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1865 – Nicasio Oroño y la conducción política en Santa Fe.

Nicasio Oroño: sus concepciones y sus convicciones.

Innovaciones legislativas:

Secularización de los cementerios.

Ley de matrimonio civil

Diciembre de 1867: levantamiento militar por las candidaturas.

El combate “entre la civilización y la barbarie”.

Legislación sobre tierras.

Inmigración espontánea, tierra para los nativos.

Reconocimiento al gobierno de Oroño.

Valoración de Gastón Gori.

Lo expresado por Luis Gudiño Krämer.

 

En aquel tiempo, no existían los partidos políticos organizados y los grupos se integraban en los Clubes, antes de las elecciones.

Predominaban las ideas liberales y los planes de gobierno se complementaban, aunque utilizando diversos métodos. En consecuencia, la confrontación era por el poder y no por las ideas.

(Como aún suele ser en el tercer año del siglo XXI: se habla de proyectos que nunca son enunciados con precisión y tampoco se describen los pertinentes programas: recursos, medios y tiempos para la ejecución…)

Los candidatos estaban relacionados con algunos caudillos rurales, quienes representaban el nexo con los votantes. Los actos preelectorales se realizaban generalmente en salas para demostrar la capacidad de convocatoria, aunque la prensa constituía el arma predominante para denostarlos o alabarlos. La violencia y el fraude eran frecuentes.

La tendencia hereditaria está demostrada por los apellidos de autoridades que se desempeñaron desde 1862 hasta 1890. Algunos políticos estaban nucleados en el Club del Pueblo, tradicionalmente católico, y que adhería al autonomismo en el orden nacional. Oroño pertenecía al Club Libertad, autonomista.

Nicasio Oroño: sus concepciones y sus convicciones…

Después de la renuncia del gobernador Patricio Cullen, en enero de 1865 los santafesinos fueron convocados por primera vez a las elecciones de electores, conforme lo establecido en la Constitución provincial vigente. Fue una época tumultuosa, de frecuentes conflictos entre los partidarios del Club del Pueblo, que postulaba a Pascual Rosas y los del Club Libertad, que impulsó la candidatura de Nicasio Oroño, triunfante al lograr la mayoría en el Colegio Electoral reunido el 8 de febrero.

Mientras tanto, continuaba la guerra con el Paraguay iniciada en enero de 1865 y la provincia de Santa Fe participó enviando dos batallones.

Innovaciones legislativas:

Nicasio Oroñó demostró su interés por lo relativo al proceso de colonización y a la situación de los inmigrantes, tanto como de los nativos.

No fue por casualidad que haya planteado la necesidad de rever los criterios que se estaban aplicando para la distribución de las tierras, porque tales desigualdades generarían conflictos e incluso influirían en el equilibrio económico entre las diferentes regiones del país.  Poco logró, pero insistía: ·”El lazo embrutece, el arado civiliza” y lo que sí implicaba el arado como elemento que movilizaba hacia una modificación en las formas de convivencia, era el hecho de que quienes estaban usando el arado eran emigrantes de distintos países, con sus idiomas y religiones diferentes -no hablaban en castellano- y era imprescindible impulsar una confluencia con tolerancia y respetando los derechos individuales tanto como los colectivos.

Secularización de los cementerios.

Hasta entonces, los registros de nacimientos, matrimonios y defunciones se realizaban en las iglesias donde sacerdotes católicos certificaban lo pertinente a identidad, edad, parentesco… Es fácil comprender que tales condiciones afectaban a quienes practicaban otras religiones y que en las colonias agrícolas representaban altos porcentajes de población.  Con acertado criterio, el gobernador Oroño impulsó y logró que se sancionara la ley que terminaba con aquellas disposiciones y se estableció la secularización de los cementerios.  Enseguida se produjo la reacción de algunos grupos católicos siguiendo la orientación de las autoridades eclesiásticas.

