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1854-1856 – Gobierno de José María Cullen

Cullen en “misión de entendimiento”.

08-01-1855: Tratado de Convivencia.

Retribución mediante tierras fiscales.

Ricardo Aldao a cargo del gobierno.

José María Cullen: líder del “cullismo”.

Conflicto por la administración de Domingo Crespo.

Otro conflicto en abril

Enajenación de tierras fiscales.

Enero de 1856: otro conflicto en Rosario

27-01-1856: llegaron los inmigrantes a la colonia Esperanza.

Gobierno y evaluaciones en todos los departamentos.

División política departamental.

Cullen y su impulso a un proyecto fluvial.

Proyecto para la navegación del río Salado.

14-01-1856: firma del contrato en Paraná.

Hostigamiento de Juan Pablo López.

Intervención en la Provincia y asunción de López.

 

En la provincia de Santa Fe, el 1º de diciembre de 1854 fue electo don José María Cullen -estanciero rosarino, pariente del gobernador anterior.

Cullen en “misión de entendimiento”…

Cullen y Daniel Gowland –director de los comerciantes ingleses-, cumplieron una misión de entendimiento entre Urquiza y el gobierno bonaerense, ya que “ninguno quería, seriamente, la guerra”.  Como sigue siendo frecuente cuando hay que resolver conflictos económicos que amenazan la continuidad de determinados beneficios, los apoyaba el vicecónsul inglés Frank Parish, un apellido difundido en los ámbitos diplomáticos.  [1]

Hay que tener en cuenta que como lo estudió y publicó el historiador Raúl Scalabrini Ortiz, fue Woodbine Parish quien intervino para el primer empréstito gestionado en tiempos de don Bernardino Rivadavia, cuando Félix Castro y John Parish Robertson, “un británico unido por vínculos familiares al cónsul de su país”, fueron autorizados “a firmar una obligación en nombre de los estados del Río de la Plata”… Lo insólito es que “este señor John Parish Robertson lleva, además del poder acordado por Buenos Aires, otro poder extraordinario otorgado por la República del Perú.”  [2]

Si algo se conoce acerca de “la historia de la Historia de los argentinos”, no sorprende que algunos historiadores reconozcan a los hermanos Parish en algunos escritos sólo como los hermanos Robertson y se refieran a ellos, como unos viajeros que después escribieron interesantes crónicas sobre la vida en la capital santafesina, donde se hospedaron en la casa del estanciero Francisco Antonio Candioti, luego primer gobernador tras el movimiento de mayo de 1810. También suelen relatar que el presidente paraguayo Francia los hizo detener y que cuando pudieron regresar a la isla británica escribieron allí y publicaron un libro sobre la tierra de Francia y el terror

La lectura de crónicas referidas al combate de San Lorenzo, por su brevedad no destacan que el general San Martín fue apoyado por el comandante militar de Rosario Celedonio Escalada, quien le proveyó una caballada vigorosa y son pocos los autores que aluden a la presencia “en esa posta” de William –Guillermo– Parish Robertson, el inglés que junto a su hermano John -Juan- llegaron hasta el Paraguay, siendo precisamente éste quien cumpliendo simultáneas funciones, “el 1º de julio de 1824, ante el escribano William R. Newton” y junto a “Castro, firman el bono general del primer empréstito argentino, cuya colocación en el público ha sido convenida por los banqueros londinenses Baring Brothers.”   [3]

08-01-1855: Tratado de Convivencia…

Sabido es en aquel tiempo de reciente inicio de la organización nacional tras la sanción de la Constitución, “no había banco ni oficina de rentas en la confederación; los sueldos se pagaban con libramientos contra las parvas aduanas de Rosario y Corrientes a cobrarse cuando se pudiera”.  Por eso se generaban algunos conflictos económico-financieros y era necesario evitarlos logrando mutuos acuerdos.  Cullen y Gowland, dialogaron con el ministro de gobierno bonaerense Irineo Portela y luego, se encomendó al ministro de Hacienda Juan Bautista Peña la misión de firmar un tratado de convivencia que en el punto tercero estableció el compromiso de “arreglar por medios amistosos sus mutuas relaciones y cuanto pueda interesar a su estado político, a la seguridad de sus fronteras en las invasiones de los bárbaros, al comercio o a los habitantes de uno y otro territorio”.

