Museo “Rosa Galisteo de Rodríguez”.
Juicio sucesorio de Demetrio Iturraspe.
Huelga de maestros – Discriminación – Quórum.
Banco Escolar de la Provincia.
Biblioteca de la Cámara de Diputados.
Biblioteca: tratamiento sobre tablas.
Es oportuno tener en cuenta que el gobernador Dr. Enrique M. Mosca (09 de mayo de 1920-1924), integró el gabinete con el Dr. Armando G. Antille en el ministerio de Gobierno, Justicia y Culto; Dr. Rodolfo M. Candioti en Hacienda y Obras Públicas y Dr. Agustín Araya en Instrucción Pública y Agricultura.
En la Legislatura de la Provincia de Santa Fe, el vicegobernador señor Clorindo Mendieta ejerció la presidencia de la Cámara de Senadores, fue presidente pro témpore el senador Melitón Gómez (San Jerónimo) y vicepresidente pro témpore el senador Román Argenti (Vera). Dirigió el servicio estenográfico don Federico Barboza, siendo secretarios de la Cámara don Luis Bonaparte y José Manuel González. [1]
Museo “Rosa Galisteo de Rodríguez”
El P. E. aceptó mediante un decreto del 27 de mayo de 1920 la donación del señor Martín Rodríguez Galisteo de un edificio ubicado en la capital de la provincia, en calle 4 de Enero frente a la “Plaza Pringles”, “con destino a museo y biblioteca, debiendo respetarse las condiciones establecidas en la nota de ofrecimiento”.
El 10 de junio de 1921 la Comisión de Presupuesto, Cuentas y Legislación de la Cámara de Senadores con la firma de los senadores Alcides Greca (San Javier), Gerardo Costanti (San Lorenzo), Francisco B. Caminos (La Capital), Carlos Paganini (Rosario) y Ricardo Murray (Belgrano) aconsejó la aprobación del proyecto de ley reconociendo esa donación y creando el cargo de director ($ 250.- mensuales); secretario bibliotecario $ 180.-; auxiliar, ordenanza, y mensajero -50 pesos-, disponiéndose que $ 60.- mensuales serían destinados a gastos de escritorio y extraordinarios.
El P.E. mediante el art. 3º de esa ley, estaba autorizado para invertir anualmente hasta 10.000.- pesos para la adquisición de obras. El proyecto fue aprobado por unanimidad.
Juicio sucesorio de Demetrio Iturraspe
En la sesión del 10 de junio de 1921 el senador Mattos propuso que se tratara sobre tablas el dictamen de la Comisión de Hacienda -senadores Simón Carlen (Garay), Dalmiro L. Videla (San Justo), Luis M. Mattos -Caseros-, autorizando al P.E. a pagar un crédito de ejercicios vencidos por honorarios correspondientes al doctor Miguel Cello (3.000.- pesos), por su intervención en 1917 en la sucesión de don Demetrio Iturraspe en su carácter de defensor de menores ad-hoc.
Se opuso el senador Oscar Meyer (Dto. Constitución) proponiendo que siguieran “el trámite parlamentario a fin de que puedan tratarse reposadamente”.
Huelga de maestros – Discriminación – Quórum…
Durante la sesión del 20 de mayo de 1921 en la Cámara de Senadores presidida por el Dr. Agustín Gatti el senador Enzo Bordabehere insistió en la necesidad de mantener el quórum para poder sesionar.
En la sesión del 10 de junio de 1921 el senador Alcides Greca -ex profesor en una escuela normal- aludió al decreto del P. E. dictado el sábado 14 de ese mes, con motivo de la huelga de maestros, por el cual se los declaraba en comisión y se procedía a una nueva organización del personal de las escuelas.
Advirtió que “el derecho de huelga, que se les ha negado a los maestros, indudablemente puede negársele en los países donde el maestro tiene estabilidad y escalafón, en donde se le paga puntualmente y en donde se atiende más a la idoneidad que a las recomendaciones de carácter político que son una norma, diremos, dentro de la política de nuestro país”.
En consecuencia, consideraba que los docentes santafesinos han ejercido tal protesta “con justo derecho… dadas las condiciones verdaderamente anormales en que se desenvolvía su vida gremial”.
El senador Mattos pidió que en la minuta de comunicación al P. E. se expresara que el decreto era “inconstitucional” y en consecuencia correspondía “que se restableciera inmediatamente al personal docente en sus respectivos puestos”, criterio censurado por el senador Greca y por otros legisladores, porque la organización de esa administración era legítima atribución de ese poder.