Ley de matrimonio civil

Algunos inmigrantes llegaron con sus familias: esposas, hijos y otros, solteros.  Cuando decidían unirse en matrimonio se encontraban con que podían realizar la ceremonia religiosa, pero necesitaban estar registrados previamente como matrimonio civil.  Así fue como Oroño impulsó la ley de matrimonio civil que fue combatida ya desde el enunciado y por distintos medios; incluso el Obispo titular de la Diócesis, Mons. José María Gelabert y Crespo (fallecido treinta años después)-

El 26 de setiembre de 1867 fue sancionada y aunque en aquel momento el obispo insistió en su rechazo mediante una Pastoral y también “excomulgando” al gobernador, quien recurrió ante la Corte Suprema porque consideraba que esas manifestaciones eran inadmisibles, porque tendían a subvertir el orden y directamente intentaban enervar las autonomías provinciales.

La ley de registro civil constituyó el cimiento indispensable para organizar los registros pertinentes satisfaciendo las expectativas de los extranjeros ya instalados en el vasto territorio y también las necesidades del aluvión de inmigrantes que se produjo tras la sanción de la ley Avellaneda (6 de octubre de 1876, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento), porque encontraban ya estructurado el orden jurídico que les permitía ejercer sus derechos humanos.

Diciembre de 1867: levantamiento militar por las candidaturas…

Sabido es que Nicasio Oroño con su actitud firme en defensa de sus convicciones, logró el apoyo de sus amigos y también el acoso y  la persecución de sus adversarios, casi enemigos de acuerdo a algunas manifestaciones.

Entre sus leales colaboradores, corresponde nombrar a Tiburcio Aldao, Juan del Campillo, Domingo Crespo, José María Cullen, Emiliano García, José Benito Graña, Federico Ibarguren, Tesandro Santa Ana, “ciudadanos distinguidos”. [1]

Las crecientes dificultades obligaron a Nicasio Oroño a delegar el gobierno en un familiar: José María Cullen.  Fue pedida la intervención nacional. Viajó hacia el sur con el propósito de atenuar el conflicto y llegó a Rosario el 1º de enero. Francisco Pico fue nombrado interventor, no asumió.

El 3 de enero de 1868, Pico en su primer informe a las autoridades de Buenos Aires, reconoció que se había planteado tanta violencia debido a que «había dos candidaturas (a gobernador); la de don Mariano Cabal, favorecida por el general Urquiza, y la de don Marcelino Freyre, favorecida por Oroño. De esta elección dependería el voto de Santa Fe en la elección de presidente, y éste era el gran fin.”

(En el segundo año del siglo XXI, aún se especula con las alianzas entre gobernadores para sostener determinadas candidaturas presidenciales.  El soberano, que es el pueblo todavía no puede elegir sólo le está permitido optar y generalmente se vota a personas desconocidas, en listas establecidas como culminación de procesos cargados de agravios y acusaciones… ¡Así estamos!)

En el citado informe, Pico expresaba:

“Se ha querido por la violencia ponerse en aptitud de ganar las elecciones y Cabal, que está empeñadísimo en ser gobernador, ha venido personalmente a promover la revolución; él trajo las armas, ha pagado la tropa.  Todos los antiguos federales, que aquí son muchos, y todos los amigos del general Urquiza están por Cabal… El partido liberal en esta provincia es numéricamente muy diminuto: desconfío mucho del resultado de la elección.»

La tensa situación provocó la intervención del ministro Eduardo Costa (31-01-1868), con el propósito de «facilitar por todos los medios constitucionales el ejercicio de las autoridades de la provincia de Santa Fe y hacer efectivo en ella el imperio de la Ley.»

El combate “entre la civilización y la barbarie”…

Nicasio Oroño le advirtió al Presidente Bartolomé Mitre en una carta del 13 de febrero:

«Nuestras agitaciones internas son el combate sostenido entre la civilización y la barbarie… yo he aceptado la parte que me cupo trayendo en favor de las buenas ideas el contingente pequeño que me fue posible.»

Se llegó a un acuerdo y José María Cullen seguiría como gobernador provisorio, hasta el 23 de febrero de 1868, terminación del trienio de Oroño. Ese día, la Legislatura santafesina eligió a su sucesor Camilo Aldao y anunció las elecciones para el 23 de abril. Hubo intrigas y el conflicto se agravó por divergencias entre Aldao y Costa, resultando que el comisionado federal dirigiría las elecciones. Los federales celebraban anticipadamente el triunfo.