Cullen era un político con experiencia, reconocida es la habilidad diplomática de los ingleses y el 8 de enero de 1855 ya estaba terminada la redacción del acuerdo que significaba la aceptación de “la Nación tendría, pues, dos cabezas y dos cuerpos, como los hermanos siameses” -destacó el historiador Rosa-, ya que “la Confederación y el Estado” (punto 1), “se auxiliarían mutuamente contra las invasiones de indios” (punto 2), “la separación no altera de manera alguna las leyes generales de la Nación” en los procedimientos judiciales (punto 3); los buques mercantes de ambos estados “usarían la bandera nacional” (punto 4); “serían admitidos libremente en los puertos, sin pagar derechos diferenciales” (punto 5); “no había aduanas entre una y otra” (sexto) y finalmente, “no existirían trabas al correo ni al tránsito de pasajeros”.

Como suele suceder, después de la firma del acuerdo del 8 de enero de 1855, se despejó el camino y como destacó José María Rosa, con ese tratado de pacificación, “dieron pretexto a Diego A. Peden (ministro de Estados Unidos en la Confederación desde el 1º de diciembre anterior) a presentar sus credenciales en Buenos Aires el 25 de enero de 1855. Ya era posible al Imperio, sin encontrarse aislado, reconocer también al Estado, y Thomás Joaquín de Amaral se presentó como encargado de negocios el 3 de abril.  Poco tiempo después un buque sardo trajo a Marcelo Cerrutti, representante de Cerdeña.  Inglaterra no mantuvo relaciones oficiales con el Estado, aunque Frank Parish, vicecónsul en Buenos Aires, cumplió virtualmente esas funciones”…

Mientras tanto, se escuchaban más consignas: “Rivadavia sí, Rosas no”; se repetía como una letanía lo expresado por el sanjuanino Sarmiento acerca de la necesidad de “educar al soberano”…

Retribución mediante tierras fiscales…

Como era costumbre en aquel tiempo, ya que había tierras fiscales disponibles en la zona de Cayastá, a  cada uno de los comisionados les transfirieron terrenos de tres por cuatro leguas…

Mientras tanto, ambulaban los sin tierra que con sus familias: unos servían en las estancias y otros colaboraban en las colonias que seguían instalándose en distintos departamentos.

Ricardo Aldao a cargo del gobierno…

Sabido es que Ricardo Aldao estuvo a cargo del gobierno hasta que el gobernador titular terminó con “su misión” –no sumisión-, junto al inglés Daniel Gowland, en Paraná.  Firmado ese acuerdo, aparentemente terminaban los enfrentamientos entre los gobiernos provinciales.

“Del dicho al hecho, hay un gran trecho”, no es sólo un refrán ya que en diversas circunstancias, sigue siendo una realidad

José María Cullen: líder del “cullismo”…

El gobernador José María Cullen era considerado el líder del cullismo -entre los santafesinos cuyismo- apoyado por su hermano Patricio, su hermanastro Camilo Aldao, su cuñado José Nicasio Oroño y su primo, el médico Marcelino Freyre.  [4]

El 13 de febrero de 1855 se hizo cargo el gobernador José María Cullen y fueron sus ministros  Francisco Seguí y el doctor Manuel Leiva.  Ordenó la elaboración del presupuesto, el primero presentado en la Legislatura para su consideración y después de ser analizado resultó aprobado el 7 de enero de 1856, cuando ya estaba llegando a estas latitudes el contingente organizado por Aarón Castellanos en Europa y el gobierno necesitaba enfrentar oportunamente sus compromisos económico-financieros.

El inquieto e inquietante Juan Pablo López siguió conspirando y es oportuno destacar que apoyaron la gestión del gobernador Cullen destacados políticos, entre ellos don Nicasio Oroño y también algunos circunstanciales adversarios políticos, como don Juan Francisco Seguí.

