y trabajaba Agustín, con el propósito de ambientarse y documentarse a fin de escribir una obra de teatro, que tituló “Los Siete Jefes”.

De cuando en cuando, algún integrante de los Amigos “nos dejábamos caer” a las ruinas para reanudar y abrevar en las conjeturas eruditas que Agustín nos transmitía con gracejo y natural campechanía. Nos inquietábamos con él ante las crecidas del Paraná, con la amenaza de que las aguas socavaran, una vez más, la barranca, llevándose las ruinas de los muros sacados a luz en la porción inferior de las viviendas abandonadas al cumplirse la “trasmuta” de la ciudad. Otra inquietud que compartimos con alarma fue aquella de la invasión de los anguyá o túcu-túcu (un ratón de campo estudiado por Azara, de unos 30 ctms. de largo, color castaño amarillento y larga cola de 14 ctms.). La invasión de los roedores era devastadora. Cavaban galerías y cuevas a apreciable velocidad, colmando de pequeños túneles todo el subsuelo del yacimiento arqueológico; amenazado de completa destrucción por las cuevas soterradas. El accionar de tales depredadores se percibía como un redoble soterrado y multiplicado, por el que la gente de campo les había impuesto el nombre de túcu-túcu por aplicación onomatopéyica. Ya se estaban produciendo pequeños derrumbes bajo las patas de los caballos o de las pisadas humanas. La erradicación de la plaga exigió el combate de organismos competentes provinciales.

Un suceso auspicioso fue la buena predisposición de la OEA (Organización de Estados Americanos) gestionada por mi primo el Dr. Raúl Quijano Aldao, quien era embajador argentino ante dicho organismo internacional. A través de su buena voluntad y la de funcionarios que lo sucedieron, logramos hacer pie y lograr que enviaran a un arqueólogo, el Dr. Humberto Rodríguez Camilloni, quien residió en Santa Fe y en las ruinas hasta producir su informe sobre “Puesta en valor de las ruinas de Santa Fe la Vieja”. En dos o tres oportunidades, Rodríguez Camilloni volvió a visitarnos. Posteriormente vino una arqueóloga y etnóloga de la Northwestern Universiy de los EE. UU., la Dra. Jane Buikstra quien llegó a determinar la dolencia de la que habían fallecido los primeros pobladores, por medio de un estudio de las osamentas. Empero, fue ella quien aconsejó no continuar exhumando esqueletos, y menos intentar conservarlos con goma laca – como se había hecho – por cuanto se corría riesgos de que se quebraran y fueran destruyéndose. La ayuda más efectiva de la OEA se dio entre 1976 y 1986, con erogaciones para costear el asesoramiento de especialistas; más no entraba en los planes del organismo la defensa de la barranca, ni tampoco ayudas financieras para la conservación de restos humanos o de los utensilios exhumados.

Otros impulsos

En abril de 1973 se fundó en el Museo la Asociación Conmemorativa de la Primera Yerra en el Río de la Plata, que atrajo el interés regional con los festivales anuales, realizados como multitudinaria fiesta criolla, de doma, comida y bailantas nocturnas. Esa actividad fue fomentada por Agustín, como medio idóneo para llamar la atención sobre la importancia del descubrimiento. La reseña de dicha entidad será expuesta en este ciclo por quien tiene a su cargo la presidencia de dicha Asociación.

Corresponde añadir que los amigos supimos compartir el regocijo de tales reuniones de campo, concurriendo año tras año, en la medida de nuestros compromisos personales. Mas considero de justicia señalar que los terrenos que alojaban dichos festivales eran próximos al predio de las ruinas, pero no afectaban la integridad del yacimiento arqueológico.

Ese mismo año de 1973 se inaugura el “museo de sitio” dentro de los terrenos de las excavaciones. Se trataba de un imperativo de los organismos mundiales en pro de la conservación y promoción de los yacimientos arqueológicos. Sin formular objeciones al Museo Etnográfico de Santa Fe, se aconsejaba levantar un edificio apropiado para acopiar los hallazgos e ilustrar al turismo en el mismo lugar de visita. El nuevo museo fue levantado gracias a aquel inolvidable integrante de los Amigos, el Ing. Horacio Risso Patrón, que desempeñó el ministerio de Obras Públicas durante el gobierno de facto del Gral. de División Guillermo Sánchez Almeyra.

Al filo de los 80 años, Agustín Zapata Gollán fue invitado por el Departamento de Estado de los EE. UU. para hacer un viaje cultural por puntos claves de la Unión. Fue una experiencia que lo compensó espiritualmente en sus últimos años.

El 6 de noviembre de 1975 se procede a refundar la Asociación Amigos de Santa Fe la Vieja, a la que se otorgó personería jurídica el 10 de febrero de 1976, con la presidencia del Dr. Mario J. de Olazábal. Los años de belicismo y polémica ya eran un recuerdo para los miembros más antiguos. El Museo Etnográfico había devenido en centro de gravitación cultural indiscutido. Conferencias, congresos de especialistas, seminarios, mesas redondas y charlas informales nos volvían a congregar y a reactivar la necesidad de mantener “el fuego sacro” referido a la cuna de Santa Fe.

Las fechas conmemorativas de la fundación de Garay, nos reunían nuevamente en el predio de las ruinas, compartiendo la emoción y la sana alegría de la mesa tendida. Durante la gestión de facto, el gobernador Vicealmirante Jorge Aníbal Desimoni expidió un decreto del PE: designando a Agustín Zapata Gollán como director vitalicio ad honorem del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales. Por esos días tenía a mi cargo una columna de misceláneas periodísticas en el diario El Litoral y titulé una de mis notas: “La posteridad asoma en un decreto”.

El 5 de octubre de 1981 se constituyó en el Museo Etnográfico el Centro de Estudios Hispanoamericanos, que retoma la antorcha de la difusión de las ruinas, el fomento de los estudios históricos en torno del yacimiento arqueológico, editando regularmente una revista-libro titulada “América”, que vino a reemplazar los Boletines de antaño.

En octubre de 1985 se constituyó en la Bolsa de Comercio una comisión de homenaje al Dr. Agustín Zapata Gollán, que en noviembre de dicho año cumplía 90 años de fecunda existencia. El Litoral volvió a hacerse eco del proyecto, al que adhirieron numerosas entidades. Y el presidente de la Bolsa, Sr. Oscar Sarsotti brindó apoyo incondicional, convocando a la ciudadanía, distribuyendo invitaciones, viajando a Buenos Aires para invitar personalmente a la Academia Nacional de la Historia, personalidades y diplomáticos acreditados en nuestro país.

El viernes 22 de noviembre de 1985 se realizó la jornada de homenaje. Por la mañana, el arzobispo Mons. Edgardo Storni ofició una misa de acción de gracias en la catedral metropolitana, pronunciando una homilía alusiva. En los sitiales de honor se hallaban el agasajado, el gobernador José María Vernet y el embajador de los EE. UU. Sr. Frank Ortiz (oriundo de la ciudad de Santa Fe, estado de New Mexico); a mediodía se cumplió una visita oficial a las ruinas, con un banquete servido en el quincho donde Agustín Zapata Gollán tenía su despacho, dormitorio y biblioteca. Por la tarde se efectuó un acto académico en el Paraninfo de la UNL, con un discurso del presidente de la Academia Nacional de la Historia, Dr. Enrique Barba, la imposición de la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica por el cónsul acreditado en Rosario, y una disertación del homenajeado, culminando el día con una cena servida en el Jockey Club de Santa Fe.

Al año siguiente – el domingo 12 de octubre de 1986 – me tocó redactar la nota necrológica en El Litoral, que titulé “Un gran americanista”, despidiendo a quien había rendido su alma al Creador en la noche anterior.

Mi obituario finalizaba así “…la certidumbre de que su vida no se apaga con su tránsito mortal; cuando se nos ha ido recitando los versos de la Cuaderna Vía, flanqueado por Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique y su “amigo” Dante Alighieri, a cuya Divina Comedia volvía una y otra vez. Como también a las páginas de Balzac, cuando a la vista de ciertos hechos contemporáneos veía reproducirse “la comedia humana”, por la que sentía enternecedor afecto, con su amplitud de humanista cristiano y su visión universal de hombre procedente de “la cristiandad” que vino a descubrir y, más tarde, a roturar estas tierras del remoto cono sur.”  [93]

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Lecturas y síntesis: Nidia A. G. Orbea Álvarez de Fontanini.

 

 

Incluido en el CD Del vivir y vibrar

Nidia A.G. Orbea Álvarez de Fontanini

Presentado el 10 de mayo de 2006 a las 19:30

en el Centro Comercial de Santa Fe – San Martín 2819

Santa Fe de la Vera Cruz (República Argentina)

 

 

 

 

 

 

 

[1] El doctor José Rafael López Rosas, completa esa información: “…(“Voyage a Buenos Aires et a Porto Alegre para la Banda Oriental, les Missions d’Uruguay et a la Provincia de Río Grande do Sul”. Havre, 1835). / El libro sobre Gaboto, que comentamos, es desconocido en la bibliografía de Isabelle, mencionada por Busaniche, lo que agrega y da más valor al trabajo.”