Camilo Aldao el 7 de marzo optó por escribirle al Presidente Mitre, destacando:

«…di un viva al grande hombre don Domingo Faustino Sarmiento, vivas, señor presidente, que vienen repercutiéndose en todos los pueblos libres de la república donde no pesa la mano de hierro de los caudillos Urquiza y Taboada, y ahora, desgraciadamente, en la pobre provincia de mi nacimiento para deshonra del gobierno nacional de que usted es jefe.»

Finalmente, triunfó Mariano Cabal y Simón de Iriondo fue su ministro.

Legislación sobre tierras…

Nicasio Oroño envió un mensaje a la Cámara de Representantes de la Provincia, “cuando por primera vez desde el gobierno, en 1866, se juzga públicamente el sistema de las empresas particulares de colonización”…

De aquel texto, aquí se reiteran dos párrafos:  [2]

“La experiencia ha demostrado los inconvenientes de la introducción de familias extranjeras en nuestro país costeadas por empresas particulares, que hacen este servicio en cambio de excesivas remuneraciones de tierras que permanecen incultas, sirviendo de objeto de codicia a los mismos colonos por los cuales las han obtenido del gobierno.  Las personas que se introducen al país obligadas por contratos anteriores, pierden la condición de hombres libres, para constituir con su trabajo en favor de los que especulan en estos negocios, un censo obligatorio que les arrebata el producto de sus afanes, privándoles al mismo tiempo de los medios de subsistencia indispensables, y haciéndoles, hasta cierto punto, odiosa su residencia en la nueva patria que han adoptado.”  /…/

“Se tiene la convicción de que un espíritu distinto dirigirá los asuntos. Si es verdad que no se excluye por completo la vieja política de entrega de la tierra pública en ventas de grandes extensiones, o en donaciones compensatorias, una racionalización más ajustada a la necesidad de dar tierra a los labradores y de protegerlos de la ambición de empresarios, inspira los proyectos del poder ejecutivo”…

Ha destacado el escritor Gastón Gori que “llegado Nicasio Oroño al gobierno, se reconoció que “las cosas cambiarían, y las cuestiones de colonización, inmigración y fundación de pueblos alcanzarían el tono de las grandes realizaciones sin descuidar la justicia, o la equidad y aun la elevación social del trabajador de la tierra».

Inmigración espontánea, tierra para los nativos…

Gastón Gori tras sus investigaciones en torno a la inmigración y colonización en la Argentina, expresa que:

“El mensaje de Oroño fundamentaba un proyecto de ley, luego sancionado, por el cual los terrenos situados al norte, aún no aptos para la agricultura, son destinados a la inmigración espontánea, dándoseles a los inmigrantes o a los nativos que los solicitaran, gratuitamente, lotes en el área destinada a pueblo y chacras para la agricultura.

Las suertes de estancias eran vendidas para formar un fondo de inmigración, para costear el transporte de familias extranjeras desde Buenos Aires al sitio de destino, con cargo de reintegro a partir del segundo año y por el término de cinco años, sin interés.”  [3]

Al analizar ser sancionada la ley del 5 de septiembre de 1866, Gori destaca que “obedece al mismo espíritu, pero que apunta directamente a la formación de colonias agrícolas en zona apta para iniciar de inmediato los cultivos; en el Departamento Rosario, se fundan dos centros agrícolas…» concediéndose las tierras «a toda persona cabeza de familia, viudo o soltero de más de veintiún años de edad, sea nacional o extranjero, con tal que la solicite en beneficio propio, sin interés directo ni indirecto por parte de otras personas y con el solo fin de poblarlas y cultivarlas… Esto hizo posible el avance de la agricultura hacia terrenos desiertos de propiedad fiscal, sin intermediarios ni especuladores, encauzando a los inmigrantes espontáneos y a la población nativa.  Los antiguos contratos de colonización -tipo Castellanos- cayeron por completo en descrédito y si fueron necesarios al principio, su inconveniencia hizo que no volvieran a firmarse otros semejantes. El gobierno de Oroño pudo servir de modelo a la nación en cuanto a la gratuidad de la tierra entregada a los colonos y a la vigilancia de los intereses públicos vinculados a la propiedad territorial.»