Conflicto por la administración de Domingo Crespo…

A principios de 1855 se reunió la Honorable Asamblea Constituyente para actualizar la constitución de 1841 y necesariamente empezaron a revisar y evaluar los resultados de las administraciones anteriores.

El gobernador Domingo Crespo -tío político del gobernador José María Cullen-, no había cumplido con lo ordenado en la Constitución vigente y omitió la presentación de las rendiciones de cuentas anuales ante la Legislatura, ni antes de los pertinentes años ni siquiera después de terminados en cuyo caso, ya no se trata de un presupuesto sino de una rendición de cuentas, que demuestra cierta irresponsabilidad en la administración pública.

En abril de 1855, la Asamblea decidió que se pidiera al ex gobernador la presentación de tales documentos, pero él contestó que no disponía de medios para concretarlo.  En consecuencia, pidió que se encargara de eso el nuevo gobierno y lógicamente, sería necesario designar más personal idóneo en la Contaduría de Hacienda.  No era posible disponer de recursos para resolver esa omisión de la administración anterior y la Asamblea rechazó tal propuesta.

Teniendo en cuenta el vínculo familiar, el gobernador Cullen delegó sus funciones en el ministro de Gobierno Doctor Seguí.

Como suele suceder a principios del tercer milenio, cuando el gobernador José María Cullen regresó de Buenos Aires, eran otros los ánimos y de las cuentas de la administración anterior poco se habló y ni siquiera se escuchaba el eco…

Otro conflicto en abril…

A pesar de que se había firmado en Paraná un acuerdo promoviendo la convivencia pacífica evitando conflictos entre gobiernos de distintas provincias y siendo José María Cullen una persona de comunicación directa,  responsable de sus expresiones verbales en función de sus obligaciones, debió solucionar el problema resultante de las actitudes del periodista Fernando de la Barra, que editaba en Rosario un diario opositor al gobierno de Buenos Aires titulado La Confederación.  En consecuencia, le pidió al periodista que se trasladara a otra provincia y tal decisión fue apelada pero como aún no se había constituido la Corte Suprema de Justicia Federal, desde Paraná lo autorizaron para que permaneciera en la provincia de Santa Fe.  Con esa respuesta, quedaba prácticamente enervado el acuerdo firmado en Paraná y el gobernador Cullen, hombre de razonamiento lógico contestó que él había decidido el alejamiento del periodista porque así se alcanzarían los objetivos enunciados durante aquella misión.

Realmente, aquellos también eran tiempos difíciles no sólo para gobernar, también para convivir.

Enajenación de tierras fiscales…

La sanción de la ley del 30 de mayo de 1855 permitió al gobierno enajenar los terrenos fiscales y así podrían recaudar fondos para cumplir con algunos proyectos. En consecuencia, comenzó a funcionar la primera Junta de Topografía con sede en la ciudad de Rosario.

Enero de 1856: otro conflicto en Rosario

Más allá de los propósitos de lograr una convivencia pacífica, seguían desarrollándose luchas internas en las provincias limítrofes.

Desde Buenos Aires, Mitre tenía que avanzar para dar batalla a los indígenas porque todavía ese desierto -en realidad poblado-, era defendido por quienes eran los primeros pobladores de la zona.  Se ha reiterado que mientras gobernaba la pandilla se intentaba “entretener a Urquiza con negociaciones reflejándole que Buenos Aires podía integrar la Confederación, mientras se buscaba un apoyo exterior. Que podían ser los ingleses prometiéndole pagar la deuda Baring, o los brasileños aceptando la navegación fluvial de sus buques de guerra, en esos momentos de conflicto brasileño-paraguayo.”  [5]

Mientras tanto, en Montevideo seguían conspirando los emigrados federales con el propósito de defender a los conservadores, quienes apoyaban financieramente esa campaña.  Además, los alentaba la Iglesia Católica porque se oponían a los progresistas, aunque no estaban todos de acuerdo en seguir impulsando batalla tras batalla.