[1] Nómina completa de senadores en 1892:  1. ARTEAGA, Cipriano -General López-; 2. COMAS, Mariano -La Capital-;  3. GIMÉNEZ, Cayetano -Rosario-;  4. GOLLÁN, Daniel -San Lorenzo-; 5. LOZA, Florentino –Castellanos-; 6. MARADONA, Waldino B. -Las Colonias-; 7. PEREYRA, Casiano H. -San Martín-; 8. POZZO, Juan  -Vera-;  9. ROSAS, R. (o A) -s.d.-; 10. ROSAS, Santiago -Garay-; 11. SABROZO, Hilario –Caseros-; 12. TERROSA, Luis –Constitución-; 13. ZAPATA, Floriano -La Capital. // Floriano Zapata estaba casado con Esmeralda Rodríguez Galisteo, hija del Coronel José Rodríguez y de Rosa Galisteo.  Luego, tío de Agustín Zapata Gollán quien a fines de la década del ’40, des-cubrió el yacimiento arqueológico de “Santa Fe, la vieja”… como él mismo empezó a nombrar a la primitiva ciudad de Santa Fe, fundada por don Juan Garay el 15 de noviembre de 1573.

[2] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Domingo Guzmán Silva (1859-1915).  Título: “1887: Silva, inspector de escuelas”.

[3] Pérez Martín, José. Latitud Sur 31º  – Momentos estelares de Santa Fe. Santa Fe, Editorial Colmegna, julio 1975, p. 150.

[4] El doctor Enrique Mosca fue candidato a vicepresidente de la Nación por la Unión Cívica Radical, acompañando al Dr. Carlos María de Alvear cuando triunfó la fórmula Roberto M. Ortiz-Ramón S. Castillo; época de sucesivos fraudes. Asumieron el 20 de febrero de 1938 y tras diversas denuncias por negociados, renunció el enfermo presidente reemplazándolo Castillo hasta que fue destituido por el movimiento cívico militar del 4 de junio de 1943.  / El doctor Leandro Meiners fue electo gobernador de la provincia de Santa Fe en los comicios del 24 de febrero de 1946 -día de triunfo de la fórmula presidencial Juan Domingo Perón-Hortensio Jazmín Quijano- y murió en Buenos Aires tras un certero tiro mientras estaba en su escritorio en la Capital Federal, días antes de la prevista asunción ante la Asamblea Legislativa, el 4 de junio de ese año.  Proclamado por los electores el Dr. Waldino Súarez, asumió el 16 de junio y el 08-02-1949 fue reemplazado por el Coronel Dalmiro J. Adaro, Interventor Federal.

[5] Zapata Gollán, Agustín. Las puertas de la tierra – Jornadas del Litoral – Edición Homenaje al IV Centenario de la fundación de Santa Fe.  Santa Fe de la Vera Cruz, Librería y Editorial Colmegna, 8 de mayo de 1973, 112 páginas. / Reedición en Obra completa Agustín Zapata Gollán – tomo 2: 1989, Universidad Nacional del Litoral y Banco Provincial de Santa Fe, p. 9 a 104. (Tomo 1: “La conquista criolla”.)

[6] Zapata Gollán, Agustín. Obra completa – Tomo 2 “Las puertas de la tierra” y otros títulos.  Santa Fe de la Vera Cruz, Universidad Nacional del Litoral, Centro de Publicaciones, mayo de 1989, p. 107-114.  Edición con apoyo del Banco Provincial de Santa Fe. / Otros títulos que incluye: Caminos de América; La Expedición de Garay y la Fundación de Santa Fe y Buenos Aires.

[7] Nota: “Vol. XXII – 1940 – Nº 3.

[8] Campana, Jorge. Crónica de las Políticas Culturales de los Gobiernos Santafesinos. Santa Fe de la Vera Cruz, Ediciones Culturales Santafesinas, 1999, p. 18, 22-23.

[9] Ibídem, p. 28.

[10] Castellani Conte-Pomi, Leonardo. Horacio Caillet-Bois – Una gloria santafesina. Buenos Aires, Ediciones Penca, 30 de agosto de 1976, p. 74-, 78, 80, 82, 84.

[11] Diario “El Litoral”. Santa Fe de la Vera Cruz, ­suplemento Cultura, sábado 2 de febrero de 1996, p. 3. Josefa Catalina Pistone Coniglio nació el 1º de enero de 1930; siendo maestra normal nacional egresada de la Escuela Normal “General San Martín” de la capital santafesina ejerció la docencia hasta 1953 y ese año ingresó como personal del Archivo General de la Provincia; tras el fallecimiento del destacado historiador Atilio Andrés Soberano; en el otoño de 1978 asumió la dirección de ese organismo.

[12] La autora citó: 1) Buenos Aires, Ediciones Dictio, 1981.

[13] Ibídem, 2) Impreso en Barcelona en la Imprenta de Raymundo Martín. 6ª edición, con una lámina final.  Traducido muchas veces al italiano. “Escrito en francés y traducido al castellano por el muy Reverendo P. Serrano”.

[14] Ídem,  3) Diario El Teatro, del 15 de enero de 1978.

[15] Íd., 4) Diario La Capital, de Rosario, del 22 de enero de 1978.

[16] íd., 5) Santa Fe, Imprenta de la Provincia, 1942 “con cinco ilustraciones grabadas en madera por el artista César Fernández Navarro”.

[17] íd., 6) Diario El Litoral, Santa Fe, del 12 de mayo de 1963.

[18] íd., 7) Ciruzzi, Marcela. “Mateo Booz y Santa Fe, su país”. (Estudio biográfico). Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1979.

[19] íd., “8) Cuentos”.  Santa Fe, Ediciones Colmegna, 1994.

[20] Necesito expresar que persiste en la memoria aquel esbozo de estampa literaria elaborado en la esquina de Humberto Primo -actual Hipólito Yrigoyen- y San Jerónimo, cuando a principios de la década del ’40 visitaba a nuestros tíos -José Fernández Valera y Amelia Orbea Suso-, aunque mejor digo que disfrutaba conversando con mi primo Carlos Manuel Fernández, nacido y crecido en la ciudad, el bajito ¡grande!… Técnico químico, cumplió el servicio militar en el Regimiento 9 de Caballería Montada de Curuzú Cuatiá… (Tiempo de interesante intercambio epistolar…) Luego Carlitos Fernández  Orbea, contrajo matrimonio con Alida Vitali… padres de dos hijas; abuelos…  En aquella esquina noroeste de San Jerónimo y Humberto Primo, confluían periodistas y escritores para conversar mientras tomaban algo en el iluminado “Bar Victoria”.  ¡Todos han dejado oportunas señales en el Camino!…

[21] Tiempo después, el doctor Heredia Vargas fue uno de los co-fundadores de la Agrupación de Profesionales Justicialistas del departamento La Capital, junto a su colega doctor Remigio Brunás… y entre otros, el C. P. N. Eduardo Rodolfo Fontanini Doval.

[22] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. El tiempo de Perón 1946-1952 (Inédito, 6 tomos.) Cita: Argentina. Congreso Nacional. Cámara de Diputados, 1946, t. IX, p. 635-642; 754-762.

[23] Campana, Jorge. Crónica sobre la Política Cultural de los Gobiernos Santafesinos. Santa Fe de la Vera Cruz, Ediciones Culturales Santafesinas,  1999, p. 33-37.

[24] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. “Gastón Gori – Caminos del hombre y de la humanidad” Parte: “1951-1974 – Caminos entre gramilla y bosque”.

[25] Ibídem. Parte:  “1990-2004 – Caminos del hombre y de la humanidad”. Ese acto realizado en la sede de la Municipalidad, también fue organizado porque Gastón Gori había sido distinguido con el “Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, celebrándose el cincuentenario de la publicación de su libro Anatole France.  El Dr. Raúl Castagnino -presidente de la Academia Argentina de Letras- y el escritor José Luis Víttori -miembro correspondiente de esa Academia, hablaron sobre su obra.”

[26] Campana, Jorge. José Pedroni – Un poeta en la función pública. Santa Fe de la Vera Cruz, Ediciones Culturales Santafesinas, 1999, p. 48-49.

[27] Zapata Gollán, Agustín. Los precursores. Santa Fe de la Vera Cruz, Editorial Colmegna, 30 de enero de 1980, p. 9, 12, 15, 19.

[28] Ibídem, p. 75, 80-81.

[29] Ídem, p. 114-116.

[30] El 24 de octubre de 1980, el escritor Gastón Gori había presentado en la Sala “Leopoldo Marechal” del Teatro Municipal el libro editado después de recopilar algunos poemas dedicados a familiares, amigos y alumnos: Poemas para Tioco.  Chiquita Nessier… en una página incluyó el poema 45 escrito en setiembre de 1976: “TÍA TERE (del libro ‘Poemas para Tioco, de Nidia O. de Fontanini)”.

[31] En la tapa del citado folleto imprimieron “Departamento de Literatura Infantil-Juvenil; al dorso “Autoridades: Gobernador de la Provincia Sr. Roberto Enrique Casis / Ministro de Educación y Cultura Dr. Eduardo Emilio Sutter Schneider / Subsecretario de Cultura Dr. José Rafael López Rosas / Director Provincial de Cultura Prof. José María Junges”. En la contratapa de ese folleto: logotipo “Banco Provincial de Santa Fe – Siempre está donde hace falta”, evidentemente el organismo que contribuyó para tal edición.

[32] Zapata Gollán, Agustín. Los precursores. Ob. cit. Título: “22 de agosto de 1997: Telealegorías…”  De una versión taquigráfica en una agenda, generada mientras se desarrollaba el programa.

[33] Diario “El Litoral”. Cultura y Ciencia – La comarca y el mundo – Especial.  Sábado 18 de noviembre de 1995, p. 7. Título de la nota: “Los restos de nuestra arqueología indígena”. Abarca media página la fotografía de don Agustín en su lugar de trabajo: en un ángulo superior están colgados algunos banderines; están ocupados todos los anaqueles de las bibliotecas y sobre el amplio escritorio hay más libros, hojas y legajos superpuestos y evidentemente dos grabados…  En la parte superior derecha de esa página, la fotografía de una teja -de techo colonial español-, elaborada con originales incisiones, recogida en Santa Fe la Vieja y rota en la parte más ancha.