Reconocimiento al gobierno de Oroño…

Desde la Literatura es posible saber algo más sobre la historia de los pueblos y ciudades, de países y continentes.  En torno a la personalidad de don Nicasio Oroño, hay interesantes publicaciones.  Aquí ahora, lo expresado por dos escritores santafesinos con el propósito de que esta síntesis, estimule al lector para más lecturas o relecturas…

Valoración de Gastón Gori.

Destaca el estudioso Gastón Gori -Pedro Raúl Marangoni, maestro, abogado, doctor honoris causa, académico, reconocido como ciudadano ilustre por gobiernos provinciales y municipales, incluso en el Congreso Nacional…:

«Su gestión truncada por intereses contrarios a su orientación democrática -tierra para el que la trabaja, matrimonio civil, enseñanza gratuita y obligatoria- se vio interrumpida en pleno desarrollo de una nueva política de fecundos resultados. La oligarquía nacional y provincial, entroniza el pensamiento de hondas raíces ganaderas, aunque el proceso de colonización, con su gran empuje, hizo de la provincia de Santa Fe el modelo obligado de los gobernantes, que citaron sus colonias agrícolas como ejemplo para la República.»  [4]

Lo expresado por Luis Gudiño Krämer…

Es interesante lo expresado por don Luis Gudiño Krämer en su libro Folklore y Colonización.

(Nació en Entre Ríos, es posible ubicarlo como santafesino porque residió varias décadas en la capital -en Santa Fe de la Vera Cruz-, donde fue un destacado jefe de redacción del vespertino Diario “El Litoral” y elaboró la mayor parte de su obra, hasta que decidió trasladarse con su esposa a Córdoba donde vivió hasta su Último Vuelo.)

Don Luis, en una de sus crónicas sobre el perservante político Oroño, expresó:  [5]

“Don Nicasio Oroño, gobernador de Santa Fe y senador nacional, a pesar de su larga y provechosa vida pública no ha merecido, ni siquiera de los historiadores de su provincia, el examen detenido de su obra ni la consagración que se le debe por el carácter democrático y liberal de sus ideas y de sus realizaciones prácticas.  Podría este hecho llamar la atención si no se supiera que Oroño en su tiempo combatió sin salir del país contra la tiranía de Rosas y fue víctima de sus desmanes junto con su familia; actuó cerca de Urquiza, pero sin incorporarse totalmente a su círculo y sus ambiciones, y luego debió librar recias polémicas y sufrir el riguroso trato que Sarmiento le imponía a sus adversarios.  Otoño, como Hernández (de cuyo Martín Fierro es el precursor por su discurso del senado de 1869) era federal y defendía ahincadamente la autonomía de su provincia, y talvez por eso, sufriese en cuanto al relieve y proyección de su obra y de sus ideas, el olvido con que las edites unitarias y principalmente las porteñas, en poder de casi todos los resortes del poder y de la propaganda condenaron a estos hombres prácticos del interior, enemigos del boato, la reclame y los abusos de poder y cuyo liberalismo de tipo español se adornaba de sobriedad, desinterés e hidalgo orgullo”.

(Tras distintas lecturas; conclusiones y síntesis…

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.  2000/2004.)

[1] Gudiño Krämer, Luis. Folklore y Colonización. Santa Fe, Ediciones Colmegna, 1959, p. 117.

[2] Gori, Gastón. Inmigración y colonización en la Argentina. Buenos Aires. Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1986, p. 85.

[3] Ibidem. El autor en el pie de página anotó: Compilación de Leyes, decretos y demás disposiciones sobre tierras públicas, dictadas en la provincia de Santa Fe, desde 1853 hasta 1866. Ed. oficial, Bs. As., 1867.

[4] Gori, Gastón. Ob. citada, p. 84-87.

[5] Gudiño Krämer, Luis. Folklore y Colonización.  Santa Fe, Ediciones Colmegna, 1959, p. 125.

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