Al asumir Mitre como ministro de Guerra, le reconoció a Sarmiento -exiliado en Chile-, el grado de teniente coronel otorgado por Urquiza al redactar el boletín del Ejército Grande y decidió regresar a Buenos Aires, Dos meses, el 4 de mayo llegó a esa ciudad y empezó a apoyar a los progresistas.

Una vez más, llegado el momento de poner en marcha la ofensiva, a las órdenes de José María Flores se orientaron hacia el puerto de Las Piedras -actual Villa Constitución-, otros hacia Zárate… Como suele suceder, los espías aportaban datos precisos y los liberales se enteraron oportunamente de tales avances.  Destaca el historiador Rosa que “el gobierno resolvió proceder drásticamente: ‘Bala sin misericordia, en la brevedad está el triunfo’, se ordenó al coronel Conesa”, el hábil coronel Emilio Conesa.

El 10 de enero de 1856, llegaron a Rosario aproximadamente mil doscientos hombres y tal movilización lógicamente no sólo afectaba la tranquilidad de la población porque transitando o instalándose en cualquier lugar, avasallaban los derechos de propiedades privadas y así se generaban los pedidos de indemnizaciones.

Otra actitud que era necesario controlar estaba relacionada con la alimentación de las tropas porque era frecuente que los invasores arrearan y consumieran ganado ajeno, otro motivo para que los estancieros iniciaran las demandas judiciales.

El gobernador José María Cullen prefería la conciliación y la neutralidad, pero enterado de esta invasión en territorio santafesino, encomendó la rápida acción del general Santiago Oroño que operaba en el sur, quien logró desarmarlos enseguida pero después, prepararon otra ofensiva.  Fue entonces cuando los coroneles de Bartolomé Mitre -hábiles para las torturas y las persecuciones-, intervinieron para perseguir a aquellos montoneros y así fue como también ellos invadieron el sur de la provincia, según explicaron sólo como consecuencia del ímpetu defensor…

El último día de enero de 1856, ya en territorio bonaerense, las fuerzas del coronel Emilio Conesa y las de Mitre enfrentaron a la montonera.  Una vez más la crueldad hizo estragos en la matanza de Villamayor: a lanzazos murieron la mayoría de los federales y después de la rendición y de entregar sus armas, otros fueron asesinados. Esos excesos se consideraban justificados porque el 28 de enero, reunidos Mitre, Valentín Alsina y de la Riestra, habían decidido el fusilamiento de los jefes de esa campaña.  [6]

Durante el combate de Villamayor, mataron a los jefes y como expresó el coronel Conesa en el breve parte de la batalla, “alcanzados y después de ligera resistencia, murieron todos los traidores”, aunque en realidad como lo ha destacado el historiador Rosa, “quince entre los ciento cuarenta consiguieron escabullirse.  El general Juan Francisco Olmos salvó su vida por empeño de Dolores Correa de Lavalle, viuda del general, ya que Olmos había sido compañero de Lavalle en el ejército libertador.”

Destaca el historiador que “Mitre entró esa tarde en Buenos Aires como triunfador”… “desfiló con sus soldados ‘aún llenos del polvo del combate’ entre la algazara de sus jóvenes seguidores” y “Alsina ordenó empavesar e iluminar la ciudad, y decretó dos días de ‘regocijo público’.”

Prácticamente estaban en campaña política, porque el 30 de marzo de 1856 debía renovarse la mitad de los legisladores de Buenos Aires: en el Club de la Guardia Nacional se reunían los progresistas, los pandilleros nombrados así “por su escaso número y acción concertada”, también como destaca Rosa, “era un vestuario donde los soldados de Mitre cambiaban sus uniformes para salir en pandilla a vociferar los nombres ordenados por sus jefes; algunos jóvenes de la clase decente los capitaneaban destacándose Adolfo Alsina, hijo del ministro” y abogado de título, que prefería el cuartel al bufete”.