[34] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. San Carlos, llanura luminosa… (Inédito, 204 páginas sin diagramación.)  Párrafo siguiente al título “Primera exploración del Río de la Plata”, p. 7. Reiteración de lo publicado por  Zapata Gollán, Agustín. La Tierra nueva. I. Río de la Plata –“Rey de los otros, río caudaloso”. Santa Fe, Ediciones Colmegna, 1987, p. 7 y 9.

[35] Trascripción de un libro sobre Colonización e inmigración, lamentablemente con las doce primeras páginas faltantes y por ello sin datos del autor.

[36] Campana, Jorge. Crónica de las Políticas Culturales de los Gobiernos Santafesinos. Ob. cit, p. 45-46.

[37] Ibídem, p. 39. Entre los errores en el texto impreso de esa Crónica, corresponde expresar que el Capítulo III tiene el título expresado en este primer párrafo y cuyas partes son: “I – Del trabajador”; “II – De la Familia”; “III – De la ancianidad” con este decálogo: “1. Derecho a la asistencia”; “2. Derecho a la vivienda”; “3. Derecho a la alimentación”; “4. Derecho al vestido”; “5. Derecho al cuidado de la salud física”; “6. Derecho al cuidado de la salud moral¸ “7. Derecho al esparcimiento”; “8. Derecho al trabajo”; “9. Derecho a la tranquilidad”; “10. Derecho al respeto. (Argentina. Presidencia de la Nación. Constitución de la Nación Argentina, p. 23-29.

[38] Ídem, p. 30-31.

[39] Universidad Nacional del Litoral. Publicación Nº 1 del Instituto de Investigaciones de Arqueología e Historia de Santa Fe, 1954, p. 7-8.

[40] Gudiño Krämer, Luis. Escritores y Plásticos del Litoral. Santa Fe, El Litoral, 1955, p. 39-40.  El autor fue destacado jefe de redacción en el diario “El Litoral” fundado el 7 de agosto de 1918 por don Salvador Caputto, luego asociado a don Pedro Víttori. /…/

[41] En pie de página hay dos indicaciones acerca de los citados Dictámenes porque están incluidos en el “apéndice A” y “B”.  A: “Dictamen de los académicos P. Guillermo Furlong S.J. y Dr. Raúl A. Molina, aprobado por unanimidad en la sesión del 31 de marzo de 1952, celebrada por la Academia Nacional de la Historia y publicada en el volumen XXVI, Buenos Aires, 1952, de la misma Academia.” / B: “Dictamen sobre Cayastá firmado por el Presidente de la Sociedad Argentina de Antropología, profesor Salvador Canals Frau y aprobado por unanimidad, en al sesión de la Semana Anual de Antropología Argentina, celebrada en la Universidad Nacional del Litoral.

[42] En pie de página: “Ver apéndice C.” / Apéndice C. “Pertenecen a la época de la ciudad vieja las piezas numismáticas encontradas en Cayastá.”

[43] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Apuntes acerca de Sunchales… (Inédito).

[44] Zapata Gollán, Agustín Dr. Juegos y diversiones públicas. Santa Fe, Ministerio de Educación y Cultura, Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, Segunda Época, Nº 8, 1972, p. 32; 35.  Adhesión al 4º Centenario de la Fundación de Santa Fe 1573-1973.  Ejemplar perteneciente a la biblioteca particular del Subsecretario de Cultura Dr. Jorge Alberto Guillén (fallecido en su despacho el 02 de septiembre de 1985-; donado a la Biblioteca Pedagógica «Domingo Faustino Sarmiento» de Santa Fe por sus familiares.

[45] Campana, Jorge. Crónica de las Políticas Culturales. Ob. cit., p. 48.

[46] Diario “El Litoral”. Cultura y Ciencia – La comarca y el mundo – Especial.  Sábado 18 de noviembre de 1995, p. 2-3.  Título: “En Cayastá por última vez”- Incluye cuatro fotografías.

[47] Campana, Jorge. Crónica de las Políticas Culturales… Ob. cit., p. 91. “Esa Biblia fue donada por la viuda del poeta al Museo pedroniano de la ciudad de Gálvez y, según me contó el poeta Jorge Isaías que tuvo la oportunidad de vera, se encuentra totalmente subrayada y con señales que distinguen capítulos atrayentes.  Siempre pensé que en esos versículos se encuentran las raíces de muchos versos de Pedroni” (p. 92)

[48] Campana, Jorge. José Pedroni – Un poeta en la función pública.  Ob. cit., p. 32-33.  El autor destacó: “El texto de este discurso que fue en su momento (y debería serlo ahora) aconsejado a los estudiosos del tema, está publicado en el apéndice de este libro”. (Páginas 45-49)

[49] Ibídem, p. 35.

[50] El santafesino Carlos Carlino, recordado autor de La Biunda, había nacido en Oliveros en 1910 y falleció en Buenos Aires en 1981.  José Bartolomé Pedroni nació en Gálvez el 21 de septiembre de 1899 y falleció en Mar del Plata (provincia de Buenos Aires), el 4 de febrero de 1968.

[51] Pedroni, José. Papeles inéditos. Recopilación del poeta Jorge Isaías. Santa Fe de la Vera Cruz, Ediciones Culturales Santafesinas, abril de 1996, p. 79-81.

[52] Zapata Gollán, Agustín. Obras completas – tomo 2.  Ob. cit., “El Teniente de Gobernador y el Obispo”, p. 204-205.

[53] Ibídem, p. 194, 277; 284-285.

[54] Ídem,  p. 191-196.

[55] Íd., p. 211-212.

[56] íd., p. 215-218. En la página 216, está escrito “igual a la suma”, evidente error de impresión

[57] íd. p. 219-220.

[58] Diario “El Litoral” – La comarca y el mundo.  Suplemento dirigido por el periodista, escritor y político Dr. José Rafael López Rosas. Título: El dios río: una solución que debe concretarse con urgencia.  La información abarca la séptima página e incluye: “Plano de la ubicación de Cayastá frente al río San Javier” y “El sistema de anclaje a emplearse para evitar que se siga erosionando la barranca.”

[59] Diario “El Litoral”.  Santa Fe de la Vera Cruz, sábado 5 de mayo de 2001. Primera Página: fotografía de la estatua -Alejandro Villar-, con recuadro: “Un creador sin reconocimiento”.   En la pág. 16 con el título “Julio Migno: ¿un poeta que olvidamos?”, la periodista Araceli B. Retamoso relata diversos comentarios de funcionarias de las áreas de Cultura –provincial y municipal-, se reproduce la fotografía y se destaca: “A la espera.  La estatua que Sadaic donó a la ciudad de Santa Fe como homenaje al poeta está en Sauce Viejo, en la quinta de uno de sus amigos.  Allí, en el extremo sureste de Sauce Viejo tiene su refugio el talentoso Orlando Vera Cruz, el cantor de los poemas de don Julio Migno Parera… ¡homenaje a perpetuidad!…

[60] En esta reiteración, se han colocado las comillas como están en la página de la edición.

[61] Razori, Amílcar. Historia de la Ciudad Argentina – Tomo I. (Capítulo Octavo – Santa Fe) Buenos Aires, Imprenta López, 1945, Capítulo. p. 354-355.

[62] Ibídem, p. 361. Alude a Roberto Levillier… En otra cita, esta bibliografía: Ubicación de la Ciudad de Santa Fe fundada por Garay, Estudio Histórico, por Manuel M. Cervera, Santa Fe” (p. 327)

[63] Ídem, Ibídem, p. 327.

[64] Íd., p. 271-275.

[65] íd. p. 287.

[66] íd., p. 286-288.

[67] Diario “El Litoral” – “La comarca y el mundo” suplemento dirigido por José Rafael López Rosas.  Santa Fe de la Vera Cruz, lunes 20 de septiembre de 1982, tercera página.

[68] Víttori, Gustavo. Santa Fe en clave. (Segunda edición). Santa Fe de la Vera Cruz, Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral y Bica Cultura, julio de 1997, p. 74-75.

[69] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Más allá del abambaé y del tupambaé. (Inédito, 192 páginas.) El relato de la leyenda corresponde a: Zapata Gollán, Agustín Doctor. La tierra nueva – 1 –  Dos leyendas del Paraná –El negrito del agua –La Ciudad de los Césares.  Santa Fe de la Vera Cruz, Ediciones Colmegna, septiembre de 1985, p. 28-30. En la contratapa: “Próxima publicación: -El mundo mágico de los pilotos.” / Siguientes títulos: “II. Magia y Leyenda” – El mundo mágico de los pilotos.  Una leyenda medieval en el Carcarañá, 23de noviembre de 1985 (día del nonagésimo cumpleaños de A.Z.G.); “III. De Balboa a Caboto” – Puerto de Palos – El nuevo mar – Aparece Solís – Sebastián Caboto – Los ríos – Alonso de Santa Cruz – Matemáticos y cosmógrafos y el mapa de Caboto – Los mapas, junio de 1986; IV “Río de la Plata”-– “Rey de los otros, río caudaloso”, octubre de 1987.