Luego el senador Fernando Dentesano -Dto. Castellanos, ex inspector de escuelas- manifestó que “hubiera deseado que en este conflicto el Poder Ejecutivo hubiera tratado estas cosas con un criterio un poco más humano para estos servidores de la provincia.
El ministro de Gobierno Dr. Armando Antille participó en esa sesión y destacó que esa huelga de maestros provenía “del estado general de las finanzas atrasadas”.
Rechazo a las huelgas…
Expresó el ministro Antille, que el poder administrador no reconocería “derecho al empleado público para alzarse contra ninguno de los poderes, levantando una bandera de rebelión.
El derecho de huelga no es un derecho consentido en ningún país civilizado para los funcionarios públicos, para los empleados del estado. El derecho de huelga es algo que hasta hoy han ejercitado solamente los obreros, los proletarios y que no se ha consentido a ningún empleado dependiente del poder que administra”.
Insistió en la necesidad de “asegurar la estabilidad de la enseñanza pública”, evitándose “que el alumno aprendiera en el mal ejemplo del maestro, del maestro indisciplinado y rebelde en el aula misma”.
Exaltados en las calles…
Reiteró que con el cierre de las escuelas -por ocho o diez días-, “quería evitar a los padres, el hogar, la intranquilidad y la zozobra, porque esos niños que iban a la escuela podían volver tal vez heridos por los exaltados cuya solidaridad se había evidenciado en casi todas las calles de la ciudad”.
El senador Greca planteó la diferencia entre los maestros que ejercían en Italia, Francia, Alemania… que obraban regularmente, mientras que en Santa Fe “se les ha tenido catorce meses sin abonarles un centavo”. Subayado aquí.
Destacó el doctor Alcides Greca que “aquí, el maestro está en peores condiciones que un simple jornalero… que un simple peón de chacra”.
Reconoció que como abogado, no analizaba ese problema con “un criterio legal sino un criterio humano” e inmediatamente fue rebatido por el senador Mattos.
El mismo día se consideró un proyecto de ley estableciendo la estabilidad para los maestros diplomados con dos años de antigüedad y la obligatoriedad del pago mensual de las retribuciones, disponiéndose que un tribunal disciplinario ejecutaría los sumarios siempre con vista al interesado, a los efectos de su legítima defensa.
Banco Escolar de la Provincia…
En la sesión del 30 de junio de 1921 se aludió a ese proyecto al tratarse el Banco Escolar de la Provincia para descontar en caso de necesidad hasta el 50% de su capital para el pago de sueldos, y la otra mitad para pago de siniestros a razón de cinco mil pesos por fallecimiento.
En esa circunstancia el senador Francisco Caminos manifestó:
“…todo cuanto hagamos por engrandecer la escuela del pueblo será obra patriótica y honrosa para todos. Es en ella donde se realiza ese gran trabajo sociológico y psicológico de renovación moral y social de las colectividades humanas”.
Advirtió que “el maestro varón, tan necesario a la disciplina y a la escuela de campaña, ha desertado del magisterio, ante lo mísero de su situación y en busca de otras orientaciones que le ofrezcan mejores perspectivas de vida”.
Maestras, escuelas rurales…
Insistió en que “los grados superiores y las escuelas rurales reclaman la presencia del maestro varón, por su mayor autoridad para la disciplina y por la mayor libertad para moverse y ubicarse donde lo reclaman las necesidades del magisterio.
La mujer, en los grados superiores de varones, no es quizás la más indicada para la mejor disciplina escolar y como hija de familia o esposa no se encuentra tampoco en situación ventajosa para aplicar sus actividades profesionales a la escuela de campaña…”
Declaró que su “aspiración personal sería que pudiera decirse un día: en ninguna parte de la república está más cuidado el interés y la dignidad del maestro que, en la provincia de Santa Fe porque con toda seguridad la escuela estaría colocada a igual altura…”
El proyecto pasó a la Comisión.
Biblioteca de la Cámara de Diputados
“En la Cámara de Diputados, el 25 de julio de 1920 entró un proyecto de ley por el que se disponía la creación de ‘una biblioteca que se denominará Biblioteca de la Honorable Cámara de Diputados’.” [2]
El 10 de junio de 1921 la Comisión de Hacienda de la Cámara de Senadores aconsejó la sanción del proyecto venido en revisión de la Cámara de Diputados, “creando una biblioteca para la misma” acordándose al P. E. a otorgar una partida de 10.000.- “para los gastos de instalación, adquisición de obras y todo lo relativo a su funcionamiento”, previéndose los fondos resultantes de los haberes de los diputados que renuncien o fallezcan y los sueldos que por esas causas dejaran de ser percibidos en esa Cámara.