En el Club del Pueblo, deliberaban los conservadores nombrados entonces los chupandinos “porque sus reuniones eran tumultuosas y vociferadoras”. Expresa el historiador Rosa que ese club, “era una taberna donde se bebía generosamente el carlón comprado por los ricos conservadores”…  [7]

No era notable la diferencia en la forma de expresarse esos grupos porque cuando Sarmiento después de su exilio en Chile, aunque había apoyado a los pandilleros desde mayo de 1855, cuando llegó a Buenos Aires, cuando entró en el Teatro de la Victoria para participar en la Asamblea que proclamaría a los candidatos a diputados, fue recibido “con una estruendosa silbatina”, manifestación determinante de su exclusión como posible candidato.

27-01-1856: llegaron los inmigrantes a la colonia Esperanza…

Desde 1853 estaba prevista la llegada del primer contingente de inmigrantes para fundar la Colonia de la Esperanza.  A partir del 27 de enero de 1856, momento en que se instalaron en el lugar señalado, el gobernador Cullen estuvo atento a la evolución de ese proyecto y en el Diario de la Administración que ha sido difundido por Gastón Gori en uno de sus libros, constan las reiteradas visitas junto a diversas autoridades.

Se había escuchado y aceptado la consigna de Juan Bautista Alberdi: Gobernar es poblar.

Es interesante también tener en cuenta otros pasos de Alberdi, tendientes a influir en los procedimientos gubernamentales a los fines de lograr determinados objetivos y que al mismo tiempo, sirven para entender algo más sobre la historia de los argentinos. Comenta el historiador José María Rosa, que el pionero y peregrino político Juan Bautista Alberdi estuvo en Estados Unidos y allí fue ilustrado sobre el procedimiento para conseguir en 1788 que Carolina del Norte y Rodhe Island integrasen la Unión.  Alberdi enseguida envió una carta a Urquiza reiterando lo expresado por su asesor norteamericano: “Nosotros, en lugar de ustedes, habríamos metido a Buenos Aires en un cuerno, como a Rhode Island y Carolina del Norte.”

No fue por casualidad que en marzo de 1856 se soslayaran los tratados de convivencia y aquellas fueron las causas que orientaron al Congreso confederado para discutir “un proyecto de derechos diferenciales que ponía a Buenos Aires en la situación de Rhode Island” y que fue sancionado el 19 de julio de 1856.

Esas actitudes permiten a la vez, interpretar algo más acerca de los sucesos de noviembre 1852 hasta fines de abril de 1853, porque también entonces, sobre las Bases escritas por Alberdi y teniendo como modelo la constitución estadounidense, se sancionó la primera Constitución de la Nación Argentina.

Surge así que desde la época de la organización nacional, hay antecedentes de consultas a los Estados Unidos de Norteamérica y la mayoría de las iniciativas impulsadas cerca del Río de la Plata se coincidieron con aquellas sugerencias y se fueron concretando sin prisa y sin pausa… Aún en el siglo veintiuno, sigue entre los argentinos el debate acerca de cómo debieran ser las relaciones entre ambos países, hay oscilaciones continuas que implican acercamientos y alejamientos, viajan diplomáticos para acordar políticas de mutuo entendimiento y sabido es que Estados Unidos es una de las potencias, en este casi sorprendente proceso de globalización” mientras la mayoría de los países hispanoamericanos, parecen ser los furgones de cola en el tren del desarrollo socioeconómico, técnico y científico…

Gobierno y evaluaciones en todos los departamentos…

Desde el 27 de enero de 1856 estaban trabajando los inmigrantes que llegaron a la colonia de la Esperanza y diversos documentos publicados por el escritor Gastón Gori en sucesivos trabajos de investigación acerca de “la inmigración en la República Argentina” –título de uno de sus libros- hay constancia de las visitas del gobernador Cullen a distintas localidades, a pueblos en formación…