[70] Zapata Gollán, Agustín Doctor. La tierra nueva – 1 –  Dos leyendas del Paraná –El negrito del agua –La Ciudad de los Césares.  Santa Fe de la Vera Cruz, Ediciones Colmegna, septiembre de 1985, p. 28-30. El Doctor Zapata Gollán nació el 23 de noviembre de 1895.  Bachiller del Colegio de los Jesuitas en 1912. Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales en 1919 (Universidad Nacional del Litoral). Profesor en la Universidad.  Periodista, historiador, pintor, poeta, xilógrafo.  Ilustró libros de autores santafesinos, entre ellos Vagos y mal entretenidos de Gastón Gori, Miembro Correspondiente de la Academia Argentina de Letras. Interventor en la Dirección General de Cultura (17-10-1955 al 30-11-1955). Investigó acerca del sitio donde don Juan de Garay fundó la ciudad de Santa Fe, el 15 de noviembre de 1573 y con apoyo de vecinos de esa zona cercana a Cayastá, logró que comenzaran las excavaciones en ese yacimiento arqueológico.  Por su iniciativa, en julio de 1940 mediante la ley Nº 2.902 se creó el Departamento de Estudios Etnográficos dependiente del Ministerio de Instrucción Pública y Fomento y mediante un decreto, desde entonces ejerció la dirección el Doctor Zapata Gollán, hasta su jubilación y luego ad-honorem.  Durante cuarenta y cinco años supervisó los trabajos realizados y las investigaciones locales acerca de Santa Fe la Vieja, donde estuvo la mayor parte de su tiempo libre.   Miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia y Delegado en la Provincia de Santa Fe en la Academia Nacional de Bellas Artes y de varias Academias extranjeras. Logró editar aproximadamente cien libros, monografías y conferencias relacionadas con la sociedad  colonial.  El rey Juan Carlos I de España, “por sus aportes positivos lo condecoró con la orden de Isabel La Católica”.  Dirigió el Departamento de Estudios Etnográficos hasta su jubilación y luego adhonorem hasta su fallecimiento el 11 de octubre de 1986. Luego, su esposa concretó la donación de su biblioteca al mencionado organismo provincial; aproximadamente cinco mil volúmenes, los “tacos originales de xilografías, muebles de escritorio y un retrato” que le hiciera el pintor César Fernández Navarro. “Se declaró de interés Histórico Provincial el dormitorio y escritorio-biblioteca que ocupó el Dr. Zapata Gollán, sencillos ambientes contiguos a las ruinas de Santa Fe la Vieja.” (Última información entre comillas: Campana, Jorge. Crónica sobre la política Cultural de los Gobiernos Santafesinos 1920-1999.  Santa Fe de la Vera Cruz, Ediciones Culturales Santafesinas, 15 de noviembre de 1999, p. 16 y 180.)

[71] Diario “El Litoral” – La comarca y el mundo. Santa Fe de la Vera Cruz, sábado 7 de diciembre de 1985, séptima página, sin número.

[72] Ibídem. Sábado 11 de abril de 1987, p. 5. / En agosto de 2002, se terminó de imprimir el libro Nuestra Santa Madre – Historia Pública y Privada de la Iglesia Católica Argentina- escrito por la periodista Olga Wornat, con prólogo de otro periodista: Jorge Lanata.  La autora llegó a la capital santafesina para presentarlo en la feria de libros, cuando recién estaba comenzando la distribución en las librerías.   Hay varias páginas con información referida a “Storni, Edgardo Gabriel. El Rosadito, el Divino, El Príncipe” y en el noveno capítulo, alude  a antecedentes referidos a las relaciones interpersonales entre miembros de la Iglesia Católica, seminaristas, jueces, medios de información… (Cap. IX – El príncipe y el pastor, p. 403-459.) La reacción fue inmediata y tras una denuncia contra el Arzobispo Storni, en torno a un aparente desliz del arzobispo mientras disfrutaban con varios seminaristas, de unas vacaciones en la casa de retiros espirituales situada en Calamuchita, provincia de Córdoba comenzó un proceso judicial.  Meses después, con participación de miembros del Arzobispado se generó un conflicto con el Padre Gunther con intervención del juzgado de instrucción tres, a cargo del Dr. Julio César Costa y por decisión de la Sala Cuarta de la Cámara de Apelaciones, esos antecedentes se adjuntaron a la causa anterior que estaba en trámite a cargo del Dr. Giovannini, referida a presunto acoso sexual del Arzobispo, que fue reemplazado y destinado a un lugar de descanso en las sierras de Córdoba…

[73] Campana, Jorge. Crónica de las Políticas Culturales… Ob. cit., p. 165: 31-12-1983… “el recientemente designado Coordinador General y Asesor Prof. Carlos Mariano Busaniche”.  / “Fue designado el Coordinador General de la Subsecretaría de Cultura, Prof. Carlos Mariano Busaniche para que, en representación del Poder Ejecutivo, recibiera las pertenencias donadas”, página 180.

[74] No fue por casualidad que a principios de la década del ’80, integrando la Comisión de la Biblioteca “Dr. Amadeo Ramírez” supiera que “como excepción” autorizaron el préstamo a domicilio al destacado escritor, de diarios del siglo XIX encuadernados y disponibles para consulta en sala en la sección Hemeroteca, valioso material que en ese tiempo empezaron a leer jóvenes estudiantes -de bibliotecología y periodismo- o son leídos por otros escritores e investigadores, en ese paraíso de la escuela de comercio “Domingo Guzmán Silva” de la capital santafesina y que lamentablemente sorprenden “con ventanas” en varias hojas, caladas con irresponsables cortes que han dañado sucesivas páginas.

[75] En el lapso 1984-1985, Cardozo Gómez impulsó diversas actividades y convocó al “Primer Congreso Argentino Pro-Integración con el Indio” – “Declarado de interés nacional”.  Por indicación de autoridades de la Subsecretaría de Cultura debí asistir al acto previsto y sólo estuvimos cuatro personas.  Recibí el diploma pertinente, leí y releí el folleto que en la última página, con recuadro destaca estos datos: “Auspicia el Superior Gobierno de la Provincia de Santa Fe / C.P.N. José María Vernet – Gobernador de la Provincia / Dr. Víctor Félix Reviglio – Ministro de Salud, Medio Ambiente y Acción Social / Dr. Domingo José Colasurdo  / Dr. Guillermo J. Weisburd – Subsecretario de Salud y Medio Ambiente del Ministerio de Salud, Medio Ambiente y Acción Social / C.P.N. Daniel Ángel Giudici – Subsecretario de Logística del Ministerio de Salud, Medio Ambiente y Acción Social / Dr. Miguel Baldomá – Subsecretario de Desarrollo Humano / Sr. Horacio Bautista P. Colombero – Subsecretario de Educación / Dr. Raúl Calvo – Director de Promoción y Protección de la Salud / Dr. Edgardo Zotto – Subsecretario de Gobierno / Sr. Miguel Iglesia – Secretario Privado del Ministro de Salud, Medio Ambiente y A. Social / Licenc. Andrés Antonio Barreiro – Asesor del Ministerio de Educación y Cultura / Sr. Rodolfo Vittar – Secretario General – / Sta. Amanda Rojas Lepen – Secretaria”.

[76] Embajadora itinerante: Sra. Amalia Fortabat…

[77] En el párrafo siguiente consta: “En ambos, la fotografía pertenece a Gladys Moore y Gino Bianchi, profesionales de la H. Cámara de Senadores, y los materiales han sido provistos por la Cámara o donados por el Servicio de Educación por el Arte, una acción ininterrumpida desde 1961 -como docente- de la actual Directora, en algunos casos con cooperación de creadores santafesinos -escritores, músicos, artistas plásticos, entre otros-.”

[78] Tras otra pregunta de Graciela: “-¿Por qué patriarca?”, esta respuesta: / “Porque además de ser uno de los escritores más conocidos, era muy generoso con nosotros, que recién empezábamos.  Con él siempre el diálogo era posible, siempre tenía palabras de estímulo, la mejor disposición para ayudarnos.  Algo que normalmente nos e recibe de las figuras consagradas.  ¡Ah!  No quiero olvidarme de Delia Travadelo, una de las pioneras de la literatura infantil. Qué lástima. / “¿Lástima?” interrogó Graciela y expresó el Profesor Tacca que lamentaba “carecer del don de la ubicuidad, para estar a la vez en Resistencia y en Santa Fe.  Es que hay mucha gente que llegó después, y con quienes me gustaría compartir momentos, inquietudes, iniciativas, proyectos”…

[79] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Los desaparecidos de EDUCACIÓN y CULTURA. (Inédito, 74 páginas.)

[80] Ibídem. El párrafo siguiente: “Hay que tener en cuenta que el 27 de abril de 1990 cesó el Lic. Julio De Zan y que el Ministro de Educación Dr. Leo W. Hillar Puxeddú se desempeñó entre el 25 de julio de ese año y el 10 de diciembre de 1991, momento de cese del gobernador. Desaparecido “el ensayo” impulsado a fines del gobierno del CPN. José María Vernet, el entonces Subsecretario de Cultura Jorge Nardi cesó el 2 de mayo de 1990 y asumió como Director Provincial de Cultura, ese día asumió De Zan como Subsecretario de Cultura y Comunicación Social hasta que otro cambio desde el 17 de junio de 1991 determinó que fuera “Subsecretario de Cultura”.

[81] Víttori, José Luis. Del Barco Centenera y ‘La Argentina’ (Orígenes del realismo mágico en América). Santa Fe de la Vera Cruz, Editorial Colmegna, 1991.

[82] Cello, Miguel.  Calles de Santa Fe ¿Por Qué?  ¿Por Quién? Santa Fe de la Vera Cruz, Edición Universidad Nacional del Litoral, julio de 1997. En la página 134 también indica que corre de Este a Oeste. Desde el 480 al 4450, altura 6.200.