En realidad sólo una expresión verbal, porque casi como una tradición, pagaban a los herederos, las dietas que le hubieran correspondido a los legisladores o cubrían inmediatamente las vacantes con nombramientos en los respectivos cargos.
El senador Mattos manifestó que “hubo necesidad de consultar textos… como los códigos mismos, y ellos no se pudieron encontrar en la Cámara, lo que nos puso en el caso de tener que salir a la calle a solicitarlos para poder enterarnos de los puntos que queríamos consultar”.
Reconoció la necesidad de disponer de “una biblioteca para la Legislatura”. Admitió que “en este cuerpo existe, desde hace varios años una biblioteca que no hemos tenido la suerte de que se le hayan dado los impulsos debidos… en condiciones inadecuadas, al extremo de que carece de las obras más importantes, más fundamentales”.
Propuso que se aprobara ese proyecto para ver “si allí tiene mejor suerte; y si ello resultare, podrá luego presentarse un proyecto de refundición de las dos bibliotecas, y quedarán así satisfechos los deseos de los señores legisladores que disienten con el despacho”.
El senador Gerardo Costanti reconoció que no era imprescindible tratar sobre tablas ese proyecto, porque “no hay mayor urgencia para que en el término de veinticuatro horas se habilite a la Cámara de Diputados a crear una biblioteca” pero sí era importante acordar una partida que para algunos resultaba excesiva y para otros era insuficiente, por cuanto en idéntica situación estaba la Cámara de Senadores.
El senador Carlos Paganini se opuso al proyecto, porque se duplicarían los gastos debido a que estaba instalada una biblioteca en la Legislatura al crearse otra para los diputados, al mismo tiempo aumentarían gastos, aunque el senador Mattos aclaró que se nombraría sólo un empleado “que será el bibliotecario o encargado de ella”.
También se opuso el senador Meyer y pidió que “haya una biblioteca para el Poder Legislativo y no exclusivamente para la Cámara de Diputados”, considerando que con esa partida de diez mil pesos apenas se podrían “compilar y encuadernar los libros del archivo, los diarios de sesiones de la Cámara de Diputados, del Senado y de la Convención…”
“¡Qué va a ser biblioteca!…
El senador Gerardo Costanti refiriéndose a la biblioteca existente en el Senado, manifestó: “¡qué va a ser biblioteca!, es un mueble con una serie de libros destartalados donde no hay ni los códigos”.
Después de un breve debate, se propuso modificar el texto para la creación de “una biblioteca del Poder Legislativo o de la Legislatura”, fue rechazado y originó otra discusión que concluyó con la votación afirmativa del proyecto.
La Cámara de Diputados así podría tener “una biblioteca”…
Dos años después, siendo presidente de la Cámara el Diputado Rodolfo Freyre, celebraron la imposición del nombre de “Nicasio Oroño”, en un acto con presencia de autoridades y personas firmantes en un artístico pergamino.
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Los vaivenes en el ámbito legislativo también incidieron en sucesivos períodos en la Biblioteca, hasta que en 1934, mediante la Ley Nº 2.388 –que derogó la anterior-, se creó la “Biblioteca de la Legislatura” -así nombrada a partir de entonces-, ejerciendo la superintendencia una Comisión Bicameral integrada por un senador y dos diputados.
Memoria necesaria…
Al asumir las autoridades electas, desde el 10 de diciembre de 1983 el vicegobernador Carlos Aurelio Martínez ejerció la Presidencia del Senado. Vigente la ley Nº 2388 del 1º de octubre de 1934, ejercía la superintendencia de la “Biblioteca de la Legislatura” una comisión bicameral. Desde el Senado, el senador Armando Piazza (UCR, departamento Constitución, designado para integrar esa Comisión) y las autoridades de esa Cámara resolvieron el traslado desde la sede de la Legislatura a una casa-negocio de calle Buenos Aires –actual Monseñor Zazpe- y San Jerónimo. Meses después; debido a goteras y humedad excesiva fue ordenado otro traslado a 25 de Mayo 1908. Allí, en 1987 comenzó el proceso de jerarquización de ese servicio: aprobado el plan cultural anual comenzó su desarrollo como centromultimedios al servicio de la comunidad, hasta 1995.
Continúa la historia de la centenaria “Biblioteca de la Legislatura” con otros protagonistas en diferentes espacios.