División política departamental…

En ese tiempo la provincia de Santa Fe estaba dividida en cuatro departamentos: La Capital  (11.209 habitantes), cuya cabecera es la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz y abarcaba el Paso de Santo Tomé, las Chacras; las Quintas; Ascochingas y Añapiré; las colonias de aborígenes de San Pedro y del Sauce –San Jerónimo del Sauce-; la colonia Esperanza y en el norte los cantones de frontera. El departamento Rosario (22.751 habitantes), cuya cabecera es la ciudad de ese nombre, comprendía las villas San Lorenzo y al sur Villa Constitución; las Chacras y los cantones de la frontera sur. El departamento San José (2.463 habitantes), con el pueblo San José del Rincón –el Rincón de Antón Martín- y distritos Rurales de Arriba, de Abajo y de Calchines.  El departamento San Jerónimo (4.838 habitantes), con el pueblo de Coronda como cabecera y en la zona rural: Barrancas, Lomas, Carcarañá Abajo y Arriba, Monte de José Ñudo y Desmochado.

(Sólo 4.304 habitantes eran extranjeros; representaban poco más del diez por ciento y a partir de ese primer censo de población realizado en abril de 1858, junto a las colonias organizadas por el gobierno se instalaron inmigrantes espontáneos de distintas nacionalidades en su mayoría franceses, suizos, alemanes, ingleses, italianos.  La irregular distribución de la población determinaba que entre Santa Fe y Rosario se concentrara aproximadamente el 60 % del total en la provincia, situación semejante en la actualidad. )

Cullen y su impulso a un proyecto fluvial…

Consciente de la importancia de la navegación fluvial y de la necesidad de vincular la provincia con el noroeste del país, el gobernador Cullen estimuló las investigaciones acerca de las características de los ríos Salado y Dulce.  [8]

Proyecto para la navegación del río Salado…

Después de la firma del Acuerdo de San Nicolás, don Manuel Taboada -gobernador de Santiago del Estero- “se dedicó a los trabajos de encauzamiento del río Dulce, permaneciendo en contacto con Leiva” –Manuel– “a la sazón en Santa Fe”.

Ambos analizaban “la posibilidad de utilizar el Salado como medio de comunicación” y  así fue como “el 13 de julio de 1855 partió la expedición desde Santa Fe”.  Relató Roverano que el gobernador José María Cullen y su comitiva, acompañaron al comodoro estadounidense Thomas Jefferson Page -“el rubio marino norteamericano”-, llegado al país dos años antes, “con el propósito de estudiar la navegación de los ríos interiores”, aprovechando las disposiciones vigentes.

Viajaban en el pequeño vapor Yerba de “12 caballos de fuerza, que había sido traído de su país en secciones y que se armó en el puerto del Tigre”.

“Al llegar a Monte Aguará tuvieron que detenerse, pues la bajante del río no les daba cauce suficiente para continuar navegando normalmente.”  Avanzaron hacia el norte con algunas carretas, “hasta tanto dieran con un tramo que les permitiera seguir bogando.”   En consecuencia, Page informó que “el Salado podía ser navegable en una extensión de 800 millas”… Roverano, p. 149-150

“Ante el éxito logrado por Page, la firma Smith Hermanos y Cía. decidió encarar formalmente, la navegación de los ríos Salado y Dulce.  Interesaron al gobierno de la Confederación en sus propósitos, encontraron en él una firme adhesión.

14-01-1856: firma del contrato en Paraná…

Preparado el respectivo contrato, el mismo fue firmado en Paraná el 14 de enero de 1856, representando a las autoridades nacionales el ministro del Interior, Santiago Derqui, que siempre estuvo dispuesto a ofrecer su colaboración en estos proyectos”.

“El convenio establecía una concesión por el término de 15 años, siempre que la misma se efectuara con buques a vapor, debiendo realizar además del tráfico de mercaderías, el transporte de pasajeros.  Para facilitar las operaciones necesarias, el gobierno les cedería terrenos de propiedad en los puertos de Santa Fe y Rosario”…

Así fue como siguieron explorando el río Salado hacia el noroeste de Santiago del Estero. Semanas después, desde Paraná informaban:

“El río Salado o Juramento es navegable en toda la estación desde Santa Fe hasta Sandía-Paso, a cuarenta leguas de la Ciudad de Santiago del Estero.  La sola dificultad que se encuentra y esa desaparecería con algunos trabajos está en el Estero del Bracho, cuando el agua está muy baja.