[83] Ibídem, p. 24. # En diversos trabajos de investigación histórica he destacado que el matrimonio Charles Bernard-Lina Beck desde 1857 estuvo radicado en la capital santafesina, frente a la actual Plaza Veinticinco de Mayo en una de las pocas viviendas con planta alta, cerca de la esquina sur y en el lugar donde a principios del siglo veinte construyeron el Palacio de los Tribunales…  Lina Beck, nacida en la aldea Bistchwiller de Alsacia  evidentemente se sintió conmovida por los contrastes que observaba día a día en esta inmensa llanura con tantos ríos y lagunas, donde la capital de la provincia sólo abarcaba escasas cuadras de sur a norte y de este a oeste, mientras diversos grupos indígenas cercanos seguían intentando defender sus tierras… Desde la azotea de su vivienda podía ver los meandros que confluían en el ancho río que la impulsó a anotar en su diario algunas impresiones, luego publicadas lógicamente en francés con el título “Le rio Paraná, cinq années de séjour dans la République Argentine” donde describe su primer viaje desde Buenos Aire en un barco que anclaba cerca de la orilla y sin la necesaria construcción portuaria. Con el título Cinco años en la Confederación Argentina 1857-1862, ese libro es su obra más conocida en la traducción del historiador José Luis Busaniche y en la primera edición con prólogo escrito por él.  Fue reeditada en junio de 1991 en la Imprenta de la Legislatura de Santa Fe.

[84] En ese tiempo, presidente de la Nación Dr. Carlos Saúl Menem (08-07-199 al 10-12-1995, reelecto y desempeñando esa misión hasta el 10-12-1999).  Gobernador de la Provincia de Santa Fe Carlos Alberto Reutemann (10-12-1991 al 10-12-1995; reelecto y en tales funciones en el período 1999-2003). Cuando se concretó en Buenos Aires el homenaje al Dr. Agustín Zapata Gollán en el centenario de su nacimiento, era Ministro de Educación el Ing. Fernando Bondesío (24-08-1992 al 10-12-1995, tercero en ese gobierno, siendo el Dr. Danilo Kilibarda el primero hasta el 30 de marzo de 1992 (sólo tres meses y veinte días con intentos de “poner orden”… y luego el Dr. Ricardo Kaufmann desde el 10 de abril al 24 de agosto, cuatro meses y catorce días). Quinta subsecretaria de Cultura Escribana Esmeralda M. Gandolla de Estrada, tras la sucesión del poeta Jorge Isaías -cuatro meses y días-; Prof. Osvaldo Valli, cuatro meses y días; Lic. Miguel Martín 7 meses y días; quien logró desempeñarse durante casi un año y medio -el mayor lapso-, el artista plástico Domingo Sahda.

[85] Diario “El Litoral”. Cultura y Ciencia – La comarca y el mundo – Especial.  Santa Fe, sábado 18 de noviembre de 1995, página 1 y centrales 4 y 5. Incluye reproducciones de un retrato -óleo-, obra de Sergio Sergi -seudónimo de Sergio Hocevar– y óleo del pintor César Fernández Navarro (sentado en el sillón que usaba en el Museo Etnográfico de Santa Fe, con un libro cerrado sostenido por la mano izquierda, detrás una antigua armadura de metal y sobre un soporte, una escultura: un franciscano)…

[86] Indican en esa página: “Asociación Civil Nº 527/82 – ONG Nº 10328/A-2003”:

 

[87] Felipe Justo Cervera nació en Cacique Ariacaiquín (Departamento San Cristóbal, Santa Fe), el 17 de agosto de 1930. Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Cuyo.  Docente en la Universidad Nacional del Litoral desde 1962.  Ha publicado más de veinte obras, incluyendo monografías. Obtuvo premios y distinciones. Títulos de algunas obras publicadas: Narrativa –   Cuentos del Litoral / ¿Qué queda sin el fútbol?/ Iniciación.  / El guerrero. / Ensayo: El hombre y la cultura de la Costa en la obra de Mateo Booz. / Regiones Culturales. Santa Fe en la literatura. (en colaboración).

[88] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Invierno de 2004 – Cerca del río… (Inédito, 72 páginas.)

[89] Zapata Gollán, Agustín Dr. Las puertas de la tierra. Santa Fe, Ediciones Colmegna, 8 de mayo de 1973, año del IV Centenario de la Fundación de Santa Fe, p. 49.

 

[90] El periodista e historiador Dr. José Rafael López Rosas dirigía el suplemento La comarca y el mundo –ocho páginas sin numerar, con fecha en la primera página y en esa edición, impreso sólo “SANTA FE, LUNES 20 DE SETIEMBRE”.  El hábito de dejar señales generó mi escritura “/82”-  Abarca media página una composición de “Ragone/Burguener 1982”: fotografía de la barranca con evidencias de la erosión, en un primer plano los camalotes y dos árboles secos con las ramas caídas sobre tierra y agua…

[91] Con gratitud y emoción leo la dedicatoria manuscrita detrás de la tapa: “Para la Sra. Nidia Orbea de Fontanini, estudiosa del pasado santafesino. Cordialmente. (Firma J. Reynoso Aldao / en ‘06.” En la primera página, antes de comenzar el texto, una fotografía del autor.

[92] Rememoro la siembra fecunda de María Amelia Crouzeilles Larguía, profesora de francés en la Escuela Nacional de Comercio “Domigo Guzmán Silva”, en la sede de San Martín 1823, en la legendaria casona del doctor José Gálvez y familia… demolida y donde crece un níspero en el lugar donde la escalera de mármol blanco nos comunicaba con el espacio de la Biblioteca, con puertas ventanas y balcones hacia el este…

[93] El periodista Jorge Reynoso Aldao, luego escribió: “Apéndice /  En el transcurso de la charla y diálogo con José Luis Víttori, que se desarrollaron en la sala de actos del Museo Etnográfico, el 4 de agosto de 1999, tuve la fortuna de apoyarme en unas treinta filminas (transparencias) tomadas de dos repositorios de recortes periodísticos: el del Dr. Jorge Douglas Maldonado, quien lo guarda en su archivo y biblioteca, en Santa Fe; y en la recopilación inédita realizada por la presidenta de la Junta Provincial de Estudios Históricos, Prof. J. Catalina Pistone, titulada provisoriamente ‘Publicaciones del Ingeniero Víctor F. Nícoli y otros historiadores sobre temas generales y referidos a Santa Fe la Vieja’. /  La buena disposición del Dr. Maldonado y de la Prof. Pistone comprometen mi reconocimiento.”  Tan exhaustivo trabajo impone la necesidad de reiterar lo expresado luego, en orden cronológico:

Año 1946

El Litoral, 15 noviembre 1946: A una col. “Félix G. Barreto – Santa Fe, aniversario de su fundación”. Su autor reivindica el hecho de haber sugerido, en 1923, al entonces gobernador Enrique M. Mosca “la idea de solemnizar el 350 aniversario de la fundación… sugerencia que encontró en el gobernante apoyo amplio y decidido”. Aclara que el nombrado gobernador “nos había encomendado la tarea de organizar el Archivo Histórico, que dirigimos durante mucho tiempo”. Recuerda también notas y artículos de su autoría, sobre la fundación de Santa Fe, publicados en el diario “Unión Provincial” – que apareció en Santa Fe entre 1893 y 1905 – . Asimismo evoca sus charlas con su amigo Domingo G. Silva, en las fechas conmemorativas de la fundación santafesina; coincidiendo en que “ hemos hecho mucho, pero que nos falta aún bastante por hacer” (aludiendo a sus respectivos artículos periodísticos instando a que se prosiguieran las investigaciones históricas del pasado santafesino). A modo de confirmación de la iniciativa de Barreto: el folleto de Julio A. Busaniche, titulado “Apuntes sobre la fundación y desarrollo de la ciudad de Santa Fe”, lleva como pie editorial: “Comisión de Fiestas Conmemorativas de la fundación de Santa Fe” (Imp. de la Provincia), 1923; y en su primera página se transcribe una nota del autor al Pte. de dicha Comisión, ministro de Gobierno Dr. Roque F. Coulin, fechada en octubre 26 de 1923. Arch. Maldonado.

El Litoral, 18 noviembre 1946: A tres col. “El primitivo solar de Santa Fe”, donde da noticias de que una delegación del P.E. provincial había viajado en avión a Cayastá, a fin de depositar una ofrenda floral en el “monumento levantado por el gobierno de la provincia” ; finaliza el texto haciéndose eco de una primicia que le comunicó el comisionado municipal de Santa Fe durante el acto, en el sentido “de que se efectuarán excavaciones para ubicar exactamente el emplazamiento de la primitiva fundación…” La nota lleva la firma “Teófilo Madrejón” (seudónimo del periodista Antonio Leonhardt). Arch. Maldonado.

Año 1949

El Litoral, 1 septiembre 1949: A una col. “Las excavaciones en la primitiva ubicación de la ciudad de Santa Fe”. Arch. Maldonado.

El Litoral, 3 noviembre 1949: “Buen destino de una documentación histórica” Arch. Maldonado.

El Litoral, s/f: Título “El mojón enterrado por el Agrim. Seelstrang en junio de 1867 y puesto al descubierto en junio de 1949”. Arch. Nícoli.

Año 1950

El Litoral, 6 enero 1950: pg. 3, a toda página, 5 cols. “Las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe”, por Agustín Zapata Gollán; con tres ilustraciones: panorama río de los Quiloazas, fragmentos de tejas encontradas en las ruinas. Arch. Maldonado.

El Litoral, 29 enero 1950: a una col. “Las ruinas de Cayastá / permiten reconstruir / la primitiva Santa Fe” subtit. Minuciosa tarea realiza el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales. Arch. Maldonado.

El Litoral, 1 marzo 1950: a una col. “Las excavaciones / realizadas en Cayastá”. subtit. “Informe del Dr. A. Zapata Gollán”. Arch. Maldonado.

