1991 – Provincia de Santa Fe, primer gobierno de Reutemann.
1951 – Doctor Ramón Carrillo y “el espacio vital”.
(Expresiones desde el Litoral de la República Argentina, extremo sur de Hispanoamérica…)
1991 – Provincia de Santa Fe, primer gobierno de Reutemann
Durante el primer gobierno de Carlos Alberto Reutemann (1991-95) se definieron los objetivos y las estrategias básicas para ejecutar todos los servicios con progresivamente y con eficiencia.
La Constitución de la Provincia de Santa Fe dispone que el rol del Estado en materia sanitaria es el de ejercer «la tutela de la salud como derecho fundamental del individuo e interés de la colectividad.»
Esa actitud tutelar de la «salud del individuo» se proyecta como la «salud de la población» resultante «del equilibrio dinámico que existe entre la condición de sano y la condición de enfermo; equilibrio dinámico que se rompe en virtud de la concurrencia de la muerte, estado irreversible… »
Tres acciones son esenciales:
«1. Evitar en el individuo el paso de la condición de sano a la de enfermo.
- Lograr una pronta y completa recuperación de la condición de sano del individuo toda vez que la misma ha sido perdida, y
- Evitar la concurrencia de la muerte, por tratarse de una condición irreversible.
En consecuencia son objetivos fundamentales de la política sanitaria provincial:
«Reducir la ocurrencia de muertes en la población – …evitando aquellas prevenibles de acuerdo a las tecnologías de control existentes.
Reducir la ocurrencia de enfermedades en la población. Evitar la aparición de casos de enfermedades que pueden ser evitadas mediante la aplicación de medidas de control.
Reducir la ocurrencia de enfermedades en la población. Evitar la aparición de casos de enfermedades que pueden ser evitadas mediante la aplicación de medidas de control.
Garantizar una adecuada calidad de atención de la enfermedad. Proporcionar acceso a la población a tecnologías apropiadas de eficacia comprobada, para el diagnóstico y tratamiento de los problemas de salud y enfermedades, garantizando la más rápida y completa recuperación de la salud.
Con el propósito de alcanzar el fin enunciado en la política sanitaria provincial, desde el Ministerio de Salud y Medio Ambiente se establecen las estrategias específicas como medios para lograr la «orientación de las acciones a realizar en base a prioridades» para obtener «mayor eficiencia en el diseño y ejecución de las actividades designadas al logro de los objetivos» y establecer los «programas prioritarios de control» que abarquen servicios oportunos a la población de todo el territorio provincial, mediante un «mejor ordenamiento de los recursos y una mayor eficiencia en la gestión.
En sucesivas etapas se elaboran los planes de trabajo que tendrán en cuenta la «magnitud» y la «vulnerabilidad» del problema objeto de control; se dispone lo pertinente para su ejecución, seguimiento, evaluación y reprogramación mediante un proceso dinámico que tiende a lograr la eficaz atención de los problemas de salud de la población.
1951 – Doctor Ramón Carrillo y “el espacio vital”…
El Dr. Ramón Carrillo -primer ministro de Salud Pública durante la primera presidencia del general Perón-, en 1951 durante una conferencia insistió en que «si le preguntamos a un criollo del campo cuánto necesita una vaca para vivir, nos contestará que una hectárea» y agregó: «creo que el señor humano merece esta consideración.»
Concluyó con una anécdota: «Ahora recuerdo cómo cierta mañana el general Perón quejábase de las firmas que los ministros le llevan cotidianamente.
Cuando muere un caballo -me decía- o muere una vaca, tengo que firmar un decreto; un decreto que no firmo, por cierto, cuando muere un conscripto o muere un general.
Sucede que, burocráticamente, para el orden patrimonial del Estado, un caballo o una vaca tienen importancia y un general o un conscripto, no. ¿Por qué? Porque no figuran en el inventario.» [1]
Con respecto a la arquitectura hospitalaria, el Dr. Carrillo reconocía que «la recova, el techo de tejas, los muros blancos, las líneas sobrias, son características inconfundibles que nos dejó el colonial español, ya hecho criollo por adaptación. (…)
Admiro a Le Corbusier y a sus discípulos de allá, y entre nosotros valora las expresiones de sobriedad de líneas del nuevo arte. Hasta creo que es hermoso, desde ciertos aspectos. Pero nosotros tenemos un pasado arquitectónico, una tradición, por decirlo así, arquitectónica. Es bello estéticamente hablando, y es cómodo, y es además técnicamente bueno. Condice con nuestra idiosincrasia, con nuestro modo de ser, con nuestro concepto. Un hospital… es casa del dolor y del sufrimiento. No lo afeemos con muros rígidos, con aspecto de prisión. Aquello de Fernández Moreno ‘setenta balcones y ninguna flor’, es cierto no sólo para la vivienda ciudadana, sino para la momentánea, a veces larga y angustiosa vivienda temporaria del enfermo y de los suyos. El estilo colonial nuestro es hermoso, grato, optimista, diría. Las galerías son criollas y acogedoras; el jardín, el verde del césped, el rojo de las techumbres, son regalo para la vista y recreo para el espíritu. El pequeño hospital local y el gran hospital ciudadano deben inspirar el arte de nuestros arquitectos según lo bello también, máxime cuando lo bello es también auténticamente nuestro.» [2]
Lecturas y síntesis: Nidia Orbea de Fontanini.
[1] Carrillo, Ramón. Teoría del hospital. Obras completas, t. 1. Eudeba, Bs. As., 1974, p. 96-97.
[2] Ibídem, p., 196-197.