Término medio, el cauce del río tiene diez cuadras, y en la parte más baja, seis pies. Desde Diciembre hasta Junio, el río será navegable hasta la Provincia de Salta.”

Hostigamiento de Juan Pablo López…

El gobernador José María Cullen impulsó reformas en los procedimientos judiciales.  Los continuos hostigamientos de la oposición le impedían avanzar con otros proyectos y en ese tiempo.

Sabido es que el general Urquiza había establecido como sede del gobierno la ciudad de Paraná y la descripción de los hechos revela que ese lugar se fue convirtiendo en un refugio de conspiradores.

El 18 de julio de 1856 se puso en marcha la revolución y se ha reiterado que en esas circunstancias, influyó la creciente desconfianza de Urquiza por las relaciones entre Cullen y los hombres de Buenos Aires.

Al día siguiente renunció el gobernador Cullen lo reemplazó provisoriamente el estanciero Rosendo Fraga (gobernador durante el bienio 1858-60).

Ese día -19 de julio-, con una mínima diferencia de votos, en Paraná fue sancionada la ley estableciendo que “las mercaderías procedentes de cabos adentro (traídas desde Buenos Aires o Montevideo en cabotaje) pagarían adicionales que iban del 30% al doble de los derechos ordinario; en cambio las procedentes directamente de cabos afuera (en buques que no has hubiesen embarcado en Buenos Aires o Montevideo) aforarían los aranceles ordinarios.  Se protegía así la directa navegación de ultramar” y al mismo tiempo, crecieron las protestas entre ellas las de Mr. Christie quien informó a Londres: “…‘no hay siquiera media docena de comerciantes británicos que podrían favorecerse con los derechos diferenciales”.  A pesar de la demora en aplicarla, “al regir la ley en febrero, se vieron buques de ultramar en Rosario, y a fin de año, habría en la aduana rosarina una recaudación aceptable”. Esa decisión contribuyó a promover el creciente desarrollo de ese puerto ubicado al sur de la provincia, mientras el de Santa Fe quedaba rezagado…  Después, como suele suceder, ante sucesivas presiones el general Urquiza “dejó sin efecto la ley a mediados de 1869 ‘en cuanto afecta los intereses de la República Oriental’…”  [9]

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El retorno de Sarmiento generó algunos cambios y no sólo porque apoyó a los progresistas pandilleros.  “El 9 de marzo de 1856, Sarmiento instaló en Buenos Aires la Logia madre Unión del Plata, el 25 se fundó Confraternidad Argentina, el 22 de abril el Supremo Consejo y Gran Oriente, el 28 de mayo Consuelo del Infortunio, el 1 de julio Regeneración, el 2, Lealtad, el 25, Constancia, etcétera.”

Con tales datos -y tantas otras logias organizadas en distintas localidades-, con la oposición de diversos grupos católicos, no sorprende que una década después en la capital santafesina cuando el progresista gobernador Nicasio Oroño impulsó y logró la sanción de las leyes de matrimonio civil y de cementerios, hayan salido emponchados a la calle, gritando ¡mueran los masones!

En 1856, en la provincia de Santa Fe fue sancionada la nueva Constitución de la provincial en concordancia con las disposiciones de la Constitución Nacional sancionada dos años antes.

Una vez más, el conspirador Juan Pablo López –el desterrado en Catamarca y luego en Entre Ríos-, intentó derrocar al gobernador santafesino.  Lo logró al ingresar con sus tropas en la ciudad; fue aclamado por vecinos reunidos en la Plaza Mayor donde se firmó un acta proclamándolo gobernador.

Intervención en la Provincia y asunción de López…

El ministro de Guerra Gral. José Miguel Galán fue nombrado interventor en la provincia y después de entrevistarse con Juan Pablo López, delegó esas funciones en el proclamado gobernador y regresó a Paraná.

Síntesis: Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

[1] Rosa, José María. Historia Argentina. Tomo 6. Buenos Aires, Ediciones Oriente, 1992, p. 138-143.