El Litoral, 10 mayo 1950: a toda página, medida extra tipo suplemento; “El más importante descubrimiento arqueológico del Litoral”, por Gastón Gori. Arch. Maldonado.

El Litoral, s/ f. sup. año 1950: a una col. “La expropiación de los / terrenos históricos de Santa Fe viejo”. Arch. Maldonado.

El Litoral, s/ f. sup. año 1950: a una col. “Aprueba el ministro / la tarea del Departamento de Estudios Etnográficos”, subtit. “Es exacta la ubicación de Santa Fe en Cayastá”. Arch. Maldonado.

El Litoral, 23 agosto 1950: a tres cols. “No existen ya dudas sobre la ubicación / de la primitiva Santa Fe de Garay”, subtit. “Los trabajos de excavación, a cargo del Dr. Agustín Zapata Gollán e ingeniero Víctor F. Nícoli, revelan la traza de la ciudad y los restos de sus primeros pobladores”; cinco ilustraciones: “ Vista aérea del estado actual de los trabajos de excavación en Cayastá, en el asiento de la primitiva Santa Fe”; otros pies: “Tejas y ladrillos de revestir, de barro cocido, con originales motivos decorativos”. Arch. Maldonado.

El Litoral, 15 noviembre 1950: a dos cols. “… aniversario fundación de Santa Fe por don Juan de Garay”; presencia del gobernador Ing. Juan H. Caesar; discurso del ministro de Educación, Dr. Raúl N. Rapela; almuerzo popular; un acto en la Soc. Vecinal de la zona sud. Arch. Maldonado.

El Litoral, 31 diciembre 1950: “ Ya no existen dudas sobre la ubicación de la primitiva Santa Fe”, a ocho cols., cabeza pg. con cinco ilustraciones. Arch. Maldonado.

Año 1951

El Litoral, 24 enero 1951: “Se propone el nombre / de Santa Fe viejo para las ruinas de Cayastá”; a 1 col. cabeza pg. Arch. Maldonado.

El Litoral, 25 septiembre 1951: “Las ruinas de Cayastá son / las de la fundación de la /primitiva Sta. Fe de 1573”; a 1 col. cabeza pg. Conclusiones de la 8a. Semana Anual de la Sociedad Argentina de Antropología dio a conocer su presidente Prof. Salvador Canals Frau. (Salvador Canals Frau, nac. Islas Baleares, el 28 mayo 1893. Profesor de Antropología, Etnografía, Prehistoria y Arqueología Universidad N. de Cuyo y de Antropología Universidad Nac. de Tucumán; director del Instituto Étnico Nacional; autor de numerosas obras de sus especialidades). Arch. Maldonado.

El Litoral, 30 octubre 1951: “Han sido descubiertas en / Cayastá las ruinas de dos / iglesias de la vieja S. Fe”; a 1 col. Arch. Maldonado.

Año 1952

El Litoral, 3 enero 1952: “En Cayastá se han encontrado nuevos / restos de la vieja Santa Fe”; a 2 cols. cabeza pg. Arch. Maldonado.

El Litoral, 13 marzo 1952: “Una nueva aclaración sobre el lugar de la fundación de Santa Fe. La Academia Nacional de la Historia expidióse sobre Santa Fe la Vieja”. Arch. Nícoli.

El Litoral, 17 julio 1952: “Sobre las ruinas de la primitiva Santa Fe”; a 2 cols. cabeza pg. Agustín Zapata Gollán eleva al ministro de Justicia y Educación de la provincia, Prof. Luis Albornoz copia del dictamen elevado a la Academia Nacional de la Historia por la Comisión especial de Académicos de Número R. P. Guillermo Furlong y Dr. Raúl A. Molina, aprobado en la sesión del 31 mayo 1952; también se aprobó dictamen académico de número Cap. de Navío Humberto F. Burzio sobre las piezas numismáticas halladas en el lugar de las ruinas. Arch. Maldonado. (16)

El Orden, 17 Julio 1952: “Junta Provincial de Estudios / Históricos”, subtit. “La ubicación de la primitiva Santa Fe”; a 1 col. En sesión privada extraordinaria, la Junta se expide “con motivo de la publicación de un estudio efectuado por el Ing. Nicanor Alurralde, publicado en el Nº 887, revista “La Ingeniería”. Resuelve dirigirse al gobernador de la provincia solicitándole que “para salvar definitivamente la dificultad planteada…se designe una comisión especial que se asesorada por técnicos de la Dirección de Obras Públicas de la provincia…El cuerpo se compromete a estudiar detenidamente la cuestión a la luz de documentos y archivos”. Arch. Maldonado.

El Litoral, 4 octubre 1952: “Las ruinas de Cayastá”; editorial fijando la posición del diario, analiza la cuestión, etc. Arch. Nícoli.

El Litoral, 31 diciembre 1952: “El trazado de la primitiva ciudad de Santa Fe y / la distribución de solares” por Agustín Zapata Gollán; a 9 cols. cabeza pg. con 3 ilustraciones. Arch. Maldonado.

Año 1953

La Nación, 5 enero 1953: “Cayastá, la muy antigua” editorial comentando el descubrimiento; el dictamen de la Academia Nacional de la Historia; necesidad de seguir Camino de la Costa; pavimentado recién hasta Santa Rosa. Arch. Maldonado.

El Litoral, 15 junio 1953: “Expte. formado por el Ing. Nícoli, solicitando al Ministro la publicación de todo lo actuado respecto de las ruinas de Santa Fe la Vieja”. Arch. Nícoli. El Orden, 24 junio 1953: “Las ruinas de Cayastá no pertenecen a la vieja Sta. Fe – Topografía histórica”. Escribe Nicanor Alurralde; a toda pg., cabeza de página, con ilustración plano de Cayastá, etc. Arch. Maldonado.

El Litoral, 2 julio 1953: Federico G. Cervera – (volanta) “Las ruinas de la ciudad vieja de Santa Fe / y su ubicación en Cayastá”, a 4 col. cabeza de pg. Arch. Maldonado.

El Litoral, 3 julio 1953: “Nuevo informe sobre las ruinas en / Cayastá de la primitiva Santa Fe,” – subtítulos “Se intenta desconcertar a la opinión pública – Las ruinas no han desaparecido como se pretende – Se han descubierto las ruinas de tres iglesias: San Francisco, Santo Domingo y la Merced”. Nota enviada por el titular del Depto. de Estudios Etnográficos y Coloniales, Dr. A. Zapata Gollán al ministro de Educación y Cultura. Arch. Maldonado.

El Orden, s/ f. (bajo la firma: 7/7/53): “Todos los documentos fidedignos que dan distancias a puntos fijos, llevan a ubicar la vieja Santa Fe en Helvecia y ninguno en Cayastá” – fdo. “Nicanor Alurralde”. Arch. Maldonado.

El Litoral, 10 julio 1953: Firma y volanta, arriba: “Guillermo Furlong – Raúl A. Molina – Pertenecen a Santa Fe las ruinas de Cayastá – Últimas comprobaciones – Una respuesta al señor ingeniero Alurralde; a 3 Cols. cabeza pag., con ilustración “Plano de la reducción de Cayastá con el cual se comprueba que no hay ninguna semejanza con las ruinas descubiertas”. Se trata de una réplica a la tesis de que se descubrieron ruinas de la reducción jesuita de Cayastá. Arch. Maldonado.

El Orden, 16 julio 1953: “Los problemas de carácter histórico y la ubicación de la primitiva Santa Fe”; a 7 cols., cabeza pg. , con cuatro ilustraciones de planos. Arch. Maldonado.

El Litoral, 19 julio 1953: “Agustín Zapata Gollán – Las tejas de la primitiva / ciudad de Santa Fe”. A una col. s/ casas que existían en Santa Fe, documentos y artículo de Manuel Ricardo Trelles, en “Revista de Buenos Aires”, año 1866; pg. 80; tomo X; “Hernandarias de Saavedra. Causa célebre; noticias y documentos para servir a la historia del Río de la Plata”. Arch. Maldonado.

El Litoral, 20 julio 1953: “Las ruinas de Cayastá pertenecen a Santa Fe la Vieja” por Ing. Víctor F. Nícoli; a 5 cols. cabeza pg., con ilustración de plano a 3 cols. Arch. Maldonado.

El Orden, 23 julio 1953: “Verdadera historia de las ruinas de Cayastá” – subtítulo “Las ruinas de Cayastá son del pueblo de Cayastá” fdo. abajo: Nicanor Alurralde. Arch. Maldonado.

El Orden, 24 julio 1953: continuación “Verdadera historia de las ruinas de Cayastá” – subtítulo “Las ruinas de Cayastá son del pueblo de Cayastá” fdo. abajo: Nicanor Alurralde. Arch. Maldonado.

El Orden, 30 julio 1953: “Se siguen acumulando errores a los ya cometidos / al ubicar a la vieja Santa Fe en Cayastá”. Por el ing. Nicanor Alurralde. A 5 cols. cabeza de pg. Arch. Maldonado.

El Orden, 31 julio 1953: continuación “Se siguen acumulando errores a los ya cometidos / al ubicar a la vieja Santa Fe en Cayastá”. Por el ing. Nicanor Alurralde. A 5 cols. cabeza de pg. Arch. Maldonado.

El Orden, 7 agosto 1953: “La distancia de 18 leguas entre las dos Santa Fe” – subtítulo “una prueba concluyente”; a 7 cols. cabeza pg. Arch. Maldonado.

El Orden, 21 agosto 1953: “La destrucción de Santa Fe la vieja en la segunda mitad / del siglo XVII y en la primera mitad del siglo XVIII” fdo. abajo: Nicanor Alurralde; a 7 cols. cabeza pg. Arch. Maldonado.