Dejo aquí, algunas señales insoslayables…
Biblioteca: tratamiento sobre tablas…
El 25 de junio de 1920 había ingresado en la Cámara de Diputados el proyecto de creación de una Biblioteca que sería denominada “Biblioteca de la Honorable Cámara de Diputados” y después de once meses, el 10 de junio de 1921 fue tratado en a Cámara de Senadores presidida por el vicegobernador Clorindo Mendieta. El Senador Luis M. Mattos hizo moción para que se tratara sobre tablas y leyeron el despacho de la Comisión firmado por el mencionado legislador representante del Departamento Caseros, Simón Carlen del Departamento Garay y Dalmiro Videla del Departamento San Justo, disponiéndose en el artículo 2º: “Esta biblioteca se irá formando con las obras de legislación más a propósito para ilustrar el juicio de los legisladores y principiará por la encuadernación de los documentos que existen en los archivos de la misma y por la adquisición de los registros oficiales provincial y nacional, de los textos de consulta en materia económica, parlamentaria y legislativa, nacionales y extranjeros, de los códigos, de toda la ley de carácter provincial y de las de carácter nacional desde el principio de nuestra independencia.”
“Artículo 3º: Fíjase por una sola vez la cantidad de ($10.000.- ) diez mil pesos moneda nacional para los gastos que origine el cumplimiento del artículo 2º y la adquisición de moblaje. Después de su formación la Honorable Cámara reglamentará su funcionamiento.
Artículo 4º: Destínase para el momento de la referida biblioteca las dietas presupuestarias para miembros de la Honorable Cámara y los sueldos de los empleados de la misma, que por muerte, renuncia, destitución u otras causas queden sin devengarse mientras no se elija o nombre el reemplazante”. /…/
Varios senadores expresaron que debiera ser una biblioteca que estuviera destinada a ambas Cámaras y el senador Mattos dijo:
“…en este cuerpo existe, desde hace ya varios años, una biblioteca, que no ha tenido la suerte de que se le haya dado los impulsos debidos, y que por tal, se encuentra en condiciones inadecuadas, al extremo de que carece de las obras más importantes, más fundamentales”.
En su discurso anterior, había destacado que en la Cámara,
“…en muchas ocasiones hubo necesidad de consultar textos, y a veces textos fundamentales, como los Códigos mismos; y ellos, no se pudieron encontrar en la Cámara.”
Varios legisladores se opusieron al tratamiento sobre tablas. El senador Oscar C. Meyer –Dto. Constitución- se negó a esa urgencia para tratar un tema que podía esperar, máxime teniendo despacho de la comisión, porque entonces, no hay el temor de que duerma en la carpeta de la misma.” Insistieron otros para que sí se tratara sobre tablas, entre ellos el Senador Alcides Greca –Dto. San Javier- y el Sen. Gerardo Costanti –Dto. San Lorenzo-, quien sostuvo que ‘la biblioteca es indispensable… la suma es insignificante para ese objeto’.” [3]
Fraternidad – Pornografía…
“El senador Meyer al pedir la modificación del art. 1º dijo que ‘en esta fraternidad que debe reinar entre las dos ramas del poder legislativo… hemos de tener esa gran biblioteca que hoy se inicia y que con el esfuerzo de todos hemos de hacerla grande para todos y para la provincia de Santa Fe.” Luego, el senador opinó “con respecto a las obras que se debían adquirir: ‘todas las obras pueden ser útiles, sin excluir hasta las pornográficas Subrayado aquí …para ilustrar a los señores legisladores, dada la complejidad de los asuntos sobre los cuales tiene que legislar; y de ahí que puedan serles, en ciertos casos, necesarias para conocer por la teoría cosas que no se practican, hasta las novelas pornográficas, cuya venta por las calles está prohibida, siempre en la tendencia, como es natural, de morigerar costumbres”.
(Transcribo lo que escribí en la página 42, a continuación de aquella “original opinión” del senador Meyer:
Indudablemente, tener algunos libros en los anaqueles y organizados técnicamente algunos ficheros; contando con personas encargadas de su administración, no es equivalente a tener una biblioteca disponible para atender con eficiencia las consultas. Hay que tener colecciones actualizadas, libros de investigadores y escritores destacados, y personal con conocimiento de sus contenidos y el necesario entrenamiento, para un oportuno y correcto asesoramiento.” [4]
Pidió luego el Senador Costanti a sus pares, “la aprobación del proyecto, con esa ‘modesta suma… por lo menos, ya que no podemos hacer una gran biblioteca’, que ‘se inicie la obra en la Cámara de Diputados, sin perjuicio de que más adelante lleguemos a la consecución que todos anhelamos de tener una biblioteca en forma, como corresponde a la legislatura”.