[2] Scalabrini Ortiz, Raúl. Política Británica en el Río de la Plata. Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 8ª ed., 1981, p. 98. “Parish Robertson debía administrar el empréstito que por un millón de libras había contraído el Perú y que se disipó totalmente en pago de supuestas indemnizaciones”…

[3] Ibidem, p. 83-116.  Woodbine Parish “llega a Buenos Aires en diciembre de 1923…” (p.98) “La provincia de Buenos Aires ha quedado hipotecada en su totalidad.  Todos sus bienes, sus rentas, sus tierras quedan afectados, es decir hipotecados, es decir, sometidos en un todo a la voluntad del acreedor.  La condición intrínseca de la soberanía de un pueblo de disponer de su patrimonio, ha sido anulada de un plumazo. Desde ese momento Inglaterra tiene un derecho real para intervenir en la fijación de los aranceles aduaneros y en la administración de las tierras públicas.  Las tierras públicas no podrán ser dispuestas sin consentimiento expreso de los acreedores.  E Inglaterra tiene medios suficientes para hacer valer sus derechos.” /…/ “Inglaterra ya planea evidentemente, la torrentosa inmigración de irlandeses y de escoceses pobres que volcará después de la caída de Rosas y que se apropiarán de las más fructíferas y extensas regiones del país, a partir de 1853.  Mientras tanto, la tierra pública se concedió en arrendamiento a largo plazo. A esa operación se le llamó pomposamente enfiteusis, y la ley correspondiente fue votada por el Congreso Nacional Constituyente en 1826.” (p.99-100) En términos semejantes se ha expresado el historiador Ricardo Levene.

[4] Leer: Cecchini de Dallo, Ana María. Los grupos políticos en Santa Fe. Santa Fe, Ediciones Culturales Argentinas, 1992.  En el Apéndice incluye cuadros con antecedentes de los políticos con indicación de sus propiedades y comercios; datos sobre matrimonios y descendientes directamente vinculados a los gobiernos santafesinos en la década 1852-1862 (p. 84-87).

[5] Rosa, José María. Ob. cit., p. 152-160.

[6] Valentín Alsina, fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires y asumió el 3 de mayo de 1857.

[7] Rosa, José María. Ob. cit., p. 162.

[8] Lo referido al “Proyecto…” fue insertado en el otoño de 2004, corresponde a: Orbea de Fontanini, Nidia A. G. Turbulencia salobre. (inédito). Primera parte escrita en marzo de 2003 con el título Coco y el río Salado (recordación y homenaje al amigo a perpetuidad Andrés Atilio Roverano, autor de El río Salado en la Historia, al conmemorarse el 25º aniversario de su tránsito a la inmortalidad.) Estaba corrigiendo ese trabajo a fines del mes siguiente y el día 29 de abril, el río necesitó seguir su curso y en el sector oeste de la ciudad todas las viviendas de una planta quedaron bajo el agua, que avanzó hasta la zona sur por las calles con las cotas más bajas.  Un tercio de la población estuvo directamente afectada durante quince días como mínimo; distintos medios informaban sobre desaparecidos y muertos: generalmente personas mayores de sesenta años y niños, algunos de días o meses.  Ese horror influyó tanto en el pulso interior, que necesité expresar día a día algo de lo que se podía expresar con palabras, el resto fueron lágrimas, silencio e intentos de solidaridad que no alcanzaron la dimensión deseada, porque inicialmente resultaba difícil encontrar a las personas que habían sido evacuadas. Los párrafos siguientes referidos a lo escrito por Soberano, pertenecen a ese libro inédito cuya impresión he demorado hasta este abril del año siguiente, también escuchando las voces interiores: ¿editar un libro incluyendo la nómina de fallecidos, cuando todavía la lista oficial sigue indicando veintitrés personas y las familias denuncian que han sido el doble… o más?  (Será entonces, otro libro virtual…)

[9] Rosa, José María Historia Argentina, ob. cit., p. 166-167 y p. 169.

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