El Orden, 15 setiembre 1953: “Dos pruebas de que las ruinas de Cayastá / no pertenecen a Santa Fe la Vieja”; a 7 cols. cabeza pg. al lado del editorial. sin firma. Arch. Maldonado.

El Orden, s/ f. (se supone continuación) “Los problemas de carácter histórico y la ubicación de la primitiva Santa Fe”. fdo. Arq. Berjman. Arch. Maldonado.

El Litoral, 6 octubre 1953: Título “Autorizó el P.E. los / trabajos sobre las / ruinas de Santa Fe”. A una col. Un decreto del P. E. refrendado por los ministros Coordinador y de Obras Públicas Sr. Manuel Añaños y de Educación y Cultura Sr. Luis Albornoz autoriza al Ing. Alurralde y arq. Berjman para realizar trabajos y excavaciones de sondeo en la zona del litoral con el fin de determinar la presencia de ruinas y yacimientos arqueológicos relacionados con la ubicación de la primitiva ciudad de Santa Fe. Se señala que la Dir. Nac. de Investigaciones Científicas y Técnicas del Ministerio de Asuntos Técnicos de la Nación “ha comisionado al Ing. Alurralde para realizar dichas tareas…hace referencia de que el Primer Congreso de Historia Argentina, reunido en Sgo. del Estero, se ha pronunciado en el sentido de que no pueden aceptarse conclusiones definitivas; quedando por ende, abiertas las puertas a la investigación. Invita a investigadores e historiadores a contribuir con su esfuerzo en procura del total esclarecimiento del punto controvertido”. Arch. Maldonado.

El Orden, 6 octubre 1953: Título “El P.E. autoriza al Ing. Alurralde y al Arq. David Berjman a realizar investigaciones sobre la primitiva Santa Fe”. Arch. Nícoli.

La Capital, (Rosario) 1 noviembre 1953: “Agustín Zapata Gollán. Las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe”. Arch. Nícoli.

El Orden, 24 noviembre 1953: “Aspectos técnicos zona ruinas Cayastá”; a 7 cols. cabeza pg.; con ilustraciones plano, croquis, planillas. Arch. Maldonado.

El Litoral, 26 noviembre 1953: P. Guillermo Furlong, S.J. “Claman las piedras”. Arch. Nícoli.

El Orden, 7 diciembre 1953: El Ing. Alurralde solicita al gobernador permiso para iniciar excavaciones para demostrar que la ciudad había sido fundada cerca de Helvecia”. Arch. Nícoli.

El Orden, 28 diciembre 1953: “Cordial carta del Ing. Alurralde”. A 3 col. cabeza pg. (Con motivo fin de año…ratifica su lucha… – hace mención a una entrevista en Bs. As. con Mons. Fasolino – “…también le expresé mi disgusto por los procedimientos seguidos por la Asociación de Amigos de Santa Fe la Vieja… y que lo conceptuaba responsable de los actos de la citada Asociación por ser él su presidente…”). Refiere que la entrevista fue pedida por Mons. Fasolino por carta 30 de octubre 1953. Arch. Maldonado.

El Litoral, 31 diciembre 1953: “Las ruinas de Cayastá corresponderían a Santa Fe la Vieja”. Un copete: …amplio y documentado informe del Dr. José Carmelo Busaniche sobre la tradición de Cayastá como asiento de la vieja Santa Fe, presentado a la Junta Provincial de Estudios Históricos…” Arch. Maldonado.

Año 1954

El Orden, 22 febrero 1954: “Presentamos una prueba documental del / sistema de medición de fines del s. XVII”; a 4 cols. Sistema de mensurar a caballo dibujo s/ datos P. Pedro Grenón S. J. según un gráfico existente en el Archivo Histórico de Córdoba; de acuerdo a sistema utilizado en la región de pastoreo de Entre Ríos (en Esc. 2a., año 1690, exp. 14). fdo. “Ing. Nicanor Alurralde”. Arch. Maldonado.

El Litoral, 4 mayo 1954: “El plano de Cayastá de 1795 por José Carmelo Busaniche”; a 4 cols. cabeza pg. con ilustración: “Plano de la reducción de Cayastá…”. Arch. Maldonado.

El Orden, 6 mayo 1954: “Algo que debe ser explicado por los sostenedores de la tesis de Cayastá”. (Copete: “ …debido a la pluma del Ing. Nicolás Alurralde…”). Arch. Maldonado.

El Litoral, 10 mayo 1954: “En que fecha murió / Jerónima de Contreras / G. de Hernandarias?”. Informe del Depto. de Estudios Etnográficos y Coloniales, del director Agustín Zapata Gollán sobre la muerte que se dijo ocurrió en el nuevo asentamiento de Santa Fe. “…la hija legítima de Juan de Garay, doña Jerónima de Contreras, quien llevaba – a usanza de la época – no el apellido paterno sino el de uno de sus abuelos…”. A 1 col., cabeza pg. .Arch. Maldonado. (17)

El Orden, 14 mayo 1954: “Es contraria a los sostenedores de la tesis de Cayastá la prueba que surge de la numismática” – fdo. al pie: “Eduardo A. Natella”; a 7 cols. cabeza pg. con ilustración de anverso y reverso de una moneda en poder de José García Bañón, encontrada en el paraje de las ruinas de Cayastá..(Nota: Natella era un reconocido periodista santafesino que por esa época trabajaba en El Orden y en la Dir. de Prensa de la Casa de Gobierno). Arch. Maldonado.

El Litoral, 17 mayo 1954: “volanta: “Ing. Víctor F. Nícoli – Sobre la ubicación de Santa Fe la Vieja – Leguas españolas y otras cuestiones conexas al asunto”; a 4 cols. cabeza pg.. Arch. Maldonado.

El Orden, 18 mayo 1954: “Por qué las ruinas de Cayastá no son de Santa Fe la vieja”. A 7 cols. cabeza pg. con “…iniciamos una síntesis general…cuyo autor es el Ing. Nicanor Alurralde…” Arch. Maldonado.

El Orden, 19 mayo 1954: (continuación) “Por qué las ruinas de Cayastá no son de Santa Fe la vieja”. A 7 cols. cabeza pg. con plano de Cayastá a 5 cols. Arch. Maldonado.

El Orden, 20 mayo 1954: (continuación)”Por qué las ruinas de Cayastá no son de Santa Fe la vieja”. A 7 cols. cabeza pg. (Copete:…terminamos la publicación de la síntesis… autor Ing. Nicanor Alurralde…” Arch. Maldonado.

El Litoral, 8 agosto 1954: volanta: “José C. Busaniche. El informe sobre Cayastá de 1795”; a 3 cols. cabeza pg.. Arch. Maldonado.

El Litoral, 6 octubre 1954: “Las ruinas de Cayastá / pertenecen a una ciudad hispánica “ – subtítulo “Opiniones de los profesores Palavecino y Rex González”; a una col. Arch. Maldonado. (18)

El Litoral, 18 diciembre 1954: “Aurelio Z. Tanodi. Las inscripciones de las ruinas de Cayastá”. Arch. Nícoli.

 Año 1955

El Litoral, 1 abril 1955: “Informe de la Academia Nacional de Historia – Las ruinas de Cayastá son los restos de la antigua ciudad de Santa Fe, fundada por Juan de Garay”. Arch. Nícoli.

El Litoral, 11 abril 1955: volanta: “José C. Busaniche – Las andanzas de Cayastá”. Arch. Nícoli.

El Litoral, 3 junio 1955: volanta: “Víctor F. Nícoli. Nuevamente sobre las unidades de medida en la cuestión de Santa Fe la Vieja”. Arch. Nícoli.

El Litoral, s/ f.: supuesto fines de 1955. volanta: “Víctor F. Nícoli. Garay y la fundación de Santa Fe”. Arch. Nícoli.

Año 1956

La Nación, 24 agosto 1956: “Academia Nacional de Historia. Es la primera Santa Fe la que vese en Cayastá”. Arch. Nícoli.

La Razón, 24 agosto 1956: “Academia Nacional de Historia. En Cayastá se hallaba la antigua ciudad de Santa Fe, fundada por Garay, como surge del estudio de todos sus restos arqueológicos”. Arch. Nícoli.

La Prensa, 25 agosto 1956: “Academia Nacional de Historia. Lugar donde fue fundada la ciudad de Santa Fe”. Arch. Nícoli.

El Litoral, 25 agosto 1956: “Lugar donde fue / fundada la primera / ciudad de Santa Fe” – subtítulo “La Academia Nacional de la Historia dio dictamen definitivo”. A una col. cabeza pg. Arch. Maldonado.

El Litoral, 29 agosto 1956: “Aprobóse un dictamen / sobre las ruinas de / la primitiva Santa Fe” – subtítulo “Pronunciamiento de la Academia Nacional de la Historia”. A una col. cabeza pg. Resumen nota del pte. de la Academia Nacional de la Historia, Dr. Ricardo Levene, al director Depto. Estudios Etnográficos y Coloniales, Dr. A. Zapata Gollán, comunicando que en sesión del 14 Agosto 1956, la Academia ratificó anterior dictamen del 21 mayo 1952. Arch. Maldonado.

El Litoral, 30 agosto 1956: “Informe del cardenal Antonio Caggiano. Las ruinas descubiertas en Cayastá y el primer asentamiento de Santa Fe la Vieja”. El Cardenal Caggiano era arzobispo de Rosario y miembro de número de la Academia Nacional de la Historia. Después del pronunciamiento de la Corporación, efectuó una visita a las ruinas, acompañado por Mons. Fasolino y Agustín Zapata Gollán. Arch. Nícoli.