Inmediatamente reconoció que “la situación financiera de la provincia no permite votar grandes sumas, entonces hay que principiar por poco”…
Dijo el senador Costanti, representante del Dto. San Lorenzo, que: “la biblioteca ‘no será un montón de libros bien encuadernados’, sino una biblioteca ‘formada por una comisión de diputados’ y eso ‘constituye una
garantía’.
Aprobado el tratamiento sobre tablas, “habló el Sen. Carlos Paganini –Dto. Rosario-, quien propuso que se integrara una comisión mixta y que la biblioteca fuera para la Legislatura, es decir para ambas Cámaras.”
Insistió el senador Carlos Paganini: “…lo lógico y lo justo es que se haga desde ya una sola para la Legislatura, y nos ahorraremos así el gasto duplicado de las mismas obras y de crear dos administraciones diferentes.” Destacó la necesidad de disponer de “dos bibliotecarios “ y propuso la modificación del proyecto para que fuera “una Biblioteca para la Legislatura”.
Insistieron los senadores preopinantes para que se modificara el texto apoyando al senador Paganini y el senador Costanti propuso que fuera “administrada por una comisión mixta de senadores y diputados”, sugiriendo el senador Meyer que “se aumentara la partida a $ 25.000”, pero siendo tan difícil “la situación del erario” no correspondía variar ese monto.
El senador Costanti dijo que “cuando haya fondos bastantes que permitan hacer una biblioteca de la Legislatura que merezca el nombre de tal, esa biblioteca no debe ser de la Cámara de Diputados sino de la Legislatura, debiendo ser administrada como se administra la Biblioteca de Congreso Nacional”.
Destacó luego que lo previsto como recursos (artículo 2º), era un “recurso lírico”, “ilusorio”, porque “no faltará un espíritu que tenga suficiente compañerismo y recuerdo para el colega desaparecido que no formule un proyecto donando las dietas a la familia del mismo”
(Con el transcurso del tiempo, es indudable que las proféticas palabras del Senador Costanti han confirmado una indiscutida vigencia.)
Un año después, en la sesión del 23-12-1922, fue aprobado el presupuesto del Poder Legislativo para el año 1923, incluyendo dos cargos de “Bibliotecarios Archiveros” -$200.- cada uno) en la Cámara de Senadores y un cargo de bibliotecario con igual retribución, en la Cámara de Diputados.)
[1] Federico Barboza fue profesor en la Escuela Nacional de Comercio “Domingo Guzmán Silva” de Santa Fe (c. 1946).
[2] Orbea de Fontanini, Nidia A. G. 1882 – Biblioteca de la Legislatura de Santa Fe – 1989. (inédito, 180 páginas.) Entre comillas, texto correspondiente a la página 38. Hasta 1989 recopilé información que procesé en computadora durante parte del tiempo libre en nuestro hogar y es una aproximación a la biblioteca creada el 14 de julio de 1882 (Bicameral), al ser sancionada en la Cámara de Diputados la ley pertinente (Fdo. Pablo Paredes, Leonidas Zavalla; Dr. Sebastián Puig / Héctor Facino. # Héctor Facino era descendiente del primer pintor residente en la capital santafesina, dedicado a la enseñanza del dibujo y la pintura en la única Academia existente en ese tiempo y que funcionaba en el colegio de los Padres Jesuitas; también enseñó en su taller y en casas particulares. Fue maestro de la primera pintora santafesina Josefa Díaz y Clucellas –luego Sor Josefa-; de Ana Galán de Coll y de Rosario Pujato Crespo, las tres primeras pintoras reconocidas en la ciudad de Santa Fe. Héctor Facino había nacido en Parma en 1829, estudió abogacía en su patria y llegó a Santa Fe en 1868. Casado con Enriqueta Bellini, tuvieron varios hijos. Siguió aumentando la descendencia, en “respetables hogares” –al decir del cronista Antonio Colón. Sus cuadros “Un naufragio” y “Purgatorio” están en la Basílica de “Nuestra Sra. del Carmen”, en la capital santafesina. (Cuaderno de Cultura Nº 1, Edic. Subsecretaría de Cultura de la Provincia, Subsecretario Dr. Jorge Guillén, con aporte de Bica Cultura, 7 de junio de 1984, 9-10.)
[3] Ibídem, p. 40-41.
[4] Ídem, p. 42.