El Litoral, 26 septiembre 1956: “Fue homenajeado en / el Club del Orden el / Dr. A. Zapata Gollán”. Crónica cena; resumen discurso Pte. del club, Arq. Hernán Busaniche; discurso completo Dr. Agustín Zapata Gollán (ver la transcripción completa en texto de la charla que precede al Apéndice). Arch. Maldonado.

El Litoral, 10 octubre 1956: “Sobre las ruinas de / Cayastá escribe un arqueólogo americano”. A una col. cabeza pg. Comparación con ruinas de San Juan de Pto. Rico, en Caparra. Publicada en el periódico “Semana”, del Depto. de Educación de Pto. Rico, que dirige Rafael Torres Mazzorana. El autor es el renombrado escritor y arqueólogo portoriqueño Adolfo de Hostos, quien descubrió las Ruinas de S. Juan de Pto. Rico, fundada en 1508, en trabajos de excavación culminados en 1937. Parangón de ambas fundaciones, costumbres hispano-coloniales, vestigios, trazado, etc. Arch. Maldonado.

El Litoral, 23 octubre 1956: “Se incorporó a la Academia Nacional de / la Historia el Dr. A. Zapata Gollán”, a 3 cols. cabeza de página; subtítulo idem “El acto tuvo lugar esta tarde en el local del organismo y presentó al nuevo miembro el R. P. Furlong”. Con resumen del discurso del P. Furlong; y reproducción íntegra del pronunciado por el recipiendario Agustín Zapata Gollán. Arch. Maldonado.

Año 1957

El Litoral 11 enero 1957: volanta: arriba – “Víctor F. Nícoli – la legua utilizada por Garay – Pruebas documentales que permiten demostrar que fue la de 6.666 2/3 varas castellanas, llamadas vulgar o común en España”. A 4 cols. cabeza pg.; con plano y croquis a 3 cols. Arch. Maldonado.

La Razón 19 agosto 1957 “Santa Fe fue fundada por Garay: 100 años después se mudó a su sede actual, llevándose las puertas y ventanas”. Arch. Nícoli.

o 1958

La Nación 19 enero 1958. “Roberto Levillier. Un nuevo aniversario de Santa Fe. Conjura de Abreu contra Garay”. Arch. Nícoli.

Año 1960

El Litoral, 22 mayo 1960. “A tres siglos del traslado de Santa Fe”. Arch. Nícoli.

El Litoral, 9 julio 1960. “V. F. Nícoli – Juan de Garay y la fundación de Santa Fe”. Arch. Nícoli.

Año 1961

El Litoral, 29 diciembre 1961. “Los límites asignados por don Juan de Garay a la Provincia de Santa Fe”. “Por V. F. Nícoli”. Arch. Nícoli.

Año 1970

El Litoral, 30 mayo 1970. volanta: “José C. Busaniche. El nombre de la ciudad”. Arch. Nícoli.

Año 1974

Nuevo Diario, Santa Fe, 15 noviembre 1974 – Suplemento cultural especial s/ fundación de Santa Fe, en el aniversario: “Intendencia de la Municipalidad de Santa Fe. En el 401 aniversario de la fundación de Santa Fe”. Autores y títulos de las colaboraciones publicadas en dicho suplemento: “Dr. Mario de Olazábal – “Descubrimiento de las ruinas de la primitiva Santa Fe” “Dr. Federico Guillermo Cervera – “Ubicación de la primitiva Santa Fe, según los títulos de tierras” “Arq. Hernán Busaniche – “Las ruinas de Santa Fe y la arquitectura colonial” “Agustín Zapata Gollán – “Cuando conjugaba la Historia con la Arqueología” “Sociedad Argentina de Antropología y su dictamen sobre Cayastá” “José C. Busaniche – “La tradición de Cayastá como asiento de Santa Fe la Vieja” “P. Guillermo Furlong S. J. – “Las piedras claman” “Víctor F. Nícoli – “Inconsistencia de la tesis contraria a que las ruinas de Cayastá son de Santa Fe” “Mons. Dr. Nicolás Fasolino – “Sobre medallas halladas en el sitio viejo” “P. Adriano Rincón Domínguez O. F. M – “El primer ´santito´ santafesino”

Año 1979

El Litoral, 31 agosto 1979 – “Santa Fe la Vieja: los 30 años de la ciudad rediviva. Entrevista al Dr. Agustín Zapata Gollán”. Arch. Nícoli

Año 1982

El Litoral, 28 agosto 1982 – “Finalizó el Seminario sobre Santa Fe la Vieja – El Dr. Rodríguez Camillioni lee las recomendaciones del Seminario en el acto de clausura”. Arch. Nícoli

Año 1988

El Litoral, 11 abril 1988 – volanta “Víctor F. Nícoli. Algunas observaciones – hechas a título personal – sobre el informe ´Puesta en valor de las ruinas de Santa Fe la Vieja´”. Arch. Nícoli

1989

La Capital, Rosario, 11 setiembre 1989 – “Francisco Magin Ferrer. A cuarenta años de una exhumación arqueológica”. Arch. Nícoli

—–“Polémica sobre unidades lineales de medir utilizadas en tiempo de Garay” – Por Víctor F. Nícoli – Sin indicación de haberse publicado”.

Año 1990

El Litoral, 24 abril 1990 – “Actividades Culturales de la Junta Prov. de Estudios Históricos. Reunión de la Comisión de Defensa de Santa Fe la Vieja”. Arch. Nícoli

Año 1993

El Litoral, 26 noviembre 1993 – “Premio Juan de Garay al Ing. Nícoli a propuesta de la Junta Provincial de Estudios Históricos y de Amigos de Santa Fe la Vieja. (Acto en la gobernación, presidido por gobernador Reutemann)”. Arch. Nícoli

Addenda

Þ El diario El Litoral fue fundado en Santa Fe el 7 de agosto 1918 y sigue apareciendo; es vespertino.

Þ El diario El Orden apareció por primera vez en Santa Fe el 3 de noviembre de 1927 y dejó de salir en junio de 1967; era matutino.

Þ En el archivo de recortes del Dr. Maldonado, se encuentra asimismo una página del diario “La Mañana”, del sábado 14 de noviembre de 1953. titulada a toda pag. “El acta de fundación de Santa Fe revela el hondo sentimiento cristiano de Garay” – lleva tres subtítulos: “Episodios de mediados del siglo XV” – “Hay que abrir puertas a la tierra” y “Santa Fe de antaño” – sin firma. No hace referencia a la polémica que agitaba las aguas de los historiadores por esos años.

Þ Un artículo supuestamente publicado en la revista “El Hogar”, firmado por Agustín Zapata Gollán – con cuatro fotos. No hay fecha, pero firma el fotógrafo Damiano Palau, que por varios años visitó Santa Fe, invitado por el Club del Orden, con motivo de las fiestas de presentación en sociedad de los 25 de mayo.

Þ Un artículo a toda pg. de una revista de Bs. As., no identificada, con foto del Ingeniero Nicanor Alurralde, titulado “Podrá determinarse el sitio donde se fundaron en nuestro territorio ciudades hoy desaparecidas”, firmado “M. A. Córdova Alsina”. El entrevistado abunda en referencias a su empeño “en fijar, sin errores, el lugar en que estuvieron emplazadas, por ejemplo: Concepción del Bermejo, Santa Fe de Luyando 19 , Santa Cruz de la Sierra, las varias Londres de Catamarca, la Ciudad del Barco, etc.” También hace referencia a un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, del año 1933, en perjuicio de la provincia de Buenos Aires en la cuestión de las tierras ribereñas de San Isidro basado erróneamente en un tipo de legua de 5.573 mts., en lugar de la de 5.015 que realmente empleó Juan de Garay al repartir esas tierras”. 19 (nota en pie de página)  “Santa Fe de Luyando” es el nombre que impuso a la ciudad el gobernador Diego Ortiz de Zárate y Mendieta (sucesor de Juan Ortiz de Zárate en el gobierno de las Provincias del Río de la Plata y Paraguay).  El decreto en acta de cabildo lleva fecha 23 junio 1576.  Luyando era el ayuntamiento de Ayala, provincia de Álava (España) de donde era oriundo el gobernante.  Dicha denominación se usó durante el gobierno de Diego Ortiz de Zárate, por casi un año.

Þ Un largo artículo de la revista “Esto Es”, s/ f, Con un título sobreimpreso en una vista aérea de las ruinas del convento de San Francisco, tomada desde un avión. El título general es “¿Dónde estuvo ubicada la primitiva Santa Fe?” y está firmado por el entonces periodista Hipólito Solari Yrigoyen (después senador de conocida actuación en la política nacional).

Þ El Ing. Nicanor Alurralde, (Bs. As. 1898 – 1986). Cursó estudios en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA. Becado por la fundación Guggenheim para estudiar ferrocarriles de E.U.(1932 / 33). Prestó servicios en la construcción del ferrocarril San Juan a Jáchal (1921); construcción ramal ferroviario Antilla a Rosario de la Frontera (1928), id. ramal Metán a Barranqueras (1925 / 28), de Pie de Palo a Mendoza y empalme con transandino (1929 / 40), Jefe de la División Investigaciones Técnico-Económicas de la Dirección Nacional de Vialidad (1940 / 45) subdirector de la Dir. Nac. de Transporte Automotor (1946); subdirector Planificación Transportes (1948); director nacional de Construcciones Portuarias y Vías Navegables. Concurrente a congresos nacionales e internacionales de Vialidad y Transportes. Realizó investigaciones históricas. Ha colaborado en diarios y revistas nacionales. Publicó una docena de libros de carácter técnico, en temas de su especialidad. Murió el 20 de junio de 1986. Datos tomados de la Enciclopedia Histórica Argentina de Diego Abad de Santillán, Edit. Eudeba, Bs. As.

 

 

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